El Robot del Placer (Joe y tú)

SEEEEEEEE!!!

Weeee! x)

JONATICAS UNIDAS, JAMÁS SERÁN VENCIDAS!

Hahahahah!!

—No quiero un hombre real, yo quiero… —Su mirada se situó sobre él y éste leyó la consternación en sus rasgos—. Mierda.
Él bostezó, su boca se abrió tanto que sus mandíbulas casi se desencajan. Estaba sorprendido de que pudiera pensar en dormir cuando su polla estaba gratamente despierta.
—Estoy seguro de que encontrarás lo que estás buscando, amor. Mientras tanto, tenemos otro día para rascarnos la picazón. Todo lo que necesito son unas cuantas horas de descanso. —Le apartó la mano de su polla. Podía ver como el malhumor volvía. La descarada mujer necesitaba también un descanso.
Tiró de ella acercándola más a su lado.
—A dormir —la mandó él. Sus ojos se fueron cerrando.
—¡Mierda!



Capítulo 8


—Me gusta el nuevo look —la voz divertida de Agnes rompió el silencio.
Joe se movió bruscamente, casi dejando caer la botella de zumo de la que había estado bebiendo.
—¿Podrías darle un pequeño aviso a un hombre cuando te acerques a hurtadillas a él? —Dejó de nuevo la botella en el estante del frigorífico.
—El rosa va de maravilla con tu cutis.
Él maldijo entre dientes, irritado de que alguien, aunque fuera un maldito ordenador, fuera testigo de su actual vestimenta.
—Ni otra maldita palabra de tu parte. —Con otra maldición, ajustó el nudo de la cortina que había birlado del armario de _______—. No podía encontrar mi ropa. —Había buscado su ropa sin éxito antes de recurrir al cuadrado de tela cubierto de flores.
—El valet simplemente siguió mis órdenes.
—¿Quieres que me pase todo el fin de semana meneando las pelotas?
—He estudiado un poco sobre la sexualidad humana. La desnudez rompe barreras. Tú sólo tienes el fin de semana para seducirla. Sólo trato de acelerar las cosas.
—Pero ¿para qué? Es sólo un fin de semana para follar —gruñó, sin saber por qué el pensamiento lo molestó.
Agnes suspiró.
—¿Todavía crees eso?
Joe hizo caso omiso de su críptico comentario. En cambio, se preparó para hacer la pregunta que lo había mantenido despierto.
—Entonces, ¿ella realmente no tiene a ningún hombre en su vida?
—No. Sólo ella y yo.
—Pero ¿por qué? No hay nada malo en ella, además de su horrible carácter, y el hecho de que ella tiene que estar al mando. Los hombres de por aquí deben ser tontos. Debe haber al menos uno que quiera dejarse llevar por ahí por su polla.
—Ella no ha encontrado a El Único. Es una romántica. No es que ella se lo vaya a admitir a cualquiera. Pero quiere dejarse llevar. Incluso ser dominada. Los hombres de por aquí quieren socios de negocio.
—Malditos idiotas. Ella es mucho más que una buena cuenta bancaria. —Como pecas de polvo de oro cruzando una nariz mona y respingona, pezones más suaves que el terciopelo.
—Quizás está sola porque no sabe lo que quiere. Creo que necesita un poco de ayuda para descubrir lo que le hace feliz.
—Tú no estarás pensando que yo puedo ayudarla con eso, ¿verdad? —¿Es que ella esperaba que él preparara a _______ para otro hombre?—. No tengo ni idea de cómo mostrar a una mujer lo que ella quiere.
