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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 4 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por nohe95 Sáb 01 Jun 2013, 9:06 pm

ohh por dios siguela quiero saber quien es ese!!!! jajaj
ME ENCANTA!!!
nohe95
nohe95


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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 4 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por Sofii Sáb 08 Jun 2013, 9:17 am

TIENES QUE SEGUIRLAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!
Quien era ese?
Sofii
Sofii


http://twitter.com/SofiaTau

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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 4 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por pau. Miér 10 Jul 2013, 7:24 pm

Capítulo 17

—¡Matthew! ¿Por qué no me dijiste que venías? ¿Cuándo has llegado? ¿Cuánto tiempo te quedas? ¡Dios, no sabes cuánto me alegro de verte! Estás empapado. Entra y quítate esa chaqueta. A ver cuándo te compras una nueva, ésta parece que hubiera sobrevivido a una guerra.
El recién llegado se echó a reír, la estrechó en sus brazos y volvió a besarla.
—Sigues sin callarte ni debajo del agua.
—Hablo mucho cuando estoy contenta. ¿Cuándo vas a... ah, Liam—_____ lo miró con los ojos llenos de alegría—. No te había visto.
—Ya me había dado cuenta —iba a matarlo con sus propias manos—. Pero no quiero interrumpir el encuentro.
—Es genial, ¿verdad? Matthew, te presento a Liam Payne.
—¿Payne? —Matthew se pasó la lengua por los dientes que, sin duda alguna, ese tipo quería romperle la boca—. El dramaturgo. Vi una obra suya la última vez que estuve en Nueva York. _____ no paró de llorar. Prácticamente tuve que sacarla en brazos del teatro.
—No seas exagerado.
—No exagero. Claro que antes llorabas con los anuncios de la televisión, así que me parece que eres un blanco fácil.
—Eso es ridículo... está sonando el teléfono. Espera un segundo —entró corriendo a su casa y dejó a los dos hombres observándose mutuamente.
—Yo soy escultor —anunció Matthew—. Y, puesto que necesito las manos para trabajar, te diré que soy el hermano de _____ antes de saludarte adecuadamente.
—¿Su hermano? —el brillo asesino de su mirada se suavizó, pero no desapareció del todo—. No se parecen en nada.
—Es cierto. ¿Quiere ver mi carné de conducir, señor Payne?
—Era la señora Wolinsky —anunció _____ al aparecer de nuevo por la puerta—. Te ha visto entrar, pero no le ha dado tiempo a salir para saludarte. Dice que estás más guapo que nunca —_____ le agarró la cara con ambas manos y se echó a reír—. ¿Verdad que es muy guapo?
—No empieces.
—Pero si es verdad. Las mujeres se vuelven locas por ti —después de decir eso agarró a Liam de la mano—. Vamos a tomar una copa para celebrarlo.
Liam iba a rechazar la invitación, pero después se encogió de hombros. No tenía nada de malo conocer un poco más al hermano de _____.
—¿Qué tipo de esculturas haces?
—Lo que más trabajo es el metal —respondió Matthew dejando su chaqueta sobre el sofá, de donde _____ la retiró inmediatamente.
—Voy a colgar esto en el baño para que se seque. Liam, ¿por qué no sirves unas copas de vino?
—Claro.
—¿No tienes cerveza? —preguntó Matthew mientras observaba enarcando una ceja la familiaridad con la que Liam se movía por la cocina de su hermana pequeña.
—Sí —sacó dos botellas y una copa de vino para _____—. ¿Trabajas en el sur?
—Así es. Encajo mejor en Nueva Orleans que en Nueva Inglaterra. Además allí tengo más oportunidad de trabajar al aire libre. Con el clima de aquí sería imposible. _____ no me ha hablado de ti, ¿cuánto tiempo llevas viviendo en el edificio?
—No mucho.
—Entonces se han hecho amigos muy rápido, ¿no?
—Supongo.
—Liam—dijo _____ en tono recriminatorio—. Podrías haber sacado unos vasos.
—Los hombres no necesitan vaso para la cerveza —respondió su hermano con una risotada.
—Entonces supongo que tampoco querréis comer algo tan delicado como un paté con tostaditas de pan de centeno.
—¿Cómo qué no? —se apresuró a decirle Matthew mientras ocupaba uno de los taburetes de la cocina—. ¿No tenías cuatro de éstos?
—Sí, pero le he dejado uno a Liam—_____ comenzó a sacar cosas de la nevera—. ¿Qué haces en Nueva York?
—He venido a ultimar algunas cosas para la exposición de otoño. Sólo estaré aquí un par de días.
—¿Y vas a quedarte en un hotel en lugar de en casa de tu hermanita?
—Ya sabes que tu régimen de visitas me vuelve loco —respondió lanzándole una mirada de complicidad a Liam—. Supongo que ya te habrás dado cuenta de que por esta casa pasa más gente que por una cafetería. Es horrible —añadió fingiendo un escalofrío.
—Matthew es un solitario profesional —explicó _____—. Seguro que se llevarán bien. A Liam tampoco le gusta la gente —le dijo a su hermano.
—Por fin alguien con un poco de sentido común.
Quizá el nuevo amigo de su hermana no estuviera tan mal después de todo, pensó Matthew.
—Prefiero una habitación de hotel, la única gente que pasa por allí son los del servicio de habitaciones y llaman antes de entrar, cosa que no hace la mayoría de tus amigos —le recriminó a _____ en tono humorístico—. Pero te dejaré que cocines para mí.
—Qué bueno eres conmigo.
—¿Has probado el pastel de pollo de_____, Payne?
—La verdad es que no.
—Entonces mira cómo la convenzo para que nos prepare uno.
Estaba resultando ser una noche muy agradable, pensó Liam mientras veía el cariño y la complicidad que había entre _____ y su hermano.
Recordaba un tiempo en el que él había tenido lo mismo con su hermana. Pero eso había sido antes de Danielle.
Después seguía habiendo cariño, pero también cierta tensión que nunca antes había existido entre ellos.
Pero la tensión era algo que los Hamilton no parecían ni conocer.
_____ y Matthew no paraban de contar anécdotas el uno del otro, algunas de ellas algo embarazosas, pero ambos se lo tomaban con un sentido del humor envidiable.
Una vez en su apartamento, se preguntó si podría incluir alguna de esas anécdotas en el segundo acto de la obra, sin duda supondrían cierta distensión cómica.
Puesto que _____ aún se quedaría bastante tiempo charlando con su hermano, Liam decidió que la mejor manera de pasar el resto de la noche sería trabajando.
pau.
pau.


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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 4 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por pau. Miér 10 Jul 2013, 7:25 pm

