Alcohol (Ziam y Ziall)

Les debo una disculpa por haberme ausentado y no cumplir mi promesa de subir dos capítulos de fin de semana, pero he estado atareado con mi escuela, ya que recién voy a entrar. Pero sin más excusas subiré hoy el capítulo cinco y a más tardar mañana el capítulo seis que será un poquito más largo, espero que los leas y que les gusten :D.

Le cedió las llaves al encargado y se dispuso a exponerse al frío aire de Inglaterra conduciéndose hacia la entrada principal de la Torre Smith. Extendió el cuello de su gabardina hasta que le cubrió media cara y metió sus manos en los bolsillos laterales. Su piel chocó con la moneda que llevaba bien guardada y la manoseo nervioso. Accedió a la torre y se pasó de largo sin anunciarse a la recepcionista, conocía bien el lugar, conocía bien su destino. 

La Torre Smith no era muy diferente de la Torre Malik, en Bradford. El recibidor era prácticamente el mismo con la diferencia de la recepcionista y las placas de metal que rezaban el apellido de Geoff en lugar del de Yaser. El corredor principal que guiaba por el lado derecho a las oficinas simulaba ser el mismo y el ascensor que estaba camino a la izquierda de la recepción era de las mismas medidas que el de su torre en Bradford.

Llegó al penúltimo piso y caminó a lo largo del pasillo hasta que al fin encontró la puerta que buscaba. «Geoff Smith. Gerente General de la Torre Smith». Dentro él lo esperaba.

-Hola Yaser, ¿café o té?

-Vodka. Ha sido un viaje muy largo, Geoff, no tienes ni idea.

-Lamento hacerte venir desde Bradford, Yaser.

-Como si pudiera haber elegido, nos tienen contra la pared, y como no hagamos algo pronto podemos irnos despidiendo de Petit Geld.

-Ya me estoy encargando de eso. Yaser, por favor... respira profundo -le pidió Geoff quien le miraba en el asiento de enfrente con ceño fruncido y alteración nerviosa clara y notoria. -Te va a dar algo -le apostó.

-¿Cómo pretendes que me tranquilice con esa banda de asesinos detrás nuestro? -le recriminó histérico. Histerizarse era la especialidad de Yaser, se le crispaban los nervios y desbordaba furia cada vez que se enfrentaban a un problema, y aun más cuando ese problema podía separarle la cabeza del cuello. -Controlan la mitad de Berlín, Smith. Y cómo no hagamos algo van a cenarse nuestras cabezas en su fina vajilla alemana.

-¡Qué imaginación, hombre! ¡Tranquilo! -se descojonó Geoff no muy consciente de la seriedad del asunto. Yaser le vio con sorna, aquello no había sido ni una exageración ni mucho menos algo lejos de la realidad. Estaban tratando un tema serio y Geoff parecía no enterarse.

-¡Qué estamos hablando de la mafia! ¡De la mafia alemana, Smith! ¡No es para tomárselo a broma! -Yaser se puso de pie y Geoff tan tranquilo como siempre le tendió un vaso lleno de vodka del fuerte volviendo a su asiento e invitando a Yaser a hacer lo mismo. No, es que este gilipollas no se entera, pensó.

-¿Traes la moneda? -afirmó más que cuestionar. Yaser sacó de su bolsillo la moneda de oro con las cinco espadas grabadas de un lado y el escudo de armas grabado del otro y se la mostró a su socio quién en sus manos la inspeccionó con cuidado. 

-¿Y la bala? -se apresuró Yaser con su asunto. El otro deslizó una franela por la mesa hasta que llegó a Yaser quien al desdoblarla se encontró con una pequeña bala plateada con cinco figuras grabadas a lo largo de ella, con la punta dirigiéndose hasta la punta de la misma y con la empuñadura en la base, cinco perfectas espadas dibujadas artesanalmente sobre la bala. El escudo de armas de la moneda también se encontraba incrustado en la bala, fundido con el metal justo en la base. 

