Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥

por **Julieta♥** Miér 15 Dic 2010, 8:48 pm

a mi me gusta una que otra de ricardo arjona

por **eli_jonatika** Miér 15 Dic 2010, 8:49 pm

GéneJonas! escribió:Chicas a quien le gusta Ricardo Arjona♥

a mi me gusta

por **Julieta♥** Miér 15 Dic 2010, 8:49 pm

yupiiiiiiiiiii
psamosssssss
llegamos a la 7
jajaj somos las mejores jajajaja

por **Julieta♥** Miér 15 Dic 2010, 8:50 pm

queremos capppppp

por **Géne!** Miér 15 Dic 2010, 8:50 pm

Mi Vida de Divino es muy linda *-*
no puedo cambiar mis ancias
puedo mejorar mis flaquezas
si quieres camina conmigo
quisiera amarte hasta el infinito
no puedo bajarte la luna
si puedo llevarte hacia ella
no puedo bajarte una estrella
si puedo tratarte como a una de ellas

[coro]

mi vida
te observaria hasta que no aya vista
te segiria hasta el final del mundo si en el dia te perdiera
hasta encontrarte no me marcharia
le pediria a dios que te cuidara
que en el peligro siempre te guardara
y cuando llega alfin la noche
darte las gracias porque estas aqui

no puedo cambiar mis constumbres
puedo mejorar mi rutina
no puedo evitar si hace frio
pero se que puedo servirte de abrigo
no puedo entregarte el mundo
si puedo llevarte donde quieras
no puedo ser rey de Inglaterra
si puedo tratarte como una princesa

[coro]

mi vida
te observaria hasta que no aya vista
te segiria hasta el final del mundo si en el dia te perdiera
hasta encontrarte no me marcharia
le pediria a dios que te cuidara
que en el peligro siempre te guardara
y cuando llega alfin la noche
darte las gracias porque estas aqui

si tu presencia es fuerte
mi corazon lo siente y lo sabe que tu eres mi vida que sin ti no puedo vivir ooh

[coro]

mi vida
te observaria hasta que no aya vista
te segiria hasta el final del mundo si en el dia te perdiera
hasta encontrarte no me marcharia
le pediria a dios que te cuidara
que en el peligro siempre te guardara
y cuando llega alfin la noche
darte las gracias porque estas aqui

te segiria hasta el final del mundo si en el dia te perdiera
hasta encontrarte no me marcharia
le pediria a dios que te cuidara
que en el peligro siempre te guardara
y cuando llega alfin la noche
darte las gracias porque estas aqui
darte las gracias porque estas aquii

& tambien "Pobre Corazon" que tambien es de Divino

por **eli_jonatika** Miér 15 Dic 2010, 8:51 pm

julieta0615 escribió:yupiiiiiiiiiii
psamosssssss
llegamos a la 7
jajaj somos las mejores jajajaja

somos unas grosas 8)

por **Géne!** Miér 15 Dic 2010, 8:53 pm

eli_jonatika escribió:
GéneJonas! escribió:Chicas a quien le gusta Ricardo Arjona♥

a mi me gusta

SIII el canta.. el canta.. con tanto sentimiento AMO TODAS sus canciones *-* Yo tengo todos sus cd's que mi papa me los regalo pero que creen, el me los cogio XD el es que anda con ellos oyendolos en el coche

