Butterflies Born To Fly {Larry Stylinson} ||Nuevo capítulo 15.O8.14||

Algo había cambiado desde que llego al centro. No se sentía el mismo chico que había sido antes de estar ahí. Aunque sus recuerdos eran vagos –sobre todo los que incluían meses recientes– sabía que había sufrido mucho, que aquella fue la razón por la cual saltó para terminar con su vida.

Las cicatrices hablaban por sí solas.

Reía junto a Aylin, de hecho le encantaba pasar tiempo con ella porque nunca había tenido una amiga de verdad. Y aunque hubieran dejado claro el hecho de que aún no confiaban absolutamente el uno con el otro, él sabía que si lo hacían, inconscientemente pero al fin y al cabo lo hacían.

Louis olvidaba sus días de sufrimiento, gracias a la amnesia que tenía y al tiempo que pasaba junto a la chica; pero entonces volvía a su habitación, que solo constaba de una mesa gris con una silla, que en realidad era cómoda, la cama individual pegada junto a la pared y una ventana y por último el closet. Se encontraba solo y la soledad le hacía recordar muchas cosas, desde lo que vivió de niño hasta lo último que comió o hizo.

Entonces una noche sucedió.

¿Por qué lo había vuelto a hacer? Necesidad, había recordaba esa extraña necesidad que tanta obsesión le trajo. Algunos recuerdos habían invadido sus sueños, imágenes de lo que alguna vez fue, de lo que siempre había sido.

Nada.

En la vida –lo que recordaba de ella– no había sido absolutamente nada. Louis no existía para nadie, lo que le convertía en un ser completamente invisible. Y sí existía para los demás nada más era para que le recordaran lo miserable que era vida.

No necesitaba de que le recordaran, más sin en cambio tres o cuatro chicos siempre se encargaban de hacérselo saber.

En ese momento recordaba por qué había intentado suicidarse. Y entonces le dolía, en ese momento se arrepentía, el no haber logrado su objetivo porque al fin de cuentas lo único que deseaba era estar muerto, tan solo para que el sufrimiento se acabara. Todo giraba a su alrededor y él quería comprender lo que sucedía pero no podía, se sentía confundido y dolido por todo.

Con lágrimas en los ojos se encontraba encima de la cama mordiendo su labio inferior para evitar cualquier grito. En su mente lo único que se reproducía eran imágenes absurdas de su sueño, o mejor dicho pesadilla. Y su brazo izquierdo… nuevamente se encontraba con una suave línea de la que brotaba sangre. No había sido una cortada profunda, de hecho había sido demasiado superficial porque no quería hacerlo pero más sin en cambio la herida estaba hecha.

La herida ardía como la mierda. De verdad ardía, todo su cuerpo temblaba, incluyendo su mano que sostenía la navaja, la cual no tenía ni idea como había llegado a él. Miro el pequeño artefacto, la hoja metálica estaba adornada por un rojo intenso provocando en el unas nauseas terribles. Lanzó la navaja lejos de él y esta fue a dar hasta la otra esquina de la habitación, muy cerca de la puerta.

Se recostó en la cama sin taparse la sabana, simplemente dejo que su cuerpo intentará descansar y que ignorará el hecho de que uno de sus brazos estaba sangrando. Miró fijamente una de las paredes y sus ojos turquesas se perdieron en el color blanco, las lágrimas nublaban su vista por lo que, de nueva cuenta, comenzó a sentirse confundido.

Confundido. Triste. Arrepentido. Abatido.

La imagen de su madre llego a su mente.

Tirada en el piso con un llanto lleno de súplica, con la mirada perdida y vacía en busca de esperanza que no encontraría. Su rostro malogrado al igual que todo su cuerpo, la mujer gemía a más no poder.

Él también estaba ahí. Él había sido el causante de todo ¿por qué? Louis no lo sabía, no comprendía porque su padre había matado a su madre. Una noche de borrachera tal vez. Pero no se veía sobrio, en sus cinco sentidos –al menos en su pesadilla– seguramente sabía lo que hacía.

Louis estaba detrás del sofá, nuevamente. La escena era real, como si estuviera sucediendo de nuevo pero lo único diferente era que no podía escuchar nada, todo estaba en completo silencio. Un silencio que poco a poco se fue apropiando el cuerpo de su madre.

–Te amo campeón –Susurró el padre antes de irse.

La imagen cambió de repente, su padre se había ido y él ya no era un niño. Al menos no se sentía como un pequeño. La escena era un poco extraña, estaba oscuro donde sea que estuviera. Noche, seguramente era de noche. Era un lugar junto a una carretera, solitario y abandonado. Louis no estaba seguro si estaba parado en cemento o tierra, pero estaba sobre algo.

