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Convenceme (Nick Jonas Y Tu) - Página 4 Empty Re: Convenceme (Nick Jonas Y Tu)

Mensaje por kenyajonasgrey Lun 06 Mayo 2013, 6:34 am

Nueva lectora!!! Por favor siguela quiero leer MAS!!!!
kenyajonasgrey
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Convenceme (Nick Jonas Y Tu) - Página 4 Empty Re: Convenceme (Nick Jonas Y Tu)

Mensaje por Meltabares de jonas Lun 06 Mayo 2013, 7:34 pm

Hola chicas me gustaria preguntarle si quieren un capitulo o una maraton de tres caps???

Si es la maraton tienen que esperar asta el miercoles!

Ustedes deciden???
Meltabares de jonas
Meltabares de jonas


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Convenceme (Nick Jonas Y Tu) - Página 4 Empty Re: Convenceme (Nick Jonas Y Tu)

Mensaje por kenyajonasgrey Lun 06 Mayo 2013, 7:35 pm

Maraton!!!!
kenyajonasgrey
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Convenceme (Nick Jonas Y Tu) - Página 4 Empty Re: Convenceme (Nick Jonas Y Tu)

Mensaje por sara_any87 Mar 07 Mayo 2013, 8:43 am

MARATOON EL MIERCOLES PLISS
MARATON!!!!!
MARATON!!!!!
MARATON!!!!!
MARATON!!!!!
MARATON!!!!!
MARATON!!!!!
MARATON!!!!!
MARATON!!!!!
sara_any87
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Convenceme (Nick Jonas Y Tu) - Página 4 Empty Re: Convenceme (Nick Jonas Y Tu)

Mensaje por rochio_1direction Mar 07 Mayo 2013, 2:46 pm

Convenceme (Nick Jonas Y Tu) - Página 4 2883559249

MARATOON EL MIERCOLES PLISS
MARATON!!!!!
MARATON!!!!!
MARATON!!!!!
MARATON!!!!!
MARATON!!!!!
MARATON!!!!!
MARATON!!!!!
MARATON!!!!!
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Convenceme (Nick Jonas Y Tu) - Página 4 Empty Re: Convenceme (Nick Jonas Y Tu)

Mensaje por mary(mariana) Mar 07 Mayo 2013, 6:48 pm

Yo siempre digo... MaratOOOOOOOOOOOOOOOOOOOn!!! xD :)
mary(mariana)
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Convenceme (Nick Jonas Y Tu) - Página 4 Empty Re: Convenceme (Nick Jonas Y Tu)

Mensaje por mary(mariana) Mar 07 Mayo 2013, 6:49 pm

ou Y #HappyJonasDay Feliz día a todas las Jonatics!!!!!! ^^ :)
mary(mariana)
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http://estilocambiantejustme.blogspot.com/

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Convenceme (Nick Jonas Y Tu) - Página 4 Empty Re: Convenceme (Nick Jonas Y Tu)

Mensaje por Meltabares de jonas Jue 09 Mayo 2013, 7:38 pm

Chicas estos son dos caps. Pero como les debo uno luego are una mini maraton de dos.

Besos.

Maraton Corta.

—¿Y por qué piensa la gente que eres lesbiana?
—En primer lugar, porque en el instituto nunca me enrollé con nadie. En segundo lugar, me negué a hacerle una felación a Jess Germaine en el asiento trasero de su coche cuando por fin comencé a salir con chicos. Y tercero, soy mecánica. Todo encaja.
—Bueno, entonces intentaré que no se me caigan las llaves delante de ti.
—Oh, me lanzaría sobre ti como una loca.
Las dos se desternillaron en voz tan alta que algunos parroquianos las miraron.
—Disculpad —dijo ­­­­­_____—. No es nada.
Los hombres volvieron a sus cervezas, salvo Nick, que estaba sentado al otro lado de la barra, mirándolas como si fueran una película. Miró con desaprobación su copa, pero ______ pidió otra.
—Me he fijado en que has pintado los camiones del Love’s Garage de color lavanda.
—¿A que están preciosos?
—¿Y a tu padre no le importa? ¿Y cómo está, a propósito?
—Murió hace unos meses, _____.
—¡Oh! ¡Oh, mierda! Lo siento muchísimo, Lori. No me lo había dicho nadie.
—No pasa nada. Hacía mucho tiempo que no vivías aquí.
—Yo… Lo último que supe es que le iba muy bien. Oh, Lori… Lo siento.
—No, era su momento. Estaba listo. Yo lo veía en su mirada.
Molly asintió.
—______, ¿ahora el garaje es tuyo?
—Sí. El garaje, la grúa, las quitanieves, y la gloria, por supuesto.
El tono de su amiga desdecía sus palabras.
—Es estupendo —dijo _____ cuidadosamente—. Pero… Yo creía que solo ibas a dejar los estudios durante un par de años.
—Yo también.
—¿No habías conseguido una beca para Europa, o algo así?
Lori sonrió, pero tenía una mirada de tristeza.
—Algunas veces, la responsabilidad es un rollo, ¿sabes? —agitó la cabeza, y los rizos se le movieron de un lado a otro—. Bueno, ya está bien de hablar de mí. Vamos a hablar de Ben. ¿Alguna vez tuvisteis algo juntos? Yo creía que salías con Ricky Nowell.
—Sí… Demonios, no seguirá viviendo aquí, ¿verdad?
—No, ¿por qué?
—Porque les he contado a muchas personas lo pequeño que tenía el pene, así que sería algo muy embarazoso.
Lori soltó un resoplido, y el martini se le metió por la nariz. Entonces se pasó un minuto tosiendo y enjugándose los ojos. Todos las miraron de nuevo.
Y después de eso, la cosa solo fue a peor.
Nick asintió hacia las dos mujeres achispadas.
—Creo que será mejor que las lleve a casa, señoritas —dijo, como si solo estuviera siendo amable, y no fuera un oficial de policía.
______ descartó su ofrecimiento con un gesto lánguido de la mano.
—Oh, yo he venido andando, no te preocupes.
—Entonces, insisto.
—¿Qué pasa? ¿Es que piensas que mañana por la mañana me vas a encontrar enterrada en la nieve?
—Todavía no hay nieve suficiente para eso —dijo él, y la llevó hacia la puerta. _____ consiguió caminar sin tambalearse.
Lori los siguió entre risitas.
—Yo solo estoy a dos calles, Ben. No tienes que llevarme.
—Me sentiré mejor si lo hago.
—Sí —añadió _____—. Además, todo el mundo hablaría de nosotros si nos fuéramos solos. Lori está loca por mí, Ben. Y tal vez te dejemos mirar si nos lo pides con amabilidad.
Dios Santo. Ni la imagen ni el chismorreo que él necesitaba.
—Trato hecho —dijo—. Vamos a mi casa —añadió, y con eso, le cerró la boca rápidamente. Lori se dejó caer contra su espalda, riéndose a mandíbula batiente, y él no pudo evitar sonreír—. Bueno, chicas. Vamos a ver si puedo llevaros a casa antes de que hagáis algo vergonzoso —dijo, y eso provocó otro ataque de risa en ellas—. Nadie va a vomitar, ¿de acuerdo?
—¡Si solo he bebido tres copas! —protestó ______, pero cuando él se detuvo para abrir la puerta del pasajero de su camioneta, la miró con severidad.
—Bueno, es verdad, cuatro. Pero la primera fue hace dos horas.
—Entonces, ¿esa hilaridad tuya es algo natural?
—¡Sí! ¿Es que no lo sabías?
Sí lo sabía, en realidad, y también sabía que era preciosa antes de que ella apareciera con las botas negras y las mallas y aquella diminuta minifalda. Y llevaba un jersey de cuello alto rosa, un poco ajustado. Rosa, rosa, rosa. Se había convertido en su color favorito.
—Lori, ¿necesitas ayuda?
—No, yo puedo —dijo mientras trepaba a duras penas al asiento trasero. Nick no se molestó en pedirle que se pusiera el cinturón de seguridad. Solo estaban a treinta metros de su casa.
______ empezó a subir al asiento a cámara lenta, así que, ¿qué podía hacer él, salvo agarrarla por la cintura y ayudarla? Su jersey era muy fino, y Nick sintió la calidez de su piel. Tuvo la tentación de tenderla en el amplio asiento delantero y cubrirla con su cuerpo.
Claro que todo el equipamiento informático que había en medio podía aguar un poco la fiesta. No era exactamente un lecho de plumas.

