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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Su Mejor Peor Error Nicholas y __Tn. TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Su Mejor Peor Error Nicholas y __Tn. TERMINADA
mañana les prometo colocar capitulo ok
es q aun estoy algo cansada x el concierto mis jonas de ayer tengo las energías de editar muy bajas mañana siii coloco segurisimo
es q aun estoy algo cansada x el concierto mis jonas de ayer tengo las energías de editar muy bajas mañana siii coloco segurisimo
ElitzJb
Re: Su Mejor Peor Error Nicholas y __Tn. TERMINADA
Capitulo 10
(Parte 1)
(Parte 1)
1/2
__Tn pasó una mano para alisar su falda, luego se inclinó hacia el
espejo para revisar si la línea de su labial estaba derecha. La mano que
acercó a su boca estaba temblando y formó un puño con él.
Estúpida.
Sólo era una cena. Un puñado de gente que se sienta en la mesa, comiendo comida
mediocre. ¿Qué importaba si era en el Savage Club? Ella no daba dos bocinazos
por lo viejo, reverenciado y exclusivo que era el lugar.
Pero Nicholas sí, y a ella, él le importaba. Un montón.
Él trabajó mucho por esto, y ésta noche sería el empujoncito final que necesitaba
para ganar la entrada al club. Él diría las cosas correctas a la gente correcta, como
siempre lo hacía, y ella haría su mejor esfuerzo para no entrometerse y mantener
sus labios sellados.
Tenía nervios. Había pasado la mayor parte de su vida siendo escandalosa. Marcar
las líneas iba a llevarle un poco de concentración real.
El timbre del interfono sonó y se apresuró a la puerta principal para dejar entrar a
Nicholas .
—Pasa.
Los nervios en su estómago se intensificaron cuando lo escuchó subir las escaleras.
Miró su vestido, preguntándose por cincuentava vez si era lo suficientemente
conservador. En realidad, no tenía un récord impecable en esa dirección.
Después de numerosas expediciones de compras había elegido un vestido de seda
color rojo profundo con una falda entubada que terminaba justo por debajo de la
rodilla. Abrazaba sus caderas discretamente antes de levantarse en un corpiño
ajustado. Un profundo y estilizado volante formaba un cuello halter7. El escote era
modesto al frente, pero su espalda estaba completamente desnuda, una sutil
muestra sexy que había decidido en la tienda que era refinado y elegante. Aunque,
ahora, no estaba segura.
Si él lo odia, lo sabré, e iré a cambiarme. Debe haber algo en mi guardarropa que será
aceptable.
—Vas a necesitar un saco. Está lloviendo amenazadoramente —dijo Nicholas
mientras entraba. Detuvo sus pasos cuando la vio, su mirada se deslizó desde la
punta de su cabeza hasta las puntas de sus zapatos, entreteniéndose en los mejores
lugares entre ellos.
—Hola —dijo él, su tono era suave como la seda y sugestivo.
—Hola.
—Te ves imponente. Absolutamente imponente.
—Déjame mostrarte esto primero. —Ella se giró, ofreciéndole su espalda. Se
mordió el labio, esperando su respuesta—. ¿Es demasiado?
Ella sintió la calidez de su cuerpo mientras él se acercaba por detrás. Sus brazos la
rodearon, volando sobre la seda. Él dio un beso en su hombro, y otro detrás de su
oreja.
—Vas a causar una estampida. Y tal vez un par de ataques al corazón. Y
definitivamente uno o dos divorcios.
Ella sonrió, manteniendo el contacto se giró al mismo tiempo que él cerró.
—Está bien. Entonces estoy lista.
Ella parloteó todo el camino a Whitefall, cerrando nerviosamente los botones de su
abrigo. En un punto, Nicholas la agarró y puso una mano sobre la de ella.
—Relájate. Se supone que debe ser divertido.
—¿Lo es? Pensé que se suponía tener una red de amigos, platicar y cualquier otra
cosa que los hombres hacen en
sus enclaves solo-para-hombres-con-olor-
permanente-a-humo-de-cigarro.
—Como dije, divertido.
Ella sonrió con su broma y se relajó un poco, pero era imposible dejar de lado sus
nervios. Quería que esto fuera un éxito para él. Quería probarle que podía ser tan
refinada, con más valor de lo que fue Elizabeth. Se quedo quieta mientras
registraba ese pensamiento. Esto no era una competencia, Elizabeth se había
excusado a sí misma del campo hace tiempo. Pero incluso si lo fuera, (Tn) nunca
tendría una oportunidad. La discreción y la gracia nunca habían sido uno de sus
fuertes.
Sus nervios le dieron un infierno hasta el momento que caminaron hacia la puerta.
Entonces, miró al océano de cabezas de cabellos grises y se dio cuenta que la única
persona que importaba en todo esto era Nicholas , y ella ya tenía su aprobación. Su
ansiedad voló lejos como el polvo. Deslizó su mano en la de él y sonrió.
—Está bien. Vayamos a ocasionar algunos problemas.
Él le sonrió, sus ojos grises se volvieron cálidos.
—Primero las damas.
La siguiente hora voló con una sorprendente facilidad.
