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"Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
): pobre rayita, aunque yo se que Hazza si la quiere. Genial Cap, me gustó mucho. *-------* ASDFGHJKL Adios. Cx
Debbie69Styles
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
guapas perdonenme!:xd: ahora mismo sigo la nove les haré maratón de todos esos días que no estuve :)
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
Me estaba confundiendo horriblemente; estaba entre el sí y el no acerca de descifrar sus sentimientos hacía mí. Juro que no lo entendía.
Cuando me hube sentado, los miré acomodados en la pista, bailando una canción y no una melodía, aunque era igual de lenta.
Tenía que deshacerme de inmediato de todas mis especulaciones, de todo tipo de pensamiento en el que cavilara a Harry. El no debía de estar rondando en mi cabeza, vagando junto a las fantasías implacables que se desataban con cada mirada o tacto suyo.
Volví a prestar atención a ellos. Eran la pareja perfecta, sin duda. Y aunque estaba terriblemente confundida por el actuar de Harry; sí tenía una cosa en claro… no permitiría que jugara conmigo, ni mucho menos con Sharon, y por supuesto, tampoco que le rompiera el corazón.
-Vuoi ballare con me? *-la voz de un joven de cabello castaño, algo alborotado me hizo mirarle.
Me tendía la mano, como Harry lo había hecho antes. Pude adivinar entonces que me pedía un baile. Pero no tenía muchas ganas de bailar.
-Lo siento, no hablo italiano-dije, sonriéndole.
-Oh, si parla spagnolo. Si prega di ballare con me **-no sabía qué había dicho, pero no quitaba la mano extendida hacía mí.
Miré hacía la pista de baile y Sharon y Harry seguían allí, moviéndose al sonido de la música. Yo no tenía que quedarme aquí sentada, abandonada; además el muchacho que me pedía un baile era apuesto. Sus ojos cafés y sus labios rosados y rellenos me recordaron en cierta parte a Harry.
-Qué más da-farfullé y me levanté de la silla, aceptando la invitación de baile.
Él me sonrió y me condujo hasta la pista, en donde al instante atrajimos la atención de la pareja a mi lado. Sharon y Harry.
Ella me sonrió, mientras que él frunció el ceño. ¿Y ahora qué pretendía? ¿Quería tenernos a nosotras dos para él nada más? Pues estaba muy equivocado, aun así me doliera en lo más profundo de mi alma, él sólo sería de Sharon, nada más.
Les di una sonrisa de autosuficiencia, sintiéndome orgullosa no sé de qué. Y volví mi mirada al chico que bailaba conmigo, mientras que la de Harry no se despegaba de mí.
• • •
No podía conseguir pegar los párpados después de esa noche, daba vueltas y vueltas en mi cama, siendo la una de la madrugada; apenas había pasado una hora y media desde que habíamos llegado al departamento.
Exhalé agobiada y me levanté por un vaso de leche, para ver si así conseguía que el sueño se compadeciera de mí. Serví el líquido blanco en un vaso y luego de darle un sorbo, escuché un murmullo en la habitación de Sharon. Curiosa me acerqué a su puerta, con paso sigiloso, seguro estaría hablando dormida. Cuando estuve detrás de la puerta, alcancé a percibir su vos perfectamente sobria, sin atisbo alguno de somnolencia, hablaba con alguien, pero, ¿a estas horas? ¿Con quién?
Agudicé el oído, queriendo encontrarle sonido entendible a su murmullo.
-Es que no sé que pasa, Louis. Siento que no va muy bien…
¿Louis? ¿Estaba hablando con Louis? ¿Qué era lo que no iba bien? ¿No sabía qué cosa? Las preguntas comenzaron a formularse en mi cabeza por sí solas. Pero decidí mejor darle privacidad, a fin de cuentas esperaba a que me lo contara mañana.
Los delicados rayos de sol que apenas se colaban por mi ventana iluminaron lo suficiente mi habitación como para hacer que me despertara. Me revolví entre las sábanas y miré la hora cuando abrí por completo los ojos, iban a ser las once de la mañana. Me estiré haciendo que un montón de huesos me tronaran, luego le abrí el paso a un bostezo.
Me levanté perezosamente y salí de mi habitación. Me llevé una sorpresa al ver a Sharon allí, sentada en la cocina, desayunando.
-¿No trabajas hoy?-le pregunté, confundida.
-No, el señor Vittore me dio el día para prepararme para el viaje-contestó, levantando su plato del pretil.
-Claro, lo olvidé-musité, un tanto confundida porque esta vez, Sharon no había decidido despertarme con esos molestos golpes en la puerta, como era su costumbre-. ¿Qué desayunamos?-le pregunté, para no pensar en lo anterior.
-Lo siento, yo ya desayuné-me miró-. Tenía mucha hambre, además tú estabas dormida y no quise despertarte.
Eso sí que era raro pero traté de ocultar mi expresión de desconcierto.
-Oh, bueno, no te preocupes-musité.
-Saldré por un rato, iré a comprar algunas cosas que me faltan para el viaje-me avisó, retirándose de la cocina.
-¿Irás sola?-quise saber.
-Sí, es que tengo que hacer miles de paradas, ya sabes-se encogió de hombros y luego entró al baño para lavarse los dientes.
-Claro-murmuré, distraída. Sabía muy bien cuando Sharon quería estar sola.
Recordé la conversación que tuvo anoche con Louis, pero ella parecía como si no fuera a decirme nada, así que traté de ser sutil para lograr que ella hablara aunque sea un poco. Oí cómo le cerró a la llave del agua y luego la vi salir del baño.
-Anoche no pude dormir-empecé a decir-, me costaba pegar los ojos-bromeé, esperando a que ella hiciera un comentario parecido.
-Oh, yo creí que serías la primera en caer como piedra a la cama, siempre te cansas mucho-dijo, buscando ahora su bolso.
-Sí, pero no logré conciliar el sueño sino hasta las dos de la mañana-insistí.
-Qué mal-fue todo lo que dijo, porque el silencio hizo presencia debido a que yo ya me había dado por vencida. Ella no me contaría nada.
-¿A qué hora vendrás?-inquirí, sintiéndome pésima por la fría conversación.
Se encogió de hombros, indiferente.
-Vendré a comer, no te preocupes-me sonrió, débilmente-. Te veo al rato-se dirigió a la puerta y salió por ella sin decir nada más.
Me quedé allí traspuesta mirando la puerta de madera que se encontraba cerrada, preguntándome qué era lo que ocurría con Sharon. Qué había hablado con Louis para que estuviera actuando de esta forma. O qué había visto ella anoche.
En definitiva, irme sería la mejor opción.
Fui a vestirme y decidí salir, necesitaba que alguien me escuchara y qué mejor que Ferni para ello. Garabateé en un papel una disculpa para Sharon, no estaría para la comida, y luego lo pegué en el refrigerador y salí por la misma puerta por la que ella había salido hace media hora.
Caminé hasta el laboratorio de fotografía de los Agnelli, viéndome los pies mientras lo hacía. Sabía que estaba hiriendo a Sharon, aunque ella no me dijera ni una palabra al respecto, la conocía bastante para saber que lo hacía; y eso no me lo podía permitir.
A los pocos minutos, divisé el laboratorio al otro lado de la calle, y corrí hacía él como si fuera alguna roca que me refugiara de la marea. Cuando entré y la oscuridad propia del lugar me acogió, visualicé dos figuras al fondo.
-¿Ferni?-pregunté.
Las figuras se movieron y cuando la escasa luz del exterior les dio en la cara reconocí a Liam a lado de Ferni.
-¿Liam?-inquirí, confundida.
-Hola, _____-me dijeron los dos al unisón.
-Con razón ya no te he visto-bromeé con el joven de cabellos rizados e inmediatamente sus mejillas tomaron un color rosado claramente visible.
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
Había estado la mayor parte del tiempo con ellos dos, y me había dado gusto la noticia de que ahora eran casi inseparables; sólo le faltaba a Liam decidir qué día le pediría que fuera su novia.
