♥ Enamorada De Un Genio♥║Adaptación║(Joe&Tu)

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SI NO APARECES VOY A LLORAR :sad:

SIGUELA!

ay vamos!
tienes que seguirla mujer!
si esta buenisima la nove,no puedes dejarla asi como asi!
por favor!

SIGUELA!!!!!!!!!

SIGUE!!!!

GENIAL!
me moria si no la seguias!

siguela!!!!!!

MARATOON!!


—Quizás yo te pedí que me presentases a tu familia —propuso _________ como alternativa—. Si nuestra relación estaba empezando a tomar un cariz serio, sería normal que quisiese conocer a tu hermana y a tus abuelos.
—Creo que eso daría resultado. ¿Qué otras telarañas tenemos que tejer, ahora que estamos practicando el arte del engaño?
—Pienso que con eso bastaría —dijo ________, cogiendo un bizcocho—. Por lo demás, podemos decir que nos conocimos en una fiesta.
—Yo nunca voy a fiestas.
—¿Nunca? —repitió ella, asombrada.
—Nunca. Nos conocimos en la biblioteca de la universidad.
—Pero yo no voy a la universidad. ¿Qué iba a estar haciendo en la biblioteca? ¿Qué tal en una tienda de ultramarinos?
Él negó con la cabeza.
—Claro —dijo _________ con un suspiro—. Tú nunca vas a esos sitios. Supongo que las tiendas en general están descartadas.
—Sybil me compra toda la ropa, y la asistenta se encarga de la comida y de todo lo demás.
__________ se inclinó hacia atrás y se apoyó en las manos. En esa postura, el pecho se le marcaba sugestivamente a través del jersey. Joe estuvo a punto de olvidarse de lo que estaban hablando.
—Joe, ¿te das cuenta de que si no llega a ser por la agencia de colocación, nunca nos habríamos conocido?
—No te des por vencida —dijo él, pensando que hubiese sido una verdadera pena—. Algo se nos ocurrirá. ¿Qué me dices de un restaurante?
—Yo como en restaurantes —contestó _________ radiante.
—Yo también. Y a menudo solo. Tú estabas sentada en la mesa de al lado…
—Y nos chocamos al levantarnos al mismo tiempo.
—Yo te pedí disculpas.
—Y nos presentamos por cortesía.
—Yo te acompañé al coche para asegurarme de que estabas bien.
De repente, a _________ le entró una duda.
—¿Habrías hecho una cosa así?
—Lo habría hecho si llevases puesto el mismo vestido que la otra noche —le aseguró sin intentar esconder la buena opinión que le merecía el esbelto cuerpo de __________.
—¿No decías que no sabías coquetear? —dijo ella, tragando saliva.
—Ya te he dicho que contigo soy diferente que con los demás. Jamás coqueteo con mujeres.
_______________ lo miró pensativa.
—Puede que esté creando un monstruo.
—Puede que tengas razón —contestó Joe, empujando el plato a un lado e inclinándose hacia ella.
Parecía un momento tan bueno como cualquier otro para llevar a cabo el experimento que había planeado.
____________ abrió los ojos, sorprendida al ver su rostro encima del suyo.
—Pero Joe…
—Lección número dos —murmuró, haciéndola enmudecer con sus labios.
El beso de la noche anterior no había sido algo fortuito. Fuese lo que fuese lo que ____________ le había hecho en esa ocasión, sucedió de nuevo apenas sus bocas se juntaron. Sintió como un estallido de música y fuegos artificiales en la cabeza. Recordó cuántas veces había despreciado ese tipo de comparaciones, tan frecuentes en las novelas de amor. Ahora entendía de dónde habían sacado los autores la inspiración para esos arranques de fantasía. En algún momento de sus vidas debían haber experimentado besos como ése.
De la garganta de __________ salió un sonido ronco que podía ser de placer o de sorpresa, no estaba seguro. Pero, tal como había ocurrido la noche anterior, sintió al instante sus brazos rodeándole el cuello y, sin saber cómo, acabaron tumbados sobre el mantel.
Despegó un momento los labios para respirar, luego la besó de nuevo buscando un ángulo distinto y encontrándolo igual de satisfactorio. Deslizó los dedos por su cintura hasta alcanzar el punto en que empezaba la tentadora curva de sus senos. Deseaba ardientemente subir más arriba y cubrir con la mano el suave montículo, pero tenía miedo de asustarla y de que lo rechazase. Quería seguir besándola, explorar cada centímetro de su dulce boca. Gimió de placer cuando ella separó los labios para permitirle hacerlo.
__________ se agitó bajo su cuerpo y lo abrazó con más fuerza al sentir su lengua jugueteando seductoramente con la suya. Notaba la mano de Joe junto a su seno y, aunque se decía a sí misma que tenía que acabar con esa locura, no pudo evitar arquear el cuerpo e intentar que el abrazo se estrechase.
Para un hombre que pretendía carecer por completo de aptitudes para el trato social, Joe besaba de ensueño.
Finalmente el beso acabó. ___________ se sintió mortificada al darse cuenta de que había sido él, y no ella, quien lo había dado por concluido. Joe levantó la cabeza, la miró con ojos brillantes y se aclaró la garganta.
—Bueno —dijo aún un poco ronco—. Supongo que esto contesta mi duda.
—¿Qué duda? —susurró ella.

