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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
eran como la 1 de la mañana y estaba rendidaaaaaa
pero bueno ya aqui estoy y quiero cap
pero bueno ya aqui estoy y quiero cap
Julieta♥
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
jajajja yupiiiiiiiiii
pase de pag ya tendremos cap
o bueno l0s dos ultimos???
q pesar
pero ya debes seguirrrrrrrrrrr
pase de pag ya tendremos cap
o bueno l0s dos ultimos???
q pesar
pero ya debes seguirrrrrrrrrrr
Julieta♥
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
Hoy es el gran final? :( Buenoo... todo llega a su fin :D
Géne!
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
el final de a nove... n pense que llegaria tan pronto :(
eli_jonatika
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
holaa :oops: am si estaba perdida sorry xD es q e estado tods estos dias super depre ._.
x eso necesito q me subas caaaap maruu para subirme el animoooo!!! :crybaby:
x eso necesito q me subas caaaap maruu para subirme el animoooo!!! :crybaby:
Amy d' jonas <3
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
hola como estan??
disculpen por la demora es que estaba mirando una peli
ya empieso a editar el cap y lo subo!! :D
disculpen por la demora es que estaba mirando una peli
ya empieso a editar el cap y lo subo!! :D
maru!!
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
SI!!!!!!!!!!!!!!!!!
♫ Laura Jonas ♥
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
Capítulo 13
—Joe —susurró __(tn).
—¿Qué? —él le apretó la mano con fuerza.
—¿Estás furioso conmigo?
—No.
—Perfecto.
Sin embargo, mientras se abrían paso entre los hombres armados para llegar hasta el todoterreno,__(tn) se acordó del sueño que tuvo en la noche de su boda. El sueño de los hombres que le arrebataron a Joe. Sin embargo, estaba con ella allí, dentro del coche, y todo iría bien.
En el camino a Fez nada fue bien. Durante una hora, Joe casi ni la miró y no dijo una palabra. Ella sabía que no estaba enfadado con ella, pero sí estaba molesto.
—Lo siento —se excusó ella—. Siento lo que ha pasado.
—No ha sido culpa tuya.
__(tn) sabía que ella había tenido parte de culpa, que la habían utilizado para atraer a Joe y que éste había tenido que volver a rescatarla.
—No iba a llevarlos a Bur Juman. No habría…
—Ellos matan a las mujeres, __(tn). Esto no va bien —la voz de Joe fue tajante, como la de un desconocido—. Es el momento de que vuelvas a Estados Unidos.
Ella se sintió herida y ofendida, pero no lo demostró.
—No lo entiendo.
Él la miró con unos ojos gélidos.
—Entonces, escúchame. No te quiero aquí.
—Aquí… —ella se agarró a la palabra como si fuera la cuerda que él le lanzó un día—. Pero me quieres…
—No —la expresión de Joe se endureció más todavía—. No te quiero. Ya… me he cansado de ti.
Era imposible. Ella era de él. Lo había sido desde el primer día. __(tn) sentía pánico, dolor e incredulidad.
—Joe… —susurró ella con un hilo de voz suplicante.
—Te llevaré a Atiq y te montaré en un avión. Iremos hoy.
—¿Hoy?
__(tn) no podía entenderlo. Habían pasado una noche haciendo el amor, sin necesidad de palabras, donde las caricias decían más que cualquier palabra que pudieran decir…
—Joe…
__(tn) ni siquiera podía mirar aquellos ojos gélidos que ella amaba. Sin embargo, tampoco estaba dispuesta a claudicar.
—No te creo. Algo te ha enfurecido. He tenido que hacer algo que…
—No. __(tn), no has hecho nada. Se trata de mí. Estoy… aburrido.
__(tn) se quedó sin respiración.
—Nunca te he aburrido —replicó ella con rabia—. ¡Nunca!
—Pues ahora estoy aburrido.
—No es verdad. Es posible que te hayas dado cuenta de que no puedes manejarme.
—Y tú puedes indignarte —la miró otra vez con esos ojos impasibles—, pero sé lo que quiero, lo que siento…
—¿Lo que sientes? ¿Cuándo has empezado a sentir?
—… y está acabado. Quiero otra cosa que no puedes darme.
Fue como una puñalada que atravesó el pecho de __(tn). Se quedó sin aire en los pulmones y retrocedió dos pasos con los ojos arrasados por las lágrimas.
—Tú te empeñaste en que nos casáramos. Tú…
—Fue un arrebato, un error. Anularé el matrimonio.
—Anularlo…
—Exigirá algo de papeleo y algunas dádivas, pero pronto volverás a ser soltera.
__(tn) tuvo que agarrarse del pilar de la habitación de Joe. Necesitaba apoyo.
—Digas lo que digas, hemos hecho unos votos y unas promesas que pienso cumplir.
—Esto no es Hollywood —replicó él implacablemente—, no exige un final feliz. Esto es la realidad. Me equivoqué al pensar que podrías vivir aquí y que eras la mujer adecuada para mí. Eres tan distinta, tan… complicada…
__(tn) lo miró sin encontrar las palabras.
—No quiero que todo sea una pelea —siguió él sin clemencia—. Puedo pelear con muchos hombres. No actúas como una mujer. Siempre intentas imponerte y estoy cansado. Aburrido. Es mejor dejarlo ahora, antes de que todo se complique. Haz la maleta. Naturalmente, recuperarás la cámara y todas las tarjetas de memoria.
