Alcohol (Ziam y Ziall)

Cuando Zayn conoció a Niall no imaginó que lo que ocurría desde entonces sólo lo haría volver a él. Cuando vio entrar a su ‘conejito’ al bar, lo único que pensó era que deseaba tenerlo en su cama, desnudo y sometido a su fantasías, con su piel blanca enrojecida por la intensidad de su pasión; pero no contó con que lo que empezaría aquella noche sería algo más complejo que un simple acostón.

Más tarde Zayn conoce a Liam Smith, el instrumento de su padre para hacer de Zayn un hombre de bien. Lo sorprendente… es que a él le encanta. Y algo más intenso surge de esa extraña relación. Un buen día Liam decide presentarle a su novio a su mejor amigo: Niall Horan. ¿Cómo reaccionarías si el novio de tu mejor amigo fuera el dueño de tu primera vez?

A veces cometemos errores de los cuales nos arrepentimos el resto de nuestra vida, los cuales desearíamos borrar de nuestro camino para dejarlo limpio. Son pocas las veces en las que un error puede ser el mejor acierto de nuestras vidas, pero aún son más escasas las veces en las que ese error representa en consecuencia lo peor y lo mejor que nos ha pasado.

El humo llenó sus pulmones tan de golpe que casi volvió en sí, gozó de los infinitos bienes del tabaco en su boca, su garganta y finalmente en sus pulmones, dejó caer la ceniza al suelo y luego empinó la botella de licor barato sobre sus labios derramando su contenido en su garganta, quemándola con un fuego tan abrasador como reconfortante. Intentó recordarse a sí mismo su nombre con la esperanza de no haberlo olvidado en el proceso del vicio, luego de dos intentos pudo hacerlo y volvió a empinar la botella sobre sí. Tenía el esplendor de una noche prometedora por delante, con el alcohol y el tabaco de por medio, casi deseando buen sexo para hacer que valiera completamente la pena haberse gastado los últimos sesenta pavos  en ese bar. A su único amigo lo llevaba entre los dedos y estaba a punto de terminar hecho cenizas por su consumo. Cerró los ojos y aspiro el aire contaminado por su propio aliento, el licor en el aire y el olor a tabaco quemado. Por fin, cuando abrió los ojos, lo vio por primera vez; rubio, con una linea tensa entre sus labios, piel blanca pero con mejillas más que sonrojadas, ojos celestes y cabello rubio artificial con las raíces castañas, delgado, no muy alto y con la inocencia impregnada por todo su cuerpo, debía rayar los dieciocho como mucho y parecía... asustado,  esa era la parte que más le había atraído de él. Sin perderlo de vista aspiró el humo sobre el filtro del cigarrillo y luego lo tiró al suelo para apagarlo con el tacón de la bota, desvió la mirada hacía George que yacía dormido y borracho en la silla contigua y luego bebió lo último que quedaba en la botella para encaminarse hacia su nueva presa. 

Una mujer de cuerpo sensual se le interpuso en el camino abrazándole el cuello y susurrándole en la garganta:

-¿Qué estas buscando, guapo? 

Él rió -Algo que tú no puedes darme, primor -le aseguró pretencioso y prepotente.

-Aun no existe algo que no pueda darte si me dedicas una noche -parecía recia en llevarse al moreno a la cama, ahora era un reto personal.

-Te falta algo entre esas piernas de tentación para que me hagas caer -se burló de ella y se marchó dejándola plantada en medio de la pista, tratando de encontrar a su inocente palomita sin encontrar atisbo de él, como si hubiera desaparecido tan de repente como había aparecido, finalmente le encontró en la barra bebiendo con un sorbete de su bebida, patético. Caminó hacia él seguro de sí mismo, sin ninguna inseguridad expresamente manifiesta. Tragó saliva y respiró profundo, por que, sin ningún pudor, admitía que se sentía nervioso.

