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The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
GlodDeJonas escribió:Hi!!!!!!
Nueva Lectora!! Me llamo Susana :D
Me encanta la nove :aah:
No puedo esperar para ver que pasa :ilusion:
Siguelaaa pronto porfis :bye:
Hola susana!!! :)) bienvenida seas :3 asjk hoy la seguire asjk
VaaalM
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
VeroJonas escribió:Nueva lectora!! Por favor tenes que seguirlaaaaaaaaa es genial y Nick es kjshfkjdshjksdfksd Dios... espero que pase lo que tiene que pasar SEGUILAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
Hola Vero! <3 bienmveniida!! asjk Nick es tan asjkasja me hace sentir cosas (? asjk y ya pasara lo que todas quieren que pase 1313 ohyeah >:)
VaaalM
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
Capitulo 8 [Segunda Parte]
—Tuve un día malo.
—¿Quieres hablar de ello?
—No. Y no comeré ningún espagueti.
—Está bien.
—Está bien.
Él la dejó en silencio mientras ella se tomaba otro trago y comenzó a calmarse. Ella se sentó en la acogedora cocina rodeada por los sonidos de la cocina tradicional y un silencio celestial. Él llevaba un delantal esta noche sobre sus descoloridos vaqueros y camiseta. En lugar de suavizar su masculinidad, el faldón negro liso destacaba sus magras caderas, su pecho amplio y un magnífico trasero. Su gracia y simplicidad en un entorno tan doméstico hicieron que su respiración se complicara un poco. Él puso la mesa, distribuyó su comida, y su ensalada y comenzó a comer. Su curiosidad acerca de su día despertó.
—¿Cómo va el contrato del puerto?
Él expertamente hizo rodar sus espaguetis sobre su tenedor y los metió hábilmente dentro de su boca.
—Me tomé un trago con Hyoshi y me dio su voto.
Un profundo sentimiento de placer cortando a través de su aturdimiento.
—Nick, eso es maravilloso. Eso deja sólo a Michael.
Él frunció el ceño.
—Sí. Conte puede causar problemas.
—Tú puedes hablar con él, el sábado por la noche.
Su ceño se hizo más profundo.
—Preferiría no ir a la fiesta.
—Oh. Está bien, iré sola.
—Olvídalo, iré.
—Nos divertiremos. Esto te dará otra oportunidad para lanzarte en un ambiente relajado. —Ella dejó su ensalada delante de ella y miró hambrienta el plato de espaguetis. Tal vez ella podría llevarse furtivamente un bocado. Después de todo, tenía que probar la salsa.
—Si Conte desestima el trato, todo este asunto estará terminado.
—Él no lo hará.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque eres el mejor.
Ella se concentró en su pasta. Cuando finalmente alzó la vista, vio una expresión extraña cruzando su rostro. Parecía inquieto.
—¿Cómo lo sabes?
______ sonrió.
—He visto tu trabajo. Solía mirarte cuando éramos jóvenes y tú construías cosas en el garaje. Siempre pensé que serías un carpintero, pero cuando vi el restaurante Monte Vesubio, supe que encontraste tu verdadera vocación. El lugar entero me atrajo, Nick. Desde el agua fluyendo a las flores y el bambú y la semejanza con una vieja cabaña japonesa en las montañas. Eres un arquitecto brillante.
Lucía positivamente asombrado hacia su comentario. ¿Él no sabía que ella siempre había admirado su talento, incluso cuando ellos se habían ridiculizado despiadadamente el uno al otro? ¿Incluso después de largos años de separación?
—¿Por qué pareces tan sorprendido?
Él pareció sacudirse del encantamiento.
—No lo sé. Nunca tuve a una mujer interesada en mi carrera. En realidad nadie lo entiende.
—Entonces ellos son estúpidos. ¿Puedo terminar esta última porción o quieres más?
Sus labios ligeramente apretados mientras él le entregó el tazón.
—Adelante. —Ella luchó con un gemido a medida que la salsa de tomate picante bailaba sobre su lengua.
—¿______, qué está pasando con la ampliación de tu librería?
Un espagueti se atoró en su garganta y ella se ahogó. Él voló encima de la silla y comenzó a golpear su espalda, pero ella lo sacudió y tragó unos sorbos de agua. El poema de horror destelló burlándose delante de su visión. ¡Oh, la telaraña enredada que tejemos, cuando primero comenzamos la práctica para engañar…
—¿Estás bien?
—Bien. Solamente bajó por el conducto equivocado. —Ella cambió de tema—. Tenemos que ir con mis padres para Acción de Gracias.
—No, odio las vacaciones. Tú no contestaste mi pregunta. Conseguiste el dinero, tengo la impresión que necesitas comenzar inmediatamente la cafetería. Tengo algunas ideas que me gustaría revisar contigo.
Su corazón latiendo tan rápido que la sangre rugía en su cabeza. Esto era malo. Muy, muy malo.
—Umm, Nick, no espero que me ayudes con la cafetería. Tienes suficiente en tu plato con el proyecto del muelle y el consejo persiguiendo cada uno de tus pasos. Además, en cierto modo ya contraté a alguien.
—¿A quién?
Mierda.
Agitó la mano en el aire en un gesto desdeñoso.
—Olvidé su nombre. Un cliente lo recomendó. Él está, em, elaborando los planos y vamos a comenzar pronto. Tal vez espere hasta la primavera.
Él frunció el ceño.
—No hay razón para esperar. No confío en este hombre ya. Dame su número y voy a hablar con él.
—No.
—¿Por qué no?
—Porque no quiero que te involucres. —Las palabras parecieron darle un puñetazo como un sorpresivo gancho. Hizo una mueca, y luego se recuperó rápidamente. La miseria de sus mentiras enconando, pero se recordó atenerse sólo a los negocios, a pesar de que sabía que de alguna manera extraña que lo lastimaba.
Su rostro reflejaba desinterés.
—Está bien. Si eso es lo que prefieres.
Su voz se suavizó.
—Me gustaría seguir manteniendo nuestra relación a sólo negocios. Involucrarte en mi proyecto del café no es una buena idea. ¿No te parece?
—Seguro. Lo que tú quieras.
El silencio golpeaba a su alrededor y bordeando en la incomodidad. Se aclaró la garganta.
—Volviendo a Acción de Gracias. Tienes que ir, no hay elección.
—Diles que tengo que trabajar.
—Irás. Es importante para mi familia. Sospecharan que algo pasa, si no atendemos.
—No me gusta Acción de Gracias.
—Te escuché la primera vez, pero todavía no me importa.
—Vacaciones en familia no estaban en el contrato.
—A veces no podemos seguir el contrato al pie de la letra.
Su cabeza se elevó de su plato como si de pronto ella tuviera toda su atención.
—Probablemente tienes razón. Tenemos que permitir cierta flexibilidad y tal vez algunos errores en el camino.
Ella asintió y tomó el último bocado.
—Exactamente. Así que, ¿vendrás?
—Claro.
Su cambio total la hizo detenerse, pero ella lo ignoró. Su cuenco vacío se burlaba de ella. Maldita sea, ¿qué había hecho?
—Es curioso que mencionaras el contrato —dijo—. Un pequeño problema surgió, pero está resuelto ahora.
Tal vez haría algo de trabajo extra en la cinta de correr. Y levantar algunas pesas. Tal vez incluso volver a clase de yoga.
—No iba a decir nada, pero quería ser honesto. Es probable que ni siquiera te importe.
Llamaría a Maggie mañana e iría a kickboxing. La clase quemaba más calorías y era bueno para su defensa propia.
—Gabriella me besó.
Su cabeza se disparó.
—¿Qué dijiste?
Él se encogió de hombros.
—Ella llamó y quería que nos reuniéramos. Ella dijo que se iba a vivir a California. No lo inicié, así que supongo que era su idea de un beso de despedida. Fin de la historia.
Sus ojos se estrecharon. Su actitud aparentemente casual ocultaba una verdad más profunda. También sabía que la manera de conseguirlo era jugar todo el asunto tranquilo.
—Un beso de despedida, ¿eh? Bueno, eso no suena demasiado amenazante. —Ella lo vio casi desplomarse en la silla con alivio. Fingió estar comprometida con los restos de las hojas de su ensalada para quitar la presión—. ¿Mejilla o labios?
—Labios. Rápido, sin embargo.
—Está bien. Así que no hubo lengua, ¿verdad?
La silla crujió con su retorcimiento definitiva. El hijo de puta estaba atrapado.
—En realidad no.
—¿Seguro?
—Tal vez un poco. Sucedió tan rápido que no me acuerdo.
Incluso cuando eran niños, él era pésimo mintiendo. Se metía en problemas todo el tiempo y Maggie escapaba del castigo, porque era muy buena. La nariz de Nick prácticamente crecía y casi gritaba la verdad al mundo.
—Está bien. Lo principal es que me dijiste la verdad. ¿Dónde sucedió esto?
—Cerca del río.
—¿Después de tu reunión?
—Sí.
—Te llamó a tu teléfono celular.
—Le dije que no viniera, pero dijo que era importante, así que la esperé. Le dije que no quería nada más que ver con ella.
—Entonces ella te besó y la apartaste.
—Correcto.
—¿Dónde estaban sus manos?
Confusión cubría sus rasgos. Parecía pensar en ello como si temiera que fuera una pregunta con trampa.
—¿Qué quieres decir?
—Sus manos. Alrededor de tu cuello, tu cintura, ¿dónde?
—Alrededor de mi cuello.
—¿Dónde estaban tus manos?
—¿Antes o después de que la rechazara?
Bingo.
—Antes.
—Alrededor de su cintura.
—Está bien. Entonces, ¿suena como si hubiera pasado un rato antes de que finalmente la rechazaras, y lengua estuvo involucrada, y su cuerpo pegado al tuyo durante cuánto tiempo?
Miró su copa de whisky vacía con lujuria, pero respondió la pregunta.
—No mucho.
—¿En un minuto? ¿Un segundo?
—Un par de minutos. Entonces la aparté.
—Sí, ya dijiste eso.
Ella se levantó de la mesa y comenzó a levantar los platos. Vaciló como si no supiera qué hacer, pero se quedó sentada. Un silencio incómodo descendió. ______ terminó la tarea sin hablar y dejó que la tensión se construyera. Casi pudo escuchar como el chasquido visible se rompió.
—No tienes razón para estar molesta.
Apiló los platos en la lavadora, ajustó el dial, luego volvió su atención hacia el refrigerador. Con movimientos metódicos, sacó el helado, sirope de chocolate, crema batida y cerezas.
—¿Por qué me molestaría? El beso fue nada, incluso si rompiste el contrato.
—Acabamos de decir que a veces el contrato no se puede seguir al pie de la letra. ¿Qué estás haciendo?
—Haciendo el postre. Entonces, ¿qué hizo Gabriella cuando la rechazaste?
Ella siguió creando el helado perfecto y dejándolo a él colgando en la incomodidad.
—Ella estaba molesta porque yo la había rechazado.
—¿Por qué la rechazaste, Nick?
Lucía claramente incómodo.
—Porque hemos hecho algunas promesas. Incluso si no estamos durmiendo juntos, acordamos que no te sería infiel.
—Muy lógico. Me sorprende que fueras capaz de pensar tan claramente después de tal beso. Conmigo, lo entiendo. Pero Gabriella parece inspirar una respuesta más apasionada.
Su boca se abrió. Ella agitaba la crema batida y rociaba unas cerezas en la parte superior, y luego dio un paso atrás para admirar su creación.
—¿Crees que reacciono con más pasión con Gabriella?
Ella levantó un hombro.
—Era obvio la noche que la conocí que movieron las sábanas. Nosotros no tenemos ese problema. Las únicas veces que me has besado fue cuando estabas enojado o aburrido.
—¿Aburrido? —Él se frotó la cara con las manos y pasó sus dedos por el pelo. Una risa sin sentido del humor salió de sus labios—. No creo esto. No tienes idea de cómo me sentía cuando Gabriella me besó.
Una astilla de hielo perforado a través de su corazón, tan preciso como un bisturí de cirujano. Esta vez no hubo sangrado, sólo una aceptación insensible que el hombre con quien se había casado desearía siempre a una supermodelo, y no ella. Él siempre estaría lo suficientemente débil como para tomar un último gusto antes de que su maldita ética tomara lugar. Él era legalmente fiel, pero mentalmente un infiel.
Era una idea de último momento y él nunca la había deseado completamente como a su ex. Al menos, no físicamente.
La ira se apoderó, feroz y satisfactoria, mientras miraba a su helado de chocolate perfecto. Nicholas Jonas adoraba la lógica y la razón y había pensado cuidadosamente a través de su respuesta. Él utilizó la honestidad, porque él era un hombre justo. Lo que la enfurecía era su incapacidad de verla como una mujer que tenía todo el derecho de estar molesta cuando se había enterado que su esposo había besado a su ex amante. Él espera que ella estuviera calmada, civil, cortésmente perdonara su indiscreción, y seguir adelante.
