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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 Empty La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Capítulo 3

Mensaje por pau. Miér 20 Mar 2013, 3:14 pm

La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 525146_402853913145305_1424718149_n_large

Capítulo 3

El lugar olía a whisky y a humo. A _____ no le resultó desagradable, era parte del ambiente del local. Un ambiente de luz tenue que iluminaba el escaso escenario. Las mesas redondas y poco más grandes que un plato de postre abarrotaban la sala y, aunque la mayoría estaban ocupadas, apenas había ruido.
_____ llegó a la conclusión de que en sitios como aquél la gente hablaba susurrando; planeaban romances o disfrutaban de los ya existentes.
Sentados a una barra de robusta madera, otros clientes bebían sus copas y las protegían con los brazos como si alguien fuera a robárselas.
Era un lugar propio de una película de los años cuarenta. Una de esas historias en las que la heroína llevaba vestidos largos y estrechos, los labios pintados y el cabello rubio cayéndole sobre la cara, mientras cantaba canciones que hablaban de todos los hombres que le habían hecho daño.
Mientras ella cantaba, el hombre que la deseaba, y que le había hecho daño, hundía su mirada pensativa en un whisky.
En otras palabras, pensó _____ con una sonrisa, era un lugar perfecto.
Esforzándose en no llamar la atención, ocupó una mesa junto a la pared del fondo del local y lo observó entre el humo y los vapores del whisky.
Iba vestido de negro. Vaqueros y camiseta metida por dentro del pantalón. Se había quitado la chaqueta de cuero con la que se había protegido del frío. Estaba hablando con una mujer guapísima ataviada con un estrecho vestido rojo, que marcaba las curvas de su cuerpo. Su risa retumbó en toda la sala con enorme sensualidad.
Fue entonces cuando _____ lo vio sonreír por primera vez. Aunque el modo en que sus labios se curvaron e iluminaron su rostro no podía describirse como una simple sonrisa. Era un gesto lleno de diversión, afecto y sentido del humor. Un gesto que hizo que _____ sonriera también.
Supuso que la bella amazona debía de ser su amante. Y tuvo la completa certeza de que así era cuando ella le agarró el rostro entre ambas manos y lo besó. Por supuesto, pensó_____ , un hombre así, lleno de secretos y misterios, tenía que tener una amante exótica con la que se encontraba en un lugar oscuro y lleno de humo, ambientado por música triste y sensual.
La escena le pareció tan romántica que de sus labios salió un suspiro.
Ya en el escenario, Delta le dio un cariñoso pellizco en la mejilla a Liam.
—¿Ahora te siguen las mujeres?
—Es una lunática.
—¿Quieres que pida que la echen?
—No —no se volvió a mirarla, pero podía sentir sus enormes ojos azules clavados en él—. Me parece que es inofensiva.
Los ojos castaños de Delta se llenaron de un brillo malévolo.
—Entonces tendré que fijarme bien en ella. Tengo que ver cómo es la mujer que acosa a mi querido labios de azúcar. ¿No crees, André?
El tipo delgado que se sentaba al piano levantó la mirada de las teclas y sonrió levemente.
—Pero no le hagas daño, Delta. Es muy jovencita. ¿Preparado? —le preguntó a Liam.
—Empieza tú, yo te sigo.
Mientras Delta abandonaba el escenario, los dedos largos y finos de André comenzaron a hacer magia con las teclas del piano. Liam se dejó llevar por las notas y, con los ojos cerrados, dejó que la música fluyera.
La melodía lo arrastró. Conseguía hacer desaparecer de su mente las palabras, la gente y las escenas que a menudo lo aturdían. Cuando tocaba no existía nada más que la música y el placer de producirla.
Una vez le había dicho a Delta que era como el sexo; te vaciaba por dentro y a la vez te daba algo nuevo. Y siempre se hacía demasiado corto.
Al fondo del local, _____ se sumergió en la música, se dejó llevar por el melancólico blues. Se dio cuenta entonces de que era muy diferente verlo tocar a simplemente escucharlo al otro lado de las paredes. La música unida a la imagen tenía mucho más poder, era más conmovedora y mucho más sexy.
Era una música para llorar. Para hacer el amor. Para soñar.
Estaba tan absorta en el escenario, que no vio acercarse a Delta.
—Tú dirás, guapa.
—Mmm? —_____ levantó la mirada, distraída, y sonrió levemente—. Es maravilloso. Esta música llega al corazón.
Delta enarcó una ceja. La muchacha tenía un rostro hermoso; con esa nariz respingona y esos ojos grandes, no parecía una lunática.
—¿Vas a tomar algo o sólo vas a ocupar una mesa?
—Ah —claro, pensó _____, en un lugar así había que consumir—. Es música de whisky —dijo con otra sonrisa—. Quiero un whisky.
Delta levantó la ceja un poco más.
—No tienes pinta de tener edad suficiente para pedir un whisky.
_____ ni siquiera se molestó en suspirar; estaba demasiado acostumbrada a aquella situación. Se limitó a sacar el carné de conducir del bolso y mostrárselo.
Delta lo observó detenidamente.
—Muy bien, _____ _____ Hamilton, te traeré tu whisky.
—Gracias —satisfecha, _____ apoyó la barbilla en las manos y volvió a concentrarse en la música.
Unos segundos después se sorprendió cuando Delta volvió con dos vasos en lugar de uno y se sentó junto a ella.
—¿Y qué haces en un sitio como éste, joven _____?
_____ abrió la boca, pero enseguida se dio cuenta de que no podía decirle que había ido siguiendo a su misterioso vecino por todo el Soho.
—Vivo muy cerca de aquí. Supongo que seguí un impulso —levantó el vaso y señaló con él el escenario—. Me alegro de haberlo hecho —dijo antes de beber.
Delta la observó detenidamente. Tenía aspecto de animadora de instituto, pero había que reconocer que bebía whisky como un hombre.
—¿Vas por ahí a estas horas de la noche tú sola?, alguien podría hacerte algo, pequeña.
_____ la miró por encima del borde del vaso.
—No lo creo, grande.
Delta asintió.
—Soy Delta Pardue —se presentó chocando su vaso con el de _____—. Soy la propietaria del local.
—Pues me gusta mucho, Delta.
—Puede ser —dijo con una carcajada—. De lo que estoy segura es de que te gusta mucho mi hombre —añadió mirando al escenario—. No le has quitado los ojos de encima desde que has entrado.
_____ dio otro trago con gesto pensativo, tenía que meditar bien cómo actuar. No tenía la menor duda de que sabía cuidarse en las calles de Nueva York o de cualquier otro lugar, pero Delta era mucho más grande que ella y, como muy bien le había recordado, se trataba de su local y de su hombre. Sería mejor no hacerla enfadar.
—Es muy atractivo —admitió con relajación—. Resulta difícil no mirarlo, así que, si te parece bien, seguiré haciéndolo. No creo que vaya a mirarme siquiera teniendo a una mujer como tú cerca.
Delta se echó a reír de nuevo.
—Parece que sí que sabes cuidarte sólita. Eres una chica lista.
_____ se rio también.
—Sí que lo soy, sí. Y de verdad me gusta mucho tu local. ¿Cuánto tiempo hace que lo tienes?
—Dos años.
—¿Y antes de eso? Por tu acento, supongo que eres de Nueva Orleans.
Delta ladeó la cabeza.
—Tienes buen oído.
—Es que tengo familia en Nueva Orleans. Mi madre se crio allí.
—No conozco a ningún Hamilton. ¿Cuál era el apellido de soltera de tu madre?
—Grandeau.
—Conozco muchos Grandeau. ¿Eres familia de la señorita Adelaide?
—Es mi tía abuela.
—Una gran dama.
_____ se echó a reír y después tomó un trago.
—Una mujer tan fría como el invierno. Mis hermanos y yo solíamos creer que era una bruja.
—Tiene mucho poder, pero sólo por su dinero y por su nombre. ¿Así que eres una Grandeau? ¿Y quién es tu madre?
—Genviéve Grandeau Hamilton, la pintora.
—La señorita Gennie —Delta dejó el vaso sobre la mesa con una sonora carcajada—. La hija de la señorita Gennie en mi local. El mundo es increíble.
—¿Conoces a mi madre?
—Mi madre le limpiaba la casa a tu abuela, querida.
—¿Mazie? ¿Eres la hija de Mazie? —Impulsada por ese vínculo inmediato, _____ le agarró la mano a Delta—. Mi madre hablaba de Mazie todo el tiempo. Fuimos a visitarla una vez cuando yo era niña y nos dio unos bollitos recién hechos. Me acuerdo de que nos sentamos en el porche, bebimos limonada y mi padre le hizo un dibujo.
—Lo puso en el salón, estaba muy orgullosa de él. Yo estaba en la ciudad cuando vino tu familia. Estaba trabajando, pero mi madre estuvo semanas hablando de su visita. Siempre quiso mucho a la señorita Gennie.
—Verás cuando le diga que te he conocido. ¿Qué tal está tu madre, Delta?
—Murió el año pasado.
—Vaya —le puso también la otra mano sobre la suya—. Lo siento mucho.
—Tuvo una vida estupenda y murió mientras dormía, así que supongo que también tuvo una buena muerte. Tus padres vinieron al funeral. Vienes de una gran familia, pequeña _____.
—Lo sé. Tú también.
pau.
pau.


