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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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El Robot del Placer (Joe y tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 9 de 26. • 1 ... 6 ... 8, 9, 10 ... 17 ... 26
Re: El Robot del Placer (Joe y tú)
—Creo que nunca salí con un hombre con los brazos tan abultados.
Joe no se pudo resistir:
—Si me dejarás quitarme los pantalones, podrías tocarme las piernas. Los bultos son más grandes.
AAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJAJA SEEEEEEEEEGURO QUE SI JOE
QUE BABOSA QUE SOY POR DIOS ?)
ADE DE MI DE ANANÁ TE SUPLICO QUE SUBAS LA CONTINUACIÓN DEL CAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAP
QUIERO HACER ESPUMA CON JOEEEEEEEEE ?)
PD: ADE, TE ACORDAS DEL ELEFANTE? AAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ
Joe no se pudo resistir:
—Si me dejarás quitarme los pantalones, podrías tocarme las piernas. Los bultos son más grandes.
AAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJAJA SEEEEEEEEEGURO QUE SI JOE
QUE BABOSA QUE SOY POR DIOS ?)
ADE DE MI DE ANANÁ TE SUPLICO QUE SUBAS LA CONTINUACIÓN DEL CAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAP
QUIERO HACER ESPUMA CON JOEEEEEEEEE ?)
PD: ADE, TE ACORDAS DEL ELEFANTE? AAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ
F l ♥ r e n c i a.
Re: El Robot del Placer (Joe y tú)
QUE GROSITUD ?) PASÉ DE PAGINA 8) SUBI LA CONTINUACIÓN!
F l ♥ r e n c i a.
Re: El Robot del Placer (Joe y tú)
siigueeee :P uhh ESPUMA sii sii Claroo Joe espuma y tuu suenaa :twisted: muy bienn
Invitado
Invitado
Re: El Robot del Placer (Joe y tú)
:yonofui: sii no la sigues :yonofui: el coco te va a violar :yonofui:
Invitado
Invitado
Re: El Robot del Placer (Joe y tú)
F l r e n c i a. escribió:—Creo que nunca salí con un hombre con los brazos tan abultados.
Joe no se pudo resistir:
—Si me dejarás quitarme los pantalones, podrías tocarme las piernas. Los bultos son más grandes.
AAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJAJA SEEEEEEEEEGURO QUE SI JOE
QUE BABOSA QUE SOY POR DIOS ?)
ADE DE MI DE ANANÁ TE SUPLICO QUE SUBAS LA CONTINUACIÓN DEL CAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAP
QUIERO HACER ESPUMA CON JOEEEEEEEEE ?)
PD: ADE, TE ACORDAS DEL ELEFANTE? AAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ
JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJAJ
SABES QUE FLR? A PARTIR DE AHORA VOY A APUNTARME TODAS NUESTRAS HISTORIAS PORQUE DE ESTA SACAREMOS UN LIBRO DE NUESTROS MOMENTOS FLASH, BUENO MEJOR NO! SON PRIVADOS JAJAJAJAJAJAJ
ADORO NUESTROS FLASHES PERO ES QUE HAN SIDO TANTOS... QUE TENGO UN PEQUEÑO PROBLEMA CON EL DEL ELEFANTE AHORA MISMO QUE NO LO RECUERDO POR COMPLETO PERO DON'T WORRY...
LO VOY A BUSCAR YA MISMO!!
ForJoeJonas
Re: El Robot del Placer (Joe y tú)
ForJoeJonas escribió:PinupBeauty escribió:Espuma Con Joe xD agsfgfasgfasfs Mai Gawd! ...siguela siguela siguela! si? *-* Soy nueva lectora, me encanta :B
Bienvenidaaa!!
Como te llamas? De donde eres?
Gracias por tu Bienvenida xD Mi nombre es Vania :) Soy de Chile <3 y me encanta tu nove <3 porfa porfa porfa porfaaaaaaaaaa siguelaaaa :B
Loveyoulikealovesongbeibi
Re: El Robot del Placer (Joe y tú)
Hi girls! Como estan?
Yo bieeeen! Aqui les traigo la parte del capi que faltaba!
