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Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
Lía Horan escribió:ilsee escribió:Lía Horan escribió:HOLA !!! bueno primero tengo que decirte que la sigas !!! así que bueno luego, yo tambien tengo mis apatias como el Nialler tambien son muchas tengo k ser cincera pero no tantas, una amo la carne, dos soy claustrofovica y ...bueno siento que me asficio si me tapo hasta las orejas :lloro: luego... tambien soy muuuy perfeccionita y detallista en fin SIGUELA te quiero BYE
Ya la seguí:) jaja yo también me tapo hasta las orejas y amo la carne:3
Debe ser muy feo ser claustrofobica:/
Yo también te quiero,bye:)
YEAH...!!!!! capitulo !!!.... jajajaj ya me lo imagino bañandose así jajajajajajajajajajaja... aun no comento de el otro cap. por que lo quiero leer antes de dormirme :3 ...jajajajajajajaj ame el GIF jajajaj se pasa como no le cae bien el apestosito de Lou tan hermosos el amo este gif ... ajajaja esta lindo buenoa al rato cometo mas BYE te quiero besoste quiere Lía Horan
Jajajajajajaja yo también me lo imagino asi, jajaja Lou es algo raro en esta novela:p
Ahorita la sigo:3
también te quiero:p
ilsee
Re: Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
Capitulo 6 [Excursión al supermercado II]
______ carraspeó, para aclararse la garganta antes de hablar. Después miró al chico que la acompañaba, sosteniendo un bote de mostaza entre las manos mientras leía la etiqueta. Su ridículo traje de chaqueta llamaba tanto la atención dentro del supermercado de una modesta urbanización que todos los clientes se giraban para echarle una detallada ojeada.
—Niall, siento tener que decirte esto, pero deberás darte un poco de prisa con la compra —dijo, cruzándose de brazos a la defensiva—. Sé que te encantaría, pero no podemos acampar y pasar la noche aquí; cierran a las ocho.
—Perfecto. —Sonrió satisfecho—. Entonces aún nos quedan unas horas.
Ella se detuvo y soltó el carrito de la compra en mitad del largo pasillo de salsas.
—¿Te has vuelto loco? —gritó—. Bueno, ¡qué pregunta más estúpida por mi parte!
—Sí, la verdad es que sí —afirmó él, distraído—. ¡Pero cuántos conservantes tiene esto!
—¡Es que siempre has estado loco!
Niall se volvió y la miró con curiosidad.
—Nos conocemos desde hace veinticuatro horas, basurera, así que no entiendo qué quieres decir cuando dices «siempre».
—Esa es la peor parte: recordar que aún nos quedan veintinueve días por delante. Tendré que comprarme pastillas antiestrés o tapones para los oídos.
Niall se encogió de hombros. En realidad le daba igual. Por él como si terminaba metiéndose esas pastillas por vena. Bajo su punto de vista, aquella chica desarreglada cumplía todos los requisitos para terminar muriendo por sobredosis. No le extrañaría en absoluto encontrársela dentro de unos años en cualquier esquina, pidiendo limosna. Limosna que él no le daría, por supuesto.
—Mira, enfermo, tenemos que irnos —se quejó—. No pienso pasar mi primer día de vacaciones en un supermercado. Existen cosas más interesantes en la vida.
—¿Como qué? —Niall alzó una ceja, intrigado. —Oh, ¿es que jamás haces nada divertido?
—Perfecto. —Sonrió satisfecho—. Entonces aún nos quedan unas horas.
Ella se detuvo y soltó el carrito de la compra en mitad del largo pasillo de salsas.
—¿Te has vuelto loco? —gritó—. Bueno, ¡qué pregunta más estúpida por mi parte!
—Sí, la verdad es que sí —afirmó él, distraído—. ¡Pero cuántos conservantes tiene esto!
—¡Es que siempre has estado loco!
Niall se volvió y la miró con curiosidad.
—Nos conocemos desde hace veinticuatro horas, basurera, así que no entiendo qué quieres decir cuando dices «siempre».
—Esa es la peor parte: recordar que aún nos quedan veintinueve días por delante. Tendré que comprarme pastillas antiestrés o tapones para los oídos.
Niall se encogió de hombros. En realidad le daba igual. Por él como si terminaba metiéndose esas pastillas por vena. Bajo su punto de vista, aquella chica desarreglada cumplía todos los requisitos para terminar muriendo por sobredosis. No le extrañaría en absoluto encontrársela dentro de unos años en cualquier esquina, pidiendo limosna. Limosna que él no le daría, por supuesto.
—Mira, enfermo, tenemos que irnos —se quejó—. No pienso pasar mi primer día de vacaciones en un supermercado. Existen cosas más interesantes en la vida.
—¿Como qué? —Niall alzó una ceja, intrigado. —Oh, ¿es que jamás haces nada divertido?
______ murmuró algo por lo bajo, irritada. Se despidió de Niall indicándole que le esperaría en las cajas y le dejó a solas en mitad del pasillo. Aguardó mientras observaba cómo una muchacha rubia cobraba la compra de los clientes sin demasiada amabilidad. Desesperada, terminó rezando y pidiendo que Niall llegara pronto. Si no lo hacía, pensaba marcharse sin miramientos; poco le importaba lo mucho que su madre la reñiría. En todo caso, lo único que la asustaba levemente era que la señora Tomilson la castigara sin salir con sus amigos, teniendo en cuenta que acababan de empezar las vacaciones.
Media hora después, el inglés apareció por el pasillo de la derecha, con el carro repleto de comida como si se acabase de declarar la tercera guerra mundial y tuviesen que recolectar suministros para medio continente americano. _______ le miró intrigada.
—¿Se puede saber cómo vamos a pagar todo eso? —preguntó, señalando las extrañas hamburguesas sin carne, algo que le pareció totalmente contradictorio.
—¿Es que tu madre no te ha dado dinero? —Niall se encogió de hombros.
—Sí, pero lo que me ha dado no llega para pagar todas estas pijerías —se quejó, consternada—. Vuelve a dejarlas en su sitio —añadió, al tiempo que reparaba en un desagradable trozo de queso sin sal que yacía al lado de un paquete de algas marinas ricas en vitaminas.
Niall la miró hosco, sin ninguna intención de devolver nada a su lugar.
—Pues ve al banco a sacar dinero —le ordenó, con aire diplomático.
—Pero ¿qué demonios te has creído? ¡No somos ricos, no podemos permitirnos todos estos caprichos, somos una familia de clase media!
—No hace falta que medio supermercado se entere de vuestra situación económica. A nadie le interesa —objetó, ante los gritos de ______.
La muchacha respiró hondo, intentando calmarse. Era agotador mediar con aquel imbécil. Se armó de paciencia, procurando que entrase en razón.
—El problema es que no tenemos suficiente dinero —dijo, hablando claro, despacio y alto—. Así que algo tendremos que hacer.
Él la miró sin comprender. En la vida de Niall jamás se había presentado ningún contratiempo que tuviese que ver con el dinero. Nunca le habían negado nada, mucho menos si se trataba de comida, algo absolutamente necesario para vivir. Por lo tanto, la familia Tomilson le estaba negando la vida.
Suspiró, frustrado.
—Le pediremos a la chica de la caja que sea solidaria con nosotros —concluyó, sonriente.
—Pero ¿tú en qué mundo vives? —______ le miró extrañada—. Aquí nadie regala nada. Tienes que pagar todo lo que compras.
Niall, pensativo, observó a la muchacha rubia de la caja. ______ siguió el eje de su mirada, advirtiendo a dos chicas de su edad, de aspecto delicado, que cuchicheaban con la vista clavada en el inglés.
—Te están mirando fijamente —objetó ______, extrañada. Él sonrió ampliamente, mostrándole su blanca dentadura. —Claro que me miran, todo el mundo lo hace.
—¿Qué?
—Es por mi cara —dijo señalándose el rostro—. Siempre les resulto atractivo.
—Estás demente.
Niall, con gesto seductor, les guiñó uno ojo a ambas jóvenes, que terminaron riendo tontamente mientras se ruborizaban. ______ pestañeó, sorprendida. No comprendía que alguien tan insoportable como él pudiese resultar atractivo. Le miró fijamente, intentando encontrar aquel punto de belleza. Sí, bueno, tenía el cabello de un rubio dorado; bien, aquello podía pasar por aceptable. Lo ojos también, azules. Su forma de mirar anunciaba a leguas de distancia que era un cabrón en toda regla. Y, supuso, aquello solía atraer a chicas de cabeza hueca. Resopló, molesta por la repentina atención que había despertado el inglés.
—No es momento para firmar autógrafos —le indicó, señalando el abarrotado carro de la compra—, tenemos problemas más serios de los que ocuparnos.
Él enarcó una ceja, divertido.
—¿Estás celosa?
______ sintió verdaderas ganas de estrangularle, de apretar con fuerza aquel delicado cuello de cisne señorial. Le dirigió una mueca burlona.
—¿Es que existe alguna razón por la cual pueda sentir celos? ¿Celos de qué, exactamente? ¿De tener que convivir bajo el mismo techo que un pirado? No, te aseguro que no —puntualizó—. Si ahora mismo esas chicas me diesen tres dólares por ti, te vendería sin lugar a dudas.
