Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 20 de 27. • Comparte
Página 20 de 27. • 1 ... 11 ... 19, 20, 21 ... 23 ... 27
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
AVISO: Van a morir de amor con este capi...
Te lo dedico Flower!!
Joe cerró la puerta y, dándose la vuelta, se apoyó contra ella. ¿Dolido? Se rascó un punto debajo del corazón. Sí, estaba dolido. Si alguien le hubiera dicho que enamorarse hacía que el corazón se retorciera de aquel modo, habría seguido evitándolo. Había sentido una punzada de dolor cuando su amor de Nueva Orleáns lo dejó plantado. Pero aquello no lo había preparado para aquel mazazo.
Sin embargo, no pensaba tirar la toalla. Lo que tenía quehacer era diseñar un plan de ataque. Sutil, ingenioso e infalible. Miró a Tas pensativamente.
-¿Dónde crees que le gustaría ir de luna de miel a ______? -el perro resopló y se puso panza arriba-. No -decidió Joe-. Las Bermudas están muy vistas. Da igual, ya se me ocurrirá algo.
Capítulo 10
-Robert, baja el volumen, por favor -______ se quitó la cinta métrica que llevaba colgada del cuello y la extendió sobre la pared. Perfecto, pensó con satisfacción. Luego, tomó el lápiz que llevaba tras la oreja y marcó el lugar donde irían las escarpias.
Los pequeños estantes de cristal que iba a colgar eran un regalo que se hacía a sí misma, completamente innecesario y que, sin embargo, le producía una intensa alegría. No consideraba el hecho de colgarlas una muestra de independencia o habilidad, sino una más de las tareas cotidianas que llevaba años haciendo. Con el martillo en una mano, colocó la primera escarpia. Le había dado dos golpes cuando llamaron a la puerta.
-Un momento -le dio un último golpe a la escarpia. De la habitación de Robert le llegaba ruido del fuego antiaéreo y el silbido de los misiles. ______ se sacó la segunda escarpia de la boca y se la guardó en el bolsillo-. Rob, nos van a detener por perturbar el descanso de los vecinos -abrió la puerta y vio que era Joe-. Hola.
Joe se alegró al ver su expresión de contento. Hacía dos días que no la veía, desde que le había dicho que la quería y que pretendía casarse con ella. En esos dos días, le había dado muchas vueltas a la cabeza y confiaba en que, a pesar de sí misma, ______ hubiera hecho lo mismo.
-¿Estás de obra? -preguntó, señalando con la cabeza el martillo.
-Solo estaba colgando una estantería -agarró el mango del martillo con ambas manos, sintiéndose como una adolescente-. Pasa.
Él miró hacia la habitación de Robert mientras ella cerraba la puerta. Parecía que se estaba desarrollando un bombardeo masivo.
-No me habías dicho que ibas a abrir un patio de recreo.
-Es uno de los sueños de mi vida. ¡Rob! ¡Han firmado la paz! ¡Alto el fuego! -lanzándole una sonrisa cautelosa a Joe, le indicó una silla-. Robert se ha traído a Josh hoy, y Ernie... Ernie vive arriba y va a su clase.
-Sí, ya, el chico de los Bitterman. Lo conozco. Qué bonitas -dijo, mirando las estanterías.
-Son un regalo por cumplir un mes en el National Trust -______ pasó un dedo por el filo de uno de los estantes.
-¿Una especie de bonificación?
-De auto bonificación.
-Esas son las mejores. ¿Quieres que acabe yo?
-¿Cómo? -miró el martillo-. Ah, no, gracias. Ya lo hago yo. ¿Por qué no te sientas? Te traeré un café.
-Tú cuelgas la estantería y yo voy por el café -la besó en la punta de la nariz-. Y relájate, ¿quieres?
Solo había dado dos pasos cuando ella lo agarró del brazo.
-Joe, estoy muy contenta de verte. Temía que... bueno, que estuvieras enfadado.
-¿Enfadado? -la miró, perplejo-. ¿Por qué?
-Por... -se interrumpió al ver que seguía mirándola con aquella expresión entre curiosidad y desconcierto que la hacía preguntarse si se lo habría imaginado todo-. Da igual -se sacó la escarpia del bolsillo-. Sírvete el café.
-Gracias -ella se dio la vuelta y Joe sonrió. Había logrado justamente lo que pretendía: confundirla. A partir de ese instante, ______ empezaría a pensar en él, en lo que se habían dicho. Y, cuanto más pensara en ello, más cerca estaría de entrar en razón.
Silbando entre dientes, entró en la cocina mientras ______ ponía la segunda escarpia.
Joe le había pedido que se casara con él.
Ella recordaba todo cuanto había dicho, y lo que le había contestado. Y sabía que él se había sentido dolido y enojado. ¿Acaso no se había pasado dos días lamentándolo? Y, sin embargo, Joe aparecía de pronto como si nada hubiera pasado.
______ dejó el martillo y alzó la estantería. Tal vez había empezado a perder interés y se alegraba de que le hubiera dicho que no. Eso debía ser, se dijo, preguntándose por qué la idea no la tranquilizaba tanto como debería.
-Has hecho galletas -Joe regresó con dos tazas y un platillo con galletas recién hechas apoyado en equilibrio sobre una de ellas.
-Sí, las hice esta mañana -ella miró hacia atrás, sonriendo, mientras ajustaba los estantes.
-Súbela un poco de la derecha -se sentó en el brazo de una silla y dejó la taza de ______ sobre la mesa para tomar una galleta de chocolate-. Buenísima -dijo tras dar el primer mordisco-. Y, aunque esté mal que yo lo diga, soy un experto.
-Me alegro de que te gusten -______ retrocedió para mirar las estanterías.
-Es importante. Porque no sé si podría casarme con una mujer que no supiera hacer galletas -tomó una segunda y la examinó-. Bueno, puede que sí pudiera -dijo mientras ______ se volvía lentamente para mirarlo-. Pero sería muy duro -engulló la segunda y le sonrió-. Por suerte, no será problema.
