Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
"NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 23 de 46. • Comparte
Página 23 de 46. • 1 ... 13 ... 22, 23, 24 ... 34 ... 46
Re: "NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
PARTE 5
24 de Junio, 9527 A.C.
Nicholas paseaba de un lado a otro, desesperado porque Artemisa apareciera y pudiera sorprenderla con su recién estrenado papel. La mañana había sido interesante descubriendo cosas nuevas sobre sí mismo. Podía mover objetos con sólo un pensamiento. Como Artemisa, podía teletransportarse dentro y fuera de la habitación. Vale que su madre le había dicho que no usara sus poderes, pero francamente, no podía evitarlo. Le controlaban a él más de lo que él controlaba los poderes. Y aún escuchaba las voces de la gente que le rodeaba, incluso las de los que estaban en tierras lejanas. Algunas veces les escuchaba tan alto que el dolor en los oídos le hacía caer de rodillas. Cada pensamiento. El mundo entero yacía desnudo a sus pies. La única paz que tenía era con Apollodorus cuyos deseos eran sencillos. Comer, dormir y que lo mecieran y amaran. Tenía mucho más solaz sencillamente teniendo en brazos a su sobrino, era como si todo el resto de las voces que gritaban se suavizaran permitiendo a Nicholas enfocar sobre sí mismo.
—¿Nicholas?
Se volvió al entrar Ryssa en su cuarto como una explosión de agitación, con Apollodorus en los brazos. Apolo es un gilipollas. Estoy tan cansada de ser su juguetito o su comida. Piensa que no tengo otra cosa que hacer que acudir cuando chasquea los dedos.
—Tengo que salir un rato. ¿Podrías quedarte con Apollodorus, por favor? Su niñera no puede hacer que deje de dar la lata y yo no puedo atenderle ahora.
—Su padre es un cerdo egoísta que piensa que soy su puta entrenada.
—¿No te importa?
Nicholas sacudió la cabeza en un esfuerzo por determinar qué había oído con las orejas y qué con la mente. Era extremadamente desconcertante.
—No me importa. —Cogió a Apollodorus de entre sus brazos.
¿Mamá? Cógeme…
Nicholas apretó el abrazo en torno a su sobrino.
—Le tengo. No te preocupes.
—Gracias. — No sé qué haría sin ti, akribos. Eres el único en el que puedo apoyarme. El resto son todos unos inútiles.
—Volveré tan pronto como pueda. —Le dio un beso rápido en la cabeza a Apollodorus y salió corriendo de la habitación maldiciendo a Apolo a cada paso.
Miró a su sobrino que estaba mirándole a él con curiosidad. —No tenía ni idea de que tu madre utilizara ese lenguaje.
Apollodorus se rió como si le comprendiera. ¿Theo juega conmigo?
—Absolutamente. —Nicholas se arrodilló en el suelo y le puso de pie. Así Apollodorus podía agarrarse a él y caminar.
Api quiere a Theo.
Nicholas sonrió ante el apodo que el niño se daba a sí mismo. Api quiere a su tío. Atesoró las palabras. Cerrando los ojos, trato de imaginar el hombre en que se convertiría su sobrino pero, al igual que con Ryssa, no consiguió ver nada. Era extraño. De cada persona que se le acercaba veía su futuro con total claridad.
¿Por qué no con los más próximos a él?
Apollodorus se cayó de culo y se chupó el pulgar.
—Bueno, ¿qué vamos a hacer nosotros dos mientras tu mamá no está?
Cosquillas en la tripa.
Nicholas rió.
—Vale. —Le complació y Apollodorus rió con deleite. Se dio la vuelta y le dio patadas mientras sujetaba la mano de Nicholas sobre el estómago.
La pura sencillez de la alegría de su sobrino y su amor le llegaron tan profundamente al interior que quiso abrazar el niño por toda la eternidad y mantenerlo a salvo. No había nada que amara más que a este pequeño ser. Rogaba que siempre fuera como ahora entre ellos. Que ni palabras dolorosas ni acciones les separaran.
¿Qué pensaría el pequeño cuando se hiciera mayor y Styxx y su padre le dijeran lo que había sido en el pasado? ¿Comprendería el niño que todo ello había sido contra la voluntad de Nicholas? ¿Qué nunca habría sido así y hubiera tenido elección?
O peor, ¿sería el niño cómo Maia…?
Se le encogieron las tripas ante el pensamiento. Levantando al niño, Nicholas le apretó contra el pecho tan fuerte como pudo sin hacerle daño. —Por favor, no me odies nunca, Api. De ti, no podría soportarlo.
Api quiere a Theo.
Nicholas adoró cada sílaba.
—¡Qué conmovedor!
Abrió los ojos y se encontró a Artemisa de pie ante ellos.
—¿Conocías a Apollodorus?
Ella se encogió de hombros.
—La verdad es que no. Apolo tiene cantidad de bastardos. Pero es bastante mono para ser un humano pequeño y maloliente, supongo.
Nicholas intentó escuchar sus pensamientos. Pero, al contrario que con los humanos, no era fácil. Tenía que esforzarse y sólo conseguía oír fragmentos.
Pon al niño en el suelo. Quiero estar contigo.
—¿Dónde está su madre?
—Con Apolo.
Puso los ojos en blanco y suspiró.
—Esa cosa, ¿no tiene un cuidador?
—Sí y en este momento resulta que el cuidador soy yo.
Ella se puso las manos en las caderas.
—Siéntate, Arti y te presentaré a tu sobrino. Sus mordiscos no duelen. —Al contrario que los de ella.
Todo su porte mostró la agitación que sentía cuando se sentó a su lado.
—¿Está mojado?
—No está mojado.
Apollodorus mantuvo la mano en la boca mientras miraba a Artemisa con curiosidad. Ella no es buena, theo…
Nicholas se rió ante el pensamiento.
Artemisa les lanzó una mirada feroz.
—¿Qué es tan gracioso?
—Nada. —dijo preguntándose por qué ella no podría oír los pensamientos del niño. Le picaba la curiosidad sobre cuanto podían diferir los poderes de un dios y de otro. Quizás había cantidad de cosas que él podía hacer y ella no—. Como diosa, ¿puedes oír lo que la gente piensa?
Ella puso los ojos en blanco.
—Pongo todo mi empeño en que no. Son siempre tan aburridos. O están intrigando para hacer daño a alguien o están pidiendo algo. La gente son insectos.
La rabiosa hostilidad le cogió desprevenido. Aunque alguna de la gente que conocía era mezquina, nunca insultaría a un insecto comparándolo con los cretinos que habían abusado de él.
—¿Incluido yo?
Encontraba desconcertante no poder oír lo que estaba pensando.
Aún así, siendo un dios, ¿no debería ella saber que estaba sentada junto a otro dios? ¿Cómo podía ser que ella no supiera lo que le había pasado anoche?
—¿Notas algo diferente en mí?
—A parte de que estás abrazando a un niño maloliente, no. —Dejó caer la mano—. Sé que los humanos montáis un gran alboroto en el aniversario de vuestros nacimientos pero lo que realmente los hace especiales es que estáis a un día menos de la muerte. ¿Quién querría celebrar eso?
Nicholas bufó ante su respuesta. Así que no podía notar su divinidad recién estrenada. Fascinante.
—No estaba hablando de mi edad.
—Entonces, ¿de qué? No te has cortado el pelo y puedo decir por la forma en que esa cosa pequeña está trepando por encima de ti y que no te estremeces hoy no te han azotado. ¿Qué más ha pasado?
El hecho de que pudiera ser tan arrogante ante sus palizas desató su cólera. La perra debería haber sufrido su dolor y su humillación para comprender que no era algo que se pudiera tomar a la ligera.
—Nada.
Ella descartó su respuesta hostil.
—Eres un tipo muy raro.
Apollodorus reptó hacia Artemisa. Se miraron el uno al otro durante un minuto entero antes de que él sonriera y pusiera su manita húmeda en el brazo de ella.
—Agg, qué asco. —Se limpió el brazo.
Nicholas abrió los brazos y Apollodorus volvió con él.
—¿Cómo lo soportas? —Artemisa se estremeció cuando él levantó al niño y Apollodorus le dio un beso lleno de babas en la mejilla.
—Le quiero, Arti. No hay nada que me disguste de él.
Ella se estremeció todavía más, como si fuera la cosa más repulsiva que pudiera imaginarse.
—Quieres tus propios hijos, ¿verdad? ¬—El tono acusatorio le dejó pasmado. Era como si ella pensara que era imbécil por desear algo así.
Nicholas mantuvo abrazado a su sobrino mientras consideraba la idea que jamás se le había pasado por la cabeza.
—Puesto que no puedo tenerlos, nunca he pensado en ello.
—¿Pero si pudieras?
Miró a su sobrino y sonrió. Daría cualquier cosa por poder crear algo tan preciado.
—No puedo pensar en un don más grande que tener mi propio hijo mirándome como me mira Api.
—Entonces te encontraremos un niño.
Se rió de la idea antes de cambiar al tema que realmente le importaba y era mucho más factible.
—Dime una cosa, Arti. Si yo fuera un dios, ¿reconocerías nuestra amistad ante los demás?
Ella hizo un ruido de completo disgusto desde el fondo de la garganta.
—Tú no eres un dios, Nicholas.
—Pero, si lo fuera…
—¿Por qué tienes esas ideas tan ridículas?
—¿Por qué no quieres contestarme?