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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por Sofii Miér 20 Mar 2013, 4:31 pm

Liam tiene novia :( encima me cae bien... :/
No soy lunaticaaa! Solo un poquito obsesionada curiosa...
Amo esta novela! Siguela!
Besos!
:bye:
Sofii
Sofii


http://twitter.com/SofiaTau

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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por pau. Miér 20 Mar 2013, 4:40 pm

Sofii escribió:Liam tiene novia :( encima me cae bien... :/
No soy lunaticaaa! Solo un poquito obsesionada curiosa...
Amo esta novela! Siguela!
Besos!
:bye:

mmmmm who knows?? :fiu:
mejor me callo la boca... jaja ¿lunatica? quien dijo eso? jajajaja tal vez curiosa si un pocito jaja
que bien que la ames :D
la sigo mañana, peor si veo muchoos comentarios o hay nuevas lectoras tal vez les suba otro cap mas tarde :fiu:
pau.
pau.


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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por Sofii Miér 20 Mar 2013, 5:10 pm

∞ Maria Paula Payne ∞ escribió:
Sofii escribió:Liam tiene novia :( encima me cae bien... :/
No soy lunaticaaa! Solo un poquito obsesionada curiosa...
Amo esta novela! Siguela!
Besos!
:bye:

mmmmm who knows?? :fiu:
mejor me callo la boca... jaja ¿lunatica? quien dijo eso? jajajaja tal vez curiosa si un pocito jaja
que bien que la ames :D
la sigo mañana, peor si veo muchoos comentarios o hay nuevas lectoras tal vez les suba otro cap mas tarde :fiu:

Who knows? Como que who knows? Que pasaaaaaaaaa??
Siguela ahoraa! Estoy enferma :( tengo esa horrible gripe que me agarra siempre cuando se acerca el invierno... y lo peor es que mañana empieza recien el otoño! Frio adelantado de mierda.
Tambien por eso estoy desinspirada(? y por eso no subo cap en mi nove...
Besos!
:bye:
Sofii
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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por DLizz Jue 21 Mar 2013, 7:15 pm

Ahhhhhhh tienes que seguirla!!! Liam tiene una novia que resulta ser conocida de la familia de rayis!!! Ohhh que pequeño es el mundo!!! Me encanto tienes que seguirla hermosa :)

XOXO :bye:
DLizz
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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 Empty La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Capítulo 4

