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Promesas al Anochecer [Joe & Tu]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Promesas al Anochecer [Joe & Tu]
—Nicholas dijo que eran bastante antiguos, medievales o algo por el estilo.
Ella sintió un escozor en la columna.
— ¿Nicholas lo dijo?
Continuación...
Joseph bajó la mirada hacía ella rápidamente.
—Algo así. Sólo estoy repitiendo lo que me contaron.
Ella ladeó la cabeza, estudiando su rostro a la suave luz.
— ¿En serio?
Asintió y la hizo moverse a la izquierda de la chimenea, levantó nuevamente el candelabro e indicó el muro en el que colgaban dos espadas cruzadas.
—Las espadas también son medievales, aunque irlandesas, mientras que los tapices son italianos.
—Ese Nicholas debió ser un gran coleccionista.
Joe se encogió de hombros y continuó avanzando mientras señalaba otras reliquias sujetas a las paredes, una armadura en un rincón —que parecía absurdamente baja— y el mobiliario. Agrupadas alrededor de las chimeneas, se encontraban largas sillas con cojines bordados y respaldos rectos elaboradamente tallados. En el centro de la habitación había una gran mesa adornada que tenía patas del tamaño de un árbol pequeño. Estaba rodeada por sillas más pequeñas y menos elaboradas. Además, había armas por todos lados. Lanzas, mazos y escudos con sus insignias pintadas en el frente.
Cada cierto tiempo atravesaban una bóveda oscura que los llevaba a alguna otra parte del castillo. Cada vez, ella entornaba los ojos hacia la oscuridad, entrecerrándolos; deseando poder ver más. Sin embargo, en ningún momento vio nada.
Cuando habían atravesado toda la habitación, él la guió hacia una de las acolchadas sillas y dejó las velas sobre la mesita a su lado. Luego, giró, se arrodilló frente al fuego y en un segundo éste llameó a la vida, a pesar de que ella nunca lo vio encender una cerilla.
Ella dejó que el calor se extendiera por su cuerpo, alejando el frío del otoño. Joseph se sentó en la silla junto a ella.
—Te ofrecería algo para beber, pero…
—Lo sé —le respondió—. Acabas de llegar. No podría esperar que tus despensas estuviesen llenas tan pronto —le sonrió—. Será frío… solitario, vivir aquí. ¿No lo crees?
Él asintió.
—Sí, pero hay una historia aquí que necesito… sentir. Tenía que regresar.
—¿Regresar? Entonces, ¿has estado aquí antes?
Él parpadeo lentamente, desviando la mirada.
—Hace mucho tiempo.
—¿Durante tu niñez?
—Algo así.
Ella asintió, no quería presionarlo más, aunque era totalmente consciente de que en realidad no le había dado una respuesta. No podía tratarse del mismo hombre que la había salvado en el río. Eso había sucedido veinte años atrás y él era demasiado joven.
—Entonces, ¿Lo único que estás dispuesto a mostrarme es este enorme salón, Joseph?
—Por ahora —le dijo— no sería seguro llevarte más lejos… —Se produjo una larga pausa cuando su ardiente mirada encontró la de ella. —Sin una mejor iluminación.
Se le secó la garganta. Trató de tragar, pero se dio cuenta de que no podía. Él tenía una mirada ardiente, una mirada predatoria que la hacía estremecer.
—Tal vez debería irme. Darte tiempo para que te instales.
—Tal vez —le dijo él.
Asintiendo, ella se puso de pie. Él hizo lo mismo.
—Me… me gustaría regresar. Para hablar contigo acerca de la leyenda.
—No sé mucho acerca de eso. Te decepcionarás.
—Tengo el presentimiento de que sabes más que nadie al respecto, Joseph Jonas. —Ella se giró y caminó en dirección a la puerta, mientras él la seguía. Tuvo el presentimiento de que él ansiaba que se fuera.
Sin embargo, cuando él abrió la enorme puerta, un destello cegador abrió un sendero irregular a través del cielo. La lluvia se azotaba contra ellos y un trueno resonó a la distancia.