-Joe... -antes de que pudiera decir nada, Robert irrumpió en la habitación con sus dos amigos detrás.
-¡Joe! -encantado de verlo, Robert se paró a su lado y Joe le pasó el brazo por los hombros con toda naturalidad-. Acabamos de echar una guerra que no veas. Somos los únicos supervivientes.
-Eso da mucha hambre. Toma una galleta.
Robert tomó una y se la metió en la boca.
-Tenemos que subir a casa de Ernie y conseguir más armas -tomó otra galleta y vio que su madre lo estaba mirando con el ceño fruncido-. No has traído a Tas.
-Anoche se quedó viendo una película hasta tarde y está durmiendo.
-Vale -Robert se volvió hacia su madre-. Mamá, ¿podemos subir un rato a casa de Ernie?
-Claro. Pero no salgáis sin decírmelo antes.
-No. Chicos, vayan delante. Yo tengo que hacer una cosa.
Volvió corriendo a su cuarto mientras sus amigos trotaban hacia la puerta.
-Me alegro de que esté haciendo amigos nuevos -comentó ______, recogiendo la taza-. Estaba preocupado por eso.
-Robert no es de esos niños a los que les cuesta hacer amigos.
-Sí, es cierto.
-Además, tiene suerte de tener una madre que deja que sus amigos vengan a casa y les hace galletas -bebió otro sorbo de café. La cocinera de su madre hacía pastelitos. Pero creía que ______ entendería que no era lo mismo-. Naturalmente, cuando nos casemos, tendremos que darle hermanitos y hermanitas. ¿Qué vas a poner en la estantería?
-Cosas inútiles -murmuró ella, mirándolo fijamente-. Joe, no quiero discutir, pero creo que deberíamos aclarar esto.
-¿Aclarar qué? Ah, venía a decirte que ya he empezado el guión. Y por ahora va muy bien.
-Me alegro -dijo, confundida-. Mira, es maravilloso, pero creo que antes deberíamos hablar de este asunto.
-Claro, ¿de qué asunto?
Ella abrió la boca, pero su hijo la interrumpió de nuevo. Al ver que entraba, se alejó y puso un pequeño gato de porcelana en el estante de abajo.
-He hecho una cosa para ti en el cole -azorado, Robert se acercó con las manos a la espalda.
-¿Sí? -Joe dejó su taza de café-. ¿Puedo verla?
-Es San Valentín, ¿sabes? -tras un momento de duda, le dio a Joe una tarjeta hecha de cartulina, con una cinta azul-. A mamá le hice un corazón con encaje, pero como tú eres chico me parecía mejor una cinta -Robert arrastró los pies-. Se abre.
Sin saber si se le quebraría la voz, Joe abrió la tarjeta.
-«Para Joe, mi mejor amigo. Te quiero, Robert » -tuvo que aclararse la garganta, confiando en no ponerse en ridículo-. Es fantástico. Yo... eh... nadie me había hecho una tarjeta antes.
-¿De veras? -preguntó Robert, sorprendido-. Yo siempre se las hago a mamá. Dice que le gustan más que las compradas.
-A mí esta me gusta mucho más -le dijo Joe. No sabía si a los niños de casi diez años les gustaba que los besaran, pero le pasó una mano por el pelo y le dio un beso de todos modos-. Gracias.
-De nada. Hasta luego.
-Sí -Joe oyó que la puerta se cerraba y miró de nuevo el pliego de cartulina doblado.
-No sabía que te había hecho una tarjeta -dijo ______ suavemente-. Supongo que quería que fuera un secreto.
-Ha hecho un buen trabajo -en ese momento, no podía explicar lo que significaba para él aquel trozo de cartulina con una cinta. Levantándose, se acercó a la ventana con la tarjeta en la mano-. Me encanta ese crío.
-Lo sé -ella se humedeció los labios. Era cierto, lo sabía. Pero ello solo dificultaba las cosas-. En unas pocas semanas has hecho mucho por él. Sé que ninguno de los dos tiene derecho a esperar que estés ahí, pero quiero que sepas que significa mucho para nosotros contar contigo.
Él tuvo que contener un estallido de cólera. No quería su gratitud. Quería mucho más. «Cálmate, Jonas », se dijo.
-El mejor consejo que puedo darte es que vayas acostumbrándote, ______ .
-Eso es precisamente lo que no puedo hacer -ella se acercó a él-. Joe, tú me importas mucho, pero no puedo depender de ti. No puedo permitirme esperar nada, ni hacerme ilusiones.
-Eso ya me lo has dicho -dejó la tarjeta cuidadosamente sobre la mesa-. Y no quiero discutir.
-Lo que has dicho antes...
-¿Qué he dicho?
-Eso de cuando nos casemos.
-¿He dicho eso? -sonrió, enroscándose un mechón de su pelo alrededor del dedo-. No sé en qué estaría pensando.
-Joe, tengo la sensación de que intentas confundirme.
-¿Y lo estoy consiguiendo?
«Quítale importancia al asunto», se dijo ella. Si Joe quería convertirlo en un juego, ella le seguiría la corriente.
-Hasta el punto de confirmar lo que siempre he pensado de ti. Que eres un hombre muy raro.
-¿En qué sentido?
-Bueno, para empezar, hablas con tu perro.
-Y él me responde, así que eso no cuenta. Inténtalo otra vez -la atrajo un poco más hacia sí. Aunque ella no se diera cuenta, estaban hablando de su relación, y ______ parecía relajada.
-Te ganas la vida escribiendo cómics. Y los lees.
-Tú que te dedicas a la banca deberías comprender la importancia de una buena inversión. ¿Sabes lo que pagan los coleccionistas por el número doble de mi Defensores de Perth? La modestia me impide mencionar la cifra.
-Apuesto a que sí.
Él asintió ligeramente.
-Y estaré encantado de discutir con usted acerca del valor de la literatura en cualquiera de sus formas, señora Wallace. ¿Te he dicho alguna vez que en el instituto era capitán del equipo de debate?
