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My Favorite Mistake - Nicholas Jonas & TU - (Adaptación) - TERMINADA!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: My Favorite Mistake - Nicholas Jonas & TU - (Adaptación) - TERMINADA!
awww regrese!!!
Lo siento por no pasarme antes
pero es que no tuve internet por tres dias :lloro:
Estaba desesperada!! Me iba cortar las venas con una galleta de animalito :wut:
Me encanto!! Nicholas es tan dfghjks
Ya rayiz hasle caso :aah:
Cuales son sus secretos de la rayiz y Nick!!??
Mase y Darah!! :ilusion: que lindo!!
Siguela!!
Lo siento por no pasarme antes
pero es que no tuve internet por tres dias :lloro:
Estaba desesperada!! Me iba cortar las venas con una galleta de animalito :wut:
Me encanto!! Nicholas es tan dfghjks
Ya rayiz hasle caso :aah:
Cuales son sus secretos de la rayiz y Nick!!??
Mase y Darah!! :ilusion: que lindo!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: My Favorite Mistake - Nicholas Jonas & TU - (Adaptación) - TERMINADA!
Yupii!!! Ese Nick es todo un lpquillo!!
Me encanta!!
Ya quiero poder estar bien con Nick pero por terca tomará más
tiempo!
Siguelaa!!
Me encanta!!
Ya quiero poder estar bien con Nick pero por terca tomará más
tiempo!
Siguelaa!!
Pamm Jonas
Re: My Favorite Mistake - Nicholas Jonas & TU - (Adaptación) - TERMINADA!
chelis escribió:Vio morir a alguien cercano a el?????........ O se culpa por algo relacionado con un amigo o familiar??????.... Y ______!!!!!!..... Si que esta en un aprieto!!.... Pero mejor espero a que subas el otrooo caaaapiiiiisss
Estas muy cerca de la verdad! :fiu:
Pronto descubrirás lo que es! :)
Nos estamos leyendo! *.*
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: My Favorite Mistake - Nicholas Jonas & TU - (Adaptación) - TERMINADA!
nickelen escribió:Jodete Niick!eres tan sexy!!;) hhahah q?? ya sabremos pronto el secreto del Nicho?? espero que sii....siguelaaaaa eesto se esta poniendo cada vez mejor!!;)
Lo sé, el Nicholas es PERFECTO! :(L):
Sip, pronto descubrirás que esconde el Nicho! :sad:
Nos estamos leyendo! *.*
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: My Favorite Mistake - Nicholas Jonas & TU - (Adaptación) - TERMINADA!
chelis escribió:Otroooooo
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: My Favorite Mistake - Nicholas Jonas & TU - (Adaptación) - TERMINADA!
aranzhitha escribió:awww regrese!!!
Lo siento por no pasarme antes
pero es que no tuve internet por tres dias :lloro:
Estaba desesperada!! Me iba cortar las venas con una galleta de animalito :wut:
Me encanto!! Nicholas es tan dfghjks
Ya rayiz hasle caso :aah:
Cuales son sus secretos de la rayiz y Nick!!??
Mase y Darah!! :ilusion: que lindo!!
Siguela!!
:) Que bueno que ya estás acá!
OMJ! Que mal, JAJAJ me imagino, es lo peor estar sin internet! :sad:
El Nicholas es PERFECTO!
Bueno los dos han tenido que pasar por un montón de cosas!
:sad: :sad: :sad: :sad:
Ya verás!
Sip, ellos son geniales juntos también!
Nos estamos leyendo! *.*
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: My Favorite Mistake - Nicholas Jonas & TU - (Adaptación) - TERMINADA!
Pamm Jonas escribió:Yupii!!! Ese Nick es todo un lpquillo!!
Me encanta!!
Ya quiero poder estar bien con Nick pero por terca tomará más
tiempo!
Siguelaa!!
JAJAJAJJA sip el es un loquillo! xD
Pero aún así PERFECTO!
Nos estamos leyendo! *.*
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: My Favorite Mistake - Nicholas Jonas & TU - (Adaptación) - TERMINADA!
• CAPITULO 8 (Parte 1) •
Nicholas y yo apenas nos vimos por el resto de la semana. Asumí que fue a pasar el rato a casa de Mase, pero no sabría decirlo con seguridad porque apenas me había dirigido veinte palabras. Cuando venía y dormía en el apartamento, siempre llegaba cuando ya estaba inconsciente y se marchaba antes de que despertara.
No sabía cómo lo hacía, pero era como una sombra, escabulléndose para entrar y salir.
Cuando lo veía, pretendía no verme. Darah y Renee lo notaron, pero después de hacer averiguaciones, las cuales Nicholas y yo, ambos negamos, dejaron de preguntar.
La tarde del viernes llegó finalmente, y con ella mi cita con Marissa.
Tuve que esperar diez minutos enteros antes de que Marissa abriera la puerta y me llamara. Su oficina estaba desagradablemente ordenada y podría haber sido una viva imagen de lo que una oficina administrativa debería lucir con una lámina genérica de acuarela y los carteles de motivación. Agg.
Ajustó sus gafas sobre la nariz antes de sentarse detrás de su escritorio, ordenando su reposamuñecas distraídamente.
