Trouble, love&shows {One Direction} NC. 1er tema terminado

El ensordecedor sonido de la alarma me despierta de mi plácido sueño, además me advierte que es tiempo de levantarme. Suelto un par de soplidos con frustración retenida; tengo sueño aún. Me tapo  la cabeza con la colcha y cierro los  ojos con fuerza tratando de aprovechar al máximo los cinco minutos que me quedan antes de comenzar con la rutina.

Me estiro bajo la colcha provocando que todos los huesos de mi columna truenen y, de un segundo a otro, mi cabeza se llena de imágenes de la noche anterior y no puedo evitar soltar una risa boba. Pataleo dentro de mi cama soltando de una vez por toda aquella emoción contenida, aún no puedo superar que conocí a Ed Sheeran, el pelirrojo que escribe las canciones más hermosas de todo el planeta –según mi opinión–. Y, a pesar de toda mi mala suerte, algo resultó bien, dentro de todo.

Quito la manta de mi cabeza y de una vez me siento en la cama, froto mis ojos aún con las comisuras de mis labios elevadas en una radiante y enorme sonrisa. Paso una mano por mi cabello y esta se queda atascada en él. Creo que un nido de pájaros estaría más arreglado que mi cabello a estas alturas.

Me levanto de la cama para encaminarme hacia el baño. Doy un bostezo y analizo lo sucedido la noche anterior; el comportamiento de Jay me dejó preocupada, ella no suele comportarse así,  debo llamarla para saber como se encuentra, además de llamar Carrie para saber que tal le fue en la “cita” con Styles.

Arrastro mis pies hasta el baño cuando una melena alocada –y poco más arreglada que la mía–  se asoma por la puerta del pasillo. Los ojos de mi hermana menor se posan en los míos, los abre de par en par y prácticamente sale corriendo de su dormitorio para arrebatarme el baño. Me adelanto a ella, ya que estoy más cerca. Abro la puerta con rapidez y elegancia – otorgada por los años – e ingreso al baño no sin antes soltar sonoro y malévolo ¡JÁ!

— Algún día – proclama mi hermana desde el otro lado de la puerta, deja ir el aire que ha estado reteniendo y probablemente esté roja de ira, como todas las mañanas – Algún día seré la primera en llegar al baño – masculla entre dientes provocando que ría con más fuerza de la necesaria - ¡Deja de reír y dúchate de una vez! – escupe fingiendo estar malhumorada.

— Alguien se levantó con el pie izquierdo esta mañana – hablo mientras saco un par de toallas del mueble y sonrío internamente por nuestra pequeña disputa matutina.

— Mi pie izquierdo estará en tú trasero si no te apresuras – su voz suena más lejana. Estallo en risas y comienzo a quitarme el pijama rápidamente para darme una corta y refrescante ducha. Evito el espejo a toda costa, no necesito recordarme cuan horrenda soy. No hoy, es un gran día y no necesito arruinarlo.



Voy tarde, santa mierda, no puedo creer que me haya retrasado por tratar de quitar una mancha de pasta de dientes de mi chaqueta favorita. Cada vez me convenzo más que no puedo lavarme los dientes sin manchar mi ropa.

Tomo el IPod de la mesa junto con una tostada y me despido rápidamente de mamá y papá. Salgo a paso veloz de casa y comienzo a trotar hasta la estación de autobuses, no puedo llegar tarde hoy.

— ¡Ellie! – una voz tras de mí me obliga a girarme y quitarme los audífonos.

Veo que Louise corre hacia a mí velozmente con algo en su mano. Su melena castaña revolotea y su uniforme se desacomoda en cuanto se acerca a mí. Miro sus pies y la contemplo con una sonrisa torcida, las pantuflas de conejo rosado que porta, se ve realmente cómica cuando se acerca a mi con su mano extendida mientras arrastra sus pies como una ancianita.

— ¡Ellie! – repite con aire cansado y no puedo evitar soltar las carcajadas que me he estado aguantando. – ¡demonios, Michelle! – me regaña como si fuera mi madre.  – Algún día será tú cabeza la que se quedará en casa – jadea y rueda los ojos mientras ella apoya sus manos contra sus rodillas. – Agradece que está pegada a tú cabeza – se burla y menea nuevamente su melena.

