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"Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
PERDONENME porfavor! es que no servía el cargador de mi laptop y no me pude meter! pero ya la seguiré!! si la puedes adaptar, no es mía solo que me gusto mucho y la quize compartir le haré maratón por esperarme :*
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
1/5 Harry y Sharon se separaron y sus bocas volvieron a ser dos. Algo dentro tironeó mi corazón.
-Perdón-dijo Liam, ya que yo me había quedado sin voz.
-Oh, no te preocupes, Liam-se levantó Sharon del sofá y se acercó-. ¿Ya te vas?-preguntó, medio consternada.
-Sí-dijo él.
Me empujó discretamente por la cintura, mientras que yo me esforzaba por borrar mi rostro afligido. Medio reaccioné. Seguí a Liam hasta la puerta y él notó mi reacción.
-Nos vemos luego, chicos-dijo Liam y dijo adiós con la mano a Harry y a Sharon. Entonces se acercó a mí y me plantó un beso tierno cerca, muy cerca de los labios, rozando sólo la orilla y antes de que se despegara demasiado de mi rostro me guiñó el ojo.
Me quedé parada allí, analizando lo que Liam acababa de hacer, o mejor dicho, el porqué lo había hecho.
-Adiós-musité por fin y luego cerré la puerta tras ver la sonrisa de Liam.
Me giré y los ojos inquisidores de Sharon me acusaron mientras que los de Harry me miraban como si estuviesen furiosos. Pero eso era imposible, ¿no? No puede enojarse tanto por una estúpida rosa. Porque… esa era la razón, ¿no?
Se limitó a intimidarme y cuando lo notó dejó de hacerlo y bajó la mirada.
-¿De qué tanto hablaron tú y Liam?-preguntó Sharon, la curiosidad que siempre había existido en ella ahora me resultaba extrañamente fastidiosa.
-De nada importante, ya sabes-me encogí de hombros-, su tía, la cena-dije, divagando un poco- ¿Sabes? Voy a ver si tenemos correspondencia-inventé, para poder escapar un rato de aquel incómodo momento.
-Pero…
No dejé que Sharon terminara e interrumpí el sonido de su aguda voz cuando la puerta me colocó del otro lado, suspiré y bajé con lentitud las escaleras, necesitaba un poco de aire fresco. Llegué hasta el último piso y revisé en el cajón marcado con el 312 para ver si teníamos correspondencia, no había nada más que unos cuantos folletos de publicidad sobre cuentas de banco, a lo poco que pude entender. Arrugué los papeles y los hice una bolita mal hecha, luego salí del edificio y me senté en las escaleras de la entrada en donde deposité las bolitas de papel a un lado, me llevé ambas manos a mis ante brazos, esta noche había decidido teñirse de un azul oscuro y gélido aire. Suspiré, haciendo que el vapor saliera de mi nariz y chocara con el frío.
La puerta se abrió a mis espaldas y antes de que pudiera articular algún pensamiento, su voz me distrajo.
-Necesitamos hablar-me dijo Harry haciéndome pegar un brinco, su tono era un poco áspero y cuando me giré a mirarlo, se esforzaba en ocultar un rostro medio colérico, pero la máscara no resistía muy bien.
De pronto me asusté. ¿Tan mal se había tomado que yo le haya dado la rosa a Sharon? Le miré con ojos angustiados.
Se sentó a mi lado, allí en el frío cemento de las escaleras desgastadas de la entrada y el contacto con su piel me produjo un tierno calor cuando pegó su brazo y hombro al mío.
-¿Qué sucede?-pregunté.
-¿Qué fue eso?-me dijo, con el mismo tono de voz.
-¿Que fue qué?-esto parecía un juego de palabras.
-Eso, con Liam, ¿por qué te besó?
Me solté a reír de puro nerviosismo, yo pensando que él me daría una buena amonestación por lo de la rosa y, ¿me sale con eso?
-No me besó-dije.
-¿Entonces cómo le llamas al hecho de que él haya pegado sus labios a los tuyos?
-¿Qué?-reí aun más y al parecer a Harry no le hacía mucha gracia- Liam no me besó, no en los labios, al menos. Fue sólo un beso de amigos.
-Pues no parecían amigos-farfulló.
-Styles, pareces mi padre-dije, medio molesta por tener que darle explicaciones y la risa se volvió una línea tensa en mis labios.
Harry suspiró y decidió mejor cambiar de tema, aunque no de tono de voz.
-¿Por qué le diste la rosa a Sharon?-preguntó.
-Porque ella es tu novia, Harry-dije, aunque me haya dolido rectificar aquello-. A ella es a quien debes de darle rosas, osos de peluche o lo que sea.
-Pero yo te la quise dar a ti-insistió.
-Y yo no iba a decirle a Sharon eso, ¿o sí?-suspiré-. Harry, ¿por qué te molestas tanto con las cosas que hago? ¿Por qué te importa que le haya dado la rosa a Sharon e inventado una excusa para salvarnos el pellejo? ¿Por qué te molesta si Liam me besa o me lleva un ramo de flores?
Se quedó en silencio un rato, mirando hacia delante con el ceño fruncido y sus labios formando una línea.
-No lo sé-musitó-. Tengo que irme-se levantó rápidamente y caminó hasta su Hybrid negra y subiendo a ella condujo hasta desaparecer calle abajo.
Me quedé sentada allí, sin saber bien qué había ocurrido hace unos minutos; era la clase de desconcierto que hace que te duela la cabeza y sentir cómo si tus pies volaran lejos del planeta Tierra. ¿Por qué Harry había actuado así? A no ser que… no, claro que no. Eso sería imposible.
Suspiré agobiada, si Harry había malinterpretado todo, seguro Sharon también y ahora, aunque no tenía ganas de mantener una conversación para mentirle más a Sharon y sonreírle condescendientemente, tenía que pararme enfrente de ella y darle el mismo sermón que le dí a Harry, el de “Liam y yo sólo somos amigos”.
Me levanté desganada y abrí la puerta del edificio, conduciendo mis pies escaleras arriba hasta llegar al tercer piso y al departamento 312. Suspiré de nuevo antes de entrar, rogándole a Dios tan sólo un poco de ayuda, Sharon podía llegar a ser realmente persistente.
Abrí la puerta girando la dorada perilla y visualicé a Sharon mirando TV desde la cocina; mientras intentaba recalentar en el horno un pedazo de pizza del día jueves. Cuando me vio entrar se giró hacia mí y me sonrió de gran manera haciéndome ver sus dientes medianos y blancos, tan fuertes como un roble.
Traté de sonreír.
-¿Por qué la gran sonrisa? ¿La pizza no se te quemó hoy?-bromeé.
-Aay-se quejó como niña pequeña-. Eso sólo fue una vez y hace ya varios años-dijo y rió, dejando escapar el sonido levemente gutural de su risa.
Me tuve que reír también, recordando aquella escena de la pizza quemada en casa de su abuela, cuando teníamos diecisiete años.
-Bueno, pero no es por eso porque sonrío-me dijo-. Tú tienes algo que contarme-levantó las cejas una y otra vez.
-¿Cómo qué?-me hice la que no sabía.
-No sé, tú dime, algo que tenga que ver con un chico rizado, llamado… ¿Liam?-tanteó.
Puse los ojos en blanco.
-Sharon, ¿cuándo vas a entender que entre Liam y yo sólo hay una bonita amistad? Ya aclaramos el punto y ambos estamos bien siendo amigos.
-Pero yo vi…
-Un beso, ya sé-la interrumpí, de nuevo poniendo los ojos en blanco-. Shar, pero ese no fue un beso en la boca, fue en la mejilla, cerca, pero fue de amigos, nada más-dije.
Se quedó en silencio como por tres segundos y luego exhaló.
-Eres aburrida-dijo y se giró para ver su pedazo de pizza girar en el plato de vidrio, dentro del horno.
-El hecho de que no me guste Liam no quiere decir que sea aburrida-me defendí.
-No, pero desde que llegaste a Venecia, no has salido con ningún chico-me dijo-. A menos que…-se giró de nuevo y me miró, la sonrisa volvió a expandirse por su rostro- ¿Te gusta Louis?-preguntó.
-¿Qué?
-Pues, no sales con más chicos, vas de aquí para allá pero no sin las mismas personas: Liam, Louis, tu amiga la de los Agnelli e incluso Harry.
Algo me estrujó el estómago cuando dijo su nombre.
Última edición por daffybieber el Miér 03 Jul 2013, 2:53 pm, editado 1 vez
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
2/5
Algo me estrujó el estómago cuando dijo su nombre.
-Bueno, ¿y qué quieres que haga? Louis se ha vuelto un amigo excelente y Liam es una persona grandiosa. A Ferni la conozco por que trabaja en el laboratorio de fotografía y es una chica sensacional. Así estoy bien, no ocupo tener tantas personas en una vida que pronto dejaré. No voy a quedarme a vivir en Venecia por siempre-dije.
-Ya lo sé, _______. Lo que trato de decir es que disfruta el tiempo que estés aquí.
-Eso lo hago, créeme.
-Pero…
-¡Tu pizza está lista!-canté al oír el pitido del horno-. Me voy a dormir, te quiero, buenas noches-le lancé un beso y me fui a paso apresurado a mi habitación.
Me sentía culpable, porque la verdad era que no me entusiasmaba tanto la idea de pasar el día con Sharon, al menos no si lo veía de la perspectiva de que no vería a Harry, o mejor dicho, de que no estaría yo sola con él. Me revolqué entre las sábanas de mi cama hasta que la apenas cálida luz del sol me llegó a los ojos.
-Bestia-los golpes en la puerta no fueron tan intensos, pero sí molestos.
-Ya estoy despierta-farfullé.
Salí de mi habitación y miré a Sharon sonreírme. Me sentí mal de nuevo.
-¿Cuáles son los planes de hoy?-pregunté, totalmente desganada.
-Conseguir un vestido elegante-me dijo.
-¿Elegante? ¿Qué celebramos?-inquirí, confundida.
-El próximo domingo es el cumpleaños del señor Vittore y, ya sabes cómo son todas esas personas-puso los ojos en blanco-. Gastan hasta el último centavo para darle lujo al ambiente.
-¿El señor Vittore?-traté de pronunciar el apellido con el acento que Sharon había utilizado.
-Sí, el dueño del Hospital, Roberto Vittore-explicó.
-Oh… ¿y…?
-Estamos invitados-sonrió ampliamente.
-¿Invitados?-quería saber a quiénes se refería.
-Sí, tú, yo y Harry. Quien por cierto ya debería estar aquí-divagó, mirando el reloj de su muñeca.
-¿Harry? ¿Nos acompañará?-hice un mohín.
-Claro, ¿y luego quién nos dirá que nos vemos lindas con los vestidos?-bromeó.
-Pero Harry es… hombre. Sabes que no les gusta eso-intenté encontrar una excusa creíble para que Harry no fuera, yo no debía siquiera estar cerca de él.
-Pero es mi Harry-dijo y me dolió-, él está dispuesto a acompañarnos.
Entonces el timbre sonó. El corazón me latió ansioso, presuroso y… angustiado.