Hoy es el estreno de Jonas L.A aqui en España! Y estoy emocionadisima!
Yo bieeeen! Aqui les traigo la parte del capi que faltaba!
Hoy es el estreno de Jonas L.A aqui en España! Y estoy emocionadisima!
ForJoeJonas
Re: El Robot del Placer (Joe y tú)
ForJoeJonas escribió:Hi girls! Como estan?
Yo bieeeen! Aqui les traigo la parte del capi que faltaba!
Hoy es el estreno de Jonas L.A aqui en España! Y estoy emocionadisima!
Bien!
Si estrenan al capi a las nueve!! No me lo pienso perder!
StayMemiFaither
Re: El Robot del Placer (Joe y tú)
Sintió que la situación estaba horriblemente fuera de control. El bruto del robot se había vuelto loco, empujando los límites de su paciencia y bienestar. ¿Es que él no sabía que era ella la que estaba a cargo? Los ojos de él destellaron con oscuras y peligrosas insinuaciones de perversiones sensuales que ella no se atrevió ni a considerar. Si tan sólo pudiera descubrir donde estaba escondida su toma de energía… Necesitaba unos minutos de tranquilidad para estudiar detenidamente su difícil situación. Aunque…
Cuanto más de cerca se regodeaba mirando el cuerpo del robot, más aumentaban las fascinantes posibilidades. Nunca antes había tenido a un rufián. Si solamente pudiera encontrar un modo de borrarle aquella sonrisa satisfecha de su cara…
La sonrisa de él se volvió lobuna.
—Nada me gustaría más que hacer espuma contigo, amor.
Desconcertada por su sugerencia abiertamente sensual y el sutil acento irlandés que se envolvió alrededor de sus palabras, ______ dio otro paso hacia atrás.
Su penetrante mirada oscura la desafió, haciendo que su corazón saltarse y sus piernas temblaran. No estaba acostumbrada a ser la presa, dado que la mayoría de las veces jugaba a ser el cazador en el juego de las relaciones. Nunca había sido el objeto de tal cruda y basta invitación. Si al menos pudiera olvidarse de que el robot estaba actuando únicamente según su programación.
A pesar de todo, se consoló sabiendo que él no era un hombre real. Puesto que ella nunca habría permitido las libertades que ya le había otorgado a este robot. Nunca habría cedido ni un centímetro de terreno, sin importar el coste.
Se suponía que este fin de semana era una fantasía, y a pesar de que esto no se estaba desarrollando como ella había previsto, estaba gustosa de optar por el nuevo «guión» sólo para ver lo lejos que la llevaría esta experiencia.
—Estoy pagando por este fin de semana —dijo ella, destacando su barbilla—. Y yo digo que esperemos.
La penetrante mirada negra se abrió paso en su interior y ella se deslizó a un lado, poniendo espacio entre ellos. La mirada de él la siguió. Supuso que éste ya estaba almacenando datos —analizando las dimensiones de su cuerpo, sus gestos, sus respuestas— para determinar qué estrategia sensual cubriría mejor las necesidades de ella.
El pensar en tan especial atención analítica para su placer hizo que su piel se sintiera caliente y fría al mismo tiempo, y sus bragas se mojaran al instante.
Ella alcanzó el panel de control en la pared al lado de la ducha y seleccionó el ajuste apropiado de lavado. El agua salía a chorros de las paredes de la ducha y abrió la puerta.
—Las toallas están en el armario. —Señaló con un gesto detrás de él.
Entonces tuvo un pensamiento inquietante.
—Tú puedes ducharte, ¿no? —Una visión de cables cortocircuitados en arcos llameantes la llenó de consternación.
—¿Qué? —preguntó él—. ¿Piensas que no sé cómo? Sólo porque he pasado un mes dentro de un traje de reciclaje no significa que no disfrutaría de una. —Se sacó las botas con la punta del pie, su mirada penetrante de nuevo la dejó clavada en el sitio.
—No omitieron ni un detalle de tu guión, ¿verdad? —murmuró ella.
De nuevo, él se llevó la mano a los botones restantes de sus calzones.
—Toda tuya —dijo ella, hurgando en busca de la manecilla de la puerta a su espalda.