-¿Sabías que este no es lugar para ti? -preguntó sacando al menor de sus pensamientos cuando por fin llegó a él. 

Él tardó en contestar -Ah ¿no? -se recompuso -¿por qué?

-Un inocente y tierno muñeco como tú no pertenece a esta clase de establecimientos-le explicó el ojimiel pasándose la lengua por el labio superior.

-¿He de pensar que esta clase de lugares son más para gente como tú? -respondió el rubio con un resplandor inseguro pero mordaz en la mirada.

-Sí, yo soy un buen ejemplo -aceptó. -Soy Zayn Army -se presentó el mayor tendiéndole la mano. El menor dudó un momento pero fiel a su cortesía le estrechó la palma y respondió a su presentación.

-James Gallagher -le concedió.

-Un gusto -susurró con un acento suculento, tan sensual y provocador que hacia que todos los vellos del cuerpo de James se erizaran por el simple sonido de las sílabas deslizándose por sus labios también suculentos, entre abrió la boca y soltó un suspiro bajito de puro placer. -¿Me dejas invitarte? -se ofreció Zayn llamando al cantinero con la mano.

-Si quieres -aceptó James desconfiado. Zayn pidió una bebida para él y una para James, asegurándose de que fuera algo medianamente fuerte, sabía bien lo que quería y cómo lo conseguiría. 

-¿Qué edad tienes, encanto? -le cuestionó el ojimiel con su porte de macho alfa.

-Diecinueve -respondió James luego de pensárselo un rato, sabiendo que era una total mentira.

-Sí, por supuesto -se burló un sarcástico Zayn.

-No me creas si quieres -se defendió el rubio y tomó la bebida, selección de Zayn, que el cantinero había dejado para él dándole un gran trago.

-¿Qué buscas aquí? -se interesó Zayn intentando, de verdad, entablar una buena plática con la inocente y hermosa criatura frente a la que se encontraba. Debajo de su piel sus músculos ardían por el deseo que James le producía, pero se contuvo para llevarlo todo lento.

-¿Qué buscas tú? -contrapreguntó riendo y bebiendo un poco más del alcohol que le contaminaba el cuerpo, para Zayn resultaba tan erótico verlo lamer la orilla del vaso que sostenía con sus manos tersas que estaba seguro de que se sentirían genial masajeándole la zona que se comenzaba a elevar por sus enfermas y precipitadas fantasías, necesitaba con prisa poder encajarle el diente al sensual hombre que se encontraba viéndole desde su asiento, y sabía que lo conseguiría, porque él siempre conseguía lo que quería y en serio estaba deseando llevarse a la cama a ese niño dulce y tierno que descansaba los codos sobre la barra.

-Respondeme tú primero -le pidió Zayn acercándose más a James, provocando que este le viera a los ojos por primera vez. Al momento el ojiazul se perdió en los oscurecidos ojos de su acompañante, y buscó en ellos lo que llevaba buscando toda la noche: confianza. Los ojos miel del mayor le infundieron eso que ninguno de sus prospectos le había infundido antes, confianza, una confianza casi irracional que en él parecía tan natural, confianza que parecía crecer de modo inexplicable y absurdo a medida que pasaba el tiempo en esos profundos ojos ennegrecidos de placer.

-Mejor déjate de preguntas e invítame otra de éstas -sugirió James arrancándole la mirada contra su propia voluntad, absteniéndose de contestar una pregunta cuya respuesta le resultaba escalofriante. Necesitaría una buena dosis de alcohol si quería hacer lo que tenía pensado, solo así conseguiría el valor suficiente para llevar a cabo todo aquello que su mente maquinaba desde hace un buen tiempo, contra o con su propio consentimiento, todo aquello que había ido a buscar a ese bar y todo aquello que se estaba imaginando con el moreno que parecía tan interesado en él.

