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Mensaje por Femme Fatale Sáb 30 Abr 2011, 12:07 pm

2/6


CAPÍTULO 13


El nuevo amanecer había comenzado tan dulcemente con ________ entre sus brazos, que ahora lamentaba tener que dejar la sala alquilada. Quería engatusarla para que regresara a la cama, pero ¡Ay! Se había resistido tanto a abandonar el trabajo que sabía que no aprobaría más tardanzas.
Pero un día, pronto, iban a hacer el amor y nada podría detenerlos.
Se levantó de la cómoda y suave cama y se vistió. ________ salió un momento después y se marcharon. En la visita al nuevo psíquico, descubrió lo que había estado buscando desde que ________ lo despertó con su primer beso.
Magia.
La magia lo envolvió en el mismo instante en que entró en la tienda, llamada el Vórtice. El nombre ya debería haberle advertido de que estaba ante lo que necesitaba. Se detuvo un momento, aspirando la dulce esencia, como besada por la lluvia, tan parecida al aire de su patria. Tan parecida a ________. Pero aún así, estando de pie con el maravilloso olor en las ventanas de la nariz, tuvo problemas para creer que ese momento tan esperado había llegado. ¿Cuánto tiempo había rezado por esto? ¿Cuánto tiempo lo había deseado?
Demasiado tiempo.
Cuadrando los hombros, estudió la vivienda. La alfombra era beige, como las paredes. No había ninguna frivolidad o botellas expuestas en estanterías. El incienso no llenaba el aire. No, el lugar simplemente contaba con un largo y delgado mostrador.
Varias personas holgazaneaban sobre él, hablando, riendo e intercambiando información. Pero los pasó sin prestarles atención. Estaba demasiado absorto en el solitario hombre que estaba de pie tras el mostrador. Era bajito y tenía el pelo castaño claro, gafas en los ojos y unos pómulos tan altos y afilados que parecían que podían cortar el cristal.
—¿Es éste, verdad? —preguntó ________, de repente a su lado. Aquellas eran las primeras palabras que había pronunciado desde que se fueron de la sala alquilada. —Es éste —repitió, la voz cargada de un extraño tono que no pudo identificar. —Se siente diferente a los demás.
El comentario lo asombró, ya que ninguna magia corría por sus venas. No era un niño del Druinn y tampoco poseía el alma de un Ancients. Y aún así percibía, como lo hacia él, que el verdadero poder golpeaba dentro de estas paredes. Quizás no debería sorprenderse, había estado en armonía con sus sentimientos desde el principio.
—Es magia lo que sientes. La magia que puede llevarme a casa.
—¿A casa? —Dijo las palabras como si nunca las hubiera escuchado antes, luego se quedó otra vez en silencio. La intensa mirada recorrió el cuarto. Los rasgos parecían… ¿Tensos? No lo sabía, no era capaz de leer las emociones que brillaban tan intensamente en sus ojos.
—Esta magia no es nacida de tu mundo, sino del mío. —Nick respiró profundamente. — La vibración es muy fuerte, la esencia simplemente única, casi familiar. Quien quiera que sea este hechicero, es muy poderoso.
—Ya veo.
Ahora reconoció aquel tono. Acusatorio. Le hablaba como si acabara de descubrirlo de pie ante un cadáver, con la espada en la mano. Se dio vuelta, cogiendo la barbilla entre las manos.
—Podríamos marcharnos hoy, juntos, si simplemente quisieras venir conmigo.
—Ya te he explicado mis motivos para quedarme. —La expresión era triste y resentida al mismo tiempo.
Los ojos se estrecharon.
—No puedo irme sin ti, ________. Lo sabes.
—Yo...
—Antes de que digas no otra vez, recuerda que no he visto mi casa en mil palmos. Te lo suplico. —Las palabras surgieron rígidamente. —Por favor. Ven conmigo.
—Si no fuera por la diferencia de tiempo, me marcharía contigo hoy, ahora, en este instante. —La humedad brilló en los ojos, y experimentó una punzada de culpa por empujarla tan insistentemente. Pero entonces parpadeó y desvió la mirada. —Lo siento. No puedo arriesgarme.
Sabía que pensaba en algo más que en arriesgarse a viajar a su mundo. Pensaba en el amor. No podía, no se arriesgaría a amarlo. Sintió que las nauseas subían por la garganta, sintió la frialdad de la piedra recorrerle. Se obligó a tranquilizarse. Tanto si lo negaba como si no, estaba avanzando con ella, y seguiría haciéndolo así, aunque tuviera que redoblar los esfuerzos. Rechazó incluso contemplar la posibilidad de que su amor floreciera demasiado tarde.
—Entonces nos quedaremos —se calmó. —Por ahora.
Lo miró fijamente con expresión suave, completamente femenina, que le hizo recordar los potentes besos... Todos los besos que ya habían compartido y todos los besos que compartirían.
—¿Todavía quieres encontrarte con ese hechicero? —preguntó.
—Sí. Sólo porque no nos vamos este día, no significa que no nos vayamos otro. Cogiéndola de la mano, dio un paso hacia el mostrador.
—Os doy la bienvenida —dijo el hombrecito, haciéndoles señas para que se acercaran.
—He venido para...
—Sé por qué está aquí —dijo el hombre. Empujó los cristales más altos sobre la nariz. — Sin embargo, no soy el que busca. No puedo ayudarle.
Ante eso, un sentido agudo de temor pulsó a través de Nick.
—Alguien aquí puede ayudarme. De eso estoy completamente seguro.
—Sí. Hay alguien.
—¿Dónde puedo encontrar a ese alguien?
El hombrecito se alejó de la longitud de su brazo.
—Usted no puede. Él le encontrará... Si quiere.
Los dientes de Nick rechinaron. ¡Maldita sea, le saldría algo bien en este día!
—Por ahora, deseo sólo hablar con el hombre, y lo encontraré tanto si quiere ser encontrado como si no. Y usted me ayudará. ¿Dónde está?
—Podría estar en todas partes, realmente.
Nick agarró el borde del mostrador tan fuerte que casi se rompió los dedos.
—¿Donde Está Él? —La voz, enfurecida, salió como una afilada cuchilla.
El hombrecito palideció.
—¡Eh! ¡Eh! Alto ahí. No es el único que desea un viaje a casa. El señor Graig tiene muchas residencias diseminadas por todos los mundos y viaja mucho a través del vórtice. A veces se va por unos días, a veces por años, pero nadie, nadie sabe exactamente donde está o cuándo volverá.
—¿Cuánto hace que se fue en este último viaje? —preguntó ________ suavemente. Colocó la mano sobre el brazo de Nick, y él se relajó.
—Nueve semanas más o menos.
Lo que no significaba nada, pensó Nick, cerrando los ojos. Esperar, esperar, esperar. Las palabras abrasaron un camino a través del cuerpo. Estaba cansado de esperar las cosas que deseaba.
Los dedos de ________ apretaron suavemente su antebrazo. Estaba tan cerca que el aliento soplaba sobre su piel. Simplemente con eso, se relajó otra vez. ¿Cómo lo calmaba con tanta facilidad?
—Por lo que sabemos, el hombre podría volver mañana —dijo, el tono tan apacible como el toque.
Nick asintió rígidamente.
—Tienes razón.
—Viajó esta vez para obtener algo de dinero —lanzó el hombrecito. —Estos viajes no son baratos, sabe.
—¿Cuánto es necesario? —Nick observó tan intensamente al empleado que el hombre comenzó a moverse nerviosamente.
—Es, uh, diferente para cada uno. El señor Graig le dirá cuánto le pedirá a usted.
—No pagaré nada hasta que no me encuentre de pie en el suelo de mi patria.
—Comprensible.
—Bueno. —Cabeceó satisfecho, ya que había hecho todo lo que podía hacer. —Entonces diga al señor Graig que mi nombre es...
—No importa cuál sea su nombre. El señor Graig le encontrará. Estoy seguro de que ya sabe de su visita.
Frunciendo el ceño, Nick pasó el brazo alrededor de la cintura de ________ y cruzaron de una zancada la puerta de salida.