Salté de mi asiento al percatarme de la hora.
-Demonios, es tardísimo-dije, levantándome de la silla mientras que Liam y Ferni me miraron confundidos.
-¿Tarde para qué?-preguntó Liam.
-El viaje de Sharon, ¿recuerdan?-les había contado la historia a la hora de la comida, Ferni me llenaba de consejos y Liam resultó ser unos excelentes oídos.
-Oh, verdad.
-Habla con ella, _______. Una amistad se vuelve más sólida si ambas partes hablan de lo que les preocupa-me aconsejó Ferni, como toda la tarde lo había estado haciendo.
Era increíble cómo podía ella expresarse así, con tanta naturalidad, con tanta sabiduría; a pesar de que era menor que yo, sin duda era más madura, siempre lo he dicho.
-Gracias, Ferni. Espero tener el tiempo-miré el reloj-. Y si no me doy prisa, no podré despedirme.
-¡Suerte!-agitó la mano cuando me dirigí a grandes zancadas a la puerta de salida.
-Hasta pronto, ______-dijo Liam.
Salí dándoles una sonrisa y apresuré el paso hasta el edificio. Faltaban doce minutos para que las ocho y media se dieran, Sharon tenía que partir antes de las nueve.
Mientras corría hacía mi destino, recordé a Harry; él ya debería de estar allí, seguro. Eso hizo que mis pies disminuyeran su velocidad un poco. No quería llegar y toparme con la despedida amorosa entre ambos porque sabía muy bien que me iba a doler, incluso pensarlo ya causaba una aguda sensación de malestar en el corazón.
Por primera vez utilicé el ascensor y llegué hasta el tercer piso en tres cuartos de minuto, dí grandes zancadas hasta el departamento 312 y abrí torpemente la puerta, esperando a que Sharon no se hubiese ido ya.
-¡Shar, lamento…!-mi frase se quedó inconclusa porque justo al abrir la puerta me encontré con la escena romántica que quería a toda costa evitar. La despedida amorosa entre Sharon y Harry.
-¡_______! Qué bueno que llegaste antes de que partiera. Pensé que no vendrías-la broma no le salió como tal. Se deshizo del abrazo de Harry y se dirigió a mí para abrazarme. Algo del perfume de él aun había quedado impregnado en sus ropas y llegó hasta mi nariz de forma tenue.
Intenté sonreír y poner buena cara, aun sintiendo los horripilantes deseos de estallar en berridos y dejar salir a borbotones las pesadas lágrimas que sentía que me empañaban ya la vista.
Una gota de agua salada cayó al hombro de Sharon, una lágrima que no pude reprimir.
-Oh, ______ pero no llores, ó me harás llorar a mí-su tono de voz se tornó cálido y tierno, como siempre había sido.
Ella creía que yo lloraba por su viaje. Era un buen pretexto, pero me sentía mal porque no era cierto. La verdad era que sí sentía dolor, pero era uno propio del corazón, causado por la demostración de afecto entre ellos dos.
Sonreí, esperando que no fuera muy evidente lo falso en ella.
-Cuídate mucho, shar-murmuré-. Te voy a extrañar-aquello había sonado honesto, porque era verdad.
-Yo también-me dijo.
Luego, la mano de Harry me acarició la espalda en busca de darme consuelo. Hasta ese momento recordé su presencia y un inexplicable rencor me invadió. Lo odiaba bastante, pero de igual manera, lo amaba más de lo que podría llegar a odiarlo. No entendía cómo es que había ilusionado tanto a mi corazón y luego lo había dejado caer en un agujero sin fondo y muy oscuro.
-Te acompaño abajo-dijo él y luego tomó la pequeña maleta de Sharon, dejando mi espalda desprotegida de su calor-. ¿Vienes?-me preguntó a mí.
Asentí y entrelacé mi brazo al de Sharon, luego bajé la cabeza. Lo que menos necesitaba era que Sharon se fuera, aunque solo sea por dos días; sin duda serían los dos días más difíciles de mi vida, teniendo que abstenerme de todo tipo de encuentro con su novio.
Bajamos por el ascensor, mientras que nadie pronunciaba palabra alguna y mi vista seguía fija sólo en el piso del elevador. Cuando llegamos al primer piso y salimos del pequeño apartado, la camioneta de la gente del señor Vittore ya esperaba por Sharon.
Ella dio un suspiro y luego se giró para ver a Harry. Lo miró por un par de segundos, como queriéndole decir algo con sus ojos, parecía que… suplicaban. Pero Harry bajó la mirada y exhaló despacio, luego besó la frente de su novia.
-Cuídate mucho, amor-le pidió.
El corazón, ya roto en miles de pedazos, se contrajo de dolor al escuchar la última palabra.
Sharon sonrió débilmente.
-Te amo, Harry-susurró en su oído y yo deseé con un fervor descomunal estar en alguna otra parte en ese momento.
Pero él no dijo nada, esbozó una pequeña sonrisa y volvió a besar la frente de Sharon. En serio, lo odiaba.
Luego Sharon se giró hacía mí y me sonrió, con esas sonrisas que me había estado dando últimamente.
-Te voy a extrañar-le repetí, porque era lo único honesto que había en mí-. Cuídate mucho.
-También tú. Dos días se pasan rápido-me dijo.
Le sonreí y luego, Harry y yo la vimos subir a la camioneta.
-Nos vemos en dos días-nos dijo y se despidió con un gesto de mano.
Harry y yo miramos la camioneta hasta que se perdió entre las calles oscuras.
Cerré los ojos por un instante hasta que la voz de Harry me hizo abrirlos de nuevo.
-¿Volvemos al departamento?-preguntó, cínico.
Pero yo no debía de estar con Harry, ni siquiera verle durantes estos dos días. Sharon se merecía respeto y era lo que al menos le daría.
-Harry, estoy muy cansada. Quiero subir y tirarme a dormir-dije-. Disculpa.
-No, no hay problema. Descansa. Nos vemos mañana-me sonrió y algo en su confianza de que nos veríamos el siguiente día me hizo creerlo.
-Adiós-musité y sin mirarle más subí hasta el departamento.
Al instante en el que entré, el lugar ya no era el mismo. Se supone que ya debería de haberme acostumbrado a pasar las horas sola, pero ahora por alguna razón era distinto.
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
Y ahora allí, la imagen de ellos dos besándose, no se borraba de mi mente y la estaca tampoco de mi corazón; tenía que luchar contra ese recuerdo, ahogarlo en algún agujero de mi mente y así llevarlo al olvido; pero entre más luchaba más perdía y éstos se volvían más nítidos en mi cabeza.
Me dolía bastante y no entendía cómo es que tanto dolor podía caber en mi corazón; aun cuando éste ya no lo soportara, era algo que seguía acumulándose más y más cada vez hasta volver el corazón un órgano pesado y luego lo desplomaba hasta mis pies, dejando así sólo un espacio vacío en la cavidad de mi pecho. Y dolía, dolía bastante.
Había amanecido rogándole a Dios no toparme con Harry, hasta ahora, casi medio día, él no había dado señal alguna de vida.
Decidí salir, así, si Harry me buscaba no me encontraría en el departamento. Apagué también mi celular, sólo por si acaso.
El aire fresco me pegó en la cara, mientras intentaba resguardar mis manos en los bolsillos de mi abrigo. Había empezado el mes de Diciembre y con él, el frío austral. Caminé por calles que ya conocía y llegué a lugares familiares en los que ya había estado antes degustando su comida. La tarde se pasó así, pero el dolor del día anterior aun estaba allí, en alguna parte de mi interior, esperando cualquier descuido mío para vencerme. La curiosidad me invadió de pronto al recordar a Sharon, y en un intento de descifrar ese dilema, prendí mi móvil y marqué el número de Louis.
-¿Aló?
-Louis, hola-musité.
-Hola, _____.
-¿Tienes tiempo para hablar?
-Claro, ¿qué pasa?
-Es lo que yo quiero saber, Lou. Pasa algo con Sharon, yo lo sé. La escuché el otro día hablando contigo en la madrugada-confesé.