por **Géne!** Miér 15 Dic 2010, 8:53 pm

Mision Imposible Aprovada 8) SOMOS LAS MEJORES *-*

por **eli_jonatika** Miér 15 Dic 2010, 8:54 pm

maru dale subi que me tengo que ir a dormir

por **maru!!** Miér 15 Dic 2010, 8:55 pm

haha ya subo el cap completo!! :D

por **Géne!** Miér 15 Dic 2010, 8:57 pm

maru!! escribió:haha ya subo el cap completo!! :D

8) GRACIAS vez que nosotras unidas jamas seremos vencidas

por **maru!!** Miér 15 Dic 2010, 8:58 pm

Capítulo 4
__(tn) se dio la vuelta y miró hacia atrás mientras se preguntaba cómo podría ponerse a cubierto. La nube de arena crecía como si el cielo se hubiera vuelto marrón. Notó el peligro, el silencio abrumador que presagiaba la fatalidad. No se oía nada salvo la quietud del desierto, que para ella era un estruendo. Pensó que era como un monstruo que respiraba. También pensó que era su fin y que ni siquiera tenía la cámara. Intentó reírse por esa ocurrencia, pero la risa se le atragantó al ver el muro de arena que se acercaba a toda velocidad.
Súbitamente, oyó los cascos de un caballo. Se volvió y vio la sombra de un caballo negro con un hombre como Joe que se inclinaba, la agarraba con un brazo y la colocaba en la silla de montar delante de él. En ningún momento frenó un poco, se limitó a empujarla contra el cuello del caballo y a cubrirla con su cuerpo mientras corrían para salvar sus vidas y escapar del monstruo de arena. Cabalgaban hacia un saliente de rocas. __(tn) lo había visto a lo lejos, pero no lo había tenido en cuenta. Sin embargo, al acercarse, vio que entre las rocas había aberturas como pequeñas cuevas. Joe se dirigía hacia allí. La arena empezaba a cortarle la piel y __(tn) se tapó la boca y la nariz.
—¡Entra! —gritó Joe.
Casi la tiró contra la grieta y, si bien a ella le aterraban los escorpiones y las serpientes, pensó que los prefería a la tormenta de arena. __(tn) se arrastró adentro y Joe la siguió mientras agarraba con fuerza las riendas para que el caballo no escapara. __(tn), aprisionada entre la roca y el cuerpo de Joe, cerró los ojos y oyó el bramido de la tormenta. Si Joe no hubiera salido en su busca… Los ojos le abrasaban y, pese a tener los párpados cerrados, notó que derramaba unas lágrimas. No quería vivir de aquella manera. Quería ver el mundo y tener aventuras, pero sin tener que dar cuentas a nadie. Sin depender de nadie. Sin necesitar nada de nadie. El caballo estaba muy inquieto.
—Tu caballo está disgustado —comentó ella.
—No es el único —replicó Joe.
La cueva estaba oscura, pero pudo distinguir los rasgos de Joe. No estaban crispados, sino que transmitían firmeza. __(tn) tragó saliva al notar la cercanía de su cuerpo. Él se apoyaba en los brazos para no aplastarla y, aunque no la tocaba, ella se imaginó sus manos sobre su cuerpo, sus dedos que le recorrían la espalda. Sería abrasador. Notó una punzada de deseo en las entrañas y el calor que le recorría todo el cuerpo. Se estremeció y se preguntó si Joe se habría dado cuenta. Cerró los puños e intentó racionalizar lo que sentía. Tenía que distinguir entre atracción y mera adrenalina. Esas cosas podían pasar. El propio Paolo le había dicho que muchos hombres y mujeres se enamoraban en situaciones peligrosas por una alteración de las hormonas. __(tn) se dijo que se trataba del peligro, de la tensión entre Joe y ella, de la tormenta, el ruido, el calor en la cueva.
—¿Qué tal dormiste anoche? —le preguntó Joe a gritos.
—Muy mal y lo sabes.
Él esbozó una sonrisa y le apartó el pelo de la cara.
—Diste un buen espectáculo anoche. Mis hombres estaban maravillados.
Ella dio un respingo al notar el contacto de sus dedos.
—Me alegro de haberlos entretenido.
Él sonrió más. Se había afeitado. Su cara parecía de bronce pulido y resaltaba sus pómulos altos y su nariz firme y aristocrática.
—Tu futuro marido estará muy ocupado contigo.
—No me interesa.
El caballo se movió y empujó a Joe contra ella. __(tn) se estremeció al notar sus caderas y su pecho.
—Estoy seguro de que encontraremos a un hombre que pueda manejarte. Se necesitará un hombre muy especial…
—No me hace gracia.
Él era sólido y cálido y eso la desconcertaba. Como la desconcertaba esa atracción. No podía desearlo. Era un disparate, como lo era toda la situación. Ella quería libertad y eso no era libertad, pensó mientras el cuerpo de él la tocaba donde menos debía. No podía vivir en su mundo, ni siquiera podía sentirse tentada por él. Con una mano temblorosa, se tapó los ojos para ignorarlo. La cueva era pequeña y él la atormentaba con su cuerpo, pero había pasado por situaciones más peligrosas que ésa. Sólo tenía que mantener la calma.