Las manos de él hicieron una pausa.
—¿Asustada, _______?
Ella tragó saliva con su corazón aporreando, pero sacudió la cabeza.
Él se bajó los calzones y luego se enderezó.
La mirada de ella descendió.
—Ahora sé que la pifiaron. Jamás van a hacer diecisiete centímetros. —La desilusión se hizo evidente en su cara.
—¡Me cago en la leche! —Él se puso las manos en las caderas y dos manchas de color rojo en sus mejillas.
_______ se dio cuenta de que estaba avergonzado. ¡Qué intrigante! Él respondía a estímulos emocionales.
—Prometieron realismo —murmuró ella—. Yo sólo esperaba un poquito más que el… natural.
—¡Es proporcional con mi tamaño! —soltó él con los dientes apretados—. ¿Con qué clase de hombres has estado jodiendo?
—Si tú simplemente fueras un hombre cualquiera —dijo ella, esperando detener su consternación—, estaría aturdida de deleite, es sólo que yo tenía ciertas… expectativas.
—Él será más que adecuado —gruñó, se deshizo del resto de su ropa. Dio una patada a ésta para apartarla y caminó con paso decidido hacia ella.
Su corazón dio rápidos saltitos alarmado.
—Bien como dije, las toallas están detrás de ti. —Echó mano buscando la puerta detrás de sí.
Él movió la cabeza negando.
—Sí, están.
—No estoy hablando de las puñeteras toallas. Tú no te vas —dijo él con la determinación marcada en el porte de su barbilla barbuda.
—Ya hemos tratado esto, no voy a unirme a ti.
—Sí, tú sí. —Él caminó a zancadas directamente hacia ella y _______ se quedó plantada inmóvil, impresionada y con el deleite revoloteando en su pecho. ¿Por qué correr cuándo esto era exactamente lo que ella quería?
Sus manos se cerraron sobre su cintura y la levantó, metiéndola en la ducha con ropa interior y todo.
El agua corrió sobre su cabeza, y ella cerró los ojos mientras las manos grandes de él pasaron suaves sobre las copas de encaje de su sujetador, agradecida por tener una excusa para evitar su mirada penetrante. Odiaba el que él supiera lo mucho que ella deseaba esto.
Él moldeó sus pechos, apretando, amasando, y luego de un golpecito abrió el cierre frontal. La carne de ella se derramó con impaciencia en sus manos, y su aliento se quedó atrapado en un boqueo cuando las palmas de sus manos ásperas rozaron los pezones.
El agua golpeaba su cara e hizo que apartara la vista hacia donde las manos más oscuras ahuecaban sus pechos blancos. Entonces notó el golpecito de su polla contra su vientre. Su pene tan solo «ligeramente más grande que el de tamaño natural» estaba bronceado a lo largo del eje, con una tracería azul de venas que la asombraron por su autenticidad. Cada detalle de su apariencia, hasta el vello que cercaba su ingle y brotaba en sus pelotas, había sido contemplado. Al menos ellos habían logrado eso con muchísima exactitud.
Él era tan real que tuvo el raro impulso de tomarlo en su boca. ¿Qué haría su programación de Inteligencia Artificial ante eso?
No bien ese pensamiento había cruzado su mente cuando decidió ver cómo de eficaces eran los componentes interactivos que incorporaban estímulos físicos de su software.
—Déjame lavarte el pelo. —Esto era hasta donde sus nervios a flor de piel la permitían arriesgarse.
La mirada de él se elevó desde el pecho de ella y se oscureció. Su rostro estaba colorado y tenso. Sus fosas nasales se ensanchaban como un animal olfateando una comida.
—¿No quieres quitarte el resto de la ropa, primero?
Ella se había olvidado de sus medias altas hasta el muslo y las bragas. Tragó saliva y asintió con la cabeza.
Las manos de él abandonaron sus pechos y pasaron suavemente en torno a su espalda y descendieron, deslizándose bajo sus bragas hasta la curva de sus nalgas y apretarlas antes de empujar las bragas por las piernas abajo. Se arrodilló para deslizarlas fuera de sus pies, lo cual colocó su cara a la altura del vientre de ella.
