Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
"La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 4 de 7. • Comparte
Página 4 de 7. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
Fiiiiiiii!!! Tienes que seguirla por favooooooooooor!!! Me muero por saber sigue, ya me hago una idea (Siempre con el paquetón presente xD)
Te quiero corazoncitooooo!!!!
Te quiero corazoncitooooo!!!!
ForJoeJonas
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
AWWWW Flor, gracias por comprendeeerme! haha
Y a todas las demas por comentar, jaja, me encanta que les encante (:
Por cierto la novela esta por terminar ya que como dije son 3 historias en un libro, y esta esta por terminar! jaja, pero tranquilas les subire las otras pero no estoy segura si igual la quieren con Joe, o tal vez con Nick, o con Kev, depende de ustedes!
Bueno, mucho blah, blaah como siempre, jaja aqui cap:
CAPÍTULO 07
Joe fue a casa de _________ (Tú) esa noche y ya no se marchó, tres semanas más tarde, se encontraba sentado a la mesa de la cocina, bebiendo café en calzoncillos y comiendo sus cereales Cheerios como si fuera el dueño de casa.
Ella lo observaba por encima de la sección de entretenimientos del periódico, sin estar del todo segura de cómo había sucedido todo aquello.
Primero había aparecido su cepillo de dientes junto al de ella. Después, su maquinilla de afeitar fijó residencia permanente en su lavabo. Al poco tiempo, él había comenzado a llevar alguna que otra muda de ropa limpia, hasta que, finalmente, un domingo por la tarde llegó con su maleta y le pidió una copia de la llave.
Como una idiota, se la dio.
Y otros detalles habían seguido, hasta que su frigorífico, en lugar de guardar su esmalte de uñas y las sobras de la comida rápida que pedía por teléfono, empezó a estar lleno de una amplia variedad de frutas y vegetales, de leche y de cerveza. Y a pesar de sus vacilaciones, _________ (Tú) debía admitir que era agradable despertarse y tener siempre leche para acompañar el café.
Aun así, solo porque Joe estuviera actuando como un novio, eso no lo convertía, de hecho, en uno. Después de todo, él se marcharía en poco más de una semana para regresar a Boston, fecha en la que probablemente él mismo daría por terminada la relación. Porque, a pesar de haberse mudado a vivir con ella, no había dicho nada acerca de querer un compromiso más allá del que tenían en ese momento.
Lo que está más que bien para mi, se recordó con firmeza. Aunque echaría de menos verlo semi-desnudo en su cocina.
Incapaz de resistirlo, se acercó por detrás de él y deslizó sus dedos sobre el colosal torso velludo. Él inclinó la cabeza hacia atrás y ella lo besó. El sabor a café caliente, y a hombre aún más caliente, le aflojó las rodillas.
Aunque jamás lo admitiría, había algo especial en eso de tener novio a jornada completa.
No es que pensara en Joe de ese modo pero, desafortunadamente, a pesar de las protestas de _________ (Tú), Elizabeth había comenzado a referirse a ellos como una pareja, y los invitaba como tal a salir con ellos, incluso hasta el punto de modificar las reservas de hotel para la boda, para que ella y Joe pudieran alojarse juntos.
Incluso su editora de Bustout se había subido al carro. «¿Qué opina tu novio de las notas de la columna?», le había preguntado justo la semana anterior.
—No opina nada —replicó _________ (Tú) —porque no sabe nada de ellas. Además, no es mi novio —había dicho secamente—es material de investigación.
—¡Caray, que fría eres! —Tina rió. —Casi siento pena por ese pobre hombre. Sea lo que sea, intenta mantenerlo cerca durante un tiempo porque, gracias a ti, el sitio no ha sido nunca tan popular.
En aquel momento, _________ (Tú) se había sorprendido de no sentir la euforia esperada por la popularidad de su columna. Sin embargo, era verdad: su columna, y en un secuencia Bustout.com, habían experimentado en las pasadas tres semanas un considerable aumento de lectores. E incluso _________ (Tú), que había recibido correo de sus amigas con copias de su propia columna, aplaudiendo con entusiasmo ese divertido e ingenioso artículo que no podía dejar de leer.
En lugar de eso, había estado cavilando sobre lo que Tina le había dicho. Intentó auto-convencerse de que C. Teaser era tan solo una fachada, un personaje que representaba para entretener a mujeres de todo tipo. Pero su decisión de utilizar a Joe para obtener material para su columna la hizo preguntarse si, en realidad, esa fría y calculadora devoradora de hombres no sería su verdadera personalidad después de todo.
Al sentir las manos de Joe extenderse para acariciarle los brazos, intentó desterrar la culpa que la acechaba cada vez con mayor frecuencia en los últimos días. Como para recordarse a sí misma que no debía permitirse quedar tontamente atrapada en la nebulosa del sexo grandioso y de las cálidas emociones que Joe le despenaba, durante las últimas dos semanas había adoptado un tono particularmente desdeñoso en «La verdad al desnudo». Con toda intención había representado a Joe como un gatito faldero hambriento de sexo a quien tenía tomado de los cojones.
Lo cual estaba lejos de reflejar fielmente al hombre agudamente inteligente, divertido, carismático, por no mencionar letalmente apuesto, que era en realidad.
Escondió el rostro en el cabello masculino mientras una voz interior le susurraba, y no por primera vez, que estaba a punto de arruinar por completo la relación que tenía con el único hombre con quien podría pasar el resto de su vida.
Desterró ese pensamiento antes de que pudiera enraizársele y se recordó a sí misma su propósito. Ella estaba con Joe solamente para impulsar su carrera de escritora, y si esto redundaba en un sexo grandioso y agradables cenas, pues vale, no lo desaprovecharía.
Joe hizo un gesto de dolor y le apartó las manos de su pecho.
_________ (Tú) no se había percatado de que, inconscientemente, le había clavado las uñas. Musitó una disculpa y se movió para alejarse, pero él la agarró de las muñecas para que se quedara allí.
—¿Qué vas a hacer esta noche después del trabajo?
—Estaba planeando trabajar en un proyecto independiente que estoy llevando a cabo. —A decir verdad, debía entregar al día siguiente la última nota de «La verdad al desnudo», y no se le ocurrió otra excusa.
—¿Hay alguna posibilidad de que me acompañes a una cena de trabajo?
_________ (Tú) se puso tensa y enderezó la espalda. Una cosa era salir juntos con los amigos que tenían en común, y otra, aquello que le pedía. En su mundo, al menos, se acostumbraba a llevar a las reuniones con la gente del trabajo solo a quienes se estaba dispuesto a presentar como su «novio» o «novia». Razón por la cual, en los tres años que llevaba trabajando en el Tribune, no había llevado jamás a nadie a la fiesta de fin de año.
—No sé si es una buena idea —intentó evadirse. —Yo no soy... —tartamudeó. Lo último que deseaba era verse envuelta en una de esas conversaciones sobre «la etapa de la relación».
Joe logró distraerla por completo con el mero hecho de incorporarse.
Era mucho más alto que ella, tanto que los senos desnudos le quedaron a la altura de las costillas abdominales masculinas, y pudo sentir el bulto que se agitó excitado bajo los calzoncillos contra su propio vientre. No pudo evitar que su cuerpo reaccionara como respondiendo al reflejo de Pavlov, aunque ya la había despertado esa mañana penetrándola con la lengua en la entrepierna.
—No es gran cosa, _________ (Tú). Todos los demás llevarán a sus esposas y novias, y si voy solo, me sentiré sapo de otro pozo. No le des más importancia de la que tiene.
Sus ojos esa mañana de color verde y miel, tenían un brillo travieso, y no vio nada en ellos que la hiciera dudar de su afirmación de que no era más que un simple favor que le pedía.
Maldición, si ella realmente quisiera una relación seria con él, se le habría roto el corazón en ese mismo instante.
—Bueno —asintió, resignándose a una larga noche con pedantes analistas de riesgo, acompañados de sus respectivos trofeos», léase: mujeres y novias. —Dime cuándo y dónde.
Sorprendentemente, la cena no fue ni remotamente tan horrorosa como _________ (Tú) había temido. El sorprendente deleite de Joe al verla arreglada y compuesta tampoco le había hecho daño. Después de apreciar con franco interés su ajustado sweater cuello alto color azul marino, su falda tubo marrón chocolate y sus botas de caña alta de gamuza del mismo tono, le dio un beso en la oreja, murmurando:
—Estás genial.
Por lo que se alegró de no haberse puesto la blusa con profundo escote en V y los zapatos de pulsera color rojo, dignos de una prostituta, que había estado tentada de usar solamente para provocarlo.
Era evidente que Joe era el más joven de la empresa, ya que la mayoría de los socios de la Costa Oeste, «el grupo más joven», según le había señalado Joe, tenían por lo menos siete años más que él, con sus veintisiete años. No pudo menos que sentirse impresionada por su innegable éxito siendo tan joven. No es que la sorprendiera, ya que desde la época de estudiante, Joe había transmitido algo especial, como una feromona, algo que indicaba al mundo que jamás sería uno del montón.
Fue lo que hizo que ella se enamorase de él, al principio. ¿Qué clase de idiota había sido al creer que él la encontraría igualmente especial?
Ese pensamiento la hizo detenerse en seco ¿Desde cuándo se dejaba dominar por debilidades de inseguridad femenina? Además, la mujer que era ahora se hallaba a cinco años, y millas de distancia, de preocuparse por si algún hombre, incluido Joseph Jonas, la encontraba «especial» o no.
Aun así, realmente disfrutaba del papel de novio solícito que él estaba representando, cogiéndole la mano bajo de la mesa, asegurándose de que su copa de vino estuviese siempre llena, sonriendo con admiración cuando ella hacía algún comentario sagaz acerca de muchas de las compañías en las que la firma había invertido. Era extraño que su experiencia como periodista comercial le redundara en una ventaja social. La mayoría de sus amigas no estaban particularmente interesadas en las tendencias tecnológicas y los últimos cambios en el ámbito de gerentes ejecutivos.