Mensaje por pau. Vie 22 Mar 2013, 8:13 pm

La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 A-rjDKJCIAEUEBb_large

Capítulo 4

Liam no comprendía nada. Allí estaba Delta, la persona más sensata que conocía, charlando y abrazándose con esa loca como si fueran viejas amigas. Compartiendo whisky y risas y agarrándose de las manos como solían hacer las mujeres.
Durante más de una hora estuvieron cotorreando animadamente.
_____ hablaba y gesticulaba con las manos mientras Delta soltaba una carcajada tras otra o meneaba la cabeza con incredulidad.
—Mira a esas dos, André —le dijo Liam al pianista.
André dejó de tocar para encenderse un cigarrillo.
—Parecen dos gallinas. Esa chica es muy guapa, amigo. Tiene chispa.
—A mí no me gusta la chispa —farfulló Liam. Se le habían quitado las ganas de tocar, así que guardó el saxo en su funda—. Hasta la próxima.
—Aquí estaré.
Pensó en marcharse sin más, pero le daba rabia ver a su amiga tan a gusto con esa lunática. Además, al menos sería una satisfacción que su entrometida vecina se sintiera descubierta. Pero al acercarse a la mesa, ella se limitó a levantar la mirada hacia él y sonreír.
—Hola —dijo con total normalidad—. ¿No vas a tocar más? Es una música maravillosa.
—Me has seguido.
—Lo sé. No está bien, pero la verdad es que me alegro mucho de haberlo hecho. Me ha encantado la música y si no hubiera venido, no habría conocido a Delta.
—No vuelvas a hacerlo —espetó él antes de dirigirse hacia la puerta.
—Se ha enfadado —comentó Delta riéndose—. Tiene esa mirada que le hiela los huesos a una.
—Debería disculparme —dijo _____ al tiempo que se ponía en pie—. No quiero que se enfade contigo.
—¿Conmigo? Pero...
—Enseguida vuelvo —le dio un beso en la mejilla a Delta y fue corriendo tras él—. No te preocupes, te prometo que lo arreglaré.
Delta se quedó allí mirándola, sorprendida.
—Pequeña, no sabes en lo que te estas metiendo —dijo sonriendo—. Claro que tampoco lo sabe labios de azúcar.
En la calle, _____ llamó a gritos a su vecino mientras se lamentaba de no haberle preguntado a Delta cómo se llamaba.
Cuando por fin lo alcanzó, lo agarró por el brazo.
—Lo siento. Es todo culpa mía.
—¿Quién ha dicho que no lo sea?
—No debería haberte seguido. Fue un impulso y me cuesta mucho no dejarme llevar por los impulsos. Estaba muy enfadada con ese idiota de Frank y... bueno, eso no importa. Sólo quería... ¿podrías caminar un poco más despacio?
—No.
—Está bien. Comprendo que quieras que me atropelle un camión, pero no tienes por qué enfadarte con Delta. Nos pusimos a hablar y de pronto hemos descubierto que su madre trabajó para mi abuela. Conoce a mis padres y a muchos de mis primos...
Por fin se detuvo y la miró.
—De todos los antros de la ciudad —murmuró de un modo que la hizo reír.
—He tenido que seguirte hasta ése y hacerme amiga de tu novia. Lo siento.
—¿Mi novia?- dijo soltando una sonora carcajada.
_____ comprobó con enorme sorpresa que era capaz de reír, un sonido que la hizo derretir.
—¿A ti te parece que Delta puede ser la novia de alguien? Dios, ¿de qué planeta eres?
—Es una manera de hablar. No me atrevía a llamarla tu amante.
Siguió mirándola con una cálida expresión en los ojos.
—Es muy halagador, pero da la casualidad de que el tipo con el que estaba tocando es su marido y mi amigo.
—¿El tipo flaco que toca el piano? ¿De verdad? —_____ consideró la idea un segundo y le resultó increíblemente romántica—. Es genial.
Liam meneó la cabeza y siguió caminando.
—Lo que quiero decir es que —continuó diciendo_____ andando junto a él—estoy segura de que Delta se acercó para asegurarse de que no iba a acosarte ni nada parecido, pero entonces una cosa llevó a la otra y acabamos charlando. No quiero que te enfades con ella.
—No estoy enfadado con ella, sólo contigo. Lo que has hecho es demasiado.
—Lo siento mucho, pero no te preocupes que enseguida te dejo en paz porque está claro que eso es lo que quieres.
Levantó bien la cabeza y se dio media vuelta para cruzar la calle y caminar en dirección opuesta al edificio en el que vivían.
Liam se quedó mirándola unos segundos, después se encogió de hombros y continuó su camino, diciéndose a sí mismo que se alegraba de haberse librado de ella.
No era cosa suya que se dedicase a pasear sola en mitad de la noche; había sido ella la que había decidido seguirlo.
No iba a preocuparse por ella.
Volvió a darse media vuelta con una maldición en los labios. Sólo iba a asegurarse de que llegaba a casa sana y salva, nada más. No quería sentirse responsable si le pasaba algo. Después se olvidaría de ella para siempre.
Estaba todavía a media manzana de ella cuando ocurrió.
Un hombre salió de entre las sombras y la agarró. Ella lanzó un grito ensordecedor. Liam soltó el saxo y echó a correr con los puños apretados, pero se detuvo en seco al ver cómo _____ se giraba y no sólo conseguía zafarse de su atacante, sino que le daba un rodillazo en la entrepierna con el que lo hizo caer al suelo de bruces.
—¡Sólo tengo diez malditos dólares! ¡Diez dólares, estúpido! —Gritaba cuando Liam consiguió reaccionar y llegó a su lado—. Si necesitabas dinero, habérmelo pedido, estúpido.
—¿Estás bien?
—Sí, maldita sea. Esto es culpa tuya. No le habría pegado tan fuerte si no hubiese estado enfadada contigo.
Liam se fijó en que se estaba mirando los nudillos y le agarró la mano.
—Mueve los dedos.
—Déjame en paz.
—Vamos, mueve los dedos.
—¡Oye! —dijo una mujer desde una ventana—. ¿Quieres que llame a la policía?
—Sí —respondió _____ mientras hacía lo que Liam le pedía—. Sí, por favor. Gracias —añadió con algo más de suavidad.
—Menuda damisela indefensa —farfulló Liam—. No tienes nada roto, pero deberían hacerte una radiografía.
—Muchas gracias, doctor —retiró la mano bruscamente—. Ya puedes irte, estoy perfectamente.
El atacante empezó a moverse en el suelo y Liam le puso el pie en el pecho.
—Creo que mejor me quedo un rato. ¿Por qué no me traes el saxo? Lo he tirado al suelo porque aún creía que el lobo feroz se comería a Caperucita.
_____ estuvo a punto de decirle que si quería su saxo, fuera por él, pero entonces pensó que si tenía que volver a pegar al atacante, se haría daño en la mano. Así pues, comenzó a caminar con toda la dignidad que pudo, recogió el saxo y volvió con él.
—Gracias —le dijo ella.
—¿Por qué?
—Por intentar ayudarme.
—No hay de qué —respondió Liam.
Se retiró en cuanto llegó el coche patrulla y al ver lo bien que se explicaba _____, albergó la esperanza de poder escabullirse sin más, pero justo en ese momento se dirigió a él uno de los agentes.
—¿Ha visto usted lo ocurrido?
Liam suspiró con resignación.
—Sí.
pau.
pau.


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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por DLizz Sáb 23 Mar 2013, 9:20 am

Ahhhh síguela!!!! Me desespera liam!!! Es tan cortante!!! Y maleducado!!! Ahhh me desespera!! Wow rayis es ruda XD jajaja
Síguela pronto :) me encanta
Xoxo :bye:
DLizz
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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 Empty La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Capítulo 5

Mensaje por pau. Sáb 23 Mar 2013, 8:14 pm

La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 535719_480256045388719_348050159_n_large