-Oh…-hubo un silencio después de su exclamación. Los silencios así nunca son buenos.
-¿Louis? Sí sabes algo, dímelo, por favor-supliqué.
-Está preocupada-dijo, con voz ronca.
-¿Preocupada de qué?
-______, ella no es tonta. Los cambios en la actitud de Harry la lastiman.
-¿Qué quieres decir?-pregunté, estaba al borde de caer en la confusión.
-Que ella se da cuenta de que Harry ya no es el mismo. De que su cariño parece acabarse y pertenecerle a alguien más.
Abrí los ojos como platos.
-¿Alguien más?-tragué saliva.
-Harry te presta más atención que a su misma novia, ______. Eso es muy obvio-dijo, con voz severa.
-Pero…-no daba crédito a lo que mis oídos escuchaban, aun cuando ya me lo imaginaba-. Yo no…-balbuceé
-Escucha, ______. Sé que eres una buena persona, sé que serías incapaz de dañar a tu mejor amiga, y conozco también a Harry, el jamás dañaría intencionalmente a una persona. Pero juntos, parece que se les olvida eso-me reprendió.
-Pero yo no…
-Sólo te pido que no la dañes-me interrumpió-. Ella se fue porque le aseguré que no era nada malo, que Harry tenía momentos así y la convencí de que ese viaje le relajaría, le dije que no pensara en eso.
-¿No le dijiste que…?
-Por supuesto que no. Pero te suplico, que lo hagan daño, la última vez fueron muy obvios.
-¿La última vez?
-El domingo, Sharon me dijo que los vio bailando y eso derramó las especulaciones que ella misma se estaba negando en formar. Ella asegura que Harry parecía más feliz bailando contigo que… con ella.
-¿Qué… qué le dijiste?-pregunté, con el corazón en pedazos.
-Que estaba loca. Pero ten en cuenta lo que te dije a ti, ______. ¿Qué vale más? ¿Una amistad de casi toda la vida ó un amor prohibido?
Guardé silencio, la respuesta era muy obvia. Sharon era como mi hermana.
-Tengo que colgar-me avisó-. Espero que no hagas nada malo o dejes que suceda algo así.
-Gracias. Louis.
-No sé supone que debía de habértelo dicho, pero Sharon me…-se quedó en silencio.
-Lo entiendo, gracias-repetí, con el hilo de voz que apenas y me salía.
Trunqué la llamada y al instante, me percaté de que tenía una perdida. Era de Harry. El corazón me rogó adolorido que lo ayudara. Sufría, sufría bastante. Apagué el móvil antes de que una llamada volviera a entrar y lo escondí al final de mi bolsa.
Esto estaba muy mal y era una carga que no podía soportar. Caminé queriendo perderme, deseaba tontamente que mis pies se despegaran del cemento y me llevaran volando hasta otro planeta, desaparecer.
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
La tarde pintó su crepúsculo y antes de que el sol se ocultara, su luz anaranjada iluminaba un lugar en el que había parado mis pies. Reconocí aquel sitio y el recuerdo me trajo a Harry a la cabeza. Era el bar-café al que él me había llevado el día del cumpleaños de su amigo Gaspar.
Yo odiaba esos lugares, pero ahora, lo único que me pasaba por la cabeza, además de Harry y el dolor que todo esto me producía, era conseguir una manera de terminar con él. Me armé de un valor que no me conocía y arrastré mis pies hasta el interior.
Cuando me hube adentrado, caminé esquivando a todos los demás que bailaban al ritmo de la escandalosa música y llegué hasta la barra. El joven rubio detrás de ella, al mirarme me reconoció.
-¡______, la amiga de Harry!-elevó la voz para que pudiese oírlo y lo único en lo que encontré significado en esa frase fue en el nombre de él.
-Hola, Gaspar-farfullé, sentándome en una de las sillas al borde de la barra.
-¿Te sirvo algo?
-¿Qué tienes para perder la conciencia?-pregunté y el río.
-Creí que no tomabas alcohol.
-Sólo dame algo que me sirva para olvidar-ordené, frustrada.
-Subito-dijo, alzando las cejas y luego me dio la espalda para recopilar varias botellas del estante.
La música me atronaba en los oídos y el dolor cada vez más me inundaba el pecho. Había estado por tanto tiempo esforzándome por proteger a Sharon de patanes, engaños y ese tipo de cosas desde lo que pasó con Jairo; y ahora, yo era la causante de su dolor, de su desconfianza y eso me dolía mucho más de lo que podía llegar a imaginar.
Irme, insistía con eso porque era la mejor opción, pero… dejar de ver a Harry me costaría mucho.
Gaspar puso delante mí un pequeño vasito y luego me sonrió.
-Salud-dijo, con ese acento italiano inconfundible.
Sin contar los chocolates envinados, jamás había pasado por mi boca el sabor a licor, y aquel líquido transparente que reposaba en el pequeño vaso de vidrio me seguía pareciendo igual de repugnante que la primera vez que supe de su existencia. Pero en esta ocasión necesitaba de aquel embriagante líquido para que borrara parte de mi memoria, o al menos, para que el insoportable dolor disminuyera.
Tomé el vaso pequeño entre mis dedos y al alzarlo lo miré con repugnancia y asco, pero cerré los ojos y lo dirigí a mi boca dejando que el olor me hiciera cosquillas en la nariz y que el líquido bajara por mi garganta, raspándola enseguida de que hizo contacto. Derramé todo el licor dentro de mi boca y la garganta me ardió como si tuviera una flama viva dentro. Abrí la boca e inhalé profundo, tratando de que el aire fresco entrara y aplacara el fuego. Una fuerte punzada de dolor acribilló el lado izquierdo de mi cráneo y una que otra neurona explotó. Entonces sentí el licor tocar mi estómago y cómo éste se revolvió dos segundos después; una presión allí dentro hizo que casi devolviera lo que había tomado. Cerré los ojos con fuerza y me llevé las manos a la boca, sólo por si acaso.
-¿Estás bien?-preguntó Gaspar detrás de la barra.
Hice que el fuego en mi garganta se calmara un poco cuando volví a abrir la boca para inhalar aire y luego abrí los ojos y lo miré.
Me observaba preocupado mientras limpiaba un tarro de cerveza con un trapo.
Harry aun seguía presente en mi mente y el dolor era aun perceptible.
-Sí-contesté, con la voz repentinamente ronca-. Sírveme otro-ordené.
-¿Segura?-preguntó, un poco receloso.
-Sírvemelo-dije, tajante.
Él se arremangó una de sus mangas blancas que se había bajado traviesa antes y alzó las cejas con expresión escandalizada, pero tomó el pequeño vasito y vacío en él el licor amarillento del cual yo desconocía el nombre. Con el vaso lleno me acercó su mano y lo deposito delante de mí sobre la barra. Miré de nuevo el cristal y lo que contenía; me preguntaba cuántos más vasos de estos necesitaba para perder la conciencia o si era preferible pedir que me llenaran el tarro.
Lo tomé de nuevo y lo acerqué a mi boca, cerré los ojos y dejé caer parte del licor en mi garganta, que de nuevo estalló en llamas despiadadamente consumidoras; pero sin dejar que éstas se aplacaran me eché otro trago a la boca, sólo que este lo mantuve allí, repentinamente temerosa de hacerlo pasar. El nombre de Harry golpeteó junto a la punzada de mi cabeza y me obligué a abrirle camino entre el fuego a aquel líquido. Las llamas tomaron una nueva fuerza pero ahora el ardor a pesar de ser doloroso, se volvió algo placentero. Y la última parte del trago pasó por mi garganta con menos dificultad. La punzada se expandió hacía el otro extremo de mi cabeza y se convirtió en un dolor agudo.
Cuando abrí los ojos, el rubio detrás de la barra me miraba intrigado.
-Otro-ordené, con aquella voz ronca que salía de entre las llamas de mi garganta.