—¿Nick? —susurró ella.
—¿Umm?
Ella abrió unos ojos como platos y alzó la cara hacia él. Se humedeció los labios, y él se fijó en su boca, que era de su nuevo color favorito… y entonces ella se echó a reír.
Bien. Se le había olvidado por un momento lo de la borrachera.
—Vamos, Jefe —dijo Lori desde atrás, recordándole que también había una amiga. Y además, estaba la complicación del posible intercambio de sexo por dinero.
—Está bien —murmuró él, y cerró la puerta de ______.
Solo había tomado dos cervezas aquella noche, así que estaba bien para conducir, pero parecía que no estaba tan bien como para poner la mano sobre la curva cálida de la cintura de ______.
Intentó convencerse a sí mismo de que no tenía una erección en mitad de Main Street, mientras pasaba de un lado del coche al otro y se sentaba tras el volante.
Lori movió la mano desde el asiento trasero mientras él arrancaba el motor y encendía la calefacción.
—Nick, ¿tú crees que soy lesbiana?
—Eh… No, no había pensado en… ¿Por qué? Estás intentando… encontrarte a ti misma o…
—¡Solo quiero tener una cita en condiciones! —gimoteó ella—. ¡Y que no sea con alguien como Ricky Nowell!
—Um, mmm —murmuró él. Con el paso de los años, había descubierto que lo mejor con los borrachos era fingir que los comprendía.
—Si alguna vez surge la oportunidad, ¿me mandarías a un tipo agradable? Yo solo quiero ir al cine, ¿sabes? Y tal vez, un poco de marcha después… ¿Es tan malo eso?
—Por supuesto que no.
______ estaba agitando la cabeza con seriedad, demostrando toda su solidaridad.
—Lo de que Lori y yo íbamos a hacerlo delante de ti era una broma, Nick.
—Sí, eso ya lo sabía.
—Lori no es lesbiana.
—Sí, también me estoy dando cuenta. ¡Ya hemos llegado!
Lori se incorporó del asiento, y su frente se apoyó directamente en el reposa cabezas de Nick.
—Oh.
Aquello respondió la pregunta de Nick sobre si ella necesitaba que la acompañara a la puerta de su casa. Terminó metiéndola en casa y acostándola en el sofá. Cuando volvió a la furgoneta, ______ estaba acurrucada, con la mejilla apoyada en el respaldo del asiento y los pies metidos debajo de las piernas.
—Hola, Nick—dijo, y abrió los ojos con una sonrisa lenta, somnolienta. Fue el demonio, o tal vez un sátiro errante, el que le susurró que así era exactamente como estaba ella después de haber pasado una noche llena de relaciones sexuales. Así era exactamente como iba a estar a la mañana siguiente.
Nick encendió el motor con fuerza extra, y oyó el chirrido de indignación del motor. Magnífico.
—¿Qué le pasa a tu furgoneta?
—Que está cachonda —murmuró él.
—Ummm.
De nuevo, ella agitó la cabeza comprensivamente. Debía de parecerle completamente normal.
Aunque conocía perfectamente el límite de velocidad, Nick lo rebasó de camino a casa de ______. Tal vez fuera el profesor Lógico durante el día, pero aquella noche estaba descubriendo una parte nueva de su personalidad. No le importaban las complicaciones, ni los misterios, ni la intoxicación etílica. Sabía que iba a importarle al día siguiente, y eso tampoco le importaba. Deseaba a _____ con todas sus fuerzas.
Las dos horas que había pasado en el bar habían sido un puro placer para él. Había reconocido a la vieja ______ que le gustaba tanto de joven. Ella estaba boba e inmadura, riéndose como una niña, pero confortable, cómoda consigo misma.
Atraía las miradas sin darse cuenta, y no se sentía azorada con la atención, aunque no la necesitaba tampoco. Y se reía. Mucho. Él no se reía demasiado, y pensaba que sería una bendición en su vida oír reírse a una mujer todos los días, todas las horas. Oír la risa de una mujer en su cama.
Hubo algo que se le removió en el pecho y le asustó. Ben disminuyó la velocidad. Tenía que controlarse, o iba a cometer un error grave. No sabía nada de ella, en realidad.
En cuanto paró en su calle, apagó el motor y se giró hacia ella.
—Por favor, dime lo que haces para ganarte la vida.
Ella arqueó una ceja.
—¿Estás intentando medir mi nivel de alcoholemia?
—Por supuesto. Me conoces, ______. Ya sabes lo mucho que odio los secretos. Sabes que nunca podría confiar en alguien que no fuera sincero.
—Yo estoy siendo sincera —dijo ella. No parecía que estuviera enfadada, solo triste. Seguía acurrucada y somnolienta, sin darse cuenta de que él tenía un nudo en el estómago.
—Debes de hacer algo que te avergüenza, o no lo ocultarías.
—No, no me avergüenza.
En vez de golpearse la cabeza contra el volante, Nick hizo un movimiento calculado, pero placentero de todos modos. Se inclinó hacia ella, acortando la distancia que los separaba en el asiento del coche, y le acarició la sien con la yema del dedo pulgar.
—¿Por qué no me lo dices?
Ella cerró los ojos, y emitió un pequeño sonido, un zumbido, mientras él le pasaba los nudillos por la piel suave. Entonces, le acarició con el pulgar el labio inferior.
—¿Por qué, ______? —susurró.
Ella abrió los ojos con una mirada de tristeza.
—Hay muchos motivos. Mis padres… Quinn es tan listo, y tiene tanto éxito… Ellos están muy orgullosos de él, como debe ser. Mi hermano es increíble. Sin embargo, yo nunca he sido tan lista como él. Nunca se me dio tan bien el colegio. Ellos entienden que, seguramente, se decepcionarían si supieran qué hago, pero no lo saben con certeza. No pueden estar seguros del todo. Tal vez yo sea espía. Tal vez sea una artista. Sea lo que sea, no pueden medir mis logros contra los de Quinn, porque yo no se lo voy a permitir.
—Por Dios, _____. Ellos siempre han estado muy orgullosos con las notas y los premios de Quinn, pero a ti te quieren igual.
—Sí, y me gustaría que siguiera siendo así.
—¿Qué significa eso? Dímelo. Te prometo que no le diré nada a Quinn. Dime lo que haces.
Ella se giró y miró por la ventanilla.
—No. Si quieres pensar que soy mala persona, adelante. Mira, sé que dije cosas muy malas sobre Ricky Nowell, y las chicas buenas no hacen esas cosas, pero él fue horrible conmigo aquella noche, y yo…
—¿Ricky Nowell? Yo no… ¿No era tu novio durante el instituto?
—¡Sí, por desgracia! ¡Así que no me juzgues!
—_______, no sé de qué estás hablando.
—¡Estoy hablando de que no hago nada malo! ¡Si no te gusto, no me importa! Quédate ahí sentado y sé guapo y mírame con desaprobación. Y sé sexy. Y… Yo no tengo que…
Él se inclinó y la besó, y ______ tomó aire bruscamente, y lo contuvo en los pulmones. Nick sonrió contra su boca y aprovechó aquel momento de silencio para explorar la textura de seda de sus labios. Eran tan suaves como él había pensado, cálida y dócil. Sin embargo, no tenía un sabor rosa, sino más bien amarillo.
—¿Por qué sabes a caramelo de limón?
—Oh. He tomado martini con limón.
Entonces, él siguió la dulzura hacia el calor y la humedad. Ella abrió los labios y Nick olvidó todo acerca de los limones. Ella le permitió que la explorara lentamente durante un instante, pero después quiso más, y él también, así que gimió y lo animó a que se hundiera más en su boca.
El deseo se apoderó de él. Era como si siempre hubiera estado esperando aquello, durante incontables fantasías de juventud, cuando sus hormonas habían estado a punto de volverlo loco. Nick la agarró de las caderas y la levantó por encima de los obstáculos que los separaban.
—Oh, Dios mío —exclamó ella, moviéndose contra él para conseguir poner una rodilla a cada lado de sus piernas—. Eso es muy sexy…
Aquel comentario hizo reír a Nick, pero su risa se convirtió en un gruñido cuando, por fin, ella consiguió subirse la falda lo suficiente como para sentarse cómodamente en su regazo. Él posó las manos en sus muslos, porque, ¿qué otra cosa podía hacer? Y la tela negra era como el cachemir, tan suave que pedía caricias.
—Oh, sí, Nick—susurró ella, dándole pequeños besos por la mandíbula—. Tus manos son tan calientes. Tan calientes y tan… grandes.
Dios Santo, ¿le estaba diciendo cosas verdes? Nadie le había hablado así antes, pero estaba muy seguro de que le gustaba. La besó con fuerza y bajó las manos hasta su trasero, y lo tomó en ambas palmas. Encajaba perfectamente. Todo aquel músculo firme y flexible y… además, su boca tenía un sabor celestial.