Esa tarde, en silencio, atravesaron calles bulliciosas y jardines amurallados con palmeras que se recortaban contra el cielo azul. Al llegar al aeropuerto privado destinado para los dignatarios, Joe acompañó a __(tn) hasta su avión. Intentó tomarla del codo para ayudarla a subir, pero ella lo rechazó. Joe también entró en el avión para cerciorarse de que todo estaba en orden y dejó la bolsa de ella en la moqueta.
__(tn) contuvo las lágrimas y pensó que hasta su bolsa parecía desolada.
—Llegarás a tu casa antes de que te des cuenta —dijo Joe—. Pronto, todo te parecerá un mal sueño.
Ella sacudió la cabeza. No podía decir nada. Joe se inclinó para darle un beso de despedida, pero ella dio un paso atrás.
—Sencillamente, no era posible —sentenció él.
—¿No me amas? —le preguntó ella para, por fin, decir las palabras que la abrumaban.
—No —contestó él después de un largo silencio.
__(tn) se dio la vuelta para no verlo marchar, pero cuando la portezuela del avión se cerró, sintió como si le hubieran arrancado el corazón.
No la amaba. Saber eso la destrozaba.
__(tn) no pudo llorar durante el vuelo ni cuando el taxi la llevó del aeropuerto a su casa ni cuando tuvo que forcejear para abrir la puerta del apartamento. Sin embargo, cuando entró, encendió la luz y echó una ojeada a ese sitio que no había pisado en casi seis meses, perdió el dominio de sí misma.
Él no la amaba ni la había amado nunca. Había sido un gran error.
Durante la primera semana no pudo pensar ni hacer nada. Se pasó casi todo el tiempo en la cama y llorando. No podía comer ni dormir, sólo podía llorar. ¿Cómo era posible que se la hubiera quitado de encima con esa tranquilidad? Ella había llegado a creer que la quería, quizá no fuera un amor eterno, pero sí lo suficiente para hacerla suya.
Hasta que decidió que tenía que dejar de llorar y de sufrir. __(tn) se levantó de la cama y salió a comprar comida. Al día siguiente, se obligó a ver una película en la televisión. El fin de semana, salió a dar un paseo aunque estaba lloviendo. Paseó para evitar que le brotaran las lágrimas y dio resultado. A los diez días, agarró la cámara y salió a hacer fotos. Sin embargo, al decimoséptimo día, __(tn) se puso a ver las fotos que había imprimido y llegó a la última que hizo en Ouaha. Era una foto cerca del pozo donde se puso a cubierto antes de que Joe la capturara y se la llevara consigo. __(tn) la miró con atención y vio a los niños que había encuadrado, pero en el fondo se veía un jinete en un caballo encabritado. Era Joe. Retrocedió a Ouaha, a su tierra de piedra y arena, a las noches interminables y al calor abrasador. Cerró los ojos y rompió la foto. No quería recordar. Para evitarlo, mandó un correo electrónico a su editor y le dijo que tenía algunas copias y que se las mandaría. Luego, se encerró en el cuarto oscuro para revelar al estilo tradicional otras fotos en blanco y negro. El editor le contestó inmediatamente. Quería ver las fotos, estaba ansioso por ver lo que había hecho durante cuatro meses en el norte de África y Oriente Próximo.
__(tn) se entregó al trabajo y encontró consuelo en las muchas horas que dedicó a su arte. Por la noche y en los fines de semana le volvía la sensación de pérdida. No sabía qué hacer y le parecía raro estar en su casa. Después de casi un año yendo de un lado a otro se había convertido en una auténtica nómada. Sin embargo, lo que le parecía raro no era Seattle, sino estar sola, aunque no se lo creyera. Ella, la chica que había decidido estar sola, ya no quería estar sola. Joe lo había conseguido, pero eso no significaba que tuviera que llorar por él. Ya había dejado de sufrir y ya había perdido demasiado tiempo en un hombre que no la amaba ni la amaría.
Estaba a punto de salir para hacer unas fotos en la playa cuando llegó un mensajero con un paquete de Baraka. Se sentó en el último escalón y abrió el sobre y la caja de terciopelo que había dentro. Un resplandor color esmeralda la deslumbró. Era un collar de esmeraldas y diamantes. Sobre el fondo de satén había una tarjeta. Era del detestable Joe. __(tn) cerró la caja. No iba a quedarse aquello. Aunque había un problema. Nadie devolvería ese collar. Ninguna empresa de mensajería querría saber nada de un collar que valía más de un cuarto de millón de dólares. Sobre todo, si la dirección del jeque estaba en medio del desierto del Sahara.
__(tn), repentinamente, volvió a enfurecerse. En vez de ahuyentar los recuerdos, todos, uno detrás del otro, le fueron pasando por la cabeza. El secuestro, el ataque de asma, la tormenta de arena, las arenas movedizas, el cuchillo, el veneno, Bur Juman y la primera noche que hicieron el amor. __(tn), para no llorar, se tragó el nudo que se le había formado en la garganta.
Al principio, ella pensó que lo odiaría para siempre y que nunca lo entendería, pero todo cambió, y mucho. Se dejó caer en el viejo y cómodo sofá mientras se secaba una lágrima. Al diablo con él. No necesitaba a alguien que no la valoraba. Ya había pasado demasiados años sin estimarse a sí misma. No volvería a hacerlo. No sentiría lástima de sí misma. Él no lo merecía. Aunque fuera su marido y el hombre del que se había enamorado. __(tn) dio un puñetazo al almohadón. Si él no fuera tan arrebatador, tan guapo, tan inteligente y un amante tan bueno…
—¡Te odio, Joe! ¡Te odiaré toda mi vida!