Niall sobreactuó haciéndose el dolido, abriendo desmesuradamente los ojos al tiempo que se llevaba una mano al corazón.
—¿Tres dólares? ¿Eso crees que valgo? —protestó.
Ella sonrió de lado, satisfecha.
—No es lo que vales tú, idiota, cobraría tres dólares porque te vendería con el traje incluido. Y, ciertamente, tiene pinta de ser caro.
Los fulminantes ojos azules de Niall se convirtieron en dos pequeñas rendijas brillantes. Aquel punto irónico de ______ no le había gustado en absoluto. Lo consideraba bueno, sí, era una magnífica salida. Y eso, obviamente, desestabilizaba la situación. Suspiró, con una idea divagando en la cabeza.
—Es una pena que no pueda decir lo mismo de ti —musitó, con falso gesto apenado—. No podría venderte, tendría que regalarte. Dudo que nadie fuese a darme nada por tu ropa. Es más, dudo que nadie aceptase mi regalo, por mucho que insistiese. Yo no lo haría si estuviese en su pellejo.
______ cerró con fuerza los ojos, tranquilizándose mentalmente. No soportaba más el simple hecho de oír su suave vocecilla inocente. Se apartó el pelo de la cara, abrumada, antes de volver a señalar por cuarta vez consecutiva el carrito de la compra.
—Tenemos que pagar eso, desgraciado —le recordó.
—¿«Tenemos»? —Simuló mirar a su alrededor—. Querrás decir «tienes que pagar».
—¿Qué? ¡Pero si has sido tú quien ha cogido todo lo que hay ahí dentro!
Las dos muchachas que minutos atrás miraban embelesadas a Niall ahora se habían girado, y prestaba mayor atención a la situación, como si se tratase de un culebrón.
—Pero ¿a mí qué me estás contando? —Él se encogió de hombros—. Tú madre te ha responsabilizado a ti de comprar la comida, yo solo te acompañaba. Si no has sabido apañártelas no me eches ahora la culpa. —Sonrió malévolo—. Va siendo hora de que empieces a madurar, ______.
Le miró anonadada. Estaba de broma, ¿no? Porque, de no ser así, terminaría por volverse loca. Algo se encogió en su estómago cuando volvió a recordar que todavía le quedaban veintinueve días por delante junto a Niall. Era la peor de las pesadillas.
—¿No llevas nada de dinero encima? —preguntó; comenzaba a sentirse débil y maltrecha. Tenía ganas de llorar, pero logró reponerse alzando con firmeza el rostro, orgullosa.
—No. Absolutamente nada. Cero.
—Genial. —Suspiró pesadamente.
Entonces se acercó decidida hasta el carrito de la compra, se lo arrebató a Niall de las manos y se dirigió hacia los pasillos del supermercado.
—Pero ¿qué haces? —preguntó él, atónito.
—Ya que tú no quieres colaborar, lo haré sola: voy a dejar toda esta mierda light en su lugar —anunció satisfecha.
Él la alcanzó corriendo. Extendió las manos frente a ella para impedirle avanzar.
—¡No lo harás, rata inmunda! —masculló con voz áspera.
—Ya lo creo que sí. —______ comenzó a silbar animadamente con la finalidad de sacar de quicio al joven.
Cogió un cogollo de lechuga y, tras leer la enorme etiqueta en la que se especificaba que había sido cultivada en un invernadero ecológico, la dejó en el estante con el resto de las lechugas.
—¡No! —gritó él, llevándose las manos a la cabeza.
—Tranquilo, sobrevivirás sin tu lechuga.
Niall lo recogió y la siguió contrariado, sosteniendo el cogollo entre las manos como si fuese un bebé recién nacido que necesitase mimos.
—¡Está bien! Iré al banco —dijo al fin, rindiéndose ante la satisfecha risita de ______—. Yo pagaré la compra.
—Así me gusta. —Ella asintió orgullosa—. Veo que vas mejorando.
ilsee
Re: Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
Capitulo 7 [Viaje en limusina]
Desgraciadamente, de camino a casa, Niall vislumbró el enorme cartel de una pequeña tienda donde anunciaban la fabulosa oferta de cuarenta Tupperware por cien dólares.
—Entremos —ordenó.
—¡Tú estás pirado! —se quejó ______, cargada con gran cantidad de bolsas. Tenía los dedos entumecidos por el peso y le dolían las manos.
—Luego cogemos un taxi —objetó él, al tiempo que sus correspondientes bolsas en mitad de la calle—. Necesito esos envases para administrar mi comida.
—¡No, no hagas eso Niall, por Dios! —gritó ______, pero fue demasiado tarde. Él le había sacado varios metros de distancia y se dirigió a una velocidad descomunal hacia la tienda, como si fuese una droga para él.
Salió poco después, cargado con dos cajas de cartón y una estúpida sonrisilla surcando su rostro. Gracias a la compra de última hora, llegaron a la conclusión de que no podían continuar su camino con quince bolsas de comida y aquellas enormes cajas de cartón que parecían a punto de reventar.
—Pero ¿qué has hecho, estúpido?
Él la miró con una cara extraña: algo de pena mezclada con un deje de profunda satisfacción.
—He visto la oferta y no he podido resistirme —explicó él, orgulloso—, además, ¿dónde piensas que va a caber toda esta comida? Claro, ¡es verdad! Podríamos utilizar tu cuarto como despensa, yo creo que hasta parecería más ordenado; y como el suelo es tu ropero, el armario queda completamente libre para guardar alimentos —dijo, con gesto reflexivo imitando a uno de aquellos filósofos de la Ilustración.
—¡No puedo creer que estés hablando en serio! —explotó ella—. Eres tú quien ha ocupado mi casa, un inquilino indeseable. Lo más normal sería que utilizases tu habitación, y vaciases tu ridículo armario lleno de cajas de bastoncillos para los oídos, cremitas para la cara y potingues y medicamentos varios —replicó ______.
Niall abrió la boca para protestar, pero ella le interrumpió dirigiéndole una mirada que cortaba la respiración.
—Cogeremos el autobús —anunció ______ dirigiéndose hacia la parada que tenían a apenas tres metros de distancia.
—¿El autobús? —preguntó Niall intrigado.
—Sí, ese coche grande, con ruedas, que lo maneja un conductor... —explicó ______.
Niall sonrió orgulloso.
—¡Ah! Yo tengo uno de esos, pero nosotros lo llamamos «limusina» —aclaró contento.
______ le miró consternada. ¿De verdad Niall hablaba en serio? ¿Era cierto que jamás había entrado en un supermercado y ni siquiera tenía claro lo que era un autobús? ______ preguntaba en qué mundo se habría criado aquel excéntrico muchacho; desde luego, en ninguno demasiado realista. Decidió aprovechar aquella oportunidad.
—¡Oh, sí, sí! Es eso, una especie de limusina, pero más popular —le dijo, deseosa de ver su reacción cuando el autobús parase frente a ellos.
—¿A qué te refieres con eso de «más popular»? —Niall frunció el entrecejo, inseguro.
—¡Ya lo verás! —Sonrió ella malévola—. ¡Mira, ahí llega!
Niall observó la enorme limusina que se acercaba hacia ellos, abrumado por la emoción. Aquella era más grande que la que él utilizaba para acudir cada día a sus clases en Londres. Soltó un silbido de asombro, sonriente. Entonces el majestuoso carruaje frenó secamente frente a ellos, y comenzó a distinguir algunas cabecillas curiosas que se asomaban por las ventanas. Gente desconocida.
—Pero ¿qué coño...?
—¡Vamos, sube!
Siguió a ______, consternado.
—¡Dios mío, es el Apocalipsis! —gimió en cuanto puso un pie en el autobús. Agarró a ______ de la manga de la chaqueta y tiró de ella insistentemente. Después reaccionó y la soltó asqueado—. Yo prefiero ir andando.
Ella sonrió ampliamente, tras dejar las bolsas de la compra en el suelo mientras comenzaba a abrir su colorido monedero de tela. Dejó caer tres dólares en la repisa del conductor.
—De ningún modo —objetó—, la culpa es tuya por decidir comprar cien Tuperwares.
—Siempre podría devolverlos...
______ se volvió, dándole la espalda al conductor.
—Mala suerte, ya he pagado los billetes.
—¿Y a mí qué me importa? Eres tú quien ha perdido dinero estúpidamente.
Las puertas del autobús se cerraron con un sonido chirriante y esponjoso. El conductor se puso en marcha dirigiéndole media sonrisa.
—Lo siento muchacho —le dijo al tiempo que se encogía de hombros—, las mujeres mandan.
—Esto no es una mujer —le corrigió Niall, señalando a ______.
—Pero ¿cómo te atreves?
______ le habría abofeteado gustosamente de no ser porque sus manos estaban ocupadas sosteniendo las enormes bolsas de la compra.
—Solo te mantengo en contacto con la realidad.
—Te diré una cosa, Niall —puntualizó _______, enfadada—. Puede que no sea la chica más guapa del mundo...
—No, no lo eres, desde luego.
—... pero comprendo el significado de la palabra «respeto», algo que tú desconoces.