Todo sobre ella dictaba orden: su cabello corto, impecable camisa y expresión plana.
—Así que, ¿qué puedo hacer por ti, ____(tn)? Dijiste que tenías problemas con uno de tus compañeros de piso. —Se inclinó hacia adelante, apoyando sus brazos sobre el escritorio.
Le ofrecí el resumen, dejando fuera muchas de las cosas que Nicholas había hecho. No repetía lo que dijo palabra por palabra.
—¿Te hace sentir incómoda? ¿Has intentado hablar con él al respecto?
—Sí, lo he hecho —dije. Su expresión había sido nula mientras le contaba mi lamentable historia, y podía ver que esto iba a ser un callejón sin salida. Podía sentirlo. Pero tal vez, estaba siendo pesimista.
—¿Has recurrido a tu administrador de residencia? Siempre están disponibles para hablar o discutir disputas, y han sido entrenados en cómo ayudar en esas situaciones. —Era como golpear mi cabeza contra una pared de ladrillo.
—Realmente esperaba que esto pudiera ser simplemente resuelto, teniendo en cuenta que fue un error desde el comienzo.
—Bueno, realmente no hay nada que podamos hacer en este momento. A menos que haya una emergencia, tenemos que mantener lugares disponibles para aquellos que realmente los necesitan. Suena como si fuera más un problema de personalidades. Recomendaría que tuvieras algún tipo de mediación con el administrador de la residencia y puedes volver a verme en unas pocas semanas, ¿de acuerdo?
Quería decir con todas mis ganas, “¿Hablas jodidamente en serio?” pero no me hubiese ayudado para nada.
—Entonces, ¿no hay nada que usted pueda hacer?
—No, a menos que haya una amenaza directa. ¿Te ha amenazado? No tengas miedo de hablar.
Lo pensé durante medio segundo, pero sabía que decirle que Nicholas me había amenazado, lo metería en problemas y podría ser echado del campus. La seguridad del campus se vería envuelta y hasta podría ser arrestado. Por mucho que la imagen de Nicholas en la cárcel me divertía, no podía ser la que lo pusiera allí si de verdad no se lo merecía. Teniendo en cuenta que fui yo quien en realidad lo había asaltado.
Estaba atrapada.
—No, no lo ha hecho.
—De acuerdo. Aquí tienes mi tarjeta. Nunca dudes en llamarnos si hay alguna emergencia. Pareciera como si ustedes dos sólo necesitasen tener una charla. Haré que su administrador la contacte para organizar algún tipo de mediación. —Se puso de pie y sostuvo su mano frente a mí, efectivamente terminando la cita. No tuve otra opción más que ponerme de pie, tomar su mano y marcharme con su tarjeta apretada en mí mano.
Qué maldita pérdida de tiempo.
No sabía por qué había esperado algo más. En una universidad de alrededor de 12.000 estudiantes no licenciados, yo era un número. Esa era la razón por la que había elegido la universidad de Maine en vez de una más pequeña. Ahora pagaba el precio.
Irrumpí en el apartamento. Darah se había ido a casa por el fin de semana para celebrar el cumpleaños de su mamá, así que ya no estaba.
Renee había tenido una reunión con el grupo de enfermería, así que sabía que si alguien iba a estar en el apartamento, ese era Nicholas.
Intenté golpear la puerta cuando entré, pero fracasé.
—¿Día difícil? —dijo una voz masculina.
Miré hacia el sofá para encontrarlo sentado con su guitarra.
Contuve mi compostura por un segundo.
—Está en marcha —dije, caminando en su dirección, pegando mi mano a su cara—. La apuesta, está en marcha.
Observó mi mano por un segundo y una lenta sonrisa apareció a través de su rostro.
—Una vez que sacudamos nuestras manos, no hay vuelta atrás.
Asentí, pero alejé mi mano antes de que pudiera tocarme.
—Tiene que haber algunos parámetros. Toda esta cosa de amar y odiar no puede ser probada. Te dije que te odiaba y te golpeé, pero no me creíste. Si digo que te amo ahora mismo, no me creerías. Así que, ¿cómo lo medimos?
—Es más difícil decir que amas a alguien, que lo odias. Así que tienes que decir las palabras. Y tienen que ser verdaderas.
—¿Cómo sabrás que son verdaderas?
Se encogió de hombros.
—Lo sabré. Tú lo sabrás.
—¿Y la parte del odio?
—Sabré que me odias cuando lo vea en tu mirada. Lo he visto antes y lo sabré.
—Entonces, tú vas a determinar esto. ¿No tengo voz en el asunto?
—No estoy forzándote a aceptar esto. Puedes llamar a la residencia y decir que te estoy acosando sexualmente. Me arrastrarán a una charla disciplinaria y probablemente me echen de la escuela. Puedes hacerlo ahora mismo. Pero no vas a hacerlo.
—No puedo —dije. Por mucho que lo pusiera fuera de mi vida—. Eres un imbécil, pero no eres eso. Si lo fueras, me hubiese deshecho de ti tan rápido que tu cabeza hubiese dado vueltas.
—Exactamente. No eres una chica que soporta cualquier cosa. Puedes cuidar de ti, me lo mostraste la primera noche. Me harás saber cuando haya ido muy lejos.
—Lo haré.
