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♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
es verdad en parte tienes mcuha razon te comprendo, no he podido subir capis a mi nove, porque eh estado todos estos meses con las clases y ya en estas ultimas dos semanas que me quedan de clases seran para estudiar a FULL
bien estas perdonada y entendida, lo buenoh es que ya estas aqui no????
sube la nove!!!
bien estas perdonada y entendida, lo buenoh es que ya estas aqui no????
sube la nove!!!
♫ Laura Jonas ♥
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
u.u mejor que saques buenas calificaciones ;) tu
no te preocupes
me encanto el cap ese Joe es un atrevido!
no te preocupes
me encanto el cap ese Joe es un atrevido!
Invitado
Invitado
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
ME DESAPARECI: LOSIENTO!!!! ._.
-malditaCindy¬_¬ -JOE ES MIO DE MI!- entiendes eso Cindy?-.-
-mencantaron en exceso los caps(:
-tienes qe poner mas encuanto puedas please!
quiero saber qe mas pasara'
(:
-malditaCindy¬_¬ -JOE ES MIO DE MI!- entiendes eso Cindy?-.-
-mencantaron en exceso los caps(:
-tienes qe poner mas encuanto puedas please!
quiero saber qe mas pasara'
(:
uncool.
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
Capítulo 5
El lunes por la mañana, ________ se levantó nerviosa y de mal humor. No había vuelto a saber nada de Joe desde el viernes por la noche, cuando la dejó en la puerta de casa sin tan siquiera un beso de despedida. La verdad era que ella no le había dejado otra alternativa, admitió mientras se vestía para ir al trabajo. Avergonzada y molesta por el comentario carente de tacto de Cindy, _________ se comportó con una timidez anormal en ella durante el trayecto de vuelta. Por su parte, __________ se había refugiado en sus pensamientos sin dejar traslucir sentimiento alguno.
Había pasado un mal rato en la fiesta. Puede que la culpase de ello. Quizás, reflexionó _______, se hubiese arrepentido del trato que hicieron, deseando no haberle confiado los problemas que tenía con su familia. ¿Y si simplemente le había estado dando vueltas a la descarada oferta de Cindy y preguntándose cuándo tendría la oportunidad de tomarle la palabra?
—Hacerle una demostración —masculló indignada, cepillándose furiosamente el pelo.
Y entonces recordó la respuesta de Joe: «Si tienes suerte». ¡Qué presunción! Después de haberse pasado toda la noche apoyado en un rincón como un pasmarote había tenido la desfachatez de ponerse a coquetear justo cuando se iban. Y seguro que ahora Cindy trataría por todos los medios de verlo otra vez. Igual hasta se creía que ella era la única capaz de sacarlo de su caparazón.
De repente, se vio refunfuñando en el espejo. Disgustada, soltó el cepillo y se recogió el pelo.
Lo había echado de menos esos dos días. Se había pasado el domingo esperando a que la llamase por teléfono, preguntándose si debería llamarle ella con cualquier excusa. Ahora se daba cuenta, con gran asombro por su parte, de lo bien que lo había pasado con Joe durante las últimas semanas y era consciente de que sus sentimientos hacia él adquirían cada vez más fuerza. No daría resultado, se repitió para reafirmarse en su decisión. No daría resultado en absoluto.
Todavía estaba a tiempo de dar un paso atrás, de poner una amistosa distancia entre ellos antes de que sus sentimientos aumentasen en intensidad. Él había dejado bien claro el viernes por la noche que ambos tenían muy poco en común, que no tenía particular interés en integrarse en su mundo y que ella, por su parte, sabía que tampoco tendría cabida en el suyo. Eso era algo que ______ ya había pensado muchas veces, pero en la fiesta había quedado claro que no era una mera sospecha. Desde ahora sería educada, fría y eficiente. Lo ayudaría en todo lo posible, pero adoptaría una actitud distante para protegerse de sus encantos. No habría más besos ni fantasías nocturnas.
Y puede que a la vuelta de Chicago hiciese mejor en buscarse otro trabajo. Algo en su interior le decía que, si seguía con él, tarde o temprano iba a sucumbir a sus encantos.
—Buenos días, _______.
Mallory le devolvió el saludo con una inclinación de cabeza. Joe acababa de volver de la universidad, donde había pasado toda la mañana. Al llegar al trabajo él ya no estaba, lo cual la alivió bastante.
—Buenos días, Joe.
—¿Algún mensaje?
—Sí, varios. Aquí tienes —dijo, tendiéndole unos papeles con anotaciones—. ¿Quieres que los repase contigo?
—No, ya lo haré yo. Gracias. Si me necesitas, estaré en mi despacho —contestó él, evitando su mirada.
Así que su despacho ya no era «la cantera». A ___________ se le hizo un nudo en la garganta al ver que se dirigía a ella con tanto formalismo.
Sonó el teléfono.
—De acuerdo —le dijo, descolgando.
Era un agente de bolsa, así que no necesitó preguntarle a Joe si quería ponerse. Cuando por fin colgó, él se había ido a su despacho.
Al volver del almuerzo vio que seguía allí encerrado. Se paró un instante frente a la puerta preguntándose qué estaría haciendo. Luego se dirigió con pasos firmes a su despacho y se dispuso a trabajar. Una hora después, Joe apareció en el umbral. La expresión de su rostro seguía siendo impasible.
—¿Necesitas algo, Joe?
—El archivo Hollister. ¿Lo has visto por casualidad?
—Sí. Ahora mismo te lo doy.
Lo encontró enseguida y se lo dio sin mirarlo a los ojos, teniendo cuidado de que sus dedos no se rozasen.
—Gracias.
—De nada.
—Yo… Err… Estaré en el despacho.
—Bien.
Cuando volvió a sentarse le escocían los ojos y tenía un nudo en el estómago.
Pasó otra hora hasta que volvieron a cruzar palabra, y fue a través del interfono.
—Jor —le dijo con voz inexpresiva—. Tienes al doctor Carlson por la línea uno. ¿Quieres hablar con él?
—Sí, claro. Err… Gracias.
—De nada —contestó ________, tragándose las lágrimas.
El lunes por la mañana, ________ se levantó nerviosa y de mal humor. No había vuelto a saber nada de Joe desde el viernes por la noche, cuando la dejó en la puerta de casa sin tan siquiera un beso de despedida. La verdad era que ella no le había dejado otra alternativa, admitió mientras se vestía para ir al trabajo. Avergonzada y molesta por el comentario carente de tacto de Cindy, _________ se comportó con una timidez anormal en ella durante el trayecto de vuelta. Por su parte, __________ se había refugiado en sus pensamientos sin dejar traslucir sentimiento alguno.
Había pasado un mal rato en la fiesta. Puede que la culpase de ello. Quizás, reflexionó _______, se hubiese arrepentido del trato que hicieron, deseando no haberle confiado los problemas que tenía con su familia. ¿Y si simplemente le había estado dando vueltas a la descarada oferta de Cindy y preguntándose cuándo tendría la oportunidad de tomarle la palabra?
—Hacerle una demostración —masculló indignada, cepillándose furiosamente el pelo.