Niall parpadeó con indiferencia.
—Bien, quédate con tu respeto —farfulló—. Yo prefiero quedarme con las mujeres guapas.
—Eres un ignorante sin remedio —concluyó ella—. Me das pena.
—¡Oh, no sé si podré soportarlo! —exclamó burlón, y se llevó una mano al pecho dramatizando exageradamente.
—Que te den.
______ echó a andar hacia el interior del autobús, mientras oía al fondo las carcajadas del conductor. Estaba tremendamente cabreada. Y lo estuvo aún más cuando distinguió las coquetas miradas que le dirigían al idiota de Niall un grupo de chicas apoyadas en el cristal derecho del autobús.
—Ciegas... —susurró ella por lo bajo.
Él buscó su mirada antes de contestar.
—¿Ciegas? —Sonrió ampliamente—. Querrás decir afortunadas. Afortunadas por poder gozar de mi exquisito rostro.
______arrugó la nariz, molesta.
—Tú jamás te has puesto delante de un espejo, ¿verdad? Él sacudió las manos, despreocupado.
—¿Para qué iba a hacerlo? No lo necesito —aclaró—. Puedo ver mi reflejo en las reacciones satisfechas de todos los que me rodean.
Ella pestañeó más de lo necesario, intentando asimilar sus palabras. Se preguntó si estaría bromeando, pero Niall tenía el rostro serio aunque levemente tenso mientras miraba a su alrededor.
—Oye, aquí hay muchos gérmenes... —murmuró—. No me gusta esta limusina, la mía es mejor.
—Sujétate o te caerás cuando frene —le avisó ella, girándose hacia la ventanilla con la intención de ignorarlo. 38
El inglés farfulló algo.
—Pero ¿qué dices? Estas barras de metal han sido tocadas por muchas personas. No pienso posar mis delicadas manos sobre ellas —Alzó una mano frente al rostro de ______—. ¿Ves? Mi madre siempre me ha dicho que tengo dedos de pianista.
—Tu madre miente.
—¿Por qué iba a hacer algo así?
—Para que te callaras y la dejaras en paz, seguramente —le explicó, todavía enfurruñada—. La gente te cubre de halagos sin ton ni son con la intención de perderte de vista.
—Eso no es cierto. —Sonrió tímidamente—. Yo nunca te he halagado, pero sí deseo que te pierdas de mi vista. Y de la vista del resto del mundo, a ser posible.
______ bufó de forma pesada, cansada de escuchar su voz de algodón, que lograba sacarla de quicio. Entonces el autobús frenó en seco cuando un semáforo se puso en rojo. Niall, que seguía de pie sin sujetarse a nada, se deslizó bruscamente hacia delante, precipitándose sin control sobre el cuerpo de ella, que gimió dolorida cuando se golpeó contra el suelo.
—¡Levanta, imbécil! —ordenó, al tiempo que sacudía el cuerpo del muchacho—. ¿Quieres apartarte?
—¡Por todas las vírgenes, debo estar lleno de microbios! —se quejó él, haciéndose a un lado.
—Espero que te coman vivo.
______ logró levantarse del suelo a duras penas y se frotó la espalda.
—La próxima vez intenta resistir la tentación de tirarte sobre mí. Gracias —aclaró la joven, dolorida.
Niall consiguió ponerse en pie y, tras sacarse un pañuelo blanco de tela del bolsillo, comenzó a sacudirse las ropas, como ejecutando una especie de ritual para invocar al demonio. Ella le observó aterrorizada.
—¿Quieres dejar de hacer eso? Todo el mundo nos está mirando.
—Nunca me ha molestado que la gente me mire, al contrario —explicó él—, resulta satisfactorio ver sus brillantes ojitos de deseo.
La chica tosió, y dio un paso atrás; intentaba fingir que el rubio del pañuelo no era su acompañante ni tenía ningún tipo de relación con ella. Desgraciadamente, le era del todo imposible e inhumano no advertirle.
—¡Quieres cogerte a la barra de una maldita vez!
Él negó con la cabeza.
—Lo que necesito es sentarme —objetó, cual consejero de la Corte. Entonces se giró hacia una anciana enclenque y le dirigió una mirada acusadora y penetrante, como queriéndole decir que aquel era su sitio. Reservado. ______ le dio un suave puntapié.
—Deja de mirarla así, ¿es que no tienes vergüenza?
Niall carraspeó y se acercó al oído de ______, que percibió su aroma cítrico y mentolado.
—Es que no es justo. Yo tengo una vida por delante, y esa mujer es obvio que no. Dile que se levante.
______ se volvió de nuevo hacia la ventanilla, anhelando salir de allí y sintiendo cómo algunas lágrimas de pura crispación y rabia se agolpaban en sus ojos. Pestañeó inmediatamente, con lo que logró que ninguna de ellas se derramase.
No podía ser real. Necesitaba cerciorarse de que no era cierto.
—Bueno, ¿piensas decírselo algún día?
—No, claro que no —contestó secamente—. ¿Por qué no te sientas en ese otro sitio? —le preguntó, señalando un asiento libre.
Niall sonrió satisfecho y caminó a trompicones hacia el asiento libre. ______ le siguió: quería perderle de vista, pero temía dejarle solo y que montase algún espectáculo. El inglés extendió su pañuelo blanco sobre la silla antes de sentarse, ante la atónita mirada de todos los pasajeros. A su lado iba una mujer de mediana edad con un niño de apenas un año sentado sobre las rodillas. Niall le dirigió una mirada acusadora al chiquillo, como avisándole de que no quería problemas.
Apenas pasaron cinco minutos cuando una imprevisible ráfaga azotó su nariz. El olor era fuerte e insistente, como si se hubiese sentado al lado de un cesto lleno de huevos podridos. ______ no tuvo tiempo de detenerle cuando Niall giró lentamente la cabeza hacia la distraída mujer.
—Perdone... —le dijo—, pero su hijo huele a materia orgánica sucia. Muy sucia.
—¿Qué? —preguntó la mujer, confundida.
—Excremento —aclaró, tapándose la nariz con los dedos—, desecho, caca, mierda. El niño huele a mierda, señora.
La mujer abrió los ojos, alarmada. ______ bajó la mirada y la clavó en el suelo, deseando que aquel autobús fuese como los coches de los Picapiedra, abiertos, para poder escapar de él. Sentía una vergüenza ajena tan profunda
que no fue capaz de interrumpir la conversación de los otros dos. Sus mofletes se habían tornado de color ciruela.
—¡Es un niño, es normal que pasen esas cosas! —exclamó la madre, que abrazó con más fuerza a su hijo—. Tú también hiciste ese tipo de cosas cuando tenías un año.
Niall sonrió orgulloso, sin dejar de taparse la nariz en ningún momento, de forma que su voz sonaba radiofónica.
—Lo siento, pero eso jamás me ocurrió a mí. Mi asistenta tenía la orden de cambiarme cada media hora —le informó—. Es que, ¿sabe?, mi piel es increíblemente sensible.
—Este chico está pirado... —susurró la madre del niño.
—¡Y que lo diga! —la apoyó ______ que había encontrado el suficiente valor para hablar, abochornada.
Afortunadamente bajaron en la siguiente parada. Niall se levantó al instante, satisfecho de salir del autobús. La mujer, con el niño todavía sobre las rodillas, le dirigió a ______ una mirada caritativa.
—¡Qué Dios se apiade de ti! —le dijo, en referencia a la infinita paciencia de la chica, después de que esta le contase que Niall era su inquilino de intercambio.
—Eso espero —replicó ella, al tiempo que se santiguaba.
Niall bufó exasperado, empujándola del autobús. ______ estuvo a punto de caer sobre un charco del arcén de la carretera, pero él la sujetó del codo.
—Llevas mi comida en tus manos —le dijo—. Así que deja de lanzarte felizmente en busca de microbios.
—¡Me he tropezado!
—Eres pura imperfección.
______ pataleó en el suelo, desesperada. Después le siguió calle abajo; deseando tumbarse en su sofá. Últimamente la idea de dormir se le antojaba el mejor de los planes: era el único momento de calma en su vida. Suspiró agotada, asiendo fuertemente las bolsas con las manos.
ilsee
Re: Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
Waazaa! Soy tu nueva lectora, me llamo Adri :33
Jjajaja "el niño huele a mierda" xdd esa parte me mato lol, me encanta :D Siguela cuando puedas cariño, bye xoxo
Jjajaja "el niño huele a mierda" xdd esa parte me mato lol, me encanta :D Siguela cuando puedas cariño, bye xoxo
Invitado
Invitado
Re: Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
Me encanta esta nove .. Ya l habia leido antes .. pero no con Niall... gracias por adaptarla ..
Anany.padron
Re: Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
яυѕнєя ναмριяє zσмвιє escribió:Waazaa! Soy tu nueva lectora, me llamo Adri :33
Jjajaja "el niño huele a mierda" xdd esa parte me mato lol, me encanta :D Siguela cuando puedas cariño, bye xoxo
Holis Adri, jajaja si Niall es algo grosero en esta novela:l, en un momento la sigo:3:bye:
ilsee
Re: Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
Anany.padron escribió: Me encanta esta nove .. Ya l habia leido antes .. pero no con Niall... gracias por adaptarla ..