—De acuerdo, entonces.
—Bien —dije, y estrechamos las manos. Intenté liberarme, pero tomó mi mano y me atrajo hasta chocar con su pecho.
—Así que, aquí estamos. Atascada conmigo hasta Navidad —respiró.
Soltó mi mano y di un paso atrás. No fue fácil de hacer. Mi cuerpo estaba atraído al suyo como los polos opuestos de un imán.
—Crees que eres el que hace mi vida difícil. Pero puedo hacerla mucho peor para ti —dije, sonriendo dulcemente. Sus ojos azules lucían escépticos.
—¿Cómo?
—¿Realmente quieres saberlo? Voy a invitar a un montón de chicas, veremos películas para chicas, hablaremos de nuestros periodos, encenderemos todo tipo de velas aromáticas y probablemente nos quedemos toda la noche despiertas riendo.
—¿Cuándo comenzará la pelea de almohadas desnudas y los besuqueos?
Golpeé su hombro.
—Cerdo, eso no pasa en las pijamadas a no ser que sea una película. Pero Darah, Renee y yo podemos conspirar contra ti. No tienes idea lo terrible que puede ser.
—¿Qué te hace pensar que algo de eso me hace sentir incómodo? —dijo, estropeando mi estímulo del momento por armar un plan contra él.
—Porque todos los hombres huyen cuando las chicas comienzan a hablar de sus ciclos menstruales. Se supone que corras ahora.
Dio un paso más cerca.
—No me molesta.
—Tampón —dije.
Dio otro paso.
—Calambres. Hinchazón. Flujo abundante.
Su pecho casi tocaba mi nariz. Incliné mi cabeza para encontrarme con sus ojos. No pestañeó. Casi podía sentir al algodón de su camiseta en mi piel. Lentamente levantó sus manos y colocó sus pulgares a cada lado de mi rostro.
—Sigue —dijo, levantando mi rostro haciendo que me pusiera de puntillas. Oh, mi Dios.
En ese preciso momento, mi cerebro dejó de funcionar. Dejé de pensar e incluso dejé de intentarlo.
—¿Sin palabras, ____(tn)? —dijo, uno de los lados de su boca alzándose.
Esa sonrisa satisfecha me golpeó de vuelta a la realidad. Lo fulminé con la mirada y me aparté de sus manos. Se rió entre dientes.
—Vas a tener que trabajar muy duro para probar que me odias. Lo otro, tal vez no tanto.
—Eres tan engreído —dije, cruzando mis brazos.
—Y no tienes idea de lo sexy que te ves en este momento, tan enojada conmigo.
Mi boca se abrió. No tenía nada qué decir, así que alcé mi rodilla como si fuera a golpearlo en sus genitales, pero me detuve muy cerca. Fue genial verlo retroceder.
—Ten cuidado con eso —dijo.
Simplemente le sonreí.
—No olvides que tienes algo mucho más valioso que puedo dañar. Sólo recuérdalo.
—¿Cómo podría olvidarlo?
—¿No tienes que estar en alguna parte? ¿Alguna otra chica que objetivar? —pregunté.
—¿Por qué me iría a otra parte teniendo todo lo que necesito aquí?
Iba a hacer un comentario rápido, pero no pude pensar en ninguno.
Me sorprendía que un apuesto chico de veinte años no tuviera planes un viernes en la noche. Pero oye, ¿qué sabía yo?
Nicholas me trató del mismo modo arrogante que había usado los primeros dos días cuando lo conocí, lo cual era un gran cambio de la fría indiferencia. Hizo comentarios que me hubiesen hecho sonrojar hace algunos años. Renee volvió de su reunión y continuó dándome esa mirada cuando él lo hacía. La mirada de te lo dije.
No iba a acostarme con Nicholas. No iba a acostarme con nadie, al menos no ahora mismo. No podía si quiera pensar en sexo sin que mis manos temblaran y mi estómago se diera vuelta.
No tenía problema con otros adultos haciéndolo, pero sabía que el sexo era desordenado. Era complicado y algunas personas lo usaban como un arma. No iba a dejar que jamás me sucediera algo como eso. Si lo hiciera, sería porque quiero. Y no he conocido a nadie que me haga querer hacerlo.
Todavía.
Se quedó despierto hasta tarde la noche del viernes tocando la guitarra. Estaba exhausta de mi fallida cita, así que me fui a la cama. Me preguntó si me importaba si se quedaba despierto y tocaba.
—Haz lo que quieras.
—Eso quisieras —dijo, y tocó un pequeño tema de un comercial.
Jaja. Rodé mis ojos y me tapé la cabeza con las cobijas, como si lo estuviera bloqueando.
—Sabes que te gusta.
Sí, lo hacía. Más de lo que admitiría.
Me dormí con el ruido del rasgueo de la guitarra.
Cuando desperté, él murmuraba otra vez. Hubiera sido completamente adorable si no hubiese estado tan alterado. Consideré despertarlo de nuevo, pero no quería quedar mal. Así que lo dejé continuar y escuché.
—Mami, despierta. Por favor, despierta. —Su voz sonaba asustada.