-No -ella apoyó las manos en su pecho, atraída de nuevo por el cuerpo recio y disciplinado que se ocultaba bajo el viejo jersey-. Además, está hecho de que no has tirado un solo periódico ni una revista en los últimos cinco años.
-Estoy guardándolo para cuando venga la gran escasez de papel del segundo milenio.
-Además, tienes respuesta para todo.
-Solo hay una respuesta que quiera de ti. ¿Te he mencionado que me enamoré de tus ojos nada más enamorarme de tus piernas?
-No -ella esbozó una sonrisa-. Y yo nunca te he dicho que, la primera vez que te vi por la mirilla, me quedé mirándote largo rato.
-Lo sabía -él sonrió-. Si miras bien por el agujerito, se ve una sombra.
-Ah -dijo ella, y no se le ocurrió qué más decir.
-¿Sabe, señora Wallace?, los niños pueden volver en cualquier momento. ¿Le importa que dejemos de hablar unos minutos?
-No -lo rodeó con los brazos-. No me importa en absoluto.
No quería admitir, ni siquiera ante sí misma, que en sus brazos se sentía segura y protegida. Pero así era. N o quería aceptar que había temido perderlo, que la aterrorizaba el hueco que habría dejado en su vida. Pero, a pesar de que aquel miedo se desvaneció al besarlo, era muy real.
Ella no podía pensar en el mañana, ni en el futuro que Joe esbozaba con tanta facilidad hablándole de familia y matrimonio. Le habían inculcado que el matrimonio era para siempre y, sin embargo, la experiencia le había demostrado que no era más que una promesa tan fácil de hacer como de romper. Y no quería que en su vida hubiera más promesas rotas, más votos quebrantados.
Los sentimientos brotaban en su interior a borbotones, arrastrando con ellos anhelos y sueños deslumbrantes. Tal vez el corazón se lo había entregado a Joe, pero seguía estando en poder de su voluntad. Al tiempo que sus manos se aferraban fuertemente a él, atrayéndolo hacia sí, se decía que su voluntad evitaría que ambos fueran infelices más adelante.
-Te quiero, ______ -murmuró él contra su boca, a pesar de que sabía que tal vez ella no quisiera escuchar esas palabras. Pero, tal vez si las decía muchas veces, ella empezaría a creérselas.
Quería que se comprometiera con él para siempre, no solo para un momento como aquel, robado a la luz del sol que entraba a raudales por la ventana, u otros semejantes en la penumbra. Solo una vez con anterioridad había deseado algo tan intensamente. Pero había sido algo abstracto, algo nebuloso llamado arte. Al final, se había visto forzado a admitir que ese sueño nunca estaría al alcance de su mano.
______, en cambio, estaba en sus brazos. Podía abrazarla así y sentir el sabor dulce y cálido de las ansias que se agitaban en su interior. Ella no era un sueño, sino una mujer a la que amaba, deseaba y poseería. Si para conservarla tenía que utilizar artimañas hasta despojarla una a una de las capas de su resistencia, lo haría.
Alzó las manos hasta su cara, hundiendo los dedos en su pelo.
-Creo que los chicos están a punto de bajar.
-Seguramente,-ella buscó su boca otra vez. ¿Había sentido alguna vez antes aquella urgencia?-. Ojalá tuviéramos más tiempo.
-¿Te gustaría?
Ella tenía los ojos entrecerrados cuando Joe se apartó.
-Sí.
-Entonces, deja que vuelva esta noche.
-Oh, Joe -ella se precipitó entre sus brazos, apoyando la cabeza sobre su hombro. Por primera vez desde hacía una década, la mujer y la madre estaban en guerra-. Te deseo. Lo sabes, ¿verdad?
-Eso me había parecido.
-Me gustaría que pudiéramos pasar la noche juntos, pero está Rob.
-Ya sé lo que piensas de que me quede aquí con Rob en la otra habitación. Pero, ______... -deslizó las manos por sus brazos y las posó sobre sus hombros-, ¿por qué no somos sinceros con él y le decimos que nos gustamos y queremos estar juntos?
-Joe, es muy pequeño.
-No, no lo es. No, espera -continuó antes de que ella volviera a hablar-. No estoy diciendo que le quitemos importancia, sino que le digamos a Robert lo que sentimos el uno por el otro y que, cuando dos personas adultas se quieren así, necesitan demostrarlo.
En sus labios parecía tan sencillo, tan lógico, tan natural... Reuniendo sus pensamientos, ella retrocedió.
-Joe, Rob te quiere, y te quiere con la inocencia y la falta de restricción de un niño.
-Yo también lo quiero a él.
Ella lo miró a los ojos y asintió.
-Sí, creo que sí, y, si es cierto, espero que lo entiendas. Temo que, si meto a Rob en esto en este momento, llegará a necesitarte más de lo que te necesita ya. Acabará pensando en ti como en...
-En un padre -concluyó Joe-. Y tú no quieres que tenga un padre, ¿no es eso, ______?
-Eso no es justo -sus ojos, normalmente claros y serenos, se enturbiaron.
-Puede que no, pero, si yo estuviera en tu lugar, pensaría en ello despacio.
-No hace falta que te pongas cruel solo porque no quiero acostarme contigo cuando mi hijo duerme en la otra habitación.
Él la asió de la camisa tan rápidamente que no le dio tiempo a reaccionar. Lo había visto enfadado, al límite de su aguante, pero nunca furioso.
-Maldita sea, ¿es que crees que solo estamos hablando de eso? Si solo quisiera sexo, no tendría más que bajar a mi casa y levantar el teléfono. El sexo es muy fácil, ______. Lo único que hace falta son dos personas y un poco de tiempo libre.
-Lo siento -ella cerró los ojos, profundamente avergonzada-. Ha sido una estupidez, Joe. Pero me siento entre la espada y la pared. Necesito tiempo. Por favor.
-Yo también. Pero tiempo para estar contigo -bajó las manos y se las metió en el bolsillo-. Te estoy presionando. Lo sé y no voy a parar, porque creo en nosotros.
-Ojalá yo pudiera decir lo mismo. Pero para mí hay demasiado en juego.
