We can't hide (Harry Styles)

por **harrystyes** Sáb 04 Mayo 2013, 3:25 pm

Ficha:

Nombre: We can't hide.
Autor: Martina.
Adaptación: No.
Género: Ciencia Ficción y Romance aunque abunda mucho más la Ciencia Ficción.
Advertencias: Puede que haya alguna que otra palabra obscena y procuraré terminar de subirla el mes que viene.
Otras páginas: De momento no.

Hi, Martina's here! Como ya he terminado Desearía ser yo me decidí por crear el tema de esta nueva novela. Antes mencioné que esta novela era como un mashup de varios de mis libros favoritos pero sin quitarle la originalidad del todo. También dije que intentaría terminarla en uno o dos meses como mucho. Lo intentaré con sangre jajaja Procuraré subir un día sí un día no, depende cuantos capítulos tenga ya escritos. Espero que os guste y que disfrutéis con ella como yo en escribirla :(L):

We can't hide

Una luz intensa la ilumina. No sabe de donde procede.

No sabe qué es. No sabe dónde está. Lo aprenderá.

¿Cómo me llamo?

9852, tu nombre humano es Amanda.

¿De dónde provengo?

California, Estados Unidos.

¿Qué edad tengo?

Tienes 17 años humanos.

¿Quién eres tú?

Soy tu protector, Jeff alias 3508.

Amanda tendrá que aprender a vivir entre los humanos después de haber sido programada y así ayudar en la batalla que se probará en los siguientes meses. Su gente ha invadido La Tierra y han venido con un solo objetivo: quedarse con ella.

No todo irá como Amanda y su gente planea.

Amanda deberá aprender a evitar sus recuerdos a toda costa. Nada podrá intervenir en sus planes, o eso es lo que ella cree.

por **Tamara_Horan** Sáb 04 Mayo 2013, 4:02 pm

HOLAAAAAAAAAA, SOY TU PRIMERAA LECTORA, Y COMO NO ME CONOCES ( :fiu: ) Me llamo, wait, ¿como me llamo? Buaf, pos naa' Hi y siguela JA

por **harrystyes** Sáb 04 Mayo 2013, 4:09 pm

Prólogo

Se despierta y lo primero que ve es luz. Luz por todos lados. Cierra los ojos evitándola.
Lo primero que piensa es: '¿Qué soy?'
Inmediatamente obtiene una respuesta: 'Me han programado hace exactamente 42 horas y 27 minutos. Mi nombre es 9852. Mi cuerpo es totalmente nuevo. No sé qué espécimen soy.'
Eso no respondió especifícamente a lo que ella quería saber desde un principio. Intenta de nuevo obtener una respuesta pero no obtiene ninguna.

Tal vez han pasado horas hasta que oye algo, un sonido totalmente nuevo para ella pero que sabe que proviene de su derecha.
Gira la cabeza en un actoreflejo y se encuentra con una figura alta, delgada, unos ojos verdes claros y pelo castaño caoba. Se pregunta cómo es posible que sepa identificar sus tributos pero que no sepa qué es.

La figura se acerca a ella y comienza a palpar delicadamente sus muñecas, sus rodillas y sus sienes.
Quiere decirle que se aparte o ser capaz de moverse para apartarse de sus manos escrutadoras pero no puede. Intenta mover alguna extremidad de pecho para abajo pero nada, no puedo mover nada más que no sea la cabeza.

Una luz blanca —aún más blanca que la luz que la rodea—, se acerca a sus ojos. Al segundo desaparece y al otro vuelve a aparecer.
Parpadea un par de veces y se centra en la figura que ocupa su campo de visión.

Abre la boca con intención de hablar pero nada coherente sale de ella. Ella misma se da cuenta de que balbucea y cierra la boca. Lo intenta una vez más y lentamente logra formar una frase:

—¿Dónde estoy?

El individuo que la examina para de inspeccionarla y la mira a los ojos.
Si no fuera porque no puede sentir nada de pecho para abajo se hubiese estremecido.

—Estás en La Central, lugar donde todos nosotros somos programados e inspeccionados para funcionar bien allá afuera.

—¿Qué quieres decir?

Sigue sin poder hablar correctamente pero está vez las palabras salieron de su boca de una forma mas fluída. Siente extraño el sonido de su propia voz.

—La Tierra, este nuevo planeta en el que habitamos.

—La Tierra —repitió como saboreando las palabras.

—Debo de informarte que me impresiona lo rápida que has sido para comenzar a hablar, de nuevo. Te estarás preguntando muchísimas cosas pero yo no soy el encargado para responderte a eso.

—¿Entonces quién es?

—Tú misma. Todos hemos obtenido las respuestas de nuestras preguntas por cuenta propia. Tu deberás hacer lo mismo.

Parpadea tres veces rápidamente.

—¿Cómo me llamo? ¿Esto puedes respondermelo?

—Sí, Amanda.

Amanda.
Justo en ese instante varias imágenes rápidas pasan por delante de sus ojos y tiene que cerrarlos fuertemente. Ahoga un jadeo y abre los ojos como platos.
Una mano se posa en su hombro e intenta apartarse nuevamente.

—Tranquila. ¿Qué has visto?

Amanda toma un rápido respiro y lo mira.

—No sé. Fueron varias imágenes juntas y no pude distinguir gran parte. Solo recuerdo haber visto varios... individuos en una misma habitación.

—Un recuerdo. Acabas de recordar algún evento de tu pasado.

—¿Un recuerdo? ¿Y cómo sabes que vi algo?

—Debo saber los síntomas que generas, es mi trabajo. Y sí, un recuerdo. Un recuerdo de tu vida anterior.

Amanda no habla durante varios segundos mientras dirige toda la nueva información.

—¿Quién eres?

—Mi nombre es Jeff. Soy tu protector de ahora en adelante hasta que abadones La Central y para eso te quedan varias semanas.

Varias semanas. Amanda siente caerse a pesar de que no puede mover la mayoría de su cuerpo. Se horroriza al pensar en que tendrá que estar semanas así, en ese estado.

—¿Tendré que estar así durante todo ese tiempo?