El caballo volvió a moverse y esa vez la rodilla de Joe avanzó y se colocó entre las de ella. Notó el muslo duro y cálido contra ese punto tan sensible. Era aterrador y excitante. Abrió la boca para balbucir. Su cabeza rechazaba esa intimidad, pero su cuerpo quería más. El estruendo apagó cualquier sonido.
Ella se puso rígida.
Levantó la mirada y se encontró con los ojos de Joe. Estaba sonriendo.
—Quizá, si encuentras el hombre adecuado, acabes disfrutando con nosotros. Quizá no quieras volver a tu país…
__(tn) no pudo responder. Negó con la cabeza y miró hacia otro lado. No se quedaría allí. Nunca pertenecería a un bereber.
__(tn) no supo el tiempo que estuvo en esa cueva ardiente y con gotas de sudor entre los pechos y toda la piel mojada, pero el ruido cesó y Joe soltó las riendas del caballo para que retrocediera lentamente. __(tn) vislumbró un trozo de cielo azul. La tormenta había pasado.
Salieron de la cueva y __(tn) se estiró. Joe la montó en el caballo y luego se montó detrás de ella. Salieron disparados en dirección al campamento.
—¿Tus hombres estarán bien? —le preguntó __(tn) al ver las tiendas de campaña medio cubiertas por la arena.
—Seguro —contestó él lacónicamente mientras frenaba al caballo—. Tú eres la única que ha estado en peligro.
Los hombres los rodearon cuando descabalgaron. Joe contestó algunas preguntas mientras la arrastraba hacia su tienda. Una vez en la tienda de Joe, la sentó en una silla que había delante de una mesa muy sencilla.
—¿Te has vuelto loca? —bramó él en jarras—. ¿Qué pensabas hacer?
—Escaparme.
—Fue una estupidez.
—Retenerme aquí es peor.
—Retenerte aquí es mantenerte a salvo. No voy a consentir que te escapes, que corras peligros y que haya que buscarte. Compórtate como una mujer de tu edad.
—¿Por qué no dejas de hablar de mi edad?
—Porque no eres una niña. Eres una mujer en edad de tener hijos…
—¡No hables de mi edad!
—No puedo dejar de hablar.
—¿Por qué? No es asunto tuyo. Nada de lo que hago es asunto tuyo.
—Te equivocas. Todo lo que haces en mi país es asunto mío —Joe se sentó en un taburete enfrente de ella—. Además, ¿adónde ibas?
Ella intentó echarse hacia atrás para evitar su proximidad. Él tenía el pelo y las cejas cubiertos de arena y le daban un aire indómito. Como un pirata del desierto.
—A buscar ayuda —respondió ella.
—¿Ayuda?
—Policía, protección…
—¿Protección de quién? —rugió él.
—¡De ti!
—Yo te protejo. Yo te salvé de los rebeldes. Te salvé de gente muy violenta.
—Lo siento, pero tú eres el único hombre peligroso que he conocido en el norte de África.
—¿Quién va a protegerte de mí? —le preguntó él con tono de rabia.
—El gobierno de Ouaha.
—El gobierno —repitió él con una mirada indescifrable—. Yo soy el gobierno.
—Eres un caudillo del desierto.
—Sí.
—Tiene que haber alguien por encima de ti, con más autoridad.
Él se limitó a mirarla.
—¿No hay un sultán o un rey? —preguntó ella—. Alguien por encima de un jeque…
—Hay uno que lleva el título de sultán de Ouaha, pero no es de los nuestros. Es un jeque bereber de Baraka y él y su familia han ofrecido su amistad a Ouaha, pero no tienen autoridad aquí.
—¿No respondes ante él?
—No respondo ante nadie.
—Sin embargo, si yo acudiera a ese sultán, él me ayudaría, ¿no? No permitiría que tuvieras una rehén estadounidense.
—Primero, no podrías hablar con el jeque Nuri porque vive en Londres y, segundo, si pudieras hablar con él de alguna forma, nunca iría en contra de mis deseos. Hemos luchado mucho juntos. Él confía en mi juicio y yo en el suyo.
—Entonces, ¿Cuánto tiempo piensas retenerme aquí?
—¿Para siempre? —Joe se encogió de hombros.
—¿Vas a vestirme y alimentarme para siempre? Eres muy generoso.
—No tanto. Es posible que no vivas mucho tiempo. El desierto es un sitio peligroso.
—¿Es una amenaza?
—No necesito amenazas. Aquí, mi palabra es la ley. Consigo todo lo que quiero.
—Tiene que ser una sensación maravillosa.
Él sonrió levísimamente, pero su mirada se mantuvo hostil.
—No es una fanfarronada. Es la realidad.
—¿Qué haces exactamente? ¿Cuáles son las funciones de un jeque?
—Imagínate un reino pequeño.
—Tú eres el rey.
—Efectivamente. Tengo la última decisión y ahora decido que vuelvas a tu tienda de campaña, te des un baño y te comportes como una mujer.

