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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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× desnudate para mi {capitulos}
O W N :: Zona Libre :: Zona Libre :: Galerías
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Re: × desnudate para mi {capitulos}
Aproximadamente a las ocho y media de la mañana comencé a arrepentirme de no haber desayunado. Maldije a Jane... Era injusto, pero me hizo sentirme mejor. Escuché el tenue rugir de las sierras que venía del ala este de la galería, donde se estaba preparando el espacio para la exposición de Lisa. Eché un vistazo a la zona de trabajo e intenté recordar exactamente por qué había pensado que la mujer sentada frente a mí valía lo suficiente como para que mereciera la pena traerla desde Chicago. No era mi dinero, pero no me gustaban los despilfarros. Tampoco me gustaban las entrevistas. Esa sería una de las tareas que delegaría en otra persona cuando fuera directora.
—Entonces, señorita Banks, dígame, ¿qué opina del futuro de Holman? —pregunté.
—La galería Holman va, sin duda, por buen camino. El contrato con Joseph Jonas del que me ha hablado antes les asegurará una buena razón de controversia. La controversia vende. Sin embargo, eso no siempre asegura que la galería pueda mantener el éxito.
—Continúe, por favor. —Estaba segura de que iba a decirme que iría al infierno por promocional la pornografía.
—Yo puedo atraer hasta Holman clientela que no está interesada en el arte sexualizado. Ha mencionado que la galería va a comenzar un programa de colaboración con los institutos. Querrá áreas de la misma a donde pueda conducir a los padres de esos jóvenes. El arte no siempre tiene que ser violento o provocador.
—Creo que el arte siempre debe provocar. Si no provoca nada, es obvio que el creador no ha realizado bien su trabajo. El arte debe hacer llorar, sufrir, y soñar. Si no lo hace, entonces es un desperdicio de espacio —Me eché hacia atrás en la silla y la dejé que pensara en ello.
—Parece que tiene planes muy concretos para Holman.
—Tengo una visión de futuro para Holman que he prometido desarrollar, y lo haré —Me levanté y le ofrecí la mano. —Señora Banks, Jane ha realizado todos los preparativos para su viaje. Espero que disfrute de su vuelo de regreso a Chicago.
La mujer se fue precipitadamente de mi despacho, y me acerqué a la ventana. Escuché cómo Jane entraba y cerraba la puerta. Cuando me giré, estaba desplomada sobre la silla que la imponente señora Banks había abandonado.
—Cree que soy una especie de Larry Flynt femenino. —Jane se encogió de hombros. —Es una de esas personas. ¿Sabes? Cuando era pequeña y salía a jugar al patio, mi madre me gritaba: "¡Jane Cordelia Tilwell, deja de correr como una salvaje! ¿Qué va a pensar la gente?".
—¿Cordelia?
—Cállate —Jane se miró los zapatos y suspiró. —Me compré unos zapatos nuevos ayer, mientras tú estabas en el estudio de Jonas no teniendo sexo.
Jugueteando con mi colgante de diamante, la miré brevemente antes de dejar que mi mirada se perdiera en el aparcamiento que se veía por la ventana.
—Me besó.
—¿En serio?
Me reí.
—Sí.
—¿Y?
—Y me derretí. Me he sentido atraída por otros hombres antes, Jane, pero con él es diferente. Ni siquiera puedo explicarlo. Gracias a Dios, esta noche no voy a tener que verlo.
Jane resopló.
—¿Sigues decidida a quedar con el ******* del Mes?
—Soy una mujer de palabra, y Jerry no es un *******.
—Es tan sumamente ******* que ni siquiera lo soportarían los idiotas normales —Jane sonrió, y se hubiera reído si no la hubiera mirado.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque es el tipo de hombre con el que sales tú. Cretinos aburridos con maletín, y ningún atractivo en absoluto.
—Tú no quedas con nadie que no tenga, como mínimo, una licenciatura universitaria.
—Sí, pero al menos me aseguro de que sean follables.
—¿Follables?
—Sí, follables. Ni se me pasa por la cabeza quedar con un tío con el que no pueda imaginarme follando,
—A mí no me interesa el sexo esporádico.
Jane sonrió de oreja a oreja,
—No será esporádico si lo haces bien.
Pensé un momento en la pregunta que Joe me había hecho la noche anterior, y suspiré. Ya que pensar en él supondría un día de trabajo bastante improductivo, aparté esos pensamientos y dediqué mi mente a un problema que podía resolver.
—Pídele a Sarah que entre, por favor.
—¿Dejarás encendido el intercomunicador para que pueda escuchar?
Levantó una ceja.
—No,
Jane suspiró.
—Necesito desesperadamente algún entretenimiento. Quizá el guapísimo repartidor nos traiga un paquete hoy. —Salió de mi despacho con un pequeño gesto de despedida sobre su hombro.
Aquella no era una conversación que me apeteciera tener, pero pensé que Sarah tenía que saber que estaban utilizándola. Desde nuestra conversación en la sala de descanso, había estado pensando en cómo iba a ocuparme de ella. Cuando Sarah llegó, cerró la puerta tranquilamente y caminó hacia mí, y entonces escogió la silla del centro del grupo.
—Sarah, me he dado cuenta de que me ves como un obstáculo.
—Más bien como un desvío temporal.
«Hija de puta antipática».
Sonreí y me eché hacia atrás en la silla.
—Entonces, señorita Banks, dígame, ¿qué opina del futuro de Holman? —pregunté.
—La galería Holman va, sin duda, por buen camino. El contrato con Joseph Jonas del que me ha hablado antes les asegurará una buena razón de controversia. La controversia vende. Sin embargo, eso no siempre asegura que la galería pueda mantener el éxito.
—Continúe, por favor. —Estaba segura de que iba a decirme que iría al infierno por promocional la pornografía.
—Yo puedo atraer hasta Holman clientela que no está interesada en el arte sexualizado. Ha mencionado que la galería va a comenzar un programa de colaboración con los institutos. Querrá áreas de la misma a donde pueda conducir a los padres de esos jóvenes. El arte no siempre tiene que ser violento o provocador.
—Creo que el arte siempre debe provocar. Si no provoca nada, es obvio que el creador no ha realizado bien su trabajo. El arte debe hacer llorar, sufrir, y soñar. Si no lo hace, entonces es un desperdicio de espacio —Me eché hacia atrás en la silla y la dejé que pensara en ello.
—Parece que tiene planes muy concretos para Holman.
—Tengo una visión de futuro para Holman que he prometido desarrollar, y lo haré —Me levanté y le ofrecí la mano. —Señora Banks, Jane ha realizado todos los preparativos para su viaje. Espero que disfrute de su vuelo de regreso a Chicago.
La mujer se fue precipitadamente de mi despacho, y me acerqué a la ventana. Escuché cómo Jane entraba y cerraba la puerta. Cuando me giré, estaba desplomada sobre la silla que la imponente señora Banks había abandonado.
—Cree que soy una especie de Larry Flynt femenino. —Jane se encogió de hombros. —Es una de esas personas. ¿Sabes? Cuando era pequeña y salía a jugar al patio, mi madre me gritaba: "¡Jane Cordelia Tilwell, deja de correr como una salvaje! ¿Qué va a pensar la gente?".
—¿Cordelia?
—Cállate —Jane se miró los zapatos y suspiró. —Me compré unos zapatos nuevos ayer, mientras tú estabas en el estudio de Jonas no teniendo sexo.
Jugueteando con mi colgante de diamante, la miré brevemente antes de dejar que mi mirada se perdiera en el aparcamiento que se veía por la ventana.
—Me besó.
—¿En serio?
Me reí.
—Sí.
—¿Y?
—Y me derretí. Me he sentido atraída por otros hombres antes, Jane, pero con él es diferente. Ni siquiera puedo explicarlo. Gracias a Dios, esta noche no voy a tener que verlo.
Jane resopló.
—¿Sigues decidida a quedar con el ******* del Mes?
—Soy una mujer de palabra, y Jerry no es un *******.
—Es tan sumamente ******* que ni siquiera lo soportarían los idiotas normales —Jane sonrió, y se hubiera reído si no la hubiera mirado.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque es el tipo de hombre con el que sales tú. Cretinos aburridos con maletín, y ningún atractivo en absoluto.
—Tú no quedas con nadie que no tenga, como mínimo, una licenciatura universitaria.
—Sí, pero al menos me aseguro de que sean follables.
—¿Follables?
—Sí, follables. Ni se me pasa por la cabeza quedar con un tío con el que no pueda imaginarme follando,
—A mí no me interesa el sexo esporádico.
Jane sonrió de oreja a oreja,
—No será esporádico si lo haces bien.