-¿Un mensaje? -trató de adivinar Geoff con la mirada fija en el escudo de armas, un soldado con casquillo medieval sosteniendo un escudo frente a sí mismo protegiendo su cuerpo dorado metálico.

-Una advertencia -casi juró Yaser tomándole forma al escudo que el soldado sostenía. Un círculo encerrando una 'A'.

-Ya deberíamos estar viendo que quieren, Geoff, antes de que algo más grande ocurra -se preocupó Yaser. La cosa con Yaser es que nunca le había gustado para nada haberse metido con la mafia Alemana, lo detestaba y vivía con ello cada día de su vida. Una vez dentro, la salida siempre sería difícil, era una ley que debía entender y a la que debía afrontarse, y por ello, vivía con la tranquilad colgando de un hilillo frágil e inestable. 

Sucedía qué, justo ahora, Yaser y Geoff habían terminado, sin querer, armando un lío de los gordos. Trescientos mil millones de euros no se pierden de la noche a la mañana. Pero el caso era que justo eso había ocurrido. Un movimiento en falso, un pequeño descuido, como apostar todo lo que tienes con un último naipe en la mano. Una torpe jugada les había costado la tranquilidad y si no tenían cuidado les costaría también la empresa e incluso la vida. Yaser no se imaginó que esto ocurriría cuando fue convencido por Geoff de invertirlo todo. No lo vio venir incluso cuando a sus veintitrés Smith le propuso respaldarse en esos viejos Alemanes y su astuto secuaz que no rozaba ni los treinta. El ahora cabecilla de la mafia Alemana les había convencido hace muchos años de formar parte de un negocio del que ahora se lamentaban, quizá Yaser más que Geoff, pero que de cualquier forma había significado el inicio de un martirio doloso. Yaser Malik estaba completamente arrepentido de haber confiado aquella noche en su mejor amigo y sus instintos, por qué quizá el día de hoy le estaría costando su vida misma y la de la gente cercana a él, la vida de Zayn y la de María. Geoff parecía en cambio menos consciente. Suponía que la suerte estaba siempre de su lado y el muy insensato ni siquiera se preocupaba por May o por Liam, o al menos eso aparentaba frente a Yaser. Pero ahora estaban en un lío gordo, muy gordo. Los alemanes les habían declarado la guerra con una moneda y una bala y Geoff parecía no darse cuenta aun cuando uno de esos objetos lo había mandado al hospital tras impactarse con su brazo.

-¿Ya se habrán enterado de la pérdida monetaria? -se preguntó Geoff aun con los ojos puestos en la moneda de oro que masajeaba en sus manos. Yaser entornó los ojos y se mordió en interior de la mejilla reprimiendo un grito de pulcro enojo.

-Por supuesto que se han enterado, Smith. Y si no lo han hecho, se lo huelen, porque las acciones en finanzas no han sido precisamente las mejores. ¡Lo saben y se temen que no podamos pagar nuestra parte al final del año! -el tono de Yaser era latentemente preocupado y casi histérico. Geoff se mordió el labio y se puso los dedos en la barbilla reflexionando. Por primera vez tomándose ésto como algo más allá de una broma.

-¿Que sugieres? -espetó.

Yaser no emitió respuesta alguna. ¿Qué se supone que podían hacer? ¡Estaban quebrados! ¡Trescientos mil millones no se recuperarían así como así! 

