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Mensaje por Kevonita Dom 07 Jul 2013, 6:22 pm

wanii21 escribió:NUeVa LEctORA :) me ha fascinado tu novela!!!! es fantastica!!! continua!! :amor: :bye:
¡Hooooolita! Creo que nunca me acostumbraré a esto, que después de tanto tiempo y tantas páginas, alguien se atreva a entrar y leer. Gracias. Miles de gracias por el esfuerzo que debe haberte tomado. Espero que haya valido la pena.
¡Gracias una vez más y bienvenida seas! <333
Un besazooooo enooorme :*
Kevonita
Kevonita


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Mensaje por Kevonita Dom 07 Jul 2013, 6:24 pm

60.-
 
Rápidamente salté de mi sitio tratando de ayudarlo y poco después me di cuenta de que iba a necesitar mucho más que mi fuerza bruta para levantarlo. Como pude, le ayudé a sentarse y, a la segunda vez que trataba de tirar de su brazo, se levantó, gracias a Dios. Era consciente de que alguien tenía que haberme ayudado. Miré a la derecha y así era, efectivamente un chico estaba ayudándome, salvo que no podía verle la cara todavía por el constante movimiento del tipo que habíamos rescatado de ser pisado por la multitud.
 
—¡Caray! —Dijo, y todavía estaba siendo bloqueado por el sujeto que había requerido de todo mi esfuerzo—. Pobre diablo —se lamentó—, deberían dejar de servirle bebidas alcohólicas, está al borde de un coma etílico.
 
Sonreí pese a que era un asunto grave que realmente no me concernía. Interiormente, sin embargo, obvié ese porque si yo estuviera en su lugar quisiera pensar que gente con buenas intenciones que no me conocía de nada me ayudase.
 
Entonces comenzó a aflorar una pequeña chispa de rabia y me abstuve –dificultosamente– de darle una patada bien merecida en la espinilla. Alcé los ojos, duramente. Sólo cuando volví a mirar el rostro del muchacho que a duras penas se sostenía en pie a nuestro lado, me percaté de quién era y volví a mirar.
 
—¿Nathan? —pregunté, porque no estaba segura (y deseaba no estarlo).
—¿Cassandra?
 
¿En qué maldito momento había hecho algo tan sobrenaturalmente merecedor de sorpresas poco agradables? No es que no me alegrara de verlo, sin embargo, tenía prioridades en mi lista de personas-a-las-que-deseo-ver-cuando-vuelvo-a-casa. Y Nathan Davis no era una de ellas, por supuesto.
 
Esos ojos azules que una vez me hipnotizaron, tan idénticos a los de su hermana, ahora sólo me provocaban una leve punzada de melancolía. Al contrario de Jane, éstos eran apaciguadores y supe que él también había vuelto a nuestra adolescencia dónde él, sólo un año mayor que Jane, sabía perfectamente que estaba rendida a sus pies. No era ningún secreto, tampoco; a muchas chicas les resultaba agradable su atractivo y sus buenas formas. También era uno de los chicos más codiciados por ser alguien popular y jugar de baloncesto, uno de los pívots anotadores más jóvenes en la historia del instituto.
Todavía recuerdo con meticulosa claridad nuestro primer encuentro; fue en la biblioteca, mientras trataba de buscar un libro de biología, la asignatura que peor se me daba y por la cual debía luchar más si quería obtener la carrera que deseaba. Él estaba al otro lado del pasillo y nuestros ojos se encontraron por el hueco de los libros. Era lo suficiente alto como para que pudiera ver su sonrisa, sin embargo, él podía verme claramente. Me saludó cortésmente, me hizo recordar que su hermana iba a su clase y me preguntó si tal vez podía ayudarle a encontrar un libro pues él no estaba muy puesto en el sistema bibliotecario del instituto.
 
Mentía.
 
Cada jueves soportaba las risitas y los cuchicheos de idiotas que le seguían para comentar cuán guapo se veía mientras estaba concentrado en las páginas de algún libro de Historia, que era la que se le quedaba atascada.
 
Ignoré para mí misma que sabía esa información y busqué el libro que él requería y estaba segura de que sabía dónde se encontraba. Mientras caminábamos a la sección de matemáticas (yo prácticamente corriendo en parte para liberarme de la asfixiante cercanía de su presencia y en parte porque él caminaba a zancadas que igualaban a tres de mis pasos), Nathan no dejó de darme –inútilmente–. Yo respondía con monosílabos producto de mi timidez mientras trataba de que se acabase cuanto antes aquél embarazoso momento y me dejase ir. Finalmente llegamos a las estanterías de álgebra y busqué rápidamente el ejemplar que precisaba y él me lo agradeció a lo cual le respondí torpemente –de nuevo– que no había de qué y me alejé a la carrera, trotando hasta el baño para comprobar el estado de mi cara porque sabía que no estaba en condiciones de que nadie me viera como una langosta hervida. Recuerdo que pensé “Nathan Davis me ha hablado” y luego me recriminé ser una estúpida que no le había devuelto la conversación. Al menos no decentemente.
 
Los días que siguieron a ese le evité cuanto más pude, alejándome cuando veía que se acercaba por el mismo camino que yo. Y entonces, el jueves siguiente, no tuve escapatoria. Me había pedido amablemente si podía sentarse a mi lado y yo no podía negarme de modo que le dejé. Por increíble que fuese mi timidez fue desapareciendo un poco más cada jueves e incluso nos saludábamos cuando nos veíamos por el colegio (algo totalmente insólito por ser quien era él) y forjamos una amistad que me hacía sentir más segura y cómoda. No nos limitábamos a los territorios de la escuela, también me invitaba a café o a la bolera: todavía conservo buenos recuerdos de esa época. Una vez incluso estuvo a punto de besarme. Salvo que Jane paseaba con George con ese momento era su novio y entonces su hermana vio cómo se le había escapado de las manos el control de Nathan. Las cosas comenzaron a ser diferentes después de eso; ya no tenía tiempo para mí e incluso dejó de acudir a la biblioteca los jueves.
 
La semana siguiente ya tenía a otra.
 
A pesar de la decepción que sufrí con él, una parte de mi sigue agradeciéndole que nunca se burlara de mí o tratara de aprovecharse de ello y estaba infinitamente agradecida de que al menos alguien de su edad no fuese un completo papanatas sin sentimientos –por mucho que se rodease de ellos.
 
Ahora me sonreía de nuevo, mostrando impecables dientes y, si cabe, mostrándose aún más apuesto. Por que lo era, y eso era una cuestión innegable. Había crecido –por supuesto– desde la última vez que le había visto y tenía apariencia de un adulto hecho y derecho.
 
—Vaya, Jane comentó que te había visto hacía unos días pero jamás pensé que el destino fuera tan caprichoso como para que yo tuviera la misma suerte.
—Seguro que te habló maravillas de mí, ¿verdad?
 
Por supuesto, sólo era algo que querría haber dicho, una frase llena de sarcasmo y odio porque, en parte, Jane estaba viviendo una vida que yo quería. En cambio, sólo dije una cita que ella misma había pronunciado.
 
—Sí, ya ves, el mundo es un pañuelo.
 
Y volví a pensar en Jane como un moco, lo cual aliviaba una pequeña parte de mi tristeza a pesar de lo desagradable del asunto.
 
—¡EH! —exclamó el hombre pareciendo despertar de su inconsciencia. A duras penas miró a Nathan, con los ojos entornados y dijo, arrastrando torpemente las palabras—. Yo la vi primero.
 
