Losing it.{Louis Tomlinson}

—Me estas tomando el pelo ¿verdad? — Le mire fijamente, preguntándome si mi lado maniático del control podía manejar esto.

Su mano rozó mi mandíbula — Te prometo que iré despacio.

Negué con la cabeza y dejo caer su mano. — No creo que pueda hacer esto.

—Solo sujétate de mí. Prometo … que te divertirás.

—Louis …

—_____, solo confía en mí.

Respire profundo. Sabía que podía hacerlo solo tenía que apagar mi cerebro, como Kelsey dijo.

—Está bien, pero date prisa … antes de que cambie de opinión.

Su rostro cambio dándome una sonrisa con un rápido beso en mi sien. — Que chica.

Luego cuidadosamente coloco su casco en mi cabeza, y paso una pierna por encima de la moto, ofreciéndome su mano. Aleje mis pensamientos y acepte. El asiento estaba encorvado haciendo que me deslizara hacia abajo, hacia su cuerpo, haciendo que mi cuerpo presionara contra el suyo.

Su mano se instalo en mi rodilla y sus dedos me rozaron suavemente, haciéndome sentir cosquillas en la zona sensible de atrás.

—Sujétate de mí.

Hice lo que me dijo y casi me da una aneurisma cuando pude sentir sus abdominales a través de la camisa. De repente, estaba súper consciente de que era la chica que descansaba a espaldas del. Sabía que le echaría un vistazo a mi cuerpo y sabría que no era lo suficientemente buena. Diablos, ya podía sentir en este momento que estaba lamentándose de esto. Entonces, la mano sobre mi rodilla dio un pequeño tirón y aunque pensaba que no podríamos estar más cerca, lo estamos.

No estaba presionada contra él. Estaba incrustada.

Mi pelvis estaba tan apretada contra su espalda que un vértigo mareo me atravesó. Y en ese mismo momento, arrancamos. Hundí mis manos en su cintura, la moto entera salto, desviándose hacia un lado.
Grite. Bueno, más bien chille. Justo en su oreja. Nos estabilizo luego desacelero en una señal de Stop.

—¿Todo bien?

Con mi cara enterrada en su hombro, me las arregle para hablar. — Si.

—Lo siento amor, soy poco delicado, eso es todo.

—Oh — Afloje los dedos que prácticamente estaban enterrándose en sus caderas. Gracias a Dios no podía ver mi cara en este momento. El rojo no me favorecía.

Tomo mis manos y tiro de ella para que estas se cruzaran sobre su estomago, y estuvieran alrededor de él.

—Mucho mejor. Démosle otra oportunidad.

Esta vez, cuando arranco, no grite. Gano velocidad lentamente y mantuve mi mejilla contra su espalda, con los ojos cerrados.

Shakespeare seguía en mi cabeza, por nuestra conversación anterior, y pensé en todo lo que sabía sobre él para mantener mi mente ocupada. Estaba pensando en sus monólogos cuando Louis me interrumpió.

—Realmente te gusta Shakespeare.

La mortificación se estaba convirtiendo en mi emoción por defecto. Supongo que no los estaba recitando en mi cabeza como pensaba.

—Oh, yo, um, simplemente memorizo muy fácilmente.

Con mi mejilla aun contra su espalda, trate de calmar mi corazón. La moto ahora no se movía, mi cerebro era libre para temerle a esa otra cosa que activamente no había pensado.

Sexo.

Iba a tener sexo.

Con un chico.

Un chico caliente.

Un chico BRITÁNICO caliente.

O tal vez vomitaría.

¿Qué si vomitaba sobre el chico británico caliente?

¿Qué si vomitaba sobre el chico británico caliente DURANTE EL SEXO?

—¿_____?

Me moví hacia atrás, horrorizada y preguntándome si accidentalmente había hablado en voz alta otra vez.

—¿Si?

—Podemos bajarnos de la moto cuando quieras.