Capítulo 5

Y así fue como se le hicieron las dos de la mañana. Antes de poder volver al edificio con _____, cada uno a su respectivo apartamento. Liam tenía aún en la boca el terrible sabor del café de comisaría y un incipiente dolor de cabeza amenazaba con no dejarle dormir.
—Ha sido emocionante, ¿verdad? Todo lleno de policías y de delincuentes. La verdad es que resultaba difícil distinguir a los unos de los otros. Bueno, los detectives llevaban corbata. La verdad es que han sido muy amables al enseñármelo todo. Deberías haber venido. Las salas de interrogatorios eran tal y como las imaginaba. Oscuras y escalofriantes.
Debía de ser la única persona en el mundo capaz de encontrarle el lado positivo a un atraco.
—Aún estoy nerviosa —dijo entonces—. ¿Tú no? ¿Quieres galletas? Todavía me quedan bastantes.
Mientras sacaba las llaves, Liam pensó en no hacer el menor caso a su invitación, pero un rugido en el estómago le recordó que hacía más de seis horas que no comía nada. Y sus galletas eran una especie de milagro.
—Bueno.
—Genial —abrió la puerta de su casa y se descalzó antes de ir hacia la cocina—. Puedes entrar. Te las pondré en un plato para que puedas comerlas a solas en tu guarida, pero no hace falta que esperes en el descansillo.
Liam entró dejando la puerta abierta a su espalda. Era de imaginar que su casa fuera un lugar alegre y lleno de toques de buen gusto. Echó un vistazo a su alrededor mientras ella ponía algunas galletas en un plato sin dejar de parlotear ni un momento.
—Hablas mucho.
—Lo sé. Sobre todo cuando estoy nerviosa.
—¿Alguna vez estás tranquila?
—De vez en cuando.
Se fijó en las fotos enmarcadas que había sobre un mueble, varios pares de pendientes, unos zapatos en el suelo, una novela romántica y el olor a flores frescas. Todo encajaba con ella a la perfección, pensó en el momento en que su vista se detuvo en una tira de cómic.
—Amigos y vecinos —dijo, y después se fijó en la firma. _____—. ¿Es tuyo?
—Sí. Ése es mi cómic, pero supongo que no dedicarás mucho tiempo a leer cómics, ¿verdad?
Liam distinguía una pulla con sólo oírla, así que se volvió a mirarla y, quizá fuera por culpa de la hora o del cansancio, pero lo cierto era que la vio sencillamente encantadora y atractiva.
—¿Grant Hamilton, el autor de Macintosh, es tu padre?
—Sí.
Era toda una coincidencia. Había una estrecha relación entre los Hamilton y los Miller. Se acercó a la barra que separaba la cocina del salón y agarró un par de galletas del plato.
—Me gusta su trabajo.
—Me alegro —al ver que agarraba más galletas, _____ le dijo—: ¿Quieres un vaso de leche?
—No. ¿Tienes cerveza?
—¿Con las galletas? —hizo una mueca de asco, pero le sacó una cerveza de la nevera—. Espero que sea de tu agrado, es la que le gusta a Chuck.
—Chuck tiene muy buen gusto. ¿Es tu novio?
—Supongo que eso significa que yo sí soy de las que tienen novios, pero no. Es el marido de Jody. Jody y Chuck Myers viven justo debajo de ti, en el 2B. Hoy he salido a cenar con ellos y con el aburrido del primo de Jody, Frank.
—¿Era ese sobre el que farfullabas cuando llegaste a casa?
—¿Estaba farfullando? —preguntó frunciendo el ceño. Hablar en voz alta era otra costumbre que intentaba quitarse desde hacía tiempo—. Puede ser. Es la tercera vez que Jody me enreda para salir con Frank. Es corredor de bolsa, treinta y cinco años y guapo, si te gustan los tipos de mandíbula ancha y frente pronunciada. Tiene un BMW descapotable, un apartamento en el Upper East Side y una casa de veraneo en los Hamptons, suele llevar trajes de Armani, le gusta la comida francesa y tiene los dientes perfectos.
Liam sonrió con interés, a su pesar.
—¿Y qué haces que no estás casada y buscando un dúplex en el que vivir con él?
—Ése sería exactamente el sueño de Jody. Primero, no tengo el menor interés en casarme y vivir en un dúplex y segundo y más importante, preferiría vivir en un hormiguero que con Frank.
—¿Qué tiene de malo?
—Que me aburre —afirmó, pero entonces hizo un gesto de pesar—. Soy muy mala.
—¿Por qué? A mí me pareces sincera.
—Lo soy —dijo al tiempo que agarraba una segunda galleta—. La verdad es que es buena persona, pero no creo que haya leído un solo libro, ni visto ninguna película en los últimos cinco años. Verá alguna que otra en la tele, pero ninguna película de verdad y sin embargo se atreve a criticarlas.
—Ni siquiera lo conozco y ya me aburre.
Eso la hizo reír.
—Dicen que se mira en las cucharas para comprobar que tiene el pelo en orden y podría pasarse la vida entera hablando de las cotizaciones de la bolsa. Y, por si eso fuera poco, besa como un pez.
—Vaya —había olvidado por completo que tenía intención de agarrar el plato de galletas y huir a su apartamento—. ¿Y cómo se supone que besan los peces?
_____ hizo una enorme «O» con la boca y luego se echó a reír.
—Los peces no se besan, pero si lo hicieran, sería algo así. Hoy he estado a punto de escapar sin tener que pasar por tal experiencia, pero entonces ha intervenido Jody.
—¿Y no se te ha ocurrido decir que no?
—Claro que se me ha ocurrido —dijo con una sonrisa de vergüenza y autocrítica—. Pero nunca consigo hacerlo. Jody me quiere y, por alguna razón que aún no alcanzo a comprender, también quiere a Frank y cree que hacemos la pareja perfecta. Ya sabes cómo es cuando alguien te pone en una situación así con toda su buena intención.
—No, no lo sé.
_____ lo observó inclinando la cabeza. Le vino a la mente la imagen de su apartamento vacío. Parecía que no tenía ni muebles ni familia.
—Pues es una lástima porque, aunque a veces resulte muy molesto, yo no lo cambiaría por nada del mundo.
—¿Qué tal la mano? —le preguntó al ver que se frotaba los nudillos.
—Ah. Todavía me duele un poco. Mañana me va a costar trabajar, pero aprovecharé la experiencia para hacer alguna tira.
—No me imagino a Emily tumbando a un atracador de un puñetazo y una patada.
Una enorme sonrisa iluminó el rostro de _____.
—Entonces lo lees.
—De vez en cuando —de pronto pensó que ella era preciosa y estaba llena de vida. Empezaba a resultarle muy tentadora la idea de comprobar si sus labios eran tan deliciosos como sus galletas.
Seguramente eso era lo que ocurría cuando uno acababa comiendo galletas caseras en mitad de la noche con una mujer que se ganaba la vida viendo el lado más positivo de la vida.
—No tienes la ironía de tu padre, ni el genio artístico de tu madre, pero tienes un cierto talento para reflejar el absurdo.
_____ soltó una breve carcajada.
—Vaya, gracias por la crítica.
—De nada —dijo agarrando el plato—. Gracias por las galletas.
_____ lo vio alejarse hacia la puerta. Se iba a enterar del talento que tenía para el absurdo cuando viera los siguientes números del cómic.
—Oye.
Él se detuvo y la miró.
—¿Qué?
—Supongo que tendrás nombre, apartamento 3B.
—Sí, claro que tengo nombre, 3A. Es Payne—agarró la cerveza y el plato con la misma mano y con la otra cerró la puerta tras de sí.
pau.
pau.


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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por Sofii Dom 24 Mar 2013, 8:16 am

Mentira! Te llamas Liam! Yo lo se...
Iajdswjidnzaja amo esta novela :love: y a Liam :love: asi que me encanta la combinacion que hiciste!
Siguelaa!
Besos!
:bye:
Sofii
Sofii


http://twitter.com/SofiaTau

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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 Empty Re: La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada

Mensaje por DLizz Lun 25 Mar 2013, 7:43 am

Me encanta la novela!!! Jajajajaj Liam esta cayendo en las manos de rayis..... Buajajajaja!!!! :twisted: jajaja tienes que seguirla hermosa :)

Xoxo :bye:
DLizz
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La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 Empty La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Capítulo 6 y 7

Mensaje por pau. Jue 28 Mar 2013, 6:19 pm

La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 Tumblr_mgqbhjApiH1redeioo4_250_large