Que se joda.
Con un suave movimiento, levantó el pesado, goteante recipiente, y lo tiró en la parte superior de su cabeza.
Él dejó escapar un grito y se levantó de un salto, derribando la silla, su rostro registrando incredulidad pura mientras el helado de chocolate y jarabe y crema caían sobre su cabeza, deslizándose por sus mejillas, y un túnel hacia sus oídos.
—¿Qué demonios? —Su rugido estaba llenó de confusión e irritación y una emoción sincera que la hizo sentirse mejor de inmediato.
Con satisfacción, se limpió las manos pegajosas en el paño de cocina y dio un paso atrás. Incluso logró una sonrisa agradable.
—Siendo el de mente clara, el hombre razonable que se supone debes ser, esperaba que empujaras a Gabriella lejos y cumplieras con el contrato. En su lugar, te besaste con ella en público, en el río, con tu lengua en su boca y tus manos sobre su cuerpo. Esta es mi respuesta de mente clara, razonable a tu traición, hijo de puta. Disfruta tu postre.
Ella giró sobre sus talones y caminó por las escaleras.
***
Una semana después, Nick vio a su esposa trabajar la habitación y admitió que había cometido un error.
A lo grande.
Si él fuera menos hombre, desearía ser llevado de vuelta en el tiempo y volver a representar la escena con Gabriella y el beso. Él la rechazaría, con orgullo decirle a su esposa de sus acciones, y disfrutar de un resultado diferente. Ya que despreciaba tales deseos de corazón débil, sólo quedaba un recurso.
Sufrir.
______ caminó entre los invitados como un pavo real resplandeciente, vestida de un atrevido escarlata en lugar del negro sofisticado que la muchedumbre de la élite favorecía. Su pelo recogido con rizos sueltos que caían libremente alrededor de su cuello y hombros. Aunque el clima se dirigía hacia el invierno y azotaba el valle con un viento helado, ella menospreciaba a la Madre Naturaleza al ponerse un material sedoso y resbaladizo, con un escote y tirantes para sostener todo el asunto. Por lo menos la longitud de su falda caía al suelo y se escondía sus piernas. Pero mientras caminaba, un destello de plata brilló alrededor de su tobillo, y revelando altos tacones de tiras rojas que no haría bien en las aceras heladas.
Ella prácticamente lo desafió a decir algo cuando apareció al pie de las escaleras, pero esta vez mantuvo la boca cerrada, comentó cortésmente lo bien que se veía, y la acompañó al auto. Todo el episodio fue acompañado por el frío silencio que se había adentrado una semana completa.
Irritación rasgaba a través de él. Ella había sido quien vertió un cuenco de helado sobre él. ¿Se había disculpado ella? No. Sólo lo trató con una neutral cordialidad que lo volvía loco. Ella se quedó fuera de su camino, se mantuvo en su dormitorio, y permaneció en silencio durante la cena.
Nick no quería saber por qué su distancia le hacía querer agarrarla y obligarla a mostrar alguna emoción. No quiso analizar la soledad comiéndose su interior, o por qué extrañaba sus partidas de ajedrez o de sus peleas o simplemente pasar el tiempo con ella en la noche. Echaba de menos las llamadas molestas en el trabajo con respecto a Otto o rogándole que adoptara un perro de su refugio.
En cambio, tenía lo que él había querido, en primer lugar.
Una esposa sólo de nombre. Un socio de negocios que se mantenía para sí misma y dirigía su propia vida.
Lo odiaba.
El recuerdo de su último beso pasó por delante de su visión. Pero sus palabras le dejaban perplejo. ¿No se daba cuenta de lo mucho que sentía nostalgia por ella?
Él había pensado que la noche que llegó la policía había demostrado su interés. En su lugar, le había lanzado a Gabriella como prueba de que nunca podría desearla de la misma manera. Dios lo ayudara, él nunca había querido a Gabriella de la manera que él quería a su esposa. Nunca soñaba acerca de Gabriella y ardía en deseos de tocarla o reír con ella.
Nunca quería pelear o jugar juegos tontos o tienen una vida con Gabriella.
¿Qué le estaba pasando?
Nick tomó su copa y se movió por la habitación.
Quizás era el momento para averiguarlo.
______________________
JEJEJE este capitulo esta un poco fome, pero el que viene OH SI, OH SI!!! pasa de todo, lo habria puesto todo de una pero habria quedado muuuuy largo, asi lo que subire más tarde!!!! Comenten!! :3 Este nick que revuelve mis hormonas como una licuadora (? lol
—Tuve un día malo.
—¿Quieres hablar de ello?
—No. Y no comeré ningún espagueti.
—Está bien.
—Está bien.
Él la dejó en silencio mientras ella se tomaba otro trago y comenzó a calmarse. Ella se sentó en la acogedora cocina rodeada por los sonidos de la cocina tradicional y un silencio celestial. Él llevaba un delantal esta noche sobre sus descoloridos vaqueros y camiseta. En lugar de suavizar su masculinidad, el faldón negro liso destacaba sus magras caderas, su pecho amplio y un magnífico trasero. Su gracia y simplicidad en un entorno tan doméstico hicieron que su respiración se complicara un poco. Él puso la mesa, distribuyó su comida, y su ensalada y comenzó a comer. Su curiosidad acerca de su día despertó.
—¿Cómo va el contrato del puerto?
Él expertamente hizo rodar sus espaguetis sobre su tenedor y los metió hábilmente dentro de su boca.
—Me tomé un trago con Hyoshi y me dio su voto.
Un profundo sentimiento de placer cortando a través de su aturdimiento.
—Nick, eso es maravilloso. Eso deja sólo a Michael.
Él frunció el ceño.
—Sí. Conte puede causar problemas.
—Tú puedes hablar con él, el sábado por la noche.
Su ceño se hizo más profundo.
—Preferiría no ir a la fiesta.
—Oh. Está bien, iré sola.
—Olvídalo, iré.
—Nos divertiremos. Esto te dará otra oportunidad para lanzarte en un ambiente relajado. —Ella dejó su ensalada delante de ella y miró hambrienta el plato de espaguetis. Tal vez ella podría llevarse furtivamente un bocado. Después de todo, tenía que probar la salsa.
—Si Conte desestima el trato, todo este asunto estará terminado.
—Él no lo hará.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque eres el mejor.
Ella se concentró en su pasta. Cuando finalmente alzó la vista, vio una expresión extraña cruzando su rostro. Parecía inquieto.
—¿Cómo lo sabes?
______ sonrió.
—He visto tu trabajo. Solía mirarte cuando éramos jóvenes y tú construías cosas en el garaje. Siempre pensé que serías un carpintero, pero cuando vi el restaurante Monte Vesubio, supe que encontraste tu verdadera vocación. El lugar entero me atrajo, Nick. Desde el agua fluyendo a las flores y el bambú y la semejanza con una vieja cabaña japonesa en las montañas. Eres un arquitecto brillante.
Lucía positivamente asombrado hacia su comentario. ¿Él no sabía que ella siempre había admirado su talento, incluso cuando ellos se habían ridiculizado despiadadamente el uno al otro? ¿Incluso después de largos años de separación?
—¿Por qué pareces tan sorprendido?
Él pareció sacudirse del encantamiento.
—No lo sé. Nunca tuve a una mujer interesada en mi carrera. En realidad nadie lo entiende.
—Entonces ellos son estúpidos. ¿Puedo terminar esta última porción o quieres más?
Sus labios ligeramente apretados mientras él le entregó el tazón.
—Adelante. —Ella luchó con un gemido a medida que la salsa de tomate picante bailaba sobre su lengua.
—¿______, qué está pasando con la ampliación de tu librería?
Un espagueti se atoró en su garganta y ella se ahogó. Él voló encima de la silla y comenzó a golpear su espalda, pero ella lo sacudió y tragó unos sorbos de agua. El poema de horror destelló burlándose delante de su visión. ¡Oh, la telaraña enredada que tejemos, cuando primero comenzamos la práctica para engañar…
—¿Estás bien?
—Bien. Solamente bajó por el conducto equivocado. —Ella cambió de tema—. Tenemos que ir con mis padres para Acción de Gracias.
—No, odio las vacaciones. Tú no contestaste mi pregunta. Conseguiste el dinero, tengo la impresión que necesitas comenzar inmediatamente la cafetería. Tengo algunas ideas que me gustaría revisar contigo.
Su corazón latiendo tan rápido que la sangre rugía en su cabeza. Esto era malo. Muy, muy malo.
—Umm, Nick, no espero que me ayudes con la cafetería. Tienes suficiente en tu plato con el proyecto del muelle y el consejo persiguiendo cada uno de tus pasos. Además, en cierto modo ya contraté a alguien.
—¿A quién?
Mierda.
Agitó la mano en el aire en un gesto desdeñoso.
—Olvidé su nombre. Un cliente lo recomendó. Él está, em, elaborando los planos y vamos a comenzar pronto. Tal vez espere hasta la primavera.
Él frunció el ceño.
—No hay razón para esperar. No confío en este hombre ya. Dame su número y voy a hablar con él.
—No.
—¿Por qué no?
—Porque no quiero que te involucres. —Las palabras parecieron darle un puñetazo como un sorpresivo gancho. Hizo una mueca, y luego se recuperó rápidamente. La miseria de sus mentiras enconando, pero se recordó atenerse sólo a los negocios, a pesar de que sabía que de alguna manera extraña que lo lastimaba.
Su rostro reflejaba desinterés.
—Está bien. Si eso es lo que prefieres.
Su voz se suavizó.
—Me gustaría seguir manteniendo nuestra relación a sólo negocios. Involucrarte en mi proyecto del café no es una buena idea. ¿No te parece?
—Seguro. Lo que tú quieras.
El silencio golpeaba a su alrededor y bordeando en la incomodidad. Se aclaró la garganta.
—Volviendo a Acción de Gracias. Tienes que ir, no hay elección.
—Diles que tengo que trabajar.
—Irás. Es importante para mi familia. Sospecharan que algo pasa, si no atendemos.
—No me gusta Acción de Gracias.
—Te escuché la primera vez, pero todavía no me importa.
—Vacaciones en familia no estaban en el contrato.
—A veces no podemos seguir el contrato al pie de la letra.
Su cabeza se elevó de su plato como si de pronto ella tuviera toda su atención.
—Probablemente tienes razón. Tenemos que permitir cierta flexibilidad y tal vez algunos errores en el camino.
Ella asintió y tomó el último bocado.
—Exactamente. Así que, ¿vendrás?
—Claro.
Su cambio total la hizo detenerse, pero ella lo ignoró. Su cuenco vacío se burlaba de ella. Maldita sea, ¿qué había hecho?
—Es curioso que mencionaras el contrato —dijo—. Un pequeño problema surgió, pero está resuelto ahora.
Tal vez haría algo de trabajo extra en la cinta de correr. Y levantar algunas pesas. Tal vez incluso volver a clase de yoga.
—No iba a decir nada, pero quería ser honesto. Es probable que ni siquiera te importe.
Llamaría a Maggie mañana e iría a kickboxing. La clase quemaba más calorías y era bueno para su defensa propia.
—Gabriella me besó.
Su cabeza se disparó.
—¿Qué dijiste?
Él se encogió de hombros.
—Ella llamó y quería que nos reuniéramos. Ella dijo que se iba a vivir a California. No lo inicié, así que supongo que era su idea de un beso de despedida. Fin de la historia.
Sus ojos se estrecharon. Su actitud aparentemente casual ocultaba una verdad más profunda. También sabía que la manera de conseguirlo era jugar todo el asunto tranquilo.
—Un beso de despedida, ¿eh? Bueno, eso no suena demasiado amenazante. —Ella lo vio casi desplomarse en la silla con alivio. Fingió estar comprometida con los restos de las hojas de su ensalada para quitar la presión—. ¿Mejilla o labios?
—Labios. Rápido, sin embargo.
—Está bien. Así que no hubo lengua, ¿verdad?
La silla crujió con su retorcimiento definitiva. El hijo de puta estaba atrapado.
—En realidad no.
—¿Seguro?
—Tal vez un poco. Sucedió tan rápido que no me acuerdo.
Incluso cuando eran niños, él era pésimo mintiendo. Se metía en problemas todo el tiempo y Maggie escapaba del castigo, porque era muy buena. La nariz de Nick prácticamente crecía y casi gritaba la verdad al mundo.
—Está bien. Lo principal es que me dijiste la verdad. ¿Dónde sucedió esto?
—Cerca del río.
—¿Después de tu reunión?
—Sí.
—Te llamó a tu teléfono celular.
—Le dije que no viniera, pero dijo que era importante, así que la esperé. Le dije que no quería nada más que ver con ella.
—Entonces ella te besó y la apartaste.
—Correcto.
—¿Dónde estaban sus manos?
