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We can't hide (Harry Styles)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Página 2 de 3. • 1, 2, 3
Re: We can't hide (Harry Styles)
Tamara_Horan escribió:HOOLAAAA, HE VUELTO
HOLA MOTHERFUCKER :D
harrystyes
Re: We can't hide (Harry Styles)
Capítulo 4
Grandes puertas de madera se abrían paso ante sus delgados cuerpos. Harry, antes de que entraran, se adelantó un paso y cubrió a Tamara con su cuerpo. La chica puso mala cara pero no lo apartó.
En el mismo instante que pusieron ambos pies en el local, pares de ojos se posaron en ellos. Un hombre que se encontraba al otro lado de la posada, detrás de una barra larga y de madera, se topó con la mirada de los dos chicos y Harry pudo notar una pizca de curiosidad en sus ojos. A parte de eso nada más.
Tamara fue la primera en entrar completamente en la posada, echar un vistazo a los hombres que poco a poco los dejaban de observar, y en acomodarse en uno de los taburetes de madera oscura y vieja. El chico también observó a los hombres por un par de segundos, sintiendo una confianza renovada, y se unió a Tamara en la barra.
El local era un lugar oscuro y en el que a penas entraba luz natural, la mayoría de luz que había en el lugar era por las velas que estaban colocadas en el centro de cada mesa. El suelo estaba sucio y muchos de los hombres parecían no haber tomado una ducha desde hace mucho tiempo.
Harry supuso que el hombre que los miraba con tanto descaro era el dueño del lugar así que le devolvió la mirada abiertamente. El hombre levantó una ceja y se acercó a ellos con buen ánimo.
—¿Qué os trae por aquí?
El chico lo miró con suspicacia y se metió totalmente en su papel. Tamara por otro lado intentaba controlarse a sí misma desde el momento en que el aroma a comida había entrado por sus fosas nasales. Harry se tensó a su lado y se irguió.
—Necesitamos un plato de comida y una habitación para pasar la noche. No tenemos demasiado dinero pero podemos devolvéroslo...
Antes de haber tenido oportunidad de acabar la frase, el hombre había estallado en una sonora carcajada.
Tamara miró de soslayo a Harry y vio como había apretado los puños.
—¿Hablas en serio, chaval? —preguntó el hombre mirándolo con humor.
—Totalmente. Haremos lo que quiera.
El hombre lo miró por unos segundos más y sonrió sin humor.
—No gastéis vuestro tiempo aquí. No os necesito.
Harry apretó la mandíbula.
—Haremos lo que quiera, lo que sea —dijo esta vez Tamara con voz firme.
—Váyanse a molestar a otro lado, he dicho que no quiero nada vuestro —dijo el hombre tranquilamente y les dedicó una última mirada antes de desaparecer por una puertas en la parte trasera del oscuro lugar.
No habían estado ni cinco minutos en el local que ya habían salido con las manos y los estómagos vacíos.
Gotas de lluvia chocaban contra el ventanal de la habitación. Amanda las contemplaba con gesto sereno y acercó su mano a la ventana, imaginándose que las tocaba. Desde que se había despertado en esa gran estancia no había salido al aire libre y se sentía como una especie de prisionera ahí adentro. Tan solo salía de su habitación para ir a comer a las horas asignadas y a las pruebas que de vez en cuando le hacían hacer. Necesitaba sentir la lluvia caer encima de ella.
Hacía una semana que había hecho la gran prueba para averiguar su labor según sus conocimientos. Después de una semana no le habían dicho nada y estaba comenzando a sospechar que algo malo pasaba.
Vio pocas veces a Jeff después de la prueba y tan solo la buscaba para casos esenciales; cuando antes la acompañaba a todas horas. Comenzó a aburrirse en sus horas libres y buscó deberes que hacer pero en seguida se aburría y volvía al principio. No sentía la necesidad de hacer amigos y lo agradecía, pero echaba de menos la compañía de Jeff: con el podía bromear y ser ella misma o por lo menos como ella creía que era. Fuera de la puerta de su habitación tenía que cumplir el papel de toda habitante.
Amanda se apartó del ventanal, sintiéndose algo nostálgica y miró la hora. En media hora debería ir a comer y volvería a comer sola.
No le importaba comer sola y menos las miradas que le dirigían, lo que sí le importaba era no ver a Jeff en el comedor o verlo salir del comedor con una bandeja y dirigirse a la estancia de habitaciones. Supo desde ese momento que la estaba evitando. No sabía el por qué y eso la confundía.