Cuando la camioneta rodaba a través de la carretera, echó un vistazo a Nick. Apenas había dicho ni una sola palabra desde que habían abandonado el Vórtice. Ahora mismo, su comportamiento entero gritaba –no me toques–. Sabía que estaba decepcionado, que necesitaba tiempo para hacerse a la idea de que debía prolongar la estancia, pero como le gustaba recordarle, el tiempo era su enemigo.
Tenía que haber algo que pudiera hacer para animarlo.
Pronto entraron en Dallas. Veinte minutos más tarde, metía con cuidado la camioneta por el tortuoso camino de entrada del Victorian. A Nick le gustaba el trabajo físico, así que ¿Qué mejor manera de mantener la mente ocupada que poniéndolo a trabajar?
Aparcó la camioneta en el jardín y entrecerró los ojos. Un viejo, oxidado, y desconocido Dodge Dart, estaba aparcado en el frente de la casa.
Con curiosidad se mordisqueó el labio inferior. ¿Si el coche no perteneciera a uno de sus hermanos, a quién le pertenecía?
—¿Quién está aquí? —preguntó Nick. Cada palabra reflejando las oscuras emociones que se arremolinaban en su interior.
—No lo sé —No había nadie dentro del coche, y no veía a nadie holgazanear sobre el césped. —No esperaba a nadie.
Encontró al dueño del Dart de pie en el porche. Frances, la camarera del café, junto a alguien más. Otra mujer –Heather comprendió ________– estaba parada a su lado, con la aburrida y despectiva mirada de siempre, abrigándose a sí misma con los brazos, como si el húmedo calor no la afectara.
—¿Qué ocurre? —le preguntó a Frances.
La camarera enroscó las manos y se miró fijamente los dedos.
—¿Dijiste en serio que querías que trabajara para ti?
No vaciló en la respuesta.
—Absolutamente. —No le gustaba contratar ayuda de empresas grandes, o incluso de agencias temporales; prefería tratar con gente que conocía, gente que necesitaba el dinero.
Frances parpadeó y sonrió, una sonrisa tan brillante que iluminó el rostro entero, borrando las arrugas y haciendo que resplandeciera de exuberante juventud.
—Entonces acepto. No puedo agradecértelo lo suficiente, ________. De verdad. Te debo un favor de los grandes.
—Sí —dijo Heather, el tono lleno de desdén. —Te lo agradece un montón.
La mirada de ________ se deslizó hacia la muchacha. Recordando que coqueteó con Nick, le frunció el ceño. Heather la fulminó con la mirada.
Frances tosió discretamente.
—Uh ¿________? ¿Puedo hablar contigo en privado?
—No necesito que tú... —comenzó Heather, pero Frances la cortó murmurado — Cállate. —Luego —Por favor ________.
Hirviendo de curiosidad, asintió.
—Sí, desde luego. —Pero odió marcharse, dejando a Nick y Heather a solas y juntos. No importaba que Nick fuera libre de hacer lo que -y con quien -quisiera, admitió que, ahora, lo consideraba de su propiedad. Tal vez debería conseguir un cartel que pusiera –Tengan cuidado – Posesión de ________– y colgárselo al cuello. Aunque, algunas mujeres, considerarían ese cartel como un afrodisíaco y se echarían a la persecución. Así que, simplemente, tendría que marcar a Nick de otra manera. ¿Un tatuaje, quizás?
Mientras caminaba rápidamente con Frances hacia un lado de la casa, esquivando los charcos de lluvia a lo largo del camino, se imaginó el cuerpo de Nick y todos los sitios en los que podía hacerle un tatuaje. Lentamente, formó una gran sonrisa. Sin embargo los pensamientos lascivos murieron en el acto, en el momento en que ella y Frances alcanzaron un rincón apartado.
—Heather es mi hija —soltó la camarera.
El shock retumbó a través del cuerpo y se quedó de pie, congelada
—¿Tú hija? Pero eso es imposible.
—Me temo que no —respondió suspirando— Realmente, de verdad es mía.
________ masajeó la base del cuello. Intentó digerir la información, pero tenía problemas para imaginarse a la bromista Frances y a la deprimida Heather, emparentadas.
—He estado en la cafetería casi cada mañana durante tres semanas y ella también estaba, pero vosotras dos no hacíais caso la una de la otra.
—Ha tenido una vida realmente dura. —Frances cambió el peso de un pie a otro. —Su padre, mi ex, era un mal, mal hombre. Le hizo cosas, y yo no supe nada hasta que fue muy tarde. Cuando cumplió los doce, se escapó de casa. No tuve noticias suyas hasta hace aproximadamente un año. No le gusto mucho, pero ha estado quedándose conmigo, y vamos muy cortas de dinero. Yo... Yo… Pensé —Tartamudeó— Tenía la esperanza de que me contrataras, y que quisieras contratarla a ella. Juro sobre la tumba de mi ex, que se queme en el infierno, que podemos venir aquí directamente después de que salga de la cafetería. Y trabajaremos siete días a la semana si nos necesitas.