Sharon corrió animosa hasta la puerta, mientras que yo me quedé parada allí, con ganas de correr en dirección opuesta. Después de la pequeña discusión que tuvimos ayer no sabía qué sentir. Pero entonces Sharon abrió la puerta y la luz apareció en mis ojos, allí estaba él, tan deslumbrante como siempre, usando una camisa en color azul a cuadros, desabotonada, y un jeans del mismo tono, ajustado a sus despampanantes piernas. Hizo que el mundo se me volteara en un segundo cuando me miró.
-¡Amor!-dijo Sharon, sin duda feliz. Pero esta vez en darle un beso en los labios, se lo dio en la mejilla.
Agradecí aquello, aunque la fierecilla igual se sintió celosa.
-Hola-musitó Harry.
La saludé con la mano.
-Ve a cambiarte, ______-me instó Sharon y sólo entonces caí en la cuenta de que estaba en pijama, de nuevo-. Nos espera un largo día.
Sonreí y sin decir nada me fui a mi habitación, haciendo un mohín mental por el adjetivo que Sharon acababa de usar para calificar al día… largo.
Me puse un blusón negro combinándolo con un jeans en tono gris y até mi cabello en alto, luego salí al encuentro con ambos.
-¿Lista?-preguntó Sharon.
Asentí. Era raro, como si me hubieran quitado la voz, pero lo cierto es que me sentía realmente incómoda al recordar la discusión de ayer. Y al parecer no era la única, Harry tampoco hablaba mucho.
Nos fuimos en su Hybrid negra, Sharon en el asiento del copiloto, claro, y yo acurrucada atrás, mirando a través de la ventana polarizada. Recordé cuando íbamos solos los dos, yo en lugar de Sharon, y deseé fervientemente que ahora, Sharon se borrara de la escena y al instante me sentí mal, traicionera. Suspiré, empañando el cristal negro.
-______, ¿tienes alguna idea para el vestido?-me preguntó Shar.
-¿Ah?-musité, encerrando mis pensamientos en algún cajón de mi mente.
-Sí, algún color que tengas ya en mente-me miró.
-Oh, bueno… no, en realidad-me encogí de hombros.
-¡Yo sí!-anunció- Creo que escogeré uno en tono tinto-me dijo, pero luego miró a Harry- ¿Te gustaría?-le preguntó.
-Te verías hermosa con ese color-respondió.
Algo me picó cerca del pecho, como si una aguja se me enterrara en el corazón: me giré de nuevo a mirar hacía la ventana, tratando de ignorar la situación.
Harry condujo hasta una calle que estaba repleta de tiendas de vestidos de gala, como si fuera alguna calle de Nueva York, así me pareció.
Al bajar, Sharon me tomó de la mano y me hizo apresurar el paso, emocionada; mientras que Harry nos seguía detrás.
Entramos a una tienda que en sus vitrinas exhibía tres preciosos vestidos en maniquís blancos y sin cabeza. Al instante, la calefacción del lugar me abrigó el cuerpo, ya que afuera estaba frío.
-¡Mira esos vestidos, ______!-Sharon señaló hacía su derecha, mostrándome tres vestidos en tono negro.
-¿Puedo ayudarle?-preguntó una señora amable, que tenía el cabello color caoba acomodado en un peinado de estética, con un acento italiano apenas reconocible.
-Sí, estamos buscando vestidos para una fiesta elegante-dijo Sharon y luego le sonrió.
-¿De noche?
-Sí.
-Síganme-dijo ella y caminó más al fondo de la tienda.
Sharon me hizo seña de que la siguiera y luego volvió a girarse para seguir a la señora. Apenas iba a dar el primer paso, su mano me ató del antebrazo, con fuerza pero sin causarme daño alguno, no hizo falta que me girara para comprobar que era Harry, conocía sus manos muy bien.
Algo me estrujó el estómago cuando dijo su nombre.
-Bueno, ¿y qué quieres que haga? Louis se ha vuelto un amigo excelente y Liam es una persona grandiosa. A Ferni la conozco por que trabaja en el laboratorio de fotografía y es una chica sensacional. Así estoy bien, no ocupo tener tantas personas en una vida que pronto dejaré. No voy a quedarme a vivir en Venecia por siempre-dije.
-Ya lo sé, _______. Lo que trato de decir es que disfruta el tiempo que estés aquí.
-Eso lo hago, créeme.
-Pero…
-¡Tu pizza está lista!-canté al oír el pitido del horno-. Me voy a dormir, te quiero, buenas noches-le lancé un beso y me fui a paso apresurado a mi habitación.
Me sentía culpable, porque la verdad era que no me entusiasmaba tanto la idea de pasar el día con Sharon, al menos no si lo veía de la perspectiva de que no vería a Harry, o mejor dicho, de que no estaría yo sola con él. Me revolqué entre las sábanas de mi cama hasta que la apenas cálida luz del sol me llegó a los ojos.
-Bestia-los golpes en la puerta no fueron tan intensos, pero sí molestos.
-Ya estoy despierta-farfullé.
Salí de mi habitación y miré a Sharon sonreírme. Me sentí mal de nuevo.
-¿Cuáles son los planes de hoy?-pregunté, totalmente desganada.
-Conseguir un vestido elegante-me dijo.
-¿Elegante? ¿Qué celebramos?-inquirí, confundida.
-El próximo domingo es el cumpleaños del señor Vittore y, ya sabes cómo son todas esas personas-puso los ojos en blanco-. Gastan hasta el último centavo para darle lujo al ambiente.
-¿El señor Vittore?-traté de pronunciar el apellido con el acento que Sharon había utilizado.
-Sí, el dueño del Hospital, Roberto Vittore-explicó.
-Oh… ¿y…?
-Estamos invitados-sonrió ampliamente.
-¿Invitados?-quería saber a quiénes se refería.
-Sí, tú, yo y Harry. Quien por cierto ya debería estar aquí-divagó, mirando el reloj de su muñeca.
-¿Harry? ¿Nos acompañará?-hice un mohín.
-Claro, ¿y luego quién nos dirá que nos vemos lindas con los vestidos?-bromeó.
-Pero Harry es… hombre. Sabes que no les gusta eso-intenté encontrar una excusa creíble para que Harry no fuera, yo no debía siquiera estar cerca de él.
-Pero es mi Harry-dijo y me dolió-, él está dispuesto a acompañarnos.
Entonces el timbre sonó. El corazón me latió ansioso, presuroso y… angustiado.
Sharon corrió animosa hasta la puerta, mientras que yo me quedé parada allí, con ganas de correr en dirección opuesta. Después de la pequeña discusión que tuvimos ayer no sabía qué sentir. Pero entonces Sharon abrió la puerta y la luz apareció en mis ojos, allí estaba él, tan deslumbrante como siempre, usando una camisa en color azul a cuadros, desabotonada, y un jeans del mismo tono, ajustado a sus despampanantes piernas. Hizo que el mundo se me volteara en un segundo cuando me miró.
-¡Amor!-dijo Sharon, sin duda feliz. Pero esta vez en darle un beso en los labios, se lo dio en la mejilla.
Agradecí aquello, aunque la fierecilla igual se sintió celosa.
-Hola-musitó Harry.
La saludé con la mano.
-Ve a cambiarte, ______-me instó Sharon y sólo entonces caí en la cuenta de que estaba en pijama, de nuevo-. Nos espera un largo día.
Sonreí y sin decir nada me fui a mi habitación, haciendo un mohín mental por el adjetivo que Sharon acababa de usar para calificar al día… largo.
Me puse un blusón negro combinándolo con un jeans en tono gris y até mi cabello en alto, luego salí al encuentro con ambos.
-¿Lista?-preguntó Sharon.
Asentí. Era raro, como si me hubieran quitado la voz, pero lo cierto es que me sentía realmente incómoda al recordar la discusión de ayer. Y al parecer no era la única, Harry tampoco hablaba mucho.
Nos fuimos en su Hybrid negra, Sharon en el asiento del copiloto, claro, y yo acurrucada atrás, mirando a través de la ventana polarizada. Recordé cuando íbamos solos los dos, yo en lugar de Sharon, y deseé fervientemente que ahora, Sharon se borrara de la escena y al instante me sentí mal, traicionera. Suspiré, empañando el cristal negro.
-______, ¿tienes alguna idea para el vestido?-me preguntó Shar.
-¿Ah?-musité, encerrando mis pensamientos en algún cajón de mi mente.
-Sí, algún color que tengas ya en mente-me miró.
-Oh, bueno… no, en realidad-me encogí de hombros.
-¡Yo sí!-anunció- Creo que escogeré uno en tono tinto-me dijo, pero luego miró a Harry- ¿Te gustaría?-le preguntó.
-Te verías hermosa con ese color-respondió.
Algo me picó cerca del pecho, como si una aguja se me enterrara en el corazón: me giré de nuevo a mirar hacía la ventana, tratando de ignorar la situación.
Harry condujo hasta una calle que estaba repleta de tiendas de vestidos de gala, como si fuera alguna calle de Nueva York, así me pareció.
Al bajar, Sharon me tomó de la mano y me hizo apresurar el paso, emocionada; mientras que Harry nos seguía detrás.
Entramos a una tienda que en sus vitrinas exhibía tres preciosos vestidos en maniquís blancos y sin cabeza. Al instante, la calefacción del lugar me abrigó el cuerpo, ya que afuera estaba frío.
-¡Mira esos vestidos, ______!-Sharon señaló hacía su derecha, mostrándome tres vestidos en tono negro.
-¿Puedo ayudarle?-preguntó una señora amable, que tenía el cabello color caoba acomodado en un peinado de estética, con un acento italiano apenas reconocible.
-Sí, estamos buscando vestidos para una fiesta elegante-dijo Sharon y luego le sonrió.
-¿De noche?
-Sí.
-Síganme-dijo ella y caminó más al fondo de la tienda.
Sharon me hizo seña de que la siguiera y luego volvió a girarse para seguir a la señora. Apenas iba a dar el primer paso, su mano me ató del antebrazo, con fuerza pero sin causarme daño alguno, no hizo falta que me girara para comprobar que era Harry, conocía sus manos muy bien.
Última edición por daffybieber el Miér 03 Jul 2013, 2:53 pm, editado 1 vez
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
3/5
Sharon me hizo seña de que la siguiera y luego volvió a girarse para seguir a la señora. Apenas iba a dar el primer paso, su mano me ató del antebrazo, con fuerza pero sin causarme daño alguno, no hizo falta que me girara para comprobar que era Harry, conocía sus manos muy bien.
Pero el sólo contacto de su mano con mi brazo, hizo arder mi piel. Me giré a mirarle, esperando algo parecido al extraño comportamiento de ayer, pero su mirada era distinta, era como siempre había sido, tierna, inspiradora, brillante.
-¿Podemos hablar un minuto?-pidió y su voz de terciopelo acarició mis oídos.
Asentí y me soltó.
-Creo que…-comenzó y al instante bajó la mirada- que te debo una disculpa-musitó, pero yo me quedé en silencio, porque en realidad no sabía qué decir. Entonces él levantó su mirada miel y capturó mi rostro, como no dije nada, continuó hablando-. Por lo de ayer, la… extraña discusión que tuvimos, yo… eh… debí agradecerte, aunque no le veo nada de malo darle una simple flor a una amiga; pero tienes razón.
-¿En qué tengo razón?-pregunté, hablando por primera vez desde que inició el día.
-En que a quien debo de darle ese tipo de cosas es a Sharon, ella es mi novia-esbozó una tenue sonrisita-, ¿no?