-No puedo creer que nos hayas metido en esto, Smith -bufó. Geoff quizo refutar, pero no había modo, antes debía agradecer que su socio no lo hubiera ahorcado ya, que no se hubiera lavado las manos y lo hubiera entregado a los alemanes en cuanto supo de su pequeño tropiezo. Antes debería besarle los pies a Yaser por haberle aguantado hasta el peor de los errores. Por que sí, si alguien tenía la culpa del enorme lío en el que se encontraban plantados era Geoff Smith, el grandísimo gilipollas que lo había invertido todo en un estúpido movimiento financiero sin fruto ni futuro. Que había arriesgado prácticamente todo el capital de la empresa confiado en su suerte y que ahora no sabía como reparar el daño ni pagar los platos rotos por sus propias manos. -En fin, creo que sabemos bien como empezar a acabar con ésto -su tono serio erizó el vello de Geoff, sus ojos marrones se clavaron en los de su socio y en ellos leyó las palabras no dichas sintiendo un escalofrío más acalambrarle el cuerpo. Ninguno de los dos dijo nada, pero ambos sabían que tocaba hacer ahora. Quien respondería a sus plegarías y respondería todas sus cuestiones. Porque ambos sabían quien les estaba haciendo aquel llamado con una moneda y una bala. 

Necker. Blutige Necker.

Blutige tenía un nombre, Eric. Pero ya nadie le llamaba así. Blutige se había comido a Eric como el ácido se come la más fina y pulcra madera de lino. Aquel que un día había sido completamente ajeno al mundo de la mafia se había ganado su sobrenombre a pulso. Cuando Yaser y Geoff le conocieron hacía ya algunos años, Blutige rondaba a penas los veinte y gozaba de valores e incluso de ética y moral. Era, por principio, un hombre ambicioso, con deseos implacables de comerse al mundo como todo buen hombre de negocios, como lo hacían Yaser y Geoff. Pero quizás su ambición no esta bien alimentada, quizás, se podía aventurar uno a apostar, estaba envenenada como su alma, porque un sádico psicótico no se crea de la noche a la mañana. En realidad, se pude decir que Eric tenía bien definida su vena psico desde aquel entonces cuando Yaser se atrevió a aceptar la copa que le ofrecía en esa perfecta velada de diciembre, en Berlín. Eric era inteligente y astuto, sabía como vender su idea y convencer al comprador de que era la mejor decisión que había tomado en su vida, logrando que cualquiera confiare ciegamente en él. No por nada ahora cargaba con el puesto de cabecilla de su sociedad mafiosa. No por nada Geoff y Yaser habían cerrado trato con él, confiándole casi el alma misma cuando vieron oportunidad. 

Hoy en día Blutige no es más que la sombra de Eric en el sentido pleno de la palabra. Blutige era la más oscura versión de Eric Necker, la más sangrienta. Un hombre inteligente sabe que debe temerle a Necker. Él impone respeto, obediencia y clase, pero sobre todo temor, y más que temor... miedo. ¡Pánico! Te puedes fíar siempre de la palabra de Necker, eso sí, es un hombre de palabra. No hay daño que Blutige no infunda si no es a cuenta de una traición o de una mala jugada. Sí. Te puedes fíar completamente de Blutige Necker, siempre y cuando te atengas a las consecuencias. Alemania es su reino y Berlín su trono. 

Yaser no era ningún tonto, y jamás se le hubiera cruzado por la cabeza jugarse el todo por el todo confiando en ese chiquillo de diecinueve años de no haber sido por Geoff Smith, su tonto socio y mejor amigo. De no haber sido por él ahora mismo Yaser no estaría en este lío, pero claro, como siempre se encargaba de recordárselo del muy imbécil, de no haber sido por él tampoco estaría sosteniendo un cóctel finísimo en la mejor copa que ningún hijo de vecino se podría ni siquiera costear, ni podrías estar viviendo en la magnífica mansión que le servía de hogar, ni conduciría un Cadillac último modelo, ni estaría justo ahora en un club vacacional en Liverpool. Aquella inversión, ese pequeño acto de fe le había convenido a Yaser al mismo tiempo que le había puesto el arma en la cabeza con un peligroso gatillo que podía dispararse de un momento a otro con sus propias manos, o con las de Geoff. No entendía como podía seguir soportándole, tantos líos, tantas broncas, tanto paripé que bien pudiera haberse evitado quitándole el habla a su estúpido colega y seguí allí, sentado junto a él como si nunca nada hubiera pasado. Yaser no podía entenderse a sí mismo y empezaba a creer que jamás lo haría. Pero por ahora, sólo disfrutaría de los lujos que el club privado podía ofrecerle y de la brisa que se le colaba por los poros llenándole el cuerpo de aire limpio. Pero Blutige seguía rondándole la cabeza, comiéndole la calma y la paz que procuraba hacer que le gobernase.  Las horas se le habían ido de las manos viendo el partido de tenis que se desarrollaba frente a ellos. Mientras la pelotita blanca iba de un lado a otro la momentánea paz se vio interrumpida por Geoff.