La mayor parte de la animosidad que ________ sentía hacia Heather se escurrió rápidamente, como si hubieran tirado un enchufe en una tina de agua. La imaginación lleno los huecos que la explicación de Frances omitía, y el resultado final no era agradable. El corazón le dolió por la niña que Heather había sido.
—¿Por qué me tiene aversión?
Los labios de Frances se apretaron.
—Nunca ha hablado de ello, pero puedo adivinarlo. Tienes todo lo que siempre ha querido. Tienes éxito y un hombre que te ama.
—Nick no me...
Frances la cortó con un resoplido de auto-repugnancia.
—Odia mis tripas, también, si eso te ayuda. Si no la quieres alrededor, lo entenderé. Pero, aún así, todavía me gustaría el trabajo.
________ probablemente iba a lamentarlo, pero dijo:
—Es tuyo, Frances. Y Heather, también.
Otra risa gloriosa iluminó la cara de la camarera.
—¿De verdad? ¿Lo dice en serio?
—Podéis comenzar mañana.
—¡Oh, ________, gracias! Heather realmente es buena con las flores y eso, y yo aprendo realmente rápido. Independientemente de lo que quieras que haga, lo haré.
Hablaron de a qué hora Frances y Heather deberían llegar, qué tipo de cosas harían, y cuánto dinero ganarían.
—Nunca podré agradecértelo lo suficiente, muñeca. —Las manos de Frances se sacudían con fuerza ante la alegría. —Juro que no lo lamentarás.
Espero que no, pensó mientras regresaban al porche.
Nick y Heather reían sobre algo que ella había dicho. La muchacha estaba de pie, muy cerca. Demasiado cerca para la paz mental de ________, y sintió una punzada de pesar por su impulsividad. Frances corrió hacia la pareja y lanzó los brazos alrededor de su hija.
—Conseguimos el trabajo —cantó felizmente. —Tú y yo, ambas. —Riendo, dio vueltas alrededor.
Heather se apartó bruscamente, recibiendo las noticias con una media sonrisa.
—Hay diez reglas que olvidé mencionar —dijo ________. — Bueno, más bien son consejos de seguridad. —Le lanzó a Nick una feroz mirada tipo no-digas-ni-una-palabra. —Y no son negociables —Cuando tuvo la atención de todo el mundo, comenzó. —Número uno, no intentéis arreglar algo sin que lo compruebe primero.
Dos cabezas femeninas asintieron en aceptación. Nick, simplemente, cruzó los brazos sobre el pecho, y supo que esperaba que dijera la palabra por favor. —Número dos, aseguraos siempre de que el cuarto está correctamente ventilado antes de empezar a trabajar. Número del tres al diez, Nick está prohibido.
—¿Nick? —Heather arrugó la nariz. —Creía que era Hunter Rains, el tipo de la autoayuda.
—Pues creíste mal, su nombre es Nick, y es mío.
Frances miró a Nick con horror.
—No tienes que preocuparte de que intente hacer ningún tipo de movimiento para acercarme a él. Los hombres son como una Plaga Negra sobre la Tierra, ¿Por qué querría yo uno?
Nick frunció el ceño.
________ rezó para que Heather hubiera escuchado las sabias palabras de su madre.
—Bien entonces —dijo, frotándose las manos. —Me alegro de que esté todo aclarado. — Estaba a punto de cambiar de tema cuando Frances se dirigió a ella.
—Tengo un chiste para ti. Un marido mira a su esposa y le dice: tengo ganas de probar una nueva postura esta noche. Algo que nunca haya hecho antes. — La esposa le mira, pestañeando coquetamente, y le dice: —Una nueva posición suena maravilloso. Te puedes apoyar en la tabla de planchar y yo me estiraré en el sofá, bebiendo cerveza y tirándome gases.
Todas rieron entre dientes excepto Nick, como era de esperar, pero la expresión tensa en el rostro no era debido a una simple irritación masculina, sino que parecía algo mucho más serio. Agudizando el ceño, sacó de repente una de las “armas” y exploró los alrededores.
—Percibo problemas —dijo.
________ perdió la sonrisa y también observó las inmediaciones del porche. Agarrándola del brazo, la llevó hacia el otro extremo, hasta que estuvieron solos, pero sin dejar de buscar con la mirada.
—Aquí hay un hechicero.
—¿Estás seguro? —No sentía nada, no sentía en su interior esa débil agitación que sintió esta mañana, por lo que le preguntó—. ¿Es el señor Graig?
—No.
—¿Cómo sabes?
—Es un tipo de magia diferente. —Soltó un largo y profundo suspiro. —No percibo ningún peligro inmediato... Pero hay que ser cuidadoso cuando se trata con poderes ocultos. —Con eso, apoyó la espalda sobre la pared del porche y, sin otra palabra, se escabulló despacio, rodeando la casa.
—¿Eso era una espátula? —Preguntó Frances, con el rostro lleno de curiosidad.
—Sí —contestó, como si fuera absolutamente normal que un gigantesco hombre esgrimiera un utensilio de cocina como si fuera una lámina mortal—. Sí, lo era.

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Mensaje por Femme Fatale Sáb 30 Abr 2011, 12:10 pm