Capítulo 6

Cuando las escenas se le agolpaban en la cabeza, _____ podía trabajar sin parar hasta que se le agarrotaban los dedos y ya no podía sujetar el lápiz o el pincel.
Al día siguiente se alimentó de galletas y de refrescos sin azúcar con los que fingía compensar la ingestión de calorías. Sobre el papel, Emily y su amiga Cari, que en los últimos dos años había ido adquiriendo muchas de las cualidades de Jody, ideaban el plan perfecto para desvelar los secretos de don Misterioso.
Su nombre iba a ser «Pay», pero eso sería después de unas cuantas entregas de misterio.
Durante tres días apenas se levantó de la mesa de dibujo. Jody tenía llave, por lo que no tenía que levantarse a abrirle la puerta cada vez que iba a visitarla. Y era ella la que bajaba a abrir también cuando la señora Wolinsky o cualquier otro vecino pasaban a verla.
La tercera tarde había gente suficiente en su apartamento como para celebrar una fiesta, pero _____ seguía coloreando la tira especial del domingo.
Alguien había puesto música y el ruido de las risas y de la conversación subía por la escalera hasta el estudio acompañado de un agradable olor a palomitas. Mientras se preguntaba si alguien se dignaría a llevarle algo de comer, _____ observó su trabajo.
Era cierto que no tenía la agudeza de su madre, reconoció, ni el genio de su padre. Pero también era cierto que tenía «cierto talento». Dibujaba con mano rápida y firme y también pintaba bastante bien si estaba de humor. El cómic le proporcionaba el espacio perfecto en el que plasmar la sociedad tal y como ella la veía.
Quizá no profundizara en los asuntos más delicados, ni analizara la política con visión sarcástica, pero su trabajo hacía reír a la gente, les hacía compañía mientras se tomaban el café a toda prisa antes de ir al trabajo o mientras desayunaban plácidamente el domingo por la mañana.
Pero lo más importante, pensó mientras ponía su nombre bajo la última viñeta, lo más importante era que la hacía feliz a ella.
Si Payne pensaba que su comentario la había ofendido, estaba muy equivocado. Estaba más que satisfecha con su «cierto talento».
Cuando sonó el teléfono, _____respondió con voz alegre, pues estaba satisfecha con el intenso trabajo que había llevado a cabo en los últimos tres días.
—Eso es lo que yo llamo una muchacha jovial.
—¡Abuelo! Es que estoy contenta y ahora que estoy hablando contigo, mucho más.
Técnicamente, Daniel Miller no era su abuelo, pero eso nunca había impedido que ambos se consideraran abuelo y nieta respectivamente. El amor no entendía de ese tipo de tecnicidades.
—¿Entonces por qué no nos has llamado a tu abuela o a mí? Ya sabes cuánto le preocupa que vivas sola en esa enorme ciudad.
—¿Sola? —Levantó el auricular para que pudiera oír los sonidos de la fiesta que se desarrollaba a sólo unos peldaños de distancia—. La verdad es que nunca me siento sola.
—¿Otra vez tienes la casa llena de gente?
—Eso parece. ¿Qué tal estás? ¿Qué tal está todo el mundo? Cuéntame.
_____ se recostó en el respaldo de la silla y escuchó cómodamente el relato de su abuelo sobre la familia y se alegró enormemente cuando le dijo que estaban preparando una pequeña reunión para el verano.
—Qué bien. Estoy deseando ver a todo el mundo. Hace ya mucho de la boda de Ian y Naomi y los he echado mucho de menos.
—No tienes por qué esperar hasta el verano. Estamos aquí siempre que quieras.
—Puede que les dé una sorpresa.
—En realidad yo llamaba para darte una. Supongo que no te habrás enterado de que Naomi está embarazada. En Navidades tendremos otro niño en la familia.
—Abuelo, es estupendo. Los llamaré esta misma noche para felicitarlos. Darcy y Mac están a punto de tener el suyo, así que estas Navidades vamos a tener muchos bebés a los que mimar.
—Con lo que te gustan los niños deberías estar ocupada teniendo alguno propio.
Estaba tan acostumbrada a escuchar ese tipo de cosas, que la hizo sonreír.
—Mis primos están haciendo tan buen trabajo.
—Desde luego, pero eso no significa que tú puedas dejar de lado tu obligación. Puede que seas una Hamilton, pero llevas a los Miller en el corazón.
—Bueno, supongo que siempre podría rendirme y casarme con Frank.
—¿El de la boca de pez?
—No es la boca, es que besa como un pez, aunque... sí, el de la boca de pez. Podríamos darte unos cuantos mocosos.
—Tonterías. Necesitas un hombre, no una trucha con traje italiano. Alguien que tenga algo más en la cabeza que dinero, que entienda de arte y que sea lo bastante serio como para alejarte de los problemas.
—Ya me alejo de los problemas yo sola —le recordó y decidió no mencionar el incidente ocurrido con el atracador—. Además, como la abuela se quedó contigo, es mejor que viva aquí, en la gran ciudad.
Daniel Miller soltó una sonora carcajada.
—Con todos los hombres que hay en esa ciudad, deberías ser capaz de encontrar alguno que te guste. Sueles salir, ¿verdad? Espero que no te pases todo el día encerrada con tus dibujos.
—Sólo últimamente, pero es que tenía que aprovechar la inspiración. Hay un vecino nuevo en el edificio, un tipo hosco y distante... No, seamos sinceros, es maleducado y brusco. Creo que no tiene trabajo aunque a veces toca el saxo en un pequeño club que hay a pocas manzanas de aquí. Es el vecino perfecto para Emily.
—¿De verdad?
—Se pasa el día en su apartamento y no habla con nadie. Se llama Payne.
—Pero si no habla con nadie, ¿cómo es que sabes su nombre?
—Abuelo —se permitió una sonrisa engreída—. ¿Alguna vez se me ha resistido alguien? No me contó su vida precisamente, pero con unas cuantas galletas conseguí que al menos me dijera su nombre.
—¿Y qué tal aspecto tiene?
—Es guapo, muy guapo. Emily se va a volver loca por él.
—¡Vaya, vaya! —exclamó Daniel con una carcajada de deleite.
Una vez hubo conseguido toda la información que necesitaba de su nieta adoptiva, Daniel hizo una nueva llamada. Sonrió con malicia cuando Liam contestó con voz impaciente.
—¿Sí?
—Es usted tan dulce, Payne, que se me alegra el corazón con sólo oírlo.
—Señor Miller —la voz del escocés le cambió el humor de golpe y le hizo sonreír.
—¿Qué tal se adapta a su nuevo apartamento?
—Bastante bien. Le agradezco de nuevo que me haya dejado utilizarlo mientras mi casa está en obras. Con toda esa gente a mi alrededor, no habría podido trabajar —frunció el ceño al mirar a la pared por la que le llegaba el ruido de la casa de al lado—. Claro que esto tampoco está resultando muy tranquilo precisamente. Parece que mi vecina está celebrando algo.
—¿_____? Es mi nieta, una muchacha muy sociable.
—Desde luego. No sabía que fuera su nieta.
—Bueno, algo parecido. Debería relajarse un poco y unirse a la fiesta.
—No, gracias —antes prefería tomarse una copa de detergente—. Debe de tener en su apartamento a la mitad de los habitantes del barrio. Señor Miller, este edificio suyo está lleno de gente a la que le gusta más hablar que comer. Y su nieta parece la cabecilla del grupo.
—Es una chica muy cordial. Me tranquiliza saber que durante un tiempo vivirá cerca de ella. Usted es un tipo sensato, Payne. De hecho, me gustaría pedirle que le echara un ojo de vez en cuando. _____ a veces es un poco ingenua y eso me preocupa.
Liam sonrió cuando le vino a la cabeza la imagen de _____ tumbando a aquel atracador con la precisión de un boxeador.
—Yo que usted no me preocuparía.
—Ahora que sé que usted está cerca, no lo haré. Una chica tan guapa como _____... porque es muy guapa, ¿no le parece?
—Mucho.
—También es muy lista. Y responsable, aunque parezca algo alocada. Pero no se puede ser alocada y crear una tira cómica tan popular todos los días, ¿no cree? Hay que ser creativa, artística y muy responsable para entregar el trabajo a tiempo día tras día. Eso usted lo sabe mejor que nadie porque escribir obras de teatro no debe de ser nada fácil.
—No —Liam se frotó los ojos, estaba cansado de pelearse con un trabajo que no estaba yendo tan bien como debería—. No lo es.
—Pero usted tiene mucho talento, Payne, un talento muy poco usual. Yo lo admiro por eso.
—Últimamente me parece una maldición más que un talento. Pero se lo agradezco.
—Debería salir y distraerse un poco. Salga con alguna chica guapa. Yo no sé mucho de escribir, aunque tengo dos nietos que se ganan la vida muy bien gracias a eso. Debería aprovechar al máximo la ciudad antes de volver a encerrarse en su casa.
—Puede que lo haga.
—Ah, Payne, hágame el favor de no decirle a _____ que le he pedido que cuide de ella. Esas cosas le molestan mucho. El problema es que su abuela se preocupa mucho por ella.
—No le diré nada —prometió Liam.
Después de la conversación con Daniel Miller, Liam llegó a la conclusión de que el ruido acabaría por volverlo loco, por lo que decidió salir a tocar al club, pero descubrió que aquel día la música no conseguía alejarlo de sus pensamientos.
No dejaba de imaginar a _____ sentada en la mesa del fondo, con la barbilla apoyada en las manos, una sonrisa en los labios y los ojos llenos de brillo. Aquella mujer había invadido una zona que Liam protegía bien y eso era algo que no le hacía ninguna gracia.
Delta's era una de sus vías de escape. A menudo viajaba desde Connecticut sólo para subirse al escenario con André y tocar hasta que la tensión desaparecía, diluida en la música. Después volvía a casa o se quedaba a dormir en el sofá que había en el despacho del local.
Allí nadie le molestaba, ni le exigía más de lo que él quería dar.
Sin embargo, ahora que _____ había estado allí, no dejaba de mirar a la mesa que había ocupado y de preguntarse si volvería a hacerlo. A mirarlo con sus enormes ojos azules.
—Amigo —le dijo André después de dar un largo trago del vaso de agua que tenía sobre su querido piano—. Hoy no sólo tocas blues, llevas dentro hasta la nota más triste.
—Sí, eso parece.
—Cuando un hombre tiene la cara que tienes tú ahora, suele haber una mujer implicada.
Liam negó con la cabeza y se volvió a llevar el saxo a los labios.
—No. No se trata de ninguna mujer, es por el trabajo.
André asintió sin estar demasiado convencido.
—Sí tú lo dices, hermano.