La única nota discordante de la noche fue la novia de uno de los otros socios, una chica chillona y enjuta de la misma edad de _________ (Tú). En cuanto Amy, que era una ejecutiva de Relaciones Públicas de menor rango, se enteró de que _________ (Tú) era periodista de negocios, se lanzó a detallar una pormenorizada lista de sus clientes y de las razones por las cuales _________ (Tú) debía escribir artículos especiales de cada uno de ellos.
Eso siempre y cuando no estuviese babeando por Joe como si quisiera cubrirlo con chocolate y lamerle todo el cuerpo hasta dejarlo absolutamente limpio.
—Seguramente vas al gimnasio —le dijo Amy a Joe, devorándolo con ávida mirada desde el otro lado de la mesa. Su novio, un hombre corpulento de cabello oscuro, cuello grueso y abdomen prominente, no parecía notarlo.
Joe sonrió incómodo.
—Voy al gimnasio cuando puedo.
—Qué va —dijo Amy, batiendo las pestañas como si un saltamontes acabara de aterrizar en su globo ocular, —nadie logra un cuerpo semejante con prácticas ocasionales en el gimnasio, ¿Cuál es tu secreto?
_________ (Tú) aferró tensa la copa de vino. Por supuesto, no era celosa, ya que no se permitía encariñarse demasiado con nadie como para que algo así le afectara. Pero si creía en un código entre mujeres solteras. En el mundo de _________ (Tú), era impensable que alguien coqueteara con el hombre que acompañaba a otra mujer.
El malvado demonio que había tentado a _________ (Tú) a vestirse como una ramera hizo aparición sobre su hombro. Inclinándose sobre la mesa y en voz baja para que el resto de la mesa no pudiera oírla, _________ (Tú) dijo:
—Soy muy exigente. Lo mantengo en forma con sesiones de folladas maratónicas.
Amy quedó boquiabierta, y su novio, que por lo visto había estado prestando atención al tenso intercambio de palabras, rió con tanta fuerza que el vino se le salió por la nariz.
Casi de inmediato, _________ (Tú) deseó poder retirar lo dicho. Tenía un talento especial para hacer comentarios mordaces o inapropiados cuando tenía unas copas encima. Y en situaciones como esa, el corrector de edición de su fuero íntimo parecía apagarse, olvidando que no a todos les parecía graciosa, aunque ella se considerase comiquísima.
Por más que intentara convencerse de que no le importaba, no quería avergonzar a Joe frente a sus compañeros de trabajo.
_________ (Tú) se dio vuelta hacia Joe, temiendo lo que podría encontrar, pero no fue conmoción o enfado, ni siquiera vergüenza, lo que evidenciaba el rostro masculino. Su expresión de petulante orgullo demostraba que se consideraba el hombre más afortunado de los presentes, sin guardar la más mínima maldita duda al respecto.
—Qué puedo decir —dijo, deslizándole la mano sobre los hombros, —si grabara un DVD de sus ejercicios sería más rica que ese tío de Tae Bo.
Oh. Dios mío. Quedó petrificada con el vaso de vino a medio camino de los labios. Me comprende. Este hombre, a quien durante años he excluido de mi vida como a un perro, me comprende mejor que nadie a quien haya conocido. Se sintió como si estuviera cayendo en picada dentro de la pícara calidez de sus ojos. No solo eso, está verdaderamente encantado conmigo. Un sentimiento de pánico lo aprisionó el pecho, y fue salvada de tener que analizar esa nueva y aterradora revelación por el anuncio de que las bebidas se servirían en el bar después de la cena.
Tomó la mano de Joe antes de que pudiera seguir a los otros.
—Ven conmigo —le dijo, empujándolo por el pasillo hacia los baños. De pronto estaba con los nervios de punta, inquieta. Se consideraba obligada a mostrarle que ella sentía... algo. Algo que no podía expresar con palabras.
Lo arrastró hasta el baño de mujeres y lo empujó dentro del compartimiento para discapacitados.
—_________ (Tú), no deberíamos...
Cerrando la puerta con la espalda, cayó de rodillas y le abrió bruscamente la bragueta.
—No me digas —susurró ella, bajándole los pantalones y los calzoncillos por debajo de las caderas—que un hombre de experiencia y sofisticado como tú dejaría que algo tan nimio como la posibilidad de que lo atrapen, lo detenga.
El sonido de su risa suave al escucharla utilizar sus mismas palabras fue metamorfoseándose en un gemido cuando ella le cogió en el puño la pulsante erección y la lamió en toda su longitud. Cogió el falo por la base y le prodigó especial atención con la legua a la parte inferior de la tersa y turgente cabeza. Sabía bien, a piel salada de hombre mezclada con una esencia terrea. La sensación del miembro pulsante contra la lengua la hizo cerrar los muslos apretando su propio sexo, que se hallaba dolorosamente palpitante.
Las grandes manos masculinas se entrelazaron en su cabello, guiando sus movimientos mientras ella lo succionaba hasta lo más profundo de la garganta, al tiempo que le incitaba el saco escrotal con los dedos. En las últimas tres semanas, había llegado a conocer el cuerpo de él tan bien como el suyo, sabía exactamente como acariciarlo para inducirle una inmediata y explosiva liberación.
En ese momento se valió de todos los trucos posibles para expresarle, sin palabras, que había llegado a sentir algo especial por él, que lo consideraba maravilloso de mil modos diferentes; que durante ese mes, él le había proporcionado más felicidad de la que jamás creyó posible.
Los gemidos masculinos producían eco contra las baldosas del baño. Al tiempo que le acariciaba los rajones, le ceñía con fuerza el miembro, frotándolo, fuerte y rápidamente, y le succionaba la cabeza del pene; al percibir que el clímax era inminente, lo cogió profundamente, relajando los músculos de la garganta, mientras él explotaba en su boca. Siguió implacable hasta que brotó la última gota de semen y le besó la punta antes de meterlo de vuelta dentro del calzoncillo.
Joe la levantó suavemente y la besó gimiendo en su boca mientras intentaba alzarle la falda hasta los muslos. Ella lo rechazó con delicadeza.
—¿No quieres que lo haga?
Le presionó el dedo contra los labios, incapaz de ahogar un tímido gemido cuando él se lo succionó.
—Esto ha sido solo para ti.
Su suave sonrisa de medio lado era digna de una propaganda de pasta de dientes.
—Necesito saber qué he hecho para merecerlo, así podré repetirlo cada día durante el resto de mi vida.
Aunque sabía que eso no significaba nada realmente, lo asombró que el hecho de que él usara la frase «el resto de mi vida » refiriéndose a ella no la hiciera colapsar de pánico.
_________ (Tú) se levantó temprano a la mañana siguiente para revisar su correo electrónico. Por primera vez, no sintió un gran orgullo por los elogios brindados a «La verdad al desnudo». Más aún, se sentía asqueada. La última noche se había visto obligada a reconocer que lo que ella y Joe compartían era especial, incluso hermoso, y no era correcto que ella lo denigrara en aras de un frívolo entretenimiento.
Intentaba tranquilizarse a sí misma, diciéndose que, al menos ni Joe ni ninguna de sus amigas sabían de su malicioso alter ego, y que si decidía terminar con eso, Joe nunca se enteraría de que ella había utilizado su relación para aumentar el número de lectores de su columna.
Como si le leyera la mente, Tina llamó en ese preciso momento.
—_________ (Tú), lamento que sea tan temprano, pero nunca adivinarás lo que ha pasado —incluso por teléfono, _________ (Tú) podía oír a Tina temblando de excitación como una chihuahua.
_________ (Tú) la interrumpió.
—De hecho, me alegra que me hayas llamado. Necesito que me ayudes a buscar nuevas ideas para la columna. Debo dejar de escribir sobre Joe.
Tina quedó sumida en un absoluto silencio durante un momento.
—No, _________ (Tú) no puedes detenerte ahora. Por eso te llamo. El editor de la Editorial Hardin acaba de llamarme. Conoce tu columna y quiere saber si nosotros, o sea, tú y Bustout, estaríamos interesados en hacer una selección de notas de la columna para un libro sobre «La verdad al desnudo».
El auricular se le resbaló de los dedos entumecidos.
—¿_________ (Tú)? ¿Estás ahí?
_________ (Tú) tanteó el suelo para coger el teléfono.
—¿Un libro? ¿Lo dices en serio?
—No solo eso —dijo Tina, —dice que tiene una amiga en la revista Bella que podría estar interesada en comprar los derechos y darte un espacio semanal de carácter permanente.
¿Una columna semanal en una revista nacional? ¿Y un libro? Era mejor de lo que jamás había soñado.
—Odiaría perderte —Tina seguía parloteando, —pero si compran los derechos podríamos aumentar el personal de la editorial. Lo que sucede es que...—_________ (Tú) se preparó para la trampa —quiere ver más. Realmente le gusta el trabajo que has hecho en estos seis meses que has estado escribiendo para nosotros, pero creo que el último mes ha sido estelar, y quiere asegurarse de que puedas seguir manteniendo ese nivel.
_________ (Tú) apretó los ojos con fuerza al tiempo que sintió un nudo en el estómago. El último mes, «las Crónicas de Joe», como había comenzado a llamarlas mentalmente.
Miró hacia la puerta de la habitación donde él se hallaba durmiendo en feliz y total ignorancia, sin tener ni idea de que para miles de lectores él era el descerebrado «nabo anónimo» cuyo cuerpo era lastimosamente usado y abusado por C. Teaser.
El nunca lo sabrá. Por eso inventaste el seudónimo.
Pero ¿cómo guardaría el secreto una vez que tuviera un libro publicado?
Sabes muy bien que se marchará y estará fuera de tu vida mucho antes de que llegue a las librerías.
Ese pensamiento la frenó en seco. Pero ¿a quién intentaba engañar? Joe se iba a marchar dentro de poco, y el hecho de que ella se hubiera involucrado era irrelevante. No estaba dispuesta a sacrificar su carrera por él.
—Dile que continúe leyendo —dijo _________ (Tú). —Dile que la columna de la próxima semana seguramente será la mejor que he escrito.
Y a todas las demas por comentar, jaja, me encanta que les encante (:
Por cierto la novela esta por terminar ya que como dije son 3 historias en un libro, y esta esta por terminar! jaja, pero tranquilas les subire las otras pero no estoy segura si igual la quieren con Joe, o tal vez con Nick, o con Kev, depende de ustedes!