Y entonces recordó la respuesta de Joe: «Si tienes suerte». ¡Qué presunción! Después de haberse pasado toda la noche apoyado en un rincón como un pasmarote había tenido la desfachatez de ponerse a coquetear justo cuando se iban. Y seguro que ahora Cindy trataría por todos los medios de verlo otra vez. Igual hasta se creía que ella era la única capaz de sacarlo de su caparazón.
De repente, se vio refunfuñando en el espejo. Disgustada, soltó el cepillo y se recogió el pelo.
Lo había echado de menos esos dos días. Se había pasado el domingo esperando a que la llamase por teléfono, preguntándose si debería llamarle ella con cualquier excusa. Ahora se daba cuenta, con gran asombro por su parte, de lo bien que lo había pasado con Joe durante las últimas semanas y era consciente de que sus sentimientos hacia él adquirían cada vez más fuerza. No daría resultado, se repitió para reafirmarse en su decisión. No daría resultado en absoluto.
Todavía estaba a tiempo de dar un paso atrás, de poner una amistosa distancia entre ellos antes de que sus sentimientos aumentasen en intensidad. Él había dejado bien claro el viernes por la noche que ambos tenían muy poco en común, que no tenía particular interés en integrarse en su mundo y que ella, por su parte, sabía que tampoco tendría cabida en el suyo. Eso era algo que ______ ya había pensado muchas veces, pero en la fiesta había quedado claro que no era una mera sospecha. Desde ahora sería educada, fría y eficiente. Lo ayudaría en todo lo posible, pero adoptaría una actitud distante para protegerse de sus encantos. No habría más besos ni fantasías nocturnas.
Y puede que a la vuelta de Chicago hiciese mejor en buscarse otro trabajo. Algo en su interior le decía que, si seguía con él, tarde o temprano iba a sucumbir a sus encantos.
—Buenos días, _______.
Mallory le devolvió el saludo con una inclinación de cabeza. Joe acababa de volver de la universidad, donde había pasado toda la mañana. Al llegar al trabajo él ya no estaba, lo cual la alivió bastante.
—Buenos días, Joe.
—¿Algún mensaje?
—Sí, varios. Aquí tienes —dijo, tendiéndole unos papeles con anotaciones—. ¿Quieres que los repase contigo?
—No, ya lo haré yo. Gracias. Si me necesitas, estaré en mi despacho —contestó él, evitando su mirada.
Así que su despacho ya no era «la cantera». A ___________ se le hizo un nudo en la garganta al ver que se dirigía a ella con tanto formalismo.
Sonó el teléfono.
—De acuerdo —le dijo, descolgando.
Era un agente de bolsa, así que no necesitó preguntarle a Joe si quería ponerse. Cuando por fin colgó, él se había ido a su despacho.
Al volver del almuerzo vio que seguía allí encerrado. Se paró un instante frente a la puerta preguntándose qué estaría haciendo. Luego se dirigió con pasos firmes a su despacho y se dispuso a trabajar. Una hora después, Joe apareció en el umbral. La expresión de su rostro seguía siendo impasible.
—¿Necesitas algo, Joe?
—El archivo Hollister. ¿Lo has visto por casualidad?
—Sí. Ahora mismo te lo doy.
Lo encontró enseguida y se lo dio sin mirarlo a los ojos, teniendo cuidado de que sus dedos no se rozasen.
—Gracias.
—De nada.
—Yo… Err… Estaré en el despacho.
—Bien.
Cuando volvió a sentarse le escocían los ojos y tenía un nudo en el estómago.
Pasó otra hora hasta que volvieron a cruzar palabra, y fue a través del interfono.
—Jor —le dijo con voz inexpresiva—. Tienes al doctor Carlson por la línea uno. ¿Quieres hablar con él?
—Sí, claro. Err… Gracias.
—De nada —contestó ________, tragándose las lágrimas.
Invitado
Invitado
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
Una hora después decidió que tenía que hacer algo. Se levantó de la mesa y avanzó con firmeza hacia la puerta, decidida a entrar como fuese en el despacho de Joe y enfrentarse a la situación. Estaba dispuesta a averiguar de una vez por todas si él se había arrepentido de haberla conocido.
Estuvieron a punto de chocar en el pasillo al salir él de su despacho como una exhalación al mismo tiempo que ella.
—Joe.
—_________, yo…
Se pararon el uno frente al otro y se miraron a los ojos.
—Tú primero —dijo Joe.
__________ sintió que la abandonaba el coraje.
—No, tú primero —le dijo con un hilo de voz.
—Yo puedo esperar —insistió él con decisión—. ¿Qué querías?
De repente, se le antojó ridículo tanto formalismo y sintió unos deseos incontenibles de soltar una carcajada. Tragó saliva y se tapó la boca, pero la risa se le escapó sin remedio.
Joe frunció el ceño.
—Te estás riendo —la acusó.
—Lo siento —dijo, poniéndose seria—. Es que… —y la acometió otro ataque de risa.
Joe emitió un extraño sonido y, de repente, se encontró riendo a carcajadas.
—Ya sé por qué te ríes —admitió cuando recuperó el habla—. Llevamos todo el día actuando como un par de idiotas, ¿verdad?
Ella asintió, secándose las lágrimas de la risa.
—Estábamos siendo tan educados que daba asco. Hasta he estado a punto de llamarte «señor» una vez.
—No sé si hubiera podido soportarlo. Estaba empezando a pensar que no eras ___________ Littlefield, sino un androide enviado por alguien para volverme loco. Gracias a Dios que has vuelto a tu estado normal.
—Y tú —confirmó ella—. Si llegas a decir «gracias» otra vez, hubiese jurado que te pasaba algo grave. Nunca nos habíamos tratado con tanto formalismo.
—__________, yo…
—No. Joe, yo…
Se echaron a reír de nuevo, hasta que Joe se puso serio.
—¿Puedes parar de reír un momento? Tengo algo que decirte.
_________ sonrió feliz y se calló.
La cogió de los hombros y la miró a los ojos.
—Siento lo del viernes por la noche. Te fastidié la fiesta completamente. Tomé una actitud derrotista desde el principio y no hice el menor esfuerzo por que saliese bien. Intentabas ayudarme y no fui capaz de mover un dedo para cooperar.
—No, Joe. Soy yo la que te pide disculpas. Te empujé a una situación que te resultaba desagradable. Me dijiste un montón de veces que no querías ir, pero no te hice caso. Fue una presunción imperdonable por mi parte.
—Mira. Vamos a dejar de discutir sobre quién tiene la culpa —cortó Joe con impaciencia—. Grítame o algo así antes de que empecemos a comportarnos de nuevo con una educación asquerosa.
________ sonrió y lo abrazó impulsivamente.
—Ya te gritaré más tarde. Ahora simplemente me alegro de que seamos amigos de nuevo.
—Sí —dijo Joe con la voz repentinamente tensa—, amigos.
La estrechó un instante en sus brazos y se apartó unos pasos de ella.
—En cuanto a las clases de baile de las que hablamos… —continuó.