Miré alrededor y encontré un par de medias que había envuelto en una bola y se las lancé tan fuerte como pude. Golpearon su hombro, pero no lo despertaron. Intenté encontrar algo más. Eché un vistazo alrededor y encontré una percha de metal en la puerta de mi armario. La desarmé y la usé como un palo para pincharlo. Me tomó un par de intentos, pero finalmente se tocó en el lugar donde lo pinchaba.
—¿Qué diablos? —dijo su voz media dormida.
Rápidamente arrojé mi palo y pretendí estar dormida. Lo escuché girarse y pude sentir sus ojos en mí.
—¿Acabas de pincharme?
Decidí fingir no saber nada. —¿Qué? —dije, intentando poner una voz dormida.
—Acabas de pincharme con algo.
—No lo hice. Estaba durmiendo hace un segundo.
—No, no lo estabas. Me pinchabas con ese pedazo de cable en el piso. Muy astuto, ____(tn), pero no soy tonto. —Se levantó, y lo escuché tomar mi aparato para pinchazos.
—Estaba hablando de nuevo, ¿verdad?
—Sí —contesté.
—No me digas lo que dije. Ya lo sé.
—¿Cómo?
—Porque compartía habitación con mi primo cuando crecía y hubo un punto dónde me dijo lo que decía.
—¿Vivías con Mase? —pregunté, girándome. Esa era la primera vez que hablaba de su familia. Era muy temprano para levantarse un sábado por la mañana, pero esto valía la pena. Esta era la primera vez que Nicholas iniciaba una conversación sobre sí mismo sin tener que atacarlo para hacerlo.
—¿Qué sucedió con tus padres? —pregunté con tranquilidad. No quería asustarlo.
Volvió a la cama. Giré sobre mí misma para enfrentarlo. Estaba sentado, su espalda contra la pared con sus piernas en el borde.
—Están muertos. —El aire dejó la habitación y me fue imposible respirar. Fui incapaz de encontrar palabras qué decirle. Nada que yo dijera significaría algo—. Sí, es lo que creí —dijo después de uno momentos de mi silencio.
—Lo siento. Es sólo que no sabía qué decir, no quería decir nada estúpido. Trataba de pensar algo que no fuera estúpido. Supongo que fallé.
Para mi sorpresa, rió.
—No tienes filtro. Es una de las cosas que me gustan de ti. No empieces ahora. Di lo que quieras.
—Diría que es una de las cosas más tristes que he escuchado y que eso explica muchas cosas.
—Sí, lo hace —dijo, mirando sus manos—. Y eres una de las pocas personas que ha dicho lo siento, y realmente le creo. La gente dice cosas que no significan nada todo el tiempo. Es fácil encontrar la mierda.
—Sí, lo es. —Era una descubridora de mierda profesional. Era uno de mis talentos escondidos.
—¿Qué les sucedió?
—Algún día te lo diré —dijo, acariciando la parte de arriba de su cabeza con su mano, como si estuviera tocando su punto de la suerte.
Decidí cambiar de táctica y hacer otra pregunta que me quemaba.
—De acuerdo, entonces cuéntame de tus tatuajes.
—Te dije que no creía en el destino, que creo en la suerte. Así que me dije, ¿por qué no tener toda la suerte que pueda conmigo?
—¿Cuántos tienes?
Giró su brazo y me mostró el siete. —Uno —dijo, y entonces movió su oreja izquierda para que pudiera ver la tinta detrás de ella—. Dos. —Me dio la espalda y apuntó al que se encontraba entremedio de sus omóplatos—. Tres. —Levantó su pie, y me mostró otro que no había visto hasta el momento, una estrella—. Cuatro. —Apuntó al que se encontraba en su pecho—. Cinco. Quiero tener siete para cuando termine, pero sólo los hago cuando es urgente, por esa razón no me he hecho uno en meses.
—¿Qué son? No puedo ver bien desde aquí —dije. No era una táctica para acercarme a su estado desnudo, lo juro.
Se levantó de su cama lentamente y caminó hacia mí. La mirada en su rostro no era confiada. Era abierto, como si me estuviera mostrando una parte de él que raramente compartía. Sabía que este momento era precioso, fácil de romper, como un dedo a través de una burbuja de jabón.
—Este, puedes ver que es un siete, el número de la suerte en varias culturas. Este —dijo, colocando su oreja hacia adelante—, es la herradura estándar. Los marineros las clavaban en los mástiles de sus barcos para ayudarlos a salir del camino de las tormentas.
Me dio su espalda y finalmente pude ver el que estaba allí.
Si no hubiese hecho un proyecto sobre la mitología egipcia en sexto grado, es posible que no supiera que era un escarabajo. Los escarabajos cubrirían sus pieles exteriores, caparazones, y los egipcios veían eso como un símbolo de renacimiento y así creían que los escarabajos eran inmortales.
—Realmente estás mezclando tus mitologías aquí, Jonas.
Me miró sobre su hombro, rodando sus ojos ante el apodo.
—Estoy a favor de la diversificación —dijo secamente.
Salí de la cama para estudiarlo más de cerca. Era hermoso, los colores casi resplandeciendo en su piel. Quién sea que se lo haya hecho, era un artista. Me resistí la urgencia de tocarlo para ver si era real.
