A Pesar De La Distancia (Harry StyLes)

Sentado en el ferri con rumbo a mi casa, era noviembre, un frio y terrible noviembre, ya hacia un año en que ella se había ido y aun recuerdo el día en que la conocí, esa tarde de abril que desearía que nunca se esfumara de mi mente, estaba en el parque, caminando, tropecé con ella y desde esa tarde no la deje de pensar día y noche.
Todo comenzó como una amistad, pero yo no sentía lo mismo, recuerdo la primera vez que la invite a salir, se veía hermosa, la mire a esos ojos que me cautivaban y que ahora añoro a morir, se fue y desde ese día no fui el mismo.

Aun tengo en mi memoria ese momento tan cruel.

- Harry – su voz se quebró, sentí el maldito impulso de abrazarla, secar cada una de sus lagrimas y decirle que la amaba, pero ¿Por qué no?, una simple respuesta, por ser un maldito cobarde.

- Me voy a ir a vivir a Los Ángeles – prosiguió ella – créeme que yo no quiero pero es por el trabajo de mi padre… – su voz se quebró mas y ya no pudo seguir.

En ese momento sentí como una parte de mi se quebraba en mil pedazos, mil pedazos que nunca podían ser reparados. La mire a los ojos para buscar alguna respuesta, pero fue en vano, aparto la mirada y comenzó a llorar más fuerte, me sentía frustrado, enojado, y millones de preguntas me atormentaban en mi cabeza.

¿Por qué se va?, ¿Por qué me la quitan?, ¿Por qué es tan difícil que yo pueda ser feliz?, esas preguntas me perseguían. Era mi mejor amiga, mi amor.

Salí de ahí, no quería verla más, la deje ahí, sola e indefensa. Mis lágrimas no se hicieron esperar, las aparte de un manotazo y… esa fue una de las últimas veces que la pude ver.

Ese día llegue a casa, me quede reflexionando acerca de lo que había ocurrido y Salí de ahí, tenía que recuperarla, Salí de mi casa totalmente decidido a decirle la verdad, a decirle que la amaba.

Llegue a su casa, su madre me abrió la puerta y me invito a pasar, me dijo que ella había llegado llorando y no pude evitar sentirme como la basura que fui en ese momento.

Subí a su cuarto, abrí la puerta y me quede paralizado al verla hecha un ovillo en un rincón, llorando a mares, me sentía como un animal, llegue a su lado y me recargue en la pared.

- Así que Los Ángeles – dije para tranquilizar las cosas.

______ Seco una de las lagrimas que caían por su rostro, me miro y me abrazo, la rodee con mis brazos, olía a su perfume, un delicado aroma a vainilla, delicioso, trate de grabarlo en mi memoria permanentemente, entre sollozos comenzó a decir.

- Prométeme que no me dejaras, no me olvidaras y que siempre estarás para mi – me abrazo mas – prométeme que siempre serás mi amigo –

Al pronunciar esas palabras, un nudo en mi garganta apareció ¿solo amigos?, bien, pes si es lo que ella quiere, lo hare.

- ¿me lo prometes? – pregunto al ver que no obtenía respuesta de mi parte, me limite a asentir con la cabeza.

- Prométeme – trague saliva, el nudo en la garganta no me dejaba hablar – que si te falta el aliento, te sientes sola, si tienes días grises, solo háblame, yo te estaré escuchando aunque no te pueda ver – la mire a los ojos.

Ella me abrazo aun mas y desde ese día ya no la he vuelto a ver en persona, y de toda esa amistad solo guardo lo mejor que viví a su lado y el maldito resentimiento me corroe, ese “te amo” que nunca me atreví a decirle.

Llegue a mi casa, prendí el ordenador y comencé a escuchar que la lluvia caía por mi ventana, pero no era verdad, desde que ella se fue mis días se llenaban de lluvias, porque nadie será como ella, nadie.

Conecto mis audífonos y mi mundo vuela, la música es mi fiel compañera, nunca me abandona.

De pronto mi móvil comienza sonar, veo el identificador, era número desconocido. Pongo la bocina a mi oído y contesto.

- ¿hola? – pregunto.

- Harry – escucho su voz, esa hermosa voz que me vuelve loco, no puedo creerlo. Un vuelco en mi estomago se hace presente, quiero entrar por el teléfono y decirle todo lo que siento - ¿Harry? –

- Oh, ______, sí, estoy aquí – tome aire - ¿Qué pasa? – pregunte.

- Harry, en este momento te necesito más que nunca – su voz se escuchaba triste.

- ¿Qué ocurre? – pregunte angustiado, necesitaba respuestas.

- Mi – su voz se quebró, odiaba cuando pasaba eso – mi abuelo murió ayer –

Su abuelo había sido una de las personas más importante para ella, era como su segundo papá.

- Tranquila, el estará en un lugar mejor – se escuchaba la respiración entrecortada de _____.

- Te hice caso – dijo ella, me desconcerté un poco – ayer tuve un día gris … y hoy hablo contigo –

Mi boca insinuó una sonrisa, era tan complicado, la sentía tan cerca pero a la vez estaba tan lejos de mí, la necesitaba y mucho.

- _____ pronuncie su nombre en un susurro – yo… - no podía decírselo, la cobardía hacia que no se lo dijera.

- ¿tú qué Harry? – pregunto ella, ¿se lo decía? ¿y si me rechazaba?

- Nada, olvídalo – cerré mis ojos intentando evadir mis sentimientos hacia ella.

- No Harry, dime ¿ocurre algo? – su voz se había suavizado un poco, me alegraba, ella ya estaba más tranquila.

- Te amo – susurre, abrí los ojos, ¿lo había hecho? Claro, había dirigido todo al caño, mi amistad con ella se arruinaría, muchas veces las grandes amistades se rompían cuando a uno le ganaban los sentimientos.

- Harry – pronuncio mi nombre con ternura – yo también te amo –

Mi corazón se paro por un momento, y de pronto comenzó a latir con más fuerza de lo que estaba latiendo antes.

- Te prometo que regresare – me dijo por la bocina – prometo que estaré ahí, solo necesito tiempo –

- Yo te estaré esperando – le respondí.

Estaba en el aeropuerto, era abril, como el mes que la conocí, mi corazón estaba intranquilo, parecía que se saldría de su lugar, pero… ¿Por qué?, la respuesta era simple, el amor de mi vida venia en un avión.
Estaba parado frente a la puerta numero 4, personas salían de ahí y yo estaba parado con un cartel que decía “el amor de mi vida” de pronto la vi, me miró y su maleta cayo, el aire se me fue por un momento, se abalanzo sobre mí, la tome entre mis brazos y aun usaba el mismo perfume, su olor a vainilla me invadió totalmente.
Nos separamos un poco, tome su cara entre mis manos, la miraba tan delicada, sus ojos tenían un brillo inigualable.
Me incline hacia ella, coloque mis labios sobre los suyos y se fundieron en un beso.
Al fin, era ella, la indicada, el amor de mi vida y a pesar de la distancia siempre la seguí amando.