Capítulo 18

—Me gusta tu amigo.
Matthew estiró cómodamente las piernas y tomó un sorbo del coñac que _____ había abierto en su honor.
—Me alegro porque a mí también.
—Aunque es un poco serio para ti.
—Bueno, está bien conocer a alguien diferente de vez en cuando.
—¿Es eso lo que es? —le preguntó Matthew en tono más serio, en cuanto _____ se sentó a su lado en el sofá—. Les ha faltado tiempo para besarse en cuanto subí a hablar por teléfono.
—¿Estabas espiándonos? —le preguntó ella con una sonrisa.
—No. Simplemente dio la casualidad de que miré hacia abajo en el momento justo. Como además más de una vez lo he visto mirarte como si fueras más deliciosa que tu pastel de pollo, que por cierto estaba increíble, sólo he tenido que sumar dos y dos.
—Siempre has sido muy listo, Matthew. Supongo que será mejor que te lo diga sin rodeos, puesto que estás tan entrometido, Liam y yo estamos juntos.
—Te acuestas con él.
_____ abrió los ojos de par en par con deliberada exageración.
—Por Dios, no, sólo vamos a ser compañeros de canasta. Somos conscientes de que es un compromiso muy serio, pero podremos hacerle frente.
—Tú también eres muy lista, hermanita —protestó.
—Así es como me gano la vida.
—Y supongo que Payne es el malhumorado Pay de Emily.
—No pude resistirme.
Después de sólo unos segundos de silencio, Matthew se volvió a mirarla fijamente.
—Emily cree haberse enamorado de él.
_____ también hizo una breve pausa antes de negar con la cabeza.
—Emily es como un personaje de cómic que hace más o menos lo que yo le digo. Pero no soy yo.
—Sin embargo tiene mucho de ti.
—Sí, por eso me gusta tanto —bromeó.
Pero Matthew siguió frunciendo el ceño.
—Escucha, _____, no quiero meterme en tu vida, pero sigo siendo tu hermano mayor.
—Y lo haces muy bien, Matthew —se acercó a darle un beso en la mejilla—. No tienes por qué preocuparte; Liam no se está aprovechando de tu hermanita —le quitó la copa de coñac y le dio un sorbo antes de devolvérsela—. En realidad fui yo la que se aprovechó de él. Le hice galletas y desde entonces es mi esclavo sexual.
—Esta bien, hermanita, no quiero los detalles —Matthew se levantó del sofá con evidente incomodidad.
—Vaya, yo estaba deseando compartirlos contigo, especialmente los vídeos caseros.
—Calla, _____—había conseguido ruborizarlo—. Sé que eres una mujer adulta y atractiva a pesar de esa nariz.
—Tengo una nariz muy bonita —aseguró _____.
—Nos hemos esforzado mucho en hacerte creer eso y parece que has superado tal deformidad.
_____ no pudo por menos de echarse a reír.
—Lo único que quiero decirte es que tengas cuidado —concluyó con más seriedad.
_____ fue junto a él y le dio otro beso en la mejilla.
—Te quiero mucho, hermanito. A pesar de ese molesto tic que tienes.
—Yo no tengo ningún tic.
—Nos hemos esforzado mucho en hacerte creer eso —ambos se echaron a reír al unísono y se dieron un fuerte abrazo—. Me alegro mucho de que estés aquí. ¿No puedes quedarte unos días más?
—Le he prometido a los abuelos que iría a verlos a Hyannis. ¿Por qué no vienes conmigo? Se alegrarán mucho de verte. Además así nos daremos apoyo mutuo cuando el abuelo empiece con eso de que ya es hora de que formemos una familia.
—La verdad es que últimamente me llama mucho —consideró la idea de tomarse unos días libres—. Tengo varias tiras preparadas por adelantado, así que supongo que podría hacerlo. Pero pasado mañana tengo una reunión a la que no puedo faltar.
—Ven después —la observó detenidamente mientras ella barajaba las posibilidades—. Puedes decirle a tu compañero de cartas que venga contigo. Podemos echar unas partidas de canasta.
—No es mala idea —murmuró—. Se lo preguntaré. En cualquier caso, yo voy.
—Estupendo —y esperaba que fuera también Liam, sería divertido ver si pasaba las pruebas de Daniel Miller.
Era más de medianoche cuando Matthew se marchó al hotel, por lo que _____ pensó que lo más sensato sería meterse en la cama, apagar la luz y dormir un poco, ya que la noche anterior apenas lo había hecho.
Así que cruzó el descansillo y llamó a la puerta de Liam.
Ya pensaba que se había ido a la cama o al club cuando oyó que se abría el cerrojo.
—Hola.
Liam miró hacia su casa.
—¿Y tu hermano?
—Se ha ido al hotel. He abierto una botella de coñac y me preguntaba si te apetecía...
No pudo terminar la frase porque Liam la agarró de la mano, tiró de ella hacia el interior de la casa y comenzó a besarla apasionadamente en cuanto hubo cerrado la puerta a su espalda.
—Supongo que no quieres coñac —consiguió decir _____ con la voz entrecortada, mientras él le besaba el cuello y le desabrochaba la camisa.
Liam no había podido controlar la necesidad que se había apoderado de él nada más verla al otro lado de la puerta. No podía dejar de besarla y sabía que no podría aguantar mucho más antes de poseerla por completo.
Ella se entregó a la pasión con igual desenfreno. Echó la cabeza hacia atrás en un gesto de abandono cuando sintió que su boca bajaba y bajaba, dejando a su paso un sinfín de escalofríos de placer. No era posible sentir algo semejante, ése fue el último pensamiento coherente de _____ antes de que la lengua de Liam le hiciera perder el aliento y la cabeza.
Oyó el grito de éxtasis que salió de sus propios labios cuando, con la espalda apoyada en la puerta, se abrió a él y al placer que él le daba. Se deshizo en su boca, pero él continuó hasta que su cuerpo empezó a estremecerse de nuevo.
Liam la oyó gruñir cuando comenzó a subir por su anatomía, recorriendo su piel con la lengua, saboreando su erótico sabor. La llevó a la butaca y, con los ojos clavados en los suyos, la sentó encima de sí, adentrándose en el húmedo calor de su cuerpo.
Sus gemidos se convirtieron en uno solo. Ahora era ella la que marcaba el ritmo y lo hacía con auténtica maestría, arrastrándolo al borde del delirio. Liam tuvo que aferrarse a un pensamiento para no perder el control por completo y conseguir esperarla hasta que llegó el momento de liberarse juntos, de derretirse el uno en el otro y dejarse llevar por el placer más absoluto, un instante en el que no supo dónde terminaba su cuerpo y comenzaba el de ella.
Al sentir su rostro apoyado en el hombro y su respiración rozándole el cuello recordó lo que le había dicho, que nadie la había tocado antes como él.
Nadie le había hecho sentir a él lo que ella le hacía sentir. Pero, a pesar de lo hábil que era con las palabras por escrito, no tenía la menor idea de cómo decirle algo así.
—He estado toda la noche pensando en esto —eso era algo que podía decir sin correr el menor riesgo.
—Y pensar que he estado a punto de irme a la cama —dijo ella con un suspiro de satisfacción—. Sabía que esta butaca era perfecta para ti.
Ambos se echaron a reír, pero entonces _____ le agarró el rostro con ambas manos y lo miró a los ojos.
—Liam—fue todo lo que dijo antes de besarlo.
Aquel cálido beso le estremeció el alma y le hizo desear algo en lo que no quería creer. Sintió que estaba cruzando la delgada línea que separaba el deseo de la necesidad y que se acercaba aterradoramente al amor.
_____ suspiró al apoyar la mejilla sobre la suya.
—Estás helada.
—Un poco —cerró los ojos y se recordó que no siempre se podía tener todo lo que se deseaba—. Y muerta de sed. ¿Quieres agua?
—Sí, yo la traeré.
—No te preocupes —se levantó suavemente—. ¿Tienes una bata?
Liam trató de sonreír para no pensar en la sensación de pérdida que lo había invadido al notar que sus cuerpos dejaban de estar en contacto.
—¿A qué viene esa obsesión con las batas?
—Olvídalo —optó por ponerse la camisa de Liam, que había quedado en el suelo—. Le has caído muy bien a Matthew —comentó al tiempo que iba a la cocina.
—Él a mí también —no podía dejar de mirarla mientras ella servía los vasos de agua para después volver a su lado y acomodarse en su regazo como un gato.
—¿Qué te parecería hacer un viajecito? —le dijo entonces.
—¿Un viaje?
—Sí. Matthew va a ir a Hyannis a visitar a nuestros abuelos, los Miller, y se me ha ocurrido que podríamos acompañarlo. El abuelo siempre se queja de que nunca vamos a verlos. Es un lugar maravilloso; la casa es... no sé ni cómo describirla, pero sé que te gustará. Y ellos también son estupendos. ¿Qué me dices, Payne?
—Parece una reunión familiar —le resultó extraño, pero lo cierto era que no le gustaba nada la idea de estar sin ella ni siquiera un par de días.
—Al abuelo le encanta que vaya gente. Tiene más de noventa años, pero rebosa energía por los cuatro costados.
—Lo sé. Es un hombre fascinante. Y tu abuela también —la vio fruncir el ceño y enseguida se lo explicó—. Los conozco. Son amigos de mis padres.
—¿Sí? No lo sabía. Ya te he dicho lo complicada que es mi familia, ¿verdad? Los Miller, los Grandeau, los Hamilton.
—No empieces, por favor, que me pitan los oídos.
_____ se echó a reír y le dio un beso en cada oreja.
—Bueno, pues si los conoces a ellos y a Matthew, no te sentirás entre desconocidos. Ven conmigo —fue bajando de la oreja al cuello—. Será divertido.
—También sería divertido quedarnos en esta butaca.
—En el castillo Miller hay multitud de habitaciones —le dijo con voz tentadora—. Y muchas de ellas tienen... cama.
—¿Cuándo nos vamos?
—¿De verdad? —preguntó, entusiasmada—. Pasado mañana. Podemos alquilar un coche.
—Yo tengo coche.
—Ah —lo miró a los ojos con curiosidad.
—Espero que te gusten los coches familiares.
—Claro, siempre es bueno tener un vehículo fuerte y fiable —dijo sin demasiada convicción.
—Entonces supongo que no aprobarás que tenga un Porsche.
—¿Un Porsche? No me digas que es descapotable.