Como si fuera un objeto y sólo quedase una última unidad de mí en la trastienda. La historia de mi vida.
 
Nathan me miró interrogante y curioso, con el ceño fruncido.
 
—¿Es amigo tuyo?
—Ni siquiera sé su nombre —aclaré al mismo tiempo que sacudía la cabeza—. Simplemente vine a por una bebida y ya estaba aquí. Luego trató de acercarse a mí y cayó al suelo.
 
Ambos sosteníamos al tipo pasando uno de sus brazos sujeto alrededor de nuestros hombros porque nadie parecía tener compasión por él. Desde luego no era una situación de lo más agradable para encontrarte con tu viejo amor de adolescencia.
 
Nathan se inclinó hacia él; al parecer trataba de decirnos algo.
 
—¿¡Qué!? —Estiró el cuello un poco más y luego se enderezó para dirigirse a mí, diciéndome a voz en cuello—: ¡Se llama Neil! —y volvió a su posición de antes en la cual podía escuchar mejor esta vez—. Vas a tener que decirme algo más, compañero, si quieres que encuentre a alguien de tu entorno por aquí —y de nuevo su atención pasó a mí—. ¿Tú crees que se permite hacer llamamientos por megafonía para buscar a alguien que le conozca? Ya sabes, como hacen en los centros comerciales cuando se pierde un niño.
 
Neil gimió, disgustado.
 
—Tú te lo has buscado, amigo.
—No creo que aquí sean tan benevolentes —me encogí dificultosamente de hombros—. Sobretodo con adultos que se emborrachan voluntariamente. Pero podrías probar a robarle el micro al deejay ahora que está en su punto álgido de la sesión. Sería un buen espectáculo.
 
¡Caray! Debería contenerme porque si mi hermana pululase por allí me diría que estaba coqueteando descaradamente.
 
Al menos, creía sentirla en espíritu.
 
Nathan sonreía ampliamente.
 
—Ciertamente lo sería —corroboró y yo sonreí ahora, incómoda, porque, ¿dónde demonios se había metido Will? Se había ido hace una eternidad, al menos a mi parecer.
 
Alargué el cuello tratando de buscar entre el gentío pero era una hazaña un tanto absurda. Neil, a mi lado, tembló. Al menos a mí me lo pareció. Cuando incliné la cabeza en busca de malos presagios (estaba dispuesta a apartarme de un salto si era un indicio de que iba a sacar lo que había alojado en su estómago durante el día), estos se disiparon cuando vi una perezosa sonrisa de borracho cruzando sus labios.
 
—Tienes unos pechos muy bonitos.
 
Como era de esperar, Nathan sacó su caballero andante. Le golpeó con la cadera, porque era lo único que podía hacer e hizo efecto rebote en mí. Lo miró secamente.
 
—Un poco más de respeto a la señorita. Si no fuera por ella, ya estarías pisoteado en el suelo sin que nadie te tendiese una mano.
 
Neil parecía afligido ahora.
 
—Mis disculpas —murmuró y, a qué negarlo, sentí pena por él. No estaba muy lúcido el pobre.
 
Justo cuando (¡gracias a Dios!) encontramos un taburete para Neil al que dejé apoyado en Nathan mientras serpenteaba entre el gentío, alguien exclamó trágicamente detrás de nosotros:
 
—¡Niel! —era una chica toda preocupada que, sin duda alguna, estaba más sobria que él. Le apartó el pelo de la cara y pensé que era una pena porque era realmente atractivo—. ¡Estaba tan preocupada…! Vaya, ¡pero si estás como una cuba!
 
De repente, como si el mundo hubiese vuelto de nuevo a su eje, la muchacha reparó en nosotros.
 
—¿Qué ha ocurrido?
 
Antes de hablar Nathan se acercó un paso a mí, protegiéndome con su cuerpo por si acaso. Comprendí que pensó que iba a arrancarme los ojos o algo peor lo que me hizo preguntarme qué tipo de experiencias había tenido él cuando salía. Sea como fuere, no se lo pregunté, tampoco.
 
—Mi amiga se lo encontró aquí, al parecer tenía intención de irse pero estaba tan bebido que cayó al suelo nada más levantarse.
 
La muchacha parecía mortificada. Y yo sabía perfectamente cuál era esa clase de preocupación. Era la misma que yo sentía por Nick cada día, interiormente, perforándome como la hoja de un cuchillo muy afilado que me causaba una presión en el pecho que apenas me dejaba respirar porque, ¿cómo lidiaba día a día con su enfermedad? ¿Cómo era tener tantos controles sobre sí mismo que apenas podía permitirse un descanso en su rigurosa dieta?
 
Y lo peor de todo, lo que me hacía sentir vacía y sin importancia era que, realmente, jamás compartiría algo tan íntimo con él porque ya había hecho su elección.
 
Y no era yo.
 
Y eso me estaba matando.


Última edición por Kevonita el Lun 08 Jul 2013, 1:13 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Kevonita Dom 07 Jul 2013, 6:26 pm

Espero que os guste y, por si sirve de algo, Nicholas aparece en el siguiente capítulo que trataré de colgar cuanto antes.
Os quiero y no sé como agradeceros que sigáis aquí.
Gracias, de verdad <3333
Kevonita
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Mensaje por not gonna happen dude Miér 17 Jul 2013, 9:10 pm

Siento que voy a llorar, porque yo empecé a leer esta novela hace más de un año, sin mentirte, y casi lloré cuando vi que no la actualizabas hace mil años. Continué metiéndome a ver si subías y nada. Ahora tendré que leerla de nuevo, ya que no recuerdo mucho la trama PERO OH DIOS MÍO, TE AMO POR HABERLA SEGUIDO. NO SABES CUÁNTO YO AMABA ESTA NOVELA Y POR FAVOR NO TE VUELVAS A IR. YO ESTARÉ AQUÍ HASTA QUE LA TERMINES, NO DUDES DE ESO PERO POR FAVOR NO LA VUELVAS A DEJAR))):
not gonna happen dude
not gonna happen dude


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Mensaje por Kevonita Jue 18 Jul 2013, 9:19 am

not gonna happen dude escribió:Siento que voy a llorar, porque yo empecé a leer esta novela hace más de un año, sin mentirte, y casi lloré cuando vi que no la actualizabas hace mil años. Continué metiéndome a ver si subías y nada. Ahora tendré que leerla de nuevo, ya que no recuerdo mucho la trama PERO OH DIOS MÍO, TE AMO POR HABERLA SEGUIDO. NO SABES CUÁNTO YO AMABA ESTA NOVELA Y POR FAVOR NO TE VUELVAS A IR. YO ESTARÉ AQUÍ HASTA QUE LA TERMINES, NO DUDES DE ESO PERO POR FAVOR NO LA VUELVAS A DEJAR))):

 ¡Madre mía...! Me ha emocionado tu comentario ¡y te lo agradezco tanto...!
Nunca he querido cancelar la novela, simplemente... la dejé en pausa hasta encontrar una manera de que me volviese a inspirar. Afortunadamente volviendo a reescribirla y cambiando algunas cosas que no me acababan de convencer he vuelto a escribirla y por eso la estoy siguiendo. No era mi intención dejar abandonadas a las lectoras de esta novela ni mucho menos pero comprendí que colgar tres capítulos en un año no era una forma de mantenerlas. De ahí que la dejara completamente a parte hasta que estuviese preparada. Y ahora lo estoy, te lo aseguro. 
Así que no puedo darte realmente las gracias con palabras y con agradecimiento que te mereces (ni a ti, ni a ninguna otra) porque va mucho más allá de eso. 
Sólo puedo decirte que gracias por seguir ahí ANTES y AHORA aunque haya pasado hace un año y que te alegre que haya vuelto.
La próxima actualización será una maratón #justsayin'
¡Un besoooooote! <3333
Kevonita
Kevonita