Mientras caminaba hacia el comedor unas voces hablando alegremente le llamó la atención. Bajó el paso y esperó a que las voces se acercaran a ella. Se le cortó la respiración al reconocer a la chica con la que se había topado el primer día que había llegado. La chica y su acompañante, otra chica posiblemente de sus edades, callaron de inmediato y se permanecieron calladas mirando a Amanda. Amanda continuó mirándolas, sin saber qué hacer, hasta que la chica con la que se había topado sonrió con frialdad.
—Parece ser que tendré que ver tu cara por todos parte aunque no quiera —dijo la chica en un tono frío.
Amanda parpadeó sorprendida y apretó la mandíbula.
—¿Se puede saber que te pasa conmigo? —preguntó y sintió que no debería haberlo hecho.
La otra chica levantó una ceja pero no dijo nada.
—No me pasa nada, ¿por qué lo dices? —su voz derramaba fingida inocencia.
—Podría decirse que me quieres muerta desde hace mucho tiempo pero no tengo ni idea de por qué. ¿He hecho algo para causar tu desprecio, odio, lo que sea?
La chica sonrió nuevamente y ladeó la cabeza.
—¿Cómo estás tan segura de que te quiero muerta? Creo que si fuera así, no estarías en este momento hablando conmigo.
Amanda abrió la boca para contestar pero enseguida la cerró. Respiró profundamente y siguió su camino, ignorando las miradas de las dos muchachas. Se dijo a sí misma que debía controlarse, solo lo hacían para enfurecerla. No sabía tampoco el por qué. La adrenalina poco a poco paró de correr por su cuerpo y mantuvo un paso firme, sin gesto alguno, hasta el comedor.
La tierra mojada se pegaba a sus botas y se le hacía más difícil mantener un paso ligero. Hacía pocos minutos que había cesado de llover y Harry lo agradeció.
Días habían pasado sin que nadie hubo visto el sol.
Harry miró sobre su hombro para comprobar que Tamara lo seguía. Vio que le costaba tanto como a él avanzar y eso lo exasperó un poco.
Mantuvieron un paso firme durante media hora hasta que Harry no pudo sentir ni oír más las duras respiraciones de Tamara. Se giró rápidamente, tan rápido que casi se lleva por delante una manta de raíces, y el miedo le recorrió el cuerpo al ver que su amiga ya no se encontraba siguiéndolo. Paró en seco y miró a su alrededor, volvió a mirar al frente y comenzó a caminar por donde había pasado hace unos minutos. Intentó encontrar huellas de las botas pero éstas habían desaparecido por el barro mojado. La preocupación apareció y no paró de buscar hasta que vio una cantimplora de agua media enterrada en el barro. La sacó y supo que era su cantimplora. La única que tenían. Buscó entre los arbustos y se metió en el hondo del bosque hasta que divisó sangre fresca en el tronco de un árbol viejo. La tocó con ambos dedos y miró a todas partes, buscando movimientos.
Silencio.
Y más silencio.
Lo único que era capaz de escuchar era su propia respiración agitada y que enseguida controló, dejándolo en un silencio absoluto.
Una sombra.
El movimiento de una hoja.
Sin dejar de mirar al frente, lentamente se sacó un cuchillo de una de las botas.
No se movió en ningún momento, esperando algún ruido o algo que le hiciera saber de donde provenían estos. Mantuvo la calma, respirando con normalidad, hasta que muy débilmente pudo oír la queja de alguien.
Tamara.
—¡Soltadla! —gritó al bosque con voz firme aún sabiendo que los raptores de su amiga estaban muy cerca de él.
Silencio.
Harry gruñó y se adentró más al bosque, siguiendo su instinto. Deseó que su instinto no se estuviese equivocando.
Pronto escuchó otra queja y el golpe de un miembro contra otro. El chico se mantuvo quieto, esperando algún cambio en el aire y a lo lejos pudo escuchar unas pisadas. Supo que alguien estaba corriendo, hacia él.
—¡Harry!
Harry cogió aire y persiguió la voz de Tamara.
—¡Harry! ¡Corre!
El miedo en la voz de su amiga lo hizo hacer correr, pero hacia ella. Sus pisadas resonaban en el silencio del bosque y en seguida se encontró corriendo a una velocidad que hacía tiempo que no corría. Sus articulaciones prostestaron pero por ello no dejó de correr.