Y los ruidos que hacía tampoco eran desagradables, precisamente. Le subió más la falda, por las caderas, hasta que consiguió tocar con los dedos la piel desnuda que había por encima de las mallas. Su piel era más suave, incluso, que el cachemir, y estaba ardiendo.
_______ se arqueó hacia atrás, presionándolo con su sexo, y Nick, para facilitar el contacto, la elevó y se deslizó un poco hacia abajo. Cuando ella volvió a balancearse hacia delante, encajó perfectamente sobre el bulto de sus pantalones.
—Ah —suspiraron al unísono.
—Oh, Nick—continuó ella—, esto es realmente bueno…
Demonios, sí, él se sentía realmente bien. Ella comenzó a mecerse hacia delante y hacia atrás, y él soltó sus caderas y metió la mano por debajo de su jersey rosa. Mientras le subía el bajo del jersey, pensó en que más tarde tenía que recordar cómo estaba ______ con aquel sujetador de encaje blanco. Ahora, su prioridad era deshacerse de él, y parecía que ella opinaba lo mismo. Se quitó el abrigo, se agarró el bajo del jersey y se lo sacó por la cabeza. El pelo suelto le cayó por los hombros desnudos.
El delicado sujetador tenía un cierre delantero, así que él solo tuvo que desengancharlo y apartarlo. Ella tenía unos pechos blancos, pequeños y perfectos, y pedían su atención. Él lamió uno de los pezones rosados, dibujando lentamente un círculo a su alrededor.
Ella suspiró, y comenzó a mover las caderas con más rapidez.
—Nick. Sí. Oh, sí. He deseado esto durante tanto tiempo… Desde aquella noche. Te vi, y quise ser ella. Quería estar de rodillas delante de ti, tomándote en mi boca…
Dios Santo. Nick se dio cuenta de que le estaba hundiendo los dedos con demasiada fuerza en la cintura, pero no podía contenerse, como tampoco pudo impedir que su boca fuera demasiado brusca. Pasó los dientes por encima del pezón endurecido de ______, y ella gimió. Y cuando él le agarró la nuca para mantenerla pegada a sus labios, volvió a gemir de aprobación.
Nick sabía que ella estaba muy cerca del orgasmo, y su fricción también lo estaba llevando a él al borde del éxtasis. Tenía la cabeza llena de ideas contradictorias. Quería llevarla más allá, que tuviera un orgasmo intenso que la hiciera gritar, y también quería levantarla de su regazo, bajarse la cremallera y hundirse en ella profundamente para que llegaran juntos al clímax. Quería llevársela a su casa y hacer aquello bien hecho, en condiciones, en una cama y en privado, durante horas.
Y, Dios Santo, quería que ella siguiera hablándole durante todo el tiempo.
—Nick—jadeó _____.
—Sí.
—Por favor, yo… Oh, Dios.
Él se trasladó al otro pecho, y lo lamió con más suavidad, porque sabía qué era lo que quería. Y lo consiguió.
_____ comenzó a rogarle.
—Nick, por favor. Por favor. Estoy tan cerca…
Ella metió los dedos entre su pelo, a modo de exigencia y de ruego a la vez. Él se negó a ceder hasta que ella comenzó a sollozar su nombre una y otra vez. Al final, succionó con fuerza, y la tomó cuidadosamente entre los dientes.
Ella tomó aire profundamente y alzó una mano hasta el techo, para apretarse con más fuerza contra su miembro viril. Todos sus músculos se tensaron… y entonces, Nick vio estrellas, y ella estaba gritando, y el mundo explotó en colores y en… ¿sirenas?
Nick, que estaba justo al borde del orgasmo, miró hacia arriba y vio que ______ había apretado el control de la luz de la furgoneta. La sirena estaba aullando y las luces rojas y azules bailaban e iluminaban la casa de ______. Y las de los vecinos.
—Oh, mierda.
Ella todavía estaba estremeciéndose contra él.
—¡______! ¡______! —exclamó él. Intentó apagar las luces y la sirena, pero ella no movía los dedos—. ¡Aparta la mano, _______!
Ella movió la mano que no era y le soltó el pelo.
Por fin, él pudo aflojar sus dedos del control, y apagó la luz y el sonido. Pero, por supuesto, era demasiado tarde. Las luces de los porches comenzaron a encenderse. Ben se preguntó si habría estado encendido el altavoz.
Mierda, mierda, mierda. Un segundo más y aquello habría terminado para él en un orgasmo como los del instituto; y sin embargo, ahora tenía que pensar en la mejor manera de salir de aquello. Tomó el jersey de _______ y se lo puso por la cabeza. Ella pestañeó por encima del cuello alto.
—Será mejor que te vistas, nena. Estamos a punto de tener compañía.
—Oh, Dios, lo siento —dijo ella con la voz temblorosa, mientras metía los brazos por las mangas del jersey—. Lo siento mucho.
—No pasa nada, _______. No pasa nada. Cálmate.
—¡Sí pasa!
Varias sombras oscuras salieron a los porches y se acercaron a los escalones con el cuello estirado.
—No creo que nadie se haya dado cuenta. Recoge tu abrigo y te acompañaré a la puerta de casa.
—¿Nadie se ha dado cuenta? —preguntó ella, y comenzó a mirar a su alrededor, así que Nick tomó su abrigo y se lo dio.
—Ten. Tu gorro está debajo de mi pie, ¿puedes recogerlo?
Con aquello, la distrajo lo suficiente como para que la mayoría de los vecinos se rindieran a causa de la nieve y entraran a espiar desde la ventana.
Él no sabía por qué estaba intentando protegerla. La edición del jueves de aquel periodicucho iba a contarlo todo con detalle. Sin embargo, a él no le parecía bien que su placer terminara así, con mortificación y arrepentimiento.
—¿_______?
—¿Sí?
Ella, que se estaba poniendo el gorro, lo miró, y él le dio un beso suave, sencillo.
—Me he divertido esta noche.
—Oh —dijo ella, y con un suspiro, cerró los ojos y sonrió—. Oh, yo también.
No había nada más que hacer, así que Nick la acompañó a la puerta, le echó un sermón porque a ella se le había olvidado cerrarla con llave, declinó su invitación a pasar la noche allí y se despidió.
Nick volvió a la furgoneta sintiéndose contento de que, al menos uno de ellos, fuera a pasar una noche plácida y satisfecha.
Increíble. ________ __________ había perdido el control.
Un búho ululó desde algún árbol cercano, seguramente, molesto por el humano que estaba oculto entre los arbustos, asustándole a todas las presas. Pero la sombra que acechaba a _______ no le prestó atención.
Aquella chica acababa de mantener relaciones sexuales en una furgoneta, en público, con un hombre a quien apenas conocía. Y solo llevaba cuatro días en Tumble Creek.
Cuando cerró la puerta de su casa, no parecía que estuviera muy avergonzada de sí misma. Seguramente, incluso sabía que la habían estado mirando y se lo había pasado bien de todos modos. Eso encajaba con su personalidad. Siempre estaba llamando la atención.
Tal vez tuviera la costumbre de acostarse con hombres extraños en público. Tal vez se había acostado con todos los clientes del bar aquella noche, antes de marcharse con el Jefe Lawson.
Y seguramente se sentía segura allí, viviendo una vida de ensueño en aquellas montañas; sin embargo, los picos afilados y las noches heladas habían destrozado a miles de hombres durante los siglos. Sería fácil conseguir que cambiara de opinión y que se marchara del pueblo.
El dispositivo para abrir cerraduras se movió en su bolsa. Era una herramienta pesada, pero muy valiosa. La gente, las mujeres solteras en concreto, cerraban las puertas con llave por la noche, y se sentían seguras, pero eso era por pura ignorancia. Todos los cerrajeros tenían uno de aquellos aparatos con el que podían abrirse cerraduras baratas. Todos los cerrajeros… y todos los departamentos de policía.
_________ dormiría profundamente aquella noche porque no sabía que era vulnerable. No sabía que alguien podía pasearse por su casa sin miedo, que podía incluso situarse junto a su cama para verla dormir.
Sin embargo, muy pronto iba a comprender su error. Su instinto femenino intentaría advertírselo, y el miedo se abriría paso poco a poco en su cabeza, pero ella no tendría prueba de nada, ninguna señal de que su terror tenía alguna base.
Tendría miedo. Se sentiría confusa. Y pronto tendría paranoia. Y entonces, se marcharía de Tumble Creek y volvería a Denver, que era donde debía estar.
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Convenceme (Nick Jonas Y Tu) - Página 4 Empty Re: Convenceme (Nick Jonas Y Tu)