Hola, si es muy linda:), pues de nada jaja:3 :bye:
ilsee
Re: Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
Capitulo 8 [Cómo comportarse con desconocidos]
Abigail estrechó al joven en un fuerte abrazo que por poco le deja sin respiración. Se limpió una lagrimilla que le rodaba por la mejilla izquierda y volvió a abrazarle.
—¡Oh, Niall, eres un regalo caído del cielo! —gimoteó con afectación—. Pero ¿cómo se te ocurre pagar la compra?
Logró escapar de los brazos de la señora Tomilson cuando esta se distrajo por el pitido del microondas. Se sacudió la ropa. ______ resopló a su espalda, consternada por el comportamiento nada apropiado de su madre. Se dijo que desde luego no tenía ni idea de con quién estaba hablando: con el demonio. Un demonio despiadado e insufrible.
—He decidido encargarme de la compra durante el mes que pase aquí —informó Niall—. Creo que es lo menos que puedo hacer. Y, como usted sabe que mi alimentación es algo compleja, será mejor que me haga responsable de ella. El supermercado me ha fascinado.
Aquello fue suficiente para Abigail, que parecía a punto de explotar de alegría. Ella prometió darle más presupuesto para la compra semanal y añadió que ______ le acompañaría cada vez que tuviese que salir, sin siquiera preguntar a la aludida.
—¿Sabes? Serías el hombre perfecto para mi hija. —La señora Tomilson señaló a la chica, apoyada en el dintel de la puerta de brazos cruzados—. Es tan desorganizada... tú equilibrarías su desorden.
Niall tosió. ______ también. Se dirigieron una mirada afilada que podría haberse traducido por «Ni en tus mejores sueños seríamos pareja». La madre no pareció reparar en la tensión en los hombros de ambos jóvenes.
—Yo guardaré todo esto —se apresuró a ofrecerse él—. He comprado cien Tuperwares para poder organizar adecuadamente la comida.
—Oh, increíble. Niall, eres increíble...
______ cerró los ojos con fuerza y se largó de la cocina. Si su madre continuaba halagándole de aquel modo, solo conseguiría que su ego aumentase más y más —si es que aquello era humanamente posible—. Tenía que encontrar algún modo de fijar un límite, unas reglas de comportamiento que equilibrasen la situación. Aprovechó el resto de la tarde para darse un baño relajante, ya que supuso que Niall se encontraría ocupado con la distribuciónde los nutrientes por orden alfabético.
Sumergió la cabeza en el agua. Después, cuando salió a la superficie, respiró con fuerza. Tenía ganas de ver a sus amigos. Echaba de menos pasar las tardes sentada en un parque cualquiera charlando. Llevarse a Niall con ella y presentárselo a sus colegas no le hacía ninguna gracia. Temía que acabasen apedreándolo. Aunque Matt, un chico que llevaba tras ella desde que tenían catorce años y que incluso había escrito un libro autobiográfico, se parecía a Niall en ciertos aspectos. Cabía la posibilidad de que se llevasen bien. Por otro lado, también era probable que, tras conocerse, surgiese entre ambos una especie de competitividad: la lucha por el poder de la estupidez.
Se vistió lentamente antes de dirigirse de nuevo hacia la cocina. La nevera estaba repleta de Tupperwares transparentes, amontonados unos sobre otros como si fuesen una exposición de arte moderno. En casi todos ellos estaba escrito el nombre de Niall seguido de una fecha. ______ supuso que había organizado qué comería cada día de la semana siguiente. Y se preguntó cómo alguien podía tener tanta paciencia para administrar al detalle todo aquello. Cerró la nevera bruscamente.
—¿Te gusta cómo ha quedado? —preguntó Niall, al tiempo que se sentaba en una de las sillas.
—Ha quedado ridículo —espetó ______, sirviéndose un poco de café.
—Pero ¿qué dices? Tu madre me ha felicitado varias veces por ello. —Sonrió abiertamente, orgulloso de su hazaña—. Por cierto, me he tomado la molestia de organizar también tu comida. Esta noche te toca ensalada. Ya va siendo hora de que dejes de comer fritos a todas horas —agregó.
______ se atragantó con el café.
—Espero que no estés hablando en serio. No eres nadie para decidir cómo debo alimentarme.
—¡Encima de que me preocupo por ti! Deberías arrodillarte, besar mis pulcros zapatos y agradecérmelo.
—Pero ¿tú quién te crees que eres? ¿El príncipe de Inglaterra?
—No, pero trátame como si lo fuese. Así marcamos nuestras diferencias sociales.
______ arrugó la nariz, furiosa.
—Esta tarde he quedado con mis amigos.
—¿Crees que me importa? Guárdate tus culebrones rosas. —Pestañeó con afectación.
—Debería importarte, Niall, porque vendrás conmigo —le informó, entusiasmada al percibir el sufrimiento que ensombrecía su rostro.
—No se te da nada bien eso de contar chistes.
—Tienes dos opciones —le explicó ______—. Puedes venir conmigo o quedarte en casa con Louis. A solas.
Niall abrió desmesuradamente los ojos.
—Soy joven para morir —dijo—. Ni en broma me quedaría a solas con ese mendigo harapiento. Si llego a saber que conviviría con alguien como Louis habría pedido a mis guardaespaldas que me acompañasen.
______ le miró fijamente, asombrada. Negó con la cabeza, intentando convencerse de que todo aquello no era cierto.
—¿Tenías guardaespaldas en Londres?
—Pues claro, ¿quién si no iba a protegerme? —Se limpió las uñas distraído, observando la perfección de estas bajo la luz que entraba por la ventana de la cocina—. Ellos siempre iban detrás de mí. Y, en casa, se quedaban quietos como estatuas a la espera de recibir mis órdenes.
—Empiezo a comprender de dónde viene tu estupidez —objetó ella, consternada al escuchar todo aquello—. Creo que tus padres te han malcriado.
—¿Mis padres? —Niall la miró sin comprender—. Casi nunca están en casa; así que no han tenido la oportunidad de malcriarme. Pero no importa, tengo a todo un equipo profesional bajo mi supervisión. Son realmente eficientes, tendrías que verlos algún día.
—No sabes la ilusión que me hace —terció ella irónica, poniendo los ojos en blanco.
—Tranquila, era un decir, por pura cortesía. —Sonrió—. Tú jamás pondrás un pie en mi mansión. Antes de que entrases, soltaría a los perros y terminarías corriendo calle abajo como una punki cualquiera.
______ resopló, se terminó el café y dejó la taza en la pila con un golpe seco. Niall la señaló.
—¿Es que no piensas fregarla? —preguntó consternado.
—No, lo haré más tarde —respondió ella mientras se abrochaba la chaqueta.
—Pero si la dejas ahí demasiado tiempo se llenará de moho —explicó Niall sin dar su brazo a torcer—. Y los bichos acudirán a ella.
—¡Límpiala tú si tanto te importa!
—Lo siento, yo jamás he hecho eso. —Sonrió y se levantó—. Mis manos no están preparadas para enfrentarse a cualquier jabón doméstico. Tengo la piel sensible.
______ se llevó una mano a la frente.
—¡Ya me lo has dicho un millón de veces! —gritó cabreada—. Y no me importa en absoluto cuán sensible llegue a ser tu piel. —Negó con la cabeza en silencio—. ¡Dios mío! Seguro que incluso utilizas toallitas de bebé para limpiarte el culo. Si es que no se encarga de eso alguna de tus criadas.
Él asintió lentamente.
—Sí, has acertado. Es curioso. Me lo limpio con toallitas de bebé con olor a lavanda —detalló—. Deberías probarlas. He traído unos veinte paquetes, seguro que me sobrará alguna. Ya verás qué bien huelen.
—Pero ¿tú de dónde has salido? ¿Me puedes decir quién es el malvado ser que te ha metido tantas tonterías en la cabeza?
—Nadie. Yo solito.
—Imposible. Esas cosas no nacen de uno mismo —replicó ella, y casi sintió pena por Niall—. La gente no tiene esos instintos hipocondríacos.
—¿Qué tiene de malo?
—¡Todo! No se puede vivir así; estás totalmente limitado.
—______, a ti te limita tu cara frente a la sociedad y, ¿ves?, no es ningún problema. Incluso diría que pareces ligeramente feliz. Obviamente eres un ser demasiado conformista para mi gusto, pero...
—Basta. De verdad. No me interesa seguir escuchando tus tonterías. Es hora de irnos.
Niall la siguió hasta la calle. Se preguntaba si los amigos serían mucho peor que ella. No estaba seguro de cómo debía comportarse. Hasta el momento jamás había conocido a nadie fuera de su acomodado colegio, donde todos seguían su mismo estilo de vida. Temía encontrarse con varios clones de Louis, rodeándole sin piedad. Se frotó las manos, temeroso de tener que enfrentarse ante lo desconocido. No le gustaba aquello de no llevar las riendas de la situación. Mientras que en su casa había sido todo un rey, allí el nivel había bajado al de patético príncipe.
—¡Oh, Niall, eres un regalo caído del cielo! —gimoteó con afectación—. Pero ¿cómo se te ocurre pagar la compra?
