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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
× desnudate para mi {capitulos}
O W N :: Zona Libre :: Zona Libre :: Galerías
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Re: × desnudate para mi {capitulos}
Había pasado la noche con Joe, lo que significa que tuve que cruzar la ciudad como una loca hasta mi apartamento para ducharme y cambiarme de ropa antes de ir a trabajar. Llegaba veinte minutos tarde, lo que era raro en mí. Entré en la galería y subí las escaleras que conducían a los despachos privados sin echar ni una sola mirada a mí alrededor. Como esperaba, Jane estaba en su escritorio. Me ofreció una tensa sonrisa mientras se levantaba, cogió varias carpetas y se preparó para seguirme a mi oficina.
Mi agenda para el día estaba llena; no esperaba poder descansar hasta después de que el contrato de Milton hubiera expirado. Aprovechaba cualquier oportunidad para fastidiar nuestro trabajo, y si la junta no lo había despedido aún era por la generosa cláusula de rescisión de su contrato. Podía ser un poco trol, pero también tenía sus momentos brillantes. Aun así, hasta que se fuera, tenía que hacer lo que la junta esperaba de mí, aunque sin quemar mis naves con Milton. Él tenía su círculo de amigos y, ya que algunos de ellos se gastaban obscenas cantidades de dinero en la galería, no podía permitirme distanciarme de él totalmente.
—¿Primero qué? —pregunté a Jane.
—Un desastre absoluto.
Miré a Jane, alarmada.
—Menuda afirmación antes del almuerzo, ¿qué pasa?
Se mordió el labio y se sentó en su silla favorita. Cruzó las piernas y me miró con el rostro muy serio.
—Lisa Millhouse hizo que arrestaran a Sarah ayer por la tarde, por allanamiento.
Resoplé mientras intentaba mantenerme seria.
—¿La metieron en la cárcel?
Jane miró por la ventana y parecía estar mordiéndose el interior de la mejilla. Se aclaró la garganta.
—Sí. Lisa retiró los cargos, pero hay una orden de alejamiento.
—Oh, Dios mío —Miré el techo, y después la zona de trabajo. El escritorio de Sarah estaba vacío y limpio. —¿Ha dimitido?
Jane suspiró.
—Sí. Montó un pifostio y recogió todas sus cosas.
—¿Un pifostio?—le pregunté, en voz baja.
—Sí, más que una rabieta pero menos que un episodio psicótico.
—Me encanta cuando usas esas expresiones.
Jane se rió y se encogió de hombros. Sabía que había pasado varios años aprendiendo a enmascarar su acento, y casi había eliminado todos sus rasgos de origen. Era una pena, pero yo sabía por qué. El mundo del arte ya es demasiado difícil para una mujer, sin tener que añadir "del sur" a la mezcla. Justo o no, hay mucha gente por ahí que piensa que la gente del sur es estúpida, o al menos, tan poco sofisticada que no serían capaces de trabajar en el mundo del arte.
—¿Dónde está Milton?
—Al teléfono con James Brooks, insistiendo en que la galería corte su relación con Lisa. Citándolo, "Es una bruja incivilizada".
Miré mi teléfono y, después de un momento, suspiré.
—¿Que más podría salir mal hoy?
—Te he guardado las peores noticias para el final.
La miré fijamente, consciente de que ahora hablaba en serio.
—Vale.
—Aún está aquí.
No tuve que preguntar a quién se refería.
—Entiendo.
—Tiene una reunión con el señor Storey a las diez, esta mañana. La secretaria de Storey me ha contado que va a ofrecerle un trabajo.
—¿De qué?
—Storey ha concertado una reunión con la junta. Va a sugerir que Jeff King ocupe su puesto.
—Sabe que ese es mi trabajo.
—Storey le ha dicho a la junta que tú eres la responsable de la situación con Lisa Millhouse, y del arresto de Sarah. Ha entregado un informe sugiriendo que le asignaste la cuenta de Lisa para librarte de ella, y que conspiraste con la artista para desacreditarle.
—Si yo le asigné a Sarah la cuenta, ¿cómo podría desacreditarlo a él? —pregunté tranquilamente, aunque estaba a punto de ebullición.
—No tengo ni idea.
Cuando la miré, Jane estaba desplomada sobre la silla. Me aparté el cabello de los hombros y lo recogí con mis manos para mantenerlas ocupadas. Después de un momento, dejé caer el cabello y me llevé las manos al regazo.
—¿Jeff está todavía aquí?
—Sí, seguridad lo escoltó hasta la sala de reuniones —Sonrió mientras lo decía.
El placer que le provocaba fastidiar a Jeff me divertía, pero no tenía suficiente energía para reírme. El día anterior había sido duro, pero había podido soportarlo porque sabía que se iría pronto. Supongo que Milton se había dado cuenta de lo tensa que había estado con Jeff durante la reunión, y que por eso lo había invitado de nuevo.
—Milton es un bastardo.
—Sí.
—No voy a salir huyendo, de ninguno de esos dos canallas. ¿Cuándo llegará James?
—El señor Brooks me escribió un email en el que me pedía que me asegurara de que tú estabas presente en la reunión. Tienes media hora para prepararte.
Me incorporé.
—Vale, déjame sola un momento.
No miré atrás, pero escuché que la puerta se cerraba suavemente. Jane era una persona única, desenvuelta y audaz cuando menos se esperaba, y jodidamente atenta y dulce al minuto siguiente. La valoré como amiga mucho antes de haberme dado cuenta siquiera de que lo era de verdad.
Cuando me desperté aquella mañana, rodeada por los brazos de Joseph, me había sentido segura y feliz. El drama de la situación a la que me enfrentaba era casi de risa. Mi jefe estaba intentando colocar al hombre que me había violado en una posición de autoridad sobre mí. Aun así, no podía reírme; ni una pequeña parte de mí tenía ganas de reírse. Saber que Jeff estaba en el mismo edificio que yo me quitaba la vida.
Mi agenda para el día estaba llena; no esperaba poder descansar hasta después de que el contrato de Milton hubiera expirado. Aprovechaba cualquier oportunidad para fastidiar nuestro trabajo, y si la junta no lo había despedido aún era por la generosa cláusula de rescisión de su contrato. Podía ser un poco trol, pero también tenía sus momentos brillantes. Aun así, hasta que se fuera, tenía que hacer lo que la junta esperaba de mí, aunque sin quemar mis naves con Milton. Él tenía su círculo de amigos y, ya que algunos de ellos se gastaban obscenas cantidades de dinero en la galería, no podía permitirme distanciarme de él totalmente.
—¿Primero qué? —pregunté a Jane.
—Un desastre absoluto.
Miré a Jane, alarmada.
—Menuda afirmación antes del almuerzo, ¿qué pasa?
Se mordió el labio y se sentó en su silla favorita. Cruzó las piernas y me miró con el rostro muy serio.
—Lisa Millhouse hizo que arrestaran a Sarah ayer por la tarde, por allanamiento.
Resoplé mientras intentaba mantenerme seria.
—¿La metieron en la cárcel?
Jane miró por la ventana y parecía estar mordiéndose el interior de la mejilla. Se aclaró la garganta.
—Sí. Lisa retiró los cargos, pero hay una orden de alejamiento.
—Oh, Dios mío —Miré el techo, y después la zona de trabajo. El escritorio de Sarah estaba vacío y limpio. —¿Ha dimitido?
Jane suspiró.
—Sí. Montó un pifostio y recogió todas sus cosas.
—¿Un pifostio?—le pregunté, en voz baja.
—Sí, más que una rabieta pero menos que un episodio psicótico.
—Me encanta cuando usas esas expresiones.
Jane se rió y se encogió de hombros. Sabía que había pasado varios años aprendiendo a enmascarar su acento, y casi había eliminado todos sus rasgos de origen. Era una pena, pero yo sabía por qué. El mundo del arte ya es demasiado difícil para una mujer, sin tener que añadir "del sur" a la mezcla. Justo o no, hay mucha gente por ahí que piensa que la gente del sur es estúpida, o al menos, tan poco sofisticada que no serían capaces de trabajar en el mundo del arte.
—¿Dónde está Milton?
—Al teléfono con James Brooks, insistiendo en que la galería corte su relación con Lisa. Citándolo, "Es una bruja incivilizada".
Miré mi teléfono y, después de un momento, suspiré.
—¿Que más podría salir mal hoy?
—Te he guardado las peores noticias para el final.
La miré fijamente, consciente de que ahora hablaba en serio.
—Vale.
—Aún está aquí.
No tuve que preguntar a quién se refería.
—Entiendo.
—Tiene una reunión con el señor Storey a las diez, esta mañana. La secretaria de Storey me ha contado que va a ofrecerle un trabajo.
—¿De qué?
—Storey ha concertado una reunión con la junta. Va a sugerir que Jeff King ocupe su puesto.
—Sabe que ese es mi trabajo.
—Storey le ha dicho a la junta que tú eres la responsable de la situación con Lisa Millhouse, y del arresto de Sarah. Ha entregado un informe sugiriendo que le asignaste la cuenta de Lisa para librarte de ella, y que conspiraste con la artista para desacreditarle.
—Si yo le asigné a Sarah la cuenta, ¿cómo podría desacreditarlo a él? —pregunté tranquilamente, aunque estaba a punto de ebullición.
—No tengo ni idea.