Mensaje por kenyajonasgrey Jue 09 Mayo 2013, 10:18 pm

Tengo miedo... Quien asecha a rayis??? Por q Nick no paso la noche con Ella?? D:
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Convenceme (Nick Jonas Y Tu) - Página 4 Empty Re: Convenceme (Nick Jonas Y Tu)

Mensaje por Meltabares de jonas Jue 23 Mayo 2013, 6:52 pm

lamento el no haber subido les pido que meveen unos dias para poder subir besitos y gracias por la esera.
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Convenceme (Nick Jonas Y Tu) - Página 4 Empty Re: Convenceme (Nick Jonas Y Tu)

Mensaje por JB&1D2 Vie 24 Mayo 2013, 1:52 pm

sube cuando puedas no importaa :bye:
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Mensaje por mary(mariana) Sáb 25 Mayo 2013, 6:32 pm

asdfghj
mas capiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiis!!!! xD
Yo espero ;) pero subeeee xD
Kisses subela cuando puedas :)
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Convenceme (Nick Jonas Y Tu) - Página 4 Empty Re: Convenceme (Nick Jonas Y Tu)

Mensaje por Meltabares de jonas Vie 14 Jun 2013, 2:42 pm


Hola chicas disculpen la demora...


Es que tuve algunos problemasss.....


El domingo les subo maraton de tres capitulos......


No mañana por que subo maraton en la otra pero capas qeu pueda subir un cap.....


Besitos....


Mel......
Meltabares de jonas
Meltabares de jonas


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Convenceme (Nick Jonas Y Tu) - Página 4 Empty Re: Convenceme (Nick Jonas Y Tu)