Estando encerrados dentro de los enormes muros de piedra, no se habían percatado del cambio en el clima y por primera vez, ella notó que no había ninguna ventana en la habitación.
Él se quedó inmóvil. No dijo nada. Bueno, no había nada que hacer. Ella inclinó la cabeza y dio un paso al exterior… sólo para sentir como sus manos se cerraban sobre sus hombros, atrayéndola hacia el interior. Ella casi suspiró de alivio.
—No puedes caminar hasta el pueblo en estas condiciones —lo dijo como si se arrepintiera profundamente.
—Podría. No soy estoy hecha de azúcar, Joseph, y no me derretiré por un poco de lluvia.
Él cerró la puerta, levantó una mano y secó las gotitas de su rostro y cabello.
—No te derretirás, pero quedarás empapada y te enfermarás, como mínimo. O peor, podrías ser aplastada por un árbol o ser derribada por un rayo. No, no puedo dejar que te vayas.
—Suena como si lo lamentaras.
Él asintió y a ella le sorprendió que no lo negara.
—Me gusta mi privacidad, _______. Haces bien al tenerlo presente.
—Oh.
Él le frunció el ceño. — ¿Qué?
Ella se encogió de hombros y enarcó las cejas.
—Supuse que habría otra razón para que mi presencia te perturbe tanto. Aunque no tiene importancia. —Ella sólo bromeaba a medias y pensó que él lo sabía. Se sentía atraída hacia él, de una manera que no entendía. Era como si le hubiesen arrojado alguna clase de hechizo que la hiciese… Cerró los ojos y sacudió la cabeza. —Creo que tengo más sueño del que pensé.
—Deben haber algunas habitaciones preparadas —dijo él con voz amable. ¿Acaso ella realmente había detectado una nota de temor en su voz?
—Entonces, enséñame el camino.
Él asintió y volvió a recoger las danzantes velas. —Será mejor que te quedes cerca de mí, ________. No sé hasta qué punto es seguro el castillo, sólo algunas partes han sido restauradas. Además, podrías perderte fácilmente en estos pasillos.
Ella estuvo de acuerdo y a medida que él la guiaba a través de los oscuros y abovedados corredores, se sostuvo cada vez más fuerte de su brazo, consciente de que con cada paso que daba se alejaba más de la seguridad. No es que le temiese.
Oh, pero sí le temía.
Los pasillos giraron y se desviaron en incontables direcciones. Él la guió por las escaleras espirales que parecían túneles, eran muy angostas y oscuras. Luego avanzaron por más corredores.
— ¿Joseph?
Él se detuvo y se giró para mirarla en la oscuridad.
— ¿Estás dándome vueltas deliberadamente sólo para que no pueda encontrar la salida?
Él sacudió la cabeza solemnemente.
—Al contrario, _______. La habitación está cerca de una salida trasera, de modo que puedas retirarte mañana a primera hora.
— ¿Y por qué desearía hacer eso si tú mismo puedes indicarme la salida?
—Yo… no estaré aquí. Me temo que tengo una reunión importante. Muy temprano. Ya me habré ido para cuando despiertes.
Ella echó la cabeza atrás y lo estudió.
— ¿Es eso verdad?
—Sí. _______, quiero que me prometas que harás lo que te pido. Vete por la mañana. Sin husmear o explorar. Ya te he dicho que puede ser peligroso.
Después de estudiarlo por un largo momento, le dijo.
— ¿Hay algo que no quieres que vea?
Él sacudió la cabeza.
—Tu imaginación es tan grande como la de esos aldeanos del pub, ¿no es así?
Ella sonrió.
—Mayor. No lo estarías dudando si supieras lo que estoy pensando ahora.
— ¿Y en qué estás pensando?
Ella levantó los hombros y las cejas al mismo tiempo.