—Por supuesto.
—¡Dios! ¿Me dejarás conducir?
—Claro, cuando se hiele el infierno.
—Oye, que conduzco muy bien.
—No lo dudo —decidió que era más inteligente distraerla que intentar convencerla, así que le quitó el vaso de la mano y comenzó a acariciarle la espalda—. ¿Qué crees que podríamos hacer si reclináramos el respaldo de la butaca?
—Mmm... Se me ocurren un par de cosas increíbles —estiró el cuello para que él pudiera besárselo cómodamente—. ¿Sabes que mi abuelo es el propietario del edificio?
—Claro, fue él el que me ofreció este apartamento cuando se enteró de que estaba buscando casa en la ciudad.
—¿Él mismo te lo alquiló? —los movimientos de su lengua consiguieron que abandonara una idea que le había pasado fugazmente por la cabeza—. ¿Cuándo... ¡Dios, qué bien lo haces!
—Gracias. Pero te voy a enseñar otra cosa que hago aún mejor.
pau.
pau.


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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 4 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por pau. Miér 10 Jul 2013, 7:26 pm

Capítulo 19

La casa de los Miller se alzaba con arrogancia junto a un magnífico acantilado sobre el mar. Sus torres y la piedra gris de sus muros eran un símbolo del orgullo del clan; un edificio fuerte y sólido construido para perdurar en el tiempo.
A _____ le gustó que la casa ejerciera el mismo efecto sobre Liam que siempre le había causado a ella. Por eso detuvo el coche cuando él se lo pidió.
—Parece sacada de un cuento, ¿verdad? —le preguntó mientras la observaba a través de la densa cortina de lluvia.
—La había visto en fotos, pero es mucho más impresionante en la realidad.
—En días como éste tengo la sensación de estar en Escocia.
—¿Conoces Escocia?
—Sí, he ido un par de veces. ¿Tú no? —Liam negó con la cabeza—.Deberías ir, allí están tus raíces. Te sorprenderá ver cuánto tiran de ti cuando respires el aire de las tierras altas o veas los lagos de las tierras bajas.
—Puede que me vengan bien unas vacaciones después de terminar la obra —comentó mientras ella volvía a poner el coche en marcha.
Unos segundos después llegaron frente a la casa y _____ le dio las llaves del coche y salió corriendo a refugiarse en el porche, donde meneó la cabeza como un perro mojado y se echó a reír.
Durante varios segundos Liam se quedó inmóvil. No podía hacer otra cosa que mirarla, disfrutar de la visión de ese rostro lleno de alegría. Quiso pensar que era deseo lo que sentía dentro de sí, pero el deseo rara vez hacía que se le formara un nudo de miedo en el estómago.
Si no podía dejar de sentirlo, lo negaría. Salió del coche, dejó que la lluvia le golpeara las mejillas mientras caminaba hacia ella. Al llegar a su lado, la estrechó en sus brazos y la besó con violenta pasión.
_____ sintió la desesperación en su boca y la furia con la que su cuerpo se apretaba contra ella.
—Liam—susurró.
El suave sonido de su voz le hizo volver a la realidad.
—Ahora que vamos a estar rodeados por tu familia —comenzó a decirle mientras le apartaba el pelo de la cara de manera inconsciente—, puede que no pueda hacer esto tanto como me gustaría.
—Bueno —consiguió decir ella, casi sin aliento—. Con ese beso tendrás para un rato.
Lo agarró de la mano y lo llevó al interior de la casa.
Anna Miller no tardó en acudir a recibirlos y lo hizo con la misma calidez que se respiraba nada más entrar a la casa. Los escudos y espadas que adornaban las paredes recordaban que aquél había sido el hogar de un guerrero, pero también había flores cuyo olor se mezclaba con el agradable aroma de la madera.
Después de fundirse en un abrazo con _____, Anna le tendió una mano a Liam.
—Supongo que no te acordarás de mí porque no creo que hubieras cumplido aún los dieciséis años la última vez que te vi.
—Claro que me acuerdo de usted, señora Miller —dijo estrechándole la mano—. Fue en el baile de primavera de Newport y fue usted muy amable con un adolescente que estaba deseando marcharse de allí.
—Vaya, me siento muy halagada. Pasen y entren en calor.
—¿Dónde están Matthew y el abuelo?
Anna se echó a reír.
—El pobre Matthew está arreglándole a tu abuelo el motor de la depuradora de la piscina. Ya sabes que cuando se le mete algo en la cabeza, es inútil tratar de convencerlo de lo contrario —les explicó mientras los conducía a la que denominó como habitación del trono, un nombre que hacía justicia al lugar—. Voy a preparar un té y a avisarles que ya están aquí para que no crean que pretendo acapararlos.
—No, abuela. Siéntate con Liam y yo iré a decírselo y a preparar el té —insistió _____.
—Gracias, querida —Anna le dio unas palmaditas en la mano a su nieta y se sentó junto al fuego, frente a su invitado—.Liam, Daniel y yo vimos tu obra en Boston hace unos meses. Es sobrecogedora. Tu familia debe de estar muy orgullosa de ti.
—Creo que más bien están sorprendidos.
—Es más o menos lo mismo. No sé por qué suele sorprendernos que nuestros hijos o hermanos tengan talento, es como si pensáramos, ¿cómo he podido no darme cuenta durante tantos años?
—Usted conoce a mi familia, así que sabrá que la obra tiene mucho que ver con ellos.
—Sí, lo sé. ¿Qué tal está tu hermana?
—Bien. Los niños la ayudan a centrarse.
—¿Y tú, Liam? ¿Qué es lo que te centra a ti, el trabajo?
—Supongo que sí.
—Lo siento, no pretendía curiosear, eso suelo dejárselo a mi marido. Es sólo que recuerdo el modo en que aquel adolescente del baile cuidaba de su hermana.
—Sí —Liam sonrió con tristeza—. Pero debería haberlo hecho mejor, quizá así no la habría hecho sufrir tanto.
—No fuiste tú el que la hizo sufrir —le recordó Anna—. De verdad que no quería hacerte pensar en esas cosas. Mejor cuéntame en qué estás trabajando, si no es un secreto.
—Es una historia de amor ambientada en Nueva York. Al menos eso es lo que ha ido surgiendo hasta el momento.
Al ver el modo en que miró a _____ al verla aparecer, Anna se dio cuenta de lo que había hecho surgir aquella historia de amor de la ficción.
—¿Aún no le has ofrecido un whisky a nuestro invitado? —preguntó Daniel con esa voz grave que no había perdido poder a pesar del paso de los años—. Vaya manera de recibir al hombre que nos ha traído a mi nieta preferida.
—Cuando querías que te arreglara la piscina, yo era tu nieto preferido —bromeó Matthew.
—Pero ahora que ya está arreglada... —respondió el anciano con una sonora carcajada.
—Me alegro de verlo, señor Miller.
Liam cruzó la habitación con una mano extendida, pero eso no era suficiente para Daniel Miller, que estrechó al joven en un abrazo que a punto estuvo de dejarlo sin respiración.
—Estás en forma Payne, pero un buen whisky hace sentir aún mejor a cualquier escocés.
—Tú tendrás que conformarte con una gota en el té, Daniel —le advirtió Anna mientras se acercaba a agarrar la botella.
—¡Qué mujer! —protestó Miller con un gesto casi infantil—. Bueno, siéntate, muchacho y cuéntame qué tal van las cosas entre _____ y tú.
Una señal de alarma sonó en la mente de Liam.
—¿Cómo?
—Son vecinos, ¿no?
—Ah, sí, sí —respondió con alivio.
—Es hermosa como una flor, ¿verdad?
—Abuelo —_____ acudió en su ayuda de inmediato—. No empieces, Payne no lleva aquí ni diez minutos.
—¿Que no empiece qué? —le preguntó el anciano con fingida inocencia—. ¿Acaso no eres hermosa?
—Por supuesto que lo soy —bromeó ella acercándose a darle un beso a su abuelo—. Compórtate y quizá te dé un poco de mi whisky.
—Ésa es mi niña —dijo Daniel con orgullo—. Y es una magnífica cocinera. _____, espero que estés siendo una buena vecina y le prepares alguna buena comida de vez en cuando.
—El otro día nos hizo su famoso pastel de pollo —intervino Matthew.
—Ah, ¿entonces ya has probado las delicias de nuestra pequeña _____?
—¿Qué? —Liam estuvo a punto de atragantarse con la galleta que le había ofrecido _____.
—Su comida —explicó Daniel, satisfecho de cómo parecía estar desarrollándose su plan—. Una mujer que cocina como ella debería tener una familia a la que alimentar.
—Abuelo —volvió a protestar _____.
—Lo único que digo es que cualquier hombre aprecia un buen plato caliente preparado con cariño, ¿no crees, muchacho?
Liam tuvo la sensación de estar pisando terreno peligroso.
—Desde luego.
—¡Ahí lo tienes! Un hombre que hace honor a su nombre... Aunque a tu edad ya deberías empezar a pensar un poco en el futuro. A tu edad hay que pensar en cosas como perpetuar el nombre de la familia.
_____ le dio un codazo a Matthew al ver el gesto de angustia de Liam.
—Haz algo, hermanito —le suplicó en un susurro.
—Me debes una —le dijo antes de ofrecerse como blanco—. Abuelo, aún no te he hablado de la mujer que he conocido.
—¿Una mujer? —preguntó Daniel de inmediato—. ¿Qué mujer es ésa? Pensé que estabas muy ocupado con tus juguetes de hierro para prestar atención a las mujeres.
—Claro que les presto atención —Matthew sonrió con picardía—. Pero ésta es algo especial.
—Debe de serlo para que le dediques más de un vistazo.
—Desde luego que lo es. Se llama Lulu —se le ocurrió de pronto—. Lulu LaRue, aunque creo que es su nombre artístico. Es bailarina.
—¿Qué clase de bailarina? —preguntó con desconfianza.
—De estriptis, ¿de qué va a ser si no? No sabes el tatuaje que tiene en...
—¿Bailarinas de estriptis con tatuajes? ¡Por el amor de Dios, Matthew Hamilton! ¿Es que quieres matar a tu madre? Anna, ¿estás escuchando lo que dice?
—Matthew, deja de tomarle el pelo a tu abuelo.
—Sí, señora —respondió obedientemente—. Pero no sé por qué no puedo estar con una bailarina de estriptis si me gusta.
pau.
pau.