Cuando la miré, Jane estaba desplomada sobre la silla. Me aparté el cabello de los hombros y lo recogí con mis manos para mantenerlas ocupadas. Después de un momento, dejé caer el cabello y me llevé las manos al regazo.
—¿Jeff está todavía aquí?
—Sí, seguridad lo escoltó hasta la sala de reuniones —Sonrió mientras lo decía.
El placer que le provocaba fastidiar a Jeff me divertía, pero no tenía suficiente energía para reírme. El día anterior había sido duro, pero había podido soportarlo porque sabía que se iría pronto. Supongo que Milton se había dado cuenta de lo tensa que había estado con Jeff durante la reunión, y que por eso lo había invitado de nuevo.
—Milton es un bastardo.
—Sí.
—No voy a salir huyendo, de ninguno de esos dos canallas. ¿Cuándo llegará James?
—El señor Brooks me escribió un email en el que me pedía que me asegurara de que tú estabas presente en la reunión. Tienes media hora para prepararte.
Me incorporé.
—Vale, déjame sola un momento.
No miré atrás, pero escuché que la puerta se cerraba suavemente. Jane era una persona única, desenvuelta y audaz cuando menos se esperaba, y jodidamente atenta y dulce al minuto siguiente. La valoré como amiga mucho antes de haberme dado cuenta siquiera de que lo era de verdad.
Cuando me desperté aquella mañana, rodeada por los brazos de Joseph, me había sentido segura y feliz. El drama de la situación a la que me enfrentaba era casi de risa. Mi jefe estaba intentando colocar al hombre que me había violado en una posición de autoridad sobre mí. Aun así, no podía reírme; ni una pequeña parte de mí tenía ganas de reírse. Saber que Jeff estaba en el mismo edificio que yo me quitaba la vida.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Nueve
{II PARTE}
Me asusté cuando la puerta de mi despacho se abrió, y me giré. Pensé brevemente en hacer que engrasaran las bisagras, otra vez, mientras Joseph atravesaba decididamente la habitación hacia mí.{II PARTE}
—Hola.
Echó un vistazo a la habitación.
—_______, tienes una pared de cristal.
Me reí y me encogí de hombros.
—Es un infierno. Es romo trabajar en una pecera.
Joe suspiró y miró la zona da trabajo… Catorce pares de ojos nos observaban. Suspiró
—Adiós a mi plan de hacerte algo pecaminoso en este despacho.
—Podría despedirlos a todos, y cerrar la galería —Se rió y me dio un abrazo. Lo acepté y suspiré en la piel de su cuello. —¿Cómo sabías que necesitaba verte?
—No lo sabía —Acarició mi rostro con dulzura, y pasó la mano por mi cuello. —Era yo quien necesitaba verte. ¿Qué pasa?
—La situación con Milton ha llegado a una encrucijada. Tengo una reunión dentro de treinta minutos con él, con la junta, y con Jeff King.
—¿King está aquí?
—Sí —Miré su rostro pero no encontré la rabia que esperaba. Parecía tranquilo, y preparado para ser el centro de mi mundo. No sabía lo que había hecho en mi vida para merecérmelo.
—¿Por qué está aquí?
—Ese imbécil, Milton, va a sugerirlo como el nuevo director.
—¿Por qué?
—Para contrariarme —Eché un vistazo a Jane, que estaba intentando con todas sus fuerzas no unirse al resto de la audiencia. Me reí un poco. —Es un gilipo.llas, pero desafortunadamente, Jeff está cualificado para el puesto.
—James Brooks estará de acuerdo con esto solo para librarse de Storey, ¿verdad?
—No lo sé —Odiaba admitirlo, pero de repente el lugar que me había construido en la galería no parecía estable, James Brooks podría hacer cualquier cosa, a aquellas alturas, para librarse de Milton, y yo no sabía si eso incluía joderme a mí.
—Si te besara ahora mismo seguramente estaría mal visto.
Mi mirada vagó hasta su boca, y asentí.
—Sí, supongo que sí.
—Qué lástima —Retrocedió un paso, y caminó hasta sentarse en una de las sillas frente a mi escritorio. —Quiero quedarme mientras estás en la reunión.
Mi reacción refleja fue decirle que no, pero me detuve y me permití un momento para pensar. Joseph Jonas era un gran, y atractivo, recordatorio de lo que podía hacer por la galería. Sin embargo, en lo único que podía pensar realmente era en que, cuando la reunión hubiera terminado, podría acurrucarme junto a Joe y olvidarme de todos ellos.
Me senté en mi silla mientras la puerta de mi despacho se abría bajo la mano de James Brooks. Era un hombre formidable. Cuando lo vi la primera vez, me sentí como si midiera medio metro de altura. Estar a su lado seguía haciendo que se me desinflara un poco el ego. No sabía qué haría que me sintiera así, yo, y casi toda la gente que conocía, pero así era.
—James —dije su nombre como una especie de súplica, y eso me desequilibró.
—______ —Miró a Joe y le ofreció la mano. —Joseph, me alegro de verte. Me alegré mucho de que _____ firmara contigo.
Joe se levantó y tomó su mano.
—Yo también —Joe miró a la zona de trabajo. —______ estaba contándome que Storey ha encontrado a alguien a quien apoyaría como reemplazo suyo.
—Sí, ese es el mensaje que he recibido —James se sentó, encorvado, casi del mismo modo en el que Joe lo haría, y me miró. —Dame una buena razón por la que Jeff King no pueda estar aquí.
Las palabras salieron de mi boca tan duras e implacables que ambos hombres se estremecieron.
—Es un desperdicio de carne y huesos. Si la junta acepta la recomendación de Milton, dimitiré y los demandaré por romper el contrato. Firmé mi contrato con la condición de que fuera directora.
James se aclaró la garganta, y miró un momento a Joe, que estaba mirando al suelo.
—Entiendo. Como siempre, _______, has expresado tu punto de vista clara y precisamente.
—Lo he intentado.
Me miró y, para mi sorpresa, se rió. Se frotó la cara y dijo:
—Bueno, adelante entonces. Si voy a sufrir a ese capullo por segunda vez en la misma semana, no quiero hacerlo solo. ¿Quieres acompañarnos, Joseph?
Sorprendida, miré a los dos hombres y me aclaré la garganta.
—Creo que el señor Jonas estaría más cómodo si esperara aquí.
James me miró brevemente, y después agitó la cabeza.
—Acompáñanos, Joseph. Te divertirás observando a Storey acicalándose como un pavo real. Se le da bastante bien. Si estuviéramos cazando hombres, le dispararía y lo colgaría sobre la chimenea.
Seguí a ambos hombres y miré brevemente a Jane hasta que ella se levantó y me siguió. Si iba a estar involucrada en un festival de testosterona, quería refuerzos. Ya en la sala de reuniones, me senté en el extremo opuesto, lejos de todos los hombres de la habitación. Brooks era el único representante de la junta, y ya que era el dueño de la galería, era suficiente.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Nueve
{III PARTE}
—No sabía que la señorita Rothell iba a asistir a esta reunión —dijo Milton.{III PARTE}
Jane abrió su cuaderno de notas e hizo sonar su bolígrafo elegantemente.
—¿Debo escribir eso?
—Sí —incliné la cabeza. —Fui invitada, Milton. Así que, ¿por qué no empiezas de una vez?
Se aclaró la garganta.
—Como sabéis, planeo retirarme en agosto.
Jane resopló, y la miré con lo que pretendía que fuera una mirada de censura. Era duro, porque yo misma había tenido que morderme la lengua para no reírme. Ambas volvimos a concentrar nuestra atención en Milton, que se había detenido para mirarnos. Me aclaré la garganta y levanté una ceja.
—He tenido una entrevista con el señor Jeff King, y creo que podría ser una gran baza para la galería. Su preparación académica es intachable, y tiene un buen ojo para la belleza —Milton miró a Brooks. —Me gustaría que Jeff asumiera mi papel en la galería, y entrenarlo para que se quede con mi puesto cuando me marche, en agosto.
James miró a Jeff un momento, y después se concentró en Milton.
—Como sabes, no dejaré la galería Holman en las manos de un individuo al que no conozco, o en el que no confío. Elegí a _____ Rothell para asumir tu puesto, y lo hará en agosto.
Jeff se enderezó en su silla.
—Lo comprendo. Sin embargo, estoy interesado en un puesto de trabajo aquí. Ahora que la señorita Rothell va a tomar la dirección de la galería, su puesto quedará disponible.
James me miró y agitó la cabeza.
—________ elegirá a la persona que ocupe el puesto de subdirector. Está en la mejor condición para tomar tal decisión.
Otro gol para el equipo de casa. Me levanté y suavicé las arrugas de la falda.
—Creo que ya hemos terminado —dije.
***
Abrí la puerta de mi apartamento con la cadera y dejé dos bolsas de comida sobre la mesa obscenamente cara que había comprado para la entrada. Cerré la puerta y la aseguré con un giro de muñeca. Estaba preparada para pasar algún tiempo a solas. Había pasado una hora con Joseph mientras trabajaba y después, tras un largo beso, me había enviado a casa.Era irritante que me conociera lo suficientemente bien para saber que necesitaba espacio. Sentía que apenas lo conocía. Llevé la comida a la cocina y comencé a colocarla, lo que, por supuesto, significaba que los perecederos iban al frigorífico y, el resto, se quedaba sobre la encimera.