—Así que, ahí lo tienes —dijo, girando—. Y luego sólo tengo una pequeña estrella en el pie. Ahí lo tienes, mi historia de tinta. Ahora muéstrame la tuya. —Su boca se alzó a un lado, y el Sr. Arrogante estaba de vuelta. Qué sorpresa.
—Lo siento, hombre, nada para mostrar —dije, saltando a mi cama.
—No preguntaba sobre tus tatuajes, ____(tn). —Se inclinó y apoyó sus manos a cada lado de mis piernas, casi, pero sin tocar mi piel. Incluso cuando no estaba tocándome, mi piel hormigueaba como si lo hiciera.
—¿Por qué Nicholas, estás preguntando ver mis partes íntimas?
—Preguntar es ponerlo leve —dijo, con un pequeño gruñido en su voz.
Las ansias de empujarme hacia el frente y pegar mi cuerpo con el suyo, eran tan fuertes, que tuve que agarrar las sábanas para no hacerlo.
—Sólo estás jugando conmigo —dije, mi voz un poco sin aire, como si hubiese corrido por las escaleras—. Dijiste que no te acostabas con chicas que te gustaban.
—Oh, ____(tn), si sólo supieras —dijo. Lentamente se inclinó hasta que su rostro se encontraba directamente frente al mío, antes de alejarse y salir por la puerta.
Maldito. Maldito él y sus ojos azules, y sus tatuajes interesantes, y su actitud de toma lo que quieras. El hecho de que tenía un pasado trágico solamente agregaba al misterio que era Nicholas Jonas.
No sabía cómo lo hacía, pero era como una sombra, escabulléndose para entrar y salir.
Cuando lo veía, pretendía no verme. Darah y Renee lo notaron, pero después de hacer averiguaciones, las cuales Nicholas y yo, ambos negamos, dejaron de preguntar.
La tarde del viernes llegó finalmente, y con ella mi cita con Marissa.
Tuve que esperar diez minutos enteros antes de que Marissa abriera la puerta y me llamara. Su oficina estaba desagradablemente ordenada y podría haber sido una viva imagen de lo que una oficina administrativa debería lucir con una lámina genérica de acuarela y los carteles de motivación. Agg.
Ajustó sus gafas sobre la nariz antes de sentarse detrás de su escritorio, ordenando su reposamuñecas distraídamente.
Todo sobre ella dictaba orden: su cabello corto, impecable camisa y expresión plana.
—Así que, ¿qué puedo hacer por ti, ____(tn)? Dijiste que tenías problemas con uno de tus compañeros de piso. —Se inclinó hacia adelante, apoyando sus brazos sobre el escritorio.
Le ofrecí el resumen, dejando fuera muchas de las cosas que Nicholas había hecho. No repetía lo que dijo palabra por palabra.
—¿Te hace sentir incómoda? ¿Has intentado hablar con él al respecto?
—Sí, lo he hecho —dije. Su expresión había sido nula mientras le contaba mi lamentable historia, y podía ver que esto iba a ser un callejón sin salida. Podía sentirlo. Pero tal vez, estaba siendo pesimista.
—¿Has recurrido a tu administrador de residencia? Siempre están disponibles para hablar o discutir disputas, y han sido entrenados en cómo ayudar en esas situaciones. —Era como golpear mi cabeza contra una pared de ladrillo.
—Realmente esperaba que esto pudiera ser simplemente resuelto, teniendo en cuenta que fue un error desde el comienzo.
—Bueno, realmente no hay nada que podamos hacer en este momento. A menos que haya una emergencia, tenemos que mantener lugares disponibles para aquellos que realmente los necesitan. Suena como si fuera más un problema de personalidades. Recomendaría que tuvieras algún tipo de mediación con el administrador de la residencia y puedes volver a verme en unas pocas semanas, ¿de acuerdo?
Quería decir con todas mis ganas, “¿Hablas jodidamente en serio?” pero no me hubiese ayudado para nada.
—Entonces, ¿no hay nada que usted pueda hacer?
—No, a menos que haya una amenaza directa. ¿Te ha amenazado? No tengas miedo de hablar.
Lo pensé durante medio segundo, pero sabía que decirle que Nicholas me había amenazado, lo metería en problemas y podría ser echado del campus. La seguridad del campus se vería envuelta y hasta podría ser arrestado. Por mucho que la imagen de Nicholas en la cárcel me divertía, no podía ser la que lo pusiera allí si de verdad no se lo merecía. Teniendo en cuenta que fui yo quien en realidad lo había asaltado.
Estaba atrapada.
—No, no lo ha hecho.
—De acuerdo. Aquí tienes mi tarjeta. Nunca dudes en llamarnos si hay alguna emergencia. Pareciera como si ustedes dos sólo necesitasen tener una charla. Haré que su administrador la contacte para organizar algún tipo de mediación. —Se puso de pie y sostuvo su mano frente a mí, efectivamente terminando la cita. No tuve otra opción más que ponerme de pie, tomar su mano y marcharme con su tarjeta apretada en mí mano.
Qué maldita pérdida de tiempo.
No sabía por qué había esperado algo más. En una universidad de alrededor de 12.000 estudiantes no licenciados, yo era un número. Esa era la razón por la que había elegido la universidad de Maine en vez de una más pequeña. Ahora pagaba el precio.