Confusión cubría sus rasgos. Parecía pensar en ello como si temiera que fuera una pregunta con trampa.
—¿Qué quieres decir?
—Sus manos. Alrededor de tu cuello, tu cintura, ¿dónde?
—Alrededor de mi cuello.
—¿Dónde estaban tus manos?
—¿Antes o después de que la rechazara?
Bingo.
—Antes.
—Alrededor de su cintura.
—Está bien. Entonces, ¿suena como si hubiera pasado un rato antes de que finalmente la rechazaras, y lengua estuvo involucrada, y su cuerpo pegado al tuyo durante cuánto tiempo?
Miró su copa de whisky vacía con lujuria, pero respondió la pregunta.
—No mucho.
—¿En un minuto? ¿Un segundo?
—Un par de minutos. Entonces la aparté.
—Sí, ya dijiste eso.
Ella se levantó de la mesa y comenzó a levantar los platos. Vaciló como si no supiera qué hacer, pero se quedó sentada. Un silencio incómodo descendió. ______ terminó la tarea sin hablar y dejó que la tensión se construyera. Casi pudo escuchar como el chasquido visible se rompió.
—No tienes razón para estar molesta.
Apiló los platos en la lavadora, ajustó el dial, luego volvió su atención hacia el refrigerador. Con movimientos metódicos, sacó el helado, sirope de chocolate, crema batida y cerezas.
—¿Por qué me molestaría? El beso fue nada, incluso si rompiste el contrato.
—Acabamos de decir que a veces el contrato no se puede seguir al pie de la letra. ¿Qué estás haciendo?
—Haciendo el postre. Entonces, ¿qué hizo Gabriella cuando la rechazaste?
Ella siguió creando el helado perfecto y dejándolo a él colgando en la incomodidad.
—Ella estaba molesta porque yo la había rechazado.
—¿Por qué la rechazaste, Nick?
Lucía claramente incómodo.
—Porque hemos hecho algunas promesas. Incluso si no estamos durmiendo juntos, acordamos que no te sería infiel.
—Muy lógico. Me sorprende que fueras capaz de pensar tan claramente después de tal beso. Conmigo, lo entiendo. Pero Gabriella parece inspirar una respuesta más apasionada.
Su boca se abrió. Ella agitaba la crema batida y rociaba unas cerezas en la parte superior, y luego dio un paso atrás para admirar su creación.
—¿Crees que reacciono con más pasión con Gabriella?
Ella levantó un hombro.
—Era obvio la noche que la conocí que movieron las sábanas. Nosotros no tenemos ese problema. Las únicas veces que me has besado fue cuando estabas enojado o aburrido.
—¿Aburrido? —Él se frotó la cara con las manos y pasó sus dedos por el pelo. Una risa sin sentido del humor salió de sus labios—. No creo esto. No tienes idea de cómo me sentía cuando Gabriella me besó.
Una astilla de hielo perforado a través de su corazón, tan preciso como un bisturí de cirujano. Esta vez no hubo sangrado, sólo una aceptación insensible que el hombre con quien se había casado desearía siempre a una supermodelo, y no ella. Él siempre estaría lo suficientemente débil como para tomar un último gusto antes de que su maldita ética tomara lugar. Él era legalmente fiel, pero mentalmente un infiel.
Era una idea de último momento y él nunca la había deseado completamente como a su ex. Al menos, no físicamente.
La ira se apoderó, feroz y satisfactoria, mientras miraba a su helado de chocolate perfecto. Nicholas Jonas adoraba la lógica y la razón y había pensado cuidadosamente a través de su respuesta. Él utilizó la honestidad, porque él era un hombre justo. Lo que la enfurecía era su incapacidad de verla como una mujer que tenía todo el derecho de estar molesta cuando se había enterado que su esposo había besado a su ex amante. Él espera que ella estuviera calmada, civil, cortésmente perdonara su indiscreción, y seguir adelante.
Que se joda.
Con un suave movimiento, levantó el pesado, goteante recipiente, y lo tiró en la parte superior de su cabeza.
Él dejó escapar un grito y se levantó de un salto, derribando la silla, su rostro registrando incredulidad pura mientras el helado de chocolate y jarabe y crema caían sobre su cabeza, deslizándose por sus mejillas, y un túnel hacia sus oídos.
—¿Qué demonios? —Su rugido estaba llenó de confusión e irritación y una emoción sincera que la hizo sentirse mejor de inmediato.
Con satisfacción, se limpió las manos pegajosas en el paño de cocina y dio un paso atrás. Incluso logró una sonrisa agradable.
—Siendo el de mente clara, el hombre razonable que se supone debes ser, esperaba que empujaras a Gabriella lejos y cumplieras con el contrato. En su lugar, te besaste con ella en público, en el río, con tu lengua en su boca y tus manos sobre su cuerpo. Esta es mi respuesta de mente clara, razonable a tu traición, hijo de puta. Disfruta tu postre.
Ella giró sobre sus talones y caminó por las escaleras.
***
Una semana después, Nick vio a su esposa trabajar la habitación y admitió que había cometido un error.
A lo grande.
Si él fuera menos hombre, desearía ser llevado de vuelta en el tiempo y volver a representar la escena con Gabriella y el beso. Él la rechazaría, con orgullo decirle a su esposa de sus acciones, y disfrutar de un resultado diferente. Ya que despreciaba tales deseos de corazón débil, sólo quedaba un recurso.
Sufrir.
______ caminó entre los invitados como un pavo real resplandeciente, vestida de un atrevido escarlata en lugar del negro sofisticado que la muchedumbre de la élite favorecía. Su pelo recogido con rizos sueltos que caían libremente alrededor de su cuello y hombros. Aunque el clima se dirigía hacia el invierno y azotaba el valle con un viento helado, ella menospreciaba a la Madre Naturaleza al ponerse un material sedoso y resbaladizo, con un escote y tirantes para sostener todo el asunto. Por lo menos la longitud de su falda caía al suelo y se escondía sus piernas. Pero mientras caminaba, un destello de plata brilló alrededor de su tobillo, y revelando altos tacones de tiras rojas que no haría bien en las aceras heladas.
Ella prácticamente lo desafió a decir algo cuando apareció al pie de las escaleras, pero esta vez mantuvo la boca cerrada, comentó cortésmente lo bien que se veía, y la acompañó al auto. Todo el episodio fue acompañado por el frío silencio que se había adentrado una semana completa.
Irritación rasgaba a través de él. Ella había sido quien vertió un cuenco de helado sobre él. ¿Se había disculpado ella? No. Sólo lo trató con una neutral cordialidad que lo volvía loco. Ella se quedó fuera de su camino, se mantuvo en su dormitorio, y permaneció en silencio durante la cena.
Nick no quería saber por qué su distancia le hacía querer agarrarla y obligarla a mostrar alguna emoción. No quiso analizar la soledad comiéndose su interior, o por qué extrañaba sus partidas de ajedrez o de sus peleas o simplemente pasar el tiempo con ella en la noche. Echaba de menos las llamadas molestas en el trabajo con respecto a Otto o rogándole que adoptara un perro de su refugio.
En cambio, tenía lo que él había querido, en primer lugar.
Una esposa sólo de nombre. Un socio de negocios que se mantenía para sí misma y dirigía su propia vida.
Lo odiaba.
El recuerdo de su último beso pasó por delante de su visión. Pero sus palabras le dejaban perplejo. ¿No se daba cuenta de lo mucho que sentía nostalgia por ella?
Él había pensado que la noche que llegó la policía había demostrado su interés. En su lugar, le había lanzado a Gabriella como prueba de que nunca podría desearla de la misma manera. Dios lo ayudara, él nunca había querido a Gabriella de la manera que él quería a su esposa. Nunca soñaba acerca de Gabriella y ardía en deseos de tocarla o reír con ella.
Nunca quería pelear o jugar juegos tontos o tienen una vida con Gabriella.
¿Qué le estaba pasando?
Nick tomó su copa y se movió por la habitación.
Quizás era el momento para averiguarlo.
______________________
JEJEJE este capitulo esta un poco fome, pero el que viene OH SI, OH SI!!! pasa de todo, lo habria puesto todo de una pero habria quedado muuuuy largo, asi lo que subire más tarde!!!! Comenten!! :3 Este nick que revuelve mis hormonas como una licuadora (? lol
VaaalM
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
Jajajajajajajajajajjajajajajajajaaaa!!!!!! Esos día acabaran amándose...... Jajajjaajajajaj
chelis
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
ahhh jajaja la rayiz le esta haciendo la ley de hielo!!!
Y Nick ya no lo soporta!!! muajaja
Siguela!!!
Y Nick ya no lo soporta!!! muajaja
Siguela!!!
aranzhitha
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
asjdhaskdhaksdhaksld aunque odio que haya besado a Gabriela es muy lindo de su parte que le haya dicho a rayitaaaa! Y una cosa, rayita se va a terminar convirtiendo en lechuga si solo come ensaladas jajajjaa (? bueno seguilaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa :) :ñomñom:
VeroJonas
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
Capitulo 8 [Tercera Parte]
***
—Alerta de esposo.
______ levantó la vista y vio a Nick atravesando la multitud. Lo ignoró y centró su atención en Michael y la diversión que brillaba en sus ojos. Movió su dedo hacia su nuevo amigo.
—Compórtate.
—¿No lo hago todo el tiempo, cara ?
—Esta es la segunda vez esta noche que me alejas de mi marido.
Sus tacones resonaban en el piso de madera pulida mientras él la conducía al estudio de atrás. Su casa estaba decorada en ricos tonos tierra y borgoña, con toques de espejos dorados, tapices y esculturas de mármol que rompían el flujo de la pulida elegancia que impregnaba las habitaciones. Una ópera se reproducía en el hilo musical en todos los pisos. Michael había decorado con una sensualidad subyacente que ______ apreciaba.
—Entonces estoy haciendo bien mi trabajo, signora. Puedo decir que él te entristece esta noche.
Ella hizo una pausa y lo miró. Por primera vez, permitió que la cruda emoción de la confesión de Nick se escapara. Había sido difícil fingir que no importaba la semana pasada.
—Tuvimos una pelea.
—¿Quieres contarme al respecto?
—Los hombres apestan.
Él asintió con la cabeza vigorosamente.
—A veces, sí. Otras veces, cuando ponemos nuestro corazón en las manos, somos maravillosos. Pero sobre todo tenemos miedo de abrirnos completamente ante otros.
—Algunos hombres no lo hacen.
—Sí. Algunos nunca lo hacen. Tienes que seguir intentándolo.
Ella le sonrió.
—Te voy a dar el número de mi amiga Maggie. Prométeme que la vas a llamar.
Dio un largo suspiro.
—Si esto te hará feliz, la llamaré y la invitaré a cenar.
—Grazie. No puedo deshacerme de este extraño instinto que tengo acerca de ustedes dos.
—Ah, eres un Cupido de corazón, cara.
Mientras avanzaba la noche, bebió más champán y habló con más audacia y bailó con más compañeros, siempre cuidadosa de caminar por la delgada línea que separa la buena conducta y pasar un buen rato. Pronto, Nick renunció a tratar de comprometerla en una conversación en privado. Se quedó parado en el bar, bebiendo whisky y mirando. Su mirada la quemaba desde el otro lado de la habitación, incluso cuando se escondía detrás de las barreras de gente. Como si él la reclamara, sin una palabra o una caricia. La idea la hizo temblar de pura anticipación. Entonces se dio cuenta de que en realidad estaba fantaseando con Nick haciendo una escena y arrastrándola fuera para seducirla. Como en una de sus novelas románticas.
Claro. El propio Sr. lógico. Tan poderoso como leer ciencia ficción y esperar a que los aliens se apoderen del mundo. Eso era mucho más probable.
***
Ya había tenido suficiente.
Nick estaba enfermo y cansado de verla desfilar con varios hombres. Claro, ella sólo bailaba con ellos. Pero rara vez se había separado de Conte, cayendo en una casi fácil burla y un nivel de comodidad que le molestaba.
Se suponía que su matrimonio luciría sólido ante los otros. ¿Qué pasaría si volaban chismes sobre el conde italiano y ______? El contrato de la línea costera sería aún más pegajoso, porque tal como negoció, fantaseaba con romperle la cara de niño bonito al Sr. Smooth.
Oh, sí, estaba siendo lógico, todo bien.
Cuando Nick terminó su última copa y colocó el vaso en la barra, notó que el fuego del alcohol calentaba su sangre con una nueva resolución y arrancaba lejos las barreras a la verdad.
Quería hacer el amor con su esposa.
Él la deseaba de verdad, sólo por un rato.
Y malditas fueran las consecuencias.
Cortó al hombre racional que le gritaba que retrocediera, que esperara hasta mañana y terminaran los próximos meses en una educada convivencia.
Cruzó la habitación y golpeó su hombro.
Ella se dio la vuelta. Nick deliberadamente le apretó la mano. La sorpresa cruzó su rostro y luego se suavizó.
