Alcohol (Ziam y Ziall)

Depositó al rubio entre las sábanas de su propia cama. James, su pequeña y dulce presa, su pulcra e inocente criatura de piel blanca y ojos celestes  había quedado rendido, por el efecto del alcohol o por el efecto relajante del orgasmo que Zayn le había proporcionado, y se había dado por vencido ante el sueño en el asiento de copiloto del convertible. No cabía duda de que el ojiazul de verdad había depositado toda su confianza en su acompañante. Le quitó las zapatillas y la chaqueta roja. Tendido e inocente en la comodidad de la cama de Army se encontraba James, el tierno muchacho de dieciséis años que Zayn se había atrevido a llevar a casa, la situación resultaba de lo más inusual. Dentro del cuerpo de Zayn el deseo ardiente por poseer al rubio ardía con constante y prevaleciente fuerza. Casi podía imaginarse su cuerpo sobre el de James, aplastando su ternura y sobajando su inocencia ante su constante deseo. Deseaba más que nada en ese momento, hacerlo suyo, penetrarlo y estallar de placer sobre y dentro de él. Realmente lo deseaba, como un animal en celo. ¿Pero se atrevería a profanarlo de ese modo? ¿A sabiendas de su edad? Lo había hecho ya de algún modo, y el recuerdo sólo avivó el deseo, que ya de por sí le quemaba la cabeza, que deseaba ser explorado y que anhelaba por el cuerpo de James. Pero había otras sensaciones escondidas junto al deseo. De pronto Zayn se encontró ante la necesidad de saber más de su conejito, de conocer más acerca de él y su vida, de lo que le gustaba y de lo que hacía, nacía en Zayn el deseo de tratar con él. De intentar con James algo no meramente sexual. ¿Qué sucede contigo Army?, se apresuró a reprenderse. Zayn hacía tiempo que no buscaba relaciones que no fueran meramente de cama, y así era como la vida del moreno se regía y quería que continuara rigiéndose. Se tomó un minuto más para contemplar su tesoro de piel blanca y se encaminó a la puerta para escapar de sus emociones y de cualquier deseo que tuviera hacia el que yacía en sus apocentos, y lo hubiera hecho, de no ser porque aquel inofensivo rubio tenía otros planes para su dominante compañero.

-¿Qué hora es? -le cuestionó desde su posición.

-Las tres y media. Deberías estar dormido -le reprendió.

James se lo pensó dos veces antes de contestar, su mente no estaba de su lado esa noche y menos ahora con el alcohol invadiéndole el cuerpo entero y con el cerebro adormilado. -¿Y tú no duermes?

-¿Quieres que duerma contigo? -respondió un divertido Zayn sonriéndole a su rubio quien disfrutó la sonrisa que le dedicaban recibiéndola con regocijo.

-Bueno, no quiero dormir -aclaró. La picardía le saltó a los ojos adormilados y enrojecidos. Y a Zayn eso le provocó un vuelvo en el vientre que no tardó en tomar forma de placer elevando sus deseos de la mente al pecho y del pecho a la mente de vuelta, haciéndole volar la imaginación a velocidades inalcanzables. ¡Detente, Army!, se suplicó.

-¿Por qué no me habías dicho tu edad? -le reprochó intentando a la vez desaparecer sus fantasías de su mente, rehuyéndose a sí mismo.

-Porque si lo hubiera hecho no habríamos llegado hasta aquí -le explicó y a Zayn le pareció completamente lógico, y aunque una parte de él se moría por hacerle lo que llevaba planeando toda la noche y lo que, por lo que podía oír, James también había estado esperando, se contuvo y decidió marcar distancia, porque sabía que era lo correcto, o eso creía.

-Si no vas a dormir ahora la resaca te pegará más fuerte por la mañana -lo cortó tajante y fracasadamente frío.