Zayn obedeció con gusto las órdenes de su rubio, lo tenía justo donde quería cuando él muchachito se tomó el tercer vaso con el fuerte contenido de embriagante licor, quizá excesivamente violento para su organismo, pero qué más daba si el objetivo estaba casi alcanzado, James se encontraba a punto de perder la cordura y aunque aún se encontraba semi-consiente comenzó a desinhibirse cada vez más y más con Zayn, contándole todo y nada, y al poco tiempo el mismo Army consiguió relajarse también, y tomar con lentitud el asunto sin ningún esfuerzo, obteniendo de James una cuantas risas y unos relatos que hacían que él mismo se partiera de la risa al escuchar al borracho rubio narrándolas. Al pasar de los minutos, ya bien adentrada la noche, ambos se encontraban sobrepasando su límite de sobriedad, cercanos y calientes uno frente a otro, con los cuerpos palpitantes y listos para lo que sabían desde un principio que acontecería.

-¿Ya puedo saber qué es lo que viniste a buscar a este bar, nene? -le escupió casi sobre su boca, el ojiazul no hizo más que saborear su aliento delicioso con el aroma del alcohol, la virilidad y algo que no lograba identificar, exquisito y embriagante, un olor que decidió etiquetar como el olor a Zayn.

-Creo que ya sabes lo que estoy buscando -se atrevió a contestar para luego cortar el espacio que los separaba uniendo sus cuerpos con un beso en el que sus labios se envolvían unos a otros sin ningún tipo de piedad, buscando el calor del otro en ese beso que involucraba una firma de acto. Zayn envolvió sus manos entrelazando sus dedos mientras que con la otra le daba la tarjeta al cantinero, tomó la mejilla del rubio cuando sintió que este se alejaría y cuando volvió a sentir el plástico de la tarjeta regresar a sus manos se alejó de James para poder hablar.

-Pues no esperemos más -le urgió y lo tomó de la cintura para empujarlo fuera del bar como pudo, sin despegar del todo sus labios. James se pegó más al cuerpo de su acompañante y cerró los ojos dejándose llevar por los brazos protectores de Zayn y por los labios calientes que se derretían sobre los suyos. Al abrirse una puerta dieron a parar a un callejón oscuro, completamente expuesto al aire frío que caía en esa noche en Liverpool. El cuerpo de Zayn aprisionó el de James sin ningún tipo de dificultad contra la pared envolviéndolo lo suficiente para que el chico entendiera quien llevaba el control de la situación. La racionalidad de ambos se había perdido en el alcohol de sus copas y ahora ya no había más que dos cuerpos completamente deseosos uno del otro. Zayn le comió el cuello recibiendo en recompensa los gemidos del menor que hacían de Zayn la criatura más excitada y caliente del perímetro. Entrelazaron sus labios con fuerza hundiéndose uno en el otro, James sosteniendo la nuca de Zayn tirando con fuerza de su cabellos y Zayn moviendo las caderas del ojiazul a la par que las suyas rosándolas y excitándolas compasadamente. Ambos se encontraban en su límite, a punto de estallar de pura excitación sexual, buscando la manera más placentera para deshacerse de ese incesante deseo. 