Irrumpí en el apartamento. Darah se había ido a casa por el fin de semana para celebrar el cumpleaños de su mamá, así que ya no estaba.
Renee había tenido una reunión con el grupo de enfermería, así que sabía que si alguien iba a estar en el apartamento, ese era Nicholas.
Intenté golpear la puerta cuando entré, pero fracasé.
—¿Día difícil? —dijo una voz masculina.
Miré hacia el sofá para encontrarlo sentado con su guitarra.
Contuve mi compostura por un segundo.
—Está en marcha —dije, caminando en su dirección, pegando mi mano a su cara—. La apuesta, está en marcha.
Observó mi mano por un segundo y una lenta sonrisa apareció a través de su rostro.
—Una vez que sacudamos nuestras manos, no hay vuelta atrás.
Asentí, pero alejé mi mano antes de que pudiera tocarme.
—Tiene que haber algunos parámetros. Toda esta cosa de amar y odiar no puede ser probada. Te dije que te odiaba y te golpeé, pero no me creíste. Si digo que te amo ahora mismo, no me creerías. Así que, ¿cómo lo medimos?
—Es más difícil decir que amas a alguien, que lo odias. Así que tienes que decir las palabras. Y tienen que ser verdaderas.
—¿Cómo sabrás que son verdaderas?
Se encogió de hombros.
—Lo sabré. Tú lo sabrás.
—¿Y la parte del odio?
—Sabré que me odias cuando lo vea en tu mirada. Lo he visto antes y lo sabré.
—Entonces, tú vas a determinar esto. ¿No tengo voz en el asunto?
—No estoy forzándote a aceptar esto. Puedes llamar a la residencia y decir que te estoy acosando sexualmente. Me arrastrarán a una charla disciplinaria y probablemente me echen de la escuela. Puedes hacerlo ahora mismo. Pero no vas a hacerlo.
—No puedo —dije. Por mucho que lo pusiera fuera de mi vida—. Eres un imbécil, pero no eres eso. Si lo fueras, me hubiese deshecho de ti tan rápido que tu cabeza hubiese dado vueltas.
—Exactamente. No eres una chica que soporta cualquier cosa. Puedes cuidar de ti, me lo mostraste la primera noche. Me harás saber cuando haya ido muy lejos.
—Lo haré.
—De acuerdo, entonces.
—Bien —dije, y estrechamos las manos. Intenté liberarme, pero tomó mi mano y me atrajo hasta chocar con su pecho.
—Así que, aquí estamos. Atascada conmigo hasta Navidad —respiró.
Soltó mi mano y di un paso atrás. No fue fácil de hacer. Mi cuerpo estaba atraído al suyo como los polos opuestos de un imán.
—Crees que eres el que hace mi vida difícil. Pero puedo hacerla mucho peor para ti —dije, sonriendo dulcemente. Sus ojos azules lucían escépticos.
—¿Cómo?
—¿Realmente quieres saberlo? Voy a invitar a un montón de chicas, veremos películas para chicas, hablaremos de nuestros periodos, encenderemos todo tipo de velas aromáticas y probablemente nos quedemos toda la noche despiertas riendo.
—¿Cuándo comenzará la pelea de almohadas desnudas y los besuqueos?
Golpeé su hombro.
—Cerdo, eso no pasa en las pijamadas a no ser que sea una película. Pero Darah, Renee y yo podemos conspirar contra ti. No tienes idea lo terrible que puede ser.
—¿Qué te hace pensar que algo de eso me hace sentir incómodo? —dijo, estropeando mi estímulo del momento por armar un plan contra él.
—Porque todos los hombres huyen cuando las chicas comienzan a hablar de sus ciclos menstruales. Se supone que corras ahora.
Dio un paso más cerca.
—No me molesta.
—Tampón —dije.
Dio otro paso.
—Calambres. Hinchazón. Flujo abundante.
Su pecho casi tocaba mi nariz. Incliné mi cabeza para encontrarme con sus ojos. No pestañeó. Casi podía sentir al algodón de su camiseta en mi piel. Lentamente levantó sus manos y colocó sus pulgares a cada lado de mi rostro.
—Sigue —dijo, levantando mi rostro haciendo que me pusiera de puntillas. Oh, mi Dios.
En ese preciso momento, mi cerebro dejó de funcionar. Dejé de pensar e incluso dejé de intentarlo.
—¿Sin palabras, ____(tn)? —dijo, uno de los lados de su boca alzándose.
Esa sonrisa satisfecha me golpeó de vuelta a la realidad. Lo fulminé con la mirada y me aparté de sus manos. Se rió entre dientes.
—Vas a tener que trabajar muy duro para probar que me odias. Lo otro, tal vez no tanto.
—Eres tan engreído —dije, cruzando mis brazos.
—Y no tienes idea de lo sexy que te ves en este momento, tan enojada conmigo.
Mi boca se abrió. No tenía nada qué decir, así que alcé mi rodilla como si fuera a golpearlo en sus genitales, pero me detuve muy cerca. Fue genial verlo retroceder.
—Ten cuidado con eso —dijo.
Simplemente le sonreí.
—No olvides que tienes algo mucho más valioso que puedo dañar. Sólo recuérdalo.
—¿Cómo podría olvidarlo?