Pensé un momento en la pregunta que Joe me había hecho la noche anterior, y suspiré. Ya que pensar en él supondría un día de trabajo bastante improductivo, aparté esos pensamientos y dediqué mi mente a un problema que podía resolver.
—Pídele a Sarah que entre, por favor.
—¿Dejarás encendido el intercomunicador para que pueda escuchar?
Levantó una ceja.
—No,
Jane suspiró.
—Necesito desesperadamente algún entretenimiento. Quizá el guapísimo repartidor nos traiga un paquete hoy. —Salió de mi despacho con un pequeño gesto de despedida sobre su hombro.
Aquella no era una conversación que me apeteciera tener, pero pensé que Sarah tenía que saber que estaban utilizándola. Desde nuestra conversación en la sala de descanso, había estado pensando en cómo iba a ocuparme de ella. Cuando Sarah llegó, cerró la puerta tranquilamente y caminó hacia mí, y entonces escogió la silla del centro del grupo.
—Sarah, me he dado cuenta de que me ves como un obstáculo.
—Más bien como un desvío temporal.
«Hija de puta antipática».
Sonreí y me eché hacia atrás en la silla.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Cinco
{II PARTE}
—Cuando llegue agosto, yo seré la directora de esta galería. Tu futuro, en ese momento, dependerá de ti y de tu habilidad para trabajar. Da igual lo que te haya dicho Milton, o lo que te haya prometido.{II PARTE}
—Aún no eres la directora.
—Milton Storey te está utilizando, Sarah. Ambas lo sabemos. Está esforzándose para ponerte en situaciones que afectarían mi capacidad para satisfacer los deseos de la junta.
—Es un hombre poderoso.
—Por supuesto. Ningún hombre con tanto dinero podría ser otra cosa en Boston. Lo que no entiendes es que no significas nada para él. Ese hombre está casado con su dinero, y no va a dejar a su esposa por ti. Cuando se jubile, en agosto, no estará en condiciones de potenciar tu carrera en Holman.
La observé mientras bajaba las manos hasta su regazo.
—No sabes de lo que estás hablando.
—No eres la primera mujer a la que utiliza de este modo.
—No soy tonta, piensen lo que piensen tu o la señorita Tilwell. Estoy muy capacitada para hacer mi trabajo.
—Si no creyera eso, no estarías aquí ¿De verdad crees que Milton ha estado protegiéndote todo este tiempo? La junta me proporcionó autoridad para contratar y despedir bajo mi criterio.
—Puedo cuidarme sola, y no necesito ni quiero tus consejos.
—La ambición es un arma de doble filo —Extendí las manos sobre mi vade, y respiré profundamente. —Y una mujer que se abre camino hacia el poder a través de la cama, no contribuye demasiado a la igualdad y el éxito de las mujeres honestas y trabajadoras.
Se levantó abruptamente.
—¿Hemos terminado?
—Sí.
Salió precipitadamente y cerró mi puerta con un sonoro portazo. A través del muro de cristal, vi cómo Jane la seguía hasta la sala por donde Sarah había desaparecido. Estaba segura de que, más tarde, vendría a echarme la bronca.
Dos confrontaciones hostiles en dos días no era exactamente lo que había esperado, pero me servía para confirmar que Sarah tendría que ser reemplazada cuando Milton se hubiera ido. No podía permitirme tener a alguien como ella en la plantilla. Aunque en cierto modo la consideraba un desafío, no tenía tiempo para retos en los planes que había ideado para Holman después de agosto.
Me froté la cara y pensé en la conversación que había tenido mientras revisaba el calendario. Aunque no esperaba que Joe se opusiera a que me saltara una de las sesiones con él, esperaba tener que compensarlo de algún modo. Me pregunté qué tipo de trato me obligaría a aceptar.
Levanté el teléfono, marqué el número de Joe, e intenté pensar en cómo decirle que tenía una cita aquella noche, y que no podría desnudarme para él. Lo cogió al tercer tono.
—Hola, ¿estás ocupado? —dije.
—Para ti nunca.
Hice una mueca, su voz era demasiado sexy y dulce. Si no reaccionaba como esperaba sería una mierda.
—Tengo una cita esta noche. Una que acepté antes de nuestro acuerdo para que posara para ti.
—Entiendo —Su tono se había enfriado considerablemente, y eso me irritó. ¿Es que aquel hombre pensaba que no había tenido vida antes de tropezarme con él?
—Cancelarla a estas alturas sería maleducado.
—Conmigo también tenías una cita.
—Contigo tengo un acuerdo.
—Vale, un acuerdo —suspiró. —Está bien. Pero, para compensarme, tendrás que venir a primera hora de la mañana.
—Generalmente aprovecho los sábados para limpiar mi apartamento —Vale, era mentira. Era una enorme y descomunal mentira. Generalmente, los sábados me levanto tarde y me paso el día en bragas.
—Sacrifica la cita o la limpieza; tú eliges, _____.
—De acuerdo. ¿A qué hora? —Apreté los labios y fruncí el ceño.
—¿Qué te parece a las ocho?
—Vale —Los sábados por la mañana están hechos para dormir, y cualquiera que piense lo contrario no está bien de la cabeza.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Cinco
{III PARTE}
Disgustada, colgué y miré el calendario de nuevo. No había cambiado. La cita no era una perspectiva excitante, y me arrepentía de haber quedado. Para ser sincera conmigo misma, tampoco me había apetecido quedar antes de conocer a Joseph Jonas. Levanté la mirada cuando la puerta de mi despacho se abrió. Joder, aquel chirrido era muy molesto, Milton entró y se sentó.{III PARTE}
—Sarah terminará los detalles de la exposición de Lisa Millhouse.
Levanté una ceja y sonreí de oreja a oreja
—Suena interesante.
Dio un bote, supongo que sorprendido porque no me hubiera enfadado.
—¿Tienes todo lo que va a necesitar?
Saqué el archivo de Lisa de mi montón de cosas por hacer y lo tiré en una esquina del escritorio.
—Eso debería ser todo.
Cogió la carpeta y salió rápidamente de mi despacho. Vi cómo daba la carpeta a Sarah. Me pregunté cuándo empezaría a sentirme culpable. No, me sentía bien. Hice una señal a Jane para que entrara, y apreté los labios; parecía que no iba a sentirme mal, de verdad. Nada de remordimientos. Jane cerró la puerta, y me encogí de hombros.
—Voy a ir al infierno —anuncié.
—¿Qué has hecho? —me preguntó Jane en voz baja.
—Milton acaba de darle la exposición de Lisa a Sarah, y no he hecho nada para disuadirle —Lisa iba a destrozarla.
Jane abrió la boca, sorprendida, y después se rió.
—Oh, eres maléfica.
Vi cómo Sarah caminaba con rigidez hasta su escritorio. Había estado fuera menos de dos horas. Seguramente aquello era un récord para Lisa. El generalmente perfecto cabello de Sarah estaba un poco revuelto, y varias manchas de un color rojo brillante adornaban su traje de lino blanco. Miré a Jane, que estaba sentada en su escritorio, y después giré mi silla para que no pudieran verme riéndome como una hiena. Cuando fui capaz de controlarme, me giré de nuevo y miré hacia el escritorio de Sarah. Milton estaba allí, escuchando lo a buen seguro era una historia increíblemente divertida. Casi me daba envidia. Milton parecía furioso.
Miró hacia mi despacho y cruzó la zona de trabajo. Sinceramente, en momentos como aquel deseaba que la pared no fuera de cristal. Abrió la puerta y la cerró de un golpe.
—Lisa Millhouse ha disparado a Sarah con una pistola de pintura.
—Sí, me he dado cuenta de que Lisa ha cambiado de colores. Las primeras seis veces que fui a verla acabé teñida de azul. La séptima me las arreglé para encontrar un vestido del mismo color que su pintura, le pareció tan divertido que me dejó entrar —Incliné la cabeza y lo miré fijamente. —Te lo dije, Milton, Lisa Millhouse no tolera a los extraños. Tú elegiste ignorar mi consejo, y enviaste a una asesora sin experiencia a molestar a una de nuestras clientes fijas. Puedes estar seguro de que la junta será informada de esto.
—No mencionaste nada de eso esta mañana.
—Sinceramente, estoy cansada de repetir siempre lo mismo —Me eché hacia atrás en la silla. —Te he dicho repetidamente que Sarah no está preparada para trabajar directamente con los artistas. Además, has estado ignorando mi opinión sobre el asunto del contrato de Millhouse durante semanas. Si lo que acabas de hacer ha dañado esa cuenta, puedes estar seguro de que la junta lo sabrá.
—¡Esa maldita mujer es ridícula! —gritó, y después me miró como si realmente fuera culpa mía.