—Prometo no volver a molestarte con lo del baile —le atajó ________, intentando que no se le notase el temblor de las manos. Sentía el cuerpo estremecido por el corto abrazo.
—Quiero aprender —insistió con firmeza—. En la fiesta de aniversario de mis abuelos habrá baile, y no tengo intención de quedarme en un rincón como una estatua como la otra noche. ¿Qué te parece si me das clases privadas? Aquí. Podemos empezar esta noche si no tienes otro compromiso.
—¿De verdad quieres aprender a bailar? —le preguntó ella con cautela.
—Sí —contestó con decisión—. ¿Vas a enseñarme?
—Claro que sí.
Sentía que no podía negarse, a pesar del recelo que le causaba la idea de estar a solas con él esa noche, en su casa y bailando en sus brazos. Sólo de pensarlo le temblaron aún más las manos.
«Amigos», se recordó firmemente. Sólo amigos. Seguro.
Joe conocía los pasos básicos de los bailes de salón más tradicionales. Se los habían enseñado en su juventud, admitió sombrío. Pero ___________ opinaba que se movía como si se hubiese tragado un bastón.
—Relájate —le ordenó—. Siente la música. Déjate llevar.
Se dejó llevar y acabó pisándola.
—¡Ay!
Con un suspiro, Joe la soltó y se apartó con expresión de disgusto.
—Lo siento. Sybil siempre ha dicho que tengo la gracia de un elefante preñado.
Estuvieron a punto de chocar en el pasillo al salir él de su despacho como una exhalación al mismo tiempo que ella.
—Joe.
—_________, yo…
Se pararon el uno frente al otro y se miraron a los ojos.
—Tú primero —dijo Joe.
__________ sintió que la abandonaba el coraje.
—No, tú primero —le dijo con un hilo de voz.
—Yo puedo esperar —insistió él con decisión—. ¿Qué querías?
De repente, se le antojó ridículo tanto formalismo y sintió unos deseos incontenibles de soltar una carcajada. Tragó saliva y se tapó la boca, pero la risa se le escapó sin remedio.
Joe frunció el ceño.
—Te estás riendo —la acusó.
—Lo siento —dijo, poniéndose seria—. Es que… —y la acometió otro ataque de risa.
Joe emitió un extraño sonido y, de repente, se encontró riendo a carcajadas.
—Ya sé por qué te ríes —admitió cuando recuperó el habla—. Llevamos todo el día actuando como un par de idiotas, ¿verdad?
Ella asintió, secándose las lágrimas de la risa.
—Estábamos siendo tan educados que daba asco. Hasta he estado a punto de llamarte «señor» una vez.
—No sé si hubiera podido soportarlo. Estaba empezando a pensar que no eras ___________ Littlefield, sino un androide enviado por alguien para volverme loco. Gracias a Dios que has vuelto a tu estado normal.
—Y tú —confirmó ella—. Si llegas a decir «gracias» otra vez, hubiese jurado que te pasaba algo grave. Nunca nos habíamos tratado con tanto formalismo.
—__________, yo…
—No. Joe, yo…
Se echaron a reír de nuevo, hasta que Joe se puso serio.
—¿Puedes parar de reír un momento? Tengo algo que decirte.
_________ sonrió feliz y se calló.
La cogió de los hombros y la miró a los ojos.
—Siento lo del viernes por la noche. Te fastidié la fiesta completamente. Tomé una actitud derrotista desde el principio y no hice el menor esfuerzo por que saliese bien. Intentabas ayudarme y no fui capaz de mover un dedo para cooperar.
—No, Joe. Soy yo la que te pide disculpas. Te empujé a una situación que te resultaba desagradable. Me dijiste un montón de veces que no querías ir, pero no te hice caso. Fue una presunción imperdonable por mi parte.
—Mira. Vamos a dejar de discutir sobre quién tiene la culpa —cortó Joe con impaciencia—. Grítame o algo así antes de que empecemos a comportarnos de nuevo con una educación asquerosa.
________ sonrió y lo abrazó impulsivamente.
—Ya te gritaré más tarde. Ahora simplemente me alegro de que seamos amigos de nuevo.
—Sí —dijo Joe con la voz repentinamente tensa—, amigos.
La estrechó un instante en sus brazos y se apartó unos pasos de ella.
—En cuanto a las clases de baile de las que hablamos… —continuó.
—Prometo no volver a molestarte con lo del baile —le atajó ________, intentando que no se le notase el temblor de las manos. Sentía el cuerpo estremecido por el corto abrazo.
—Quiero aprender —insistió con firmeza—. En la fiesta de aniversario de mis abuelos habrá baile, y no tengo intención de quedarme en un rincón como una estatua como la otra noche. ¿Qué te parece si me das clases privadas? Aquí. Podemos empezar esta noche si no tienes otro compromiso.
—¿De verdad quieres aprender a bailar? —le preguntó ella con cautela.
—Sí —contestó con decisión—. ¿Vas a enseñarme?
—Claro que sí.
Sentía que no podía negarse, a pesar del recelo que le causaba la idea de estar a solas con él esa noche, en su casa y bailando en sus brazos. Sólo de pensarlo le temblaron aún más las manos.
«Amigos», se recordó firmemente. Sólo amigos. Seguro.
Joe conocía los pasos básicos de los bailes de salón más tradicionales. Se los habían enseñado en su juventud, admitió sombrío. Pero ___________ opinaba que se movía como si se hubiese tragado un bastón.
—Relájate —le ordenó—. Siente la música. Déjate llevar.
Se dejó llevar y acabó pisándola.
—¡Ay!
Con un suspiro, Joe la soltó y se apartó con expresión de disgusto.
—Lo siento. Sybil siempre ha dicho que tengo la gracia de un elefante preñado.
Invitado
Invitado
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
—Lo siento. Sybil siempre ha dicho que tengo la gracia de un elefante preñado.
_________ se frotó con disimulo el pie dolorido y levantó la barbilla con determinación.
—Olvida lo que Sybil dice. Simplemente estás algo verde por la falta de práctica. Sólo llevamos veinte minutos. Lo estás haciendo bien.
¡A la porra con su familia! A _________ le entraron repentinamente ganas de pelearse con todos los queridos familiares de Joe. ¿Es que nunca había sido para ellos más que un cerebro? ¿Es que no se habían dado cuenta de que era vulnerable e inseguro en áreas distintas a lo intelectual? También la acometió un fuerte impulso de echarle los brazos al cuello y abrazarlo, pero logró resistirse. En su lugar, pensó en la película Dirty Dancing y trató de recordar los trucos que usaba Johnny Castle para enseñar a bailar a Baby. Sonrió al considerar las posibilidades que tenía de convertir a Joe en un bailarín profesional en un corto espacio de tiempo como pasaba en la película. Mejor sería que se limitase a enseñarle lo suficiente como para mantener el tipo en el aniversario de sus abuelos.
—Intentémoslo de nuevo —sugirió, poniendo otra vez el disco que había llevado para practicar, y dirigiéndole una sonrisa alentadora.