—Oh. — Quite mis brazos tan rápidamente que casi perdí el equilibrio y caí de la moto. Afortunadamente con un leve grito, logre estabilizarme y lentamente baje de la moto.

Entonces mi pantorrilla rozo con una de las tuberías laterales de la moto y empeze a gritar nuevamente.
Estaba caliente. Tan JODIDAMENTE caliente. Y ahora mi piel picaba.

—¿_____?

Solo me había alejado de la moto un par de pasos cojeando para el momento que Louis me alcanzo. A pesar de mis puños cerraos y e como me estaba mordiendo el labio para contener el dolor, mis ojos lagrimearon.

Sus manos ahuecaron mi cara primero y luego miro hacia la pierna en donde una brillante roncha roja estaba formándose alrededor de un centímetro por debajo de donde acababan los capris.

—OH mierda.

Mantuve mis labios fuertemente cerrados, sin saber si podía abrir la boca sin llorar. Harry rodeo mi cintura con su brazo y lance los míos sobre sus hombros.

—Vamos, amor. Esperemos que ese cerrajero ya haya llegado.

Por primera vez, eché un vistazo alrededor y me di cuenta donde estábamos.

Estábamos en mi complejo de apartamentos.

¡Vivíamos en el mismo complejo de apartamentos!

Me debatí sobre si debería decir algo mientras me dirigía hacia su apartamento. Casi lo mencione cuando pasamos por mi Coche, pero me recordé a mi misma que esto se suponía que era una cosa de una sola noche. Vivía un edificio más allá del mío. Gracias a Dios ¿Qué si vivía justo al lado y tenia que verlo todos los días después del sin duda horrible sexo que iba por tener con él?

Llegamos a su puerta.

Y estábamos sin cerrajero.

La piel de mi pantorrilla todavía se sentía caliente, como si estuviera de pie junto a una llama.
Me lanzo una mirada preocupada y saco su teléfono.

Pulso el botón de llamadas dos veces, remarcando al último número que llamo.
Se alejo de mí para hablar y me apoye pesadamente contra la pared de su puerta. Claramente, no estaba destinada a tener sexo. Este era Dios diciéndome que mi destino era ser monja e ir a un convento junto con toda esa mierda. Ya estaba delirando demasiado que confundí a Dios con Shakespeare. Louis regreso, e incluso frunciendo el ceño se veía magnifico.

—Malas noticias. El cerrajero se ha retrasado y no estará aquí hasta dentro que otra hora.

Trate de no encogerme y falle.

Se arrodillo y sus dedos recorrieron mi espina, deteniéndose a unos cuantos sentimientos a la derecha de mi quemadura. Gracias a Dios me había depilado. Inhalo profundamente y expiro lentamente por la nariz. Cerró los ojos por un momento y luego asintió.

—Bien. Bueno, en ese caso tal vez deberíamos llevarte a Emergencias.

—¿Qué? ¡NO!

¿Qué diría Kelsey? Salí con el objetivo de tener relaciones sexuales y en su lugar termina en una sala de Emergencias.

—_____, la quemadura no está mal, pero si no la empiezas a tratar, dolerá como el infierno.

Golpee mi cabeza contra la pared y sople el pelo suelto de mi cara. — No vivo lejos, podemos ir a mi casa.
—Oh, está bien.

Su sonrisa regreso fácilmente y por un breve segundo estuve demasiado inundada en otros sentimientos como para recordar el dolor.

Él continuo: —Vamos a tener que ser más cuidadosos al subirte de nuevo en la moto. No me gustaría que te quemaras otra vez.

Me mordí el labio inferior. —En realidad … No tenemos que subirnos a la moto.

Arqueó una ceja graciosamente.

—Cuando dije no vivo lejos, me refería a que vivo en el bloque de al lado.

Ambas cejas se elevaron y su sorpresa solo duro un segundo antes de que una expresión diferente cruzara por su cara, esta era as difícil de identificar lo que hizo que las mariposas en mi estomago comenzara a tener convulsiones.

—Vayamos a tu piso, entonces … vecina.