—Lisa Millhouse no pide demasiado. Espera privacidad, y la ofrece a los demás. Sé que, antes de disparar, Lisa advirtió a Sarah verbalmente varias veces, porque eso fue lo que hizo conmigo. Lisa es una artista apasionada y con mucho talento a la que Holman tiene el honor de representar.
Me miró y entonces se marchó. Sarah estaba en su escritorio, donde la consolaba una de sus amigas, y Jane estaba, literalmente, saltando en su asiento.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Cinco
{IV PARTE}
Tan pronto como Milton se hubo marchado, se levantó y corrió hasta mi despacho, cerró la puerta y se apoyó en ella.{IV PARTE}
—Estoy a punto de explotar.
—Lo sé. Era un traje precioso.
Jane se mordió el labio.
—Me estás matando. ¿Quieres que vayamos a almorzar?
Cogí mi bolso y me levanté.
—Venga, vayamos a buscar algo poco sano para comer.
****
—El camarero tiene un culo tremendo.Eché un vistazo sobre mi carta al culo en cuestión, y después miré a Jane.
—Sí, lo tiene.
Jane cerró la carta y observó al camarero mientras yo consideraba mis opciones. Aquel mismo camarero se acercó para tomarnos nota. Cuando terminó, miré a Jane. Sabía que tenía algo en mente, y me preguntaba qué era.
—Ve al grano.
Jane se sonrojó y comenzó a mutilar el envoltorio de su pajita.
—¿Podríamos hablar de amiga a amiga, en lugar de de ayudante a jefe?
—Sí, claro. ¿Algo va mal?
—No —Jane negó con la cabeza rápidamente y tiró el destrozado papel frente a ella. Lo miró un momento. —Quiero tu puesto cuando te asciendan, en agosto. Creo que me lo merezco más que ninguna otra persona de Holman.
Mantuve silencio durante un minuto. Esperaba que ella temiera sacar el tema, y eso me convertía en una persona horrible. No podía soportar pensar en lo decepcionada que se sentiría si al final no lo conseguía.
—Estoy de acuerdo, y tenía pensado proponérselo a la junta, en agosto.
Jane respiró, aliviada.
—¿Por qué no me lo contaste?
—Porque no quería que te sintieras decepcionada si la junta no estaba de acuerdo conmigo—La miré a los ojos. Ella agitó la cabeza, y sonrió. —Hablo en serio.
—Lo sé —Jane suspiro. —Eres un encanto, ______.
Puse los ojos en blanco y di vueltas a mi bebida con la pajita.
—Ya sería mala suerte que algo saliera mal —Sonreí y examiné la cafetería que Jane había elegido para el almuerzo. —¿Sabes? Esas bolitas de pintura duelen un montón cuando te golpean. No puedo creer que aguantara tres disparos antes de echar a correr.
Jane se rió.
—La he escuchado decir que, si tú pudiste ganarte a Lisa Millhouse, ella sabía que también podría.
—Quizá, si a Lisa le gustasen las mujeres —respondí amargamente, y entonces me recosté en mi silla. —Milton piensa con la polla. Es una pena que esa actitud no encaje con su gusto en cuanto a los artistas.
—Por eso es por lo que lo van a reemplazar —Jane se encogió de hombros. —Milton lo ha visto venir. La junta quiere hacer dinero, y el señor Storey insiste en presentar una galería excesivamente tradicional. Eso, en el mercado de hoy en día, no vende. El hecho es que el dinero es sensual, y a la gente le gusta comprar cosas caras y sensuales con él.
—Sarah Johnson tiene mucho potencial. Odio verlo desperdiciado por Milton.
—Lo has intentado.
Fruncí el ceño.
—No como debería haberlo hecho. Prácticamente desde el primer día, la descarté por ser el juguetito de Milton. Si no fuera tan educada, la habría despedido ya. Y además, para ser sincera, creo que Milton es más fácil de controlar si la tengo por allí.
Jane asintió, después de un momento.
—Vale, pero, ¿qué pasa con su actitud?
—Bueno, yo también era una engreída cuando tenía veinticinco años.
—Sí—Jane sonrió y se echó hacia atrás en la silla. —Yo también.
El tipo del culo estupendo volvió con nuestra comida y rellenó nuestras bebidas. Ambas lo observamos mientras se alejaba antes de probar nuestra comida. Comimos en silencio; supongo que las dos estábamos atrapadas en nuestros propios pensamientos. Entonces, inesperadamente, Jane dejó de comer y se aclaró la garganta. Apenas tuve tiempo para mirar alrededor antes de que Joseph Jonas cogiera una silla y se sentara en nuestra mesa.
—Joe—Dejé mi tenedor en el plato. Luché contra la necesidad de acercarme más a él. Aquel hombre olía como el mismo cielo.
Él nos miró a ambas.
—Hola, señoritas. He venido por algo comestible para llevar.
Jane le ofreció una sonrisa.
—______ me ha dicho que disfruta trabajando contigo.
La miré fijamente. Yo no había dicho tal cosa.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Cinco
{V PARTE}
—En realidad, Jane acababa de decirme que le encantaría posar para ti.{V PARTE}
Jane se sonrojó. Hasta donde yo sabía, era una de las mujeres más modestas del mundo. Había dejado de ir al gimnasio porque odiaba cambiarse de ropa en público. Casi me sentí mal por haber dicho algo así.
Joe miró su rostro, y después extendió la mano e inclinó un poco la barbilla de Jane.
—Tienes un rostro con muchas posibilidades, Jane.
Cuando la liberó, ella inhaló aire profundamente y dejó caer ambas manos en su regazo.
—Gracias.
Joe se dirigió a mí.
—No deberías meterte con ella, ____.
Me reí, y Jane dejó escapar un suspiro, al darse cuenta de que no iba a intentar que hiciera de modelo para él.
—Ella se lo ha buscado —contesté.
Joe se levantó y miró a la cajera.
—Te veré mañana, ____.
Jane esperó hasta que Joe se marchó de la cafetería antes de hablar.
—Sí, mañana lo verá todo de ti.
Cogí mi tenedor y apuñalé un trozo de pollo salvajemente.
—Eso da igual, cuando estoy sentada en esa silla es como si no existiera.
—Eso suena a queja.
No era necesario quejarse, pero una parte de mí se sentía dolida porque él no hubiera intentado algo más serio conmigo. ¿Quería meterme en la cama de Joseph? La respuesta era sí, por supuesto. No solo lo quería, sino que lo esperaba. El deseo surcaba mi cuerpo profundamente, y hacía que me calentara solamente con pensar en él. Al darme cuenta de que no había respondido a Jane, me encogí de hombros y me concentré en mi almuerzo.
***
Me despedí de Jerry en la puerta y cerré los ojos con fuerza. Aquel hombre pensaba de verdad que iba a invitarlo a entrar. La cena había sido digna y muy aburrida. No sé por qué había pensado que algo así se traduciría en sexo en la primera cita.De hecho, mientras me giraba y aseguraba la cerradura de mi puerta, intenté recordar la última vez que había terminado en la cama con un hombre en la primera cita. Seguramente en la universidad, cuando el sexo estaba en mi mente casi siempre. En mi vida, el sexo siempre había sido algo básico. Al menos, hasta que fui atacada.
Eso me recordó que tenía trabajo que hacer para mi terapeuta. Disgustada, comprobé mi reloj y suspiré al descubrir que aún no eran las nueve. Si eso no era una señal de que la cita había sido mala, ya me contarás qué era.
Caminé hasta mi contestador automático y encontré la luz de mensaje nuevo parpadeando. Ignorarlo era tentador, pero cobarde. No podía soportar sentirme cobarde. Pulsé el botón de 'reproducir' con un golpe de dedo, y miré fijamente la máquina.
—Ey, espero que tu cita no haya sido el festival de los bostezos —suspiró Jane. —Sabes que odio hablarle a este chisme. De rodos modos, llámame mañana cuando vuelvas del estudio de Jonas, y espero algunos detalles serios.
Me reí y pulsé el botón de 'borrar', y entonces esperé al siguiente mensaje. Habían colgado, así que lo borré. Tener que cambiar de número había sido una putada. Odiaba tener que volver hacerlo, y esta vez tendría que cambiar el número de mi teléfono móvil también.
Ya en mi habitación, me senté en mi escritorio y abrí mi correo electrónico. Quizá enviar por correo mis deberes sería más sencillo que tener que discutirlo en la consulta. Abrí un nuevo mensaje de correo electrónico, vertí en él mis pensamientos rápidamente, y pulsé 'enviar'. Aquello había sido una cobardía, y me quedé allí sentada un par de minutos, intentando decidir cuál sería la respuesta de Demi. No tendría la sesión con ella hasta el martes, así que me imaginaba que, hasta entonces, no tenía de qué preocuparme.