A Joe se le hizo un nudo en la garganta al ver cómo lo miraba. Su mirada reflejaba tanto optimismo, tanta confianza en su habilidad para llevar a cabo cualquier cosa que se propusiese… ¿Era posible que confiase tanto en él? ¿Qué veía en él que los demás no habían visto hasta entonces?
Se acercó a ella y la tomó en sus brazos, pero en lugar de adoptar una postura idónea para el baile la estrechó con fuerza un instante. No hubo nada sexual en el abrazo, aunque fue plenamente consciente de cada milímetro de su cuerpo en contacto con el suyo. Sólo quería abrazarla un momento.
Cuando la soltó, vio que ________ se había ruborizado.
—¿A qué se ha debido eso? —le preguntó con sonrisa vacilante.
—Quería agradecerte el que sigas confiando en mí —contestó él, intentando quitarle importancia al asunto.
Luego la tomó por la cintura y le cogió una mano para comenzar el baile. Con una sonrisa radiante, ___________ se puso de puntillas y le dio un beso fugaz en los labios.
—Y yo te agradezco el cumplido —murmuró.
Sin dejarle tiempo a responder dio por comenzado el baile, dándole instrucciones en un tono de voz tan firme y prosaico que las intimidades quedaron claramente fuera de lugar.
Eran casi las tres de la madrugada. _____________ estaba de pie junto a la ventana del dormitorio, mirando el negro cielo estrellado en el que flotaba una brillante media luna. La cama revuelta testimoniaba las horas que había pasado dando vueltas e intentando inútilmente conciliar el sueño. La atormentaba el recuerdo del abrazo de Joe, del corto e insatisfactorio beso en los labios. No la había besado al despedirse, ni ella le había dado a entender que lo desease.
«Sólo amigos», se recordó a sí misma.
Entonces, ¿por qué se estremecía ante la necesidad de sentirlo junto a ella, de tenerlo más cerca de lo que permitía un simple baile?
Cerró los ojos para espantar las imágenes que se agolpaban en su cabeza y apoyó la ardiente mejilla en el frío cristal de la ventana.
Aproximadamente a la misma hora, Joe estaba en la ducha bajo un chorro de agua fría. Pero el remedio no parecía surtir efecto. En cuanto pensaba en __________ la sangre le ardía de nuevo y todo su cuerpo vibraba dolorosamente. Y aunque lo intentaba con todas sus fuerzas, no podía dejar de pensar en ella. Recordaba su voz, su risa, su contagioso entusiasmo. No podía apartar de la mente la imagen de sus labios llenos y suaves, las atractivas curvas de su esbelto cuerpo. Y, sobre todo, cómo lo miraba con lo que se le antojaba el mismo ardiente deseo que él sentía cada vez que sus ojos se posaban en ella.
Exhaló un gemido y dejó que el agua fría le rociase el rostro y el pecho. No debía engañarse con respecto a lo que __________ sentía por él. Había dejado bien claro que quería ser su amiga, pero nada más. Además entendía sus motivos, y no podía dejar de darle la razón.
Y, sin embargo, la deseaba tanto que le pareció que iba a explotar de deseo. Maldiciendo para sus adentros, apagó la ducha y agarró una toalla. Desde luego, lo de las ventajas de una ducha fría en casos como ese era una engañifa. Un chorro de agua helada no bastaba para calmar el ardor que __________ le despertaba.
Joe se puso a firmar pacientemente el montón de cartas que ___________ le tendía. Sentado a medias sobre la mesa, garabateó su nombre y se las fue pasando una a una a __________.
—¿Qué más? —preguntó cuando acabó de firmar la última.
—Recuerda que tienes una cita con el doctor Hawkes a las nueve de la mañana. Y una recepción en la facultad el jueves a las ocho de la tarde.
—De eso nos podemos olvidar —gruñó Joe.
—Pero le prometiste al doctor Carlson que irías —le recordó ____________ en tono de desaprobación.
—Me cogió en un momento de debilidad.
—De todas formas deberías ir. Comparado con la fiesta del viernes no puede ser tan horrible. Al menos esta vez conoces a todo el mundo.
Joe se frotó la barbilla pensativo.
_________ se frotó con disimulo el pie dolorido y levantó la barbilla con determinación.
—Olvida lo que Sybil dice. Simplemente estás algo verde por la falta de práctica. Sólo llevamos veinte minutos. Lo estás haciendo bien.
¡A la porra con su familia! A _________ le entraron repentinamente ganas de pelearse con todos los queridos familiares de Joe. ¿Es que nunca había sido para ellos más que un cerebro? ¿Es que no se habían dado cuenta de que era vulnerable e inseguro en áreas distintas a lo intelectual? También la acometió un fuerte impulso de echarle los brazos al cuello y abrazarlo, pero logró resistirse. En su lugar, pensó en la película Dirty Dancing y trató de recordar los trucos que usaba Johnny Castle para enseñar a bailar a Baby. Sonrió al considerar las posibilidades que tenía de convertir a Joe en un bailarín profesional en un corto espacio de tiempo como pasaba en la película. Mejor sería que se limitase a enseñarle lo suficiente como para mantener el tipo en el aniversario de sus abuelos.
—Intentémoslo de nuevo —sugirió, poniendo otra vez el disco que había llevado para practicar, y dirigiéndole una sonrisa alentadora.
A Joe se le hizo un nudo en la garganta al ver cómo lo miraba. Su mirada reflejaba tanto optimismo, tanta confianza en su habilidad para llevar a cabo cualquier cosa que se propusiese… ¿Era posible que confiase tanto en él? ¿Qué veía en él que los demás no habían visto hasta entonces?
Se acercó a ella y la tomó en sus brazos, pero en lugar de adoptar una postura idónea para el baile la estrechó con fuerza un instante. No hubo nada sexual en el abrazo, aunque fue plenamente consciente de cada milímetro de su cuerpo en contacto con el suyo. Sólo quería abrazarla un momento.
Cuando la soltó, vio que ________ se había ruborizado.
—¿A qué se ha debido eso? —le preguntó con sonrisa vacilante.
—Quería agradecerte el que sigas confiando en mí —contestó él, intentando quitarle importancia al asunto.
Luego la tomó por la cintura y le cogió una mano para comenzar el baile. Con una sonrisa radiante, ___________ se puso de puntillas y le dio un beso fugaz en los labios.
—Y yo te agradezco el cumplido —murmuró.
Sin dejarle tiempo a responder dio por comenzado el baile, dándole instrucciones en un tono de voz tan firme y prosaico que las intimidades quedaron claramente fuera de lugar.
Eran casi las tres de la madrugada. _____________ estaba de pie junto a la ventana del dormitorio, mirando el negro cielo estrellado en el que flotaba una brillante media luna. La cama revuelta testimoniaba las horas que había pasado dando vueltas e intentando inútilmente conciliar el sueño. La atormentaba el recuerdo del abrazo de Joe, del corto e insatisfactorio beso en los labios. No la había besado al despedirse, ni ella le había dado a entender que lo desease.
«Sólo amigos», se recordó a sí misma.
