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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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"Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
PAOLA JONAS escribió:Wtf? Osea Nicholas perdoname la vida!
Que amable enserio! :S e.e'
Pff que tonto como insinua eso! U.u
Quiero otro cap! Jaja me encanto el cap:)
Yo soy de Mexico<3 ajuaaaa!
Y de que parte eres? Yo de tamaulipas:)
Ok ya aqi me reporto! Tu fiel lectora:B
Estamos cerca (? Soy de Veracruz haha :)
Recuerdo haber conocido a alguien de ahi tambien, no se si en el foro y si eras tu XD o coincidencia.
Mariel Jonas
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
JAJJAJAJJAJAJAHJJAJAJJAJ amigo de ese adicto a nose que ..ok ya me pase jajj pero es que......jajajjajajajaj ay ya y Esta ame el capitulo ay ni que fuera el rey de inglaterra el tipo no?? pero amo tu nove !! ;) jajaj mori de risa mejor dicho estalle okno para tanto pero si me rei mucho y a decir verdad nunca conoci a alguien vegetariano! u.m raro pero bueno eso y SEGUILAAAA!! *-* BESOS!! :D
SmileJonas
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
Y antes de que acaba el mundo (? les dejo capitulo....hahahahaha okno._.
¡ Disfrútenlo!
¡Adjudicado!
El resplandor del sol se filtraba tímidamente entre las nubes blancas, que
parecían esponjosos trozos de algodón surcando el cielo. _____ agachó la
cabeza y caminó a paso rápido por el camino pedregoso frente a ella,
escuchando malhumorada los continuos suspiros de su compañero.
—¿Puedes dejar de hacer eso? —exigió, metiendo las manos en los
bolsillos del pantalón vaquero.
—¿Dejar de hacer qué? —le preguntó Nicholas con fingida inocencia.
—Resoplar, bufar, suspirar…
La miró de reojo.
—¿Acaso en América está prohibido hacerlo? —Emitió un chasquido de
fastidio casi imperceptible—. Para que luego digan que Estados Unidos es la
tierra de la libertad. Ni respirar se permite.
_____ le miró asqueada y reanudó la marcha.
—No está prohibido, pero a mí me molesta.
Nicholas rió con ganas.
—Me molesta esto… me molesta lo otro… —la imitó—. A mí en realidad me
molesta tu cara y no me quejo.
—¡Oh, usted perdone, Rey de la Belleza, olvidaba que eres el hermano
gemelo de Brad Pitt! —replicó irónica y poniendo los ojos en blanco.
—Gracias por el halago —respondió Nicholas con un deje de satisfacción.
_____ se cruzó de brazos consternada.
—¡Era una broma, no iba en serio! —Agitó las manos en alto para dar
énfasis a sus palabras.
Él sacudió la cabeza de un lado a otro, negando.
—Ahora no intentes arreglarlo —le aconsejó—. Has admitido que soy
atractivo y punto. No te sientas culpable por ello —añadió guiñándole un ojo.
_____ se llevó las manos a la cara y se frotó la frente totalmente
desesperada. Gimoteó, pataleando en el suelo.
—¡Dios mío, esto es una pesadilla! —exclamó apenada.
Nicholas sonrió con más ganas que nunca.
—Y eso que solo acaba de empezar… —le recordó, haciendo hincapié en
el asunto.
—¡Cállate! —gritó ella, nerviosa.
Nicholas simuló cerrar la boca con una cremallera invisible y lanzar la
inexistente llave hacia el prado de al lado. Después respiró hondo, cerró los ojos
con placer tras llenar los pulmones de aire y lo soltó todo de golpe.
—¿No te parece que es hora de regresar a casa? —preguntó la chica
pasados diez minutos.
Él la miró feliz, pero no dijo nada.
—¡Contéstame! —exigió furiosa.
Nicholas se señaló los labios sellados, divertido al conseguir que su
compañera estuviese a punto de entrar en un peligroso estado rayano en la
histeria. Ella se cruzó de brazos, medio riendo más de pena que de alegría.