Bueno, mucho blah, blaah como siempre, jaja aqui cap:
CAPÍTULO 07
Joe fue a casa de _________ (Tú) esa noche y ya no se marchó, tres semanas más tarde, se encontraba sentado a la mesa de la cocina, bebiendo café en calzoncillos y comiendo sus cereales Cheerios como si fuera el dueño de casa.
Ella lo observaba por encima de la sección de entretenimientos del periódico, sin estar del todo segura de cómo había sucedido todo aquello.
Primero había aparecido su cepillo de dientes junto al de ella. Después, su maquinilla de afeitar fijó residencia permanente en su lavabo. Al poco tiempo, él había comenzado a llevar alguna que otra muda de ropa limpia, hasta que, finalmente, un domingo por la tarde llegó con su maleta y le pidió una copia de la llave.
Como una idiota, se la dio.
Y otros detalles habían seguido, hasta que su frigorífico, en lugar de guardar su esmalte de uñas y las sobras de la comida rápida que pedía por teléfono, empezó a estar lleno de una amplia variedad de frutas y vegetales, de leche y de cerveza. Y a pesar de sus vacilaciones, _________ (Tú) debía admitir que era agradable despertarse y tener siempre leche para acompañar el café.
Aun así, solo porque Joe estuviera actuando como un novio, eso no lo convertía, de hecho, en uno. Después de todo, él se marcharía en poco más de una semana para regresar a Boston, fecha en la que probablemente él mismo daría por terminada la relación. Porque, a pesar de haberse mudado a vivir con ella, no había dicho nada acerca de querer un compromiso más allá del que tenían en ese momento.
Lo que está más que bien para mi, se recordó con firmeza. Aunque echaría de menos verlo semi-desnudo en su cocina.
Incapaz de resistirlo, se acercó por detrás de él y deslizó sus dedos sobre el colosal torso velludo. Él inclinó la cabeza hacia atrás y ella lo besó. El sabor a café caliente, y a hombre aún más caliente, le aflojó las rodillas.
Aunque jamás lo admitiría, había algo especial en eso de tener novio a jornada completa.
No es que pensara en Joe de ese modo pero, desafortunadamente, a pesar de las protestas de _________ (Tú), Elizabeth había comenzado a referirse a ellos como una pareja, y los invitaba como tal a salir con ellos, incluso hasta el punto de modificar las reservas de hotel para la boda, para que ella y Joe pudieran alojarse juntos.
Incluso su editora de Bustout se había subido al carro. «¿Qué opina tu novio de las notas de la columna?», le había preguntado justo la semana anterior.
—No opina nada —replicó _________ (Tú) —porque no sabe nada de ellas. Además, no es mi novio —había dicho secamente—es material de investigación.
—¡Caray, que fría eres! —Tina rió. —Casi siento pena por ese pobre hombre. Sea lo que sea, intenta mantenerlo cerca durante un tiempo porque, gracias a ti, el sitio no ha sido nunca tan popular.
En aquel momento, _________ (Tú) se había sorprendido de no sentir la euforia esperada por la popularidad de su columna. Sin embargo, era verdad: su columna, y en un secuencia Bustout.com, habían experimentado en las pasadas tres semanas un considerable aumento de lectores. E incluso _________ (Tú), que había recibido correo de sus amigas con copias de su propia columna, aplaudiendo con entusiasmo ese divertido e ingenioso artículo que no podía dejar de leer.
En lugar de eso, había estado cavilando sobre lo que Tina le había dicho. Intentó auto-convencerse de que C. Teaser era tan solo una fachada, un personaje que representaba para entretener a mujeres de todo tipo. Pero su decisión de utilizar a Joe para obtener material para su columna la hizo preguntarse si, en realidad, esa fría y calculadora devoradora de hombres no sería su verdadera personalidad después de todo.
Al sentir las manos de Joe extenderse para acariciarle los brazos, intentó desterrar la culpa que la acechaba cada vez con mayor frecuencia en los últimos días. Como para recordarse a sí misma que no debía permitirse quedar tontamente atrapada en la nebulosa del sexo grandioso y de las cálidas emociones que Joe le despenaba, durante las últimas dos semanas había adoptado un tono particularmente desdeñoso en «La verdad al desnudo». Con toda intención había representado a Joe como un gatito faldero hambriento de sexo a quien tenía tomado de los cojones.
Lo cual estaba lejos de reflejar fielmente al hombre agudamente inteligente, divertido, carismático, por no mencionar letalmente apuesto, que era en realidad.
Escondió el rostro en el cabello masculino mientras una voz interior le susurraba, y no por primera vez, que estaba a punto de arruinar por completo la relación que tenía con el único hombre con quien podría pasar el resto de su vida.
Desterró ese pensamiento antes de que pudiera enraizársele y se recordó a sí misma su propósito. Ella estaba con Joe solamente para impulsar su carrera de escritora, y si esto redundaba en un sexo grandioso y agradables cenas, pues vale, no lo desaprovecharía.
Joe hizo un gesto de dolor y le apartó las manos de su pecho.
_________ (Tú) no se había percatado de que, inconscientemente, le había clavado las uñas. Musitó una disculpa y se movió para alejarse, pero él la agarró de las muñecas para que se quedara allí.
—¿Qué vas a hacer esta noche después del trabajo?
—Estaba planeando trabajar en un proyecto independiente que estoy llevando a cabo. —A decir verdad, debía entregar al día siguiente la última nota de «La verdad al desnudo», y no se le ocurrió otra excusa.
—¿Hay alguna posibilidad de que me acompañes a una cena de trabajo?
_________ (Tú) se puso tensa y enderezó la espalda. Una cosa era salir juntos con los amigos que tenían en común, y otra, aquello que le pedía. En su mundo, al menos, se acostumbraba a llevar a las reuniones con la gente del trabajo solo a quienes se estaba dispuesto a presentar como su «novio» o «novia». Razón por la cual, en los tres años que llevaba trabajando en el Tribune, no había llevado jamás a nadie a la fiesta de fin de año.
—No sé si es una buena idea —intentó evadirse. —Yo no soy... —tartamudeó. Lo último que deseaba era verse envuelta en una de esas conversaciones sobre «la etapa de la relación».
Joe logró distraerla por completo con el mero hecho de incorporarse.
Era mucho más alto que ella, tanto que los senos desnudos le quedaron a la altura de las costillas abdominales masculinas, y pudo sentir el bulto que se agitó excitado bajo los calzoncillos contra su propio vientre. No pudo evitar que su cuerpo reaccionara como respondiendo al reflejo de Pavlov, aunque ya la había despertado esa mañana penetrándola con la lengua en la entrepierna.
—No es gran cosa, _________ (Tú). Todos los demás llevarán a sus esposas y novias, y si voy solo, me sentiré sapo de otro pozo. No le des más importancia de la que tiene.
Sus ojos esa mañana de color verde y miel, tenían un brillo travieso, y no vio nada en ellos que la hiciera dudar de su afirmación de que no era más que un simple favor que le pedía.
Maldición, si ella realmente quisiera una relación seria con él, se le habría roto el corazón en ese mismo instante.
—Bueno —asintió, resignándose a una larga noche con pedantes analistas de riesgo, acompañados de sus respectivos trofeos», léase: mujeres y novias. —Dime cuándo y dónde.
Sorprendentemente, la cena no fue ni remotamente tan horrorosa como _________ (Tú) había temido. El sorprendente deleite de Joe al verla arreglada y compuesta tampoco le había hecho daño. Después de apreciar con franco interés su ajustado sweater cuello alto color azul marino, su falda tubo marrón chocolate y sus botas de caña alta de gamuza del mismo tono, le dio un beso en la oreja, murmurando:
—Estás genial.
Por lo que se alegró de no haberse puesto la blusa con profundo escote en V y los zapatos de pulsera color rojo, dignos de una prostituta, que había estado tentada de usar solamente para provocarlo.
Era evidente que Joe era el más joven de la empresa, ya que la mayoría de los socios de la Costa Oeste, «el grupo más joven», según le había señalado Joe, tenían por lo menos siete años más que él, con sus veintisiete años. No pudo menos que sentirse impresionada por su innegable éxito siendo tan joven. No es que la sorprendiera, ya que desde la época de estudiante, Joe había transmitido algo especial, como una feromona, algo que indicaba al mundo que jamás sería uno del montón.
Fue lo que hizo que ella se enamorase de él, al principio. ¿Qué clase de idiota había sido al creer que él la encontraría igualmente especial?
Ese pensamiento la hizo detenerse en seco ¿Desde cuándo se dejaba dominar por debilidades de inseguridad femenina? Además, la mujer que era ahora se hallaba a cinco años, y millas de distancia, de preocuparse por si algún hombre, incluido Joseph Jonas, la encontraba «especial» o no.
Aun así, realmente disfrutaba del papel de novio solícito que él estaba representando, cogiéndole la mano bajo de la mesa, asegurándose de que su copa de vino estuviese siempre llena, sonriendo con admiración cuando ella hacía algún comentario sagaz acerca de muchas de las compañías en las que la firma había invertido. Era extraño que su experiencia como periodista comercial le redundara en una ventaja social. La mayoría de sus amigas no estaban particularmente interesadas en las tendencias tecnológicas y los últimos cambios en el ámbito de gerentes ejecutivos.
La única nota discordante de la noche fue la novia de uno de los otros socios, una chica chillona y enjuta de la misma edad de _________ (Tú). En cuanto Amy, que era una ejecutiva de Relaciones Públicas de menor rango, se enteró de que _________ (Tú) era periodista de negocios, se lanzó a detallar una pormenorizada lista de sus clientes y de las razones por las cuales _________ (Tú) debía escribir artículos especiales de cada uno de ellos.
Eso siempre y cuando no estuviese babeando por Joe como si quisiera cubrirlo con chocolate y lamerle todo el cuerpo hasta dejarlo absolutamente limpio.
—Seguramente vas al gimnasio —le dijo Amy a Joe, devorándolo con ávida mirada desde el otro lado de la mesa. Su novio, un hombre corpulento de cabello oscuro, cuello grueso y abdomen prominente, no parecía notarlo.