Entonces, ¿por qué se estremecía ante la necesidad de sentirlo junto a ella, de tenerlo más cerca de lo que permitía un simple baile?
Cerró los ojos para espantar las imágenes que se agolpaban en su cabeza y apoyó la ardiente mejilla en el frío cristal de la ventana.
Aproximadamente a la misma hora, Joe estaba en la ducha bajo un chorro de agua fría. Pero el remedio no parecía surtir efecto. En cuanto pensaba en __________ la sangre le ardía de nuevo y todo su cuerpo vibraba dolorosamente. Y aunque lo intentaba con todas sus fuerzas, no podía dejar de pensar en ella. Recordaba su voz, su risa, su contagioso entusiasmo. No podía apartar de la mente la imagen de sus labios llenos y suaves, las atractivas curvas de su esbelto cuerpo. Y, sobre todo, cómo lo miraba con lo que se le antojaba el mismo ardiente deseo que él sentía cada vez que sus ojos se posaban en ella.
Exhaló un gemido y dejó que el agua fría le rociase el rostro y el pecho. No debía engañarse con respecto a lo que __________ sentía por él. Había dejado bien claro que quería ser su amiga, pero nada más. Además entendía sus motivos, y no podía dejar de darle la razón.
Y, sin embargo, la deseaba tanto que le pareció que iba a explotar de deseo. Maldiciendo para sus adentros, apagó la ducha y agarró una toalla. Desde luego, lo de las ventajas de una ducha fría en casos como ese era una engañifa. Un chorro de agua helada no bastaba para calmar el ardor que __________ le despertaba.
Joe se puso a firmar pacientemente el montón de cartas que ___________ le tendía. Sentado a medias sobre la mesa, garabateó su nombre y se las fue pasando una a una a __________.
—¿Qué más? —preguntó cuando acabó de firmar la última.
—Recuerda que tienes una cita con el doctor Hawkes a las nueve de la mañana. Y una recepción en la facultad el jueves a las ocho de la tarde.
—De eso nos podemos olvidar —gruñó Joe.
—Pero le prometiste al doctor Carlson que irías —le recordó ____________ en tono de desaprobación.
—Me cogió en un momento de debilidad.
—De todas formas deberías ir. Comparado con la fiesta del viernes no puede ser tan horrible. Al menos esta vez conoces a todo el mundo.
Joe se frotó la barbilla pensativo.
Invitado
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Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
—Iré con una condición —decidió, dispuesto a sacar el mayor partido posible al asunto.
—¿Qué condición?
—Que vengas conmigo. Como mi pareja.
________ abrió los ojos con expresión cómica.
—¿Quieres que yo te acompañe a una recepción en la facultad? Pero Joe, no puedo…
—Yo te acompañé a tu fiesta —dijo él sin sentir remordimiento alguno por apelar a su conciencia.
—¿Pretendes chantajearme? —preguntó ________, frunciendo el ceño.
—Tómalo como quieras —contestó él alegremente—. Siempre que digas que sí.
__________ hizo un puchero, lo que estuvo a punto de acabar con la poca fuerza de voluntad que le quedaba a Joe.
—Pero no sabré cómo comportarme con un puñado de profesores. Estaré completamente fuera de lugar.
—Comparado con la fiesta del viernes, no puede ser tan horrible —citó Joe.
—Está bien. Tú ganas. Iré contigo.
Joe sonrió ante la falta de entusiasmo que reflejaban sus palabras.
—Considéralo como si fuese un ensayo —sugirió—. Nos vamos a Chicago al día siguiente y allí tendremos que empezar a representar el papel de la pareja feliz. Podemos practicar un poco el jueves.
—Será un desastre —predijo _____________, disimulando una sonrisa e imitando la actitud de Joe ante la fiesta del viernes.
Él rió y se puso en pie.
—¿Qué te parece si cenamos juntos esta noche antes de la clase de baile? Lo menos que puedo hacer para compensarte es invitarte a cenar en tu restaurante favorito.
—Fantástico. Espero que te guste la comida italiana.
—Claro. ¿A dónde quieres ir?
—Al Spaghetti Warehouse.
Joe había oído hablar del popular restaurante, pero nunca había comido allí. No le sorprendió en absoluto que el restaurante favorito de ___________ fuese un sitio informal y de moda, frecuentado por turistas y por una variopinta mezcla de gente de Dallas.
—Muy bien. Te pasaré a buscar a las siete. Así tendrás tiempo de arreglarte después del trabajo.
—Vale.
Joe salió del despacho tan contento que tuvo que contenerse para no silbar. Qué raro. Él nunca silbaba. De hecho, no sería capaz de silbar aunque en ello le fuese la vida. Era asombroso cómo lo había cambiado _________________ en tan poco tiempo.
El Spaghetti Warehouse no era el tipo de restaurante al que Joe solía ir, pero se adaptó con facilidad al ambiente ruidoso del lugar. Tampoco le molestó la informalidad de la decoración, y siguió a la camarera sin un solo comentario al interior del viejo vagón de tren situado al fondo del enorme restaurante. La camarera les indicó que ocupasen una mesa y les dejó con la carta.
__________ se dio cuenta de que Joe no tenía quejas de la comida, que consistió en ensaladas, pastas y pan recién hecho al estilo de San Francisco. Y aunque tuvieron que levantar un poco la voz para poder hablar debido al murmullo general, no llegó a ser molesto y la conversación resultó alegre y fluida.
___________ se sintió muy complacida al ver que a Joe le interesaban de verdad sus opiniones incluso en temas tan serios como la política o las tecnologías del futuro, de los que ella no sabía demasiado. Lo pasó de maravilla, a pesar de que en el fondo de su corazón la amargaba un poco el pensar que Joe no iba a estar siempre a su lado.
Durante la clase de baile, que fue esa vez en el apartamento de __________, mantuvieron el mismo espíritu de camaradería que durante la cena. En el salón de su casa no había tanto espacio para bailar como en el de Joe, pero notó complacida que él hacía progresos. De nuevo, se sintió impresionada por la rapidez con la que aprendía las cosas. Se lo dijo, y él se ruborizó.
Los dos fueron capaces de actuar como si ignorasen la forzosa intimidad física que suponía bailar, incluso cuando ___________ rozó su cuerpo accidentalmente más de la cuenta y descubrió que él no era completamente inconsciente de su proximidad. La excitación de Joe despertó su propio fuego, y aunque hizo todavía más difícil el pretender que no pasaba nada entre ellos, __________ logró aguantar el tipo.
Llegó la hora de la despedida.
Lo acompañó a la puerta y le dio las buenas noches.
—Supongo que mañana por la noche será nuestra última clase de baile —comentó Joe junto a la puerta.
—Sí —contestó ella—. Pero no te preocupes. Lo vas a hacer maravillosamente bien en el aniversario de tus abuelos. Eres un bailarín nato.
—Y a ti se te da muy bien adular —comentó él, acariciándole la mejilla—. Pero te lo agradezco de todas formas.
____________ se echó a reír.
—Mañana por la noche practicaremos rock–and–roll por si a tus abuelos les da por volverse modernos en la fiesta.