—Pero tú has viajado. Has visto mucho, estoy segura. Podrías ayudarle a ver que hay más en la vida que el trabajo. Entonces tal vez ella querría arriesgarse y extender sus alas un poco.
—Esto no es parte del trato. No soy el hombre para mostrarle de qué está hecha ella. Sólo soy el polvo del fin de semana —dijo él con la amargura arrastrándose en su voz. Se dirigió a la puerta.
—Si eso es lo que tú piensas, entonces supongo que me equivoqué contigo.
Él hizo una pausa, enfadado consigo mismo por preocuparse por saber lo que ella pensaba.
—¿Qué pensaste?
—Que tal vez pudieras querer algo más de este fin de semana. Que tal vez podrías querer ayudar a otra persona, aparte de ti mismo.
—Tú me has entendido mal. Sólo estoy mirando por mi tripulación y por mí. Tú libéralos, y yo me encargaré de lo mío, final del trato. —Él siguió hacia la puerta, pero en vez de empujar para abrirla, extendió la mano por la superficie—. Además, soy la última persona que deberías querer que ______ imite. No soy un gran ejemplo.
—Tienes razón —acordó Agnes demasiado rápidamente, lo que sólo levantó sus sospechas de que ella estaba tramando algo—. Olvida lo que he dicho.
—¿Agnes?
—¿Sí, contrabandista?
—No puedo mantenerla en la cama todo el largo fin de semana.
—¿Por qué no? ¿No tienes resistencia?
—A mi libido no le pasa nada malo —dijo él, mientras imaginaba que apretaba sus dedos alrededor del escuálido cuello de ella—. ¿Qué más disfrutaría hacer ella?
—¿Por qué no se lo preguntas tú?
—¿Quieres decir, hablar con ella? —Interiormente él se encogió. Conversar con mujeres sobre cuestiones personales y proyectos a largo plazo era una de sus habilidades menos desarrollada.
—Ella no es siempre tan… chillona. Sólo cuando ansía algo desesperadamente.
Era una observación interesante.
—A _______ le gusta levantarse temprano.
Él miró por la ventana, más allá del muro de ladrillos que dividía el césped de ______ de la propiedad del vecino de al lado. El borde del horizonte brillaba amarillo-anaranjado.
—Es casi de día.
—Sip. Si vas a llamar a tu amigo, mejor lo haces rápido.
No preguntó como ella sabía sobre la existencia de Reiver.
—Él no espera ninguna llamada antes del domingo.
—Lo mejor es que le digas que un guarda de seguridad está husmeando alrededor del garaje. Él podría querer intentarlo en el 2233 de Briarwood. Los dueños están de vacaciones hasta el próximo mes.
—Se lo diré. —Agnes era asombrosa. Él se apostaba lo que fuera a que no ocurría nada en este vecindario de lo que ella no estuviera al tanto—. Necesitaré mi comunicador. Estaba en mi guardapolvo.
—Mira en el estante inferior de la despensa.
Joe asintió con la cabeza. Tal vez ella no era tan vieja bruja.
—Sigo pensando que pareces realmente sexy de rosa, contrabandista.
Él sonrió abiertamente.
—¡Bésame el culo, Agnes!
Ella suspiró.
—Ojalá pudiera. Te haría sudar tinta.
—Apuesto que lo harías, eres una picarona. Gracias, Agnes.
Agnes suspiró y cerró el circuito, dejando a Joe para que llamara a su Primero de abordo. Mientras tanto tenía un poco de tiempo para sí misma, decidió ejecutar un perfil de Joe. Solo el contrabandista podría hacerlo.
Tal vez Tonio pudiera querer combinar su procesador con el de ella…