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Mensaje por frutaw Dom 21 Jul 2013, 2:09 am

Ola !  Nueva lectora xd ! Me has tenido. 3 días seguidos  hasta las 5 de la mañana sin poder parar de leer, esperando accion entre nick y cassi poravor siguela ¡¡¡
PD: quiero un final feliz !
frutaw
frutaw


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Mensaje por Meltabares de jonas Jue 08 Ago 2013, 1:31 pm

Subeee...
Meltabares de jonas
Meltabares de jonas


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Mensaje por Kevonita Jue 15 Ago 2013, 5:15 pm

frutaw escribió:Ola !  Nueva lectora xd ! Me has tenido. 3 días seguidos  hasta las 5 de la mañana sin poder parar de leer, esperando accion entre nick y cassi poravor siguela ¡¡¡
PD: quiero un final feliz !
 ¡Hola, cielo!
¡Bienvenida a mi novela! :ilusion: 
¡TRES DÍAS SEGUIDOS! ¡MAAAAAAAAADRE MÍA! Por favor, dejad de hacer estas cosas, no me las merezco en absoluto. No voy a seguir ahora mismo y entenderás mis motivos en un momento pero, gracias, gracias, gracias por leerme y por tu esfuerzo. Espero que te haya valido la pena :)
Mmmm... Final feliz... Se lo diré a estos dos, a ver qué opinan ¡JAJAJAJAJA!
¡Un besazo enoooorme! Y gracias una vez más <3
Kevonita
Kevonita


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Mensaje por Kevonita Jue 15 Ago 2013, 6:06 pm

Bueno, bueno, bueno...
¡HOLA A TODAS! Espero que estéis bien desde la última vez que nos vimos :)
Paso por aquí para anunciar una maratón de CINCO capítulos que espero que estén para la semana que viene. Sólo me queda por escribir uno y medio (he añadido otro que no tenía en mente porque en principio iban a ser 4 capítulos) para acabar ya con esta novela. Después de ese, sólo quedarán dos o tres capítulos más el epílogo. Y para que veáis que es cierto, aquí van unos pequeños spoilers para caldear un poco el ambiente. AVISO: HABRÁ CAPÍTULO HOT.




Spoiler:



¿Quién será ese nombre de cuatro letras del último spoiler? ¡CHAN, CHAN, CHAAAAAN!
¿Será Nick? ¿Será Will? ¿Será Nathan abreviado a Nath?
¡HAGAN SUS APUESTAS, SEÑORITAS!
Un beso a todas, os adoro y lo sabéis. <33333
Kevonita
Kevonita


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~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas] - Página 66 Empty Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]

Mensaje por First Time Lun 21 Oct 2013, 7:18 am

AWWWWW POR FIN LA SEGUISTE!!! ahora tengo otro usuario pero soy Soraya_Jonatica JAJAJA AWWW ME MENCIONASTEE!!  dee nadaa es que esta nove es demasiado genial siempre estaremos aqui para ti y para nove!! te queremos!
First Time
First Time


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Mensaje por Kevonita Lun 21 Oct 2013, 8:04 pm

First Time escribió:AWWWWW POR FIN LA SEGUISTE!!! ahora tengo otro usuario pero soy Soraya_Jonatica JAJAJA AWWW ME MENCIONASTEE!!  dee nadaa es que esta nove es demasiado genial siempre estaremos aqui para ti y para nove!! te queremos!
¡Hoooooooola, cielo!
Me alegra verte de nuevo aunque sea con otro nombre y, por qué no, me alegra que sigas acordándote de la novela *____________* Muchísimas gracias por tu apoyo a través del tiempo y por haber comentado después del tiempo que estaba inactivo el tema.
¡UN BESAZO ENOOOOOOOOOOOORME!
Kevonita
Kevonita


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~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas] - Página 66 Empty Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]

Mensaje por Kevonita Lun 21 Oct 2013, 8:16 pm

¡Hola holita!
¿Qué tal estáis? Espero que bien, igual que yo :) Tanto tiempo desde la última vez... Lo siento de nuevo. ¿Esa escena hot que se supone que va a aparecer? Me está tomando más tiempo del deseado porque soy amateur en ese tipo de temas y realmente no sé como escribirla así que estoy documentándome con propiedad para el tema y no decepcionaros. 
Como dije hace unos meses, estoy escribiendo una maratón de cinco capítulos que, al estar retrasándose... he decidido subir tres capítulos que tengo completos. Los dos siguientes están medio acabados así que si puedo, los subiré mañana y entonces, me pondré con ese capítulo subido de tono del que tengo escrito algo que no me convence del todo... :( También me está costando un poco porque sabéis que tengo predisposición a enrollarme como una persiana y he añadido algún capítulo que es el que viene después de esta pequeña maratón para que la historia encaje mejor... En fin, ya lo veréis.
Sólo quería daros las gracias y por favor, os aconsejo que quizá el final no es como todos nos esperamos... *LALALALALA* 
Os quiero. Y espero no decepcionaros con el final de la novela.
¡Un beso enorme a todas! <3


61.-
 
—Lo siento —murmuró la chica una vez más y sus manos volvieron al pelo de Neil para apartarlo un vez más de su rostro. Comprendí que quería mantener todo el contacto físico que pudiera con él aunque fuera el más mínimo, porque normalmente eso no ocurría. Otro amor imposible.
—Estoy bien, Sav —aseguró Neil con voz ronca, pero no parecía estarlo en absoluto con el rostro sudoroso y los ojos desenfocados. Comprendía tan bien la angustia de Savannah…
—No, no lo estás —ella jadeó—. Si te vieras no dirías lo mismo.
—Por casualidad no habrás tomado nada más, ¿verdad Neil? —tanteó Nathan que se había puesto a mi lado y observaba la escena con ojos de profesional. Nathan, al igual que antiguas generaciones de  su familia, era médico. Una vez me confesó que quería especializarse en pediatría pero no podía estar segura, ahora.
—No —contestó, pero aún así Nathan se colocó frente a él y sacó algo del bolsillo de sus tejanos; algo que jamás habría adivinado nunca. Una pequeña linterna.
—¿Nathan…?
 
No sirvió de nada, él estaba concentrado en el caso. A pesar de las quejas de su paciente, le inspeccionó las pupilas con cuidado y luego comprobó sus constantes vitales mientras miraba su reloj. Se volvió hacia la amiga de Neil.
 
—No es nada que no haga un buen descanso y una ducha fría —le recomendó y luego entrecerró los ojos, mirándolo—. Bueno, no estaría de más que sacara todo el alcohol que lleva dentro por eso, cuando se acueste, deberás dejarle de lado por si vomita que no vaya a ahogarse. Deberá beber mucha agua, también. Así mañana no se despertará tan resacoso. Podría pasarse mañana por mi consulta para unos análisis de sangre para estar más seguros pero… —se palpó los bolsillos—, ahora mismo no llevo un bolígrafo encima para apuntarte la dirección…
—¿Bromeas? —Le espeté con un punto de sarcasmo—. ¿Llevas una linterna en el bolsillo pero no un bolígrafo? ¿Dónde está su estetoscopio, Doctor?
—Aunque no lo creas, nunca se sabe lo que puede ocurrir en cualquier lugar en el que te encuentres y, por desgracia, ocurra algo —convino, muy digno—. No será la primera vez y no me pillaría desprevenido.
—Muy lógico, Doctor —me mofé una vez más.
—Basta —me silenció también con la mirada pero rápidamente volvió a su peculiar sonrisa. Se volvió hacia Savannah—. Supongo que necesitarás mi ayuda para llevarlo al coche.
 