Ella era una del puñado de mujeres presentes que tenían menos de cuarenta, justo
como Nicholas era uno de los pocos hombres jóvenes. Sorprendentemente, reconoció
algunas caras de la infancia, hombres que visitaban la finca de su padre en Sussex
para cazar o alguna otra búsqueda masculina. De alguna manera, terminó
platicando con dos de ellos mientras Nicholas platicaba con el presidente del club y
con su esposa del otro lado de la habitación.
Escuchó la conversación mientras miraba a Nicholas . Él se miraba alto y guapo sin
esfuerzo, con su traje gris oscuro, con una fila de botones. Hacía gestos con una
mano mientras hablaba, el movimiento era elegante y atlético. La esposa del
presidente dijo algo y él se rió, haciendo su cabeza para atrás. Una ráfaga de lujuria
pura corrió por ella mientras miraba a su fuerte cuello.
¿Siempre iba a ser así entre ellos?
Del otro lado de la habitación, Nicholas miró hacia ella. Incluso desde esa distancia
ella podía ver la llama del deseo en sus ojos. Le dio una sonrisa lenta,
preguntándose qué diría él si le sugería que se fueran con disimulo a algún lugar.
Claro, no es que lo tentara ésta noche de esa forma. Pero era una bonita fantasía
para tener placer por unos segundos.
Una campanada sonó como señal de que era tiempo de que fueran al comedor y
tomaran sus asientos. Nicholas se dirigió hacia ella, presumiblemente para escoltarla
a su mesa. Un torbellino de actividad a la entrada hizo que dirigiera su mirada
hacia ahí, mientras unos cuantos comensales llegaban tarde.
Dejó caer su copa de vino cuando se encontró mirando directamente a los ojos azul
claro de su madrastra. Por un segundo parecía que se quedaron inmóviles
mientras se miraban la una a la otra. Entonces, Diana giró su hombro muy
deliberadamente. (Tn) miró a la gente que la rodeaba hasta que se encontró con
el perfil familiar de su padre.
Su cabello rojizo ahora era completamente gris, y miraba, que su cintura había
engordado. Él siempre había amado la comida y el vino un poco demasiado.
Mientras miraba, él subía una mano a su corbata y la giró a la izquierda, luego a la
derecha. Era un gesto familiar y trajo un montón de recuerdos.
—(Tn).
Parpadeó. Nicholas estaba a su lado. No podía recordar que él llegara, pero tenía la
impresión que no era la primera vez que decía su nombre.
—¿Estás bien? —preguntó él, su tono era suave, su mano se posó en su espalda.
—Mi padre acaba de arribar.
La mirada de Nicholas se dirigió a la gente que estaba en la puerta.
—El hombre alto. Con cortaba roja —adivinó.
—Sí.
—¿Está tu madrastra con él?
Asintió.
—Ella es la que está de azul.
Sus ojos se estrecharon mientras estudiaba a Diana.
—A alguien le gusta el chocolate —dijo él fríamente.
Era sólo un comentario malintencionado con el que no podía evitar reír.
—Le gusta. Y también los pasteles.
Él la miró.
—¿Quieres irte?
—¿Antes de que hayamos comido? ¿Estás bromeando?
Una partida temprana sería el beso de la muerte para su nominación.
—Si tú quieres irte, nos iremos —dijo él, su mirada era firme.
Podía ver que lo decía de verdad. La gratitud la envolvió. Era increíblemente dulce
de su parte ofrecerlo, incluso cuando sabía lo mucho que esto significaba para él.
—Gracias. Pero ya he corrido y me he escondido lo suficiente para una vida.
—Respiró hondo—. ¿Deberíamos ir a buscar nuestra mesa?
Como si la suerte estuviera de su lado, estaban sentados con el presidente del club,
justo a dos mesas de distancia de la mesa de su padre y su madrastra. Hizo lo
mejor que pudo para pretender que no estaban ahí, escuchando atentamente al
presidente mientras él le explicaba la historia del club. Él le estaba explicando
cómo fue nombrado el club cuando sintió que alguien la miraba.
Miró hacia arriba para ver a su padre observándola detenidamente. Era claro para
ella que él apenas se acababa de dar cuenta que estaba presente. Qué típico de su
madrastra no haberle advertido. La mano de Nicholas se deslizó hasta su rodilla
debajo de la mesa.
—¿Cómo estás? —dijo él tranquilamente.
—Estoy bien.
Sorprendentemente, lo estaba. Diez años antes, había leído la indiferencia de su
padre como una acusación hacia ella. Ahora, lo sabía mejor. Él la había
defraudado. Optó por la paz con su nueva esposa que apoyar a su hija cuando
(Tn) era la que más lo necesitaba. Él era el fracaso, la decepción, no ella.
Era una revelación poderosa, e hizo que tuviera su cabeza en alto todo el tiempo
que duró la comida. Estaba consciente de que Diana la miraba, pero (Tn) resistió
la urgencia de girarse y sacarle el dedo a su madrastra o de sacarle la lengua. Si
Diana quería decirle algo, podría venir e iniciar una conversación. (Tn) se negó a
invertir más energía en esa mujer.