—¿Estás listo? —preguntó cortésmente.
—Sí. Creo que estoy listo para un montón de cosas.
Se mordió el labio inferior, probablemente preguntándose si estaba borracho. Él tomó el asunto bajo su control para separar a Michael de ella tan pronto como fuera posible.
—Michael, me pregunto si serías tan amable de llamarnos un taxi. No quiero correr el riesgo de conducir. Mañana mandaré a alguien a recoger el coche.
El Conde asintió con gracia.
—Por supuesto. Vuelvo en un momento.
Nick mantuvo su mano bloqueando la de ______ y la llevó hacia el guardarropa, decidido a no dejarla salir de su vista. En pocas horas, ella estaría en el único lugar donde no podía meterse en ningún problema. Y no por encima de ningún arco iris.
En su cama.
Ella parecía no notar que algo había cambiado entre ellos. Nick la observó mientras se colocó su abrigo y les dijo adiós a sus nuevos amigos.
Se sorprendió de que ella no sospechara que esta noche era oficialmente su noche de bodas. El conocimiento secreto lo volvió aún más impaciente por salir de la casa de Conte, donde finalmente la había seducido. Había sido una locura esperar tanto tiempo. Debía haber sabido que el sexo era la manera más rápida de asegurar el establecimiento de una relación.
El taxi llegó y se apresuraron a casa. Ella permaneció en silencio a su lado, mirando por la ventana e ignorándolo.
Él pagó al conductor y la siguió en su interior. Ella colgó su abrigo ordenadamente en el armario y se dirigió hacia las escaleras.
—Buenas noches.
Él sabía que la rabia era la forma más rápida de obtener su atención.
—¿______?
—¿Sí?
—¿Te has acostado con él?
Su cabeza dio media vuelta, recordándole a la niña de El Exorcista. Su boca se abrió y un grito de asombro se elevó a sus labios. La feroz satisfacción desgarró a través de él ante su respuesta y la conexión entre ellos se volvió a encender y se prendió en fuego.
—¿Qué dijiste?
Se quitó la chaqueta y la tiró sobre la parte de atrás del sofá. Se puso de pie delante de ella, con las manos en las caderas y reunió todo su poder para volverla loca como el infierno. Porque sabía que a través de su furia encontraría la honestidad, la mujer apasionada que se escondía tras el ridículo pensamiento de que él no la quería.
—Me escuchaste la primera vez. Me preguntaba si habían tenido tiempo de llegar a la habitación o si Conte simplemente te había tomado contra la pared antes del postre
Ella se arrancó el aliento y cerró sus dedos en puños apretados.
—No me enredé con otros hombres ni los besé en público porque tengo más respeto por nuestro matrimonio que tú. Igual que Michael.
Su defensa inmediata de Conte hizo que una bola de rabia se torciera en la boca de su estómago como un montón de serpientes venenosas.
—Lo dejaste marcarte en frente de mis socios.
—¡Estás loco! Él fue un perfecto caballero. ¡En cambio tú estuviste todo encima de Gabriella en un estacionamiento público!
—Eso fue diferente. La aparté.
—Claro, después de pegar tu lengua a su boca. Ya terminé aquí.
Sus ojos se estrecharon en ranuras.
—Todavía no.
Ella parpadeó y dio un paso atrás. Luego miró directo a sus ojos y lanzó el latigazo final.
—Yo voy a la cama. Tú, podrás controlar con quién no duermo, pero no tienes ningún poder sobres mis fantasías.
Su tono glacial contradijo las palabras burlonas pulsando en el aire entre ellos.
Él se rompió.
Nick se acercó a ella con una lentitud constante que la hizo retroceder con cada paso qué él daba hacia adelante. Su espalda se estrelló contra la pared cuando la alcanzó. Poco a poco, extendió las palmas de las manos contra la pared a ambos lados de su cabeza. Su cuerpo enjaulando al de ella. Su amplia postura la atrapaba entre sus piernas.
Se agachó y dirigió sus palabras directo hacia sus labios.
—Si tanto quieres tener sexo, lo único que tienes que hacer es pedirlo.
Todo su cuerpo se puso rígido.
—No estoy interesada en ti. —Su pulso golpeteaba salvajemente en su cuello contradiciendo sus palabras.
—Inténtelo de nuevo.
—Ve a jugar tus juegos mentales con Gabriella.
—Tú me deseas. ¿Por qué no lo admites, finalmente?
La furia salió de ella ondeando.
—Yo no te deseo. Sólo quiero tu dinero.
Él se percató de que su estratagema había funcionado antes, pero esta noche no le importaba.
Cerró la distancia una pulgada más. Los pechos de ella presionaban contra el suyo y sus pezones eran pequeños puntos rígidos apuñalando a través del material escarlata, pidiendo a gritos ser liberados. Su respiración era entrecortada y desigual, su perfume inundaba sus sentidos. Su puso duro y sus ojos se abrieron mientras toda su longitud palpitaba contra su pierna en demanda.
—Llama tu farol, nena.
Shock puro se registró en la cara de ella mientras él removía una de sus manos de la pared para desabotonarse casualmente su camisa, deslizar su corbata y luego tomar su barbilla con un agarre firme.
—Pruébalo.
Él estampó su boca contra la de ella, sin darle oportunidad para pensar o para arrepentirse, o rechazarlo. Invadió su boca, hundiendo su lengua dentro de la cueva negra y sedosa, cerrando los labios alrededor de su húmeda carne, chupando con fuerza.
Ella se agarró de sus hombros y dio un pequeño pero profundo gemido desde su garganta.
Luego, ella explotó.
______ levantó la mano y enredó los dedos en su pelo, sosteniendo su cabeza mientras le devolvía el beso y encontraba demanda con demanda. Sus caderas se levantaron para empujar contra él y su sabor y olor a invadían como una droga.
Su piel quemaba mientras todo ese deseo reprimido que había enterrado profundamente estallaba fuera de su cuerpo inundándola. Ella estaba hambrienta de su sabor, de sus manos quitándole la ropa y tomándola allí contra la pared, lo que quedó revelado ante su salvaje respuesta tan opuesta a su rígido control.
Control.
Una alarma sonó en la cabeza de ella y atravesó la bruma de la niebla sexual. Él había estado bebiendo. Si los interrumpían, podía dar un paso calmado retirándose con una explicación razonable de por qué el sexo no sería una buena idea.
El conocimiento debió hacerlo dos veces antes de patinar por los bordes de la mente de ella, hasta que arrastrara su boca lejos de la suya y halara los cabellos de su nuca.
Su cabeza se disparó. Él parpadeó como si acabara de despertar de un largo sueño y ella captó la pregunta colgando en sus ojos. ______ se obligó a decir lo único que no quería decir.
—No creo que esto sea una buena idea.
Contuvo el aliento y esperó a que él diera un paso atrás, esperó a que la niebla lo borrara de su mente, esperó a que estuviera de acuerdo. Ella cayó en shock por segunda vez esta noche cuando él le sonrió… una peligrosa sonrisa masculina que le prometía placeres no dichos y sexo bruto, hambriento.
—No me importa.
Fácilmente la lanzó sobre su hombro como si fuera una muñeca de porcelana en lugar de una amazona. Con una gracia fácil, subió las escaleras y se dirigió hacia su habitación. Sus pechos rebotaban contra su espalda y su vientre estaba aplastado contra el duro hueso de su hombro, pero no pudo encontrar palabras para informarle que este era un comportamiento cavernícola y que ya no era aceptado.
Dado que ______ amaba cada momento.
Él la tiró en la cama y terminó su striptease. Desabotonó su camisa y la tiró al suelo. Deslizó el cinturón y se bajó la cremallera. Se quitó los pantalones en un movimiento rápido. Todo esto lo hizo mientras ella se extendía en el centro de la cama y lo miraba como si fuera su propio bailarín Chippendale privado.
Nop, era aún mejor.
Todo fibra y músculo. Caderas recortadas, muslos duros y una erección que se erguía orgullosamente entre sus piernas, escondida tras un par de calzoncillos negros. Sus dedos se cerraron contra las palmas de ella mientras su fantasía se sumaba en la cama y se instalaba en su contra.
—Tu turno. —Su voz raspaba como papel de lija sobre sus orejas, una cara rugosa y otra lisa. Metió la mano detrás de ella y deslizó la cremallera. Sus músculos temblaban mientras sus manos se posaban sobre los tirantes de su vestido y se detenían. La respiración de ella se detuvo por el espacio de un latido del corazón y el peso de sus manos presionó contra la parte superior de sus pechos. El corazón le latía tan fuerte que sabía que él podía oírlo. La anticipación daba vueltas entre ellos hasta que ella luchó con un grito y él enganchó su dedo índice en el tirante y lo bajó.
¡Oh, Dios!
El aire frío se precipitó sobre su piel, pero su mirada quemaba mientras bebía la carne revelada. Sus pezones se endurecieron en puntos mientras la seda los capturaba brevemente y luego continuaba su camino. Él maniobró con cuidado sacando los brazos de los agujeros y luego movió la tela aún más abajo, exponiendo su vientre y sus caderas. Se detuvo y estudió cada centímetro de su desnudez con una silenciosa intensidad que la puso nerviosa, hasta que quiso decir algo, pero las palabras murieron en su garganta.
Sus manos se posaron en sus caderas. Él agarró el delicado tejido por ambos lados y comenzó a bajarlo por sus muslos, pantorrillas, luego arrancó sus sandalias y arrojó el vestido al suelo.
Sus alientos crecieron y cayeron juntos en un ritmo irregular, entrecortado. Calor líquido pulsaba y golpeaba entre sus muslos, enmascarado por el trozo de tela roja de la ropa interior que se había puesto con nadie en mente, salvo ella misma. Pero ahora Nick centraba su atención en esa dirección, sin decir nada, estudiando la cúspide de sus muslos, su pulgar ligeramente cepillando la línea de sus bragas mientras ella contenía el aliento y esperaba. Como si tuviera todo el tiempo del mundo, comenzó a tocar la banda elástica, como poniendo a prueba su fuerza. Toda la atención de ______ se redujo a esos cinco dedos y la lenta tortura que otorgaban. Él exploró la raya entre sus muslos y luego trazó una línea invisible en el centro de su cuerpo. Miró cada reacción en silencio, como si ella fuera su esclava de amor y él un rey acostumbrado a la obediencia.
Ella explotó con pura frustración.
—¡Maldita sea!, ¿vas a sentarte allí a mirarme toda la noche o vas a hacer algo?
Él dio una risa ahogada. Ese carnoso labio inferior tembló. Enganchó una pierna alrededor de la suya y se movió sobre ella en un rápido movimiento. Cadera a cadera, muslo a muslo.
Cada músculo presionaba contra el suyo. Cada centímetro de su deliciosa excitación se acunaba entre sus piernas. Trabajó en los pasadores del pelo y peinó cada mechón para que las ondas se desplomaran sobre sus hombros. Luego ladeó su boca y la mordió en el lóbulo de la oreja, tocando con la punta de su lengua la delicada concha de la oreja y luego dejó escapar un chorro caliente de aliento.
Ella dio un salto.
Él se echó a reír y le susurró contra su sien.
—Tengo la intención de hacer algo. He tenido pensamientos acerca de mirarte por tanto tiempo que me di cuenta de que lo disfrutaba. Pero parece que también tienes temperamento en la cama, así que voy a seguir adelante.
—Nick…
—Ahora no, ______. Estoy ocupado.
Él le tapó la boca con la suya y hundió su lengua profundamente. Ella se arqueó como si el rayo de energía eléctrica la desgarrara. Sus dedos se aferraron a él mientras aguantaba y le devolvía el beso, ahogándose en el sabor del whisky y el calor masculino. Él le separó las piernas y la torturó con la promesa de sus manos y su pene, hasta que se volvió loca con necesidad, hasta que no hubo más orgullo o lógica, sólo el dolor de tenerlo dentro de ella. Su boca se movió hacia sus senos, chupando los pezones y mordiéndola. Sus dedos le acariciaron el vientre y las caderas y se engancharon bajo el cordón para jugar, un largo dedo índice moviéndose por debajo para poner a prueba su calor, empapado con su humedad mientras ella pedía a gritos más, siempre más.
Él le bajó las bragas y sumergió un dedo en lo más profundo, luego agregó otro, frotando delicadamente sobre la dura protuberancia escondida entre sus rizos, dándole solamente una probada hasta...
Ella gritó y sus caderas se resistieron mientas el clímax la tomaba con fuerza. Su cuerpo se estremeció de placer mientras él se quitaba sus calzoncillos y se cubría con un condón. Se deslizó de nuevo sobre su sedosa longitud, los diez dedos entrelazados con los de ella y apretó sus manos juntas profundamente en las almohadas.
______ parpadeó, aturdida por el abismo de sus ojos, un profundo y oscuro color marrón que contenía una serie de secretos y un brillo de ternura que nunca había visto antes.