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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 4 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por pau. Miér 10 Jul 2013, 7:28 pm

Capítulo 20

Mucho más tarde, cuando la lluvia había pasado y Liam llevaba ya más de una hora en el dormitorio de _____, aprovechando una magnífica cama con dosel, ella suspiró con satisfacción.
Había sido un día casi perfecto, tanto que se permitió el lujo de acurrucarse junto al hombre que amaba y fingir que él sentía lo mismo por ella.
—Dime una cosa —murmuró Liam, que estaba demasiado relajado como para preocuparse por lo agradable que le resultaba estar allí, abrazado a _____y disfrutar de la calidez de su desnudez—. ¿A qué venía todo eso que me ha dicho tu abuelo durante el té?
_____ levantó la cabeza para mirarlo.
—No te avisé porque tenía la estúpida esperanza de que no fuera necesario. La culpa es mía —se incorporó del todo para poder hablarle de frente—. ¿Sabes que tienes unos ojos increíbles, Payne? Son casi traslúcidos.
—¿Lo dices en serio o sólo intentas cambiar de tema?
—Las dos cosas —era evidente que iba a tener que hablar de ello, así que se levantó de la cama y se puso la bata a pesar del gesto de desaprobación de Liam—. Está bien, Payne, tú eres escocés.
—Soy la tercera generación de los Payne de Rhode Island.
—Eso para mi abuelo carece de importancia — continuó sin atreverse a mirarlo—. Espero que comprendas que lo hace con buena intención. Mi abuelo me quiere mucho y no te habría elegido si no le gustarás realmente.
Liam sintió que se le cerraba la boca del estómago.
—¿Elegirme para qué?
—No me di cuenta hasta que me dijiste que había sido él el que te había ofrecido el apartamento.
—¿De qué, _____?
Respiró hondo para tomar fuerzas y se dispuso a hablar con claridad.
—Liam, mi abuelo te ha elegido para mí —dijo rápidamente—. Sólo lo hace porque me quiere mucho y piensa que lo mejor que podría pasarme es encontrar un buen hombre con el que casarme y formar una familia. Y parece que ha decidido que tú eres ese hombre.
—¿Y cómo demonios has llegado a esa conclusión?
—No te ofendas, Payne—le dijo con voz más fría—. Más bien deberías tomártelo como un cumplido. Es evidente que debe de tener muy buena opinión de ti si te considera adecuado para ser mi marido y el padre de los muchos nietos que espera que le dé algún día.
—Pensé que no querías casarte.
—No he dicho que quiera hacerlo, lo que he dicho es que es lo que él quiere para mí —lo miró con la cabeza bien alta—. Es insultante que estés tan horrorizado.
—Supongo que a ti te resulta divertido que tu abuelo te escoja un hombre.
—Creo que es encantador —replicó, absurdamente herida por su actitud—. Tranquilo, Payne, no estoy eligiendo el vestido de boda ni buscando damas de honor. Soy perfectamente capaz de buscar marido yo sola, si es que algún día decido que es eso lo que quiero. Pero por el momento ya te he dicho que no es así.
Meneó la cabeza con desesperación y a falta de otra cosa que hacer con las manos, abrió un bote de crema y comenzó a ponérsela en las manos.
—Ahora estoy cansada y me gustaría acostarme. Como tú no te dignas a dormir conmigo después del sexo, creo que deberías marcharte.
¿Estaba simplemente enfadada o había algo más en el brillo de sus ojos?
—¿Por qué estás tan furiosa?
—¿Que por qué estoy furiosa? —repitió, sin saber si gritar o llorar—. ¿Cómo es posible que me haga esa pregunta un hombre que describe tan bien las emociones de sus personajes? Estoy furiosa porque estés ahí sentado, en la cama en la que acabamos de hacer el amor, y te ofende que alguien que me quiere piense que entre nosotros pueda haber algo más que sexo.
—Ya hay algo más que sexo —sintió que también él empezaba a perder los nervios, así que se puso en pie y se enfundó los vaqueros.
—¿De verdad?
La frialdad de su voz hizo que se sintiera culpable.
—_____, tú me importas y lo sabes.
—Te resulto divertida. Que no es lo mismo.
Estaba claro que había algo más que el enfado. Había vuelto a hacerle daño sin siquiera darse cuenta.
—_____, me importas mucho —insistió, agarrándola del brazo.
—Está bien —respondió con más calma—. Olvídalo.
Liam deseaba olvidarlo y no complicar las cosas, pero la sonrisa que vio en su rostro antes de que se volviera a mirar por la ventana no se parecía en nada a las sonrisas que solían iluminar los ojos de _____, unos ojos que ahora estaban llenos de dolor.
—_____, no puedo darte más que eso.
—No te he pedido nada más. Empieza a hacer frío, deberíamos poner otro tronco en la chimenea.
—Yo lo haré.
Durante varios minutos no se oyó nada más en la habitación que el crepitar del fuego.
Quizá fue por el hecho de que ella no se lo hubiera pedido, pero el caso fue que Liam sintió la necesidad de contárselo.
—_____, ven a sentarte.
—Prefiero quedarme aquí y ver las estrellas. En Nueva York siempre las echo de menos.
Se acercó a ella y sintió su tensión al ponerle las manos en los hombros.
—Me gustaría que te sentaras y me escucharas.
—Está bien —dijo antes de acomodarse en una de las butacas que había frente a la chimenea—. Te escucho.
Él ocupó la otra y la miró a los ojos antes de comenzar a hablar.
—Yo siempre quise escribir, desde niño. No me decanté por las novelas como habría querido mi padre, siempre tuve claro que quería escribir teatro y desde el momento que empecé a hacerlo viví inmerso en ese mundo. Al contrario que a ti, me resulta difícil relacionarme con la gente, incluso a veces con mi propia familia, aunque los quiero mucho.
—Por supuesto, pero te gusta estar solo —dijo ella—. Lo comprendo porque a mi padre y a Matthew les ocurre lo mismo.
—Yo quiero mucho a mis padres y a mi hermana aunque a veces no consigamos entendernos. Estoy seguro de que a veces les he hecho daño, pero eso no quiere decir que no los quiera.
—Todos hacemos daño a la gente que queremos sin darnos cuenta.
—Mi hermana, Jenna, siempre ha sido muy abierta. Es una mujer encantadora. Aún no había cumplido los veintiún años cuando se casó con mi mejor amigo de la universidad. Yo mismo los presenté —aún le dolía recordarlo, pues aquél había sido el primer paso de un doloroso camino—. Eran muy felices juntos. Su hijo Jacob nació al año de que se casaran y un año después mi hermana volvió a quedarse embarazada —esa vez fue él el que se acercó a la ventana, pero no vio las estrellas—. En esa misma época yo estaba preparando el estreno de mi primera obra. Para mí era muy importante que saliera bien y poder demostrar que tenía talento, que no estaba allí sólo por ser el hijo de mi padre.
—Lo comprendo —afirmó _____.
Liam la miró con agradecimiento. Seguramente ella había pasado por algo parecido, teniendo en cuenta la familia de la que procedía.
—Afortunadamente la compañía que iba a representar la obra era estupenda. La actriz que hacía el personaje protagonista era increíble, la mujer más hermosa que había visto en mi vida. Yo quedé completamente fascinado con ella —se volvió a mirarla—. Acababa de cumplir veinticinco años y me enamoré locamente de ella. Cada minuto que pasaba con ella era como un regalo del cielo, sólo con verla recitar las palabras que yo había escrito me olvidaba de todo lo demás —aún le dolía pensar en todo lo que había abandonado por ella—. Nos hicimos amantes una tarde de domingo, en su cama, después se echó a llorar en mis brazos y me dijo que me amaba. En ese momento lo habría dado todo por ella.
_____ no pudo evitar pensar lo maravilloso que debía de ser que un hombre como él la amara de ese modo. No habló porque veía en sus ojos que había algo más, algo que aún le causaba mucho dolor.
—Durante semanas todo mi mundo giró a su alrededor. La obra obtuvo buenas críticas en su estreno, pero yo sólo podía pensar en que había sido la manera de conocerla a ella. Eso era lo único que me importaba.
—Está bien que el amor sea lo más importante.
—¿Tú crees? —preguntó con cinismo—. Bueno, eso ya no importa —hizo una pausa antes de continuar—. Yo no dejaba de hacerle regalos, quería verla feliz. Tenía todo el dinero que pudiera necesitar y me parecía bien gastarlo en ella, comprarle joyas e incluso extenderle algún cheque.
_____ empezó a comprender de dónde procedía tanto dolor y deseó acercarse a él y abrazarlo. Pero en sus ojos había algo más que tristeza, había una profunda amargura.
—Tenía mucho talento y yo quise ayudarla a convertirse en una actriz importante. Utilicé mis contactos, o más bien los de mi padre, para impulsar su carrera.
—Porque la amabas. Es lógico que hicieras por ella lo que ni siquiera habías querido hacer por ti mismo.
—¿Y eso está bien? No —se respondió de inmediato—. No está bien utilizar a nadie, pero yo lo hice. Pronto comenzó a hablar de matrimonio, de manera muy sutil y con enorme romanticismo. Yo le dije que esperáramos un poco, que debía prestar atención a su carrera y, una vez que se hubiera establecido, nos mudaríamos juntos a Nueva York. Pero un día apareció en mi casa llorando y me dijo que estaba embarazada. Me suplicó que no la abandonara, que no podría vivir sin mí. Estaba asustada, creía que yo la odiaría.
—Tú jamás harías algo así —adivinó _____.
—¿Cómo iba a odiarla? La idea de tener un hijo me asustaba, pero no me importaba casarme y empezar una nueva vida con ella. El dinero no suponía ningún problema porque yo acababa de recibir una parte de mi herencia. Así que le sequé las lágrimas y le dije que todo iba a salir bien. Que sería maravilloso; viviríamos en Newport hasta que naciera el niño y luego nos iríamos los tres a Nueva York como habíamos planeado y seríamos muy felices. Nos despedimos entre besos y lágrimas; ella tenía que volver a su apartamento para darle la buena noticia a su familia y después de la obra iríamos a decírselo a mis padres. En cuanto se marchó empecé a hacer planes, me imaginaba con el bebé que habíamos concebido juntos.
—Tú querías ese niño —dijo _____ recordando el modo en que había acunado a Charlie.
—Sí —la miró fijamente a los ojos—. La quería a ella y la vida que había imaginado a su lado. Aún estaba fantaseando con todo aquello cuando apareció mi hermana. Al igual que Danielle, estaba llorando y muy alterada. También como Danielle, estaba embarazada, pero de bastantes meses, por eso me preocupó que estuviera en tal estado. Se abrazó a mí y entre sollozos consiguió decirme que había encontrado a su marido en la cama con otra mujer, en su propia cama.
—Dios mío, Liam, qué horror —se levantó y fue hacia él para consolarlo—. Debió de ser terrible para ella y para toda la familia... —de pronto le vinieron a la cabeza las escenas que él había creado en Una maraña de almas—. Dios mío, no puedo creerlo. Nicholas se alejó del cariño que ella le ofrecía.
—Sí, Danielle era la Leanna de Una maraña de almas. Una mujer bella, inteligente y fría, una mujer capaz de casarse conmigo para darle dinero y posición al hijo que le había hecho otro, mi mejor amigo, el marido de mi hermana.
—Debió de hacerte mucho daño. Lo siento, Liam.
—Me hizo daño, pero aprendí la lección. No se puede confiar en el amor. Mi hermana lo hizo y estuvo a punto de destrozarle la vida; si no hubiera tenido a Jacob y al bebé que llevaba dentro, no creo que hubiera podido superarlo.
—Pero tú no tenías nada de eso.
—Tenía mi trabajo. Danielle me suplicó que la perdonara y estuve a punto de hacerlo. Era tan buena actriz.
—No, lo que ocurre es que la amabas. Por eso querías creer en ella.
—Es lo mismo. El caso es que durante la discusión por fin la vi como realmente era. Pero permití que siguiera interpretando mi obra —sonrió con amargura—. El espectáculo debe continuar.
—¿Cómo pudiste soportarlo?
—Sólo tuve que recordar todo el tiempo que era lo mejor para la obra y eso era más importante que ninguna otra cosa. ¿Crees que fui muy frío?
—No —le puso las manos en las mejillas y se dio cuenta de que el dolor seguía ahí, aunque él parecía no saberlo—. Creo que fuiste muy valiente —se abrazó a él y suspiró cuando por fin él la abrazó también—. Ella no merecía que le entregaras tu corazón, Liam. Ni entonces ni ahora.
—Ahora no es más que un personaje de una obra de teatro. Pero nunca más volveré a darle nada parecido a nadie. No podría hacerlo.
—Si acabas creyendo eso, estarás dejando que ella te quite mucho más de lo que crees —lo miró con los ojos llenos de lágrimas—. Estarás dejando que gane.
—Nadie ganó. Mi hermana, mi amigo y yo perdimos mucho; ella sólo ganó unas cuantas audiciones —murmuró mientras le secaba una lágrima de la mejilla—. No llores. No te lo he contado para hacerte llorar, sólo quería que supieras quién soy.
—Ya sé quién eres y no puedo evitar que me duela verte sufrir.
—_____, si llevas el corazón a flor de piel, alguien acabará rompiéndotelo.
_____ cerró los ojos, pero no le dijo que ya había ocurrido.
pau.
pau.