No deberían haberse divertido y mucho menos tener una relación sexual tan maravillosa. Se puede olvidar a un hombre aburrido y tosco, pero no a uno sexy, misterioso, poderoso, interesante y cariñoso.
Tenía que dejar de pensar en él. Tenía que imaginarse que no había dormido con el brazo de él alrededor de ella y con la mejilla en su pecho; que no conocía cada cicatriz que cruzaba ese pecho; que no había pasado alguna noche en blanco preocupada por él, por su temeridad cuando se trataba de proteger a alguien. Él nunca pensaba en sí mismo cuando alguien estaba en peligro y ella había estado en peligro.
__(tn) notó un hormigueo que iba creciendo en su interior hasta que el pulso empezó a latirle sin control. No sabía qué pensar. ¿Sería posible que Joe la hubiera mandado lejos no porque no la amara, sino por todo lo contrario? Se le puso la carne de gallina. Tenía que atender a su corazón y a su instinto. Él la quería. Se levantó de un salto con los ojos llenos de lágrimas. Joe la había alejado de allí porque no quería que sufriera ningún daño, porque temía no poder protegerla. ¿Cómo no se habría dado cuenta antes?
__(tn) se quedó mirando por la ventana. Era domingo y había poco tráfico. El sol del atardecer se filtraba entre las nubes y teñía de dorado los edificios de ladrillos. Estaba a salvo en Seattle, pero ¿cómo estaba él? ¿Dónde estaba? ¿Qué estaba haciendo?
Se quedó mirando por la ventana y cuando oscureció, __(tn) supo qué hacer. Supo adónde tenía que ir. Supo que no sería fácil, pero era la mujer de Joe y tenía que estar donde él estuviera.
Dos vuelos interminables, un aterrizaje de helicóptero espantoso y un viaje en camello. __(tn) tuvo que reconocer que las cosas no iban muy bien. Sólo llevaba veinticuatro horas en Ouaha y ya le habían robado y se había perdido entre la arena. No era el regreso que había imaginado y, además, Joe ni siquiera sabía que estaba allí. Nadie la rescataría. __(tn) resopló, se apartó un mechón de pelo de la cara y se colocó bien la camisa que la protegía de los granos de arena. Tenía tanta sed, que ya veía espejismos. Veía palmeras, bailarinas y guerreros con fusiles. Parpadeó y miró al hombre armado que tenía delante. Se puso la mano de visera para alejar el espejismo.
—Lárgate, no eres de verdad.
__(tn) oyó un suspiro de desesperación. El suspiro que daría un hombre que sufre.
—Soy de verdad y no voy a largarme.
__(tn) intentó dar un salto, pero casi se cayó por la debilidad.
Joe, con un improperio, la tomó en brazos, la sentó en su caballo y se montó detrás. Cabalgaron más de una hora hasta que llegaron al campamento más lamentable que __(tn) había visto en su vida.
—Este sitio sigue siendo penoso —dijo ella mientras Joe la bajaba del caballo.
—No hemos tenido tiempo de cortar algunas flores ni de colgar las cortinas nuevas —replicó él mientras rodeaba la cintura de __(tn) con el brazo.
Una vez en la tienda de él y sentada en los almohadones que había sobre la alfombra, Joe le pidió una respuesta.
—¿Qué demonios haces aquí?
Ella podría haberse ofendido, pero conocía a Joe.
—Te he traído una cosa —contestó ella mientras se sacaba el collar del sujetador.
Joe miró las esmeraldas y los diamantes.
—¿Has venido para devolvérmelo?
—Sí.
—¿Qué tiene de malo el servicio de mensajería?
Fuera de la tienda los hombres habían encendido una fogata para preparar la cena. __(tn) miró la aterradora cara de Joe a la luz del fuego.
—Quería estar segura de que te llegaba —contestó ella.
—¿Debo interpretar que no te gustan las esmeraldas?
—Es un collar precioso, pero no voy a aceptar un regalo así. Me rechazaste y me destrozaste el corazón, ¿crees que voy a aceptar un collar de un cuarto de millón de dólares?
—¿Cómo sabes su valor? —Joe esbozó una sonrisa.
—Hice que lo tasaran. Ninguna empresa de mensajería acepta un collar de ese valor, al menos si la dirección está en medio del desierto del Sahara. ¿Me imaginas explicándoles que el mensajero tiene que ir a caballo cuatro horas al este de El Saroush y luego otras seis en camello hasta que encuentre el lecho de un río, cuando lo sortee, llegar hasta un pequeño palmeral y, una vez allí, girar a la derecha y, como al cabo de una hora, según la velocidad, ir hacia el norte y, si tiene suerte, ver una fortaleza en la roca?
—Las distancias son exageradas, pero las referencias son muy buenas —Joe sonrió abiertamente.
Esa vez, su sonrisa no iba a servir de nada. Lo conocía muy bien. Bravatas, poder, intimidación y atractivo sexual. Era una mezcla mortífera.
—El asunto es que no puedes hacer regalos como ése a tus ex esposas y no esperar que no se pongan como una fiera.
—Pareces enfadada.
—Estoy furiosa.
—Siempre estás furiosa.