Aun así, para el momento en que los platos de la comida principal estaban siendo
retirados, se sentía un poco cansada por todas las sonrisas y por no-dar-una-
sacudida a lo que había estado haciendo. Un trío de jazz empezó en la esquina más
lejana, una señal, aparentemente, para que la gente se levantara de la mesa. La
mujer que estaba a la izquierda de Nicholas desapareció para ir con un conocido,
mientras el presidente estaba atascado con gente que quería oprimir su carne.
Ella estaba considerando hacer una retirada a lo de las Damas cuando miró hacia
adelante y vio a su padre dirigiéndose a su mesa. Se tensó, sus manos curvándose
en su servilleta. Luego él caminó derecho frente a ella y se detuvo junto a la silla
del presidente, ofreciéndole al otro hombre su mano e iniciando una conversación
sin siquiera hacer contacto visual con ella.
Bajó su mirada al mantel mientras un calor de humillación llegaba a su rostro. El
impacto por haberla ignorado era doloroso y punzante.
Ella en verdad no significaba nada para él.
Nicholas giró su cuerpo hacia ella, su brazo curvándose alrededor de la parte trasera
de su silla como si de alguna manera pudiera protegerla de la indiferencia de su
padre.
—(Tn)…
—Siempre es bueno ver un rostro nuevo en las habitaciones del club. Supongo que
estás bien, ¿(Tn)?
Levantó su mirada sobre el hombro de Nicholas y se encontró con los ojos de su
padre. Eran del mismo color que los de ella. También compartían el mismo color
de cabello, antes de que el suyo se pusiera gris.
Abrió su boca para decir algo apropiadamente inocuo ahora que se había dignado
a reconocerla, pero de pronto Nicholas estaba de pie entre ellos, bloqueando a su
padre con su espalda.
—Vamos. Andando. —Su mano encontró su codo, insistiéndole para que se
levantara.
Ella sacudió su cabeza, muy consciente de que este abrupto movimiento había
atraído la atención del presidente.
—¿Qué? No, no hemos comido postre todavía. —Intentó decirle con sus ojos que
no tenía que hacer esto por ella. Estaba más que feliz de tragárselo para que él
pudiera obtener lo que quería.
—A la mierda el postre. No quieres estar aquí, (Tn), y yo tampoco.
—Nicholas .
espejo para revisar si la línea de su labial estaba derecha. La mano que
acercó a su boca estaba temblando y formó un puño con él.
Estúpida.
Sólo era una cena. Un puñado de gente que se sienta en la mesa, comiendo comida
mediocre. ¿Qué importaba si era en el Savage Club? Ella no daba dos bocinazos
por lo viejo, reverenciado y exclusivo que era el lugar.
Pero Nicholas sí, y a ella, él le importaba. Un montón.
Él trabajó mucho por esto, y ésta noche sería el empujoncito final que necesitaba
para ganar la entrada al club. Él diría las cosas correctas a la gente correcta, como
siempre lo hacía, y ella haría su mejor esfuerzo para no entrometerse y mantener
sus labios sellados.
Tenía nervios. Había pasado la mayor parte de su vida siendo escandalosa. Marcar
las líneas iba a llevarle un poco de concentración real.
El timbre del interfono sonó y se apresuró a la puerta principal para dejar entrar a
Nicholas .
—Pasa.
Los nervios en su estómago se intensificaron cuando lo escuchó subir las escaleras.
Miró su vestido, preguntándose por cincuentava vez si era lo suficientemente
conservador. En realidad, no tenía un récord impecable en esa dirección.
Después de numerosas expediciones de compras había elegido un vestido de seda
color rojo profundo con una falda entubada que terminaba justo por debajo de la
rodilla. Abrazaba sus caderas discretamente antes de levantarse en un corpiño
ajustado. Un profundo y estilizado volante formaba un cuello halter7. El escote era
modesto al frente, pero su espalda estaba completamente desnuda, una sutil
muestra sexy que había decidido en la tienda que era refinado y elegante. Aunque,
ahora, no estaba segura.
Si él lo odia, lo sabré, e iré a cambiarme. Debe haber algo en mi guardarropa que será
aceptable.
—Vas a necesitar un saco. Está lloviendo amenazadoramente —dijo Nicholas
mientras entraba. Detuvo sus pasos cuando la vio, su mirada se deslizó desde la
punta de su cabeza hasta las puntas de sus zapatos, entreteniéndose en los mejores
lugares entre ellos.
—Hola —dijo él, su tono era suave como la seda y sugestivo.
—Hola.
—Te ves imponente. Absolutamente imponente.
—Déjame mostrarte esto primero. —Ella se giró, ofreciéndole su espalda. Se
mordió el labio, esperando su respuesta—. ¿Es demasiado?
Ella sintió la calidez de su cuerpo mientras él se acercaba por detrás. Sus brazos la
rodearon, volando sobre la seda. Él dio un beso en su hombro, y otro detrás de su
oreja.
—Vas a causar una estampida. Y tal vez un par de ataques al corazón. Y
definitivamente uno o dos divorcios.
Ella sonrió, manteniendo el contacto se giró al mismo tiempo que él cerró.
—Está bien. Entonces estoy lista.
Ella parloteó todo el camino a Whitefall, cerrando nerviosamente los botones de su
abrigo. En un punto, Nicholas la agarró y puso una mano sobre la de ella.