Joe sostuvo una taza de café caliente bajo la nariz de ________.
Dormida, la mujer era una tentación suave y encantadora. Ella arrugó la nariz y olisqueó, entonces curioseó a través de un párpado abierto para mirar hacia arriba, hacia él.
—Buenos días —dijo él, un poco alto y definitivamente demasiado jovial.
Las cejas de ______ se unieron con irritación.
—Buenas —la voz de ella estaba ligeramente áspera, sin duda ronca por sus gritos de lujuria la noche anterior.
Él había tratado de dejarla estar y permitirle conseguir una noche de descanso decente, pero su cuerpo encontró imposible no hacer caso de sus curvas femeninas durante mucho tiempo. La había tenido de cada modo que podía imaginar, y sorprendentemente, el ardor de ella había igualado al suyo, y él había tenido meses de abstinencia para afilar un gran apetito.
_______ se estiró bajo la colcha, y luego se sentó, amontonando las almohadas detrás de su espalda antes de alcanzar la taza. Ella tuvo cuidado de remeter la sábana por debajo de sus brazos, negándole un vislumbre de su hermoso cuerpo.
—¿No tienes tú ninguna? —preguntó ella, dándole un vistazo antes de apartar la mirada rápidamente.
¿Podría ella estar sufriendo un poco de la timidez del día de después? Él sacudió la cabeza. La mujer que había gritado lo que ella quería a altas horas de la madrugada no tenía la más mínima vergüenza. Quizás estaba dolorida.
—¿Te sientes bien?
Un rubor pintó sus mejillas.
—Estoy bien. ¿Y tú?
—Estoy un poco escocido a decir verdad —dijo él, escondiendo una sonrisa.
Ella se atragantó con el café y lo alejó.
—No voy a preguntar. —Su mirada cayó en la tela alrededor de las caderas de él—. Veo que encontraste algo de tu gusto en mi armario.
—Estaba congelado.
—¿Qué exactamente querías que se mantuviera caliente? Esto es gasa.
Él estaba de un estado de ánimo demasiado apacible para tomar como ofensa su burla.
—Entre tú y Agnes, mi masculinidad ha sufrido un duro golpe —dijo él alegremente. Nada podría ensombrecer su buen humor esta mañana, su tripulación estaba libre, y ellos trabajaban en un plan para liberar su nave. Su llamada a Reiver había sido interrumpida con las buenas nuevas de que todos los cargos habían sido retirados. Lamentablemente, no pudieron encontrar su nave en el lote confiscado.
Agnes estaba trabajando en ello para él. Bendita fuera.
—Podrías intentar deshacerte de la seda, eso contribuiría en gran medida a mejorar tu imagen. —Su mirada estaba fija en el mástil que se elevaba formando una tienda de campaña en la parte delantera del mantón con volantes—. Tus volantes tienen crestas.
¿Estaba ella pidiendo una pequeña pelea matutina mediante rodeos? Él desató la tela y la dejó caer a su aire al suelo. Se sentó en el borde de la cama al lado de ella como si él no estuviera tan empalmado y duro que podría clavar clavos.
—Tu despensa está mal abastecida. No pude encontrar ni una loncha de embutido o un paquete de huevos en polvo en ninguna parte, o te habría hecho el desayuno.
Ella tomó otro sorbo de su café, su mirada fija nunca abandonó su polla.
—Haré que la polla… ehh el cocinero… prepare algo para nosotros. Las provisiones están en su almacén.
Él se cayó de nuevo sobre el colchón y dio un exagerado bostezo.
—No tengo ese tipo de comodidades en mi nave espacial. Cookie hace nuestras comidas a la vieja usanza: rehidratando. ¿El cocinero fue un regalo de tus padres, también?
Ella asintió por encima del borde de su tasa.
—Me preguntaba…
Él cerró los ojos y se rascó el pecho como si no le preocupara que ella yaciera desnuda bajo las sábanas al alcance de su mano.
—¿Sí, amor?
—¿Hablabas en serio sobre aquella lección de equitación?
El corazón de él golpeó fuertemente en su pecho. Abrió los ojos para contemplarla.
Una sonrisa curvó los bordes de los labios de ella y había un travieso destello en sus ojos.
—Me gusta hacer ejercicio antes del desayuno. —Ella levantó sus cejas y le dio una mirada esperanzada.
Él contribuiría a abrirle el apetito de manera extraordinaria.


___________


Juego de palabras intraducible entre cock (polla) y cook (cocinero), entendemos la confusión de la chica al tener tal «grandeza» en su cama jajajaja

LA AME LINDA!! :arre:
Ya sabes que hacer...
SIGUELA!

Sigueeelaaaa!

siguelaaaaaaaaaa

—Me preguntaba…
Él cerró los ojos y se rascó el pecho como si no le preocupara que ella yaciera desnuda bajo las sábanas al alcance de su mano.
—¿Sí, amor?
—¿Hablabas en serio sobre aquella lección de equitación?
El corazón de él golpeó fuertemente en su pecho. Abrió los ojos para contemplarla.
Una sonrisa curvó los bordes de los labios de ella y había un travieso destello en sus ojos.
—Me gusta hacer ejercicio antes del desayuno. —Ella levantó sus cejas y le dio una mirada esperanzada.
Él contribuiría a abrirle el apetito de manera extraordinaria.