—No. Dentro de apróximadamente dos días tendrás el control de todo tu cuerpo. De momento estás así porque debo examinarte.

Ella asiente y Jeff sigue examinándola.

A los varios minutos el hombre termina de examinarla y se dirige hacia la puerta por la que entró.

Amanda mira como se va y antes de que salga por la puerta lo llama y él se gira con rostro impasible.

—¿Cómo debo llamarte?

—Puedes llamarme Jeff —responde y la chica nota que hay una nota de suficiencia en su tono de voz.

—De acuerdo. Nos vemos, Jeff.

Jeff asiente y desaparece por la puerta.

Amanda mira hacia el techo que debe medir unos seis metros desde el suelo y nota que de ahí proviene toda la luz blanca que la rodea.

Solos dos días más, dos días y podré moverme libremente.

por **harrystyes** Lun 06 Mayo 2013, 11:08 am

Tamara_Horan escribió:HOLAAAAAAAAAA, SOY TU PRIMERAA LECTORA, Y COMO NO ME CONOCES ( :fiu: ) Me llamo, wait, ¿como me llamo? Buaf, pos naa' Hi y siguela JA

uy quién serás? :fiu: claro que la voy a seguir HahHAHha xx

por **darko.** Lun 06 Mayo 2013, 11:21 am

Hola! Nueva lectora ^^ Me has gustado mucho lo que has subido! Es una idea super y redactas muy bien! Síguela pronto, y pues quiero preguntarte algo... va a estar alguno de los otros chicos? O más bien va a estar Zayn? Si es así y esta libre, me lo dejas? Si no, no hay problema :) igual me ha gustado mucho, espero el próximo capítulo y tu respuesta :)

Pdt. Pásate por mi nove :) :bye:

por **harrystyes** Lun 06 Mayo 2013, 12:36 pm

Laura.est escribió:Hola! Nueva lectora ^^ Me has gustado mucho lo que has subido! Es una idea super y redactas muy bien! Síguela pronto, y pues quiero preguntarte algo... va a estar alguno de los otros chicos? O más bien va a estar Zayn? Si es así y esta libre, me lo dejas? Si no, no hay problema :) igual me ha gustado mucho, espero el próximo capítulo y tu respuesta :)

Pdt. Pásate por mi nove :) :bye:

Hola, bienvenida!
Me alegra que te haya gustado y gracias <3 Intento hacerlo lo mejor que puedo.
Sí, me parece que aparecerán todos y dos o tres van a tener papeles importantes, los demás serán personajes secundarios. Lo siento pero ya tengo a todos los personajes, a parte no necesito a chicas de momento, lo siento :(
Pronto la sigo, puede que más tarde suba. Besos xx!

Y claro que me paso por tu novela :)

por **darko.** Lun 06 Mayo 2013, 1:36 pm

harrystyes escribió:
Laura.est escribió:Hola! Nueva lectora ^^ Me has gustado mucho lo que has subido! Es una idea super y redactas muy bien! Síguela pronto, y pues quiero preguntarte algo... va a estar alguno de los otros chicos? O más bien va a estar Zayn? Si es así y esta libre, me lo dejas? Si no, no hay problema :) igual me ha gustado mucho, espero el próximo capítulo y tu respuesta :)

Pdt. Pásate por mi nove :) :bye:

Hola, bienvenida!
Me alegra que te haya gustado y gracias <3 Intento hacerlo lo mejor que puedo.
Sí, me parece que aparecerán todos y dos o tres van a tener papeles importantes, los demás serán personajes secundarios. Lo siento pero ya tengo a todos los personajes, a parte no necesito a chicas de momento, lo siento :(
Pronto la sigo, puede que más tarde suba. Besos xx!

Y claro que me paso por tu novela :)

Vale, no importa!! :D Y bueno, te espero en mi nove :)

por **harrystyes** Mar 07 Mayo 2013, 3:24 pm

Capítulo 1

Amanda iba caminando en un paso tranquilo debido a que todavía no controlaba bien los movimientos de sus extremidades. Jeff la acompañaba callado y le respondía a cada pregunta que tenía. Hacia exactamente media hora que le habían otorgado el control total de su cuerpo y se sentía eufórica. Visitar La Central era lo mejor que podía hacer ahora que tenía libertad total.

La Central era un lugar impresionante.

Varias plataformas de cristal iban del suelo al techo en forma de escalera y llevaban hasta otros seis pisos que estaban marcados por más cristal y curiosamente, todos los muebles que las componían eran blancos. Amanda pensó que serían oficinas de trabajo y desde donde ella podía ver, ordenadores blancos de última generación se acomodaban en los escritorios correspondientes. Todos los escritorios y ordenadores eran similares, al igual que los archivadores y sillas.

Cientos, tal vez miles de personas vestidas con el mismo uniforme azul, subían y bajaban de un piso al otro. Amanda observó que nunca se llevaban por delante y por eso tenían cada paso calculado. Le sorprendió ver que la mayoría de los compartimentos de trabajos estaban vacíos.

—¿Por qué están los compartimentos vacíos? —le preguntó a Jeff que ya iba a unos pasos más adelante que ella.

—Estamos en la hora de descanso —contestó sin mirarla—. Cosa que yo no tengo —prosiguió para sí mismo pero Amanda pudo escucharlo.

La chica se quedó mirando su espalda con curiosidad.

—¿No te gusta tu trabajo?

—No puedo decir que no me gusta, digamos que no me agrada.

—Es lo mismo —frunció el ceño contrariada.

—Entonces tienes razón, no me gusta.

Amanda no sabía como manejar varias de las emociones que sentía pero sabía que se estaba divirtiendo.

—¿Por qué trabajas como protector, o como quieras llamarlo, si no te gusta?

—Nadie puede elegir en qué trabajar, La Central te envía a una sección determinada.

—¿Hay alguna razón en concreto por la cual La Central elige la sección de cada uno?

—Según los conocimientos que tengas te envían a una sección que más se acerque a dichos conocimientos.

—Para ser protector, ¿qué es lo qué hay que saber?

—Ni idea y me gustaría saberlo —dijo poniendo mala cara y girando a su derecha.

Amanda llegó a su lado unos segundos después y se quedó con la boca abierta.