-Zayn -lo llamó y tan rápido como eso saltó de la cama y se le colgó del cuello sediento por recuperar sus labios calientes, como en aquel primer beso inducido por él, el poseedor del cuerpo de sus deseos más profundos: Zayn Army. -Sucede que no quiero dormir y que me he quedado con ganas de más de eso que me has hecho -las palabras de James sonaban descaradas y pesadas, cansinas sobre el aire pero igualmente sensuales y excitantes, con el aliento alcohólico regado por los propios labios de él, su también sediento amante, por inercia los labios de Zayn buscaron los de James pero se contuvo al instante al recordar que el presente era un menor de edad que sólo estaba sediento de experiencias, que seguramente era virgen y que, ¡maldición!, también le ponía jodidamente duro, le elevaba la sangre y el libido hasta la ínfima experiencia del placer. ¡Estaba muriéndose por descubrir si era virgen, y de serlo, también por destrozarle su santa virginidad! Acuéstate con él Army, ¿qué más da?, uno más uno menos, se apremiaba a sí mismo en sus interiores, sin convencerse del todo. -¿Cómo se llama eso que me has hecho, Zayn? -le preguntó peligrosamente cerca de sus labios, sugestionando a Zayn elevandole el sexo hasta hacerlo notorio, provocándolo. Su nombre en sus labios sonaba de alguna manera fascinante. -¿Felación? -mientras hablaba ambos sentían como el aire se tensaba a su alrededor, se calentaba y los orillaba a unir sus cuerpos. James se encontraba caliente, borracho y sediento de experimentar con Zayn lo que sus fantasías le dictaban, de follar con él, de entregarle su cuerpo para que lo destrozara y cumplir con su cometido de la noche: acostarse con un hombre. James era un adolescente confundido con su sexualidad. Para Niall Horan eso no era un problema hasta que conoció a su mejor amigo. Ahora se encontraba confundido y orillado a deseos sexuales poco comunes, deseos que involucraban a hombres, hombres que plagaban sus fantasías sexuales, hombres, lo que a Niall siempre lo había confundido. Ese hombre que le entregaba su amistad, le restregaba el deseo de pies a cabeza en la mente tremendamente confundida de Niall. Esa noche estaba decidido a descubrirse a sí mismo, a su verdadera sexualidad. Y ¡joder! ¡Zayn le ponía tanto! -¿Chupar? -la palabra sonó tan sugestiva en el oído de Zayn que al instante comenzaron a deshacerse todos sus ideales moralistas, todo aquel aire de hombre de bien que nunca se acostaría con un niño de dieciséis años, su pequeño estaba resultando ser una bestia caliente y excitada. Su cuerpo ardía en deseo y pasión, quería ese cuerpo inocente y escultural debajo suyo, gimiendo y gritando, quería ver los ojos empañársele de placer a su rubio. Deseaba penetrarlo, aquí y ahora, y lo haría, estaba a punto de convencer a esa última parte de él que aún se negaba a proceder. -¿Mamar? - oírle decir esa palabra logró hacer que Zayn esquivara por completo sus ideales moralistas, el tono de James hacía que el mayor se sublevara y deseara con toda intensidad acabar con esto y hacerle el amor ahora mismo a la criatura inocente que sostenía entre sus brazos. -Sí, mamar -se aseguró James, quien al ver la mirada nublada y perturbada de Zayn supo que había llegado el momento, que su objetivo estaba por cumplirse, que su fantasía se haría realidad y eso le ponía completamente caliente. Lo tenía justo donde lo quería. Sí, definitivamente este era su camino. ¿Que si estaba seguro? ¿Quién lo estaba , en realidad? Por ahora sólo sabía que estaba dispuesto a cualquier cosa por irse a la cama con Zayn Army. Su caliente fantasía. -¿Me dejarás mamártela, Zayn? -le cuestionó el menor a Zayn quien asustado intentó alejarse de él sin que su cuerpo se lo permitiera. ¡Al diablo todo, Army!

-Sólo tienes dieciséis años -se excusó, con un hilo de voz mientras su libido iba ganando una batalla contra su moral.