Vaso tras vaso, y el licor seguía pasando por el incendio en mi garganta; hasta que comencé a marearme al ver a las personas a mí alrededor. Sentía menos neuronas en mi cabeza que hace unos minutos, pero el dolor había desparecido o al menos, era tan grande que ya no lo sentía.
-¿Estás tú bien?-inquirió de nuevo Gaspar.
-¿Yo? ¡Estoy bien…!-mi voz se arrastraba como si mi lengua se hubiese quedado pegada en el inferior de mi boca.
-Claro. Eemm… permíteme-se alejó hasta el otro extremo de la barra y tomó el teléfono.
Dejé de tomarle importancia y desvié la mirada; en realidad había dejado de tomarle importancia a todo. El alcohol había hecho que las pocas neuronas que me quedaban en la cabeza estallaran al unisón y desaparecieran.
Me llevé ambas manos a la cabeza, con los codos apoyados sobre la barra; sentía la música meterse en mis oídos y vagabundear por el vacío en mi cabeza; allí no había cerebro, neuronas o mente para formular pensamiento alguno; no había nada, excepto una cosa. El nombre de Harry rebotaba de un lado a otro como pelota de ping-pong en un juego de tétris.
Estaba sudando, de repente el calor se agolpó en mi cuerpo y las gotas de sudor perlaban mi frente. Me sentí asfixiada de pronto. Me quise levantar para ir al baño y al poner los pies sobre el suelo me desequilibré totalmente, el suelo bailó bajo mis pies y me tambaleé antes de sostenerme de la barra. No sólo el piso se movía, sino también las paredes bailaban y luego se volvían borrosas. Trastabillé hasta llegar al baño, y luego, cuando con paso torpe pude acercarme al lavamanos me miré al espejo. Mi rostro estaba perlado por el sudor, tenía la nariz con un matiz rojizo y unos tantos cabellos despeinados. Abrí la llave del agua, estaba fría e hice una cuna con mis manos para sostenerla allí; luego, cuando logré acunar suficiente, me la eché en la cara. Cerré la llave con el rostro goteando sobre el blanco mármol del lavamanos, me miré de nuevo al espejo y después tomé una toallita desechable para secarme la cara. El rostro me parecía desconocido pero era mío.
Deseaba que algo de la capacidad de mover mis pies aun estuviese en funcionamiento; pero me tambaleé igual que la primera vez; mis músculos seguían igual de torpes.
Apoyándome en la pared, logré salir de nuevo hacía el exterior donde la gente aun me mareaba. Pero luego, entre todas esas siluetas borrosas, había una que reconocería así estuviera debajo del agua o en una atmósfera llena de niebla. ¿Qué hacía Harry allí?
Lo fulminé con la mirada, frunciéndole el ceño; pero al parecer, él buscaba a alguien, sus ojos iban de aquí para allá examinando cada rostro y su cabeza se levantaba por encima de los demás queriendo encontrar a ese alguien. ¿A quién estaría buscando? ¿Justo aquí? ¿En el mismo lugar en el que yo estaba?
Me tambaleé de nuevo hasta la barra, en donde había dejado mi morral y traté de ignorar todos los perturbantes sentimientos que me embargaron al ver a Harry allí.
-¡Hey! ¡Tú!-llamé a Gaspar y rebusqué entre mi bolsa mi cartera para pagar la cuenta; el joven se acercó-. ¿Cuánto es?-la voz que salía de mi boca me era desconocida.
-Eemm…-murmuró.
-¿Me los vas a regalar?-pregunté y luego me reí.
-¡______! ¡¿Qué demonios…?!-la melodiosa voz de Harry llegó hasta mis oídos por encima de todo el ruido. Se acercó y me miró con los ojos abiertos de par en par.
-¿Tú?-le miré- ¿Tú qué haces aquí?-hice ademán de levantarme de la silla con un solo movimiento sobrio, pero fracasé de inmediato y tuve que sostenerme de la barra.
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
Harry me sujetó de la espalda, temeroso de que me cayera.
-Usted señor, no tiene por qué tocarme-retiré su mano de mi espalda y le fruncí el ceño en un gesto mal hecho.
-Será mejor que nos vayamos, ______. Gaspar-sacó su billetera y luego de ella, un par de billetes que aventó sobre la barra-, quédate con el cambio. Gracias por llamarme.
-¿Por qué pagas mi cuenta? ¿Quién te dio el permiso?-le miré, aun ceñuda y con voz torpe.
-Vámonos, ______.
-Pues yo no me quiero ir-rezongué y luego me crucé de brazos.
-No seas ridícula, ______. Vámonos-me instó a seguir caminando pero me detuve y luego me tambaleé por el esfuerzo-. Si es necesario sacarte de aquí en brazos, lo haré-me advirtió y me miró serio.
Nos quedamos mirándonos por un buen rato, retándonos el uno al otro; pero fracasé por completo luego de perderme en esos bellos ojos color verdes, protagonista de mis sueños.
-De acuerdo-farfullé-. Tú ganas. Siempre ganas-hice un mohín y luego me dí la media vuelta para dirigirme a la salida; algo que hizo que me mareara.
Pude sentir una firme y fuerte mano sujetándome por la cintura, y al reconocer aquella dulzura en el tacto, la piel se me erizó y un montón de mariposas se desataron en mi estómago. Maravilloso, incluso ebria y torpe, Harry provocaba esas reacciones en mí. Fruncí el ceño mentalmente.
Cuando llegamos afuera, después de esquivar a toda la gente y que, el aire me movió los cabellos, quité de un tirón su mano en mi cintura y le miré ceñuda.
-¿Qué pretendes, Styles?-mi voz me parecía incluso más torpe.
-Sacarte de aquí sana y salva, vámonos-me apuntó el auto negro del que era dueño, animándome a que subiera.
-No-me crucé de brazos-. Ya me sacaste de allá adentro, ya déjame aquí-le hice un gesto con la mano para que se fuera.
-_____, por favor, sube-me rogó, serio.
Me giré y comencé a caminar con pasos torpes, sintiendo aun cómo el suelo bailaba bajo mis pies.
-¡______!-exclamó, ordenando que parara, pero lo ignoré- No seas terca.
Seguí caminando, o al menos lo intentaba. Y de pronto sentí que mis pies se despegaron del cemento y unos fuertes y dulces brazos me elevaron.
-¿Qué haces? ¡Suéltame!-intenté luchar- ¡Styles, déjame!-pero mis intentos fueron sólo fracasos.
Harry caminó los pocos metros hasta su auto y con cada uno de sus movimientos, su perfume varonil que me llevaba a flotar en un paraíso, se metía por mi nariz. Me depositó con cuidado media parte de mi cuerpo en el suelo, mis pies volvieron a tocar el piso; pero mi cintura aun estaba fuertemente ceñida por su mano. Me tenía aprisionada. Abrió la puerta del copiloto del auto y luego volvió a cargarme como un bebé y me depositó con dulzura sobre el asiento. Se inclinó sobre mí y abrochó el cinturón de seguridad sobre mi cuerpo. Oí el chasquido del seguro al cerrar.
-No soy un bebé-mascullé.
Entonces me miró, su bello rostro estaba a sólo centímetros del mío y su respiración me golpeaba el rostro. Sus ojos brillaban con la tenue luz de las lámparas que entraba por las ventanillas del auto. El puñado de mariposas de mi estómago enloqueció.
-No seas tan terca, ______, por favor-musitó y su aliento cálido se metió por nariz, mandando al demonio todas las barreas que quise construir contra él.
Miró mis labios, pude notarlo y luego pasó saliva escandalosamente; se retiró rápidamente y su perfume se revolvió entre las partículas de aire.
Cerró la puerta con cuidado y luego caminó hasta el otro asiento del auto y subió. Aquella noche había luna nueva, por lo tanto, sólo la luz amarillenta de las lámparas alumbraban la solitaria calle de Venecia.
Encendió el motor del auto, y el suave ronroneo interrumpió la tranquilidad y el silencio.
-Puedo acusarte de rapto-farfullé, aun con esa voz torpe y ronca que salía de mí dentro.
Él rió por lo bajo, pero siguió conduciendo sin hablar.
