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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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"La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
nueva elctora
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
jonas_dayi_avril
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
AAAH BUEEEEEEEEEENO, SE PUSO HOT LA COSA JAJAJA
EN LA BODEGA, EN EL TAXI, EN LA PILETA :twisted:
ESTO SE VA PONIENDO CADA VEZ MEJOR!
SEGUILAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
NECESITO UN NUEVO CAAAAAAAAAAAAAAAP
:bounce:
EN LA BODEGA, EN EL TAXI, EN LA PILETA :twisted:
ESTO SE VA PONIENDO CADA VEZ MEJOR!
SEGUILAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
NECESITO UN NUEVO CAAAAAAAAAAAAAAAP
:bounce:
F l ♥ r e n c i a.
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
Bienvenidas nuevas lectoras (: Es un placer tenerlas por acá!
Bueeeno Flor, ahi vaa el cap (: para VOS!
Capítulo 3
Mierda, aquella mujer sabía cómo guardar rencor. Pero el escozor que sintió Joe cuando _________ (Tú) recordó lo desagradable que había sido para ella su primera vez se desvaneció rápidamente al verla bajo la luz de la luna, completamente desnuda, salvo por sus sandalias de tacón aguja.
Con sus piernas largas y sus curvas suaves, irradiaba sexo a través de cada uno de los poros de su piel, como un perfume, y le emitía pulsos de electricidad directamente a la ingle. Tenía el miembro tan duro que le causaba dolor.
En la claridad de la luna logró distinguir las esculpidas líneas de sus pómulos, las sombras oscuras de las pestañas que enmarcaban los ojos azules, la curva perfecta de sus labios y el cabello oscuro que le caía sobre los hombros, jugando al escondite con los duros y oscuros pezones.
Deslizó las manos siguiendo el mismo recorrido de la mirada, descubriendo la tensa y suave planicie de su abdomen, deteniéndose en el lugar que ya había saboreado, pero no visto. El oscuro vello del pubis le cubría los tersos y turgentes labios. _________ (Tú) quedó sin aliento cuando él fue bajando lentamente los dedos sobre la suave mata de vello sin rozarle la piel ardiente.
El temor de hacerlo obedecía al riesgo de no poder controlar el impulso de derribarla sobre la tumbona más cercana y penetrarla tan profundo y fuerte como pudiera. Se le estremecieron las manos al recordar la sensación de esos labios vaginales ciñéndole la cabeza del pene cuando, en la cabina del taxi, se le había montado encima. Si el conductor no hubiese detenido el taxi, seguramente habría perdido el control y la habría follado frenéticamente hasta explotar dentro de ella, echando a perder toda posibilidad de demostrarle que en los últimos años había aprendido algo de autocontrol.
Por ello, en vez de hundirle los dedos en los pliegues del sexo húmedo, se arrodilló frente a ella, le quitó las impactantes sandalias y después se desvistió, despojándose de los pantalones y la ropa interior. La cogió de la mano y la condujo hacia la piscina.
La acercó hacia él y se deleitó con la sensación del agua fría y del roce tibio de sus senos como pequeños y cálidos melocotones contra su pecho. La besó profunda y apasionadamente, hundiéndole la lengua en la boca como ansiaba adentrarse en su sexo. No podía creer que estuviese nuevamente con ella después de todos esos años, tocándola, saboreándola. Ella sabía bien, a vodka y pecado; el sabor de boca húmeda, abierta e impaciente bajo la suya, lo retro-trajo al joven ardiente de veintidós años que había temblado de deseo, sobrecogido por la realidad abrumadora de poder tocar a la mujer que alimentaba sus fantasías más carnales.
Sus manos le recorrieron la piel ávidamente, hundiendo los dedos en la carne ardiente que recibía con placer sus caricias. Anhelaba tener toda una vida para explorar cada pulgada de ese dulce cuerpo. _________ (Tú) respondía a sus caricias con el mismo ímpetu, deslizándole las manos frías y húmedas por la espalda, anudándole las piernas alrededor de la cintura en el agua. Echó la cabeza hacia atrás a riesgo de romperse un molar por la fuerza con la que apretó la mandíbula. La piel ardiente del sexo femenino lo provocaba, le rozaba enloquecedoramente los labios húmedos y calientes contra el pene al tiempo mecía las caderas, acunándolo entre gemidos. La apoyó contra los azulejos del borde de la piscina. Con tan solo una embestida, estaría dentro de ella.
—No —jadeó, —todavía no.
Se arrodilló hundiéndose bajo el agua y perdió el sentido de todo, salvo de su sabor. Con los ojos cerrados, le abrió los labios del sexo con los pulgares y le hundió la boca en la entrepierna hasta sentir el capullo tenso del clítoris contra el rostro. Agua fresca y carne caliente le llenaron la boca al cogérselo entre los labios, lo succionó y lamió, provocándole un agitado contoneo de las caderas y unos gemidos que le llegaron distorsionados bajo el agua. Sintió un fuerte zumbido en los oídos y temió perder el conocimiento por falta de oxígeno.
Subió a la superficie e inhaló una bocanada de aire. La levantó asiéndola de las caderas y la apoyó sobre el borde de la piscina. Ella levantó las rodillas ofreciéndose ansiosa a él. Le separó el sexo y le lamió en círculos el tenso brote, succionándoselo al tiempo que ella agitaba las caderas y se sacudía espasmódicamente contra su rostro. Cada suspiro, cada gemido, cada sonido gutural que ella pronunciaba, le hacía latir más el pene, endureciéndoselo de tal manera que parecía a punto de explotar.
—Oh, Dios, Joseph. —Ella gimió. Sintió otro abundante flujo de líquido caliente en la lengua y supo que el orgasmo de _________ (Tú) era inminente. Sintió la contracción de las paredes vaginales contra los dedos que le había introducido, dedos que el sexo femenino ciñó prietamente al alcanzar el clímax.
_________ (Tú) miró fijamente el brillante cielo nocturno mientras las últimas palpitaciones agitadas le hicieron estremecer el cuerpo entero. Respiró profundamente intentando recuperarse, inhaló varias veces antes de atreverse a mirar a Joe. Su oscura cabellera permanecía aún en su entrepierna cubriéndola de besos suaves. Incluso, cariñosos, amorosos.
Santo cielo, se hallaba en un verdadero problema.
No recordaba haber respondido jamás a un amante de la manera en que lo hizo con Joe. Más incluso, nunca había tenido un amante que la tratara como Joe.
Su última pareja era exactamente el tipo de hombre que prefería. Ella le decía lo que quería, él escuchaba y actuaba eficientemente en consecuencia, y le brindaba satisfacción prolijamente, antes de conseguir la propia.
Pero nunca la había mirado como si fuese la mujer más hermosa que viera en su vida. Ni la había acariciado como si quisiera memorizar cada pulgada de su cuerpo. Ni le había hundido la cabeza en la entrepierna saboreándola como si fuera la fruta más suculenta y exquisita que hubiese probado.
Y, sin lugar a dudas, jamás la habían hecho correrse hasta que todo le quedara en una borrosa nebulosa, hasta que sintiera el cuerpo atravesado por miles de punzantes corrientes eléctricas.
Escuchó el murmullo del agua y los músculos del estómago se le contrajeron al sentir las gotas del cuerpo empapado de Joe. Él se inclinó sobre ella apoyándose en las manos para besarla, y lo hizo con tanta ternura que sintió deseos de llorar.
Demonios. ¿Qué le estaba sucediendo? Él era Joe, el hombre que una noche la había iniciado sexualmente con brutalidad para abandonarla después sin miramientos. Debía darle el crédito de haberle demostrado, por segunda vez, que podía hacerla correrse muy intensamente. Aun así, no era más que un orgasmo.
Lo más cauto sería levantarse y retirarse antes de caer víctima de esa extraña anomalía hormonal. Pero su cerebro había cedido todo el control al área de la entrepierna que vibraba y le dolía por el deseo de sentir a Joseph penetrándola profundamente.
Y pensar que eran los hombres quienes se habían hecho acreedores de la mala fama de ser controlados por el sexo.
Le apoyó la mano lánguidamente alrededor del cuello y le deslizó los dedos por el cabello húmedo. Después, el agua la salpicó cuando Joe se levantó y salió de la piscina. Apenas pudo reunir la energía para darse vuelta, mirarlo y notar que buscaba algo en los bolsillos de los pantalones.
La luz de la luna le proyectaba sombras plateadas sobre los músculos de la espalda y de los hombros, iluminando las gotas de agua que le caían en cascada por las piernas largas y fuertes. Sintió renovarse su energía cuando él se dio vuelta, exhibiendo la imponencia de su descomunal sexo. Aunque no podía verle los ojos, podía percibir su mirada fija en ella mientras se colocaba el preservativo con deliberada lentitud. Acariciándose a sí mismo, le anunciaba que su cuerpo sería penetrado por semejante colosal miembro.