Mensaje por Meltabares de jonas Jue 20 Jun 2013, 5:30 pm

 Capítulo 5
 
 
      Actriz erótica online.
      —Dios Santo —murmuró Nick, y suspiró.
      Era una posibilidad factible. Mejor que las dos primeras. No era nada ilegal, podía hacerlo desde casa y podía ganar un montón de dinero. ¿Y cómo demonios iba él a descartarlo, o a darlo por válido?
      Tenía el informe de sus antecedentes en el monitor, y la pantalla lo bañaba con una luz de censura. Nada. Ni siquiera una infracción de tráfico. ______ _______ era una buena chica, por lo menos respecto a la ley. Respecto a él, era mala de una manera fascinante. Sin embargo, todavía no sabía hasta qué punto era mala.
      Pocos días antes no habría sido capaz de imaginársela haciendo espectáculos de sexo por dinero, pero ahora se la imaginaba perfectamente. Era muy fácil de… mirar. E incluso más fácil de escuchar, y demonios, ¿y si era así como había aprendido a excitarlo a él con tanta facilidad como apretar un interruptor?
      —Por favor, no —le susurró al ordenador.
      El vasto universo del sexo online apareció en su horizonte. Era brillante, ominoso y peligroso. Nunca la encontraría allí, aunque se dedicara a buscarla durante semanas. Lo cual también le planteaba la pregunta de cómo iba a buscarla, de todos modos. En casa estaba conectado a Internet por el teléfono, y no se no imaginaba cómo iba a explicarle al alcalde el motivo por el que había visitado cientos de páginas de contenido sexual en el despacho de la comisaría, acechando a una ciudadana que no había infringido ninguna ley.
      Magnífico. Aquel era justo el tipo de comportamiento al que Ben había aspirado durante toda su vida.
      Tomó su café, que se había quedado helado, y que estaba sobre un ejemplar del último número del Tumble Creek Tribune. Había llamado a ______ el viernes por la mañana para disculparse y advertirle lo que se avecinaba, pero no parecía que a ella le hubiera preocupado mucho. Él, por su parte, había tenido ardor de estómago durante el resto del fin de semana, pero al encontrar el periódico en su porche, aquella mañana, la columna solo le había resultado ligeramente irritante.
      Declaro oficialmente que nuestro estimado Jefe jonas es un adicto al trabajo. Tal vez recuerden que la semana pasada fue a saludar a nuestra nueva vecina, _____ _______, con un entusiasmo inesperado. Esta semana se ha convertido en una brigada de bomberos de un solo hombre que ha ido a apagar un incendio a casa de la señorita ______ en mitad de la noche. Incluso utilizó la sirena para anunciar su llegada.
      En cuanto a la señorita ________, representa todo un misterio. Su propio hermano ha confirmado que mantiene en secreto su ocupación laboral… ¡incluso con su familia! El jueves que viene, más detalles.
      Así pues, nadie había visto a ______ medio desnuda en su furgoneta, o nadie se lo había dicho a Miles, aunque aquel desgraciado había olisqueado por fin el quid de la cuestión. ¿Quién era ______ _____? Sin duda, Miles iba a agarrarse a aquello como un pit bull hasta que consiguiera saber la verdad. Ben tenía que averiguarla antes que él.
      Que el Jefe de Policía saliera con una mujer soltera no tenía nada de escandaloso. Tal vez la gente sonriera al leer aquellos detalles, y tal vez hablara de ello con sus amigos, pero eso no era un escándalo. Ben había vivido un auténtico escándalo, y sabía cuál era la diferencia.
      Había visto a la gente pararse en mitad de sus recados para quedarse mirando a su familia. Había visto a los padres de sus amigos apartar a sus hijos antes de que ellos pudieran acercarse. Había visto una diversión odiosa en caras que conocía de toda la vida. Y pena. Y asco. Y hostilidad. Burla, superioridad, deleite y tristeza.
      Todo lo que él sabía sobre sí mismo se había resquebrajado y se había desmoronado el día en que su padre se había acostado con una muchacha que solo tenía un año más que él. Era una suerte que la muchacha tuviera dieciocho años en aquel momento, pero no que todavía estuviera en el instituto. Al principio había habido negación, después detalles irrefutables, y finalmente, admisión, confesiones y disculpas. La policía había investigado, y la junta escolar había celebrado reuniones de urgencia. Su padre había sido despedido, y la familia había pasado dificultades económicas. La gente del pueblo se había indignado, su madre había pasado un calvario de horror y de dolor y él, de confusión y de ira. Hubo habladurías sobre la vida sexual de su padre, y finalmente, el divorcio. La quiebra económica. Y todo ello había sido narrado con todo lujo de detalles en el periódico de Miles.
      Por lo tanto, Ben sabía cuál era la diferencia entre un chismorreo inofensivo y un escándalo verdadero. Un escándalo de verdad sería que el Jefe de Policía de Tumble Creek saliera con una prostituta o una estrella del porno. A Miles le encantaría. Y él se convertiría en una imagen de su padre. No podía salir con _____ _____  hasta que supiera la verdad.
      —¡Feliz Halloween, Jefe de Bomberos! —le dijo su segundo al mando, cuando pasaba a su lado, y agitó el periódico ante él, por si acaso Nick no entendía la broma.
      —Vete a la porra, Frank —le respondió Nick alegremente.
      Brenda apareció casi al instante en la puerta y miró con desaprobación hacia la espalda de Frank.
      —Lo siento, Jefe. Usted no tiene por qué soportar estas tonterías.
      —No pasa nada, Brenda, de veras.
      —A Miles Webster deberían fusilarlo.
      —Solo está haciendo su trabajo —dijo él. Se le atragantaron las palabras, pero consiguió pronunciarlas.
      —Trabajo —repitió Brenda, y se sonrojó de ira.
      —¿Tienes algún mensaje para mí? —le preguntó él rápidamente.