Joe sonrió incómodo.
—Voy al gimnasio cuando puedo.
—Qué va —dijo Amy, batiendo las pestañas como si un saltamontes acabara de aterrizar en su globo ocular, —nadie logra un cuerpo semejante con prácticas ocasionales en el gimnasio, ¿Cuál es tu secreto?
_________ (Tú) aferró tensa la copa de vino. Por supuesto, no era celosa, ya que no se permitía encariñarse demasiado con nadie como para que algo así le afectara. Pero si creía en un código entre mujeres solteras. En el mundo de _________ (Tú), era impensable que alguien coqueteara con el hombre que acompañaba a otra mujer.
El malvado demonio que había tentado a _________ (Tú) a vestirse como una ramera hizo aparición sobre su hombro. Inclinándose sobre la mesa y en voz baja para que el resto de la mesa no pudiera oírla, _________ (Tú) dijo:
—Soy muy exigente. Lo mantengo en forma con sesiones de folladas maratónicas.
Amy quedó boquiabierta, y su novio, que por lo visto había estado prestando atención al tenso intercambio de palabras, rió con tanta fuerza que el vino se le salió por la nariz.
Casi de inmediato, _________ (Tú) deseó poder retirar lo dicho. Tenía un talento especial para hacer comentarios mordaces o inapropiados cuando tenía unas copas encima. Y en situaciones como esa, el corrector de edición de su fuero íntimo parecía apagarse, olvidando que no a todos les parecía graciosa, aunque ella se considerase comiquísima.
Por más que intentara convencerse de que no le importaba, no quería avergonzar a Joe frente a sus compañeros de trabajo.
_________ (Tú) se dio vuelta hacia Joe, temiendo lo que podría encontrar, pero no fue conmoción o enfado, ni siquiera vergüenza, lo que evidenciaba el rostro masculino. Su expresión de petulante orgullo demostraba que se consideraba el hombre más afortunado de los presentes, sin guardar la más mínima maldita duda al respecto.
—Qué puedo decir —dijo, deslizándole la mano sobre los hombros, —si grabara un DVD de sus ejercicios sería más rica que ese tío de Tae Bo.
Oh. Dios mío. Quedó petrificada con el vaso de vino a medio camino de los labios. Me comprende. Este hombre, a quien durante años he excluido de mi vida como a un perro, me comprende mejor que nadie a quien haya conocido. Se sintió como si estuviera cayendo en picada dentro de la pícara calidez de sus ojos. No solo eso, está verdaderamente encantado conmigo. Un sentimiento de pánico lo aprisionó el pecho, y fue salvada de tener que analizar esa nueva y aterradora revelación por el anuncio de que las bebidas se servirían en el bar después de la cena.
Tomó la mano de Joe antes de que pudiera seguir a los otros.
—Ven conmigo —le dijo, empujándolo por el pasillo hacia los baños. De pronto estaba con los nervios de punta, inquieta. Se consideraba obligada a mostrarle que ella sentía... algo. Algo que no podía expresar con palabras.
Lo arrastró hasta el baño de mujeres y lo empujó dentro del compartimiento para discapacitados.
—_________ (Tú), no deberíamos...
Cerrando la puerta con la espalda, cayó de rodillas y le abrió bruscamente la bragueta.
—No me digas —susurró ella, bajándole los pantalones y los calzoncillos por debajo de las caderas—que un hombre de experiencia y sofisticado como tú dejaría que algo tan nimio como la posibilidad de que lo atrapen, lo detenga.
El sonido de su risa suave al escucharla utilizar sus mismas palabras fue metamorfoseándose en un gemido cuando ella le cogió en el puño la pulsante erección y la lamió en toda su longitud. Cogió el falo por la base y le prodigó especial atención con la legua a la parte inferior de la tersa y turgente cabeza. Sabía bien, a piel salada de hombre mezclada con una esencia terrea. La sensación del miembro pulsante contra la lengua la hizo cerrar los muslos apretando su propio sexo, que se hallaba dolorosamente palpitante.
Las grandes manos masculinas se entrelazaron en su cabello, guiando sus movimientos mientras ella lo succionaba hasta lo más profundo de la garganta, al tiempo que le incitaba el saco escrotal con los dedos. En las últimas tres semanas, había llegado a conocer el cuerpo de él tan bien como el suyo, sabía exactamente como acariciarlo para inducirle una inmediata y explosiva liberación.
En ese momento se valió de todos los trucos posibles para expresarle, sin palabras, que había llegado a sentir algo especial por él, que lo consideraba maravilloso de mil modos diferentes; que durante ese mes, él le había proporcionado más felicidad de la que jamás creyó posible.
Los gemidos masculinos producían eco contra las baldosas del baño. Al tiempo que le acariciaba los rajones, le ceñía con fuerza el miembro, frotándolo, fuerte y rápidamente, y le succionaba la cabeza del pene; al percibir que el clímax era inminente, lo cogió profundamente, relajando los músculos de la garganta, mientras él explotaba en su boca. Siguió implacable hasta que brotó la última gota de semen y le besó la punta antes de meterlo de vuelta dentro del calzoncillo.
Joe la levantó suavemente y la besó gimiendo en su boca mientras intentaba alzarle la falda hasta los muslos. Ella lo rechazó con delicadeza.
—¿No quieres que lo haga?
Le presionó el dedo contra los labios, incapaz de ahogar un tímido gemido cuando él se lo succionó.
—Esto ha sido solo para ti.
Su suave sonrisa de medio lado era digna de una propaganda de pasta de dientes.
—Necesito saber qué he hecho para merecerlo, así podré repetirlo cada día durante el resto de mi vida.
Aunque sabía que eso no significaba nada realmente, lo asombró que el hecho de que él usara la frase «el resto de mi vida » refiriéndose a ella no la hiciera colapsar de pánico.
_________ (Tú) se levantó temprano a la mañana siguiente para revisar su correo electrónico. Por primera vez, no sintió un gran orgullo por los elogios brindados a «La verdad al desnudo». Más aún, se sentía asqueada. La última noche se había visto obligada a reconocer que lo que ella y Joe compartían era especial, incluso hermoso, y no era correcto que ella lo denigrara en aras de un frívolo entretenimiento.
Intentaba tranquilizarse a sí misma, diciéndose que, al menos ni Joe ni ninguna de sus amigas sabían de su malicioso alter ego, y que si decidía terminar con eso, Joe nunca se enteraría de que ella había utilizado su relación para aumentar el número de lectores de su columna.
Como si le leyera la mente, Tina llamó en ese preciso momento.
—_________ (Tú), lamento que sea tan temprano, pero nunca adivinarás lo que ha pasado —incluso por teléfono, _________ (Tú) podía oír a Tina temblando de excitación como una chihuahua.
_________ (Tú) la interrumpió.
—De hecho, me alegra que me hayas llamado. Necesito que me ayudes a buscar nuevas ideas para la columna. Debo dejar de escribir sobre Joe.
Tina quedó sumida en un absoluto silencio durante un momento.
—No, _________ (Tú) no puedes detenerte ahora. Por eso te llamo. El editor de la Editorial Hardin acaba de llamarme. Conoce tu columna y quiere saber si nosotros, o sea, tú y Bustout, estaríamos interesados en hacer una selección de notas de la columna para un libro sobre «La verdad al desnudo».
El auricular se le resbaló de los dedos entumecidos.
—¿_________ (Tú)? ¿Estás ahí?
_________ (Tú) tanteó el suelo para coger el teléfono.
—¿Un libro? ¿Lo dices en serio?
—No solo eso —dijo Tina, —dice que tiene una amiga en la revista Bella que podría estar interesada en comprar los derechos y darte un espacio semanal de carácter permanente.
¿Una columna semanal en una revista nacional? ¿Y un libro? Era mejor de lo que jamás había soñado.
—Odiaría perderte —Tina seguía parloteando, —pero si compran los derechos podríamos aumentar el personal de la editorial. Lo que sucede es que...—_________ (Tú) se preparó para la trampa —quiere ver más. Realmente le gusta el trabajo que has hecho en estos seis meses que has estado escribiendo para nosotros, pero creo que el último mes ha sido estelar, y quiere asegurarse de que puedas seguir manteniendo ese nivel.
_________ (Tú) apretó los ojos con fuerza al tiempo que sintió un nudo en el estómago. El último mes, «las Crónicas de Joe», como había comenzado a llamarlas mentalmente.
Miró hacia la puerta de la habitación donde él se hallaba durmiendo en feliz y total ignorancia, sin tener ni idea de que para miles de lectores él era el descerebrado «nabo anónimo» cuyo cuerpo era lastimosamente usado y abusado por C. Teaser.
El nunca lo sabrá. Por eso inventaste el seudónimo.
Pero ¿cómo guardaría el secreto una vez que tuviera un libro publicado?
Sabes muy bien que se marchará y estará fuera de tu vida mucho antes de que llegue a las librerías.
Ese pensamiento la frenó en seco. Pero ¿a quién intentaba engañar? Joe se iba a marchar dentro de poco, y el hecho de que ella se hubiera involucrado era irrelevante. No estaba dispuesta a sacrificar su carrera por él.
—Dile que continúe leyendo —dijo _________ (Tú). —Dile que la columna de la próxima semana seguramente será la mejor que he escrito.
Invitado
Invitado
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
Awwwww! Amé el capi Fii!!!
Continuala prontiiiitooo!! Quiero saber que pasa!
Continuala prontiiiitooo!! Quiero saber que pasa!
ForJoeJonas
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
DIOS!!
Por que soy asi???!!! :x
Soy una tonta!!
Voy a perder a Joe!! :crybaby:
SIGUELA!!
Por que soy asi???!!! :x
Soy una tonta!!
Voy a perder a Joe!! :crybaby:
SIGUELA!!
s@r!!
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
OMG
OJALA QUE JOE NUNCA LEA LA COLUMNA U_U
ME DEPRIMIO UN POCO EL CAP(?
ASI QUE PARA LEVANTARME EL ANIMO VAS A TENER QUE SUBIR OTRO :roll:
QUE EXCUSA PEDORRA QUE ESTOY PONIENDO :| (?