Me levanté y fui a mi armario para buscar algo más cómodo para ponerme. Me puse una camiseta y el teléfono empezó a sonar. Cogí un par de pantalones de chándal, y levanté el teléfono que había junto a mi cama.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Cinco
{VI PARTE}
—Hola.{VI PARTE}
—Ey.
Fruncí el ceño y me senté en la cama.
—Lisa.
—¿Estás enfadada por lo de la pistola de pintura?
Me reí.
—No. Esperaba algo así.
Lisa suspiró, y entonces oí cómo contenía la respiración.
—Va a parecerte una locura.
—He aprendido a esperar de ti cualquier cosa.
—Necesito que vengas aquí.
Fruncí el ceño. Hasta donde yo podía recordar, Lisa nunca me había invitado a su casa. De hecho, normalmente tenía que presionarla varias veces para conseguir una cita, una tarea que había llegado a resultarme divertida.
—¿Estás bien?
—No, no lo estoy.
—Estaré allí lo antes posible —Agarré el teléfono con fuerza. —¿Te llevo algo?
—No —susurró,
El viaje hasta su casa de campo pareció durar cien años. Cuando giré en su camino, el miedo tensó mi estómago. Todas las luces de la vieja casa estaban encendidas. Aparqué el coche y salí rápidamente. La puerta delantera estaba abierta de par en par, y cuando entré descubrí que Lisa estaba sentada en su sofá, con un arma en el regazo.
Algo me dijo que no era su pistola de pintura.
—Lisa.
Se giró y dejó el arma a un lado.
—____.Entré. Para sentirme más cómoda, cerré la puerta y eché el pestillo.
—¿Qué pasa?
Lisa cogió una botella de vodka que yo no había visto antes, y tomó un trago largo.
—El hijo de puta de mi ex-marido.
Me acerqué al sofá, cogí el arma y, con ignorantes aunque cuidadosas manos, caminé hasta el extremo opuesto de la habitación y la coloqué sobre un escritorio.
—He oído eso a menudo sobre los ex-maridos. Me alegro de no tener uno.
—Me ha llamado —susurró como si parte de ella aún no pudiera creerse que hubiera ocurrido.
—El bastardo.
—¡Exactamente! —Abrazó la botella contra su pecho.
—¿Cuánto tiempo llevas bebiendo?
—Unos dos minutos.
—Entonces, ¿no estás borracha?
—Oh, ____ —suspiró. —Estoy borracha en muchos sentidos. Estoy borracha de arrepentimiento y rabia por haberle dado a ese hombre tantos años de mi vida. Estoy borracha de desesperación... de la desesperación que he llevado conmigo desde la primera vez que me pegó.
—Tu matrimonio terminó hace años.
—Mi matrimonio terminó aquel día. Aquel día, hoy.
—¿Qué? —Me giré y la miré frunciendo el ceño. —¿Estás segura de que no estás borracha?
Levantó la botella de vodka, que estaba casi llena, y tomó un trago largo.
—Hoy es el décimo aniversario de la muerte de mi dignidad y de mi matrimonio.
—No lo entiendo.
—Hoy es el aniversario de la primera vez que me pegó mi marido. De la primera vez que le dejé hacerlo.
Extendí la mano y cogí la botella. El vodka entró en contacto con mi lengua con fuerza.
—Vale, este día, oficialmente, apesta.
—Siempre había dicho que una mujer que se queda con un hombre que le pega es patética. Me prometí a mí misma que nunca sería esa mujer.
—Lo querías —Di otro trago antes de que ella cogiera la botella. Supuse que lo necesitaba, así que no protesté.
—Sí, lo quería. Lo amaba, pensaba que podía cambiarlo. De verdad pensaba que podría hacerle comprender cuánto lo quería, que eso haría que las cosas fueran bien.
—Bueno, ¿y a qué viene la pistola?
—Pensé que podría venir aquí.
—¿Para qué ha llamado?
—Me negué a aceptar los últimos dos cheques de la pensión —Apretó los labios. —No podía seguir viviendo con su dinero y, con la exposición a la vuelta de la esquina, me imaginé que no tenía que hacerlo.
—Dentro de un par de semanas serás una mujer muy rica.
—Sí, ya he recibido algunas ofertas —Se rió y se encogió de hombros. —Les he dicho que contactaran contigo.
—Algunos ya lo han hecho. Entonces, ¿quería saber por qué habías rechazado sus cheques?
—Sí —frunció el ceño y suspiró. —Y yo, que soy una idiota, se lo dije.
—Querías fanfarronear un poco.
—Mierda —Lisa dejó la botella y se levantó. —Joder, sí, quería fanfarronear. Aquel bastardo me tuvo bajo su puño durante años. No podía trabajar, así que nunca tuve dinero para marcharme.
—¿No podías trabajar?
—Saboteaba cada trabajo que aceptaba. Tener amigos era imposible. Y un día me descubrí en el baño de su casa con un test de embarazo en la mano.
—¿Estabas embarazada?
—No —Negó con la cabeza. —Solo fue un susto. Después del primer año de nuestro matrimonio, me di cuenta de que no quería tener niños. Gorroneaba dinero de la compra y de las facturas de la casa para comprar la píldora. Él no tenía ni idea.
—Él quería tener hijos.
—Quería otro modo de atarme a su vida —Hizo un gesto, señalando la cocina. —Tengo algunos vasos para beber.
La seguí hasta la cocina y me senté frente a ella mientras me servía un generoso vaso.
—Llevaba mucho tiempo sin beber licores fuertes.
Lisa se rió.
—Sí, tienes cara de ser de las que prefieren el vino.
Cogí el vaso con ambas manos.
—Entonces, te ha llamado.
—Sí, me ha llamado. Hoy.
—¿Porqué hoy?
—En los papeles del juicio sólo presenté una fecha de agresión.
—Hoy.
—Sí.
—¿Porqué?
—Porque es el día en el que rompió nuestro matrimonio. Tardé cinco años en darme cuenta. Me planté delante de aquel juez, y le conté que habla sido una tonta y una *******. Ni siquiera quería una pensión compensatoria, pero el juez entendió algo que yo no comprendía.
—¿Qué?
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Cinco
{VII PARTE}
—Entonces, te ha llamado.{VII PARTE}
—Sí, me ha llamado. Hoy.
—¿Porqué hoy?
—En los papeles del juicio sólo presenté una fecha de agresión.
—Hoy.
—Sí.
—¿Porqué?
—Porque es el día en el que rompió nuestro matrimonio. Tardé cinco años en darme cuenta. Me planté delante de aquel juez, y le conté que habla sido una tonta y una *******. Ni siquiera quería una pensión compensatoria, pero el juez entendió algo que yo no comprendía.
—¿Qué?
—Greg hizo que mi vida fuera un infierno. Aquel juez sabía que divorciarme de él no sanaría todas mis heridas. Cuando compré esta casa, me pasé seis meses aquí. Sin salir. Hacía que me entregaran la comida, y tenía un sistema de seguridad instalado —Vació su vaso y agarró la botella. —¿Sabes lo que son las alarmas de proximidad? Si un coche entra en mi camino, lo sé.
—¿Has ido a terapia?
Lisa se echó hacia atrás.
—Hacía que una psicóloga viniera aquí. El último día me dijo que estaba perdiendo el tiempo conmigo. Después me dijo que la llamara cuando estuviera preparada para seguir adelante sin el bastardo.
—¿Pensaba que aún seguías enamorada de él?
—Sí, no sirvió de nada que le contara que planeaba su asesinato todas las mañanas, mientras me duchaba.
Cogí la botella cuando ella iba a agarrarla, y la aparté.
—Creo que ya has bebido suficiente.
—Generalmente necesito la botella entera.
—Bueno, vamos a fingir que ya nos la hemos tomado —Cogí su vaso y me levanté. —¿Has comido algo hoy?
—Claro. Supongo, probablemente —Se encogió de hombros y miró la botella.
Volví a la mesa y la cogí.
—Ese hombre te ha convertido en una ermitaña agresiva y siempre alerta. No dejes que te convierta también en una alcohólica.
—No soy agresiva.
—Disparaste a una de mis asesoras con una pistola de pintura. Joder, me disparaste a mí con una pistola de pintura.
—A ambas les advertí antes. —Cruzó los brazos sobre su pecho y miró la mesa frente a ella. —He desayunado un café y una tostada.
Me lo había imaginado. Fui basta la despensa junto a la cocina y cogí una barra de pan.
—Te haré un bocadillo.
—Esta noche no estabas con Joe.
—No —Me acerqué al frigorífico. —Tenía una cita.
—Oh, sí, con el idiota del mes.
—Así es. Tanto tú como Jane estan castigadas, y tienen prohibido hablar entre ustedes.