A lo lejos pudo divisar una figura humana y supo que era Tamara.
—¡No! ¡Harry, corre!
Harry la ignoró y pronto estuvo a su lado.
—¿Qué coño está pasando? ¿Quién te llevó?
—Dios mío Harry, ¡corre!
—No pienso irme a ningún lado hasta que me digas qué está pasando —apretó la mandíbula y agarró a su amiga del codo, con fuerza.
—¡Me haces daño! —Tamara se zafó de su agarre y lo fulminó con la mirada—. ¿Qué te pasa? ¡Nos van a matar!
El rostro de Harry estaba crispado de furia y no estaba escuchándola. El chico estaba mirando hacia donde había aparecido Tamara hacia unos segundos.
Una sombra.
—¡Tamara!
Rápidamente cubrió el cuerpo de Tamara con el suyo y la tiró al suelo, con él encima.
Harry se levantó en un suspiro y notó que su respiración estaba agitada, de nuevo.
Otra sombra que no había visto anteriormente se aproximó a ellos y le costó distinguir el cuchillo que iba hacia él. En un movimiento ágil se agachó y escuchó como el cuchillo se clavaba en el árbol que estaba detrás de ellos. Sacó una flecha del carcaj y la puso en el arco, esperando un movimiento del lado contrario para disparar. Segundos pasaron antes de que distinguiera un movimiento y disparase. Supo que había fallado por centímetros por el ruido que hizo la flecha al pasar al lado de su enemigo. Preparó otra flecha inmediatamente y cuando tenía pensado disparar, un tercer cuchillo voló hacía él. Antes de agacharse oyó a Tamara gritar y levantarse como podía. De reojo vio que sacaba un pequeño revolver de la chaqueta marrón desgastada y apuntó hacia delante, sin en punto fijo, solo siguiendo lo que ella creía que eran movimientos de sus enemigos.
—¡Venga! ¡Dar la cara! ¡Quiero ver los rostros de la gente que pronto veré enterrada!
Silencio.
Harry podía oír su propia respiración disparada mezclada con el ritmo de la de Tamara.
Un movimiento muy cerca de ellos le llamó la atención y miró hacia el lugar donde provenía.
Un rostro, joven. Una mujer.
Tragó saliva y sin darse cuenta se vio arrastrado por la figura que ahora se encontraba escondida detrás del helecho de árboles.
Tamara miró hacia su dirección y frunció el ceño.
—¿A dónde vas? —preguntó casi en un susurro y que dudó si lo había escuchado.
Harry hizo un ademán para callarla y poco a poco se sumergió entre los árboles contrarios. Ramas le golpeaban los gemelos al pasar pero ignoró el escozor que le producía y siguió caminando. Un ruido lo hizo girar en lleno y entreabrió la boca, sorprendido.
No era una mujer. Era una chica, y posiblemente más joven que él.
Antes de que pudiera siquiera asumir algún rasgo más de ella, esta ya había lanzado otro cuchillo hacia Harry. El chico lo esquivó a duras penas y siseó cuando le rozó el hombro. Se miró el hombro en un actoreflejo y vio una brecha no muy profunda. Pronto sintió la tibies de su propia sangre empapada en su camiseta negra. Entrecerró los ojos y preparó una flecha para disparar.
La chica se había vuelto a esconder entre la maleza del bosque y vagaba por su alrededor como un lobo hambriento en busca de su presa. Harry siguió el sutil movimiento que creaba y disparó. El ruido hueco que se creó en el aire fue la razón por la que supo que había dado en su objetivo. Apretó la mandíbula y caminó hasta la chica. La encontró tirada entre los arbustos, intentando tocarse el muslo pero a la vez como sintiendo repulsión por él. Cogió la flecha que tenía enterrada en la carne e intentó sacarlo pero un pequeño grito de dolor se le escapó. Harry se enganchó el arco al carcaj de la espalda y se acercó todo lo necesario a ella, sin dejar de mirarla por un segundo.
La chica dejó de mirarse la sangre que borboteaba de su pierna y por fin miró hacia Harry, con los ojos rojos de furia y respirando con dificultad.
—¿Quién eres? —preguntó tranquilamente Harry. Al ver que no contestaba se acercó un poco más a ella y la chica enseguida se retiró como pudo hacia atrás.