—¡Porque siempre me tomas por tonta!
—¿Qué he hecho esta vez?
—Has intentado comprarme. Utilizas las esmeraldas para aliviar tu culpa. Me mandas un collar, me dices que lo pase bien y crees que voy a quedarme tan contenta. Crees que voy a pensar que es un collar precioso; que mi marido no me quiere, pero me manda unas joyas maravillosas.
—¿Estás diciéndome que no dio resultado?
—Estoy diciéndote que… —__(tn) lo miró y sacudió la cabeza con incredulidad—. Eres un mentiroso, un manipulador, un…
__(tn) ni siquiera intentó terminar la frase. Se acercó a él, le tomó la cara entre las manos y lo besó apasionadamente. Tardaron en separarse. La boca de él era arrebatadora y lo había echado mucho de menos. Sin embargo, __(tn) se apartó.
—Me amas —le dijo a Joe mirándolo a los ojos.
—No.
—Sí —__(tn) dudó un instante—. Joe…
—¿Qué? —preguntó él con tono de inocencia.
Antes de que __(tn) pudiera contestar, él alargó una mano y le apartó unos mechones de la cara.
—Sí —afirmó él.
__(tn) contuvo el aliento sin dejar de mirar sus ojos y la extraña expresión de su rostro.
—¿Qué pasa? —le preguntó __(tn).
—Muchas cosas.
—Pero estoy aquí, Joe.
—Lo sé y no puedo soportarlo. No podría soportar que te pasara algo. Puedo perder mis brazos, mis piernas o mi vida, pero no podría perderte a ti.
—Ni lo harás.
—Podría pasar.
—Joe, soy más fuerte de lo que parece. No he vuelto a tener un ataque de asma desde que nos conocimos.
—Tengo miedo por ti. Lo tendré todos los días que estés aquí.
—No lo entiendo, Joe…
—Ara murió aquí. Mi esposa y mi hijo…. Tomé en brazos a Zaki mientras moría, pero no pude salvarlo. No podría volver a pasar por eso. Me mataría y ¿qué sería de mi gente?
—Joe.
—Creí que podía protegerte, pero te secuestraron en mi jardín…
—Pero me encontraste y me salvaste.
—Estaba seguro de que correría la sangre —Joe sacudió la cabeza con gesto de dolor—. Sabía lo que podían hacerte. Estaba seguro de que llegaría tarde. Eres demasiado hermosa. Prefiero vivir lejos de ti y saber que estás viva antes que tenerte aquí y saber que sufres.
—Yo sufro cuando estoy lejos de ti.
—La muerte es peor —Joe entrecerró los ojos y apretó las mandíbulas.
—Pero estar lejos de ti también es una muerte.
—No es justo arriesgarse tanto. Es egoísta por mi parte…
—Lo egoísta es que me separes de ti cuando te quiero y quiero estar contigo. Es egoísta que me pidas que sea cobarde y temerosa. Soy arriesgada y me gusta el cambio.
—__(tn)…
—Joe no temas por mí ni tomes decisiones por mí. Conozco los riesgos y sé lo que me juego, pero prefiero estar un mes contigo que toda una vida sin ti.
—Eso es ridículo —insistió él con tono sombrío.
Ella alargó la mano para quitarle una lágrima que tenía en las pestañas.
—Pero romántico.
—Y una tontería.
—Y emocionante.
—Acabarás matándome.
Joe le tomó la cara entre las manos y la miró fijamente durante unos instantes, como si buscara la verdad, la respuesta que se le escapaba.
—Me gustan las emociones, Joe —susurró ella.
—Te doy por imposible.
—Eso también te gusta…
Él inclinó la cabeza y la besó en la frente, en la mejilla y en la boca.
—Eres muy guapa. Eres perfecta, __(tn).
—Me has llamado __(tn).
—Es verdad. ¿En qué estaría yo pensando?
Ella se abalanzó sobre su regazo.
—No lo sé, pero deja que me quede cerca de ti, Joe. Es lo único que pido.
—Creía que eras una mujer que no podía quedarse mucho tiempo en un sitio…
Ella parpadeó para contener las lágrimas. Ese bárbaro hacía que su corazón latiera con una fuerza que ella no sabía que tenía.
—Eso era antes de conocerte.
—Eres una mujer distinta, ¿no?
—Mmm…
—¿Qué significa eso?
—Quizá no sea tan distinta.
—Entonces, ¿por qué puedes quedarte aquí conmigo?
—Porque eres la prueba definitiva, como el Everest y el Amazonas juntos. ¿Cómo iba a cansarme de ti? Nunca terminaré de entenderte, pero prometo que lo intentaré siempre.
Los rasgos implacables de Joe se hicieron increíblemente amables y en su mirada podía captarse el cariño. Elle acarició la mejilla, la boca y la barbilla.
—Te amo y te necesito. Estoy perdido… —Joe se calló como si no pudiera terminar la frase— sin ti. Ven a casa.
__(tn) lo abrazó.
—Ya lo he hecho,estoy en casa.
Fin
Chicas muchas gracias x haber seguido la nove
son mis fieles lectoras :D
LAS QUIERO
espero que les guste el final
si quieren que suba otra nove diganme que subo si??
COMENTEN!!
byebye
—Joe —susurró __(tn).
—¿Qué? —él le apretó la mano con fuerza.
—¿Estás furioso conmigo?
—No.
—Perfecto.