Y para él también, pensó Joe, aunque no lo dijo.
-En fin, dejémoslo así por el momento. ¿Vienen Rob y tú a jugar a las máquinas de marcianitos esta noche a Times Square?
-Claro. Le encantará -volvió a acercarse a él-. Y a mí también.
-Eso dices ahora, pero cambiarás de idea cuando te haya humillado con mi insuperable destreza.
-Te quiero.
Él dejó escapar un largo suspiro, intentando contener el deseo de asirla de nuevo y negarse a irse.
-Cuando te acostumbres a ello, ¿me lo dirás?
-Serás el primero en saberlo.
Él recogió la tarjeta que le había hecho Robert.
-Dile a Rob que nos veremos luego.
-Se lo diré -él estaba casi en la puerta cuando ella lo siguió-. Joe, ¿por qué no vienes a cenar mañana? Voy a hacer asado.
Él ladeó la cabeza.
-¿De ese con patatitas y zanahorias alrededor?
-Claro.
-¿Y galletas?
Ella sonrió.
-Si quieres...
-Tiene muy buena pinta, pero ya tengo planes.
-Ah -ella luchó con la necesidad de preguntarle cuáles, pero se recordó que no tenía derecho a hacerlo.
Joe sonrió satisfecho, percibiendo su desilusión.
-¿Me invitarás otro día?
-Claro -ella intentó devolverle la sonrisa-. Supongo que Robert te habrá dicho que la semana que viene es su cumpleaños -dijo cuando Joe llegó a la puerta.
-Solo cinco o seis veces -se detuvo con la mano en el picaporte.
-Va a hacer una fiesta el sábado por la tarde. Sé que le gustaría que vinieras, si puedes.
-Allí estaré. Mira, ¿por qué no nos vamos a las siete? Yo llevo las monedas.
-Estaremos listos -Joe no iba a darle un beso de despedida, pensó ella-. Joe, yo...
-Ah, casi se me olvidaba -él se metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó una cajita.
-¿Qué es eso?
-Es San Valentín, ¿no? -le puso la cajita en la mano-. Pues es el regalo de San Valentín.
-El regalo de San Valentín -repitió ella, desconcertada.
-Sí, la tradición, ¿recuerdas? Pensé en traerte bombones, pero imaginé que te pasarías el rato vigilando a Rob para que no comiera demasiados. Pero, si prefieres bombones, puedo devolver esto y...
-No -ella quitó la caja de su alcance y se echó a reír-. Aún no sé lo que es.
-Seguramente lo averiguarás si lo abres.
Al alzar la tapa, vio una fina cadena de oro con un corazón no más grande que una uña. Los diamantes que lo formaban brillaban suavemente.
-Oh, Joe, es precioso.
-Algo me decía que te gustaría más que los bombones. Seguro que con los bombones pensabas en higiene dental.
-Qué exagerado -contestó ella, sacando el corazón de la caja-. Joe, es realmente precioso, me encanta, pero es demasiado...
-Convencional, lo sé -la cortó él, quitándole el colgante-. Pero así soy yo.
-¿Ah, sí?
-Date la vuelta para que te lo ponga.
Ella obedeció, alzándose el pelo con una mano.
-Me gusta muchísimo, pero no espero que me compres cosa caras.
-Ya -frunció el ceño mientras abrochaba el cierre-. Yo tampoco esperaba los huevos con beicon, y te empeñaste en hacérmelos -tras asegurar el cierre, hizo que se diera la vuelta para mirarlo-. Y yo quiero verte con mi corazón alrededor del cuello.
-Gracias -tocó el colgante con un dedo-. Yo tampoco te he comprado bombones, pero tal vez pueda regalarte otra cosa.
Sonriendo, lo besó suave y provocativamente, con una vehemencia que los sorprendió a ambos. Solo hacía falta un instante para perderse, para dejarse llevar por el deseo, por la imaginación. Con la espalda apoyada en la puerta, él deslizó las manos por su cara, por su pelo y sus hombros, y luego hasta sus caderas para apretarla contra sí. El fuego de la pasión se inflamó en un instante y, cuando ______ se apartó, Joe se sintió abrasado por él. Sin apartar los ojos de ella, dejó escapar un largo y lento suspiro.
-Supongo que los críos estarán a punto de volver.
-En cualquier momento.
-Ya -la besó suavemente en la sien antes de darse la vuelta y abrir la puerta-. Hasta luego.
Bajaría a buscar a Tas, se dijo Joe mientras recorría el pasillo. Y luego iría a dar un paseo. Un paseo muy largo.
Te lo dedico Flower!!
Joe cerró la puerta y, dándose la vuelta, se apoyó contra ella. ¿Dolido? Se rascó un punto debajo del corazón. Sí, estaba dolido. Si alguien le hubiera dicho que enamorarse hacía que el corazón se retorciera de aquel modo, habría seguido evitándolo. Había sentido una punzada de dolor cuando su amor de Nueva Orleáns lo dejó plantado. Pero aquello no lo había preparado para aquel mazazo.
Sin embargo, no pensaba tirar la toalla. Lo que tenía quehacer era diseñar un plan de ataque. Sutil, ingenioso e infalible. Miró a Tas pensativamente.
-¿Dónde crees que le gustaría ir de luna de miel a ______? -el perro resopló y se puso panza arriba-. No -decidió Joe-. Las Bermudas están muy vistas. Da igual, ya se me ocurrirá algo.
Capítulo 10
-Robert, baja el volumen, por favor -______ se quitó la cinta métrica que llevaba colgada del cuello y la extendió sobre la pared. Perfecto, pensó con satisfacción. Luego, tomó el lápiz que llevaba tras la oreja y marcó el lugar donde irían las escarpias.
Los pequeños estantes de cristal que iba a colgar eran un regalo que se hacía a sí misma, completamente innecesario y que, sin embargo, le producía una intensa alegría. No consideraba el hecho de colgarlas una muestra de independencia o habilidad, sino una más de las tareas cotidianas que llevaba años haciendo. Con el martillo en una mano, colocó la primera escarpia. Le había dado dos golpes cuando llamaron a la puerta.