Lisa se rió y se frotó la cara.
—Es una buena chica, tienes mucha suerte de tenerla en la galería.
—Lo sé —Cogí queso y fiambre y lo llevé todo a la mesa.
—Te violaron.
Me detuve y me aclaré la garganta.
—Sí.
—¿Te resististe?
—No tanto como siempre había pensado que lo haría. Antes de aquella noche, le habría dicho a cualquiera, que un hombre tendría que matarme antes de poder violarme. Pero estaba tan devastada que apenas podía pensar, y mucho menos luchar.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Cinco
{VIII PARTE}
—No era un extraño.{VIII PARTE}
—No.
—Bastardo.
—Sí —asentí. —¿Cuándo empezaste a sospecharlo?
—En la primera de nuestras conversaciones en la que no terminé disparándote con mi pistola de pintura. —Lisa se encogió de hombros y suspiró. —Si alguna vez decido matar a Greg, te llamaré y te pediré su nombre. Si voy a ir a la cárcel, podría llevarme por delante a todos los bastardos que fuera posible.
—¿Cómo sabes que no está en la cárcel? —Dejé el plato con el bocadillo en la mesa, frente a ella, y después empecé a preparar uno para mí.
Lisa se encogió de hombros.
—No sé, lo he dado por sentado. Los bastardos suelen tener suerte.
—Bueno, estás en lo cierto —Me senté frente a ella y di un bocado a mi bocadillo. Realmente esperaba que la comida me ayudara a relajarme. —Por cierto, mi cita fue horrible.
—También me lo había imaginado —Se levantó, fue a la despensa y volvió con una enorme bolsa de patatas fritas. —Estabas en casa temprano.
—¿Cómo sabías que no estaba con Joe?
—Llamé a su estudio preguntando por ti. Me dijo que tenías una cita y que habías cancelado la sesión de esta noche.
—Estaba molesto, ¿no?
—A Joseph Jonas no le gusta compartir —Abrió la bolsa, echó algunas patatas en su plato y la dejó sobre la mesa frente a nosotras. —Así que sí, parecía enfadado.
—No tenemos una relación personal —¿Cuándo me había convertido en una mentirosa? El sudor apareció en mi rostro cuando alcé la mirada y la encontré mirándome. —En serio.
—Sí, ya.
—Mira, Joseph tiene mucho talento, y es atractivo, pero eso no significa que vaya a caer a sus pies. Soy demasiado orgullosa para eso.
—Desear a un hombre no es una debilidad.
Di otro mordisco a mi bocadillo.
—No eres quién para criticarme.
—Sí, lo sé. —Se encogió de hombros. —Bueno, de mujer disfuncional a mujer disfuncional… podrías hacer cosas mucho peores que meterte en la cama con Joseph Jonas.
—¿Te has acostado con él?
—Sí, hace varios años, cuando ambos éramos jóvenes y pedantes artistas. Tuvimos un escarceo.
—Un escarceo.
—Vale, tuvimos sexo salvaje durante casi seis meses.
—¿Y ahora solo son amigos?
—Sí, y así ha sido durante casi diez años. Ambos somos demasiado mayores para jugar a esas cosas. Sin embargo, en aquel momento fue divertido —sonrió, y después chasqueó la lengua. —Muy divertido.
—No quiero oír hablar del sexo que tuviste con Joe.
—Ja, como si fuera a mancillar el recuerdo de aquello compartiéndolo —Sonrió de oreja a oreja. —Es muy guapo, ¿verdad?
—Sí.
—Y para que conste... no tiene.
—¿No tiene qué?
—Vergüenza.
****
Me di la vuelta y golpeé la almohada bajo mi cabeza. La habitación de invitados de Lisa estaba muy bien decorada. Me sorprendió porque esperaba un catre en una habitación llena de cajas. Podía oírla moviéndose en el cuarto junto al mío. Sabía que no se dormiría pronto.Siempre había imaginado que su matrimonio había sido duro pero, sinceramente, no había pensado que existieran maltratos físicos. Eso explicaba su comportamiento agresivo con su espacio y su privacidad.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Joe estaba colocando una nueva pieza cuando llegué. Cerré la puerta e hice tintinear las llaves que me había dejado en la cerradura mientras caminaba hacia él. Tenía un aspecto delicioso, y yo estaba verdaderamente hambrienta. Había dormido demasiado, así que también tenía hambre de comida. Me fui de casa de Lisa antes de que ella despertara, sobre todo porque me imaginaba que ella lo preferiría así.
Joe me ofreció una sonrisa y después terminó de colocar la pulida escultura de palo de rosa de una mujer con un bebe en la plataforma.
—Esta ya está vendida. Pero no he podido resistirme a exponerla durante las pocas semanas que le quedan conmigo.
—Es preciosa —Me acerqué a ella y pasé la mano por las elegantes formas de las figuras. La silueta femenina emergía de la madera de un modo hermosísimo, y tenía a la pequeña acunada entre sus brazos.
—¿Un encargo?
—Sí. Un amigo de la universidad me envió una fotografía de su esposa y su hija, y me preguntó si podría trabajar basándome en ella. Esto es el resultado. Se la enviaré en un par de semanas. Actualmente está fuera de la ciudad, por negocios.
—¿Es una sorpresa para su esposa?
—Sí. Una buena, espero.
—Sería imposible que no le gustase —Toqué el rostro del bebé con la punta de uno de mis dedos. —¿Es una niña?
—Sí. Su esposa se llama Lily, y la pequeña, Abigail.
—Es preciosa, y seguramente vale una fortuna.
Joe se rió.
—Sí, advertí a Greg que se abstuviera de mencionar de dónde había salido.
—¿Te molesta estar tan solicitado?
—A veces. No me arrepiento del éxito que he conseguido. Sería difícil arrepentirse. Ahora puedo mantener a mis abuelos y a mis padres del modo que siempre quise, y haciendo algo que me encanta.
—Y conseguir la adulación de las mujeres más hermosas es un beneficio adicional.
Me echó una mirada y se encogió de hombros.
—Sí, algo por el estilo.
Fruncí el ceño y aparté la mirada.
«¿Estoy celosa por un hombre al que apenas conozco?».
—¿Estás preparada para subir?
—Sí —Aún tenía su llave. Se la ofrecí. Sus dedos rozaron los míos cuando la cogió. La observé desaparecer en el interior del bolsillo de los amplios pantalones de lino que llevaba.
Parecía estar muy cómodo, y sentí la necesidad de tirar de la cuerda de su pantalón y desnudarlo, total y completamente. Subí las escaleras delante de él. La butaca roja estaba aún allí. Me pregunté qué había planeado para mí. Caminé hacia la butaca, y me giré hacia él.
—¿Y bien?
—Vamos a desayunar.
Vi cómo caminaba hasta el segundo tramo de escaleras, y levanté una ceja.
¿Estás invitándome a subir, Joe?
Se giró y me miró.
—Eso parece.
Dejé mi bolso sobre la butaca y lo seguí. El espacio que le servía de residencia era diáfano, y el mobiliario estaba dispuesto en grupos. Había una enorme televisión frente a la chimenea de piedra. La cocina también era abierta, y tenía una isla en el centro.
—Bueno, ¿cómo fue tu cita de anoche?
Apreté los labios para evitar contarle la verdad.
—Bien.
Joe se rió mientras sacaba los huevos.
—¿Tostada francesa?
—Vale —Me senté en un taburete. —¿Quieres que te ayude en algo?
—No —Negó con la cabeza.
—¿Por qué te has reído?
—Bien es lo último que yo querría que una mujer usara para describir una cita conmigo.
—Fue una velada muy agradable.
—Por Dios, ______, cállate antes de que el cosmos se abra y destruya a ese pobre hombre in absentia —Me miró. —Espero que eso no se lo dijeras a él.
Joe me ofreció una sonrisa y después terminó de colocar la pulida escultura de palo de rosa de una mujer con un bebe en la plataforma.
—Esta ya está vendida. Pero no he podido resistirme a exponerla durante las pocas semanas que le quedan conmigo.
—Es preciosa —Me acerqué a ella y pasé la mano por las elegantes formas de las figuras. La silueta femenina emergía de la madera de un modo hermosísimo, y tenía a la pequeña acunada entre sus brazos.
—¿Un encargo?
—Sí. Un amigo de la universidad me envió una fotografía de su esposa y su hija, y me preguntó si podría trabajar basándome en ella. Esto es el resultado. Se la enviaré en un par de semanas. Actualmente está fuera de la ciudad, por negocios.
—¿Es una sorpresa para su esposa?
—Sí. Una buena, espero.
—Sería imposible que no le gustase —Toqué el rostro del bebé con la punta de uno de mis dedos. —¿Es una niña?