Al tiempo que él caminaba hacia ella, se colocó de rodillas y le extendió las manos. Al llegar junto a ella, se las cogió y la condujo dentro de la piscina nuevamente. Sintió la frialdad de los azulejos contra la espalda cuando la besó rudamente. Le levantó la pierna a la altura de la cadera para rozarle el miembro enhiesto contra su sexo.
—No puedo ser gentil —murmuró. —Esperé muchos años para tenerte de nuevo.
¿Esperó años? ¿Qué quería decir con...?
El pensamiento fue interrumpido bruscamente cuando lo sintió penetrarla. Aunque estaba ansiosa y lubricada como nunca, su magnitud la cogió por sorpresa. La colmó por completo, dilatándole las paredes tensas del sexo. Y cuando pensó que ya no podría caber más en ella, él se hundió otra pulgada sin más rodeos.
Abrió la boca para emitir un grito sordo de doloroso placer, pero la boca masculina ahogó su jadeo al tiempo que la penetró profundamente, con el pene y con la lengua. Con su altura que la sobrepasaba ampliamente, la rodeó, la dominó. Nunca se había sentido tan invadida, tan exigida. No estaba segura de que le gustase, pero, evidentemente, a su cuerpo sí.
Sintió cómo cedía maleable a las exigencias del cuerpo masculino, cómo se dilataba para recibirlo moviendo las caderas.
—Oh, _________ (Tú) —gruñó él. Su tono de voz de incondicional entrega reflejaba lo mismo que sentía ella. De repente, se apartó, ignorando su penoso gemido de protesta, la hizo girar y la apoyó contra la pared de la piscina, de espaldas a él.
La sujetó de las caderas con tal fuerza que podría haberla lastimado, y la penetró por atrás salvajemente, al tiempo que no dejaba de susurrarle lo hermosa que era, cuan caliente y ceñido sentía su sexo. Susurros que se transformaron en gemidos al tiempo que le asía los senos y le pellizcaba los pezones hasta hacerla gritar, ciñéndolo palpitante. Joe embistió las caderas contra ella con ritmo cada vez más rápido, en una secuencia que combinaba movimientos cortos y acelerados con penetraciones largas y profundas; jadeando agitado detrás de ella.
_________ (Tú), a su vez, buscó apoyo en la pared de azulejos para impulsarse en compás frenético, rebotando contra las caderas masculinas, hundiéndose hasta la base del engrosado miembro, clavándoselo tan hondo que, internamente, lo sintió contra la parte inferior de la columna. Con cada embestida, el clímax comenzaba a erupcionar en sus entrañas. De repente, él se tensó detrás de ella, dejó escapar un rugido del pecho y sus empellones se tornaron salvajes.
En apasionada respuesta, las paredes de la vagina lo ciñeron convulsivamente prietas, al tiempo que su propio orgasmo escalaba con tal intensidad que se habría hundido bajo el agua si él no la hubiese sostenido.
La meció asida contra él, besándole el cuello. Aunque no era muy dada a las ternuras «post-coito», se permitió a sí misma esa pequeña demostración de ternura. Pues, hombre, la había salvado de ahogarse.
—¡Mierda! —murmuró Joe.
No era precisamente lo que esperaba oír.
Bueeeno Flor, ahi vaa el cap (: para VOS!
Capítulo 3
Mierda, aquella mujer sabía cómo guardar rencor. Pero el escozor que sintió Joe cuando _________ (Tú) recordó lo desagradable que había sido para ella su primera vez se desvaneció rápidamente al verla bajo la luz de la luna, completamente desnuda, salvo por sus sandalias de tacón aguja.
Con sus piernas largas y sus curvas suaves, irradiaba sexo a través de cada uno de los poros de su piel, como un perfume, y le emitía pulsos de electricidad directamente a la ingle. Tenía el miembro tan duro que le causaba dolor.
En la claridad de la luna logró distinguir las esculpidas líneas de sus pómulos, las sombras oscuras de las pestañas que enmarcaban los ojos azules, la curva perfecta de sus labios y el cabello oscuro que le caía sobre los hombros, jugando al escondite con los duros y oscuros pezones.
Deslizó las manos siguiendo el mismo recorrido de la mirada, descubriendo la tensa y suave planicie de su abdomen, deteniéndose en el lugar que ya había saboreado, pero no visto. El oscuro vello del pubis le cubría los tersos y turgentes labios. _________ (Tú) quedó sin aliento cuando él fue bajando lentamente los dedos sobre la suave mata de vello sin rozarle la piel ardiente.
El temor de hacerlo obedecía al riesgo de no poder controlar el impulso de derribarla sobre la tumbona más cercana y penetrarla tan profundo y fuerte como pudiera. Se le estremecieron las manos al recordar la sensación de esos labios vaginales ciñéndole la cabeza del pene cuando, en la cabina del taxi, se le había montado encima. Si el conductor no hubiese detenido el taxi, seguramente habría perdido el control y la habría follado frenéticamente hasta explotar dentro de ella, echando a perder toda posibilidad de demostrarle que en los últimos años había aprendido algo de autocontrol.
Por ello, en vez de hundirle los dedos en los pliegues del sexo húmedo, se arrodilló frente a ella, le quitó las impactantes sandalias y después se desvistió, despojándose de los pantalones y la ropa interior. La cogió de la mano y la condujo hacia la piscina.
La acercó hacia él y se deleitó con la sensación del agua fría y del roce tibio de sus senos como pequeños y cálidos melocotones contra su pecho. La besó profunda y apasionadamente, hundiéndole la lengua en la boca como ansiaba adentrarse en su sexo. No podía creer que estuviese nuevamente con ella después de todos esos años, tocándola, saboreándola. Ella sabía bien, a vodka y pecado; el sabor de boca húmeda, abierta e impaciente bajo la suya, lo retro-trajo al joven ardiente de veintidós años que había temblado de deseo, sobrecogido por la realidad abrumadora de poder tocar a la mujer que alimentaba sus fantasías más carnales.
Sus manos le recorrieron la piel ávidamente, hundiendo los dedos en la carne ardiente que recibía con placer sus caricias. Anhelaba tener toda una vida para explorar cada pulgada de ese dulce cuerpo. _________ (Tú) respondía a sus caricias con el mismo ímpetu, deslizándole las manos frías y húmedas por la espalda, anudándole las piernas alrededor de la cintura en el agua. Echó la cabeza hacia atrás a riesgo de romperse un molar por la fuerza con la que apretó la mandíbula. La piel ardiente del sexo femenino lo provocaba, le rozaba enloquecedoramente los labios húmedos y calientes contra el pene al tiempo mecía las caderas, acunándolo entre gemidos. La apoyó contra los azulejos del borde de la piscina. Con tan solo una embestida, estaría dentro de ella.
—No —jadeó, —todavía no.
Se arrodilló hundiéndose bajo el agua y perdió el sentido de todo, salvo de su sabor. Con los ojos cerrados, le abrió los labios del sexo con los pulgares y le hundió la boca en la entrepierna hasta sentir el capullo tenso del clítoris contra el rostro. Agua fresca y carne caliente le llenaron la boca al cogérselo entre los labios, lo succionó y lamió, provocándole un agitado contoneo de las caderas y unos gemidos que le llegaron distorsionados bajo el agua. Sintió un fuerte zumbido en los oídos y temió perder el conocimiento por falta de oxígeno.
Subió a la superficie e inhaló una bocanada de aire. La levantó asiéndola de las caderas y la apoyó sobre el borde de la piscina. Ella levantó las rodillas ofreciéndose ansiosa a él. Le separó el sexo y le lamió en círculos el tenso brote, succionándoselo al tiempo que ella agitaba las caderas y se sacudía espasmódicamente contra su rostro. Cada suspiro, cada gemido, cada sonido gutural que ella pronunciaba, le hacía latir más el pene, endureciéndoselo de tal manera que parecía a punto de explotar.
—Oh, Dios, Joseph. —Ella gimió. Sintió otro abundante flujo de líquido caliente en la lengua y supo que el orgasmo de _________ (Tú) era inminente. Sintió la contracción de las paredes vaginales contra los dedos que le había introducido, dedos que el sexo femenino ciñó prietamente al alcanzar el clímax.
_________ (Tú) miró fijamente el brillante cielo nocturno mientras las últimas palpitaciones agitadas le hicieron estremecer el cuerpo entero. Respiró profundamente intentando recuperarse, inhaló varias veces antes de atreverse a mirar a Joe. Su oscura cabellera permanecía aún en su entrepierna cubriéndola de besos suaves. Incluso, cariñosos, amorosos.
Santo cielo, se hallaba en un verdadero problema.
No recordaba haber respondido jamás a un amante de la manera en que lo hizo con Joe. Más incluso, nunca había tenido un amante que la tratara como Joe.
Su última pareja era exactamente el tipo de hombre que prefería. Ella le decía lo que quería, él escuchaba y actuaba eficientemente en consecuencia, y le brindaba satisfacción prolijamente, antes de conseguir la propia.