—Que tal vez la razón de que no estarás aquí en la mañana es que tienes una reacción adversa a la luz del día. Y que tal vez la razón de que no me quieras husmeando es que no quieres que me tropiece con el ataúd en el que duermes. —Echó la cabeza atrás y se rió de su propia estupidez, lo sonidos hicieron eco mucho después de que ella se hubiera callado. —Creo que después de todo aún me queda algo de credulidad infantil. O tal vez, simplemente vivir en Dunkinny me ha hecho tan imaginativa.
Él sólo se la quedó mirando hasta que ella dejó de sonreír.
Ella se mordió el labio y su mano tembló ligeramente cuando la levantó para tocar su rostro.
—Herí tus sentimientos, ¿no es así? Realmente no creo que seas un vampiro, Joseph. Sino sólo un hombre… un hombre hermoso. —Bajó la mirada, sin creer lo que estaba punto de decir. —Espero que no pienses que soy una atrevida por decirte esto, pero me… me gustaría verte otra vez. No debido a la leyenda, sino porque… sólo porque sí. —Aún así él no dijo nada. Ella dejó caer la mano y mirando al cielo soltó un corto y marcado suspiro. —Por Dios, Joseph, di algo. ¿Estoy quedando como una tonta o…?
—No. —Estiró la mano para apartar un rizo de su frente. —De hecho, durante toda la noche he tratado de evitar con todas mis fuerzas… sentir algo por ti.
Ella sintió que la sangre subía hasta su rostro.
—Oh. —Luego, se humedeció los labios, volvió a encontrar su mirada nuevamente y susurró: — ¿Por qué has tratado de evitarlo con todas tus fuerzas, Joseph?
—Porque nada bueno puede resultar de ello.
Su corazón se contrajo.
—Entonces, estás casado.
—No, claro que no. Es sólo… —él sacudió la cabeza—. Confía en mí, _______. Nada puede resultar de esto. Yo… probablemente me quede poco tiempo y además —suspiró profundamente—, no importa. Esta es tu habitación.
Él abrió la puerta y dio un paso hacia dentro.
_______ lo siguió e inhaló profundamente cuando la luz de las velas se derramó sobre una cama con dosel encortinada con gasa de un suave color marfil.
—Es hermosa.
—Ha sido restaurada. Esta es la habitación que Nicholas preparó para Laura Sullivan, la mujer que lo traicionó.
— ¿Mi despiadado antepasado durmió aquí?
—No. Ella lo mató antes de que pudiese enseñárselo.
________ se giró hacia él, una nueva idea llegaba a su mente.
— ¿Me alojas aquí para no olvidar la sangre que corre por mis venas? —Él no respondió, sólo bajó la cabeza. —No puedes culparme por lo que hicieron mis antepasados.
—No. Y no lo hago. Simplemente pensé… —él sacudió la cabeza— honestamente no sé lo que estaba pensando.
Ella dio un pasó adelante, atraída hacia él más allá de la razón e impulsada por algo más que su usual atrevimiento. Sentía como si lo conociese, como si siempre lo hubiese conocido. Además, no había ningún indicio de timidez, ninguna razón terrenal que moderara sus acciones. El sólo hecho de estar cerca de él parecía eliminar todas sus inhibiciones.
—Te diré lo que creo, Joseph Jonas. —Cuando él levantó la mirada, ella se le acercó aún más. —No creo que tengas agallas para darme un beso de buenas noches.
Hizo una mueca con los labios, como si quisiese evitar sonreír.
— ¿Me estás desafiando, _______ Sullivan?
—Ciertamente, lo estoy haciendo. No me agrada la idea de que te esfuerces por desagradarme. Y sé que si me besas una vez, olvidarás todas las tonterías que mis antepasados le hicieron a los tuyos y simplemente me verás a mí. No a Alicia o Laura, sino a mí. _______.
Él comenzó a negar con la cabeza.
—Te desafío —susurró ella—. No creo que tengas agallas.