-Un momento -le dio un último golpe a la escarpia. De la habitación de Robert le llegaba ruido del fuego antiaéreo y el silbido de los misiles. ______ se sacó la segunda escarpia de la boca y se la guardó en el bolsillo-. Rob, nos van a detener por perturbar el descanso de los vecinos -abrió la puerta y vio que era Joe-. Hola.
Joe se alegró al ver su expresión de contento. Hacía dos días que no la veía, desde que le había dicho que la quería y que pretendía casarse con ella. En esos dos días, le había dado muchas vueltas a la cabeza y confiaba en que, a pesar de sí misma, ______ hubiera hecho lo mismo.
-¿Estás de obra? -preguntó, señalando con la cabeza el martillo.
-Solo estaba colgando una estantería -agarró el mango del martillo con ambas manos, sintiéndose como una adolescente-. Pasa.
Él miró hacia la habitación de Robert mientras ella cerraba la puerta. Parecía que se estaba desarrollando un bombardeo masivo.
-No me habías dicho que ibas a abrir un patio de recreo.
-Es uno de los sueños de mi vida. ¡Rob! ¡Han firmado la paz! ¡Alto el fuego! -lanzándole una sonrisa cautelosa a Joe, le indicó una silla-. Robert se ha traído a Josh hoy, y Ernie... Ernie vive arriba y va a su clase.
-Sí, ya, el chico de los Bitterman. Lo conozco. Qué bonitas -dijo, mirando las estanterías.
-Son un regalo por cumplir un mes en el National Trust -______ pasó un dedo por el filo de uno de los estantes.
-¿Una especie de bonificación?
-De auto bonificación.
-Esas son las mejores. ¿Quieres que acabe yo?
-¿Cómo? -miró el martillo-. Ah, no, gracias. Ya lo hago yo. ¿Por qué no te sientas? Te traeré un café.
-Tú cuelgas la estantería y yo voy por el café -la besó en la punta de la nariz-. Y relájate, ¿quieres?
Solo había dado dos pasos cuando ella lo agarró del brazo.
-Joe, estoy muy contenta de verte. Temía que... bueno, que estuvieras enfadado.
-¿Enfadado? -la miró, perplejo-. ¿Por qué?
-Por... -se interrumpió al ver que seguía mirándola con aquella expresión entre curiosidad y desconcierto que la hacía preguntarse si se lo habría imaginado todo-. Da igual -se sacó la escarpia del bolsillo-. Sírvete el café.
-Gracias -ella se dio la vuelta y Joe sonrió. Había logrado justamente lo que pretendía: confundirla. A partir de ese instante, ______ empezaría a pensar en él, en lo que se habían dicho. Y, cuanto más pensara en ello, más cerca estaría de entrar en razón.
Silbando entre dientes, entró en la cocina mientras ______ ponía la segunda escarpia.
Joe le había pedido que se casara con él.
Ella recordaba todo cuanto había dicho, y lo que le había contestado. Y sabía que él se había sentido dolido y enojado. ¿Acaso no se había pasado dos días lamentándolo? Y, sin embargo, Joe aparecía de pronto como si nada hubiera pasado.
______ dejó el martillo y alzó la estantería. Tal vez había empezado a perder interés y se alegraba de que le hubiera dicho que no. Eso debía ser, se dijo, preguntándose por qué la idea no la tranquilizaba tanto como debería.
-Has hecho galletas -Joe regresó con dos tazas y un platillo con galletas recién hechas apoyado en equilibrio sobre una de ellas.
-Sí, las hice esta mañana -ella miró hacia atrás, sonriendo, mientras ajustaba los estantes.
-Súbela un poco de la derecha -se sentó en el brazo de una silla y dejó la taza de ______ sobre la mesa para tomar una galleta de chocolate-. Buenísima -dijo tras dar el primer mordisco-. Y, aunque esté mal que yo lo diga, soy un experto.
-Me alegro de que te gusten -______ retrocedió para mirar las estanterías.
-Es importante. Porque no sé si podría casarme con una mujer que no supiera hacer galletas -tomó una segunda y la examinó-. Bueno, puede que sí pudiera -dijo mientras ______ se volvía lentamente para mirarlo-. Pero sería muy duro -engulló la segunda y le sonrió-. Por suerte, no será problema.
-Joe... -antes de que pudiera decir nada, Robert irrumpió en la habitación con sus dos amigos detrás.
-¡Joe! -encantado de verlo, Robert se paró a su lado y Joe le pasó el brazo por los hombros con toda naturalidad-. Acabamos de echar una guerra que no veas. Somos los únicos supervivientes.
-Eso da mucha hambre. Toma una galleta.
Robert tomó una y se la metió en la boca.
-Tenemos que subir a casa de Ernie y conseguir más armas -tomó otra galleta y vio que su madre lo estaba mirando con el ceño fruncido-. No has traído a Tas.
-Anoche se quedó viendo una película hasta tarde y está durmiendo.
-Vale -Robert se volvió hacia su madre-. Mamá, ¿podemos subir un rato a casa de Ernie?
-Claro. Pero no salgáis sin decírmelo antes.
-No. Chicos, vayan delante. Yo tengo que hacer una cosa.
Volvió corriendo a su cuarto mientras sus amigos trotaban hacia la puerta.
-Me alegro de que esté haciendo amigos nuevos -comentó ______, recogiendo la taza-. Estaba preocupado por eso.
-Robert no es de esos niños a los que les cuesta hacer amigos.
-Sí, es cierto.
-Además, tiene suerte de tener una madre que deja que sus amigos vengan a casa y les hace galletas -bebió otro sorbo de café. La cocinera de su madre hacía pastelitos. Pero creía que ______ entendería que no era lo mismo-. Naturalmente, cuando nos casemos, tendremos que darle hermanitos y hermanitas. ¿Qué vas a poner en la estantería?
-Cosas inútiles -murmuró ella, mirándolo fijamente-. Joe, no quiero discutir, pero creo que deberíamos aclarar esto.