—¡______, estás depilada aquí! —dijo, deslizando la punta de su dedo sobre su coño—. Estás llena de sorpresas, amor.
_______ se quedó sin aliento, y una anticipación temblorosa aceleró su corazón y su respiración hasta que sintió la hormigeante oscuridad de un cercano vahído.
La mano de él aplanada sobre su estremecido vientre ahuecaba la suave redondez, y por un momento su mirada penetrante se encontró con la suya. El desafío estaba mezclado con la liquida promesa en sus ojos.
______ sólo pudo quedársele mirando, y entonces se lamió la boca nerviosa.
Él debió interpretar su acción como una aceptación ya que sacudió la cabeza como un perro bajo la rociada de agua y bajó su cara hasta meter la nariz entre los pliegues de su sexo. Sus manos se arrastraron bajando el frente de sus muslos haciendo rodar la parte superior de sus medias al bajarlas por sus piernas y sacarlas de sus pies, y aun así él continuó hociqueando su coño con la cara.
Y después ella estaba desnuda, su piel empapada por el agua, su vagina rezumando su propio refresco. Él gimió y lamió sus pétalos para capturar su excitación con la lengua.
Las manos de ______ revolotearon contra los azulejos, sus pechos, y finalmente los hombros de él, clavándole las uñas en la cadena de músculos. Él continuó lamiendo sus pliegues. Ella trató de dirigirlo hacia arriba, hacia su clítoris con la suave pulsación de sus caderas.
—Por favor —suspiró.
Él gruñó y le empujó la espalda contra la pared azulejada, y luego la instó a levantar una pierna y a apoyar el muslo sobre su hombro, abriéndola con más amplitud. Ella se ancló a sí misma con sus manos aferradas a su pelo mientras las caricias de su lengua se prolongaban, profundizado, y en ocasiones apuñalaban dentro de ella. Aún así él hizo caso omiso a su hinchado y dolorido clítoris.
Ella hundió las uñas en su cuero cabelludo y le tiró del pelo.
—¡Por favor! —Cuando él no accedió a su demanda, envolvió con sus dedos sus orejas y tiró—. ¡Más arriba!
Los hombros temblaron. Él se estaba riendo, pero a ella no le importó. Sólo le importaba que la pierna que estaba soportando su peso temblara y que su matriz se contrajera con cada incursión de su lengua.
Los dedos de él separaron los pliegues en la parte superior de su coño y tiró de éstos hacia arriba, exponiendo su clítoris, por fin, al aire y al agua, y a su penetrante mirada oscura.
_______ contuvo el aliento cuando él se inclinó hacia adelante y sus labios se cerraron alrededor del rígido nudo de nervios que saltó y disparó pulsaciones de excitación hacia su centro, tensando su vientre, empujándola más cerca de su liberación.
—Por favor… Joe. —Recordó su nombre cuando todo resto de conciencia se había limitado al movimiento succionante de su boca mientras él obraba en su clítoris, haciendo oscilar su lengua contra éste, chupándolo con sus labios.
Se retorció y jadeó y gimió, su voz se elevó mientras los temblores comenzaban en su vientre y se difundían hacia el exterior, hasta que de pronto, fue lanzada más allá de sí misma.
Cuando la oscuridad retrocedió, abrió los ojos y bajó la mirada hacia él.
—Ahora puedes lavarme el pelo.
Ella estaba de burbujas de jabón hasta los codos antes de que se diera cuenta de que él la había mandado hacerlo. Debería estar indignada y reprenderlo para desalentar tal comportamiento, pero su cuerpo todavía hormigueaba deliciosamente.
Más tarde, le diría que debía ser más respetuoso con ella. Le recordaría que aquí la responsable era ella.
Por el momento, disfrutó de su profundo gemido mientras le masajeaba el cuero cabelludo con los dedos. Su pelo era más largo que el de cualquier otro hombre con quien hubiera tenido una cita alguna vez, y mezcló los mechones con el champú y los restregó contra sus pechos. ¿Cómo sería sentir su pelo cuando estaba seco y siguiera el movimiento de su cabeza bajando por su cuerpo, rozándole el vientre y muslos?