-Y eso te gusta -aseguró confiado pasandole la lengua por los labios cerrados con una lengüetada. Mierda, el rubio sabía como prender a Zayn y ahora mismo el moreno se encontraba ya bajo sus encantos. Claro que le gustaba que su conejito tuviera sólo dieciséis años, le volvía loco, le encantaba la idea de que su inocente cuerpo estuviera disponible, y aún más, le gustaba pensar que su rubio podía ser aún virgen. Su jodida inocencia era lo que más le prendía.

-¿Estas seguro de que quieres seguir con esto, conejito? -le cuestionó Zayn en un intento de sonar sensual y sólo consiguiendo sonar más nervioso de que le gustaría admitir. La idea de hacer suyo a James le fastidiaba de placer pero pensar en esos cuatro años que los separaban le asustaba. ¡Era un niño! ¡Un jodido adolescente que lograba volverlo loco con el ritmo de sus labios! 

-Muy seguro, Zayn - y acabó con la distancia entre ambos cuerpos. Su vaho mezclado, el placer en el corto espacio que distanciaba unos labios de los otros. Todo caliente. -Hazlo -lo invitó.

-Antes tengo que saber algo más sobre ti, conejito -le pidió Zayn con el último respiro de su cuerpo, anhelando hacer la pregunta que le comía los sesos y aún más, deseando que la respuesta fuera la esperada. Con una mirada James le permitió continuar. -¿Alguien más, a parte de mí, te había provocado un orgasmo antes?

Sin duda la pregunta le dejó a James un sabor de boca muy extraño, pero no dejaría que eso perturbara su plan, no podía permitirlo. Suspiró y decidió que, quizá influenciado por el alcohol en sus venas o la temperatura de su cuerpo, lo mejor era ser sincero. - Nunca.  

Tan pronto como sus palabras fueron pronunciadas los deseos más impuros de Army comenzaron a tomar forma. Impaciente y provocado por la insistencia del pequeño y por la de su cuerpo mismo, se estrelló contra el inocente cuerpecito de James besándole los labios con más fuerza de la necesaria,  esta vez internándose en la boca del otro y tomándolo por los cabellos rubios, envolviendo sus lenguas y jalándolas a un ritmo placentero y único, excitándolas mutuamente, arrancando el calor de sus cuerpos fuera de sí. James sintió su corazón correr por todo su cuerpo tocando cada punto de su anatomía y atormentándolo con la adrenalina que desprendía por el camino, mientras su exquisito moreno le arrancaba la playera del cuerpo Niall se preguntaba si debió decirle a Zayn su verdadero nombre, se negó tres veces en el interior y apartó toda duda o incertidumbre que no se relacionara con lo que estaba pasando y en un intento por rehuir de sus pensamientos comenzó a deslizar sus manos debajo de la playera de su amante. ¿Ésto esta bien? Es un perfecto extraño al que le estás entregando tu cuerpo ¡y por primera vez en tu vida! ¡Además es un hombre! ¡Por supuesto que no esta bien! Mil cosas atravesaban la mente de Niall pero su temperatura quemaba toda idea que le impidiera disfrutar del deseo ferviente de su cuerpo que anhelaba que Zayn lo gobernara. ¿Acaso estoy loco? ¡Es un niño! No Army, no es un niño, no pienses en eso, la mente de Zayn era un sitio inseguro y atormentado, la culpa debatía con la lujuria y esta última llevaba la batalla ganada. Las manos de James intentaron con torpeza quitar la camiseta de Zayn de su cuerpo pero sólo logró que esta se le atorara al otro en el cuello, sus manos no se quedaron quietas cuando aquel tomó las riendas y se despojó de su prenda, rápidamente James intentó desabotonar el pantalón de Zayn y mientras bajaba la cremallera lastimó el área pélvica de Army provocándole un gemido apenas audible. 