Él se apretó contra ella, buscando la entrada. Un cálido líquido se apresuró a salir facilitando su bienvenida mientras ella levantaba sus caderas para tomarlo. Apretó una pulgada y luego otra. Su cuerpo se tensó alrededor de él y le entró el pánico, a sabiendas de que finalmente le pertenecía, sabiendo que nunca la querría de la manera en que ella necesitaba.
Hizo una pausa, casi como si intuyera sus emociones.
—¿Demasiado rápido? Háblame.
Ella se estremeció con la pura necesidad, mientras lo sintió retroceder una pulgada.
—No, yo sólo, necesito…
—Dime.
Una fina capa de lágrimas rodó otra vez, sus emociones rodaron crudas y fáciles de leer para él.
—Yo necesito que me quieras. Sólo a mí. No es…
—Oh, Jesús. —Cerró los ojos. ______ observó pura agonía en su rostro. Se detuvo en su entrada y se inclinó para besarla.
Él acopló con ternura su lengua con la de ella, acariciándola, trazando la hinchada carne de sus labios en un acto mesura y humildad. Y cuando él abrió los ojos y la miró, ella contuvo el aliento mientras él finalmente la dejó entrar, la dejó ver todo y le dio lo que necesitaba.
La verdad.
—Siempre has sido tú. No quiero a nadie más, no sueño con nadie más. Sólo contigo.
Ella gritó mientras él se enterraba hasta la empuñadura en su interior. Su cuerpo abierto y aceptando su hinchada longitud, abrazándolo y exigiéndole más profundidad. Sus dedos se apoderaron de ella y apretaron con más fuerza en la almohada mientras comenzaba a moverse, lentamente al principio, uniéndose a ella en un ritmo. Ella despertó de nuevo con él y el camino en espiral girando tensó sus músculos, detuvo su respiración y se burló de ella con cada centímetro mientras se acercaba a su liberación.
Fue una brusca combinación de necesidad, ruda y primitiva, que se reveló en la honestidad de su contacto sexual como un dulce calor deslizándose desde la frente de él, mientras las uñas de ella se clavaron profundamente en su espalda hasta que explotó. El placer rompió otra vez en olas y pudo escucharlo gritar mientras se unía a ella, convirtiéndose en uno en ese momento.
Él se dejó caer y rodó para dejarla extender sobre él, con su mejilla apoyada en su musculoso pecho, su cabello desparramándose sobre su cara, sus brazos alrededor de su cintura. Ningún pensamiento le reclamaba en ese momento, atesorando la profunda paz mientras se dejaba ir, segura en su abrazo. Se deslizó hacia el sueño mientras él la abrazaba con fuerza.
***
Nick salió de la cama, con cuidado para no despertar a su esposa, y desnudo buscó en la habitación algo de ropa. Se puso una camiseta de los Yankees, recordó su acuerdo y la cambió por una camiseta negra y unos pantalones de chándal. Sus labios se curvaron mientras recordaba la alegría de ella cuando los Yankees perdieron en los playoffs. Bajó las escaleras y preparó café, haciendo una pausa para mirar el sol luchando por salir de entre las montañas a la luz del amanecer.
A su juicio, este matrimonio estaba oficialmente consumado.
Nick pasó la mano por la parte posterior de su cuello y trató de pensar racionalmente. Seguro que no había pensado la noche anterior. No es que tuviera algún remordimiento. La sorpresa parpadeaba a través de él ante el darse cuenta. Había deseado a ______ durante mucho tiempo y anoche había demostrado el por qué. Todo era diferente con ella. La forma en que su cuerpo se acomodaba al suyo, la forma en que su placer lo satisfizo. Le encantaba la forma en que miraba a los ojos y arrastraba las uñas en su espalda experimentando múltiples orgasmos. Le encantaba la forma en que ella gritaba su nombre. Habían llegado varias veces a través de las horas, su hambre insaciable.
Pero no fue solamente lo físico lo que hizo el encuentro tan increíble. Fueron las otras conexiones, con su mente y alma. La manera en que ella le dejó ver su vulnerabilidad, el modo en que ella lo dejó entrar cuando ninguna promesa había sido hecha, ninguna palabra hablada.
Ella lo asustaba demasiado. Bebió una taza de la humeante bebida y se tomó un momento en la cocina para juntar sus pensamientos. Ellos necesitaban hablar. Su relación había alcanzado un giro en el camino y después de las últimas horas en su compañía, no sabía si él podría retroceder. Su intención original de evitar el sexo había sido para evitar las emociones.
Esto ya no era posible. Él tenía sentimientos por ______: algún deseo, alguna amistad. Junto a otros elementos que él no era capaz de nombrar.
Al final del año, él todavía tenía la intención de alejarse. Realmente no tenían otra opción. Un matrimonio real con niños no estaba en su futuro. Pero por ahora, ellos podrían disfrutar el uno del otro en vez de luchar contra la atracción. Estaba seguro de que ______ sería capaz de manejarlo. Ella lo conocía, sabía que él no era capaz de tener un verdadero compromiso a futuro, pero se dio cuenta de que sus emociones se adentraron más profundamente que una follada ocasional.
Él se asintió a sí mismo, contento con el resultado. Sí, ellos explorarían esta intensa atracción durante los próximos meses. Era una locura que ellos no aprovecharan la oportunidad.
Satisfecho por su lógica, sirvió una taza de café para su esposa y subió las escaleras.
***
______ apretó su cara profundamente en la almohada cuando la realidad de la situación la golpeó como un tren de carga.
Ella había dormido con su marido.
No una. No dos. Sino al menos tres veces. Demasiado para llamarlo un loco error. Y también tremendamente intenso para atribuírselo a una sola noche de amor.
Mi Dios, ella nunca sería capaz de mantener sus manos fuera de él otra vez. Ella gimió y se forzó a mirar la situación con alguna neutralidad. Era difícil de hacer cuando sus muslos dolían y el olor a sexo se adhería a las sábanas. Ella todavía lo saboreaba en su lengua, todavía sentía la presión de sus dedos sobre su cuerpo. ¿Cómo ella podía esperar seguir adelante y pretender que la noche anterior no le importaba?
Ella no podría. Por lo tanto, necesitaba un nuevo plan.
¿Por qué no mantener las cosas como estaban?
Ella suspiró profundamente y trató de analizar sus emociones con la frialdad de un cirujano haciendo el primer corte. Sí, el pacto indicaba claramente no tener sexo, pero había sido para protegerlos a ambos de meterse con otras parejas. ¿Qué si ellos solamente continuaban tal cual? ¿Ella podría manejarlo?
Ellos se querían el uno al otro. Ella creía en su deseo por ella ahora; su cuerpo claramente le había dicho lo que su mente negaba. La noche pasada había sido mucho más que sexo, más bien una mezcla extraña de amistad, respeto, necesidad.
Y…
Ella tiró violentamente una barrera en aquel atemorizante pensamiento y siguió adelante.
¿Bien, entonces qué si ella sugiriera que ellos continuaran durmiendo juntos hasta que el año termine? Ellos mantendrían su amistad y acabarían con la horrible tensión sexual, disfrutando el uno del otro durante los próximos meses. Sí, sus profundos sentimientos por él la aterrorizaban. Sí, ella podía conseguir que rompiera su corazón cuando él se alejara. Pero ella lo conocía, sabía que tan obsesionado estaba él con su pésima educación, ninguna mujer ganaría su confianza.
No tenía falsas expectativas.
______ ansiaba tomar un riesgo. Ella lo quería en su cama, quería tomar lo que podía por este corto tiempo y al menos tener los recuerdos. Estaría a salvo porque ella no tenía ilusiones.
Sus intestinos se sacudieron ante su último pensamiento pero no hizo caso de la advertencia.
Entonces la puerta se abrió.
Nick vaciló, la taza de café en la mano. Un rubor débil manchó sus mejillas ante su intensa mirada, ella por accidente deslizó una pierna desnuda bajo la barrera del cobertor y rodó a su lado.
—Hola.
—Hola —ella repitió. Un silencio incómodo golpeó alrededor de ellos en una típica mañana después del episodio. ______ hizo señas hacia el café—. ¿Para mí?
—Oh, sí. —Él se movió hacia ella y se sentó al borde de la cama. El colchón se hundió bajo su peso, le dio la taza, viendo como ella tomaba un sorbo del reconocido café tostado colombiano. Ella suspiró con placer después de saborearlo.
—¿Bueno?
—Perfecto. Odio el café suave.
Su labio inferior apretado ligeramente.
—Lo imaginé. —Él no dijo nada durante un tiempo mientras ella bebía. Él parecía esperar por una iniciativa, pero ______ imaginó que no podía preguntarle si ella durmió bien ya que ellos apenas habían cerrado sus ojos.
Su olor masculino subió a su nariz como un compañero buscando reconocimiento. Él no se había duchado. El delgado chaleco negro dejaba sus brazos y la parte superior de su pecho expuesto, sus pantalones colgando bajo la cintura, dándole una vislumbre de una piel bruñida y un vientre apretado. Un calor salvaje hormigueó entre sus muslos y ella se movió ligeramente sobre la cama. Maldición si no se convertía en una ninfómana con este hombre. Una vez más y necesitaría un bastón para entrar en su librería, pero a su cuerpo no parecía importarle.
—¿Cómo te sientes? —él preguntó.
Ella parpadeó y movió su cabeza hacia arriba. Un mechón de cabello rubio resbalaba sobre su frente, su mandíbula estaba oscurecida con una barba incipiente. Notó que él mantenía su atención en su rostro en lugar de la sábana deslizadiza que seguía cayendo y revelaba sus pechos. Habitualmente tímida, una pizca de malicia bailó a través de ella con la necesidad de probar su control. Se estiró delante de él para colocar su taza sobre la mesa de noche. La sábana se estiró, luego cedió cuando ella aflojó su agarre. El aire se precipitó sobre sus pechos desnudos y provocaron a sus pezones tensarse alcanzando el punto máximo. Ella fingió no notarlo y contestó su pregunta.
—Bien. Mis músculos un poco adoloridos, de todas formas. Necesito una ducha caliente.
—Sí, una ducha.
—¿Quieres algo para desayunar?
—¿Desayuno?
—Cocinaré algo una vez que esté vestida. No tienes que ir a la oficina hoy, ¿verdad?
—No lo creo.
—Bien. ¿Qué quieres?
—¿Querer?
—Sí. De desayuno.
Ella apoyó su cabeza en una mano y lo estudió. Él tragó con fuerza y apretó su mandíbula, como si tratara desesperadamente de prestar atención a sus palabras en lugar de su cuerpo medio desnudo.
______ contuvo una risa y subió la apuesta inicial. Su pierna serpenteando desde debajo de la sábana, ella se estiró. Flexionó y meneó sus dedos del pie en el aire. Entonces enganchó su rodilla sobre la sábana y la dobló en un ángulo.
Nick aclaró su garganta.
—No tengo hambre. Tengo que ir a trabajar.
—Dijiste que no trabajarías.
—Correcto. —Su piel prácticamente se estremeció bajo su mirada lujuriosa. La excitación bombeando a través de sus venas ante el pensamiento de él avanzando lentamente a la cama para hacer el amor con ella otra vez, pero no tenía idea de cómo hacerlo.
Ella reunió sus fuerzas y se fue a la yugular.
—¿Entonces, vamos a hablar de lo de anoche?
Él se estremeció, luego asintió. Cuando ella permaneció tranquila, él pareció forzado a responder algo.
—Anoche estuvo bien.
Ella se apoyó. La sábana realmente se cayó y se quedó puesta alrededor de su cintura. El torso desnudo, se apoyó en un codo y arrojó su cabello sobre su hombro y fuera de sus ojos. Ella ignoró el extraño sonido que él hizo y siguió la conversación.
—¿Sólo bien?
—No, no, fue genial. —Él hizo una pausa—. Realmente grandioso.
El hombre definitivamente se estaba rompiendo. Ella siguió.
—Me alegro. He estado pensando acerca de nosotros y hacia dónde vamos a partir de aquí. Podemos seguir adelante y optar por no dormir juntos otra vez. Manteniendo las cosas menos complicadas, ¿correcto?
Su cabeza se balanceaba hacia arriba y abajo mientras miraba sus pechos.
—Absolutamente.
—O podemos seguir.
—¿Continuar?
—Teniendo sexo.
—Mmmm.
—¿Qué piensas tú?
—¿Sobre qué?
______ se preguntó si su mente se había desvanecido o si toda la sangre realmente dejó la cabeza del hombre para irse a otra parte. Un vistazo rápido confirmó sus sospechas. Su plan definitivamente funcionaba. Sólo necesitaba hacerle admitir que quería seguir durmiendo con ella y estaba segura que el resto funcionaría.
—¿Nick?
—¿Sí?
—¿Vas a contestar la pregunta?
—¿Cuál era la pregunta?