Pero nunca la había mirado como si fuese la mujer más hermosa que viera en su vida. Ni la había acariciado como si quisiera memorizar cada pulgada de su cuerpo. Ni le había hundido la cabeza en la entrepierna saboreándola como si fuera la fruta más suculenta y exquisita que hubiese probado.
Y, sin lugar a dudas, jamás la habían hecho correrse hasta que todo le quedara en una borrosa nebulosa, hasta que sintiera el cuerpo atravesado por miles de punzantes corrientes eléctricas.
Escuchó el murmullo del agua y los músculos del estómago se le contrajeron al sentir las gotas del cuerpo empapado de Joe. Él se inclinó sobre ella apoyándose en las manos para besarla, y lo hizo con tanta ternura que sintió deseos de llorar.
Demonios. ¿Qué le estaba sucediendo? Él era Joe, el hombre que una noche la había iniciado sexualmente con brutalidad para abandonarla después sin miramientos. Debía darle el crédito de haberle demostrado, por segunda vez, que podía hacerla correrse muy intensamente. Aun así, no era más que un orgasmo.
Lo más cauto sería levantarse y retirarse antes de caer víctima de esa extraña anomalía hormonal. Pero su cerebro había cedido todo el control al área de la entrepierna que vibraba y le dolía por el deseo de sentir a Joseph penetrándola profundamente.
Y pensar que eran los hombres quienes se habían hecho acreedores de la mala fama de ser controlados por el sexo.
Le apoyó la mano lánguidamente alrededor del cuello y le deslizó los dedos por el cabello húmedo. Después, el agua la salpicó cuando Joe se levantó y salió de la piscina. Apenas pudo reunir la energía para darse vuelta, mirarlo y notar que buscaba algo en los bolsillos de los pantalones.
La luz de la luna le proyectaba sombras plateadas sobre los músculos de la espalda y de los hombros, iluminando las gotas de agua que le caían en cascada por las piernas largas y fuertes. Sintió renovarse su energía cuando él se dio vuelta, exhibiendo la imponencia de su descomunal sexo. Aunque no podía verle los ojos, podía percibir su mirada fija en ella mientras se colocaba el preservativo con deliberada lentitud. Acariciándose a sí mismo, le anunciaba que su cuerpo sería penetrado por semejante colosal miembro.
Al tiempo que él caminaba hacia ella, se colocó de rodillas y le extendió las manos. Al llegar junto a ella, se las cogió y la condujo dentro de la piscina nuevamente. Sintió la frialdad de los azulejos contra la espalda cuando la besó rudamente. Le levantó la pierna a la altura de la cadera para rozarle el miembro enhiesto contra su sexo.
—No puedo ser gentil —murmuró. —Esperé muchos años para tenerte de nuevo.
¿Esperó años? ¿Qué quería decir con...?
El pensamiento fue interrumpido bruscamente cuando lo sintió penetrarla. Aunque estaba ansiosa y lubricada como nunca, su magnitud la cogió por sorpresa. La colmó por completo, dilatándole las paredes tensas del sexo. Y cuando pensó que ya no podría caber más en ella, él se hundió otra pulgada sin más rodeos.
Abrió la boca para emitir un grito sordo de doloroso placer, pero la boca masculina ahogó su jadeo al tiempo que la penetró profundamente, con el pene y con la lengua. Con su altura que la sobrepasaba ampliamente, la rodeó, la dominó. Nunca se había sentido tan invadida, tan exigida. No estaba segura de que le gustase, pero, evidentemente, a su cuerpo sí.
Sintió cómo cedía maleable a las exigencias del cuerpo masculino, cómo se dilataba para recibirlo moviendo las caderas.
—Oh, _________ (Tú) —gruñó él. Su tono de voz de incondicional entrega reflejaba lo mismo que sentía ella. De repente, se apartó, ignorando su penoso gemido de protesta, la hizo girar y la apoyó contra la pared de la piscina, de espaldas a él.
La sujetó de las caderas con tal fuerza que podría haberla lastimado, y la penetró por atrás salvajemente, al tiempo que no dejaba de susurrarle lo hermosa que era, cuan caliente y ceñido sentía su sexo. Susurros que se transformaron en gemidos al tiempo que le asía los senos y le pellizcaba los pezones hasta hacerla gritar, ciñéndolo palpitante. Joe embistió las caderas contra ella con ritmo cada vez más rápido, en una secuencia que combinaba movimientos cortos y acelerados con penetraciones largas y profundas; jadeando agitado detrás de ella.
_________ (Tú), a su vez, buscó apoyo en la pared de azulejos para impulsarse en compás frenético, rebotando contra las caderas masculinas, hundiéndose hasta la base del engrosado miembro, clavándoselo tan hondo que, internamente, lo sintió contra la parte inferior de la columna. Con cada embestida, el clímax comenzaba a erupcionar en sus entrañas. De repente, él se tensó detrás de ella, dejó escapar un rugido del pecho y sus empellones se tornaron salvajes.
En apasionada respuesta, las paredes de la vagina lo ciñeron convulsivamente prietas, al tiempo que su propio orgasmo escalaba con tal intensidad que se habría hundido bajo el agua si él no la hubiese sostenido.
La meció asida contra él, besándole el cuello. Aunque no era muy dada a las ternuras «post-coito», se permitió a sí misma esa pequeña demostración de ternura. Pues, hombre, la había salvado de ahogarse.
—¡Mierda! —murmuró Joe.
No era precisamente lo que esperaba oír.
Invitado
Invitado
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
ESTOY ASÍ ↓
Ö (?
NO ME RECUPERO DE SEMEJANTE CAPITULO
DEFINITIVAMENTE YA ME HICE ADICTA A LA NOVE!
NECESITO MAS, MAS, MAAAAAAAAAAAAAAAAAAS
GRACIAS POR DEDICARME EL CAP FIAMA *_*
ME ENCANTÓ
:love:
Ö (?
NO ME RECUPERO DE SEMEJANTE CAPITULO
DEFINITIVAMENTE YA ME HICE ADICTA A LA NOVE!
NECESITO MAS, MAS, MAAAAAAAAAAAAAAAAAAS
GRACIAS POR DEDICARME EL CAP FIAMA *_*
ME ENCANTÓ
:love:
F l ♥ r e n c i a.
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!
MORÍ! Que cosota tan hooooooooooooooooooooot :twisted:
Que medicina para mi dulce corazón :love:
xD
Definitivamente perdí la cabeza!! Me encató el capiiii!!!
Fiamma tienes que seguirla muuuy muuy pronto!!
Por cierto, lo del micrófono... Yo también quiero ese micrófono!
Y si le decimos de un karaoke? :roll:
Si Beyonce cantó Videophone, luego Lady Gaga y ella "Telephono"... Nosotras podemos cantar "Microphone" xDDDDDDDDD
Sería lo máximo!!!
MORÍ! Que cosota tan hooooooooooooooooooooot :twisted:
Que medicina para mi dulce corazón :love:
xD
Definitivamente perdí la cabeza!! Me encató el capiiii!!!
Fiamma tienes que seguirla muuuy muuy pronto!!
Por cierto, lo del micrófono... Yo también quiero ese micrófono!
Y si le decimos de un karaoke? :roll:
Si Beyonce cantó Videophone, luego Lady Gaga y ella "Telephono"... Nosotras podemos cantar "Microphone" xDDDDDDDDD
Sería lo máximo!!!
ForJoeJonas
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
ForJoeJonas escribió:AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!
MORÍ! Que cosota tan hooooooooooooooooooooot :twisted:
Que medicina para mi dulce corazón :love:
xD
Definitivamente perdí la cabeza!! Me encató el capiiii!!!
Fiamma tienes que seguirla muuuy muuy pronto!!
Por cierto, lo del micrófono... Yo también quiero ese micrófono!
Y si le decimos de un karaoke? :roll:
Si Beyonce cantó Videophone, luego Lady Gaga y ella "Telephono"... Nosotras podemos cantar "Microphone" xDDDDDDDDD
Sería lo máximo!!!
I WANNA TOUCH YOUR MICROPHONE JOE, OH YEEEAH ♪♫
(????
ES UNA PARTE DE LA LETRA DE LA CANCIÓN
JAJAJAJAJAJA
(TODAVIA NO TIENE RITMO :| (?)
F l ♥ r e n c i a.
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
F l r e n c i a. escribió:ForJoeJonas escribió:AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!
MORÍ! Que cosota tan hooooooooooooooooooooot :twisted:
Que medicina para mi dulce corazón :love:
xD
Definitivamente perdí la cabeza!! Me encató el capiiii!!!
Fiamma tienes que seguirla muuuy muuy pronto!!
Por cierto, lo del micrófono... Yo también quiero ese micrófono!
Y si le decimos de un karaoke? :roll:
Si Beyonce cantó Videophone, luego Lady Gaga y ella "Telephono"... Nosotras podemos cantar "Microphone" xDDDDDDDDD
Sería lo máximo!!!