3/6


CAPÍTULO 14



Percen de Locke sonrió lentamente.
Por fin, después de una búsqueda aparentemente infinita, había encontrado a Nick.
¡Él había encontrado a Nick!
Desde luego, su hermano ya no era de piedra, sino de carne y hueso. La primera reacción de Percen ante aquel hecho fue enfurecerse, pero cuando lo observó interactuar con las mujeres mortales, aquella cólera se derritió y su risa creció. Nick era libre, pero sólo durante un tiempo. El hechizo todavía no había sido completamente roto, los grilletes aún estaban fuertemente encadenados alrededor de su hermano ¡Maravilloso! Nick debía sentirse desesperado por el amor de su salvadora, sabiendo que el plazo se acercaba rápidamente.
Percen quería bailar sobre la hierba, pero no podía, ya que su torcida pierna se lo impedía. Quería reírse y gritar su éxito al mundo, pero no podía, ya que deseaba mantener su identidad oculta.
Al menos por ahora.
Aunque, de algún modo, Nick ya lo había percibido. El maldito guerrero ahora estaba en guardia, buscándolo. De hecho, él cruzaba a zancadas la casa, determinado a descubrir quien lo observaba. Él saltó a Percen una vez, incluso dos veces, pero no lo descubrió. Percen no pudo contener una pequeña carcajada.
No puedes atraparme, cantó por dentro, imitando a los felices niños que, ese mismo día, escucho jugar. Aquellos niños habían parecido tan despreocupados, que él se había quedado hechizado, aprendiendo sus palabras. Esas palabras que ahora su mente repetía con aire de suficiencia. No puedes atraparme. No puedes atraparme, soy el hombre de jengibre.
Ah, qué juego tan divertido. Nunca había jugado a juegos de niño. No, siempre hubo un hechizo que aprender, un conjuro que realizar. Siempre hubo castigos que soportar y hechiceros que entretener. Un futuro sumo sacerdote deber ser correctamente educado en todos los aspectos de la vida. La voz severa de su tutor resonó en su cabeza, una voz que todavía conseguía que se estremeciera de horror.
No, nada de juegos para él.
Su hermanastro había llevado una vida tan maravillosa, mimado por el rey y todos sus criados, mimado por su madre y adorado por todas las mujeres. Nick no sabía nada de dolor y sufrimiento. ¡Nada! No sabía lo que era ansiar algo con cada fibra de su ser, y aun así, ser incapaz de conseguirlo.
Pero se lo enseñaré, pensó Percen sombríamente. Sí, esta vez se lo enseñaré.
Su hermano dio la vuelta a la esquina y regresó junto a las tres mortales. Aunque una mueca estropeaba los perfectos labios del perfecto guerrero. ¿Cuál de las tres mujeres era responsable de la ruptura de la maldición? se preguntó Percen, así comenzaría el castigo de Nick con ella. Inmediatamente miró a la más joven. Con su glorioso pelo rojo y sus grandes ojos marrones, era, sin duda, la más hermosa, como una exquisita escultura tallada. La siguiente mujer era lo suficientemente mayor como para ser la madre de Nick, y la última era demasiada alta y corriente. Percen pensó en estudiar a cada una, calcular cuáles eran sus reacciones hacia Nick y viceversa, pero sus ojos no dejaban de volver a joven belleza. Ella era la clase de mujer que siempre tuvo deseos de poseer, sostener en sus brazos, amar y apreciar.
Pero, sin embargo, las de su clase nunca lo desearon.
Incluso sabiéndolo, el deseo comenzó a agitarse en su interior. Caliente, cargado de tanta necesidad que, durante un momento, superó y ocultó la principal razón por la cual estaba allí. Con tan sólo mirar los suaves rizos que caían sobre su frente, su sangre ardió y su cuerpo se endureció. Aunque cada uno de sus movimientos parecía viva pasión, había algo casi vulnerable en ella. Algo triste. Algo qué tiró de sus más profundos anhelos.
La muchacha echó un vistazo a su alrededor, como si pudiera sentir su escrutinio. De improviso, su mirada conectó con la suya. Azul contra marrón. Deseo contra confusión. Casi se le doblaron las rodillas ante la intensidad del deseo que barrió a través de él. Ella no miró lejos, le sostuvo la mirada y, lentamente, le ofreció una sonrisa.
Él tomó aliento. ¿Podía verlo?
No, ella no podía, ya que sus hombros se encorvaron ligeramente, y su sonrisa palideció. Su mirada se movió hacia el pasamanos que estaba a su lado.
¿Era la amante de Nick? ¿La había tocado él, se había enterrado profundamente entre sus muslos? Percen frunció el ceño ante aquellas imágenes que inundaron su mente. Desde luego su hermano la había probado. ¿Qué hombre huiría de semejante hermosura? No, Nick, seguramente, conocería cada parte de su cuerpo. Bien, esa era razón suficiente para que Percen la tuviese.
Frunciendo el ceño y con una sonrisa depredadora, Percen golpeó ligeramente el dedo contra su barbilla. ¿Cómo debería atraer a la chica? Su fealdad causaba que hasta el más valiente de los estómagos se revolviera. ¿Magia, quizás? Sí, él podía usar el mismo hechizo que había usado toda su vida para atraer a las mujeres a su cama, un hechizo que hacía que los demás lo vieran como el hombre que quería ser, no el hombre que realmente era.
Sus ojos se entrecerraron cuando el objeto de su pregunta acarició con la punta del dedo el brazo de Nick. Éste le dirigió una mirada interrogativa, luego rió, como diciéndole, sin palabras, que continuara.
Percen se frotó las manos. Ah, esto iba a ser divertido. Muy divertido.

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"El Principe De Piedra"  (Nick Y Tu) Adaptacion. - Página 23 Empty Re: "El Principe De Piedra" (Nick Y Tu) Adaptacion.

Mensaje por Femme Fatale Sáb 30 Abr 2011, 12:12 pm

5/6

CAPÍTULO 15


El día transcurrió rápidamente para Nick. Trabajó mucho, habló poco, y permaneció alerta todo el tiempo. Cuando por fin él y ________ entraron en su casa, fue incapaz de relajarse, pese a que la sensación de ser observados finalmente había disminuido. Por eso, y como quería pasar un rato a solas para pensar en lo que había ocurrido, sin decirle nada a ________, entró en la sala de baños, se desnudó y se metió en la tina. El agua caliente cayó sobre su cuerpo desnudo como un calor líquido, casi como una caricia.
La presencia que había sentido hoy… había algo que no encajaba. Aunque no podía decir, exactamente, qué era lo que le molestaba de aquel asunto. Presionó la frente contra el fresco y húmedo azulejo. Al principio había creído que la presencia era de un hechicero, pero cuanto más pensaba en ello, más se convencía de que lo que había sentido era algo relacionado con la magia. Algo relacionado con su hechizo de piedra.
Cada día que pasaba, el poder del hechizo crecía con fuerza, listo para reclamarlo. Él no podía dejar que sucediera, y sabía lo que tenía que hacer para impedirlo. Era por eso que debía forzar a ________ a afrontar lo que se cocía a fuego lento entre ellos.
Su mente fue a la deriva hacia atrás, hacía lo que había ocurrido durante el día. Después de que Frances y Heather se despidieran, él y ________ habían trabajado dentro de la vieja casa durante unas cuantas horas más. Había disfrutado cada momento que pasaron juntos, sobre todo del modo en que sus ojos se deslizaban continuamente por su cuerpo, llenos de deseo. Pero ella nunca le pidió que la tocara. No, simplemente le preguntó más cosas sobre su pasado.
¿Cómo había ocurrido la maldición? había querido saber.
Él le explicó que mientras estaba acostado, aunque no le dijo que había estado con Miley, un criado se había precipitado dentro, gritando feliz de que un hombre le esperaba abajo y que aseguraba saber quien había matado a su padre. Como Nick había buscado durante meses sin resultados, le dio la bienvenida a cualquier información, impacientemente.
Había saltado de la cama sin pensar por un segundo en Miley.
Pero, al instante, Percen se materializó.
Miley, desenredándose de las sábanas de lino, y en toda su gloriosa desnudez se había reído, oh, tan dulcemente y luego había usado su poder de hechicera para paralizar los pies de Nick en el lugar. En ese momento, se dio cuenta de que todo lo que ella había dicho o hecho, había sido una mentira, y la odió por ello. Ella había sido la aliada de Percen todo el tiempo. Intentó alcanzar su arma a la vez que su hermano le lanzaba el hechizo de piedra. Al instante, la carne de Nick se endureció, mientras que él era aún consciente de todo, sentía y veía todo a su alrededor.
Cojeando, Percen estudió la piedra por cada ángulo. Se rió, un sonido lleno de la más completa alegría
—Sé que me oyes. —Dijo arrastrando la punta de su dedo por el pecho de Nick—. Ya he conseguido acabar con el hombre que hay debajo, y la respuesta al mayor misterio de Imperia morirá conmigo.
Percen emitió un largo y profundo suspiro cargado de falso sufrimiento.
—No te preocupes, hermano mío. Hay esperanzas para tu libertad. Cuando considere que ya sufriste como estatua el tiempo suficiente, permitiré a Miley besarte. Después de eso, tendrás dos ciclos para ganarte su amor. —Se rió con una risa parecida a cristales rotos—. Imagínate. Ella te traicionó, y aún así tendrás que hacerle la corte o perderás tu libertad para siempre.
________ lo había escuchado atentamente, incluso lo había abrazado con fuerza después, pero cuando él le preguntó sobre su pasado, sobre su vida, ella se alejó, de pronto, muy ocupada. Había hecho lo mismo todos los días que habían pasado juntos y él creía entender el por qué de esa reacción, aunque no le gustaba. Compartir cosas de uno mismo creaba un vínculo y se reabrían heridas que se creía erróneamente curadas. Pero ella entendería, tal y como él lo hacía, que ellos no podían negarse su pasado.
También aprendería que no podía negar su futuro.
Mientras Nick se bañaba, ________ preparaba la siguiente etapa de su seducción.
Sus dedos temblaron nerviosamente cuando encendió las velas perfumadas con olor a jazmín sobre el aparador. Las llamas parpadearon perezosamente en la oscuridad, entrelazando las sombras y la luz, y arrojando un manto de encaje por la habitación. Ella quería que el ambiente sugiriera promesas sublimes y necesidad carnal, donde cada sombra alimentara una insinuación del placer que estaba por venir. Siguiendo el consejo de Joe, no llevaba nada debajo de la bata. Los condones, la cuerda, las esposas y el lubricante estaban al lado de su cama, sobre una mesita redonda.
La atmósfera era perfecta.
Sólo necesitaba los últimos retoques…
El agua dejó de escucharse mucho antes de lo que esperaba.
________ se congeló.