Cuando sus ojos se oscurecieron, ella supo que había ganado. Él dejó el candelabro en la mesita de noche y se acercó a ella. Un claro y único propósito brillaba en sus ojos color medianoche.
Ella sintió un escozor en la columna.
— ¿Nicholas lo dijo?
Continuación...
Joseph bajó la mirada hacía ella rápidamente.
—Algo así. Sólo estoy repitiendo lo que me contaron.
Ella ladeó la cabeza, estudiando su rostro a la suave luz.
— ¿En serio?
Asintió y la hizo moverse a la izquierda de la chimenea, levantó nuevamente el candelabro e indicó el muro en el que colgaban dos espadas cruzadas.
—Las espadas también son medievales, aunque irlandesas, mientras que los tapices son italianos.
—Ese Nicholas debió ser un gran coleccionista.
Joe se encogió de hombros y continuó avanzando mientras señalaba otras reliquias sujetas a las paredes, una armadura en un rincón —que parecía absurdamente baja— y el mobiliario. Agrupadas alrededor de las chimeneas, se encontraban largas sillas con cojines bordados y respaldos rectos elaboradamente tallados. En el centro de la habitación había una gran mesa adornada que tenía patas del tamaño de un árbol pequeño. Estaba rodeada por sillas más pequeñas y menos elaboradas. Además, había armas por todos lados. Lanzas, mazos y escudos con sus insignias pintadas en el frente.
Cada cierto tiempo atravesaban una bóveda oscura que los llevaba a alguna otra parte del castillo. Cada vez, ella entornaba los ojos hacia la oscuridad, entrecerrándolos; deseando poder ver más. Sin embargo, en ningún momento vio nada.
Cuando habían atravesado toda la habitación, él la guió hacia una de las acolchadas sillas y dejó las velas sobre la mesita a su lado. Luego, giró, se arrodilló frente al fuego y en un segundo éste llameó a la vida, a pesar de que ella nunca lo vio encender una cerilla.
Ella dejó que el calor se extendiera por su cuerpo, alejando el frío del otoño. Joseph se sentó en la silla junto a ella.
—Te ofrecería algo para beber, pero…
—Lo sé —le respondió—. Acabas de llegar. No podría esperar que tus despensas estuviesen llenas tan pronto —le sonrió—. Será frío… solitario, vivir aquí. ¿No lo crees?
Él asintió.
—Sí, pero hay una historia aquí que necesito… sentir. Tenía que regresar.
—¿Regresar? Entonces, ¿has estado aquí antes?
Él parpadeo lentamente, desviando la mirada.
—Hace mucho tiempo.
—¿Durante tu niñez?
—Algo así.
Ella asintió, no quería presionarlo más, aunque era totalmente consciente de que en realidad no le había dado una respuesta. No podía tratarse del mismo hombre que la había salvado en el río. Eso había sucedido veinte años atrás y él era demasiado joven.
—Entonces, ¿Lo único que estás dispuesto a mostrarme es este enorme salón, Joseph?
—Por ahora —le dijo— no sería seguro llevarte más lejos… —Se produjo una larga pausa cuando su ardiente mirada encontró la de ella. —Sin una mejor iluminación.
Se le secó la garganta. Trató de tragar, pero se dio cuenta de que no podía. Él tenía una mirada ardiente, una mirada predatoria que la hacía estremecer.
—Tal vez debería irme. Darte tiempo para que te instales.
—Tal vez —le dijo él.
Asintiendo, ella se puso de pie. Él hizo lo mismo.
—Me… me gustaría regresar. Para hablar contigo acerca de la leyenda.
—No sé mucho acerca de eso. Te decepcionarás.
—Tengo el presentimiento de que sabes más que nadie al respecto, Joseph Jonas. —Ella se giró y caminó en dirección a la puerta, mientras él la seguía. Tuvo el presentimiento de que él ansiaba que se fuera.
Sin embargo, cuando él abrió la enorme puerta, un destello cegador abrió un sendero irregular a través del cielo. La lluvia se azotaba contra ellos y un trueno resonó a la distancia.