Posó sus dos manos en sus mejillas blancas y lo obligó a mirarlo a los ojos notando en el empaño del deseo la escasa inseguridad que le quedaba a James, su conejito. - Desde aquí voy yo -le anuncio y lo obligó a recostarse. Sin querer el cuerpo de Niall comenzó a retorcerse de puro placer mientras el escultural cuerpo de Zayn se levaba ante él dejándo ver sus esculturales músculos. Se despojó de sus pantalones y sus calcetines, la situación resultaba erótica y profundamente excitante. La erección de Niall comenzaba a ser incómoda, sus pantalones lo torturaban y deseaba deshacerse de ellos pero Zayn le había ordenado no moverse y él quería obedecer, porque en el fondo que Zayn le dominara le ponía a cien. Las voces en las cabeza de amos se silenciaban de a poco mientras Zayn se hincaba en la cama para quitar uno a uno los calcetines de Niall, masajeando sus pies en el proceso, haciendo de James una máquina de emociones fugaces. Desabotonó, de modo casi experto el pantalón del rubio y lo hizo descender por sus piernas, largas, esculturales, suculentas. El cuerpo de Zayn también era un deleite, moreno, delgado pero con músculos bien formados, su pecho decorado con un par de tatuajes que Niall no pudo admirar con precisión. sus piernas igualmente delgadas pero torneadas, con vello viril decorándolas, tremendamente sexy. Pero aún Zayn no le mostraba el plato principal, aquella parte de su cuerpo que Niall estaba deseando ver, tocar, e incluso, de ser posible, probar. Con la ansiedad de por medio y sin poder controlar su cuerpo Niall se colgó del cuello de Zayn devorándole los labios, la lengua y el alma en un beso ardiente. Se apresuró, temiendo que Zayn volviera a tomar la iniciativa, a darle vuelta a su posición para quedar justo arriba del hombre que le enloquecía. Corrió de su boca a su garganta besándola a profundidad paseando sus dedos por el contorno de su más que bien formada figura, disfrutando ese roce. Levantó la cabeza y observó el rostro de Zayn, lucía esplendido, con el rostro compungido por el placer y el deseo brillándole en los ojos mientras que con sus dientes superiores se sostenía el labio inferior. Lucía tan sensual debajo suyo. Arrastró sus labios por todo el tórax de su para nada inocente pecado y se detuvo en la orilla de la tela negra que lo separaba de su objetivo. Lento y sin demostrar la prisa que le comía las manos quitó toda prenda del cuerpo de Zayn, dejándolo total y completamente desnudo. El miembro viril de Zayn, aquella extensión de su cuerpo, ahora estaba expuesto para él, y era grande, muy grande, el mismísimo deleite de Niall, su mente era un caos de placer medianamente nublada por el venenoso alcohol y el aún más venenoso deseo. -Dime cómo debo hacerlo -le pidió más nervioso de lo que esperaba sonar. Zayn en respuesta gimió fuerte, sin censura, completamente dispuesto a hacerle saber a su conejito que deseaba hacer ésto tanto como él. Niall dudó, una vez más, pero finalmente silenció la última voz en su cabeza, y en su cuerpo ya no cupo ninguna razón que pudiera frenarlo. Sin mucha seguridad comenzó a besar el miembro moreno de Zayn, acariciando con sus labios la punta del glande haciendo que Zayn sintiera el cielo en la tierra sólo con su roce, poco a poco las sensaciones en el vientre de Zayn iban aumentando y a medida que eso pasaba el cuerpo del ojimiel aclamaba por más, por mucho más del rubio. La lengua de aquel tierno niño le envolvía la parte inferior de su miembro mientras sus labios cubrían el resto y la saliva lo lubricaba, pero eso no le bastaría, no en ese estado. Necesitaba más del pequeño y sensual ser que le comía la hombría de modo inexperto. Sentía una que otra vez la ligera punzada de los dientes de James en su miembro delatando que era la primera vez que el rubio practicaba aquella actividad. Le detuvo. Lo obligó a mirarlo a la cara y le sonrió acercándose a sus labios en donde posó los suyos sin importarle los lugares que habían tocado antes, sino haciendo que eso fuera un aditamento excitante. Revolcó a su pequeño sobre la cama y quedó justo arriba de él con las rodillas hincadas una a cada costado de la cadera del rubio que le encendía el cuerpo entero, sin separarse nunca de sus labios, su dulce tesoro y su inocente pecado, su maldito cielo y su deleite prohibido. Delineo su pecho poco marcado, el contorno de sus pezones, cada parte de su abdomen, desabotonó su pantalón y comenzó a bajarlos junto con el bóxer del rubio, descubriendo una erección más que prodigiosa. Piénsalo dos veces Army, se aconsejó. Aquí va, se decidió. Ya no había nada cubriéndolos. Eran dos cuerpos perfectamente desnudos, ardiendo. Sus almas también estaban desnudas en sus ojos, viéndose una a la otra, pendientes de sus movimientos, de sus emociones y de lo que estaba a punto de pasar. Esa noche Zayn no tendría sexo, al menos no cualquier sexo, esa noche Zayn le haría el amor a su conejito, y James, aquella criatura inocente y confundida, sabría del verdadero placer esa noche. 