—Relájate. Se supone que debe ser divertido.
—¿Lo es? Pensé que se suponía tener una red de amigos, platicar y cualquier otra
cosa que los hombres hacen en
sus enclaves solo-para-hombres-con-olor-
permanente-a-humo-de-cigarro.
—Como dije, divertido.
Ella sonrió con su broma y se relajó un poco, pero era imposible dejar de lado sus
nervios. Quería que esto fuera un éxito para él. Quería probarle que podía ser tan
refinada, con más valor de lo que fue Elizabeth. Se quedo quieta mientras
registraba ese pensamiento. Esto no era una competencia, Elizabeth se había
excusado a sí misma del campo hace tiempo. Pero incluso si lo fuera, (Tn) nunca
tendría una oportunidad. La discreción y la gracia nunca habían sido uno de sus
fuertes.
Sus nervios le dieron un infierno hasta el momento que caminaron hacia la puerta.
Entonces, miró al océano de cabezas de cabellos grises y se dio cuenta que la única
persona que importaba en todo esto era Nicholas , y ella ya tenía su aprobación. Su
ansiedad voló lejos como el polvo. Deslizó su mano en la de él y sonrió.
—Está bien. Vayamos a ocasionar algunos problemas.
Él le sonrió, sus ojos grises se volvieron cálidos.
—Primero las damas.
La siguiente hora voló con una sorprendente facilidad.
Ella era una del puñado de mujeres presentes que tenían menos de cuarenta, justo
como Nicholas era uno de los pocos hombres jóvenes. Sorprendentemente, reconoció
algunas caras de la infancia, hombres que visitaban la finca de su padre en Sussex
para cazar o alguna otra búsqueda masculina. De alguna manera, terminó
platicando con dos de ellos mientras Nicholas platicaba con el presidente del club y
con su esposa del otro lado de la habitación.
Escuchó la conversación mientras miraba a Nicholas . Él se miraba alto y guapo sin
esfuerzo, con su traje gris oscuro, con una fila de botones. Hacía gestos con una
mano mientras hablaba, el movimiento era elegante y atlético. La esposa del
presidente dijo algo y él se rió, haciendo su cabeza para atrás. Una ráfaga de lujuria
pura corrió por ella mientras miraba a su fuerte cuello.
¿Siempre iba a ser así entre ellos?
Del otro lado de la habitación, Nicholas miró hacia ella. Incluso desde esa distancia
ella podía ver la llama del deseo en sus ojos. Le dio una sonrisa lenta,
preguntándose qué diría él si le sugería que se fueran con disimulo a algún lugar.
Claro, no es que lo tentara ésta noche de esa forma. Pero era una bonita fantasía
para tener placer por unos segundos.
Una campanada sonó como señal de que era tiempo de que fueran al comedor y
tomaran sus asientos. Nicholas se dirigió hacia ella, presumiblemente para escoltarla
a su mesa. Un torbellino de actividad a la entrada hizo que dirigiera su mirada
hacia ahí, mientras unos cuantos comensales llegaban tarde.
Dejó caer su copa de vino cuando se encontró mirando directamente a los ojos azul
claro de su madrastra. Por un segundo parecía que se quedaron inmóviles
mientras se miraban la una a la otra. Entonces, Diana giró su hombro muy
deliberadamente. (Tn) miró a la gente que la rodeaba hasta que se encontró con
el perfil familiar de su padre.
Su cabello rojizo ahora era completamente gris, y miraba, que su cintura había
engordado. Él siempre había amado la comida y el vino un poco demasiado.
Mientras miraba, él subía una mano a su corbata y la giró a la izquierda, luego a la
derecha. Era un gesto familiar y trajo un montón de recuerdos.
—(Tn).
Parpadeó. Nicholas estaba a su lado. No podía recordar que él llegara, pero tenía la
impresión que no era la primera vez que decía su nombre.
—¿Estás bien? —preguntó él, su tono era suave, su mano se posó en su espalda.
—Mi padre acaba de arribar.
La mirada de Nicholas se dirigió a la gente que estaba en la puerta.
—El hombre alto. Con cortaba roja —adivinó.
—Sí.
—¿Está tu madrastra con él?
Asintió.
—Ella es la que está de azul.
Sus ojos se estrecharon mientras estudiaba a Diana.
—A alguien le gusta el chocolate —dijo él fríamente.
Era sólo un comentario malintencionado con el que no podía evitar reír.
—Le gusta. Y también los pasteles.
Él la miró.
—¿Quieres irte?
—¿Antes de que hayamos comido? ¿Estás bromeando?
Una partida temprana sería el beso de la muerte para su nominación.
—Si tú quieres irte, nos iremos —dijo él, su mirada era firme.
Podía ver que lo decía de verdad. La gratitud la envolvió. Era increíblemente dulce
de su parte ofrecerlo, incluso cuando sabía lo mucho que esto significaba para él.
—Gracias. Pero ya he corrido y me he escondido lo suficiente para una vida.
—Respiró hondo—. ¿Deberíamos ir a buscar nuestra mesa?