—No pretendía hacerte daño pero no me has dado otra opción —le recorrió el pelo, mugriento y liso, la piel, tersa y casi tan blanca como la nieve, los ojos, castaños como las hojas de los árboles en otoño, su cuerpo, delgado por la falta de alimentos...
—¿Qué queréis? ¿Qué hacéis aquí?
Harry tuvo que parpadear, sorprendido. Tenía una constitución pequeña pero su voz era casi tan grave como la de un hombre.
—Eso mismo podría decir yo de ti. ¿Qué edad tienes, catorce?
—Quince —escupió a la defensa, como una niña pequeña—. Pero eso no importa. ¿Qué hacéis aquí? Este siempre ha sido su territorio.
—¿Su? —Harry frunció el ceño y miró a su alrededor—. ¡Tamara! ¡Puedes venir, he dejado el campo libre!
—¡No! ¡No grites! ¡Nos oyeran y vendrán por nosotros!
—¿Quiénes?
Antes de que la muchacha tuviera oportunidad para responder, Tamara había aparecido arrastrando consigo el arma.
—Puedes relajarte, no es para nada peligrosa.
—Eso no lo dirías si tuvieras mi cuchillo clavado en el pecho —susurró la chica con desprecio.
Tamara frunció el ceño y miró a Harry como diciendo que por los pelos no los mata una niña. Se guardó el arma en la cinturilla del pantalón.
—¿Qué haces aquí tu sola?
No respondió. Solo se mantenía mirando hacia el suelo lleno de hierbajos, respirando forzadamente.
—¿Y bien? —esta vez era Harry quien intervino.
—No pienso deciros nada.
—Ah, entonces estás con alguien —dijo Harry y miró a su alrededor. Volvió a mirar a la chica y su mirada se dirigió a su pierna—. Vamos a curarte eso.
La mirada de la muchacha enseguida se disparó hacia Harry, llena de terror y negó con la cabeza.
—Se te va infectar, vamos —hizo ademán de acercarse pero la muchacha se apartó.
—¡No! ¡No me toques! —gritó e intentó ponerse de pie pero el dolor le recorrió la pierna como un estallido. Sintió como perdía la sensibilidad en la pierna y se dejó caer de nuevo al suelo.
—Al menos deja que le echemos un vistazo, después nos iremos cada uno por nuestro camino.
El sonido de la respiración de la muchacha se podría escuchar desde metros y por eso intentó controlarla. Miró a ambos, con desconfianza y algo más: miedo, pero que ocultaba demasiado bien. Harry se agachó lo suficiente como para tomarla en brazos, y cuando se acercó a ella esta vez la chica no se apartó, pero la respiración se le volvió a descontrolar.
—¿Cómo te llamas? —preguntó mientras se dirigía al lago con ella en brazos y Tamara siguiéndolos de cerca.
—Martina.
—Harry, encantando. Y siento lo de la pierna, ya sabes.
Martina sonrió forzadamente y a continuación hizo una mueca cuando Harry tuvo que saltar en un pequeño tramo debido a las rocas.
—Y ella es Tamara —dijo el chico señalando hacia atrás con la cabeza.
—Hey —susurró Tamara desde atrás mientras intentaba no tropezarse con las piedras pequeñas. Maldijo un par de veces y a los pocos segundos se encontraba al lado de Harry y Martina—. No pretendíamos asustarte pero nos atacaste primero.
—Sí, lo sé, lo siento. No suele venir gente por esta zona.
—Antes me dijiste que era ''su'' territorio, ¿a quiénes te referías? —intervino Harry.
Martina suspiró lentamente.
—Hace poco han creado una tribu, banda, como quieran llamarlo, de gente que ha escapado de La Central como nosotros. Se han juntado y se han hecho cada uno con una zona del bosque. Ahora mismo estamos allanando una pero creo que por esta parte pocas veces se acercan. Está inundada de gente como nosotros, quiero decir, gente que busca lugar en la que refugiarse y ellos no se molestan en apartarlos a no ser que los escuchen. Por eso te dije que no gritaras.
—¿Tribus de inválidos? Vaya —susurró Tamara más para sí misma que para ellos—. Fueron ellos los que me cogieron, ¿verdad?
Martina hizo una mueca y asintió.
—Sí, pero los espanté. En todo caso os he ayudado.
Harry levantó una ceja y sonrió con una esquina de la boca.
—En todo caso gracias.
—¿Tenéis donde refugiaros? Hoy lloverá de nuevo —aseguró Martina mirando hacia el cielo.