Una vez solo en su tienda, Joe se bañó, se lavó el pelo y se puso unos pantalones limpios y una camisola amplia. Tendría que hacer algo con esa mujer. Después de lo que había pasado, había muchas habladurías en el campamento y casi todas de ella. A él no le gustaban las habladurías ni las conjeturas sobre el tipo de mujer que era o cómo sería en la cama. En su cultura, los hombres no hablaban de mujeres, salvo que fuera extranjera y entonces se daba por supuesto que estaba disponible para cualquiera. En su cultura, las mujeres se casaban jóvenes para salvar su reputación. Joe se daba cuenta de que ella no era de su cultura y él conocía la educación occidental, pero en ese momento, ella estaba viviendo allí, entre sus hombres. Él tenía que protegerla y sabía cómo hacerlo.

__(tn) iba de un lado a otro de la tienda. No se bañaría ni se cambiaría. No haría nada que él le ordenara. Sólo haría lo que ella quisiera. Él podría amenazarla con matarla de hambre, le daba igual. Quizá algún día escribiera un libro que fuera un éxito de ventas. Miró hacia la entrada de la tienda, que estaba bien atada para que no pudiera escaparse. Le daba igual que Joe fuera el emperador de todo el desierto, acabaría detestando tenerla encerrada. Le haría la vida imposible. Estaba furiosa y eso era mejor que estar asustada. Hacía años hizo la promesa, con ayuda de Paolo, de afrontar el miedo con la acción. Así escaló montañas y aprendió a volar. Si pudiera estar tranquila de verdad… Por dentro era una furia, pero eso, a veces, ayudaba a salir adelante. Suspiró. Quizá en ese caso la furia complicara más las cosas. Se tumbó en la cama y miró al techo.
Pasaron unos minutos que le parecieron horas. El sol no se había puesto todavía. La noche sería interminable. Estaría sola y volvería a enloquecer. Si le devolviera la tarjeta de memoria, si pudiera hacer fotos… Necesitaba mantener la mente ocupada, si no, acabaría perdiendo la cabeza. Estaba aburrida y sola. Detestaba estar sola y el vacío que sentía por dentro. Incluso preferiría la compañía de Joe.
—Deberías intentar meditar —la profunda voz de Joe, teñida de cierto sarcasmo, rompió el silencio.
—¿Meditar? —__(tn) se sentó bruscamente.
—Viene bien —aclaró él con amabilidad.
Ella sintió un hormigueo en el estómago que le pareció detestable. ¡Se alegraba de verlo!
—¿Por qué?
—Eres la persona menos sosegada que he conocido —contestó él con una sonrisa, como si disfrutara con su desgracia.
—No quiero ser sosegada; quiero marcharme.
—No vas a marcharte, así que podrías relajarte —él miró la bañera—. No te has bañado.
—No tenía ganas.
—¿Te gusta estar sucia?
__(tn) estuvo a punto de hacer otro comentario sobre la suciedad de su campamento, pero se lo pensó mejor.
—Si me dejas sola, me bañaré ahora.
—Te doy cinco minutos.
—¿Por qué tan poco tiempo?
—Porque la cena está preparada y esta noche voy a cenar contigo.
__(tn) se bañó rápidamente. Sobre todo porque el agua estaba fría. Estaba peinándose cuando apareció el anciano con la cena.
__(tn) se sentó enfrente de Joe. Tres velas bastante gruesas habían sustituido al farol. La comida era sencilla, un guiso con cuscús y un poco de pan ácimo, pero estaba hambrienta y se lo comió casi todo. Levantó la mirada y comprobó que él la miraba con media sonrisa.
—Me alegro de verte comer.