Como si la suerte estuviera de su lado, estaban sentados con el presidente del club,
justo a dos mesas de distancia de la mesa de su padre y su madrastra. Hizo lo
mejor que pudo para pretender que no estaban ahí, escuchando atentamente al
presidente mientras él le explicaba la historia del club. Él le estaba explicando
cómo fue nombrado el club cuando sintió que alguien la miraba.
Miró hacia arriba para ver a su padre observándola detenidamente. Era claro para
ella que él apenas se acababa de dar cuenta que estaba presente. Qué típico de su
madrastra no haberle advertido. La mano de Nicholas se deslizó hasta su rodilla
debajo de la mesa.
—¿Cómo estás? —dijo él tranquilamente.
—Estoy bien.
Sorprendentemente, lo estaba. Diez años antes, había leído la indiferencia de su
padre como una acusación hacia ella. Ahora, lo sabía mejor. Él la había
defraudado. Optó por la paz con su nueva esposa que apoyar a su hija cuando
(Tn) era la que más lo necesitaba. Él era el fracaso, la decepción, no ella.
Era una revelación poderosa, e hizo que tuviera su cabeza en alto todo el tiempo
que duró la comida. Estaba consciente de que Diana la miraba, pero (Tn) resistió
la urgencia de girarse y sacarle el dedo a su madrastra o de sacarle la lengua. Si
Diana quería decirle algo, podría venir e iniciar una conversación. (Tn) se negó a
invertir más energía en esa mujer.
Aun así, para el momento en que los platos de la comida principal estaban siendo
retirados, se sentía un poco cansada por todas las sonrisas y por no-dar-una-
sacudida a lo que había estado haciendo. Un trío de jazz empezó en la esquina más
lejana, una señal, aparentemente, para que la gente se levantara de la mesa. La
mujer que estaba a la izquierda de Nicholas desapareció para ir con un conocido,
mientras el presidente estaba atascado con gente que quería oprimir su carne.
Ella estaba considerando hacer una retirada a lo de las Damas cuando miró hacia
adelante y vio a su padre dirigiéndose a su mesa. Se tensó, sus manos curvándose
en su servilleta. Luego él caminó derecho frente a ella y se detuvo junto a la silla
del presidente, ofreciéndole al otro hombre su mano e iniciando una conversación
sin siquiera hacer contacto visual con ella.
Bajó su mirada al mantel mientras un calor de humillación llegaba a su rostro. El
impacto por haberla ignorado era doloroso y punzante.
Ella en verdad no significaba nada para él.
Nicholas giró su cuerpo hacia ella, su brazo curvándose alrededor de la parte trasera
de su silla como si de alguna manera pudiera protegerla de la indiferencia de su
padre.
—(Tn)…
—Siempre es bueno ver un rostro nuevo en las habitaciones del club. Supongo que
estás bien, ¿(Tn)?
Levantó su mirada sobre el hombro de Nicholas y se encontró con los ojos de su
padre. Eran del mismo color que los de ella. También compartían el mismo color
de cabello, antes de que el suyo se pusiera gris.
Abrió su boca para decir algo apropiadamente inocuo ahora que se había dignado
a reconocerla, pero de pronto Nicholas estaba de pie entre ellos, bloqueando a su
padre con su espalda.
—Vamos. Andando. —Su mano encontró su codo, insistiéndole para que se
levantara.
Ella sacudió su cabeza, muy consciente de que este abrupto movimiento había
atraído la atención del presidente.
—¿Qué? No, no hemos comido postre todavía. —Intentó decirle con sus ojos que
no tenía que hacer esto por ella. Estaba más que feliz de tragárselo para que él
pudiera obtener lo que quería.
—A la mierda el postre. No quieres estar aquí, (Tn), y yo tampoco.
—Nicholas .
ElitzJb
Re: Su Mejor Peor Error Nicholas y __Tn. TERMINADA
Capitulo 10
(Parte 2)
(Parte 2)
2/2
Él se giró y le clavó a su padre una mirada fría y dura.
—Eres un imbécil.
(Tn) jadeó en sorpresa. Cabezas giradas, el volumen de la charla cayendo
notablemente. Nicholas la impulsó lejos de la mesa, su agarre dolorosamente fuerte
en su codo.
Sólo disminuyó la velocidad cuando llegaron al guardarropa, su agarre soltándose
ligeramente en su brazo.
—¿Estás bien?
—Nicholas … desearía que no hubieras hecho eso. —Las lágrimas llenaron sus ojos
cuando pensaba cuánto él había codiciado la membrecía para este sagrado y
exclusivo club.
—¿Crees que quiero pertenecer a un club que aceptaría a un idiota como ese?
¿Crees que quiero codearme con alguien que podría hacerte eso a ti?
Ella lo miró fijamente, a los rasgos fuertes de su rostro y el destello determinado de
rabia en sus ojos, y entendió que él era completa y totalmente sincero con su
sacrificio.
Su pecho se hinchó de emoción.
¿Cómo había sentido aversión por este hombre alguna vez? ¿Cómo lo encontró
viciado, aburrido o reprimido alguna vez? Era un caballero moderno —honorable,
devoto y apasionado—, y estaba perdidamente enamorada de él.
Abrumada y azorada, dejó que Nicholas la ayudara con su chaqueta y salieron hacia
la noche. Habían estacionado en un garaje multi-nivel en la siguiente cuadra y
caminaron en silencio por unos pocos minutos, sólo el sonido del click-click de sus
tacones.