Aún a la luz de los intermitentes focos de colores que salpicaban nuestro espacio con oscilantes movimientos, me percaté de que Savannah estaba sonrojándose furiosamente ante la suposición de Nathan. Tenía apariencia de niña pero, una vez  más, mientras miraba a Neil con sus ojos color miel, supe que su aspecto no casaba con su edad; denotaba eso que conocía muy bien ahora, el amor en su forma no correspondida y dolorosa que venía en forma de decepción porque sus creencias románticas la habían llevado en volandas y ahora se sentía traicionada por éstas.
Quise decirle que todo iba a ir bien pero, ¿cómo podría hacerlo si tan siquiera yo confiaba en esas palabras?
 
—¿Cassie?
 
Mis pensamientos, una vez más deprimentes, se esfumaron con la vos de Nathan.
 
—¿Qué? —sacudí la cabeza, mirándolo—. Perdona, estaba pensando en otra cosa.
—Estaba pidiéndote un favor. Si quieres, claro.
—Por supuesto. Sólo dime en qué puedo ayudarte y lo haré.
 
Todo fuera con tal de que sacaran a Savannah de mi vista. Era como una versión de mí en otra persona, consumiéndose en una utopía.
 
—Gracias, Cass —sonrió y me llevó un poco apartada de Neil y Savannah. Escucharle pronunciar mi nombre de esa manera me hizo estremecer en el recuerdo; él fue quién me puso ese apodo acortado de mi nombre—. Creo que sabrás que mi hermana se casa esta semana, ¿cierto? Me comentó que te había puesto al corriente y que además conociste a su prometido, Nick.
 
Casi me atraganté con mi propio aire
 
—Sí, le… le conozco, pero es sólo algo sin importancia. Quiero decir, sólo compartimos asientos contiguos en el avión de vuelta de Francia a Los Angeles y me encontré con ellos en el centro comercial cuando me enteré de la… buena nueva.
Estaba divagando. Estaba tratando de encubrir cualquier cosa que nos involucrase a Nick y a mi, solos, en cualquier situación planeada o no. No podía dejar que ningún Davis, ni siquiera Nathan, malinterpretase las intenciones de Nick hacia mi. No sabía lo que él había dicho, si Jane estaba al corriente de ello. Si así fuera, asumía que Nathan me diría algo y no sólo supondría que no conocía al prometido de su hermana.
Miré en derredor buscando desesperadamente a Will para que me sacara de este aprieto porque estaba empezando a temer el favor que quería pedirme Nathan.
 
—Sí, eso mismo.
—¿Qué puedo hacer por ti, entonces? —me interesé aunque realmente quería escaparme y esconderme detrás de la barra. O, siendo demasiado optimista, deseaba que aquél lugar tuviese una máquina del tiempo para poder volver atrás y no encontrarme con Neil para no tener que ver a Nathan.
—Precisamente estoy aquí con Nick y sus hermanos, como parte de su despedida de soltero.
 
Me lo temía.
 
—¿Aquí? —mi voz salió estrangulada y tragué. Al parecer él creyó que estaba sorprendida y no se lo discutí. Lo cierto es que lo estaba; éste era un lugar poco común para celebrar una despedida de soltería tradicional. ¿Estaría Nicholas en manos de una afortunada stripper medio desnuda y manoseándole? Sólo de pensarlo me dieron ganas de vomitar.
—Sí, bueno, no quería algo muy ostentoso.
—Oh…Está bien, entonces, ¿qué es lo que requiere de mi ayuda?
—Bueno, me preguntaba si los podrías encontrar y les avisaras, de mi parte, de este pequeño contratiempo. Acabo de salir del trabajo y sólo he estado con ellos un momento, el justo para saludar y venir a por mi copa… y el resto ya lo sabes.
—Sí, lo sé —refunfuñé porque (uno) William no estaba aquí y no podía fingir ante él alguna pobre excusa de salud porque (dos) iba a presentarme a su amigo quién era el propietario del local y estaríamos aquí atrapados una hora más como mínimo, lo que quería decir que (tres) tampoco podría darle una excusa pobre improvisada a Nathan sobre cualquier incapacidad física después de lo bien que estaba tratando a Neil y sobretodo a Savannah quién (cuatro) me recordaba a mí y eso me dejaba irremediablemente (cinco) arrinconada a la familia Jonas –al menos a los hijos varones de más de dieciocho años– quiénes parecían saber donde iba a estar yo en todo momento y se ponían de acuerdo  en querer estropear mi velada. Enumerar cada punto en mi cabeza me hacía marearme cada vez más—. Iré a darles tu recado. No creo que se les haya pasado por la cabeza que eres lo suficientemente mayorcito para cuidar de ti mismo, pero iré.
—Ja-ja, muy graciosa.
—Ah, sí, me lo dicen muy a menudo.
—¿Por qué no me sorprende? —alzó las cejas y yo le golpeé el brazo. Señalé de nuevo a Savannah y a Neil con un leve gesto—. Estás siendo muy amable con ella, ¿lo sabías? Casi has ganado un tercio en mi ranking personal de lo que perdiste cuando íbamos al instituto y me cambiaste por Candace Rodrigues.
 
Por algún motivo inexplicable, las palabras salieron de mis labios sin que pudiese procesarlas, ni tan siquiera controlarlas. Me sorprendió que barbotasen de mis labios con tal cantidad de sarcasmo y despecho y todavía me dejó más patidifusa buscar causar ese preciso efecto en él, quién estaba perplejo, sin argumentos a los que responder.
O quizá lo que detestaba es que la presencia de Jane amenazara cada una de las relaciones que intentaba hacer prosperar por mí misma y ella saliera triunfante de todo ello como un vínculo que nos separa por la predilección que causa en las personas y la predisposición en que toda esa gente estaba dispuesta a dejarme a mí a las primeras de cambio.


Sin embargo, sabía que estaba pagándolas injustamente contra Nathan, mi vínculo más cercano y antiguo a Jane y el primero que dio paso a una lista de unos pocos nombres. Aunque traté de no pensarlo, no pude evitarlo; Nick cerraba la lista por el momento. Y era lo más valioso para mí de esa lista.
Kevonita
Kevonita


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~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas] - Página 66 Empty Re: ~Never Gonna Be Alone [Nicholas Jonas]

Mensaje por Kevonita Lun 21 Oct 2013, 8:19 pm

62.-
 
Nathan todavía me miraba boquiabierto como si hubiese estado al tanto de todo lo que pasaba por mi cabeza, con una sombra de cohibición recorriéndole el rostro.
 
—Cassandra… —empezó, y por un único instante me transporté de nuevo al pasado, esta vez para recordar como solía llamarme por mi nombre cuando quería hablarme seriamente de algo y me miraba a los ojos directamente. Como ahora.
—Está bien, Nathan —corroboré y alcé una mano; no quería escuchar sus explicaciones en una retahíla de palabras bien ensayadas desde la adolescencia que era, precisamente, a donde no quería volver. La infelicidad era la huella que había dejado el recuerdo de lo que no quería volver a revivir. Me había hecho insegura y llenado de complejos por mucho que mi imagen externa pudiese aparentar fuerza y seguridad en mi misma. Ése era otro síntoma del recuerdo: cuanto más vulnerable te muestres, más irán a por ti, como si atrajeras a una manada de lobos con carne fresca.
 