Me serví una generosa copa de vino, fui al salón y pulsé el botón de mi contestador automático. Dos llamadas perdidas: una llamada automática de una empresa de encuestas telefónicas, y después silencio. Miré el contestador y me sobresalté cuando la voz de Jeff King llenó mi casa.
—Siempre te has interpuesto en mi camino, _______. Primero en el museo, contoneándote por allí y coqueteando con cualquiera que pudiera llevarte más lejos en la vida. Allí subiste la escalera del poder follando, y estás haciendo lo mismo en Holman. Vi cómo te miraba Brooks. Sé lo que eres, y lo lejos que llegarás para conseguir lo que no te mereces.
Disgustada por su agresión verbal, apagué el contestador. Fui hasta la puerta, cerré las cuatro cerraduras y coloqué la cadena. De nuevo en el salón, me senté en el sofá. Había vaciado medio vaso de vino cuando el teléfono sonó. No iba a ser cobarde, así que lo cogí.
—Diga.
—Hola. Me he arrepentido de enviarte a casa.
Suspiré y me levanté.
—Joseph —Me acerqué a la ventana, eché un vistazo a la noche, y supe que no iba a pasarla sola. —¿Por qué no vienes y pasas la noche en mi cama?
—Eso suena genial; estaré allí en unos treinta minutos.
Después de colgar, fui a la cocina y guardé el resto de la comida. Me permití pensar en Jeff, y en la situación que se había desarrollado durante el día. No podía haberme imaginado nada peor aunque lo hubiera intentado. Aparte del drama de todo aquello, me sentía como si hubiera caído en algún extraño y distorsionado universo donde todo lo bueno y lo malo pasaba a la vez.
Tenía, de nuevo, un hombre en mi vida, un hombre atractivo y comprensivo que me miraba como si fuera especial. Ser especial para él significaba mucho para mí, odiaba que mi pasado se hubiera entrometido entre nosotros, levanté el teléfono y marqué el número de Lisa Millhouse. Había querido llamarla antes, pero lo había olvidado.
—Hola, ¿qué hay? Esperaba que me llamaras antes.
Me apoyé en la encimera y dejé mi copa.
—¿Por dónde empiezo?
—¡Esa mujer quería que hiciera una puta entrevista para la televisión! ¡Había invitado a un equipo a mi casa!
Suspiré.
—¿Les disparaste a todos con la pistola de pintura?
Lisa se rió.
—No, no quería que me grabaran con ese tipo de comportamiento. Lo único que hice fue llamar a la policía y denunciarlos por allanamiento —Se quedó en silencio un minuto, y después preguntó en voz baja. —¿Qué pasa, _______?
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Nueve
{IV PARTE}
—Aunque piense que voy por el buen camino, que he encontrado una buena racha, siempre me jode algo.{IV PARTE}
—Podría ponerme frívola y decirte que la vida es así—se detuvo y suspiró. —Pero eso no haría que te sintieras mejor. Se dice que una buena po,lla puede curar cualquier cosa.
Resoplé.
—Has estado hablando con Jane.
—Es una buena consejera —Lisa se rió. —Sin embargo, la pobre chica ni siquiera tiene un vibrador. No puedo creerme que la dejes continuar por la vida sin uno.
—Insiste en que no lo necesita.
—Sí, y yo no necesito oxígeno —contestó Lisa.
Cerré los ojos y asentí.
—Gracias.
—Estoy segura de que algún día me devolverás el favor. Cuando estés lista para contarme más sobre lo que ha pasado, estaré disponible.
—Lo sé. Joe viene hacia aquí.
—Bien por ti —Lisa bostezó —. Fóllatelo por mí.
Me reí y me pregunté por qué no me molestaba que hubiera tenido una relación con él.
—Podría hacerlo ¿Quieres que le pida que me llame por tu nombre?
Lisa soltó una carcajada.
—Qué tía tan rara eres, _____. Pero no creo que Joe estuviera dispuesto. Diviértete.
Le di las buenas noches y colgué el teléfono. Lo dejé sobre la encimera y cogí mi copa de vino mientras el timbre de la puerta sonaba. Me acerqué a ella, concentrada en Joseph y en los cálidos y maravillosos sentimientos que provocaba en mí. Mientras abría los cerrojos, miré por la mirilla y me aparté de la puerta. Tragué saliva y dejé mi copa cuidadosamente sobre la mesa. Sólo quedaba puesta la cadena.
Aquella brillante y dorada cadena era lo único que se interponía entre Jeff King y yo. Con manos temblorosas, me acerqué a la puerta. Mis dedos rozaron el primer cerrojo mientras la puerta se abría bruscamente y golpeaba la cadena. Grité antes de poder evitarlo, y corrí hacia la cocina por mi teléfono.
Pasé de largo el teléfono en un momento de locura que solo puedo describir como desesperado y estúpido. Escuché que la cadena cedía mientras abría el armario de mi dormitorio y sacaba un bate de béisbol. El bate de acero me hacía sentirme más segura, aunque deseaba haber tenido el valor de comprarme un arma. Girándome hacia la puerta, esperé hasta que Jeff entrara en el dormitorio.
Se acercó a la puerta de la habitación y su mano se movió por la pared, buscando el interruptor de la luz. La luz se encendió, y allí estaba. El miedo y el odio me hicieron sentir pequeña, y la herida hirvió en mi interior mientras él sólo se quedaba allí de pie, mirándome.
—Tú y yo tenemos que hablar.
—No.
Miró brevemente el bate, y una sonrisa cruzó un instante sus labios.
—¿Creíste que mudarte aquí era una vía de escape? Siempre he sabido dónde estabas. No tienes que seguir fingiendo. No hay necesidad de indignarse cuando ambos sabemos que te gustó.
Me tragué la bilis y agarré el bate con más fuerza.
—Sal de mi vida de una puta vez.
—No tienes derecho a rechazarme. Tú no eres nada.
—Tus fantasías no harán que lo que me hiciste esté bien. Eres un bastardo enfermo que no puede correrse si no es con fantasías de dominación. No me destrozaste, no acabaste conmigo. Soy más fuerte que lo que me hiciste, no más débil. Nunca ganarás.
Se acercó a mí, y, honestamente, no creo que esperara que lo golpeara. Pero lo hice. Lo golpeé con todas mis fuerzas. Cayó sobre sus rodillas, y lo golpeé de nuevo en la espalda. Cayó en el suelo, y me quedé allí, como una boba, mirándolo. Si hubiera estado viendo aquello por televisión, hubiera estado gritando a la mujer que corriera mientras aún tenía la oportunidad.
Al comprender por qué no estaba corriendo, bajé el bate hasta que señaló el suelo. Quería golpearlo hasta matarlo.
Me sobresalté cuando escuché mi nombre. Entonces contesté a la llamada.
—¿Joe?
Apareció en la puerta varios segundos después, y nos miró a Jeff y a mí.
—Esto no es exactamente lo que tenía en mente.
Me encogí de hombros, y bajé el bate.
—Rompió la cadena de mi puerta.
—Lo he visto —Joe lo golpeó, y Jeff gimió. —Ey, *******, ¿podrías levantarte para que pueda matarte?
—Yo me ocupo de esto —Lo señalé con un dedo, y luego miré a Jeff.
—Sal de mi apartamento.
—¿No vas a llamar a la policía?
—No —Al ver la expresión aturdida de Joe, me di cuenta de que esperaba que llamara a la policía e hiciera que arrestaran a Jeff por entrar en mi apartamento. Yo sabía que no lo haría. ¿Cómo era posible? Aquel hombre me había violado, y no había presentado cargos contra él… y explicar eso a otro policía no era algo que pudiera imaginarme haciendo.
Jeff se puso de rodillas y echó a Joseph una mirada de recelo. La hostilidad que emanaban ambos prácticamente brillaba. Podía imaginarme que Jeff estaba muy enfadado porque lo había golpeado. Era uno de esos hombres que llevan su masculinidad en el corazón.
Ya de pie, se frotó la boca y siguió mirándonos a Joe y a mí.
—¿Te estás follando a este tipo?
—Jeff, deberías marcharte antes de que decida que le gustaría más hacerte daño a ti, que seguir viéndome a mí —Apreté el bate con fuerza, y contuve la necesidad de golpearlo de nuevo.
Jeff caminó hacia Joe, y, como no se apartó para dejarlo pasar, Jeff lo golpeó. Hay que decir que Joe dejó que el puñetazo lo golpeara antes de devolvérselo. Entonces Jeff acabó, una vez más, en el suelo entre nosotros, sangrando por la nariz y la boca. Observé cómo manaba la sangre a borbotones, sorprendida.
—Vete, Jeff, o te juro por Dios que llamaré a la policía y les contaré que golpeé a un intruso hasta la muerte.
Ambos hombres me miraron, sorprendidos.
Tragué saliva e intenté recordar que yo era la civilizada.
Pasando sobre Jeff, dejé el dormitorio y fui al cuarto de baño, cerré la puerta y corrí el pestillo. Agradecida por haber tenido tiempo para limpiar el baño, me dejé caer de rodillas. Estaba temblando por el miedo y la rabia. Odiaba el miedo y la debilidad que conllevaba. ¿No me había mantenido firme ante él? Empezaba a tener náuseas. Sentada en el suelo, evité la necesidad de balancearme. ¿Adónde se habían ido mi valentía y mi resolución?