Estando encerrados dentro de los enormes muros de piedra, no se habían percatado del cambio en el clima y por primera vez, ella notó que no había ninguna ventana en la habitación.
Él se quedó inmóvil. No dijo nada. Bueno, no había nada que hacer. Ella inclinó la cabeza y dio un paso al exterior… sólo para sentir como sus manos se cerraban sobre sus hombros, atrayéndola hacia el interior. Ella casi suspiró de alivio.
—No puedes caminar hasta el pueblo en estas condiciones —lo dijo como si se arrepintiera profundamente.
—Podría. No soy estoy hecha de azúcar, Joseph, y no me derretiré por un poco de lluvia.
Él cerró la puerta, levantó una mano y secó las gotitas de su rostro y cabello.
—No te derretirás, pero quedarás empapada y te enfermarás, como mínimo. O peor, podrías ser aplastada por un árbol o ser derribada por un rayo. No, no puedo dejar que te vayas.
—Suena como si lo lamentaras.
Él asintió y a ella le sorprendió que no lo negara.
—Me gusta mi privacidad, _______. Haces bien al tenerlo presente.
—Oh.
Él le frunció el ceño. — ¿Qué?
Ella se encogió de hombros y enarcó las cejas.
—Supuse que habría otra razón para que mi presencia te perturbe tanto. Aunque no tiene importancia. —Ella sólo bromeaba a medias y pensó que él lo sabía. Se sentía atraída hacia él, de una manera que no entendía. Era como si le hubiesen arrojado alguna clase de hechizo que la hiciese… Cerró los ojos y sacudió la cabeza. —Creo que tengo más sueño del que pensé.
—Deben haber algunas habitaciones preparadas —dijo él con voz amable. ¿Acaso ella realmente había detectado una nota de temor en su voz?
—Entonces, enséñame el camino.
Él asintió y volvió a recoger las danzantes velas. —Será mejor que te quedes cerca de mí, ________. No sé hasta qué punto es seguro el castillo, sólo algunas partes han sido restauradas. Además, podrías perderte fácilmente en estos pasillos.
Ella estuvo de acuerdo y a medida que él la guiaba a través de los oscuros y abovedados corredores, se sostuvo cada vez más fuerte de su brazo, consciente de que con cada paso que daba se alejaba más de la seguridad. No es que le temiese.
Oh, pero sí le temía.
Los pasillos giraron y se desviaron en incontables direcciones. Él la guió por las escaleras espirales que parecían túneles, eran muy angostas y oscuras. Luego avanzaron por más corredores.
— ¿Joseph?
Él se detuvo y se giró para mirarla en la oscuridad.
— ¿Estás dándome vueltas deliberadamente sólo para que no pueda encontrar la salida?
Él sacudió la cabeza solemnemente.
—Al contrario, _______. La habitación está cerca de una salida trasera, de modo que puedas retirarte mañana a primera hora.
— ¿Y por qué desearía hacer eso si tú mismo puedes indicarme la salida?
—Yo… no estaré aquí. Me temo que tengo una reunión importante. Muy temprano. Ya me habré ido para cuando despiertes.
Ella echó la cabeza atrás y lo estudió.
— ¿Es eso verdad?
—Sí. _______, quiero que me prometas que harás lo que te pido. Vete por la mañana. Sin husmear o explorar. Ya te he dicho que puede ser peligroso.
Después de estudiarlo por un largo momento, le dijo.
— ¿Hay algo que no quieres que vea?
Él sacudió la cabeza.
—Tu imaginación es tan grande como la de esos aldeanos del pub, ¿no es así?
Ella sonrió.
—Mayor. No lo estarías dudando si supieras lo que estoy pensando ahora.
— ¿Y en qué estás pensando?
Ella levantó los hombros y las cejas al mismo tiempo.