I WANNA TOUCH YOUR MICROPHONE JOE, OH YEEEAH ♪♫
(????
ES UNA PARTE DE LA LETRA DE LA CANCIÓN
JAJAJAJAJAJA
(TODAVIA NO TIENE RITMO :| (?)
Flooor! El ritmo se lo pone Joe... Ya tu me entiendes... :twisted: xDD
OMJ! Que de cosas pasan por mi santa imaginacion!!
ForJoeJonas
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
JAAAAAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJAJAJA! CHICAAAS!
Estan reee locas! Pero buenio, por lo visto el "microfono" de Joe nos trae así..
En serio.. Jajajajaja (: Las amo chicas, siempre me hacen reir!
Ahora les subire parte del cap!
Estan reee locas! Pero buenio, por lo visto el "microfono" de Joe nos trae así..
En serio.. Jajajajaja (: Las amo chicas, siempre me hacen reir!
Ahora les subire parte del cap!
Invitado
Invitado
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
Abruptamente, tiró de ella y la saco del agua; ella tardó en darse cuenta de lo que él había oído. Ruidos de motores. Portazos. Risas ebrias.
—Vayámonos, a menos que quieras convertirte en la función de la noche.
_________ (Tú) se consideraba osada en lo referente al sexo, pero no tenía ningún deseo de que diez de sus amigos más cercanos la hallaran en plena consumación del acto. Se apresuró cuanto pudo, logró levantarse con dificultad debido a la flojedad de sus piernas y subió al patio.
Joe recogió su ropa y la envolvió en una toalla gigante antes de anudarse otra en las caderas. La condujo hasta un par de puertas de cristal que se hallaban lejos de la puerta principal, susurró una rápida plegaria y suspiró aliviado cuando la puerta se abrió sin oponer resistencia.
Alguien subió el estéreo justo cuando ellos se estaban escabullendo por el oscuro pasillo.
¿Cómo podría llegar a su habitación sin ser descubierta si debía atravesar toda la sala? La luz del pasillo se encendió de golpe y oyeron el ruido de fuertes pisadas. Joe tiró de su brazo y la empujó hacia el interior de una habitación que estaba apenas iluminada por la tenue luz de una lámpara ubicada sobre la mesa de noche de madera rústica.
Su habitación. Se dio cuenta al reconocer la camisa que él había usado más temprano y que había arrojado descuidadamente a los pies de la cama king-size.
Riéndose con picardía, la arrojó de espaldas sobre el colchón al mismo tiempo que le quitaba la toalla de baño, que fue a parar al otro lado de la habitación.
Me imagino que tendrás que esconderte aquí.
—Buenos días.
Los ojos de _________ (Tú) se abrieron de par en par con expresión horrorizada al escuchar en el oído la voz áspera y somnolienta de Joe, recién despertado.
No era posible que ella se hubiera quedado en su habitación toda la noche.
Primera regla del sexo casual, nunca quedarse toda la noche. Eso implicaba un alto nivel de intimidad y siempre conllevaba un incómodo despertar a la mañana siguiente. No era que no hubiese intentado irse. Después del segundo round, Joe hizo lo que cualquier hombre normal, una vez alcanzado el clímax; se dio vuelta y comenzó a roncar. Incluso esperó unos buenos diez minutos para asegurarse de que él estuviera profundamente dormido.
Pero en cuanto intentó apoyar los pies en el suelo, Joe la cogió de la muñeca, preguntándole:
—¿Dónde crees que vas? No he terminado contigo aún.
Y la sujetó con el peso de su cuerpo, penetrándola nuevamente como si no se hubiese corrido ya dos veces en un lapso de dos horas.
Después quedó tan exhausta que, como una idiota, se dio vuelta para quedarse dormida profundamente.
Dios, esperaba no haber roncado ni babeado. Nada como la cruel luz del día para deslucir a un amante. Se arriesgó a mirarlo por encima del hombro.
Por supuesto, Joseph estaba perfecto. En lugar de la apariencia desgreñada de quien acaba de despertarse, estaba guapísimo con su rebelde cabello oscuro y una sombra de barba incipiente que le oscurecía la mandíbula. Atractivo y relajado, mostraba un aspecto que haría soñar a cualquier mujer con pasar una larga mañana de domingo haciendo el amor con él, acurrucados como si nada más existiese en el mundo.
La estúpida adolescente ingenua de diecisiete años que anidaba en su interior estaba resurgiendo y haciéndose escuchar. ¿Hacer el amor? ¡Ni pensarlo! Necesitaba marcharse de ahí como fuese.
—Oye, no te marches... —trató de convencerla, Friccionándole una impresionante y tentadora erección matinal contra la curva interna del muslo. Echó una mirada al reloj y sintió una mezcla de alivio y desilusión al recordar los planes que había hecho con las otras mujeres para ir esa mañana a un spa.
—Debo hacerlo —dijo bruscamente, obligándose a salir de la demasiado acogedora cama para colocarse deprisa la ropa. —Hemos hecho una reserva en un spa, y además...—Lo miró con expresión picara por encima del hombro. —Estoy dolorida.
Los ojos color miel brillaron maliciosos.
—¿Estás segura de que no quieres que te sane con un beso?
Acalló a la estúpida adolescente de su interior que rogaba quedarse y, como mujer madura que sabía lo que le convenía, se despidió y salió de la habitación mientras le fuera posible.
_________ (Tú) se despertó esa mañana de lunes y se insultó a sí misma por haber amanecido en el mismo lugar del día anterior. En la cama de Joe.
¡Maldición!
No importaba cuánto había luchado, no había podido dominar el sueño y se había acurrucado contra el fornido pecho masculino... y así logró dormir plácidamente durante toda la noche. Ni siquiera lo oyó levantarse. Pero debió haberlo hecho un buen rato antes, pues su espacio ya estaba frío. Lo que agradeció a Dios sinceramente, pues se creía incapaz de mantenerse impasible ante su sensualidad matutina.
El día anterior, una vez de vuelta con el resto de las mujeres, con cada pulgada del cuerpo completamente humectada y nutrida, había tomado la decisión de mantener cierta distancia de él. Lo último que deseaba era comenzar a actuar como si fueran una pareja y dar a todos una impresión errónea.
Sin embargo, de una manera u otra había permanecido pegada a él durante toda la tarde, hasta que se retiraron poco después de la cena.
Suspiró y se dio vuelta, reprendiéndose a sí misma por haber caído presa otra vez de los considerables encantos de Joe Jonas. A pesar de todos sus esfuerzos para ignorar a la adolescente que otrora se había sentido tontamente enamorada de Joe (e incluso con el apoyo de una abundante cantidad de alcohol), la ilusa continuaba reclamando su atención insistiendo en que tenía que ser obra del destino que se reuniesen de esa manera y que Joe la agraciase con su permanente atención y destacada habilidad sexual. Fíjate en la manera en que te mira cuando cree que no lo estás viendo, alardeaba la idiota adolescente. Escucha cómo se ríe con tus chistes. ¿No es agradable que un hombre aprecie tu sentido del humor?
Y hablando de tíos guapos...después de todos estos años, tienes que admitir que es divertido estar con un hombre tan grande, fuerte y... dominante.
_________ (Tú) le concedió ese punto. Durante años, los hombres con los que estuvo tuvieron, en general, una contextura media y cuerpo delgado. En realidad, exactamente lo contrario a la imponencia física de Joe, con más de seis pies de altura. Ella no era menuda, con sus cinco pies y medio, pero debía admitir que era agradable sentirse pequeña y frágil en la cama.
Pero ¿y qué? Era verdad que él era increíblemente apuesto, y que su habilidad en la cama se había superado magníficamente en todos los órdenes, pero seguía siendo Joe, se recordó a sí misma firmemente, el mismo bastardo que había hecho trizas su espíritu romántico a los diecisiete años, que se lo había aplastado, literal y llanamente, sin ni siquiera una llamada telefónica posterior. Y ya no era una niña inocente que sufriese la agonía de un amor no correspondido, era una mujer madura que sabía demasiado de la vida como para basar todo en unos cuantos orgasmos.
Una vez que esa misma tarde ambos estuvieran en sus respectivos vuelos, él camino a Boston; y ella, a San Francisco, los dos últimos días quedarían relegados a un vago recuerdo de una relación sexual ardiente bajo la luna mexicana.
Sin preocuparse por buscar su ropa, _________ (Tú) cogió una camiseta talla extra grande de Joe y se la pasó por la cabeza. Le llegaba hasta las rodillas, cubriéndola lo suficiente como para dirigirse a su propia habitación. Mientras caminaba por el pasillo, intentó no reparar en el olor a jabón masculino y a sándalo impregnado en el algodón. Pero no podía ignorar los latidos en la entrepierna al pensar en el olor de ese pecho masculino, en el roce de su pecho desnudo, en la tersa parte inferior de su brazo, en la aspereza de su muslo...