—Claro, crees que estoy escuálida.
—No te hizo gracia, ¿verdad? —él hizo una mueca como si se burlara de sí mismo.
—No.
—Eres muy susceptible —esa vez se rió ligeramente.
—Tengo opiniones propias.
—Ya lo he notado —él no estaba enfadado, parecía indulgente.
Las miradas se encontraron y ella notó que las mejillas le abrasaban. Se inclinó hacia delante, sobre la mesa con las velas.
—¿Podemos empezar otra vez? —preguntó ella.
Joe se reclinó sobre los almohadones.
—¿Por qué íbamos a empezar otra vez?
—Las cosas no han ido bien y he pensado que nos atañe a los dos…
—¿Atañe…? —Le interrumpió él con una ceja arqueada—. Hacía años que no oía esa palabra. Creía que ya no se usaba.
__(tn) apretó las mandíbulas. Él era especialista en fastidiarle la buena disposición.
—No sé por qué no iba a usarse. Es una palabra preciosa.
—Efectivamente, lo es.
__(tn) apretó con fuerza la taza de té que tenía en la mano. ¿Por qué tenía la sensación de que disfrutaba con su compañía? ¿Por qué, incluso, lo había echado de menos hacía un rato?
—La cuestión es que no hemos empezado con buen pie y creo que sería buena idea volver a intentarlo —__(tn) eligió cuidadosamente las palabras—. Formarnos una primera impresión nueva.
—¿Por qué?
Ella tenía la sensación de no poder escapar a la intensidad e insistencia sus ojos oscuros. Aunque no la tocara, volvía a notar la vehemencia que brotaba entre ellos.
—No te entiendo —__(tn) tragó saliva para intentar aplacar su corazón desbocado—. No te entiendo en absoluto.
—¿Qué quieres entender?
—Te he dicho que soy fotógrafa —lo miró fijamente y con impotencia—. Te he dicho que no trabajo para nadie. Has tenido la oportunidad de ver mis fotos, pero parece no interesarte. Te niegas a ayudarme y sólo tú puedes hacerlo.
—Te he ayudado —replicó él sin alterarse—. Siempre lo haré.
—¿Cómo? —__(tn) no pudo evitar la perplejidad.
—Además —siguió Joe sin contestar la pregunta de ella—, ¿para qué íbamos a formarnos una impresión nueva si la que tenemos puede ser acertada?
—A lo mejor no lo es. Puedes pensar algo de mí que no es…
—Lo dudo.
Ella frunció el ceño. Era increíble la facilidad que tenía él para darle dolor de cabeza. El problema de Joe era que estaba demasiado seguro de sí mismo. Encima, su físico era imponente, como si estuviera tallado en una piedra del desierto, inexpugnable. No sólo era alto, era grande y fuerte, como lo eran los guerreros. Sus manos también eran enormes y su piel parecía de bronce. Sin embargo, parecía un bárbaro por su pelo tupido, negro y largo. Debería cortárselo o, por lo menos, apartárselo de la cara, pero él no se molestaba en hacerlo, aunque se había afeitado.
—Joe, no soy lo que crees que soy —le dijo ella con un tono casi suplicante.
—¿Qué creo que eres?
—¡Una espía!
Joe se rió entre dientes y con la cara tapada por el pelo.
—¿Tienes algo que alegar?
—Claro que no soy espía. ¡Mi cámara está bien, pero ni siquiera es el último modelo!
Lo detestaba, aunque también lo encontraba espantosa y alarmantemente atractivo. Si por lo menos no le encantaran los hombres altos y morenos… Si Paolo hubiera sido rubio y delgado… Sin embargo, Paolo había sido brasileño, rudo, fuerte y atractivo. Aunque Joe era algo más que rudo y musculoso; era algo más que casi todo.
—¿Por qué tienes un vocabulario tan bueno? —Le preguntó ella con desesperación—. Hablas inglés perfectamente.