—Creo que mi pelo está limpio, amor —murmuró él—. ¿Qué te parece si me restriegas ahora la espalda?
Ella abrió los ojos de golpe, y se percató de que había arrastrado la cabeza de él hacia su abdomen y estaba frotándose contra ella.
Él se puso de pie y ella arrastro su mirada bajando por los amplios hombros y la cintura hasta los tersos músculos, redondeados de su culo. Le picaban los dedos por probar su firmeza y ver lo reales que se sentían.
Metió la mano en el dispensador de jabón y esperó el chorro de espuma, luego comenzó su recorrido por sus hombros.
—¿Soy demasiado alto para ti? —preguntó él, echando una mirada por encima de su hombro—. Me arrodillaré.
—N-no. —Él tenía exactamente la altura adecuada. Estiró los brazos y ahuecó sus hombros, midiendo su anchura.
______ frotó la espuma en círculos de un lado a otro y descendió por sus marcadamente musculosos brazos. Entonces él los alzó y ella se estiró entorno a él para pasar sus dedos por los penachos de vello bajo sus brazos, un acto extraordinariamente íntimo que tensó sus pezones volviéndoles duros guijarros. No se arriesgó a demorarse o caería en la tentación de presionar las puntas contra su espalda y restregarse como una gata. Había más partes de la fisonomía para explorar primero.
En vez de eso, le lavó los costados, disfrutando de su piel satinada y las fibrosas crestas de músculo bajo la superficie. Descendió por el centro de su espalda, estrujó e hizo movimientos circulares, desplazándose más abajo notando la tensión que se construía en sus hombros y nalgas. Se preguntó cómo respondería a sus «estímulos» el aparato que tenía entre las piernas. Pero cada cosa a su tiempo…
Estiró la mano en busca de otro chorro de espuma y deslizó las manos sobre su culo. ________ magreó sus caderas, luego hizo círculos hacia el interior, disfrutando de la involuntaria flexión de sus nalgas.
Él gimió y sus manos apoyaron su peso contra los azulejos en el lado opuesto del habitáculo, sus piernas se movieron separándose.
Por primera vez desde que él había dado un paso fuera de su cocina, Priscilla sintió totalmente el control y se deleitó con ese sentimiento. Animada por el consentimiento de él, deslizó sus manos a lo largo de la veta entre sus nalgas y más abajo, estirándose entre sus piernas para ahuecar sus pelotas.
Cuanto más de cerca se regodeaba mirando el cuerpo del robot, más aumentaban las fascinantes posibilidades. Nunca antes había tenido a un rufián. Si solamente pudiera encontrar un modo de borrarle aquella sonrisa satisfecha de su cara…
La sonrisa de él se volvió lobuna.
—Nada me gustaría más que hacer espuma contigo, amor.
Desconcertada por su sugerencia abiertamente sensual y el sutil acento irlandés que se envolvió alrededor de sus palabras, ______ dio otro paso hacia atrás.
Su penetrante mirada oscura la desafió, haciendo que su corazón saltarse y sus piernas temblaran. No estaba acostumbrada a ser la presa, dado que la mayoría de las veces jugaba a ser el cazador en el juego de las relaciones. Nunca había sido el objeto de tal cruda y basta invitación. Si al menos pudiera olvidarse de que el robot estaba actuando únicamente según su programación.
A pesar de todo, se consoló sabiendo que él no era un hombre real. Puesto que ella nunca habría permitido las libertades que ya le había otorgado a este robot. Nunca habría cedido ni un centímetro de terreno, sin importar el coste.
Se suponía que este fin de semana era una fantasía, y a pesar de que esto no se estaba desarrollando como ella había previsto, estaba gustosa de optar por el nuevo «guión» sólo para ver lo lejos que la llevaría esta experiencia.
—Estoy pagando por este fin de semana —dijo ella, destacando su barbilla—. Y yo digo que esperemos.
La penetrante mirada negra se abrió paso en su interior y ella se deslizó a un lado, poniendo espacio entre ellos. La mirada de él la siguió. Supuso que éste ya estaba almacenando datos —analizando las dimensiones de su cuerpo, sus gestos, sus respuestas— para determinar qué estrategia sensual cubriría mejor las necesidades de ella.