Me quise morder la lengua. Retractarme de las palabras que había dicho ayer, pero ya no podía, además de que era verdad, yo tenía razón, y me dolía tenerla.
-Claro, sí-sonreí también. Aunque fingidamente.
-Entonces…-vaciló- ¿estamos bien? Digo, somos amigos, ¿verdad?
Amigos. La palabra rebotó en mi mente como pelota de ping pong. Me dolió.
-Claro, amigos-esbocé una tenue, apenas visible sonrisa.
-Genial-su sonrisa se volvió amplia.
-¡______, Harry! ¿Por qué se quedaron allí?-Sharon salió de nuevo a la vista y nos tomó de la mano a cada uno, llevándonos con ella- _______, vi unos vestidos preciosos, te encantarán-me dijo, animada.
Le sonreí, fingiendo entusiasmo.
Nos llevó hasta el fondo de la tienda, en donde ella ya había hecho selección de tres vestidos; uno en verde, otro en morado y el último en tono tinto.
-Ve y escoge alguno que te guste, ______, anda-me instó y me señaló un apartado con varios vestidos.
Me giré a ellos y comencé a pasar la mano sobre cada uno, distraídamente. Rosa, rojo, negro, amarillo. Los colores pasaban por mi mente, pero nada más; porque en realidad no le estaba prestando atención alguna al diseño del satín.
Amigos. Aquella conclusión de él me decía que ese era nuestro destino, nada más. Si yo tenía sueños, esperanzas o cualquier tipo de especulación acerca de una posible relación futura, tenía que echarlas a la basura. Nada iba a pasar, nunca, sencillamente porque él era el novio de mi mejor amiga.
-Creo que el azul se te vería estupendo-dijo a mi lado, haciéndome volver a la realidad, pero aun manteniéndome perdida en las capas de terciopelo de su voz.
-¿Cómo?-pregunté, atolondrada.
-El azul-señaló un maniquí portando un precioso vestido largo, en tono azul violeta tornasol, o un azul Copenhague, no supe bien. Con diseños en dorado.
Me acerqué a el, sumamente atraída y Harry me siguió.
-Muy espacioso, ¿no crees?-dije, admirando el amplio del faldón.
-No tanto. Perfecto, diría yo-me dijo-. Se te vería estupendo, como la blusa que tenías el día que salimos con mi hermano, ¿recuerdas? Además, es mi color favorito-añadió.
¿Qué si lo recordaba? Lo que me sorprendí era que él lo hiciera.
El vestido era realmente precioso, así que me lo probé, justo como Sharon lo hacía con los que había elegido. Mientras que Harry esperaba sentado afuera.
-Se te ve hermoso-dijo Harry, cuando Sharon le preguntó qué tal, entre tanto que yo me esforzaba por meterme en el vestido, torpemente.
Me pregunté qué color era ahora el que Sharon vestía, ya que se había probado primero el vestido en tono tinto. Corrí la cortina y salí del vestidor cuando por fin logré acomodarme el elegante atavío.
Sharon y Harry me miraron, asombrados.
-¿Me veo tan mal?-pregunté, un poco cohibida ante ambas miradas de alucinación
Última edición por daffybieber el Miér 03 Jul 2013, 2:55 pm, editado 3 veces
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
4/5
-¿Mal? Dios, _____, el vestido es hermoso, te ves genial-me dijo Shar acercándose a mí.
-Te ves preciosa-musitó Harry, como un escultor admirado de su propia obra.
-¿Dónde encontraste el vestido?-me preguntó, maravillada.
-Pues, Harry… me ayudó a encontrarlo-admití, aunque debería de haber dicho, “Harry lo eligió”
-¿En serio?-se sorprendió Sharon- No tienes malos gustos, Harry-dijo y rió.
-Gracias.
Me sentí muy observada así que decidí hacerle fiesta al vestido que Sharon usaba.
-Tu vestido es… precioso-dije-. Morado, claro. Tu color favorito.
Era un vestido sencillo pero lindo, en tono morado, en corte princesa y unos tirantes que lo ataban al cuello.
-¿Te gusta?-preguntó Sharon.
-Claro, se te ve estupendo-reconocí.
A decir verdad, el vestido era bastante sencillo, sí, pero Sharon tenía ese no sé qué que hacía lucir cualquier cosa que se pusiera, aun así fuera la prenda más horrible del mundo.
-Entonces, creo que tenemos los vestidos-dijo, satisfecha.
Le sonreí, tímida.
-Sharon, no tengo con qué pagarlo-dije, el precio del vestido no era para nada barato.
Sharon explotó en risitas tiernas.
-No seas tonta, ______, yo los voy a pagar-me dijo.
-¿Qué? No, no, no-negué con la cabeza.
-Claro que sí, y no quiero protestas. Anda, cámbiate para ir a pagarlos-me empujó hacía el vestidor y ella cerró la cortina, corriéndola de un tirón.
Me miré al espejo, ahora me sentía peor; Sharon era una excelente amiga, ¿y cómo le pagaba yo? Enamorándome de su novio. Suspiré y decidí no pensar en ello, ¿para qué me hacía más daño? Me despojé del vestido y lo doblé sobre mi brazo, para salir cuando ya estaba vestida con mi ropa.
Sharon pagó ambos vestidos y aproveché para agradecerle a Harry la ayuda.
-Gracias, por elegirme el vestido-dije y le sonreí de una forma desconocida para mí.
-Por nada, me alegra haberte ayudado.
Me le quedé mirando, justo como él a mí. Su mirada miel era como una canción romántica en mi alma, de esas canciones que te hacen desear bailar bajo la luz de la luna.
-Harry, _____-nos llamó Sharon y nos hizo apartar la mirada del otro-. Vámonos-sonrió.
Me dio la caja del vestido y Harry tomó la suya para llevarla él, luego se giró a mí.
-¿Te ayudo?-se ofreció.
-Claro-dije y le di la caja.
Salimos de la tienda, y Sharon tomó la mano de Harry para caminar hasta su Hybrid. La fierecilla se enfureció por ver el entrelazado de dedos entre ambos. De pronto, deseaba al menos confundirlo, que alguna parte de su cerebro formulara mi nombre junto a una remota posibilidad… al menos. Pero al instante de que me percaté de aquello, me retracté velozmente. Esto no debería de estarme pasando.
Sacudí la cabeza como queriendo deshacer esos pensamientos y decidí ignorar a todo aquello que la fierecilla me gritaba, aun así yo estuviera de acuerdo.
El chillido del tocino sobre la casuela caliente tronaba en mis oídos y el aroma que éste desprendía hacía que mis tripas se quejaran de hambre. Apenas había conseguido sobrevivir ayer, tenía que admitir que me dolía bastante el corazón verlos reír y abrazarse, y ni hablar de cómo se me partía el corazón cuando se besaban.
Serví el tocino sobre el plato amarillo en donde ya estaban un par de huevos revueltos, me senté a comerlos, tratando de no traer a mi mente los recuerdos de ayer, porque dolía, de verdad dolía.
Cuando terminé de comer, lavé mi plato y salí del departamento; hoy tenía que ir con Ferni a contarle todo, porque aunque yo le llevara algunos años de diferencia, ella era increíblemente madura, su manera de pensar me fascinaba y me dejaba sorprendida, y yo le tenía la confianza suficiente como para ir y contarle mi secreto inconfesable.
La saludé en cuanto la vi, su blusa amarilla fue lo primero que capté en la oscuridad del laboratorio antiguo, pero luego su cara de ángel atrajo mi atención.
-Me tienes abandonada-me dijo, bromeando.
-Lo sé, lo siento.
-¿Trajiste material nuevo?-me sonrió, entusiasmada.
-No, en realidad no traigo fotos ahora-vacilé-. La verdad tengo algo que contarte.
-¿Liam preguntó por mí?-sus ojos destellaron encanto.
Reí.
-No, la última vez, pero sí lo hace.
-Oh…-musitó.
-Vayamos a tomar un café, ¿quieres?
-Claro-aceptó.
Salimos y recorrimos algunas calles, hasta que nos sentamos en un café cercano.
-Bueno, dime, que me estoy muriendo de la curiosidad-me instó, palpándome el brazo.
Sonreí nerviosa y la expresión me cambió al instante.
-¿Por qué esa cara?-me preguntó, preocupada.
Pensé qué decirlo así, sin tantos rodeos, era la mejor opción, así que hablé rápido y sin tropiezos.
-Estoy enamorada del novio de mi mejor-dije, atropellando las palabras.
-¡Q-q-qué dices! ¡Oh! Cuéntamelo todo, ¿eh?-su bello semblante de ángel gracilmente maquillado se puso atento, inclinándose hacía adelante un poco- Tengo bastante tiempo.
Me le quedé mirando, sorprendida y divertida por su reacción. Ella interpretó perfectamente mi silencio.
-Oh, lo siento-dijo, tranquilizándose-. Cuéntame-y volvió a recargarse en el respaldo de la silla.
Le conté la historia desde el principio, el tiempo nos sobraba a ambas y, desahogarme con Ferni me resultó más sencillo de lo que esperaba. Ella era mujer, me entendía y comprendía más de lo que lo hubiera podido hacer Louis o Liam. En el transcurso de la charla, la veía hacer expresiones de sorpresa y otras de que estaba sumamente atenta; todo eso me recordó a Liam, ambos tenían un rostro expresivo pero de ángel.
Cuando terminé de contarle, el silencio que guardó me hizo sentir nerviosa y comencé a enrollar mis dedos entre el blanco mantel de la pequeña mesa redonda.
-Es el chico de las fotos, ¿no?-preguntó.
-Sí.
-Lo sabía-dijo y sonrió con autosuficiencia.
-¿Qué sabías?-pregunté, confundida.
-_______, los ojos se te veían brillar cuando hablabas de él, y vaya que es apuesto el muchacho, ¿eh?-soltó una risotada.
-¿En serio?-dije, afligida. Si ella lo había notado, ¿Harry se habrá dado cuenta de cómo es que late mi corazón cuando está cerca?
-Lo amas-puntualizó.
-¿Amarlo? ¿Estás loca? ¡Claro que no!-chillé, escandalizada. No había llegado hasta ese punto, aun.
-Claro que sí, _____, se te nota. Amar y enamorarse no es lo mismo; enamorarse es disfrutar de todas aquellas sensaciones que se sienten al ver a la persona… “especial”-hizo las comillas con los dedos-. Pero cuando amas, ya empiezan a doler.
Me quedé en silencio, sopesando sus palabras y al comprender, se me cayó el mundo encima. Ella tenía razón. Yo… lo amaba. Dejé salir un leve gemido.
-¿Mal? Dios, _____, el vestido es hermoso, te ves genial-me dijo Shar acercándose a mí.
-Te ves preciosa-musitó Harry, como un escultor admirado de su propia obra.
-¿Dónde encontraste el vestido?-me preguntó, maravillada.
-Pues, Harry… me ayudó a encontrarlo-admití, aunque debería de haber dicho, “Harry lo eligió”
-¿En serio?-se sorprendió Sharon- No tienes malos gustos, Harry-dijo y rió.
-Gracias.
Me sentí muy observada así que decidí hacerle fiesta al vestido que Sharon usaba.
-Tu vestido es… precioso-dije-. Morado, claro. Tu color favorito.