—¿No tienes que estar en alguna parte? ¿Alguna otra chica que objetivar? —pregunté.
—¿Por qué me iría a otra parte teniendo todo lo que necesito aquí?
Iba a hacer un comentario rápido, pero no pude pensar en ninguno.
Me sorprendía que un apuesto chico de veinte años no tuviera planes un viernes en la noche. Pero oye, ¿qué sabía yo?
****************************
Nicholas me trató del mismo modo arrogante que había usado los primeros dos días cuando lo conocí, lo cual era un gran cambio de la fría indiferencia. Hizo comentarios que me hubiesen hecho sonrojar hace algunos años. Renee volvió de su reunión y continuó dándome esa mirada cuando él lo hacía. La mirada de te lo dije.
No iba a acostarme con Nicholas. No iba a acostarme con nadie, al menos no ahora mismo. No podía si quiera pensar en sexo sin que mis manos temblaran y mi estómago se diera vuelta.
No tenía problema con otros adultos haciéndolo, pero sabía que el sexo era desordenado. Era complicado y algunas personas lo usaban como un arma. No iba a dejar que jamás me sucediera algo como eso. Si lo hiciera, sería porque quiero. Y no he conocido a nadie que me haga querer hacerlo.
Todavía.
Se quedó despierto hasta tarde la noche del viernes tocando la guitarra. Estaba exhausta de mi fallida cita, así que me fui a la cama. Me preguntó si me importaba si se quedaba despierto y tocaba.
—Haz lo que quieras.
—Eso quisieras —dijo, y tocó un pequeño tema de un comercial.
Jaja. Rodé mis ojos y me tapé la cabeza con las cobijas, como si lo estuviera bloqueando.
—Sabes que te gusta.
Sí, lo hacía. Más de lo que admitiría.
Me dormí con el ruido del rasgueo de la guitarra.
Cuando desperté, él murmuraba otra vez. Hubiera sido completamente adorable si no hubiese estado tan alterado. Consideré despertarlo de nuevo, pero no quería quedar mal. Así que lo dejé continuar y escuché.
—Mami, despierta. Por favor, despierta. —Su voz sonaba asustada.
Miré alrededor y encontré un par de medias que había envuelto en una bola y se las lancé tan fuerte como pude. Golpearon su hombro, pero no lo despertaron. Intenté encontrar algo más. Eché un vistazo alrededor y encontré una percha de metal en la puerta de mi armario. La desarmé y la usé como un palo para pincharlo. Me tomó un par de intentos, pero finalmente se tocó en el lugar donde lo pinchaba.
—¿Qué diablos? —dijo su voz media dormida.
Rápidamente arrojé mi palo y pretendí estar dormida. Lo escuché girarse y pude sentir sus ojos en mí.
—¿Acabas de pincharme?
Decidí fingir no saber nada. —¿Qué? —dije, intentando poner una voz dormida.
—Acabas de pincharme con algo.
—No lo hice. Estaba durmiendo hace un segundo.
—No, no lo estabas. Me pinchabas con ese pedazo de cable en el piso. Muy astuto, ____(tn), pero no soy tonto. —Se levantó, y lo escuché tomar mi aparato para pinchazos.
—Estaba hablando de nuevo, ¿verdad?
—Sí —contesté.
—No me digas lo que dije. Ya lo sé.
—¿Cómo?
—Porque compartía habitación con mi primo cuando crecía y hubo un punto dónde me dijo lo que decía.
—¿Vivías con Mase? —pregunté, girándome. Esa era la primera vez que hablaba de su familia. Era muy temprano para levantarse un sábado por la mañana, pero esto valía la pena. Esta era la primera vez que Nicholas iniciaba una conversación sobre sí mismo sin tener que atacarlo para hacerlo.
—¿Qué sucedió con tus padres? —pregunté con tranquilidad. No quería asustarlo.
Volvió a la cama. Giré sobre mí misma para enfrentarlo. Estaba sentado, su espalda contra la pared con sus piernas en el borde.
—Están muertos. —El aire dejó la habitación y me fue imposible respirar. Fui incapaz de encontrar palabras qué decirle. Nada que yo dijera significaría algo—. Sí, es lo que creí —dijo después de uno momentos de mi silencio.
—Lo siento. Es sólo que no sabía qué decir, no quería decir nada estúpido. Trataba de pensar algo que no fuera estúpido. Supongo que fallé.
Para mi sorpresa, rió.
—No tienes filtro. Es una de las cosas que me gustan de ti. No empieces ahora. Di lo que quieras.
—Diría que es una de las cosas más tristes que he escuchado y que eso explica muchas cosas.
—Sí, lo hace —dijo, mirando sus manos—. Y eres una de las pocas personas que ha dicho lo siento, y realmente le creo. La gente dice cosas que no significan nada todo el tiempo. Es fácil encontrar la mierda.
—Sí, lo es. —Era una descubridora de mierda profesional. Era uno de mis talentos escondidos.
—¿Qué les sucedió?
—Algún día te lo diré —dijo, acariciando la parte de arriba de su cabeza con su mano, como si estuviera tocando su punto de la suerte.
Decidí cambiar de táctica y hacer otra pregunta que me quemaba.
—De acuerdo, entonces cuéntame de tus tatuajes.