-¿Aclarar qué? Ah, venía a decirte que ya he empezado el guión. Y por ahora va muy bien.
-Me alegro -dijo, confundida-. Mira, es maravilloso, pero creo que antes deberíamos hablar de este asunto.
-Claro, ¿de qué asunto?
Ella abrió la boca, pero su hijo la interrumpió de nuevo. Al ver que entraba, se alejó y puso un pequeño gato de porcelana en el estante de abajo.
-He hecho una cosa para ti en el cole -azorado, Robert se acercó con las manos a la espalda.
-¿Sí? -Joe dejó su taza de café-. ¿Puedo verla?
-Es San Valentín, ¿sabes? -tras un momento de duda, le dio a Joe una tarjeta hecha de cartulina, con una cinta azul-. A mamá le hice un corazón con encaje, pero como tú eres chico me parecía mejor una cinta -Robert arrastró los pies-. Se abre.
Sin saber si se le quebraría la voz, Joe abrió la tarjeta.
-«Para Joe, mi mejor amigo. Te quiero, Robert » -tuvo que aclararse la garganta, confiando en no ponerse en ridículo-. Es fantástico. Yo... eh... nadie me había hecho una tarjeta antes.
-¿De veras? -preguntó Robert, sorprendido-. Yo siempre se las hago a mamá. Dice que le gustan más que las compradas.
-A mí esta me gusta mucho más -le dijo Joe. No sabía si a los niños de casi diez años les gustaba que los besaran, pero le pasó una mano por el pelo y le dio un beso de todos modos-. Gracias.
-De nada. Hasta luego.
-Sí -Joe oyó que la puerta se cerraba y miró de nuevo el pliego de cartulina doblado.
-No sabía que te había hecho una tarjeta -dijo ______ suavemente-. Supongo que quería que fuera un secreto.
-Ha hecho un buen trabajo -en ese momento, no podía explicar lo que significaba para él aquel trozo de cartulina con una cinta. Levantándose, se acercó a la ventana con la tarjeta en la mano-. Me encanta ese crío.
-Lo sé -ella se humedeció los labios. Era cierto, lo sabía. Pero ello solo dificultaba las cosas-. En unas pocas semanas has hecho mucho por él. Sé que ninguno de los dos tiene derecho a esperar que estés ahí, pero quiero que sepas que significa mucho para nosotros contar contigo.
Él tuvo que contener un estallido de cólera. No quería su gratitud. Quería mucho más. «Cálmate, Jonas », se dijo.
-El mejor consejo que puedo darte es que vayas acostumbrándote, ______ .
-Eso es precisamente lo que no puedo hacer -ella se acercó a él-. Joe, tú me importas mucho, pero no puedo depender de ti. No puedo permitirme esperar nada, ni hacerme ilusiones.
-Eso ya me lo has dicho -dejó la tarjeta cuidadosamente sobre la mesa-. Y no quiero discutir.
-Lo que has dicho antes...
-¿Qué he dicho?
-Eso de cuando nos casemos.
-¿He dicho eso? -sonrió, enroscándose un mechón de su pelo alrededor del dedo-. No sé en qué estaría pensando.
-Joe, tengo la sensación de que intentas confundirme.
-¿Y lo estoy consiguiendo?
«Quítale importancia al asunto», se dijo ella. Si Joe quería convertirlo en un juego, ella le seguiría la corriente.
-Hasta el punto de confirmar lo que siempre he pensado de ti. Que eres un hombre muy raro.
-¿En qué sentido?
-Bueno, para empezar, hablas con tu perro.
-Y él me responde, así que eso no cuenta. Inténtalo otra vez -la atrajo un poco más hacia sí. Aunque ella no se diera cuenta, estaban hablando de su relación, y ______ parecía relajada.
-Te ganas la vida escribiendo cómics. Y los lees.
-Tú que te dedicas a la banca deberías comprender la importancia de una buena inversión. ¿Sabes lo que pagan los coleccionistas por el número doble de mi Defensores de Perth? La modestia me impide mencionar la cifra.
-Apuesto a que sí.
Él asintió ligeramente.
-Y estaré encantado de discutir con usted acerca del valor de la literatura en cualquiera de sus formas, señora Wallace. ¿Te he dicho alguna vez que en el instituto era capitán del equipo de debate?
-No -ella apoyó las manos en su pecho, atraída de nuevo por el cuerpo recio y disciplinado que se ocultaba bajo el viejo jersey-. Además, está hecho de que no has tirado un solo periódico ni una revista en los últimos cinco años.
-Estoy guardándolo para cuando venga la gran escasez de papel del segundo milenio.
-Además, tienes respuesta para todo.
-Solo hay una respuesta que quiera de ti. ¿Te he mencionado que me enamoré de tus ojos nada más enamorarme de tus piernas?
-No -ella esbozó una sonrisa-. Y yo nunca te he dicho que, la primera vez que te vi por la mirilla, me quedé mirándote largo rato.
-Lo sabía -él sonrió-. Si miras bien por el agujerito, se ve una sombra.
-Ah -dijo ella, y no se le ocurrió qué más decir.
-¿Sabe, señora Wallace?, los niños pueden volver en cualquier momento. ¿Le importa que dejemos de hablar unos minutos?
-No -lo rodeó con los brazos-. No me importa en absoluto.
No quería admitir, ni siquiera ante sí misma, que en sus brazos se sentía segura y protegida. Pero así era. N o quería aceptar que había temido perderlo, que la aterrorizaba el hueco que habría dejado en su vida. Pero, a pesar de que aquel miedo se desvaneció al besarlo, era muy real.
Ella no podía pensar en el mañana, ni en el futuro que Joe esbozaba con tanta facilidad hablándole de familia y matrimonio. Le habían inculcado que el matrimonio era para siempre y, sin embargo, la experiencia le había demostrado que no era más que una promesa tan fácil de hacer como de romper. Y no quería que en su vida hubiera más promesas rotas, más votos quebrantados.