El ojimiel detuvo sus movimientos para mirar directo a los ojos a James con la finalidad de infundirle confianza y también de preguntarle de alguna manera si quería que continuara con lo que ambos tenían en mente, con una mirada de vuelta James le concedió cualquier petición que sus ojos llevaran inscrita y Zayn casi se regocija por la adrenalina. Colocó a James de vuelta por completo en el suelo y se hincó frente a él. La cabeza de James estaba bombeando pensamientos a una velocidad increíble y ninguno de ellos tenían sentido ni sonaban coherentes en su mente. Miraba hacía todas las direcciones nervioso y agitado pero sobre todo excitado, increíblemente excitado. La adrenalina le corría en todas direcciones, se encontraba asustado y no sabía si lo que estaba por hacer sería correcto, sudaba por todos lados de sólo pensar que alguien podría encontrarlos en aquel lugar público e insólito manteniendo ¿un encuentro sexual? Zayn desabotonó el pantalón del menor y lo deslizó lentamente por sus caderas hasta hacerlo llegar a las rodillas, James intentó olvidarse del frío que sentía, que en realidad no era demasiado cuando tenía frente a él la imagen de Zayn Army a sus pies a punto de comerle todo. El moreno hizo lo propio con los calzoncillos holgados del menor y descubrió su área púbica cubierta por una buena cantidad de vellos color café oscuro que decoraban su entrepierna de un modo para nada desagradable, deslizó con más cuidado el calzoncillo del rubio por todo el cuerpo de su pene para dejarlo al descubierto y se admiró cuando lo tuvo frente de sí. Viró la vista de nuevo hacía los ojos de James quien asintió para darle permiso de hacer lo que estaba, de hecho, deseando que hiciera. La boca sedienta de Zayn no pudo esperar ni un minuto más e hizo hundir el miembro de James dentro de sí. El sabor no era para nada desagradable y eso hizo todo más sencillo y sobre todo, agobiantemente excitante. Con destreza, comenzó a deslizar los labios entorno a la erección del chiquillo subiendo y bajando su cabeza por todo el cuerpo del ojiazul que dejó a un lado su nerviosismo para sustituirlo por el goce del placer. Sintió su sexo mojarse con la saliva de su compañero quien legüeteaba toda su hombría proporcionándole sensaciones increíbles y placenteras haciendo que su vientre se contrajera de manera intrépida repetidas veces, haciendo que el rubio jadeara y comenzara a retorcerse nervioso y excitado por las sensaciones idílicas que el moreno le concedía. Despojándolo de cualquier duda o miedo que pudieran haber existido en su ahora muy frágil cuerpecillo expuesto al aire público del callejón.

-Z-Zayn -le llamó pero Zayn no dejaba de chupar la extremidad del menor con premura. -¡Z-Z-Zayn! -se precipitó intentando hacerlo parar con las manos, el moreno se despegó de su trabajo y lo miró a los ojos. ¡Lucía tan jodidamente erótico! Era tan placentero para el ojimiel ver a su pequeño contraído, sudado y angustiado por lo que él estaba haciendo que lo único que pudo hacer fue sonreír. -Estoy a punto -le anunció con un jadeo y eso sólo hizo que Zayn sonriera más y volviera a su trabajo, pero antes de que pudiera saborear el líquido que James comenzaba a desprender éste lo detuvo -¿Qué haces?

Zayn rió y tomó con su mano izquierda la erección del menor -Hazlo en mi cara -le pidió y James lo miró muy nervioso -No tengas miedo, hazlo en mi cara -volvió a pedirle y el rubio cerró los ojos en un intento de relajar su cuerpo para hacer lo que el mayor le pedía. Zayn, mientras tanto, comenzó a embestir con sus manos la prolongación de su pequeño haciéndolo primero lento y luego aumentando el ritmo haciendo que ese momento fuera su maldito cielo. James sintió como su vientre se contraía y sintió venir la eminente eyaculación. Dudó antes de dejarse venir pero finalmente, sin poder contenerlo ni un minuto más, hizo lo que el mayor le había pedido. Sin estar muy seguro aún dejo venir todo lo que tenía dentro en la cara del moreno, manchándole boca, frente, mejillas, nariz y párpados, la imagen le ocasionó otra contracción similar a la primera, pues tener a Zayn Army tirado en el suelo con sus semilla regada por toda la cara logró excitarlo de nuevo sin dejarle descanso, pero no por eso sin quitarle la culpa.

-Perdón - se disculpó con el poco sentido común que aún conservaba, en respuesta Zayn rió y se levantó del suelo recuperando un poco sus sentidos y limpiándose con la manga del suéter lo que había dejado James en su rostro, sin preocuparse por nada más. 