—¿Seguro que no te sientes un poco… escocida? —preguntó él, no queriendo parecer demasiado impaciente, aunque el atizador entre sus piernas no podía ser malinterpretado.
—No. —Ella se lamió los labios—. Estoy empapada.
—Ensíllala, pequeña potra. —Él movió su mano hacia su polla—. Tu corcel espera.
—Mi semental, ¿no querrás decir? —Ella se rió tontamente y puso su café en la mesita de noche. Entonces empujó hacia abajo las sábanas y gateó por la cama hacia él.
—¡Corcel, semental, maldita sea! —gimió él cuando los muslos de ella se separaron sobre sus caderas y se bajó sobre su eje rígido.
Ella estaba empapada, y caliente, y acogedora. Un ajuste perfecto para su embravecida polla.
Sus manos se cerraron sobre las caderas de ella y la ayudó a encontrar un ritmo que pronto los tuvo a ambos portando un ligero brillo de sudor.
Joe alargó su mano para ahuecar los pechos redondos, y _______ se reclinó sobre las manos de este, el gesto de ella creció en determinación mientras su respiración pasaba de superficial a jadeos irregulares. Su coño se restregó contra su ingle. Los pelos crespos raspaban su clítoris haciendo un sonido áspero.
Las manos de ella abrazaron las suyas sobre sus pechos y movió sus caderas en círculos lentos sobre su polla, expulsando todo pensamiento del cerebro nublado por el sexo de él.
—¡Joe! —Se sacudió, con sus ojos fuertemente cerrados. Su cara estaba tensa por el esfuerzo y por la construcción de su clímax.
Él mojó las yemas de sus dedos y buscó entre las piernas el clítoris. El pequeño y duro núcleo estaba engrosado. Lo frotó con fuerza, vibrando enérgicamente los dedos sobre él, hasta que ella lanzó un grito y sus movimientos se volvieron espasmódicos.
La cara de _______ estaba enrojecida y su boca abierta con un entusiasta gemido que aduló su orgullo masculino. Cuando el orgasmo pasó, se acurrucó sobre el pecho de él.
Joe sonrió enigmáticamente y le frotó la espalda mientras esta luchaba por tomar aliento. Su polla estaba todavía dura como una roca y sepultada dentro del cuerpo de ella. Se preguntó cuánto tardaría en darse cuenta de que él sólo acababa de empezar.
—No es educado regodearse —dijo ella con su respiración todavía temblorosa. Giró la cara sobre el hombro de él para fulminarle con la mirada.
—¿Me regodeo? —preguntó él inocentemente.
—Sabes de qué hablo.
—Lo siento, no lo sé, amor. Tendrás que explicármelo. Sólo soy un hombre.
—Sólo un hombre. Ojalá no —dijo ella. Una sombra oscureció su mirada—. ¿Por qué no tomaste tu placer, también?
—Lo hice. —Él acarició su mejilla enrojecida—. Disfruté viéndote deshacerte.
—Pero tú no te corriste.
Él no hizo caso de su ceño esta vez porque la irritación de ella era en su nombre.
—No tienes que contenerte sólo porque tu trabajo sea darme placer.
—¿Es importante para ti que consiga el mismo placer de esta experiencia?
Su mirada se volvió solemne.
—Pienso que ambos deberíamos tratar este fin de semana como lo que es, el último que tendremos alguna vez.
La sonrisa en la cara de él se sintió rígida.
—Eso es bastante morboso. Estoy seguro que tendrás muchos más justo como este. Puedes permitírtelo.
Las cejas de ella se unieron.
—Eso no fue muy caballeroso.
—Nunca pretendí ser uno —dijo Joe, sabiendo que ella necesitaba recordar.
—No, no lo hiciste. —Los dedos de ella giraron un bucle de cabello—. Joe, ¿qué ocurrirá mañana?
Él hizo una respiración profunda.
—Me marcharé y me encontraré con mi tripulación —contestó en un tono uniforme—. Agnes dispuso que las pruebas contra ellos se traspapelaran. Ellos deberían tener la nave fuera del depósito para entonces.