Esto era igual o más impresionante que las áreas de trabajo.

—Las habitaciones —informó Jeff comenzando a caminar por los largos pasillos que parecían que no tenían fin.

Amanda tuvo que obligar a sus piernas a caminar debido a que no podía dejar de contemplar el techo y el decorado que lo componía. Era imponente, tal vez del siglo XVIII o un poco menos. Observó que las habitaciones tenían decorados rústicos y las áreas de trabajo eran todo contemporáneo y ordenadores de última generación.

Era todo muy diferente.

Caminaron durante unos minutos más, pasando por cientos de puertas de los mismos colores y con diferentes números y al fin Jeff se paró al frente de una puerta en particular.

—Ésta es tu habitación —le informó mientras sacaba de un bolsillo delantero del uniforme una tarjeta.

Se le entregó y ella la observó con curiosidad. Jeff se dio cuenta y se adelantó antes de que ella preguntase.

—Es la llave de la puerta. Sólo podrás abrirla con esta tarjeta.

—¿Desde cuándo se abren las puertas con tarjetas?

Jeff se encogió de hombros.

—Nuevas generaciones, supongo.

Amanda se acercó a la puerta y pasó la tarjeta por una rendija que tenía el tamaño exacto de ésta. Esperó unos segundos y el aparato hizo un sonido de confirmación.

La chica miró a Jeff con curiosidad y a continuación entró a la habitación.

Nuevamente tuvo que evitar abrir la boca de par en par.

Esa no era una habitación normal, era una habitación de palacio. Una cama inmensa de dos plazas ocupaba la mayoría del espacio, las sábanas blancas de satén la cubrían y dejaban ver cuan ordenado era todo. Una cómoda, también blanca, ocupaba una de las esquinas, haciendo juego con las sábanas y las cortinas blancas del ventanal de cristal. Amanda abrió otra puerta que se encontraba al lado de la cómoda y se llevó otra sorpresa: un vestidor del tamaño de la habitación se encontraba detrás de esa puerta. Entró con una cara de admiración y miró todo a su alrededor. Ciento de ropa ocupaba el maravilloso lugar. Amanda pasó la mano delicadamente por unos vestidos colgados y sonrió. Antes de mirar algo en concreto, algo nuevo ya estaba llamando su atención. Se agachó y encontró un estante con tal vez cincuenta pares de zapatos de todo tipo. De hasta zapatos para salir hasta zapatillas de deporte. Todo. Sonrió maravillada y miró a Jeff, que estaba apoyado en el marco de la puerta del armario con las cejas levantadas.

—¿Todo esto es mío? —preguntó levantándose y acercándose a Jeff.

—Parece ser que sí.

Amanda pudo notar que estaba impresionado.

—Yo no tengo uno de estos —prosiguió mirando todo de arriba a abajo.

La chica se encogió de hombros y le sonrió con picardía.

—¿Te importa si te pregunte algo? —le preguntó mientras se acercaba a la cama.

—Ahí ya estás preguntando algo —Jeff se acercó a ella.

Amanda apretó los labios y un brillo divertido asomó sus ojos. Tomó envión y se tiró en la cama en un salto algo desastroso.

—¡Hey! —se quejó con el ceño fruncido.

—Vamos, no seas amargado —le dijo ella sonriendo desde la cama—. Puedes sentarte —señaló con la mano la cama y Jeff algo indeciso se sentó.

—No son así como funcionan las cosas aquí. No puedes comportarte como te plazca.

Amanda parpadeó y suspiró.

—Está bien. Lo siento. Ahora, ¿puedo preguntarte algo?

Jeff puso los ojos en blanco.

—Si no hay mas remedio...

La chica sonrió y entrecerró los ojos un poco, buscando las palabras que quería pronunciar.

—¿Qué edad tienes?

Jeff enarcó las cejas, sorprendido. No se esperaba esa pregunta.

—Veintiuno.

Amanda ladeó la cabeza y lo miró fijamente. No mentía. Mientras lo miraba encontró que tenía un rostro atractivo dentro de lo que cabía. Sus ojos verdes eran lo que más destacaba de su rostro y desprendían amabilidad aunque con ella poco la había usado. Para su sorpresa, Jeff se ruborizó. En un movimiento rápido e algo incómodo para él, se levantó y se quedó mirándola con el rostro impasible.

—Bueno, creo que debería irme —dijo y comenzó a caminar hacia la puerta—. Investiga un poco esto que te han dado tan generosamente y a las dos te quiero en el comedor.

Amanda asintió débilmente y lo vio marcharse.

Se levantó con una sonrisa en la cara y se dirigió al vestidor. No había estado ni veinte minutos en la habitación y ya le encantaba todo. La cama gigante, el vestidor, el baño de cuatro piezas...

Dio un respingo cuando entró al baño y su reflejo estaba observándola. Giró la cabeza y se quedó atónita, mirándose en el espejo y con los ojos abiertos de par en par. Se llevó una mano al cabello de color castaño claro y probó su textura. Era liso con un final algo ondulado. Acto seguido se llevó ambas manos a la cara y se examinó con detenimiento. La boca, los ojos, las cejas, la nariz... las orejas...
Unos ojos grises le devolvían la mirada a todo momento, unos labios carnosos, una nariz respingona... toda su compostura era pequeña. Amanda pensó que apenas pasaría de la altura media en una chica de su edad. Suponiendo la edad que tenía. No pasaría de los dieciocho.

Salió del cuarto de baño y volvió al vestidor. Se miró de arriba abajo, mirando los vaqueros gastados y la camisa blanca sin mangas que le había mandando a poner Jeff y se decidió por cambiarse. Había cientos de modelos de vestidos y no sabía cual escoger. Al final se decidió por uno floreado, de encaje en la cintura y con la falda en forma de campana. Era muy de los años 50 pero le dio igual, le gustaba ese vestido y como le quedaba. Se arregló el pelo un poco con las manos y miró la hora en el reloj que supuso que estaba en la pared. Faltaba nada más que media hora para la comida y Jeff le había dejado muy claro que la quería ahí en punto. Decidió salir antes para examinar el lugar por cuenta propia, sin tener a Jeff detrás diciéndole a dónde ir.

