El Círculo {One Direction} |NC|

Sinceramente, el ambiente de Chicago no me gustaba para nada, más aun cuando no había una playa cerca para refrescarme después de todo el calor que había aquel día; pero Helenna insistió en que debíamos venir aquí, dijo que Alexa lo necesitaba.
Si bien sabíamos que no podíamos permanecer más en Los Ángeles, ya sea en la casa de los padres de Stella o en mi cabaña de la playa, porque estaban esa estúpida secta detrás de nuestras cabezas. Tampoco quería que Stella volviera a hacer un espectáculo como el que hizo el otro día cuando sus padres nos revelaron muchas cosas. No la culpaba por su manera de actuar, el libro me había proporcionado información de gran parte de la vida de las chicas, pero no era el momento de andar con sentimientos cuando estábamos en peligro.
El grito de alegría de Alexa me sobresalto, asusto a Elise, quien se estaba enredando entre sus pies y logre sujetarla antes que se diera contra el suelo. La niña sí que podía ser torpe a veces y Alexa una gran infantil.
— ¡¿Qué demonios?! ¡No grites! — exclamo Helenna, tapando sus oídos.
— Pero que estúpida... — murmuro Stella, fulminando con la mirada a Alexa.
Se escuchó un estallido y mi mirada se dirigió hacia una de las mesetas que había en el jardín. Mire mal a Stella ante su descuido.
— Tranquilízate, aun no sabes utilizar bien tus poderes — le regañe, ella solo revoleo los ojos.
Respire profundamente para no empezar una disputa con la pelinegra. No era lo que necesitábamos, estar en contra de una de las otras era suicidio si queríamos seguir sobreviviendo.
Alexa corrió hacia su casa y nosotras la seguimos con pasos lentos, abrió la puerta de la casa y llamo a un tal Trevor y a su abuelo. Sin embargo, sus llamados se vieron callados en cuanto entro completamente. Mire a Helenna, ella mantenía el ceño fruncido y me dirigió una mirada de confusión. Si Alexa se hubiera encontrado con uno de los dos hombres, hubiera gritado tanto que hasta aquí podíamos escuchar su grito.
Mis pies se apresuraron y entre por la puerta de madera casi gastada. No esperaba encontrarme semejante desastre.
—¿Que es todo esto? — susurro Stella, observando con pena todo lo que había delante de nuestros ojos.
La cocina estaba destrozada, cada plato y vaso estaban rotos; los adornos también lo estaban y la mesa en dos. El agua salía por donde se supone que debía haber una canilla. Las paredes estaban golpeadas y sucias. Cuando seguí inspeccionando el lugar, me di cuenta que todo era un caos.
La castaña estaba sentada en el suelo mientras lloraba con la cara enterrada en sus manos. Era extraño verla de esa manera, puesto que Alexa nunca lloraba y siempre trataba de verse lo más feliz posible aun cuando la estábamos pasando terrible.
Un nudo se me hizo en la garganta, pero no me atreví a moverme. La única que lo hizo fue Elise, quien se agacho y la abrazo con fuerza mientras ella lloraba desconsoladamente.
— Sera mejor que revisemos las habitaciones de arriba — dijo Stella, note como le costaba hablar, conmocionada ante la situación del hogar.
— Te acompaño — murmuro Helenna y ambas se dispusieron a subir las escaleras.
Por mi parte, camine hacia la cocina y haciendo uso de mi don comencé a limpiar el desastre que había. Todo aquello que había sido de porcelana vidrio fue colocado en bolsas de basura. Los paquetes de comida también y aquella que había sido sacada de la heladera y desparramada por el suelo. Acomode un par de muebles y comprobé si estaban en condiciones para ser utilizados, por suerte la mayoría si lo estaba y eso me tranquilizo bastante.
Pero mientras ordenaba, también comencé a buscar algún indicio en el que pudiera darme alguna pista. Desafortunadamente, no encontré ninguna y debía revisar por mi propia cuenta las demás partes destrozadas de la casa.
Camine de vuelta hacia la sala y vi que Stella y Elise llevaban a Alexa al piso de arriba. Me sentí triste por ella porque imaginaba lo que había sufrido por volver y ver a sus seres queridos. Habría sido muy duro llegar y ver el basurero que se convirtió su hogar y sin su abuelo y su hermano.