Los sentimientos brotaban en su interior a borbotones, arrastrando con ellos anhelos y sueños deslumbrantes. Tal vez el corazón se lo había entregado a Joe, pero seguía estando en poder de su voluntad. Al tiempo que sus manos se aferraban fuertemente a él, atrayéndolo hacia sí, se decía que su voluntad evitaría que ambos fueran infelices más adelante.
-Te quiero, ______ -murmuró él contra su boca, a pesar de que sabía que tal vez ella no quisiera escuchar esas palabras. Pero, tal vez si las decía muchas veces, ella empezaría a creérselas.
Quería que se comprometiera con él para siempre, no solo para un momento como aquel, robado a la luz del sol que entraba a raudales por la ventana, u otros semejantes en la penumbra. Solo una vez con anterioridad había deseado algo tan intensamente. Pero había sido algo abstracto, algo nebuloso llamado arte. Al final, se había visto forzado a admitir que ese sueño nunca estaría al alcance de su mano.
______, en cambio, estaba en sus brazos. Podía abrazarla así y sentir el sabor dulce y cálido de las ansias que se agitaban en su interior. Ella no era un sueño, sino una mujer a la que amaba, deseaba y poseería. Si para conservarla tenía que utilizar artimañas hasta despojarla una a una de las capas de su resistencia, lo haría.
Alzó las manos hasta su cara, hundiendo los dedos en su pelo.
-Creo que los chicos están a punto de bajar.
-Seguramente,-ella buscó su boca otra vez. ¿Había sentido alguna vez antes aquella urgencia?-. Ojalá tuviéramos más tiempo.
-¿Te gustaría?
Ella tenía los ojos entrecerrados cuando Joe se apartó.
-Sí.
-Entonces, deja que vuelva esta noche.
-Oh, Joe -ella se precipitó entre sus brazos, apoyando la cabeza sobre su hombro. Por primera vez desde hacía una década, la mujer y la madre estaban en guerra-. Te deseo. Lo sabes, ¿verdad?
-Eso me había parecido.
-Me gustaría que pudiéramos pasar la noche juntos, pero está Rob.
-Ya sé lo que piensas de que me quede aquí con Rob en la otra habitación. Pero, ______... -deslizó las manos por sus brazos y las posó sobre sus hombros-, ¿por qué no somos sinceros con él y le decimos que nos gustamos y queremos estar juntos?
-Joe, es muy pequeño.
-No, no lo es. No, espera -continuó antes de que ella volviera a hablar-. No estoy diciendo que le quitemos importancia, sino que le digamos a Robert lo que sentimos el uno por el otro y que, cuando dos personas adultas se quieren así, necesitan demostrarlo.
En sus labios parecía tan sencillo, tan lógico, tan natural... Reuniendo sus pensamientos, ella retrocedió.
-Joe, Rob te quiere, y te quiere con la inocencia y la falta de restricción de un niño.
-Yo también lo quiero a él.
Ella lo miró a los ojos y asintió.
-Sí, creo que sí, y, si es cierto, espero que lo entiendas. Temo que, si meto a Rob en esto en este momento, llegará a necesitarte más de lo que te necesita ya. Acabará pensando en ti como en...
-En un padre -concluyó Joe-. Y tú no quieres que tenga un padre, ¿no es eso, ______?
-Eso no es justo -sus ojos, normalmente claros y serenos, se enturbiaron.
-Puede que no, pero, si yo estuviera en tu lugar, pensaría en ello despacio.
-No hace falta que te pongas cruel solo porque no quiero acostarme contigo cuando mi hijo duerme en la otra habitación.
Él la asió de la camisa tan rápidamente que no le dio tiempo a reaccionar. Lo había visto enfadado, al límite de su aguante, pero nunca furioso.
-Maldita sea, ¿es que crees que solo estamos hablando de eso? Si solo quisiera sexo, no tendría más que bajar a mi casa y levantar el teléfono. El sexo es muy fácil, ______. Lo único que hace falta son dos personas y un poco de tiempo libre.
-Lo siento -ella cerró los ojos, profundamente avergonzada-. Ha sido una estupidez, Joe. Pero me siento entre la espada y la pared. Necesito tiempo. Por favor.
-Yo también. Pero tiempo para estar contigo -bajó las manos y se las metió en el bolsillo-. Te estoy presionando. Lo sé y no voy a parar, porque creo en nosotros.
-Ojalá yo pudiera decir lo mismo. Pero para mí hay demasiado en juego.
Y para él también, pensó Joe, aunque no lo dijo.
-En fin, dejémoslo así por el momento. ¿Vienen Rob y tú a jugar a las máquinas de marcianitos esta noche a Times Square?
-Claro. Le encantará -volvió a acercarse a él-. Y a mí también.
-Eso dices ahora, pero cambiarás de idea cuando te haya humillado con mi insuperable destreza.
-Te quiero.
Él dejó escapar un largo suspiro, intentando contener el deseo de asirla de nuevo y negarse a irse.
-Cuando te acostumbres a ello, ¿me lo dirás?
-Serás el primero en saberlo.
Él recogió la tarjeta que le había hecho Robert.
-Dile a Rob que nos veremos luego.
-Se lo diré -él estaba casi en la puerta cuando ella lo siguió-. Joe, ¿por qué no vienes a cenar mañana? Voy a hacer asado.
Él ladeó la cabeza.
-¿De ese con patatitas y zanahorias alrededor?
-Claro.
-¿Y galletas?
Ella sonrió.
-Si quieres...
-Tiene muy buena pinta, pero ya tengo planes.
-Ah -ella luchó con la necesidad de preguntarle cuáles, pero se recordó que no tenía derecho a hacerlo.
Joe sonrió satisfecho, percibiendo su desilusión.
-¿Me invitarás otro día?
-Claro -ella intentó devolverle la sonrisa-. Supongo que Robert te habrá dicho que la semana que viene es su cumpleaños -dijo cuando Joe llegó a la puerta.
-Solo cinco o seis veces -se detuvo con la mano en el picaporte.
-Va a hacer una fiesta el sábado por la tarde. Sé que le gustaría que vinieras, si puedes.
