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Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
Bienvenida @ntonella me alegro que te guste la nove y ya les subo cap@ntonella escribió:NEW READER!!!!
tienes que seguirla lo mas pronto posibleeeeeeeeeeeee...... amo cada cap que pones.... enceriooo... sigueeeeeee....
issadanger
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
Capitulo 9 Parte 3
Príapo le contó lo que yo había hecho y le entregó más agua para que se la diera a beber a ella.
Joe sentía cómo sus labios articulaban las palabras, pero perdió el control de la narración. En lugar de intentar pensar en lo que iba a contar, cerró los ojos y revivió aquél aciago día.
Acababa de entrar en la casa procedente de los establos, cuando vio a Penélope y a Jasón en el atrio. Besándose.
Atónito, se detuvo a mitad de camino, mientras una oleada de nerviosismo se apoderaba de él al comprobar la pasión de aquel abrazo.
Hasta que Jasón alzó la mirada y lo vio en la puerta.
En el instante en que sus ojos se encontraron, Jasón curvó los labios.
— ¡Ladrón despreciable! Príapo me contó tu traición. ¿Cómo pudiste?
Con el rostro desfigurado por el odio, Penélope se abalanzó sobre Joe y lo abofeteó.
— Asqueroso bastardo, te mataría por lo que has hecho.
— Yo lo mataré —gritó Jasón mientras desenvainaba su espada.
Joe intentó apartar a Penélope, pero ella se negó.
— ¡Por todos los dioses! He dado a luz a tus hijos —dijo mientras intentaba arañarle la cara.
Joe la sostuvo por las muñecas.
— Penélope, yo…
— ¡No me toques! —le gritó zafándose de sus manos—. Me das asco. ¿Crees que una mujer decente iba a quererte a la luz del día? Eres despreciable. Repulsivo.
Se apartó de él y se acercó a Jasón.
— Córtale la cabeza. Quiero bañarme en su sangre hasta borrar el rastro de su olor en mi piel.
Jasón blandió la espada.
Joe dio un salto hacia atrás, poniéndose fuera del alcance del arma.
De forma instintiva, buscó su propia espada, pero se detuvo. Lo último que deseaba era derramar la sangre de Jasón.
— No quiero luchar contigo.
— ¿Que no? ¡Violaste a mi mujer y le hiciste llevar tu simiente, cuando deberían haber sido mis hijos a los que diese a luz! Te recibí en mi hogar con los brazos abiertos. Te di una cama cuando nadie te quería cerca, ¿y así me pagas?
Joe lo miró con incredulidad.
— ¿Te pago? ¿Tienes la más mínima idea de las ocasiones en las que te he salvado la vida durante las batallas? ¿De cuantas palizas me han dado en tu lugar? ¿Puedes siquiera contarlas? Y te atreviste a burlarte de mí.
Jasón se rió cruelmente.
— Todos, excepto Kyrian, se burlaban de ti, idiota. De hecho, era el único que te defendía, con tanto empeño que a veces me hacía plantearme qué haríais juntos cuando estabais a solas.
Suprimiendo la ira que le habría dejado totalmente expuesto y vulnerable al ataque de Jasón, se agachó para esquivar la siguiente estocada.
— Déjalo, Jasón. No me obligues a hacer algo de lo que los dos nos arrepentiríamos más tarde.
— De lo único que me arrepiento es de haber dado cabida a un ladrón en mi casa —bramó Jasón con ira, alzando la espada de nuevo.
Joe intentó agacharse, pero Penélope se acercó hasta él por detrás y le propinó un empujón.
La espada de Jasón le dio en las costillas. Siseando de dolor, Joe sacó su propia espada y la blandió de tal modo que habría dejado a su amigo sin cabeza si le hubiese alcanzado.
Jasón intentó alcanzarlo, pero Joe se limitó a defenderse mientras intentaba alejar a Penélope del alcance de las espadas.