Porque, en realidad, no estaba bien.
 
—Lo siento, no quise decir eso e incomodarte. Perdóname, por favor —musité y seguidamente pegué una sonrisa radiante en mi boca para dejar de demostrar ante sus ojos mis pensamientos. Me mostré eufórica, también, para darle más realismo a mi papel—. Tengo una misión, ¿no es así? Encontrar a los hermanos Jonas para explicarles tu pequeño contratiempo de que no puedes desengancharte del todo de tu trabajo.
 
Pero él no sonreía.
 
—Cassandra…
—Me voy —convine dando media vuelta, pero me volví sobre mis talones en el último momento, tratando de parecer resuelta, como si verla no me hubiera recordado el motivo de mi desdicha, como si mi corazón no se hubiese resquebrajado un poquito más en el intento de sacar a Nicholas fuera de él dándome cuenta de que ahora ya no había nada que hacer, como si no fuera un gran problema—. Por si no te veo de nuevo, Nathan, me alegra saber que estás bien.
—Oh, me verás —aseguró, con un serio tono de amenaza—. Porque pienso buscarte más tarde y hablaremos. Y si no te encuentro, puedes estar segura de que removeré cielo y tierra hasta que pueda aclarar unas cuantas cosas contigo.
—¡Nathan…!
—Luego —terció, y esta vez no me dio tiempo a replicar de nuevo; él ya había girado sus talones dándole instrucciones a Savannah de cómo debía cargar el peso de Neil, aunque estaba segura de que la gran mayoría lo llevaría él.
 
Estaba en un gran aprieto.
Por alguna razón que había dejado de pensar mucho tiempo atrás, Nathan tenía una facilidad pasmosa para leer cualquier cambio en mi expresión, incluso en el más mínimo.
En la breve época que estuvimos saliendo como amigos y tonteando como enamorados, ni siquiera oculté cuán dolida y decepcionada estaba con él. Quería que lo supiera sin ninguna traba de por medio para impedirle saber lo que estaba sintiendo. Ahora, sin embargo, sólo me quedaban dos opciones que no eran muy viables: (una) esconderme donde nadie pudiese encontrarme o (dos) rezar para que Nathan desertase de su plan hasta que estuviera en Francia, sana y salva de cuestionarios y reproches.
Al menos, eso esperaba porque, en nombre de Dios, ¿cuántos años habían pasado? Y, la más certera, ¿qué demonios le importaba a él todo eso?
No podía hacer conjeturas pero seguramente se debía a un problema de mala conciencia, lo cual no estaría nada mal para un Davis. Bueno, para los hijos Davis; Liz me había contado unos días atrás por medio de Sarah, su mejor amiga desde el jardín de la infancia y que tenía a su sobrina inscrita en nuestra antigua escuela, que Becca, la menor de los tres hermanos, estaba siguiendo la flamante estela de Jane en el instituto, motivo por el que sólo podía sentir pena por las demás criaturas que se cruzaban en su camino por ser el objetivo de una prejuiciosa niña mimada de papá.
Y mientras pensaba en todo esto, ni siquiera me había dado cuenta de que había comenzado a andar hacia donde me había indicado Nathan. Llevaba recorridas ya tres cuartas partes de la pista, seguramente mi cuerpo había tomado la iniciativa antes que mi cerebro.
De cualquier forma, pensaba encontrar a Will cuanto antes y trataría de inventarme alguna pobre excusa. Alguna sobre asuntos femeninos vendría bien, ningún hombre era capaz de atreverse a estar con una mujer con una mujer hormonada por un tiempo prolongado. Aún así, Will me parecía del tipo de hombre comprensivo dispuesto a envalentonarse en situaciones de asuntos femeninos y seguramente se aseguraría de que llegase bien a casa, a ser posible acompañándome hasta la misma puerta del departamento y podía imaginármelo llamándome solícitamente por si necesitaba algo de emergencia como tampones o alguna farmacia para paracetamoles, aguantando estoicamente como pocos hombres podrían decir que han hecho. Por alguna extraña razón, Nick apareció también en mi pensamiento como ese tipo de hombre.
Sacudí la cabeza tratando de aplicar la misma acción a mis pensamientos. Mientras tanto trataba de evitar concurrencias y parejas pegadizas que bailaban, deslizándome entre la gente tratando de evitar pisotones indeseados. Podía decirse que había conseguido mi cometido cuando llegué a las escaleras sana y salva y habiendo evitado empujones hasta que caí. Por mi misma. Afortunadamente mis piernas decidieron no abrirse para mostrar mis partes íntimas y avergonzarme, pero lo único que pude hacer fue agarrarme a algo en el camino mientras mis brazos flotaban en el aire. Una pierna.
 
—¡Maldición!
—Cassandra —alguien dijo, y de repente unos maravillosos ojos verdes centellearon en mi dirección. Kevin trataba de no echarse a reír y yo luchaba a conciencia por no sonrojarme más de la cuenta—. Por el amor del cielo, cuando no la encuentro en la piscina de mi casa, la encuentro en el suelo. No es algo muy práctico, ¿no le parece?
 
Antes que pudiera responder, con una mano en mi antebrazo, me levantó sin muchos problemas. Sonreía despreocupadamente y me recordó a Molly en mis brazos, sonriendo mientras Elvis zarandeaba su peluche cuando otros muchos niños podían haberse echado a llorar. Podría enamorarme de él si no supiera que estaba casado y no estuviera perdidamente enamorada de su hermano menor. Seguidamente pensé que estaba volviéndome loca, porque podía ver con más claridad que me encantaban los problemas y las situaciones difíciles donde tenía las de perder.
 
—Sí, bueno —dije con toda la indiferencia que reuní y me sacudí la falda comprobando que no me hubiese manchado—, yo no soy práctica en absoluto.
 
Echó la cabeza atrás para reírse. Llevaba un vaso en la mano casi vacío de algún brebaje color marrón.
 
—Estuve durante una época acostumbrado a que las mujeres cayesen rendidas a mis pies,  pero jamás me esperé que usted fuera una de ellas, Cassandra. ¿Se ha hecho daño?
—No, gracias a su pierna. Y, por favor, dejemos los formalismos. Los guardo para los que no me caen y Kevin, no eres uno de ellos.
—Cassandra, me gusta como piensas —barbotó y una pequeña sonrisa que no pude evitar, se instaló en mis labios.
—Cassie —corregí.
—Cassie.
—Me parece más informal —musité mientras me agarraba a su brazo que me ofrecía gentilmente.
—Está conmigo —le dijo al tipo de seguridad de la zona que Will me había hablado y él sólo asintió deslizándose a un costado para que pudiéramos pasar. Si mal no recordaba, era la sala Privé: gente que había pagado más, con barra gratis a su disposición. Me sentí un poco mal porque había pagado mi entrada normal—. Gracias —murmuró y se volvió hacia mí—. También es más juvenil.
—Ciertamente.
 
Entendía perfectamente lo que Melisa había visto en él: sus ojos verdes-marrones eran una maravilla en la que podías reflejarte y eran atentos, quisquillosos, siempre buscando algo que pudiera hacer para complacerte. Su corte de pelo estaba perfectamente combinado con la forma de su rostro e inapreciables pecas se extendían por sus labios dándole un toque juvenil. La forma de su nariz desembocaba en estos como si hubiesen sido esculpidos a mano, cada hermano Jonas amoldado a imagen y semejanza de un Dios.
 