Mientras atravesaba sigilosamente la sala, agradecida de no toparse con ninguno de los otros huéspedes, captó el murmullo de la voz de Joseph proveniente de la cocina. No había tenido intención de escuchar a escondidas, y ni siquiera se hubiese detenido si no hubiera escuchado mencionar su nombre.
Entró silenciosamente al comedor adjunto y, parapetada tras la vitrina de porcelana, pudo oírlos claramente sin que la vieran.
—_________ (Tú) es una fulana que está buena para follarse. —Estaba casi segura de que era la voz de Dave, el que menos le gustaba de los invitados del novio. Desgraciadamente, además era su hermano, por lo que no podía ser excluido de la lista de invitados. Le había dado una mala impresión, como si fuese uno de esos gandules típicos de una fraternidad universitaria que intenta perpetuar los días de gloria de la casa del Sigma Chi. Por eso no se sorprendió u ofendió particularmente al escuchar ese comentario sobre ella.
—¿Es tan salvaje como parece? Apuesto a que le gusta gritar.
_________ (Tú) se puso tensa y se frenó a sí misma, esperando escuchar que tenía que decir Joe al respecto, aunque intentara convenirse a sí misma de que le importaba una mierda lo que Joe dijera en esa conversación típica de vestuario de hombres.
—Si dices alguna otra palabra sobre ella, voy a coger esta espátula y te la voy a meter por el culo. —Más terrible que sus palabras fue el tono grave y letal con el que fueron proferidas, sin dejar posibilidad de dudas.
—¡Eh! —La voz de Dave sonó confundida y un tanto molesta. —Estaba bromeando. No me estoy refiriendo a tu esposa o algo así.
Quedó atónita al escuchar las siguiente palabras de Joe:
—En lo que a ti concierne, o al resto de los que están en esta casa, _________ (Tú) es mía, ¿lo entiendes? Y si la vuelves a mirar así en lo que queda del día hasta que nos marchemos, te haré tragar los cojones.
Se le resbaló el zapato de los dedos y el ruido resonó imponente al chocar contra las baldosas de la habitación de techo alto.
—¡Qué mier...!
¡Mierda! Corrió rápidamente a través del comedor y por el pasillo hasta llegar a la habitación donde no había dormido las últimas dos noches.
¿Cómo se atrevía a ser tan posesivo? _________ (Tú) echaba humo. _________ (Tú) es mía. ¡En absoluto! Ella no era de nadie, por suerte, y un fin de semana de sexo, aunque fantásticamente grandioso, no iba a cambiar eso.
Especialmente si se trataba de Joe Jonas. ¿Realmente pensaba que podría irrumpir en su vida, después de todos esos años y de cómo la había tratado, y pretender que por unos escasos orgasmos (súper-intensos, valía reconocer) le permitiría que la arrastrara hasta su cueva?
Bastante improbable. Era hora de que Joe probara el sabor amargo de la realidad.
—Vayámonos, a menos que quieras convertirte en la función de la noche.
_________ (Tú) se consideraba osada en lo referente al sexo, pero no tenía ningún deseo de que diez de sus amigos más cercanos la hallaran en plena consumación del acto. Se apresuró cuanto pudo, logró levantarse con dificultad debido a la flojedad de sus piernas y subió al patio.
Joe recogió su ropa y la envolvió en una toalla gigante antes de anudarse otra en las caderas. La condujo hasta un par de puertas de cristal que se hallaban lejos de la puerta principal, susurró una rápida plegaria y suspiró aliviado cuando la puerta se abrió sin oponer resistencia.
Alguien subió el estéreo justo cuando ellos se estaban escabullendo por el oscuro pasillo.
¿Cómo podría llegar a su habitación sin ser descubierta si debía atravesar toda la sala? La luz del pasillo se encendió de golpe y oyeron el ruido de fuertes pisadas. Joe tiró de su brazo y la empujó hacia el interior de una habitación que estaba apenas iluminada por la tenue luz de una lámpara ubicada sobre la mesa de noche de madera rústica.
Su habitación. Se dio cuenta al reconocer la camisa que él había usado más temprano y que había arrojado descuidadamente a los pies de la cama king-size.
Riéndose con picardía, la arrojó de espaldas sobre el colchón al mismo tiempo que le quitaba la toalla de baño, que fue a parar al otro lado de la habitación.
Me imagino que tendrás que esconderte aquí.
—Buenos días.
Los ojos de _________ (Tú) se abrieron de par en par con expresión horrorizada al escuchar en el oído la voz áspera y somnolienta de Joe, recién despertado.
No era posible que ella se hubiera quedado en su habitación toda la noche.
Primera regla del sexo casual, nunca quedarse toda la noche. Eso implicaba un alto nivel de intimidad y siempre conllevaba un incómodo despertar a la mañana siguiente. No era que no hubiese intentado irse. Después del segundo round, Joe hizo lo que cualquier hombre normal, una vez alcanzado el clímax; se dio vuelta y comenzó a roncar. Incluso esperó unos buenos diez minutos para asegurarse de que él estuviera profundamente dormido.
Pero en cuanto intentó apoyar los pies en el suelo, Joe la cogió de la muñeca, preguntándole:
—¿Dónde crees que vas? No he terminado contigo aún.
Y la sujetó con el peso de su cuerpo, penetrándola nuevamente como si no se hubiese corrido ya dos veces en un lapso de dos horas.
Después quedó tan exhausta que, como una idiota, se dio vuelta para quedarse dormida profundamente.
Dios, esperaba no haber roncado ni babeado. Nada como la cruel luz del día para deslucir a un amante. Se arriesgó a mirarlo por encima del hombro.
Por supuesto, Joseph estaba perfecto. En lugar de la apariencia desgreñada de quien acaba de despertarse, estaba guapísimo con su rebelde cabello oscuro y una sombra de barba incipiente que le oscurecía la mandíbula. Atractivo y relajado, mostraba un aspecto que haría soñar a cualquier mujer con pasar una larga mañana de domingo haciendo el amor con él, acurrucados como si nada más existiese en el mundo.
La estúpida adolescente ingenua de diecisiete años que anidaba en su interior estaba resurgiendo y haciéndose escuchar. ¿Hacer el amor? ¡Ni pensarlo! Necesitaba marcharse de ahí como fuese.
—Oye, no te marches... —trató de convencerla, Friccionándole una impresionante y tentadora erección matinal contra la curva interna del muslo. Echó una mirada al reloj y sintió una mezcla de alivio y desilusión al recordar los planes que había hecho con las otras mujeres para ir esa mañana a un spa.
—Debo hacerlo —dijo bruscamente, obligándose a salir de la demasiado acogedora cama para colocarse deprisa la ropa. —Hemos hecho una reserva en un spa, y además...—Lo miró con expresión picara por encima del hombro. —Estoy dolorida.
Los ojos color miel brillaron maliciosos.
—¿Estás segura de que no quieres que te sane con un beso?
Acalló a la estúpida adolescente de su interior que rogaba quedarse y, como mujer madura que sabía lo que le convenía, se despidió y salió de la habitación mientras le fuera posible.
_________ (Tú) se despertó esa mañana de lunes y se insultó a sí misma por haber amanecido en el mismo lugar del día anterior. En la cama de Joe.
¡Maldición!
No importaba cuánto había luchado, no había podido dominar el sueño y se había acurrucado contra el fornido pecho masculino... y así logró dormir plácidamente durante toda la noche. Ni siquiera lo oyó levantarse. Pero debió haberlo hecho un buen rato antes, pues su espacio ya estaba frío. Lo que agradeció a Dios sinceramente, pues se creía incapaz de mantenerse impasible ante su sensualidad matutina.
El día anterior, una vez de vuelta con el resto de las mujeres, con cada pulgada del cuerpo completamente humectada y nutrida, había tomado la decisión de mantener cierta distancia de él. Lo último que deseaba era comenzar a actuar como si fueran una pareja y dar a todos una impresión errónea.
Sin embargo, de una manera u otra había permanecido pegada a él durante toda la tarde, hasta que se retiraron poco después de la cena.
Suspiró y se dio vuelta, reprendiéndose a sí misma por haber caído presa otra vez de los considerables encantos de Joe Jonas. A pesar de todos sus esfuerzos para ignorar a la adolescente que otrora se había sentido tontamente enamorada de Joe (e incluso con el apoyo de una abundante cantidad de alcohol), la ilusa continuaba reclamando su atención insistiendo en que tenía que ser obra del destino que se reuniesen de esa manera y que Joe la agraciase con su permanente atención y destacada habilidad sexual. Fíjate en la manera en que te mira cuando cree que no lo estás viendo, alardeaba la idiota adolescente. Escucha cómo se ríe con tus chistes. ¿No es agradable que un hombre aprecie tu sentido del humor?
Y hablando de tíos guapos...después de todos estos años, tienes que admitir que es divertido estar con un hombre tan grande, fuerte y... dominante.
_________ (Tú) le concedió ese punto. Durante años, los hombres con los que estuvo tuvieron, en general, una contextura media y cuerpo delgado. En realidad, exactamente lo contrario a la imponencia física de Joe, con más de seis pies de altura. Ella no era menuda, con sus cinco pies y medio, pero debía admitir que era agradable sentirse pequeña y frágil en la cama.