—¿Qué condición?
—Que vengas conmigo. Como mi pareja.
________ abrió los ojos con expresión cómica.
—¿Quieres que yo te acompañe a una recepción en la facultad? Pero Joe, no puedo…
—Yo te acompañé a tu fiesta —dijo él sin sentir remordimiento alguno por apelar a su conciencia.
—¿Pretendes chantajearme? —preguntó ________, frunciendo el ceño.
—Tómalo como quieras —contestó él alegremente—. Siempre que digas que sí.
__________ hizo un puchero, lo que estuvo a punto de acabar con la poca fuerza de voluntad que le quedaba a Joe.
—Pero no sabré cómo comportarme con un puñado de profesores. Estaré completamente fuera de lugar.
—Comparado con la fiesta del viernes, no puede ser tan horrible —citó Joe.
—Está bien. Tú ganas. Iré contigo.
Joe sonrió ante la falta de entusiasmo que reflejaban sus palabras.
—Considéralo como si fuese un ensayo —sugirió—. Nos vamos a Chicago al día siguiente y allí tendremos que empezar a representar el papel de la pareja feliz. Podemos practicar un poco el jueves.
—Será un desastre —predijo _____________, disimulando una sonrisa e imitando la actitud de Joe ante la fiesta del viernes.
Él rió y se puso en pie.
—¿Qué te parece si cenamos juntos esta noche antes de la clase de baile? Lo menos que puedo hacer para compensarte es invitarte a cenar en tu restaurante favorito.
—Fantástico. Espero que te guste la comida italiana.
—Claro. ¿A dónde quieres ir?
—Al Spaghetti Warehouse.
Joe había oído hablar del popular restaurante, pero nunca había comido allí. No le sorprendió en absoluto que el restaurante favorito de ___________ fuese un sitio informal y de moda, frecuentado por turistas y por una variopinta mezcla de gente de Dallas.
—Muy bien. Te pasaré a buscar a las siete. Así tendrás tiempo de arreglarte después del trabajo.
—Vale.
Joe salió del despacho tan contento que tuvo que contenerse para no silbar. Qué raro. Él nunca silbaba. De hecho, no sería capaz de silbar aunque en ello le fuese la vida. Era asombroso cómo lo había cambiado _________________ en tan poco tiempo.
El Spaghetti Warehouse no era el tipo de restaurante al que Joe solía ir, pero se adaptó con facilidad al ambiente ruidoso del lugar. Tampoco le molestó la informalidad de la decoración, y siguió a la camarera sin un solo comentario al interior del viejo vagón de tren situado al fondo del enorme restaurante. La camarera les indicó que ocupasen una mesa y les dejó con la carta.
__________ se dio cuenta de que Joe no tenía quejas de la comida, que consistió en ensaladas, pastas y pan recién hecho al estilo de San Francisco. Y aunque tuvieron que levantar un poco la voz para poder hablar debido al murmullo general, no llegó a ser molesto y la conversación resultó alegre y fluida.
___________ se sintió muy complacida al ver que a Joe le interesaban de verdad sus opiniones incluso en temas tan serios como la política o las tecnologías del futuro, de los que ella no sabía demasiado. Lo pasó de maravilla, a pesar de que en el fondo de su corazón la amargaba un poco el pensar que Joe no iba a estar siempre a su lado.
Durante la clase de baile, que fue esa vez en el apartamento de __________, mantuvieron el mismo espíritu de camaradería que durante la cena. En el salón de su casa no había tanto espacio para bailar como en el de Joe, pero notó complacida que él hacía progresos. De nuevo, se sintió impresionada por la rapidez con la que aprendía las cosas. Se lo dijo, y él se ruborizó.
Los dos fueron capaces de actuar como si ignorasen la forzosa intimidad física que suponía bailar, incluso cuando ___________ rozó su cuerpo accidentalmente más de la cuenta y descubrió que él no era completamente inconsciente de su proximidad. La excitación de Joe despertó su propio fuego, y aunque hizo todavía más difícil el pretender que no pasaba nada entre ellos, __________ logró aguantar el tipo.
Llegó la hora de la despedida.
Lo acompañó a la puerta y le dio las buenas noches.
—Supongo que mañana por la noche será nuestra última clase de baile —comentó Joe junto a la puerta.
—Sí —contestó ella—. Pero no te preocupes. Lo vas a hacer maravillosamente bien en el aniversario de tus abuelos. Eres un bailarín nato.
—Y a ti se te da muy bien adular —comentó él, acariciándole la mejilla—. Pero te lo agradezco de todas formas.
____________ se echó a reír.
—Mañana por la noche practicaremos rock–and–roll por si a tus abuelos les da por volverse modernos en la fiesta.
Invitado
Invitado
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
—Seguro —bromeó él—. Y luego les propondrán a los asistentes una partidita de canasta en la que la prenda sea quitarse la ropa. Mis abuelos no sabrían cómo volverse modernos ni aunque les dieses un manual de instrucciones.
—De todas formas, nunca está de más ir preparado —sentenció ella, encantada de ver la alegría reflejada en sus ojos.
Un instante después se desvaneció su sonrisa. El brillo alegre de los ojos de Joe había desaparecido, y en su lugar se reflejaba una avidez imposible de malinterpretar. Estaba claro que la deseaba con la misma intensidad que ella. ¡Si pudiese creer que la atracción que sentían no la heriría a la larga!
No pudo resistirse cuando Joe acercó despacio sus labios a los suyos mientras observaba su reacción. Rozó su boca una, dos veces, luego la besó con un ardor que reflejaba el estado de ambos.
Permanecieron abrazados, besándose, durante largo rato. Cuando se separaron, ___________ estaba temblando, y le pareció ver que a él le ocurría lo mismo.
—Buenas noches —dijo Joe con voz ronca.
—Buenas noches —susurró __________ con un hilo de voz.
Cerró y se quedó un buen rato con la frente apoyada en la superficie de la puerta. Sabía que esa noche no iba a poder dormir más que la anterior. Luego se preguntó con desesperación si no era demasiado tarde para protegerse de Joseph Jonas. Puede que el dolor fuese ya inevitable.
Joe miró a __________ consternado. Al instante, una pieza de rock–and–roll empezó a bombardearle los oídos.
—No pretenderás que baile esto —dijo, lleno de escepticismo—. Cariño, estás sufriendo alucinaciones. Jamás sería capaz de bailar una cosa así.
A ________ la dejó asombrada el apelativo, pero se obligó a empezar la clase. Un cuarto de hora más tarde, se reía a carcajadas bailando a trompicones una canción tras otra, aunque de vez en cuando Joe hacía un movimiento sorprendentemente acertado que les sorprendía a ambos. Una hora después, eran de hecho capaces de bailar juntos con cierta dignidad. A todas luces satisfecho con los resultados, Joe acabó el número haciéndola girar sobre sí misma.
Terminó la música y _______ se encontró apoyada medio en vilo sobre el brazo de Joe, sujetándose a sus hombros con las manos para mantener el equilibrio.
—Estoy impresionada —admitió sonriendo.