—Sí. Su esposa se llama Lily, y la pequeña, Abigail.
—Es preciosa, y seguramente vale una fortuna.
Joe se rió.
—Sí, advertí a Greg que se abstuviera de mencionar de dónde había salido.
—¿Te molesta estar tan solicitado?
—A veces. No me arrepiento del éxito que he conseguido. Sería difícil arrepentirse. Ahora puedo mantener a mis abuelos y a mis padres del modo que siempre quise, y haciendo algo que me encanta.
—Y conseguir la adulación de las mujeres más hermosas es un beneficio adicional.
Me echó una mirada y se encogió de hombros.
—Sí, algo por el estilo.
Fruncí el ceño y aparté la mirada.
«¿Estoy celosa por un hombre al que apenas conozco?».
—¿Estás preparada para subir?
—Sí —Aún tenía su llave. Se la ofrecí. Sus dedos rozaron los míos cuando la cogió. La observé desaparecer en el interior del bolsillo de los amplios pantalones de lino que llevaba.
Parecía estar muy cómodo, y sentí la necesidad de tirar de la cuerda de su pantalón y desnudarlo, total y completamente. Subí las escaleras delante de él. La butaca roja estaba aún allí. Me pregunté qué había planeado para mí. Caminé hacia la butaca, y me giré hacia él.
—¿Y bien?
—Vamos a desayunar.
Vi cómo caminaba hasta el segundo tramo de escaleras, y levanté una ceja.
¿Estás invitándome a subir, Joe?
Se giró y me miró.
—Eso parece.
Dejé mi bolso sobre la butaca y lo seguí. El espacio que le servía de residencia era diáfano, y el mobiliario estaba dispuesto en grupos. Había una enorme televisión frente a la chimenea de piedra. La cocina también era abierta, y tenía una isla en el centro.
—Bueno, ¿cómo fue tu cita de anoche?
Apreté los labios para evitar contarle la verdad.
—Bien.
Joe se rió mientras sacaba los huevos.
—¿Tostada francesa?
—Vale —Me senté en un taburete. —¿Quieres que te ayude en algo?
—No —Negó con la cabeza.
—¿Por qué te has reído?
—Bien es lo último que yo querría que una mujer usara para describir una cita conmigo.
—Fue una velada muy agradable.
—Por Dios, ______, cállate antes de que el cosmos se abra y destruya a ese pobre hombre in absentia —Me miró. —Espero que eso no se lo dijeras a él.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Seis
{II PARTE}
Parpadeé y me encogí de hombros.{II PARTE}
—Se lo dije.
—Nunca te pediré una cita.
Me reí e incliné la cabeza mientras lo miraba de arriba abajo.
—¿Qué te hace pensar que yo querría salir contigo?
Sonriendo, sacó una rebanada de pan tostado y comenzó a cascar los huevos en un cuenco.
—Acércame la canela. Está en el especiero, allí.
Le acerqué la especia.
—Lo conocí en un almuerzo de citas rápidas.
—No me pareces el tipo de mujer que tiene que recurrir a ese tipo de cosas para conseguir la atención de un hombre.
Le tendí la canela y volví a mi lugar en la encimera.
—En cualquier caso, no encontré a nadie interesante.
—Lisa Millhouse llamó preguntando por ti.
—Sí —asentí y alcé la mirada, para descubrir que estaba mirándome fijamente. —Supongo que sabes que se encontraba mal.
—Sí. Me ofrecí a ir a verla para charlar un rato, pero me dio la impresión de que mi ***** me convertía en una compañía poco deseable.
—Su casa es, definitivamente, una zona libre de pollas —Lo miré mientras abría el frigorífico y sacaba un par de botellas de agua. Tomé la que me ofreció. —He pasado la noche en su casa.
—Ustedes dos no parecen tener demasiado en común.
—A veces las apariencias engañan —Lo observé maniobrar con la sartén que tenía delante. —Es una mujer fuerte y considerada. Su compañía es muy estimulante para mí.
—Deberías haberla conocido antes de que se casara con Greg Carson —Agitó la cabeza. —Era una mujer alegre y desenfadada. Siempre tenía una sonrisa para todo el mundo.
—¿Conociste bien a su ex-marido?
—Lo suficientemente bien como para querer darle un puñetazo en la cara —Me miró de nuevo. —Es un hombre patético.
—Según lo que he oído de él, no podría estar más de acuerdo —Hice girar la botella de agua entre las manos. —Ustedes fueron amantes.
—Sí, en la universidad. No pude resistirme a ella.
Sonreí ante su tono compungido.
—¿Y por qué no terminaron juntos?
—Teníamos el sexo y el arte en común. No tardamos mucho en darnos cuenta de que era solo eso. Aun así considero que mi relación con ella fue una de las mejores de mi vida. Me enseñó un montón de cosas sobre las mujeres.
—Ella piensa que eres muy guapo.
—Yo pienso lo mismo de ella —Se acercó a un armarito y sacó algunos platos. —Me sorprende que haya hablado de su pasado contigo.
—El tema salió, sin más —Fruncí el ceño.
—¿Mi relación sexual con Lisa Millhouse salió en la conversación, sin más? —Levantó una ceja. —_____, ¿estás escondiéndome algo?
—Las mujeres hablan de un montón de cosas. La mayoría de las veces no hay una razón especial.
Después de comerme cuatro rebanadas de tostada francesa, me encontré una vez más ante la butaca. Me giré hacia Joe.
—¿Dónde me quieres?
—Las posibles respuestas a esa pregunta te dejarían atónita —Señaló la butaca. —Desnuda.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Seis
{III PARTE}
Me desabroché los botones delanteros de mi vestido y lo dejé caer por los hombros. Lo llevé hasta el biombo, lo tiré por encima, y me quité los zapatos. Me giré y metí los dedos en las pequeñas braguitas de algodón que aún llevaba.{III PARTE}
—Déjatelas puestas.
Intenté no cubrirme los pechos mientras volvía a la butaca, aunque me moría de ganas. ¿Por qué me ponía aún tan nerviosa? Aquel hombre ya lo había visto todo de mí. Además, me había tocado del modo más íntimo posible, incluso aunque las caricias hubieran sido fugaces.
Me senté en la butaca y miré el alabastro. Ahora tenía una forma distinta, y una base definida y casi cuadrada. La parte que finalmente seria yo, ya tenía algo de forma.
—Sube las piernas como hiciste la ultima vez —Se agachó frente a mí mientras hacía lo que me había pedido. —Bien, ahora abrázate las rodillas como la última vez.
—¿Porqué así?
—Tu modestia es seductora y sincera —Me apartó el cabello de los hombros y levantó mi barbilla ligeramente. —Justo así. Cuando necesites descansar dímelo.
—De acuerdo.
Vi cómo se ponía unas gafas de seguridad y se preparaba para trabajar. Se concentró y, después de un momento, era como si yo ni siquiera estuviera allí. El arte había estado siempre presente en mi vida, conocía a más artistas que a cualquier otro tipo de gente. Aun así, observarlo trabajar era una experiencia única para mí. Era la primera vez que veía a un artista trabajando.
Se detuvo y me miró.
—Quítate las bragas.
Me sonrojé y bajé las piernas. Sin dejar de mirarlo, me levanté de la butaca.
—¿Porqué?
Volvió a ponerse las gafas de seguridad y me miró mientras haría lo que me había pedido. Seguí mirándolo, porque no había respondido a mi pregunta, volví a la butaca y subí las piernas. Sentía la diferencia, mi recién adquirida vulnerabilidad. Miré hacia donde estaba Joe y vi cómo asentía. Sonrojada, coloqué los brazos alrededor de mis piernas mientras él las colocaba.
—Cuéntame tu primera experiencia sexual.
Sus palabras me sorprendieron un poco, y me obligaron a corresponder su mirada, con la boca seca.
—Mejor no.
Joe chasqueó la lengua.
—Cuéntamelo, de todos modos.
Me negué a mirarlo a los ojos.
—Tenía dieciséis años.
—No fue una buena experiencia, supongo. —No me miró mientras hablaba. —Háblame entonces de tu primer amante real.
Mis pensamientos vagaron hasta el joven que había conocido en la universidad.
—Fue en la universidad. Fuimos amigos hasta la noche en la que nos metimos en la cama juntos. Fuimos amantes hasta que él se graduó.
—¿Disfrutabas con él?
—Sí —Lo había hecho. Tenía muy buenos recuerdos de Brian. —Tenía buenas manos y se esforzaba mucho en la cama. Fue el primer hombre con el que estuve cuyo placer me interesó. Me enseñó muchas cosas sobre cómo ser una buen amante.
—¿Tienes algún amante ahora, ____?
—Ahora no —La pregunta me sorprendió. Me irritaba, además, haber respondido tan rápidamente.