Harry siguió su mirada y vio que ciertamente, las nubes oscuras se estaban juntando lentamente.
—Ha decir verdad no. Estábamos en busca de uno.
—Genial —susurró la chica sonriendo lentamente—. Os indicaré como llegar hasta nuestro refugio.
Los guisantes estaban duros, fríos y asquerosos.
Amanda apartó la bandeja de su comida con un manotazo y suspiró, rodeada de soledad. Levantó la vista y vio desaparecer a Jeff por la puertas del comedor como un rayo. Otro día más que la ignoraba completamente. Debería no importarle, lo decía su registro, pero le importaba; era su único amigo o lo más cercano a ello.
Cuando se decidió por abandonar el comedor, escuchó un fuerte golpe en las puertas dobles del comedor y vio aparecer al presidente de La Central, su mano derecha, o el comandante y al doctor Daniel.
Sintió como los guisantes se le subían y se quedaban estancados en su garganta.
Se dio cuenta de que se acercaban a ella y por eso se pegó todo lo que pudo a la mesa, sosteniendo la mesa con ambas manos y pudo sentir un agudo dolor en los nudillos.
Cuando se acercaron lo suficiente, Amanda, vacilante, hizo un gesto de formalidad hacia los tres hombres.
—Señor Presidente —levantó la cabeza y miró al Presidente, acto seguido la dirigió hacia el comandante y por último a Daniel, quien la miraba con preocupación.
—9852. Requerimos de su presencia en mi despacho. Debemos informarle de algo inmediatamente.
Amanda sintió como el suelo desaparecía debajo de sus pies y asintió con la cabeza, intentando ocultar el pánico que sentía.
—Por supuesto, señor Presidente. ¿Ocurre algo?
—Eso ya lo veremos. De momento necesitamos decirte la información que hemos obtenido a través de tus pruebas. Creo que se quedará algo sorprendida —Amanda casi pudo notar una sonrisa en sus palabras, como si le satisfaciera saber que en sus pruebas se escondía algo que él sabía y que ella no—. Síganos.
¡Hola! Cuánto tiempo Quieren matarme, lo sé, y os lo permito. Tengo buenas noticias: ¡he comenzado las vacaciones! ¿Y sabéis lo que eso significas? ¡Qué podré escribir y escribiiiiiiiiir! Jajaja No, pero subiré muy seguidito. Lo prometo. Por otro lado... gracias por los comentarios y espero conseguir más lectoras, pero gracias a las pocas que se molestan en comentar y leer mi novela <3. Saludos. xx
Última edición por harrystyes el Jue 20 Jun 2013, 12:06 pm, editado 1 vez
harrystyes
Re: We can't hide (Harry Styles)
Tamara_Horan escribió:OMGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG Sigue
ya la sigo xoxo
harrystyes
Re: We can't hide (Harry Styles)
Capítulo 5
Pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer y pronto los tres muchachos se vieron rodeados por una neblina gris y helada.
Martina, todavía en brazos de Harry, les indicó como llegar hasta su refugio. Caminaron colina arriba, topándose con grandes árboles, cuyas ramas les tapaba la visión. Harry varias veces se dio con el apuro de caer de bruces con Martina en brazos a causa de las ramas.
La tierra estaba húmeda y les complicaba el viaje. Las huellas de sus pesadas botas se grababan en la tierra como sellos.
A pesar de que la chica no pesaba ni la mitad de él, Harry comenzó a sentirse algo mareado: sintió como sus extremidades se estremecían. Hacía días que no comía lo suficiente y no podía pegar ojo. El cansancio se apoderó de él completamente y tuvo que obligarse a continuar a pesar de que sabía que pronto, si no era en ese momento, necesitaría parar. Noches enteras podían pasar sin que él pegara ojo. Tamara varias veces se había ofrecido a hacer guardia—Harry sospechó que lo hacía para sentirse útil—, pero Harry se negó. Ella lo necesitaba más que él.
No fue hasta que Tamara le rozó el hombro con sus dedos fríos que no se dio cuenta de que le estaba hablando.
—Harry, ¿te encuentras bien? Te ves un poco pálido —marcas de preocupación se formaron en las comisuras de su boca.
Harry sacudió la cabeza apartando de sus pensamiento el hecho de que estaba exhausto y asintió, con toda la firmeza y seguridad que pudo. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para mirarla, sonreír y continuar a un paso normal.