—Te dije que no creía en el destino, que creo en la suerte. Así que me dije, ¿por qué no tener toda la suerte que pueda conmigo?
—¿Cuántos tienes?
Giró su brazo y me mostró el siete. —Uno —dijo, y entonces movió su oreja izquierda para que pudiera ver la tinta detrás de ella—. Dos. —Me dio la espalda y apuntó al que se encontraba entremedio de sus omóplatos—. Tres. —Levantó su pie, y me mostró otro que no había visto hasta el momento, una estrella—. Cuatro. —Apuntó al que se encontraba en su pecho—. Cinco. Quiero tener siete para cuando termine, pero sólo los hago cuando es urgente, por esa razón no me he hecho uno en meses.
—¿Qué son? No puedo ver bien desde aquí —dije. No era una táctica para acercarme a su estado desnudo, lo juro.
Se levantó de su cama lentamente y caminó hacia mí. La mirada en su rostro no era confiada. Era abierto, como si me estuviera mostrando una parte de él que raramente compartía. Sabía que este momento era precioso, fácil de romper, como un dedo a través de una burbuja de jabón.
—Este, puedes ver que es un siete, el número de la suerte en varias culturas. Este —dijo, colocando su oreja hacia adelante—, es la herradura estándar. Los marineros las clavaban en los mástiles de sus barcos para ayudarlos a salir del camino de las tormentas.
Me dio su espalda y finalmente pude ver el que estaba allí.
Si no hubiese hecho un proyecto sobre la mitología egipcia en sexto grado, es posible que no supiera que era un escarabajo. Los escarabajos cubrirían sus pieles exteriores, caparazones, y los egipcios veían eso como un símbolo de renacimiento y así creían que los escarabajos eran inmortales.
—Realmente estás mezclando tus mitologías aquí, Jonas.
Me miró sobre su hombro, rodando sus ojos ante el apodo.
—Estoy a favor de la diversificación —dijo secamente.
Salí de la cama para estudiarlo más de cerca. Era hermoso, los colores casi resplandeciendo en su piel. Quién sea que se lo haya hecho, era un artista. Me resistí la urgencia de tocarlo para ver si era real.
—Así que, ahí lo tienes —dijo, girando—. Y luego sólo tengo una pequeña estrella en el pie. Ahí lo tienes, mi historia de tinta. Ahora muéstrame la tuya. —Su boca se alzó a un lado, y el Sr. Arrogante estaba de vuelta. Qué sorpresa.
—Lo siento, hombre, nada para mostrar —dije, saltando a mi cama.
—No preguntaba sobre tus tatuajes, ____(tn). —Se inclinó y apoyó sus manos a cada lado de mis piernas, casi, pero sin tocar mi piel. Incluso cuando no estaba tocándome, mi piel hormigueaba como si lo hiciera.
—¿Por qué Nicholas, estás preguntando ver mis partes íntimas?
—Preguntar es ponerlo leve —dijo, con un pequeño gruñido en su voz.
Las ansias de empujarme hacia el frente y pegar mi cuerpo con el suyo, eran tan fuertes, que tuve que agarrar las sábanas para no hacerlo.
—Sólo estás jugando conmigo —dije, mi voz un poco sin aire, como si hubiese corrido por las escaleras—. Dijiste que no te acostabas con chicas que te gustaban.
—Oh, ____(tn), si sólo supieras —dijo. Lentamente se inclinó hasta que su rostro se encontraba directamente frente al mío, antes de alejarse y salir por la puerta.
Maldito. Maldito él y sus ojos azules, y sus tatuajes interesantes, y su actitud de toma lo que quieras. El hecho de que tenía un pasado trágico solamente agregaba al misterio que era Nicholas Jonas.
:lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro:
Pobre del Nicholas!
Sus papis están muertos! :sad:
& no se imaginan la manera en que murieron!
Disfruten del capi chicas! ;)
Las leo después! *.*
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: My Favorite Mistake - Nicholas Jonas & TU - (Adaptación) - TERMINADA!
jajajajaa la rayiis no se pudo desacer de nicholas!!!!awwwwwww por fin sabemos los de los tatuajes pobre el nicho q?????como murieron??ashhhh ya quiero que la sigaaaaaaaaas sube oro cap xfaaaaaaaaaaaaaaaaaa ;)
nickelen
Re: My Favorite Mistake - Nicholas Jonas & TU - (Adaptación) - TERMINADA!
ENTONCES SI VIO MORIR A SUS PADRES!!!!!..... O LOS DESCUBRIO!!!!!.... PERO EL QUE LOS MATO SERA UN FAMILIAR???? O FUE UNO DE SUS PAPAS Y LUEGO SE MATO????... AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!!
SIIGUEEEE PORFIISSSS!!!!
SIIGUEEEE PORFIISSSS!!!!
chelis
Re: My Favorite Mistake - Nicholas Jonas & TU - (Adaptación) - TERMINADA!
awww me encanta!!!
Nicholas es tan dfhjsksa
Ya quiero que la rayiz le haga caso!
Que le paso a sus papis?!
Siguela!!
Nicholas es tan dfhjsksa
Ya quiero que la rayiz le haga caso!
Que le paso a sus papis?!
Siguela!!
aranzhitha
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