— Gracias a Dios – sonrío tomando la cámara de video, perteneciente a Coraline, que ha traído de casa. Me sorprendo al ver que se me ha quedado en casa, creo que mi hermana tiene razón, quizás un  día de estos olvide ponerme zapatos antes de salir de casa. Miro mi reloj pulsera ¡mierda! – Debo irme – me apresuro a correr a la estación - ¡Adiós, Lou! – grito mientras mis pies corren lo más rápido posible directo al autobús que sea parado a unos metros de distancia.

— ¡Suerte! – vocifera mi hermana menor a lo lejos con su característico tono alentador.

— ¡Gracias! – contesto mientras corro hacia la estación de autobuses, la que se encuentra unos cuantos metros más allá.

— ¡Recuerda lo de esta tarde! – vuelve a chillar Lou, se oye más a lo lejos y como si ella me pudiese ver asiento estúpidamente.

No olvidaría nuestra salida de hoy por nada del mundo.

Con la respiración agitada subo al trasporte y le pago al conductor para luego buscar  un asiento vacío y sumergirme por completo en mis pensamientos. Me coloco los audífonos una vez sentada y saco el IPod, cierro los ojos y escojo una canción al azar, Lonely Boy de The black Keys comienza a retumbar con sus características guitarras eléctricas y su excelente introducción, me animo de inmediato y comienzo a tararear la letra mientras me dirijo a mi destino.


Siento que de algún modo la canción encaja a la perfección con el tatuado. Puede que sea un chico solitario, que sienta que está por encima de mi solo por tener el dinero y la fama que los demás desearían y tal vez, solo tal vez, sea un chico que se sienta solitario por dentro... Vamos Ellie, ¿por qué desperdicias tú tiempo pensando en él? Oh, quizás es porque debes convivir con el seis meses. Seis largos meses.



Mantengo mi mano en alto procurando no perderme ni un solo segundo del juego de los pequeños. Puedo sentir que mi sonrisa se expande cada vez que uno de ellos me mira y sonríe. Continúan gritando y jugando fingiendo ser sus animales favoritos, entre tanto me mantengo con la mano en alto  junto a mi cuaderno de notas, el que está a un lado de la banca, con la esperanza de no perderme ni el más mínimo detalle de la conducta de los pequeños.

— ¡Yo soy un dinosario! – salta un pequeño imitando la forma de caminar de un tiranosaurio. Creo morir de ternura en cuanto los demás lo imitan.

— Yo un lión – ruge un pequeño rubio de ojos azules, raro… me recuerda al amor de Coraline, el rubio de la banda que tanto ama.

Sacudo la cabeza y regreso a mis apuntes, los niños aún no saben pronunciar claramente algunas consonantes, y sus modulaciones no son claras del todo.

— ¡Ellie! – chilla Lila desde la otra punta del establecimiento. No me explico como alguien de su tamaño puede gritar con tanta fuerza. - ¡Ellie! – vuelve a gritar pero ahora la escucho más cerca.

Los niños no parecen percatarse de los gritos de su maestra, o quizás no les interesan. De una buena vez pongo pausa al video que estoy filmando, dejo la cámara en la banquilla y finalmente volteo mi rostro para encontrarme con una pequeña pelirroja, quien me sonríe de oreja a oreja.

— Te buscan en recepción – contesta antes de que si quiera formule la pregunta en mi cabeza. Ella expande su sonrisa por lo que sus hoyuelos hacen acto de presencia.

— No espero a nadie – murmuro de inmediato. A no ser que Louise haya escapado de la escuela para adelantar nuestra salida o que una de las chicas haya pasado por el prescolar para hablar de algo importante.

— Te conviene – Lila interrumpe mis pensamientos y, antes de que me de cuenta, me está arrastrando hacia la recepción del prescolar en el que estoy llevando a cabo mi trabajo de investigación.

Lila parece más que emocionada entre tanto me esfuerzo para seguir su paso sin tropezarme con una piedra por el camino, pero ella no parece darse cuenta de que me está arrastrando prácticamente hasta la oficina.

— Lila — la llamo y esta se detiene a unos cuantos metros de la oficina, se para frente a mí colocando sus manos en sus caderas intentando parecer seria pero no le resulta. Tiene una enorme y tenebrosa sonrisa especuladora.