Era un vestido sencillo pero lindo, en tono morado, en corte princesa y unos tirantes que lo ataban al cuello.
-¿Te gusta?-preguntó Sharon.
-Claro, se te ve estupendo-reconocí.
A decir verdad, el vestido era bastante sencillo, sí, pero Sharon tenía ese no sé qué que hacía lucir cualquier cosa que se pusiera, aun así fuera la prenda más horrible del mundo.
-Entonces, creo que tenemos los vestidos-dijo, satisfecha.
Le sonreí, tímida.
-Sharon, no tengo con qué pagarlo-dije, el precio del vestido no era para nada barato.
Sharon explotó en risitas tiernas.
-No seas tonta, ______, yo los voy a pagar-me dijo.
-¿Qué? No, no, no-negué con la cabeza.
-Claro que sí, y no quiero protestas. Anda, cámbiate para ir a pagarlos-me empujó hacía el vestidor y ella cerró la cortina, corriéndola de un tirón.
Me miré al espejo, ahora me sentía peor; Sharon era una excelente amiga, ¿y cómo le pagaba yo? Enamorándome de su novio. Suspiré y decidí no pensar en ello, ¿para qué me hacía más daño? Me despojé del vestido y lo doblé sobre mi brazo, para salir cuando ya estaba vestida con mi ropa.
Sharon pagó ambos vestidos y aproveché para agradecerle a Harry la ayuda.
-Gracias, por elegirme el vestido-dije y le sonreí de una forma desconocida para mí.
-Por nada, me alegra haberte ayudado.
Me le quedé mirando, justo como él a mí. Su mirada miel era como una canción romántica en mi alma, de esas canciones que te hacen desear bailar bajo la luz de la luna.
-Harry, _____-nos llamó Sharon y nos hizo apartar la mirada del otro-. Vámonos-sonrió.
Me dio la caja del vestido y Harry tomó la suya para llevarla él, luego se giró a mí.
-¿Te ayudo?-se ofreció.
-Claro-dije y le di la caja.
Salimos de la tienda, y Sharon tomó la mano de Harry para caminar hasta su Hybrid. La fierecilla se enfureció por ver el entrelazado de dedos entre ambos. De pronto, deseaba al menos confundirlo, que alguna parte de su cerebro formulara mi nombre junto a una remota posibilidad… al menos. Pero al instante de que me percaté de aquello, me retracté velozmente. Esto no debería de estarme pasando.
Sacudí la cabeza como queriendo deshacer esos pensamientos y decidí ignorar a todo aquello que la fierecilla me gritaba, aun así yo estuviera de acuerdo.
El chillido del tocino sobre la casuela caliente tronaba en mis oídos y el aroma que éste desprendía hacía que mis tripas se quejaran de hambre. Apenas había conseguido sobrevivir ayer, tenía que admitir que me dolía bastante el corazón verlos reír y abrazarse, y ni hablar de cómo se me partía el corazón cuando se besaban.
Serví el tocino sobre el plato amarillo en donde ya estaban un par de huevos revueltos, me senté a comerlos, tratando de no traer a mi mente los recuerdos de ayer, porque dolía, de verdad dolía.
Cuando terminé de comer, lavé mi plato y salí del departamento; hoy tenía que ir con Ferni a contarle todo, porque aunque yo le llevara algunos años de diferencia, ella era increíblemente madura, su manera de pensar me fascinaba y me dejaba sorprendida, y yo le tenía la confianza suficiente como para ir y contarle mi secreto inconfesable.
La saludé en cuanto la vi, su blusa amarilla fue lo primero que capté en la oscuridad del laboratorio antiguo, pero luego su cara de ángel atrajo mi atención.
-Me tienes abandonada-me dijo, bromeando.
-Lo sé, lo siento.
-¿Trajiste material nuevo?-me sonrió, entusiasmada.
-No, en realidad no traigo fotos ahora-vacilé-. La verdad tengo algo que contarte.
-¿Liam preguntó por mí?-sus ojos destellaron encanto.
Reí.
-No, la última vez, pero sí lo hace.
-Oh…-musitó.
-Vayamos a tomar un café, ¿quieres?
-Claro-aceptó.
Salimos y recorrimos algunas calles, hasta que nos sentamos en un café cercano.
-Bueno, dime, que me estoy muriendo de la curiosidad-me instó, palpándome el brazo.
Sonreí nerviosa y la expresión me cambió al instante.
-¿Por qué esa cara?-me preguntó, preocupada.
Pensé qué decirlo así, sin tantos rodeos, era la mejor opción, así que hablé rápido y sin tropiezos.
-Estoy enamorada del novio de mi mejor-dije, atropellando las palabras.
-¡Q-q-qué dices! ¡Oh! Cuéntamelo todo, ¿eh?-su bello semblante de ángel gracilmente maquillado se puso atento, inclinándose hacía adelante un poco- Tengo bastante tiempo.
Me le quedé mirando, sorprendida y divertida por su reacción. Ella interpretó perfectamente mi silencio.
-Oh, lo siento-dijo, tranquilizándose-. Cuéntame-y volvió a recargarse en el respaldo de la silla.
Le conté la historia desde el principio, el tiempo nos sobraba a ambas y, desahogarme con Ferni me resultó más sencillo de lo que esperaba. Ella era mujer, me entendía y comprendía más de lo que lo hubiera podido hacer Louis o Liam. En el transcurso de la charla, la veía hacer expresiones de sorpresa y otras de que estaba sumamente atenta; todo eso me recordó a Liam, ambos tenían un rostro expresivo pero de ángel.
Cuando terminé de contarle, el silencio que guardó me hizo sentir nerviosa y comencé a enrollar mis dedos entre el blanco mantel de la pequeña mesa redonda.
-Es el chico de las fotos, ¿no?-preguntó.
-Sí.
-Lo sabía-dijo y sonrió con autosuficiencia.
-¿Qué sabías?-pregunté, confundida.
-_______, los ojos se te veían brillar cuando hablabas de él, y vaya que es apuesto el muchacho, ¿eh?-soltó una risotada.
-¿En serio?-dije, afligida. Si ella lo había notado, ¿Harry se habrá dado cuenta de cómo es que late mi corazón cuando está cerca?
-Lo amas-puntualizó.
-¿Amarlo? ¿Estás loca? ¡Claro que no!-chillé, escandalizada. No había llegado hasta ese punto, aun.
-Claro que sí, _____, se te nota. Amar y enamorarse no es lo mismo; enamorarse es disfrutar de todas aquellas sensaciones que se sienten al ver a la persona… “especial”-hizo las comillas con los dedos-. Pero cuando amas, ya empiezan a doler.
Me quedé en silencio, sopesando sus palabras y al comprender, se me cayó el mundo encima. Ella tenía razón. Yo… lo amaba. Dejé salir un leve gemido.
Última edición por daffybieber el Miér 03 Jul 2013, 2:55 pm, editado 1 vez
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
5/5
Ella tenía razón. Yo… lo amaba. Dejé salir un leve gemido.
-No te preocupes, ______-me dijo-. Demuestra que eres madura, que sabes cómo sobrellevar esto, a lo mejor yo me equivoco y no es más que una amor pasajero, ya sabes, esos de “verano”-volvió a hacer las comillas-, aunque en vez de verano sería invierno-dijo y rió por lo bajo, festejándose su pequeña broma.
-Pues, ojala te equivoques-musité.
Ella rió.
-______, yo no voy a decirte qué es lo que tú sientes, ¿lo amas? Eso sólo puedes contestártelo tú misma-me aconsejó.
-Gracias.
La tarde se había pasado volando, y desde que había vuelto al departamento después de tomar el café con Ferni, me quedé tirada sobre el sofá mirando el techo de la sala. ¿Yo lo amaba? ¿Cómo puede ser posible que ames a una persona en… un mes? Había un pasado un mes, o apenas iba a pasar, la cuenta exacta de los días no la llevaba, pero, yo no era de las personas que amaban en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo debía admitir que Harry se había ganado mi confianza, cariño y ternura en menos de una semana. Él era tan… especial. Como un diamante en bruto dentro de una mina, que aunque no le diera la luz del sol, brillaba con un resplandor abrumador. ¿Sharon se daría cuenta de ello? ¿Se percataría acaso de lo que tiene realmente a su lado? Me dolió el corazón cuando palpitó, no debería estar pensando aquello.
Contemplé el techo por un rato más, especulando y hundiéndome en mis pensamientos, que iban de los más coherentes y razonables, hasta los más oscuros e ilógicos. Hasta que el timbre sonó, y todas las reflexiones se vinieron abajo cuando el corazón comenzó a latirme de una manera tan descompasada al saber quién esperaba del otro lado. Y el placer de aquel latido era tan intenso que… resultaba doloroso. Entonces comprendí que lo amaba. Y si no, terminaría haciéndolo tarde o temprano; pero estaba casi convencida de que lo que yo sentía iba más allá del simple querer, esto me lastimaba bastante pero… me gustaba.
Fue cuando el timbre sonó de nuevo, insistente junto a unos golpes en la puerta, cuando recordé que Harry estaba detrás de la puerta. Y enseguida me levanté para abrirle.
Pasar el tiempo con él era como no tener conciencia de la hora, no pensar ni preocuparse de nada, sentirte segura y estar siempre riendo, aunque sabía que estaba mal. Pero cuando lo miré a mi lado, en el sofá, moviendo sus rosados labios al hablar con ese entusiasmo y encanto en él y luego reír con una melodía distinta en cada risa, mostrándome sus perlas blancas y gemelas, todas iguales de bellas; me hacía volar y tocar el cielo sin siquiera despegar los pies del suelo.
Pero entonces mi tiempo se reducía a nada cuando Sharon llegaba y no me quedaba más que sonreír y caminaba hasta mi habitación y daba las buenas noches antes de desaparecer por la puerta y suspirar luego detrás de ella.
Me aventé sobre la cama, como siempre lo hacía, mirando el techo que ya conocía bastante bien y especulando como lo hacía en la sala. Me resultaba irónico que los demás eran quienes hacían que me diera cuenta de mis propios sentimientos, que si estaba enamorada de él, que si estaba celosa, que si lo amaba. ¿Es que yo en verdad era tan torpe y terca? Pero más que mis problemas emocionales de los que no lograba percatarme, había otro grandísimo problema que tomar en cuenta. Sharon. Yo podría herirla más de lo que me estaba hiriendo yo sola ahora, ella era tan frágil y yo me había convertido en la bruja de su cuento de hadas; al menos así me sentía.
El día siguiente fue bastante raro, porque tenía una extraña necesidad de estar con él. Deseaba que la noche llegara sólo para poder verle, mi alma lo ansiaba. Decidí distraerme con cualquier otra cosa, ya que esto no ayudaba mucho a mi plan de “ignorar a Harry” cuando ayer mismo no me atreví siquiera a sostenerle la mirada por más de diez segundos. Esto no estaba funcionando.
Me asomé a la ventana y observé los carros pasar por la angosta calle, en el camino de faroles que esperaban encenderse en cualquier momento. Fui hasta mi habitación por mi cámara y volví a la ventana para capturar la escena que me había gustado, saqué sólo un par de fotografías para cuando el timbre sonó.