Cuándo lo hizo y James volvió a colocar sus pantalones en su sitio el moreno volvió a acercarse al rubio y éste le rehuyó en principio.

-¿Qué vas a hacer ahora, conejito? -le escupió en la cara y el rubio sintió su propio olor provenir del rostro del mayor. Lo que en principio le produjo asco terminó por excitarlo más, al grado de prender su cuerpo sin ningún tipo de alternativa. -Te propongo un trato -sugirió Zayn acercándose más.

-Te escucho -respondió James deseoso por escuchar su oferta, pero aún nervioso.

-Es la una de la mañana y no creo que quieras llegar a tu casa oliendo a licor, tabaco y sexo ¿verdad? -le planteó y James evaluó sus palabras cayendo en cuenta de que lo que decía era cierto, no había planeado aún lo que le diría a su madre, y lo cierto es que ya era muy tarde para idear alguna excusa sustentable. -Te presto mi casa esta noche si a cambio tú me devuelves el orgasmo que te he hecho pasar -apostó sin ningún tipo de pudor, con la desvergüenza inducida por el alcohol ingerido impregnada en su propuesta. James evaluó sus posibilidades y se dio cuenta de que la oferta de Zayn no sonaba tan mal, salvo por el hecho de que era un completo extraño y que no sabía con seguridad a qué se refería cuando hablaba de devolverle el orgasmo. -¿Qué dices, conejito? -lo apresuró Zayn y aun no estado suficientemente seguro o consciente, accedió al trato. 

El moreno lo condujo por el callejón y lo llevó hasta el otro lado del bar, buscó en el estacionamiento tratando de hacer memoria para poder recordar en dónde se encontraba su auto sin tener ningún tipo de éxito hasta que recordó, sintiéndose un idiota por no haberlo hecho antes, que podía sonar la alarma de bolsillo que llevaba colgado en sus llaves, la activó y su convertible negro pitó con fuerza. James quedó anonadado cuando vio el flamante auto que conducía Zayn y no hizo más que admirarlo incapaz de poder vocalizar algo coherente para halagarlo.

-Sube -le ordenó abriéndole la puerta del copiloto y sonriendo al ver como admiraba el vehículo -¿Te gusta? -le preguntó y recibió un asentimiento de cabeza de parte del rubio. Zayn se acercó al notar que su pequeño se encontraba perdido en la nada total e intentó guiarlo hacía la puerta del copiloto pero éste resbaló cuando el ojimiel intentó arrastrarlo, lo pensó por un minuto y terminó por cargar al muchacho y depositarlo con delicadeza en su auto. Verle ahí tan inofensivo logró hacer que el corazón de Zayn se conmoviera y se planteara una vez más si lo que había hecho había estado bien y si lo que pensaba hacer con él sería lo correcto, porque el rostro de James emanaba un aura de inocencia imposible de ignorar. Rodeó el auto evaluando sus alternativas y haciendo que la moral y el deseo combatieran en su cabeza, se colocó frente al volante para hacerlo a andar, analizando su inimaginable y extraña situación. Al cabo de un rato prolongado de silencio Zayn ya había decidido que si no ocurría nada esa noche sería lo mejor, pero que de cualquier modo resguardaría al pequeño en su casa esta noche para asegurarse de que se mantuviera a salvo. ¿Cuántos años tendría su inocente conejito en realidad? ¿Por qué habría decido ir a un bar de mala muerte sólo a conseguir sexo? ¿Sería aún virgen su precioso rubio? Todas esas dudas le rondaban en la cabeza a Zayn mientras conducía rumbo a la avenida más próxima intentando hallar una respuesta a cada pregunta, asustado con las que encontraba obvias y deseando equivocarse. 

-¿Cuántos años tienes? -le preguntó esperando que el licor lo hiciera sincerarse.

-Dieciséis -respondió James. ¡Madre mía!, pensó Zayn. ¡Dieciséis!