—Tú estás fatal, eres un enfermo —le dijo—, pero tranquilo, yo te ayudaré a
hablar.
Se dibujó una mueca de horror en el rostro de Nicholas cuando _____ le pisó
el pie decidida, dejándose caer sobre el pulcro zapato del joven inglés. Él no
pudo evitar gritar y la empujó lanzándola lejos.
—Pero ¿qué haces, estúpida? —chilló—. ¡Me has ensuciado el zapato!
_____ se mostró satisfecha.
—¡Dame un pañuelo ahora mismo! —exigió con un tono autoritario.
Ella negó lentamente con la cabeza, saboreando el momento.
—No llevo nada encima —le informó. Sus pupilas, brillantes de emoción, se
agrandaban conforme el rostro de Nicholas se ponía más y más rojo.
—Vale, volvamos ahora mismo a la casa embrujada —indicó él,
cambiando de dirección.
—¿Cómo que la casa embrujada?
Nicholas resopló sin dejar de mirar su zapato sucio mientras caminaban.
—Ya me dirás con qué nombre quieres que la bautice, teniendo en
cuenta los elementos que se encuentran dentro de ella.
—¿Podrías hablar como una persona normal?
—Ya…, entiendo que mi vocabulario te deslumbre, acostumbrada a vivir
en la más absoluta vulgaridad —opinó mientras se colocaba con esmero el
cuello de la chaqueta—. Me refería a tu hermano… ¿de dónde lo habéis
sacado? ¿Participa como voluntario en alguna investigación científica? Porque,
de no ser así, me resulta imposible adivinar de dónde sale ese individuo.
_____ abrió mucho la boca, sorprendida y enfadada al mismo tiempo.
Aceleró el paso, controlándose para no pisarle el otro zapato.
—¿Qué tiene de raro Marcus? —preguntó—. ¡Solo es un poco hippie!
Nicholas rió a carcajada limpia.
—Yo pensaba que los hippies eran pacifistas —dijo a modo de reflexión en
voz alta—. Y me extraña que tu hermano lo sea. No sé si te has fijado, pero su
pelo podría sustituir perfectamente a la más potente de todas las bombas
atómicas —musitó rascándose el mentón con parsimonia—. ¿Te has parado
alguna vez a observar sus rastas al detalle? Tengo la seguridad de que albergan
nuevas partículas celulares jamás descubiertas por el hombre…
_____ se llevó una mano a la boca intentando no reír o, al menos,
procurando que él no la viese hacerlo. Porque si se paraba a pensarlo el hecho
de que un extraño insultase a su hermano no tenía la más mínima gracia.
—Tú también podrías participar en algún experimento científico
—contraatacó—. En uno titulado: «Los doctores descubren que los monos
superan la capacidad cerebral de ciertos humanos». Eres el sujeto perfecto.
Nicholas se disponía a contestar el último comentario de _____ cuando oyó
un extraño ruido en la cuneta. Se giró sobresaltado.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó señalando la maleza.
—¿Un oso, un lobo, un tigre…? —_____ sonrió con ganas—. ¿Qué pasa,
tienes miedo?
Nicholas le dirigió una mirada sombría.
—Tranquila, después de haberos conocido a ti y al resto de tu familia ya no
tengo capacidad para temer nada más —dijo—. Con el día de hoy ha sido más
que suficiente.
_____ le ignoró y se acercó hasta los matorrales; Nicholas la siguió con
cautela. Observó cómo ella apartaba algunas hierbas y gritaba eufórica.
—¡Aaah!
—¿Qué, qué pasa? —Él dio un salto hacia atrás con el corazón a mil por
hora.
—¡Es monísimo! —exclamó—. ¡Ven, ven aquí, bonito, ven aquí! ¡Oh, míralo,
es adorable!
