Buried Memories |ZM|

Se anudó el cabello en una coleta, intentando, así, no maquillárselo con la base que minutos después aplicaría en su rostro. Tapar las ojeras no era algo que hiciera todos los días, pero en aquella ocasión eran tan visibles – y preocupantes – que se vio con la obligación de hacerlo para que nadie saliera corriendo del espanto al verla.
No quería salir de su habitación aún, pero el remordimiento era mayor que el miedo a afrontar la situación. La noche anterior no había tratado muy bien a su primo y no quería que estuviera triste o angustiado por alguien tan insignificante como ella; él podía ser muy sensible a veces, sobre todo cuando era rechazado. ¿Por qué se había comportado de una manera tan inmadura la noche anterior? ¿Por qué no podía afrontar lo que ya sabía muy bien desde hacía tiempo?
Era igual que él, o peor.
Dejando los pensamientos oscuros de lado, se miró por una última vez al espejo y salió hacia el pasillo intentando ser fuerte y decidida. Si iba a hacerlo, lo haría bien; no andaría con cosas pequeñas.
– No empiecen desde temprano, ya tuve suficiente de los dos ayer – escuchó decir a Liam.
Se acercó un poco más hacia el comedor, donde ya todos estaban desayunando y poniéndose en ritmo para una mañana de trabajo universitario. Liam comía una barrita de cereal, mientras que Louis jugaba con sus cereales. Zayn tenía una taza vacía a su lado junto con un paquete de cigarrillos, y parecía estar peleando con Harry quien avanzaba a su lado para sentarse e incomodarlo. En cuanto a Niall, venía de la cocina con varios paquetes de comida en las manos y fue el primero en verla.
– Cora… – fue más un maullido que otra cosa, y tuvo que cerciorarse de que era su primo quien había hablado y no un gato parlante, como el de Sabrina la bruja adolescente. Día tras día, su vida se iba haciendo cada vez más extraña –. Pensé que no te levantarías hasta tarde.
Y hubiera sido así, claro, si hubiera dormido aunque sea una hora contigua en la noche. La realidad era que ni siquiera tenía fuerzas para cerrar sus ojos, para dejar a su mente y consciencia en paz por unos desgraciados segundos. No, quería seguir torturándose hasta caer rendida sobre el piso. Solo ahí se permitiría dormir.
Levantó los hombros, restándole importancia a la situación e intentando llevar el foco de atención hacia cualquier otro lado que no fuese su cara. Odiaba que la miraran demasiados ojos, que penetraran adentro suyo como si supieran lo que estaba pensando.
Que invadieran su espíritu, cuerpo y alma.
Un escalofrío sacudió su columna vertebral, recordando lo sensible que podían llegar a ponerle algunos recuerdos. Era tan frágil, pequeña, inmadura y joven. Ni siquiera sabía con precisión como seguía viva para aquellos entonces; tampoco era algo de lo que estaba alegre.
Fue directo hacia la cocina, muy segura de que los ojos seguían mirándola por detrás. Podía sentirlos quemándole la espalda. Aun con una distancia convenientemente grande entre ellos, el nivel de perturbación que creaban dentro de su sistema era exactamente el mismo. Y debía admitir que, si hubiera tenido que escoger alguno de esos pares luminosos como central motor de su horror, los color miel ganaban el concurso.
Cogió un poco de café y el tarro de azúcar – le gustaba ingerir algo dulce en los momentos tensos –, para luego irse a sentarse en la mesa. Prefirió posicionarse cerca de Louis y Liam, cosa que quedara fuera de cualquier pelea que se estuviera recreando en el momento y en la cual podría terminar involucrada.
«Evade y triunfarás.»
– Hoy tienen un final, ¿O no? – preguntó Liam.
Agradeció internamente el cambio de tema. La tensión que había percibido momentos antes de entrar a la sala le había hecho presumir un futuro temprano de gritos y golpes. No estaba de humor para una nueva discusión o pelea, no con lo poco que había dormido.