—Porque no importa. No eres un dios. Ya te lo he dicho, tus ojos son una deformidad. Nada más.
¿Cómo podía ser un dios tan ciego para no reconocer a otro de su especie? ¿O su madre era realmente tan poderosa que le había protegido completamente de todos los dioses?
—Y ¿no conoces a ningún dios que tenga los ojos como los míos?
—No.
Quizás no fuera cuestión de divinidad… Puede que fuera porque pertenecían a diferentes panteones.
—¿Alguna vez has visto a un dios atlante?
Exasperada, le dio un golpe tan fuerte que las uñas le sonaron.
—¿Por qué estás tan preguntón hoy?
—¿Por qué te enfadas tanto por una simple pregunta?
—Porque quiero pasar el tiempo contigo sin esa cosa pegada a ti. ¿No podríamos ponerle en una jaula?
Nicholas se horrorizó.
—¡Artemisa!
—¿Qué? Estaría a salvo.
—Lloraría y tendría miedo.
—Vale —se puso de pie y los miró—. Volveré cuando te libres de él. —y se desvaneció al instante.
Apollodorus le miró con curiosidad. Nicholas le dio unas palmaditas en la espalda mientras movía la cabeza.
—Bueno, Api, esa era tu tía Artemisa en toda su gloria.
Artimisa.
Sonrió ante los intentos del niño de pronunciar el nombre en su cabeza. —Se le acerca bastante. Aunque la verdad es que no importa. No creo que vaya a venir a verte a menudo.
Achi está con Api.
Sonrió ampliamente ante la manera en que Apollodorus pronunciaba su nombre.
—Achi siempre estará contigo.
Lanzando una risilla, Apollodorus se hizo un ovillo en su regazo e inclinó la cabeza. Nicholas acarició la pequeña espalda y antes de que darse cuenta de que el pequeño estaba dormido.
Le cogió en brazos y le sostuvo contra el hombro donde el sonido de los suaves ronquidos del pequeño mantenían a raya al mundo en su cabeza. Estaba en paz con el universo y se preguntaba si su madre le habría abrazado así.
Por primera vez en su vida, pensó que sí. Al menos su verdadera madre.
Apollymi.
24 de Junio, 9527 A.C.
Nicholas paseaba de un lado a otro, desesperado porque Artemisa apareciera y pudiera sorprenderla con su recién estrenado papel. La mañana había sido interesante descubriendo cosas nuevas sobre sí mismo. Podía mover objetos con sólo un pensamiento. Como Artemisa, podía teletransportarse dentro y fuera de la habitación. Vale que su madre le había dicho que no usara sus poderes, pero francamente, no podía evitarlo. Le controlaban a él más de lo que él controlaba los poderes. Y aún escuchaba las voces de la gente que le rodeaba, incluso las de los que estaban en tierras lejanas. Algunas veces les escuchaba tan alto que el dolor en los oídos le hacía caer de rodillas. Cada pensamiento. El mundo entero yacía desnudo a sus pies. La única paz que tenía era con Apollodorus cuyos deseos eran sencillos. Comer, dormir y que lo mecieran y amaran. Tenía mucho más solaz sencillamente teniendo en brazos a su sobrino, era como si todo el resto de las voces que gritaban se suavizaran permitiendo a Nicholas enfocar sobre sí mismo.
—¿Nicholas?
Se volvió al entrar Ryssa en su cuarto como una explosión de agitación, con Apollodorus en los brazos. Apolo es un gilipollas. Estoy tan cansada de ser su juguetito o su comida. Piensa que no tengo otra cosa que hacer que acudir cuando chasquea los dedos.
—Tengo que salir un rato. ¿Podrías quedarte con Apollodorus, por favor? Su niñera no puede hacer que deje de dar la lata y yo no puedo atenderle ahora.
—Su padre es un cerdo egoísta que piensa que soy su puta entrenada.
—¿No te importa?
Nicholas sacudió la cabeza en un esfuerzo por determinar qué había oído con las orejas y qué con la mente. Era extremadamente desconcertante.
—No me importa. —Cogió a Apollodorus de entre sus brazos.
¿Mamá? Cógeme…
Nicholas apretó el abrazo en torno a su sobrino.
—Le tengo. No te preocupes.
—Gracias. — No sé qué haría sin ti, akribos. Eres el único en el que puedo apoyarme. El resto son todos unos inútiles.
—Volveré tan pronto como pueda. —Le dio un beso rápido en la cabeza a Apollodorus y salió corriendo de la habitación maldiciendo a Apolo a cada paso.
Miró a su sobrino que estaba mirándole a él con curiosidad. —No tenía ni idea de que tu madre utilizara ese lenguaje.
Apollodorus se rió como si le comprendiera. ¿Theo juega conmigo?
—Absolutamente. —Nicholas se arrodilló en el suelo y le puso de pie. Así Apollodorus podía agarrarse a él y caminar.
Api quiere a Theo.
Nicholas sonrió ante el apodo que el niño se daba a sí mismo. Api quiere a su tío. Atesoró las palabras. Cerrando los ojos, trato de imaginar el hombre en que se convertiría su sobrino pero, al igual que con Ryssa, no consiguió ver nada. Era extraño. De cada persona que se le acercaba veía su futuro con total claridad.
¿Por qué no con los más próximos a él?
Apollodorus se cayó de culo y se chupó el pulgar.
—Bueno, ¿qué vamos a hacer nosotros dos mientras tu mamá no está?
Cosquillas en la tripa.
Nicholas rió.
—Vale. —Le complació y Apollodorus rió con deleite. Se dio la vuelta y le dio patadas mientras sujetaba la mano de Nicholas sobre el estómago.
La pura sencillez de la alegría de su sobrino y su amor le llegaron tan profundamente al interior que quiso abrazar el niño por toda la eternidad y mantenerlo a salvo. No había nada que amara más que a este pequeño ser. Rogaba que siempre fuera como ahora entre ellos. Que ni palabras dolorosas ni acciones les separaran.
¿Qué pensaría el pequeño cuando se hiciera mayor y Styxx y su padre le dijeran lo que había sido en el pasado? ¿Comprendería el niño que todo ello había sido contra la voluntad de Nicholas? ¿Qué nunca habría sido así y hubiera tenido elección?
O peor, ¿sería el niño cómo Maia…?
Se le encogieron las tripas ante el pensamiento. Levantando al niño, Nicholas le apretó contra el pecho tan fuerte como pudo sin hacerle daño. —Por favor, no me odies nunca, Api. De ti, no podría soportarlo.
Api quiere a Theo.
Nicholas adoró cada sílaba.
—¡Qué conmovedor!
Abrió los ojos y se encontró a Artemisa de pie ante ellos.
—¿Conocías a Apollodorus?
Ella se encogió de hombros.
—La verdad es que no. Apolo tiene cantidad de bastardos. Pero es bastante mono para ser un humano pequeño y maloliente, supongo.
Nicholas intentó escuchar sus pensamientos. Pero, al contrario que con los humanos, no era fácil. Tenía que esforzarse y sólo conseguía oír fragmentos.
Pon al niño en el suelo. Quiero estar contigo.
—¿Dónde está su madre?
—Con Apolo.
Puso los ojos en blanco y suspiró.
—Esa cosa, ¿no tiene un cuidador?
—Sí y en este momento resulta que el cuidador soy yo.
Ella se puso las manos en las caderas.
—Siéntate, Arti y te presentaré a tu sobrino. Sus mordiscos no duelen. —Al contrario que los de ella.
Todo su porte mostró la agitación que sentía cuando se sentó a su lado.
—¿Está mojado?
—No está mojado.
Apollodorus mantuvo la mano en la boca mientras miraba a Artemisa con curiosidad. Ella no es buena, theo…
Nicholas se rió ante el pensamiento.
Artemisa les lanzó una mirada feroz.
—¿Qué es tan gracioso?
—Nada. —dijo preguntándose por qué ella no podría oír los pensamientos del niño. Le picaba la curiosidad sobre cuanto podían diferir los poderes de un dios y de otro. Quizás había cantidad de cosas que él podía hacer y ella no—. Como diosa, ¿puedes oír lo que la gente piensa?
Ella puso los ojos en blanco.
—Pongo todo mi empeño en que no. Son siempre tan aburridos. O están intrigando para hacer daño a alguien o están pidiendo algo. La gente son insectos.
La rabiosa hostilidad le cogió desprevenido. Aunque alguna de la gente que conocía era mezquina, nunca insultaría a un insecto comparándolo con los cretinos que habían abusado de él.
—¿Incluido yo?
Encontraba desconcertante no poder oír lo que estaba pensando.
Aún así, siendo un dios, ¿no debería ella saber que estaba sentada junto a otro dios? ¿Cómo podía ser que ella no supiera lo que le había pasado anoche?
—¿Notas algo diferente en mí?
—A parte de que estás abrazando a un niño maloliente, no. —Dejó caer la mano—. Sé que los humanos montáis un gran alboroto en el aniversario de vuestros nacimientos pero lo que realmente los hace especiales es que estáis a un día menos de la muerte. ¿Quién querría celebrar eso?
Nicholas bufó ante su respuesta. Así que no podía notar su divinidad recién estrenada. Fascinante.
—No estaba hablando de mi edad.
—Entonces, ¿de qué? No te has cortado el pelo y puedo decir por la forma en que esa cosa pequeña está trepando por encima de ti y que no te estremeces hoy no te han azotado. ¿Qué más ha pasado?