Pero ¿y qué? Era verdad que él era increíblemente apuesto, y que su habilidad en la cama se había superado magníficamente en todos los órdenes, pero seguía siendo Joe, se recordó a sí misma firmemente, el mismo bastardo que había hecho trizas su espíritu romántico a los diecisiete años, que se lo había aplastado, literal y llanamente, sin ni siquiera una llamada telefónica posterior. Y ya no era una niña inocente que sufriese la agonía de un amor no correspondido, era una mujer madura que sabía demasiado de la vida como para basar todo en unos cuantos orgasmos.
Una vez que esa misma tarde ambos estuvieran en sus respectivos vuelos, él camino a Boston; y ella, a San Francisco, los dos últimos días quedarían relegados a un vago recuerdo de una relación sexual ardiente bajo la luna mexicana.
Sin preocuparse por buscar su ropa, _________ (Tú) cogió una camiseta talla extra grande de Joe y se la pasó por la cabeza. Le llegaba hasta las rodillas, cubriéndola lo suficiente como para dirigirse a su propia habitación. Mientras caminaba por el pasillo, intentó no reparar en el olor a jabón masculino y a sándalo impregnado en el algodón. Pero no podía ignorar los latidos en la entrepierna al pensar en el olor de ese pecho masculino, en el roce de su pecho desnudo, en la tersa parte inferior de su brazo, en la aspereza de su muslo...
Mientras atravesaba sigilosamente la sala, agradecida de no toparse con ninguno de los otros huéspedes, captó el murmullo de la voz de Joseph proveniente de la cocina. No había tenido intención de escuchar a escondidas, y ni siquiera se hubiese detenido si no hubiera escuchado mencionar su nombre.
Entró silenciosamente al comedor adjunto y, parapetada tras la vitrina de porcelana, pudo oírlos claramente sin que la vieran.
—_________ (Tú) es una fulana que está buena para follarse. —Estaba casi segura de que era la voz de Dave, el que menos le gustaba de los invitados del novio. Desgraciadamente, además era su hermano, por lo que no podía ser excluido de la lista de invitados. Le había dado una mala impresión, como si fuese uno de esos gandules típicos de una fraternidad universitaria que intenta perpetuar los días de gloria de la casa del Sigma Chi. Por eso no se sorprendió u ofendió particularmente al escuchar ese comentario sobre ella.
—¿Es tan salvaje como parece? Apuesto a que le gusta gritar.
_________ (Tú) se puso tensa y se frenó a sí misma, esperando escuchar que tenía que decir Joe al respecto, aunque intentara convenirse a sí misma de que le importaba una mierda lo que Joe dijera en esa conversación típica de vestuario de hombres.
—Si dices alguna otra palabra sobre ella, voy a coger esta espátula y te la voy a meter por el culo. —Más terrible que sus palabras fue el tono grave y letal con el que fueron proferidas, sin dejar posibilidad de dudas.
—¡Eh! —La voz de Dave sonó confundida y un tanto molesta. —Estaba bromeando. No me estoy refiriendo a tu esposa o algo así.
Quedó atónita al escuchar las siguiente palabras de Joe:
—En lo que a ti concierne, o al resto de los que están en esta casa, _________ (Tú) es mía, ¿lo entiendes? Y si la vuelves a mirar así en lo que queda del día hasta que nos marchemos, te haré tragar los cojones.
Se le resbaló el zapato de los dedos y el ruido resonó imponente al chocar contra las baldosas de la habitación de techo alto.
—¡Qué mier...!
¡Mierda! Corrió rápidamente a través del comedor y por el pasillo hasta llegar a la habitación donde no había dormido las últimas dos noches.
¿Cómo se atrevía a ser tan posesivo? _________ (Tú) echaba humo. _________ (Tú) es mía. ¡En absoluto! Ella no era de nadie, por suerte, y un fin de semana de sexo, aunque fantásticamente grandioso, no iba a cambiar eso.
Especialmente si se trataba de Joe Jonas. ¿Realmente pensaba que podría irrumpir en su vida, después de todos esos años y de cómo la había tratado, y pretender que por unos escasos orgasmos (súper-intensos, valía reconocer) le permitiría que la arrastrara hasta su cueva?
Bastante improbable. Era hora de que Joe probara el sabor amargo de la realidad.
Invitado
Invitado
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
DIOS!!
Soy de JOE!!
LO AMO!! :love:
Amo que sea posesivo!!
Amo esta novela!!
SIGUELA!!
Soy de JOE!!
LO AMO!! :love:
Amo que sea posesivo!!
Amo esta novela!!
SIGUELA!!
s@r!!
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
SSSSSSSSSSSISSSSSSSSSSSISSSSSSSSSSSSSSSSSSSSIIIII(?
SOY DE JOE, LO TENGO QUE ADMITIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIR (?
BUE, SSSSSSSSSSSSSSSSUBI MAAAAAAAAAAAAAAAAAAS
(CUANDO ARRASTRO MUCHO LAS PALABRAS ES PORQUE ME ESTOY DESESPERANDO(?) :bounce:
NECESITO OTRO CAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAP
SOY DE JOE, LO TENGO QUE ADMITIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIR (?
BUE, SSSSSSSSSSSSSSSSUBI MAAAAAAAAAAAAAAAAAAS
(CUANDO ARRASTRO MUCHO LAS PALABRAS ES PORQUE ME ESTOY DESESPERANDO(?) :bounce:
NECESITO OTRO CAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAP
F l ♥ r e n c i a.
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
Capítulo 4
¿Qué es lo que hace que un antiguo amante reavive nuestro fuego? ¿Por qué algunos hombres logran que ansiemos volver a por más a pesar de que no lo merecen? Yo, que no soy muy dada a brindar segundas oportunidades, disfruté del más increíble fin de semana de sol y sexo con un tío que, a juzgar por su destreza en el pasado, nunca más en la vida tendría que haberse acercado ni a una pulgada de mis bragas. Sin embargo, el muy sinvergüenza ha aprendido varios trucos nuevos, los suficientes como para hacer que esta mujer brame...
_________ (Tú) gruñó al escuchar que llamaban a la puerta. ¿Quién podría ir a verla a las nueve de la noche de un martes? Quizá si fingiese no estar en casa podría librarse de quienquiera que fuese. Una interrupción era lo que menos necesitaba en ese momento. No solo debía comenzar con los informes sobre ganancias al día siguiente, sino que, además, le quedaban menos de doce horas para terminar su artículo sobre la investigación que estaba llevando a cabo sobre las empresas de biotecnología locales que habían falsificado estudios clínicos relativos a productos farmacéuticos en desarrollo.
Oprimió la dirección de URL y abrió otro artículo sobre los extraños efectos que podían provocar en el hígado ciertas drogas. En sus ensoñaciones, imaginaba que algún día podría buscar la frase; «La verdad al desnudo» en Internet, y además cobraría lo suficiente como para no tener que escribir sobre tediosas y áridas cuestiones comerciales.
Los golpes en la puerta continuaron. Seguramente sería Margot, la vecina que vivía al otro lado del pasillo; probablemente querría ver la televisión, ya que _________ (Tú) tenía cable. Se puso las viejas pantuflas rojas que estaban bajo su escritorio y se dirigió hacia la puerta.
—Puedes pasar —rezongó, abriendo directamente la puerta sin detenerse a revisar previamente a través de la mirilla, —pero tienes que permanecer silenciosa.
—Si recuerdo bien, la última vez que estuvimos juntos eras tú la que hacía más ruido.
_________ (Tú) retrocedió conmocionada al ver a Joseph Jonas en el umbral de la puerta de su casa con una sonrisa implacable en su rostro indecorosamente guapo.
—¿Qué diablos haces tú aquí? —dijo con brusquedad. Por un segundo pensó que estaba alucinando. Durante toda la semana siguiente a su regreso de El Cabo, _________ (Tú) no había podido dejar de pensar en Joe. Particularmente cuando escribió los dos últimos capítulos de «La verdad al desnudo», donde se explayó al referirse a los deliciosos momentos que había pasado a merced de la potencia sexual de Joe.
Ignorando su pregunta, Joe pasó frente a ella sin esperar invitación alguna para entrar en el apartamento. Cerró la puerta y le levantó el mentón para besarla.
—Nunca te di un beso de despedida —le dijo deslizándole la lengua sobre los labios como saboreándolos.
Avergonzada, sintió las mejillas arreboladas. Después de haber oído el comentario poco afortunado que él había hecho en la cocina de la villa mexicana, recogió sus cosas rápidamente y le pidió a una de las asistentas que le llamara un taxi. Después, se escabulló por la puerta y se dirigió hacia el aeropuerto sin despedirse de nadie. Y menos de Joe.