Miré extrañada el reloj, que marcaba las seis con quince de la tarde, ¿quién podría ser a esta hora? Fui a abrir sin dejar la cámara y me sorprendió lo que vi. Era Harry quien me sonreía con lucidez y provocando que los latidos de mi corazón golpearan con ímpetu contra mí pecho. Su presencia me hizo mirar de nuevo el reloj, ¿no era muy temprano para que él estuviera allí? A lo mejor era una ilusión de mi mente y me lo estaba imaginando parado allí, lucía tan radiante pero… siempre lucía así.
-¿Qué haces tan temprano aquí?-pregunté, dejándole pasar.
-Bueno, vine a invitarte a un lugar-dijo, sin quitar aquella sonrisa encantadora.
-¿A mí? ¿A qué lugar?-mi corazón se emocionó y no pudo evitar brincar contra mi pecho.
-Es una sorpresa. Vamos-me tomó de la mano y al instante la piel ardió de un fuego que sólo su tacto ocasionaba.
-Pero…
-Es como una forma de decir ‘lo siento’ por lo del otro día-musitó. Me vio la cámara en la otra mano y se apresuró a decir: - Sería un lindo lugar para tomar fotos-me ánimo, sabiendo que no me negaría jamás a una oportunidad para capturar lugares maravillosos con mi cámara; pero más que nada, aceptaría porque sencillamente era él quien me invitaba.
-Está bien, aunque te dije que lo de nuestra pequeña discusión ya estaba perdonado a pesar de que no tenías por qué disculparte-admití.
-Ya no digas eso, vamos.
Soltó mi mano para darme oportunidad de tomar una chaqueta y un bolso donde guardar mi cámara y junto a él, salí del departamento hasta su ya conocida camioneta Hybrid.
-Te va a encantar-me dijo, mientras conducía por las calles de Venecia, maniobrando con el volante.
Le miré y me sonrió, suspiré.
-¿Qué?-me preguntó, visiblemente sonrojado.
No dije nada, saqué mi cámara y le tomé una foto a su perfil, una perfecta pose de modelo de revista, aunque no se esforzara en lo más mínimo para hacerla.
-¡Oye!-rió, cohibido- Si vas a hacer eso, avísame-bromeó.
-No hace falta, te des o no cuenta, sales muy bien-admití, con una extraña necesidad de pelear por el contra… mi mejor amiga.
-Gracias-bajó la cabeza levemente, y lo conocía lo suficiente como para saber que lo hacía porque se sonrojaba.
Aquello me encantaba y me fascinaba. Él sonrojándose por mí.
Ella tenía razón. Yo… lo amaba. Dejé salir un leve gemido.
-No te preocupes, ______-me dijo-. Demuestra que eres madura, que sabes cómo sobrellevar esto, a lo mejor yo me equivoco y no es más que una amor pasajero, ya sabes, esos de “verano”-volvió a hacer las comillas-, aunque en vez de verano sería invierno-dijo y rió por lo bajo, festejándose su pequeña broma.
-Pues, ojala te equivoques-musité.
Ella rió.
-______, yo no voy a decirte qué es lo que tú sientes, ¿lo amas? Eso sólo puedes contestártelo tú misma-me aconsejó.
-Gracias.
La tarde se había pasado volando, y desde que había vuelto al departamento después de tomar el café con Ferni, me quedé tirada sobre el sofá mirando el techo de la sala. ¿Yo lo amaba? ¿Cómo puede ser posible que ames a una persona en… un mes? Había un pasado un mes, o apenas iba a pasar, la cuenta exacta de los días no la llevaba, pero, yo no era de las personas que amaban en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo debía admitir que Harry se había ganado mi confianza, cariño y ternura en menos de una semana. Él era tan… especial. Como un diamante en bruto dentro de una mina, que aunque no le diera la luz del sol, brillaba con un resplandor abrumador. ¿Sharon se daría cuenta de ello? ¿Se percataría acaso de lo que tiene realmente a su lado? Me dolió el corazón cuando palpitó, no debería estar pensando aquello.
Contemplé el techo por un rato más, especulando y hundiéndome en mis pensamientos, que iban de los más coherentes y razonables, hasta los más oscuros e ilógicos. Hasta que el timbre sonó, y todas las reflexiones se vinieron abajo cuando el corazón comenzó a latirme de una manera tan descompasada al saber quién esperaba del otro lado. Y el placer de aquel latido era tan intenso que… resultaba doloroso. Entonces comprendí que lo amaba. Y si no, terminaría haciéndolo tarde o temprano; pero estaba casi convencida de que lo que yo sentía iba más allá del simple querer, esto me lastimaba bastante pero… me gustaba.
Fue cuando el timbre sonó de nuevo, insistente junto a unos golpes en la puerta, cuando recordé que Harry estaba detrás de la puerta. Y enseguida me levanté para abrirle.
Pasar el tiempo con él era como no tener conciencia de la hora, no pensar ni preocuparse de nada, sentirte segura y estar siempre riendo, aunque sabía que estaba mal. Pero cuando lo miré a mi lado, en el sofá, moviendo sus rosados labios al hablar con ese entusiasmo y encanto en él y luego reír con una melodía distinta en cada risa, mostrándome sus perlas blancas y gemelas, todas iguales de bellas; me hacía volar y tocar el cielo sin siquiera despegar los pies del suelo.
Pero entonces mi tiempo se reducía a nada cuando Sharon llegaba y no me quedaba más que sonreír y caminaba hasta mi habitación y daba las buenas noches antes de desaparecer por la puerta y suspirar luego detrás de ella.
Me aventé sobre la cama, como siempre lo hacía, mirando el techo que ya conocía bastante bien y especulando como lo hacía en la sala. Me resultaba irónico que los demás eran quienes hacían que me diera cuenta de mis propios sentimientos, que si estaba enamorada de él, que si estaba celosa, que si lo amaba. ¿Es que yo en verdad era tan torpe y terca? Pero más que mis problemas emocionales de los que no lograba percatarme, había otro grandísimo problema que tomar en cuenta. Sharon. Yo podría herirla más de lo que me estaba hiriendo yo sola ahora, ella era tan frágil y yo me había convertido en la bruja de su cuento de hadas; al menos así me sentía.
El día siguiente fue bastante raro, porque tenía una extraña necesidad de estar con él. Deseaba que la noche llegara sólo para poder verle, mi alma lo ansiaba. Decidí distraerme con cualquier otra cosa, ya que esto no ayudaba mucho a mi plan de “ignorar a Harry” cuando ayer mismo no me atreví siquiera a sostenerle la mirada por más de diez segundos. Esto no estaba funcionando.
Me asomé a la ventana y observé los carros pasar por la angosta calle, en el camino de faroles que esperaban encenderse en cualquier momento. Fui hasta mi habitación por mi cámara y volví a la ventana para capturar la escena que me había gustado, saqué sólo un par de fotografías para cuando el timbre sonó.
Miré extrañada el reloj, que marcaba las seis con quince de la tarde, ¿quién podría ser a esta hora? Fui a abrir sin dejar la cámara y me sorprendió lo que vi. Era Harry quien me sonreía con lucidez y provocando que los latidos de mi corazón golpearan con ímpetu contra mí pecho. Su presencia me hizo mirar de nuevo el reloj, ¿no era muy temprano para que él estuviera allí? A lo mejor era una ilusión de mi mente y me lo estaba imaginando parado allí, lucía tan radiante pero… siempre lucía así.
-¿Qué haces tan temprano aquí?-pregunté, dejándole pasar.
-Bueno, vine a invitarte a un lugar-dijo, sin quitar aquella sonrisa encantadora.
-¿A mí? ¿A qué lugar?-mi corazón se emocionó y no pudo evitar brincar contra mi pecho.
-Es una sorpresa. Vamos-me tomó de la mano y al instante la piel ardió de un fuego que sólo su tacto ocasionaba.
-Pero…
-Es como una forma de decir ‘lo siento’ por lo del otro día-musitó. Me vio la cámara en la otra mano y se apresuró a decir: - Sería un lindo lugar para tomar fotos-me ánimo, sabiendo que no me negaría jamás a una oportunidad para capturar lugares maravillosos con mi cámara; pero más que nada, aceptaría porque sencillamente era él quien me invitaba.
-Está bien, aunque te dije que lo de nuestra pequeña discusión ya estaba perdonado a pesar de que no tenías por qué disculparte-admití.
-Ya no digas eso, vamos.
Soltó mi mano para darme oportunidad de tomar una chaqueta y un bolso donde guardar mi cámara y junto a él, salí del departamento hasta su ya conocida camioneta Hybrid.
-Te va a encantar-me dijo, mientras conducía por las calles de Venecia, maniobrando con el volante.
Le miré y me sonrió, suspiré.
-¿Qué?-me preguntó, visiblemente sonrojado.
No dije nada, saqué mi cámara y le tomé una foto a su perfil, una perfecta pose de modelo de revista, aunque no se esforzara en lo más mínimo para hacerla.
-¡Oye!-rió, cohibido- Si vas a hacer eso, avísame-bromeó.
-No hace falta, te des o no cuenta, sales muy bien-admití, con una extraña necesidad de pelear por el contra… mi mejor amiga.
-Gracias-bajó la cabeza levemente, y lo conocía lo suficiente como para saber que lo hacía porque se sonrojaba.
Aquello me encantaba y me fascinaba. Él sonrojándose por mí.
Última edición por daffybieber el Miér 03 Jul 2013, 2:56 pm, editado 1 vez
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
Y ahí están sus CAPS en serio perdónenme, mañana la sigo vale? pero comenten por que siento que nadie la lee! y por eso luego no subo :roll: espero les aya gustado el maratón comenten y la sigo vale? saben chicas en una semana es el TMH en mi país y estoy que me muero!! bueno me despido y mañana sigo la nove! besos apaztantes y letritas de amor! :love:
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
Luego de fantasear en mi cabeza por un rato que para mí fue pequeño, sentí que estacionó el auto y miré a través de la ventanilla. No veía nada fuera de lo normal. Calles y canales y gente transitando por ellos.
No supe cuándo se bajó pero de pronto su figura ya estaba fuera del auto, de lado de mi puerta para abrirla y ayudarme a bajar.
-Gracias-le sonreí, pero aun no sabía dónde estaba ni a dónde me llevaría.
Oí cuando cerró la puerta, entre tanto que yo buscaba y rebuscaba algún lugar especial al que pudo hacer referencia Harry. Pero no había nada.
-Ven-me tomó de la mano y me hizo estremecer.
Me guió por todo el largo de la calle, hasta que al doblar la esquina, pude percatarme del ruido y las luces de la feria que se establecía a lado del puerto. Abrí la boca de asombro, jamás había estado en una feria y mucho menos en una europea.
-¿Te gusta?-me preguntó, mirándome atentamente, con esa bonita sonrisa en sus labios.
-Estoy emocionada-admití, observando todos y cada uno de los detalles de la feria mientras nos acercábamos a ella.
-Sharon me mencionó que cuando eran pequeñas jugaban a la feria en su cuarto. Ella ya ha venido aquí, pero sé que tú no. Así que, espero que disfrutes esto.
¡Sharon! La mano se me congeló y me obligué a soltar la de Harry. No debía de olvidarme de Sharon.
Que lindo eres, Harry-le miré, sus ojos resplandecían con el montón de lucecitas de colores de los puestos y carpas de la feria.
Me sonrió, desarmándome por completo y casi haciendo estallar a mi corazón.