— No hayamos nada en el cuarto de arriba — comento Helenna, colocándose a mi lado con los brazos cruzados — Las habitaciones están intactas, pero se ve que estuvieron revolviendo algunos cajones.
—¿Tienes alguna teoría de quien pudo haber sido? — cuestione. Helenna respira profundo y asiente.
— Esos perdedores y la perra rubia.
Negué con la cabeza y masajee mi barbilla con mis dedos. No, los chicos no podían ser porque habían estado detrás de nosotros como siempre, a menos que hayan hecho esto antes que llegáramos. Además, Harry, Zayn y Perrie estaban con la secta oscura, Louis trabajaba por su cuenta y Liam y Niall eran otro equipo. Era todo tan confuso.
— Creo que se tratan de esas personas que el padre de Stella nos habló, los Mensajeros de la noche.
— Imposible, ellos están en Los Ángeles.
— Nada es imposible, y menos para nosotras— replique — Nosotras no somos normales. Esos tipos y Perrie tampoco, por lo que no podemos ser los únicos con poderes. Además, no me fio que solo tengan una parte de su secta por esa parte. Deben estar en todas las ciudades en que vivimos.
— ¿Entonces que vamos a hacer, maldita sea? — espeto furiosa — Ya no sabemos si Philip es nuestro enemigo o aliado. Tampoco podemos volver a nuestro hogar porque todos estarían en peligro y también nosotras. No tenemos donde ir, Joan. Y lo peor es que no sabemos absolutamente nada porque nos están atacando. Si, el libro, el círculo, nuestro deber. Pero nadie nos dijo cuál era y de qué lado estar.
Helenna le dio un puño hacia un espejo por pura impotencia y furia. Me aterrorice cuando vi su mano sangrar, pero a ella parecía que no le hiciera siquiera efecto. Podía ver como mantenía su mirada hacia el suelo, como si tratara de mirarme para no lastimarme. Y me di cuenta de algo: Helenna había cambiado tanto. Porque no solo se estaba preocupando por ella, bien sabía que no tenía siquiera un lugar para caer muerta, pero si se preocupaba por nosotras y nuestra familia.
Suspire y saque mi pañuelo que mantenía alrededor de mi cuello. Tome la mano de ella, Helenna la quito con brusquedad.
— Solo quiero sacarte los pedazos de vidrio y detener la hemorragia. Te dolerá mucho más si se te infecta.
— No me duele.
Bufe y revolee los ojos.
— No te hagas la fuerte y dame tu mano.
Helenna asintió de mala gana y juntas fuimos hacia un baño que había en la primera planta.


Las cinco estábamos sentadas en los sillones, armando un círculo en ellos. Alexa se había recuperado después del shock y la conmoción que sufrió, se veía más seria, fría y distante, y yo no esperaba menos de su reacción.
Elise había encontrado una nota en la habitación de Alexa y una vez que esta se durmió me la mostro.
"Una vez que pisen esta casa lo sabremos. Solo entonces le daremos un plazo de diez días para prepararse para lo que les espera.
Las esperamos en el cementerio que se encuentra en el sureste a las 00 del décimo día. Esperamos su presencia si es que quieren volver a ver al chico y al viejo.

Mensajeros de la noche."

Eran más de las siete y todas sabíamos que la cuenta regresiva había comenzado desde la mañana. Solo quedaban nueve días para que nos enfrentáramos a esos lunáticos y lográramos rescatar a Trevor y el abuelo. Pero no éramos lo suficientemente fuertes como para lograr vencerlos. La última vez casi nos matan, por eso mismo tenía un plan en mente que todas debían saber.
— Antes que nada, llame a la familia de algunas y les pedí que se fueran de sus hogares — aclare mi garganta e hice omiso a las miradas molestas y de sorpresa— Stella, tus padres estarán a salvo en una de los terrenos que tiene mi padre en Australia. Elise, tu tía estará en Italia una larga temporada. Helenna, no tengo idea donde están tus padres; te pediría el favor de decírmelo en privado para que pueda comunicarme con ellos.
— Ni de chiste.
— Helenna...
—¡No me jodas, Bauer! — grito, cree un campo de fuerza antes que pudiera hacerme daño.
— Por favor, no peleen — intervino Elise. — No es el momento.
— Déjense de joder y sigue hablando Joan — insistió Stella.