Sentía perderse en esos pasillos tan largos pero a la vez tan estrechos. Cuando pasó delante de una de las tantas habitaciones, una chica, posiblemente de su edad, salió por la puerta y casi se llevan por delante. Amanda se disculpó y la chica la fulminó con la mirada. Frunció el ceño y se quedó mirando su vestimenta. Amanda impasible, continuó caminando hacia el comedor y perdió de vista a la antipática chica.

A los pocos minutos se encontró caminando por la sección de trabajo y no dejaba de impresionarla. Tuvo que hacer memoria para recordar como ir al comedor, cosa que había hecho antes pero que no recordaba. Jeff le había dicho que estaba a unos pocos metros de las habitaciones pero sabía que podía perderse.

De alguna manera consiguió llegar y la boca se le secó cuando vio a el doble de personas que había visto en la sección de trabajo. Intentó avanzar con decisión, buscando con la mirada a Jeff y sin sentirse intimidada.

Jeff levantó la mirada y se encontró con la de Amanda, que iba en su dirección. Frunció el ceño cuando vio el vestido tan extraño que llevaba. Cuando la chica hubo llegado a su lado la llevó con cuidado a una de las cientas mesas que habían en el comedor.

—¿Se puede saber qué llevas puesto? —le preguntó sentándose y Amanda lo imitó.

—Un vestido. Es del vestidor que me han proporcionado.

—Ya veo. Debería haberte avisado de que en las horas de trabajo todos debemos llevar el uniforme.

—Pero yo no trabajo. Todavía.

Jeff torció el gesto y se encogió de hombros.

—Supongo que sí —se levantó—. Disfruta cuanto puedas. De momento, voy a ir a buscar la comida. No se puede elegir, hay que comer lo que ponen.

Amanda vagamente sabía lo que le gustaba así que simplemente asintió con la cabeza y esperó hasta que Jeff volviese con su comida.

En menos de cinco minutos el castaño ya había vuelto con una bandeja llena de palitos de pescado, un cuenco con ensalada, un vaso de agua y pan. Amanda miró la comida con curiosidad y cogió el tenedor. Antes de comenzar a comer, agradeció a Jeff las molestias.

Observó cómo Jeff se sentaba a su lado y levantó una ceja.

—¿Por qué te quedas conmigo? ¿No vas a comer con tus amigos o lo que sea?

—Se supone que soy tu protector, a parte no me gustaría que empezaras tu primer día sola —contestó en un tono neutro mientras bebía de su vaso de agua.

Amanda lo observó con curiosidad, como hacía la mayor parte del tiempo y siguió comiendo.

—Gracias, supongo.

Jeff asintió casi imperceptiblemente.

Mientras Amanda comía, un abrupto de imágenes pasó por su cabeza y tuvo que dejar de masticar. Sintió que se ruborizaba al ver uno de sus recuerdos. Jeff lo notó y la miró.

—¿Un recuerdo?

Amanda asintió y cogió aire.

—Es muy desagradable experimentarlos.

—Lo sé, todos lo hemos experimentado alguna vez. ¿Qué has recordado?

Amanda se ruborizó aún más y negó con la cabeza.

—No querrías saberlo.

El castaño arqueó una ceja y se llevó un trozo de pan a la boca.

—¿Tan malo era?

—No lo sé —se encogió de hombros, sin mirarlo—, supongo que no. Los humanos solían hacer esas cosas.

"Sus manos recorrían todo mi cuerpo. Nuestras respiraciones se mezclaban en una melodía deliciosa y sus labios recorrían mi cuello en una balada lenta. Un suspiro de placer salió por mi boca. Me mordí el labio inferior y me armé de valor para pasar mis manos por su precioso cuerpo. Podía sentir su musculatura debajo de las palmas de mis manos y me daban ganas de besarle por todos lados. Harry jadeó. Sus manos buscaron mi pelo y tiraron dulcemente de él a la vez que su boca buscaba la mía con desesperación."

Jeff asintió impasible y Amanda pudo notar en su cara una nota de ansiedad.

Intentó guardar el recuerdo que la incomodaba tanto y siguió comiendo, intentando entablar una conversación con Jeff sobre su familia, amigos e intereses.

Poco duró. Supo enseguida que Jeff no era un hombre de muchas palabras pero podrían llegar a ser buenos compañeros, tal vez hasta amigos.

- ¡Buenas! Hoy os traigo el primer capítulo <3 Espero que os guste, como siempre :) Dentro de muy poco la cosa comenzará a ponerse interesante, os lo aseguro.
No me gustaría tener lectoras fantasmas :/
Bueno, me voy yendo. Un beso a todas y espero comentarios! xx

por **Tamara_Horan** Mar 07 Mayo 2013, 3:49 pm

OMGGG, CAN U NOT?
Y LA AMANDA, WUT, EL HAROLD, OMG
SIGUELAAAA

por **harrystyes** Jue 09 Mayo 2013, 12:53 pm

Tamara_Horan escribió:OMGGG, CAN U NOT?
Y LA AMANDA, WUT, EL HAROLD, OMG
SIGUELAAAA

I KNOW GURL
POS AHORA NO LA SIGO TSE QUE NOOOO :jajajaj:
KISSES XOXO

por **harrystyes** Dom 12 Mayo 2013, 3:29 pm

Capítulo 2

Una brisa un tanto fresca entraba por su ventana. Amanda se despertó sobresaltada y miró la hora. Maldijo por lo bajo al ver que se había quedado dormida.

Mientras se ponía las zapatillas de dormir, alguien llamó a su puerta. Se apresuró a ponerse las zapatillas y rápidamente cerró la ventana y acto seguido abrió la puerta.

—¿Todavía estás en pijama? —bramó Jeff mirándola de pies a cabeza—. Te dije que te quería preparada a las diez.

Amanda abrió un poco los ojos y se miró de pies a cabeza. Se ruborizó un poco al darse cuenta de que llevaba un pijama que dejaba al descubierto sus piernas.

—Es cierto —accedió suspirando—. Me olvidé de poner el despertador, lo siento.

Miró a Jeff con el ceño fruncido.