— No lo hagas, Jasón. Sabes que tu habilidad con la espada es inferior a la mía.
Su amigo intensificó el ataque.
— No voy a dejar que sigas con ella, de ningún modo.
Los siguientes segundos se sucedieron con inusual rapidez, pero aún así, Joe veía pasar la imagen por su cabeza con diáfana nitidez.
Penélope lo agarró del brazo libre al mismo tiempo que Jasón atacaba. La espada no hirió a Joe de milagro tras el empujón que le dio su esposa. Totalmente desequilibrado, intentó liberarse de Penélope, pero con ella en medio, lo que consiguió fue tropezarse hacia delante, a la vez que Jasón avanzaba hacia ellos.
En el instante en que chocaron, sintió cómo su espada se hundía en el cuerpo de su amigo.
— ¡No! —gritó Joe, extrayendo la hoja del vientre de Jasón mientras Penélope dejaba escapar un atormentado chillido de angustia.
Lentamente, Jasón cayó al suelo.
Arrodillándose, Joe arrojó su espada a un lado y cogió a su amigo.
— ¡Dioses del Olimpo!, ¿qué habéis hecho?
Escupiendo sangre y tosiendo, Jasón le lanzó una mirada acusadora.
— Yo no hice nada. Fuiste tú el que me traicionó. Éramos hermanos y me robaste el corazón.
Jasón tragó dolorosamente mientras sus pálidos ojos atravesaban a Joe.
— Jamás tuviste nada que no robaras antes.
Joe comenzó a temblar, consumido por la culpa y la agonía. Jamás había tenido intención de que sucediera algo así. Nunca había querido que alguien saliese herido, y menos aún Jasón. Lo único que deseaba era alguien que le amara. Sólo quería un hogar donde fuese bienvenido.
Pero Jasón tenía razón. Él era el único culpable. De todo.
Los chillidos de Penélope resonaban en sus oídos. Lo agarró del pelo y comenzó a tirar con todas sus fuerzas. Con una mirada salvaje, sacó la daga que Joe llevaba en el cinturón.
— ¡Te quiero muerto! ¡Muerto!
Le hundió la daga en el brazo, y volvió a sacarla para atacar de nuevo. Él la agarró a tiempo.
Con un fuerte tirón, se deshizo de él y se apartó.
— No —le dijo con una mirada desencajada—. Quiero que sufras. Me quitaste lo que más quería. Ahora yo haré lo mismo contigo —y salió corriendo.
Abrumado por el dolor y la furia, Joe no pudo moverse mientras veía como la vida abandonaba el cuerpo de su amigo.
Entonces, las palabras de su esposa se filtraron entre la neblina que confundía su mente.
— ¡No! —rugió mientras se ponía en pie—. ¡No lo hagas!
Llegó a la puerta de los aposentos de Penélope a tiempo para escuchar los gritos de los niños. Con el corazón en un puño, intentó abrirla pero ella la había atrancado desde dentro.
Cuando logró abrirla, era demasiado tarde.
Demasiado tarde…
Joe se llevó las manos a la cara, presionándose con fuerza los ojos, mientras el horror de lo sucedido aquel día lo inundaba de nuevo; pero ahora sentía las caricias de _______ en la espalda, y se sentía reconfortado.
Jamás sería capaz de olvidar la imagen de sus hijos, el miedo en el corazón. La agonía más absoluta.
Lo único que había amado en el mundo eran sus hijos.
Y sólo ellos lo habían amado.
¿Por qué? ¿Por qué tuvieron que sufrir a causa de sus errores? ¿Por qué tuvo Príapo que torturarlo haciendo que ellos sufrieran?
¿Y cómo pudo permitir Afrodita que todo aquello sucediese? Una cosa era que no le hiciese caso a él, pero dejar que sus hijos murieran…
Por eso fue aquel día a su templo. Había planeado matar a Príapo. Arrancarle la cabeza de los hombros y clavarla en una lanza.