JAJAJAJAJ
SSSSSSSSSSEEEEEEEEEEEEEGUIIIIIIIIIIILAAAAAAAAAAAAAA
:happy:
OJALA QUE JOE NUNCA LEA LA COLUMNA U_U
ME DEPRIMIO UN POCO EL CAP(?
ASI QUE PARA LEVANTARME EL ANIMO VAS A TENER QUE SUBIR OTRO :roll:
QUE EXCUSA PEDORRA QUE ESTOY PONIENDO :| (?
JAJAJAJAJ
SSSSSSSSSSEEEEEEEEEEEEEGUIIIIIIIIIIILAAAAAAAAAAAAAA
:happy:
F l ♥ r e n c i a.
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
WAAAAAAAAAAA, CHICAAAAS, a mi me paso lo mismo mismiiiisimo! me senti re mal :( quien usaria a si a Joeee? EHH? QUIEEEEN? Pobeeezitoo :( haha, ahora les subo caaap!
O bueno, parte del cap:
CAPÍTULO 08
Joe levantó la vista cuando su ordenador le avisó de que tenía un correo electrónico. Se sintió aliviado al tener una excusa para dejar de leer el plan de diversificación de negocios que estaba sobre su escritorio. Normalmente, le bastaba una rápida lectura de cinco minutos para captar todos los detalles pertinentes del contenido de documentos de ese tipo. Pero últimamente su capacidad de concentración estaba afectada, y él sabía exactamente a quién culpar.
Abrió el mensaje electrónico de Michael que adjuntaba un artículo que había encontrado en Internet al que añadía de su propia cosecha: «¿Te alegras de que hayamos atrapado a un par de las buenas, verdad?».
Generalmente, Joe ignoraba las bromas y no abría el material que le reenviaban sus amigos, pero se encontró a sí mismo atrapado por el hiriente ingenio y el innegable humor sarcástico del autor. Leyó el artículo con una combinación de diversión y horror. Estaba titulado «La verdad al desnudo» y había sido escrito por una mujer con el pseudónimo de «Teaser», sumamente apropiado si se consideraba su significado en inglés, ya que era una versión agudizada de «Sex and the City». Esa tal C. Teaser tenía a un tío al que arrastraba del vello púbico y a quien tenía tomado de los cojones hasta que se hartara de él, lo cual sería a corto plazo, según aseguraba a sus lectores.
Quienquiera que fuera, Joe sintió pena por ese pobre inocente.
Oh, cómo si tú tuvieses derecho a decir algo.
Sacudió la cabeza. Cuatro semanas. Cuatro semanas en San Francisco persiguiendo a _________ (Tú) y no había avanzado un ápice en cuanto a tener ninguna clase de relación permanente con ella. Santo Dios. Tenía relaciones con ella todas las noches, prácticamente se había mudado a su apartamento, pero sentía aprensión a referirse a ella como su novia por temor a que saliera corriendo.
Que imbécil. Para ser un hombre que tenía reputación de agresivo, que era conocido por su habilidad para disuadir cualquier negativa, parecía estar actuando como un estúpido afeminado.
Por supuesto, nunca en su vida se había enfrentado a un probable rechazo capaz de destrozarle la vida.
«¿Te alegras de que hayamos atrapado a un par de las buenas, verdad?», honestamente, Joe no estaba seguro de haberlo hecho en realidad. Después de todo ese tiempo, todavía no sabía qué hacer con _________ (Tú). Por supuesto, el sexo era asombroso, explosivo, y mientras estaba dentro de ella, sabía que ella no le ocultaba nada, que se entregaba a él por completo.
Y durante los breves segundos posteriores a su entrega total, su mirada no guardaba recelo alguno, ni mantenía distancia, ni erigía un muro que le impidieran ver lo que ella realmente sentía. En esos segundos, estaba seguro de que ella lo amaba tanto como él a ella.
Pero después el muro se erigía inevitablemente. Siempre abandonaba la cama para ducharse o para ponerse al día con el trabajo; cualquier cosa para distanciarse de la intimidad que acababan de compartir. Y a la mañana siguiente, invariablemente la encontraba acurrucada contra él como si buscase estar aún más cerca.
Mierda, pensó enfadado mientras cogía el teléfono. Tenía que volver a Boston en una semana. Había estado completamente seguro de que a esas alturas estaría ya planificando una mudanza permanente, la suya a San Francisco o la de ella a Boston. Incluso unos días atrás había ido a ver anillos. Pero él, Joe Jonas, el tío que jamás había permitido que nada ni nadie le impidiese conseguir lo que quería, se había acobardado. Sosteniendo el solitario con un diamante de tres quilates en la mano, se imaginó proponiéndole matrimonio a _________ (Tú). Pero en lugar de una dicha inconmensurable o lágrimas de felicidad, se la imaginaba abriendo los ojos completamente horrorizada, mientras le palmeaba suavemente la mano y le decía que, aunque apreciaba su gesto, ella simplemente no sentía «lo mismo» por él.
Y como un cobarde, había devuelto el anillo, que, sin duda, se hubiese visto perfecto en su mano delgada de finos dedos, escabulléndose de la tienda.
Frunciendo el ceño, levantó el teléfono y marcó el número de _________ (Tú). Basta de gilipolleces. Estaba harto de andarse con evasivas de mierda, intentando manipularla para que le diera lo que él quería. Esa noche se sentarían y tendrían una buena y larga conversación. Iba a mostrar algo de cojones y le reconocería lo que sentía verdaderamente. No más juegos. Basta de pretender que no era nada más que sexo simplemente para mantenerla tranquila. Esa noche iba a hacer que _________ (Tú) escuchara algunas verdades acerca de la situación real de su relación.
¿Y si ella tenía otros planes? Por lo menos sabría que lo había intentado, pero el mero pensamiento de ella dejándolo lo aguijoneaba como un puñal helado en el estómago.
_________ (Tú) contestó al segundo tono.
—Vayamos a cenar esta noche —le dijo bruscamente. —Tenemos algunas cosas que necesitamos discutir.
Se encontró con un silencio. Quizá debería haber intentado un tono más amistoso.
—No puedo respondió. —Tengo otros planes.
—¿Otros planes? —le molestaba sobremanera que después de todo ese tiempo todavía tuviera que hacer planes con anticipación con ella, que ella no le consultara antes de concertar un compromiso como lo haría si fuesen una pareja de verdad.
Hasta ahora había evitado, adrede, interrogarla, ya que no quería entorpecer su estilo de vida o darle motivos para salir corriendo. Ya no tenía esas reservas.
—¿Qué clase de planes? ¿Por qué no me consultaste?
—No me di cuenta de que tenía que consultártelo, papi —dijo; el sarcasmo rezumaba a través de la línea telefónica.
—¿Qué planes? —repitió él.
Ella hizo una pausa.
—Una cuestión de trabajo —dijo finalmente.
Durante el mes que él había estado allí, ella había remarcado en varias ocasiones que agradecía que su empleo en el Tribune no le demandase obligaciones sociales, a diferencia del suyo.
—Algo del trabajo —dijo él escépticamente.
—Es para un proyecto independiente, algo en lo que he estado trabajando. —Su voz sonó inusitadamente turbada.
Flor, espero que te haga sentir un poquiiiiiiito mejor :)
O bueno, parte del cap:
CAPÍTULO 08
Joe levantó la vista cuando su ordenador le avisó de que tenía un correo electrónico. Se sintió aliviado al tener una excusa para dejar de leer el plan de diversificación de negocios que estaba sobre su escritorio. Normalmente, le bastaba una rápida lectura de cinco minutos para captar todos los detalles pertinentes del contenido de documentos de ese tipo. Pero últimamente su capacidad de concentración estaba afectada, y él sabía exactamente a quién culpar.
Abrió el mensaje electrónico de Michael que adjuntaba un artículo que había encontrado en Internet al que añadía de su propia cosecha: «¿Te alegras de que hayamos atrapado a un par de las buenas, verdad?».
Generalmente, Joe ignoraba las bromas y no abría el material que le reenviaban sus amigos, pero se encontró a sí mismo atrapado por el hiriente ingenio y el innegable humor sarcástico del autor. Leyó el artículo con una combinación de diversión y horror. Estaba titulado «La verdad al desnudo» y había sido escrito por una mujer con el pseudónimo de «Teaser», sumamente apropiado si se consideraba su significado en inglés, ya que era una versión agudizada de «Sex and the City». Esa tal C. Teaser tenía a un tío al que arrastraba del vello púbico y a quien tenía tomado de los cojones hasta que se hartara de él, lo cual sería a corto plazo, según aseguraba a sus lectores.
Quienquiera que fuera, Joe sintió pena por ese pobre inocente.
Oh, cómo si tú tuvieses derecho a decir algo.
Sacudió la cabeza. Cuatro semanas. Cuatro semanas en San Francisco persiguiendo a _________ (Tú) y no había avanzado un ápice en cuanto a tener ninguna clase de relación permanente con ella. Santo Dios. Tenía relaciones con ella todas las noches, prácticamente se había mudado a su apartamento, pero sentía aprensión a referirse a ella como su novia por temor a que saliera corriendo.
Que imbécil. Para ser un hombre que tenía reputación de agresivo, que era conocido por su habilidad para disuadir cualquier negativa, parecía estar actuando como un estúpido afeminado.
Por supuesto, nunca en su vida se había enfrentado a un probable rechazo capaz de destrozarle la vida.
«¿Te alegras de que hayamos atrapado a un par de las buenas, verdad?», honestamente, Joe no estaba seguro de haberlo hecho en realidad. Después de todo ese tiempo, todavía no sabía qué hacer con _________ (Tú). Por supuesto, el sexo era asombroso, explosivo, y mientras estaba dentro de ella, sabía que ella no le ocultaba nada, que se entregaba a él por completo.
Y durante los breves segundos posteriores a su entrega total, su mirada no guardaba recelo alguno, ni mantenía distancia, ni erigía un muro que le impidieran ver lo que ella realmente sentía. En esos segundos, estaba seguro de que ella lo amaba tanto como él a ella.