Joe sacudió la cabeza sonriente.
—No creo que lo entendieses.
__________ respiró hondo y se apoyó en sus hombros para incorporarse.
—Esto tiene que acabar —dijo con voz firme, alisándose la ropa.
Sin decir una palabra, Joe se puso a recoger los restos del picnic, guardando las cosas de cualquier forma en la cesta.
—¿Me has oído, Joe?
—Mmm. Pásame el cacharro de las zanahorias, por favor.
Se lo alcanzó.
—Joe…
—¿Cuál es el siguiente paso?
—¿Cómo?
—Dijiste que ibas a enseñarme a comportarme en sociedad. ¿Qué toca ahora?
Intentando aclararse las ideas, ___________ se apartó el flequillo de la frente y se humedeció los labios.
—Una fiesta —decidió finalmente.
Joe dejó escapar un gemido.
Habiendo recuperado el control, __________ se puso en pie.
—Eso es. Te dije que iba a presentarte a gente. Hoy es sábado. Mis amigos van a dar una fiesta el viernes próximo. Voy a llevarte.
—Yo no sirvo para las fiestas, __________. No sabré qué decir ni qué hacer. Fastidiaré la diversión a todo el mundo.
—No digas tonterías. Simplemente sé tú mismo. Yo me lo he pasado de maravilla hoy contigo. Le gustarás a todo el mundo.
Se dio cuenta de que él estaba empezando a ponerse nervioso.
—Ya te he dicho varias veces que contigo soy distinto. Nunca me has visto en una reunión social. Soy un inútil.
______________ cogió la cesta y echó a andar hacia el coche.
—Te estás comportando como un niño. Lo harás perfectamente. ¿Conduces tú o prefieres que lo lleve yo?
Suspirando, Joe la siguió con el mantel colgado del brazo.
—Conduciré yo. Al menos en eso no soy un completo inútil. Pero sigo pensando que lo de la fiesta no es una buena idea.
—Joe, recuerda que te estoy dejando conducir mi coche porque confío en ti. Ahora te toca a ti confiar un poco en mí. La fiesta va a ser un éxito.
—Pero luego no digas que no te avisé —masculló Joe, arrancando el coche y metiendo marcha atrás.