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"El Principe De Piedra"  (Nick Y Tu) Adaptacion. - Página 23 Empty Re: "El Principe De Piedra" (Nick Y Tu) Adaptacion.

Mensaje por Femme Fatale Sáb 30 Abr 2011, 12:17 pm

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Pasó un minuto, luego otro. Y otro. De la alejada esquina de su dormitorio, ella observó a Nick salir del cuarto de baño, con una toalla de algodón blanca alrededor de su cintura y las espirales de vapor alzándose sobre él, enroscándose hacia el techo.
Ella tragó aire, recitando para sí misma. Puedo hacerlo. Puedo.
—¿Nick?
Los pasos resonaron en el limpio suelo mientras lo observaba acercarse. Se paró en la entrada. La luz de la vela iluminaba el lugar exacto de la habitación en que él estaba de pie, rindiéndole tributo, haciendo que la perfección de su piel brillara como el bronce. Su intensa mirada la examinó lentamente, deliciosamente. Ella no dijo nada, simplemente esperó. Entonces su mirada chocó con la suya. Él debió de adivinar sus intenciones porque inhaló bruscamente, haciendo que las ventanas de su nariz llamearan. De pronto, él poseía la calma evidente de un depredador, justo antes del ataque. Al instante, sus rasgos eran ilegibles.
—¿Sabes, ________? —Dijo él suavemente—, he estado pensando—. La miraba como si tuviera todo el tiempo del mundo, inclinado sobre el marco de puerta—. Hemos hablado de mi vida, de mi pasado, pero nunca hemos hablado del tuyo.
—¡Oh! —Ella apartó la mirada, con la culpa grabada en su cara—. ¿Qué quieres saber?
—Puedes comenzar diciéndome las cualidades que deseas que tu compañero de vida posea.
Ella lo miró de nuevo.
—Si me estas pidiendo que me case contigo otra vez, yo...
—Sólo es curiosidad.
¿Ella quería hacer el amor con él, y él tenía curiosidad sobre su futuro marido? Enfadada, le contó más de lo que probablemente pretendía.
—Quiero a un hombre que me ame por la mujer que soy, no por la mujer que él quiere que sea. Y quiero a un hombre que me ame para siempre.
—Ya veo.
Un comentario tan simple la decepcionó. En algún rincón de su mente, quizás, había esperado que dijera yo soy ese hombre.
—¿En cuanto a ti? ¿Qué buscas en una esposa? Además de lo obvio.
—Una mujer con espíritu y coraje. Una mujer que me fascine y haga que mi cuerpo lata de infinita necesidad... que me haga olvidar.
Los celos le recorrieron la espina dorsal. Ella no quería pensar en esa mujer anónima que un día sería su compañero de vida. ________ sólo quería pensar en el aquí y ahora.
—No quiero hablar más, Nick.
Sus cejas se arquearon.
—Entonces, ¿qué quieres hacer?
—Hazme el amor. Toda la noche. —Extendió la mano en invitación—. Hasta que ninguno pueda moverse.
En vez de correr y cogerla entre sus brazos, contestó.
—¿Estás segura de que eso es lo que quieres, ________? —Había en su tono un borde afilado que sugería que ella debía de estar de acuerdo, y mientras esperaba su respuesta, sus ojos se volvieron fríos, acusadores. El brillo cristalino que normalmente iluminaba su interior se volvió de un zafiro oscuro—. Me has rechazado tantas veces.
—Estoy segura de que es lo que quiero. Hasta compré algunas cosas. —señaló la mesita con una ondulación de su brazo.
Con su expresión todavía ilegible, él cruzó la habitación. Pero no se acercó a ella. No, se sentó en el filo de la cama, delante de la mesa e inspeccionó sus compras. Con sus labios formando una dura línea, probó la resistencia de la cuerda y luego la dejó de lado. Él alzó las esposas.
—¿Qué planeabas hacer con esto?
—Atarte a la cama. —Su corazón se aceleró ante la idea, los dedos de sus pies se curvaron y su nerviosismo aumentó.
—Quizás seré yo quien te ate a la cama. —Hizo una pausa, luego sonrió lentamente—. Sí, me gusta cómo suena eso. Tenerte sujeta a mi voluntad. —Volvió a dejar las esposas sobre la mesa y tocó una caja de condones—. ¿Qué es esto?
—Condones.
Su frente se arrugó por la confusión.
Ella le explicó las consecuencias del sexo sin protección.
Mitad divertido, mitad serio, soltó un suspiro.
—Yo sólo podría darte un niño si estuviéramos unidos de por vida, ________. Así es como ocurre en Imperians.
—¿De verdad? ¿Entonces no tengo que preocuparme de eso?
Él sacudió levemente la cabeza, enviando varios mechones de pelo negro sobre su frente.
—Bien, entonces —dijo entrecerrando sus pintados ojos y luchando contra su creciente nerviosismo—, tienes mi permiso para pasar al siguiente nivel.
—No, creo que aún no. —Levantó la bolsa del suelo, cogió el tubo de lubricante y lo estudió por todos lados—. ¿Y esto?
—Debe ayudar... —No, así no podía explicárselo—. Eso alivia... —No, así tampoco—. Hace que una mujer se humedezca.
Su sonrisa se borró por completo.
—Yo hago que una mujer se humedezca, ________ —gruñó—. Qué artículo tan ridículo. Esto... —él miró el tubo con repugnancia— no es necesario. —Sin darle tiempo a contestar, arrojó el tubo sobre su hombro y la llamó con el dedo para que se acercara—. Ahora ven aquí.
Eso es, pensó ella. Llegó el momento.
Inexplicablemente, de pronto, la calma la inundó. Eso era lo correcto. Tan correcto. De hecho, era como si ella sólo hubiera existido para este momento, para este hombre. Ya no podía negarlo más como no podía negar que necesitaba aire para respirar.
Llena de una mezcla embriagadora de deseo y anticipación, cerró la distancia entre ellos. Sus manos la agarraron por la cintura, colocándola entre sus muslos. Su aliento caliente y suavemente perfumado a menta, beso la V de su bata.
—Podría darme prisa y acabar pronto con esto —dijo él, su voz acerada con la determinación—, pero ahora que este momento ha llegado, voy a tomarme tiempo contigo, saborear cada toque. Cada sonido. —Sus ojos destellaron con una emoción que ella no pudo identificar—. No quiero juegos esta vez. Sólo tú y yo.
—Sí. —Las palabras salieron como un suspiro, entrecortadas—. Sólo tú y yo.
—Después… jugaremos después —su mirada se deslizó lentamente por su cuerpo y luego la miró fijamente a los ojos. El calor, el deseo y la pasión ardían juntos en sus profundidades azules.
Pasó un segundo, un mero susurro de tiempo, antes de que sus labios tocaran los suyos. Su lengua se deslizó en su boca con narcótica y exótica lentitud, consumiéndola. Antes, cada vez que la besó, se sintió como lava fundida. Ahora él era como el agua, y ella el desierto, desesperada por cada gota que él le ofreciera.
—Tienes que saber —dijo él, retirándose para mirarla a través del espeso escudo de sus pestañas—, que cuando sentí la piedra desvanecerse, no fue la venganza o mi hogar lo primero que ansié. Fuiste tú.
Aquellas palabras se deslizaron sobre ella, apacibles, maravillosas, y oh, tan esperadas.
—Yo también te deseaba.
Él pronunció una risita suave.
—Si hubiéramos seguido nuestros instintos, nos habríamos ahorrado muchas frustraciones.
—Estoy segura de que habríamos hecho el amor una y otra vez. En el jardín, en la camioneta, en el cuarto de baño.