La Vecina Perfecta [Adaptación] {Liam & Tú} Terminada - Página 2 Little-things-one-direction-1d-19_large

Capítulo 7

Volvió a casa a las tres de la mañana con la intención de golpear la puerta de _____ y exigir que dejaran de hacer ruido, así que sintió cierta decepción al descubrir que la fiesta había terminado. Del apartamento vecino no salía ni el más mínimo ruido.
Entró en el suyo y decidió aprovechar la paz que se respiraba para sentarse a trabajar. Después de hacerse un café bien fuerte, se sentó al ordenador para adentrarse en la obra, en la mente de unos personajes que estaban destrozando sus vidas porque no podían comprender su propio corazón.
El sol había salido ya cuando se levantó de la mesa, cuando desapareció la oleada de energía que lo había invadido. Era el primer trabajo realmente sólido que conseguía hilar en casi una semana y lo celebró acostándose completamente vestido.
Y soñó con un hermoso rostro con unos ojos del color de las olas del tranquilizante océano y con una voz que canturreaba como el agua de un arroyo.
«¿Por qué todo tiene que ser tan serio?» le preguntaba ella, riéndose mientras le echaba los brazos al cuello.
«Porque la vida es algo muy serio».
«Pero eso es sólo una de las caras de la moneda. ¿No vas a bailar conmigo?»
En realidad ya lo estaba haciendo. Estaban en Delta's y, aunque el local estaba vacío, la música sonaba llenando el aire de una sensual melodía.
«No voy a vigilarte. No puedo permitírmelo».
«Pero si ya lo estás haciendo».
Levantó la mirada hacia él y al ver el modo en que se curvaban sus labios, Liam sintió que se le aceleraba el pulso.
«Pero eso no es todo lo que quieres hacerme, ¿verdad?»
«No te deseo»
Otra vez esa risa, ligera como el aire, burbujeante como el champán.
«¿Por qué mentir en tu propio sueño? Puedes hacerme todo lo que desees en tus sueños».
«No te deseo», se empeñó en decir una vez más mientras la tumbaba sobre el suelo.
Se despertó sudando, enredado en las sábanas, preocupado y sorprendido.
Cuando consiguió pensar con claridad decidió que aquella mujer era un peligro, pero que lo único que era cierto de aquel erótico sueño era que no la deseaba.
Se frotó la cara y miró la hora. Eran más de las cuatro de la tarde, lo que significaba que había conseguido dormir ocho horas seguidas después de casi una semana. ¿Qué importaba que no fuera en el momento en que solía hacerlo todo el mundo?
Bajó a la cocina, apuró el café que quedaba y se comió el único bollito que tenía. Tarde o temprano tendría que salir a la calle a comprar comida.
Estuvo haciendo ejercicio una hora y se alegró de que el sudor que cubría su cuerpo no tuviera nada que ver con ninguna fantasía sexual. Después se dio una larga ducha y se afeitó por primera vez en tres o cuatro días. Una vez vestido y con la mente más despejada, salió del apartamento con actitud alegre.
_____ dejó caer la mano que había levantado para apretar el timbre.
—Gracias a Dios que estás en casa.
La alegría se esfumó al recordar el sueño.
—¿Qué?
—Tienes que hacerme un favor.
—De eso nada.
—Es una emergencia —lo agarró del brazo antes de que pudiera pasar de largo—. Es cuestión de vida o muerte. La mía y la del sobrino de la señora Wolinsky, porque uno de los dos morirá si tengo que salir con él. Por eso le he dicho a la señora Wolinsky que tenía una cita.
—¿Qué te hace pensar que todo eso me interesa lo más mínimo?
—No te pongas antipático, Payne. Estoy desesperada. No tuve tiempo de pensar y no sé mentir; lo hago muy poco, por eso no se me da bien. No dejaba de preguntarme con quién iba a salir y, como no se me ocurría nadie, le dije tu nombre.
Era cierto que estaba desesperada, por eso se colocó frente a él bloqueándole el camino.
—A ver, déjame que te aclare una sola cosa. Todo eso no es problema mío.
—No, ya lo sé, es sólo mío. Me habría inventado algo mejor si la señora Wolinsky no me hubiese pillado trabajando y con la cabeza en otra cosa —se pasó las manos por el pelo, dejándoselo de punta—. Va a estar mirando y sabrá si salimos juntos o no.
Se dio media vuelta, apretándose las sienes con las manos como si así pudiera estimular a su mente para idear algo.
—Mira, lo único que tienes que hacer es salir de aquí conmigo como si tuviéramos una cita; algo relajado. Nos tomaremos un café o algo así y después de un par de horas volveremos juntos, porque si no lo hacemos, se enterará. La señora Wolinsky se entera de todo. Te daré cien dólares.
Eso último lo dejó atónito. Lo absurdo de la idea hizo que se quedara inmóvil antes de comenzar a bajar la escalera.
—¿Vas a pagarme para que salga contigo?
—No es eso exactamente, pero más o menos. Sé que te vendrá bien el dinero y me parece justo compensarte de algún modo por tu tiempo. Cien dólares por un par de horas, Payne, y yo pagaré el café.
Liam se apoyó en la pared, observándola. La situación era tan ridícula, que despertó en él un sentido del absurdo que creía haber olvidado hacía mucho tiempo.
—¿Sólo café? ¿Sin tarta?
Ella se echó a reír con alivio.
—¿Quieres tarta? Eso está hecho.
—¿Dónde está el dinero?
—Enseguida.
Entró corriendo a su apartamento. La oyó subir las escaleras.
—Deja que me arregle un poco —gritó desde dentro.
—El cronómetro está en marcha, niña.
—Está bien. ¿Dónde demonios está mi...? ¡ahí Dos minutos, sólo dos minutos. No quiero que me diga que podría conservar a algún hombre si me pusiera un poco de pintalabios.
Efectivamente fueron dos minutos, después apareció subida a otros de esos zapatos de tacón de aguja, los labios pintados de rosa oscuro y unos pendientes largos. Otra vez eran diferentes, se fijó al tiempo que ella le daba un billete de cien dólares.
—Te lo agradezco mucho. Sé que debe de parecerte una estupidez, pero es que no quería ofenderla.
—Si para no ofenderla estás dispuesta a pagar cien dólares, es asunto tuyo —se metió el billete en el bolsillo sin dejar de mirarla con curiosidad—. Vamos, tengo hambre.
—¿Quieres cenar? Podemos ir a cenar. Aquí cerca hay un lugar en el que sirven buena pasta. Bueno, vámonos. Finge que no sabes que nos está observando —le susurró cuando se acercaban a la puerta del edificio—. Actúa con naturalidad. ¿Podrías agarrarme de la mano?
—¿Por qué?
—Por el amor de Dios —protestó tomándole la mano con firmeza—. Es nuestra primera cita, intenta hacer como si estuvieras pasándolo bien.
—Sólo me has dado cien dólares —le recordó y se sorprendió cuando ella se echó a reír.
—Eres un tipo difícil. Realmente difícil. Vamos a cenar, a ver si eso te pone de mejor humor.
Y así fue. Nadie habría podido resistirse a un enorme plato de espagueti ni a la alegría de _____.
