Always love you, {Logan Henderson y tú}

— Logan, ve a sacar la basura o si no adiós mesada —Amenazo mamá parada en el umbral de mi cuarto, mientras yo estaba jugando fruit ninja en mi teléfono.
— Que la chica de servicio lo haga, joder —Expresé fastidiado, mientras ella me daba una de esas miradas de “Si no lo haces, te mataré” —. Está bien, ya lo hago —Acepté a regañadientes.

Era viernes en la tarde y yo estaba encerrado en mi casa recibiendo regaños por parte de mi mama, explicándose seguramente el por qué no tiene un hijo ejemplar, como los nerds hijos de sus amigas, a quienes idolatra con la mirada.

Baje las escaleras con sumo fastidio, esperando no ver la cara de mi hermoso padrastro Eric, quién hace unos días se había comprometido con mi mamá. No me agradaba la idea de tener que soportar otra figura paterna que me diga que cosas debo hacer o no, nadie lo hacía. La mayoría de las veces actuaba dependiendo de que como esa acción me beneficiaria a mí, a mi familia o a mis amigos. Tome la bolsa que me había puesto estratégicamente mi mama en la puerta del living y salí a la ardiente tarde que me esperaba. Deposité la bolsa en el bote de la basura, y lo cerré. Gire la cabeza hacia los nuevos vecinos de la esquina, esperando ver a una chica que estuviera buena, pero solo me encontré con una chica sentada debajo de un árbol, leyendo un libro.

— ¡Hey! —Saludé desde mi casa, con tono amable; al mismo tiempo que ella se dedicaba a leer su libro e ignorarme —¿Eres sorda? —Cuestione en voz alta, totalmente consternado por su olímpico ignoro.
—¡No! —Grito de vuelta con tono irrefutable — ¡Soy anti idiotas!
—¿Qué se cree…? —Susurré irritado.

Sin ánimos de discutir con la grosera insulsa de la esquina, me di la media vuelta y entre a la casa. La casa parecía un desastre desde que mi hermana menor llego de su campamento “Wonkey Donkies”, y desde entonces, mamá no deja de quejarse todo el día.

—Hola, hermosa —Salude con un beso en la mejilla a Presley, mi hermana.
—Hola, Loggie —Saludo abrazándome, con una enorme sonrisa.

Una de las cosas que más amaba en esta vida era a mi hermana menor, ella era la luz de mis ojos, mi vida entera. Subí las escaleras con paso apresurado, dispuesto a seguir disfrutando de una tediosa tarde en los suburbios. Me senté en la orilla de la cama y tome mi teléfono, note que tenía un nuevo mensaje de Kendall, así que lo abrí.

—“Hola mi Loggie bear, ¿Qué tal está todo? Estoy con Carlos y James, estábamos pensando en ir a la fiesta que dará Trisha en un rato, ¿vienes?”
— “¡What so! Por supuesto que iré, nos vemos en la fiesta”

Esta era la oportunidad perfecta para divertirme un rato, algunas chicas, algo de alcohol… La combinación perfecta. Todo el tiempo los chicos se preguntaban el porque me comportaba como un patán con las chicas, cuando la razón era más que evidente: Era un método perfecto para olvidar a Demetria, de entrar en un mundo sin recuerdos, sin la presencia constante del sentimiento de culpa. Claro, no lograba olvidarme completamente de ella, pero si se me hacía un poco más fácil evadir los recuerdos, que, la mayoría del tiempo me abrumaban, impidiéndome seguir con mi vida.

Tome mi chaqueta negra de cuero y me puse unas vans del mismo color, me dirigí hacia el baño con paso apresurado para lavarme los dientes y arreglar un poco mi despeinado cabello. Cuando termine, tome mi cartera de bolsillo, mi teléfono y un par de lentes que había comprado hace poco. Baje las escaleras y me encontré con toda la sala de abajo en total silencio, me preguntaba qué pasaba hasta que vi una nota pegada en uno de los muros blanquecinos del living.

“Salimos a comer helado con Eric, en caso de que salgas a alguna parte, deja las llaves de la casa bajo la alfombra de la entrada y recuerda no llegar tarde. Cuídate, Logan.
Por: Mamá y Presley.”

Arrugue la nota y la tire a la basura. Una de las cosas que más me sacaba de quicio era que mama se preocupara tanto por mí, ella sabía perfectamente que yo había cambiado y nada ni nadie podían hacer nada para cambiarme. Finalmente, deje las llaves debajo de la alfombra y luego, me introduje en el nuevo auto que me regalo mamá el año pasado, un Mustang GT 2010. Lo encendí y arranqué hacia mi destino, la casa de Trisha Sparks; prendí la música a todo volumen, estaban pasando a unas de mis bandas favoritas: Maroon 5.

Después de tararear casi todas las canciones de la radio, llegue a la mansión de los padres de Trisha. Era una espectacular casa a decir verdad, en vez de paredes de ladrillos eran ventanas corredizas y la fachada era de un color crema. Por lo que pude notar, los chicos estaban aquí ya, podía visualizar el Mercedes nuevo de James; me baje del auto y me dispuse a ir en busca de los chicos.