Crucé los brazos sobre el pecho y fruncí el ceño.
-Puedo cuidarme sola, no necesito una niñera-volví a soltar.
-¿Vas a decirme todo el camino lo que puedes hacer y no haces?-inquirió, con voz serena.
Lo fulminé con la mirada mientras la luz de las lámparas caminaba sobre nuestros rostros y luego se iba. Su vista aun estaba puesta hacía el frente.
-Normalmente no eres así conmigo-me dijo-, no cabe duda de que estás ebria.
-Pues vete dando cuentas, Styles-mascullé-; no todo debe de ser como tú deseas.
-¿Eso qué quiere decir?
-Que te odio-dije, mi labio inferior sobresalía un poco.
Pensé que se iba a reír, tomándolo como un chiste debido a mi estado etílico; pero no. me miró con el ceño fruncido, intrigado.
-¿Qué? ¿Por qué me odias?-preguntó.
-Ahora te haces el inocente-la voz ronca se me quebró y él me miró aun más intrigado, preocupado también.
Estacionó el auto con un movimiento rápido del volante que hizo que se me revolviera el estómago. Luego me miró.
-¿Qué? ¿Por qué dices eso?-inquirió, escrutándome con la mirada, evidentemente sorprendido y preocupado.
-Por favor, Harry; no me digas que eres tan estúpido que no te das cuenta-la temblorosa voz se hizo un hilo y las lágrimas salieron finas y delicadas de mis ojos.
-¿Cuenta de qué?
Lo miré con los ojos empañados de lágrimas y la respuesta en los labios; pero no dije nada. Me crucé de brazos de nuevo y giré mi cata bruscamente.
-De nada, no importa-mascullé.
-______, dime qué te hice-esa no era una pregunta, sino una orden.
No contesté y seguí mirando hacía el frente, a través del parabrisas del auto, contemplando la inmensidad de la oscuridad y con los ojos empañados aun.
-¿No vas a decirme?-insistió y lo ignoré.
¿Qué sentido tenía decirle que lo amaba si su corazón estaba atado junto al de alguien más? Era estúpido, justo como esta misma situación.
Después de esperar algunos segundos y ver que mi silencio persistía, se recargó de nuevo en su asiento y luego suspiró. Encendió el auto de nuevo y lo puso en marcha.
Seguro me veía estúpida, porque así me sentía. Dejé que las lágrimas cayeran en silencio, porque ninguno de los dos dijo nada. Miré por la ventanilla del auto y a pesar de que estaba ebria, podía recordar el camino de regreso al departamento de Sharon; y este no era. Pero no le tomé importancia, porque a pesar de todo, me sentía segura con Harry a mi lado.
Recargué la cabeza en el asiento y luego cerré los ojos, repentinamente cansada; quizá la rabieta de niña pequeña que había hecho minutos antes me había robado la suficiente energía como para hacerme caer en la inconciencia.
• • •
El golpe de la puerta al cerrar me despertó y aquel dulce perfume que me traía tanta inspiración volvió a juguetear por mi nariz. Mi cabeza descansaba sobre el duro pecho de él y mi cuerpo era cargado por sus fuertes brazos.
Luego sentí mi cuerpo descansar sobre algo blando y cálido, entonces mis ojos pudieron captar algo; aquella blanquecina luz no era alguna que me pareciera familiar y el aroma de su varonil perfume seguía jugueteando en mi nariz a pesar de que ya no sentía su cuerpo cerca. Dos segundos después de haberme percatado de ello me pregunté dónde estaba.
-Harry-musité y enseguida mis ojos se encontraron con su rostro.
Yacía parado, mirándome allí acostada donde sea que yo estuviera.
-Descansa-susurró y se acercó para besarme la frente y sentí sus cálidos labios a través de mi flequillo desparpajado.
Pero entonces sujeté fuertemente su rostro con mis manos y conduje sus labios hasta los míos, guiada por el impulso de tenerlo así de cerca. Su cálido hálito recorrió desde mi frente hasta mis labios y luego nuestras bocas se unieron; ambas deseosas una de la otra. Un remolino de emociones junto a un huracán de sensaciones explotó dentro de todo mi interior; y una carga eléctrica se envió desde mi corazón hasta cada extremidad de mi cuerpo, y até mis dedos a su cabello. Su boca se movió junto con la mía y su aliento se metía por mi garganta en donde ardía un nuevo fuego, esta vez creado de pasión. Sus manos se apoyaron a cada lado de mi cuerpo, puesto que sentí una hendidura al mismo tiempo. Me llevó un minuto darme cuenta de que yo descansaba en una cama. Mi cuerpo ardió entre la pasión y le amor, mientras que nuestros labios aun permanecían unidos, bailando en una sincronización sin igual.
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
Pero de pronto, una voz en mi cabeza me preguntó escandalizada que qué estaba ocurriendo y me ordenó severa que parara.
-¡No!-jadeé, apartando su rostro del mío.
La respiración estaba acelerada y el puñado de mariposas volaba desquiciadamente en mi estómago. Miré con el pánico pintado en los ojos el rostro prohibido que acababa de besar y la culpa me revolvió el estómago; aventé su cuerpo lejos del mío y me llevé las sábanas hasta la cabeza, cubriéndome completamente.
-Lo siento-susurró.
-vete-alcancé a decir, con un hilo de voz.
Oí después el sonido de la puerta al cerrar y el silencio me hizo derramar algunas lágrimas. Eso había estado mal, muy mal. La que tuvo que haberse disculpado tenía que haber sido yo. Yo fui quien aferró su rostro al mío, quien anheló ese beso, yo, yo, yo… traidora era mi segundo nombre.
La culpa que sentía en ese momento era inexplicable; parecía como si los órganos dentro de mi cuerpo se hubiesen vuelto pesados y luego desaparecieran dejando un vacío completamente abrumador. Había tocado fondo.
Estaba ebria, pero por supuesto, aun me quedaba una pizca de cordura. El corazón hecho pedazos debajo de mi pecho, me dolía de la inmensa culpa que estaba sintiendo y era como si trajera un espina clavada en mi bombeador de sangre. Cada latido era una oleada más fuerte de dolor y el mar al que pertenecían aquellas olas llevaba nombre propio: Sharon.
Louis me lo había advertido, “nada estú.pido” me había dicho y yo, iba con un letrero de ‘Estú.pida’ pintado en la frente. Seguro Louis me mataría, pero aquello era lo mejor, yo merecía morir como mínimo ó con menos dramatismo, irme de la vida de Sharon.
La hora de partida había llegado, yo tenía que irme en cuanto tuviera la oportunidad, tomar el primer avión a California o cualquier otro medio que me ofreciera alejarme de aquí.
La cabeza comenzó a punzar de dolor y con el estómago revuelto aun, me levanté de la cama y visualicé rápidamente el baño, a donde corrí y en el que devolví lo último que había tocado mi estómago.
Luego de que quedé vacía, lavé mi cara y me dejé caer sobre el azulejo blanco del piso, sintiendo su frío contacto con mi piel y allí, hecha un ovillo de hilo en el suelo, perdí la conciencia de nuevo.
Al abrir los ojos, el dolor de cabeza taladró con intensidad mi cráneo, haciéndome cerrarlos de nuevo. Traté de abrirlos otra vez, poco a poco, y la luz clara del día me los encandiló a tal grado que el dolor agudizó.
Tenía un recuerdo vano del día anterior y entre más me esforzaba en ordenar el desorden en mi cabeza, más me dolía.
El bar, el espejo, Harry, su Hybrid, el beso… ¡Sharon! Tan pronto como le encontré sentido a esas palabras, el recuerdo llegó a mi mente. Me levanté sobresaltada y visualicé después de unos segundos una habitación. No era mía, de eso estaba segura; había una guitarra negra y el decorado del cuarto era en color azul de diferentes tonos. Esta era la habitación de un hombre y el único que me venía a la mente era Harry.