Frente a él había una tipo bodega. Entró sin más, fue instinto porque sabía que debía entrar. La bodega estaba vacía pero entonces se escuchó un sollozo, era lo más ligero posible. Louis no veía nada y eso le trajo más recuerdos, sobre un lugar oscuro –totalmente oscuro– pero en su mente no había más que lo que estaba pasando.
Por alguna razón tenía miedo de caer, como si el piso fuera a desaparecer de repente, es como si supiera que eso era posible. Que alguna vez eso ya había sucedido.

Nuevamente el sollozo se escuchó rompiendo el silencio. Camino por instinto guiándose por el llanto ligero, ya que la oscuridad no le dejaba ver de quien se trataba, hasta llegar a una esquina. Un poco de luz entraba por tragaluz en el techo –luz de la luna, supuso– y dejaba ver una sombra cercana a él.

–Ho–Hola –Dijo Louis.

Nadie contesto. En vez de eso la sombra tomo forma, un cuerpo pequeño se acurruco lo más posible a la esquina, temiendo por algo. Y cuando Louis habló se encontró con un rostro familiar, suave, rasgos infantiles y con rizos sobre su cabeza.

–Harry –Susurró el castaño. Se acercó lentamente y el niño gruño.

Harry lloraba a más no poder, su rostro estaba sonrojado y mojado a causa de las lágrimas.

–Bebé –Volvió a susurrar con suavidad.

Louis se agacho en cuclillas a la altura del niño y, como lo había hacía dos días, sus brazos cogieron el cuerpo ligero del niño rodeándolo en un abrazo. Harry, o la imagen de este, escondió su infantil rostro en el pecho del mayor, soltando sus lágrimas para que Louis las recibiera.

–No me dejes –Susurró por primera vez Harry. Era una voz infantil, chillona y demasiado tierna.

Entonces todo desapareció en un segundo, todo se volvió negro en un instante dejando a Louis sobre el vacío, donde antes ya había estado.

«¡No me dejes!» Gritó Harry llorando. Tan solo lo escuchaba pero no lo veía. Corrió hacia quien sabe dónde por la oscuridad pero nunca dio con él, en su lugar más frases comenzaron a atormentarlo, palabras que alguna vez sus compañeros le dijeron.

Louis grito mientras varias lágrimas salían de sus ojos y sin más sus pies dejaron de sentir el piso, y entonces la escena volvió a cambiar. Estaba en el puente, era una noche fría pero a la vez cálida. Lo recordaba. Si lo había hecho.

La pesadilla dio fin. Sus ojos se abrieron completamente y sin evitarlo comenzó a llorar, las gotas saladas llenaron su rostro que estaba pálido. Gimió cuando sintió que sus manos buscaron con desesperación sus brazos, y no dudo ni un segundo, sus uñas rasgaron de a poco su piel. Cerró los ojos sintiendo, y disfrutando a la vez, un extraño dolor en su brazo, era un ardor aún más fuerte porque rasgaba en donde, horas antes, había cortado con el pedazo de metal.

Era un completo idiota por creer que todo el dolor se iría con lastimarse. Pero bueno que más daba, ya había intentado suicidarse y se había dado cuenta de que ni así podía acabar con el sufrimiento.

En ese instante su brazo ya se encontraba rojo por los rasguños, la herida que apenas cicatrizaba había vuelto a estar abierta. Y el dolor aumento.

«¿Por qué lo hiciste?» Una voz se hizo presente. Louis sabía a lo que se refería esa tonta voz, que parecía siempre acompañarle.

–No lo sé, quería acabar con mi dolor interno –Afirmó el chico.

«Y acaso ¿eso funciono?» Siguió la estúpida voz.

–No

«Louis ¿te odias?» Preguntó nuevamente la voz dentro de su cabeza.

–Sí ¡Debí haber muerto! –Gritó con su voz quebrada, sin saber a qué dirección dirigir su queja.

«¿Seguro?» Prosiguió la voz.

–¡Sí! No quiero estar acá… no quiero. Mi mamá… yo quiero… ir…

«¿Y Harry?»

–¿Qué tiene?

«Lo abandonarás. Él te necesita»

–Él me necesita –Repitió con duda y preguntándose a la vez si eso era cierto.

A Harry lo había conocido solo durante unas horas, después de eso no lo había visto de nuevo, ni siquiera se había molestado en ir a buscarlo. Aunque el castaño no negaba que había pensado en el niño pero tampoco era que significara algo para él, porque tan solo era un niño asustado por una tormenta. Había intentado negarse la necesidad de protegerlo porque creía estar seguro de que Harry no lo necesitaba.

¿O sí?