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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 4 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por pau. Miér 10 Jul 2013, 7:30 pm

Capítulo 21

Daniel decidió que había llegado el momento de tener una pequeña conversación con el joven Liam Payne. No fue difícil hacerlo acudir a su despacho mientras ____ estaba ocupada con Anna en otra parte de la casa y Matthew... bueno, Matthew estaría en algún lugar buscando inspiración para uno de sus juguetes.
Las esculturas de su nieto siempre despertaban en Daniel desconcierto y orgullo.
—Siéntate, muchacho —le dijo mientras sacaba de la estantería una copia de Guerra y paz en cuyo interior guardaba un magnífico puro—. ¿Quieres uno?
Liam levantó una ceja con sorpresa.
—No, gracias. Interesante literatura.
—A Anna no le gusta que fume —admitió mientras ponía en marcha un pequeño ventilador que solía tener en el cajón del escritorio—. Pero con los años su sentido del olfato no ha hecho más que agudizarse.
—¿Y si entrase en este momento?
—Querido Payne, no se puede vivir siempre preocupado por lo que puede pasar —pero, por si acaso, acercó un poco más el ventilador—. Me ha dicho un pajarito que en Hollywood están mostrando cierto interés por tu obra.
—Tiene usted muy buen oído para los pájaros.
—No puedo quejarme. Cuéntame, ¿cuánto tiempo tienes pensado quedarte en Nueva York?
—Por lo menos otro mes. Supongo que para entonces habrán acabado las obras en mi casa.
—Una casa magnífica, por lo que tengo entendida, cerca del mar, igual que ésta.
—Pero no puede ni compararse con esta maravilla.
—Aún eres joven. Lo importante es que tienes tu propio lugar, un sitio en el que estar tranquilo.
Liam no sabía adonde se dirigía la conversación, por lo que no podía evitar cierta inquietud.
—Es razonable necesitar privacidad —continuó diciendo el viejo Miller—. Pero si la soledad y la privacidad se convierten en aislamiento, ya no es tan saludable, ¿no te parece?
—No veo que aquí tengan muchos vecinos cerca —replicó mirando hacia la ventana.
La sonrisa de Daniel se abrió paso entre la barba.
—No, pero eso no quiere decir que estemos aislados. No sé si sabes que ____ también creció junto al mar, en una casa de la costa de Maine en la que su padre protegía su tranquilidad como un lobo.
—Eso he oído.
—El padre de _____ es un buen hombre y su madre una gran mujer. Ambos están muy orgullosos de sus hijos.
Completamente perdido, Liam se limitó a darle la razón.
—No lo dudo.
—¿Cómo vas a dudarlo? Lo has visto con tus propios ojos. _____ es una joven encantadora, con un corazón grande como la luna y cálido como el sol. Tiene una luz especial. ¿No te parece?
—Creo que es una mujer única.
—Desde luego. Es una muchacha incapaz del más mínimo engaño —continuó diciendo—. A menudo deja de lado sus propios sentimientos para preocuparse de los de los demás. Pero eso no quiere decir que se arrastre ante nadie, por sus venas corre sangre escocesa. Si la acorralan, responde con fiereza, pero se hará daño a sí misma antes de hacérselo a otro. Eso me preocupa.
Aunque no estaba oyendo nada que no hubiese comprobado por sí mismo, aquellas palabras hicieron que Liam se sintiese incómodo.
—No creo que deba preocuparse por _____.
—Es lógico que un abuelo se preocupe por los suyos. _____ quiere un lugar en el que depositar todo el amor que lleva dentro. El hombre al que entregue su corazón será muy afortunado.
—Estoy de acuerdo.
—Tú te has fijado en ella, Payne. Eso no necesito que me lo diga ningún pajarito.
Había hecho algo más que fijarse, pensó Liam para sí.
—Como bien ha dicho, es una mujer encantadora.
—Y tú eres un soltero de treinta años. ¿Cuáles son tus intenciones?
Vaya, pensó Liam, eso era no andarse con rodeos.
—No tengo ninguna intención en particular.
—Pues ya es hora de que las tengas —espetó dando un puñetazo en la mesa—. No pareces tonto, ni ciego. ¿O sí que lo eres?
—No.
—¿Entonces qué te pasa? _____ es exactamente lo que necesitas para poner algo de luz en tu vida, para no acabar metido en una cueva como un oso. Y si no creyera que eres lo mejor para ella, no dejaría ni que te acercaras, eso te lo puedo asegurar.
—En realidad fue usted el que me puso cerca de ella, señor Miller —y Liam estaba furioso por ello. Se sentía atrapado—. Me puso en la puerta de su casa y me hizo creer que me estaba haciendo un favor.
—Muchacho, te hice el mayor favor de tu vida y deberías darme las gracias por ello, en lugar de mirarme con tanta furia.
—No sé cómo llevará el resto de su familia que se meta en sus vidas, pero lo que sí sé es que yo ni quiero ni necesito que lo haga.
—Si no lo necesitabas —replicó Daniel con la misma furia con la que Liam se había levantado de la silla—, ¿por qué sigues lamentándote por algo que perdiste hace mucho, y que jamás tuviste, en lugar de aprovechar lo que tienes delante de las narices?
—Eso es problema mío —respondió con tremenda frialdad.
—Desde luego que es un problema —replicó Daniel—. Llevo más de noventa años en este mundo y después de mucho observar, veo a la gente tal como es. Y tú, Payne, eres o muy joven o muy testarudo para no darte cuenta de que son perfectos el uno para el otro. Se complementan.
—Se equivoca.
—¡Ja! _____ no te habría invitado a venir a esta casa si no estuviera enamorada y tú no habrías aceptado a menos que sintieras ya lo mismo por ella.
Daniel vio con satisfacción cómo Liam se quedaba pálido. Era de ésos a los que les daba miedo el amor.
—El amor no tiene nada que ver con lo que hay entre _____ y yo —consiguió decir a pesar del enorme nudo que se le había formado en el estómago—. Y si le hago daño, que seguramente lo haré —matizó—, parte de la culpa será suya.
Salió de allí dejando a Daniel a solas con su puro. Sin duda le daba rabia que su querida _____ fuera a sufrir y, sí, en parte sería culpa suya, pero sabía que cuando el testarudo de Liam abriera los ojos la haría muy feliz... ¿Quién sería entonces el responsable de que estuvieran juntos sino Daniel Miller?
Se terminó el puro con una sonrisa en los labios.
_____ lamentaba que la visita a Hyannis hubiera puesto a Liam de mal humor. Un humor que no había cambiado del todo ni siquiera una semana después de volver a Nueva York.
Admitía que era una persona complicada, pero ahora que sabía por lo que había pasado, comprendía que no pudiera ser de otro modo. Un hombre tan sensible y con tanto corazón tardaría un tiempo en volver a confiar en alguien, en volver a sentir.
_____ esperaría.
No podía evitar que le doliera cada vez que se apartaba de ella demasiado rápido, o cuando se refugiaba en su trabajo, en la música o en los largos paseos que había empezado a dar a las horas más intempestivas. Paseos durante los que le había dejado muy claro que prefería estar solo, que no quería compartirlos con ella.
Trató de convencerse de que el trabajo le estaba dando problemas, aunque ya nunca hablaba de la obra con ella. Suponía que él no la creía capaz de comprender el dolor, la alegría y la frustración de su trabajo o las partes de su ser que acababa acaparando por completo. Eso también le dolía, pero se esforzó en aceptarlo.
Siempre le había resultado más fácil mentirse a sí misma que a los demás.
Por su parte, el cómic había dado un nuevo giro y cada vez le exigía más tiempo y más energía. La reunión que había tenido justo antes de irse a Hyannis había sido muy importante, pero no había hablado a nadie de ella. Ni a su familia, ni a sus amigos, ni a su amante.
Seguramente por superstición no había querido contárselo a nadie para no estropearlo antes de que fuera real.
Ahora ya lo era.
Al salir del taxi que la había dejado frente a su edificio, se llevó la mano al pecho y sintió cómo el corazón latía desbocado. Ahora era real y se moría de ganas de contárselo a todo el mundo.
Quizá diera una fiesta para celebrarlo. Una gran fiesta con música, alegría y mucho ruido.
Tenía que llamar a sus padres, a toda su familia y tenía que encontrar a Jody para gritar juntas. Pero antes debía decírselo a Liam.
Llamó a su puerta con ambas manos. Sabía que estaría trabajando, pero no podía esperar. Seguro que él lo comprendía.
Tenían que celebrarlo juntos, beber champán en mirad de la tarde, emborracharse y hacer el amor como locos.
Cuando por fin abrió la puerta, los ojos de _____ brillaban como el sol.
—¡Hola! Acabo de volver. No te vas a creer lo que tengo que contarte.
Liam estaba sin afeitar, con el pelo enmarañado y molesto de que, con sólo verla, su mente se alejara del trabajo que tenía entre manos.
—Estoy trabajando, _____.
—Lo sé y lo siento, pero si no se lo cuento a alguien, voy a explotar —le tocó el rostro con las manos—. Creo que te vendría bien tomarte un descanso.
—Estoy en medio de algo —comenzó a decir, pero ella ya había pasado hasta el salón.
—Seguro que no has comido nada en todo el día. ¿Quieres que te prepare un sándwich y así...?
—No quiero que me prepares nada —oyó la tensión de su propia voz, pero no se molestó en suavizarla, simplemente se limitó a servirse otro café—. No tengo tiempo, _____, quiero seguir trabajando.
—Pero tienes que comer algo —lo oyó subir las escaleras y fue tras él—. Está bien, olvídate del sándwich, tengo que contarte dónde he pasado el día. Dios, Payne, esto parece una tumba —se acercó de manera instintiva a abrir las cortinas para que entrara un poco de luz.
—Deja eso. Maldita sea, _____.
Se quedó paralizada unos segundos, después bajó la mano muy despacio. Liam estaba ya sentado al ordenador, inmerso en su trabajo y dándole la espalda. No le importaba nada de lo que ella tuviera que contarle.
—Te resulta muy fácil actuar como si no estuviera aquí —murmuró.
A Liam no se le escapó el tono dolido de su voz, pero se negaba a sentirse culpable.
—No es fácil, pero en este momento necesito hacerlo.
—Sí, ya sé que estás trabajando y que no comprendes cómo puedo tener la desfachatez de interrumpirte en tu gran tarea de genio, algo que jamás podría entender.
Levantó la mirada hacia ella con irritación.
—Tú puedes trabajar rodeada de gente, yo no.
—También te resulta muy fácil obviarme aunque no tengas que trabajar.
Se alejó de la mesa y giró la silla hacia ella.
—No estoy de humor para discutir.
—Por supuesto, lo más importante es tu estado de ánimo. Si estás de humor para estar conmigo o para estar solo, para hablar o para estar callado, para tocarme o para alejarte de mí.
Había algo en su voz que desató el pánico dentro de él.
—Si no te gustaba, deberías haberlo dicho.
—Tienes toda la razón del mundo. Te lo digo ahora, Liam, no me gusta que me trates como si fuera una molestia que puedes echar a un lado fácilmente y luego volver a utilizar cuando tengas un momento libre. No me gusta que no te preocupe lo más mínimo si tengo algo que contarte.
—¿Quieres que deje de trabajar para que puedas contarme que has pasado el día de compras y comiendo con alguno de tus amigos?
_____ abrió la boca, pero volvió a cerrarla sin llegar a decir nada.
—Lo siento —dijo él, furioso consigo mismo, y se puso en pie—. Estoy llegando al final y ando un poco tenso —se pasó las manos por el pelo, ella seguía sin moverse mirándolo con ojos heridos—. Vamos abajo.
—No, tengo que irme —no quería echarse a llorar delante de él—. Tengo que hacer unas llamadas y me duele mucho la cabeza —dijo llevándose una mano a la sien—. Creo voy a tomarme una aspirina y a echarme un rato.
Sólo dio un paso hacia la escalera antes de que él la agarrara del brazo.
—_____...
—No me encuentro bien, Liam. Me voy a casa.
Se soltó de él y bajó las escaleras a toda prisa. Liam cerró los ojos al oír el portazo que dio al salir.
—Estúpido cretino —murmuró apretándose los párpados con los dedos.
Comenzó a dar vueltas por la habitación. Era cierto que se encerraba para trabajar, pero eso no tenía nada de malo, no tenía que justificar sus costumbres ante nadie. Pero tampoco tenía por qué hacerle daño a ella.
Maldita sea. Había irrumpido en su casa en el peor momento posible, cuando las palabras estaban fluyendo de su mente como un manantial. Pero no la había ignorado, ni la había tratado como una molestia. ¿Cómo podría hacer algo así si no conseguía dejar de pensar en ella ni un instante?
Aunque lo cierto era que había intentado deliberadamente no hacerle caso, llevaba haciéndolo desde aquella conversación que había mantenido con Daniel Miller.
Porque ese maldito anciano tenía razón.
Se había enamorado de ella.
Tenía la esperanza de que si no pensaba en ello y se esforzaba en arrinconar sus sentimientos, acabarían por desaparecer.
En cuanto a su comportamiento de los últimos días, tendría que hacer algo para compensar a _____ porque ella no había hecho nada para merecerlo, nada excepto existir, excepto darle todo lo que estaba en su mano. Y él lo había aceptado.
Sabía que no podría seguir trabajando, así que bajó al salón. Consideró la idea de llamar a su puerta y pedirle disculpas, pero enseguida pensó que ahora querría estar sola. Lo mejor era salir a dar un paseo.
No había pensado comprarle flores hasta que vio el quiosco y, en el momento en que tuvo el ramo de tulipanes amarillos en la mano, se sintió mejor.
Siguió caminando sin poder quitarse sus palabras de la cabeza. ¿Cuántas veces la habría dejado de lado, preocupándose tan sólo por sus propios deseos y sin pensar en los de ella? Miller también había estado en lo cierto en eso; _____ siempre ponía los sentimientos de los demás por delante de los suyos propios.
Jamás había conocido a una persona más generosa y más alegre, dos cosas que él había dejado de ser hacía tiempo... excepto cuando estaba con ella.
Había aparecido en su casa con un gesto radiante. Estaba tan acostumbrado a verla contenta, que no se había parado a pensar que pudiera tratarse de algo especial.
Tenía que cambiar su modo de actuar con ella. Podía hacerlo. A partir de ese momento le daría todo lo que ella le había dado a él. Quizá así, cuando llegase el momento de separarse, pudieran hacerlo como amigos.
Al pensar aquello se dio cuenta de que ya no podía imaginar su vida sin ella.
Pasó caminando el resto de la tarde y cuando volvió a casa y llamó a su puerta, el sol ya estaba ocultándose entre los edificios. Se sentía más tranquilo.
—¿Has podido descansar? —le preguntó en cuanto abrió la puerta.
—Sí —se había refugiado en el sueño como un conejo que se escondía en su madriguera para huir del enemigo—. Gracias.
—¿Te apetece compañía? —le dio el ramo de flores y vio la sorpresa reflejada en su rostro.
—Claro... pasa. Son preciosos.
Algo había estado haciendo muy mal si el mero hecho de que le regalara flores lograba sorprenderla tanto.
—Siento mucho lo de antes.
Eso quería decir que le había comprado las flores para disculparse, pensó _____, decepcionada de que no lo hubiera hecho simplemente porque sí. Pero se volvió a mirarlo con una sonrisa.
—No importa. Supongo que es lo que pasa por meterse en la cueva del oso.
—Claro que importa y lo siento mucho.
—Está bien.
—¿Está bien? La mayoría de las mujeres me harían ponerme de rodillas.
—Yo no ganaría nada con que te pusieras de rodillas. ¿Has visto qué suerte tienes?
Liam le agarró la mano cuando se disponía a colocar los tulipanes en un jarrón y se la llevó a los labios.
—Sí que tengo suerte, sí —por segunda vez, vio la sorpresa reflejada en sus ojos.
De pronto se dio cuenta de que nunca había mostrado la menor ternura hacia ella. ¿Cómo había podido ser tan estúpido?
—Estaba pensando que, si te encuentras mejor, quizá te apetezca salir a cenar.
—¿A un restaurante?
—Si quieres. Pero si no estás de ánimo, podemos cenar aquí tranquilamente. Lo que prefieras —añadió agarrándole la cara con ambas manos para darle un beso en la frente.
—¿Quién eres y qué haces en el cuerpo de Liam?
Se echó a reír y siguió besándola, en las mejillas, una y otra vez.
—Dime qué quieres, _____.
Quería que la acariciara y la mirara como estaba haciéndolo.
—Yo... puedo preparar algo sencillo.
—Si no te apetece salir, yo me encargo de la cena.
—¿Tú? Está bien, voy a llamar a la policía.
Liam la estrechó en sus brazos con fuerza.
—No pretendo cocinar, no sobreviviríamos — le acarició el pelo—. Pediré algo por teléfono.
—Ah, está bien —estaba abrazándola, pensó _____, anonadada. La abrazaba sin ánimo de nada más, como si eso le bastara.
—Estás muy tensa —le dijo pasándole las manos por los hombros—. ¿Por qué no subes a darte un baño bien caliente que te relaje? Después puedes ponerte una de esas batas que tanto te gustan y cenaremos tranquilamente.
—Estoy bien. Puedo... —dejó de hablar cuando sintió sus labios rozándole la boca con una suavidad que le aflojó las rodillas.
—Sube —le dijo con una sonrisa cuando ella lo miró, confusa—. Yo me encargo de todo.
—Está bien... El número de la pizzería está junto al teléfono.
—No te preocupes por nada. Sube y relájate. Y tómate todo el tiempo que necesites.
Él también iba a necesitarlo para asegurarse de que todo estaba perfecto cuando ella bajara. Si las flores la habían dejado boquiabierta, no podría articular palabra cuando viera lo que estaba planeando.
Fue al teléfono y marcó el número que figuraba en la memoria junto al nombre de Jody. Después de presentarse le preguntó a la vecina cuál era el restaurante preferido de _____.
—No, me refiero a algo más elegante —le dijo cuando Jody le dio el nombre de la cafetería de la esquina—. Algo francés y sofisticado.
Tuvo que sonreír al oír la exclamación de sorpresa al otro lado de la línea. Escribió el nombre del local.
—Supongo que no tendrás el número de teléfono... ¿Sí? Perfecto. A ver si también puedes con esto, ¿cuál es el postre al que _____ no podría resistirse jamás? Muchas gracias... No, no es nada especial, sólo una cena tranquila. Gracias por tu ayuda.
Volvió a reírse al ver que Jody no dejaba de hacerle preguntas.
—Escucha, los dos sabemos que te lo contará todo mañana por la mañana cuando bajes a tomar café.
Colgó para llamar al restaurante y encargar la cena. Después de eso se puso manos a la obra con los demás preparativos.
pau.
pau.