      Ella se calmó.
      —No, pero quería que le recordara que debía ir a inspeccionar las puertas de la mina antes de esta noche.
      Él suspiró.
      —Es cierto. Ayer fui a ver tres de ellas, pero me falta la que está en lo alto del risco. Por ahora parece que todo está en orden.
      —Tenga cuidado si sube allí. Parece que está un poco cansado.
      —No, estoy bien.
      —Ah, casi se me olvidaba —dijo ella, y se acercó para dejar un tupperware en su escritorio.
      Ben sonrió al percibir el aroma del tomate y las especias.
      Su estómago emitió un gruñido.
      —¿Chili?
      —Sí, señor —dijo ella. Le brillaron los ojos de satisfacción, y sus mejillas se convirtieron en dos globos sonrosados cuando sonrió. Verdaderamente, se parecía a su madre.
      —Gracias, Brenda. Esto me va a ayudar a pasar una noche muy larga.
      —Trabaja demasiado —dijo ella, agitando la cabeza—. Intente no meterse en ningún lío, ¿de acuerdo?
      Nick no respondió. No podía, porque lo que realmente quería hacer era meterse en un lío. Completamente. Como si nunca hubiera aprendido nada en absoluto de su padre.
      —Love’s Garage.
      —Lori, soy _____. ¿Podría pedirte un favor?
      —No será nada relacionado con el martini, ¿verdad? Todavía tengo resaca.
      ______ se echó a reír.
      —Tenemos que sacarte de casa más a menudo.
      —Yo… ¿de veras? Bueno, estoy de acuerdo. Es como un entrenamiento, ¿no? La práctica lleva a la perfección.
      —Empezaremos mañana. Pero primero… Mira, se supone que va a nevar este fin de semana, y necesito que me hagas un favor. Si me quedo atascada en la nieve, ¿podrías sacarme y… lo más importante de todo, no decírselo a Nick?
      —Bueno, yo no le informo normalmente, así que no hay problema. Pero, si estás preocupada, ¿por qué no te haces con un todoterreno?
      —Tenía uno elegido en Denver, pero no aceptaron mi oferta. Me voy a quedar con el Mini hasta que pueda convencerlos. Creo que están a punto de ceder.
      —Y yo creo que tú estás a punto de romperte la cabeza en ese cochecito.
      —Eh. Voy a estar perfectamente. Y mientras, me lo estoy pasando en grande asustando a Ben.
      Ambas seguían riéndose cuando _____ colgó, pero su buen humor se esfumó enseguida. Iba a tener que llamar a Cameron, porque estaba empezando a sentirse así otra vez. A sentirse como en Denver. A sentirse observada, a sentir que había cosas que no encajaban.
      Primero, los ruidos que había oído mientras iba a The Bar, y después, el hecho de encontrarse abierta la puerta de su casa. Aunque creía que lo había olvidado, a la mañana siguiente se despertó con ello en la cabeza… «Juraría que había cerrado con llave». Pero tal vez no lo había hecho, o tal vez la cerradura fuera difícil de girar. Y ese también era el problema: todos los crujidos y los sonidos que hacía la casa al enfriarse por la noche.
      En su paranoia, incluso había dejado que el último correo electrónico de la señora Gibson la afectara. Tal vez aquella viejecita no fuera tan indefensa. Tal vez fuera como Kathy Bates en Misery, y no una abuelita excéntrica. Sin embargo, al lanzar en Google una búsqueda con el nombre y la dirección de la señora Gibson, había obtenido información sobre una mujer de ochenta años que vivía en una residencia de Long Island y escribía con frecuencia cartas al director del periódico local. La señora Gibson no solo se indignaba con la ficción erótica, sino también con las escuelas liberales y los impuestos sobre el consumo.
      Así pues, quedaba eliminada como acosadora. Eso solo dejaba a Cameron.
      _____ pensó que debería comprarse un arma para poder dormir bien. O un perro.
      —Probablemente, un perro —le dijo al teléfono.
      Sonó el timbre de la puerta, y ______ dio un respingo. El auricular se le cayó al suelo del susto.
      —¡Ya va! —gritó, y tomó un cuenco de dulces por el camino. Los niños de aquel pueblo no tenían demasiadas casas que visitar, así que ella había llenado un cuenco de caramelos y paquetes de chicles, y todos sus visitantes se lo habían agradecido, hasta el momento, con grititos de alegría.
      —¡Truco o trato! —le gritó una niñita desde detrás de su bufanda, mientras su madre la saludaba desde el final de las escaleras.
      _____ sonrió a la niña, que llevaba una parka gruesa, unas mallas blancas, un tutú rosa que sobresalía por debajo de la parka y una coronita sobre el gorro de punto.
      —¡Vaya, qué princesa tan guapa! —le dijo ______, mientras metía una chocolatina en la bolsa de la niña. A la pequeña se le abrieron mucho los ojos. «Oh, sí», pensó _____, «soy como una estrella de rock en este pueblo»—. Todas las princesas se merecen chocolate.
      Los enormes ojos brillaron, y a ______ se le hinchó el corazón. Adoraba a aquella pequeña…
      —¡No soy una princesa!
      Oooh. Eso no parecía un grito de deleite.
      —¡Oh! Lo siento, yo…
      A la niña comenzaron a caérsele unas lágrimas enormes sobre la bufanda. ______ miró con desesperación a su madre, pero ella seguía abajo, encogiéndose.
      —¡No soy una princesa! —gritó la niña, agitando una varita que previamente llevaba escondida—. ¡Soy un hada! ¡Un hada!
      La madre subió para tomarla de la mano.
      —Kaelin, vamos, cariño…
      —¡No quiero llevar el abrigo! ¡Nadie me ve las alas! —gritó, y se dejó caer al suelo sollozando, rodeada de nylon impermeable—. ¡Te dije que nadie me veía las alas!
      —Oh, por el amor de Dios —murmuró la madre, mientras tomaba en brazos a la niña.
      —Lo siento —susurró _____ con horror.
      La niña se retorció y volvió a gritar que era un hada, antes de que su madre se la llevara.