El hecho de que pudiera ser tan arrogante ante sus palizas desató su cólera. La perra debería haber sufrido su dolor y su humillación para comprender que no era algo que se pudiera tomar a la ligera.
—Nada.
Ella descartó su respuesta hostil.
—Eres un tipo muy raro.
Apollodorus reptó hacia Artemisa. Se miraron el uno al otro durante un minuto entero antes de que él sonriera y pusiera su manita húmeda en el brazo de ella.
—Agg, qué asco. —Se limpió el brazo.
Nicholas abrió los brazos y Apollodorus volvió con él.
—¿Cómo lo soportas? —Artemisa se estremeció cuando él levantó al niño y Apollodorus le dio un beso lleno de babas en la mejilla.
—Le quiero, Arti. No hay nada que me disguste de él.
Ella se estremeció todavía más, como si fuera la cosa más repulsiva que pudiera imaginarse.
—Quieres tus propios hijos, ¿verdad? ¬—El tono acusatorio le dejó pasmado. Era como si ella pensara que era imbécil por desear algo así.
Nicholas mantuvo abrazado a su sobrino mientras consideraba la idea que jamás se le había pasado por la cabeza.
—Puesto que no puedo tenerlos, nunca he pensado en ello.
—¿Pero si pudieras?
Miró a su sobrino y sonrió. Daría cualquier cosa por poder crear algo tan preciado.
—No puedo pensar en un don más grande que tener mi propio hijo mirándome como me mira Api.
—Entonces te encontraremos un niño.
Se rió de la idea antes de cambiar al tema que realmente le importaba y era mucho más factible.
—Dime una cosa, Arti. Si yo fuera un dios, ¿reconocerías nuestra amistad ante los demás?
Ella hizo un ruido de completo disgusto desde el fondo de la garganta.
—Tú no eres un dios, Nicholas.
—Pero, si lo fuera…
—¿Por qué tienes esas ideas tan ridículas?
—¿Por qué no quieres contestarme?
—Porque no importa. No eres un dios. Ya te lo he dicho, tus ojos son una deformidad. Nada más.
¿Cómo podía ser un dios tan ciego para no reconocer a otro de su especie? ¿O su madre era realmente tan poderosa que le había protegido completamente de todos los dioses?
—Y ¿no conoces a ningún dios que tenga los ojos como los míos?
—No.
Quizás no fuera cuestión de divinidad… Puede que fuera porque pertenecían a diferentes panteones.
—¿Alguna vez has visto a un dios atlante?
Exasperada, le dio un golpe tan fuerte que las uñas le sonaron.
—¿Por qué estás tan preguntón hoy?
—¿Por qué te enfadas tanto por una simple pregunta?
—Porque quiero pasar el tiempo contigo sin esa cosa pegada a ti. ¿No podríamos ponerle en una jaula?
Nicholas se horrorizó.
—¡Artemisa!
—¿Qué? Estaría a salvo.
—Lloraría y tendría miedo.
—Vale —se puso de pie y los miró—. Volveré cuando te libres de él. —y se desvaneció al instante.
Apollodorus le miró con curiosidad. Nicholas le dio unas palmaditas en la espalda mientras movía la cabeza.
—Bueno, Api, esa era tu tía Artemisa en toda su gloria.
Artimisa.
Sonrió ante los intentos del niño de pronunciar el nombre en su cabeza. —Se le acerca bastante. Aunque la verdad es que no importa. No creo que vaya a venir a verte a menudo.
Achi está con Api.
Sonrió ampliamente ante la manera en que Apollodorus pronunciaba su nombre.
—Achi siempre estará contigo.
Lanzando una risilla, Apollodorus se hizo un ovillo en su regazo e inclinó la cabeza. Nicholas acarició la pequeña espalda y antes de que darse cuenta de que el pequeño estaba dormido.
Le cogió en brazos y le sostuvo contra el hombro donde el sonido de los suaves ronquidos del pequeño mantenían a raya al mundo en su cabeza. Estaba en paz con el universo y se preguntaba si su madre le habría abrazado así.
Por primera vez en su vida, pensó que sí. Al menos su verdadera madre.
Apollymi.
Femme Fatale
Re: "NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
PARTE 6
Continuacion...
Apollymi continuó paseando de un lado a otro mientras Xiamara se mantenía de pie, mirándola.
—Esa diosa griega sigue viendo a mi hijo. ¿Crees que podríamos usarla para protegerle?
Xiamara dudó. Quizás no debiera ocultarle nada a su amiga, pero si Apollymi supiera la totalidad de lo que había sido la vida humana de Apostolos, no sabría decir lo que podría hacer.
—No lo sé, akra. Los griegos no son como nosotros y Artemisa no es tan poderosa dentro de su panteón. Creo que estaría asustada de ayudarle.
Apollymi gruñó de frustración.
—Tenemos que hacer algo.
—Puedo traerle aquí, pero en el momento en que lo haga, Achron y los otros caerán sobre nosotros y nos atacarán.
—No tengo miedo. Una vez que esté libre, puedo derrotarlos y además tenemos tu ejército. Pero con Apostolos… le atacarían y alguno de ellos podría matarle mientras nosotras estuviéramos ocupadas con los otros.
Esa debía ser la única razón por la que Apollymi había huido de ellos estando embarazada. El miedo por su hijo la apartó de la batalla. Un golpe perdido y podría haber terminado con la vida de su hijo. Ese era un riesgo que jamás correría.
—¿Debo convocar al Chthonian?
Apollymi se paró ante la pregunta y el corazón le dio un vuelco. Aunque los Chthonians originalmente eran humanos de nacimiento, poseían los poderes de los dioses y funcionaban, por así decirlo, como una unidad policial para los diferentes panteones. Mantenían el orden y evitaban las guerras entre dioses. Pero también tenían sus propios planes los cuales no siempre iban en interés del universo y definitivamente no en su propio interés. No confío en ellos. Para mantener la paz antes matarían a Apostolos que lo salvarlo. No puedo correr ese riesgo. —La frustración anidaba en su interior. En tanto Apostolos estuviera en forma humana, era vulnerable. Podrían matarle tan fácilmente ahora mismo... ¿Cómo podría tener a su hijo sin poner en peligro su vida?
Jaden...
Se volvió para mirar a Xiamara.
—Akra —dijo con un tono de reprimenda—. No estarás pensando lo que pienso que estás pensando, ¿verdad?
—Se puede hacer un intercambio con Jaden para que traiga aquí a Apostolos. Pero necesitaría un demonio para convocarle. —Le lanzo a Xiamara una mirada de complicidad.
Jaden era un intermediario que apañaba tratos entre los demonios y la fuerza primaria del universo. Su poder se equiparaba, si no es que superaba, al de un dios. Si había un ser que podía proteger a su hijo y devolvérselo, era él.
—Sabes que no hay nada que no hiciera por ti, Apollymi. Pero Jaden es impredecible. Incluso si acepta el trato, tendremos que ofrecerle algo supremo por esto.
Honestamente, no le importaba. Daría cualquier cosa por su hijo.
—¿Qué pediría a cambio de sus servicios?
—No hay forma de saberlo.
Apollymi se acercó al estanque en el que podía espiar el universo desde sus aguas. Podría haberlo usado para vigilar a Apostolos creciendo hacia la madurez pero el temor por su seguridad la había retenido de hacerlo. Si Achron sabía que estaba viendo a su hijo, habría sido capaz de usar el estanque para encontrar a Apostolos él mismo. Incluso ahora, no se atrevía a usarlo para ver a su hijo. Era un riesgo que se negaba a asumir.
Levantó el agua del estanque formando una bola iridiscente en el aire. Y allí, en el centro, enfocó sus poderes para encontrar a Jaden y averiguar lo que más deseaba.
Sombras oscuras giraron y se retorcieron. Después empezaron a tomar forma...
En el momento en que empezaban a ser reconocibles se disolvieron. Apollymi soltó una maldición. El poder que lo poseía no le permitiría saber cómo controlarlo.
¡Maldita sea!
La ira y la pena se mezclaron en su interior. De acuerdo, pues. —Convócale y ofrécele mis poderes y mi vida si me otorga cinco minutos a solas con mi hijo antes de que yo muera. Y su promesa de que protegerá a Apostolos el resto de su vida.
Xiamara la miró boquiabierta soltando una risa nerviosa salpicada de incredulidad. —Apollymi, no puedes.
Enfrentó la mirada de su amiga.
—¿Si fueran Xedrix, Xirena o Simi?
Xiamara maldijo dándose cuenta de que ella haría exactamente lo mismo para proteger a sus hijos.
—¿Estás segura?
—Es mi hijo, Xi. La única parte de mí que merece vivir. Sea lo que sea que se necesite para salvar su vida, cierra el trato. Sólo quiero abrazarle una vez antes de morir.
Xiamara la atrajo hacia ella en un abrazo y la apretó fuerte.
—Eres la mujer más valiente que he conocido, akra. Haré lo que pides incluso aunque no quiera hacerlo.
—¿Te vincularás a él cuando me haya ido?
—Sabes que lo haré. Después de todo lo que hemos pasado juntas, daría mi vida por ti y por tu hijo.
Apollymi se ahoga en lágrimas.
—Entonces eres la mejor amiga que nadie pueda tener.
Xiamara apretó el abrazo antes de dar un paso atrás.
—Volveré tan pronto como pueda.