Sintiendo los músculos agarrotados y gotas de sudor cayendo por la espalda, Tamara seguía a Harry a un paso que le hacía perder el aliento más rápido de lo que le gustaría.
La presión en el pecho por falta de aire aumentaba y tenía la sensación de que nunca llegarían a ese refugio que tanto les había prometido su nueva acompañante.
Un mechón de pelo oscuro y enredado por la suciedad se escapó de su coleta y se le pegó en la frente. Ignoró la forma en la que se vería en ese momento: no era lo más importante. Por un momento tuvo envidia de la chica que estaba en brazos de su amigo. Se fijó en su pequeña compostura, sus finos rasgos y en el hecho de que Harry la estuviera llevando en brazos y no mostrara señal alguna de sentirse incómoda por ello.
—Ahí delante —informó Martina señalando a un conjunto de árboles medio escondidos por los arbustos.
Se vieron arrastrados por la euforia y la necesidad de parar para descansar que llegaron al ''refugio'' en menos de lo esperado.
Tamara contempló el gran agujero que se había formado en una de las estructuras rocosas más grandes del alrededor. Observó varias mantas repartidas aquí y allá y en seguida se dio cuenta de que obviamente era un cueva para compartir y que en ese momento estaba compartiendo. Una mochila algo desgastaba se apoyaba en una esquina, restos de ceniza se concentraban en medio de la cueva y una linterna apagada estaba apoyada en las paredes de la cueva.
Un conjunto de dagas y cuchillos de todo tipo sobresalían de la pared donde estaban clavados. Tamara supuso que la gente que estaba con Martina decidió pasar el rato desafiando su propia fuerza. O puntería, quien sabe.
—Sé que no es gran cosa y lo más seguro es que hayáis salido de una igual a esta pero ahora somos más y tenemos mayor seguridad de permanecer por este lugar varios días —susurró Martina mirando alrededor.
Harry avanzó varios pasos y apoyó a la chica en un banco formado por la misma piedra de la cueva y observó el ambiente.
—Yo puedo hacer eso —aseguró Tamara señalando con la cabeza la pierna de su nueva acompañante donde la sangra había llegado a cubrir la pernera de sus vaqueros desgastados—. Acuéstate y descansa. Estás exhausto.
Harry alzó la mirada hacia ella y negó con la cabeza.
—No. Yo no lo necesito tanto como tú.
—Harry, nadie lo necesita más que tú ahora mismo. Parece que vas a desplomarte en cualquier momento—se acercó a su amigo y le puso una mano en la frente—. Estás ardiendo —susurró alarmada mirando como el cuerpo de su amigo se tambaleaba un poco.
A penas podía mantenerse en pie. Tamara le pasó el brazo por la parte baja de la espalda, que estaba mojada por el agua de lluvia y por sudor, y lo ayudó a acostarse en una pequeña parte de la cálida cueva. Rápidamente le preguntó a Martina si tenían trapos sucios o algo por estilo que pudiera usar como compresas. La chica incorporándose lo suficiente asintió y señaló una mochila que estaba al lado de varias mantas. Una vez que buscó en la mochila encontró varias camisas sucias y rasgadas por aquí y por allá, como si les hubiera atacado un animal salvaje del bosque o tal vez lo que quedó de un enfrentamiento con los rebeldes.
Se dirigió a la boca de la cueva y puso los trozos de las camisas destrozadas debajo de la lluvia que ya había comenzado a caer con más fuerza. El ruido de las gotas de lluvia era lo único que podía oír a parte de la respiración fuerte de Harry. Escurrió un poco la tela y se acercó a Harry para ponérsela delicadamente en la frente.
—Hace frío —susurró el chico temblando ligeramente.
Tamara lo miró con ojos preocupados ya que la humedad que traía ese tiempo no dejaba otra cosa que un calor sofocante.
Cogió algunas mantas que estaban desperdigadas por el suelo y lo cubrió con ellas, hasta la mitad del pecho. Por un momento se acordó de como la arropaba su madre y un nudo se le formó en el pecho.
Su familia no había podido escapar.
Le vinieron cientos de imágenes de ese día, del día que fueron a buscarlos, del caos de la ciudad, de como había salido corriendo hacia ningún lugar y acabó topándose con Harry en mitad de camino hacia el bosque de Lake Cook Road en California. La desesperación la llevó hacia allí y a la vez había dejado a su familia.
Respiró profundamente y observó que Harry ya se había dormido. Creyó que podía escuchar su lenta respiración.