Pasaron algunos minutos antes de escuchar un alboroto en el pasillo, y asumí que Joseph estaba sacando a Jeff del edificio. Me levanté cuando alguien llamó con los nudillos a la puerta del baño.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Nueve
{V PARTE}
—¿Qué?{V PARTE}
Era Joe
—_______, no me gusta estar al otro lado de una puerta cerrada.
Me acerqué a la puerta, y quité el pestillo.
Joseph abrió la puerta y me miró.
—¿Estás bien?
Me encogí de hombros y dejé el bate contra el lavabo.
—¿Le has hecho daño?
—Lo he metido en un taxi.
—Eso no es lo que te pedí.
—Lo sé.
—¡Joder, Joe!
—No te enfades conmigo, ______ —Me señaló con el dedo. —¿Qué demonios estabas pensando, abriendo la puerta sin mirar quién había al otro lado?
—¡No me grites! ¡Soy una mujer adulta, y no necesito un sermón! —Y di un taconazo para enfatizar mi postura.
Me miró de arriba abajo y se acercó a mí. Estaba enfadada, pero lo deseaba. Me apretó con fuerza contra él, y me pasó una mano por el pelo.
—Le has dado una buena paliza.
—Sí —susurré, aforrándome a la tela de su camisa.
—¿Te hizo daño?
—No. Solo me gritó.
Joe me sacó del baño y me llevó por el pasillo hasta el salón. Me sentó en el sofá y volvió con la copa de vino que había abandonado en la entrada. La acepté y di un largo trago. Se sentó en la mesita de café frente a mí. Dejé de beber, y lo miré.
—Quita el culo de mi mesa de café. Acaban de barnizármela.
—Cállate, ________, y termínate el vino.
Me terminé el vino de un solo trago, y le tendí la copa.
—No tienes que mimarme. Estoy bien.
—¿Acabas de darle una paliza a un tipo en tu dormitorio con un bate de béisbol, y estás bien?
Me encogí de hombros.
—Ojalá le hubiera roto un par de huesos.
—Joder, ______, me matas —Se levantó de la mesa y se alejó. —Sería agradable que actuaras como una mujer normal al menos durante veinte minutos. Ya sabes, llora y asústate para que yo pueda ser el hombre.
Me dejé caer en el sofá.
—¿No te sentiste como un hombre mientras ayudabas a Jeff a entrar en el taxi?
Miró el suelo y se encogió de hombros.
—Eso no es lo mismo.
—¿Lo has dañado permanentemente?
Joe se encogió de hombros y me miró.
—Es posible que no pueda ser padre en el futuro.
Me froté la cara y negué con la cabeza.
—¿Todos los hombres son iguales?
—Ese tipo te violó —Sus palabras salieron a través de sus dientes apretados.
Me estremecí ante su tono de voz.
—Sí, lo hizo.
—Y lo ha hecho otra vez esta noche —Miró alrededor, y suspiró. —Has pasado dos años construyendo una vida en la que te sentías segura, y entonces él aparece.
—Y la rompe en pedazos —admití en voz baja. —Él no importa, Joe. No importa cuánto haya influido en el pasado, ahora ya no. Lo que me hizo estuvo mal, y esa traición se quedará conmigo toda la vida, pero forma parte del pasado. Estuvo mal no presentar cargos contra él cuando ocurrió. Hay una parte de mí que me dice que soy la culpable. Me preocupa la próxima mujer con la que se cruce y que le haga sentirse inferior. Me gustaría tatuarle la palabra violador en la frente para que ninguna mujer volviera nunca a confiar en él.
—Todavía podrías llevarlo a juicio por lo que te hizo.
—Sí.
—Pero no lo harás.
—No.
—¿Por qué? —me preguntó Joe con voz tan baja que durante un minuto no me di cuenta de que había hablado.
—Porque eso no me proporcionaría justicia. Podría regodearme en lo que me hizo, o puedo seguir adelante. Esto puede sonar cobarde. Joder, incluso puede ser moralmente censurable.
—¿Qué te haría justicia, _______?
—No lo sé.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Nueve
{VI PARTE}
Entonces, ¿por qué no lo denuncias a la policía, y das ese paso?{VI PARTE}
—Ya he dejado Nueva York atrás —Me levanté del sofá y caminé hasta el extremo opuesto de la habitación. —Si lo etiquetara como violador, estaría diciéndole al mundo entero que yo fui su víctima.
—¿Y no puedes hacer eso?
—No, a menos que mi vida dependa de ello.
Las palabras cayeron con dureza entre nosotros. Lo miré a los ojos y vi que estaba furioso. Sabía que no estaba enfadado conmigo, sino con una situación que nunca sería capaz de controlar. Yo llevaba un equipaje que él no había esperado.
—Esto es lo que soy, Joseph.
—Ya lo veo —Se frotó la cabeza. —Sabía que eras una tarea complicada incluso antes de llevarte a la cama.
Me reí.
—No creo que ningún hombre me haya llamado así antes.
—Quizá no en tu cara —murmuró.
Cogí mi copa vacía y caminé hasta la cocina.
—¿Te gustaría beber algo?
—Joder, no.
Rellené mi copa y volví a apoyarme en la encimera.
Podía verlo desde la cocina; caminó de un lado a otro de la habitación un par de veces antes de detenerse en la entrada de la cocina. Yo esperé.
—Ven aquí,_______.
Dejé la copa sobre la encimera y caminé hacia él. Tomé la mano que me ofrecía, y me estremecí un poco mientras me atraía hasta él. La adrenalina, el miedo y la rabia aún hervían bajo mi piel. Podía sentir la misma energía impaciente en Joe. Sus manos se movieron por mi espalda y se deslizaron sobre mi trasero. Contuve el aliento mientras me levantaba del suelo y sujetaba mis piernas alrededor de su cintura.
Me colocó sobre la encimera y acarició mi rostro con dulzura.
—La primera vez que te vi, sentí que se me tensaba el estómago como si me hubieran golpeado. No lo entendí, y sigo sin hacerlo. Te deseo, y si esto forma parte de ti, estoy dispuesto a aceptarlo.
—De acuerdo.
—No soy perfecto —Apartó el cabello de mi frente, y me miró la cara. —Nunca te veré como una víctima. Sobreviviste a un acto de violencia atroz. Eso es lo que eres, una superviviente.
Suspiré cuando besó mis labios suavemente, y después susurró mi nombre mientras movía su boca a lo largo de mi mandíbula.
—No puedo pedir ayuda —dije.
—¿Por qué no?
Temblando, lo abracé con más fuerza, y enterré mi rostro en su cuello.
—Porque la única vez que lo hice, no vino nadie.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Nueve
{VII PARTE}
Salí de la cama, atravesé la habitación, y entré en el baño. Cogí mi bata, me la puse y me anudé el cinturón. El rostro que me miraba desde el espejo no parecía asustado. De hecho, la mujer del espejo parecía jodidamente satisfecha. Volví a mirar a mi cama y a Joe, extendido sobre el colchón como si le perteneciera. Se había introducido en mi vida rápidamente, y me consideraba una mujer muy afortunada.{VII PARTE}
Nunca había conocido a un hombre como él. No sabía cómo manejarlo. Cogí el cepillo y me lo pasé por el cabello. El sueño y el sexo lo habían convertido en un desastre. Para cuando deshice los enredos y lo sujeté con una pinza, mi cama estaba vacía. Miré la habitación y encontré a Joe sentado en mi balcón con unos boxers con personajes de los Looney Toons en ellos.
—Dime la verdad: tienes un familiar con un oscuro sentido del humor que te envía esas cosas por navidad, ¿no?
Se rió y negó con la cabeza.
—Te prometo que me los compré yo mismo. Es una de las cosas a las que vas a tener que acostumbrarte.
Tal como estaban las cosas, no era algo malo a lo que acostumbrarse. Me acerqué a él y me senté en el balcón a su lado.
—Se que estás decepcionado por mi negativa a volver a Nueva York y presentar cargos contra Jeff.
—Sí.
Me quedé en silencio un momento; no había esperado que lo admitiera. Me succioné el labio inferior un momento, y lo liberé. No tenía nada más que decir sobre ese tema. Suspiré, me levanté, y extendí la mano.
—¿Por qué no vuelves conmigo a la cama y me demuestras lo mucho que te gusto?
Se levantó y deslizó su mano sobre la mía.
—Solo si me prometes que no harás bromas sobre mis calzoncillos.
Levanté una ceja.
—Cariño, no se me ocurriría. De hecho, estaba pensando que quizá podría comprarte un par, yo también. ¿Tienes algunos con La Sirenita?
Me apretó la mano, y en unos segundos me encontré tumbada sobre la mi espalda, Joe se tumbó sobre mí y usó su rodilla para separar mis piernas.
—Te voy a castigar por eso.
—¿Qué? ¿No te gusta La Sirenita? —le pregunté en voz baja.
Me arqueé bajo su cuerpo mientras presionaba su dura po.lla contra la seda de mi bata. Había demasiada tela entre nosotros. Separé las piernas un poco más, y me tensé bajo su sujeción. Atrapada e increíblemente excitada por su comportamiento agresivo, esperé a que respondiera.
—¿Tú qué crees?
—Vale, pero, ¿qué te parece una pareja de boxers, entonces? Tú podrías ser La Bestia, y yo La Bella —Me mordí el labio para no reírme.
—¿Tú crees?
—Oh, sí —asentí.