—Está riquísimo, ¿verdad? —Lo vio comer con verdadero placer y pensó que seguramente no habría comido nada sólido o caliente desde hacía semanas—. Siempre que vengo aquí acabo comiendo más de la cuenta, luego me llevo lo que queda a casa y al día siguiente vuelvo a comer más de lo debido. Podrías salvarme de ponerme como un tonel, llevándotelo tú.
—De acuerdo —dijo él al tiempo que llenaba de vino sus copas.
—¿Sabes? Estoy segura de que hay un montón de clubes de jazz que estarían encantados de contratarte.
—¿Qué?
_____ sonrió de un modo que lo obligó a mirarla a la boca, esa boca tan sensual que cuando se curvaba hacía que le saliera un hoyito en la mejilla.
—Eres muy bueno con el saxo. Seguro que encuentras un empleo estable enseguida.
Liam levantó su copa, divertido por la situación. _____ creía que era un músico sin trabajo. Bueno, ¿por qué no?
—Los trabajos van y vienen.
—¿Sueles trabajar en fiestas privadas? —se inclinó sobre la mesa con entusiasmo—. Yo conozco mucha gente, siempre hay alguien preparando una fiesta.
—No lo dudo.
—Podría darles tu nombre si quieres. ¿Te importa viajar?
—¿Adónde?
—Algunos parientes míos tienen hoteles. Atlantic City no está lejos. Supongo que no tendrás coche.
Tenía un Porsche casi nuevo guardado en un garaje del centro de la ciudad.
—Aquí no.
_____ se echó a reír.
—Bueno, no es difícil llegar a Atlantic City desde Nueva York.
A pesar de lo divertido que resultara, lo mejor era no permitir que se entusiasmara más de la cuenta.
—_____, no necesito que nadie me organice la vida.
—Lo siento, es una mala costumbre que tengo —se disculpó sin ofenderse—. Me meto en la vida de los demás y luego me molesta cuando otros lo hacen conmigo. Como la señora Wolinsky, la actual presidenta del club que parece haberse formado para buscarme un buen hombre. Me vuelve loca.
—Porque tú no quieres un buen hombre.
—Supongo que en algún momento lo querré. Vengo de una gran familia y eso me predispone a querer formar algún día la mía, pero aún tengo mucho tiempo. Me gusta vivir en la ciudad y hacer lo que quiero cuando quiero. No me gustan los horarios, por eso nunca había encajado bien en ningún empleo hasta lo de los comics. Y no es que no sea un trabajo que no requiera disciplina, pero yo dispongo mi trabajo y mi tiempo. Supongo que a ti te pasa algo parecido con la música.
—Supongo —el trabajo para él rara vez era un placer y sin embargo para ella sí parecía serlo. La música también lo era para él.
—Payne—comenzó a decirle con una sonrisa—. ¿Con qué frecuencia participas en una conversación con más de tres oraciones completas?
—Me gusta Noviembre. En Noviembre suelo hablar mucho. Es un mes de transición en el que me pongo filosófico.
—Parece que tienes cierto sentido del humor escondido en algún lugar —se recostó sobre el respaldo de la silla y suspiró con satisfacción—. ¿Postre?
—Desde luego.
—Muy bien, pero no pidas tiramisú porque entonces tendré que suplicarte que me des un poco, luego otro poco y acabaré en coma.
Sin apartar los ojos de ella, levantó la mano para llamar al camarero con la autoridad de un hombre que estuviera acostumbrado a dar órdenes. _____ frunció el ceño.
—Tiramisú —le dijo al camarero—. Con dos tenedores—. Quiero ver si un coma podría hacerte callar.
_____ tuvo que hacer un esfuerzo para dejar de reírse.
—No creo, hablo incluso en sueños. Mi hermana siempre me amenazaba con ponerme una almohada en la cara.
—Creo que me gustaría esa hermana tuya.
—Adria es guapísima... probablemente sea tu tipo. Elegante, sofisticada y muy inteligente. Tiene una galería de arte en Portsmith.
Liam repartió las últimas gotas de vino entre las dos copas. Seguramente eso explicaba por qué se sentía más relajado de lo que se había sentido desde hacía semanas, o meses. Quizá incluso años.
—¿Vas a emparejarme con ella?
—Puede que le gustaras —consideró _____ observándolo detenidamente por encima del borde de la copa—. Eres bastante guapo a pesar de tu estilo arrogante y hosco. Tocas música, lo que seguramente resultara muy atractivo para alguien que aprecia tanto el arte. Y eres demasiado desagradable como para tratarla como si fuera de la realeza, como hacen muchos hombres.
—¿De verdad?
—Es tan guapa, que no pueden evitarlo. Lo peor es que a ella le molesta que se queden atontados por su aspecto y acaba dejándolos. Seguramente te rompería el corazón —añadió con un movimiento de la mano—. Claro que quizá eso te viniera bien.
—Yo no tengo corazón —dijo él cuando el camarero les llevó el postre—. Pensé que ya te habrías dado cuenta.
—Claro que lo tienes —con un gesto de rendición, _____ aceptó uno de los tenedores y probó el tiramisú, lo que la hizo suspirar de placer—. Lo que ocurre es que lo tienes encerrado bajo una gruesa armadura para que nadie pueda volver a hacerte daño. Dios, ¿no te parece que está delicioso? Por favor, no me dejes que coma más, sólo este último bocado.
Pero Liam la miraba fijamente, sorprendido de que aquella pequeña lunática lo hubiese analizado de manera tan certera cuando otros que decían amarlo no habían conseguido ni aproximarse.
—¿Por qué dices eso?
—¿El qué? ¿No te he dicho que no me dejes comer más? ¿Es que eres un sádico?
—Olvídalo —decidió dejar el tema y retiró el plato del tiramisú para dejarlo fuera de su alcance—. Es mío —y se dispuso a comer lo que quedaba.
Sólo tuvo que amenazarla una vez con el tenedor para que no volviera a intentar comer.
—Lo he pasado muy bien —dijo _____ cuando volvían caminando hacia el edificio. Se había agarrado a su brazo—. Ha sido mucho más divertido que pasarse la noche entera tratando de que Johnny no me meta la mano bajo la falda.
Por algún motivo, la idea le resultó tremendamente irritante.
—No llevas falda.
—Claro, porque no estaba segura de poder escapar de la cita con Johnny y decidí poner en marcha un sistema de defensa.
Lo cierto era que los pantalones anchos de color azafrán que llevaba resultaban mucho más sexys que defensivos.
—¿Y por qué no tumbas a Johnny igual que hiciste la otra noche con el atracador?
—Porque la señora Wolinsky lo adora y no podría decirle que su adorado sobrino es como un pulpo.
—Me parece que te dejas mangonear con mucha facilidad.
—No es cierto.
—¿No? —preguntó Liam espontáneamente, antes de darse cuenta de que se estaba metiendo de lleno en su juego—. ¿Entonces por qué dejas que tu amiga Joanie...
—Jody.
—Bueno... Jody te meta en la encerrona de tener que salir con su primo, la señora de abajo con su sobrino y Dios sabe cuántos amigos más tendrás con parientes insoportables. Y tú te dejas llevar porque eres incapaz de negarte.
—Lo hacen con buena intención.
—Se están entrometiendo en tu vida, da igual con qué intención lo hagan.
—No sé —dijo con un suspiro y se quedó pensativa unos segundos—. Mira mi abuelo, por ejemplo. Bueno, en realidad no es mi abuelo, es el suegro de la hermana de mi padre, Shelby. Y mi madre es prima de las respectivas parejas de sus dos hijos. Es un poco complicado.