—¿Por qué?
Lo miré fijamente.
—Eso no es asunto tuyo.
Joe se detuvo un momento y asintió mientras volvía al trabajo.
—Dime, ¿disfrutas teniendo a una mujer en tu cama, tanto como de un hombre?
—Nunca he estado con una mujer —Sin embargo, ese pensamiento había cruzado mi mente una vez o dos. No creía que pudiera acostarme con una mujer, pero había algo en aquel tabú que encontraba interesante.
—Pero te hubiera gustado.
Me sonrojé y bajé la mirada hasta el suelo.
—Yo no he dicho eso.
Cuando lo miré de nuevo, estaba concentrado una vez más en la zona que estaba trabajando con un delgado cincel.
—¿Alguna vez has estado con otro hombre? —le pregunté.
—No —Cogió un trozo de tela del suelo, y lo usó para limpiar el polvo y las partículas de su zona de trabajo. —Tengo un amigo que se follaría cualquier cosa que se mantuviera quieta el tiempo suficiente, pero yo prefiero a las mujeres.
—¿Cualquier cosa?
Se encogió de hombros.
—Aún no lo he visto hacer una excepción.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Seis
{IV PARTE}
—He conocido a muchos hombres heteros que no se sentirían cómodos con un amigo bisexual.{IV PARTE}
—Derek no es bisexual. Es trisexual.
—¿Trisexual?
Joe se rió.
—Intenta probarlo todo. En cuanto a su atracción por los hombres, no me molesta. Sabe que no tiene nada que hacer conmigo —Frunció el ceño, mirando el trabajo que había realizado, y mis manos. —Tienes unas manos muy bonitas.
—Gracias —Eran las manos de mi abuela. Me había dado cuenta un par de años antes, cuando me compré un diamante bastante impresionante para mi cumpleaños. Aquel anillo aún era uno de mis favoritos.
—¿Qué prefieres en cuanto al sexo?
Tomé aliento profundamente.
—¿Por qué insistes en hacerme preguntas tan personales?
—Estás en mi butaca favorita, desnuda.
Vale, estaba desnuda. Me había estado preguntando por qué estaba usando aquella butaca. Ahora ya lo sabía. Saber que estaba desnuda en su sillón favorito era extraño, e íntimo, tan íntimo como el momento en el que deslizó sus dedos en mi interior. Me apreté los muslos brevemente cuando aquel recuerdo recorrió mi cuerpo.
¿Qué tendría de malo responder a sus preguntas?
—Me gusta estar cerca de alguien. Es fantástico acariciar, y ser acariciado. Hay algo muy hermoso en esos primeros momentos de descubrimiento.
—Aun así, tu cama está vacía.
Una vez más, me encontré mirando al suelo que se extendía entre nosotros. No podía decir nada sin revelar lo que me había pasado en Nueva York, y eso no era algo de lo que hablara despreocupadamente. Me senté un poco más derecha y no dije nada. No iba a picar el anzuelo y a darle información sobre mi pasado.
—Me han dicho que estás cortejando a Samuel Castlemen para la colección de este invierno —dijo Joe.
Me sentí aliviada porque hubiera cambiado de tema, y suspiré.
—Sí, me gustaría exponer en Boston su Fases de una mujer. Me estuvo ignorando un tiempo, pero cuando se enteró de que ibas a exponer con nosotros me escribió. Así que debería darte las gracias.
—Tiene mucho talento. Siempre he envidiado la energía que es capaz de plasmar en sus lienzos —Se quitó las gafas de seguridad y las dejó a un lado. —Necesitas un descanso; llevas así sentada una hora y media.
Me encogí de hombros, sorprendida por todo el tiempo que había pasado.
—¿Estás listo para parar?
—Es un buen momento —Joe retrocedió un paso y me miró de arriba abajo. —¿Y tú, estás lista para parar?
—¿Para parar de qué? —pregunté. En realidad, ya estaba lista para dejar de jugar a su juego, pero no sabía si se refería a eso.
—De esconderte.
—Has visto, y has tocado más partes de mí, que cualquier otro hombre con el que haya salido últimamente. No entiendo qué es lo que podría estar escondiendo.
Su mirada cayó un momento hasta mis pechos, y una sonrisa cruzó sus labios brevemente antes de mirarme a los ojos.
—Has estado saliendo con hombres con muy mala suerte —Dio un paso atrás. —¿Por qué tuvieron tan mala suerte?
Todos eran tipos aburridos con los que había decidido salir porque no estaba interesada en follar con ellos. Por supuesto, decirle aquello a Joe sería totalmente una locura. Subí de nuevo las piernas y las rodeé con mis brazos.
—Estás haciéndome preguntas demasiado personales, Joseph.
—¿No te había dicho que quería tener una relación contigo tan personal como fuera posible? —Le dio la vuelta a la butaca, y sus dedos recorrieron el respaldo, rozando mi cabello un instante. —¿Qué te parece?
—Depende —Me sonrojé un poco al recordar la sensación de sus manos en mi sexo, con un dedo deslizándose entre mis labios.
—¿De qué?
—¿Quieres algo más de mí que un polvo ocasional?
—Soy un hombre de gran apetito. Así que digamos que no sería solamente un polvo ocasional.
—Esta bien... Entonces, ¿quieres algo más de mí que follarme regularmente? —Sonreí un momento cuando volvió a aparecer frente a mí. —Nuestra atracción física es evidente, pero soy demasiado mayor para esos jueguecitos.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Seis
{V PARTE}
Era obvio que nuestra conversación estaba afectándole tanto como a mí. Apreté los muslos para intentar ignorar la excitación que me consumía. Mi mirada volvió a su rostro antes de caer en la tienda de campaña de sus pantalones Estaba muy interesada en ver cómo era de grande su *****. Me daba la impresión de que no me decepcionaría.{V PARTE}
—No sé si eres lo suficientemente buena para pedirme tanto. Te deseo, y lo que obtuve la otra noche no es suficiente.
—Sí, me he dado cuenta —Dejé que mis ojos bajaran hasta su entrepierna, de nuevo, y me humedecí los labios.
Aquel hombre iba a matarme de frustración sexual. Deseaba desesperadamente que hiciera el próximo movimiento, aunque de algún modo sabía que no lo haría. Y yo no creía tener valor suficiente para pedirlo. Menuda mujer moderna había resultado ser. Ni siquiera era capaz de decirle a un hombre que quería acostarme con él. Pero aquello era más que sexo. Necesitaba más, y no estaba segura de poder darle a entender aquello con precisión.
—Es injusto que tu excitación no sea más evidente. Apreté los puños y me obligué a relajar las manos, sabía que estaba empapada. Lo único que tenía que hacer era extender las piernas. Los húmedos rizos que cubrían mi sexo serían obvios entonces. Mis pezones se irguieron contra mis muslos mientras pensaba qué debía hacer. Lentamente, bajé las piernas, dejando que se deslizaran hasta el suelo. Inhalé y miré a Joe. Podía sentir mis pezones, endureciéndose más. Empezaban a dolerme.
Su mirada era dura, tensa. Podía sentir la tensión creciendo entre nosotros. Extendí las piernas un poco más, y me mordí el labio cuando su mirada automáticamente cayó hasta mi sexo. Tenía los muslos húmedos, así que sabía que un estado físico no podía malentenderse. Quería que me levantara de la butaca, que me tirara al suelo y me follara a lo bestia. Pero aún no estaba preparada para pedírselo.
Vi cómo Joe se humedecía el labio inferior, y mis muslos se tensaron, en respuesta. Solo tenía que pedirlo. Si se lo pedía, él se acercaría y deslizaría su lengua sobre mí y me comería. Lo sabía, y lo quería.
—Podrías volver loco a cualquier hombre —Retrocedió un paso, alejándose de mí y del espacio que me había proporcionado en su butaca favorita. —Podrías llevarlo a una locura de paredes acolchadas, y camisas de fuerza.
Me incliné hacia delante y coloqué mis pies totalmente sobre el suelo.
—Me deseas.
—Por supuesto.
Me pasé las manos por los muslos.
—¿Pero?
—Pero yo no me aprovecho de las mujeres.
—¿Crees que estarías aprovechándote de mí?
—No estás aquí por voluntad propia. Estás desnuda en mi estudio, porque yo te tendí una trampa. Así que si, estaría aprovechándome de ti. —Observé como tragaba saliva y cerraba los ojos un momento. —No quiero ser ese tipo de hombre.
—Comprendo.
Me ofreció la mano y la acepté sin pensar. De pie frente a él, me aclaré la garganta.
—¿Joe?
—¿Sí, _____?
—Seguramente debería vestirme —Pasé a su lado, resistiendo la necesidad de rozarme contra él, y fui hasta el biombo.