Deshizo el nudo de la bata y apartó la tela a un lado. Con una de sus manos sujetó mis muñecas bajo mi cabeza mientras deslizaba la otra entre mis piernas. Me quedé sin respiración cuando Joe acarició mis labios con los suyos antes de bajar su cabeza hasta uno de mis pechos. Con su lengua, jugueteó y acarició el pezón hasta que estuvo tan dolorosamente duro que cada roce de sus labios me arrancaba un tembloroso gemido de los míos.
Todo sobre Joseph estaba obligándome a alterar mis percepciones sobre mí misma, y lo que necesitaba para sobrevivir. Liberó mis manos mientras se apartaba de mí, dejaba la cama y se quitaba los boxers. Vi cómo sacaba un condón de la caja que había puesto en mi mesita de noche con una sonrisa y una anticipación que no intenté siquiera esconder. Volvió a la cama, colocándose el látex en la gruesa longitud de su pene.
Apreté los muslos mientras ponía una rodilla sobre la cama y tiraba de uno de mis tobillos. Me arrastró cuidadosamente hasta el borde del colchón. Me senté, y pasé las manos por sus muslos mientras levantaba la mirada y me encontraba con la suya. El intenso deseo se reflejaba desnuda y honestamente en sus ojos.
Besé la plana superficie de su estómago, y dejé que mis manos se movieran para tomar las suyas. Entrelazando sus dedos con los míos, me incorporó y tomó mi lugar en la cama. Dejé que me guiara, y me subió sobre sus muslos. Liberó mis manos y las coloqué sobre sus hombros mientras, cuidadosamente, me conducía sobre su *****.
Y allí estaba aquel caliente mordisco de placer y dolor que siempre venía cuando me colocaba sobre él. Dejé que mi cabeza cayera hacia atrás mientras se hundía en mi interior; la conexión física era profunda y abrumadora. Cuando pude, levanté la cabeza y lo miré. La luz del baño revelaba suavemente su rostro. Me atrajo hacia él mientras comenzaba a cabalgarlo lentamente.
Cerré los puños sobre su espalda para evitar arañar su piel con mis uñas.
—Nunca lo he entendido.
—¿Nunca entenderás qué, cariño? —Sus manos se movieron sobre mi espalda entonces, gentiles y cuidadosas en su exploración.
—Cómo algo puede ser tan bueno que llegue a doler.
Movió su mano entre nosotros, su pulgar presionó mi clítoris, y perdí el poco control que pensaba que aún tenía.
El orgasmo fue rápido.
Temblando, apenas me di cuenta de que se había levantado de la cama hasta que me tendió boca arriba y comenzó a penetrarme con lentas y calculadas embestidas.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Para expresarlo claramente, no tenía tiempo para un desastre. Pero la vida tiene la costumbre de esperar hasta ese momento en el que no puedes cargar con una sola viruta de paja más, y justo entonces, te tira encima cien kilos adicionales. Desde la parte superior de las escaleras, observé sorprendida a Lisa Millhouse frente a James Brooks, apuñalando su pecho repetidamente con un dedo. Le hablaba con vehemencia y convicción, con un vocabulario que yo normalmente reservaba para los atascos de tráfico. Si maldecir a alguien tuviera categoría olímpica, estoy segura de que Lisa hubiera estado en el podio. Incliné la cabeza y miré a Jane. Era parte de los ávidos espectadores y, por una vez, no podía culparla. James y Lisa formaban una excitante y dinámica pareja.
Me recoloqué el bolso en el hombro y caminé hacia ellos con lo que esperaba que fuera una sonrisa tolerante en el rostro.
—¡Buenos días!
Ambos se giraron para mirarme, preparados para morder, y después miraron el suelo. Afortunadamente, recordando que ya habían dado a catorce personas suficiente entretenimiento, se quedaron en silencio. Me aclaré la garganta e hice una señal hacia mi despacho.
—¿Por qué no continuamos esa conversación en mi oficina?
Eché una mirada a Jane por encima de mi hombro, con la expresión universal de necesito cafeína a la voz de ya. Supongo que se sentía aliviada por estar fuera de la línea de fuego. Entré en mi despacho y cerré la puerta. Lisa y James se sentaron frente a mi escritorio, cada uno en un extremo. Me tomé mi tiempo para acomodarme.
—Bien —Me eché hacia atrás en la butaca y los miré a los dos. —Como ni siquiera sabía que ustedes dos se conocían, puedo garantizarles que no tengo ni idea de por qué estaban discutiendo. Sin usar la frase "él empezó", Lisa, cuéntame qué ha pasado.
Lisa cruzó los brazos y me miró durante un largo momento. Entonces aspiró aire profundamente, se mordió el labio inferior, y estalló.
—¡Pero empezó él!
—¡Y una mierda!
—Señor Brooks —murmuré. —No es tu turno de hablar.
James se desplomó en su silla.
—Esto no es justo.
Era como hablar con niños de cinco años.
—¿Es un conflicto profesional o personal?
—Profesional —soltó Lisa.
—Personal —la corrigió James con los dientes apretados.
Lisa se sonrojó y yo comencé a reírme.
—Entiendo, ¿entonces el espectáculo que le habéis dado a los trabajadores hace un par de minuto eran juegos preliminares?
Lisa se levantó.
—¡No tienes que ser ofensiva!
—Tú eres la única que está siendo ofensiva aquí —le espetó James en respuesta.
—Oh, que te den por el culo. —Lisa salió de la oficina apresuradamente, con un portazo tan fuerte que la pared de cristal tembló.
Miré a James.
—Brooks, ¿estás intentando alejar a todos los artistas con los que actualmente trabaja esta galería, o solo pretendes sacar de quicio a Lisa?
—Esto no es asunto tuyo, _____.
—Lo sé.
James se frotó la cara y se levantó.
—Esa mujer es irracional. ¡A la mayoría de las mujeres no les importa que las invites a cenar!
Golpeé la superficie de mi escritorio con una uña.
—¿Tuviste en cuenta de algún modo que su posición en esta galería se vería afectada por la cena contigo?
—Gracias —murmuró James. —No tenía ni idea de que pensaras que fuera un bastardo sexista.
—No he dicho eso.
Con excesiva lentitud, tomó aliento y dijo:
—No, ______, no impliqué el que su posición en la galería fuera a verse afectada por salir o no conmigo —Me miró como si pensara que yo no lo creía. —Jane nos presentó, y yo le dije que me gustaba el trabajo que había visto de ella hasta ahora. Lisa estaba aquí para hablar sobre el proyecto de los institutos con Jane. Me entrometí en su reunión porque me sentía atraído por ella. Al final de la reunión, Jane usó su instrumento de tele-transportación súper secreto para desaparecer —Agitó la cabeza y miró a Jane, que acababa de volver con el café, lo dejó en mi escritorio, y se marchó. —Tiene un increíble talento para eso.
Me reí, entendía lo que quería decir.
—Es bastante sigilosa. Entonces, ¿qué pasó cuando Jane dejó la habitación?
—Le pedí a Lisa que saliera a cenar conmigo, y le dije que estaba interesado en descubrir más sobre la fuente de su inspiración. Nunca había conocido a una escultura con ese tipo de pasión y violencia tranquila. —Me miró, y supe que lo que pensaba se me reflejaba en la cara. —¿Qué?
Suspiré.
—Lisa valora su privacidad.
—Lo entiendo.
—No —Negué con la cabeza. —Lisa es compulsiva sobre su intimidad. Tendrás que traspasar su coraza, y sinceramente, no sé si podrás hacerlo —Miré la zona de trabajo y suspiré. —Si quieres puedes pedirle consejos a Joseph.
—Pensaba que él y tú...
—Sí, pero tuvo una relación con Lisa en el pasado. La conoce mucho mejor que cualquiera de nosotros. —James se levantó y se metió las manos en los bolsillos. —Y James, no te aconsejo que llames a Lisa irracional a la cara. Esa mujer tiene un soplete.
James asintió y, con una pequeña sonrisa, dejó mi despacho. Jane esperó hasta que James bajó las escaleras antes de levantarse de su silla y correr hasta la puerta de mi oficina.
Cerró la puerta, caminó tranquilamente hasta mi escritorio y me susurró:
—Lisa le dijo de todo menos chupapollas. Y no repitió insulto ni una sola vez.
Miré mi escritorio e intenté mantener un rostro serio, pero al final, perdí la batalla y solté una carcajada. Jane se sentó en la silla que James acababa de abandonar. Esperó hasta que hube terminado de reírme antes de continuar.
Se cepilló los pantalones como si hubiera encontrado pelusas en ellos y me miró.
—Son tal para cual.
Asentí y suspiré.
—Sí, me he dado cuenta.
Me recoloqué el bolso en el hombro y caminé hacia ellos con lo que esperaba que fuera una sonrisa tolerante en el rostro.
—¡Buenos días!
Ambos se giraron para mirarme, preparados para morder, y después miraron el suelo. Afortunadamente, recordando que ya habían dado a catorce personas suficiente entretenimiento, se quedaron en silencio. Me aclaré la garganta e hice una señal hacia mi despacho.
—¿Por qué no continuamos esa conversación en mi oficina?
Eché una mirada a Jane por encima de mi hombro, con la expresión universal de necesito cafeína a la voz de ya. Supongo que se sentía aliviada por estar fuera de la línea de fuego. Entré en mi despacho y cerré la puerta. Lisa y James se sentaron frente a mi escritorio, cada uno en un extremo. Me tomé mi tiempo para acomodarme.