Abatida pero esperanzada, Apollymi miró salir a Xiamara. Miró al estanque, desesperada por ver a su hijo pero sabía que era mejor no intentarlo. En el momento en que Xiamara había desbloqueado los poderes de Apostolos, había alertado a los otros.
El Día del Juicio había llegado. Por todos los dioses del universo, les haría pagar por lo que le habían hecho a su niño y por cada día que la habían hecho vivir sin él.
Continuacion...
Apollymi continuó paseando de un lado a otro mientras Xiamara se mantenía de pie, mirándola.
—Esa diosa griega sigue viendo a mi hijo. ¿Crees que podríamos usarla para protegerle?
Xiamara dudó. Quizás no debiera ocultarle nada a su amiga, pero si Apollymi supiera la totalidad de lo que había sido la vida humana de Apostolos, no sabría decir lo que podría hacer.
—No lo sé, akra. Los griegos no son como nosotros y Artemisa no es tan poderosa dentro de su panteón. Creo que estaría asustada de ayudarle.
Apollymi gruñó de frustración.
—Tenemos que hacer algo.
—Puedo traerle aquí, pero en el momento en que lo haga, Achron y los otros caerán sobre nosotros y nos atacarán.
—No tengo miedo. Una vez que esté libre, puedo derrotarlos y además tenemos tu ejército. Pero con Apostolos… le atacarían y alguno de ellos podría matarle mientras nosotras estuviéramos ocupadas con los otros.
Esa debía ser la única razón por la que Apollymi había huido de ellos estando embarazada. El miedo por su hijo la apartó de la batalla. Un golpe perdido y podría haber terminado con la vida de su hijo. Ese era un riesgo que jamás correría.
—¿Debo convocar al Chthonian?
Apollymi se paró ante la pregunta y el corazón le dio un vuelco. Aunque los Chthonians originalmente eran humanos de nacimiento, poseían los poderes de los dioses y funcionaban, por así decirlo, como una unidad policial para los diferentes panteones. Mantenían el orden y evitaban las guerras entre dioses. Pero también tenían sus propios planes los cuales no siempre iban en interés del universo y definitivamente no en su propio interés. No confío en ellos. Para mantener la paz antes matarían a Apostolos que lo salvarlo. No puedo correr ese riesgo. —La frustración anidaba en su interior. En tanto Apostolos estuviera en forma humana, era vulnerable. Podrían matarle tan fácilmente ahora mismo... ¿Cómo podría tener a su hijo sin poner en peligro su vida?
Jaden...
Se volvió para mirar a Xiamara.
—Akra —dijo con un tono de reprimenda—. No estarás pensando lo que pienso que estás pensando, ¿verdad?
—Se puede hacer un intercambio con Jaden para que traiga aquí a Apostolos. Pero necesitaría un demonio para convocarle. —Le lanzo a Xiamara una mirada de complicidad.
Jaden era un intermediario que apañaba tratos entre los demonios y la fuerza primaria del universo. Su poder se equiparaba, si no es que superaba, al de un dios. Si había un ser que podía proteger a su hijo y devolvérselo, era él.
—Sabes que no hay nada que no hiciera por ti, Apollymi. Pero Jaden es impredecible. Incluso si acepta el trato, tendremos que ofrecerle algo supremo por esto.
Honestamente, no le importaba. Daría cualquier cosa por su hijo.
—¿Qué pediría a cambio de sus servicios?
—No hay forma de saberlo.
Apollymi se acercó al estanque en el que podía espiar el universo desde sus aguas. Podría haberlo usado para vigilar a Apostolos creciendo hacia la madurez pero el temor por su seguridad la había retenido de hacerlo. Si Achron sabía que estaba viendo a su hijo, habría sido capaz de usar el estanque para encontrar a Apostolos él mismo. Incluso ahora, no se atrevía a usarlo para ver a su hijo. Era un riesgo que se negaba a asumir.
Levantó el agua del estanque formando una bola iridiscente en el aire. Y allí, en el centro, enfocó sus poderes para encontrar a Jaden y averiguar lo que más deseaba.
Sombras oscuras giraron y se retorcieron. Después empezaron a tomar forma...
En el momento en que empezaban a ser reconocibles se disolvieron. Apollymi soltó una maldición. El poder que lo poseía no le permitiría saber cómo controlarlo.
¡Maldita sea!
La ira y la pena se mezclaron en su interior. De acuerdo, pues. —Convócale y ofrécele mis poderes y mi vida si me otorga cinco minutos a solas con mi hijo antes de que yo muera. Y su promesa de que protegerá a Apostolos el resto de su vida.
Xiamara la miró boquiabierta soltando una risa nerviosa salpicada de incredulidad. —Apollymi, no puedes.
Enfrentó la mirada de su amiga.
—¿Si fueran Xedrix, Xirena o Simi?
Xiamara maldijo dándose cuenta de que ella haría exactamente lo mismo para proteger a sus hijos.
—¿Estás segura?
—Es mi hijo, Xi. La única parte de mí que merece vivir. Sea lo que sea que se necesite para salvar su vida, cierra el trato. Sólo quiero abrazarle una vez antes de morir.
Xiamara la atrajo hacia ella en un abrazo y la apretó fuerte.
—Eres la mujer más valiente que he conocido, akra. Haré lo que pides incluso aunque no quiera hacerlo.
—¿Te vincularás a él cuando me haya ido?
—Sabes que lo haré. Después de todo lo que hemos pasado juntas, daría mi vida por ti y por tu hijo.
Apollymi se ahoga en lágrimas.
—Entonces eres la mejor amiga que nadie pueda tener.
Xiamara apretó el abrazo antes de dar un paso atrás.
—Volveré tan pronto como pueda.
Abatida pero esperanzada, Apollymi miró salir a Xiamara. Miró al estanque, desesperada por ver a su hijo pero sabía que era mejor no intentarlo. En el momento en que Xiamara había desbloqueado los poderes de Apostolos, había alertado a los otros.
El Día del Juicio había llegado. Por todos los dioses del universo, les haría pagar por lo que le habían hecho a su niño y por cada día que la habían hecho vivir sin él.
Femme Fatale
Re: "NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
PARTE 7
24 de Junio, 9527 A.C.
Nicholas caminaba por el centro de la ciudad, sintiendo el poder de la vida moviéndose por sus venas. Era como si ahora, verdaderamente, formara parte del universo. Los colores eran más vibrantes, cada sonido… podía oír el latido de los corazones y la sangre corriendo por las venas. Sabía instantáneamente el nombre de cada persona que pasaba. Su pasado, su presente y su futuro.
Nada le estaba oculto. Podía sentir el poder de las eras. Se sentía invencible.
Mmmm. Me encantaría tener un pedazo de eso.
Se volvió hacia la mujer cuyos pensamientos tenía en la mente. Ella desvió inmediatamente la mirada como si se avergonzara de su lascivia.
Nicholas se paró de golpe y se dio cuenta de algo.
Con sus poderes desbloqueados, la gente no saltaba sobre él como antes. Se bajó la capucha para probar su teoría, puesto que podía teletransportarse a cualquier sitio con tan sólo un pensamiento. El familiar temblor recorrió a aquellos que le vieron, pero por primera vez en su vida, mantuvieron la distancia. Era como si pudieran sentir los poderes en su interior y supieran que era mejor no acercarse.
Asombrado, se quitó la capa y se la tendió a un mendigo mientras seguía caminando por las calles al descubierto. Expuesto. Así que esto era sentirse normal. Era increíble vivir sin miedo. Sin que le magullaran ni le hicieran daño.
Queriendo reír de alivio y excitación, se dirigió hacia el templo de Artemisa y entró sin temor.
El templo estaba vacío a esa hora del día. Envalentonado por su sus poderes, se aproximó a su estatua.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Vio a Artemisa en las sombras.
—Quería verte.
—Deberías saber que es mejor que no vengas aquí. —gruño con tono bajo y feroz—. ¿Qué pasaría si te viera alguien?
Él chasqueó la lengua.
—¿De qué va esto, Arti? ¿Por qué no puedo hacer una ofrenda a una diosa? ¿Tan ofensivo te parezco?
Artemisa frunció el ceño. Había algo diferente hoy en Nicholas. Una esencia de poder que ondulaba… como la presencia de un dios, pero ella sabía bien que no podía ser.
—¿Estás borracho?
La sonrisa de él era realmente encantadora. ¬
—Ya no puedo emborracharme.
—¿Qué quieres decir?
—Nada. —Se aproximó a ella como un animal salvaje acechando a su presa. Lento. Sensual. Seductor. Estaba como hipnotizada por la fluida belleza de sus movimientos que rezumaban una sexualidad antinatural. Antes de que pudiera moverse, la atrajo con fuerza contra él y besó sus labios.
El fuego la recorrió olvidándose de que estaba con él al descubierto. No la había besado así desde hacía mucho tiempo. Lo siguiente que supo es que estaban en su dormitorio en el Olimpo.
Qué raro, no recordaba haberlos traído aquí… Pero perdió el hilo del pensamiento en el instante en que la cogió en brazos y la llevó a la cama. Le encantaba cuando la llevaba en brazos. La hacía sentirse tan femenina.
Nicholas no sabía de dónde venía la súbita oleada de deseo. Era arrolladora y estimulante. No recordaba haber querido estar con alguien tanto como deseaba estar con Artemisa en este momento. Era como si tuviera que tenerla ya mismo.
Como si algo en su interior le empujara a poseerla y dominarla.