—¿Seguiremos teniendo sexo hasta que el matrimonio haya terminado o volveremos a ser sólo amigos?
—¿______?
—¿Sí?
—Voto por el sexo.
En un momento ella disfrutaba de esta lenta tortura, al siguiente él la había sujetado, subiéndose encima de su cuerpo desnudo avanzando lentamente hasta encontrar su boca.
El beso era una caliente bienvenida en la mañana. Sus labios devoraron los suyos, su lengua se deslizó dentro para provocarla, divertirse y luego beber ávidamente. Él frotó su boca hacia adelante y hacia atrás, su línea de mandíbula raspando su carne sensible con su barba. Sus manos separaron la sábana de su cuerpo entonces él podría acariciarla y excitarla, construyendo el calor con movimientos rápidos, eficientes hasta que un gemido escapó de ella y separó sus muslos.
Él alcanzó la mesita de noche, entonces hizo una pausa cuando ella lo detuvo.
—Estoy tomando la píldora —murmuró ella—. Para regular mis períodos.
Era todo que él necesitaba. Nick bajó sus pantalones de chándal, presionando sus palmas en el interior de sus muslos y se levantó. Ella jadeó. Clavando sus uñas en sus hombros. Y se aferró. Él la castigó por burlarse de él, llevándola hasta el borde mismo, luego se retiró cuando ella se balanceaba al borde del orgasmo. Él bajó su cabeza y probó sus pechos, lamió sus pezones, luego comenzó el ascenso otra vez, sólo para atraerla de nuevo. Ella sacudió su cabeza hacia adelante y hacia atrás sobre la almohada, extendiendo la mano tomó sus mejillas, forzándolo a mirarla. Su barba áspera de la mañana rasguñando su piel.
—Ahora.
Él esperó con ese férreo control que ella tanto admiraba y odiaba. Una sonrisa sexy tirando en sus labios.
—Di por favor.
Ella rechinó los dientes con una maldición mientras ella se acercaba al borde otra vez. La locura arrasando a través de ella y ______ hizo un voto para nunca jugar juegos de poder con su marido nuevamente, porque su venganza era demasiado brutal. Ella arqueó sus caderas con feroz demanda.
—Por favor.
Él se hundió hacia adelante y ella subió vertiginosamente dentro de su clímax. Su cuerpo apretándose con convulsiones, se aferró a él avariciosa mientras él seguía. Todavía dentro de ella, se dejó caer sobre su cuerpo y descansó su cabeza sobre la almohada a su lado. Su respiración entrecortada llenando el aire.
Ella cerró sus ojos durante un breve momento. El olor de almizcle, sexo y café se mezcló y se elevó a su nariz. Un diminuto destello de miedo se agitó cobrando vida mientras ella yacía en sus brazos. Después de una noche, su cuerpo lo acogió como su otra mitad. ______ no era del tipo de persona de meterse en encuentros sexuales casuales. Ella era del tipo que se enamora, con fuerza, y soñaba con felices por siempre.
Pero no había ningún final de cuento de hadas con Nick Jonas. Él lo había aclarado desde el principio. Tenía que recordar sus limitaciones cada día, sobre todo después del sexo. Separar lo físico de lo emocional. Mantener su corazón guardado en una torre tan alta y tan fuerte, que incluso Rapunzel nunca habría escapado. Disfruta tus orgasmos y un poco de amistad, luego aléjate.
Seguro. No hay problema.
Su corazón le gritó MENTIROSA pero ella lo ignoró.
—Supongo que esto sella el trato —dijo ella.
Él rió entre dientes y lanzó su brazo sobre su cuerpo. Ella se acurrucó más cerca.
—Pienso que hicimos una elección lógica. Ahora tenemos algo más interesante que hacer que el ajedrez o el póker.
Ella mordió juguetonamente su hombro.
—No vamos a salir de nuestros torneos, amigo. Solamente condimentaremos un poco las cosas.
—¿Cómo?
—¿Alguna vez jugaste strip póker?
—Eres una mujer asombrosa, ______.
—Lo sé.
______________
Hasta que pasó :twisted: Disfrutenlo 1313
***
—Alerta de esposo.
______ levantó la vista y vio a Nick atravesando la multitud. Lo ignoró y centró su atención en Michael y la diversión que brillaba en sus ojos. Movió su dedo hacia su nuevo amigo.
—Compórtate.
—¿No lo hago todo el tiempo, cara ?
—Esta es la segunda vez esta noche que me alejas de mi marido.
Sus tacones resonaban en el piso de madera pulida mientras él la conducía al estudio de atrás. Su casa estaba decorada en ricos tonos tierra y borgoña, con toques de espejos dorados, tapices y esculturas de mármol que rompían el flujo de la pulida elegancia que impregnaba las habitaciones. Una ópera se reproducía en el hilo musical en todos los pisos. Michael había decorado con una sensualidad subyacente que ______ apreciaba.
—Entonces estoy haciendo bien mi trabajo, signora. Puedo decir que él te entristece esta noche.
Ella hizo una pausa y lo miró. Por primera vez, permitió que la cruda emoción de la confesión de Nick se escapara. Había sido difícil fingir que no importaba la semana pasada.
—Tuvimos una pelea.
—¿Quieres contarme al respecto?
—Los hombres apestan.
Él asintió con la cabeza vigorosamente.
—A veces, sí. Otras veces, cuando ponemos nuestro corazón en las manos, somos maravillosos. Pero sobre todo tenemos miedo de abrirnos completamente ante otros.
—Algunos hombres no lo hacen.
—Sí. Algunos nunca lo hacen. Tienes que seguir intentándolo.
Ella le sonrió.
—Te voy a dar el número de mi amiga Maggie. Prométeme que la vas a llamar.
Dio un largo suspiro.
—Si esto te hará feliz, la llamaré y la invitaré a cenar.
—Grazie. No puedo deshacerme de este extraño instinto que tengo acerca de ustedes dos.
—Ah, eres un Cupido de corazón, cara.
Mientras avanzaba la noche, bebió más champán y habló con más audacia y bailó con más compañeros, siempre cuidadosa de caminar por la delgada línea que separa la buena conducta y pasar un buen rato. Pronto, Nick renunció a tratar de comprometerla en una conversación en privado. Se quedó parado en el bar, bebiendo whisky y mirando. Su mirada la quemaba desde el otro lado de la habitación, incluso cuando se escondía detrás de las barreras de gente. Como si él la reclamara, sin una palabra o una caricia. La idea la hizo temblar de pura anticipación. Entonces se dio cuenta de que en realidad estaba fantaseando con Nick haciendo una escena y arrastrándola fuera para seducirla. Como en una de sus novelas románticas.
Claro. El propio Sr. lógico. Tan poderoso como leer ciencia ficción y esperar a que los aliens se apoderen del mundo. Eso era mucho más probable.
***
Ya había tenido suficiente.
Nick estaba enfermo y cansado de verla desfilar con varios hombres. Claro, ella sólo bailaba con ellos. Pero rara vez se había separado de Conte, cayendo en una casi fácil burla y un nivel de comodidad que le molestaba.
Se suponía que su matrimonio luciría sólido ante los otros. ¿Qué pasaría si volaban chismes sobre el conde italiano y ______? El contrato de la línea costera sería aún más pegajoso, porque tal como negoció, fantaseaba con romperle la cara de niño bonito al Sr. Smooth.
Oh, sí, estaba siendo lógico, todo bien.
Cuando Nick terminó su última copa y colocó el vaso en la barra, notó que el fuego del alcohol calentaba su sangre con una nueva resolución y arrancaba lejos las barreras a la verdad.
Quería hacer el amor con su esposa.
Él la deseaba de verdad, sólo por un rato.
Y malditas fueran las consecuencias.
Cortó al hombre racional que le gritaba que retrocediera, que esperara hasta mañana y terminaran los próximos meses en una educada convivencia.
Cruzó la habitación y golpeó su hombro.
Ella se dio la vuelta. Nick deliberadamente le apretó la mano. La sorpresa cruzó su rostro y luego se suavizó.
—¿Estás listo? —preguntó cortésmente.
—Sí. Creo que estoy listo para un montón de cosas.
Se mordió el labio inferior, probablemente preguntándose si estaba borracho. Él tomó el asunto bajo su control para separar a Michael de ella tan pronto como fuera posible.
—Michael, me pregunto si serías tan amable de llamarnos un taxi. No quiero correr el riesgo de conducir. Mañana mandaré a alguien a recoger el coche.
El Conde asintió con gracia.
—Por supuesto. Vuelvo en un momento.
Nick mantuvo su mano bloqueando la de ______ y la llevó hacia el guardarropa, decidido a no dejarla salir de su vista. En pocas horas, ella estaría en el único lugar donde no podía meterse en ningún problema. Y no por encima de ningún arco iris.
En su cama.
Ella parecía no notar que algo había cambiado entre ellos. Nick la observó mientras se colocó su abrigo y les dijo adiós a sus nuevos amigos.
Se sorprendió de que ella no sospechara que esta noche era oficialmente su noche de bodas. El conocimiento secreto lo volvió aún más impaciente por salir de la casa de Conte, donde finalmente la había seducido. Había sido una locura esperar tanto tiempo. Debía haber sabido que el sexo era la manera más rápida de asegurar el establecimiento de una relación.
El taxi llegó y se apresuraron a casa. Ella permaneció en silencio a su lado, mirando por la ventana e ignorándolo.
Él pagó al conductor y la siguió en su interior. Ella colgó su abrigo ordenadamente en el armario y se dirigió hacia las escaleras.
—Buenas noches.
Él sabía que la rabia era la forma más rápida de obtener su atención.
—¿______?
—¿Sí?
—¿Te has acostado con él?
Su cabeza dio media vuelta, recordándole a la niña de El Exorcista. Su boca se abrió y un grito de asombro se elevó a sus labios. La feroz satisfacción desgarró a través de él ante su respuesta y la conexión entre ellos se volvió a encender y se prendió en fuego.
—¿Qué dijiste?
Se quitó la chaqueta y la tiró sobre la parte de atrás del sofá. Se puso de pie delante de ella, con las manos en las caderas y reunió todo su poder para volverla loca como el infierno. Porque sabía que a través de su furia encontraría la honestidad, la mujer apasionada que se escondía tras el ridículo pensamiento de que él no la quería.
—Me escuchaste la primera vez. Me preguntaba si habían tenido tiempo de llegar a la habitación o si Conte simplemente te había tomado contra la pared antes del postre
Ella se arrancó el aliento y cerró sus dedos en puños apretados.
—No me enredé con otros hombres ni los besé en público porque tengo más respeto por nuestro matrimonio que tú. Igual que Michael.
Su defensa inmediata de Conte hizo que una bola de rabia se torciera en la boca de su estómago como un montón de serpientes venenosas.
—Lo dejaste marcarte en frente de mis socios.
—¡Estás loco! Él fue un perfecto caballero. ¡En cambio tú estuviste todo encima de Gabriella en un estacionamiento público!
—Eso fue diferente. La aparté.
—Claro, después de pegar tu lengua a su boca. Ya terminé aquí.
Sus ojos se estrecharon en ranuras.
—Todavía no.
Ella parpadeó y dio un paso atrás. Luego miró directo a sus ojos y lanzó el latigazo final.
—Yo voy a la cama. Tú, podrás controlar con quién no duermo, pero no tienes ningún poder sobres mis fantasías.
Su tono glacial contradijo las palabras burlonas pulsando en el aire entre ellos.
Él se rompió.
Nick se acercó a ella con una lentitud constante que la hizo retroceder con cada paso qué él daba hacia adelante. Su espalda se estrelló contra la pared cuando la alcanzó. Poco a poco, extendió las palmas de las manos contra la pared a ambos lados de su cabeza. Su cuerpo enjaulando al de ella. Su amplia postura la atrapaba entre sus piernas.
Se agachó y dirigió sus palabras directo hacia sus labios.
—Si tanto quieres tener sexo, lo único que tienes que hacer es pedirlo.
Todo su cuerpo se puso rígido.
—No estoy interesada en ti. —Su pulso golpeteaba salvajemente en su cuello contradiciendo sus palabras.
—Inténtelo de nuevo.
—Ve a jugar tus juegos mentales con Gabriella.
—Tú me deseas. ¿Por qué no lo admites, finalmente?
La furia salió de ella ondeando.
—Yo no te deseo. Sólo quiero tu dinero.
Él se percató de que su estratagema había funcionado antes, pero esta noche no le importaba.
Cerró la distancia una pulgada más. Los pechos de ella presionaban contra el suyo y sus pezones eran pequeños puntos rígidos apuñalando a través del material escarlata, pidiendo a gritos ser liberados. Su respiración era entrecortada y desigual, su perfume inundaba sus sentidos. Su puso duro y sus ojos se abrieron mientras toda su longitud palpitaba contra su pierna en demanda.
—Llama tu farol, nena.