—¿Qué te trae por aquí, Cassie? —se interesó y parecía decirlo sinceramente.
—¿Qué puedo decir? Se lo debía a un buen amigo. Eso es todo.
—¿Obligada?
—No me juzgues; es muy insistente.
—De eso sé un rato —sonrió sin duda alguna acordándose de alguien muy querido. Estábamos acercándonos a un grupo compuesto únicamente por hombres que charlaban amigablemente entre ellos riéndose y haciendo payasadas. Había entre ellos una familiaridad y camaradería visible. Justo en ese momento una espalda se volvió hacia nosotros con otra de esas radiantes sonrisas Jonas.
—¡Cassie! ¡Qué sorpresa! Es un gusto volver a verte —me estrechó entre sus brazos un breve instante envolviéndome a loción de afeitar y esencia masculina.
—Gracias, Joe, yo también me alegro de verte —sonreí tímidamente mientras no podía evitar coger más cariño a la familia Jonas. Justo cuando ya pensaba que lo tenía todo bajo control.
—Me la encontré por casualidad —explicó Kevin.
—¿Cómo es que no tienes una bebida? —Joe frunció el ceño.
—Es una larga historia.
—Tenemos toda la noche. Bueno —ojeó su reloj—, lo que queda de ella.
—Va implícito con la historia de Nathan —me apresuré a decirlo porque la buena compañía estaba afectando a mi memoria posponiendo lo que realmente había venido a hacer aquí—. Ha ido a acompañar a una chica al coche. Su amigo ha bebido demasiado y apenas podía moverse. Estoy aquí en este momento por eso.
—Nathan nunca puede dejar el trabajo fuera del trabajo. Es un adicto —bromeó Kevin y una voz nos interrumpió.
 
Esa que conocía tan bien y que me hacía estremecer. Como en ese preciso instante.
 


—¿Cassie?
Kevonita
Kevonita


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Mensaje por Kevonita Lun 21 Oct 2013, 8:21 pm

63.-
 
—Hola, Nicholas.
 
Comencé a sentir los efectos de estar cerca de él: sequedad en la boca, mariposas traviesamente revoloteando por todo mi cuerpo, admiración platónica y tener la sensación de que nada coherente podía salir de mis labios en su presencia.
 
—Vaya, qué sorpresa —dijo apartando a sus hermanos sin palabras para llegar hasta mí. Esbocé una temblorosa sonrisa mientras mis rodillas luchaban por no desfallecer  ante su proximidad, más y más cerca a cada paso. Sabía lo que iba a hacer y aún así no creía poder acostumbrarme nunca a las múltiples sensaciones que me causaba.
 
Sus finos labios se curvaron en una dulce sonrisa mientras inclinaba la cabeza hasta depositar un ligero roce de beso en mi mejilla. Seguidamente también me envolvió en sus brazos y aspiré la colonia masculina que emanaba de él.
Uno de mis placeres prohibidos.
 
—No esperaba verte por aquí —dijo y frunció el ceño—. Me dijiste que eras más hogareña.
—Y así es, no creas que he cambiado. Hoy no he tenido más remedio.
—¿Obligada? —vino a decir con el mismo tono ocioso de Kevin, arqueando con perfección de profesional una ceja.
—Podrías llamarlo así. Por cierto, que tengas una buena despedida de soltero. Nathan me lo contó.
 
Su sonrisa a punto estuvo de desvanecerse, pareciendo incómodo.
 
—Gracias —murmuró y yo asentí tratando de calmar mi corazón desbocado ante su mirada centrada únicamente en mí—. ¿Conoces a Nathan? —interpeló de pronto, desembarazándose de la tensión de la situación.
—Era un año mayor que yo, pero conectamos un poco en el instituto. Lo mínimo.
 
Por alguna razón que desconocía, no quería que supiera la relación que nos había unido a Nathan y a mí, a pesar de que no fuese algo más que pasajero y transitorio en nuestra adolescencia.
 
—Por eso debió haberse ido —habló Joe y yo le miré con cara de circunstancias.
—¿Qué?
—Nathan. Sólo estuvo un momento con nosotros y bajó a la pista central. Dijo que había visto a alguien conocido. Debiste haber sido tú.
—¿Estás seguro? No es que sea la misma del instituto.
—Te encontró, ¿no es así? No creo que fuera casualidad, en la barra del bar. En esta zona las bebidas son gratis —explicó encogiéndose de hombros.
—Debe tener buena vista, entonces —claudiqué para darle una explicación razonable.
—Oh, sí que la tiene —contestó Joe en tono de guasa—. Sobretodo para las chicas guapas.
—Quizá no lo sabía —intervino Nick con acidez mientras yo trataba de ocultar mi rubor a causa del comentario de Joe.
—Sí lo sabe —convino Kevin esta vez y se encogió de hombros ante la dura mirada que le dirigió Nick—. Vinimos juntos hace un tiempo.
 
Por un momento, nadie dijo nada, la música se acopló al incómodo silencio que se había formado con un pegadizo y estridente ritmo. Las luces de colores seguían bailando sobre nosotros, resbalando y dándole ambiente a todo el local mientras yo sólo podía mirar a Nick quién miraba a Kevin de vuelta con la mandíbula apretada. Kevin le devolvía la mirada, claro, pero quise ignorar los sobreentendidos que podía comprender de la conversación entre hermanos.
Liz y yo solíamos tener el mismo dialecto visual que claramente utilizábamos para decirnos palabras malsonantes en nuestra juventud con tal de no perder unos cuantos dólares de nuestra semanal correspondiente llenando el “Bote de la Desdicha” como mamá lo había autodenominado. Aún así, yo siempre aporté más que los demás. Papá y Liz solían tener esa continencia y paciencia de los abogados que yo jamás tuve. A mamá, en cambio, jamás la escuché decir algo vulgar.
Joe carraspeó rompiendo la tensión.
 
—Creo que voy a acompañar a Cassie a por una bebida.
—Yo la acompañaré —dijo Nicholas y por su tono, me di cuenta de que no había dejado lugar a réplicas.
—En realidad tendría que irme —tercié—. No he venido sola y mi amigo debe estar buscándome… Le prometí que estaría en la barra de la sala principal.
—De igual manera te acompañaré.
—Estoy segura de que no hace ninguna falta… —comencé, pero no sirvió de nada; él ya estaba arrastrándome gentilmente fuera del alcance y mirada de sus hermanos.
 
Estaba más serio de lo habitual, podía notarlo a mi lado, emanando malas vibraciones de todos los poros de su cuerpo, en tensión constante. Su agarre en la parte baja de mi espalda era suave pero podía notar las corrientes eléctricas de la yema de sus dedos fusionándose a traición mi columna vertebral impidiéndome moverme con normalidad.
Incluso respirar se hacía imposible.
Anduvimos en silencio y me pude permitir observar sin poder evitar pensar que era realmente apuesto. No iba completamente afeitado y una ligera barba de tres días se extendía por su mandíbula y parte de sus mejillas con atractivo abandono. Casi podía adivinar como sería el tacto bajo mi mano, áspero, una caricia punzante del bello masculino facial.
Debía haber dejado la chaqueta del traje en algún lugar y aún así, era el tipo más atractivo que había visto trajeado en lo que se podía denominar como toda mi vida. La pulcra camisa blanca resaltaba el movimiento de sus brazos, por mínimo que fuese, y acababa ajustándose pecaminosamente a los músculos de su ancha espalda. Había elegido una corbata de corte clásico, negra. Eso me gustaba: odiaba a los hombres que iban formales pero llevaban corbatas llamativas y ridículas. El cinturón de color crema, lejos de desentonar con su atuendo, le daba un toque de elegancia poco convencional con el que resultaba difícil no ser objeto de miradas apreciativas por parte de las mujeres.
Pero él sabía como complacer a la única mujer que llevaba a su lado, sin mirar a otras. Como estaba haciendo ahora conmigo.
Me ofreció su brazo para bajar las escaleras y salir de los confines de la sala Privé.
 