_________ (Tú) reconoció que no había sido la manera más adecuada de marcharse, ni el comportamiento de una mujer a quien supuestamente el hombre le resultaba totalmente indiferente, como se decía a sí misma respecto de Joe. Pero él había empezado a elucubrar extrañas ideas sobre ellos, a juzgar por su repentino comentario a Dave; y en ese momento no se le ocurrió otra cosa, salvo huir lo más lejos posible antes de que él le diera mayor trascendencia a una simple aventura amorosa de un fin de semana.
Y el hecho de que se hallara en su apartamento a la semana siguiente, sin haber llamado o haber sido invitado, era un signo evidente de que él realmente no había considerado el fin de semana que pasaron juntos algo intrascendente como ella hubiera querido.
—¿Y has cruzado todo el país solo para darme un beso de despedida? ¿Debo preocuparme por tener que enfrentarme a un acosador?
Joe rió entre dientes, se dirigió al salón y arrojó la chaqueta del traje sobre el respaldo del sillón como si lo hiciera así todos los días. Mientras se aflojaba la corbata, _________ (Tú) no pudo dejar de apreciar la manera en que sus hombros destacaban bajo la camisa de algodón y la forma en que se le marcaban los músculos del trasero. Joe se reclinó sobre el respaldo del sofá color beige de su salón, recorriendo con mirada ardiente su figura, escudriñando desde la desmañada coleta hasta las andrajosas pantuflas rojas.
_________ (Tú) intentó no amilanarse a pesar de que Joe estuviese vestido como un modelo de GQ y la hubiese sorprendido vistiendo una ajada camiseta que le habían regalado en una conferencia a la que había asistido alguna vez y un par de vetustos pantaloncillos. No era que le importase lo que él pensara acerca de su apariencia; ni siquiera sabía si quería que estuviese allí, y cuanto menos deseable la encontrara, menos complicada sería la situación.
Tampoco significaba nada que sus pezones estuviesen henchidos como brotes impúdicos a causa de una simple mirada penetrante de aquellos fríos ojos de miel.
—No te preocupes, _________ (Tú) —le dijo. —No voy a hervir ningún conejo . Mi empresa se dispone a firmar un contrato aquí y necesitan de mi presencia en San Francisco durante el próximo mes, mes y medio.
Aquello parecía un argumento suficientemente razonable, ya que, por supuesto, cuando llegó a su casa, _________ (Tú) había hecho una búsqueda sobre Joe en Google; por eso sabía que su empresa tenía una sucursal en San Francisco y que habían invertido en varios negocios locales de tecnología.
Qué idiota. Como si fuese posible que él hubiera hecho el viaje desde Boston solo para verla, por fenomenal que hubiese sido el sexo que disfrutaron. _________ (Tú) no sabía qué le resultaba más aterrador, si la suposición inicial de que él había considerado demasiado seriamente una aventura de fin de semana o que ella estuviese decepcionada porque estuviese allí solo por negocios.
—Llamé a tu hermano para que me diera información sobre ti —continuó—y decidí pasar a verte. —Se levantó del sofá y caminó despacio hacia ella hasta detenerse a escasas pulgadas de distancia.
—Podrías haber llamado antes —le dijo, cruzando los brazos sobre el pecho para ocultar la intensa reacción de su cuerpo.
-----------------------------------------------------------------------------------
GQ (Gentleman's Quarterly), revista de moda masculina.
Frase que alude a una escena de la película «Atracción Fatal» donde la amante despechada (Glenn Close) acosa al personaje principal (Michael Douglas) aterrorizando a toda su familia, en ese caso, haciéndoles creer que había matado a la mascota de la familia hirviéndolo en agua caliente, cuando en realidad se trataba de un conejo.
—Después de la manera en que te fuiste... —Levantó la mano y la sujetó del cuello. —No estaba seguro de que quisieras verme.
Ella se humedeció los labios, nerviosa, aferrándose con fuerza las manos en un intento de contener el deseo irrefrenable de derribarlo contra el suelo.
—¿No creías que tuviese ganas de verte?
Los blancos dientes de Joe refulgieron contrastando con su piel bronceada.
—Sabía que querías verme —dijo, —pero no sabía si estarías de acuerdo.
Él se le aproximó tanto que ella pudo sentir su cálida respiración demasiado cerca de sus labios.
—Estás muy seguro de ti mismo. ¿No es así? —murmuró, casi rozándole el mentón con los labios, ya que no había podido evitar colocarse de puntillas e inclinarse.
La cogió de la coleta, obligándola a echar la cabeza hacia atrás, y le separó los labios con la lengua. _________ (Tú) le pasó los brazos alrededor del cuello y lo acercó hacia ella, al tiempo que abría la boca aceptando su caricia.
Joe gimió y se hundió en ella, succionándole y mordiéndole los labios como un hambriento. _________ (Tú) sintió el calor que empezó a crecerle entre los muslos hasta que lo único que pudo pensar fue en desnudarlo y sentirlo dentro de su cuerpo tan rápido como fuera posible.
Sin embargo, no podía dejar que ganase tan fácilmente. Sacudió la cabeza para escapar de Joe y le dijo:
—¿Así, nada más? ¿Sin ni siquiera flores ni una cena? ¿Estabas en la ciudad y pensaste que me podías buscar sin más preámbulos para un encuentro de sexo casual? Me pregunto, ¿qué pensaría Charlie del trato que le dispensas a su pequeña hermana?
Joe le subió la mano posesivamente por la espalda. Sus dedos calientes sobre la camiseta la hicieron estremecer. Con la Otra mano le aferró la cadera y la estrechó contra su erección. Ella la percibió caliente a través de la tela de los pantalones.
—_________ (Tú), ¿quieres que me esfuerce para lograrlo? ¿Cena? ¿Flores? Haré todo lo que tú quieras. —La besó rudamente, dejándole los labios hinchados y palpitantes. —Pero así estuve durante todo el vuelo —gruñó al tiempo que le guio la mano hasta la bragueta para que sintiera su miembro duro y henchido. —Ardiendo de deseos por estar dentro de ti.
Fue demasiado. No quería escuchar lo que él había deseado, ni percibir la necesidad en el tono de su voz, pero el flujo caliente que le latía entre los muslos fue lo que más la asustó.
—Seguiré el juego que tú quieras —le susurró, deslizándole la lengua por la piel sensible del cuello, —pero creo que a estas alturas deberíamos ser sinceros entre nosotros.
La embargó una sensación de alivio mezclada con decepción. _________ (Tú) se concentró en la sensación de alivio. Estaba claro que cualquier idea posesiva que él hubiese albergado ya se había esfumado y todo lo que quería de ella era sexo. ¿Por qué irse por las ramas pretendiendo una cita si se trataba simplemente de sexo sin compromisos como el que habían compartido en México?
Pues también era lo que ella deseaba.
Mentirosa.
_________ (Tú) silenció implacablemente la voz interna que le advertía que ella deseaba algo más que sexo.
¿Qué es lo que hace que un antiguo amante reavive nuestro fuego? ¿Por qué algunos hombres logran que ansiemos volver a por más a pesar de que no lo merecen? Yo, que no soy muy dada a brindar segundas oportunidades, disfruté del más increíble fin de semana de sol y sexo con un tío que, a juzgar por su destreza en el pasado, nunca más en la vida tendría que haberse acercado ni a una pulgada de mis bragas. Sin embargo, el muy sinvergüenza ha aprendido varios trucos nuevos, los suficientes como para hacer que esta mujer brame...
_________ (Tú) gruñó al escuchar que llamaban a la puerta. ¿Quién podría ir a verla a las nueve de la noche de un martes? Quizá si fingiese no estar en casa podría librarse de quienquiera que fuese. Una interrupción era lo que menos necesitaba en ese momento. No solo debía comenzar con los informes sobre ganancias al día siguiente, sino que, además, le quedaban menos de doce horas para terminar su artículo sobre la investigación que estaba llevando a cabo sobre las empresas de biotecnología locales que habían falsificado estudios clínicos relativos a productos farmacéuticos en desarrollo.
Oprimió la dirección de URL y abrió otro artículo sobre los extraños efectos que podían provocar en el hígado ciertas drogas. En sus ensoñaciones, imaginaba que algún día podría buscar la frase; «La verdad al desnudo» en Internet, y además cobraría lo suficiente como para no tener que escribir sobre tediosas y áridas cuestiones comerciales.
Los golpes en la puerta continuaron. Seguramente sería Margot, la vecina que vivía al otro lado del pasillo; probablemente querría ver la televisión, ya que _________ (Tú) tenía cable. Se puso las viejas pantuflas rojas que estaban bajo su escritorio y se dirigió hacia la puerta.
—Puedes pasar —rezongó, abriendo directamente la puerta sin detenerse a revisar previamente a través de la mirilla, —pero tienes que permanecer silenciosa.
—Si recuerdo bien, la última vez que estuvimos juntos eras tú la que hacía más ruido.
_________ (Tú) retrocedió conmocionada al ver a Joseph Jonas en el umbral de la puerta de su casa con una sonrisa implacable en su rostro indecorosamente guapo.