Los colmillos de ella se alargaron mientras hacía que se desvanecieran las ropas de ambos.
—Eres tan hermoso, —dijo con un ligerísimo ceceo—. Te quiero dentro de mí mientras me alimento.
Pero él no estaba de humor para eso. La atrajo hacia él para encontrar sus labios y poder besarla con la furia y la fuerza que hervían en su interior. Era como si no le quedara humanidad. Gruñendo por lo bajo, le dio la vuelta hasta ponerla sobre el estómago, le abrió las piernas ampliamente y la penetró desde atrás.
Artemisa jadeó al inundar su cuerpo un inimaginable placer. Nicholas nunca había sido tan enérgico con ella. Pero aún así, seguía siendo dulce. La mezcla la cegó de éxtasis. Su empuje era tan profundo y fuerte. Poderoso. Lo sentía como si estuviera tocando una parte de su alma inmortal.
—Dime por quién estás hambrienta, Artemisa. —gruñó en su oreja.
Ella contuvo el aliento cuando el puntualizó cada palabra con una profunda embestida.
—Por ti.
—¿Y a quién ansías?
—Sólo a ti.
—Entonces di mi nombre. Quiero que lo digas mientras estoy dentro de ti. Mientras te poseo.
—Nicholas. —gritó de placer.
Se retiró de su interior y le dio la vuelta para que lo mirara a la cara. Con la respiración entrecortada, la miró con un deseo tan ardiente que la escaldó. Ahora no había nada servil en él. Estaba con ella de igual a igual.
No, él era más que eso.
Su beso la quemó antes de volviera a entrar en ella. Artemisa arqueó la espalda empujándole incluso más profundo.
Él se retiró y tomó su cara entre las manos mientras la cabalgaba hondo y fuerte. Sus ojos plateados destellearon de rojo.
—Mírame mientras estoy dentro de ti y di mi nombre otra vez.
—Nicholas.
—¿Y quién te dirige, diosa? ¿Quién es el único hombre que hace que te mojes de deseo?
Ella gritó en el límite del orgasmo.
Él se congeló como si lo supiera y la frustración fue casi suficiente para que le abofeteara.
—Contéstame, Artemisa. Si quieres correrte, dime ante quién respondes.
Ella levantó el cuerpo y puso las piernas alrededor de sus delgadas caderas.
—Ante ti, Nicholas. Sólo ante ti.
Descendió sobre sus labios con otro beso abrasador antes de volver a empujar contra ella. Incapaz de soportarlo, le retiró el pelo del cuello y le hundió profundamente los dientes.
En el momento en que lo hizo, él se enterró totalmente hasta la base mientras ambos se corrían.
Artemisa grito y se retorció en una felicidad incomparable.
Nicholas se sentía paralizado por los espasmos que recorrían su cuerpo. Era tan raro que se corriera dentro de ella que la novedad le cegó temporalmente. Ella se aferró a su cuerpo y le dio la vuelta para ponerle de espaldas para poder alimentarse.
Yacía completamente saciado mientras ella tomaba su sangre. Por una vez no se sentía débil.
Artemisa se apartó para mirarle con expresión sobresaltada. Tenía los ojos plateados y los labios cubiertos con su sangre.
—¿Qué eres?
Antes de poder contestarla sintió esa extraña frialdad filtrándose en su interior con el estremecimiento de electricidad que era el heraldo de que se estaba volviendo azul.
Jadeando, Artemisa se apartó hasta los pies de la cama, acurrucándose desnuda como si estuviera lista para atacarle.
Nicholas echó la cabeza hacia atrás y sus poderes surgieron en una oleada tan poderosa que hicieron añicos las ventanas de la habitación.
—¡Fuera! ¬—aulló. Pero esta vez, cuando intentó devolverle al mundo de los humanos, él se negó a marchar.
La agarró y la atrajo contra él. Como sospechaba, vio su mano, azul contra la palidez de su brazo.
—¿Qué pasa, Arti? ¿Ahora me tienes miedo?
Artemisa tragó saliva ante la vista de su precioso Nicholas. Había desaparecido el hermoso hombre rubio cada uno de cuyos rasgos era perfecto. Lo que veía ahora era siniestramente hermoso. Su piel se ondulaba en una sinfonía de azules. Su pelo era negro, como sus labios y sus uñas.
Y sus ojos…
Destelleaban del plateado a rojo una y otra vez.
Este era un dios de la destrucción y ella lo sabía. Podía sentir los poderes que hacían de los suyos una burla, incluso de los que poseía Zeus. Nicholas podría matarla…
—¡Me has engañado! —le acusó.
—Yo no he hecho nada. —su piel volvió a ser normal—. Te ofrecí mi corazón una vez, Artemisa. Me dijiste que no era lo suficientemente bueno para ti. ¿Lo soy ahora?
No, esto era peor aún. Traer un dios más poderoso al Olimpo…
Podrían matarla.
—¿Qué quieres? —preguntó aterrorizada por lo que podría contestar. ¿Había venido a destruirlos a todos ellos?
Él alargó una mano azul de aspecto marmóreo y la posó en su mejilla. Sus ojos la quemaron con atormentada necesidad. —Quiero que me ames.
—Pues claro que te amo.
—Lo dices sólo porque ahora me tienes miedo. Puedo sentirlo.
—No, Nicholas. Es la verdad. Te he amado desde el momento en que me besaste por primera vez.
Sus ojos se volvieron de un rojo llameante y vibrante.
—Entonces, pruébalo.
—¿Cómo?
—Pasea conmigo por el palacio en Didymos. A mi lado. Como mi igual.
El mero pensamiento la horrorizó.
—No puedo hacer eso.
—Soy un dios. ¿Por qué no podrías pasear con un dios?
Artemisa negó con la cabeza. No era tan sencillo.
—Eras una puta.
Nicholas se encogió cuando las palabras el rasgaron con la ferocidad de hojas cortantes.
—Soy una diosa virgen —dijo enérgicamente. —Nadie puede saber nunca que me sedujo una vulgar prostituta. Dios o no dios, no puedo reivindicarte. Nunca.
Así pues, seguía sin ser lo bastante bueno. Dios o no dios seguía siendo nada más que basura indeseable. Una vergüenza. Ni siquiera su madre podía reclamarle.
El corazón se le hizo pedazos y tomó aliento profundamente cuando ella retrocedió con miedo. En ese momento, se odiaba a sí mismo por lo que era y lo que había sido.
Un matón.
No era mejor que aquellos que le hicieron rogar y arrastrarse por un gesto amable. El solo pensamiento le puso enfermo.
Saliendo de la cama, puso de pie a Artemisa. Desnuda y temblando se quedó quieta en la oscuridad de la habitación, confundida por todo lo que había pasado.
Nicholas era un dios.
Pero ¿de qué panteón? Todavía podía sentir el poder de su sangre. Ese poder mezclado con la suya le daba un vislumbre de las habilidades que poseía.
Era un destructor. Un asesino de dioses. Todo el panteón vivía en el temor de los dioses oscuros. Los que podían dar órdenes a la fuente primordial del universo. No había muchos que poseyeran esa habilidad y ninguno de los dioses griegos la tenía.
Ninguno.
Pero Nicholas sí.
—¿Qué he hecho?
Su tonta despreocupación bien podría ser la causa de la muerte de todos ellos.
24 de Junio, 9527 A.C.
Nicholas caminaba por el centro de la ciudad, sintiendo el poder de la vida moviéndose por sus venas. Era como si ahora, verdaderamente, formara parte del universo. Los colores eran más vibrantes, cada sonido… podía oír el latido de los corazones y la sangre corriendo por las venas. Sabía instantáneamente el nombre de cada persona que pasaba. Su pasado, su presente y su futuro.
Nada le estaba oculto. Podía sentir el poder de las eras. Se sentía invencible.
Mmmm. Me encantaría tener un pedazo de eso.
Se volvió hacia la mujer cuyos pensamientos tenía en la mente. Ella desvió inmediatamente la mirada como si se avergonzara de su lascivia.
Nicholas se paró de golpe y se dio cuenta de algo.
Con sus poderes desbloqueados, la gente no saltaba sobre él como antes. Se bajó la capucha para probar su teoría, puesto que podía teletransportarse a cualquier sitio con tan sólo un pensamiento. El familiar temblor recorrió a aquellos que le vieron, pero por primera vez en su vida, mantuvieron la distancia. Era como si pudieran sentir los poderes en su interior y supieran que era mejor no acercarse.
Asombrado, se quitó la capa y se la tendió a un mendigo mientras seguía caminando por las calles al descubierto. Expuesto. Así que esto era sentirse normal. Era increíble vivir sin miedo. Sin que le magullaran ni le hicieran daño.
Queriendo reír de alivio y excitación, se dirigió hacia el templo de Artemisa y entró sin temor.
El templo estaba vacío a esa hora del día. Envalentonado por su sus poderes, se aproximó a su estatua.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Vio a Artemisa en las sombras.
—Quería verte.
—Deberías saber que es mejor que no vengas aquí. —gruño con tono bajo y feroz—. ¿Qué pasaría si te viera alguien?
Él chasqueó la lengua.
—¿De qué va esto, Arti? ¿Por qué no puedo hacer una ofrenda a una diosa? ¿Tan ofensivo te parezco?
Artemisa frunció el ceño. Había algo diferente hoy en Nicholas. Una esencia de poder que ondulaba… como la presencia de un dios, pero ella sabía bien que no podía ser.
—¿Estás borracho?