      _____ no se extrañó que Nick apareciera precisamente en aquel instante. Salió de su furgoneta justo cuando la madre estaba dándole un sermón a la niña en el césped delantero. Él se les acercó y esperó a que la niña dejara de llorar y lo mirara.
      —Feliz Halloween, Jefe jonas —dijo con tristeza.
      —Feliz Halloween, Kaelin. Nunca había visto un hada tan guapa. Parece que acabas de salir de un palacio de nieve mágico.
      —¿De verdad? —susurró la niña con reverencia—. ¿De verdad?
      —Los oficiales de policía no mienten —dijo él; se sacó un paquete de caramelos del bolsillo y se lo puso en la bolsa a la niña. Ella sonrió como si acabara de darle unos diamantes.
      —Gracias, Jefe —balbuceó la madre llena de agradecimiento, y después se llevó a la niña a la casa siguiente.
      Nick sonrió a medias, con arrogancia.
      —¿Haciendo llorar a los niños en Halloween, ______? ¿Eso es algo que aprendiste en la gran ciudad?
      —¿Cómo demonios has sabido que era un hada?
      —Por la varita.
      A _____ se le hundieron los hombros.
      —Yo no había visto la endemoniada varita.
      —No es culpa tuya. Yo estoy entrenado para fijarme en los detalles.
      —Creo que me gustabas más cuando eras tímido.
      La media sonrisa se transformó en una sonrisa resplandeciente, y _____ se quedó sin respiración. Sus siguientes palabras, sin embargo, le causaron una gran ansiedad.
      —Hablando de detalles, este paquete estaba encima de tu buzón. Es de Cameron Kasten. ¿Es el tipo que no es un exnovio?
      —Sí —dijo ella, preguntándose qué demonios significaba aquello. Aunque él le tendió el paquete, ella se limitó a mirarlo fijamente.
      Nick lo miró también, y después volvió a mirarla a ella, con el ceño fruncido.
      —¿Vas a decirme qué pasa?
      —No —respondió _____.
      Recuperó la compostura, tomó la caja y entró al calor de su casa. Nick la siguió. Oh, claro, ahora sí quería entrar.
      ______ arrojó la caja a una mesa y se dirigió hacia la cocina.
      —¿Te apetece un trozo de tarta de manzana casera?
      —¿Quién la ha hecho?
      —Yo.
      —¿Tú? ¿Qué te ha pasado?
      —¡Café! —exclamó _____, y con solo decir aquella palabra, se animó—. ¡Me ha llegado el café! —dijo, y señaló un paquete abierto de FedEx.
      —Ya veo.
      Siguió la mirada de Nick , que a su vez, seguía un rastro de granos de café que había por el suelo y por la encimera.
      —Lo siento, estaba muy emocionada. ¿Quieres un café con leche? He puesto a funcionar mi máquina de café de chica de ciudad.
      Él ladeó la cabeza como si estuviera pensando en algo. Unos segundos después, sus hombros perdieron la rigidez.
      —Tú tienes café y tarta. Yo tengo un tupperware de chili en la furgoneta. Esto parece una cena.
      —¿Una cena? ¡Esto es una cita!
      Pero Nick ya estaba negando con la cabeza.
      —No. Sería una cita de verdad si yo te llevara en coche hasta mi cabaña, donde cenaríamos en frente de la chimenea. Vino. Postre. Y después, tal vez diéramos un paseo hasta los manantiales de agua caliente que hay al borde de mi parcela. Yo te desnudaría y te metería en uno de ellos. Y entonces, ______, haríamos el amor en la parte más caliente del agua mientras los copos de nieve se deshacían en tu piel. No nos importaría el frío. No nos importaría nada más que conseguir más y más el uno del otro. Eso sería una cita.
      Dios Santo, sí lo sería.
      Él continuó.
      —Sin embargo, no estamos saliendo porque tú te niegas a decirme nada sobre ti misma. Así que vamos a comer chili y tarta en la cocina, y eso es todo.
      —¿Eso es todo? —susurró ella.
      Él alzó las manos con arrepentimiento.
      —¿Ese Cameron Kasten es alguien con quien trabajas?
      ______ tuvo que reprimir el impulso de tirarle la tarta a la cabeza.
      —Cállate y trae el chili. Y no te pongas tan seguro de ti mismo. ¿Es que crees que no podría conseguir que te quitaras la ropa si quisiera?
      Él se marchó sin decir una palabra, aunque a ella le pareció que estaba un poco preocupado. Bien. Le estaría bien empleado, si se desnudara y se tumbara en la mesa de la cocina a esperarlo. Y tenía nata montada, además.
      Ummm. Tal vez…
      Pero entonces, él ya estaba de vuelta con un gran tupperware.
      —¿Por qué llevas chili en la furgoneta?
      —¿Por qué has pedido tú que te instalen esa antena de Wi-Fi tan grande en el tejado de tu casa?
      —¿Cómo? —respondió ella, pero cambió de tema rápidamente—. Mira, siento muchísimo lo del periódico. No debería haberte seducido para… ya sabes.
      —Yo no lo llamaría seducción.
      —Espera. ¿Qué demonios significa eso?
      —Significa que estabas borracha y que tenías una ligera incoherencia, y que yo debería haber tenido más sentido común.
      —¿Una ligera incoherencia? Vaya, qué imagen más bonita acabas de describir.
      Ella tenía un recuerdo muy agradable de aquella noche, pero de repente se sintió abrumada con una versión muy distinta. Una escena en la que ella, borracha y torpe, hacía bromas sin gracia y se masturbaba contra un hombre que no quería.
      Oh, demonios, había usado a Nick jonas de juguete sexual.
      _____ se tapó los ojos con las manos. No, no podía haber sido así. Bueno, sí, ella lo había usado de juguete sexual, pero él sí quería. De hecho, su boca había sido de lo más amistosa.
      Nick le tocó una mano, y ella lo miró por encima de los dedos.
      —Te dije que me lo había pasado muy bien, _____. Y recuerda que los policías no mienten.
      —Pero yo creía que te había usado.
      —Oh, claro que me usaste. Y estoy tan traumatizado que apenas puedo mantener las manos alejadas de ti, aunque he estado pensando en todas y cada una de las razones por las que no debería hacerlo.