—Deberías estarlo —contestó él sin hacer el menor amago de ayudarla a incorporarse.
—¿Vas a ayudarme a levantarme? —le dijo, enarcando las cejas.
Joe hizo como si sometiese a consideración el asunto.
—No estoy seguro —dijo finalmente—. Me gustas en esta postura. No te tengo en mis manos con mucha frecuencia.
Se inclinó más todavía, hasta dejarla casi a un palmo del suelo.
Riendo, ___________ luchó por incorporarse en vano.
—Se me está subiendo la sangre a la cabeza —protestó.
—A mí te me estás subiendo tú a la cabeza —murmuró él con el rostro casi pegado al suyo.
Dejó de reír al ver la mirada de sus ojos. Ya no estaba bromeando, ni ella tampoco.
—Joe —murmuró, abrazándose a su cuello para alcanzar sus labios.
Sin saber cómo se encontró tumbada en el suelo. Joe se inclinaba sobre ella buscando su boca.
Esta vez no hubo preliminares, ni él se preocupó en observar su reacción. Se abrió paso con la lengua entre sus dientes como si el dulce néctar que buscaba le correspondiese por derecho. _________ cerró los ojos y echó hacia atrás la cabeza para dejarle más fácil acceso. Sus lenguas se unieron en un baile en el que no había alumno ni profesor, sino dos participantes en igualdad de condiciones.
Tembló cuando la mano de Joe subió desde su cintura y se posó por primera vez en uno de sus pechos. Su carne pareció crecer para llenar la mano que la acariciaba ante la dolorosa necesidad de sentir su tacto. Descubrió que la realidad era mucho más excitante que sus fantasías nocturnas. Su piel parecía rebelarse ante la capa de ropa que los separaba, ardía por sentir el calor de la desnudez de Joe.
—Joe —susurró de nuevo, acariciándolo con manos ávidas.
Joe masculló algo incoherente y enterró el rostro en su garganta, buscando con los labios el latido de su corazón. Luego, deslizó una mano bajo el jersey y le acarició el vientre antes de continuar hacia arriba y librarla del ligero sujetador. Después sus dedos se posaron en su pezón, tirando de él suavemente hasta que ella gritó de placer y se arqueó para asirse con más fuerza a su cuerpo.
__________ abrió los ojos con esfuerzo y lo miró a través de la niebla del deseo. Tenía el rostro enrojecido, el pelo revuelto y sus oscuros ojos brillaban con una ferocidad que nunca habría esperado de él. No pudo ver más, porque Joe inclinó de nuevo el rostro y mantuvo su boca a pocos milímetros del erguido pezón.
___________ se asió a su pelo con impaciencia, atrayéndolo hacia ella al mismo tiempo que se arqueaba para estrechar el abrazo. Jadeó cuando la boca de Joe se posó en su pezón, describiendo círculos con la lengua y chupando el seno con fruición, hasta que casi se volvió loca de placer. Hizo un movimiento para atraerlo entre sus piernas, y su respiración se tornó entrecortada, casi dolorosa. Sintió el contacto de su duro miembro estremeciéndose a través de la tela, ya no le quedaba ninguna duda de cuánto la deseaba. Con un movimiento de caderas, Joe se apretó contra ella provocándole un placer tan intenso que exhaló un gemido.
La lógica la había abandonado. Ya no podía recordar por qué quería evitar lo que estaba ocurriendo, ni tener en cuenta las posibles consecuencias de sus actos. Joe acaparaba su pensamiento y sus sentidos con las cosas que le estaban haciendo, con todo lo que ella deseaba hacerle a su vez. Sus manos recorrían insaciables la espalda y las tensas nalgas de Joe, sus brazos y sus hombros. Él movía la lengua vorazmente de un seno al otro. Luego descendió hacia su vientre, besando despacio la piel desnuda hasta llegar al cierre de los pantalones. Allí se detuvo y apoyó la mejilla ardiente en el terso vientre, luchando por controlarse.
—Tenemos que parar —gimió con voz casi irreconocible.
«¿Parar?», repitió __________ con consternación para sus adentros.
—Joe. No pasa nada —le susurró, pensando que esa podría ser la causa—. Estoy tomando la píldora.
Joe se puso rígido y se incorporó lentamente hasta encontrar su mirada.
—¿De verdad lo quieres, _________? —dijo, mirándola a los ojos.
«Sí», quiso gritar ella. Lo miró fijamente.
—No —logró decir por fin—. Tienes razón. Me he dejado llevar por mis impulsos. No podía pensar.
—A mí me ha ocurrido lo mismo —murmuró él, echándose a un lado—. Lo siento.
Le temblaban tanto las manos, que le costó horrores abrocharse el sujetador. Joe no intentó ayudarla, lo cual le agradeció. Finalmente respiró hondo y se puso en pie.
—No te disculpes. Te agradezco que hayas cortado en el momento justo. Ya te he dicho muchas veces que no quiero que confundamos esta comedia con una situación real.
—No quieres tener una relación amorosa con tu jefe —la ayudó él, manteniéndose a cierta distancia y con las manos en los bolsillos.
—Eso es. Será mejor que me vaya —dijo __________, aunque lo que quería decir era que no quería enamorarse de él pero que se temía que ya era demasiado tarde.
—¿Estás bien? —preguntó Joe—. Quiero decir que si te sientes capaz de conducir.
—Soy perfectamente capaz de conducir —contestó _________ con firmeza.
—Muy bien. Nos veremos mañana.
—Sí. Buenas noches.
—Buenas noches.
No hizo ademán de acompañarla a la puerta. Puede que dudase de su fuerza de voluntad para dejarla marchar. En el fondo, ___________ hubiese deseado que le rogase que volviera pero, una vez en camino hacia su apartamento vacío, trató de convencerse de que se alegraba de que él no lo hubiera hecho.
—De todas formas, nunca está de más ir preparado —sentenció ella, encantada de ver la alegría reflejada en sus ojos.
Un instante después se desvaneció su sonrisa. El brillo alegre de los ojos de Joe había desaparecido, y en su lugar se reflejaba una avidez imposible de malinterpretar. Estaba claro que la deseaba con la misma intensidad que ella. ¡Si pudiese creer que la atracción que sentían no la heriría a la larga!
No pudo resistirse cuando Joe acercó despacio sus labios a los suyos mientras observaba su reacción. Rozó su boca una, dos veces, luego la besó con un ardor que reflejaba el estado de ambos.
Permanecieron abrazados, besándose, durante largo rato. Cuando se separaron, ___________ estaba temblando, y le pareció ver que a él le ocurría lo mismo.
—Buenas noches —dijo Joe con voz ronca.
—Buenas noches —susurró __________ con un hilo de voz.
Cerró y se quedó un buen rato con la frente apoyada en la superficie de la puerta. Sabía que esa noche no iba a poder dormir más que la anterior. Luego se preguntó con desesperación si no era demasiado tarde para protegerse de Joseph Jonas. Puede que el dolor fuese ya inevitable.
Joe miró a __________ consternado. Al instante, una pieza de rock–and–roll empezó a bombardearle los oídos.