Pero después el muro se erigía inevitablemente. Siempre abandonaba la cama para ducharse o para ponerse al día con el trabajo; cualquier cosa para distanciarse de la intimidad que acababan de compartir. Y a la mañana siguiente, invariablemente la encontraba acurrucada contra él como si buscase estar aún más cerca.
Mierda, pensó enfadado mientras cogía el teléfono. Tenía que volver a Boston en una semana. Había estado completamente seguro de que a esas alturas estaría ya planificando una mudanza permanente, la suya a San Francisco o la de ella a Boston. Incluso unos días atrás había ido a ver anillos. Pero él, Joe Jonas, el tío que jamás había permitido que nada ni nadie le impidiese conseguir lo que quería, se había acobardado. Sosteniendo el solitario con un diamante de tres quilates en la mano, se imaginó proponiéndole matrimonio a _________ (Tú). Pero en lugar de una dicha inconmensurable o lágrimas de felicidad, se la imaginaba abriendo los ojos completamente horrorizada, mientras le palmeaba suavemente la mano y le decía que, aunque apreciaba su gesto, ella simplemente no sentía «lo mismo» por él.
Y como un cobarde, había devuelto el anillo, que, sin duda, se hubiese visto perfecto en su mano delgada de finos dedos, escabulléndose de la tienda.
Frunciendo el ceño, levantó el teléfono y marcó el número de _________ (Tú). Basta de gilipolleces. Estaba harto de andarse con evasivas de mierda, intentando manipularla para que le diera lo que él quería. Esa noche se sentarían y tendrían una buena y larga conversación. Iba a mostrar algo de cojones y le reconocería lo que sentía verdaderamente. No más juegos. Basta de pretender que no era nada más que sexo simplemente para mantenerla tranquila. Esa noche iba a hacer que _________ (Tú) escuchara algunas verdades acerca de la situación real de su relación.
¿Y si ella tenía otros planes? Por lo menos sabría que lo había intentado, pero el mero pensamiento de ella dejándolo lo aguijoneaba como un puñal helado en el estómago.
_________ (Tú) contestó al segundo tono.
—Vayamos a cenar esta noche —le dijo bruscamente. —Tenemos algunas cosas que necesitamos discutir.
Se encontró con un silencio. Quizá debería haber intentado un tono más amistoso.
—No puedo respondió. —Tengo otros planes.
—¿Otros planes? —le molestaba sobremanera que después de todo ese tiempo todavía tuviera que hacer planes con anticipación con ella, que ella no le consultara antes de concertar un compromiso como lo haría si fuesen una pareja de verdad.
Hasta ahora había evitado, adrede, interrogarla, ya que no quería entorpecer su estilo de vida o darle motivos para salir corriendo. Ya no tenía esas reservas.
—¿Qué clase de planes? ¿Por qué no me consultaste?
—No me di cuenta de que tenía que consultártelo, papi —dijo; el sarcasmo rezumaba a través de la línea telefónica.
—¿Qué planes? —repitió él.
Ella hizo una pausa.
—Una cuestión de trabajo —dijo finalmente.
Durante el mes que él había estado allí, ella había remarcado en varias ocasiones que agradecía que su empleo en el Tribune no le demandase obligaciones sociales, a diferencia del suyo.
—Algo del trabajo —dijo él escépticamente.
—Es para un proyecto independiente, algo en lo que he estado trabajando. —Su voz sonó inusitadamente turbada.
Flor, espero que te haga sentir un poquiiiiiiito mejor :)
Invitado
Invitado
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
SOY UNA MALDITA PERRAA!!
DIOS ME ODIO!!
Como hago sufrir a mi pobre Joe
SIGUELA!
DIOS ME ODIO!!
Como hago sufrir a mi pobre Joe
SIGUELA!
s@r!!
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
Pobrecito Joe Me parte el alma como lo trato! Soy mala :(
Fii! Siguela prontooo :love:
Fii! Siguela prontooo :love:
ForJoeJonas
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
MALA MALA MALA ERES ♪♫
(?
JAJAJAJAJA ME PARECIO QUE QUEDABA JUSTO LA CANCIÓN(?
:P
GRACIAS FII POR LEVANTARME EL ANIMO!
IGUAL NO FUE UN CAP MUY PUM PARA ARRIBA(? JAJAJ
PERO ME PONE CONTENTA QUE HAYAS SUBIDO CAP ;)
AHORA ESPERO OTROOOOOO
BESOOOOOOOOOOS
:happy:
(?
JAJAJAJAJA ME PARECIO QUE QUEDABA JUSTO LA CANCIÓN(?
:P
GRACIAS FII POR LEVANTARME EL ANIMO!
IGUAL NO FUE UN CAP MUY PUM PARA ARRIBA(? JAJAJ
PERO ME PONE CONTENTA QUE HAYAS SUBIDO CAP ;)
AHORA ESPERO OTROOOOOO
BESOOOOOOOOOOS
:happy:
F l ♥ r e n c i a.
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
Flor, acertaste con la song xD La cantamos en el karaoke? xD
ForJoeJonas
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
Hellooo!
—¿Qué clase de planes? ¿Por qué no me consultaste?
—No me di cuenta de que tenía que consultártelo, papi —dijo; el sarcasmo rezumaba a través de la línea telefónica.
—¿Qué planes? —repitió él.
Ella hizo una pausa.
—Una cuestión de trabajo —dijo finalmente.
Durante el mes que él había estado allí, ella había remarcado en varias ocasiones que agradecía que su empleo en el Tribune no le demandase obligaciones sociales, a diferencia del suyo.
—Algo del trabajo —dijo él escépticamente.
—Es para un proyecto independiente, algo en lo que he estado trabajando. —Su voz sonó inusitadamente turbada.
—Bien. Te veré cuando regreses a tu apartamento. Cortó mirando furioso el aparato telefónico, como si se tratase del rostro femenino. Algo no andaba bien. Ella había estado actuando evasivamente durante la última semana. La semana pasada él fue a su oficina para invitarla a almorzar, pero solo para encontrase con que ella había salido. Cuando más tarde le preguntó, ella le dijo que había estado con una amiga. Dos noches había llegado tarde a casa dando vagos detalles sobre dónde había estado. Y en más de una ocasión, cuando él la interrumpió mientras trabajaba en casa, ella cerró el archivo de lo que fuera en lo que se encontrara trabajando antes de que él pudiera verlo.
¿Era posible que estuviera viendo a alguien más? El mero pensamiento de las manos de otro hombre sobre ella, tocándola, acariciándola, teniendo acceso desenfrenado a su suave y bronceada piel a su sedoso y húmedo calor, le provocó deseos de vomitar. Joe, que nunca había sentido celos por una mujer en su vida, luchaba por contener la furia que lo invadía con tan solo pensar en otro hombre mirando a la mujer que él reclamaba como suya.
Lentamente, _________ (Tú) abrió el cerrojo de la puerta principal. Era pasada la medianoche y rezó para que Joe estuviera dormido mientras entraba a la habitación de puntillas. Su cabeza latía en una combinación de culpa y frustración. Había pasado las últimas horas con Tina y con el editor de la Editorial Hardin, quien voló desde Nueva York específicamente para hablar sobre la preparación del libro de _________ (Tú).
Pero en lugar de sentirse eufórica acerca de su inminente meteórica carrera, se sentía enferma. Durante la última semana había estado dando vueltas, sintiéndose como si serpientes venenosas estuvieran carcomiéndole el interior. Además de las columnas de siempre, había escrito otras partes para el libro, todo sobre Joe. Lloró al enviar la última la noche anterior, en ella escribió la mentira más grande de su carrera.
«Mi pequeño cachorro está volviendo pronto a casa, y yo difícilmente puedo esperar. No me malinterpreten. Soy una gran fanática del sexo frecuente, y este pequeño perrito no se queda atrás. Pero, últimamente, ha estado muy cargante y estoy comenzando a sentirme un poco... coartada».
La verdad era que tenía terror a la marcha de Joe, pero no sabía qué hacer al respecto. Él no había mencionado nada acera de que sucedería una vez que él volviese a su casa en Boston. Y ella estaba tan ocupada, y tan consumida por la culpa, que no podía reunir el coraje para sacar el tema.
De todos modos, ella era bastante buena interpretando a la gente, y cada mirada, cada acto, cada caricia, le decía que ella le importaba a Joe. Cualquier incertidumbre acerca de su relación era enteramente por su culpa. Ella era quien la ponía en riesgo con su comportamiento asustadizo y furtivo de los últimos días.
Y a juzgar por el tono que él había usado más temprano, estaba evidentemente irritado, receloso de su seguidilla de reuniones y planes que lo excluían.
¿Qué iba a hacer? Aunque se había prometido evitar que lo que fuera que ella y Joseph tenían interfiriese con la increíble oportunidad que se le presentaba para su carrera, no podía seguir negando que ella lo amaba. Profundamente.
De algún modo, esa adolescente ingenua, poco realista e ilusa de antes se había apoderado de ella, recordándole todas las razones por las que se había enamorado de Joe en ese entonces, y por qué de verdad lo quería ahora.
Aunque llegasen a tener una relación formal, ¿qué le diría? No podía mantener su libro y su columna en secreto para siempre. ¿Qué le podría decir?: «Oh, por cierto, Joe, escribo esta malintencionada columna para la cual he explotado por completo nuestra vida sexual presentándote como un redomado idiota. Y es mejor que comiences a acostumbrarte, ya que probablemente deba burlarme de la más increíble relación que he tenido y que pueda llegar a tener en un futuro previsible».
Para ser una mujer que se enorgullecía de evitar complicaciones con los hombres, se las había ingeniado, de algún modo, para armar un inmenso y colosal embrollo.
_________ (Tú) no encendió la luz al entrar al apartamento. Esperaba poder entrar a hurtadillas y deslizarse dentro de la cama junto a Joe y fingir, al menos por unas horas más, que no había arruinado su vida por completo.
La lámpara se encendió y ella gritó dejando caer el bolso. Joe se sentó en su mullido sillón de cuero con un vaso en la mano.
—Un poco tarde, ¿no te parece? —le preguntó con tal frialdad en la voz que esperó verle estalactitas formándosele en la punta de la nariz.