– Sí – Harry creó un puchero falso con sus labios mientras untaba manteca en una tostada –, y para colmo de filosofía. No hay mierda más grande en el mundo.
– No puede no gustarte filosofía – las palabras salieron como un rayo de su boca, sin que ni siquiera se tuviese el tiempo para darse cuenta.
No sabía que le sorprendía más: el hecho de haber hablado tan fluida y espontáneamente, o que a alguien no le gustara esa materia. La explicación de los razonamientos y acciones humanas se encontraban allí, dispuestos a que alguien los aprendiese.
– ¿Tenemos una amante del realismo crudo?
Abrió su boca, disponiéndose a responder, pero Zayn se le adelantó:
– A diferencia de ti, ella tiene la suficiente capacidad mental como para darse cuenta de que estudiar filosofía no solo es algo elemental en una carrera como la abogacía, sino también en la vida. Deberías estar agradecido de poder acceder a ese tipo de materiales.
Niall se atragantó con el cereal y comenzó a expulsar leche por su nariz, provocando una risa nerviosa en la boca de Louis. Liam prefirió palmear la espalda del rubio a que meterse de nuevo.
Por su parte, ella ni siquiera podía hilar más de dos palabras seguidas en su cabeza. Aun no podía procesar lo que el moreno había dicho hacía unos segundos. ¿Realmente le había llamado inteligente? ¿O tan solo era una maniobra para declarar que el castaño era aún más tonto que ella?  No sabía si tomárselo a mal y pegarle nuevamente, o aceptar el cumplido y sonreír de forma falsa y estúpida.
– ¿Sabes qué? Me equivoqué, filosofía no es la mierda más grande en el mundo. Ese puesto ya lo tienes tú.
– ¿Herí tus sentimientos, Styles?
– Lo único que está herido aquí, Malik, es tu cabeza.
– La tuya más, entonces. Al menos yo no estoy tan dañado como para decir que filosofía es una mierda.
El atacado se paró, centelleando furia en sus preciosos ojos esmeralda.
Comprendió, en aquel momento, que algo malo estaba a punto de suceder. Nunca supo muy bien por qué lo dedujo ni que le llevó a pensar aquello; solo que estuvo en lo cierto. Tal vez, si hubiese hablado antes, todo hubiera parado en su momento justo.
Pero no lo hizo, y esas fueron las consecuencias:
– Ah, ¿Sí? ¡Pues yo no llamé a Coraline zorra!
Zayn se paró y tiró la mesa al suelo, provocando que la unidad entera se pusiese de pie y que unos cuantos utensilios de vidrio cayesen al suelo. Agarró a Harry por el cuello de la camisa y lo arrastró hasta la pared más cercana, donde dio un golpe que rozó la oreja del sujetado.
– ¡Zayn!
Los restantes corrieron hacia la escena, intentando apartarlos antes de que alguno de resultase herido. Sin embargo, por más intentos que hiciesen, la situación ya no podía controlarse.
Estaba furioso y la adrenalina que corría por su cuerpo no hacía más que aumentar su fuerza. No quería dañar al ruloso – al menos no permanentemente – pero le molestaba tanto que remarcasen sus errores que no podía ni siquiera soportarlo. Cagarla una y otra vez con Caroline parecía una de las actividades que con más frecuencia ejercía, ¿Pero había necesidad de remarcárselo? ¿Justo él debía hacerlo?
– Mis errores no son tu puto problema, ¡¿Entendiste?!
El rostro del ojiverde estaba comenzando a teñirse de violeta, producto de la presión que ejercían sus manos sobre el cuello de éste. Sabía que tenía que parar y que debía de hacerlo antes de dejarlo sin aire, pero no podía detenerse. La parte más oscura de su corazón, aquella que había crecido el día que había provocado tanto sufrimiento en Coraline, solo quería acabarlo de una buena vez; deshacerse de él y resolver los problemas de una manera sencilla.
Porque así era él: un cobarde. Y los cobardes nunca toman la salida más difícil.