— ¿Necesitas contarme algo? – vuelve a inquirir parándose frente a mí.

Muevo la cabeza en señal de negación. Abro la boca con la intención de que unas cuantas palabras salgan de ella, pero es  en ese instante la puerta se abre y de la sala de recepción sale un chico moreno lo bastante alto como para ser un modelo. Las mangas de su chaqueta están recogidas hasta sus codos dejando ver sus múltiples tatuajes. Mi cerebro no tarda más de un milisegundo en comprender lo que está pasando. Palidezco de inmediato cuando Zayn posa su mirada en mí.

— Como por ejemplo eso – escucho el murmullo de Lila tras él.

— Hola – saluda él forzando una sonrisa y acercándose a mí para saludarme. Doy un paso atrás confundida por lo que está pasando, en mi rostro se forma un gran signo de pregunta. Puedo sentir la hostilidad emanada por Zayn, sus ojos se encuentran con los míos pero no hay necesidad de decir nada, su rostro habla por él. Pero ¿Qué no se supone que el cabeza de algodón y Carrie serían los primeros en salir a la luz? ¿Qué hace él aquí, entonces?

Se acerca a mí pretendiendo no haber notado mi rechazo hacia él. Deposita un beso en mi mejilla, de inmediato me sonrojo cuando sus labios hacen contacto con la piel de mi mejilla. Escucho el suspiro de Lila.

— Ven – toma mi mano y entrelaza sus dedos con los míos naturalmente. Siento mis mejillas arder nuevamente ante su contacto. No puedo evitar hacerlo. Se aleja unos cuantos metros de mi curiosa compañera, hasta la esquina del pasillo donde dobla y se detiene. Aparto mi mano de la de él y miro mis dedos tentativamente, con nerviosismo mal disimulado.

— ¿Qué haces aquí? – pregunto con tono de voz tembloroso el que, para ser la primera vez que hablo a solas con él, salió mejor de lo que esperaba. Ken cruza de brazos y me mira impasible – tengo muchas cosas que hacer – agrego con la intención de que se vaya de una vez, pero sigue ahí, sin mover ni el más mínimo músculo.

— Irás a cenar conmigo, ordenes de Simon – es lo único que dice antes de tomar nuevamente mi mano y obligarme a seguirlo.

Quiero protestar, decir algo pero soy incapaz de hacerlo, solo soy capaz de sonrojarme más que un tomate en plena estación de primavera. ¡Malditos nervios! ¡Maldito contrato! ¡Estúpido, Zayn!

El chico aligera su paso conforme nos acercamos al banquillo en el que están todos mis cuadernos, apuntes e incluso la cámara de Cora que dejé con anterioridad... ¿cómo sabia que me encontraba ahí?  Me detengo junto con él, suelta mi mano y hace un gesto con su cabeza indicándome que guarde mis cosas.

Me cruzo de brazos, bajo mi mirada hacia el suelo incapaz de hacer otra cosa. No puedo salir corriendo, rodando o lo que sea, porque él me atraparía antes de que avanzara, si quiera, medio metro.

Su mano toca mi barbilla obligándome ha alzar la vista y salir de mis pensamientos. Mis mejillas continúan ardiendo con frustración, vergüenza y un montón de sentimientos más mientras mi pulso se acelera, lo miro a los ojos percatándome que está a solo centímetros de mi rostro y se acerca lentamente hacia mí con una sonrisa torcida.

¡Madre de Dios!

— Apresúrate, por favor – susurra en mi oído y su cálido aliento choca contra mi oído. – Ah, y sí la pelirroja me continúa mirando así, no respondo por mis acciones – agrega.

Suelto el aire que he contenido por no sé cuantos segundos, frunciendo los labios me aparto de él aún con mi cara ardiendo. Percibo su sonrisa de autosuficiencia en su rostro. Que ganas de decirle a Lila que se lo puede llevar a casa si así lo desea y que jamás lo regrese. Le haría un favor a la humanidad.


Mis manos sudan con nerviosismo una vez más, no quiero mirarlo a él ni nada por el estilo. Solo deseo terminar de una vez por todas con esta maldita farsa pero tengo el presentimiento de que estos seis meses serán los más largos de mi vida.