Logró escapar de los brazos de la señora Tomilson cuando esta se distrajo por el pitido del microondas. Se sacudió la ropa. ______ resopló a su espalda, consternada por el comportamiento nada apropiado de su madre. Se dijo que desde luego no tenía ni idea de con quién estaba hablando: con el demonio. Un demonio despiadado e insufrible.
—He decidido encargarme de la compra durante el mes que pase aquí —informó Niall—. Creo que es lo menos que puedo hacer. Y, como usted sabe que mi alimentación es algo compleja, será mejor que me haga responsable de ella. El supermercado me ha fascinado.
Aquello fue suficiente para Abigail, que parecía a punto de explotar de alegría. Ella prometió darle más presupuesto para la compra semanal y añadió que ______ le acompañaría cada vez que tuviese que salir, sin siquiera preguntar a la aludida.
—¿Sabes? Serías el hombre perfecto para mi hija. —La señora Tomilson señaló a la chica, apoyada en el dintel de la puerta de brazos cruzados—. Es tan desorganizada... tú equilibrarías su desorden.
Niall tosió. ______ también. Se dirigieron una mirada afilada que podría haberse traducido por «Ni en tus mejores sueños seríamos pareja». La madre no pareció reparar en la tensión en los hombros de ambos jóvenes.
—Yo guardaré todo esto —se apresuró a ofrecerse él—. He comprado cien Tuperwares para poder organizar adecuadamente la comida.
—Oh, increíble. Niall, eres increíble...
______ cerró los ojos con fuerza y se largó de la cocina. Si su madre continuaba halagándole de aquel modo, solo conseguiría que su ego aumentase más y más —si es que aquello era humanamente posible—. Tenía que encontrar algún modo de fijar un límite, unas reglas de comportamiento que equilibrasen la situación. Aprovechó el resto de la tarde para darse un baño relajante, ya que supuso que Niall se encontraría ocupado con la distribuciónde los nutrientes por orden alfabético.
Sumergió la cabeza en el agua. Después, cuando salió a la superficie, respiró con fuerza. Tenía ganas de ver a sus amigos. Echaba de menos pasar las tardes sentada en un parque cualquiera charlando. Llevarse a Niall con ella y presentárselo a sus colegas no le hacía ninguna gracia. Temía que acabasen apedreándolo. Aunque Matt, un chico que llevaba tras ella desde que tenían catorce años y que incluso había escrito un libro autobiográfico, se parecía a Niall en ciertos aspectos. Cabía la posibilidad de que se llevasen bien. Por otro lado, también era probable que, tras conocerse, surgiese entre ambos una especie de competitividad: la lucha por el poder de la estupidez.
Se vistió lentamente antes de dirigirse de nuevo hacia la cocina. La nevera estaba repleta de Tupperwares transparentes, amontonados unos sobre otros como si fuesen una exposición de arte moderno. En casi todos ellos estaba escrito el nombre de Niall seguido de una fecha. ______ supuso que había organizado qué comería cada día de la semana siguiente. Y se preguntó cómo alguien podía tener tanta paciencia para administrar al detalle todo aquello. Cerró la nevera bruscamente.
—¿Te gusta cómo ha quedado? —preguntó Niall, al tiempo que se sentaba en una de las sillas.
—Ha quedado ridículo —espetó ______, sirviéndose un poco de café.
—Pero ¿qué dices? Tu madre me ha felicitado varias veces por ello. —Sonrió abiertamente, orgulloso de su hazaña—. Por cierto, me he tomado la molestia de organizar también tu comida. Esta noche te toca ensalada. Ya va siendo hora de que dejes de comer fritos a todas horas —agregó.
______ se atragantó con el café.
—Espero que no estés hablando en serio. No eres nadie para decidir cómo debo alimentarme.
—¡Encima de que me preocupo por ti! Deberías arrodillarte, besar mis pulcros zapatos y agradecérmelo.
—Pero ¿tú quién te crees que eres? ¿El príncipe de Inglaterra?
—No, pero trátame como si lo fuese. Así marcamos nuestras diferencias sociales.
______ arrugó la nariz, furiosa.
—Esta tarde he quedado con mis amigos.
—¿Crees que me importa? Guárdate tus culebrones rosas. —Pestañeó con afectación.
—Debería importarte, Niall, porque vendrás conmigo —le informó, entusiasmada al percibir el sufrimiento que ensombrecía su rostro.
—No se te da nada bien eso de contar chistes.
—Tienes dos opciones —le explicó ______—. Puedes venir conmigo o quedarte en casa con Louis. A solas.
Niall abrió desmesuradamente los ojos.
—Soy joven para morir —dijo—. Ni en broma me quedaría a solas con ese mendigo harapiento. Si llego a saber que conviviría con alguien como Louis habría pedido a mis guardaespaldas que me acompañasen.
______ le miró fijamente, asombrada. Negó con la cabeza, intentando convencerse de que todo aquello no era cierto.
—¿Tenías guardaespaldas en Londres?
—Pues claro, ¿quién si no iba a protegerme? —Se limpió las uñas distraído, observando la perfección de estas bajo la luz que entraba por la ventana de la cocina—. Ellos siempre iban detrás de mí. Y, en casa, se quedaban quietos como estatuas a la espera de recibir mis órdenes.
—Empiezo a comprender de dónde viene tu estupidez —objetó ella, consternada al escuchar todo aquello—. Creo que tus padres te han malcriado.
—¿Mis padres? —Niall la miró sin comprender—. Casi nunca están en casa; así que no han tenido la oportunidad de malcriarme. Pero no importa, tengo a todo un equipo profesional bajo mi supervisión. Son realmente eficientes, tendrías que verlos algún día.
—No sabes la ilusión que me hace —terció ella irónica, poniendo los ojos en blanco.
—Tranquila, era un decir, por pura cortesía. —Sonrió—. Tú jamás pondrás un pie en mi mansión. Antes de que entrases, soltaría a los perros y terminarías corriendo calle abajo como una punki cualquiera.
______ resopló, se terminó el café y dejó la taza en la pila con un golpe seco. Niall la señaló.
—¿Es que no piensas fregarla? —preguntó consternado.
—No, lo haré más tarde —respondió ella mientras se abrochaba la chaqueta.
—Pero si la dejas ahí demasiado tiempo se llenará de moho —explicó Niall sin dar su brazo a torcer—. Y los bichos acudirán a ella.
—¡Límpiala tú si tanto te importa!
—Lo siento, yo jamás he hecho eso. —Sonrió y se levantó—. Mis manos no están preparadas para enfrentarse a cualquier jabón doméstico. Tengo la piel sensible.
______ se llevó una mano a la frente.
—¡Ya me lo has dicho un millón de veces! —gritó cabreada—. Y no me importa en absoluto cuán sensible llegue a ser tu piel. —Negó con la cabeza en silencio—. ¡Dios mío! Seguro que incluso utilizas toallitas de bebé para limpiarte el culo. Si es que no se encarga de eso alguna de tus criadas.
Él asintió lentamente.
—Sí, has acertado. Es curioso. Me lo limpio con toallitas de bebé con olor a lavanda —detalló—. Deberías probarlas. He traído unos veinte paquetes, seguro que me sobrará alguna. Ya verás qué bien huelen.
—Pero ¿tú de dónde has salido? ¿Me puedes decir quién es el malvado ser que te ha metido tantas tonterías en la cabeza?
—Nadie. Yo solito.
—Imposible. Esas cosas no nacen de uno mismo —replicó ella, y casi sintió pena por Niall—. La gente no tiene esos instintos hipocondríacos.
—¿Qué tiene de malo?
—¡Todo! No se puede vivir así; estás totalmente limitado.
—______, a ti te limita tu cara frente a la sociedad y, ¿ves?, no es ningún problema. Incluso diría que pareces ligeramente feliz. Obviamente eres un ser demasiado conformista para mi gusto, pero...
—Basta. De verdad. No me interesa seguir escuchando tus tonterías. Es hora de irnos.
Niall la siguió hasta la calle. Se preguntaba si los amigos serían mucho peor que ella. No estaba seguro de cómo debía comportarse. Hasta el momento jamás había conocido a nadie fuera de su acomodado colegio, donde todos seguían su mismo estilo de vida. Temía encontrarse con varios clones de Louis, rodeándole sin piedad. Se frotó las manos, temeroso de tener que enfrentarse ante lo desconocido. No le gustaba aquello de no llevar las riendas de la situación. Mientras que en su casa había sido todo un rey, allí el nivel había bajado al de patético príncipe.
ilsee
Re: Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
ajajkds Como me encanta :amor: Jjajajaja Niall me mata de risa xdd como es de pijo lool
Siguela pronto xoxo bye
:bye:
Siguela pronto xoxo bye
:bye:
Invitado
Invitado
Re: Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
Capitulo 9 [Colegas]
En cuanto los vio a lo lejos, Niall reprimió el vehemente impulso de huir. Quería, realmente deseaba desaparecer de allí. En un parque repleto de insectos, donde las abejas zumbaban a su antojo de un lado a otro y los caracoles babeaban la corteza de los árboles, se amontonaba un grupo de seres extraños. Le miraban de forma rara. Le miraban demasiado, a decir verdad; como si le estuviesen estudiando para describirlo después en un importante examen. Asió del codo a ______ y se inclinó para hablarle al oído.