—Que tal vez la razón de que no estarás aquí en la mañana es que tienes una reacción adversa a la luz del día. Y que tal vez la razón de que no me quieras husmeando es que no quieres que me tropiece con el ataúd en el que duermes. —Echó la cabeza atrás y se rió de su propia estupidez, lo sonidos hicieron eco mucho después de que ella se hubiera callado. —Creo que después de todo aún me queda algo de credulidad infantil. O tal vez, simplemente vivir en Dunkinny me ha hecho tan imaginativa.
Él sólo se la quedó mirando hasta que ella dejó de sonreír.
Ella se mordió el labio y su mano tembló ligeramente cuando la levantó para tocar su rostro.
—Herí tus sentimientos, ¿no es así? Realmente no creo que seas un vampiro, Joseph. Sino sólo un hombre… un hombre hermoso. —Bajó la mirada, sin creer lo que estaba punto de decir. —Espero que no pienses que soy una atrevida por decirte esto, pero me… me gustaría verte otra vez. No debido a la leyenda, sino porque… sólo porque sí. —Aún así él no dijo nada. Ella dejó caer la mano y mirando al cielo soltó un corto y marcado suspiro. —Por Dios, Joseph, di algo. ¿Estoy quedando como una tonta o…?
—No. —Estiró la mano para apartar un rizo de su frente. —De hecho, durante toda la noche he tratado de evitar con todas mis fuerzas… sentir algo por ti.
Ella sintió que la sangre subía hasta su rostro.
—Oh. —Luego, se humedeció los labios, volvió a encontrar su mirada nuevamente y susurró: — ¿Por qué has tratado de evitarlo con todas tus fuerzas, Joseph?
—Porque nada bueno puede resultar de ello.
Su corazón se contrajo.
—Entonces, estás casado.
—No, claro que no. Es sólo… —él sacudió la cabeza—. Confía en mí, _______. Nada puede resultar de esto. Yo… probablemente me quede poco tiempo y además —suspiró profundamente—, no importa. Esta es tu habitación.
Él abrió la puerta y dio un paso hacia dentro.
_______ lo siguió e inhaló profundamente cuando la luz de las velas se derramó sobre una cama con dosel encortinada con gasa de un suave color marfil.
—Es hermosa.
—Ha sido restaurada. Esta es la habitación que Nicholas preparó para Laura Sullivan, la mujer que lo traicionó.
— ¿Mi despiadado antepasado durmió aquí?
—No. Ella lo mató antes de que pudiese enseñárselo.
________ se giró hacia él, una nueva idea llegaba a su mente.
— ¿Me alojas aquí para no olvidar la sangre que corre por mis venas? —Él no respondió, sólo bajó la cabeza. —No puedes culparme por lo que hicieron mis antepasados.
—No. Y no lo hago. Simplemente pensé… —él sacudió la cabeza— honestamente no sé lo que estaba pensando.
Ella dio un pasó adelante, atraída hacia él más allá de la razón e impulsada por algo más que su usual atrevimiento. Sentía como si lo conociese, como si siempre lo hubiese conocido. Además, no había ningún indicio de timidez, ninguna razón terrenal que moderara sus acciones. El sólo hecho de estar cerca de él parecía eliminar todas sus inhibiciones.
—Te diré lo que creo, Joseph Jonas. —Cuando él levantó la mirada, ella se le acercó aún más. —No creo que tengas agallas para darme un beso de buenas noches.
Hizo una mueca con los labios, como si quisiese evitar sonreír.
— ¿Me estás desafiando, _______ Sullivan?
—Ciertamente, lo estoy haciendo. No me agrada la idea de que te esfuerces por desagradarme. Y sé que si me besas una vez, olvidarás todas las tonterías que mis antepasados le hicieron a los tuyos y simplemente me verás a mí. No a Alicia o Laura, sino a mí. _______.
Él comenzó a negar con la cabeza.
—Te desafío —susurró ella—. No creo que tengas agallas.
Cuando sus ojos se oscurecieron, ella supo que había ganado. Él dejó el candelabro en la mesita de noche y se acercó a ella. Un claro y único propósito brillaba en sus ojos color medianoche.