Acorralada, intentó recurrir a uno de sus habituales sarcasmos.
—¿Has estado sentado aquí en la oscuridad como un Sr. Rochester moderno? Qué gótico de tu parte.
Se incorporó y tomó el último trago de lo que fuese que quedaba en el vaso, antes de apoyarlo en la mesilla de noche.
—¿Dónde estabas, _________ (Tú)? —Caminó lentamente hacia ella, y tuvo la incómoda sensación de estar siendo acechada.
—Ya te lo dije, tenía una reunión —dijo bruscamente. Por lo menos, eso era cierto, y esperaba que no le exigiera más detalles. No tenía reparos en mentirle por teléfono, y no intentaba disimular el hecho por remordimiento, pero se le hacía muy difícil mantener cara de póquer cuando era descubierta en una mentira descarada.
Además, él estaba tan cerca que podía sentir el característico aroma dulzón a sándalo de su piel, mezclado ahora con el olor a whisky de su aliento. Ella deseaba devorar el sabor de sus labios, pero su actitud no inclinaba precisamente, a expresiones de cariño.
—¿Me estás engañando?
Dio un paso hacia atrás, asombrada. Una parte de ella se sintió tan aliviada de que él no le exigiera detalles de su reunión que casi rió. Pero ese impulso fue superado por el fastidio. ¿Qué clase de persona creía que era? ¿Realmente creía que ella podía tenerlo viviendo en su apartamento, mantener locas y desenfrenadas relaciones sexuales con él todos los días, mientras veía a otro?
Desestimó el susurro de esa voz interior que le recordaba que él tenía derecho de sentir sospechas, dado el modo en que ella había estado escabulléndose últimamente.
En cambio, hizo lo que solía hacer siempre, adoptó una actitud beligerante.
—¿Engañándote? Engañar implicaría que tenemos algún tipo de relación de exclusividad —señaló con sequedad, —y no la tenemos. Pero si quieres sabor si me estoy acostando con alguien más, la respuesta es no.
El lenguaje corporal de _________ (Tú), la cabeza y los hombros hacia atrás, los brazos firmemente cruzados sobre el pecho, la ceja oscura levantada majestuosamente, decían a las claras: «No tocar», pero Joe la cogió de los hombros y la empujó firmemente contra él. Sintió un profundo alivio. _________ (Tú) seguía escondiéndole algo, de eso no tenía duda alguna, pero no era otro hombre. Había sido una pésima mentirosa desde niña, algo que no había cambiado en los últimos cinco años. Pero, su mentira no estaba relacionada con otro hombre en su vida.
Por lo tanto, ¿qué era?
------------------------------------------------------------------------
Edward Rochester: personaje principal masculino de la novela Jane Eyre, de Charlotte Brontë, publicada en 1847 por Smith, Elder & Company. Ésta obra encumbró a su autora como una de las mejores novelistas románticas y es hoy día considerada un clásico de la literatura en lengua inglesa.
-----------------------------------------------------------------------------
Dejó la pregunta de lado. No era el momento de preocuparse por ello.
Después de toda su paciencia, sus maniobras e intentos de manipulación, todo se había reducido a eso. Iba a tener que desnudar su alma. Decirle a _________ (Tú) que se enamoró perdidamente de ella otra vez en México y que fue a San Francisco con un ridículo plan para lograr que ella se enamorase de él. Rezaría para que no se riera en su cara o saliera corriendo a gritos por la puerta.
—_________ (Tú), debo volver pronto a Boston —comenzó. Los ojos femeninos color azul grisáceo eran indescifrables mientras buscaba las palabras apropiadas para decir a continuación.
—¿Y? —Dejó caer las manos a los lados del cuerpo y, aunque no se apartó de él, tampoco lo abrazaba.
—Carajo —musitó, liberándola para deslizarse las manos por el cabello en un gesto de frustración, —no hay motivos para andar con rodeos.
Ella lo estaba contemplando con recelo, y con razón, en realidad, ya que había comenzado a caminar de un lado a otro murmurando inteligiblemente para sí mismo como si fuese algún tipo de psicópata.
—Joe, sé lo que vas a decir, y...
—Te amo, _________ (Tú).
Se le cayó el alma al suelo cuando se enfrentó al mutismo abrumador de _________ (Tú).
Finalmente, ella se las arregló para preguntar con voz ronca:
—¿Qué?
—Te amo —repitió él, abarcándole el rostro con las manos y detectando el pánico en sus ojos. —No vine a San Francisco por negocios, _________ (Tú), sino por ti. Me enamoré de ti en México... Diablos, creo que ya te amaba cuando todavía estabas en el instituto. Pero cuando te vi en México el mes pasado, simplemente lo supe. Supe que tú eras la indicada. Sé que hace mucho tiempo te herí, que me comporté como un completo idiota, y haría cualquier cosa para enmendar lo sucedido. Pero eso fue hace años, y esto es ahora. He tratado de ser paciente, he intentado darte la oportunidad para que lo descubrieras por ti misma, pero se me está acabando el tiempo, y te amo, _________ (Tú). —Hizo una pausa para tomar aliento, sintiendo un débil temblor recorrerle por todo el cuerpo.
¿O era ella? Sus manos, al levantarlas para cubrir las de él, también estaban temblando, y en sus ojos pudo ver la vulnerabilidad y el temor al desnudo. Y tras ellos, una intensa emoción que irradiaba los primeros rayos de esperanza a su corazón.
—Eso es todo, _________ (Tú) —le dijo, manteniendo su mirada en la de ella. —No más juegos, solo la verdad. Estoy poniendo todas las cartas sobre la mesa, y necesito que tú hagas lo mismo.
WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA :D :D :D :D :D :D :D
—¿Qué clase de planes? ¿Por qué no me consultaste?
—No me di cuenta de que tenía que consultártelo, papi —dijo; el sarcasmo rezumaba a través de la línea telefónica.
—¿Qué planes? —repitió él.
Ella hizo una pausa.
—Una cuestión de trabajo —dijo finalmente.
Durante el mes que él había estado allí, ella había remarcado en varias ocasiones que agradecía que su empleo en el Tribune no le demandase obligaciones sociales, a diferencia del suyo.
—Algo del trabajo —dijo él escépticamente.
—Es para un proyecto independiente, algo en lo que he estado trabajando. —Su voz sonó inusitadamente turbada.
—Bien. Te veré cuando regreses a tu apartamento. Cortó mirando furioso el aparato telefónico, como si se tratase del rostro femenino. Algo no andaba bien. Ella había estado actuando evasivamente durante la última semana. La semana pasada él fue a su oficina para invitarla a almorzar, pero solo para encontrase con que ella había salido. Cuando más tarde le preguntó, ella le dijo que había estado con una amiga. Dos noches había llegado tarde a casa dando vagos detalles sobre dónde había estado. Y en más de una ocasión, cuando él la interrumpió mientras trabajaba en casa, ella cerró el archivo de lo que fuera en lo que se encontrara trabajando antes de que él pudiera verlo.
¿Era posible que estuviera viendo a alguien más? El mero pensamiento de las manos de otro hombre sobre ella, tocándola, acariciándola, teniendo acceso desenfrenado a su suave y bronceada piel a su sedoso y húmedo calor, le provocó deseos de vomitar. Joe, que nunca había sentido celos por una mujer en su vida, luchaba por contener la furia que lo invadía con tan solo pensar en otro hombre mirando a la mujer que él reclamaba como suya.
Lentamente, _________ (Tú) abrió el cerrojo de la puerta principal. Era pasada la medianoche y rezó para que Joe estuviera dormido mientras entraba a la habitación de puntillas. Su cabeza latía en una combinación de culpa y frustración. Había pasado las últimas horas con Tina y con el editor de la Editorial Hardin, quien voló desde Nueva York específicamente para hablar sobre la preparación del libro de _________ (Tú).
Pero en lugar de sentirse eufórica acerca de su inminente meteórica carrera, se sentía enferma. Durante la última semana había estado dando vueltas, sintiéndose como si serpientes venenosas estuvieran carcomiéndole el interior. Además de las columnas de siempre, había escrito otras partes para el libro, todo sobre Joe. Lloró al enviar la última la noche anterior, en ella escribió la mentira más grande de su carrera.
«Mi pequeño cachorro está volviendo pronto a casa, y yo difícilmente puedo esperar. No me malinterpreten. Soy una gran fanática del sexo frecuente, y este pequeño perrito no se queda atrás. Pero, últimamente, ha estado muy cargante y estoy comenzando a sentirme un poco... coartada».
La verdad era que tenía terror a la marcha de Joe, pero no sabía qué hacer al respecto. Él no había mencionado nada acera de que sucedería una vez que él volviese a su casa en Boston. Y ella estaba tan ocupada, y tan consumida por la culpa, que no podía reunir el coraje para sacar el tema.
De todos modos, ella era bastante buena interpretando a la gente, y cada mirada, cada acto, cada caricia, le decía que ella le importaba a Joe. Cualquier incertidumbre acerca de su relación era enteramente por su culpa. Ella era quien la ponía en riesgo con su comportamiento asustadizo y furtivo de los últimos días.
Y a juzgar por el tono que él había usado más temprano, estaba evidentemente irritado, receloso de su seguidilla de reuniones y planes que lo excluían.
¿Qué iba a hacer? Aunque se había prometido evitar que lo que fuera que ella y Joseph tenían interfiriese con la increíble oportunidad que se le presentaba para su carrera, no podía seguir negando que ella lo amaba. Profundamente.
De algún modo, esa adolescente ingenua, poco realista e ilusa de antes se había apoderado de ella, recordándole todas las razones por las que se había enamorado de Joe en ese entonces, y por qué de verdad lo quería ahora.
Aunque llegasen a tener una relación formal, ¿qué le diría? No podía mantener su libro y su columna en secreto para siempre. ¿Qué le podría decir?: «Oh, por cierto, Joe, escribo esta malintencionada columna para la cual he explotado por completo nuestra vida sexual presentándote como un redomado idiota. Y es mejor que comiences a acostumbrarte, ya que probablemente deba burlarme de la más increíble relación que he tenido y que pueda llegar a tener en un futuro previsible».