—Estás preciosa esta noche —murmuró ahora que nuestros brazos estaban entrelazados y caminábamos más pegados. Mi corazón dio un vuelco al escucharlo hablar tan de cerca. Se había inclinado hacia mí y a pesar del volumen de la música, pude oírle claramente. Sus ojos estaban fijos en los míos, sus labios oh, tan cerca como si buscasen los míos con vida propia, Adoptó una pequeña sonrisa y sus ojos se entrecerraron en la acción—. Como ciertamente lo has estado las otras noches.
 
Se me había secado la boca. Ahora es cuando incluso pagaría por una copa en la sala Privé de alguna bebida de lo que fuese. Así también tendría a quién culpar de mi sonrojo.
 
—Gracias, Nicholas —respondí sorprendiéndome incluso a mí misma porque mi voz sonase más serena de lo que yo me sentía realmente—. Tú también estás muy guapo.
 
No mentía; no había forma de hacerlo.
 
—¿Estás bien? —pregunté, volviendo a los gritos a voz de cuello. Me sentía incómoda con los susurros confidenciales y las miradas a los ojos.
—Absolutamente. ¿Por qué lo dices?
—Bueno —me encogí de hombros—, es tu fiesta de despedida de soltero, esa estúpida transición masculina donde el hombre cree que es su última juerga y la última vez que puede mirar a una mujer a conciencia antes de contraer matrimonio… Sin embargo, estás aquí conmigo y no allí siendo el alma de la fiesta.
—Me agrada tu compañía —contrarrestó, haciendo una mueca—. ¿Es algo malo?
—No he dicho eso, pero pienso que deberías ir con tus amigos. Es por ti por quién están ahí.
—Cassie, sólo estoy acompañándote a que te reúnas con tus amigos. No me voy a quedar contigo para siempre, si eso es lo que quieres oír.
 
Me detuve de súbito. No fue por cómo lo dijo, si no por el doble sentido que esa frase cobraba en mí. En mi situación.
«No voy a quedarme contigo para siempre.»
No, claro que no. Por supuesto que no. Iba a quedarse con Jane, y casarse con ella. Iba a darle la vida de ensueño que yo deseaba fervientemente tener a su lado, con niños y niñas compartiendo sus diferencias genéticas y hablando de dónde deberían ir al jubilarse; si a un crucero ostentosamente caro por el Caribe de varias semanas de duración o vender la casa de la cuidad para mudarse a la tranquilidad de un pequeño pueblo, compartiendo paisaje con la naturaleza. Entonces Jane se quejaría y argumentaría que no quería una casa de campo porque las avispas la volverían loca. Pero Nicholas jamás sabría que yo habría estado dispuesta a eso si el precio era una vida entera con él.
Él jamás lo sabría. Jamás sabría que había imaginado una vida en la que llamarle Nick no era sólo por la distancia que nos separaba, si no por intimidad; que había soñado con la sonrisa, su sonrisa, en niños y niñas que tuviesen mis ojos pero que heredasen sus rizos; que había deseado del brillo de sus ojos al sonreír, sólo para mí. Él jamás sabría que quería esa vida.
Y que él era el único con quién deseaba tenerla.
Mi respiración se cortó.
Mis ojos ardían con lágrimas contenidas.
Mi corazón estaba roto.
¿Desde cuando los sueños se convertían en una pesadilla tan horrible que solo deseas morir? Sentía una desesperación cortante en mi pecho, llenando cada lugar, incluso en el más recóndito donde la esperanza empezaba a marchitarse como una flor sin agua ni cuidados. Porque así es como había dejado yo a mi corazón: desprotegido para que cualquiera lo cogiera y manejara a su antojo sin importar las consecuencias que causaba en mí.
Empujé las lágrimas adentro, negándolas a salir de mis ojos: no confiaba en mi misma para poder detenerlas habiendo derramado la primera.
 
—¿Cassie? —tanteó el culpable de todos mis sentimientos, que podía hacerme vivir con la más mínima sonrisa o hacerme pedazos con una sola palabra no dicha en su entonación habitual. Evité mirar a Nicholas a los ojos—. ¿Estás bien? Te noto más delgada, ¿estás haciendo algún tipo de dieta? Por que, si es así, te aseguro que no te hace falta en absoluto.
 
Me liberé de su agarre con brusquedad. Podía notar un hormigueo por donde su brazo había hecho contacto con mi mano.
 
—¿Quieres dejar de hacerme un examen exhaustivo? Estoy perfectamente bien y no hago ningún tipo de dieta.
 
Frunció el ceño poniendo esa mueca que tan bien se le daba, ofendido y sorprendido porque me hubiese dirigido a él de ese modo.
 
—Cassie, yo… No quería ofenderte. Lo siento.
 
Alzó una mano para tocar mi brazo y yo retrocedí dos pasos inconscientemente. Me sentí culpable; él se veía herido por mi acción. Por instante se brazo quedó en el suspendido en el aire y luego lo retiró lentamente, dejándolo caer al lado de su cuerpo con aspecto derrotado.
Y fue entonces cuando lo supe: Nicholas y yo no volveríamos a vernos. Después de esta noche, las llamadas y las citas ya no se repetirían. Esa línea trazada entre lo que estaba correcto y lo que era increíblemente inapropiado era ahora más visible que nunca y ambos podíamos verlo con resplandeciente claridad.
Le miré una vez más. Una mirada aprobadora y apreciativa para guardar un último recuerdo a pesar de que no fuera el mejor.
Él parecía estar haciendo lo mismo, escrutándome una última vez antes de que yo terminase. Porque ambos sabíamos que aquí terminaba: nuestras vidas tomarían rumbos diferentes y las estúpidas promesas hechas bajo falsas esperanzas serían sólo eso: esperanzas que el tiempo olvidaría pero que yo no podría hacer tan fácilmente. No sabiendo que había construido sueños con este hombre que debería cumplir con otro que no era él y eso hacía que me doliera el corazón… O lo que quedaba de él.
Tomaría tiempo.
Sabía que eventualmente debería olvidarle, avanzar a través de los recuerdos y los buenos momentos pero, ¿cómo se borran los preciados recuerdos de quién te ha enseñado a amar con una simple sonrisa? Con el tiempo olvidaría su tacto, la forma tan curiosa de sonreír, al principio tímidamente y luego más confiado en el gesto… Olvidaría el olor de su colonia o la textura de sus labios contra los míos… Yo no quería olvidarlo y darme cuenta de ello sólo hacía que me costase respirar, sintiéndome encerrada en una pesadilla sin poder despertar.
 