Nos introdujimos a la feria en donde un montón de niños jalaban de las manos a sus padres para hacerlos caminar más rápido y así alcanzar subir a los juegos.
-Y… ¿qué quieres hacer primero?-me preguntó, con las manos en los bolsillos de su pantalón.
-Amm… ¿Hay aquí carritos chocones?
El rió y me tomó del brazo para guiarme hasta ellos. Cada uno nos subimos en un auto, mientras que perseguíamos al otro para chocarlo, si es que no nos chocaba primero algún otro carrito y las risas no se dejaban de oír.
Cuando bajamos, mis cabellos estaban más despeinados de lo normal, mientras que los de Harry seguían intactos y perfectamente acomodados en su cabeza, pero traerlo corto para él era una ventaja.
-Eso fue divertido-dijo-. Ahora, ¿a dónde quieres ir?
-Te toca decidir a ti-le pegué cariñosamente en el hombro y reí.
El rió junto conmigo y luego miró alrededor y al final detuvo su mirada en un punto por arriba de mi cabeza.
-¡Subamos allí!-señaló.
Me giré para ver cuál era la atracción que él decía y mi vista se elevó tan alto que instantáneamente se me produjo una inquietud desagradable en el estómago al contemplar la altura del juego.
-No-fue lo primero que salió de mi boca. Una negación rotunda ante la propuesta de Harry.
-Ay, vamos. No es tan malo-su intentó por animarme resultó todo lo contrario.
-¿Tan?-dije, repitiendo la palabra con sarcasmo- No, no, no, ni loca me subo a eso-me di la vuelta, para intentar escapar.
Pero él me detuvo tomándome por ambos brazos, de frente.
-Pues llámame loco porque yo sí me subiré. Es sólo una montaña rusa, _____.
-Una montaña rusa del tamaño del Everest-traté de desasirme de sus manos.
-No seas exagerada-rió y me tomó con más fuerza para encaminarme hasta el tenebroso juego.
Lo cierto es que le tenía un pavor enorme a las atracciones mecánicas, la adrenalina no era lo que más me caracterizaba y jamás en mis veintidós años había montado uno. Esta vez no tenía que ser la excepción, pero Harry insistía y así era más difícil hacerle caso a mi razón.
No sé cómo me hizo llegar hasta la fila que esperaba ansiosa por subir y me percaté de ello hasta que los estrepitosos gritos de las personas abordo me llegaban desde lo alto.
-Estás loco si piensas que me voy a subir a eso-farfullé, intentando huir por tercera vez.
-Ya te dije que sí estoy y te subirás conmigo-no sabía porqué la última palabra me había gustado demasiado, pero antes de que lograra salir de entre la gente que hacía fila, Harry me agarró de la muñeca, me atrajo hacía él y me abrazo fuertemente, haciendo añicos mi fuerza de voluntad y por supuesto, imposible mi escape.
Me quedé quieta y me le quedé mirando, a esa distancia tan pequeña, su belleza era inconcebible.
-Por favor, súbete conmigo-pidió, con la voz más aterciopelada y dulce que jamás haya oído-. No voy a dejarte ir hasta que me digas que sí.
De pronto, olvidé cómo hablar y sólo asentí. Me percaté del latido tan estrepitoso de mi corazón que golpeaba contra mi pecho y también contra el suyo, que estaba pegado al mío, entonces el rubor corrió por mis mejillas ya que él no me soltaba aunque ya había aceptado.
-Genial-me sonrió-. Gracias.
¡Sharon, Sharon, Sharon, Sharon! La voz en mi cabeza gritaba aturdida. No debía olvidarme de Sharon. Me obligué a sacar voz de mi garganta.
-Ya te dije que sí, ya suéltame-musité, ruborizada.
-No, si te suelto tal vez intentarías escapar de nuevo; así que hasta que no estemos arriba, difícilmente te creeré-me apretujó más a su cuerpo, casi no podía respirar pero tampoco quería hacerlo si eso significaba dejar mi bella prisión.
Me sonrió antes de mirar de nuevo el temible juego y estando allí en sus brazos, su delicioso perfume llegaba con intensidad hasta mis fosas nasales, inundando todo el aire a mí alrededor y produciéndome un confort en el estómago, transportándome a un mágico paraíso.
-¡Genial! Seguimos nosotros-me dijo, mientras me hacía avanzar detrás de las personas que emocionadas montaban los asientos para dos de la montaña rusa.
El estómago se me revolvió.
-Harry…-la voz me tembló, insegura.
-Tranquila, si quieres yo te protejo-me sonrió y sus brazos se tensaron a mi cuerpo.
Me hizo sentar en el cuarto asiento de adelante y él se sentó a mi lado. Luego sus brazos se volvieron a enrollar en mi cuerpo, ya que me había soltado unos segundos para poder acomodarse en el asiento continuo.
-No estoy muy segura de…
-Ya estás arriba, así que no hay retorno-me interrumpió.
Nos hicieron ponernos el tubo de seguridad y el estómago se me encogió de nerviosismo. El tubo metálico no llegaba hasta mí abdomen.
-No hay peligro de que uno se salga, ¿verdad?-pregunté.
Harry miró que el tubo no me llegaba y rió.
-No, pero dicen que siempre hay una primera vez-rió cínico.
-¡¿Qué?!
-Es broma-se carcajeó-. Tranquila, ¿sí?
Entonces el carrito se empezó a mover por el riel que formaba el camino ilógico de aquella montaña. Quise correr, sólo tuve las ganas de hacerlo, pero como si Harry me hubiese adivinado el pensamiento, sus brazos se tensaron a mi alrededor, tiernos y protectores
Última edición por daffybieber el Miér 03 Jul 2013, 2:57 pm, editado 1 vez
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
Estaba más nerviosa y asustada de lo que llega a estar la gente cuando enfrenta su peor pesadilla y empezaba a formular en mi mente mi testamento, qué le hubiera dejado a quién. Pero al menos moriría feliz, en los brazos de la persona a la que amaba.
Mis cabellos comenzaron a moverse con velocidad por el viento producido y luego se apaciguaron cuando el carrito empezó a transitar en dirección hacía lo alto. Hasta el momento, no había sido la gran cosa, sólo vueltas tenues y velocidad media, pero ahora sabía que iba empezar lo malo, a lo que más le temía: la adrenalina de caer en picada hacía abajo. El corazón se me comenzó a acelerar y parecía eterno el camino; eso era bueno y era malo, porque aunque no quería que cayéramos ya, sabía que entre más se tardara en llegar hasta arriba, más era la altura.
El pánico me invadió por completo cuando me percaté de que faltaban sólo unos pocos metros para la gran curva de la montaña. La respiración se me aceleraba y el pulso me atronaba en los oídos. Entonces, al borde de caer por la estrafalaria bajada, tuve lanecesidad de decirle a Harry que lo amaba. Como si fuera a morirme y jamás le viera de nuevo.
-Harry, tengo que decirte algo-farfullé, con la voz temblorosa.
Me miró, sus ojos me abrazaron también.
-Yo…
Los estruendosos gritos me interrumpieron y el movimiento desagradable de mi estómago provocó que cerrara la boca y los ojos con fuerza. El tiempo se me había acabado.
Até mis brazos al cuerpo perfecto de Harry y escondí mi cabeza en su duro pecho, llenándome de ese perfume tan exquisito que me transportaba al paraíso al que deseaba volver y luego él apretó sus brazos más, protegiéndome.
Oía el paso de las llantas del carro sobre el metal que formaba el riel que a toda velocidad iba cayendo, los gritos combinados entre la euforia y el horror de las personas a mi alrededor y… el corazón palpitante en el pecho de Harry, al que mi oído estaba pegado. Sentía que los cabellos se me movían con la velocidad y que tenía el estómago en los pies.
Una y otra y otra vez.
Cuando abrí los ojos es porque dejé de sentir el movimiento exterior, sin embargo, todo se seguía moviendo dentro de mí, la cabeza me daba vueltas y el estómago estaba apretujado en alguna parte de mi abdomen.
-¿Verdad que fue divertido?-la voz de Harry me devolvió un poco la calma.
Le miré, incrédula.
-¿Bromeas? Casi muero estando arriba-farfullé.
El soltó una carcajada y ese sonido hizo de mi caos interno una quietud. Me ayudó a salir del juego sin soltarme la mano por si acaso caía. Debía admitir que estaba un tanto mareada.
-¿Y ahora? te toca a ti-me dijo.
-Claro, elijo esa banca de allá-divisé a unos cuantos metros una pequeña banca negra y la apunté. Necesitaba sentarme o si no muchos allí verían la merienda de la tarde.
El rió y me llevó hasta la banca.
-No fue para tanto-me dijo, sentándose conmigo y entonces soltó mi mano.
-No para ti, pero yo quise morirme allá arriba-llevé ambas manos a mi cabeza, apretándola con las yemas de los dedos.
Volvió a reír y su risa era algo de verdad reconfortante.
-Y, ¿qué ibas a decirme?-preguntó.
-¿Eh?-lo miré al instante, recordando la confesión que estuve a punto de hacerle.
-Sí, antes de que cayéramos en la primera curva de la montaña dijiste que tenías algo que decirme-insistió.
-Oh, bueno…-me estrujé los sesos en busca de alguna excusa- Que no vuelvas a subirme a una cosa de esas en lo que te resta de vida-farfullé mi mentira esperando que él la creyera.
Su entonada risa me hizo darme cuenta de que mi tonta mentirilla había funcionado.
-Está bien, está bien. No volveré a hacerlo-prometió, aun riendo.
-Gracias.
Mientras intentaba aplacar las ganas que tenía de vomitar, miré a Harry, que mostraba su perfil izquierdo, como en el auto, ya que miraba hacía uno de los juegos de su lado. Me pareció tan bello, cómo su ojo conseguía ese brillo con el reflejo de las luces de colores, cómo su piel suave se volvía de oro y su sonrisa como perlas de mar. Saqué mi cámara y tomé una fotografía de él.
Me miró.
-¿Sigues haciéndolo?-dijo, divertido.
-Ya te dije que no es necesario que poses-reí.
-Ya te ríes-me observó con detenimiento y… encanto-. Tu risa es linda.
No pude evitar ruborizarme, aun en la oscuridad que ya pintaba el cielo, creo que él notó que mis mejillas adquirieron un tono rosado, ya que sonrió, fascinado.
-Gracias-musité, escondiendo el rubor.
-¿Ya estás mejor?-preguntó.
Asentí.
-Genial. Hay muchos juegos que nos están esperando-me sonrió de gran manera.
-¿Estás loco?-casi se me salían los ojos de las órbitas-. Prometiste que no volverías a subirme a otro de esos-dije, casi sin aire.
-Exacto, a otro de esos, lo que yo entiendo como alguna otra montaña rusa. Estos juegos son menores, si te subiste a esa grandísima cosa no creo que los demás te provoquen algún efecto-argumentó-. Diviértete conmigo-casi me rogó con los ojos.
No pude resistirme.
-Está bien-suspiré, resignada. A fin de cuentas, ¿cuál era el daño?
Me llevó de la mano a todos los juegos, en donde cada vez terminaba más despeinada. Él tenía razón, estar a su lado era divertido. Reíamos juntos sin ninguna razón, excepto por el puro placer de reír. Corríamos de un lado a otro, tomados de la mano para hacer fila en los juegos y mientras esperábamos nuestro turno, aprovechaba para sacar fotografías de él, sin que se diera cuenta antes, por supuesto.