Shock puro se registró en la cara de ella mientras él removía una de sus manos de la pared para desabotonarse casualmente su camisa, deslizar su corbata y luego tomar su barbilla con un agarre firme.
—Pruébalo.
Él estampó su boca contra la de ella, sin darle oportunidad para pensar o para arrepentirse, o rechazarlo. Invadió su boca, hundiendo su lengua dentro de la cueva negra y sedosa, cerrando los labios alrededor de su húmeda carne, chupando con fuerza.
Ella se agarró de sus hombros y dio un pequeño pero profundo gemido desde su garganta.
Luego, ella explotó.
______ levantó la mano y enredó los dedos en su pelo, sosteniendo su cabeza mientras le devolvía el beso y encontraba demanda con demanda. Sus caderas se levantaron para empujar contra él y su sabor y olor a invadían como una droga.
Su piel quemaba mientras todo ese deseo reprimido que había enterrado profundamente estallaba fuera de su cuerpo inundándola. Ella estaba hambrienta de su sabor, de sus manos quitándole la ropa y tomándola allí contra la pared, lo que quedó revelado ante su salvaje respuesta tan opuesta a su rígido control.
Control.
Una alarma sonó en la cabeza de ella y atravesó la bruma de la niebla sexual. Él había estado bebiendo. Si los interrumpían, podía dar un paso calmado retirándose con una explicación razonable de por qué el sexo no sería una buena idea.
El conocimiento debió hacerlo dos veces antes de patinar por los bordes de la mente de ella, hasta que arrastrara su boca lejos de la suya y halara los cabellos de su nuca.
Su cabeza se disparó. Él parpadeó como si acabara de despertar de un largo sueño y ella captó la pregunta colgando en sus ojos. ______ se obligó a decir lo único que no quería decir.
—No creo que esto sea una buena idea.
Contuvo el aliento y esperó a que él diera un paso atrás, esperó a que la niebla lo borrara de su mente, esperó a que estuviera de acuerdo. Ella cayó en shock por segunda vez esta noche cuando él le sonrió… una peligrosa sonrisa masculina que le prometía placeres no dichos y sexo bruto, hambriento.
—No me importa.
Fácilmente la lanzó sobre su hombro como si fuera una muñeca de porcelana en lugar de una amazona. Con una gracia fácil, subió las escaleras y se dirigió hacia su habitación. Sus pechos rebotaban contra su espalda y su vientre estaba aplastado contra el duro hueso de su hombro, pero no pudo encontrar palabras para informarle que este era un comportamiento cavernícola y que ya no era aceptado.
Dado que ______ amaba cada momento.
Él la tiró en la cama y terminó su striptease. Desabotonó su camisa y la tiró al suelo. Deslizó el cinturón y se bajó la cremallera. Se quitó los pantalones en un movimiento rápido. Todo esto lo hizo mientras ella se extendía en el centro de la cama y lo miraba como si fuera su propio bailarín Chippendale privado.
Nop, era aún mejor.
Todo fibra y músculo. Caderas recortadas, muslos duros y una erección que se erguía orgullosamente entre sus piernas, escondida tras un par de calzoncillos negros. Sus dedos se cerraron contra las palmas de ella mientras su fantasía se sumaba en la cama y se instalaba en su contra.
—Tu turno. —Su voz raspaba como papel de lija sobre sus orejas, una cara rugosa y otra lisa. Metió la mano detrás de ella y deslizó la cremallera. Sus músculos temblaban mientras sus manos se posaban sobre los tirantes de su vestido y se detenían. La respiración de ella se detuvo por el espacio de un latido del corazón y el peso de sus manos presionó contra la parte superior de sus pechos. El corazón le latía tan fuerte que sabía que él podía oírlo. La anticipación daba vueltas entre ellos hasta que ella luchó con un grito y él enganchó su dedo índice en el tirante y lo bajó.
¡Oh, Dios!
El aire frío se precipitó sobre su piel, pero su mirada quemaba mientras bebía la carne revelada. Sus pezones se endurecieron en puntos mientras la seda los capturaba brevemente y luego continuaba su camino. Él maniobró con cuidado sacando los brazos de los agujeros y luego movió la tela aún más abajo, exponiendo su vientre y sus caderas. Se detuvo y estudió cada centímetro de su desnudez con una silenciosa intensidad que la puso nerviosa, hasta que quiso decir algo, pero las palabras murieron en su garganta.
Sus manos se posaron en sus caderas. Él agarró el delicado tejido por ambos lados y comenzó a bajarlo por sus muslos, pantorrillas, luego arrancó sus sandalias y arrojó el vestido al suelo.
Sus alientos crecieron y cayeron juntos en un ritmo irregular, entrecortado. Calor líquido pulsaba y golpeaba entre sus muslos, enmascarado por el trozo de tela roja de la ropa interior que se había puesto con nadie en mente, salvo ella misma. Pero ahora Nick centraba su atención en esa dirección, sin decir nada, estudiando la cúspide de sus muslos, su pulgar ligeramente cepillando la línea de sus bragas mientras ella contenía el aliento y esperaba. Como si tuviera todo el tiempo del mundo, comenzó a tocar la banda elástica, como poniendo a prueba su fuerza. Toda la atención de ______ se redujo a esos cinco dedos y la lenta tortura que otorgaban. Él exploró la raya entre sus muslos y luego trazó una línea invisible en el centro de su cuerpo. Miró cada reacción en silencio, como si ella fuera su esclava de amor y él un rey acostumbrado a la obediencia.
Ella explotó con pura frustración.
—¡Maldita sea!, ¿vas a sentarte allí a mirarme toda la noche o vas a hacer algo?
Él dio una risa ahogada. Ese carnoso labio inferior tembló. Enganchó una pierna alrededor de la suya y se movió sobre ella en un rápido movimiento. Cadera a cadera, muslo a muslo.
Cada músculo presionaba contra el suyo. Cada centímetro de su deliciosa excitación se acunaba entre sus piernas. Trabajó en los pasadores del pelo y peinó cada mechón para que las ondas se desplomaran sobre sus hombros. Luego ladeó su boca y la mordió en el lóbulo de la oreja, tocando con la punta de su lengua la delicada concha de la oreja y luego dejó escapar un chorro caliente de aliento.
Ella dio un salto.
Él se echó a reír y le susurró contra su sien.
—Tengo la intención de hacer algo. He tenido pensamientos acerca de mirarte por tanto tiempo que me di cuenta de que lo disfrutaba. Pero parece que también tienes temperamento en la cama, así que voy a seguir adelante.
—Nick…
—Ahora no, ______. Estoy ocupado.
Él le tapó la boca con la suya y hundió su lengua profundamente. Ella se arqueó como si el rayo de energía eléctrica la desgarrara. Sus dedos se aferraron a él mientras aguantaba y le devolvía el beso, ahogándose en el sabor del whisky y el calor masculino. Él le separó las piernas y la torturó con la promesa de sus manos y su pene, hasta que se volvió loca con necesidad, hasta que no hubo más orgullo o lógica, sólo el dolor de tenerlo dentro de ella. Su boca se movió hacia sus senos, chupando los pezones y mordiéndola. Sus dedos le acariciaron el vientre y las caderas y se engancharon bajo el cordón para jugar, un largo dedo índice moviéndose por debajo para poner a prueba su calor, empapado con su humedad mientras ella pedía a gritos más, siempre más.
Él le bajó las bragas y sumergió un dedo en lo más profundo, luego agregó otro, frotando delicadamente sobre la dura protuberancia escondida entre sus rizos, dándole solamente una probada hasta...
Ella gritó y sus caderas se resistieron mientas el clímax la tomaba con fuerza. Su cuerpo se estremeció de placer mientras él se quitaba sus calzoncillos y se cubría con un condón. Se deslizó de nuevo sobre su sedosa longitud, los diez dedos entrelazados con los de ella y apretó sus manos juntas profundamente en las almohadas.
______ parpadeó, aturdida por el abismo de sus ojos, un profundo y oscuro color marrón que contenía una serie de secretos y un brillo de ternura que nunca había visto antes.
Él se apretó contra ella, buscando la entrada. Un cálido líquido se apresuró a salir facilitando su bienvenida mientras ella levantaba sus caderas para tomarlo. Apretó una pulgada y luego otra. Su cuerpo se tensó alrededor de él y le entró el pánico, a sabiendas de que finalmente le pertenecía, sabiendo que nunca la querría de la manera en que ella necesitaba.
Hizo una pausa, casi como si intuyera sus emociones.
—¿Demasiado rápido? Háblame.
Ella se estremeció con la pura necesidad, mientras lo sintió retroceder una pulgada.
—No, yo sólo, necesito…
—Dime.
Una fina capa de lágrimas rodó otra vez, sus emociones rodaron crudas y fáciles de leer para él.
—Yo necesito que me quieras. Sólo a mí. No es…
—Oh, Jesús. —Cerró los ojos. ______ observó pura agonía en su rostro. Se detuvo en su entrada y se inclinó para besarla.
Él acopló con ternura su lengua con la de ella, acariciándola, trazando la hinchada carne de sus labios en un acto mesura y humildad. Y cuando él abrió los ojos y la miró, ella contuvo el aliento mientras él finalmente la dejó entrar, la dejó ver todo y le dio lo que necesitaba.
La verdad.
—Siempre has sido tú. No quiero a nadie más, no sueño con nadie más. Sólo contigo.
Ella gritó mientras él se enterraba hasta la empuñadura en su interior. Su cuerpo abierto y aceptando su hinchada longitud, abrazándolo y exigiéndole más profundidad. Sus dedos se apoderaron de ella y apretaron con más fuerza en la almohada mientras comenzaba a moverse, lentamente al principio, uniéndose a ella en un ritmo. Ella despertó de nuevo con él y el camino en espiral girando tensó sus músculos, detuvo su respiración y se burló de ella con cada centímetro mientras se acercaba a su liberación.
Fue una brusca combinación de necesidad, ruda y primitiva, que se reveló en la honestidad de su contacto sexual como un dulce calor deslizándose desde la frente de él, mientras las uñas de ella se clavaron profundamente en su espalda hasta que explotó. El placer rompió otra vez en olas y pudo escucharlo gritar mientras se unía a ella, convirtiéndose en uno en ese momento.
Él se dejó caer y rodó para dejarla extender sobre él, con su mejilla apoyada en su musculoso pecho, su cabello desparramándose sobre su cara, sus brazos alrededor de su cintura. Ningún pensamiento le reclamaba en ese momento, atesorando la profunda paz mientras se dejaba ir, segura en su abrazo. Se deslizó hacia el sueño mientras él la abrazaba con fuerza.
***
Nick salió de la cama, con cuidado para no despertar a su esposa, y desnudo buscó en la habitación algo de ropa. Se puso una camiseta de los Yankees, recordó su acuerdo y la cambió por una camiseta negra y unos pantalones de chándal. Sus labios se curvaron mientras recordaba la alegría de ella cuando los Yankees perdieron en los playoffs. Bajó las escaleras y preparó café, haciendo una pausa para mirar el sol luchando por salir de entre las montañas a la luz del amanecer.
A su juicio, este matrimonio estaba oficialmente consumado.
Nick pasó la mano por la parte posterior de su cuello y trató de pensar racionalmente. Seguro que no había pensado la noche anterior. No es que tuviera algún remordimiento. La sorpresa parpadeaba a través de él ante el darse cuenta. Había deseado a ______ durante mucho tiempo y anoche había demostrado el por qué. Todo era diferente con ella. La forma en que su cuerpo se acomodaba al suyo, la forma en que su placer lo satisfizo. Le encantaba la forma en que miraba a los ojos y arrastraba las uñas en su espalda experimentando múltiples orgasmos. Le encantaba la forma en que ella gritaba su nombre. Habían llegado varias veces a través de las horas, su hambre insaciable.
Pero no fue solamente lo físico lo que hizo el encuentro tan increíble. Fueron las otras conexiones, con su mente y alma. La manera en que ella le dejó ver su vulnerabilidad, el modo en que ella lo dejó entrar cuando ninguna promesa había sido hecha, ninguna palabra hablada.
Ella lo asustaba demasiado. Bebió una taza de la humeante bebida y se tomó un momento en la cocina para juntar sus pensamientos. Ellos necesitaban hablar. Su relación había alcanzado un giro en el camino y después de las últimas horas en su compañía, no sabía si él podría retroceder. Su intención original de evitar el sexo había sido para evitar las emociones.
Esto ya no era posible. Él tenía sentimientos por ______: algún deseo, alguna amistad. Junto a otros elementos que él no era capaz de nombrar.
Al final del año, él todavía tenía la intención de alejarse. Realmente no tenían otra opción. Un matrimonio real con niños no estaba en su futuro. Pero por ahora, ellos podrían disfrutar el uno del otro en vez de luchar contra la atracción. Estaba seguro de que ______ sería capaz de manejarlo. Ella lo conocía, sabía que él no era capaz de tener un verdadero compromiso a futuro, pero se dio cuenta de que sus emociones se adentraron más profundamente que una follada ocasional.