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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 4 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por DLizz Dom 14 Jul 2013, 11:32 am

Pero que te ocurre?!?!!?! Cómo se te ocurre dejarla así?!?!?! Eso debería ser un delito!!! En serio como la dejas así?!?! Estas en serios problemas conmigo...el dejarme en suspenso de esa manera no es correcto!!
Bueno creo que es más que obvió que amo tu novela y que tienes que seguirla en este preciso momento!!! O enserio estarás en serios problemas....no sabes de lo que soy capas de hacer... SÍGUELA PRONTO LINDA
EN SERIO AMO ESTÁ NOVELA ES TAN ASDFFGHJKL!!! Síguela muyuuuuy pronto linda :)
xoxo
DLizz
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Mensaje por DLizz Lun 12 Ago 2013, 3:06 pm

Linda!!! Tienes que seguirla!!!!!! amo esta novela!!!! Por favor no la dejes!!!
DLizz
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Mensaje por pau. Jue 29 Ago 2013, 7:15 pm

Capítulo 22

_____ hizo lo que Liam le había sugerido y se tomó su tiempo, lo necesitaba para ajustarse al nuevo comportamiento de Liam. Quizá fuera una parte de él que nunca antes le había mostrado.
¿Cómo podría haber imaginado que tenía tanta ternura dentro? Una ternura que hacía que le resultara aún más difícil controlar sus propios sentimientos.
Lo amaba cuando se comportaba cuando era descuidado y gruñón, cuando era divertido e interesante y cuando estaba excitado y ansioso. ¿Cuánto más podría amarlo siendo tierno y cariñoso?
Sabía que se estaba esforzando para pedirle disculpas por haberle hecho daño, sin ni siquiera saber realmente lo que había hecho. Pero lo que importaba era que estuviera intentando hacer las cosas bien.
¿Cómo podría haberlo rechazado?
Una cena tranquila en casa les haría muy bien a los dos. A él no le gustaban las multitudes y, en aquel momento, tampoco ella tenía energías para salir y ver gente. Así pues, comerían una pizza viendo la tele, hablarían de cosas sin importancia y harían el amor en el sofá.
Todo volvería a ser sencillo porque era lo mejor para ambos.
Mucho más tranquila, se puso la bata, se pasó las manos por el pelo, ya casi seco, y bajó las escaleras.
Lo primero que sintió fue la música, una melodía seductora que no le extrañó oír sabiendo como sabía que Liam era un gran melómano. Pero entonces vio el brillo de las velas, decenas y decenas de ellas repartidas por todo el salón.
Allí estaba él, en medio de la tenue luz, esperándola.
Se había cambiado de ropa y se había afeitado la barba de varios días. Le tendió una mano que _____ aceptó, fascinada por el modo en que la luz iluminaba sus maravillosos ojos color avellana.
—¿Te sientes mejor?
—Mucho mejor. ¿Qué está pasando aquí?
—Vamos a cenar.
—Te has tomado muchas molestias para comer —vio cómo se llevaba su mano a los labios y le mordisqueaba los nudillos de un modo que le impedía hablar con normalidad—... pizza —consiguió decir.
—Me gusta el efecto de la luz de las velas en tus ojos, en tus enormes y exóticos ojos —susurró antes de acercarse a darle un beso sobre los párpados—. Y en tu piel —le besó la mejilla—. Esa piel tan suave. Temo haberte dejado algún moretón porque a veces se me olvida lo suave y delicada que es.
—¿Qué? —tenía la sensación de estar realmente flotando.
—He sido muy poco cuidadoso contigo, _____. Pero esta noche voy a tener más cuidado — volvió a levantarle las manos y se las besó una y mil veces—.Tengo algo para ti —le dijo mostrándole una cajita atada con un lazo rosa.
—No necesito regalos. No los quiero.
Liam frunció el ceño sin comprender, pero enseguida se dio cuenta de que aquello le había hecho pensar en Danielle.
—No es porque los necesites, es porque me acordé de ti —le puso la cajita en las manos para que la abriera—. Mira lo que es antes de decir nada más. Por favor.
____ aceptó la cajita.
—Bueno, ¿a quién no le gustan los regalos? —dejó de hablar al ver los pendientes que había dentro. Eran dos tiras de piedrecitas negras con forma de pez, como si los acabaran de pescar. Se echó a reír al ver cómo se movían en el aire—. Son ridículos.
—Lo sé.
—Me encantan.
—Me lo imaginaba.
Se los puso y lo miró con alegría.
—¿Qué te parecen?
—Que te van de maravilla.
—Muchas gracias. Es un detalle precioso — dijo sólo un segundo antes de lanzarse en sus brazos y besarlo apasionadamente.
—Ay, Dios, no hagas eso —le suplicó Liam al ver que comenzaba a bajársele la sangre de la cabeza.
—Perdón. Es que es demasiado para una sola noche... flores, velas y pececitos —pero respiró hondo y se apartó de él—. Te dejo libre.
—Gracias —le pasó el dedo por la mejilla, por donde había empezado a caer una lágrima—. ¿Champán?
—¿Champán? —repitió, nuevamente sorprendida. ¿Qué demonios le ocurría? De pronto parecía relajado, feliz, romántico—... ¡Has terminado la obra! Liam, es eso, ¿verdad?
—No, aún no, aunque queda muy poco.
—¿Entonces por qué todo esto?
Liam le dio una copa y levantó la suya para brindar.
—Por ti, sólo eso.
El hormigueo que _____ sintió en el estómago no se debía al champán, sino al modo en que él la miraba.
—No sé qué decir.
—Eso sí que es un hecho sin precedentes.
—¿Así que todo esto es una treta para hacerme callar? —Se echó a reír con relajación y disfrutó del champán—. Eres muy listo, ¿verdad?
—Aún no has visto nada —le quitó la copa de las manos y la estrechó en sus brazos, pero en lugar de besarla, apoyó la mejilla contra la suya y comenzó a moverse al ritmo de la música—. Nunca hemos bailado juntos.
—No —_____ cerró los ojos y se dejó llevar—. Liam —susurró varios minutos después al sentir que él comenzaba a besarle el cuello y los hombros.
—Debe de ser la cena.
—¿Qué?
—El timbre, debe de ser la cena.
—Ah —ni siquiera lo había oído.
—Espero no decepcionarte —le dijo mientras se dirigía a la puerta—. No es pizza.
—No te preocupes, me da igual una cosa que otra —¿cómo iba a comer con todas esas mariposas revoloteándole en el estómago?
Abrió los ojos de par en par al ver entrar dos camareros de esmoquin que distribuyeron la comida sobre la mesa que Liam había preparado ya con sus mejores platos. Diez minutos después se habían marchado y ella aún no había recuperado el habla.
—¿Tienes hambre?
—Yo... es maravilloso.
—Ven a sentarte —la llevó de la mano hasta la mesa y después se inclinó a darle un beso en la nuca.
Debió de comer algo, pero no habría podido recordar qué era exactamente ni cómo sabía porque sólo veía a Liam. Sólo recordaría el modo en que la había mirado, cómo le había mordisqueado los nudillos y cómo la había estrechado en sus brazos al bailar. Cómo le había sonreído al ayudarla a levantarse de la mesa y cómo la había llevado en brazos al dormitorio.
De pronto _____ le parecía tan delicada, tan vulnerable. Aunque lo hubiese deseado, no podría haberla tratado de otro modo que con ternura. La dejó sobre la cama suavemente, encendió las velas como había hecho en otra ocasión, pero cuando volvió a su lado y la acarició, lo hizo con suavidad.
Le dio más de lo que se creía capaz de dar y recibió de ella una recompensa que no habría imaginado posible. Cada vez que se estremecía, Liam no se sentía victorioso, sólo sentía ternura.
—Eres preciosa, _____ —susurró mientras cubría su cuerpo de besos—. ¿Cuántas veces he olvidado decírtelo? Y demostrártelo —añadió mirándola a los ojos.
—Liam...
—No, déjame que lo haga. Deja que vea cómo disfrutas mientras te toco como debería haberlo hecho mucho antes.
_____ sintió que se hundía en un mar cálido y oscuro. Estaba indefensa, sólo podía aferrarse a él, a sus manos, a sus labios. La primera oleada la arrastró dejándola temblorosa de tanto placer.
Liam siguió explorando cada rincón de su cuerpo, deteniéndose en aquéllos que hacían que se le acelerara la respiración.
Finalmente se sumergió en ella con su nombre en los labios y gimió con deleite cuando sus piernas lo rodearon.
Se movió dentro de su cuerpo mientras sus bocas se fundían igual que lo hacían sus cuerpos, bebiéndose los gemidos del otro hasta que ambos se deshicieron en un largo clímax.
Liam seguía allí cuando despertó, abrazándola igual que lo había hecho mientras dormían.
pau.
pau.


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Mensaje por pau. Jue 29 Ago 2013, 7:34 pm