—En la cámara alquilada —añadió él afectuosamente—. Sus manos recorrieron lánguidamente sus costados y ahuecó su mandíbula. Él le dio unos pequeños besos y mordiscos sobre su nariz, ojos y barbilla—. Por supuesto, ya sabes que no estaré satisfecho hasta que no te posea en todos esos sitios.
El calor resbaló por su espalda.
—¿Me lo prometes?
—Oh, sí. Tienes mi palabra, y mi palabra es mi honor.
Con cuidado tiró de su cabeza hacia abajo para otro beso. Mientras su lengua hacía su magia, la empujó hacia su regazo, extendiendo sus muslos y enganchando sus piernas alrededor de su cintura hasta que quedó sentada a horcajadas sobre él y completamente encajada en su erección. Su boca nunca se separó de la suya.
En esa posición, ella notó que estaba increíblemente excitado, que él era enorme, grueso y duro... y que ella había causado esa reacción. Ella, una mujer demasiado alta, demasiado mandona y que carecida de las gracias femeninas, había llevado a ese seductor hombre a tan potente excitación. Aquel conocimiento le dio poder, un poder que era muy, muy embriagador.
Sin cesar el beso, Nick la exploró tranquilamente, prolongando su placer, quemándola un poco más. Él dejó a su lengua remontar el contorno de sus labios, dejando un fuego a su estela. Su mano se extendió sobre su clavícula, tan ardiente, tan incitadora, como si en un instante fuera a deslizarse al interior de su bata y cogerle el pecho.
Pero esa fuerte y masculina mano se quedó inmóvil, mofándose, burlándose... atormentándola.
Pasó un segundo, luego otro, su pezón se endureció ante la expectativa y raspó contra la tela de su bata. Su cuerpo empezó a dolerle ante la necesidad del calor de sus manos, cualquier parte de sus manos. La punta de sus dedos, su palma encallecida. Algo, algo excepto la espera, la necesidad. Ella ya sentía como una cuerda invisible se estiraba desde sus endurecidos pezones a su clítoris, y si él simplemente tocaba íntimamente el latido de su entrepierna, culminaría con una arrolladora liberación.
Ella se arrancó de su beso.
—Nick…
—_______ —volvió a tomar posesión de su boca, ahogando sus palabras. Sus dedos renovaron su camino hacia abajo, al centro de su bata y ella pensó, ¡Sí! ¡Eso es! ¡Va a darme lo que necesito! Pero él simplemente acarició la tela, sin llegar a tocar realmente la piel.
Durante los anteriores días, ella ya había sufrido la excitación demasiadas veces sin recibir satisfacción y, ahora, su cuerpo se la exigía. Inmediatamente. Ella mordisqueó la columna de su cuello y rogó.
—Por favor.
Él simplemente dejó que sus ardientes dedos continuaran lentamente el mismo camino, siempre alejados a un suspiro de donde ella más los quería. A veces, hacia una pausa para simplemente mirarla, o decirle algo escandaloso, pero siempre eludía el contacto, dejándola dolorosamente excitada. Le gustaban sus besos, realmente lo hacían. Jamás un hombre la besó de forma tan perfecta, pero ella estaba cada vez más y más desesperada por que la tocara, porque su cuerpo entero estuviera piel contra piel.
—¿Nick? —ella se apretó más contra él—. Me estás matando.
Sus labios se alzaron con maliciosa diversión.
—¿No me dijiste una vez que deseabas morir de placer?
—No quería decir literalmente.
—Entonces ¿quieres que te haga algo más?
—¡Infiernos, sí!
—¡Um!, —dijo, aumentando su tormento—. No, creo que aún no.
Ah, él pagaría por esto más tarde. Su lengua lamió y chupó la piel expuesta de su cuello y pecho. Él amasó su trasero. Ella se retorció, pegándose más a él e intentando colocar sus manos donde más lo necesitaba, pero el siempre arruinaba sus esfuerzos alejándolas de nuevo.
—Maldita sea, Nick, estoy pensando seriamente en atarte y asumir el mando.
Su risa fue un ronroneo bajo y luego, ¡por fin!, sus manos se deslizaron al interior de su bata. Pero en vez de agarrar y exprimir como ella ansiaba tan desesperadamente, el jugueteó con la punta de su dedo, arrastrándolo alrededor de su endurecido pezón. Eso sólo sirvió para aumentar su frustración y deseo.
—Dime lo que te hago sentir —ordenó suavemente.
—Siento dolor —ella pensó las palabras como una queja, pero sonaron más bien como una súplica.
—¿Dónde exactamente sientes dolor, ________?
—Por todas partes.
—¿Dónde expresamente? ¿Aquí? —él rozó la punta de su pezón.
Sus caderas saltaron, y ella casi se corrió en ese momento.
—Sí, ahí —él lamió el mismo camino que su dedo había recorrido—. Oh, Dios. ¡Justo ahí! Haz eso otra vez.
Le dio al otro pezón el mismo tratamiento que al anterior, un rápido lametazo con su lengua. La parte inferior de su cuerpo se arqueó contra él. Sólo un toque más... sólo uno más.
—¿Dónde más? —Exigió él, cesando cualquier contacto—. Se movió contra él, logrando que su bata se separase, y él aspiró una bocanada de aire—. Por Elliea, ________, eres magnífica.
Sus palabras se derramaron sobre ella como una audaz caricia, consiguiendo que gimiera y se retorciera. Más allá de la desesperación ahora, ella introdujo la mano entre sus cuerpos y le dio un tirón a su toalla. Él le cogió la mano y la llevó a sus labios.
—Te hice una pregunta. ¿Dónde más te duele?
Ella estaba demasiado excitada para avergonzarse por su confesión. Un calor líquido revoloteaba en su estómago, y más abajo.
—Entre mis piernas —le dijo apasionadamente—. Me duele entre las piernas.
Mirando su cara atentamente, él acarició los pálidos rizos con la mano, casi alcanzando la zona donde ella más lo necesitaba. Pero cuando se meció hacia delante, retiró sus dedos.
Ella lo siguió.
Una y otra vez jugueteó con ella, dándole un atisbo de placer, sólo para detenerse después. La tocaba brevemente. Su cabeza daba vueltas y ella gritó.
—Sí. Ahí, no, vuelve. Oh, sí, ahí. ¡No! —Mientras el baile seguía, su respiración se volvía errática, brotando en breves jadeos—. Tengo otra regla —logró graznar ella.
—¿Y cuál es? —él empezaba a perder su aire juguetón. De hecho, el brillo travieso había abandonado completamente sus ojos, y ahora la miraba con una profunda intensidad—. ¿Cuál es? —le exigió de nuevo, esta vez con un borde afilado en su tono.
—¡Quiero contratarte como amante, ¡ahora!
Sus ojos se oscurecieron hasta un profundo azul zafiro.
—Mi condición es simple. Me apresuraré, pero sólo cuando yo quiera.
Ella se arrancó la bata, esperando que el consejo de su hermano no le hiciera parecer una pervertida.
—Si no te das prisa, voy a romperte todos los dedos.
—Entonces qué afortunado soy, ya que estoy listo para apresurarme —al instante ella se encontró tumbada de espaldas, mientras, de rodillas, Nick la estiraba hasta el borde de la cama, extendía sus piernas y besaba la caliente humedad entre sus muslos. Con la primera lamida de su lengua, ella explotó. Fuego, gozo y placer se mezclaron en su interior, enviando miles de centelleantes luces a su mente. Su cabeza daba vueltas, perdiendo la noción de dónde estaba y quién era, sintiendo sólo una serie de increíbles temblores que la sacudían una y otra vez. Y cuando ella pensó que podría morirse de la sensación, Nick la besó otra vez con su divina lengua hasta que sólo pudo jadear su nombre. Él la probó, la chupó, le hizo desearlo una vez más. Movía su lengua y dedos con experiencia, de tal manera que todas sus fantasías palidecían en comparación.