Finalmente ella habló.
—Creo que eso es la cosa más linda que alguien ha hecho por mí alguna vez.
—Quise decir cada palabra de eso. Si no fuera tan viejo habría roto su nariz,
también.
Ella sonrió, amando su indignación, amando que fuera por ella.
Amándolo a él.
—Boxeó en Oxford. Podría haber roto tu nariz.
—Boxeé en Hackney. Confía en mí, habría roto más que su nariz.
Giraron dentro del garaje de estacionamientos.
—¿Sabes quién se vería bien con una nariz rota? Diana —dijo ella.
Él rió, el sonido haciendo eco en las paredes de concreto.
—¿Crees que podrías tomarla en un combate enjaulado?
—La comería para el desayuno. Ni siquiera sudaría una gota.
—Te apoyaría. En cualquier momento.
Ella también sabía que lo haría. Era un buen hombre. Un hombre real. El tipo que
honoraba sus compromisos y hacía lo correcto, y defendía lo que creía. Además
cocinaba como un sueño, follaba como un Dios, y la hacía sentir importante, sexy y
especial.
Una ola de amor y lujuria ondeó dentro de ella mientras él desbloqueaba el Jag y
sostenía la puerta abierta para ella. Se deslizó dentro, luego
esperó
impacientemente para que él caminara hacia el otro lado del auto y se metiera en el
asiento del conductor.
Él deslizó la llave en ignición, pero ella se estiró y atrapó su brazo antes de que
pudiera encender el auto.
—No lo hagas.
Él la miró, una pregunta en sus ojos.
—Pon tu asiento atrás —dijo ella.
Él miró por la ventana. Estaba oscuro y desierto en el garaje, pero había un montón
de otros coches alrededor.
—Pon tu asiento atrás —dijo otra vez.
Él tiró de la palanca y el asiento cayó hacia atrás. Ella alargó la mano hacia la
hebilla de su cinturón, deslizándolo libremente con sus impacientes manos. Podía
sentir cuán duro estaba él cuando bajó la cremallera. Él hizo un pequeño ruido
inarticulado mientras ella bajaba su cabeza y lo tomaba con su boca.
Sabía como el calor y piel limpia, y lo tomó hasta el final de su garganta, revelando
cuán grueso y largo era. Sus manos se deslizaron al cabello de ella mientras ésta
comenzaba a trabajarlo, su lengua atormentando la sensible cabeza de su polla.
Vació todo su querer y necesidad en el acto, haciendo todo para decirle a él con sus
manos y boca lo importante que era para ella, lo agradecida que estaba por todo lo
que él había hecho esta noche, lo mucho que su sacrificio significaba para ella.
Sintió la tensión creciendo en él y subió el ritmo, con ganas de darle tanto placer
como pudiera. Queriendo enloquecer su mundo.
—(Tn) —murmuró, su voz entrecortada.
Ella podía sentir lo cerca que él estaba, podía sentir sus caderas levantarse del
asiento mientras sentía la primitiva necesidad de bombear hacia algo. Entonces él
se estaba viniendo, su cuerpo estremeciéndose por mucho tiempo, acabándose en
segundos. Esperó hasta que él terminara antes de darle a la cabeza de su hermosa
polla una última pesarosa lamida. Levantó su cara para encontrar a Nicholas
mirándola con pesados párpados.
—No tenías que hacer eso.
—Quería hacerlo. —Demasiado.
—Sabes que me has arruinado para otras mujeres, ¿cierto?
—Ese era el plan.
El levantó su mano y rozó con sus nudillos a lo largo de la curva de su pecho, su
expresión de repente muy seria.
—¿Qué hice antes de ti, (Tn)? No puedo recordarlo.
(Tn) tomó su mano y volteó la palma hacia ella, presionando un beso en ésta.
Podía recordar su vida antes de que él se volviera una parte esencial de ella. No
quería ir de vuelta ahí.
—¿Qué harías si te dijera que te amo? —dijo ella en voz baja, su voz apenas arriba
de un susurro.
Se sentía como la cosa más valiente que había dicho, pero necesitaba saberlo.
Estaba obsesionada con este hombre, y razonablemente segura de que el
sentimiento era mutuo, pero era tanto lo que lo quería, tan perfecto, que no podía
creer en ello.
—Diría aleluya, porque soy un loco, loco mono por ti, (Tn) Sutcliffe.
—Te amo.
Sus ojos brillaron.
—Ven aquí.
Ella no necesitaba una mayor estimulación, luchó a través de la consola central
para llegar hacia él. Recostó su cuerpo contra el de él, pecho contra pecho, cadera
contra cadera. Las manos de él se levantaron para enmarcar su rostro, sus pulgares
rozando sus pómulos.
—Te amo también. Estoy obsesionado contigo, y te admiro y adoro. Te amo, (Tn).
Nunca nadie había declarado su amor tan inequívoco, sincera y convincentemente.
Por un momento su pecho pareció expandirse, al pensamiento de que su corazón
era demasiado grande para su cuerpo. Este hombre —asombroso, determinado,
inteligente, capaz, leal, amoroso y sexy— la amaba.