La cama estaba desecha pero yo estaba segura de que anoche me había derrumbado sobre el piso del baño y no sobre la cama. Lamentablemente, nada había sido una pesadilla nada más, como yo lo hubiese deseado, todo era real, y aquellos labios rosados, rellenos, suaves y ahora con sabor a menta y chocolate, habían sido míos anoche, por un minuto.
Traté de buscar un reloj y encontré uno pequeño sobre el escritorio, eran las doce treinta y cinco del medio día y la cabeza no me dejaba de doler.
Fui al baño, medio mareada aun, y lavé mi cara. Traté de acomodarme los cabellos soltando mi pelo completamente. Luego de que me vi con un aspecto mejor, decidí que tenía que salir corriendo de esta casa.
Esperaba y cruzaba los dedos porque Harry no estuviera, así, saldría sin que él se diera cuenta y… me iría.
Tomé mi morral que se encontraba en una silla cercana y me lo crucé sobre el pecho. Me armé de valor y giré la perilla de la puerta, abriéndola. Salí con la mirada baja y al instante de que me encontré fuera de la habitación, la levanté, encandilada horrorosamente por la clara luz del medio día.
Harry me miraba, sentado en una de las sillas que tenía cerca de la mesa. Allí otra espina a mi corazón. Ambos nos miramos por un largo rato, como si nos comunicáramos con los ojos. Aquello pudo haberse interpretado como un ‘Te odio’ doloroso y afrentoso ó como el ‘Te amo’ más honesto de la historia.
Tan sólo respirar me dolía, así que bajé la mirada y me dirigí a la que parecía la puerta de salida. Apresuré mis pasos pero parecía como si mis pies no se abrieran tanto en cada paso.
-Espera, _______-su voz tan hermosa me hizo detenerme aunque la razón me gritaba despavorida que saliera corriendo ya.
-Volveré a California, Liam-sollocé.
-¿Por qué? ¿Por qué tan pronto?-inquirió, más confundido que antes.
La voz se me atoró en el nudo de la garganta, impidiéndome hablar. Me sentía fatal de confesar mi pecado.
-Hice algo muy malo, Liam-admití y halé la puerta para abrirla, luego me subí al auto. Todo lo hice tan rápido que no le di oportunidad para hablar.
Corrió hacía el otro lado del auto y subió de la misma manera que yo.
-¿Qué tan malo pudo haber sido como para que te obligué a irte? -quiso saber.
-Muy, muy malo -las lágrimas eran el vivo recuerdo de la noche anterior e incluso de esta misma mañana.
-Por favor, ______, no me asustes. ¿Qué hiciste?
Lo miré, con los ojos empañados aun y mis labios temblaban con las palabras a punto de salir.
-Anoche me embriagué…
-Oh, vamos ______, eso no es tan malo… -el alivio huyó de su rostro cuando continué hablando.
-…y besé a Harry –confesé, tratando de ahogar el nudo en mi garganta.
Entonces se le desplomaron las cejas de sorpresa y desconcierto.
-¿Qué? -preguntó, incrédulo.
Me llevé las manos a la cara, intentando al menos ocultar mi rostro avergonzado y las lágrimas que lo bañaban, ya que no podía pararlas.
-¿Besaste a Harry? ¿Pero cómo? ¿Por qué? -sus preguntas sólo sirvieron para que el dolor me sucumbiera más, sin contar que la cabeza estaba por explotarme.
-¡Por estúpida, Liam! –solté, retirando las manos de mi rostro para elevarlas en modo de desesperación- Sharon se dio cuenta de que Harry no era el mismo y el domingo pasado a la muy idio’ta de mí, se le ocurrió bailar con él en plenas narices de su novia. Debí imaginarlo, ¿sabes? Hasta la persona más estú’pida lo hubiera reflexionado, pero se trata de mí, ¡claro! la idio’ta de mí-farfullé, atropellando las palabras.
-_______, tranquila –me tomó del brazo y sentí su tacto cálido sobre mi piel-. Cuéntame con más calma y sin insultarte -me pidió.
Suspiré, yo no sabía cómo es que esperaba que no me insultara a mi misma. Me merecía toda clase de insultos habidos y por haber. Pero traté de tranquilizarme.
-Louis me lo dijo –continué-, y me pidió que fuera… sensata y lo primero que hago es ir a embriagarme para olvidar el dolor por romperle el corazón a mi mejor amiga, dime ¿qué tan sensato es eso?
“Harry fue a buscarme al lugar cuando estaba borrachas, me sacó de allí y me hizo subir a su Hybrid… Casi le confieso que lo amo -la voz volvió a quebrárseme- y luego de una ridícula discusión me quedé dormida. Cuando desperté me di cuenta de que no estaba en el departamento de Sharon sino en la casa de Harry, acostada en su cama –el recuerdo apareció nítido en mi mente, como si fuese una película que se estuviese proyectando con bastante claridad-, musité su nombre y él se acercó a besarme en la frente para desearme buenas noches –ya no estaba tan segura de que mi voz tuviera sonido, pero Liam seguía mirándome atento-. Sujeté su rostro entre mis manos y lo besé, simplemente lo besé –me perdí por un momento en el recuerdo.
-¿Y Harry qué hizo? –inquirió.
-No se apartó… ¡No se apartó! Yo tuve que detener aquello porque si no… -entonces mi voz se perdió entre las lágrimas que me ahogaban la garganta.
-Tengo varias cosas qué decir, pero primero… -abrió sus brazos y me abrigó en ellos y yo, derramé allí todo mi dolor.
daffybieber
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Lloré inconteniblemente sobre su hombro, por que me sentía sola; sentía que tarde o temprano así me quedaría. Sola.
Tardé unos minutos en recuperarme y vi cómo había empapado su camisa, produciendo en ella un manchón sobre su hombro.
-Perdón –murmuré mirando lo que había producido mi llorar.
-No te preocupes –me limpió con su pulgar una lágrima que caía por mi mejilla y me recordó a Harry esta mañana.
Gemí.
-No puedo creer que haya sucedido –musitó.
-Fue mi culpa.
-No –me contradijo firmemente-. No sólo ha sido culpa tuya,Harry también es culpable, y yo diría que más de la mitad de la culpa cae en él. ¿Por qué no lo evitó? Digo, tú… estabas borracha, pero, ¿el? Él estaba en sus cinco sentidos –meneó la cabeza en forma de reproche. Se quedó en silencio un momento y luego pareció darse cuenta de otra cosa. Me miró –. Pensé que odiabas el alcohol –musitó.
–Lo sigo odiando, Liam. Ahora más que nunca –siseé y luego gemí con dolor-. Pero es que la mente se me nubló y… fue la única estupidez que se me ocurrió para olvidar –admití.
-Prométeme que nunca más volverás a hacerlo –me pidió.
-En lo que me resta de vida –levanté la mano, jurándolo.
Liam volvió a abrazarme, pero esta vez fue un abrazo corto.
-¿Ya no hay vuelta atrás? –me miró, congojado.
Negué con la cabeza baja.
-Me voy, mañana en la mañana –murmuré.
-Harry es un idiota –resopló-. No puedo creer que tengas que irte, es decir, no tan pronto.
-Es lo mejor, de todas maneras ya lo había pensado. Me tardé demasiado analizándolo, ese fue el problema.
-¿Le dirás a Sharon? –me preguntó, como no queriendo la cosa.
Me tembló la boca y la quijada al contestar.
-Tiene que saberlo –tomé aire-. Pero no estoy muy segura de cómo –bajé la mirada.
-Todo va a salir bien, _____ –me tranquilizó, pero yo sabía que más allá de sus palabras, la verdad era otra-. ¿Te despedirás?
-¿De quién?
-De Ferni.
Otro pinchazo de dolor a mi corazón. Otra persona que extrañaría bastante, Fernanda.
-No me gustan las despedidas –musité, con el dolor en mi voz.
-Oh, vamos. No puedes irte sin decirle adiós. Sabes que ella te aprecia mucho.
-Pero me va a doler –dije.
-Y le va doler más a ella si no lo haces.
Suspiré.
-De acuerdo –acepté-. Ahora llévame al departamento, por favor –dije, sobándome la cabeza, que sentía explotar.