Sin embargo, mientras se abrían paso entre los hombres armados para llegar hasta el todoterreno,__(tn) se acordó del sueño que tuvo en la noche de su boda. El sueño de los hombres que le arrebataron a Joe. Sin embargo, estaba con ella allí, dentro del coche, y todo iría bien.
En el camino a Fez nada fue bien. Durante una hora, Joe casi ni la miró y no dijo una palabra. Ella sabía que no estaba enfadado con ella, pero sí estaba molesto.
—Lo siento —se excusó ella—. Siento lo que ha pasado.
—No ha sido culpa tuya.
__(tn) sabía que ella había tenido parte de culpa, que la habían utilizado para atraer a Joe y que éste había tenido que volver a rescatarla.
—No iba a llevarlos a Bur Juman. No habría…
—Ellos matan a las mujeres, __(tn). Esto no va bien —la voz de Joe fue tajante, como la de un desconocido—. Es el momento de que vuelvas a Estados Unidos.
Ella se sintió herida y ofendida, pero no lo demostró.
—No lo entiendo.
Él la miró con unos ojos gélidos.
—Entonces, escúchame. No te quiero aquí.
—Aquí… —ella se agarró a la palabra como si fuera la cuerda que él le lanzó un día—. Pero me quieres…
—No —la expresión de Joe se endureció más todavía—. No te quiero. Ya… me he cansado de ti.
Era imposible. Ella era de él. Lo había sido desde el primer día. __(tn) sentía pánico, dolor e incredulidad.
—Joe… —susurró ella con un hilo de voz suplicante.
—Te llevaré a Atiq y te montaré en un avión. Iremos hoy.
—¿Hoy?
__(tn) no podía entenderlo. Habían pasado una noche haciendo el amor, sin necesidad de palabras, donde las caricias decían más que cualquier palabra que pudieran decir…
—Joe…
__(tn) ni siquiera podía mirar aquellos ojos gélidos que ella amaba. Sin embargo, tampoco estaba dispuesta a claudicar.
—No te creo. Algo te ha enfurecido. He tenido que hacer algo que…
—No. __(tn), no has hecho nada. Se trata de mí. Estoy… aburrido.
__(tn) se quedó sin respiración.
—Nunca te he aburrido —replicó ella con rabia—. ¡Nunca!
—Pues ahora estoy aburrido.
—No es verdad. Es posible que te hayas dado cuenta de que no puedes manejarme.
—Y tú puedes indignarte —la miró otra vez con esos ojos impasibles—, pero sé lo que quiero, lo que siento…
—¿Lo que sientes? ¿Cuándo has empezado a sentir?
—… y está acabado. Quiero otra cosa que no puedes darme.
Fue como una puñalada que atravesó el pecho de __(tn). Se quedó sin aire en los pulmones y retrocedió dos pasos con los ojos arrasados por las lágrimas.
—Tú te empeñaste en que nos casáramos. Tú…
—Fue un arrebato, un error. Anularé el matrimonio.
—Anularlo…
—Exigirá algo de papeleo y algunas dádivas, pero pronto volverás a ser soltera.
__(tn) tuvo que agarrarse del pilar de la habitación de Joe. Necesitaba apoyo.
—Digas lo que digas, hemos hecho unos votos y unas promesas que pienso cumplir.
—Esto no es Hollywood —replicó él implacablemente—, no exige un final feliz. Esto es la realidad. Me equivoqué al pensar que podrías vivir aquí y que eras la mujer adecuada para mí. Eres tan distinta, tan… complicada…
__(tn) lo miró sin encontrar las palabras.
—No quiero que todo sea una pelea —siguió él sin clemencia—. Puedo pelear con muchos hombres. No actúas como una mujer. Siempre intentas imponerte y estoy cansado. Aburrido. Es mejor dejarlo ahora, antes de que todo se complique. Haz la maleta. Naturalmente, recuperarás la cámara y todas las tarjetas de memoria.
Esa tarde, en silencio, atravesaron calles bulliciosas y jardines amurallados con palmeras que se recortaban contra el cielo azul. Al llegar al aeropuerto privado destinado para los dignatarios, Joe acompañó a __(tn) hasta su avión. Intentó tomarla del codo para ayudarla a subir, pero ella lo rechazó. Joe también entró en el avión para cerciorarse de que todo estaba en orden y dejó la bolsa de ella en la moqueta.
__(tn) contuvo las lágrimas y pensó que hasta su bolsa parecía desolada.
—Llegarás a tu casa antes de que te des cuenta —dijo Joe—. Pronto, todo te parecerá un mal sueño.
Ella sacudió la cabeza. No podía decir nada. Joe se inclinó para darle un beso de despedida, pero ella dio un paso atrás.
—Sencillamente, no era posible —sentenció él.
—¿No me amas? —le preguntó ella para, por fin, decir las palabras que la abrumaban.
—No —contestó él después de un largo silencio.
__(tn) se dio la vuelta para no verlo marchar, pero cuando la portezuela del avión se cerró, sintió como si le hubieran arrancado el corazón.
No la amaba. Saber eso la destrozaba.
__(tn) no pudo llorar durante el vuelo ni cuando el taxi la llevó del aeropuerto a su casa ni cuando tuvo que forcejear para abrir la puerta del apartamento. Sin embargo, cuando entró, encendió la luz y echó una ojeada a ese sitio que no había pisado en casi seis meses, perdió el dominio de sí misma.