—Esto se siente demasiado bien para ser verdad —susurró ella.
—Es verdad, y lo digo en serio. No iré a ningún lado. No a menos que tú vengas
conmigo.
Ella cerró sus ojos, presionando su mejilla contra su toque, abrumada por la alegría
creciente en su interior. Se sentaron así por un largo rato, comunicándose
silenciosamente el uno con el otro, permitiendo que la verdad se hundiera en sus
huesos. Entonces un auto se puso en marcha y ella abrió sus ojos, tomando la
decisión que había estado retrasando durante mucho tiempo.
—Necesito hablar con Elizabeth. Tan pronto como sea posible.
—Está bien.
—Necesito estar en la misma habitación que ella, para ver su cara. No quiero que
diga sólo lo cortés, y cosas razonables para suavizar las cosas cuando realmente me
quiere gritar. Quiero que me grite si tiene que hacerlo.
—No hemos hecho nada malo, (Tn). Elizabeth no tiene ningún derecho sobre mí.
(Tn) asintió, pero ambos sabían que no era tan fácil como eso. Nicholas había
estado con Elizabeth por seis años.
—Todo estará bien, (Tn).
Era la segunda vez que él le decía esas palabras y todavía tenían demasiado poder.
Pero incluso su amor y confianza no podían detener el dardo de temor que corría a
través de ella mientras contemplaba la posibilidad muy real de perder a su mejor
amiga.
_______________________________________________________________________________________________________—Eres un imbécil.
(Tn) jadeó en sorpresa. Cabezas giradas, el volumen de la charla cayendo
notablemente. Nicholas la impulsó lejos de la mesa, su agarre dolorosamente fuerte
en su codo.
Sólo disminuyó la velocidad cuando llegaron al guardarropa, su agarre soltándose
ligeramente en su brazo.
—¿Estás bien?
—Nicholas … desearía que no hubieras hecho eso. —Las lágrimas llenaron sus ojos
cuando pensaba cuánto él había codiciado la membrecía para este sagrado y
exclusivo club.
—¿Crees que quiero pertenecer a un club que aceptaría a un idiota como ese?
¿Crees que quiero codearme con alguien que podría hacerte eso a ti?
Ella lo miró fijamente, a los rasgos fuertes de su rostro y el destello determinado de
rabia en sus ojos, y entendió que él era completa y totalmente sincero con su
sacrificio.
Su pecho se hinchó de emoción.
¿Cómo había sentido aversión por este hombre alguna vez? ¿Cómo lo encontró
viciado, aburrido o reprimido alguna vez? Era un caballero moderno —honorable,
devoto y apasionado—, y estaba perdidamente enamorada de él.
Abrumada y azorada, dejó que Nicholas la ayudara con su chaqueta y salieron hacia
la noche. Habían estacionado en un garaje multi-nivel en la siguiente cuadra y
caminaron en silencio por unos pocos minutos, sólo el sonido del click-click de sus
tacones.
Finalmente ella habló.
—Creo que eso es la cosa más linda que alguien ha hecho por mí alguna vez.
—Quise decir cada palabra de eso. Si no fuera tan viejo habría roto su nariz,
también.
Ella sonrió, amando su indignación, amando que fuera por ella.
Amándolo a él.
—Boxeó en Oxford. Podría haber roto tu nariz.
—Boxeé en Hackney. Confía en mí, habría roto más que su nariz.
Giraron dentro del garaje de estacionamientos.
—¿Sabes quién se vería bien con una nariz rota? Diana —dijo ella.
Él rió, el sonido haciendo eco en las paredes de concreto.
—¿Crees que podrías tomarla en un combate enjaulado?
—La comería para el desayuno. Ni siquiera sudaría una gota.
—Te apoyaría. En cualquier momento.
Ella también sabía que lo haría. Era un buen hombre. Un hombre real. El tipo que
honoraba sus compromisos y hacía lo correcto, y defendía lo que creía. Además
cocinaba como un sueño, follaba como un Dios, y la hacía sentir importante, sexy y
especial.
Una ola de amor y lujuria ondeó dentro de ella mientras él desbloqueaba el Jag y
sostenía la puerta abierta para ella. Se deslizó dentro, luego
esperó
impacientemente para que él caminara hacia el otro lado del auto y se metiera en el
asiento del conductor.
Él deslizó la llave en ignición, pero ella se estiró y atrapó su brazo antes de que
pudiera encender el auto.
—No lo hagas.
Él la miró, una pregunta en sus ojos.
—Pon tu asiento atrás —dijo ella.
Él miró por la ventana. Estaba oscuro y desierto en el garaje, pero había un montón
de otros coches alrededor.
—Pon tu asiento atrás —dijo otra vez.
Él tiró de la palanca y el asiento cayó hacia atrás. Ella alargó la mano hacia la
hebilla de su cinturón, deslizándolo libremente con sus impacientes manos. Podía
sentir cuán duro estaba él cuando bajó la cremallera. Él hizo un pequeño ruido
inarticulado mientras ella bajaba su cabeza y lo tomaba con su boca.
Sabía como el calor y piel limpia, y lo tomó hasta el final de su garganta, revelando
cuán grueso y largo era. Sus manos se deslizaron al cabello de ella mientras ésta
comenzaba a trabajarlo, su lengua atormentando la sensible cabeza de su polla.