Una vez que decidió que su amigo estaba lo suficientemente bien se giró hacia Martina con la intención de parar la hemorragia de su pierna pero observó con sorpresa que ya lo estaba haciendo ella misma con algunos trozos de camisa larga que Tamara había dejado a parte anteriormente. Tamara hizo ademán de acercarse a ayudar cuando la chica hizo una mueca de dolor pero enseguida negó con la cabeza firmemente, dejando claro que no necesitaba ayuda alguna.
—No. Lo tengo controlado —su voz denotaba firmeza y por lo bajo algo de dolor mal disimulado.
Tamara hizo una mueca contrariada. Abrió la boca para hablar pero las palabras se quedaron atoradas en su garganta cuando escuchó el ruido de ligeras pisadas viniendo de atrás suyo.
Nunca se acostumbraría a los largos pasillos de La Central.
Amanda observaba a su alrededor con ojos curiosos y cautelosos. Temor crecía en sus entrañas con cada paso que daba y se imaginaba lo que pasaría dentro de unos minutos.
Al pasar varias miradas se posaron en ellos y Amanda sintió ruborizarse de pies a cabeza. Bajó la mirada al suelo y siguió caminando con paso decidido hasta el despacho del presidente.
En menos de lo que esperaba estaba siendo conducida por un largo pasillo de paredes de cristal y a través de ellas podía ver varios elevadores de transporte. Sin darse cuenta estaban llegando a un elevador que les esperaba al final del pasillo. La chica miró al Presidente, con la intención de preguntar por qué iban a tomar uno de los elevadores pero no le dio tiempo de preguntar, ya estaba subiendo por la pasarela de metal.
El elevador era casi tan grande como una de las antiguas avionetas de vuelo, con anchos techos cubiertos por acero. Amanda se dijo que debía caminar pero su cuerpo no respondía, sabía que no iban a ir a ningún despacho, al menos no ella. Una mano la empujó por la espalda delicadamente y supo que había sido el doctor Daniel ya que el Presidente no la tocaría bajo ningún concepto y el vicepresidente no lo haría con tanta delicadeza y tranquilidad.
—¿A donde nos dirigimos? —preguntó Amanda con la esperanza de obtener respuesta mientras veía salir de la cabina de viaje al piloto y copiloto. No hubo respuesta.
Amanda siguió al Presidente y él le indicó donde sentarse: eran los asientos de los soldados, donde debían esperar a la batalla y tenían a mano las armas, mochilas con paracaídas incorporados y demás artefactos de lucha. Sintió como su estómago comenzaba a agitarse y no era por los guisantes duros que había comido. Comenzaba a echar de menos a los guisantes asquerosos. Al sentarse varias correas la sujetaron fuertemente las muñecas. Intentó moverse pero era en vano: estaba pegada al asiento, casi literalmente.
Desde esa posición observó con algo de incredulidad como el piloto intercambiaba algunas palabras con el Presidente pero a penas podía distinguir lo que decían con el ruido del motor del elevador en movimiento.
—¿A dónde me lleváis? —volvió a intentar pero nuevamente nadie le contestó. Al menos ya sabía que era a ella a quien llevaban. Ansiedad comenzó a recorrerla y el temor crecía a momentos.
Presentía que esa la última vez que vería la estructura de La Central.
Sin darse cuenta Tamara ya tenía su cuchillo en mano.
—¡No! Tamara, tranquila. Es de los nuestros —medio gritó Martina desde la cueva.
Tamara se giró un segundo a mirarla y después clavó su mirada en la figura alta, delgada y masculina.
El chico le devolvía la mirada exactamente con la misma intensidad.
—Qué, ¿has ido recogiendo a desconocidos por ahí? —apartó la mirada de Tamara y la dirigió a Martina, con un poco menos de intensidad pero la ira era palpable.
—Yo no he recogido a nadie, Niall —susurró Martina en respuesta conteniéndose claramente.
—¿Entonces quién es esta? —señaló a Tamara con un gesto vago de cabeza.
Tamara sintió que debía responder ella misma y levantó la barbilla:
—Soy Tamara. Y tienes razón en que somos unos desconocidos pero nos ofrecimos a ayudar. —su tono de voz fue firme a pesar de que no se sentía especialmente segura.
—¿Nos? —preguntó Niall incrédulo y se acercó en grandes zancadas a la cueva. Miró a su alrededor y al reparar en Harry parpadeó sorprendido—. Harry.