—Dime que esos no son tus amigos —masculló—, dime que solo son un grupo circense que ha decidido descansar un rato antes de marcharse a otra ciudad.
______ sonrió con aire malicioso. Sí, claro que sí: aquellos eran sus amigos. Todavía no habían llegado todos, algunos siempre se retrasaban y no se dignaban aparecer hasta media tarde. Se giró hacia Niall, cuyo rostro estaba ahora pálido, tornándose de un blanco intenso como si estuviese cubierto de deliciosa nata montada.
—Son simpáticos, tranquilo.
—Solo un ciego podría estar tranquilo en estos momentos —añadió él en voz baja. Y, por un instante, deseó ser ciego para no ver a esos elementos.
Llegaron hasta el banco de madera donde todos estaban sentados. A Niall se le ocurrió la estúpida idea de sonreír al máximo, mostrando tensión en la curvatura de los labios. Uno de los chicos, de aspecto macarra, se abrochó la chaqueta de cuero hasta el cuello mientras le echaba al rubio un vistazo rápido, como si estuviera decidiendo si lo mataba allí mismo o esperaba un poco antes del derramamiento de sangre.
—¿Tu amigo nos está enseñando su nuevo blanqueamiento dental o qué?
—Charles, él es Niall, el chico que va a pasar un mes en mi casa —los presentó ______, ignorando el comentario del primero.
—Encantado de conoceros —dijo Niall.
Todos rieron.
—¡Qué chico tan formal! —explotó Cloe, que le dedicó un seductor pestañeo antes de mirar a sus amigos—. No como estos, que solo saben comportarse como animales. Yo también estoy encantada de conocerte, guapo —dijo, y le dio un beso en la mejilla.
Niall torció el rostro dibujando una mueca de asco. ______ se inclinó con disimulo hacia él.
—Como te limpies las mejillas te mato —le advirtió.
Él la miró apenado.
—Por favor, estoy lleno de pintalabios. Haz algo o montaré un espectáculo.
______ aprovechó el hecho de que casi todos sus amigos estaban entretenidos entre ellos para fingir que iba a quitarle una pestaña del ojo con un pañuelo. Hoscamente, le restregó las mejillas y le libró de la pesada carga de gérmenes que tanto le preocupaban. Él sonrió divertido.
—Gracias, sirvienta. Ya puede retirarse —le susurró bromeando.
Ella le fulminó con la mirada, advirtiéndole con antelación de que no estaba dispuesta a soportar sus juegos en ese momento. Niall suspiró y comenzó a aburrirse poco después. Los amigos de ______eran incluso más raros que ella. El tal Charles le miraba francamente mal, como si fuese un estorbo. Otros dos se dedicaban a ignorarlo, hablando entre ellos. El resto eran chicas. Todas ellas le observaban expectantes, haciéndole a ______ preguntas sin sentido sobre él, especialmente Cloe.
—¿Y cómo se lleva con tu hermano? —preguntó una de ellas, Nixie.
—Oh, pues... bien —balbució ______, sin estar segura de qué decir al respecto.
—Hum... —Nixie sonrió, mordiéndose el labio inferior—. ¡Louis es tan sexy!
Niall parpadeó confundido. ¿Aquello era sarcasmo? Estaba a punto de reír tontamente para quedar bien cuando advirtió que el comentario sobre la sensualidad del Mendigo iba en serio.
—Espero que no decida nunca cortarse el cabello, perdería todo su atractivo salvaje —añadió la chica.
—¡Tía, que es mi hermano, córtate! —se quejó ______.
Niall iba a protestar a su vez, diciéndole «¡Tía, no estoy sordo! Y tus comentarios duelen», pero se contuvo. Quería estudiar a aquellos individuos. Eran realmente curiosos, algo estrambóticos también. Rápidamente dejó a un lado al grupo de chicos, que no le hacían ningún caso, y se acercó más a ellas, como un felino sigiloso que acaba de descubrir que la carne existe.
—¿Te está gustando América, Niall ? —le preguntó Cloe, mientras se retocaba el pintalabios, de un rojo ciruela.
—Sí, mucho. El supermercado es genial —contestó.
Cloe lo miró extrañada. Después se sacudió la larga melena rubia hacia atrás con soltura. Niall dedujo que no le llegaba a él ni a la suela de los zapatos en cuanto a elegancia.
—¿Te gustaría venir esta noche a mi casa? —preguntó la chica, sin ningún tipo de vacilación en la voz. Niall tragó saliva despacio, sintiendo cómo el miedo le revolvía el estómago—. He pensado que podríamos reunirnos todos allí, para ver películas y... lo que surja.
«Y... lo que surja.» Niall miró a ______ desesperado, deseoso de que ella le defendiese, ¡tenía que hacer algo! Era demasiado guapo como para pasar desapercibido, eso lo entendía sin problemas. Y lo aceptaba, vaya que sí. Pero, ciertamente, no estaba preparado para enfrentarse a aquella devoradora de hombres, que parecía realmente hambrienta. Tragó saliva despacio.
—No creo. Me gusta acostarme pronto, siempre lo hago —se excusó. Y era cierto.
Cloe sonrió con malicia, Niall lo notó en el brillo inhumano de sus ojos claros, que se encendieron como una linterna en medio de la oscuridad.
—No importa —se acercó más a él—, puedes quedarte a dormir en mi casa si quieres. Mis padres no estarán...
Él palidecía por instantes. ______ le miró divertida, mientras Nixie continuaba halagando al piojoso de Louis. Intentó pensar en algo que lograse fastidiar a las dos chicas: tanto a la insaciable de Cloe como a la idiota de ______, que no se dignaba sacarlo de aquel apuro. Sonrió con gesto malévolo cuando una idea cruzó su mente como una estrella fugaz.
—Si me quedase a dormir en tu casa, ______ se pondría realmente celosa. Es bastante posesiva —explicó, señalando a la aludida, que le miraba con la boca abierta.
_____ apretó los puños con fuerza, furiosa. ¿Cómo podía mentir tan vilmente? ¡Ella hubiese estado encantada de que se quedase a dormir en casa de Cloe! ¡Y no solo un día, sino hasta que tuviese que regresar a Londres, a ser posible! Perderle de vista sería un regalo divino.
—Cloe, no te lo aconsejo —le dijo a su amiga—. Tiene ladillas —añadió.
Niall pensó que iba a desfallecer. ¿Ladillas? Sí, las conocía bien. Había estudiado todas las enfermedades existentes en el mundo por su cuenta con el objeto de evitarlas. Recordó que se trasmitían mediante las relaciones sexuales y le dirigió a ______ una mirada de ternura antes de hablar.
—Me las habrás pegado tú, cariño... —susurró delicadamente.
—¿Ya se acostaron? —preguntó Cloe, visiblemente molesta y decepcionada.
—¡No, claro que no! —se defendió ______, consternada. Aquello estaba yendo demasiado lejos. Los chicos habían dejado de hablar de sus cosas para mirarles, pendientes de la conversación.
—Ahora dice eso —farfulló Niall, mientras negaba con la cabeza con dramatizada indiferencia—. Es curioso. Pero anoche solo decía «Sí, más, sí, sigue».
Los chicos, liderados por Charles, rieron al unísono. Mientras exclamaban «¡Este es de los nuestros!» y se tronchaban a carcajadas. ______ se cruzó de brazos, arrepintiéndose al instante de haber llevado a Niall consigo.
—Solo hubiese dicho esas palabras en otro contexto, como «Sí, más, sí, sigue ahorcándote, imbécil» —aclaró furiosa. Sus ojos destellaban rabia.
Niall se molestó. Deseaba con todas sus fuerzas que ______ quedase mal delante de sus amigos. Se aburría. Y no soportaba que ella le tratase con esa superioridad desmesurada, sin acaeptar cuál era su lugar en aquel dúo. Su lugar era, desde luego, el de más abajo.
—¡Mujeres! ¿Quién las entiende? —añadió Niall, y no supo qué más decir para salir de aquel embrollo.
Charles asintió pensativo, al compás de los otros dos, que parecían imitarle en todo momento.
—Tienes razón, tío, son complicadas, ¿eh? —Le dio una palmada en la espalda.
Niall se encogió de hombros.
Entonces oyó a lo lejos un silbido suave, empalagoso... que le molestó de inmediato. Se giró bruscamente cuando Nixie dijo: «Ahí llega Matt». El susodicho vestía bien. Bastante bien. Llevaba unos vaqueros pulcros, combinados con un suéter marrón, y aun a distancia Niall pudo apreciar la buena calidad del tejido. Frunció el ceño, conforme este se acercaba más, y advertía su cabello castaño, cuidado y repeinado. Se fijó en sus manos, en la perfecta curvatura del corte de sus uñas, en la suave piel de su rostro hidratado, la elegante forma de andar y los danzantes movimientos que le acompañaban descaradamente. Matt no le gustó. Matt era pura competencia. El príncipe falso, de plástico, que pretendía robarle el trono. No estaba dispuesto a permitir que aquello sucediese.