El pensar en tan especial atención analítica para su placer hizo que su piel se sintiera caliente y fría al mismo tiempo, y sus bragas se mojaran al instante.
Ella alcanzó el panel de control en la pared al lado de la ducha y seleccionó el ajuste apropiado de lavado. El agua salía a chorros de las paredes de la ducha y abrió la puerta.
—Las toallas están en el armario. —Señaló con un gesto detrás de él.
Entonces tuvo un pensamiento inquietante.
—Tú puedes ducharte, ¿no? —Una visión de cables cortocircuitados en arcos llameantes la llenó de consternación.
—¿Qué? —preguntó él—. ¿Piensas que no sé cómo? Sólo porque he pasado un mes dentro de un traje de reciclaje no significa que no disfrutaría de una. —Se sacó las botas con la punta del pie, su mirada penetrante de nuevo la dejó clavada en el sitio.
—No omitieron ni un detalle de tu guión, ¿verdad? —murmuró ella.
De nuevo, él se llevó la mano a los botones restantes de sus calzones.
—Toda tuya —dijo ella, hurgando en busca de la manecilla de la puerta a su espalda.
Las manos de él hicieron una pausa.
—¿Asustada, _______?
Ella tragó saliva con su corazón aporreando, pero sacudió la cabeza.
Él se bajó los calzones y luego se enderezó.
La mirada de ella descendió.
—Ahora sé que la pifiaron. Jamás van a hacer diecisiete centímetros. —La desilusión se hizo evidente en su cara.
—¡Me cago en la leche! —Él se puso las manos en las caderas y dos manchas de color rojo en sus mejillas.
_______ se dio cuenta de que estaba avergonzado. ¡Qué intrigante! Él respondía a estímulos emocionales.
—Prometieron realismo —murmuró ella—. Yo sólo esperaba un poquito más que el… natural.
—¡Es proporcional con mi tamaño! —soltó él con los dientes apretados—. ¿Con qué clase de hombres has estado jodiendo?
—Si tú simplemente fueras un hombre cualquiera —dijo ella, esperando detener su consternación—, estaría aturdida de deleite, es sólo que yo tenía ciertas… expectativas.
—Él será más que adecuado —gruñó, se deshizo del resto de su ropa. Dio una patada a ésta para apartarla y caminó con paso decidido hacia ella.
Su corazón dio rápidos saltitos alarmado.
—Bien como dije, las toallas están detrás de ti. —Echó mano buscando la puerta detrás de sí.
Él movió la cabeza negando.
—Sí, están.
—No estoy hablando de las puñeteras toallas. Tú no te vas —dijo él con la determinación marcada en el porte de su barbilla barbuda.
—Ya hemos tratado esto, no voy a unirme a ti.
—Sí, tú sí. —Él caminó a zancadas directamente hacia ella y _______ se quedó plantada inmóvil, impresionada y con el deleite revoloteando en su pecho. ¿Por qué correr cuándo esto era exactamente lo que ella quería?
Sus manos se cerraron sobre su cintura y la levantó, metiéndola en la ducha con ropa interior y todo.
El agua corrió sobre su cabeza, y ella cerró los ojos mientras las manos grandes de él pasaron suaves sobre las copas de encaje de su sujetador, agradecida por tener una excusa para evitar su mirada penetrante. Odiaba el que él supiera lo mucho que ella deseaba esto.
Él moldeó sus pechos, apretando, amasando, y luego de un golpecito abrió el cierre frontal. La carne de ella se derramó con impaciencia en sus manos, y su aliento se quedó atrapado en un boqueo cuando las palmas de sus manos ásperas rozaron los pezones.
El agua golpeaba su cara e hizo que apartara la vista hacia donde las manos más oscuras ahuecaban sus pechos blancos. Entonces notó el golpecito de su polla contra su vientre. Su pene tan solo «ligeramente más grande que el de tamaño natural» estaba bronceado a lo largo del eje, con una tracería azul de venas que la asombraron por su autenticidad. Cada detalle de su apariencia, hasta el vello que cercaba su ingle y brotaba en sus pelotas, había sido contemplado. Al menos ellos habían logrado eso con muchísima exactitud.