—¿Qué diablos haces tú aquí? —dijo con brusquedad. Por un segundo pensó que estaba alucinando. Durante toda la semana siguiente a su regreso de El Cabo, _________ (Tú) no había podido dejar de pensar en Joe. Particularmente cuando escribió los dos últimos capítulos de «La verdad al desnudo», donde se explayó al referirse a los deliciosos momentos que había pasado a merced de la potencia sexual de Joe.
Ignorando su pregunta, Joe pasó frente a ella sin esperar invitación alguna para entrar en el apartamento. Cerró la puerta y le levantó el mentón para besarla.
—Nunca te di un beso de despedida —le dijo deslizándole la lengua sobre los labios como saboreándolos.
Avergonzada, sintió las mejillas arreboladas. Después de haber oído el comentario poco afortunado que él había hecho en la cocina de la villa mexicana, recogió sus cosas rápidamente y le pidió a una de las asistentas que le llamara un taxi. Después, se escabulló por la puerta y se dirigió hacia el aeropuerto sin despedirse de nadie. Y menos de Joe.
_________ (Tú) reconoció que no había sido la manera más adecuada de marcharse, ni el comportamiento de una mujer a quien supuestamente el hombre le resultaba totalmente indiferente, como se decía a sí misma respecto de Joe. Pero él había empezado a elucubrar extrañas ideas sobre ellos, a juzgar por su repentino comentario a Dave; y en ese momento no se le ocurrió otra cosa, salvo huir lo más lejos posible antes de que él le diera mayor trascendencia a una simple aventura amorosa de un fin de semana.
Y el hecho de que se hallara en su apartamento a la semana siguiente, sin haber llamado o haber sido invitado, era un signo evidente de que él realmente no había considerado el fin de semana que pasaron juntos algo intrascendente como ella hubiera querido.
—¿Y has cruzado todo el país solo para darme un beso de despedida? ¿Debo preocuparme por tener que enfrentarme a un acosador?
Joe rió entre dientes, se dirigió al salón y arrojó la chaqueta del traje sobre el respaldo del sillón como si lo hiciera así todos los días. Mientras se aflojaba la corbata, _________ (Tú) no pudo dejar de apreciar la manera en que sus hombros destacaban bajo la camisa de algodón y la forma en que se le marcaban los músculos del trasero. Joe se reclinó sobre el respaldo del sofá color beige de su salón, recorriendo con mirada ardiente su figura, escudriñando desde la desmañada coleta hasta las andrajosas pantuflas rojas.
_________ (Tú) intentó no amilanarse a pesar de que Joe estuviese vestido como un modelo de GQ y la hubiese sorprendido vistiendo una ajada camiseta que le habían regalado en una conferencia a la que había asistido alguna vez y un par de vetustos pantaloncillos. No era que le importase lo que él pensara acerca de su apariencia; ni siquiera sabía si quería que estuviese allí, y cuanto menos deseable la encontrara, menos complicada sería la situación.
Tampoco significaba nada que sus pezones estuviesen henchidos como brotes impúdicos a causa de una simple mirada penetrante de aquellos fríos ojos de miel.
—No te preocupes, _________ (Tú) —le dijo. —No voy a hervir ningún conejo . Mi empresa se dispone a firmar un contrato aquí y necesitan de mi presencia en San Francisco durante el próximo mes, mes y medio.
Aquello parecía un argumento suficientemente razonable, ya que, por supuesto, cuando llegó a su casa, _________ (Tú) había hecho una búsqueda sobre Joe en Google; por eso sabía que su empresa tenía una sucursal en San Francisco y que habían invertido en varios negocios locales de tecnología.
Qué idiota. Como si fuese posible que él hubiera hecho el viaje desde Boston solo para verla, por fenomenal que hubiese sido el sexo que disfrutaron. _________ (Tú) no sabía qué le resultaba más aterrador, si la suposición inicial de que él había considerado demasiado seriamente una aventura de fin de semana o que ella estuviese decepcionada porque estuviese allí solo por negocios.
—Llamé a tu hermano para que me diera información sobre ti —continuó—y decidí pasar a verte. —Se levantó del sofá y caminó despacio hacia ella hasta detenerse a escasas pulgadas de distancia.
—Podrías haber llamado antes —le dijo, cruzando los brazos sobre el pecho para ocultar la intensa reacción de su cuerpo.
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GQ (Gentleman's Quarterly), revista de moda masculina.
Frase que alude a una escena de la película «Atracción Fatal» donde la amante despechada (Glenn Close) acosa al personaje principal (Michael Douglas) aterrorizando a toda su familia, en ese caso, haciéndoles creer que había matado a la mascota de la familia hirviéndolo en agua caliente, cuando en realidad se trataba de un conejo.
—Después de la manera en que te fuiste... —Levantó la mano y la sujetó del cuello. —No estaba seguro de que quisieras verme.
Ella se humedeció los labios, nerviosa, aferrándose con fuerza las manos en un intento de contener el deseo irrefrenable de derribarlo contra el suelo.
—¿No creías que tuviese ganas de verte?
Los blancos dientes de Joe refulgieron contrastando con su piel bronceada.
—Sabía que querías verme —dijo, —pero no sabía si estarías de acuerdo.
Él se le aproximó tanto que ella pudo sentir su cálida respiración demasiado cerca de sus labios.
—Estás muy seguro de ti mismo. ¿No es así? —murmuró, casi rozándole el mentón con los labios, ya que no había podido evitar colocarse de puntillas e inclinarse.
La cogió de la coleta, obligándola a echar la cabeza hacia atrás, y le separó los labios con la lengua. _________ (Tú) le pasó los brazos alrededor del cuello y lo acercó hacia ella, al tiempo que abría la boca aceptando su caricia.
Joe gimió y se hundió en ella, succionándole y mordiéndole los labios como un hambriento. _________ (Tú) sintió el calor que empezó a crecerle entre los muslos hasta que lo único que pudo pensar fue en desnudarlo y sentirlo dentro de su cuerpo tan rápido como fuera posible.
Sin embargo, no podía dejar que ganase tan fácilmente. Sacudió la cabeza para escapar de Joe y le dijo:
—¿Así, nada más? ¿Sin ni siquiera flores ni una cena? ¿Estabas en la ciudad y pensaste que me podías buscar sin más preámbulos para un encuentro de sexo casual? Me pregunto, ¿qué pensaría Charlie del trato que le dispensas a su pequeña hermana?
Joe le subió la mano posesivamente por la espalda. Sus dedos calientes sobre la camiseta la hicieron estremecer. Con la Otra mano le aferró la cadera y la estrechó contra su erección. Ella la percibió caliente a través de la tela de los pantalones.
—_________ (Tú), ¿quieres que me esfuerce para lograrlo? ¿Cena? ¿Flores? Haré todo lo que tú quieras. —La besó rudamente, dejándole los labios hinchados y palpitantes. —Pero así estuve durante todo el vuelo —gruñó al tiempo que le guio la mano hasta la bragueta para que sintiera su miembro duro y henchido. —Ardiendo de deseos por estar dentro de ti.
Fue demasiado. No quería escuchar lo que él había deseado, ni percibir la necesidad en el tono de su voz, pero el flujo caliente que le latía entre los muslos fue lo que más la asustó.
—Seguiré el juego que tú quieras —le susurró, deslizándole la lengua por la piel sensible del cuello, —pero creo que a estas alturas deberíamos ser sinceros entre nosotros.
La embargó una sensación de alivio mezclada con decepción. _________ (Tú) se concentró en la sensación de alivio. Estaba claro que cualquier idea posesiva que él hubiese albergado ya se había esfumado y todo lo que quería de ella era sexo. ¿Por qué irse por las ramas pretendiendo una cita si se trataba simplemente de sexo sin compromisos como el que habían compartido en México?
Pues también era lo que ella deseaba.
Mentirosa.
_________ (Tú) silenció implacablemente la voz interna que le advertía que ella deseaba algo más que sexo.
Invitado
Invitado
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
wujuju
jaja
k joe mas posesivo xD
siguelaaaaaaaaaaaaaaa
soi dejoe
soi de joe
soie de joe
i otbn keiro tkar
el "microfono" de joe xD
jaja
k joe mas posesivo xD
siguelaaaaaaaaaaaaaaa
soi dejoe
soi de joe
soie de joe
i otbn keiro tkar
el "microfono" de joe xD
jonas_dayi_avril
Re: "La Verdad Al Desnudo" Joe&Tú [Adaptación]
Aaaaaaaaaah! Amo esta nove :love:
Me han encantado tooodos los capis *o*
Pero quien no quiere algo mas que sexo con Joseph? QUIEN!?
OMJ! xD
Fii! Siguela pronto corazoooooon!!!!!!!
Me han encantado tooodos los capis *o*
Pero quien no quiere algo mas que sexo con Joseph? QUIEN!?
OMJ! xD
Fii! Siguela pronto corazoooooon!!!!!!!
ForJoeJonas
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