—¿Cómo va todo? —preguntó al llegar, dirigiéndole a ______ una mirada repleta de interés. Interés que ______ no entendió, pero que sí le molestó.
—Bien, tío —dijo Charles—. Oye, mira, este de aquí es Niall, el chico de intercambio que está en casa de ______. Es la monda.
Se dieron la mano. Sus miradas chocaron al instante emanando odio. Odio porque ambos pudieron distinguir la suavidad resbaladiza de las manos del contrario. Niall se cabreó aún más cuando descubrió que Matt llevaba la misma colonia que él: una colonia casi exclusiva que debía pedir por encargo para que se la trajesen desde Francia.
—Me llamo Matt Kresel —saludó el otro, frunciendo el entrecejo—. Quizá me conozcas por mi libro.
—¿Qué libro? —Niall soltó rápidamente su mano. Se limpió en una servilleta.
—¿No te lo ha contado ______? —Se giró hacia ella, que escondió el rostro entre las manos—. He escrito un libro con solo dieciocho años. Tuve una vida difícil, una infancia terriblemente dolorosa —explicó, dramatizando en exceso para el gusto de Niall—. Así que terminé escribiendo mi biografía, que se ha vendido muchísimo y me ha hecho rico.
—Me alegra no ser entonces el único rico de aquí —siseó Niall.
______ resopló. El resto de sus amigos parecían divertidos. Ella había esperado aquello. La competencia por el poder de la estupidez había surgido, desatándose con una ferocidad abrumadora. ______ se pasó una mano por la frente, recordando que lo único por lo que no competirían sería por ella, afortunadamente. Matt llevaba desde los catorce años persiguiéndola e intentando que saliesen juntos, algo a lo que ella se había negado constantemente. Aunque parecido a Niall, era más respetuoso que él. Igual de aristocrático, pero menos espabilado e irónico que el otro.
—No, no lo eres. —Matt sonrió forzado—. Así compartiremos el puesto. Por cierto, ¿cuánto tiempo piensas quedarte en casa de ______?
—Un mes —contestó Niall, incómodo.
—Oh, ¡qué barbaridad! —explotó—. Los intercambios de hoy en día duran demasiado. La educación está fatal. ¿No echarás de menos a tu familia?
—No —respondió el otro, contundente.
—Qué poco sentimental.
—Matt, déjale en paz —dijo ______ para apaciguar los ánimos.
Cloe parecía visiblemente cabreada por no poder seguir hablando con Niall sobre el asunto de dormir en su casa.
—Entonces, ¿vendrás esta noche? —insistió poniendo morritos.
—¿Adónde tiene que ir? —preguntó el recién llegado con curiosidad.
—A mi casa, para ver unas películas —aclaró Cloe, deseosa de que no volviesen a interrumpir su conversación.
—Yo me apunto —contestó Matt, sonriente.
Niall se disponía a responder que no, pero la seguridad de su contrincante le hizo dudar. Miró a ______, quien se encogió de hombros deseando huir de allí.
—Yo también iré —contestó entonces, alzando la cabeza con orgullo—. Con ______ —añadió. Y sonrió tímidamente al notar el malestar en el rostro de Matt.
—Gracias por preguntarme si me apetece ir —se quejó ella.
—Oh, vamos, lo pasaremos bien —intervino Charles—. Tiene razón tu amigo, las mujeres son incomprensibles.
Los otros dos asintieron mecánicamente. Cloe se levantó irritada, sacudiendo su melena. Había pensado en una velada íntima con aquel apuesto rubio, no en una reunión de amigotes. Ya se las apañaría para lograr estar a solas con él.
—Podrías invitar a Louis —añadió Nixie.
—Ni lo sueñes —atajó ______molesta—. Seguro que habrá quedado con sus amigos. La semana que viene es su cumpleaños y lo celebraremos en casa; os invitaré a todos. No desesperes, Nixie.
Niall sonrió de nuevo y comenzó a trazar un plan mentalmente para vencer al enemigo. Había descubierto el punto débil de Matt: la indeseable ______.
—Dime que esos no son tus amigos —masculló—, dime que solo son un grupo circense que ha decidido descansar un rato antes de marcharse a otra ciudad.
______ sonrió con aire malicioso. Sí, claro que sí: aquellos eran sus amigos. Todavía no habían llegado todos, algunos siempre se retrasaban y no se dignaban aparecer hasta media tarde. Se giró hacia Niall, cuyo rostro estaba ahora pálido, tornándose de un blanco intenso como si estuviese cubierto de deliciosa nata montada.
—Son simpáticos, tranquilo.
—Solo un ciego podría estar tranquilo en estos momentos —añadió él en voz baja. Y, por un instante, deseó ser ciego para no ver a esos elementos.
Llegaron hasta el banco de madera donde todos estaban sentados. A Niall se le ocurrió la estúpida idea de sonreír al máximo, mostrando tensión en la curvatura de los labios. Uno de los chicos, de aspecto macarra, se abrochó la chaqueta de cuero hasta el cuello mientras le echaba al rubio un vistazo rápido, como si estuviera decidiendo si lo mataba allí mismo o esperaba un poco antes del derramamiento de sangre.
—¿Tu amigo nos está enseñando su nuevo blanqueamiento dental o qué?
—Charles, él es Niall, el chico que va a pasar un mes en mi casa —los presentó ______, ignorando el comentario del primero.
—Encantado de conoceros —dijo Niall.
Todos rieron.
—¡Qué chico tan formal! —explotó Cloe, que le dedicó un seductor pestañeo antes de mirar a sus amigos—. No como estos, que solo saben comportarse como animales. Yo también estoy encantada de conocerte, guapo —dijo, y le dio un beso en la mejilla.
Niall torció el rostro dibujando una mueca de asco. ______ se inclinó con disimulo hacia él.
—Como te limpies las mejillas te mato —le advirtió.
Él la miró apenado.
—Por favor, estoy lleno de pintalabios. Haz algo o montaré un espectáculo.
______ aprovechó el hecho de que casi todos sus amigos estaban entretenidos entre ellos para fingir que iba a quitarle una pestaña del ojo con un pañuelo. Hoscamente, le restregó las mejillas y le libró de la pesada carga de gérmenes que tanto le preocupaban. Él sonrió divertido.
—Gracias, sirvienta. Ya puede retirarse —le susurró bromeando.
Ella le fulminó con la mirada, advirtiéndole con antelación de que no estaba dispuesta a soportar sus juegos en ese momento. Niall suspiró y comenzó a aburrirse poco después. Los amigos de ______eran incluso más raros que ella. El tal Charles le miraba francamente mal, como si fuese un estorbo. Otros dos se dedicaban a ignorarlo, hablando entre ellos. El resto eran chicas. Todas ellas le observaban expectantes, haciéndole a ______ preguntas sin sentido sobre él, especialmente Cloe.
—¿Y cómo se lleva con tu hermano? —preguntó una de ellas, Nixie.
—Oh, pues... bien —balbució ______, sin estar segura de qué decir al respecto.
—Hum... —Nixie sonrió, mordiéndose el labio inferior—. ¡Louis es tan sexy!
Niall parpadeó confundido. ¿Aquello era sarcasmo? Estaba a punto de reír tontamente para quedar bien cuando advirtió que el comentario sobre la sensualidad del Mendigo iba en serio.
—Espero que no decida nunca cortarse el cabello, perdería todo su atractivo salvaje —añadió la chica.
—¡Tía, que es mi hermano, córtate! —se quejó ______.
Niall iba a protestar a su vez, diciéndole «¡Tía, no estoy sordo! Y tus comentarios duelen», pero se contuvo. Quería estudiar a aquellos individuos. Eran realmente curiosos, algo estrambóticos también. Rápidamente dejó a un lado al grupo de chicos, que no le hacían ningún caso, y se acercó más a ellas, como un felino sigiloso que acaba de descubrir que la carne existe.
—¿Te está gustando América, Niall ? —le preguntó Cloe, mientras se retocaba el pintalabios, de un rojo ciruela.
—Sí, mucho. El supermercado es genial —contestó.
Cloe lo miró extrañada. Después se sacudió la larga melena rubia hacia atrás con soltura. Niall dedujo que no le llegaba a él ni a la suela de los zapatos en cuanto a elegancia.
—¿Te gustaría venir esta noche a mi casa? —preguntó la chica, sin ningún tipo de vacilación en la voz. Niall tragó saliva despacio, sintiendo cómo el miedo le revolvía el estómago—. He pensado que podríamos reunirnos todos allí, para ver películas y... lo que surja.
«Y... lo que surja.» Niall miró a ______ desesperado, deseoso de que ella le defendiese, ¡tenía que hacer algo! Era demasiado guapo como para pasar desapercibido, eso lo entendía sin problemas. Y lo aceptaba, vaya que sí. Pero, ciertamente, no estaba preparado para enfrentarse a aquella devoradora de hombres, que parecía realmente hambrienta. Tragó saliva despacio.
—No creo. Me gusta acostarme pronto, siempre lo hago —se excusó. Y era cierto.
Cloe sonrió con malicia, Niall lo notó en el brillo inhumano de sus ojos claros, que se encendieron como una linterna en medio de la oscuridad.