De pronto, él se colocó encima de ella. Su pelo, más oscuro que la noche que se perfilaba a través de su ventana, y sus ojos... sus ojos ardían de pasión, brillantes y cristalinos. Recorrió con la mirada todo su cuerpo, la larga extensión de sus piernas y su mojada entrada.
—Me dejas asombrado —dijo él, con voz tensa.
En ese momento, Nick sabía que jamás había visto, y que tampoco vería alguna vez, una vista tan hermosa. ________ tenía las mejillas sonrojadas, los enormes ojos brillantes, los labios enrojecidos y magullados por sus besos. Sus endurecidos pezones eran rosados y maduros como bayas y su carne de mujer estaba húmeda por los orgasmos que él le había dado.
Con los músculos tensos, avanzó lentamente sobre ella y ambos gimieron cuando la piel se rozó. Él había querido prolongar el momento, prolongar su placer, pero no estaba seguro de cuánto más podía aguantar. Se meció contra ella, cuidadoso de no penetrarla aún.
—Ohhh, síííí —jadeó ella.
Entonces lo hizo otra vez, deslizándose hacia adelante y hacia atrás en la lisa V de sus muslos mientras ella se frotaba lujuriosamente contra él. Finalmente, Nick llegó al límite de su control. Había deseado a esta mujer desesperadamente y durante demasiado tiempo como para detenerse ahora. Besó sus pechos, arrastró los dientes sobre sus pezones y se colocó en posición.
Pero no empujó inmediatamente.
—Como ya te he dicho a menudo, tengo que oírtelo pedir una vez más antes de continuar.
Ella había sido tan valiente en todo lo demás que él anheló su audacia en esto también. Sus ojos eran del color de la miel caliente y la pasión empañaba sus profundidades, aunque hacia un momento, habían estado vidriosos. Cuando él la tomara, quería que fuera con sus gritos de consentimiento en sus oídos. Y cuando ella permaneció en silencio, mirándolo a través de sus largas y espesas pestañas, el jugueteó en su entrada con su pene—. Tienes que decir las palabras, ________. Di las palabras.
Otra pausa que, en esta ocasión, paró su corazón.
—Quiero que me jodas, Nick. —Su voz fue tan dulce que él se sorprendió por el contraste con sus palabras—. Ahora —ordenó ella, con más dulzura esta vez, pero como una zorra excitada hasta el punto del dolor—. Hazlo ahora.
—Será un placer —sonrió lentamente, con malicia. Ella era una guerrera en todos los sentidos, incluso en el sexo, y eso encendió su deseo como nada lo había hecho antes—. Realmente, será mi placer.
Y se sumergió en su interior.
Ella gritó cuando su virginidad cedió ante su paso, cuando su increíble estrechez lo envolvió. Él se quedó inmóvil mientras las uñas de ella se clavaban en su espalda y profería quejido tras quejido.
—________ —susurro él contra su oído, luchando por no empujar, luchando por darle más tiempo para adaptarse. Esta mujer valiente y apasionada era, no, había sido virgen. Él era el primero, el único hombre que la había llenado completamente, que alguna vez había estado enterrado en ella, y ese conocimiento estuvo a punto de terminar con su control.
¿Cómo había podido esta encantadora criatura llegar a su edad sin haber conocido el toque de un hombre?
¿Eran los hombres de su mundo unos idiotas? Nick sacudió la cabeza asombrado, por supuesto, lo eran. ¿Cómo si no habían dejado este premio intacto? El placer, la sorpresa y el temor se clavaron en interior. Él no era ningún idiota. La había querido, la había necesitado, y luego la había tomado. Él era el único hombre que había visto a ________ tan ardiente, el único que había oído su nombre de sus labios. Qué regalo tan dulce que le había dado, un regalo que atesoraría todos los días de su vida.
—¿Ya hemos acabado, Nick? —ella preguntó vacilantemente. Sus dientes mordisqueando su labio inferior.
Él le dirigió una amplia sonrisa.
—No, mi ________. Aún nos falta mucho tiempo para terminar.
—Ah. —Sus piernas se enredador alrededor de su cintura, enviándolo más profundamente en su interior. Ella se estremeció.
Él casi gimió ante la exquisita sensación.
—¿Te hice daño?
—No.
Pero él sabía que sí, y también sabía que necesitaba más tiempo para adaptarse a su tamaño. Él jamás se había acostado con una virgen, por lo que no sabía, exactamente, cuánto tiempo debería permanecer quieto. No mucho tiempo, esperaba, ya que el sudor ya perlaba su frente y sus músculos le exigían que se moviera. Sus músculos ya pedían más. Pero estaba decidido a terminar tan despacio como había comenzado.
—Avísame cuando estés preparada —gruño él. Sus intenciones se resquebrajaban rápidamente, al igual que su control.
Su aliento soplaba sobre su mejilla. Ella movió las piernas experimentalmente, enviándolo aún más profundo en su interior. El movimiento lo volvió casi loco de deseo. Si ella se arrepentía ahora, si no le decía nada, no estaba seguro de si sería capaz de detenerse.
—¿Nick? —el tono de su voz no presagiaba nada bueno para él.
—¿Si?
—Muévete —dijo.
El temor se apoderó de él, desesperado y doloroso.
—Simplemente dale algo más de tiempo. Te sentirás mejor cuando te acostumbres a mi presencia. Sólo dale tiempo —repitió él casi ferozmente.
—No —ella rió bajito, una risita rica y ronca que fluyó sobre él como la miel espesa y dulce—. No quiero que te alejes. Quiero que te muevas dentro de mí.
La comprensión lo iluminó, y con ello, sus músculos se pusieron en acción. Como una presa que se hubiera desbordado, él se hundió en ella, luego se retiró, una y otra vez, agradeciendo a Elliea por enviarle a esta mujer. En aquel momento, hasta podía habérselo agradecido a Percen. Enganchó sus rodillas con sus brazos, abriéndola más, apretando más contra su centro. Ella ronroneó como un pequeño y dulce gatito.
Él alcanzó entre sus cuerpos y presionó su dedo pulgar en su clítoris. Ella jadeó, gritó. Sintió sus paredes internas apretarse y temblar contra él, y se movió más rápido. Más duro. Más profundo. Sólo cuando oyó que gritaba su nombre se derramó en su interior.
Cuando la última convulsión disminuyó, él permaneció donde estaba, rodeado por su esencia. Con cautela, la miró fijamente. Los ojos de ________ estaban cerrados, y parecía estar dormida. Había sido la más intensa y satisfactoria experiencia de su vida, pero él no tenía fuerzas para meditar el por qué en estos momentos. Por Elliea, ni siquiera estaba seguro de que fuera capaz de moverse alguna vez. De todos modos, no quería aplastar a ________ durante la noche, así que, con cuidado para no despertarla, se inclinó ligeramente a un lado. Al cabo de un rato, sus ojos comenzaron a cerrarse, soñolientos, con los sonidos de su respiración llenándole los oídos.