-Gracias –me hizo un cariño en el mentón y luego abrió el cajón de delante de mí-. Toma, te ayudarán un poco –me ofreció unos lentes de sol y cuando me los puse y mi vista se oscureció, el dolor disminuyó quedamente.
Arrancó el auto y condujo hasta el departamento, tenía que comenzar a hacer mis maletas.
Cuando llegamos y subimos, Liam me preparó una extraña malteada blanca.
-Tómatela –me dijo, dándome el vaso y me hizo recordar la noche anterior, cómo Gaspar ponía frente a mí los vasitos con alcohol.
Lo miré, recelosa.
-Si algo he aprendido de mi tía, es a hacer remedios caseros para todo, anda –me instó-. Se te quitará ese horrible dolor de cabeza.
Le di un sorbo pequeño al vaso y luego, le abrí paso a uno más grande; hasta que divisé el fondo de cristal de aquel vaso.
Aquello no sabía tan mal.
-Perfecto –sonrió, Liam-. ¿Qué vas a hacer ahora?
-Mis maletas –musité-. Entre más pronto termine todo, mejor.
Él suspiró con pesar, enterrando sus ojos chocolate en mí; luego, soltó una risita y meneó la cabeza.
-Tú te atreviste a hacer lo que nunca pude hacer yo –me dijo-. ¿Qué hubiera pasado si hubiese sido yo el que hubiera robado un beso a de ti? –me preguntó.
-Supongo que no me estaría yendo ahora –admití-. Pero dicen que las cosas suceden por alguna razón.
-Sí, ahora yo tengo a Ferni y…
-Y yo regreso a California –traté de sonreír.
Ambos nos quedamos en silencio.
-Tengo que ir, Liam –musité-. Gracias… por todo –dije, desde lo más profundo de mi corazón.
-No agradezcas, para mí ha sido todo un placer conocerte, mi principessa –sonrió.
-No nos despidamos aun –dije-. Te veo más tarde –sonreí y salí de su apartamento hacía el mío.
Cuando me hube adentrado en él me dejé caer sobre el suelo y parecía como si las ganas de llorar no acabaran jamás.
Me levanté cansada, pero al menos evitando a toda costa derramar una gota de agua más. Me dirigí a mi habitación y saqué mi par de maletas azules que había traído conmigo, luego, comencé a llenarlas de ropa, objetos y todo lo que me pertenecía.
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
El dolor de cabeza se había esfumado por completo, pero el dolor en mi corazón seguía estancado y se movía como la hoja de un cuchillo afilado.
Mis maletas estaban hechas sobre la cama, la habitación había quedado tal y cual la había encontrado cuando llegué. Iban a ser las seis de la tarde, pero el tiempo ya no importaba, a mí se me había acabado la estancia allí y cada movimiento de la manecilla del reloj me lo recordaba. Tomé mi morral y fui con Ferni, al menos ella tendría qué saber que me iba.
Caminé con paso apesadumbrado, era como si los pies me pesaran toneladas; las manos se me congelaban, sin siquiera haber tanto frío.
Llegué hasta el laboratorio de los Agnelli pero esta vez, no había fotografías que imprimir, sino, una triste noticia que dar. Crucé la calle, tratando de respirar, no sabía que tan difícil podría ser decirle adiós a las personas que aprecias y más, si sabes que para volver a verlas pasará mucho tiempo, si es que sucede.
El rechinido de la puerta de entrada se escuchó cuando la abrí y la delicada figura de Ferni se posó en mis ojos. Me dieron ganas de llorar en cuanto la vi sonreírme.
-¡_____, hola! –me saludó, con esa alegría tan angelical en ella.
Quise sonreír pero una traicionera lágrima fue lo único que salió. Me dolía bastante decirle adiós a una persona fantástica.
-Oh, _____, ¿qué sucede? –llegó hasta mí en un rápido andar y me abrazó.
-Vengo a despedirme –musité.
-¡¿Qué?! ¿A dónde vas?
-Vuelvo a California –confesé.
-¡¿Qué?! –la expresión se le contrajo de desconcierto.
-Tengo que irme, Ferni. Ya no tengo nada más qué hacer aquí.
-Pero… ¿por qué?
Respiré hondo, allí iba otra vez la historia, la dolorosa y triste historia del por qué me iba.
-Anoche me embriagué y besé a Harry –dije, no quería darle mucho detalle al asunto.
-¡¿Hiciste qué?! –sus ojos se abrieron desmesuradamente y llevó sus manos a su boca para contener el grito de sorpresa.
-No me hagas recordarlo, soy la pero mejor amiga del planeta –sollocé.
-Vaya –murmuró-. No puedo creerlo –se quedó en silencio-. Y… ¿cómo estuvo?
-¿Qué cosa? –inquirí, confundida.
-El beso.
-¡Fernanda! –farfullé, escandalizada.
-Lo siento, pero es que… en serio no puedo creerlo. Quiero decir, me sorprende que haya sucedido algo así, Harry tiene novia, ¿no? y tú… bueno tú jamás hubieras querido herir a tu mejor amiga, ¿verdad?
-Es lo único que me duele, Ferni. Que la traicioné.
-Sí pero… ¿segura que es eso lo único?
-¿Qué quieres decir? –pregunté.
-No lo sé –se encogió de hombros-. ¿No te duele dejar a…? Tú sabes.
-Harry –me tembló la voz y Ferni asintió.
-Si te digo que no, te mentiría. Lo amo Ferni –confesé.
-¿Y qué vas a hacer? ¿Tú crees que irte arreglará las cosas?
Me reí.
-Sabía que intentarías hacerme cambiar de opinión, pero ya no hay vuelta atrás, Ferni. Me voy.
-No puedes escapar siempre –me reprochó.
-No, pero ahora sí. De todos modos volvería, no me iba a quedar para siempre aquí.
Ella suspiró, sabiendo que por supuesto, no iba a cambiar de opinión.
-Te extrañaré tanto –murmuró.
-Yo también. Escucha, podemos escribirnos por Internet –dije, tratando de evitar el melodrama, pensar en despedirme de una persona como Ferni me dolía en serio en lo más profundo de mi alma.
-No será lo mismo –dijo, triste.
-Ya lo sé, pero agradezcamos a Dios que nos permitió conocernos –musité, a punto de dejar salir las lágrimas.
-No es justo –murmuró y luego volvió a abrazarme. Ella no pudo contener las lágrimas y verla llorar me terminó a mí por derrumbar.
-Nunca voy a olvidarte, ¿de acuerdo? –musité.
-¿Y prometes que te cuidarás?
-Lo prometo.
-¿Cuándo sale tu avión? –me preguntó.
-Mañana a las once de la mañana.
-Le pediré permiso a mis papás y cerraré para…
-No –la interrumpí-. Escucha, no te lo tomes a mal, pero mañana no quiero que nadie me acompañe al aeropuerto. No me gustan las despedidas, Ferni. Y si puedo huir de ellas, mejor.
-¡Pero ya no voy a volver a verte!
-Claro que nos volveremos a ver, algún día… Dios nos volverá a juntar. Pero no me hagas dura la partida, ¿sí?
-Te voy a extrañar demasiado.
-Ya somos dos –traté de deshacer el nudo en mi garganta-. Te quiero, Ferni. Gracias por todo.
-También te quiero, _____.
Le di un último abrazo y me retiré del lugar antes de que yo misma me amarrara a él, sabía desde un principio que no debía de encariñarme con las personas por qué dejarlas me costaría mucho, y no estaba equivocada. Dolía bastante.
Caminé hasta el edificio, mientras me limpiaba las lágrimas que resbalaban por mi mejilla. El cielo estaba oscureciendo, este había sido mi último día en Venecia.
Subí por las escaleras, desganada totalmente. La despedida de Ferni no había sido para nada sencilla. No cabía más dolor en mi corazón.
O eso pensaba yo.
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
-Sólo quiero hablar con ella –era su voz, sin duda, la que se oía a través del pasillo con eco propio.
