Esperanzas de Alquilerღ {Zayn Malik}

Un nuevo día comenzaba a hacerse presente, como señal eran los débiles rayos del sol que se infiltraban en la alcoba. La semana había pasado tan rápido, tan rápido como contar hasta diez en un juego de escondidas donde te toca contar a esa velocidad, justo así.
Ellos trabajaron duro y cumplieron con las tareas, realmente no con todas pero dieron un esfuerzo notorio. Harry sale con una alumna de nuevo ingreso; nada serio por ahora, eso lo asegura el Casanova. Louis y Allison llevan las cosas en orden, Niall ha estado en asesorías de Química ya que se le complicó un poco de todo y Zayn, bueno él ha estado acompañando a su amigo en la cita con la nueva prospecta de Harry.
Era un sábado normal; Un día en el que puedes ignorar el sol, callar tu alarma, relajarte y dormir lo que sea de tu agrado. Lástima que para Allison no era lo mismo y eso le ocurría todos los días. Interrumpió sus sueños gracias al escándalo que se oía en el piso de abajo. Se escuchaban los gritos de los cuatro locos amigos. Se arregló un poco y decidida se fue a poner orden, o quizá a avivar el desorden.
-Chicos ¿tan necesario es que griten?- preguntó la chica mientras bajaba los frágiles escalones. La casa necesitaba unos cuántos arreglos que los dulces hermanos realmente ignoraban. No tenían salario y no pensaban gastar sus ahorros y su herencia en la casa, ya que pronto ellos no vivirían ahí.
-¡Edward hace trampa en este juego!- protestó Niall. Harry se vio obligado a atacar a su rubio amigo ya que lo llamo por su segundo nombre. El juego era uno muy simpático, uno de peleas con personajes de varios juegos y, la verdad, es que Harry siempre hacía trampa y no necesariamente en ese juego, sino en todos. Trampa en videojuegos, en juegos de mesa, en yoyo, en canicas, en todo, hasta en juegos donde no crees que las trampas sean posibles. Siempre quería ganar, y lo lograba. Pero si perdía sería todo un tremendo puchero de su parte. ¿Qué más daba? Era el Harry que todos adoraban.
-¿Y ustedes que hacen?- preguntó Allison mientras se dejaba caer en el sillón mediano y señalaba con su cabeza a los otros dos chicos que parecía estaban tranquilos
-Jugamos póquer, ¿te unes, Alli?-preguntó tiernamente Zayn y la dulce amiga aceptó a jugar. Louis se arrimó un poco haciéndole un espacio en el sillón grande a su novia. La recibió con miles de besos sonoros y un lindo abrazo. Harry y Niall abuchearon la escena de la recién pareja mientras Zayn se encontraba interesado en su juego, una excusa más para ocultar tantas cosas. No lo podía soportar, Zayn amaba a esa chica pero el problema es que Louis igual, hasta Niall lo hacía e increíblemente Harry también. Tantos años de crecer juntos hacía que varios sentimientos se entrelazaran y no necesariamente de amor, sino también de una fuerte amistad y eso, eso le molestaba a Zayn. ¿Por qué? Porque fácilmente los sentimientos se confundirían con cierto tipo de romance. Niall la amaba como mejor amiga, Harry como hermana, ahora Louis como novia cuando de verdad siempre la amó como su secuaz, su compañera de travesuras y bueno Zayn, no sabía con exactitud el nivel del sentimiento que tenía por Allison.
-Zayn, es tu turno- dijo la chica mientras movía de arriba a abajo su mano frente al chico para así traerlo de nuevo al mundo real. Zayn movió varias veces su cabeza, tratando de despojar su mente y continuo con el juego. El juego siguió tranquilo hasta que a Louis se le alborotó la hormona y comenzó a brincotear por todos lados. Los amigos se dieron por vencidos y cancelaron el juego, riendo de los saltos desafiando la gravedad de su alocado amigo.
Después de un considerado rato, Louis paró y se acurrucó en los brazos de su novia y hablando de miles de cosas, la chica pudo controlar al chimpancé que hace minutos brincaba desesperado y divertido. Harry y Niall miraban la televisión, ya que el rubio aseguraba que con Harry no se podía jugar nunca. Y Zayn ignoraba la escena y se concentraba en el teléfono, ideando así su próxima broma. Empezó a teclear varios números que al final serían el número telefónico de alguna casa u oficina.