—Pero luego, ¿qué?
La persistencia de ella lo molestó. No quería pensar más allá de este día, de aquel momento. No mientras su cuerpo estuviera saciado y una mujer caliente y cariñosa estuviera tumbada a su lado.
—Pondré rumbo otra vez al siguiente puerto. —Él miró hacia abajo, a su cara—. ¿Me echarás de menos?
Ella se mordió el labio.
—¿Y si no volvieras?
—¿Qué? ¿Y permanecer aquí?
—Sí. Tal vez, yo podría encontrar una manera para que tú… no tuvieras que marcharte.
Él sintió una opresión en el corazón y le dio un abrazo.
—¿Pero qué haría yo aquí, amor? Soy el capitán de una nave eso es todo lo que conozco. Todo lo que alguna vez quise.
—¿Todo? ¿En serio? ¿Pero qué pasa con las mujeres? —La cabeza de ella se elevó. Le echó una mirada—. ¿Hay mujeres en tu tripulación?
¿Estaba celosa?
—Tuve una, una vez, pero la cosa se puso difícil cuando Reiver y Nate, ambos, fueron detrás de ella. No he contratado otra en la tripulación desde entones. Algunos hombres piensan que las mujeres dan mala suerte a bordo de una nave. —Si ella fuera otra clase de mujer, pensaría en pedirle que zarpara con él. Le despeinó el pelo corto—. No, lo mejor es que me vaya.
—Probablemente tengas razón. —Ella sonaba triste de nuevo.
—Ahora, no te pondrás sentimental, ¿verdad?
Ella frunció el ceño.
—No tengo un hueso sentimental en mi cuerpo. Simplemente me hacía preguntas.
—Es porque todavía estoy dentro de ti, ¿verdad? —Él hizo rotar sus caderas para recodárselo—. Vosotras las mujeres tenéis esa manía.
—¿Nosotras las mujeres? —la voz de ella se elevó—. ¿Piensas que somos todas iguales?
—Por supuesto —contestó él alegremente, disfrutando del fuego que se encendía en los ojos de ella—. Está en vuestros cromosomas. El sexo tiene que significar algo.
—Esa es una actitud arcaica.
—Solamente estoy declarando un hecho.
El cuerpo de ella se puso rígido.
—¿Hecho según quien? ¿Y quién te hizo un experto? ¿Te has quedado alguna vez el tiempo suficiente para llegar a conocer realmente a una mujer?
Él hizo una mueca.
—¡Joder, no! No me van a atar.
—¿Nunca has pensado en llevar a una mujer contigo entonces?
Pensé en ello durante dos segundos, amor.
—Nunca conocí a una que quisiera compartir mi vida de vagabundo.
—Quizás has estado buscando en los sitios equivocados.
—Podrías estar en lo cierto. Realmente no lo había considerado antes. —Las manos de él masajearon en círculo sobre el culo de ella. Su trasero era un objetivo tentador, suave y bien mullido. Hecho para un tipo diferente de monta.
¿Se sorprendería ella si le mostrara lo que quería añadir a su repertorio? Trazó el pliegue entre las nalgas de ella y esperó su reacción.
—Hmm. —Ella acurrucó su cara más cerca a su cuello—. Hazlo otra vez —susurró.
Su corazón casi se paró, pero su pene pulsaba en respuesta a la ronca orden de ella.
—________, estás llena de sorpresas.
Ella chupó la piel del costado de su cuello.
—No me hagas suplicar. Sólo hazlo.
Él deslizó los dedos entre las nalgas y toqueteó su apretada apertura.
Las caderas de ella se aplastaron hacia abajo con fuerza y su coño apretó su polla.
Él presionó un dedo dentro de ella y _________ le hincó las uñas en el pecho.
¡Qué mujer! No podía esperar otro segundo para sentir su apretado y rosado ano cerrarse alrededor de su polla.
—Salte de mí ahora y ponte a gatas —dijo él con la mandíbula ya apretada por la necesidad.