— ¿Qué ocurrió? —le preguntó _____, devolviéndolo al presente.
— Cuando entré en la habitación era demasiado tarde —dijo con la garganta casi cerrada por el dolor—. Nuestros hijos estaban muertos; su propia madre los había asesinado. Penélope se había abierto las muñecas y yacía junto a ellos. Llamé a un médico para que intentara detener la hemorragia —entonces hizo una pausa—. Mientras exhalaba su último aliento, me escupió a la cara.
______ cerró los ojos, consumida por el dolor de Joe. Era peor de lo que había imaginado.
¡Santo Dios! ¿Cómo había sobrevivido?
Había escuchado numerosos relatos de tragedias a lo largo de su vida, pero ninguno podía compararse con lo que Joe había sufrido. Y lo pasó él solo, sin nadie que lo ayudara. Sin nadie que lo amara.
— Lo siento tanto —susurró ella acariciándole el pecho para consolarlo.
— Aún no puedo creer que estén muertos —murmuró él con la voz rota de dolor—. Me preguntaste qué hacía mientras estaba en el libro. Recordar las caras de mis hijos; de mi hijo y de mi hija. Recordar sus bracitos alrededor de mi cuello. Recordar cómo salían corriendo a mi encuentro cada vez que regresaba a casa, después de una campaña. Y revivir cada uno de los momentos de ese día, deseando haber hecho algo para salvarlos.
____ parpadeó para alejar las lágrimas. No era de extrañar que jamás hubiese hablado a nadie de eso.
Joe tomó una profunda bocanada de aire.
— Los dioses ni siquiera me conceden caer en la locura para poder escapar a mis recuerdos. No se me permite semejante alivio.
Después de esas palabras, no volvió a hablar. Se limitó a quedarse inmóvil entre los brazos de _____.
Sorprendida por su fortaleza, estuvo sentada tras él durante horas, abrazándolo. No sabía qué más podía hacer.
Por primera vez en años, sus habilidades de psicóloga le fallaron por completo.
Cuando se despertó, la luz del sol entraba a raudales por las ventanas. Tardó todo un minuto en recordar lo acontecido la noche anterior.
Se sentó en la cama e intentó tocar a Joe, pero estaba sola.
— ¿Joe? —lo llamó.
Nadie contestó.
Echando a un lado el edredón, se levantó y se vistió deprisa.
— ¿Joe? —volvió a llamarlo, mientras bajaba las escaleras.
Nada. Ni un sonido, aparte de los latidos frenéticos de su corazón.
El pánico comenzó a abrirse paso en su cabeza. ¿Le habría sucedido algo?
Entró corriendo en la sala de estar; el libro estaba sobre la mesita de café. Pasando las páginas con rapidez, vio que la hoja donde había estado el dibujo de Joe seguía en blanco. Aliviada por el hecho de que no hubiese regresado al libro, continuó registrando la casa.
¿Dónde estaba?
Fue a la cocina y notó que la puerta trasera estaba entreabierta. Frunció el ceño, extrañada, y la abrió del todo para salir al porche.
Echó una ojeada al patio hasta que vio a los niños de los vecinos sentados en el césped, justo al lado de los setos que separaban ambas casas. Pero lo que más le extrañó fue observar a Joe sentado con ellos, enseñándoles un juego con piedras y palitos.
Los dos niños y una de las niñas estaban sentados a su lado, escuchando atentamente, mientras su hermana pequeña —de tan sólo dos años— gateaba entre ellos.
_____ sonrió ante la apacible estampa. La calidez la invadió de repente, y se preguntó si Joe se habría visto así con sus propios hijos.
Príapo le contó lo que yo había hecho y le entregó más agua para que se la diera a beber a ella.
Joe sentía cómo sus labios articulaban las palabras, pero perdió el control de la narración. En lugar de intentar pensar en lo que iba a contar, cerró los ojos y revivió aquél aciago día.