La sonrisa de él era realmente encantadora. ¬
—Ya no puedo emborracharme.
—¿Qué quieres decir?
—Nada. —Se aproximó a ella como un animal salvaje acechando a su presa. Lento. Sensual. Seductor. Estaba como hipnotizada por la fluida belleza de sus movimientos que rezumaban una sexualidad antinatural. Antes de que pudiera moverse, la atrajo con fuerza contra él y besó sus labios.
El fuego la recorrió olvidándose de que estaba con él al descubierto. No la había besado así desde hacía mucho tiempo. Lo siguiente que supo es que estaban en su dormitorio en el Olimpo.
Qué raro, no recordaba haberlos traído aquí… Pero perdió el hilo del pensamiento en el instante en que la cogió en brazos y la llevó a la cama. Le encantaba cuando la llevaba en brazos. La hacía sentirse tan femenina.
Nicholas no sabía de dónde venía la súbita oleada de deseo. Era arrolladora y estimulante. No recordaba haber querido estar con alguien tanto como deseaba estar con Artemisa en este momento. Era como si tuviera que tenerla ya mismo.
Como si algo en su interior le empujara a poseerla y dominarla.
Los colmillos de ella se alargaron mientras hacía que se desvanecieran las ropas de ambos.
—Eres tan hermoso, —dijo con un ligerísimo ceceo—. Te quiero dentro de mí mientras me alimento.
Pero él no estaba de humor para eso. La atrajo hacia él para encontrar sus labios y poder besarla con la furia y la fuerza que hervían en su interior. Era como si no le quedara humanidad. Gruñendo por lo bajo, le dio la vuelta hasta ponerla sobre el estómago, le abrió las piernas ampliamente y la penetró desde atrás.
Artemisa jadeó al inundar su cuerpo un inimaginable placer. Nicholas nunca había sido tan enérgico con ella. Pero aún así, seguía siendo dulce. La mezcla la cegó de éxtasis. Su empuje era tan profundo y fuerte. Poderoso. Lo sentía como si estuviera tocando una parte de su alma inmortal.
—Dime por quién estás hambrienta, Artemisa. —gruñó en su oreja.
Ella contuvo el aliento cuando el puntualizó cada palabra con una profunda embestida.
—Por ti.
—¿Y a quién ansías?
—Sólo a ti.
—Entonces di mi nombre. Quiero que lo digas mientras estoy dentro de ti. Mientras te poseo.
—Nicholas. —gritó de placer.
Se retiró de su interior y le dio la vuelta para que lo mirara a la cara. Con la respiración entrecortada, la miró con un deseo tan ardiente que la escaldó. Ahora no había nada servil en él. Estaba con ella de igual a igual.
No, él era más que eso.
Su beso la quemó antes de volviera a entrar en ella. Artemisa arqueó la espalda empujándole incluso más profundo.
Él se retiró y tomó su cara entre las manos mientras la cabalgaba hondo y fuerte. Sus ojos plateados destellearon de rojo.
—Mírame mientras estoy dentro de ti y di mi nombre otra vez.
—Nicholas.
—¿Y quién te dirige, diosa? ¿Quién es el único hombre que hace que te mojes de deseo?
Ella gritó en el límite del orgasmo.
Él se congeló como si lo supiera y la frustración fue casi suficiente para que le abofeteara.
—Contéstame, Artemisa. Si quieres correrte, dime ante quién respondes.
Ella levantó el cuerpo y puso las piernas alrededor de sus delgadas caderas.
—Ante ti, Nicholas. Sólo ante ti.
Descendió sobre sus labios con otro beso abrasador antes de volver a empujar contra ella. Incapaz de soportarlo, le retiró el pelo del cuello y le hundió profundamente los dientes.
En el momento en que lo hizo, él se enterró totalmente hasta la base mientras ambos se corrían.
Artemisa grito y se retorció en una felicidad incomparable.
Nicholas se sentía paralizado por los espasmos que recorrían su cuerpo. Era tan raro que se corriera dentro de ella que la novedad le cegó temporalmente. Ella se aferró a su cuerpo y le dio la vuelta para ponerle de espaldas para poder alimentarse.
Yacía completamente saciado mientras ella tomaba su sangre. Por una vez no se sentía débil.
Artemisa se apartó para mirarle con expresión sobresaltada. Tenía los ojos plateados y los labios cubiertos con su sangre.
—¿Qué eres?
Antes de poder contestarla sintió esa extraña frialdad filtrándose en su interior con el estremecimiento de electricidad que era el heraldo de que se estaba volviendo azul.
Jadeando, Artemisa se apartó hasta los pies de la cama, acurrucándose desnuda como si estuviera lista para atacarle.
Nicholas echó la cabeza hacia atrás y sus poderes surgieron en una oleada tan poderosa que hicieron añicos las ventanas de la habitación.
—¡Fuera! ¬—aulló. Pero esta vez, cuando intentó devolverle al mundo de los humanos, él se negó a marchar.
La agarró y la atrajo contra él. Como sospechaba, vio su mano, azul contra la palidez de su brazo.
—¿Qué pasa, Arti? ¿Ahora me tienes miedo?
Artemisa tragó saliva ante la vista de su precioso Nicholas. Había desaparecido el hermoso hombre rubio cada uno de cuyos rasgos era perfecto. Lo que veía ahora era siniestramente hermoso. Su piel se ondulaba en una sinfonía de azules. Su pelo era negro, como sus labios y sus uñas.
Y sus ojos…
Destelleaban del plateado a rojo una y otra vez.
Este era un dios de la destrucción y ella lo sabía. Podía sentir los poderes que hacían de los suyos una burla, incluso de los que poseía Zeus. Nicholas podría matarla…
—¡Me has engañado! —le acusó.
—Yo no he hecho nada. —su piel volvió a ser normal—. Te ofrecí mi corazón una vez, Artemisa. Me dijiste que no era lo suficientemente bueno para ti. ¿Lo soy ahora?
No, esto era peor aún. Traer un dios más poderoso al Olimpo…
Podrían matarla.
—¿Qué quieres? —preguntó aterrorizada por lo que podría contestar. ¿Había venido a destruirlos a todos ellos?
Él alargó una mano azul de aspecto marmóreo y la posó en su mejilla. Sus ojos la quemaron con atormentada necesidad. —Quiero que me ames.
—Pues claro que te amo.
—Lo dices sólo porque ahora me tienes miedo. Puedo sentirlo.
—No, Nicholas. Es la verdad. Te he amado desde el momento en que me besaste por primera vez.
Sus ojos se volvieron de un rojo llameante y vibrante.
—Entonces, pruébalo.
—¿Cómo?
—Pasea conmigo por el palacio en Didymos. A mi lado. Como mi igual.
El mero pensamiento la horrorizó.
—No puedo hacer eso.
—Soy un dios. ¿Por qué no podrías pasear con un dios?
Artemisa negó con la cabeza. No era tan sencillo.
—Eras una puta.
Nicholas se encogió cuando las palabras el rasgaron con la ferocidad de hojas cortantes.
—Soy una diosa virgen —dijo enérgicamente. —Nadie puede saber nunca que me sedujo una vulgar prostituta. Dios o no dios, no puedo reivindicarte. Nunca.
Así pues, seguía sin ser lo bastante bueno. Dios o no dios seguía siendo nada más que basura indeseable. Una vergüenza. Ni siquiera su madre podía reclamarle.
El corazón se le hizo pedazos y tomó aliento profundamente cuando ella retrocedió con miedo. En ese momento, se odiaba a sí mismo por lo que era y lo que había sido.
Un matón.
No era mejor que aquellos que le hicieron rogar y arrastrarse por un gesto amable. El solo pensamiento le puso enfermo.
Saliendo de la cama, puso de pie a Artemisa. Desnuda y temblando se quedó quieta en la oscuridad de la habitación, confundida por todo lo que había pasado.
Nicholas era un dios.
Pero ¿de qué panteón? Todavía podía sentir el poder de su sangre. Ese poder mezclado con la suya le daba un vislumbre de las habilidades que poseía.
Era un destructor. Un asesino de dioses. Todo el panteón vivía en el temor de los dioses oscuros. Los que podían dar órdenes a la fuente primordial del universo. No había muchos que poseyeran esa habilidad y ninguno de los dioses griegos la tenía.
Ninguno.
Pero Nicholas sí.
—¿Qué he hecho?
Su tonta despreocupación bien podría ser la causa de la muerte de todos ellos.
Femme Fatale
Re: "NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
LISTO chicas!!!!!!!!!!!!!!! ya puse el maraton :D
gracias por comentar..porque bue..algunos se aburren cuando las historias son muy largas
pero ustedes nop
muchas gracias por leer la nove :D
gracias por comentar..porque bue..algunos se aburren cuando las historias son muy largas
pero ustedes nop
muchas gracias por leer la nove :D
Femme Fatale
Re: "NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
Waaaaaaaaaa qe genial qe iia es un Dios!!! Ojalá qe le haga caso a Api ii AHORA si vea qe la perr* de Artemisa no lo merece! Jaja ujuuu! ii pobre de la mama de Nicholas!u.u no qiero qe se muera! XfizZ siguela pronto! Y gracias x el maratón!
Muffin_Nickita_Jonas92
Re: "NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
prometiste y si ahora sube mas pleaseee
#Fire Rouge..*
Re: "NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
Woow!!, Pobre la madre de Nick, =(
siguela!, merecemos más capis!!!!!!! :love:
siguela!, merecemos más capis!!!!!!! :love:
016melanie
Re: "NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
SiguelaaA porfis!!!! Me dejaste con la intrigaaa!!!!!