Volví a aclarar mi garganta y mire con desaprobación a Helenna.
— Como iba diciendo, sus familias están a salvo, así que no se preocupen de que suceda lo mismo. Debimos haber supuesto que iban a atacarnos por donde más nos duele. Y si, lo lograron. Esto fue una advertencia para todas — deje de hablar por un momento, esperando a que alguna acotara algo; sin embargo, sus expresiones serias me mostraron que esperaba a que continuara y lo hice — Las cosas van a ser más complicadas de ahora en adelante y no quiero que se confíen en nadie. Zayn, Louis, Harry, Liam y Niall son nuestros enemigos como Perrie, como los Mensajeros de la noche e incluso como Philip. No debemos desconfiar de nosotras ni dejarnos llevar o tentar por otra cosa, ¿de acuerdo? Es muy importante para que sigamos con vida.
— ¿Y qué pasa si nos traicionamos entre nosotras? ¿Cómo podemos confiar con el poco tiempo que hemos pasado juntas? —cuestiono Stella.
— Tengo la misma duda, Joan — acoto Helenna — Esto es una completa locura y si sigo con ustedes es porque no me queda de otra.
— Miren, yo tampoco confió en ustedes si soy franca — levante mis manos al aire, librándome de toda culpa por decir aquello — Ninguna nos conocemos tan bien, y solo el tiempo determinara si somos de fiar o no — todas me miraron, incluso Alexa se atrevió a levantar la mirada hacia a mí — No sé si ustedes venderán mi alma al diablo por unas simples monedas, pero me arriesgare a hacerlo. ¿Y ustedes? ¿Me confiarían sus vidas?
Ninguna respondió y no las culpe, porque por más que yo quisiera hacer lo mismo, antes de entregarle mi propia vida a Helenna o Stella, prefería yo misma tirarla por un barranco. Pero ahí estaba yo, tratando de hacerles razonar para que luchemos contra lo que tengamos que luchar. Sin embargo, ninguna parecía querer dar a torcer el brazo esta vez.
— Confió en ti, Joan — la voz dulce y tranquila de Elise me sobresalto.
Mire a la castaña, sostenía una pequeña y tímida sonrisa en su rostro. Le sonreí medianamente y mire hacia a Alexa, quien asentía con la cabeza. Helenna y Stella se miraron entre las dos, desconfiadas de mí y también entre ellas, pero finalmente soltaron un suspiro y terminaron aceptando como todas.
Eso era lo que necesitábamos; el circulo más unido y fuerte.
—Dado que ahora confiaron sus vidas en mí como yo en ustedes — carraspee un poco. Sabía que venía lo difícil — Llame a alguien que me enseño bastante sobre defensa personal y algunos trucos.
— ¿Quién es? ¿Otro raro más? — inquirió Helenna, burlándose obviamente.
— No, solo yo.
Voltee mi cabeza y observe a la mujer que se apoyaba sobre el marco de la puerta. Su estatura era alta y compostura delgada, piel blanca como la nieve y sus facciones del rostro eran preciosas. Su cabello era rojizo y largo hasta debajo de sus codos, mientras que sus ojos eran azules como el mar. Mi tía Jane, la hermana de mi mama, y yo no teníamos nada en común. A ella le gustaba más salir a bailar, conocer hombres, meterse en problemas y beber más de la cuenta. En cambio, yo prefería un buen libro, la compañía de la música clásica y tomar un jugo de naranja antes de ir a dormir. Sin embargo, no cabía duda que ella era la mejor para entrenarnos a usar nuestros poderes, después de todo, gracias a ella había aprendido a dominar los míos.
Jane O'connor tenía el sencillo donde absorber la energía de un ser vivo, pero no solo era sencillo, claro que no; sino que era destructivo para quien tuviera la desgracia de sentir el tacto de sus manos.
Todas me miraron confundidas, no me quedo otra que hacerles de frente lo más seria que pude. Tampoco me agradaba verla y tener que escucharla mandonearnos, creía que suficiente tendrían conmigo, pero no estaba capacitada para enseñarles mejor que ella.
— ¿Y qué esperan, pendejas? ¿Qué les traiga un ponny o algo así? — refunfuño mientras sacaba de su bolsillo un cigarrillo y lo encendía; dio una larga calada y la soltó en brevedad de segundos — A partir de ahora, todo será más difícil.
Como si no lo supiéramos.