-Me preocupa Liam -había comentado dejando la copita con martini en la mesita que había entre ambos. Yaser agradeció que no mencionara nada acerca de los alemanes de momentos y le atendió. -No quiero que me malentiendas ni que lo tomes a mal, pero Zayn... no me fío por completo de él.

Yaser no se inmutó ni siquiera porque del que estuvieran hablando fuera su hijo. Se dedicó a ver la pelotita rebotar de raqueta en raqueta mientras dejaba que el viento le golpeara con delicadeza el cabello negro y se colocaba la copita de nuevo entre los labios.

-Quiero decir... sé que es un buen muchacho, Yaser, pero su fama le precede -continuó Geoff al ver que sus palabras no parecían afectar a su colega. -No es que sea la escoria pura de Londres, ni la manzana más podrida del árbol pero vámos, te ha tocado los cojones más de una vez ¿o no? -Yaser asintió y permitió que su quejica amigo continuara. -Liam... bueno, no es que no cometa sus propios errores, pero no pasa de un terco berrinche ni de una rabieta, nunca -ahí estaba Geoff alardeando de su hijo universitario, el orgullo de los Smith, la fichita más reluciente de Londres. A Yaser le hacía gracia cuando Geoff se ponía en plan padre orgulloso como ahora, admitía sentir cierta envidia por los logros del chico de Geoff, pero Zayn tampoco era tan malo. Tenía lo suyo. -No quiero que Zayn le afecte de ningún modo -escupió al fin. 

-No lo hará si Liam es lo suficientemente inteligente -bufó Yaser.

-Y lo es. Pero eso no sirve de mucho cuando alguien como Zayn aparece. 

Yaser Malik no tenía a Zayn por el mejor ejemplo a seguir, pero Geoff sí que le estaba tocando los cojones con tanto parloteo que parecía dejar a Zayn como la mismísima escoria de Londres, aunque lo negara. Pero él llevaba algo de razón. Cuando alguien como Zayn aparecía no bastaba con ser muy inteligente. La gente como Zayn sabe como llegar a donde quiere de la forma menos esperada, gente como él... atrapa, y no pudo evitar pensar en Necker.

-No te ofendas. Sólo... quiero decir que... -comenzó a titubear Geoff buscando la forma de decir lo que pensaba sin sonar tan hiriente y borde. -A Zayn le gusta el vicio, Malik. Y lo sabes. Le encanta meterse en problemas y dar guerra. Esa clase de cosas se pegan por muy inteligente que seas. Además está su asunto -proncunció la palabera con cierto miedo.

-¿A qué te refieres con su asunto? -preguntó Yaser sonriente retando a su amigo a que lo dijera en voz alta. Si bien Geoff no había logrado cabrearlo con toda su charlatanería, estaba a punto de lograrlo con esa última palabrita que había lanzado con tono lacerante y casi hiriente y despectivo. A Yaser no le gustaba para nada que se metieran con Zayn, y mucho menos cuando se trataba de ese tema. Eso sí que lograba joderlo. Encaró a Geoff que lo miraba avergonzado, como aquel que sabe que ha metido la pata, pero contrario a lo que se podía pensar, Geoff sólo empeoró la cosas.