Acababa de entrar en la casa procedente de los establos, cuando vio a Penélope y a Jasón en el atrio. Besándose.
Atónito, se detuvo a mitad de camino, mientras una oleada de nerviosismo se apoderaba de él al comprobar la pasión de aquel abrazo.
Hasta que Jasón alzó la mirada y lo vio en la puerta.
En el instante en que sus ojos se encontraron, Jasón curvó los labios.
— ¡Ladrón despreciable! Príapo me contó tu traición. ¿Cómo pudiste?
Con el rostro desfigurado por el odio, Penélope se abalanzó sobre Joe y lo abofeteó.
— Asqueroso bastardo, te mataría por lo que has hecho.
— Yo lo mataré —gritó Jasón mientras desenvainaba su espada.
Joe intentó apartar a Penélope, pero ella se negó.
— ¡Por todos los dioses! He dado a luz a tus hijos —dijo mientras intentaba arañarle la cara.
Joe la sostuvo por las muñecas.
— Penélope, yo…
— ¡No me toques! —le gritó zafándose de sus manos—. Me das asco. ¿Crees que una mujer decente iba a quererte a la luz del día? Eres despreciable. Repulsivo.
Se apartó de él y se acercó a Jasón.
— Córtale la cabeza. Quiero bañarme en su sangre hasta borrar el rastro de su olor en mi piel.
Jasón blandió la espada.
Joe dio un salto hacia atrás, poniéndose fuera del alcance del arma.
De forma instintiva, buscó su propia espada, pero se detuvo. Lo último que deseaba era derramar la sangre de Jasón.
— No quiero luchar contigo.
— ¿Que no? ¡Violaste a mi mujer y le hiciste llevar tu simiente, cuando deberían haber sido mis hijos a los que diese a luz! Te recibí en mi hogar con los brazos abiertos. Te di una cama cuando nadie te quería cerca, ¿y así me pagas?
Joe lo miró con incredulidad.
— ¿Te pago? ¿Tienes la más mínima idea de las ocasiones en las que te he salvado la vida durante las batallas? ¿De cuantas palizas me han dado en tu lugar? ¿Puedes siquiera contarlas? Y te atreviste a burlarte de mí.
Jasón se rió cruelmente.
— Todos, excepto Kyrian, se burlaban de ti, idiota. De hecho, era el único que te defendía, con tanto empeño que a veces me hacía plantearme qué haríais juntos cuando estabais a solas.
Suprimiendo la ira que le habría dejado totalmente expuesto y vulnerable al ataque de Jasón, se agachó para esquivar la siguiente estocada.
— Déjalo, Jasón. No me obligues a hacer algo de lo que los dos nos arrepentiríamos más tarde.
— De lo único que me arrepiento es de haber dado cabida a un ladrón en mi casa —bramó Jasón con ira, alzando la espada de nuevo.
Joe intentó agacharse, pero Penélope se acercó hasta él por detrás y le propinó un empujón.
La espada de Jasón le dio en las costillas. Siseando de dolor, Joe sacó su propia espada y la blandió de tal modo que habría dejado a su amigo sin cabeza si le hubiese alcanzado.
Jasón intentó alcanzarlo, pero Joe se limitó a defenderse mientras intentaba alejar a Penélope del alcance de las espadas.
— No lo hagas, Jasón. Sabes que tu habilidad con la espada es inferior a la mía.
Su amigo intensificó el ataque.
— No voy a dejar que sigas con ella, de ningún modo.
Los siguientes segundos se sucedieron con inusual rapidez, pero aún así, Joe veía pasar la imagen por su cabeza con diáfana nitidez.
Penélope lo agarró del brazo libre al mismo tiempo que Jasón atacaba. La espada no hirió a Joe de milagro tras el empujón que le dio su esposa. Totalmente desequilibrado, intentó liberarse de Penélope, pero con ella en medio, lo que consiguió fue tropezarse hacia delante, a la vez que Jasón avanzaba hacia ellos.