Para ser una mujer que se enorgullecía de evitar complicaciones con los hombres, se las había ingeniado, de algún modo, para armar un inmenso y colosal embrollo.
_________ (Tú) no encendió la luz al entrar al apartamento. Esperaba poder entrar a hurtadillas y deslizarse dentro de la cama junto a Joe y fingir, al menos por unas horas más, que no había arruinado su vida por completo.
La lámpara se encendió y ella gritó dejando caer el bolso. Joe se sentó en su mullido sillón de cuero con un vaso en la mano.
—Un poco tarde, ¿no te parece? —le preguntó con tal frialdad en la voz que esperó verle estalactitas formándosele en la punta de la nariz.
Acorralada, intentó recurrir a uno de sus habituales sarcasmos.
—¿Has estado sentado aquí en la oscuridad como un Sr. Rochester moderno? Qué gótico de tu parte.
Se incorporó y tomó el último trago de lo que fuese que quedaba en el vaso, antes de apoyarlo en la mesilla de noche.
—¿Dónde estabas, _________ (Tú)? —Caminó lentamente hacia ella, y tuvo la incómoda sensación de estar siendo acechada.
—Ya te lo dije, tenía una reunión —dijo bruscamente. Por lo menos, eso era cierto, y esperaba que no le exigiera más detalles. No tenía reparos en mentirle por teléfono, y no intentaba disimular el hecho por remordimiento, pero se le hacía muy difícil mantener cara de póquer cuando era descubierta en una mentira descarada.
Además, él estaba tan cerca que podía sentir el característico aroma dulzón a sándalo de su piel, mezclado ahora con el olor a whisky de su aliento. Ella deseaba devorar el sabor de sus labios, pero su actitud no inclinaba precisamente, a expresiones de cariño.
—¿Me estás engañando?
Dio un paso hacia atrás, asombrada. Una parte de ella se sintió tan aliviada de que él no le exigiera detalles de su reunión que casi rió. Pero ese impulso fue superado por el fastidio. ¿Qué clase de persona creía que era? ¿Realmente creía que ella podía tenerlo viviendo en su apartamento, mantener locas y desenfrenadas relaciones sexuales con él todos los días, mientras veía a otro?
Desestimó el susurro de esa voz interior que le recordaba que él tenía derecho de sentir sospechas, dado el modo en que ella había estado escabulléndose últimamente.
En cambio, hizo lo que solía hacer siempre, adoptó una actitud beligerante.
—¿Engañándote? Engañar implicaría que tenemos algún tipo de relación de exclusividad —señaló con sequedad, —y no la tenemos. Pero si quieres sabor si me estoy acostando con alguien más, la respuesta es no.
El lenguaje corporal de _________ (Tú), la cabeza y los hombros hacia atrás, los brazos firmemente cruzados sobre el pecho, la ceja oscura levantada majestuosamente, decían a las claras: «No tocar», pero Joe la cogió de los hombros y la empujó firmemente contra él. Sintió un profundo alivio. _________ (Tú) seguía escondiéndole algo, de eso no tenía duda alguna, pero no era otro hombre. Había sido una pésima mentirosa desde niña, algo que no había cambiado en los últimos cinco años. Pero, su mentira no estaba relacionada con otro hombre en su vida.
Por lo tanto, ¿qué era?
------------------------------------------------------------------------
Edward Rochester: personaje principal masculino de la novela Jane Eyre, de Charlotte Brontë, publicada en 1847 por Smith, Elder & Company. Ésta obra encumbró a su autora como una de las mejores novelistas románticas y es hoy día considerada un clásico de la literatura en lengua inglesa.
-----------------------------------------------------------------------------
Dejó la pregunta de lado. No era el momento de preocuparse por ello.
Después de toda su paciencia, sus maniobras e intentos de manipulación, todo se había reducido a eso. Iba a tener que desnudar su alma. Decirle a _________ (Tú) que se enamoró perdidamente de ella otra vez en México y que fue a San Francisco con un ridículo plan para lograr que ella se enamorase de él. Rezaría para que no se riera en su cara o saliera corriendo a gritos por la puerta.
—_________ (Tú), debo volver pronto a Boston —comenzó. Los ojos femeninos color azul grisáceo eran indescifrables mientras buscaba las palabras apropiadas para decir a continuación.
—¿Y? —Dejó caer las manos a los lados del cuerpo y, aunque no se apartó de él, tampoco lo abrazaba.
—Carajo —musitó, liberándola para deslizarse las manos por el cabello en un gesto de frustración, —no hay motivos para andar con rodeos.
Ella lo estaba contemplando con recelo, y con razón, en realidad, ya que había comenzado a caminar de un lado a otro murmurando inteligiblemente para sí mismo como si fuese algún tipo de psicópata.
—Joe, sé lo que vas a decir, y...
—Te amo, _________ (Tú).
Se le cayó el alma al suelo cuando se enfrentó al mutismo abrumador de _________ (Tú).
Finalmente, ella se las arregló para preguntar con voz ronca:
—¿Qué?
—Te amo —repitió él, abarcándole el rostro con las manos y detectando el pánico en sus ojos. —No vine a San Francisco por negocios, _________ (Tú), sino por ti. Me enamoré de ti en México... Diablos, creo que ya te amaba cuando todavía estabas en el instituto. Pero cuando te vi en México el mes pasado, simplemente lo supe. Supe que tú eras la indicada. Sé que hace mucho tiempo te herí, que me comporté como un completo idiota, y haría cualquier cosa para enmendar lo sucedido. Pero eso fue hace años, y esto es ahora. He tratado de ser paciente, he intentado darte la oportunidad para que lo descubrieras por ti misma, pero se me está acabando el tiempo, y te amo, _________ (Tú). —Hizo una pausa para tomar aliento, sintiendo un débil temblor recorrerle por todo el cuerpo.
¿O era ella? Sus manos, al levantarlas para cubrir las de él, también estaban temblando, y en sus ojos pudo ver la vulnerabilidad y el temor al desnudo. Y tras ellos, una intensa emoción que irradiaba los primeros rayos de esperanza a su corazón.
—Eso es todo, _________ (Tú) —le dijo, manteniendo su mirada en la de ella. —No más juegos, solo la verdad. Estoy poniendo todas las cartas sobre la mesa, y necesito que tú hagas lo mismo.
WAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA :D :D :D :D :D :D :D
Invitado
Invitado
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
Jajajajaja, me rei muuuucho, Flooor, acertaste completamente (;
Y si, somos bien perras, pobre Joe en serio.
Bueno, me voy, mañana recien les pongo cap, ni se imaginan el dìa que me espera, llego del colegio, almuerzo y me regreso, todo por no quedarme a almorzar ahi, POR USTEDES (: jajaj, las amo.
Y si, somos bien perras, pobre Joe en serio.
Bueno, me voy, mañana recien les pongo cap, ni se imaginan el dìa que me espera, llego del colegio, almuerzo y me regreso, todo por no quedarme a almorzar ahi, POR USTEDES (: jajaj, las amo.
Invitado
Invitado
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
OMFG
COMO LA PODES DEJAR ASÍ
NO TENES PERDON DE JOE U_U(?
A QUE DECIA JAJAJAJAJA :P
LA TENES QUE SEGUIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIR
ME ENCANTO ESTE CAP PERO QUIERO SEGUIR LEYENDO MÁS
:bounce:
Y JAJAJAJAJAJ EL TRIO REVIENTACREMALLERAS VA A CANTAR ESTO (DEDICADA A JOE ;) (?):
MALO MALO MALO ERES POR NO DEJARNOS VER TU MICROFONO, TONTO TONTO TONTO ERES NO TE PIENSES QUE NO TE LA VEREMOS ♪♫♪
(?
COMO VERAN SOY UNA COMPOSITORA NATA, NACÍ PARA ESTO(? JAJAJAJAJA
BUE, DESPUES DE TANTO DELIRIO(? TE SUPLICO QUE LA SIGAS!
PD: COMO ME GUSTA ESTO → (?
COMO LA PODES DEJAR ASÍ
NO TENES PERDON DE JOE U_U(?
A QUE DECIA JAJAJAJAJA :P
LA TENES QUE SEGUIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIR
ME ENCANTO ESTE CAP PERO QUIERO SEGUIR LEYENDO MÁS
:bounce:
Y JAJAJAJAJAJ EL TRIO REVIENTACREMALLERAS VA A CANTAR ESTO (DEDICADA A JOE ;) (?):
MALO MALO MALO ERES POR NO DEJARNOS VER TU MICROFONO, TONTO TONTO TONTO ERES NO TE PIENSES QUE NO TE LA VEREMOS ♪♫♪
(?
COMO VERAN SOY UNA COMPOSITORA NATA, NACÍ PARA ESTO(? JAJAJAJAJA
BUE, DESPUES DE TANTO DELIRIO(? TE SUPLICO QUE LA SIGAS!
PD: COMO ME GUSTA ESTO → (?
F l ♥ r e n c i a.
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
Fiii!! Eres mala! Pero asi te quiero, como la dejas asi? o.O
Mas te vale mañaniiita ponernos el capi que sino.... ¬¬
Floor, no sabes lo que me rei! xD
MALO MALO MALO ERES POR NO DEJARNOS VER TU MICROFONO, TONTO TONTO TONTO ERES NO TE PIENSES QUE NO TE LA VEREMOS ♪♫♪
Las quiero mis locas del Team!!! :love:
Mas te vale mañaniiita ponernos el capi que sino.... ¬¬
Floor, no sabes lo que me rei! xD
MALO MALO MALO ERES POR NO DEJARNOS VER TU MICROFONO, TONTO TONTO TONTO ERES NO TE PIENSES QUE NO TE LA VEREMOS ♪♫♪
Las quiero mis locas del Team!!! :love:
ForJoeJonas
Página 4 de 7. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
Temas similares
» EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA
» Al Desnudo.
» Fama = Escandalo [HOT]
» Prohibido ser adolecente
» Novela tu eres mi sueño (harry styles y tu) terminada primera temporada
» Al Desnudo.
» Fama = Escandalo [HOT]
» Prohibido ser adolecente
» Novela tu eres mi sueño (harry styles y tu) terminada primera temporada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 4 de 7.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.