—Bien —Me eché hacia atrás en la butaca y los miré a los dos. —Como ni siquiera sabía que ustedes dos se conocían, puedo garantizarles que no tengo ni idea de por qué estaban discutiendo. Sin usar la frase "él empezó", Lisa, cuéntame qué ha pasado.
Lisa cruzó los brazos y me miró durante un largo momento. Entonces aspiró aire profundamente, se mordió el labio inferior, y estalló.
—¡Pero empezó él!
—¡Y una mierda!
—Señor Brooks —murmuré. —No es tu turno de hablar.
James se desplomó en su silla.
—Esto no es justo.
Era como hablar con niños de cinco años.
—¿Es un conflicto profesional o personal?
—Profesional —soltó Lisa.
—Personal —la corrigió James con los dientes apretados.
Lisa se sonrojó y yo comencé a reírme.
—Entiendo, ¿entonces el espectáculo que le habéis dado a los trabajadores hace un par de minuto eran juegos preliminares?
Lisa se levantó.
—¡No tienes que ser ofensiva!
—Tú eres la única que está siendo ofensiva aquí —le espetó James en respuesta.
—Oh, que te den por el culo. —Lisa salió de la oficina apresuradamente, con un portazo tan fuerte que la pared de cristal tembló.
Miré a James.
—Brooks, ¿estás intentando alejar a todos los artistas con los que actualmente trabaja esta galería, o solo pretendes sacar de quicio a Lisa?
—Esto no es asunto tuyo, _____.
—Lo sé.
James se frotó la cara y se levantó.
—Esa mujer es irracional. ¡A la mayoría de las mujeres no les importa que las invites a cenar!
Golpeé la superficie de mi escritorio con una uña.
—¿Tuviste en cuenta de algún modo que su posición en esta galería se vería afectada por la cena contigo?
—Gracias —murmuró James. —No tenía ni idea de que pensaras que fuera un bastardo sexista.
—No he dicho eso.
Con excesiva lentitud, tomó aliento y dijo:
—No, ______, no impliqué el que su posición en la galería fuera a verse afectada por salir o no conmigo —Me miró como si pensara que yo no lo creía. —Jane nos presentó, y yo le dije que me gustaba el trabajo que había visto de ella hasta ahora. Lisa estaba aquí para hablar sobre el proyecto de los institutos con Jane. Me entrometí en su reunión porque me sentía atraído por ella. Al final de la reunión, Jane usó su instrumento de tele-transportación súper secreto para desaparecer —Agitó la cabeza y miró a Jane, que acababa de volver con el café, lo dejó en mi escritorio, y se marchó. —Tiene un increíble talento para eso.
Me reí, entendía lo que quería decir.
—Es bastante sigilosa. Entonces, ¿qué pasó cuando Jane dejó la habitación?
—Le pedí a Lisa que saliera a cenar conmigo, y le dije que estaba interesado en descubrir más sobre la fuente de su inspiración. Nunca había conocido a una escultura con ese tipo de pasión y violencia tranquila. —Me miró, y supe que lo que pensaba se me reflejaba en la cara. —¿Qué?
Suspiré.
—Lisa valora su privacidad.
—Lo entiendo.
—No —Negué con la cabeza. —Lisa es compulsiva sobre su intimidad. Tendrás que traspasar su coraza, y sinceramente, no sé si podrás hacerlo —Miré la zona de trabajo y suspiré. —Si quieres puedes pedirle consejos a Joseph.
—Pensaba que él y tú...
—Sí, pero tuvo una relación con Lisa en el pasado. La conoce mucho mejor que cualquiera de nosotros. —James se levantó y se metió las manos en los bolsillos. —Y James, no te aconsejo que llames a Lisa irracional a la cara. Esa mujer tiene un soplete.
James asintió y, con una pequeña sonrisa, dejó mi despacho. Jane esperó hasta que James bajó las escaleras antes de levantarse de su silla y correr hasta la puerta de mi oficina.
Cerró la puerta, caminó tranquilamente hasta mi escritorio y me susurró:
—Lisa le dijo de todo menos chupapollas. Y no repitió insulto ni una sola vez.
Miré mi escritorio e intenté mantener un rostro serio, pero al final, perdí la batalla y solté una carcajada. Jane se sentó en la silla que James acababa de abandonar. Esperó hasta que hube terminado de reírme antes de continuar.
Se cepilló los pantalones como si hubiera encontrado pelusas en ellos y me miró.
—Son tal para cual.
Asentí y suspiré.
—Sí, me he dado cuenta.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Diez
{II PARTE}
Ahora que sus planes para contratar a Jeff King se habían desbaratado, Milton había comenzado su labor con el resto de la galería. Le llevó unas cuatro horas alienar a todo el equipo de administración, y el día entero para hacerse con el equipo de ventas. El personal de ventas está acostumbrado a tratar con gente difícil, y tienen una gran tolerancia a las gilipo.lleces. Las mujeres de la zona de trabajo se escondían en el baño en grupos de dos o tres. Los dos hombres que trabajaban en la galería no eran objetivo de Milton, así que la mayor parte del tiempo obstaculizaba a los demás.{II PARTE}
Milton llegó a mi despacho casi a mediodía. Cerró la puerta, esforzándose por mirarme fijamente. Siempre me había parecido un malvado duende de talla grande, aunque la idea de Lisa del gnomo de jardín tenía gracia. Milton era un hombre enorme... Era su personalidad lo que lo hacía parecer tan pequeño e inútil.
—¿Qué puedo hacer por ti, Milton?
—¿Vas a poner a Jane Tilwell en tu puesto?
—Sí.
—No está preparada para ese trabajo.
—La señorita Tilwell está licenciada tanto en Empresariales como en Historia del Arte. Es perfecta para el puesto.
—Sería mejor que contrataras a Jeff King.
—No.
—Yo todavía tengo poder aquí.
—No me parece que la habilidad para acosar y reprender a los demás sea poder —Su rostro se puso rojo de furia, y me sorprendió ver una pequeña mueca de culpabilidad en su rostro. Después de todo, parece que era un ser humano.
Murmuró algo entre dientes y dejó mi oficina. Miré hacia la mesa de Jane y la encontré al teléfono. Suspiré, y cuando me miró, le hice una señal para que entrara. Creía que tenía derecho a conocer la irritación de Milton y su conocimiento de su futuro en la galería.
***
Me olvidé de James Brooks hasta que entré en la galería de Joe. Entré con la llave que había colocado en mi llavero y, tras subir las escaleras corriendo, encontré a James sentado en mi butaca roja, con una cerveza en la mano. Agitaba su mano libre mientras hablaba. Fruncí el ceño; no me gustaba verlo sentado en mi butaca.—Esa maldita mujer no tiene derecho a ser tan cruel —Su tono era prepotente.
Joe se rió.
—Las mujeres son, posiblemente, las criaturas más crueles del mundo. Tienen demasiado carácter, pero como también son las únicas que tienen co.ño, tendremos que aguantarnos.
Si no hubiera llevado mi bolso grande, se lo hubiera tirado a la cara.
—Señor Jonas.
Miró hacia mí, se quitó las gafas de seguridad, y se metió la herramienta en el bolsillo de los vaqueros.
—Dulce ________, precisamente ahora estábamos hablando de ti.
Me reí y negué con la cabeza.
—¡Cómo he podido acabar estando contigo!
—Pregúntame eso un poco más tarde otra vez. Será un placer recordártelo.
—Lo haré —Levanté una ceja y lo miré de arriba abajo.
Empecé a subir el segundo tramo de escaleras, pero me detuve para quitarme los zapatos.
—¿Están bebiendo la cena?
—Él está bebiendo —Joseph se rió y señaló a James, que miraba lastimeramente una botella de cerveza vacía. —Yo estoy trabajando. He pedido comida. Llegará pronto.
Asentí y me detuve a los pies de la escalera.
—James.
Me miró y me ofreció una sonrisa.
—¿Sí, _____?
—No vas a encontrar la respuesta a tu pregunta en el fondo de una botella.
—Esta noche estoy ahogando mis penas. Mañana voy a practicar la postración y el ruego. Después lo haré de verdad en el porche delantero de Lisa.
Chasqueé la lengua.
—Deberías conseguir una armadura.
—¿Disculpa?
—Como mínimo, un casco sería una buena inversión.
Mientras comenzaba a subir las escaleras, James preguntó a Joe a qué me refería, y Joe se rió.
—A Lisa le gusta disparar a sus visitas no invitadas con una pistola de pintura.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Diez
{III PARTE}
¿Estás segura de que quieres irte a casa?{III PARTE}
Me reí y solté la mano de Joe mientras bajábamos las escaleras y entrábamos en la galería. Me recoloqué el bolso y asentí.
—Sí, tengo que ocuparme de algunas cosas, y preparar la reunión con Samuel Castlemen. Estará aquí por la mañana.
Joseph me acercó a él y cogió mi rostro con sus manos. Su boca era suave y tierna. Podría haberme perdido en ella con facilidad, pero después de un momento me aparté y salí por la puerta, hacia la noche. Eché un vistazo por encima de mi hombro, le sonreí y entré en mi coche. No cerró la puerta hasta que estuve en el coche con las puertas cerradas.
Pasé la mayor parte del viaje de vuelta a mi apartamento arrepintiéndome de no haberme acostado con él antes de marcharme. En mi apartamento, encontré un pósit del servicio de mantenimiento de mi edificio. Habían arreglado mi puerta y reemplazado mi cadena con una mucho más fuerte. Después de entrar en mi apartamento y cerrar por dentro, fui hasta mi contestador automático, por costumbre, y pulsé el botón.