—No importa —se acercó más a él—, puedes quedarte a dormir en mi casa si quieres. Mis padres no estarán...
Él palidecía por instantes. ______ le miró divertida, mientras Nixie continuaba halagando al piojoso de Louis. Intentó pensar en algo que lograse fastidiar a las dos chicas: tanto a la insaciable de Cloe como a la idiota de ______, que no se dignaba sacarlo de aquel apuro. Sonrió con gesto malévolo cuando una idea cruzó su mente como una estrella fugaz.
—Si me quedase a dormir en tu casa, ______ se pondría realmente celosa. Es bastante posesiva —explicó, señalando a la aludida, que le miraba con la boca abierta.
_____ apretó los puños con fuerza, furiosa. ¿Cómo podía mentir tan vilmente? ¡Ella hubiese estado encantada de que se quedase a dormir en casa de Cloe! ¡Y no solo un día, sino hasta que tuviese que regresar a Londres, a ser posible! Perderle de vista sería un regalo divino.
—Cloe, no te lo aconsejo —le dijo a su amiga—. Tiene ladillas —añadió.
Niall pensó que iba a desfallecer. ¿Ladillas? Sí, las conocía bien. Había estudiado todas las enfermedades existentes en el mundo por su cuenta con el objeto de evitarlas. Recordó que se trasmitían mediante las relaciones sexuales y le dirigió a ______ una mirada de ternura antes de hablar.
—Me las habrás pegado tú, cariño... —susurró delicadamente.
—¿Ya se acostaron? —preguntó Cloe, visiblemente molesta y decepcionada.
—¡No, claro que no! —se defendió ______, consternada. Aquello estaba yendo demasiado lejos. Los chicos habían dejado de hablar de sus cosas para mirarles, pendientes de la conversación.
—Ahora dice eso —farfulló Niall, mientras negaba con la cabeza con dramatizada indiferencia—. Es curioso. Pero anoche solo decía «Sí, más, sí, sigue».
Los chicos, liderados por Charles, rieron al unísono. Mientras exclamaban «¡Este es de los nuestros!» y se tronchaban a carcajadas. ______ se cruzó de brazos, arrepintiéndose al instante de haber llevado a Niall consigo.
—Solo hubiese dicho esas palabras en otro contexto, como «Sí, más, sí, sigue ahorcándote, imbécil» —aclaró furiosa. Sus ojos destellaban rabia.
Niall se molestó. Deseaba con todas sus fuerzas que ______ quedase mal delante de sus amigos. Se aburría. Y no soportaba que ella le tratase con esa superioridad desmesurada, sin acaeptar cuál era su lugar en aquel dúo. Su lugar era, desde luego, el de más abajo.
—¡Mujeres! ¿Quién las entiende? —añadió Niall, y no supo qué más decir para salir de aquel embrollo.
Charles asintió pensativo, al compás de los otros dos, que parecían imitarle en todo momento.
—Tienes razón, tío, son complicadas, ¿eh? —Le dio una palmada en la espalda.
Niall se encogió de hombros.
Entonces oyó a lo lejos un silbido suave, empalagoso... que le molestó de inmediato. Se giró bruscamente cuando Nixie dijo: «Ahí llega Matt». El susodicho vestía bien. Bastante bien. Llevaba unos vaqueros pulcros, combinados con un suéter marrón, y aun a distancia Niall pudo apreciar la buena calidad del tejido. Frunció el ceño, conforme este se acercaba más, y advertía su cabello castaño, cuidado y repeinado. Se fijó en sus manos, en la perfecta curvatura del corte de sus uñas, en la suave piel de su rostro hidratado, la elegante forma de andar y los danzantes movimientos que le acompañaban descaradamente. Matt no le gustó. Matt era pura competencia. El príncipe falso, de plástico, que pretendía robarle el trono. No estaba dispuesto a permitir que aquello sucediese.
—¿Cómo va todo? —preguntó al llegar, dirigiéndole a ______ una mirada repleta de interés. Interés que ______ no entendió, pero que sí le molestó.
—Bien, tío —dijo Charles—. Oye, mira, este de aquí es Niall, el chico de intercambio que está en casa de ______. Es la monda.
Se dieron la mano. Sus miradas chocaron al instante emanando odio. Odio porque ambos pudieron distinguir la suavidad resbaladiza de las manos del contrario. Niall se cabreó aún más cuando descubrió que Matt llevaba la misma colonia que él: una colonia casi exclusiva que debía pedir por encargo para que se la trajesen desde Francia.
—Me llamo Matt Kresel —saludó el otro, frunciendo el entrecejo—. Quizá me conozcas por mi libro.
—¿Qué libro? —Niall soltó rápidamente su mano. Se limpió en una servilleta.
—¿No te lo ha contado ______? —Se giró hacia ella, que escondió el rostro entre las manos—. He escrito un libro con solo dieciocho años. Tuve una vida difícil, una infancia terriblemente dolorosa —explicó, dramatizando en exceso para el gusto de Niall—. Así que terminé escribiendo mi biografía, que se ha vendido muchísimo y me ha hecho rico.
—Me alegra no ser entonces el único rico de aquí —siseó Niall.
______ resopló. El resto de sus amigos parecían divertidos. Ella había esperado aquello. La competencia por el poder de la estupidez había surgido, desatándose con una ferocidad abrumadora. ______ se pasó una mano por la frente, recordando que lo único por lo que no competirían sería por ella, afortunadamente. Matt llevaba desde los catorce años persiguiéndola e intentando que saliesen juntos, algo a lo que ella se había negado constantemente. Aunque parecido a Niall, era más respetuoso que él. Igual de aristocrático, pero menos espabilado e irónico que el otro.
—No, no lo eres. —Matt sonrió forzado—. Así compartiremos el puesto. Por cierto, ¿cuánto tiempo piensas quedarte en casa de ______?
—Un mes —contestó Niall, incómodo.
—Oh, ¡qué barbaridad! —explotó—. Los intercambios de hoy en día duran demasiado. La educación está fatal. ¿No echarás de menos a tu familia?
—No —respondió el otro, contundente.
—Qué poco sentimental.
—Matt, déjale en paz —dijo ______ para apaciguar los ánimos.
Cloe parecía visiblemente cabreada por no poder seguir hablando con Niall sobre el asunto de dormir en su casa.
—Entonces, ¿vendrás esta noche? —insistió poniendo morritos.
—¿Adónde tiene que ir? —preguntó el recién llegado con curiosidad.
—A mi casa, para ver unas películas —aclaró Cloe, deseosa de que no volviesen a interrumpir su conversación.
—Yo me apunto —contestó Matt, sonriente.
Niall se disponía a responder que no, pero la seguridad de su contrincante le hizo dudar. Miró a ______, quien se encogió de hombros deseando huir de allí.
—Yo también iré —contestó entonces, alzando la cabeza con orgullo—. Con ______ —añadió. Y sonrió tímidamente al notar el malestar en el rostro de Matt.
—Gracias por preguntarme si me apetece ir —se quejó ella.
—Oh, vamos, lo pasaremos bien —intervino Charles—. Tiene razón tu amigo, las mujeres son incomprensibles.
Los otros dos asintieron mecánicamente. Cloe se levantó irritada, sacudiendo su melena. Había pensado en una velada íntima con aquel apuesto rubio, no en una reunión de amigotes. Ya se las apañaría para lograr estar a solas con él.
—Podrías invitar a Louis —añadió Nixie.
—Ni lo sueñes —atajó ______molesta—. Seguro que habrá quedado con sus amigos. La semana que viene es su cumpleaños y lo celebraremos en casa; os invitaré a todos. No desesperes, Nixie.
Niall sonrió de nuevo y comenzó a trazar un plan mentalmente para vencer al enemigo. Había descubierto el punto débil de Matt: la indeseable ______.
ilsee
Re: Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
яυѕнєя ναмριяє zσмвιє escribió: ajajkds Como me encanta :amor: Jjajajaja Niall me mata de risa xdd como es de pijo lool
Siguela pronto xoxo bye
:bye:
Jajaja a mi también, subí otro capitulo :-w-:
Bye, besos.
ilsee
Re: Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
holaa heermosota nueva y fiel lectora mi nombre es Aide y soy mexicana espero q la sigas bgvtjfbgcg muero de ganas por leer mas caps
beno besos nye
beno besos nye
coco horan
Re: Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
Jjajaja Niall que piensas hacer pijo :33 jajja muero de intriga siguela cuando puedas dulzura
Bye xoxo tq
:bye:
Invitado
Invitado
Re: Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
coco horan escribió:holaa heermosota nueva y fiel lectora mi nombre es Aide y soy mexicana espero q la sigas bgvtjfbgcg muero de ganas por leer mas caps
beno besos nye
¡Hola hola! Ahora mismo la seguiré, que bueno que te guste:3
Igual bye:3
ilsee
Re: Besos de Murciélago [Niall Horan & Tu] [Adaptada]
яυѕнєя ναмριяє zσмвιє escribió:
Jjajaja Niall que piensas hacer pijo :33 jajja muero de intriga siguela cuando puedas dulzura
Bye xoxo tq
:bye:
Jajajajaja, ya subire capitulo:3
Asdgafgd dulzura :aah:
Besitos byebye
ilsee
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