Él no la amaba ni la había amado nunca. Había sido un gran error.
Durante la primera semana no pudo pensar ni hacer nada. Se pasó casi todo el tiempo en la cama y llorando. No podía comer ni dormir, sólo podía llorar. ¿Cómo era posible que se la hubiera quitado de encima con esa tranquilidad? Ella había llegado a creer que la quería, quizá no fuera un amor eterno, pero sí lo suficiente para hacerla suya.
Hasta que decidió que tenía que dejar de llorar y de sufrir. __(tn) se levantó de la cama y salió a comprar comida. Al día siguiente, se obligó a ver una película en la televisión. El fin de semana, salió a dar un paseo aunque estaba lloviendo. Paseó para evitar que le brotaran las lágrimas y dio resultado. A los diez días, agarró la cámara y salió a hacer fotos. Sin embargo, al decimoséptimo día, __(tn) se puso a ver las fotos que había imprimido y llegó a la última que hizo en Ouaha. Era una foto cerca del pozo donde se puso a cubierto antes de que Joe la capturara y se la llevara consigo. __(tn) la miró con atención y vio a los niños que había encuadrado, pero en el fondo se veía un jinete en un caballo encabritado. Era Joe. Retrocedió a Ouaha, a su tierra de piedra y arena, a las noches interminables y al calor abrasador. Cerró los ojos y rompió la foto. No quería recordar. Para evitarlo, mandó un correo electrónico a su editor y le dijo que tenía algunas copias y que se las mandaría. Luego, se encerró en el cuarto oscuro para revelar al estilo tradicional otras fotos en blanco y negro. El editor le contestó inmediatamente. Quería ver las fotos, estaba ansioso por ver lo que había hecho durante cuatro meses en el norte de África y Oriente Próximo.
__(tn) se entregó al trabajo y encontró consuelo en las muchas horas que dedicó a su arte. Por la noche y en los fines de semana le volvía la sensación de pérdida. No sabía qué hacer y le parecía raro estar en su casa. Después de casi un año yendo de un lado a otro se había convertido en una auténtica nómada. Sin embargo, lo que le parecía raro no era Seattle, sino estar sola, aunque no se lo creyera. Ella, la chica que había decidido estar sola, ya no quería estar sola. Joe lo había conseguido, pero eso no significaba que tuviera que llorar por él. Ya había dejado de sufrir y ya había perdido demasiado tiempo en un hombre que no la amaba ni la amaría.
Estaba a punto de salir para hacer unas fotos en la playa cuando llegó un mensajero con un paquete de Baraka. Se sentó en el último escalón y abrió el sobre y la caja de terciopelo que había dentro. Un resplandor color esmeralda la deslumbró. Era un collar de esmeraldas y diamantes. Sobre el fondo de satén había una tarjeta. Era del detestable Joe. __(tn) cerró la caja. No iba a quedarse aquello. Aunque había un problema. Nadie devolvería ese collar. Ninguna empresa de mensajería querría saber nada de un collar que valía más de un cuarto de millón de dólares. Sobre todo, si la dirección del jeque estaba en medio del desierto del Sahara.
__(tn), repentinamente, volvió a enfurecerse. En vez de ahuyentar los recuerdos, todos, uno detrás del otro, le fueron pasando por la cabeza. El secuestro, el ataque de asma, la tormenta de arena, las arenas movedizas, el cuchillo, el veneno, Bur Juman y la primera noche que hicieron el amor. __(tn), para no llorar, se tragó el nudo que se le había formado en la garganta.
Al principio, ella pensó que lo odiaría para siempre y que nunca lo entendería, pero todo cambió, y mucho. Se dejó caer en el viejo y cómodo sofá mientras se secaba una lágrima. Al diablo con él. No necesitaba a alguien que no la valoraba. Ya había pasado demasiados años sin estimarse a sí misma. No volvería a hacerlo. No sentiría lástima de sí misma. Él no lo merecía. Aunque fuera su marido y el hombre del que se había enamorado. __(tn) dio un puñetazo al almohadón. Si él no fuera tan arrebatador, tan guapo, tan inteligente y un amante tan bueno…
—¡Te odio, Joe! ¡Te odiaré toda mi vida!
No deberían haberse divertido y mucho menos tener una relación sexual tan maravillosa. Se puede olvidar a un hombre aburrido y tosco, pero no a uno sexy, misterioso, poderoso, interesante y cariñoso.
Tenía que dejar de pensar en él. Tenía que imaginarse que no había dormido con el brazo de él alrededor de ella y con la mejilla en su pecho; que no conocía cada cicatriz que cruzaba ese pecho; que no había pasado alguna noche en blanco preocupada por él, por su temeridad cuando se trataba de proteger a alguien. Él nunca pensaba en sí mismo cuando alguien estaba en peligro y ella había estado en peligro.
__(tn) notó un hormigueo que iba creciendo en su interior hasta que el pulso empezó a latirle sin control. No sabía qué pensar. ¿Sería posible que Joe la hubiera mandado lejos no porque no la amara, sino por todo lo contrario? Se le puso la carne de gallina. Tenía que atender a su corazón y a su instinto. Él la quería. Se levantó de un salto con los ojos llenos de lágrimas. Joe la había alejado de allí porque no quería que sufriera ningún daño, porque temía no poder protegerla. ¿Cómo no se habría dado cuenta antes?