Capítulo 23

Una vez hechas las compras de sus vecinos y las suyas propias, _____ fue directamente a casa de Jody, pues sabía que estaría impaciente, pero parecía que su amiga había salido. Cargada de bolsas, _____ se subió en el ascensor para llegar al tercer piso y sonrió como una tonta al ver que Liam la esperaba junto a su puerta.
—Hola, vecina —la saludó después de quitarle las bolsas y de darle un beso—. ¿Qué llevas aquí, ladrillos?
—No, uvas para el señor Puebles, un millón de cosas para la señora Wolinsky, unas manzanas para que tú comas algo sano mientras trabajas... ¡Ah! Y amoniaco para limpiar la suciedad que estás dejando que se acumule en tus ventanas —explicó detalladamente mientras buscaba su esquiva llave.
—Manzanas y amoniaco, ¿qué más puede pedir un hombre?
—Tarta de queso de la mejor tienda del barrio. Es irresistible.
—Tendrá que esperar —la rodeó con sus brazos y la hizo bailar unos pasos—. He terminado la obra.
—¿De verdad? Es maravilloso.
—Nunca había trabajado tan rápido. Aunque quedan cosas por repasar, pero está todo ahí y en gran parte es gracias a ti.
—¿A mí?
—Hay mucho de ti en esa obra. Una vez dejé de luchar contra ello, comenzó a salir de manera imparable.
—Estoy sin habla. ¿Qué has escrito sobre mí? ¿Cómo es mi personaje? ¿Qué hace? ¿Puedo leerlo?
—Vaya, y eso que estabas sin habla —dijo riéndose—. Podrás leerlo en cuanto le dé unos últimos toques. Ahora vamos a cenar a la cafetería para celebrarlo.
—¿Quieres celebrar que has acabado la obra con unos espagueti con carne?
—Exacto —y no le importaba parecer un sentimental—. Al lugar al que llevaste a un pobre músico en paro.
—¿Has puesto eso en la obra?
—No te preocupes, te gustará.
—Dios, me encanta verte tan feliz.
—Así es como me siento últimamente. Vámonos.
—Espera, tengo que colocar la compra y arreglarme un poco.
—Tú arregla lo que creas que necesita arreglar y yo mientras colocaré la compra.
—Muy bien. Pero pon cada cosa en su lugar, no te limites a tirarlo todo en un armario.
—Date prisa —dijo comenzando a sacar las cosas de las bolsas.
Había estado una hora esperando a que llegara, impaciente por contárselo, por encontrar el modo de decirle que durante las últimas semanas, todo había cambiado. Por mucho que hubiera luchado contra ello y lo hubiera negado, no había podido evitar que cambiara. Por primera vez desde hacía mucho tiempo, demasiado, era feliz.
Y no era sólo por la obra, era por _____.
Ella le hacía feliz.
Esa felicidad se había reflejado en su trabajo. En la obra había un poso de esperanza que él no había previsto en un principio. Algo irresistible que había aparecido en su vida al mismo tiempo que lo había hecho _____ con sus galletas y su risa.
Lo que sentía por ella, lo que ella le había hecho sentir con su alegría y su generosidad, hacía que se sintiera completo. _____ lo había rescatado. Las últimas palabras de la obra lo decían todo.
«El amor lo cura todo».
Con un poco de tiempo y de esfuerzo, tendría la oportunidad de vivir con ella algo que había dejado de creer que fuera posible.
Metió la mano en la segunda bolsa y sacó una caja que hizo que todo ese mundo de felicidad se derrumbara de golpe.
—Antes de irnos tengo que llamar a Jody para ver si ha vuelto ya —anunció _____ mientras bajaba corriendo. Se había puesto los graciosos pendientes que él le había regalado.
—¿Qué demonios es esto, _____? —Tiró la prueba de embarazo sobre la encimera de la cocina con furia—. ¿Estás embarazada?
—Yo...
—Crees que estás embarazada y no me lo has dicho. ¿A qué esperabas para decírmelo? ¿Pensabas elegir el momento y el lugar perfecto para dármelo ya consumado?
El rubor de felicidad de sus mejillas desapareció en sólo un instante.
—¿Es eso lo que crees, Liam?
—¿Qué debo creer? Llegas aquí con toda la tranquilidad del mundo y ahora encuentro esto — dio un golpecito con la caja en la encimera—. Y tú eres la que jamás miente ni engaña, pues ya me dirás qué es esto.
—Ahora ya soy como Danielle, ¿verdad? —Toda la alegría de su corazón se convirtió en ceniza, fría y seca ceniza—. Un ser calculador y taimado.
—Estoy hablando de ti y de mí, de nadie más —tenía que calmarse, pero aquella traición estaba destrozándolo por dentro cuando por fin había decidido volver a confiar—. Exijo una explicación.
—Pues aquí la tienes. He comprado manzanas para ti, uvas para el IB y una prueba de embarazo para Jody. Chuck y ella tienen la esperanza de estar esperando un hermanito para Charlie.
—¿Jody?
—Exacto —cada palabra que salía de su boca le quemaba la garganta—. No estoy embarazada, así que ya puedes relajarte.
—Lo siento.
—Yo también. No sabes cuánto —agarró la cajita y la observó con tristeza—. Jody estaba tan emocionada cuando me pidió que se lo comprara... Para algunas personas el hecho de ir a tener un hijo supone una enorme alegría, para ti sin embargo es una amenaza, un mal recuerdo de otro tiempo.
—Siento haber reaccionado así, _____. He sido un estúpido.
—¿Qué habrías hecho si hubiera sido mío, Liam? ¿Si te hubiera dicho que estaba embarazada? ¿Habrías creído que lo había hecho adrede para atraparte, para destrozarte la vida? ¿O que era de otro hombre y que me estaba riendo de ti?
—No, no habría pensado eso —la simple idea le horrorizaba—. No seas ridícula. Jamás habría pensado eso.
—¿Qué tiene de ridículo? Danielle lo hizo, ¿por qué no iba a hacerlo yo? Eres tú el que espera que me comporte como ella, el que no acaba de cerrarle la puerta a su recuerdo.
—Tienes razón, _____...
Dio un paso atrás cuando él fue a agarrarla.
—Siempre he sido sincera contigo. No tenías derecho a tratarme así y yo no debería habértelo permitido. Pero esto se ha acabado. Quiero que te vayas.
—No, antes tenemos que solucionar esto.
—Ya está solucionado. No te culpo de nada; yo soy tan responsable como tú. Te he dado demasiado sin esperar nada a cambio. Tú me dijiste que no podías darme más y yo cometí el error de aceptarlo, pero ya no. Quiero alguien que me respete, que confíe en mí y no pienso conformarme con menos. Márchate por favor —fue hacia la puerta y la abrió de par en par.
En sus ojos había furia, pero también lágrimas de dolor.
—Me he equivocado, _____. Lo siento mucho.
—Yo también —iba a cerrar ya, pero entonces respiró hondo y dijo algo más—: Hay algo en lo que no he sido sincera contigo, pero voy a serlo ahora mismo. Estoy enamorada de ti, Liam. Eso es lo peor de todo.
Liam dijo su nombre e intentó acercarse, pero ella cerró la puerta y echó todos los cerrojos. Por mucho que la llamó y golpeó la puerta con los puños, _____ no abrió. La llamó por teléfono desde su apartamento y volvió a la puerta, pero no hubo respuesta.
Le suplicó que abriera mientras sentía cómo se le escapaba de las manos todo lo que había llegado a amar desde que la conocía. Pero ella estaba en el dormitorio y no podía oírlo mientras lloraba desconsoladamente.
pau.
pau.


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Mensaje por pau. Jue 29 Ago 2013, 7:38 pm

Capítulo 24

Último Capítulo

—Voy a salir a verla —decidió Grant Hamilton mientras observaba a su hija desde la ventana de la cocina de la casa que había construido junto con su esposa.
—No, Grant. Déjala sola un rato —le recomendó Gennie, que se había acercado a ponerle la mano en el hombro—. Entrará cuando esté preparada para hacerlo.
—No soporto ver la tristeza que ese cretino ha puesto en sus ojos.
—Tiene que sufrir antes de empezar a superarlo, pero sabe que estamos aquí —le puso los brazos alrededor de la cintura y apoyó la cabeza en su hombro.
—Era más fácil cuando se caían y se hacían algún rasguño.
—Entonces no te parecía tan fácil. Siempre sufres tú más que ellos.
—Sólo quiero hacer que deje de sufrir y luego arrancarle el corazón a ese sinvergüenza —añadió con una triste risa.
—Yo también.
Así fue como _____ los encontró al entrar a la cocina. El uno en brazos del otro, sonriendo.
Eso era exactamente lo que ella anhelaba, esa intimidad, ese cariño. Y había estado dispuesta a darlo.
—¿Saben cuántas veces en mi vida he entrado aquí y los he visto así? —les preguntó uniéndose al abrazo—. Es maravilloso.
—Tienes el pelo mojado —le dijo Grant.
—Deja de preocuparte, papá.
—Puede que lo haga... cuando cumplas los cincuenta. ¿Quieres un café?
—No. Creo que voy a darme un baño caliente y a meterme en la cama con un libro, a ver si sigue funcionando como cuando era adolescente y tenía un desengaño amoroso.
Gennie acompañó a su hija al dormitorio en el que había crecido y dejaron a Grant protestando en la cocina.
—Cariño, ya no eres una adolescente y esto no es un simple desengaño.
Los ojos volvieron a llenársele de lágrimas al oír aquello.
—Mamá... —se dejó abrazar por su madre—. Quiero odiarlo, así podría amarlo un poco menos. Pero es que es maravilloso... y horrible. Es como papá.
—Qué Dios te ayude —susurró su madre riéndose suavemente.
—Siempre me acuerdo de cómo se conocieron papá y tú. De cuando se te estropeó el coche en mitad de la tormenta y acabaste en el faro en el que él vivía como un ermitaño. Sé que se sintió invadido por ti y aun así, no pudo evitar enamorarse —se acercó a la ventana y perdió la mirada en el mar—.Liam es tan solitario, está siempre tan inmerso en su trabajo. Tiene un humor tan cambiante que nunca se sabe cómo va a estar, pero luego es tan sensible y tiene tanto miedo a confiar. Y cuando te toca te das cuenta de todo lo que es, de todo lo que lleva dentro aunque le cueste mostrarlo.
—Dios mío, sí que es como tu padre., _____ tienes que hacer lo que sea mejor para ti, pero si lo quieres tanto, deberías intentar solucionar las cosas con él.
—Cree que soy frívola —siguió protestando con una energía que alegró profundamente a su madre—. Y que mi trabajo es menos importante que el suyo. No confía en mí. Cree que puede pedirme que lo deje sólo y al minuto siguiente venir a besarme como si no pudiera parar.
Se dio media vuelta y encontró a su madre sonriendo.
—¿Qué?
—¿Cómo encontraste otro? Pensé que yo tenía al único que había.
—En realidad lo encontró el abuelo.
Gennie enarcó ambas cejas.
—Claro —se limitó a decir.
Pero _____ lo comprendió y, por primera vez en muchas horas, sonrió.