—Voy aprendiendo por aquí y por allí. Pero háblame más de las primeras impresiones. ¿Por qué crees que son equivocadas?
__(tn) se dio cuenta de que había cambiado de conversación, de que había vuelto a centrar la atención en ella. Él no hablaba de sí mismo, aunque había muchas cosas que a ella le gustaría saber. ¿Estaba casado? ¿Tenía hijos? ¿Desde cuándo era jeque?
—Quieres que desvele cosas de mí, pero tú no dices nada de ti.
—Yo ya me conozco, pero no te conozco a ti.
—Yo tampoco te conozco a ti.
—Es mejor así —él sonrió y mostró unos dientes blanquísimos—. ¿Desde cuándo eres fotógrafa?
—Desde hace unos siete años.
—¿Cómo empezaste?
—En el instituto ya me gustaba la fotografía y participé en al anuario, pero la dejé durante la universidad. Luego, con veintipocos años conseguí un trabajo en un estudio fotográfico. Hacía muchos retratos familiares y de bebés en alfombras, pero me gustaba preparar las sesiones, me gustaba el lado fotográfico. Una cosa llevó a otra y aquí estoy.
—En el norte de África.
Él parecía divertido y __(tn) volvió a darse cuenta de que tenía cierto sentido del humor.
—El trabajo en el estudio se hizo aburrido y agobiante. No me gustaba trabajar en un sitio tan cerrado. Me gustaba ser libre para ir de un lado a otro.
—¿Fuiste muy libre de niña?
__(tn) se acordó de su infancia y su estado de ánimo cambió inmediatamente. No quería acordarse del sitio que la había enclaustrado y había limitado sus oportunidades.
—No —contestó ella cortantemente, pero enseguida cambió de tono—. Era la mayor de una familia numerosa y no tuve mucha libertad, sólo tuve responsabilidades.
—Háblame de tu familia.
__(tn) no quería hablar de su familia. Había sido una familia pobre y sin recursos, pero le había enseñado muchas cosas. Los pobres detectaban el hambre; sentían el cansancio; olían el miedo; oían la desesperación.
__(tn) no quería volver a ser pobre ni desamparada. Quizá no fuera rica siendo fotógrafa, pero podía valerse por sí misma.
Pensar en su familia la deprimía, era mejor mirar hacia delante.
—Me crié en el Estado de Washington, cerca de las montañas Cascade. Llueve mucho y siempre ves alguna montaña, algún lago o un río. Es precioso e impresionante.
—Entonces, ¿por qué te fuiste?
—Porque me crié allí, pero no me parece mi hogar…
—¿Por qué? —le interrumpió él con insistencia.
—Porque no.
—¿Por qué?
—Necesito… quiero… —ella suspiró con cansancio—. Siempre necesito cambios.

Espero q les guste el cap
dedicado a eli, gene y a julieta!!
mañana la sigo
COMENTEN!!
byebye

:D :D

por **Géne!** Miér 15 Dic 2010, 8:59 pm

Chicas si tienen tiempo pasen por la novela de una amiga.. & yo solo la ayudo con las ideas & a subirlas el nombre esta en mi fiema & aca les dejo el link: https://onlywn.activoforo.com/apto-para-tods-f10/you-make-me-crazier-joejtu-t3493.htm?highlight=you+make+me+crazier

por **eli_jonatika** Miér 15 Dic 2010, 9:16 pm

que bonito cap!!! joe no se enojo tanto como esperaba... que raro...

ahora si me puedo ir a dormir trnquila...

Eliana fuera

por **Julieta♥** Miér 15 Dic 2010, 9:20 pm

aaayyyy que lindooooo
me encanto el capppp
mmm..... me esta empezando a atraer mucho joe???sera que yo tambn a el???
ya quiero saber
mañana subes cap si???? :geek:
besossssssss

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