Él era tan real que tuvo el raro impulso de tomarlo en su boca. ¿Qué haría su programación de Inteligencia Artificial ante eso?
No bien ese pensamiento había cruzado su mente cuando decidió ver cómo de eficaces eran los componentes interactivos que incorporaban estímulos físicos de su software.
—Déjame lavarte el pelo. —Esto era hasta donde sus nervios a flor de piel la permitían arriesgarse.
La mirada de él se elevó desde el pecho de ella y se oscureció. Su rostro estaba colorado y tenso. Sus fosas nasales se ensanchaban como un animal olfateando una comida.
—¿No quieres quitarte el resto de la ropa, primero?
Ella se había olvidado de sus medias altas hasta el muslo y las bragas. Tragó saliva y asintió con la cabeza.
Las manos de él abandonaron sus pechos y pasaron suavemente en torno a su espalda y descendieron, deslizándose bajo sus bragas hasta la curva de sus nalgas y apretarlas antes de empujar las bragas por las piernas abajo. Se arrodilló para deslizarlas fuera de sus pies, lo cual colocó su cara a la altura del vientre de ella.
—¡______, estás depilada aquí! —dijo, deslizando la punta de su dedo sobre su coño—. Estás llena de sorpresas, amor.
_______ se quedó sin aliento, y una anticipación temblorosa aceleró su corazón y su respiración hasta que sintió la hormigeante oscuridad de un cercano vahído.
La mano de él aplanada sobre su estremecido vientre ahuecaba la suave redondez, y por un momento su mirada penetrante se encontró con la suya. El desafío estaba mezclado con la liquida promesa en sus ojos.
______ sólo pudo quedársele mirando, y entonces se lamió la boca nerviosa.
Él debió interpretar su acción como una aceptación ya que sacudió la cabeza como un perro bajo la rociada de agua y bajó su cara hasta meter la nariz entre los pliegues de su sexo. Sus manos se arrastraron bajando el frente de sus muslos haciendo rodar la parte superior de sus medias al bajarlas por sus piernas y sacarlas de sus pies, y aun así él continuó hociqueando su coño con la cara.
Y después ella estaba desnuda, su piel empapada por el agua, su vagina rezumando su propio refresco. Él gimió y lamió sus pétalos para capturar su excitación con la lengua.
Las manos de ______ revolotearon contra los azulejos, sus pechos, y finalmente los hombros de él, clavándole las uñas en la cadena de músculos. Él continuó lamiendo sus pliegues. Ella trató de dirigirlo hacia arriba, hacia su clítoris con la suave pulsación de sus caderas.
—Por favor —suspiró.
Él gruñó y le empujó la espalda contra la pared azulejada, y luego la instó a levantar una pierna y a apoyar el muslo sobre su hombro, abriéndola con más amplitud. Ella se ancló a sí misma con sus manos aferradas a su pelo mientras las caricias de su lengua se prolongaban, profundizado, y en ocasiones apuñalaban dentro de ella. Aún así él hizo caso omiso a su hinchado y dolorido clítoris.
Ella hundió las uñas en su cuero cabelludo y le tiró del pelo.
—¡Por favor! —Cuando él no accedió a su demanda, envolvió con sus dedos sus orejas y tiró—. ¡Más arriba!
Los hombros temblaron. Él se estaba riendo, pero a ella no le importó. Sólo le importaba que la pierna que estaba soportando su peso temblara y que su matriz se contrajera con cada incursión de su lengua.
Los dedos de él separaron los pliegues en la parte superior de su coño y tiró de éstos hacia arriba, exponiendo su clítoris, por fin, al aire y al agua, y a su penetrante mirada oscura.
_______ contuvo el aliento cuando él se inclinó hacia adelante y sus labios se cerraron alrededor del rígido nudo de nervios que saltó y disparó pulsaciones de excitación hacia su centro, tensando su vientre, empujándola más cerca de su liberación.