En el instante en que chocaron, sintió cómo su espada se hundía en el cuerpo de su amigo.
— ¡No! —gritó Joe, extrayendo la hoja del vientre de Jasón mientras Penélope dejaba escapar un atormentado chillido de angustia.
Lentamente, Jasón cayó al suelo.
Arrodillándose, Joe arrojó su espada a un lado y cogió a su amigo.
— ¡Dioses del Olimpo!, ¿qué habéis hecho?
Escupiendo sangre y tosiendo, Jasón le lanzó una mirada acusadora.
— Yo no hice nada. Fuiste tú el que me traicionó. Éramos hermanos y me robaste el corazón.
Jasón tragó dolorosamente mientras sus pálidos ojos atravesaban a Joe.
— Jamás tuviste nada que no robaras antes.
Joe comenzó a temblar, consumido por la culpa y la agonía. Jamás había tenido intención de que sucediera algo así. Nunca había querido que alguien saliese herido, y menos aún Jasón. Lo único que deseaba era alguien que le amara. Sólo quería un hogar donde fuese bienvenido.
Pero Jasón tenía razón. Él era el único culpable. De todo.
Los chillidos de Penélope resonaban en sus oídos. Lo agarró del pelo y comenzó a tirar con todas sus fuerzas. Con una mirada salvaje, sacó la daga que Joe llevaba en el cinturón.
— ¡Te quiero muerto! ¡Muerto!
Le hundió la daga en el brazo, y volvió a sacarla para atacar de nuevo. Él la agarró a tiempo.
Con un fuerte tirón, se deshizo de él y se apartó.
— No —le dijo con una mirada desencajada—. Quiero que sufras. Me quitaste lo que más quería. Ahora yo haré lo mismo contigo —y salió corriendo.
Abrumado por el dolor y la furia, Joe no pudo moverse mientras veía como la vida abandonaba el cuerpo de su amigo.
Entonces, las palabras de su esposa se filtraron entre la neblina que confundía su mente.
— ¡No! —rugió mientras se ponía en pie—. ¡No lo hagas!
Llegó a la puerta de los aposentos de Penélope a tiempo para escuchar los gritos de los niños. Con el corazón en un puño, intentó abrirla pero ella la había atrancado desde dentro.
Cuando logró abrirla, era demasiado tarde.
Demasiado tarde…
Joe se llevó las manos a la cara, presionándose con fuerza los ojos, mientras el horror de lo sucedido aquel día lo inundaba de nuevo; pero ahora sentía las caricias de _______ en la espalda, y se sentía reconfortado.
Jamás sería capaz de olvidar la imagen de sus hijos, el miedo en el corazón. La agonía más absoluta.
Lo único que había amado en el mundo eran sus hijos.
Y sólo ellos lo habían amado.
¿Por qué? ¿Por qué tuvieron que sufrir a causa de sus errores? ¿Por qué tuvo Príapo que torturarlo haciendo que ellos sufrieran?
¿Y cómo pudo permitir Afrodita que todo aquello sucediese? Una cosa era que no le hiciese caso a él, pero dejar que sus hijos murieran…
Por eso fue aquel día a su templo. Había planeado matar a Príapo. Arrancarle la cabeza de los hombros y clavarla en una lanza.
— ¿Qué ocurrió? —le preguntó _____, devolviéndolo al presente.
— Cuando entré en la habitación era demasiado tarde —dijo con la garganta casi cerrada por el dolor—. Nuestros hijos estaban muertos; su propia madre los había asesinado. Penélope se había abierto las muñecas y yacía junto a ellos. Llamé a un médico para que intentara detener la hemorragia —entonces hizo una pausa—. Mientras exhalaba su último aliento, me escupió a la cara.
