Daydream {Justin Bieber y tú}

Nombre: Daydream.
Autor: Verónica Villegas.
Género: Romántica.
Adaptada: No.
Otras páginas: No por el momento.

El cielo estaba realmente hermoso. Sonriendo abrí la ventana y aspiré el olor a pasto recién cortado.

—¿Extrañaste Los Ángeles? —preguntó Jenna sonriendo.
—Sí, mucho. Inglaterra es demasiado fría para mi gusto.
—Me alegra que volvieras, tu hermano está como loco tratando de llamarte a cada hora, es insoportable —rió.

Jenna era una hermosa chica de 25 años. Tez bronceada y unos hermosos ojos verde esmeralda. Mi hermano Mike se había casado con ella el año anterior luego de 3 años de noviazgo.

—¿Conociste a algún chico lindo? —preguntó.
—No, mamá y papá fueron muy sobreprotectores conmigo. No era nada divertido.
—Es culpa de tu hermano, y mía en parte —admitió—, le comenté acerca de Dan y se volvió loco. Llamó a tus padres en menos de cinco segundos.
—Me lo esperaba —reí—, es un tonto. No sé como lo soportas.
—Yo tampoco -sonrió. Apartó los ojos del camino y me miró—, supongo que es porque lo amo más que a nada en el mundo.

La expresión de mi cara la hizo reír, mientras volvía su mirada a la carretera. No era una persona cursi en lo absoluto.

—¿Cómo puedes amar a alguien tan... egocéntrico?
—Práctica, tengo 3 hermanos —sonrió.

Finalmente llegamos a la casa. No era muy grande, cuatro habitaciones en total. Una para ellos, una para mí y la otra era la oficina de Jenna. La última era la de invitados.

Entramos y todo estaba oscuro.

—Dime que no hicieron una fiesta sorpresa -rogué.
—No la hicimos. Tu hermano está trabajando.

Tal y como Jenna dijo, el hall estaba vacío a excepción de Andreina, la empleada.

—Buenos días, Andre —saludó Jenna.
—Buenos días, mis niñas, ¿quieren comer algo?
—Tal vez ____ quiera, yo tengo mucho trabajo que hacer. Con permiso.
—No, pero muchas gracias de todos modos —dije siguiendo a Jenna con la mirada—. Iré a desempacar, tal vez luego baje.

Con su ayuda subimos todo mi equipaje, que era bastante, a mi habitación.

—Gracias —sonreí, para luego cerrar la puerta de la habitación.

Una vez sola, me tiré en la pequeña cama con sábanas color lila. Ningún pensamiento pasó por mi mente, ya que de inmediato me quedé dormida.