—Espera un momento, ¿hay siquiera despertadores aquí?

Jeff ladeó la cabeza como diciendo ''¿Tú qué crees?''

—Está bien, entonces solo me olvidé —la chica caminó con paso enérgico hacia el vestidor y antes de entrar paró para mirar a Jeff—. ¿Vas a esperarme aquí o...?

Jeff abrió los ojos como platos al darse cuenta y carraspeó.

—Sí. Hoy van a enviarte a una sección de trabajo.

—¿En serio? —Amanda ya estaba rebuscando entre los cajones de camisetas cuando oyó de nuevo la voz de Jeff:

—Recuerda que debes llevar el uniforme.

Amanda puso los ojos en blanco y cerró de golpe el cajón. Escuchó una risa ahogada pero la ignoró.

—No sé donde puede estar ese uniforme entre tanta ropa.

En menos de dos segundos Jeff se encontraba en el umbral de la puerta.

—¿Puedo? —preguntó poniendo un pie en el vestidor.

Amanda se encogió y miró como Jeff buscaba entre las paredes.

—¿Se puede saber qué haces? Que yo sepa la ropa está colgada en las perchas.

Jeff la hizo callar y en cuestión de segundos había encontrado una caja fuerte.

—Bingo. Debe estar aquí.

—¿Una caja fuerte? —dijo Amanda acercándose a la pared con el ceño fruncido.

—Aja. Aquí están tus pertenencias de valor.

—Hasta hace un segundo no sabía que tenía pertenencias de valor, ¡vaya!

Jeff la miró con una sonrisita formándose en la cara. Cuando se dio cuenta de ello, la borró enseguida y volvió a tomar la postura dura del principio.

—Es cierto, aquí está el uniforme —comentó Amanda sacando una prenda parecida a un peto azul de la caja fuerte—. ¿Por qué está metido ahí dentro? No creo que nadie quiera robarme un uniforme...

—Cada uniforme lleva un código que demanda a quién pertenece. Son medidas de seguridad que se toman si por casualidad alguien intenta robar tu identidad ¿Entiendes?

Amanda asintió vagamente y esperó cuidadosamente a que Jeff entendiera la indirecta.

—Ah, claro —su voz había crecido una octava.

Jeff salió del vestidor y señaló la puerta de la habitación mientras se pasaba una mano por el pelo algo nervioso.

Amanda le sonrió y asintió. Cerró la puerta del vestidor y prosiguió a cambiarse.

A los pocos minutos había salido con el uniforme que para su opinión le quedaba horrible y se dirigió al baño para intentar hacer algo con su pelo. Decidió recogérselo en una coleta alta. Con eso bastaría.

Al salir de su habitación, se encontró con Jeff apoyado en la pared del frente mirando el suelo. Cuando se encontró con su mirada Jeff sacudió la cabeza.

—Vamos —dijo malhumorado y comenzó a caminar a través del pasillo.

Amanda frunció el ceño al notar su tuno de voz y cerró la puerta detrás suyo.

Tuvo que caminar más rápido de lo habitual para poder alcanzarle.

—¡Hey! ¿Qué ocurre? No voy a poder caminar mucho más rápido con las piernas tan cortas que tengo así que te agradecería que bajaras el ritmo.

Jeff la miró por el rabillo del ojo y de mala gana paró un poco el paso.

—Gracias —susurró Amanda, todavía algo confundida por su comportamiento. No había hecho nada malo, ¿cierto? Tal vez fue porque se quedó dormida...

Nuevos pasillos se abrieron debajo de sus pies y una vez más, Amanda estaba impresionada. Enseguida habían vuelto a lo contemporáneo. Todo era blanco, de hasta la moqueta del suelo, las paredes, las lámparas que colgaban del techo... Amanda observó que no habían muebles en esa estancia.

—¿A dónde nos dirigimos? —preguntó mirando a su alrededor.

—A la sección de trabajo.

—¿Por qué vamos por aquí? —murmuró ladeando la cabeza.

—Porque tengo que llevarte por la parte de atrás. Van a hacerte la prueba inicial —la miró—. Creo ya haber mencionado esta parte.

Amanda le sonrió inocentemente y miró al frente.

—Recuerda lo que te he dicho —Jeff se giró para mirarla duramente—: no te pongas nerviosa, es una prueba muy sencilla y no acabarás lesionada para nada.

Amanda asintió firmemente y se mordió el labio inferior.

—No puedo evitar estar un poco nerviosa.

Jeff la miró fijamente sin decir palabra.

La chica apartó la mirada de él y miró lo que la rodeaba. Parecía que ese lugar estaba compuesto nada más que por pasillos. Se encontraban en un pasillo que parecía no tener fin pero esta vez algo más ancho y una parte de él estaba compuesto por sillas.

Amanda contuvo la respiración cuando vio salir a una chica por las puertas corredizas de cristal con la cara pálida y mirando al frente con los ojos como platos. Tragó saliva cuando la reconoció. Era la chica que se había encontrado hace unos días y que había sido particularmente grosera. La chica se encontró con el rostro de Amanda y apretó la mandíbula. Amanda se encogió en su lugar y se preguntó por qué la trataría de esa manera cuando no se habían dirigido siquiera más de dos palabras.

Era su turno.

Miró a Jeff que la estaba mirando y asintió imperceptiblemente con la cabeza.

Antes de pasar a través de la puerta, una mujer impecable vestida con un uniforme blanco poluto se acercó a ella y la cogió del brazo duramente. Amanda hizo una mueca y vio como la mujer acercaba una aguja de unos tres centímetros de ancho a su brazo. Contuvo la respiración y sintió un pinchazo de dolor que le hizo apretar los labios, tanto que habían perdido todo color.

Sin mirar hacia atrás, atravesó la puerta y cogió aire.

Este lugar no dejaba de hacerle abrir la boca de par en par.

Miles de personas vestidas con el mismo uniforme blanco que llevaba la mujer de hace un momento iban de aquí para allá por cintas mecánicas que curiosamente eran de cristal blanco. Amanda miró con curiosidad que cada uno iba acompañado por una chica o chico con el mismo uniforme azul que ella llevaba y entonces supo que en cualquier momento recorrería esas cintas.