Quiero mas capiii!! Adoroo esta noveee!!!
SiguelaAaaaaaa!!!!!
Jiji
Quiero mas capiii!! Adoroo esta noveee!!!
SiguelaAaaaaaa!!!!!
Jiji
JijiMalfoyPotter
Re: "NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
nueva lectora
dios esta nove ha sido la mejorque he leido dios esta de wow
sin palabras
pliss sube nuevo cap he tardado lo bastante para leerla pero ha valido la pena
solo unas cosas
amo a ryssa odio a artemisa styxx que se pudra el infeliz :D
plius siguelaaaaaaaaaaaaaa
dios esta nove ha sido la mejorque he leido dios esta de wow
sin palabras
pliss sube nuevo cap he tardado lo bastante para leerla pero ha valido la pena
solo unas cosas
amo a ryssa odio a artemisa styxx que se pudra el infeliz :D
plius siguelaaaaaaaaaaaaaa
ama-jonatik
Re: "NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
daisy please no seas malita hace otro maraton pleaseee ahora asta que pase lo inevitableee
#Fire Rouge..*
Re: "NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
ama-jonatik escribió:nueva lectora
dios esta nove ha sido la mejorque he leido dios esta de wow
sin palabras
pliss sube nuevo cap he tardado lo bastante para leerla pero ha valido la pena
solo unas cosas
amo a ryssa odio a artemisa styxx que se pudra el infeliz :D
plius siguelaaaaaaaaaaaaaa
BiEnVeNiDa :lol!: :lol!: :lol!:
que biueno que te guste la nove y gracias por leerla
pero si te ha parecido larga
falta mucho mas
pero no tanto para la gran aparicion de __________!!!!!(osea utedes :flower: )
Femme Fatale
Re: "NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
pleaaaaaaaaaaaaseweee sube me estas matando jajaj
#Fire Rouge..*
Re: "NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
no importaaaaaaaaaaaa pero ya quiero que la continues dios esta bellisimaaaaaaa la ameeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ama-jonatik
Re: "NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
25 de Junio, 9527 AC
Medianoche
Medianoche
Xiamara estaba de pie ante un viejo y nudoso roble que había crecido en la ladera de la montaña. Desde el principio de los tiempos, se asociaba a los árboles con los dioses. Las raíces se hundían profundamente en el corazón de la tierra extendiéndose hacia su centro con las ramas remontándose hacia el cielo.
Llevaban la vida de la tierra en su núcleo y cada árbol portaba un pedazo del espíritu universal que vinculaba a todos los mundos y a todas las criaturas.
Estaban compuestos de tres de los cuatro elementos básicos. Aire, agua y tierra. Y cuando se quemaban, se unían todos.
Pero la parte más importante de un árbol era que, cuando se mezclaba con sangre humana y con la suya, podía convocar a una de las criaturas más poderosas del universo.
Al Baraka.
Jaden.
Nadie sabía de dónde venía ni cuando había sido creado, engendrado o traído al mundo. Si era humano, demonio o de qué clase. Pero si un demonio necesitaba algo, él era el único con quien negociar.
Con el corazón acelerado, derramó en las raíces del árbol la sangre humana que una de las sacerdotisas de Apollymi había dado. Después se hizo un corte en su propia mano y susurro las palabras para llamar al negociador.
—Te convoco con la voz y la sangre. Con el peso de la luna y la fuerza de la madera sagrada. Ven a mí, Oscuridad. Así dicen los dioses, que así sea.
Brilló un rayo y se levantó un pesado viento. Xiamara plegó las alas para que no se le dañaran con la tormenta.
Una niebla negra se arremolinaba levantándose de la tierra, espesa y pesada al enrollarse en el árbol.
Jaden era muy teatral.
Retrocedió un paso y vio que la niebla tomaba la forma del cuerpo de un hombre. Lentamente se solidificó en un par de ojos inhumanos. Uno era marrón oscuro y profundo y el otro de un verde vibrante. A partir de esos ojos se formó un rostro tan hermoso como cualquier hombre pudiera desear. El pelo negro reposaba sobre unos hombros anchos y musculosos. El poder inmisericorde y la intolerancia rezumaban de cada fibra del ser.
Estaba quieto sobre una rama alta, mirándola desde arriba. Un pantalón de cuero marrón oscuro y una capa marrón le camuflaban perfectamente con el árbol.
—Hermosa Caronte —dijo utilizando la lengua nativa de ella con una voz tan profunda que resonaba en sus huesos—. Dime por qué has venido en nombre de tu señora cuando sabes que no hago tratos para los dioses.
Xiamara dejó que sus alas batieran hacia atrás abriéndolas como signo de confianza. Aun teniéndolas pegadas al cuerpo, Jaden podría arrancárselas si le apetecía.
—Porque amo a Apollymi y estoy aquí no en representación suya, sino para hacer un trato contigo para mí misma.
Arqueó una ceja ante sus palabras.
—¿Cómo es eso?
—Sé que no puedes tomar su vida o hacer tratos con ella. Así pues, vengo a ti como demonio libre, por mí misma y por mi propia voluntad para negociar contigo por lo que ella desea.
Se recostó contra el árbol con una rodilla doblada y cruzó los brazos sobre el pecho.
—¿Qué me ofreces, demonio?
—Mi alma. Mi vida. Lo que sea necesario para unir a Apollymi con su hijo. Lo que sea menos la vida o la libertad de uno de mis hijos.
Él entornó los ojos estudiando su oferta.
—Estás vinculada a Apollymi.
—Sí y no. Estoy vinculada por amistad y amor. No por esclavitud. Hemos estado juntas desde la niñez y eso fue antes de que mi raza fuera esclavizada por la suya.
Jaden dejó escapar un largo suspiro.
—¿Y qué pasa con tu Simi? ¿No temes por ella si la dejas sin su madre para protegerla?
Xiamara parpadeó para quitarse las lágrimas ante el pensamiento de su hija más joven creciendo sin ella.
—Sé que Apollymi se ocupará de que tenga todo lo mejor de este mundo. He criado a dos pequeños hasta la edad adulta. Apollymi sólo tiene un hijo. Ninguna madre debería estar sin su simi, ni siquiera una diosa. Le daría lo que más desea.
Jaden saltó desde el árbol para aterrizar con gracia ante ella. Era tan alto que tenía que doblar el cuello ligeramente para mirarle.
—¿Sabes cuán raro es que me pidan que haga un trato tan altruista, especialmente en nombre de la amistad y no por parentesco? —Pasó un dedo helado por su mejilla—. ¿Estás verdaderamente dispuesta a morir para darle a tu amiga cinco minutos con su hijo?
—Si eso es lo que pides, sí.
Él dejó caer la mano. Sus ojos sin alma no traicionaban ninguna emoción ni indicación ninguna de su estado de ánimo.
—Debo considerar todo esto. Dame hasta mañana por la noche para decidirme. Tendrás mi respuesta entonces.
Se dejó caer sobre una rodilla ante él.
—Gracias, akri. Xiamara esperará tu decisión.
Él se desvaneció en el viento.
Xiamara se levantó y volvió con Apollymi para hacerla saber que Jaden estaban considerando el trato. Lo que nunca le diría eran los términos exactos con los que estaban negociando.
Femme Fatale
Re: "NICHOLAS una historia que no quiere ser revelada o SI?" ( nick y tu) ADAPTACION .
Nicholas inclinó el vaso, lo vació y maldijo tirándolo contra la pared. Había bebido tanto que debería estar ciego de intoxicación. Aún así, estaba completamente sobrio. Ni siquiera las drogas le funcionaban.
Todo su ser había sido alterado.
Maldita sea.
Sintió el aire moverse por su piel. Frunciendo el ceño, vio a Artemisa materializarse ante él.
Nicholas levantó una ceja sorprendido.
—No esperaba volver a verte... nunca más.
Una sonrisita jugueteaba en la comisura de los labios cuando le miró con timidez.
—Lo sé. Quiero disculparme por lo que te dije antes. Estaba equivocada.
Cada sentido de su cuerpo se puso en alerta.
—¿Te estás disculpando conmigo?
Ella asintió mientras se acercaba a la cama. Se subió y se tumbó junto a él.
—Incluso te he traído una ofrenda de paz.
—¿Una ofrenda de paz?
Le tendió un pequeño cuenco cubierto.
Frunciendo aún más el ceño, destapó el cuenco y encontró una sustancia pegajosa y amarilla que parecía fruta. Nunca había visto nada parecido.
—¿Qué es esto?
—Ambrosía. El alimento de los dioses.
Levantó el cuenco y lo olió. Era ácido y fuerte con algo más que lo hacía tentadoramente deleitable.
—¿Por qué me traes esto?
—Ahora eres un dios. Deberías comer lo que comemos nosotros. —Su expresión era tierna. Le acarició el muslo y le miró por entre las pestañas—. Incluso yo lo como. Es delicioso.
Impulsado por algo que no podía explicar ni negar, cogió un poco y lo probó. Era mucho más dulce de lo que olía. Artemisa tenía razón. Nunca había probado nada mejor.
Al menos, eso pensaba hasta que la habitación empezó a dar vueltas. Los párpados le pesaban y los músculos se le aflojaron; la respiración se le volvió trabajosa. Al instante, reconoció los efectos biológicos. La rabia encendió su sangre mientras todos esos años de ser drogado contra su voluntad desfilaban por su mente.