Me sentí libre, feliz, especial; me sentí… como jamás me había sentido. Era como olvidarte del mundo exterior y como si sólo haya existido Harry a mi lado, para reír conmigo, mirarme con sus ojos miel y hacerme la persona más feliz en toda la faz de la tierra. Él era único, encantador, todo él podría ser una canción, un poema ó la rosa de un jardín.
Me reía como no lo había hecho desde que mis padres murieron, simplemente el mundo desapareció para mí, me encontraba flotando entre nubes, resbalándome por un arco iris y cayendo en los brazos de Harry. Y cada vez que sonreía y reía, su belleza era tan extrema que resultaba absurda. Su sonrisa era como un tesoro prohibido, de esos que no debes buscar, de esos que no debes encontrar; pero sin embargo, sumamente hermoso y atractivo.
Luego de que subimos a la mayoría de los juegos, decidimos tomar un descanso. Compró un par de algodones de azúcar y nos sentamos en otra de las bancas.
-Es divertido estar contigo-me dijo, mientras comía de su algodón color azul celeste-. No eres como Sharon, ya sabes…-musitó.
¡Sharon! Maldición, ¿por qué sólo me acordaba de ella cuando él hacía la mencionaba?
____________________________
Última edición por daffybieber el Miér 03 Jul 2013, 2:58 pm, editado 1 vez
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
¡Sharon! Maldición, ¿por qué sólo me acordaba de ella cuando él hacía la mencionaba?
-Ella es atrevida con esto de los juegos mecánicos-siguió. Pero la comparación me había dolido en lo profundo de mí ser-. Mientras que contigo, la diversión está cuando me ruegas que no te suba y luego de que te convenzo, bajas farfullando en contra mía-rió-. Qué divertido.
Me vi obligada a reír, su risa no sólo era un bello sonido, sino también era de esas risas que te animan a reír también.
-Se nos hace tarde, tenemos que irnos-dije, con el pesar que no pude ocultar.
-Cierto, el tiempo se pasa rápido, ¿no?-me ayudó a levantarme de la banca y arrastré los pies a su lado, para encaminarnos a su Hybrid y volver a la realidad.
-Tan rápido que no te das cuenta cuándo suceden las cosas-musité, viéndome los pies al caminar; dándole el doble sentido a mi frase.
-Eso es cierto-concordó.
Subimos de nuevo a su vehículo negro que ya empezaba a hablarme de recuerdos, como si al sentarme en el asiento grisáceo, la suavidad de éste, me contara sobre las veces que yo he estado allí, con él.
Le regalé una sonrisa secreta a todos los recuerdos, pero Harry alcanzó a percibir mi mueca de labios.
-¿Por qué sonríes?-me preguntó, encendiendo el motor del vehículo.
El suave ronroneo me hizo salir de mi ensoñación.
-Porque… recordé…-me obligué a rebuscar palabras en mi mente- que hace mucho tiempo que no me divertía tanto-dije, al fin.
Las comisuras de sus labios hermosos se elevaron hasta formar una bonita sonrisa complacida.
-Pues me alegra que te hayas divertido-dijo.
Volví a sonreír, como diciéndole “gracias”; luego me giré a mirar por la ventanilla polarizada, escuchando los latidos de mi corazón al pensar que estaba cerca de él. La piel se me erizó un poco, no sé si por culpa o de preocupación; quizá de ambos.
¿Pero qué estaba haciendo yo de malo? Mi único delito era haberme enamorado de Harry, porque era la persona menos indicada para aprisionar mi corazón. Su nombre debería de estar en algún manual de lo prohibido, en la primera página, con un aviso “Peligro”. Volví a mi pregunta, malo sería querer quedarme con él. Aunque la verdad es que sí lo deseaba, pero aunque no tuviera intensiones de hacerlo, desearlo como yo ya lo hacía, era suficientemente malo. Bastante.
-¿Te molesta si hago una última parada?-me dijo, y su voz llegó hasta mi corazón en aquel silencio que inconscientemente se había producido.
Le miré.
-No, por supuesto que no-musité. A fin de cuentas, si se me permitía estar más tiempo con él, no iba a rehusarme a tal regalo.
-Genial. Quiero saludar a un viejo amigo. Hoy es su cumpleaños. Prometo que no tardaré-estacionó la camioneta en una calle medio vacía y en un instante, él ya se encontraba fuera del auto, abriéndome la puerta para que bajara.
-Acompáñame- me sonrió y me ayudó a bajar. Luego de cerrar la puerta, como hipnotizada le seguí, acatando su orden con el mayor placer.
Caminamos sólo unos pocos metros; ya que, a la mitad de la calle, se situaba un bar-café, a lo que pude entender por los dibujos con luz neón que sobresalían de la pared, a lado de la entrada de madera recién barnizada. Me detuve confundida, cuando Harry paró también su andar.
-Oh, tranquila. Aquí son muy amables-musitó, como si adivinara mis pensamientos.
-¿Tú… alguna vez has…?
-¡Oh, no!- se rió, como si hubiese sido una buena broma- Si te refieres a que si he tomado, jamás-aclaró.
El alivió corrió por mis venas. Yo odiaba todo tipo de alcohol que dañaba los sentidos de las personas, aquello le había quitado la vida a mis padres, indirectamente.
-Ven-me tomó de la mano y no dudé en seguirlo, aunque adentrarme a ese horrible lugar era casi igual de espantoso que subir a la montaña rusa.
El montón de lucecitas de colores me encandiló los ojos y el sonido de la música electrónica retumbó en mis oídos. Gente bailando de aquí para allá, con movimientos bruscos de brazos y piernas. Me acordé de América, sólo con la diferencia de que aquí, los lugares parecían más decentes. O al menos los que había visitado.
Harry no me soltó la mano, mucho menos para conducirme por entre la gente danzante, hasta que me llevó hacía el otro extremo y se recargó en la barra con una elegancia extraordinaria.
-Gaspare, un amico. Piacere di vederti!-dijo Harry, elevando un poco la voz para que se alcanzara a oír sobre le ruido.
El mozo que limpiaba algunos tarros con un trapo, detrás de la barra, se giró a la voz de Harry.
-Harrey! Che gioia di vederti qui!-era un sujeto alto, con el cabello color rubio platinado y un tanto despeinado, su rostro era de aspecto viril, sin duda, aunque los labios estaban deliciosamente rosados. Dejó lo que estaba haciendo y se reclinó sobre la barra para darle un abrazo cariñoso a Harry.
-Non poteva mancare il tou compleanno-su abrazo se prolongó por las palabras de Harry.
-Oh, quanti dettagli da parte tua-dijo el joven, sonriendo agradecido.
La bella sonrisa de Harry apareció en su rostro, y entonces el joven por fin prestó su atención en mí. Su mirada curiosa se paseó por mi rostro, haciéndome sentir cohibida.
-Chi è questa bella ragazza?-pronunció.
La sonrisa de Harry se hizo más ancha. ¡Cómo odiaba no entender italiano!
-E ‘il migliore amico di Sharon, è venuto a vivire con lui per un po`. Ti farò conoceré, ma non parla italiano-dijo Harry y me miró con… ¿ternura? -Gaspar, ella es ______. ______ el es Gaspar.
Última edición por daffybieber el Miér 03 Jul 2013, 2:58 pm, editado 1 vez
daffybieber
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
Okey, bueno... puedo decir que amo esta novela? si?
AMO ESTA NOVELAAAAAAAAA :corre:
Louis Zapata
Re: "Manual de lo PROHIBIDO" [Harry Styles y tu] [ADAPTACION]
El sujeto me sonrió, estirando sus delgados labios rosados y alzó la mano para saludarme.
-Hola-musitó, bañando al español con un matiz inimitable de italiano.
Sujeté su mano, respondiendo el saludo y le devolví la sonrisa a sabiendas de que la mía parecería turbia.
Como no hablé para nada, Gaspar, volvió a la plática con Harry.
-Neanche parla spagnolo?-le preguntó, confundido.
Harry soltó una carcajada que al instante supo contraer.
-Penso che odia questi luoghi, man no te la prendere personale-le dijo él, con amabilidad-. Beh, è meglio andare-el pesar en el rostro de Harry apareció de repente.
Al menos podía estudiar sus expresiones sino entendía nada de lo que hablaban.
-Ma se siete appena arrivati!-parloteó el sujeto tras la barra.
-Sì, ma fretta-una mueca se dibujó en el rostro de Harry.
-Okay, okay. Saluto Sharon.
-Chiaro-Harry sonrió, fugaz.
-Hasta pronto, ______. Me dio mucho gusto conocerte-me dijo con su acento italiano, distorsionando un poco el español.
-Adiós, Gaspar-musité, tímida.
-Arriverdeci-dijo, Harry, despidiéndose con el movimiento de mano también.
-Arriverdeci, Harrey-dijo él.
Harry me tomó de la cintura y el tacto cálido de su mano sobre mi cuerpo, llegaba incluso a través de la ropa. La piel se me erizó, como si una lombriz de electricidad me recorriera el cuerpo.
Me sacó de aquel lugar y pude respirar el aire fresco una vez que estaba afuera. Aquel respiro me hizo pensar en Sharon. Me sobresalté.
-¿Qué hora es?-le pregunté a Harry.
Sacó su celular y miró la pantalla del mismo.
-Las ocho con cuatro-contestó, como si nada.
-¡Sharon ya está en casa!
-Conduciré rápido-dijo.
¿Esa era su respuesta? ¿Acaso me sentía más culpable yo que él? ¿Él se sentiría culpable al menos? Las preguntas revolotearon en mi cabeza con voz propia, mientras me esforzaba a mandarlas todas al rincón de mi mente. Callándolas.
Subí a la Hybrid de Harry cuando este me abrió la puerta. El tiempo se me acababa; había pasado un buen rato con él, sin embargo para mí pareció sólo la prolongación de lo que dura un suspiro y ahora iba a ponerle final al día, a mi tarde con él.
Condujo hasta el departamento de Sharon, y en el camino casi no hablamos debido a que mi cabeza se encontraba hundida en pensamientos, buscando alguna manera de explicar la situación. Situación que a Harry parecía no preocuparle.
Cuando llegamos y él estacionó frente al edificio, me congelé en el asiento por que aun no tenía el pretexto ideal para decirle a Sharon. Hoy era una de esas noches en las que la cabeza no me daba para más, más que para sostener el cabello.
El rugido del motor se detuvo y el silencio se produjo la instante.
-Listo, subamos rápido-dijo, Harry, satisfecho del tiempo que había tardado en llegar. ¿Veinte minutos se le hacía poco?
-Espera-le sujeté del brazo antes de que bajara.
Me miró, intrigado.
-¿Qué vamos a decirle?-pregunté.
-¿A quién?-inquirió, confundido.
-A Sharon-dije, obvia.
-¿Por qué?-su ceño levemente fruncido me decía que no estaba fingiendo confusión.
-Por la hora a la que llegamos, por que estamos juntos, querrá explicaciones-intenté explicarle, desesperada, la culpa me estaba comiendo por dentro.
Harry rió por lo bajo.
-Pues le diremos la verdad, ¿no?-dijo- Que salimos a la feria y que pasé a saludar a Gaspar.