—Amanda, bienvenida.

Un hombre de aproximadamente unos treinta años había aparecido en su campo de visión, vestido con ese uniforme blanco, y con una sonrisa amable en la cara. Amanda pensó que no todos eran tan groseros.

—Noto tu desorientación, no te preocupes —la reconfortó el hombre —, será rápido.

—Gracias —susurró porque no sabía que más decir.

—Puedes llamarme Daniel. Soy tu instructor hasta que abandones esta área.

Amanda asintió y siguió a Daniel por un espacio abierto donde habían más llegados como ella. Lo supo porque todos llevaban el mismo uniforme azul.

Mientras esperaba pacientemente a que toda la gente que estaba antes que ella terminara la prueba, varios exclamaciones de asombro le llamaron la atención e hizo que girara la cabeza hacia el ruido. Todos miraban hacia la puerta de entrada y Amanda no tardó en unirse a ellos.

—Bienvenidos a todos —habló un chico bastante joven vestido con traje negro. Unos seis guardias de seguridad lo rodeaban y solo dejaban ver su rostro y mitad del torso—. Espero que tengáis una buena estancia en La Central. Todos vuestras respuestas serán respondidas en breve. Sus protectores os habrán explicado exactamente como funciona esto. Eso espero. Soy Louis Tomlinson, descendiente del fundador de La Central —miró todo a su alrededor, parando a ver el rostro de algunos expectadores—. Mi padre creó esta maravillosa estancia y creo que estareis de acuerdo conmigo. Me alegra saber que cada uno de vosotros estáis siguiendo las reglas de pies a cabeza, de lo contrario no me gustaría usar duras medidas —dejó ver una sonrisita de suficiencia—. Pronto nos veremos de nuevo. El comandante Payne está a vuestra disposición si tenéis cualquier queja o objeción. Sinceramente espero que no se presente tal ocasión.

Acto seguido el hombre desapareció por la puerta con los seis guardias pisándole los pies.

Amanda estaba muy quieta en el lugar, alucinada. Cuando salió de su estupefacción, miró a sus compañeros y vio que la mayoría se encontraba igual que ella.

Una mano se apoyó en su hombre y la chica dio un respingo.

—Tranquila —era Daniel sonriéndole—, es así con todo.

—¿El Sr. Tomlinson?

Daniel asintió con los labios apretados.

Pocos minutos después estaban subidos en unas de las cintas mecánicas y se dirigían a una puerta que estaba al final de ésta.

—¿En qué consiste la prueba? —preguntó Amanda sintiéndose cada vez mas tensa.

—Lo comprobarás enseguida.

En menos de lo que Amanda hubiera creído, llegaron a la gran puerta y la cinta se paró automáticamente.

—Adelante —asintió Daniel con la cabeza—, y buena suerte.

—Gracias de nuevo. ¿Volveremos a vernos?

Estaba a punto de entrar y perder de vista a su instructor, el único que parecía ser amable del todo con ella.

—Posiblemente, aunque este lugar es muy grande. Preguntaré por ti y me haré con tus resultados.

Amanda sonrió débilmente y desapareció por la puerta.

—9852, siéntate en la silla del fondo y átate al respaldo y apoya brazos.

La chica dio un respingo y abrió los ojos como platos al escuchar la voz. Miró a todos lados pero no supo de donde provenía.

Camino con paso indeciso hacia la silla de metal que estaba al final de la sala y se sentó. Miró que había una especie de cinturón en un lado de la silla y se lo puso. Lo apretó todo lo que pudo sin comprobar si todavía podía respirar y a continuación se ató a los apoya brazos.

—Cierra los ojos y deja la mente en blanco.

Amanda hizo lo que le ordenó y intentó dejar su mente en blanco.

—Procedamos. A continuación verás varias imágenes y dirás en voz alta cual es la que crees que más te identifica. Físicamente y psicológicamente.

Varias imágenes hologramadas pasaron por su mente y Amanda tuvo que controlar su inquietud. Cuando paró en la quinta imagen un recuerdo inmediato pasó por su cabeza y la respiración se le descontroló. Tiró de los amarres pero le crearon dolor así que paro e intentó controlar su respiración. Gimió en voz alta cuando el recuerdo ocupó toda su cavidad y no pudo hacer nada para evitarlo.

"—Prométeme que correrás. Tienes que prometérmelo —Harry me miraba desesperado, esperando una respuesta.
—Te lo prometo Harry —le prometí a mi vez. Cerré los ojos y controlé las lágrimas que amenazaban por salir.
—Todo estará bien, ¿de acuerdo? Nos encontraremos después de esto, te encontraré—cogió mi rostro entre sus manos—. Pase lo que pase, sigue tu instinto y escóndete donde creas que sea seguro. Confío en ti.
—¿Y que hay de ti? —me safé de sus manos y las lágrimas comenzaron a salir.
—No te preocupes por mí. ¿Confías en mí como yo confío en ti?
Asentí y me limpié las lágrimas con el dorso de la mano.
—Entonces haz por favor lo que te pido. Volveremos a vernos, te lo prometo. "

Sin haberse dado cuenta, lágrimas caían por sus mejillas y llegaron a mojar su uniforme. Hizo una mueca e intentó como pudo parar la torrente de lágrimas pero parecía que no podía.

—¿Qué imagen mejor te identifica?

Amanda apretó los dientes e hizo varias respiraciones.

—La quinta imagen es la que mejor me identifica.

—Muy bien. Tus recuerdos han intervenido en la prueba emocional y te han conducido a tu anterior respuesta. ¿Estás segura de ella?

—Lo estoy —respondió con voz firme pero todavía algo impregnada por las lágrimas.

—En menos de 24 horas obtendrás una respuesta. Tu protector, 3508 te informará de ella. Puedes salir.

Amanda suspiró y prosiguió a quitarse los amarres. Al acabar miró la sala una última vez y salió.

Daniel se encontraba al otro lado esperando pacientemente. Cuando la vio asintió con la cabeza y la chica agradeció que no le preguntase nada.