—¡Me has drogado!
Ella saltó de la cama.
—Perdóname, Nicholas.
De todas las cosas que le había hecho, esta traición fue la que le hirió más duramente.
—¿Qué has hecho?
Artemisa no contestó mientras le veía cambiar de humano a azul y a humano otra vez.
Intentó alcanzarla pero ella se aseguró de mantenerse a distancia hasta que se desmayó. No sabía lo que habría hecho con ella si la hubiera alcanzado. Cuando cayó sobre la cama, soltó un suspiro de alivio.
Había dejado que Hypnos preparara un brebaje al que ni los dioses fueran inmunes. Estaba aterrorizada pensando que no funcionara con Nicholas.
Gracias a Zeus que había funcionado.
Temblándole las manos, sacó la daga de la vaina que llevaba oculta en el muslo. Hefaistos la había forjado en el Olimpo y, como la droga, también funcionaría con un dios. Incluso había cubierto la hoja con sangre de Titán para estar segura. Un corte y Nicholas estaría muerto.
Mordiéndose el labio se inclinó sobre su cuerpo perfecto y desnudo que estaba repantigado, mirándole mientras respiraba suavemente. El pelo rubio caía sobre los hermosos rasgos de su cara haciéndole parecer casi infantil y desvalido en su reposo.
Recordaba las veces que esos labios la habían dado placer. La ráfaga de felicidad en los ojos plateados cuando la miraba. Pero eso había sido cuando era humano. Ahora era una amenaza, no sólo para ella sino para cada uno de los dioses del Olimpo.
Un solo corte...
Tenía la garganta expuesta, como esperándola. Pero cuando se acercó para cortar la carótida, la imagen de él riéndose con ella se apareció en su mente.
“Te quiero, Arti.”
Nadie la había querido nunca. No como él. Nicholas nunca la había herido. Nunca exigía. Sólo pedía.
Y se daba libremente a ella...
Mátale, maldita sea. ¡Hazlo!
Artemisa apretó con fuerza el cuchillo. Lo levantó con la intención de apuñalarle. Pero no pudo. Una y otra vez, imágenes suyas le pasaban por la mente.
Nicholas amándola y ella amándole a él.
Sollozando, dejó caer el cuchillo y puso la cabeza en su pecho. Como hombre la había expuesto y amenazado como nadie más había hecho. Como dios, amenazaba la misma existencia de todo su panteón. Tenía que deshacerse de él.
Pero no podía.
Furiosa por su debilidad, volvió a colocarle en la cama. Trazó con los dedos la línea de su mandíbula y quiso llorar. Tendría que haber hecho algo.
Quizás podría encontrar otro dios que le matara...
Nicholas oyó a alguien gritando. El sonido era horrible y le encogía las tripas. Resonaba por toda la habitación. Rodando por la cama, intentó levantarse pero no pudo. Estaba todavía bajo el efecto de la droga que le había dado Artemisa. No tenía control sobre su cuerpo en absoluto.
Entonces oyó a Apollodorus llorando.
¡Theo! ¡Api necesita a Theo! ¡Mamá! ¡Mamá ven con Api! ¡Mamá!
Nicholas quería ir hacia el pequeño, pero no podía. La cabeza se le iba de una manera atroz e incluso el más leve movimiento le hacía marearse.
—Te veré mañana, akribos —susurró a su sobrino antes de desmayarse otra vez.
Aún así, seguía oyendo los gritos en su drogado estupor.
Todo su ser había sido alterado.
Maldita sea.
Sintió el aire moverse por su piel. Frunciendo el ceño, vio a Artemisa materializarse ante él.
Nicholas levantó una ceja sorprendido.
—No esperaba volver a verte... nunca más.
Una sonrisita jugueteaba en la comisura de los labios cuando le miró con timidez.
—Lo sé. Quiero disculparme por lo que te dije antes. Estaba equivocada.
Cada sentido de su cuerpo se puso en alerta.
—¿Te estás disculpando conmigo?
Ella asintió mientras se acercaba a la cama. Se subió y se tumbó junto a él.
—Incluso te he traído una ofrenda de paz.
—¿Una ofrenda de paz?
Le tendió un pequeño cuenco cubierto.
Frunciendo aún más el ceño, destapó el cuenco y encontró una sustancia pegajosa y amarilla que parecía fruta. Nunca había visto nada parecido.
—¿Qué es esto?
—Ambrosía. El alimento de los dioses.
Levantó el cuenco y lo olió. Era ácido y fuerte con algo más que lo hacía tentadoramente deleitable.
—¿Por qué me traes esto?
—Ahora eres un dios. Deberías comer lo que comemos nosotros. —Su expresión era tierna. Le acarició el muslo y le miró por entre las pestañas—. Incluso yo lo como. Es delicioso.
Impulsado por algo que no podía explicar ni negar, cogió un poco y lo probó. Era mucho más dulce de lo que olía. Artemisa tenía razón. Nunca había probado nada mejor.
Al menos, eso pensaba hasta que la habitación empezó a dar vueltas. Los párpados le pesaban y los músculos se le aflojaron; la respiración se le volvió trabajosa. Al instante, reconoció los efectos biológicos. La rabia encendió su sangre mientras todos esos años de ser drogado contra su voluntad desfilaban por su mente.
—¡Me has drogado!
Ella saltó de la cama.
—Perdóname, Nicholas.
De todas las cosas que le había hecho, esta traición fue la que le hirió más duramente.
—¿Qué has hecho?
Artemisa no contestó mientras le veía cambiar de humano a azul y a humano otra vez.
Intentó alcanzarla pero ella se aseguró de mantenerse a distancia hasta que se desmayó. No sabía lo que habría hecho con ella si la hubiera alcanzado. Cuando cayó sobre la cama, soltó un suspiro de alivio.
Había dejado que Hypnos preparara un brebaje al que ni los dioses fueran inmunes. Estaba aterrorizada pensando que no funcionara con Nicholas.
Gracias a Zeus que había funcionado.
Temblándole las manos, sacó la daga de la vaina que llevaba oculta en el muslo. Hefaistos la había forjado en el Olimpo y, como la droga, también funcionaría con un dios. Incluso había cubierto la hoja con sangre de Titán para estar segura. Un corte y Nicholas estaría muerto.
Mordiéndose el labio se inclinó sobre su cuerpo perfecto y desnudo que estaba repantigado, mirándole mientras respiraba suavemente. El pelo rubio caía sobre los hermosos rasgos de su cara haciéndole parecer casi infantil y desvalido en su reposo.
Recordaba las veces que esos labios la habían dado placer. La ráfaga de felicidad en los ojos plateados cuando la miraba. Pero eso había sido cuando era humano. Ahora era una amenaza, no sólo para ella sino para cada uno de los dioses del Olimpo.
Un solo corte...
Tenía la garganta expuesta, como esperándola. Pero cuando se acercó para cortar la carótida, la imagen de él riéndose con ella se apareció en su mente.
“Te quiero, Arti.”
Nadie la había querido nunca. No como él. Nicholas nunca la había herido. Nunca exigía. Sólo pedía.
Y se daba libremente a ella...
Mátale, maldita sea. ¡Hazlo!
Artemisa apretó con fuerza el cuchillo. Lo levantó con la intención de apuñalarle. Pero no pudo. Una y otra vez, imágenes suyas le pasaban por la mente.
Nicholas amándola y ella amándole a él.
Sollozando, dejó caer el cuchillo y puso la cabeza en su pecho. Como hombre la había expuesto y amenazado como nadie más había hecho. Como dios, amenazaba la misma existencia de todo su panteón. Tenía que deshacerse de él.
Pero no podía.
Furiosa por su debilidad, volvió a colocarle en la cama. Trazó con los dedos la línea de su mandíbula y quiso llorar. Tendría que haber hecho algo.
Quizás podría encontrar otro dios que le matara...
Nicholas oyó a alguien gritando. El sonido era horrible y le encogía las tripas. Resonaba por toda la habitación. Rodando por la cama, intentó levantarse pero no pudo. Estaba todavía bajo el efecto de la droga que le había dado Artemisa. No tenía control sobre su cuerpo en absoluto.
Entonces oyó a Apollodorus llorando.
¡Theo! ¡Api necesita a Theo! ¡Mamá! ¡Mamá ven con Api! ¡Mamá!
Nicholas quería ir hacia el pequeño, pero no podía. La cabeza se le iba de una manera atroz e incluso el más leve movimiento le hacía marearse.
—Te veré mañana, akribos —susurró a su sobrino antes de desmayarse otra vez.
Aún así, seguía oyendo los gritos en su drogado estupor.
Femme Fatale
Contenido patrocinado
Página 23 de 46. • 1 ... 13 ... 22, 23, 24 ... 34 ... 46
Temas similares
» Crash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
» My Favorite Mistake - Nicholas Jonas & TU - (Adaptación) - TERMINADA!
» Crow's Row - Nicholas Jonas & TU (Adaptación) TERMINADA!
» Un hombre oscuro y peligroso [Nicholas&Tu] (Adaptación)
» Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
» My Favorite Mistake - Nicholas Jonas & TU - (Adaptación) - TERMINADA!
» Crow's Row - Nicholas Jonas & TU (Adaptación) TERMINADA!
» Un hombre oscuro y peligroso [Nicholas&Tu] (Adaptación)
» Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 23 de 46.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.