—No pretenderás que baile esto —dijo, lleno de escepticismo—. Cariño, estás sufriendo alucinaciones. Jamás sería capaz de bailar una cosa así.
A ________ la dejó asombrada el apelativo, pero se obligó a empezar la clase. Un cuarto de hora más tarde, se reía a carcajadas bailando a trompicones una canción tras otra, aunque de vez en cuando Joe hacía un movimiento sorprendentemente acertado que les sorprendía a ambos. Una hora después, eran de hecho capaces de bailar juntos con cierta dignidad. A todas luces satisfecho con los resultados, Joe acabó el número haciéndola girar sobre sí misma.
Terminó la música y _______ se encontró apoyada medio en vilo sobre el brazo de Joe, sujetándose a sus hombros con las manos para mantener el equilibrio.
—Estoy impresionada —admitió sonriendo.
—Deberías estarlo —contestó él sin hacer el menor amago de ayudarla a incorporarse.
—¿Vas a ayudarme a levantarme? —le dijo, enarcando las cejas.
Joe hizo como si sometiese a consideración el asunto.
—No estoy seguro —dijo finalmente—. Me gustas en esta postura. No te tengo en mis manos con mucha frecuencia.
Se inclinó más todavía, hasta dejarla casi a un palmo del suelo.
Riendo, ___________ luchó por incorporarse en vano.
—Se me está subiendo la sangre a la cabeza —protestó.
—A mí te me estás subiendo tú a la cabeza —murmuró él con el rostro casi pegado al suyo.
Dejó de reír al ver la mirada de sus ojos. Ya no estaba bromeando, ni ella tampoco.
—Joe —murmuró, abrazándose a su cuello para alcanzar sus labios.
Sin saber cómo se encontró tumbada en el suelo. Joe se inclinaba sobre ella buscando su boca.
Esta vez no hubo preliminares, ni él se preocupó en observar su reacción. Se abrió paso con la lengua entre sus dientes como si el dulce néctar que buscaba le correspondiese por derecho. _________ cerró los ojos y echó hacia atrás la cabeza para dejarle más fácil acceso. Sus lenguas se unieron en un baile en el que no había alumno ni profesor, sino dos participantes en igualdad de condiciones.
Tembló cuando la mano de Joe subió desde su cintura y se posó por primera vez en uno de sus pechos. Su carne pareció crecer para llenar la mano que la acariciaba ante la dolorosa necesidad de sentir su tacto. Descubrió que la realidad era mucho más excitante que sus fantasías nocturnas. Su piel parecía rebelarse ante la capa de ropa que los separaba, ardía por sentir el calor de la desnudez de Joe.
—Joe —susurró de nuevo, acariciándolo con manos ávidas.
Joe masculló algo incoherente y enterró el rostro en su garganta, buscando con los labios el latido de su corazón. Luego, deslizó una mano bajo el jersey y le acarició el vientre antes de continuar hacia arriba y librarla del ligero sujetador. Después sus dedos se posaron en su pezón, tirando de él suavemente hasta que ella gritó de placer y se arqueó para asirse con más fuerza a su cuerpo.
__________ abrió los ojos con esfuerzo y lo miró a través de la niebla del deseo. Tenía el rostro enrojecido, el pelo revuelto y sus oscuros ojos brillaban con una ferocidad que nunca habría esperado de él. No pudo ver más, porque Joe inclinó de nuevo el rostro y mantuvo su boca a pocos milímetros del erguido pezón.
___________ se asió a su pelo con impaciencia, atrayéndolo hacia ella al mismo tiempo que se arqueaba para estrechar el abrazo. Jadeó cuando la boca de Joe se posó en su pezón, describiendo círculos con la lengua y chupando el seno con fruición, hasta que casi se volvió loca de placer. Hizo un movimiento para atraerlo entre sus piernas, y su respiración se tornó entrecortada, casi dolorosa. Sintió el contacto de su duro miembro estremeciéndose a través de la tela, ya no le quedaba ninguna duda de cuánto la deseaba. Con un movimiento de caderas, Joe se apretó contra ella provocándole un placer tan intenso que exhaló un gemido.
La lógica la había abandonado. Ya no podía recordar por qué quería evitar lo que estaba ocurriendo, ni tener en cuenta las posibles consecuencias de sus actos. Joe acaparaba su pensamiento y sus sentidos con las cosas que le estaban haciendo, con todo lo que ella deseaba hacerle a su vez. Sus manos recorrían insaciables la espalda y las tensas nalgas de Joe, sus brazos y sus hombros. Él movía la lengua vorazmente de un seno al otro. Luego descendió hacia su vientre, besando despacio la piel desnuda hasta llegar al cierre de los pantalones. Allí se detuvo y apoyó la mejilla ardiente en el terso vientre, luchando por controlarse.
—Tenemos que parar —gimió con voz casi irreconocible.
«¿Parar?», repitió __________ con consternación para sus adentros.
—Joe. No pasa nada —le susurró, pensando que esa podría ser la causa—. Estoy tomando la píldora.
Joe se puso rígido y se incorporó lentamente hasta encontrar su mirada.
—¿De verdad lo quieres, _________? —dijo, mirándola a los ojos.
«Sí», quiso gritar ella. Lo miró fijamente.
—No —logró decir por fin—. Tienes razón. Me he dejado llevar por mis impulsos. No podía pensar.
—A mí me ha ocurrido lo mismo —murmuró él, echándose a un lado—. Lo siento.
Le temblaban tanto las manos, que le costó horrores abrocharse el sujetador. Joe no intentó ayudarla, lo cual le agradeció. Finalmente respiró hondo y se puso en pie.
—No te disculpes. Te agradezco que hayas cortado en el momento justo. Ya te he dicho muchas veces que no quiero que confundamos esta comedia con una situación real.
—No quieres tener una relación amorosa con tu jefe —la ayudó él, manteniéndose a cierta distancia y con las manos en los bolsillos.
—Eso es. Será mejor que me vaya —dijo __________, aunque lo que quería decir era que no quería enamorarse de él pero que se temía que ya era demasiado tarde.
—¿Estás bien? —preguntó Joe—. Quiero decir que si te sientes capaz de conducir.
—Soy perfectamente capaz de conducir —contestó _________ con firmeza.
—Muy bien. Nos veremos mañana.
—Sí. Buenas noches.
—Buenas noches.
No hizo ademán de acompañarla a la puerta. Puede que dudase de su fuerza de voluntad para dejarla marchar. En el fondo, ___________ hubiese deseado que le rogase que volviera pero, una vez en camino hacia su apartamento vacío, trató de convencerse de que se alegraba de que él no lo hubiera hecho.
Invitado
Invitado
Re: ♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)
Juro qe pense qe si pasaria con Joe' pero no fue asi: u.u
Tienes qe poner mas please
-Amo qe nos pongas maraton o mini-maraton:D
-mencanto en exceso(:
- S I G U E L A - P L E A S E
Tienes qe poner mas please
-Amo qe nos pongas maraton o mini-maraton:D
-mencanto en exceso(:
- S I G U E L A - P L E A S E
uncool.
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