__(tn) se quedó mirando por la ventana. Era domingo y había poco tráfico. El sol del atardecer se filtraba entre las nubes y teñía de dorado los edificios de ladrillos. Estaba a salvo en Seattle, pero ¿cómo estaba él? ¿Dónde estaba? ¿Qué estaba haciendo?
Se quedó mirando por la ventana y cuando oscureció, __(tn) supo qué hacer. Supo adónde tenía que ir. Supo que no sería fácil, pero era la mujer de Joe y tenía que estar donde él estuviera.
Dos vuelos interminables, un aterrizaje de helicóptero espantoso y un viaje en camello. __(tn) tuvo que reconocer que las cosas no iban muy bien. Sólo llevaba veinticuatro horas en Ouaha y ya le habían robado y se había perdido entre la arena. No era el regreso que había imaginado y, además, Joe ni siquiera sabía que estaba allí. Nadie la rescataría. __(tn) resopló, se apartó un mechón de pelo de la cara y se colocó bien la camisa que la protegía de los granos de arena. Tenía tanta sed, que ya veía espejismos. Veía palmeras, bailarinas y guerreros con fusiles. Parpadeó y miró al hombre armado que tenía delante. Se puso la mano de visera para alejar el espejismo.
—Lárgate, no eres de verdad.
__(tn) oyó un suspiro de desesperación. El suspiro que daría un hombre que sufre.
—Soy de verdad y no voy a largarme.
__(tn) intentó dar un salto, pero casi se cayó por la debilidad.
Joe, con un improperio, la tomó en brazos, la sentó en su caballo y se montó detrás. Cabalgaron más de una hora hasta que llegaron al campamento más lamentable que __(tn) había visto en su vida.
—Este sitio sigue siendo penoso —dijo ella mientras Joe la bajaba del caballo.
—No hemos tenido tiempo de cortar algunas flores ni de colgar las cortinas nuevas —replicó él mientras rodeaba la cintura de __(tn) con el brazo.
Una vez en la tienda de él y sentada en los almohadones que había sobre la alfombra, Joe le pidió una respuesta.
—¿Qué demonios haces aquí?
Ella podría haberse ofendido, pero conocía a Joe.
—Te he traído una cosa —contestó ella mientras se sacaba el collar del sujetador.
Joe miró las esmeraldas y los diamantes.
—¿Has venido para devolvérmelo?
—Sí.
—¿Qué tiene de malo el servicio de mensajería?
Fuera de la tienda los hombres habían encendido una fogata para preparar la cena. __(tn) miró la aterradora cara de Joe a la luz del fuego.
—Quería estar segura de que te llegaba —contestó ella.
—¿Debo interpretar que no te gustan las esmeraldas?
—Es un collar precioso, pero no voy a aceptar un regalo así. Me rechazaste y me destrozaste el corazón, ¿crees que voy a aceptar un collar de un cuarto de millón de dólares?
—¿Cómo sabes su valor? —Joe esbozó una sonrisa.
—Hice que lo tasaran. Ninguna empresa de mensajería acepta un collar de ese valor, al menos si la dirección está en medio del desierto del Sahara. ¿Me imaginas explicándoles que el mensajero tiene que ir a caballo cuatro horas al este de El Saroush y luego otras seis en camello hasta que encuentre el lecho de un río, cuando lo sortee, llegar hasta un pequeño palmeral y, una vez allí, girar a la derecha y, como al cabo de una hora, según la velocidad, ir hacia el norte y, si tiene suerte, ver una fortaleza en la roca?
—Las distancias son exageradas, pero las referencias son muy buenas —Joe sonrió abiertamente.
Esa vez, su sonrisa no iba a servir de nada. Lo conocía muy bien. Bravatas, poder, intimidación y atractivo sexual. Era una mezcla mortífera.
—El asunto es que no puedes hacer regalos como ése a tus ex esposas y no esperar que no se pongan como una fiera.
—Pareces enfadada.
—Estoy furiosa.
—Siempre estás furiosa.
—¡Porque siempre me tomas por tonta!
—¿Qué he hecho esta vez?
—Has intentado comprarme. Utilizas las esmeraldas para aliviar tu culpa. Me mandas un collar, me dices que lo pase bien y crees que voy a quedarme tan contenta. Crees que voy a pensar que es un collar precioso; que mi marido no me quiere, pero me manda unas joyas maravillosas.
—¿Estás diciéndome que no dio resultado?
—Estoy diciéndote que… —__(tn) lo miró y sacudió la cabeza con incredulidad—. Eres un mentiroso, un manipulador, un…
__(tn) ni siquiera intentó terminar la frase. Se acercó a él, le tomó la cara entre las manos y lo besó apasionadamente. Tardaron en separarse. La boca de él era arrebatadora y lo había echado mucho de menos. Sin embargo, __(tn) se apartó.
—Me amas —le dijo a Joe mirándolo a los ojos.
—No.
—Sí —__(tn) dudó un instante—. Joe…
—¿Qué? —preguntó él con tono de inocencia.
Antes de que __(tn) pudiera contestar, él alargó una mano y le apartó unos mechones de la cara.
—Sí —afirmó él.
__(tn) contuvo el aliento sin dejar de mirar sus ojos y la extraña expresión de su rostro.
—¿Qué pasa? —le preguntó __(tn).
—Muchas cosas.
—Pero estoy aquí, Joe.
—Lo sé y no puedo soportarlo. No podría soportar que te pasara algo. Puedo perder mis brazos, mis piernas o mi vida, pero no podría perderte a ti.