-Enséñame cómo te masturbas -susurró Zayn, inquieto. Niall dudó, nervioso, pero accedió y tomó con su mano su erección, y empezó a masajearla lentamente. -Puede que esto te duela -le advirtió tragando saliva. -¿Aún estás dispuesto? -el placer comenzaba a embargarle todo el cuerpo y sabía que no podría detenerse desde ahora. Miró a Zayn una vez más y tomó de sus ojos oscuros la confianza que necesitaba para seguir con ésto, la confianza que Zayn desprendía naturalmente, aquella que lo había impulsado a llegar hasta ahí. Aceptó asintiendo.

Con total destreza Zayn se posicionó entre las piernas de aquel hombre al que tanto deseaba, y que tanto lo deseaba a él. Niall seguía proporcionándose placer a sí mismo como Zayn se lo había pedido. Éste miró a James perdiéndose en él, en su belleza, en su total y flagelante cara de niño angelical, bañado en ternura con la vista empañada y la boca fruncida, los gemidos escapándole de la garganta, el cuello mostrándole un catálogo de venas que hacían notar el esfuerzo que esto le estaba representando, la frente perlada de sudor puro y virginal, las mejillas más rojas que nunca por cada efecto que Zayn causaba en Niall, el cabello rubio cayéndole por todos lados perdiendo su forma artificial, un cuadro perfectamente erótico. Se había olvidado casi por completo del deseo de conocerlo y de tratarlo, porque en ese momento Zayn sólo deseaba romperle la entrepierna en dos con un maldito orgasmo... y lo haría. Por su cuenta Niall se encontraba relajado, sin ninguna cuestión moralista cruzándole por el cerebro, disfrutando de las sensaciones que el mismo se inducía a lo largo de toda su hombría, sintiendo punto por punto cada tramo de la piel que Zayn le había tocado latir como si fuera a quemarse. Estaba nervioso, evidentemente, pero ¿qué más daba? Sabía que pasara lo que pasara, ocurriera como ocurriera iba a gozar lo que estaba por suceder. Zayn le parecía a Niall un perfecto Dios del sexo, con aquella cabellera negra elevada a los cielos, el ceño moreno fruncido y la sonrisa que mostraba un claro deseo por penetrarle ya mismo, el cuerpo perfectamente delineado, el abdomen cubierto por unos cuantos tatuajes entre los que distinguió un corazón casi al inicio de su pelvis, y más abajo estaba su placer fugaz, aquella enorme erección que estaba por arrebatarle la virginidad. Zayn tomó su piernas e hizo que James le rodeara la cadera con ellas. Esta a punto de ocurrir, el alma de Niall estaba por salirse de sus ojos, el cuerpo de Zayn temblaba. 

-Va a ser rápido -le aseguró y James gimió en respuesta. Entonces sin mayor preparación el pene de Zayn atravesó a Niall rompiéndole el alma y el cuerpo. 