—¿Os conocéis? —preguntó Martina con curiosidad.
—Sí... o sea no, no demasiado. Fuimos juntos a quinto curso, pero es obvio que eso fue a eso mucho tiempo —se giró para enfrentar a Martina que seguía sentada en el filo del banco—. ¿O sea que nos has traído compañía?
—En realidad todo fue un accidente... casi los mato-
—Y sentiste que debías traerlos a nuestro refugio para recompensarlos —terminó la frase Niall por ella.
Martina lo fulminó con la mirada, pero no dijo nada más.
—Siento la molestia pero fue de gran ayuda encontrar a tu amiga. Estábamos en busca de un lugar nuevo donde permanecer por unos días y ella fue nuestra respuesta, nos guió hasta aquí sin pedir nada a cambio —Tamara miró unos segundos a Martina, quien sonreía imperceptiblemente y volvió su mirada firme a Niall.
—¿Sois conscientes de que no podremos permanecer aquí para siempre?
Tamara asintió con la cabeza.
—Tenía la esperanza de no hacerlo.
Niall apartó la vista de ella y la centró en algo fuera de la cueva.
—Está bien, no me importa que nos acompañéis pero si veo que nos causaís algún problema no me cortaré en dejaros en manos de los rebeldes.
La chica parpadeó, consternada y volvió a asentir.
Vio como el chico dejaba caer una mochila que traía con él y sacaba varias ramas de árboles y algo de hierba fresca. Tamara supo que iba a hacer fuego.
—¿Quieres...? ¿Quieres que te eche una mano? —preguntó Tamara vacilante dando un paso hacia él.
Niall la miró de reojo y negó con la cabeza.
—No es necesario —y comenzó a colocar las ramas de una manera en que quedaran centradas y buen repartidas.
—¿Cómo piensas encenderla? —preguntó Tamara.
—Tengo mis métodos —dijo el chico y sonrió de lado.
Tamara en ese momento pensó que tenía una sonrisa bonita. En realidad desde que lo había visto aparecer pensó que era hermoso. No era el típico chico atractivo, con un mentón cuadrado, las facciones rectas, no, este chico era guapo a su manera.
Lo que más le llamaba la atención de él eran sus ojos azules y su pelo rubio casi platino. Parecía que estaba contemplando el cielo a través de sus iris azules. Sacudió la cabeza al darse cuenta de lo que estaba cavilando.
Casi sin darse cuenta se vio a ella misma apoyarse en la pared y contemplar la lluvia caer.
Fácilmente podía encontrar un hogar con ellos.
¡Buenas! Siento la tardanza omg ¡Al fin llegué con nuevo capítulo! Espero sinceramente que os guste y no os privéis en comentar jaja Besos xx
Última edición por harrystyes el Mar 30 Jul 2013, 1:41 pm, editado 1 vez
harrystyes
Re: We can't hide (Harry Styles)
AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH!! SIGUEEE.
TE ODIO, MOTHERFUCKER
TE ODIO, MOTHERFUCKER
Tamara_Horan
Re: We can't hide (Harry Styles)
Tamara_Horan escribió:AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH!! SIGUEEE.
TE ODIO, MOTHERFUCKER
lo sé muahahahahaha
claro que la seguiré :-w-:
harrystyes
Re: We can't hide (Harry Styles)
Ahhhhhhhhhhhhhhh Nueva Lectora ahhhhhhh Ke?!! Ke?!!! kmo te atreves a dejarla sai kmo asi ... diossssssssss SIGELA SIGELAAAAAAAAAAAAAAAA :) soy kmi grasias ;)
kmiide5
Re: We can't hide (Harry Styles)
valen_2001 escribió:nueva lectora presente :P :P
siguela.. plis
bienvenida!
claro que la sigo :)
harrystyes
Re: We can't hide (Harry Styles)
kmiide5 escribió:Ahhhhhhhhhhhhhhh Nueva Lectora ahhhhhhh Ke?!! Ke?!!! kmo te atreves a dejarla sai kmo asi ... diossssssssss SIGELA SIGELAAAAAAAAAAAAAAAA :) soy kmi grasias ;)
Bienvenida! :)
jajajaja enseguida la sigo <3
harrystyes
Re: We can't hide (Harry Styles)
cuando la vas a seguir, te odio bitch:jajajaj: :jajajaj: :jajajaj: :jajajaj: :muere: :muere:
valen_2001
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