Al llegar al piso principal, vio al otro lado de la puerta de cristal a Jeff con los brazos cruzados y mirando a su derecha. Se preguntó vagamente si habrá sido testigo de la aparición del descendiente del fundador.

Amanda salió por la puerta dando tumbos y con las palmas de las manos sudorosas. Intentó secárselas pasándolas por su uniforme pero consiguió el efecto contrario.

Jeff al escuchar el sonido de la puerta corriéndose giró la cabeza y se encontró con Amanda. Sintió su corazón acelerarse cuando vio en el estado que se encontraba. Sus ojos estaban hinchados, su cuerpo se tambaleaba un poco y tenía las manos en puños. Desde que había llegado a La Central nunca la había visto así.

Se acercó con una mirada neutra a ella y Amanda lo miró con los ojos como platos.

—¿Te encuentras bien? —preguntó aunque enseguida le pareció una pregunta ridícula.

Amanda asintió con la cabeza y se dispuso a caminar hacia su habitación.

Jeff la vio marcharse y esperó a que llegase uno de los instructores para que le dieran los resultados de la prueba.

Varios largos minutos después, Daniel salió por la puerta con un holograma en forma de libreta delante de él.

—Jeff. Quiero que veas esto.

Jeff frunció el ceño y se acercó a el instructor.

—Los resultados de Amanda han sido muy inesperados.

El holograma se agrandó unos centímetros y Jeff comenzó a leer.

—No creemos que ella sea la adecuada para uno de esos puestos. No ha cumplido siquiera la mayoría de edad y no está preparada —continuó Daniel y miró a Jeff que estaba blanco como la nieve.

—Jeff.

Jeff parpadeó y asintió en respuesta.

—Me gustaría que no le dijeras nada a Amanda hasta que veamos si hubo algún error o algo por estilo. No nos gustaría crearle un disgusto.

—De acuerdo. No le diré nada.

—Gracias. Ten un buen día.

Jeff le medio sonrió y cogió aire antes de dirigirse a su compartimento.

No tenía que decirle nada a Amanda. Ella no estaría preparada para esos resultados. No debía decirle nada.

-¡Hola! ¿Qué tal el día? Odio los domingos :( Mañana el lunes, es decir, instituto :lloro: El caso, espero que os guste el capítulo. Haber si consigo mas lectoras :roll: ¡Un beso a todas! xx

por **Tamara_Horan** Dom 19 Mayo 2013, 10:31 am

OMG OMG SIGUELA :DD

por **harrystyes** Jue 30 Mayo 2013, 5:33 am

Capítulo 3

Un olor a tierra mojada intenso lo había despertado. Apoyó los antebrazos en su cama improvisada y parpadeó un par de veces para enfocar la mirada. Cuando miró más allá de la cueva en la que había pasado ya dos días, se sorprendió al ver que estaba lloviendo y eso fue lo que creaba tal olor.

—Ya te has despertado —le vino la voz de Tamara desde atrás—, he llegado a pensar que habías muerto. Llevas durmiendo un día entero.

Harry giró la cabeza para encontrarse con su voz y sonrió debajo de la tenue luz natural de la cueva.

—Creo que me lo merecía después de caminar durante tres días —volvió a mirar hacia la lluvia—Y tú, ¿por qué no estás descansando? Partiremos en cuestión de pocas horas.

Tamara se llevó a la boca un par de frutos secos que habían conseguido en una posada. Fue un riesgo conseguir la poca comida que tenían.

Todavía tenían guardadas las ropas que habían usado para los disfraces: no fue nada fácil actuar como un ciudadano 'normal'. Tampoco fue nada fácil encontrar una posada después de toda la caminata que habían hecho.

—Lo sé, pero no puedo dormir. Me suele pasar.

Tamara se encogió de hombros, sintiéndose indiferente.

—Deberías descansar, no podremos parar hasta dentro de un par de días. Yo me quedaré por aquí si eso te hace sentir más segura.

—Olvídalo, Harry —le envió una mirada de advertencia que dejaba claro que no quería hablar de ello.

El chico suspiró y se levantó. Sintió que debía estirar las piernas después de un día completo de sueño.

No quiso salir de la cueva y mojarse, después la ropa tardaría mucho en secarse y no iba a arriesgarse. En vez de eso, se sentó a unos metros de Tamara y esperó a que parase de llover para poder cazar algo para la cena.

Contempló su carcaj con flechas y con eso bastaba para sentirse lo suficiente seguro. Podrían pasar la temporada perfectamente.

—El día que paramos en la posada del pueblo oí que era el día de las pruebas —susurró Tamara sin mirarlo.

La chica se estaba mirando las manos aunque parecía que estaba mirando algo más allá de ellas.

Harry no movió un músculo. Siguió mirando la lluvia sin inmutarse.

—Me pregunto que habrán hecho esas cosas con ella.

—Lo que harán con nosotros si no nos ponemos en marcha pronto —afirmó con voz dura y se dirigió en dos zancadas largas a la boca de la cueva.

Iba a salir, le daba igual mojarse, podría soportar un poco de agua. Antes de salir cogió el arco y el carcaj de flechas.

Tamara miró como Harry desaparecía por el bosque sin expresión alguna. Se reprimió a si misma por haber soltado tal comentario.

Siempre que hablaban de ello Harry optaba por desaparecer y no volvía hasta más tarde con varias piezas de caza.

La chica llegó a pensar que cazar lo reconfortaba. O tal vez era el hecho de tener algo que llevarse a la boca.

Fuera lo que fuera, siempre volvía calmado, como si estuvieran en el pasado, viviendo sus vidas normales. Como si una cueva de mala muerte fuese su casa, como si ella fuese su familia.

Escapar siempre se le había dado bien, y una vez más lo había demostrado.

Caminó cuidadosamente, sin hacer más del ruido necesario, centrándose en cortar ramas, raíces y en mirar siempre al frente.

Oyó un pequeño murmullo entre los arbustos y se quedó quieto, conteniendo la respiración.