A veces me gustaría ser como Emm y mandar a todo el mundo a la mierda sin que me importaran las consecuencias, o como Cora, con su forma tan especial de ver las cosas; como si no hubiese problema sin solución.

Me hundo en el asiento intimidada por la  forma de ser  de Zayn y de como actúa conmigo, el hecho de que no me hable me parece realmente bueno, ya que no creo poder mantener una conversación con alguien quien parece despreciarme.

Me concentro en la música que emite la radio por primera vez en todo el trayecto a mi hogar. No puso problema cuando le dije que debía dejar un par de cosas en casa.

Cierro los ojos y escucho el sonido familiar de un par de guitarras eléctricas seguido por el tamborileo de la batería, todo me parece familiar hasta que caigo en cuenta de la canción que estoy escuchando.



Puede que sea una señal del destino. Voy camino al infierno, junto a él.



No, no, no, no. Que sea solo una alucinación, solo eso, por favor. Ruego internamente a medida que el auto del moreno se acerca cada vez más a mi casa.

Veo el auto de mis padres se encuentra estacionado frente a ella y mi estómago se revuelve por el solo hecho de que se encuentren en casa. Puede que hayan ido a cualquier parte, me trato de convencer. Hago tronar los dedos de mis manos buscando liberar el nerviosismo.

Oh, no.

La imagen de mi hermana asomándose por su ventana es lo único que veo cuando Zayn por fin aparca el auto fuera de mi casa.

Reacciono tarde, justo cuando el me abre la puerta como el caballero que no es. Mis piernas tiemblan como unas verdaderas gelatinas en cuanto bajo del auto.

No tomo su mano cuando me la ofrece, pero de todas maneras el entrelaza sus dedos con los míos obligándome a seguirlo hasta la puerta de mi casa, me mantengo aún aturdida.

Doy un par de pasos en falso y me quedo helada en cuanto mi castaña hermana abre la puerta antes de que él lo haga.

Parpadea rápidamente cuando ve al chico que sostiene mi mano. Unos segundos transcurren en el cual ella nos observa fijamente; primero frunce el ceño llevándose sus manos a sus caderas con su típica mirada de “tenemos que hablar, perra”. Pero antes de que pueda pronunciar unas cuantas palabras a modo de explicación, Lou comienza a gritar como una verdadera descerebrada. Volteo la mirada de mi hermana hasta el moreno, una sonrisa igual o quizás más falsa de la que me dio la primera vez que me vio surca su rostro.

Solo quiero gritar, pero mis cuerdas vocales se niegan a emitir sonido alguno.

Louise apunta a Zayn y luego a mí con la boca prácticamente abierta, la abre y cierra dos veces sin decir nada. Sus ojos están abiertos observándonos a los dos y se detienen en nuestras manos entrelazadas.

— Carrie – susurro a modo de explicación y todo en su cabeza parece encontrar en sentido correcto. Hace una seña indicando que entremos a casa, trago con fuerza, mis piernas se niegan a reaccionar y mi cabeza a encontrar una explicación coherente.

Entro a casa arrastrada por Zayn.

— ¿Por qué no me dijiste que conocías a Siva de The Wanted? – pregunta Louise con emoción chisporroteando por los ojos cuando paso junto a ella. ¿Quién es The Wanted? me pregunto al momento que la boca de Zayn cae abierta y toda la arrogancia desaparece dando paso a una mueca de disgusto.

— Zayn Malik — se presenta formalmente, una vez dentro de casa, estirando su mano para estrecharla con la de Louise — Novio de Ellie. — Ella abre su boca sorprendida.

Un estruendo en la cocina parece despertarme de un mal sueño, pero solo me doy cuenta de que la pesadilla es verdadera: papá aparece de la nada asomándose por la puerta de la cocina, levanto la mirada hacia un hombre sorprendido completamente por lo que acaba de escuchar, sus ojos inmediatamente buscan los míos tratando de buscar una explicación pero lo único que sé es que mi corazón está a punto de salirse de mi pecho y mi cabeza explotará en cualquier momento por las palabras que acaba de pronunciar Zayn.

Ellie, bienvenida al infierno.