-¡Pide algo de comer!- exigió en único muerto de hambre presente
-Cállate Niall. Hoy no tendrás comida- respondió Zayn divertido-Marquemos este número-dijo, ya que el anterior resultó ser uno inexistente. Escogió uno al azar del libro de contactos de sus amigos y el sonido de espera se comenzaba a escuchar
-¿Hola?-preguntó una mujer al otro lado de la línea
-Si, bueno yo... Quería decirte que estoy loco por ti y que necesito verte ya- contestó el bromista seriamente tratando de no estallar en carcajadas y delatar su broma
-¿Harry?- preguntó la mujer algo divertida
-No me digas que le he marcado a tu chica, Harold- le dijo el moreno al rizoso mientras tapaba la bocina que le permitía seguir con la broma- Emm, no. ¡No sé de quién me hablas!
-Harry, ¡eres tu! Reconozco tu número- dijo muy sabia y algo lógica la mujer
-Oh. Entonces si soy Harry- contestó y acto seguido de votar el aparato a Harry. Zayn estallaba en risas y se apenaba, como solía hacer cada que las bromas no resultaban. Los hermanos se miraron asustados, temían por saber quien era la mujer con la que su amigo hablaba. Harry cogió el teléfono y se dispuso a dar una explicación, desde que vio el número que aún seguía esperando respuesta alguna pudo calmar sus nervios
-¡Tía Susan!- exclamó alegre y tratando de no ser regañado por su pariente, la verdad es que no saldría regañado. Susan era la hermana de su padre, lo que lógicamente la hacía volverse tía de los cuates; ella era muy divertida y adorable, a decir verdad la mejor tía para ambos hermanos.
-¿Qué fue eso, eh? ¿Tengo un admirador secreto?- preguntó pícara
-¡Oh no, tía! No es nadie, sólo un bobo amigo. Disculpa, ahora tengo que hacer la cena. ¡Nos vemos después!- colgó la llamada bromista y él estaba a pocos pasos de atacar a su amigo con un cojín. Pero debía admitirlo, fue algo divertido y su tía no se molestaría por eso. Harry no mintió en nada ya que rápido de dirigió a la cocina para prepararle la cena a los cuatro hambrientos presentes, más a Niall quien ya moría de retortijones. Comenzó a hacer una pasta, la famosa pasta que él sólo sabe hacer y en unos minutos ya todo estaba listo. La mesa ordenada, los cubiertos y vasos listos y los amigos sentados alrededor de la redonda mesa. Comenzaron a comer entre risas y bromas. No fue mucho el tiempo en el que actuaron como adolescentes de dieciocho años pues la guerra de comida se hizo presente y ellos actuaron como los mismísimos niños de cinco años luchando por salvar su vida y más que nada por no ensuciarse.
Pasta por doquier, migajas de pan esparcidos por todos lados, latas de cerveza y de refresco aplastadas en el suelo ya que eran las balas de los dichosos e imaginarios cañones y los amigos tirados en el piso riendo de sus ocurrencias.
Al paso de los minutos, de largas risas y de grandes escapes, la guerra se dio por terminada. El tiempo pasa rápido si es que uno se divierte y así fue. Zayn, Niall y Louis avisaron que se irían y también que había sido un empate; cuando realmente no lo fue. Claro está, que ayudaron a limpiar el campo de guerra y con música lo hicieron a su modo. Los tres chicos se marcharon, llegando a la conclusión de que había sido una magnífica tarde y dando el aviso de que volverían, y lo hacían; siempre volvían. Para jugar video-juegos, para jugar cartas, para reír a carcajadas, para hacer más locuras y que en un tiempo las estén relatando a todos, para llamar a alguien e ilusionarle vía telefónica, para ver como Louis se aloca y brinca como si no hubiera un mañana, para ver a Harry haciendo todo el berrinche posible, para entender el enorme amor por la comida de Niall, para saber que Zayn es un el niño loco y consentido de todos ellos, para desatar la primera guerra mundial de comida, para beber en compañía de todos ellos... Entre otras miles de cosas que sólo a ellos se les ocurría. Eran tardes que no olvidarían y lo daban por hecho, no sería fácil olvidar todas esas tardes llenas de algo nuevo. ¿Quién diría que el tiempo se pasa volando frente a tus narices? Algo difícil de aceptar es que pronto ya no serían los niños alocados y revoltosos de dieciocho años... Más pronto de lo que ellos pensaban.