-Pero…
-No hicimos nada malo, ______-me interrumpió, pero aun en la oscuridad de la noche pude ver el brillo ladino que sus ojos desprendían con persuasión. Y el tono de voz cínico que salía de sus labios carnosos.
Tuve que hacer un esfuerzo sobrenatural por no aproximarme a ellos, para acallar los ridículos latidos de mi corazón que podrían dejarme en evidencia. Tuve que obligarme a retener a la cordura para no contradecir a lo que él acababa de decir.
La oscuridad sólo me hacía desearlo más. Me hacía querer acercarme de una manera casi incontrolable. Pero la voz en mi cabeza mascullando el nombre de mi mejor amiga impidió todo tipo de incoherencia que mi mente pudo haber producido.
-_______-me llamó, haciendo que regresará al momento-. ¿Estás bien?-preguntó.
-Sí, yo… sí-tartamudeé.
-Bien-se bajó del auto y quise quitarle la oportunidad de ser caballeroso, porque todo aquello no ayudaba mucho en el asunto del enamoramiento absurdo en el que ahora estaba metida. Pero la puerta no abrió. Él rápidamente se encontró de mi lado y él mismo la abrió para ayudarme a bajar.
Subimos por las escaleras hasta el tercer piso y llegamos por fin al departamento. Harry parecía relajado mas sin embargo yo seguía sintiéndome culpable.
Abrí la puerta con el corazón palpitante de desazón y visualicé por un momento cómo debía ser el mundo.
Louis se encontraba con Sharon y ambos miraron al instante hacía donde Harry y yo, la expresión de cada uno era distinta, la de Sharon era un rostro inquieto, preocupado, sin duda; la de Louis estaba tranquila, serena. Me pregunté cuál sería la mía.
-¡Oh allí están!-exclamó Sharon y corrió a abrazarnos a Harry y a mí.
Me quedé quieta, confundida.
-Bestia, ¿por qué no te llevaste tu celular?-me dijo- Harry, ¿por qué no respondías el tuyo?-inquirió al interpelado.
Más que una amiga que se sintiera engañada o especulando alguna artimaña parecía madre preocupada como cuando sus hijos no llegan a casa y pasa de la media noche. Me sentí más culpable que antes.
-Lo siento, amor-dijo Harry, y en la última palabra el corazón se me encogió adolorido-. Llevé a ______ a la feria, ¿recuerdas que me contaste que jamás había ido a una? Bueno, quise hacer algo realmente lindo por ella-me miró y me sonrió, pero con una de esas sonrisas que te dan los amigos: expansiva y sin rastro alguno que me hiciera confundir-. Y además, pasé a saludar a Gaspar, recuerda que hoy es su cumpleaños. Por cierto, te mandó saludos-se acercó a Sharon y besó su frente.
Capté la escena desde muy cerca y el corazón aun encogido en alguna parte de mi pecho, se sacudió violenta y dolorosamente. Sharon se tranquilizó.
-Pero debiste al menos avisarme, amor-musitó y se alzó en puntillas para besar a Harry en los labios.
Ya no pude mirar más, bajé la cabeza y me retiré con rapidez hasta llegar a donde Louis estaba quien se encontraba también con la mirada gacha. Esa escena le lastimaba tanto como a mí.
-Pero, ¿te divertiste, ______?-me preguntó Sharon, con una sonrisa sincera cuando se hubo desocupado de los labios de su novio.
-Seguro, aunque casi muero arriba de una montaña rusa-dije, aparentando que todo estaba bien.
Sharon estalló en estruendosas risotadas y luego miró a Harry.
-¿La hiciste subir a una montaña rusa? ¿Cómo lo lograste? Yo lo he intentado tantas veces y siempre me dice no-dijo, sorprendida y divertida.
Harry se encogió de hombros.
-Supongo que tengo don de convencimiento-bromeó.
No estuve en desacuerdo con Harry, aunque su definición de “don de convencimiento”
-Hola-musitó, bañando al español con un matiz inimitable de italiano.
Sujeté su mano, respondiendo el saludo y le devolví la sonrisa a sabiendas de que la mía parecería turbia.
Como no hablé para nada, Gaspar, volvió a la plática con Harry.
-Neanche parla spagnolo?-le preguntó, confundido.
Harry soltó una carcajada que al instante supo contraer.
-Penso che odia questi luoghi, man no te la prendere personale-le dijo él, con amabilidad-. Beh, è meglio andare-el pesar en el rostro de Harry apareció de repente.
Al menos podía estudiar sus expresiones sino entendía nada de lo que hablaban.
-Ma se siete appena arrivati!-parloteó el sujeto tras la barra.
-Sì, ma fretta-una mueca se dibujó en el rostro de Harry.
-Okay, okay. Saluto Sharon.
-Chiaro-Harry sonrió, fugaz.
-Hasta pronto, ______. Me dio mucho gusto conocerte-me dijo con su acento italiano, distorsionando un poco el español.
-Adiós, Gaspar-musité, tímida.
-Arriverdeci-dijo, Harry, despidiéndose con el movimiento de mano también.
-Arriverdeci, Harrey-dijo él.
Harry me tomó de la cintura y el tacto cálido de su mano sobre mi cuerpo, llegaba incluso a través de la ropa. La piel se me erizó, como si una lombriz de electricidad me recorriera el cuerpo.
Me sacó de aquel lugar y pude respirar el aire fresco una vez que estaba afuera. Aquel respiro me hizo pensar en Sharon. Me sobresalté.
-¿Qué hora es?-le pregunté a Harry.
Sacó su celular y miró la pantalla del mismo.
-Las ocho con cuatro-contestó, como si nada.
-¡Sharon ya está en casa!
-Conduciré rápido-dijo.
¿Esa era su respuesta? ¿Acaso me sentía más culpable yo que él? ¿Él se sentiría culpable al menos? Las preguntas revolotearon en mi cabeza con voz propia, mientras me esforzaba a mandarlas todas al rincón de mi mente. Callándolas.
Subí a la Hybrid de Harry cuando este me abrió la puerta. El tiempo se me acababa; había pasado un buen rato con él, sin embargo para mí pareció sólo la prolongación de lo que dura un suspiro y ahora iba a ponerle final al día, a mi tarde con él.
Condujo hasta el departamento de Sharon, y en el camino casi no hablamos debido a que mi cabeza se encontraba hundida en pensamientos, buscando alguna manera de explicar la situación. Situación que a Harry parecía no preocuparle.
Cuando llegamos y él estacionó frente al edificio, me congelé en el asiento por que aun no tenía el pretexto ideal para decirle a Sharon. Hoy era una de esas noches en las que la cabeza no me daba para más, más que para sostener el cabello.
El rugido del motor se detuvo y el silencio se produjo la instante.
-Listo, subamos rápido-dijo, Harry, satisfecho del tiempo que había tardado en llegar. ¿Veinte minutos se le hacía poco?
-Espera-le sujeté del brazo antes de que bajara.
Me miró, intrigado.
-¿Qué vamos a decirle?-pregunté.
-¿A quién?-inquirió, confundido.
-A Sharon-dije, obvia.
-¿Por qué?-su ceño levemente fruncido me decía que no estaba fingiendo confusión.
-Por la hora a la que llegamos, por que estamos juntos, querrá explicaciones-intenté explicarle, desesperada, la culpa me estaba comiendo por dentro.
Harry rió por lo bajo.
-Pues le diremos la verdad, ¿no?-dijo- Que salimos a la feria y que pasé a saludar a Gaspar.
-Pero…
-No hicimos nada malo, ______-me interrumpió, pero aun en la oscuridad de la noche pude ver el brillo ladino que sus ojos desprendían con persuasión. Y el tono de voz cínico que salía de sus labios carnosos.
Tuve que hacer un esfuerzo sobrenatural por no aproximarme a ellos, para acallar los ridículos latidos de mi corazón que podrían dejarme en evidencia. Tuve que obligarme a retener a la cordura para no contradecir a lo que él acababa de decir.
La oscuridad sólo me hacía desearlo más. Me hacía querer acercarme de una manera casi incontrolable. Pero la voz en mi cabeza mascullando el nombre de mi mejor amiga impidió todo tipo de incoherencia que mi mente pudo haber producido.
-_______-me llamó, haciendo que regresará al momento-. ¿Estás bien?-preguntó.
-Sí, yo… sí-tartamudeé.
-Bien-se bajó del auto y quise quitarle la oportunidad de ser caballeroso, porque todo aquello no ayudaba mucho en el asunto del enamoramiento absurdo en el que ahora estaba metida. Pero la puerta no abrió. Él rápidamente se encontró de mi lado y él mismo la abrió para ayudarme a bajar.
Subimos por las escaleras hasta el tercer piso y llegamos por fin al departamento. Harry parecía relajado mas sin embargo yo seguía sintiéndome culpable.
Abrí la puerta con el corazón palpitante de desazón y visualicé por un momento cómo debía ser el mundo.
Louis se encontraba con Sharon y ambos miraron al instante hacía donde Harry y yo, la expresión de cada uno era distinta, la de Sharon era un rostro inquieto, preocupado, sin duda; la de Louis estaba tranquila, serena. Me pregunté cuál sería la mía.
-¡Oh allí están!-exclamó Sharon y corrió a abrazarnos a Harry y a mí.
Me quedé quieta, confundida.
-Bestia, ¿por qué no te llevaste tu celular?-me dijo- Harry, ¿por qué no respondías el tuyo?-inquirió al interpelado.
Más que una amiga que se sintiera engañada o especulando alguna artimaña parecía madre preocupada como cuando sus hijos no llegan a casa y pasa de la media noche. Me sentí más culpable que antes.
-Lo siento, amor-dijo Harry, y en la última palabra el corazón se me encogió adolorido-. Llevé a ______ a la feria, ¿recuerdas que me contaste que jamás había ido a una? Bueno, quise hacer algo realmente lindo por ella-me miró y me sonrió, pero con una de esas sonrisas que te dan los amigos: expansiva y sin rastro alguno que me hiciera confundir-. Y además, pasé a saludar a Gaspar, recuerda que hoy es su cumpleaños. Por cierto, te mandó saludos-se acercó a Sharon y besó su frente.
Capté la escena desde muy cerca y el corazón aun encogido en alguna parte de mi pecho, se sacudió violenta y dolorosamente. Sharon se tranquilizó.
-Pero debiste al menos avisarme, amor-musitó y se alzó en puntillas para besar a Harry en los labios.
Ya no pude mirar más, bajé la cabeza y me retiré con rapidez hasta llegar a donde Louis estaba quien se encontraba también con la mirada gacha. Esa escena le lastimaba tanto como a mí.
-Pero, ¿te divertiste, ______?-me preguntó Sharon, con una sonrisa sincera cuando se hubo desocupado de los labios de su novio.
-Seguro, aunque casi muero arriba de una montaña rusa-dije, aparentando que todo estaba bien.
Sharon estalló en estruendosas risotadas y luego miró a Harry.
-¿La hiciste subir a una montaña rusa? ¿Cómo lo lograste? Yo lo he intentado tantas veces y siempre me dice no-dijo, sorprendida y divertida.
Harry se encogió de hombros.
-Supongo que tengo don de convencimiento-bromeó.
No estuve en desacuerdo con Harry, aunque su definición de “don de convencimiento”
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