Fin Cap. 3

Capítulo 4
—Va a ser un desastre. Te arrepentirás. Estoy seguro —volvió a decir Joe.
_________ suspiró y agitó las manos con exasperación.
—¿Quieres dejar de decir eso? —le pidió—. Llevas toda la semana prediciendo el desastre y yo repitiéndote que estás equivocado. Los dos nos lo vamos a pasar fenomenal esta noche en la fiesta.
Joe se cruzó de brazos y frunció el ceño.
—Luego no digas que no te he avisado.
—Desde luego que me has avisado. Como mil veces. Creo que es suficiente.
Él se encogió de hombros como si hubiese hecho todo lo que estaba en sus manos para evitar una desgracia.
—¿Qué planes tienes para el almuerzo? —se limitó a decir.
—Nada en especial —contestó ____________—. ¿Por qué?
—Considérate comprometida para el almuerzo —contestó él, sonriendo y disponiéndose a salir del despacho—. Tengo que hacer unas llamadas. Estaré en la cantera si me necesitas.
________________ se rió entre dientes al oírle llamar a su despacho con el nombre que ella le había puesto.
Viéndolo salir, pensó con satisfacción que Joe había mejorado mucho en esa semana. Se había esforzado en conseguir que trabajar para él no fuese tan difícil, aunque estaba claro que nunca podría llegar a ser un jefe normal, concluyó con resignación. Había seguido bromeando con ella en el mismo tono que el sábado anterior, haciéndola reír frecuentemente con sus ocurrencias.
Habían dado otras tres clases de conducir esa semana, y __________ se había quedado asombrada de la rapidez con la que estaba aprendiendo una vez que se había convencido de que era algo que necesitaba aprender y de que podía llegar a hacerlo bien.
Cómo le hubiese gustado chillarle a su familia por haberlo tratado como a un brillante incompetente la mayor parte de su vida. Era brillante, pero también era un ser humano con sentimientos, y eso era algo que su familia había pasado por alto en demasiadas ocasiones.
Después de la clase de conducir solían ir a cenar juntos, así que ____________ se había enterado de muchas cosas sobre Joe en los últimos cinco días. Sabía que a menudo se había sentido aislado, distinto a los demás, solo. Ella había experimentado esa misma sensación más de una vez, por lo que, en ese sentido, le comprendía perfectamente. No había habido más besos explosivos, pero no porque Joe no lo hubiese intentado. __________ se había vuelto bastante hábil en adivinar sus intentos amorosos por la expresión de sus bellos ojos oscuros, y hasta entonces había logrado distraerle con algún comentario inesperadamente ofensivo. Admitía para sus adentros que era una cobarde. Pero sabía que bastarían muy pocos besos de Joe para hacer pedazos la poca fuerza de voluntad que le quedaba en su presencia.
Apoyando los codos en la mesa, se sujetó la barbilla en actitud pensativa y se dispuso a recordarse a sí misma las razones por las que no podía tener una relación amorosa con Joe. Había aprendido la lección con Larry, un jefe guapo, encantador y rico que se había entretenido durante un tiempo con su divertida secretaria. __________ se enamoró de él de todo corazón, con el mismo entusiasmo con que lo hacía todo, y tuvo que afrontar el duro golpe de enterarse por un periódico que él se había comprometido en matrimonio con una mujer de la alta sociedad de Dallas. Cuando le pidió explicaciones a Larry al respecto, él le dijo con toda frialdad que nunca había tenido intención de casarse con una simple secretaria y que un hombre de su estatus se casaba con mujeres de su mismo círculo social. Después, la dejó entender que lo que había entre ellos no tenía por qué cambiar por el simple hecho de que él se casara con otra mujer. (Cerdo)
Furiosa por su oferta de convertirla en su amante, ________ lo había dejado plantado con un puñetazo que casi le dislocó la mandíbula. No se rompió la mano de milagro, pero jamás se arrepentiría de aquello.
¿Por qué sentiría esa debilidad por hombres tan completamente distintos a ella? La historia se estaba repitiendo con Joe. No sólo era extremadamente rico, sino un reconocido intelectual. Sus mundos no tenían nada que ver, él se sentía atraído por ella, claro. Habría que estar ciego o ser estúpido para no darse cuenta. Pero estaba firmemente convencida de que, como Larry, elegiría llegado el momento a una mujer más de su estilo como compañera permanente. A otro genio, probablemente, como aquella mujer de la sociedad de pensadores. ___________ era una novedad para él, un instrumento que estaba utilizando para asegurar la felicidad de su hermana. Una vez que dejase de necesitarla, pondría la vista en una que fuese su igual tanto en rango social como en intelecto.
—¿Te ocurre algo, ___________?
Sobresaltada, descubrió que Joe estaba frente a ella y la miraba con expresión preocupada. Preguntándose cuándo habría entrado en el despacho, se enderezó bruscamente e intentó dar un aspecto de persona concentrada en su trabajo.
—Claro que no, Joe. Es que me estaba preparando para pasar a máquina el informe McClellan. ¿En qué puedo ayudarte?
—¿Preparándote para pasar a máquina el informe McClellan? —repitió él, frunciendo el ceño—. ¿Por eso tienes esa cara tan triste? Si tanto te hace sufrir ese informe, no deberías hacerlo. Me lo pueden pasar en la universidad.
Otra vez estaba tomando sus palabras demasiado al pie de la letra.
—No seas tonto —le dijo, malhumorada—. Recuerda que estoy aquí para pasarte los trabajos a máquina. Y no me molesta en absoluto. Sencillamente me has sorprendido con la cabeza en las nubes. ¿Necesitabas algo?
—Sí. Un lápiz. Los míos han desaparecido otra vez.
Abrió el cajón de la mesa y le dio dos lápices bien afilados.