Ella no se movió lo bastante rápido como para satisfacerlo, en cambio se elevó por encima de él y le besó en los labios, deslizando su lengua dentro de su boca. Joe ahuecó la cara de ella en sus palmas e inclinando su boca sobre la suya le dio un beso que los dejó a ambos jadeando por aire.
—Por favor sé rápido. —La cara de ella estaba tan cerca de la suya, que él podía ver su excitación en el ensanchamiento de sus fosas nasales y en la tensión alrededor de sus labios. Ella presionó un beso rápido en su boca—. Sin preliminares.
—Ponte sobre tus malditas rodillas, amor —dijo él con voz áspera.
Ella se deslizó de su polla y se puso en cuclillas en el colchón a su lado, mostrando su tensión en el rígido porte de sus hombros.
Joe se arrodilló detrás de ella y rápidamente lubricó la cabeza de su pene con saliva, y luego lo colocó en su pequeña entrada.
—Dime si te hago daño.
Las manos de ella se aferraron a la ropa de cama frunciéndola hasta que sus nudillos se pusieron blancos.
—Sólo hazlo.
Joe empujó hacia delante, encontrando la resistencia de los fuertes músculos que circundaban el ano. Él bombeó repetidamente contra éste, probando la tolerancia de _______ a la incomodidad.
Las nalgas de ella se tensaron bajo sus palmas, pero no se retiró.
—Métemela —gimió.
Joe empujó con más fuerza y los músculos de ella se aflojaron, permitiéndole la entrada. Despacio, condujo su polla al interior, bombeando repetidamente para aliviar su camino. El caliente y estrecho anillo apretó su polla, y él apretó los dientes contra la necesidad de empujar más rápido, más profundo.
_______ dejó caer la cabeza al colchón y su espalda se hundió, inclinando su culo hacia arriba. Mientras él observaba, una mano soltó la ropa de cama y desapareció bajo el cuerpo de ella para acariciarse un pecho.
—Pellízcate la teta para mí, cariño.
—¡Oh Dios! Joe —gimió—. Dámelo más duro.
A pesar de su petición, él se contuvo. En cambio, le dio una palmada en la nalga.
Ella se apretó alrededor de él, su culo se elevó más hacia arriba.
—¡Otra vez!
Él le dio otra palmada, esta vez acompañada por un empujón hacia delante que le abrió paso más profundamente dentro de ella.
El ángulo de su codo indicó que _______ había dejado de juguetear con sus pechos. Ella había ido a por su clítoris.
Él agarró las nalgas con fuerza y apretó, separándolas, para luego cerrarlas con el ritmo de sus empujes.
Las caderas de ella se retorcieron y sacudieron, empujando hacia atrás para obligarlo a profundizar más. Los gemidos de ésta fueron lanzados más alto e intercalados con súplicas por su liberación.
Pronto el sonido del vientre de él chocando contra el culo de ella fue un fuerte staccato. Él golpeaba dentro de su ano caliente y apretado, construyendo una infernal fricción hasta que su clímax rugió sobre él.
Consciente de las dulces convulsiones de _______, él fue incapaz de controlar su cuerpo el tiempo suficiente como para asegurarle a ella un orgasmo prolongado. Gruñó a través de los últimos y poderosos chorros de semen y se estremeció hasta terminar.
Las caderas de él se movían espasmódicamente con cada pulsación que apretaba la región pélvica de ella. Un hombre podía morir en un momento como este y no lamentar una maldita cosa. Su polla estaba caliente, sus pelotas vacías, y la mujer suave y apasionada delante de él jadeaba como una gatita satisfecha.
¡Maldición! Pensó que podía estar enamorado.

diosssssssss ade!!!!! que FUERTE!!!!!!!!!!!!
SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAA

pues no lo se !!!
creo que en la cama con kevin o es nick ? a no espera que es JOE ajajajaja
oye tngo otro msng te lo paso :
jonatika_alia@yahoo.es