Él se asintió a sí mismo, contento con el resultado. Sí, ellos explorarían esta intensa atracción durante los próximos meses. Era una locura que ellos no aprovecharan la oportunidad.
Satisfecho por su lógica, sirvió una taza de café para su esposa y subió las escaleras.
***
______ apretó su cara profundamente en la almohada cuando la realidad de la situación la golpeó como un tren de carga.
Ella había dormido con su marido.
No una. No dos. Sino al menos tres veces. Demasiado para llamarlo un loco error. Y también tremendamente intenso para atribuírselo a una sola noche de amor.
Mi Dios, ella nunca sería capaz de mantener sus manos fuera de él otra vez. Ella gimió y se forzó a mirar la situación con alguna neutralidad. Era difícil de hacer cuando sus muslos dolían y el olor a sexo se adhería a las sábanas. Ella todavía lo saboreaba en su lengua, todavía sentía la presión de sus dedos sobre su cuerpo. ¿Cómo ella podía esperar seguir adelante y pretender que la noche anterior no le importaba?
Ella no podría. Por lo tanto, necesitaba un nuevo plan.
¿Por qué no mantener las cosas como estaban?
Ella suspiró profundamente y trató de analizar sus emociones con la frialdad de un cirujano haciendo el primer corte. Sí, el pacto indicaba claramente no tener sexo, pero había sido para protegerlos a ambos de meterse con otras parejas. ¿Qué si ellos solamente continuaban tal cual? ¿Ella podría manejarlo?
Ellos se querían el uno al otro. Ella creía en su deseo por ella ahora; su cuerpo claramente le había dicho lo que su mente negaba. La noche pasada había sido mucho más que sexo, más bien una mezcla extraña de amistad, respeto, necesidad.
Y…
Ella tiró violentamente una barrera en aquel atemorizante pensamiento y siguió adelante.
¿Bien, entonces qué si ella sugiriera que ellos continuaran durmiendo juntos hasta que el año termine? Ellos mantendrían su amistad y acabarían con la horrible tensión sexual, disfrutando el uno del otro durante los próximos meses. Sí, sus profundos sentimientos por él la aterrorizaban. Sí, ella podía conseguir que rompiera su corazón cuando él se alejara. Pero ella lo conocía, sabía que tan obsesionado estaba él con su pésima educación, ninguna mujer ganaría su confianza.
No tenía falsas expectativas.
______ ansiaba tomar un riesgo. Ella lo quería en su cama, quería tomar lo que podía por este corto tiempo y al menos tener los recuerdos. Estaría a salvo porque ella no tenía ilusiones.
Sus intestinos se sacudieron ante su último pensamiento pero no hizo caso de la advertencia.
Entonces la puerta se abrió.
Nick vaciló, la taza de café en la mano. Un rubor débil manchó sus mejillas ante su intensa mirada, ella por accidente deslizó una pierna desnuda bajo la barrera del cobertor y rodó a su lado.
—Hola.
—Hola —ella repitió. Un silencio incómodo golpeó alrededor de ellos en una típica mañana después del episodio. ______ hizo señas hacia el café—. ¿Para mí?
—Oh, sí. —Él se movió hacia ella y se sentó al borde de la cama. El colchón se hundió bajo su peso, le dio la taza, viendo como ella tomaba un sorbo del reconocido café tostado colombiano. Ella suspiró con placer después de saborearlo.
—¿Bueno?
—Perfecto. Odio el café suave.
Su labio inferior apretado ligeramente.
—Lo imaginé. —Él no dijo nada durante un tiempo mientras ella bebía. Él parecía esperar por una iniciativa, pero ______ imaginó que no podía preguntarle si ella durmió bien ya que ellos apenas habían cerrado sus ojos.
Su olor masculino subió a su nariz como un compañero buscando reconocimiento. Él no se había duchado. El delgado chaleco negro dejaba sus brazos y la parte superior de su pecho expuesto, sus pantalones colgando bajo la cintura, dándole una vislumbre de una piel bruñida y un vientre apretado. Un calor salvaje hormigueó entre sus muslos y ella se movió ligeramente sobre la cama. Maldición si no se convertía en una ninfómana con este hombre. Una vez más y necesitaría un bastón para entrar en su librería, pero a su cuerpo no parecía importarle.
—¿Cómo te sientes? —él preguntó.
Ella parpadeó y movió su cabeza hacia arriba. Un mechón de cabello rubio resbalaba sobre su frente, su mandíbula estaba oscurecida con una barba incipiente. Notó que él mantenía su atención en su rostro en lugar de la sábana deslizadiza que seguía cayendo y revelaba sus pechos. Habitualmente tímida, una pizca de malicia bailó a través de ella con la necesidad de probar su control. Se estiró delante de él para colocar su taza sobre la mesa de noche. La sábana se estiró, luego cedió cuando ella aflojó su agarre. El aire se precipitó sobre sus pechos desnudos y provocaron a sus pezones tensarse alcanzando el punto máximo. Ella fingió no notarlo y contestó su pregunta.
—Bien. Mis músculos un poco adoloridos, de todas formas. Necesito una ducha caliente.
—Sí, una ducha.
—¿Quieres algo para desayunar?
—¿Desayuno?
—Cocinaré algo una vez que esté vestida. No tienes que ir a la oficina hoy, ¿verdad?
—No lo creo.
—Bien. ¿Qué quieres?
—¿Querer?
—Sí. De desayuno.
Ella apoyó su cabeza en una mano y lo estudió. Él tragó con fuerza y apretó su mandíbula, como si tratara desesperadamente de prestar atención a sus palabras en lugar de su cuerpo medio desnudo.
______ contuvo una risa y subió la apuesta inicial. Su pierna serpenteando desde debajo de la sábana, ella se estiró. Flexionó y meneó sus dedos del pie en el aire. Entonces enganchó su rodilla sobre la sábana y la dobló en un ángulo.
Nick aclaró su garganta.
—No tengo hambre. Tengo que ir a trabajar.
—Dijiste que no trabajarías.
—Correcto. —Su piel prácticamente se estremeció bajo su mirada lujuriosa. La excitación bombeando a través de sus venas ante el pensamiento de él avanzando lentamente a la cama para hacer el amor con ella otra vez, pero no tenía idea de cómo hacerlo.
Ella reunió sus fuerzas y se fue a la yugular.
—¿Entonces, vamos a hablar de lo de anoche?
Él se estremeció, luego asintió. Cuando ella permaneció tranquila, él pareció forzado a responder algo.
—Anoche estuvo bien.
Ella se apoyó. La sábana realmente se cayó y se quedó puesta alrededor de su cintura. El torso desnudo, se apoyó en un codo y arrojó su cabello sobre su hombro y fuera de sus ojos. Ella ignoró el extraño sonido que él hizo y siguió la conversación.
—¿Sólo bien?
—No, no, fue genial. —Él hizo una pausa—. Realmente grandioso.
El hombre definitivamente se estaba rompiendo. Ella siguió.
—Me alegro. He estado pensando acerca de nosotros y hacia dónde vamos a partir de aquí. Podemos seguir adelante y optar por no dormir juntos otra vez. Manteniendo las cosas menos complicadas, ¿correcto?
Su cabeza se balanceaba hacia arriba y abajo mientras miraba sus pechos.
—Absolutamente.
—O podemos seguir.
—¿Continuar?
—Teniendo sexo.
—Mmmm.
—¿Qué piensas tú?
—¿Sobre qué?
______ se preguntó si su mente se había desvanecido o si toda la sangre realmente dejó la cabeza del hombre para irse a otra parte. Un vistazo rápido confirmó sus sospechas. Su plan definitivamente funcionaba. Sólo necesitaba hacerle admitir que quería seguir durmiendo con ella y estaba segura que el resto funcionaría.
—¿Nick?
—¿Sí?
—¿Vas a contestar la pregunta?
—¿Cuál era la pregunta?
—¿Seguiremos teniendo sexo hasta que el matrimonio haya terminado o volveremos a ser sólo amigos?
—¿______?
—¿Sí?
—Voto por el sexo.
En un momento ella disfrutaba de esta lenta tortura, al siguiente él la había sujetado, subiéndose encima de su cuerpo desnudo avanzando lentamente hasta encontrar su boca.
El beso era una caliente bienvenida en la mañana. Sus labios devoraron los suyos, su lengua se deslizó dentro para provocarla, divertirse y luego beber ávidamente. Él frotó su boca hacia adelante y hacia atrás, su línea de mandíbula raspando su carne sensible con su barba. Sus manos separaron la sábana de su cuerpo entonces él podría acariciarla y excitarla, construyendo el calor con movimientos rápidos, eficientes hasta que un gemido escapó de ella y separó sus muslos.
Él alcanzó la mesita de noche, entonces hizo una pausa cuando ella lo detuvo.
—Estoy tomando la píldora —murmuró ella—. Para regular mis períodos.
Era todo que él necesitaba. Nick bajó sus pantalones de chándal, presionando sus palmas en el interior de sus muslos y se levantó. Ella jadeó. Clavando sus uñas en sus hombros. Y se aferró. Él la castigó por burlarse de él, llevándola hasta el borde mismo, luego se retiró cuando ella se balanceaba al borde del orgasmo. Él bajó su cabeza y probó sus pechos, lamió sus pezones, luego comenzó el ascenso otra vez, sólo para atraerla de nuevo. Ella sacudió su cabeza hacia adelante y hacia atrás sobre la almohada, extendiendo la mano tomó sus mejillas, forzándolo a mirarla. Su barba áspera de la mañana rasguñando su piel.
—Ahora.
Él esperó con ese férreo control que ella tanto admiraba y odiaba. Una sonrisa sexy tirando en sus labios.
—Di por favor.
Ella rechinó los dientes con una maldición mientras ella se acercaba al borde otra vez. La locura arrasando a través de ella y ______ hizo un voto para nunca jugar juegos de poder con su marido nuevamente, porque su venganza era demasiado brutal. Ella arqueó sus caderas con feroz demanda.
—Por favor.
Él se hundió hacia adelante y ella subió vertiginosamente dentro de su clímax. Su cuerpo apretándose con convulsiones, se aferró a él avariciosa mientras él seguía. Todavía dentro de ella, se dejó caer sobre su cuerpo y descansó su cabeza sobre la almohada a su lado. Su respiración entrecortada llenando el aire.
Ella cerró sus ojos durante un breve momento. El olor de almizcle, sexo y café se mezcló y se elevó a su nariz. Un diminuto destello de miedo se agitó cobrando vida mientras ella yacía en sus brazos. Después de una noche, su cuerpo lo acogió como su otra mitad. ______ no era del tipo de persona de meterse en encuentros sexuales casuales. Ella era del tipo que se enamora, con fuerza, y soñaba con felices por siempre.
Pero no había ningún final de cuento de hadas con Nick Jonas. Él lo había aclarado desde el principio. Tenía que recordar sus limitaciones cada día, sobre todo después del sexo. Separar lo físico de lo emocional. Mantener su corazón guardado en una torre tan alta y tan fuerte, que incluso Rapunzel nunca habría escapado. Disfruta tus orgasmos y un poco de amistad, luego aléjate.
Seguro. No hay problema.
Su corazón le gritó MENTIROSA pero ella lo ignoró.
—Supongo que esto sella el trato —dijo ella.
Él rió entre dientes y lanzó su brazo sobre su cuerpo. Ella se acurrucó más cerca.
—Pienso que hicimos una elección lógica. Ahora tenemos algo más interesante que hacer que el ajedrez o el póker.
Ella mordió juguetonamente su hombro.
—No vamos a salir de nuestros torneos, amigo. Solamente condimentaremos un poco las cosas.
—¿Cómo?
—¿Alguna vez jugaste strip póker?
—Eres una mujer asombrosa, ______.
—Lo sé.
______________
Hasta que pasó :twisted: Disfrutenlo 1313
VaaalM
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
OH DIOS, que quedo largo :OO yaya Disfrutenlo... 1313
VaaalM
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
Hasta que paso!!
Nick Papeeeto azotame azooooootame arrancamee la ropa (? ahre! ok ya ._. :jojojo:
Siguela de inmediato! Por fitas :omg:
Nick Papeeeto azotame azooooootame arrancamee la ropa (? ahre! ok ya ._. :jojojo:
Siguela de inmediato! Por fitas :omg:
Bollicao
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
Pooooorrrrrfiiiiiinnnnn....... Jajajajajaajjaajajajajajja... Esperaron mucho además .. Me gusto como cerraron el trato
chelis
Re: The Marriage Bargain [Nick&Tu] A D A P T A C I O N.
hahhahaha
me ha encantado me he reído como loca
nueva lectora
nos leemos pronto
xoxo
me ha encantado me he reído como loca
nueva lectora
nos leemos pronto
xoxo
Belencita
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