Había un mensaje de mi madre. Suspiré y la escuché hablar de sus compras recientes. No dejó de parlotear hasta que mi contestador la cortó.
—Así que si quieres venir sólo tienes que llamarme, y te enseñaré mi nuevo sombrero... Es de color púrpura intenso y tiene...
En el contestador sonó un clic, y agité la cabeza. No podía imaginarme qué era lo que tenía aquel sombrero, y una parte de mí no quería descubrirlo. Me aparté el cabello mientras comenzaba el siguiente mensaje. Se escuchó un sonoro suspiro, y miré el contestador, esperando a que Lisa continuara. Era la única que me suspiraba en el contestador.
—_______, llámame cuando puedas. Ya tengo lista la última obra para la galería, y estoy cavando un agujero para un cuerpo. Dile a ese imbécil de Brooks que se quede en Boston, o acabará en ese hoyo.
Me froté la cara y me senté, debatiéndome entre reírme o llorar. Dios, odiaba la hostilidad que sentía Lisa por los hombres. La odiaba, la entendía, y quería desesperadamente ayudarla a curarse. Instintivamente, comprendía que el pasado de Lisa había sido horrible, y no quería conocer todos los detalles. Sin embargo, como amiga suya, creía que tenía la responsabilidad de ayudarla con su nueva vida.
El tercer mensaje comenzó.
—Ey, ______. Soy Jane. Mira, cuando llegué a casa esta tarde Jeff King estaba esperándome en mi puerta. Ya se ha ido.
Escuché cómo se detenía el contestador mientras abría la puerta delantera y me ponía apresuradamente un par de zapatillas que encontré en la entrada. Una vez dentro de mi coche, me obligué a calmarme y a concentrarme en conducir. Jane solo vivía a diez minutos en coche de mi casa, pero fueron los diez minutos más largos de mi vida. Odiaba pensar que él podía estar cerca de Jane.
Su risa y su despreocupada sonrisa me parecieron muy frágiles en ese momento. Aparqué frente a su edificio y corrí al interior como si el diablo estuviera a mi espalda.
Su apartamento estaba en la primera planta; llamé a su puerta y después probé el pomo.
—¿Jane?
Se oyó la cerradura, y Jane abrió la puerta. Por un momento, me limité a mirarla. Llevaba un camisón en el que ponía QUE TE DEN, NO TE HE PEDIDO TU OPINIÓN. Me hizo un gesto para que pasara, y sus zapatillas de estar por casa con forma de bebé foca se agitaron mientras se apartaba de la puerta.
—No había visto unos calentadores rosas como esos desde... bueno, desde hacía muchísimo tiempo.
Me echó una mirada y bostezó.
—¿Qué pasa, ______?
Tragué saliva y agité la cabeza.
—¿Jeff estuvo aquí?
—Sí —Se desperezó y se sentó en el sofá. —No sé qué quería.
—¿Cómo conseguiste que se fuera?
Jane resopló.
—Lo apunté con mi 9mm.
Me senté con la boca abierta de par en par, y me sentí aliviada cuando mi culo conectó con la silla.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Diez
{IV PARTE}
—¿Tienes un arma?{IV PARTE}
—Sí —Se encogió de hombros. —Mi padre y mis hermanos son policías. De hecho, yo estuve en la academia y me gradué.
—¿Podrías ser policía?
—No, por eso es por lo que visto ropa demasiado cara y miro cosas hermosas todo el día. No podría ser policía —Se tumbó en el sofá. —_______, me has despertado —Bostezando de nuevo, me miró. —¿Qué pasa?
—Que Jeff vino aquí.
Jane se sentó bruscamente.
—¿Estabas preocupada por mí?
Asentí y después negué con la cabeza.
—Sí. Estaba preocupada. Pensaba que te había hecho daño, o que podría hacértelo. Hubiera sido culpa mía, Jane. Si te hiciera daño. —Respiré profundamente.
Me levanté y le di la espalda. El suspiro se convirtió en un sollozo. No me di cuenta de que Jane había abandonado el sofá hasta que sus brazos me rodearon y me abrazó con fuerza. Acepté su abrazo y dejé que me guiara de vuelta a la butaca.
—Todo este tiempo consideré que lo que me había pasado era personal.
—Lo era.
—Sí—asentí. —Pero era algo más. ¿Cómo pude pensar que su castigo era menos importante que mi dignidad? —Mi demanda solo recibió silencio como respuesta. —En mi interior sabía que tenía que hacer un esfuerzo para proteger a otras mujeres de él. Al menos, si lo etiquetaran como agresor sexual, sería algo.
—¿Es demasiado tarde?
Negué con la cabeza.
—No lo creo —La miré, y vi preocupación en su rostro. —Lo siento mucho, Jane. Siento que te veas expuesta a él, y que él pensara que podía venir aquí y amenazarte porque no puede llegar hasta mí.
—Llegó hasta ti —Jane se levantó y se alejó de mí. —En el momento en el que dejé aquel mensaje en tu contestador me di cuenta de que había hecho exactamente lo que Jeff esperaba. No había venido a hacerme daño, ______; solo estaba usándome a mí, y a tu cariño por mí, como un arma.
Había sido efectivo. Miré a Jane, vi su control y su siempre presente actitud de puedo-con-todo, y supe que ya no podía permitirme el lujo de esconderme tras mi dignidad. Había otras mujeres en alguna parte; podrían ponerse en el camino de Jeff King, y él les haría daño si yo no hacía nada para impedirlo.
Me levanté.
—Tengo que irme.
—¿______?
La miré.
—No puedo seguir guardándome esto durante más tiempo.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Diez
{V PARTE}
No me siguió inmediatamente, así que esperé tras la puerta de su apartamento hasta que escuché que cerraba con llave. Volví a mi coche, y busqué mi cartera en el bolso. Había una tarjeta en mi cartera. La llevaba desde ese primer día en el hospital. La miré, estaba destrozada y gastada por haber sido transferida de cartera a cartera al cambiar de bolso.{V PARTE}
Durante un momento, miré el nombre de la mujer. Denise Moore. Era la detective que había intentado interrogarme. Me pregunté qué rango tendría ahora, cuánto habría avanzado en su carrera. En ese tiempo había pensado mucho en cómo me miró en la puerta de la sala de examen al girarse. Me pareció que pensaba que podía hacer que le contara lo que necesitaba saber. Cogí mi teléfono móvil y marqué el número que había garabateado en el reverso antes de cambiar de idea. Sonó varias veces, y entonces una somnolienta voz de mujer contestó. Tragué saliva y bajé la cabeza mientras ella decía "diga" por cuarta vez.
—Me llamo _____ Rothell.
Se produjo un largo momento de silencio, y entonces la detective se aclaró la garganta. Podía escuchar cómo se movía, como si estuviera dejando la cama.
—¿Qué puedo hacer por ti, _______?
—¿Puedes decirme que no es demasiado tarde para hacer que el hombre que me violó pague por ello?
—¿Cuánto tiempo ha pasado?
—Dos años.
—¿Rellenaste un informe entonces?
—Sí, hice una declaración y me sometí a un examen médico, pero al final no presenté cargos —Cerré los ojos y bajé la cabeza basta que descansó sobre el volante. —Pensaba que si intentaba olvidarlo, se iría. Pensaba que él no importaba.
—Lo comprendo.
—¿Esto cambiará algo?
—Es un paso hacia la justicia,______. Cuando des ese paso, comenzarás a sanar. Sé que has pasado mucho tiempo reconstruyendo lo que has perdido —suspiró. —¿Qué te ha ayudado a tomar esta decisión?
—Está invadiendo mi vida. Entró en mi apartamento, y esta noche ha visitado a una amiga íntima.
—¿Dónde estás?
—¿En este momento, o geográficamente?
Se rió; su risa era un suave y hermoso sonido, y disfruté de él. Sentí que mi cuerpo se relajaba, y mi estómago, lentamente, comenzó a deshacer el nudo que llevaba allí más de una hora.
—Estoy en Boston. Dentro de mi coche, hablando por el móvil.
—Vete a casa.
—No me siento segura allí.
—¿Hay algún lugar donde te sientas segura?
—Sí.
—Vete allí, _____. Busca un lugar donde apartarte de esto y, por la mañana, quiero que vengas a Nueva York. Comenzaremos el papeleo, y haremos que esto termine. Afortunadamente, yo soy de las que nunca se rinden. Tengo una carpeta con todas las pruebas que he podido conseguir de cada violación que se me asigna, incluso aquellas que más tarde eligen no presentar una denuncia.
—¿Cómo lo haces, sin rendirte?
—Me recuerdo que hacerlo puede mantener a una víctima lejos de su agresor.
—Sacaré un billete de avión para Nueva York, y te llamaré tan pronto como esté allí.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Diez
{VI PARTE}
Cuando salí del coche, la puerta de la galería estaba abierta. Me detuve y miré a Joe, que estaba mirando alrededor, y me localizó. Se metió las llaves en el bolsillo y caminó hacia mí. Ya no me preguntaba por qué acudía a él cuando estaba disgustada, por qué me parecía lo correcto; simplemente, era así.{VI PARTE}
—¿Dónde has estado?
Señalé el coche.
—Sentada en mi coche.
Me ofreció la mano, y sonrió cuando yo la tomé.