-Tú sabes Yaser. Quiero decir... ¡Qué tu hijo es maricón! Eso no se pega ¿o sí?

¡Joder con el gilipollas de mi socio!, pensó Malik suspirando con molestia a punto de darle un buen puñetazo al Smith.

-No, Geoff, no se pega, y como vuelvas a soltar otro comentario de esos, te voy a enseñar como pega la verdadera escoria de Bradford, ¿me oíste? -tajante y cortante. Yaser había marcado punto en esa conversación y ambos volvieron a concentrarse en la pelota blanca que no descansaba de correr de raqueta a raqueta por encima de la red. 

-Joder, hombre, no quise que eso sonara así -reanudó Geoff minutos de silencio después. -Que a mí no me importa que tu hijo sea marica. Pero yo no querría que a Liam se le pegaran esas mañas. 

Al fin Geoff le había tocado las pelotas. Yaser suspiró como lo hacía constantemente cuando estaba con Geoff, como tratando de dejar pasar todo lo que decía el idiota de su socio.

-Ve a joder a alguien más, Smith -le soltó de golpe y con fastidio. -Si crees que algo pueda pasar entre mi hijo y el tuyo, quizá es porque también desconfías de Liam. No te culparía.

Geoff lo pensó por un momento.

-¿Qué has querido decir con eso?

-Oh, nada -jugó sarcástico tomando él mismo el control de esta discusión. -Pero si empezamos a comparar, mi hijo no tiene para nada pinta de ser gay -le defendió Yaser insinuando algo en el proceso, algo que Geoff no pilló de inmediato. -Quiero decir... -intentó imitar el estúpido tonito de prepotencia de su socio -Liam siempre me ha parecido mucho más femenino de lo normal. Zayn nunca ha lucido tan homosexual -sin chistar. Le había devuelto la supuesta pedrada a su socio dejándolo en el banquillo. Soquete. Si había algo que de verdad le molestara a Yaser era que alguien se metiera con la sexualidad de Zayn. Nadie tenía derecho a hacerlo, ni siquiera él siendo su propio padre, y siempre que podía lo dejaba bien claro. Muchas veces lo había hecho con Geoff y hoy era una de esas tantas, sólo que esta vez había decidió atentar contra su joyita de hijo, por diversión y fastidio. 

-Yaser ¡por favor! -se carcajeó el Smith. -Liam no es gay.

-Ve tú a saber, para algo eres su padre -le retó Yaser relajándose sobre su asiento. -Si fuera tú no me andaría tan confiado. 

Geoff entrecerró la mirada y se removió en su lugar. 

-Si Liam tiene hasta novia y todo, Malik -se defendió Geoff y luego Yaser lo miró aun con el sarcasmo regado por toda su expresión. Sonriendo con ironía.

-Si Zayn también ha tenido novias, Geoff, y a montón -le contó y aquel otro parecía no creérselo. -María y yo no nos lo esperábamos cuando Zayn llegó con la noticia de que ahora en vez de liarse con tías, lo hacía con tíos. Fue algo que llegó de repente -le explicó. -Zayn siempre nos ha dicho que él tampoco se lo imaginaba hasta que sintió por primera vez que en lugar de querer ligarse a una chica quería ligarse a un chico. Que no vio venir el momento -le contó y a Geoff sólo le sirvió de burla. 

-O sea que si me quitó la ropa, ¿con suerte te enamoras, Yaser? -se le insinuó bromeando con los labios rozándole la mejilla.

-¡Eh! ¡Quita maricón! -le apartó riendo con él. De pronto se aligeró el ambiente y volvieron a ser dos colegas disfrutando de un juego y alcohol. Sumidos en el silencio que fue apartado esta vez por Yaser. 

-Si Zayn quisiera podría tener a Liam. El muy chulo siempre consigue lo que sea que se proponga tener -alardeó produciéndole a Geoff una sonrisa maliciosa.

-No se atrevería -le retó.

-No apuestes nada, Smith.