      Su mirada, que normalmente era cautelosa y reservada, se iluminó. Los ojos se le llenaron de vida y de calor. De calor ardiente. Y aquel fuego la alcanzó y le quemó los nervios, sobre todo los nervios más importantes.
      Nick había vuelto a hacerlo. La había excitado con una mirada. ¿Cómo era posible?
      _____ dejó caer las manos lentamente y miró con la boca abierta a aquel hombre que había perdido cualquier rastro de familiaridad. Ya no era el profesor Lógica, era solo sexo, puro y fabuloso.
      Y solo había una manera de conseguirlo.
      —De acuerdo, te diré…
      El timbre de la puerta interrumpió aquella confesión que había estado a punto de hacer dejándose llevar por el ansia de sexo. Ben entrecerró los ojos, y su rayo de súper seducción se intensificó.
      —¿Decirme qué, _____?
      El timbre de nuevo.
      Oh, Dios, quería decírselo todo para que se la llevara a la cama y la dejara cumplir sus fantasías.
      Salvo que no lo haría. Porque sus fantasías eran el problema.
      Alguien llamó a la puerta con impaciencia, golpeando con el puño. ______ sacudió la cabeza con disgusto hacia Nick y sus poderes de persuasión.
      —¿Te enseñan eso en la academia de policía?
      Antes de que él pudiera responder, ella se giró y caminó hacia la puerta.
      —Feliz Halloween —les refunfuñó a los tres adolescentes que había en el umbral, y les llenó la bolsa de caramelos.
      Ellos le dieron las gracias y se marcharon, y ella cerró la puerta.
      —¿Qué era lo que ibas a decirme? —preguntó Ben.
      —Nada, nada. Se ha roto el hechizo.
      —¿Qué hechizo?
      —Ya sabes, el de tus ojos y tu mirada sexy.
      —¿Mi mirada sexy? Por el amor de Dios, ____.
      Nick se echó a reír con ganas, y _____ se quedó anonadada al oír su risa contagiosa. No había vuelto a oírle reír así desde que tenía veintidós años y estaba borracho. Se le había olvidado el poder que tenía sobre ella aquel sonido.
      —¡Y eso tampoco! A menos que vayas a ceder, claro.
      Él apoyó el hombro contra la pared y sonrió.
      —Creo que debería llamar a Quinn y averiguar qué medicación tomas, y asegurarme de que tienes todas las medicinas para este invierno. Está claro que has perdido la chaveta.
      —Bueno, pues si no vas a ceder, por lo menos haz la cena —le dijo ella, pasando hacia la cocina—. No he comido nada salvo tarta de manzana desde el mediodía. Y caramelos, claro, pero eso no hace falta decirlo. Es Halloween.
      Él asintió y comenzó a moverse con calma entre los armarios y el microondas, y puso los platos, los cubiertos, los vasos y las servilletas en la mesa. _______ sabía que debería ayudar, pero el espectáculo era tan agradable que no se movió. Se limitó a seguir apoyada en la encimera y mirar a Nick moviéndose por su cocina. Tenía unas caderas estrechas que acentuaban la anchura de sus hombros y su pecho. Y qué trasero. Y el resto… ella tenía verdaderas ganas de verlo todo. Todavía lo recordaba desnudo aquella memorable noche, totalmente excitado e… impresionante. Era como una obra de arte.
      El delicioso olor del chili que se calentaba en el microondas interrumpió sus divagaciones.
      —¿Te apetece una cerveza? —le preguntó a Nick —. ¿O prefieres una copa de vino?
      Nick miró el reloj y comenzó a servir el chili humeante.
      —No, mejor nada de alcohol. Si hay algún problema, me llamarán.
      El olor especiado llenó la cocina, y _____ notó que se le hacía la boca agua.
      —Ummm… Qué bien huele.
      —Lo ha hecho Brenda.
      —Bueno, pues por favor, dile a Brenda que es una diosa.
      ______ puso música en el reproductor de CDs y se sirvió un refresco.
      Comieron en silencio, pero intercambiaron miradas que pronto pasaron de ser cautelosas a desafiantes.
      —¿No vas a abrir el paquete? —le preguntó Nick por fin, dejando la cuchara en el plato con algo de brusquedad.
      —No.
      —Entonces, ¿sabes lo que es?
      En realidad, no lo sabía, pero sí sabía que era de Cameron, y eso significaba que lo que hubiera dentro era perfecto y estaba lleno de significado, e iba a hacer que ella vomitara.
      —No voy a abrirlo delante de ti solo porque tú seas un cotilla.
      —Cameron Kasten —dijo Nick pensativamente, y a _____ se le ocurrió que podía haber problemas.
      —Ni se te ocurra —le dijo.
      —¿Que no se me ocurra qué?
      —No me va a parecer nada agradable que te pongas a remover la porquería a mi alrededor.
      Él la miró a los ojos.
      —Ya me has investigado, ¿verdad?
      Él apretó la mandíbula.
      —Eso no es sobre mí.
      —Claro que sí. Tú eres el que tienes el problema. No hay nadie más que esté fisgoneando en mi vida por aquí, ¿no?
      —¿De veras? Porque Miles llamó a tu hermano para preguntarle cosas sobre ti, y después puso su misteriosa respuesta en un periódico.
      —¿Te estás poniendo a la altura de Miles, Nick?
      —¡Claro que no!
      Ella oyó una risita lejana y la llamada de alguien en la puerta.
      —Disculpa. El deber me llama.
      Se libró de los niños rápidamente; algo sorprendente, teniendo en cuenta que una de ellas era la nieta de Miles… que iba acompañada por su abuelo, que miró significativamente, y con una sonrisita de petulancia, la camioneta de Nick.
      _____ cerró de un portazo y no le dijo nada a Nick. Le dio café y tarta de manzana de postre, y lo mandó a su casa.

 
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Mensaje por mary(mariana) Jue 20 Jun 2013, 8:14 pm

jajajaja okok yo me río mucho es q fue cm comes y te chao xD okno
Siguela pleaseeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!!!
Kisses :)
mary(mariana)
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