—Ni lo harás.
—Podría pasar.
—Joe, soy más fuerte de lo que parece. No he vuelto a tener un ataque de asma desde que nos conocimos.
—Tengo miedo por ti. Lo tendré todos los días que estés aquí.
—No lo entiendo, Joe…
—Ara murió aquí. Mi esposa y mi hijo…. Tomé en brazos a Zaki mientras moría, pero no pude salvarlo. No podría volver a pasar por eso. Me mataría y ¿qué sería de mi gente?
—Joe.
—Creí que podía protegerte, pero te secuestraron en mi jardín…
—Pero me encontraste y me salvaste.
—Estaba seguro de que correría la sangre —Joe sacudió la cabeza con gesto de dolor—. Sabía lo que podían hacerte. Estaba seguro de que llegaría tarde. Eres demasiado hermosa. Prefiero vivir lejos de ti y saber que estás viva antes que tenerte aquí y saber que sufres.
—Yo sufro cuando estoy lejos de ti.
—La muerte es peor —Joe entrecerró los ojos y apretó las mandíbulas.
—Pero estar lejos de ti también es una muerte.
—No es justo arriesgarse tanto. Es egoísta por mi parte…
—Lo egoísta es que me separes de ti cuando te quiero y quiero estar contigo. Es egoísta que me pidas que sea cobarde y temerosa. Soy arriesgada y me gusta el cambio.
—__(tn)…
—Joe no temas por mí ni tomes decisiones por mí. Conozco los riesgos y sé lo que me juego, pero prefiero estar un mes contigo que toda una vida sin ti.
—Eso es ridículo —insistió él con tono sombrío.
Ella alargó la mano para quitarle una lágrima que tenía en las pestañas.
—Pero romántico.
—Y una tontería.
—Y emocionante.
—Acabarás matándome.
Joe le tomó la cara entre las manos y la miró fijamente durante unos instantes, como si buscara la verdad, la respuesta que se le escapaba.
—Me gustan las emociones, Joe —susurró ella.
—Te doy por imposible.
—Eso también te gusta…
Él inclinó la cabeza y la besó en la frente, en la mejilla y en la boca.
—Eres muy guapa. Eres perfecta, __(tn).
—Me has llamado __(tn).
—Es verdad. ¿En qué estaría yo pensando?
Ella se abalanzó sobre su regazo.
—No lo sé, pero deja que me quede cerca de ti, Joe. Es lo único que pido.
—Creía que eras una mujer que no podía quedarse mucho tiempo en un sitio…
Ella parpadeó para contener las lágrimas. Ese bárbaro hacía que su corazón latiera con una fuerza que ella no sabía que tenía.
—Eso era antes de conocerte.
—Eres una mujer distinta, ¿no?
—Mmm…
—¿Qué significa eso?
—Quizá no sea tan distinta.
—Entonces, ¿por qué puedes quedarte aquí conmigo?
—Porque eres la prueba definitiva, como el Everest y el Amazonas juntos. ¿Cómo iba a cansarme de ti? Nunca terminaré de entenderte, pero prometo que lo intentaré siempre.
Los rasgos implacables de Joe se hicieron increíblemente amables y en su mirada podía captarse el cariño. Elle acarició la mejilla, la boca y la barbilla.
—Te amo y te necesito. Estoy perdido… —Joe se calló como si no pudiera terminar la frase— sin ti. Ven a casa.
__(tn) lo abrazó.
—Ya lo he hecho,estoy en casa.
Fin
Chicas muchas gracias x haber seguido la nove
son mis fieles lectoras :D
LAS QUIERO
espero que les guste el final
si quieren que suba otra nove diganme que subo si??
COMENTEN!!
byebye
maru!!
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
Gracias por subir la nove, en verdad!!!!!!
Gracias por haberla compartido con todas nosotras :D
Y que hermoso final!!!!! :( :D
Gracias por haberla compartido con todas nosotras :D
Y que hermoso final!!!!! :( :D
♫ Laura Jonas ♥
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
AAWWW que final :( :( no puedo hablar aawww :( :(
cuando Joe aparto a _____(tn) de si y la mando a su casa me puse tristeee pero sabia que habria un final felizzz :D
aaww me gustoo me gustaaa cinco segundos de fiestaa
y si quiero que subas otraaaaaa :D
¿recuerdad lo que hablamos hace mucho por fb?? ¿lo haras?
besos y SUBELAAA :D
cuando Joe aparto a _____(tn) de si y la mando a su casa me puse tristeee pero sabia que habria un final felizzz :D
aaww me gustoo me gustaaa cinco segundos de fiestaa
y si quiero que subas otraaaaaa :D
¿recuerdad lo que hablamos hace mucho por fb?? ¿lo haras?
besos y SUBELAAA :D
Géne!
Re: ♥La Desobediente Prometida Del Jeque♥joe y tu♥adaptada-TERMINADA♥
Géne! escribió:AAWWW que final :( :( no puedo hablar aawww :( :(
cuando Joe aparto a _____(tn) de si y la mando a su casa me puse tristeee pero sabia que habria un final felizzz :D
aaww me gustoo me gustaaa cinco segundos de fiestaa
y si quiero que subas otraaaaaa :D
¿recuerdad lo que hablamos hace mucho por fb?? ¿lo haras?
besos y SUBELAAA :D
me alegro que les aya gustado y gene me refrescas la memoria???
que hablamos x el face??
maru!!
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