Me quedé helada, mis pies no se movieron más y mi cuerpo quedó escondido tras la pared continua.
-Pero ella no quiere hablar contigo, pervertido –esa otra voz era la de Liam, aireada.
¿Qué estaba sucediendo?-pensé yo-
-¿Pervertido? –repitió Harry, escandalizado.
-¿La llevas a tu casa sabiendo que no está en sus cinco sentidos? No te hagas el santo –alegó Liam.
-La llevé a mi casa por eso mismo –explicó-. No iba a dejarla aquí sola en ese estado, además, yo no tenía llave de este departamento, ¿qué querías? ¿Qué la dejara en el pasillo? –replicó.
-Como sea, ella no quiere verte.
-Tú no decidas, no tienes derecho –decía Harry.
-No decido, sólo te estoy repitiendo lo que ella me dijo esta tarde –refutó Liam.
-Necesito hablar con ella, y tú no me lo vas a impedir –advirtió Harry.
-Pues, ojala la encuentres –la voz de Liam parecía ocultar una sonrisa malévola.
Hubo un silencio y me eché a correr al captar que la conversación entre ellos había terminado y que Harry pasaría por donde yo estaba escuchando todo.
Corrí hacía el ascensor, Harry no lo tomaría, de eso estaba segura. Las puertas se abrieron a tiempo y me escondí antes de que sus ojos me vieran. Apreté el botón para el cuarto piso, sólo por si acaso y el estómago se me encogió, evidentemente más sensible, cuando el ascensor subió un piso arriba.
Cuando las puertas se abrieron de nuevo y me dejaron salir, bajé rápidamente las escaleras hasta mi piso y llamé a la puerta del departamento trecientos ocho. Alguien dentro refunfuñó palabras ininteligibles y luego la tía de Liam me abrió la puerta y me puso mala cara, deformando su rostro con más arrugas de las que ya tenía. Su cabello blanco estaba atado en una desecha coleta y algunos cuántos pelos se salían de su lugar.
-Disculpe que la moleste, ¿está Liam? –pregunté.
-¡Liam! –lo llamó, luego sin decir nada más, se dio media vuelta y volvió al sofá en el que seguro estaba antes.
Liam salió de una de las habitaciones y después de que miró a su tía me captó en la puerta de entrada, esperando.
-Oh –musitó y se acercó a toda velocidad-. ¿Qué pasa, ______? –dijo, saliendo un poco y cerrando la puerta tras de sí.
-Escuché la discusión que tuviste con Harry, ¿por qué? ¿A qué vino? –inquirí, desesperada.
Él exhaló.
-Venía a hablar contigo, pero le dije que tú no querías hablar con él –musitó.
-Eso lo escuché, pero ¿por qué le dijiste que yo no quería hablar con él?
-Pues, ¿no es obvio? _____, yo sé que te lastimaría más de lo que ya lo ha hecho. No quiero que te sientas culpable de nada, Harry es el que tiene la culpa aquí y quiero que lo acepte. Además ya has llorado bastante.
-Pero…
-A menos de que quieras despedirte de él, yo no puedo impedirlo –se encogió de hombros.
-No –negué rotundamente-. Ni siquiera le diré que me voy.
-No digas que te vas, se siente horrible –musitó, bajando la mirada.
-Gracias por todo,Liam. Por esto y por… todo –reí sintiendo de nuevo esas ganas de llorar.
-No te preocupes por mañana, yo te llevaré al aeropuerto y…
-No –me negué, amablemente -. Lo mismo que le dije a Ferni te digo a ti, no me gustan las despedidas y mucho menos si son largas. Gracias por ofrecerte pero… no.
Se me quedó mirando por unos segundos.
-Mañana imaginaré que sigues viviendo justo enfrente de mí –sonrió y el corazón se me oprimió, entristecido. Extrañaría a Liam mucho más de lo que había imaginado. Me dio un último abrazo y luego me besó la mejilla-. Ya sé que van como tres veces que hacemos esto pero, no cuenta como una despedida, nos volveremos a ver algún día –aseguró y algo en su voz me hizo creerlo.
Sonreí.
-Entonces hasta pronto –dije, separándome de él.
-Hasta pronto –sonrió.
Entré al departamento y me esforcé por no dormir al principio. Tenía que volver a mi ritmo de vida de un día a otro; en California era de día cuando aquí era de noche. Antes de que viniera a Venecia, me había preparado con la diferencia de horas, hasta que logré controlar muy bien mi sueño y ajustarlo perfectamente al horario en Venecia. Pero para eso había tomado semanas, y ahora, tenía que hacerlo de un día a otro, aunque ese era el menor de mis problemas.
Logré quedarme despierta hasta las tres de la mañana, porque a pesar de que los ojos me ardían de sueño y de haber llorado tanto, estar despierta provocaba que los recuerdos nítidos vagaran en mi mente; así que mejor decidí cerrarle el paso a todo eso y cerrar los ojos para intentar dormir mi última noche.
Los ruidos sonoros del exterior me despertaron. Me revolví entre las sábanas y me estiré antes de bostezar. Hoy era un nuevo día. ¡Hoy era el día!
Me levanté como zombie de una tumba, incluso tenía el aspecto de uno. Miré el reloj, eran siete con treinta y cinco minutos. Los ruidos siguieron escuchándose fuera y lo único que mi mente produjo fue un pensamiento con nombre propio: Sharon.
La respiración se me entrecortó y el corazón me latía oprimido. No tenía cara siquiera para verla, sostenerle la mirada y tratar de sonreírle, sabía que no podría hacerlo. Respiré hondo varías veces, tratando de calmarme, llevaba puesta la misma ropa del día anterior, arrugada por haber dormido con ella; había dejado sólo un cambio para el viaje.
El viaje. Si Sharon entrara a mi habitación a despertarme vería las maletas y… esa no era una buena forma de enterarla de que me iría, yo tenía que sacar valor y hablar con ella, aun cuando no quisiera.
Me levanté rápido de la cama y me cambié de ropa, guardando en una de las maletas la que antes me había quitado. Me sorprendí de lo rápido que lo hice y salí de mi habitación, con el corazón latiendo a mil por hora.
-¡Ey, hola! –la sonrisa de Sharon se expandió al verme, mientras luchaba con su pequeña maleta por que la cremallera no abría.
Corrió hasta mí y me abrazó, ella siempre hacía eso y me recordó al primer día que llegué a Venecia. Le correspondí tímidamente.
-¿Puedes creerlo? El señor Vittore quiere que trabaje hoy, aunque sea medio día. Tendré que irme a las dos –hizo un mohín.
Traté de hacer algo, un gesto o lo que sea, por que hablar no podía; repentinamente la voz se me había ido.
-¿Te pasa algo? –me miró.
-No, no… –tartamudeé- sí.
-¿Qué ocurre? –me preguntó.
Este era el momento, en poco más de tres horas me iría, y si no le decía ahora, quizá ya no encontraría el valor después.
-Regreso a California, Sharon –dije, con el nudo en mi garganta.
Los ojos de Sharon se abrieron más grandes de lo que ya eran.
-¡¿Qué?! Es broma, ¿no? –farfulló. Cuando me vio en silencio, sería y entristecida a la vez, entonces supo que no lo era- Pero, ¡¿por qué?! Pensé que te irías después de año nuevo, ¡apenas comenzó diciembre! –parloteó y los ojos se le pusieron rojos.
-Tengo que irme, Sharon –el temblor de mi voz dieron paso a las lágrimas, podía ver llorar a todo mundo, pero nadie movía tanto mi fuero interno como lo hacía Sharon, verla llorar a ella era distinto, desgarrador.
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
espero les haya gustado! hay rayis que has hecho... y lo que se viene! :lloro:
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
gracias por el maratón estuvo buenísimo me muero por saber que viene
gaby2695
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
aksjhakdhajkdsha D: Pinshe Harry (con amor')
Por cierto NUEVA LECTORA! siguela en cuanto puedas:3
Por cierto NUEVA LECTORA! siguela en cuanto puedas:3
alexa styparholikson
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