Giró en sí y observó a un conejo de tamaño considerable a unos cinco metros de donde se encontraba él. Sin hacer demasiado ruido, tomó una flecha del carcaj y la enganchó en el arco. Disparó sin tomarse demasiado tiempo en apuntar y oyó el ruido seco de la flecha clavándose en su objetivo. Sacó un pequeño cuchillo que tenía guardado en la cinturilla del pantalón y se acercó al cuerpecillo del conejo que se debatía en pequeñas convulsiones para terminar con él. Cogió a su cena de esa noche y se la apoyó en el hombro.

En cosa de una hora ya había cazado dos conejos y se había acercado al lago para pescar algunos peces.

El chico pensó que con eso les bastaría y puede que hasta sobrase para el día siguiente.

Mientras volvía a la seguridad de la cueva pensó que podría aprovechar para lavarse un poco. Se apoyó en el primer árbol que se abría paso ante él y dejó caer el carcaj y el arco al suelo. Acto seguido se desprendió de la camisa y los pantalones para quedar completamente a merced de la lluvia.

Se restregó aquí y allá y cuando hubo terminado, se vistió a toda prisa con la misma ropa mojada, chorreando agua por todos lados.

El pelo rizado se le pegaba a los ojos y cada dos por tres tenía que apartárselo.

Llegó a la cueva y lo primero que comprobó fue que Tamara seguía ahí, durmiendo del lado de la pared de piedra.

El chico dejó su caza en un lado de la pequeña cueva y decidió sacarse la ropa mojada y vieja. No quería arriesgarse al coger un resfriado, o algo aún peor.

Buscó en su mochila desgastada hasta que dio con la camisa que había usado para su disfraz. Era una camisa blanca de lino, ese tipo de camisa que usarías para ir a una cena importante con tus compañeros de trabajo o para ir a la ópera. Al final le costó un poco decidirse porque era la única camisa buena que tenía y no le gustaría mancharla o hacerla añicos como las otras.

Sin pensarlo más, se desvistió rápidamente, con el incómodo pensamiento de que Tamara lo iba a encontrar desnudo en medio de la cueva y se puso la camisa fina de vestir y unos pantalones viejos que había estado usando por meses.

Ya más calmado, con el mundo y con sí mismo, se apoyó en la pared de la cueva y dejó que el sonido de la lluvia lo reconfortase.

La lluvia no paraba de caer y Tamara se preguntó si en algún momento lo haría.

Recorrió con la mirada la estancia de la cueva y vio que Harry no estaba. Su respiración se hizo artificial al darse cuenta de que las piezas de caza estaban ahí pero no él. ¿A dónde podría haber ido?

Esperó sentada durante horas. Se le hacía extraño que no estuviese hambrienta y no tuviese ciertas necesidades.

Esperó y esperó, horas, tal vez hasta días y Harry no volvía.

Comenzó a sudar sudor frío y la lluvia no dejaba de caer.

La cueva olía a cuerpos putrefactos. Los animales comenzaban a descomponerse.

A Tamara le daba igual, sólo quería a Harry de vuelta.

No volvía y Tamara se dio cuenta de que nunca volvería.

—Tamara —una voz lejana la llamaba y supo que todo había sido un sueño.

Se despertó, con los ojos abiertos como platos y miró la figura que estaba delante de ella.

Sintió como el alivio la inundaba pero a la vez supo que en parte era porque no quería quedarse sola. Eso la enfureció.

¿Y si atrapaban a Harry?

No podía quedarse quieta compadeciéndose de sí misma y mirar como se moría lentamente.

Controló su respiración y se movió hasta quedar sentada mirando el suelo fijamente.

—¿Una pesadilla?

Harry no quería meterse demasiado en el asunto porque sabía que Tamara era muy conservadora en ese tipo de cosas. No quería que nadie sintiera pena o preocupación por ella.

La chica asintió sin dejar de mirar al suelo.

Harry pudo notar un atisbo de furia en su mirada y se preguntó que habrá soñado.

Miró a su amiga de infancia, miró como su cuerpo estaba más delgado que la última vez y sintió un pinchazo de culpa e ira.

Su amiga siempre había sido ese tipo de chica que todo se lo guardaba para ella misma, pocas veces le entregaba su confianza a alguien y era fuerte en muchos aspectos. Casi siempre había sido todo al revés: Tamara advertía a Harry de los peligros y Harry se sentía el niño pequeño de tres años, pero ahora Harry era quién había crecido varios años. Él supo que eso era lo que le enfurecía a Tamara, la impotencia que sentía, el no poder hacer nada, o casi nada.

Si pudiese hacer algo para volver al pasado... si pudiese hacer algo para que la gente recapacitara y se parase un segundo a pensar que en el mundo en el que estaban viviendo no era el correcto... si tuviese manera alguna de llegar hasta el corazón de los mandos... algo casi imposible.

—¿Te encuentras bien? —tenía que asegurarse de que su amiga estaba bien aunque sabía que nunca lo estaría en esas condiciones.

—Sí, no te preocupes por mí, sabes que no me gusta que la gente se preocupe por mí —su voz había optado una dureza que no había estado antes ahí.

—La gente se preocupa por ti porque le importas —dijo Harry mirándola —. Deja al menos que yo me preocupe por ti, solo nos tenemos el uno al otro.

Tamara al fin levantó la cabeza y lo miró.

A Harry casi se le deforma la expresión al ver la mirada de pura tristeza de su amiga. Estaba a punto de llorar.

Se levantó ágilmente y se acercó a ella, rodeándola con sus brazos, preocupándose por ella y dejando que ella se apoyase en su pecho, sintiendo lágrimas tibias en su camisa.

Buenas :(L): ¿Qué tal todo? Sé que no he subido seguido pero ya sabéis, el instituto... asco :x No sé qué hacer para conseguir más lectoras, y sé que tengo algunas pero no se les ve un pelo, eso no me gusta. Bueno, el caso, pronto subiré, todo lo pronto que pueda y espero terminarla en cosa de un mes, no más. Un beso a todas x.

por **Smile1D** Jue 30 Mayo 2013, 7:09 am

Me encantaaa. Nueva lectora!! :corre:

por **harrystyes** Jue 30 Mayo 2013, 3:24 pm

Smile1D escribió:Me encantaaa. Nueva lectora!! :corre:

me alegra de que te guste <3
y bienvenida! :)

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