UN BUEN FINAL NO? :¬w¬:
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Mensaje por Connie Sáb 30 Abr 2011, 1:43 pm

siguela plix new bueno sigela esta superrrrrrrrrr jaja <3
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Mensaje por Femme Fatale Sáb 30 Abr 2011, 2:28 pm

coni_jb escribió:siguela plix new bueno sigela esta superrrrrrrrrr jaja <3

ERES NUEVA????
BUE..SI ES ASI
BIENVENIDA!!!!!!!!!!!!!
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Mensaje por Invitado Sáb 30 Abr 2011, 5:35 pm

haaaaa esta super buena!!!!
Me encanta!!!!
Siguela porfas amo a tu novela!!!! :P
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Mensaje por Invitado Sáb 30 Abr 2011, 5:36 pm

[b] Capitulo!!!
Capitulo!!! Capitulo!!!
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Mensaje por ItsJonasSupport Sáb 30 Abr 2011, 7:12 pm

asdsadsdsa AME EL MARATÓN. <3

NICK ES RE :arre:

HICIMOS COSAS :twisted:

¡SIGUE PRONTO! :B
ItsJonasSupport
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http://twitter.com/sofreakingout

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Mensaje por Faby Evans Jonas Sáb 30 Abr 2011, 9:16 pm

waaooo como la dejas asi!!
siguelaaaa
Faby Evans Jonas
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Mensaje por #Fire Rouge..* Dom 01 Mayo 2011, 2:49 pm

ay tu sabes que amos tus novees plis siguelaasss las dos!!!!
#Fire Rouge..*
#Fire Rouge..*


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Mensaje por SparksFly Dom 01 Mayo 2011, 3:12 pm

Owww, ame el maraton :') sube mas porfavoorx3
SparksFly
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Mensaje por maiih* [: Dom 01 Mayo 2011, 7:10 pm

Ohhhh perdon por no comentar antes u.u pero no me llegaban las notificaciones de esta novela :(
Y woooow esos capitulos estuvieron I n c r e I b l e s!
Siiiguela pronto :)
maiih* [:
maiih* [:


http://www.maiiyvozno.tumblr.com

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Mensaje por Invitado Dom 01 Mayo 2011, 8:09 pm

Porfa otro maraton plis!!!
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Mensaje por Sabri Lun 02 Mayo 2011, 10:26 am

oooh dios mioooo "El Principe De Piedra"  (Nick Y Tu) Adaptacion. - Página 23 167695056

lo hisimosssssssss jajaja :oops:

lindo maratón :)

quiero mas lala :P
Sabri
Sabri


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