—Sí que lo es, sí.
—Lo sé, pero ésa es la relación que hay entre Daniel y Anna Miller y mis padres. Mi tía Shelby se casó con su hijo, Alan Miller, a lo mejor has oído hablar de él. Solía vivir en la Casa Blanca.
—El nombre me suena.
—Y mi madre, Genviéve Grandeau es prima de Justin y Diana Blade, los dos hermanos que se casaron con Serena y Caine, los otros dos hijos de Daniel y Anna. Por eso Daniel y Anna son como mis abuelos. ¿Me sigues?
—Perfectamente, pero ya se me ha olvidado por qué has empezado a contarme todo eso.
—A mí también —dijo riéndose y, al hacerlo, se tambaleó un poco y tuvo que agarrarse a él con más fuerza—. Creo que he bebido demasiado vino —explicó—. A ver... ¡Ya me acuerdo! Estábamos hablando de entrometerse en las vidas de otros, un ejercicio en el que mi abuelo, Daniel Miller, es el verdadero rey. Como casamentero no tiene rival. Te lo prometo, Payne, ese hombre es una especie de mago. Tengo... —hizo una pausa para contar con los dedos—. Creo que ya son siete los primos a los que ha conseguido casar. Es increíble.
—¿Cómo que los ha casado?
—No me preguntes cómo lo hace, pero siempre encuentra la persona perfecta, después deja que la naturaleza actúe y, antes de que se den cuenta, empiezan a sonar campanas de boda. Acabo de enterarme de que mi primo Ian y su esposa están esperando su primer hijo. Se casaron el otoño pasado.
—¿Y nadie le dice que se meta en sus asuntos?
—Claro que se lo dicen, constantemente. Pero él no hace ni caso. Supongo que pronto se encargará de Adria o de mi hermano Matthew.
—¿Y de ti?
—Creo que soy demasiado hábil para él. Conozco todos sus trucos y no tengo intención de enamorarme. ¿Y tú? ¿Has pasado por eso alguna vez?
—¿Si he pasado por qué?
—Por el amor, Payne, no seas obtuso.
—No creo que me interese.
—Pero seguro que lo habrá algún día —vaticinó con gesto pensativo.
De pronto se detuvo en seco.
—Maldita sea —protestó—. Es el coche de Johnny. Parece que ha venido de Nueva Jersey. Maldita sea. Bueno, tengo un plan —se volvió a mirarlo y cerró los ojos un segundo—. No debería haberme tomado la última copa.
—Eso parece, niña.
—Haz el favor de no llamarme «niña» para sentirte superior y guardar las distancias. Bueno, no importa. Lo que vamos a hacer es seguir caminando un poco más hasta que estemos justo enfrente de la ventana de la señora Wolinsky. Con mucha naturalidad, ¿de acuerdo?
—Es difícil, pero intentaré hacerlo.
—Me encanta ese sarcasmo tuyo. Escucha, cuando estemos delante de su ventana, nos detendremos porque seguro que estará mirando y enseguida se moverán las cortinas. Tú me avisas.
La idea le parecía inofensiva y lo cierto era que empezaba a gustarle que _____ se agarrase a su brazo. Se volvió a mirar hacia la ventana con disimulo.
—Ahí está.
—Ahora tienes que besarme.
—Ah, ¿sí?
—Y vas a tener que hacerlo bien para que la señora Wolinsky se dé cuenta de que Johnny no tiene nada que hacer. Te pagaré otros cincuenta dólares.
Liam se pasó la lengua por los labios. _____ tenía la mirada lánguida y estaba tan hermosa como un capullo de rosa.
—Vas a darme cincuenta dólares por besarte.
—Es un extra. Quizá así consiga que Johnny vuelva a Nueva Jersey para siempre. Piensa que estás encima de un escenario. No significa nada. ¿Sigue mirando?
—Sí —pero ni siquiera se giró a comprobarlo.
—Estupendo. Hazlo bien. Que parezca romántico. Rodéame con tus brazos y luego inclínate hacia...
—_____, sé cómo besar a una mujer.
—Claro. No pretendía ofenderte. Sólo quiero que salga bien para que...
Liam decidió que la mejor manera de hacerla callar era hacerlo de una vez por todas. No la rodeó con los brazos, la agarró por la cintura y la atrajo hacia sí con fuerza. Vio cómo sus enormes ojos azules se abrían de la sorpresa antes de que sus bocas se unieran y las palabras se secaran en su garganta.
Tenía razón, pensó _____. Sabía muy bien cómo besar a una mujer. Vaya si lo sabía.
Tuvo que agarrarse a sus hombros y ponerse de puntillas.
No pudo evitar soltar un leve gemido.
La cabeza le daba vueltas y el corazón se le subió a la garganta. De pronto se sintió indefensa, perdida y temblorosa. El calor invadió su cuerpo.
Su beso era tan apasionado, tan ardiente, que sólo pudo dejarse llevar.
Era como en el sueño, pensó Liam. Pero mejor, mucho mejor. El sabor de sus labios era único, en sus sueños no la había sentido temblar de ese modo y no había sumergido las manos en su cabello de ese modo mientras gemía de placer.
La apartó sólo un poco para ver si se le habían sonrojado las mejillas como le había pasado a él. Ella lo miró sin decir nada, pero sin soltarse de él.
—Éste corre de mi cuenta —murmuró antes de besarla de nuevo.
Se oyó la bocina de un coche, alguien maldijo y se oyó también una ventana cerrarse después de que un coche pasara junto a ellos, pero _____ no se enteró de nada de eso. Era como si estuvieran en una isla desierta con el mar mojándoles los pies.
Cuando la apartó por segunda vez, lo hizo muy despacio, movió las manos de un modo que casi pareció una caricia. Eso le dio tiempo a _____ para hacer que la cabeza dejara de darle vueltas.
Liam habría deseado seguir besándola, devorarla. Deseaba sentir esa energía suya debajo de su cuerpo, abriéndose a él. Pero tenía la completa certeza de que después ambos se sentirían mal.
Así que la agarró por los hombros y la miró.
—Creo que con eso será suficiente.
—¿Suficiente? —repitió ella.
—Para convencer a la señora Wolinsky.
—¿La señora Wolinsky? —meneó la cabeza para recuperar la claridad mental—. Ah, sí, sí —respiró hondo y esperó poder actuar con normalidad en las próximas horas—. Si no se convence con esto, no se convencerá con nada. Besas de maravilla, Payne.
En sus labios apareció una sonrisa que no pudo controlar. Esa mujer era prácticamente irresistible.
—Tú tampoco lo haces nada mal, niña.
pau.
pau.


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Mensaje por Sofii Jue 28 Mar 2013, 7:22 pm

Se besarooooooooooonnnn!!!!!!! Yayyyyy!! Y les gusto a ambos! Ahora casense!
Jajajajajaja :P
Siguela cuando puedas hermosa!
Besos!
:bye:
Sofii
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Mensaje por Sofii Mar 02 Abr 2013, 6:50 am

What ha pasado?
Siguelaaa!!
Sofii
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Mensaje por DLizz Jue 04 Abr 2013, 8:16 am

Ahhhhhh se besaron!!!!!!! Ahhhhh Jajajajaj Liam pronto caera en sus brazos hahaha síguela pronto :)
Lamento haberme desaparecido un buen tiempo pero... Estuve de vacaciones y no tenía internet :/
Pero ya volvi!! Y ahora te digo. SÍGUELA PRONTO!!!!
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Mensaje por DLizz Vie 05 Abr 2013, 2:09 pm

SIGUELAAAA PRONTOOOOO!!!!!!!! XD
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