Liam retiró la boquilla del saxo de sus labios con tremenda frustración. Ni siquiera podía dejar de pensar en ella mientras tocaba; la música no servía de nada con _____.
Había pasado el día entero con la mirada perdida en la pantalla del ordenador o llamando a su puerta hasta que había descubierto que ya no estaba dentro.
Se había marchado. Seguramente fuera lo más inteligente que había hecho desde que se habían conocido; abandonarlo. Finalmente, Liam había decidido irse también para que ella no lo encontrara allí al volver. No podía seguir viviendo a pocos metros de la mujer a la que amaba y a la que no podría tener por culpa de su gran estupidez.
Después de despedirse de André, bajó del escenario y fue a decir adiós a Delta, pero su amiga no era tan fácil de esquivar e insistió en que se tomara una copa de despedida con ella.
—Parece que la música no te ayuda con esta mujer —adivinó con la inteligencia de siempre.
—No —admitió Liam levantando su vaso—. Se ha acabado.
—¿Por qué?
—Porque así lo ha decidido ella. Lo he estropeado todo y debo aceptar su decisión.
—Si lo has estropeado, arréglalo.
—Le he hecho daño y tiene derecho a apartarme de su lado.
—Cariño, cuando se quiere a alguien hay que ir y pedir perdón de rodillas. ¿La quieres tanto como para hacer eso?
Liam observó el whisky antes de dar un trago que le quemó la garganta.
—No sabía que pudiera amar tanto a alguien —confesó.
—Labios de azúcar, vete de aquí y haz lo que debes —le ordenó acompañando sus palabras con un beso.
Liam se marchó, convencido de que Delta se equivocaba; había cosas que no se podían arreglar por mucho que uno lo deseara. Cada vez que cerraba los ojos, veía el rostro de _____ desfigurado por el dolor. No tenía derecho alguno a pedirle que lo perdonara.
No se dio cuenta de que había echado a correr hasta que llegó a la puerta de Jody y comenzó a golpearla.
—¿Estás loco? —le preguntó Jody cuando por fin abrió, con los ojos medio cerrados de sueño—. Es más de medianoche.
—¿Dónde está? ¿Dónde ha ido?
—Como te dije después de que le rompieras el corazón, vuelve a tu agujero si no quieres que despierte a Chuck y a un par de vecinos más. Aquí todos queremos mucho a _____.
—Yo también, Jody.
—¿Y por eso la hiciste llorar hasta que se le secaron los ojos?
—Dime dónde está, te lo suplico.
—¿Por qué habría de decírtelo?
—Porque quiero arrastrarme a pedirle que me perdone y darle la oportunidad de darme una patada si quiere hacerlo. Por el amor de Dios, dime dónde está. Necesito verla.
Jody se secó una lágrima.
—¿De verdad la quieres?
—Tanto, que dejaré que me aparte de su lado para siempre si eso es lo que quiere. Pero antes tengo que verla.
¿Qué podría haber hecho una mujer romántica como ella sino ayudarlo?
—Está en casa de sus padres, en Maine. Pero si vuelves a hacerle daño, te mataré con mis propias manos.
—Y yo te dejaré. Muchas gracias, Jody. Ah... ¿estás...
—Sí, estoy... Salgo de cuentas el día de San Valentín, ¿no es perfecto?
—Desde luego. Felicidades.
Salió de allí con la dirección de los padres de _____ en la mano mientras Jody deseaba buena suerte a su amiga en silencio.
—Ese maldito entrometido —protestó Grant Hamilton por enésima vez desde que Gennie le había contado la intervención de Daniel Miller.
—Sabes muy bien que lo hizo porque quiere mucho a _____—le recordó su mujer, que sabía que en realidad Grant adoraba al viejo Miller.
—Pues no le salió bien, ¿no te parece?
Gennie comenzó a hablar, pero justo en ese momento se oyó un coche que se acercaba por la vieja carretera.
—No estoy tan segura de eso —murmuró entonces y se puso en pie en mitad del jardín para ver quién era.
—Dile a quien sea que se vaya y no vuelva más.
—Creo que tendrá que ser _____ la que lo decida.
—¿Qué? ¿Es que crees que es él? Por fin podré darle una patada en el trasero.
—Compórtate —le pidió con un beso.
Liam vio a los padres de la mujer que amaba de pie en el césped y se preguntó quién de los dos lo mataría antes.
Gennie comprendió nada más verlo por qué su hija se había enamorado tan locamente de aquel hombre.
—Señora Hamilton, señor Hamilton —los saludó Liam en cuanto estuvo lo bastante cerca—. Soy Liam Payne. Necesito a _____... Necesito ver a _____—se apresuró a corregir.
—¿Cuánto años tiene, Payne?
Liam frunció el ceño ante la inesperada pregunta del señor Hamilton.
—Treinta.
—Pues si quieres llegar a los treinta y uno, vuelva a subirse en ese coche y lárguese de aquí.
—Antes tengo que ver a _____. Después podrá echarme de una patada si quiere. O al menos intentarlo.
—No vas a acercarte a ella.
—¡Ya está bien! —intervino Gennie situándose entre ambos—. Está en el acantilado, detrás del faro.
—Maldita sea, Gennie.
—Muchas gracias —le dijo poniéndole la mano sobre la suya—. No volveré a hacerle daño —les dijo a ambos—. Se lo prometo —añadió antes de salir corriendo.
—¿Por qué demonios has hecho eso?
Gennie se volvió hacia su marido y le tomó el rostro entre las manos.
—Porque me recuerda a alguien y creo que nuestra hija va a ser muy feliz con él. Parece que Daniel tenía razón.
—Lo sé —admitió por fin Grant—. Pero será mejor que no se lo digamos inmediatamente, hagámosle sufrir un poco.
La encontró sentada en una roca, dibujando mientras el viento le despeinaba el cabello y la imagen le cortó la respiración. Mientras conducía no había dejado de preguntarse qué sentiría al verla, ahora sabía que, por una vez, su imaginación se había quedado corta.
Pronunció su nombre, pero enseguida se dio cuenta de que era imposible que lo oyera con ese viento y desde lejos. Quizá sí lo oyó, o quizá sintió su presencia, porque justo entonces levantó la mirada hacia él.
Después, como si su presencia no le importara, siguió dibujando. Liam se acercó.
—Estás muy lejos de casa, Payne.
—_____—susurró con voz ronca.
—Si hubiera tenido algo más que decirte, te lo habría dicho en Nueva York —«¡vete!», gritó en su interior. «Vete antes de que vuelvan las lágrimas».
—Tengo algo que decirte.
_____ le dedicó una rápida mirada de desinterés sin decir nada.
—Por favor. Escúchame y si después quieres que me vaya, me iré.
—Está bien —volvió a bajar la mirada al bloc de dibujo—. Pero si no te importa, seguiré trabajando.
—Como quieras —no sabía por dónde empezar—. Mi agente se encontró con el tuyo el otro día.
—Qué mundo tan pequeño.
Liam no se dejó acobardar por su frialdad.
—Le contó lo de la serie de televisión que van a hacer basándose en tu cómic. Es un gran proyecto.
—Eso dicen.
—No me lo dijiste.
—A ti no te importa mi trabajo —le dedicó otra rápida mirada.
—Eso no es cierto, pero comprendo que pienses que es así. Sé que era eso lo que querías contarme aquel día que viniste a mi apartamento tan entusiasmada y yo te estropeé el momento. Yo —hizo una pausa para mirar al mar, dándole la espalda—... Estaba distraído con la obra y, sobre todo, con lo que sentía por ti. Con lo que no quería sentir por ti.
_____ apretó tanto el lápiz que le rompió la punta.
—Si eso es lo que has venido a decirme, ya lo has hecho. Ahora ya puedes marcharte.
—No, no es eso, pero quiero pedirte disculpas y decirte que me alegro por ti.
—¡Bieeeen!
Parecía que, después de todo, _____ sí podía ser cruel cuando alguien lo merecía.
—Todo lo que me dijiste la noche que me echaste de tu casa es cierto. Dejé que algo que pasó hace mucho tiempo me afectara más de la cuenta y lo utilicé para apartarme de lo mejor que me ha pasado en toda la vida- se arrodillo frente a ella.
_____ no pudo seguir mirando el bloc por más tiempo y levantó la vista hacia él.
Liam vio la compasión en sus ojos y se sintió con fuerzas para continuar.
—Yo amaba a Danielle, pero lo que sentía por ella no es ni la sombra de lo que siento por ti. Lo que siento cuando pienso en ti o cuando te miro me abruma, es tan fuerte que me duele y al mismo tiempo me llena de esperanza.
_____ trató de decir algo, pero le temblaban los labios y el corazón estaba a punto de escapársele del pecho.
—¿De esperanza de qué? —consiguió decir.
—De que se obre un milagro. Sé que te hice daño y no tengo excusa para hacer lo que hice —hablaba con rapidez por miedo a que le dijera que no hacía falta que continuara, que ya era demasiado tarde—. Te ataqué cuando pensé que podrías estar embarazada porque estaba enfadado conmigo mismo porque una parte de mí pensó que si tenía un hijo contigo, podría quedarme a tu lado. No tendría que perderte.
_____ lo miró con los ojos abiertos de par en par.
—Sabía que tú no querías casarte, pero pensé que si estabas embarazada, no te importaría hacerlo.
—¿Que no me importaría? —fue todo lo que pudo decir. Se puso en pie mientras se preguntaba cómo era posible que las cosas hubieran cambiado tanto, él imitó su acto.
—No es excusa, pero tienes derecho a saber que nunca pensé que quisieras engañarme. _____, yo nunca he conocido a nadie menos calculador que tú; eres la mujer más generosa y alegre del mundo. Conocerte ha llenado mi vida de felicidad en un momento en el que creía haber olvidado cómo ser feliz.
—Liam—comenzó a decir con los ojos llenos de lágrimas.
—Déjame terminar —le pidió al tiempo que le tomaba ambas manos entre las suyas—. Te amo con todo mi corazón. Dijiste que me amabas y tú nunca mientes.
—No —al mirarlo vio el cansancio que había en sus ojos y la tensión que arrugaba su rostro, una tensión que deseaba hacer desaparecer con caricias—. Yo no miento.
—Te necesito mucho más de lo que puedas necesitarme tú a mí porque sé que podrás olvidarme y seguir con tu vida. Eres una mujer fuerte y llena de energía; nada te detendrá para llegar donde desees. Me olvidarás y mi recuerdo no te impedirá ser feliz. Pero yo... —continuó con desesperación—. Jamás podré olvidarte. Nunca dejaré de amarte y de lamentar todos los errores que he cometido contigo. Si me pides que me vaya, me iré —bajó la cabeza hasta apoyar la frente en la de ella—. Pero por favor, no me lo pidas.
—¿De verdad crees eso? —le preguntó con voz tranquila—. ¿Realmente crees que podría olvidarte? Quizá pudiera hacerlo, pero ¿para qué intentarlo siquiera? ¿Por qué iba a pedirte que te fueras si lo que más deseo en el mundo es que te quedes a mi lado?
_____ sintió cómo el aire salía de sus pulmones con alivio y todo su cuerpo se estremecía al oír aquellas palabras.
—Yo también te necesito —añadió dejando que él la estrechara en sus brazos.
—Dios, _____—se apartó sólo lo necesario para mirarla a los ojos—. Pensé que te había perdido. No puedo...
La besó en la boca, pretendía hacerlo suavemente, pero la emoción se apoderó de él con la misma fuerza con la que el mar golpeaba el acantilado sobre el que se encontraban. Cuando se separaron, ella tenía los ojos llenos de lágrimas.
—No llores.
—Vas a tener que acostumbrarte a verme llorar. Los Hamilton somos muy sentimentales.
—No es eso lo que me ha parecido tu padre. Creo que quiere hacerme pedacitos.
—Te perdonará en cuanto vea lo feliz que me haces —aseguró con una deliciosa carcajada—. Mis padres te van a adorar, Liam. Primero porque yo te amo y segundo por ser como eres.
—¿Grosero y malhumorado?
—Sí —volvió a echarse a reír mientras comenzaban a caminar cogidos de la mano—. Aquí es donde se conocieron mis padres. Mi padre vivía como un ermitaño en el faro y apareció una mujer que lo distrajo de su trabajo —lo miró de reojo antes de añadir—. Mi padre es grosero y malhumorado.
—Debe de ser un hombre encantador y muy sensible —dijo él riéndose, al tiempo que se llevaba su mano a los labios para besarla—._____, ¿querrás venir a Newport conmigo a conocer a mi familia?
—Claro —sintió su intensa mirada sobre ella y lo miró de frente—. ¿Qué?
Liam se detuvo para hablar.
—Sé que no quieres casarte ni vivir en una casa en mitad del campo y no espero que... aunque te encantaría mi casa —aseguró en mitad del discurso—. No espero que cambies tu vida por mí, pero si más adelante, en algún momento, decides que quieres casarte conmigo y que formemos una familia, ¿me lo dirás?
El corazón le dio un vuelco dentro del pecho, pero se limitó a decir:
—Serás el primero en saberlo.
Liam se dijo así mismo que debía sentirse satisfecho con eso y siguió caminando.
—Muy bien.
Sólo un segundo después, fue ella la que se detuvo.
—Liam.
—¿Sí?
—Quiero casarme contigo y que formemos una familia juntos —anunció con una sonrisa que le habría iluminado el alma a cualquiera—. Ya ves, eres el primero en saberlo.
No pudo esperar a estrecharla en sus brazos y besarla de nuevo.
—¿Por qué has tenido que hacerme esperar tanto tiempo?
_____ se echó a reír mientras dejaba que él la levantara del suelo y se pusiera a dar vueltas de alegría.


Fin ♡
pau.
pau.


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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 4 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por DLizz Dom 01 Sep 2013, 8:24 am

Ahhhhhhhhhhhhhh!!!!!!! Que bello!!! :3 valió la pena la espera!!! Me encanto el final fue tan lindo, me hiciste llorar!! 
Ame la novela esta muy linda admito que a veces me daban un poco de flojera leer los capítulos pero como leía me atraía más y más! 
Ahora sólo cabe hacerte una pregunta/petición... Tiene epílogo?!?! Tienes que ponerlo!! O sí no porque no lo haces tu!? En serió me gustaría saber que pasa con esos dos :3 <3   Los amo!!  Me gustaría que me pasara eso :') 
Bueno... Gracias por compartir esta bella historia con nosotros, ahora entiendo porque lo hiciste, en verdad se lo merece :) 
Saludos xoxo
DLizz
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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 4 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

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