—Por favor… Joe. —Recordó su nombre cuando todo resto de conciencia se había limitado al movimiento succionante de su boca mientras él obraba en su clítoris, haciendo oscilar su lengua contra éste, chupándolo con sus labios.
Se retorció y jadeó y gimió, su voz se elevó mientras los temblores comenzaban en su vientre y se difundían hacia el exterior, hasta que de pronto, fue lanzada más allá de sí misma.
Cuando la oscuridad retrocedió, abrió los ojos y bajó la mirada hacia él.
—Ahora puedes lavarme el pelo.
Ella estaba de burbujas de jabón hasta los codos antes de que se diera cuenta de que él la había mandado hacerlo. Debería estar indignada y reprenderlo para desalentar tal comportamiento, pero su cuerpo todavía hormigueaba deliciosamente.
Más tarde, le diría que debía ser más respetuoso con ella. Le recordaría que aquí la responsable era ella.
Por el momento, disfrutó de su profundo gemido mientras le masajeaba el cuero cabelludo con los dedos. Su pelo era más largo que el de cualquier otro hombre con quien hubiera tenido una cita alguna vez, y mezcló los mechones con el champú y los restregó contra sus pechos. ¿Cómo sería sentir su pelo cuando estaba seco y siguiera el movimiento de su cabeza bajando por su cuerpo, rozándole el vientre y muslos?
—Creo que mi pelo está limpio, amor —murmuró él—. ¿Qué te parece si me restriegas ahora la espalda?
Ella abrió los ojos de golpe, y se percató de que había arrastrado la cabeza de él hacia su abdomen y estaba frotándose contra ella.
Él se puso de pie y ella arrastro su mirada bajando por los amplios hombros y la cintura hasta los tersos músculos, redondeados de su culo. Le picaban los dedos por probar su firmeza y ver lo reales que se sentían.
Metió la mano en el dispensador de jabón y esperó el chorro de espuma, luego comenzó su recorrido por sus hombros.
—¿Soy demasiado alto para ti? —preguntó él, echando una mirada por encima de su hombro—. Me arrodillaré.
—N-no. —Él tenía exactamente la altura adecuada. Estiró los brazos y ahuecó sus hombros, midiendo su anchura.
______ frotó la espuma en círculos de un lado a otro y descendió por sus marcadamente musculosos brazos. Entonces él los alzó y ella se estiró entorno a él para pasar sus dedos por los penachos de vello bajo sus brazos, un acto extraordinariamente íntimo que tensó sus pezones volviéndoles duros guijarros. No se arriesgó a demorarse o caería en la tentación de presionar las puntas contra su espalda y restregarse como una gata. Había más partes de la fisonomía para explorar primero.
En vez de eso, le lavó los costados, disfrutando de su piel satinada y las fibrosas crestas de músculo bajo la superficie. Descendió por el centro de su espalda, estrujó e hizo movimientos circulares, desplazándose más abajo notando la tensión que se construía en sus hombros y nalgas. Se preguntó cómo respondería a sus «estímulos» el aparato que tenía entre las piernas. Pero cada cosa a su tiempo…
Estiró la mano en busca de otro chorro de espuma y deslizó las manos sobre su culo. ________ magreó sus caderas, luego hizo círculos hacia el interior, disfrutando de la involuntaria flexión de sus nalgas.
Él gimió y sus manos apoyaron su peso contra los azulejos en el lado opuesto del habitáculo, sus piernas se movieron separándose.
Por primera vez desde que él había dado un paso fuera de su cocina, Priscilla sintió totalmente el control y se deleitó con ese sentimiento. Animada por el consentimiento de él, deslizó sus manos a lo largo de la veta entre sus nalgas y más abajo, estirándose entre sus piernas para ahuecar sus pelotas.
ForJoeJonas
Re: El Robot del Placer (Joe y tú)
jonatica_smiley escribió:ForJoeJonas escribió:Hi girls! Como estan?
Yo bieeeen! Aqui les traigo la parte del capi que faltaba!
Hoy es el estreno de Jonas L.A aqui en España! Y estoy emocionadisima!
Bien!
Si estrenan al capi a las nueve!! No me lo pienso perder!
Si y luego Camp Rock 2!!
ForJoeJonas
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