El pequeño rubio comenzó a retorcerse gritando y llorando de dolor, consternado por el enorme daño que su querido dios del sexo le había provocado. Mil lagrimas le surcaron el rostro y los gritos le desgarraban la garganta. Zayn sólo podía mirarlo, excitado. Las manos de James se aferraron a la sábana y aún con Zayn dentro comenzó a sufrir espasmos. Un profesional Zayn le tomó por la nuca intentando calmarlo pero la mano del rubio lo golpeó para apartarlo. -¡¿CÓMO PUDISTE?! -se sentía molesto y ultrajado, había pensado que Zayn sería completamente delicado luego de haberle confesado que esa sería su primera vez pero se había equivocado. Había cometido un error confiando en Zayn, pensando que sería considerado con él, y lo lamentaba. Por su lado Zayn parecía inescrutable.

-Va pasar el dolor, James -le aseguró con total tranquilidad. En respuesta Niall sólo profirió otro gemido de dolor. Zayn tomó el pene de su compañero con una de sus manos y comenzó a masajearlo para disminuir así el dolor en la entrada de su amante. -Voy a hacerlo otra vez, voy a sacarlo de ti y voy a volver a meterlo -le anuncio con descaro. Niall lo miró aterrado. 

-No quiero que lo hagas -suplicó.

-Me has dicho que estabas seguro.

Niall lo pensó, pasaron largos minutos mientras consideraba su situación, mientras el dolor disminuía aún con el pene de Zayn dentro suyo. Se aferró a las sábanas y suspiró asintiendo. Volvió a respirar hondo y Zayn deslizó su pene fuera de James para estocarlo de nuevo dentro de su estrecha cavidad. Esta vez Niall se tragó el increíble dolor que se le propagaba por todo el cuerpo y se limitó a respirar hondo. Zayn siguió con su trabajo masajeando el miembro de su pequeño y volvió a salir de su cuerpo para entrar por tercera vez. Niall gimió adolorido y derramando lágrimas que se mezclaban con el sudor en su cara. Por cuarta vez Zayn salió de él y volvió a entrar. Aquel dolor que para Niall había sido insoportable poco a poco se convertía en un placentero suplicio, el dolor de a poco se entremezcló con el placer de un modo indescriptible. El vaivén de Zayn se convirtió para James en una tortura aceptable y estremecedora, el espasmo de su esfínter pronto se extendió por todas partes siendo sus caderas el centro, su pene se estremecía en las manos del moreno y en todas direcciones se encontraba instalado el placer. Para Zayn era igualmente excitante la situación en la que se encontraba, el pequeño orificio de James le apretaba el pene con total perfección haciéndole gozar al máximo la imagen de su pequeño siendo masturbado con su cuerpo y retorciéndose debajo suyo, cualquier idea moralista que le atravesara la mente en ese momento sería desechada directamente, ahora sólo importaba el placer que se estaba encargando de proporcionarle a su rubio y el que su rubio le proporcionaba a él. Cuando el dolor había desaparecido casi por completo Niall se sintió preparado para recibir el orgasmo que amenazaba con sacudirle el cuerpo en cualquier momento. Zayn se internó más profundamente y con más fuerza en su conejito pegando su pelvis con sus nalgas una y otra vez. Niall gimió sin ningún pudor inundando de placer los oídos de Zayn, él por su lado gruñó al sentir como la última envestida le vaciaba los testículos y le llenaba a James por dentro. Una última sacudida a la hombría de Niall hizo que éste terminara por vaciarse en las manos de Zayn y en su propio abdomen. Niall se sentía en el cielo, aquel orgasmo lo había desarmado por completo, le había vuelto loco el cuerpo. Había valido por completo la pena aquel dolor punzante, aquel miedo que se le extendía en el pecho cuando empezó aquella noche. Había valido la pena sentir cada sensación que se le hubiera interpuesto durante aquella noche de verano que tanto placer había traído consigo. Zayn jadeaba satisfecho aún dentro de James, dentro de su conejito, de su para nada inocente yerro, de su cielo prohibido, del edén que el cuerpo de su conejito suponía. La habitación de Zayn Army se había convertido esa noche en un templo del placer, que albergaba a un demonio sexual y a su tierna, inocente e inexperta víctima. Zayn se dejó caer a un lado de James, quien estaba perdidamente dormido y cansado, sudado y sucio, pero satisfecho, y pronto Zayn lo acompañó, idiotizado por el alcohol y el placer, completamente ufano.