F l ♥ r e n c i a.
Re: Promesas al Anochecer [Joe & Tu]
no lo podes dejar ahi
me queres matar??
siguelaaaaaaaa xfa!!!
:D
me queres matar??
siguelaaaaaaaa xfa!!!
:D
maru!!
Re: Promesas al Anochecer [Joe & Tu]
Hola! Soy Flavia y soy Tu Nueva lectoraaa!
Dioooooos! Amooo tu noveee me encanta...
Amo las noves sobre vampiros y esta me encantooooo!
Seguilaa por favorr! =D
No la dejes hay!
Seguilaaaaa!
Besos!
Flavy!
Dioooooos! Amooo tu noveee me encanta...
Amo las noves sobre vampiros y esta me encantooooo!
Seguilaa por favorr! =D
No la dejes hay!
Seguilaaaaa!
Besos!
Flavy!
Travelcrazy!♥
Re: Promesas al Anochecer [Joe & Tu]
Que NOOOOOO!!!! Como la dejas así siguela quiero ver sí hay beso o no espero que sí siguelaaaa :D
claudia12
Re: Promesas al Anochecer [Joe & Tu]
OMG! Floooooooor! Te estas vengando de mi?
Yo creo que si!!
Amé el capi *o* Tienes que subir más porfavorciiiiiitoooooooooo
Quiero que el vampiro Chou me bese!!
Yo creo que si!!
Amé el capi *o* Tienes que subir más porfavorciiiiiitoooooooooo
Quiero que el vampiro Chou me bese!!
ForJoeJonas
Re: Promesas al Anochecer [Joe & Tu]
Lei la sinopsis porq ahora no tengo tiempo! pero me encanto! seguire leyendo cuando pueda.
NUEVA LECTORA AQUI!
Hahah :love:
NUEVA LECTORA AQUI!
Hahah :love:
MileyWithCandie
Re: Promesas al Anochecer [Joe & Tu]
Ok. me puse a leer los caps tranqilamente y me ecnuentro con que la dejas ahi! siguelaa (: me gusto!
Joe es como Sexy y Misterioso.
Genial.
Joe es como Sexy y Misterioso.
Genial.
MileyWithCandie
Re: Promesas al Anochecer [Joe & Tu]
HOLA CHICAAAAAAAAAAAS
GRACIAS PR SUS COMENTARIOS!
MAS TARDE LES SUBO CAP ;)
BIENVENIDA FLAVIA Y GABI A LA NOVE :hi:
GRACIAS PR SUS COMENTARIOS!
MAS TARDE LES SUBO CAP ;)
BIENVENIDA FLAVIA Y GABI A LA NOVE :hi:
F l ♥ r e n c i a.
Re: Promesas al Anochecer [Joe & Tu]
Poor favor, tienes que seguirla!! No la puedes dejar asi! Necesito leer maaaaaaaaaaas jajaaja. Amo tu novee !
Invitado
Invitado
Re: Promesas al Anochecer [Joe & Tu]
F l r e n c i a. escribió:HOLA CHICAAAAAAAAAAAS
GRACIAS PR SUS COMENTARIOS!
MAS TARDE LES SUBO CAP ;)
BIENVENIDA FLAVIA Y GABI A LA NOVE :hi:
Aquí estoy esperando!
ForJoeJonas
Re: Promesas al Anochecer [Joe & Tu]
Esperando tomando chocolatito jaaaajajajajajajajajajajajaja
ForJoeJonas
Re: Promesas al Anochecer [Joe & Tu]
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA NO ME HAGAS ACORDAR DEL CHOCOLATITO ADE, TE LO SUPLICO JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
CHICAS, CUANDO TERMINE DE EDITAR EL CAP Y TERMINE DE COMER SE LOS SUBO :D
CHICAS, CUANDO TERMINE DE EDITAR EL CAP Y TERMINE DE COMER SE LOS SUBO :D
F l ♥ r e n c i a.
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