-Allí estaré. Mira, ¿por qué no nos vamos a las siete? Yo llevo las monedas.
-Estaremos listos -Joe no iba a darle un beso de despedida, pensó ella-. Joe, yo...
-Ah, casi se me olvidaba -él se metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó una cajita.
-¿Qué es eso?
-Es San Valentín, ¿no? -le puso la cajita en la mano-. Pues es el regalo de San Valentín.
-El regalo de San Valentín -repitió ella, desconcertada.
-Sí, la tradición, ¿recuerdas? Pensé en traerte bombones, pero imaginé que te pasarías el rato vigilando a Rob para que no comiera demasiados. Pero, si prefieres bombones, puedo devolver esto y...
-No -ella quitó la caja de su alcance y se echó a reír-. Aún no sé lo que es.
-Seguramente lo averiguarás si lo abres.
Al alzar la tapa, vio una fina cadena de oro con un corazón no más grande que una uña. Los diamantes que lo formaban brillaban suavemente.
-Oh, Joe, es precioso.
-Algo me decía que te gustaría más que los bombones. Seguro que con los bombones pensabas en higiene dental.
-Qué exagerado -contestó ella, sacando el corazón de la caja-. Joe, es realmente precioso, me encanta, pero es demasiado...
-Convencional, lo sé -la cortó él, quitándole el colgante-. Pero así soy yo.
-¿Ah, sí?
-Date la vuelta para que te lo ponga.
Ella obedeció, alzándose el pelo con una mano.
-Me gusta muchísimo, pero no espero que me compres cosa caras.
-Ya -frunció el ceño mientras abrochaba el cierre-. Yo tampoco esperaba los huevos con beicon, y te empeñaste en hacérmelos -tras asegurar el cierre, hizo que se diera la vuelta para mirarlo-. Y yo quiero verte con mi corazón alrededor del cuello.
-Gracias -tocó el colgante con un dedo-. Yo tampoco te he comprado bombones, pero tal vez pueda regalarte otra cosa.
Sonriendo, lo besó suave y provocativamente, con una vehemencia que los sorprendió a ambos. Solo hacía falta un instante para perderse, para dejarse llevar por el deseo, por la imaginación. Con la espalda apoyada en la puerta, él deslizó las manos por su cara, por su pelo y sus hombros, y luego hasta sus caderas para apretarla contra sí. El fuego de la pasión se inflamó en un instante y, cuando ______ se apartó, Joe se sintió abrasado por él. Sin apartar los ojos de ella, dejó escapar un largo y lento suspiro.
-Supongo que los críos estarán a punto de volver.
-En cualquier momento.
-Ya -la besó suavemente en la sien antes de darse la vuelta y abrir la puerta-. Hasta luego.
Bajaría a buscar a Tas, se dijo Joe mientras recorría el pasillo. Y luego iría a dar un paseo. Un paseo muy largo.
ForJoeJonas
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
SUBE MAS CAPIIIIIIIIIIIIIIIII
Hay que lindo mi JOE, lo MEGA ARCHIREQUETE CONTRA AMOOOOOOOOOOO :cheers: :D
Hay que lindo mi JOE, lo MEGA ARCHIREQUETE CONTRA AMOOOOOOOOOOO :cheers: :D
♫ Laura Jonas ♥
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
hermosoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo...siguela
andreita
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAW
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAW
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAW
ADE, POR DIOOOOOOOOOOOOOOOOOOS
MORÍ DE AMOR CON JOE :love:
MI CORAZON VA A EXPLOTAR DE TANTO AMOR(?.. BUE QUE DECIA JAJAJAJAJAJ
LO AME LO AME LO AME!
ME REGALO UNA CADENITA *___*
:arre:
ES UN DULCE!
AAAAAAAH (SUSPIRO(?) GRACIAS POR DEDICARME ESTE HERMOSO CAP, ME LLEGO AL
SUBI OTRO CAP ADE
:bounce:
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAW
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAW
ADE, POR DIOOOOOOOOOOOOOOOOOOS
MORÍ DE AMOR CON JOE :love:
MI CORAZON VA A EXPLOTAR DE TANTO AMOR(?.. BUE QUE DECIA JAJAJAJAJAJ
LO AME LO AME LO AME!
ME REGALO UNA CADENITA *___*
:arre:
ES UN DULCE!
AAAAAAAH (SUSPIRO(?) GRACIAS POR DEDICARME ESTE HERMOSO CAP, ME LLEGO AL
SUBI OTRO CAP ADE
:bounce:
F l ♥ r e n c i a.
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
Que poquitos comentarios chicas....
No quieren cap? :(
No quieren cap? :(
ForJoeJonas
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa Hiii ... soy nueva lectora ... ya leei TODO lo k llevas de la nove y enserio esta de lujo ... Me encanta ... siguela!! xD
bye!
bye!
GirlDanger
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
CLARO KE KIERO, SUBE SUBE SUBE CAP :bounce: :bounce: :bounce:
ilse07
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela siguela :geek:
ilse07
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
claro que queremos capi
pero que pregunta es esa
ame el capi esta hermoso
como toda la nove
siguela pronto porfavor
:D :D :D :D
pero que pregunta es esa
ame el capi esta hermoso
como toda la nove
siguela pronto porfavor
:D :D :D :D
Invitado
Invitado
Re: ~·~ Un Héroe En Nueva York ~·~ (Joe y tú)
por supuesto que si queremos :D
cuantos comenarios necesitamos para obtener nuevo capitulo??
cuantos comenarios necesitamos para obtener nuevo capitulo??
ASTRIDJONAS
Página 20 de 27. • 1 ... 11 ... 19, 20, 21 ... 23 ... 27
Temas similares
» Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
» Next Top Model Nueva York ~H. S~
» Te estoy vigilando, Nueva York
» ♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
» Hocus Pocus - [Harry Potter&Tú]
» Next Top Model Nueva York ~H. S~
» Te estoy vigilando, Nueva York
» ♥Soltera en Nueva York♥ ( Harry y Tu ) HOT
» Hocus Pocus - [Harry Potter&Tú]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 20 de 27.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.