Con manos poco firmes, cogí el vestido y me lo puse. Cuando lo abotoné, salí del biombo para ir a buscar mis zapatos. Joseph estaba sentado en la butaca roja, observándome.
—¿Por qué me besaste el otro día?
No respondió inmediatamente. Después de lo que pareció mucho tiempo, me miró.
—No pude evitarlo. Tengo poco control sobre mis impulsos en lo que se refiere a ti, creo. En aquel momento no pareció importarte. ¿Te incomodé?
—No —Cogí mi bolso y busqué las llaves en su interior. —Solo me sorprendió.
—Eres una mujer preciosa, ______. No debería sorprenderte que los hombres te encuentren atractiva.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Seis
{VI PARTE}
Me sonrojé. ¿Cómo demonios podía sonrojarme cuando acababa de abrirme de piernas para aquel hombre?{VI PARTE}
—No siempre has actuado como si te sintieses atraído por mí.
—Normalmente no me acuesto con mis modelos.
—Ya me has dicho eso antes. —Lo miré, y vi la frustración y confusión en su rostro. Me sorprendió. No me había parecido un hombre que pudiera mostrar sus pensamientos fácilmente.
—No puedo pensar en ti sexualmente mientras trabajo. No puedo hacer nada.
—Has sido tú el que me ha preguntado por mi vida sexual.
—Eso era para incomodarte.
Su afirmación cayó entre ambos como una losa, y el silencio se extendió, tenso.
—¿Por qué?
—Quería captar lo que veo en ti cuando nadie más está mirando —murmuró.
—¿Y qué es?
—No estás cómoda en tu propia piel.
Enrojecí de rabia.
—Eso no es verdad.
—_______, ¿me contarás por qué dejaste Nueva York?
Mi estómago se tensó de nuevo. Pensar en revelarle un horrible pasado casi me enfermaba físicamente. Aquel hombre que me había besado solo porque no pudo evitarlo no se merecía conocer mi pesadilla. Tensé los hombros y miré hacía las escaleras que eran mi ruta de escape.
—Ya te lo he dicho.
—Me has contado una media verdad —Extendió la mano para tocarme. Sus dedos se posaron cálidos y suaves sobre mi mejilla, y viajaron con un lento movimiento hasta mis labios. —Puedo ver tu miedo.
Retrocedí, enfadada por la invasión. En mi interior sabía que mi rabia era irracional, pero no podía evitarlo.
—Me marcho.
—Te veré el lunes.
Asentí. En las escaleras, pronunció mi nombre. Me giré para mirarlo.
—¿Si, Joe?
—¿Por qué me devolviste el beso?
Sonreí.
—No pude evitarlo.
*****
Ya en casa, me quité la ropa en el salón y fui desnuda hasta el baño. Estar desnuda es una experiencia liberadora y calmante. Es como si todo mi cuerpo pudiera relajarse y respirar. Pensé en Joseph, y supe que mis reacciones ante él eran distintas. De hecho, estar desnuda con Joe no se parecía a nada que hubiera sentido antes. Mis amantes pasados eran pálidos y débiles fantasmas comparados con la forma sólida y real de Joseph Jonas.
Me miré los pechos en el espejo, copas C, aún firmes y altos. Mis pezones eran rosados pero se ponían un poco más oscuros cuando me excitaba. Tenía un estómago decente teniendo en cuenta mi talla: no era plano, pero tampoco fofo. Tenía las caderas redondeadas, unos muslos decentes, y un culo que no hubiera deseado a mi peor enemiga. Bueno, quizá a ella sí. Lo miré en el espejo, y suspiré.
Después de darme una ducha rápida, cogí un tentempié y me senté frente a la televisión. Tres horas de zapping después, lo único que podía decir con total honestidad era que estaba totalmente asqueada de la gente de verdad. Fui a mi dormitorio y cogí mi vibrador favorito. Era brillante, con una cabeza rotatoria y una pequeña cosa de látex que estimulaba mi clítoris cuando me lo introducía en el coño.
Lo aparté y presioné el botón que controlaba el estimulador de clítoris. Mi cuerpo respondió instantáneamente al rápido placer del instrumento mecánico. El calor atravesó mi cuerpo mientras pensaba en Joe y en sus manos. Sería estupendo que me tocara y me acariciara del mismo modo en el que lo hacía con el alabastro mientras trabajaba en la escultura. Con la mano libre, me acaricié un pecho, pellizcando el pezón hasta que me dolió.El calor del orgasmo congeló mi respiración mientras atravesaba mi cuerpo. Era un placer tan intenso que casi dolía.
Saqué el vibrador de mi coño y lo tiré en la cama junto a mí. Mi clítoris latía agradablemente entre mis labios.
Llevaba masturbándome desde que tenía uso de memoria. Mirando el techo, pensé en el placer que podía obtener sola, y en el placer que podía proporcionarme un hombre. Dos años eran demasiado tiempo para seguir sin pareja. Había mantenido mi cama vacía a propósito, y las razones eran dos. Enfadada, me levanté de la cama y llevé el vibrador al baño.
uncool.
Re: × desnudate para mi {capitulos}
Capitulo Seis
{VII PARTE}
Lo lavé y lo sequé con una toalla de mano. Era demasiado tarde para apartar el recuerdo. Estaba allí, ya en la primera línea de mi mente, devastador y tan nítido que casi podía oler a Jeff. Pasé un dedo por mi mandíbula, y casi pude recordar el horror y el dolor de aquel momento. Me golpeó solo una vez. Estaba tan aturdida, tan dolida por haber dado a Jeff mi confianza...{VII PARTE}
Aparté la mano de mi rostro, fui al dormitorio e intenté olvidarlo. Fue inútil. Frustrada y cada vez más enfadada, fui a la cocina y saqué una botella de Crown Royal del frigorífico. Me gustaba el whisky frío. Me serví medio vaso, y me apoyé en la encimera mientras me lo bebía.
El alcohol no consiguió tranquilizarme, nunca lo hacía. Me terminé el vaso y esperé el amodorramiento. Beber no alejaba mis recuerdos, pero hacía que recordar fuera más fácil de sobrellevar. Me pregunté por un momento, qué haría el alcohol por Lisa. ¿Lo alejaba todo de su mente, o la hacía sentirse lo suficientemente fuerte para enfrentarse al hombre que la había golpeado?
Jeff había roto mi confianza, robándomela cuando le supliqué que no lo hiciera. Me hizo daño, me violó, y todo el tiempo fingió que yo lo había querido así. Me sentía avergonzada de un modo que apenas podía expresar con palabras. Avergonzada por haber confiado en él, y dolida porque no se lo merecía. Dejé mi trabajo en el museo cuando descubrí que no podía entrar en el edificio sin querer hacerme un ovillo y morirme. No quería volver a verlo jamás.
Pensar en aquella horrible noche me trajo a la mente, inevitablemente, a la persona que me había encontrado, Martin, el hombre más dulce y comprensivo que he conocido nunca. Me encontró acurrucada en mi despacho a la mañana siguiente, donde Jeff King me había dejado, rota y destrozada por el trauma físico y emocional. Martin me levantó del suelo y me llevó hasta el sofá de mi oficina. Entonces me dijo que iba a llevarme a urgencias.
Recuerdo a los dos detectives: al hombre con el rostro que mostraba que había visto demasiadas tragedias, y a la mujer que deseaba desesperadamente ayudarme a sanar. Se disgustaron cuando les dije que no iba a presentar cargos, y que no nombraría al hombre responsable. Al final, Martin les pidió que se marcharan y acataran mi decisión. La mujer se detuvo en la puerta. Mientras se giraba para marcharse, vi que las lágrimas corrían por su rostro.
Nunca entendió la elección que hice esa noche. Lloraba por mí. Yo no había llorado, y ese pensamiento se quedo conmigo durante meses, hasta después de mudarme a Boston. Había sobrevivido a Jeff, y eso había sido suficiente para mí, hasta ahora.
Mis pensamientos vagaron hasta Joseph Jonas y su hermosa obra. Su pasión por la vida y el arte era parte de su ser, y temía exponerle todo lo que yo era. No quería ensuciarlo con mis recuerdos de Jeff. Sin pretenderlo, una imagen mental de la última obra de Lisa Millhouse me embargó. Vi a la mujer, su feminidad desnuda frente al mundo, postrada a los pies de alguna fuerza maléfica desconocida.
Temblando, me acerqué al teléfono y lo levanté. Marqué el número de Lisa de memoria, y hablé justo cuando descolgó.
—Soy yo.
Se produjo un silencio, y después Lisa habló.
—Somos las dos, ______.
—Lo sabías desde hacía meses, ¿cómo? —le pregunté en voz baja.
uncool.
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