—Jane me llamó hace más de una hora. ¿Por qué no cogiste el móvil?
—La última llamada que hice me dejó sin batería.
No dijo nada mientras me guiaba a la galería tras él. Cuando entramos, cerró la puerta y se giró hacia mí. Temblando, dejé que me abrazara, y su boca acarició mi mandíbula antes de deslizarse desde mi cuello hasta mi hombro. Clavé los dedos en sus brazos mientras lo abrazaba con más fuerza. Una desesperada necesidad parecía haberse deslizado entre ambos. Clavé los dientes en la carne de su cuello, mis manos cayeron hasta su cintura, y las metí en los vaqueros que no se había molestado en abrochar con un cinturón. Joe tiró de mi blusa, revelando la piel de mi hombro. Sentí sus dientes acariciando la carne, y apreté los dedos sobre su piel. Una caliente y desesperada lujuria reemplazó mi voluntad.
El botón y la cremallera de sus vaqueros cedieron, y deslicé mi mano en el interior. Su po.lla se endureció contra mi mano, cálida y dura. Me aparté de Joseph a desgana cuando se zafó de mí para sacar mi camisa de la cinturilla de mis pantalones. Me quité los zapatos y la camiseta por la cabeza, la tiré al suelo, y lo miré con los ojos entornados mientras seguía mi ejemplo.
Con manos cuidadosas, me atrajo hasta él y caminamos hacia las escaleras. Sabía que no íbamos a conseguir llegar al final de ellas. Conteniendo el aliento con aprobación, asentí mientras se sentaba y me atraía hasta su regazo. Presioné mis pechos contra su torso y tomé su boca con el tipo de beso que demandaba un centenar de cosas. Sabía que me daría todo lo que necesitaba, y exactamente como lo quería.
Acaricié su ***** y la presioné contra mi estómago mientras sus manos se movían desde mi espalda hasta mi culo. Pensé brevemente en un condón, pero sabía que no íbamos a ponernos a buscar uno en ese momento. Me levantó, y me arqueé en sus brazos mientras me deslizaba sobre su po.lla. La sensación de acogerlo en mi interior era el mayor placer que hubiera conocido nunca. Como siempre, la presión de su pene en mi interior me recordó lo vacía que había estado sin él. Rodeé su cuello con mis brazos, y me moví encima suyo.
—Tranquila —susurró contra mi cuello. —Relájate, ______.
Comencé a cabalgarlo, y enterré mi rostro en su cuello.
—No puedo.
Se rió suavemente, arrastrando sus manos por mi espalda de un modo que debería haber sido relajante, pero no lo era. Sus manos eran rudas e inexpertas. Entonces comprendí lo que pretendía. Finalmente había conseguido llevarlo al mismo estado en el que él me dejaba a menudo. Agarré sus hombros, lo miré, y vi su cruda excitación. La violencia de nuestra necesidad estaba apartando cualquier velo de civilización que hubiéramos tenido antes.
Se levantó, agarrándome con fuerza. Me aferré a él y jadeé cuando me bajó hasta el brillante suelo de madera de su galería. La madera estaba dura bajo mi cuerpo, y, sin darme tregua, se colocó sobre mí. Con las manos colocadas a cada lado de mi cabeza, empujó con fuerza el resto de su cuerpo contra el mío.
—Joe.
—Déjate llevar, ______.
Era lo único que podía hacer. Me aferré a él y dejé escapar todo lo demás. El dolor me embriagó, cada embiste de su ******* era un recordatorio de la unión que tanto había ansiado. La luz de las escaleras caía sobre nosotros, destacando la palidez de mi piel contra la oscuridad de la suya. Adoraba sentirlo y mirarlo. Era tan hermoso que en aquel caliente e inenarrable momento comprendí que, realmente, había estado esperándolo a él toda la vida.
Un orgasmo recorrió mi clítoris, y me arqueé con fuerza levantándome del suelo. Mis uñas se clavaron en su espalda, y las lágrimas corrieron por mis mejillas, mientras repetía su nombre una y otra vez como una letanía en mis labios. Resbaladizos por el sudor, nuestros cuerpos siguieron deslizándose el uno contra el otro. Sentí el cálido torrente de su semen, y cerré los ojos ante la sensación primitiva que despertó en mí.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Dos meses después…
—¿Qué ocurrió en Nueva York? —me preguntó Demi.
—Jeff contrató un abogado, y declaró que nuestro encuentro fue consensuado. El fiscal del distrito echó un vistazo a mis fotografías y presentó cargos —Hice una mueca. —No había visto las fotografías hasta entonces. No recordaba haber estado tan magullada. La acusación está pendiente, pero parecen confiados en que iremos a juicio.
Subí mis piernas en el reclinable, y me encogí de hombros.
—Quiero sentirme bien con lo que estoy haciendo. Durante un tiempo me sentí culpable por ello, y sé que parece una locura. Me amenazó con ponerme una demanda civil por injurias y difamación.
—Perdió su trabajo, ¿no?
Suspiré y asentí.
—Lo suspendieron en el museo hasta la resolución del caso. La declaración oficial de Edward indicaba que no estaba dispuesto a poner en peligro a sus empleadas femeninas del museo.
—¿Por qué te sentías culpable?
—Estoy arruinando su vida —La admisión no me hacía sentirme culpable, al menos ya no. —Quiero creer que cometió un error, que no es algo que volvería a hacer. Pero no puedo.
—¿Cómo van las cosas en la galería?
—Cuando la gente se enteró de lo que me había pasado en Nueva York, comenzaron a tratarme como si pudiera romperme —Suspiré, e intenté pensar en cómo me sentía en la galería. —Los odiaba por tenerme lástima, pero entonces me di cuenta de que no era así. Solo tenían miedo. La mayoría de los trabajadores de la galería son mujeres. Cada vez que me ven, se acuerdan de que la violación no es algo distante que nunca les tocará a ellas —Odiaba ser una estadística, pero lo era. Cada dos minutos, una mujer es violada en América. El fiscal del distrito de Nueva York me dijo eso. Aún podía oír las palabras saliendo de su boca, la rabia y la convicción que había en su voz. —Yo no soy un número.
—No.
—Ahora que soy directora, tengo muchas cosas que hacer. Siempre tengo a un nuevo artista que quiere que lo vea, o a un agente intentando hablar conmigo de una exposición. Es un mundo diferente.
Y lo era. Jane estaba floreciendo en su puesto de subdirectora y se había hecho cargo del proyecto de los institutos. Toda esa energía juvenil en la galería era increíble y refrescante.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Epilogo
{FINAL}
Caminé alrededor del alabastro, y tiré de la sábana. Sorprendida, solo pude seguir mirando. Había terminado. La estatua brillaba por la cera. Rocé la suave superficie de mi rostro, y entonces di la vuelta para ver la espalda. Como harían la mayor parte de las mujeres, comprobé lo que era visible de mi culo en la estatua, y me sentí aliviada porque no parecía demasiado grande.{FINAL}
—¿Qué te parece?
—Nunca me imaginé que estaría tan desnuda —respondí, honestamente, caminando alrededor para ver mi rostro. —¿Es realmente lo que ves cuando me miras?
—Sí, veo una poderosa e increíble mujer —Se acercó a mí y me atrajo entre sus brazos. —He aprendido algo de ti, ______.
—¿Qué?
—Desnudarte no tenía nada que ver con hacer que te quitaras la ropa —Besó mi frente, y suspiró. —Sin embargo, el bronce será la pieza número veintitrés de la exposición en Holman. Nadie llegará a verte tan desnuda, excepto yo.
Me reí y miré a la mujer en el brillante alabastro.
—Nunca he estado más desnuda.
Me abrazó con más fuerza.
—¿Cómo han ido las cosas con Demi?
—Bien —Mis sesiones de terapia no eran algo de lo que me gustara mucho hablar, pero Joe aceptaba con elegancia esa parte privada de mí. La falta de presión y su completa aceptación de mi mundo siempre eran una fuente de sorpresa.
Miré la estatua de nuevo y me sentí desolada por su honestidad. Cada sentimiento que tenía estaba allí reflejado, cada victoria y cada tragedia, desnudas ante el mundo. No me sentía invadida, aunque suponía que mucha gente se habría sentido así. Me sentía liberada, libre de todas las cosas que me habían retenido durante más tiempo del que podía recordar. Sin embargo, allí no solo estaba mi pasado: mi futuro también estaba ahí. Mi esperanza, y el amor que nunca había expresado a Joseph, estaban en mi rostro.
—Todo es verdad —dije, finalmente.
—Lo sé.
Cualquier otra persona hubiera dicho las palabras, yo no lo hice. Él parecía haberlas visto en mí antes de que hubiera siquiera intentado hacerlo. Me guardaría esas palabras, al menos un poco más. Sus manos acariciaron mi espalda y se metieron bajo mi camisa.
—Creía que era obvio —Cuidadosamente, sacó totalmente mi camiseta de mis pantalones. —No arruines mi fantasía. Si no puedes contribuir a ella, cállate.
Me reí. Que me devolvieran mis propias palabras normalmente me cabreaba. Cerré mis dedos sobre la parte delantera de sus pantalones, y me acerqué a él.
—Puedo hacer contribuciones que la mayoría de los mortales nunca han visto.
—Ese tipo de contribuciones serán bien recompensadas —me prometió mientras, suave pero firmemente, me guiaba hasta su butaca favorita.
Dios, adoraba esa butaca roja.
uncool.
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