—¡Cassie! —La voz de Will sonaba extrañamente cerca. Y entonces comprendí que habíamos dejado de movernos y que Nicholas había cumplido su cometido: acompañarme para encontrarme con William—. ¿Dónde te habías metido? Pensé en llamarte pero supuse que no oirías el móvil y te envié un par de mensajes y no… —no pudo terminar lo que quería decir: me lancé a sus brazos, aliviada por haberlo encontrado y por tener unos brazos que me refugiasen sin consecuencias. Will repetía incansablemente sin dejar de acariciar mi pelo—. Eh, eh, está bien, Cassie… Está bien… ¿Te encuentras bien?
—Sácame de aquí, Will —rogué  con la voz tomada. Podía sentir la mirada de Nick sobre nosotros, atormentándome. Me consolaba al menos que no pudiese escuchar nada de nuestra canción.
—¿Qué pasa, cielo?
—Te lo explicaré luego, sólo ayúdame.
—De acuerdo, está bien —habló—. Sólo déjame hacerlo disimuladamente, ¿vale? Parece que tienes un admirador.
 
Haciendo gala de toda mi fuera de voluntad, me separé de él. Necesitaba un abrazo reconfortante y lleno de mimos y buenas palabras. Era como si todo mi amor propio hubiese sido extraído por la presencia de Nick y ya no tuviese el control de mí misma en mis manos. Me sentía temblorosa y no era capaz de pensar con claridad algún mantra con el que animarme.
 
Will carraspeó.
 
—Will, este es Nick, un amigo. Nick, este es Will, con quién debía encontrarme —les presenté, pero el ambiente era tenso e incómodo.
—Es un placer —musitó Nick.
—Encantado de conocerte —habló William a la vez y estrecharon las manos formalmente. Casi quería cavar el suelo bajo mis pies hasta hundirme.
—Nicholas está aquí celebrando su despedida de soltero. Nos hemos encontrado por casualidad.
—Vaya, felicidades. ¿Cuándo es el feliz acontecimiento?
 
Nicholas parecía mortificado.
 
—Gracias, es este sábado.
 
Casi seguidamente la música cambió de tercio a un sonido un poco más antiguo, pero igual de pegadizo y bailable. Sonaba The Time Of My Life el tema original de la película Dirty Dancing.
 
—¡Vaya! —exclamó Will de pronto, mirándome animado—. ¡Está sonando canción! Tenemos que bailar. No acepto un no por respuesta —Y era cierto. Ya se había puesto de pie y cogía mi mano hablándole a Nicholas y arrastrándome a la pista de baile—. ¿Nos disculpas?
 
Y supe que ese era mi rescate.
 
—Creí que no se te daba bien bailar —me reprochó Nicholas cuando pasé por su lado en un tono cercano al indignado.
—Y así es —respondí encogiéndome de hombros algo que dudaba que él hubiera visto.
 
En cuanto llegamos a la pista de baile, William me pegó a él para bailar. En realidad sabía que cualquier tipo de contacto físico sería agradecido por mi parte y mantendría mi ansiedad lejos de mi cuerpo y Will bailaba increíblemente mal y eso me hacía reír para variar.
 
—Estás enamorada de él —dijo, y sabía que no tenía intención de haberlo cuestionado, que le salió como una afirmación. Yo asentí—. ¿Por qué? ¿Por qué él?
—No lo sé —confirmé sintiéndome miserable—. Simplemente sucedió. No he tenido tiempo de asimilarlo siquiera.
—¿Lo sabe? —preguntó ceñudo y esta vez sacudí mi la cabeza en una negativa. Nos habíamos separado y ahora nos contoneábamos uno delante del otro.
 
Afortunadamente yo estaba de espaldas a dónde habíamos dejado a Nicholas que, sospechaba por las continuas miradas de  Will sobre mi hombro, no se había movido de ahí.
 
—No —contesté, y esperaba que así fuese: si resultaba que sí que lo sabía y aún así se casaba con Jane sabría que sería por amor y no estaba segura de poder soportarlo—. Al menos no ha dado señales de que así sea. De todos modos me trata como si fuese una hermana pequeña.
 
William farfulló algo por lo bajo, una retahíla de palabras que no logré entender por el alto volumen de la música y su manera de sisearlo. No sabía leer los labios y no era mi práctica habitual hacerlo pero creo que en su parafraseada interna, había mencionado algo como “idiota”.
Entonces pude ver en él un cambio pequeño en su expresión, algo casi insignificante que había aprendido a apreciar porque empezaba a conocerle. Había abierto la puerta a sus recuerdos y estaba segura de que yo estaba involucrada en ellos.
 
—¿Qué? —Demandé saber y seguí diciendo ante su atónita mirada por saber que algo pasaba por su mente—. Simplemente dilo. No voy a enfadarme, si eso es lo que piensas. Todo está dicho ya, no creo que puedas empeorar las cosas más de lo que lo han hecho ya.
—Sólo estaba pensando… Que ahora todo tiene sentido. De alguna u otra manera, lo veo claro. Siempre pensé que había algo que no estaba bien contigo —explicó y ni siquiera esta vez tuvo el valor de fingir estar pasándoselo bien. Alzó una mano y tocó mi mejilla y, como había estado haciendo yo en todo momento, no fui capaz de dejar de mirar sus ojos que ejercían una calma positiva en mí—. Nunca me di cuenta hasta ahora y me pregunto cómo he podido estar tan ciego y no verlo antes, porque tus ojos siempre me han maravillado pero carecen de ese tipo de brillo que proporciona la felicidad de otra persona en la vida de uno… Y ahora comprendo el por qué de todas esas citas aquella tarde, en el bar de mi padre, mientras trabajé allí ese día porque se les amontonaba el trabajo. E incluso la otra noche, cuando me preguntaste si eras un monstruo. No lo eres y sigo pensándolo, Cassie.
—Will…
—No se elige de quién se enamora en esta vida… Quizás en otra sí, pero no en esta —prosiguió, esbozando una sonrisa para animarme—. Y quizá no tienes la suerte de que te corresponda y te garantizo que él es un idiota por no ver lo que estás dispuesta a dar por él. Cassie, tienes que seguir adelante. La vida te da oportunidades constantemente y no debes rendirte.
—¿Qué ocurre si sólo le quiero a él? —susurré, pero él no me había entendido. Tal vez era una buena idea, quizá no quería saber la respuesta.
—Ven, bailemos. La canción está terminando. Demuéstrale que es así como debe recordarte cuando piense en ti. Sin importar qué. ¿Podrás hacerlo?
 
Asentí y dejé que el ritmo de la música entrase en mi cuerpo. Will me hizo dar una vuelta sobre mi eje acorde con las últimas notas de la canción y pude distinguir a Nick al borde de la pista, serio, sin poder quitarnos la vista de encima. Me obligué a sacármelo de la cabeza y seguí moviéndome como buenamente podía. Nos reímos de nosotros mismos porque, a pesar de que tratábamos bailar bien se nos estaba dando peor de lo esperado. En el gran final de la canción dobló mi cuerpo sobre su antebrazo con exageración: mi brazo seguía en su cuello y mi mano en su pecho, tan cerca de su corazón que podía sentir su latido acelerado. Su respiración estaba sobre mi nariz, estábamos tan cerca que cualquier palabra podía hacer que nuestros labios se rozasen.
 
—Will… —susurré y él me besó.
 
Y yo le devolví el beso. Un beso suave y dulce que no despertó en mí ningún sentimiento de irrefutable amor sobre la persona que estaba besándome.
Will se separó de mí, devolviéndonos a nuestra posición original y lo único que pude hacer fue mirar hacia Nick, o hacia el espacio donde él había estado.

¿Por qué sentía que le debía una explicación a Nicholas?
Kevonita
Kevonita


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Mensaje por Kevonita Dom 08 Dic 2013, 7:52 pm

Gracias. Gracias por los comentarios, de verdad que me ayudan a seguir *irónico* :misery: 
Kevonita
Kevonita


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