______ cerró los ojos, consumida por el dolor de Joe. Era peor de lo que había imaginado.
¡Santo Dios! ¿Cómo había sobrevivido?
Había escuchado numerosos relatos de tragedias a lo largo de su vida, pero ninguno podía compararse con lo que Joe había sufrido. Y lo pasó él solo, sin nadie que lo ayudara. Sin nadie que lo amara.
— Lo siento tanto —susurró ella acariciándole el pecho para consolarlo.
— Aún no puedo creer que estén muertos —murmuró él con la voz rota de dolor—. Me preguntaste qué hacía mientras estaba en el libro. Recordar las caras de mis hijos; de mi hijo y de mi hija. Recordar sus bracitos alrededor de mi cuello. Recordar cómo salían corriendo a mi encuentro cada vez que regresaba a casa, después de una campaña. Y revivir cada uno de los momentos de ese día, deseando haber hecho algo para salvarlos.
____ parpadeó para alejar las lágrimas. No era de extrañar que jamás hubiese hablado a nadie de eso.
Joe tomó una profunda bocanada de aire.
— Los dioses ni siquiera me conceden caer en la locura para poder escapar a mis recuerdos. No se me permite semejante alivio.
Después de esas palabras, no volvió a hablar. Se limitó a quedarse inmóvil entre los brazos de _____.
Sorprendida por su fortaleza, estuvo sentada tras él durante horas, abrazándolo. No sabía qué más podía hacer.
Por primera vez en años, sus habilidades de psicóloga le fallaron por completo.
Cuando se despertó, la luz del sol entraba a raudales por las ventanas. Tardó todo un minuto en recordar lo acontecido la noche anterior.
Se sentó en la cama e intentó tocar a Joe, pero estaba sola.
— ¿Joe? —lo llamó.
Nadie contestó.
Echando a un lado el edredón, se levantó y se vistió deprisa.
— ¿Joe? —volvió a llamarlo, mientras bajaba las escaleras.
Nada. Ni un sonido, aparte de los latidos frenéticos de su corazón.
El pánico comenzó a abrirse paso en su cabeza. ¿Le habría sucedido algo?
Entró corriendo en la sala de estar; el libro estaba sobre la mesita de café. Pasando las páginas con rapidez, vio que la hoja donde había estado el dibujo de Joe seguía en blanco. Aliviada por el hecho de que no hubiese regresado al libro, continuó registrando la casa.
¿Dónde estaba?
Fue a la cocina y notó que la puerta trasera estaba entreabierta. Frunció el ceño, extrañada, y la abrió del todo para salir al porche.
Echó una ojeada al patio hasta que vio a los niños de los vecinos sentados en el césped, justo al lado de los setos que separaban ambas casas. Pero lo que más le extrañó fue observar a Joe sentado con ellos, enseñándoles un juego con piedras y palitos.
Los dos niños y una de las niñas estaban sentados a su lado, escuchando atentamente, mientras su hermana pequeña —de tan sólo dos años— gateaba entre ellos.
_____ sonrió ante la apacible estampa. La calidez la invadió de repente, y se preguntó si Joe se habría visto así con sus propios hijos.
issadanger
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
NUEVA LECTORAAA!,,te suplico que subas maasa porfaovooor!
fita_jonas
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
fita_jonas escribió:NUEVA LECTORAAA!,,te suplico que subas maasa porfaovooor!
Hola bienvenida fita_jonas me alegro q te guste mi nove y si llegan a la página 13 les subo súper maratón
issadanger
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
por favor tienes que seguirla
que horrible historia
no me dejes con la angustia
:(
que horrible historia
no me dejes con la angustia
:(
fernanda
Re: Un amante de Ensueño (Joe y tu) TERMINADA
Nonononoooooooo!!!!. Sufrió demasiado y el merece ser feliz!!!...... Como una mujer puede matar a sus propios hijos!!!! Eso es muy cruel!!!!!!...
porfaaa siguela
porfaaa siguela
chelis
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