Vació todo su querer y necesidad en el acto, haciendo todo para decirle a él con sus
manos y boca lo importante que era para ella, lo agradecida que estaba por todo lo
que él había hecho esta noche, lo mucho que su sacrificio significaba para ella.
Sintió la tensión creciendo en él y subió el ritmo, con ganas de darle tanto placer
como pudiera. Queriendo enloquecer su mundo.
—(Tn) —murmuró, su voz entrecortada.
Ella podía sentir lo cerca que él estaba, podía sentir sus caderas levantarse del
asiento mientras sentía la primitiva necesidad de bombear hacia algo. Entonces él
se estaba viniendo, su cuerpo estremeciéndose por mucho tiempo, acabándose en
segundos. Esperó hasta que él terminara antes de darle a la cabeza de su hermosa
polla una última pesarosa lamida. Levantó su cara para encontrar a Nicholas
mirándola con pesados párpados.
—No tenías que hacer eso.
—Quería hacerlo. —Demasiado.
—Sabes que me has arruinado para otras mujeres, ¿cierto?
—Ese era el plan.
El levantó su mano y rozó con sus nudillos a lo largo de la curva de su pecho, su
expresión de repente muy seria.
—¿Qué hice antes de ti, (Tn)? No puedo recordarlo.
(Tn) tomó su mano y volteó la palma hacia ella, presionando un beso en ésta.
Podía recordar su vida antes de que él se volviera una parte esencial de ella. No
quería ir de vuelta ahí.
—¿Qué harías si te dijera que te amo? —dijo ella en voz baja, su voz apenas arriba
de un susurro.
Se sentía como la cosa más valiente que había dicho, pero necesitaba saberlo.
Estaba obsesionada con este hombre, y razonablemente segura de que el
sentimiento era mutuo, pero era tanto lo que lo quería, tan perfecto, que no podía
creer en ello.
—Diría aleluya, porque soy un loco, loco mono por ti, (Tn) Sutcliffe.
—Te amo.
Sus ojos brillaron.
—Ven aquí.
Ella no necesitaba una mayor estimulación, luchó a través de la consola central
para llegar hacia él. Recostó su cuerpo contra el de él, pecho contra pecho, cadera
contra cadera. Las manos de él se levantaron para enmarcar su rostro, sus pulgares
rozando sus pómulos.
—Te amo también. Estoy obsesionado contigo, y te admiro y adoro. Te amo, (Tn).
Nunca nadie había declarado su amor tan inequívoco, sincera y convincentemente.
Por un momento su pecho pareció expandirse, al pensamiento de que su corazón
era demasiado grande para su cuerpo. Este hombre —asombroso, determinado,
inteligente, capaz, leal, amoroso y sexy— la amaba.
—Esto se siente demasiado bien para ser verdad —susurró ella.
—Es verdad, y lo digo en serio. No iré a ningún lado. No a menos que tú vengas
conmigo.
Ella cerró sus ojos, presionando su mejilla contra su toque, abrumada por la alegría
creciente en su interior. Se sentaron así por un largo rato, comunicándose
silenciosamente el uno con el otro, permitiendo que la verdad se hundiera en sus
huesos. Entonces un auto se puso en marcha y ella abrió sus ojos, tomando la
decisión que había estado retrasando durante mucho tiempo.
—Necesito hablar con Elizabeth. Tan pronto como sea posible.
—Está bien.
—Necesito estar en la misma habitación que ella, para ver su cara. No quiero que
diga sólo lo cortés, y cosas razonables para suavizar las cosas cuando realmente me
quiere gritar. Quiero que me grite si tiene que hacerlo.
—No hemos hecho nada malo, (Tn). Elizabeth no tiene ningún derecho sobre mí.
(Tn) asintió, pero ambos sabían que no era tan fácil como eso. Nicholas había
estado con Elizabeth por seis años.
—Todo estará bien, (Tn).
Era la segunda vez que él le decía esas palabras y todavía tenían demasiado poder.
Pero incluso su amor y confianza no podían detener el dardo de temor que corría a
través de ella mientras contemplaba la posibilidad muy real de perder a su mejor
amiga.
Continuara
gracias chicas por sus comentarios son geniales nos leeremos luego se les quiere :)
ElitzJb
Re: Su Mejor Peor Error Nicholas y __Tn. TERMINADA
:muack: QUE COMPORTAMIENTOO DE NIIICKK!!!!!
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!!!
ME ENCANTO LA FORMA EN QUE LA PROTEGIOOO!!!... :amor: :aah:
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!
SE AMAN LOS DOOOSS AHORA ESPEREMOS QUE ELIZABETH COMPRENDAAA!!!!
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!!!
ME ENCANTO LA FORMA EN QUE LA PROTEGIOOO!!!... :amor: :aah:
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!
SE AMAN LOS DOOOSS AHORA ESPEREMOS QUE ELIZABETH COMPRENDAAA!!!!
chelis
Re: Su Mejor Peor Error Nicholas y __Tn. TERMINADA
waaaaaaaaaaaaaaa los dos se aman!!!!! que hermosuraaa
me necanta
me necanta
andreita
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