Nicholas parpadeó confundido. Se puso al lado de _____ y bajó la mirada
hasta encontrar a un perro pulgoso que se rebozaba en un charco de barro que
se había acumulado detrás de los arbustos.
—¡Has encontrado a tu novio! —exclamó entre risas. Después, cogiendo
del brazo a la muchacha, la obligó a girarse—. ¡Tápate los ojos, está desnudito!
Esas cosas no se ven hasta la noche de bodas…
Y soltó una brusca carcajada. El perro dejó de moverse, se quedó muy
quieto y clavó sus ojillos marrones en los ojos grises de Nicholas.
—¿Por qué me mira así? —El joven señaló al animal—. _____, dile que deje
de hacerlo, ¡me está intimidando!
_____ bufó, alargó las manos y cogió entre ellas al simpático perro.
Apenas se distinguía de qué color era su pelaje a causa del barro.
—Pero ¿qué haces? —gritó Nicholas alarmado—. ¡Ahora sé con certeza que
estás completamente enferma! ¡Suéltalo, _____, suelta a esa bola de gérmenes!
—El tío Nicholas es un gruñón —le explicó _____ al perro después de que
este le diese un húmedo lametón—. Se hace el duro, pero después de un par de
días contigo ya verás cómo acaba rendido a tus pies…
El perro ladró feliz, como si comprendiese las palabras de _____ mientras
movía frenéticamente el rabo. Nicholas dio varios pasos hacia atrás.
—¿Cómo que un par de días? —preguntó, acalorado por la cantidad de
emociones negativas que se agolpaban en su interior.
_____ le miró confundida.
—¡Hombre, no lleva collar, parece que no tiene dueño! Y está solito…
—Dedicó un puchero al animal mientras le daba mimos. El perro gimoteó
agradecido. Después _____ le dirigió una desagradable mirada a Nicholas—.
Además, si te hemos recogido a ti, ¿cómo no vamos a acoger a este perro, que
es más adorable y simpático que tú?
El animal le lamió de nuevo la mejilla derecha. Nicholas miró asqueado la
feliz escena.
—¿Acabas de compararme con un perro?
_____ sonrió.
—Perdona, pero yo jamás haría algo así, es demasiado cruel. No cabe
comparación alguna entre este perro y tú, ¿verdad que no, gordito precioso?
—lo achuchó entre los brazos balanceándolo como si fuese un bebé.
Nicholas se llevó las manos a la cabeza.
—¡Pero mira tu camiseta! —chilló—. ¡Está llena de mierda!
—Solo es barro…
—El barro es mierda —le aclaró despacio.
—No importa, estaba para lavar, la llevo desde hace dos días. —Sonrió
ante la mueca de repugnancia que él le dirigió.
—Me da igual. No te lo llevarás. Ese perro no vivirá bajo el mismo techo
que yo —sentenció.
_____ negó lentamente con la cabeza. Se sentía feliz al notar la mueca
de amargura y tristeza que se iba apoderando del rostro de Nicholas.
—Lo siento, está decidido. —Miró al perro, sonriente—. ¡Adjudicado! Tú te
vienes conmigo, chiquitín.
¡ Disfrútenlo!
¡Adjudicado!
El resplandor del sol se filtraba tímidamente entre las nubes blancas, que
parecían esponjosos trozos de algodón surcando el cielo. _____ agachó la
cabeza y caminó a paso rápido por el camino pedregoso frente a ella,
escuchando malhumorada los continuos suspiros de su compañero.
—¿Puedes dejar de hacer eso? —exigió, metiendo las manos en los
bolsillos del pantalón vaquero.
—¿Dejar de hacer qué? —le preguntó Nicholas con fingida inocencia.
—Resoplar, bufar, suspirar…
La miró de reojo.
—¿Acaso en América está prohibido hacerlo? —Emitió un chasquido de
fastidio casi imperceptible—. Para que luego digan que Estados Unidos es la
tierra de la libertad. Ni respirar se permite.
_____ le miró asqueada y reanudó la marcha.
—No está prohibido, pero a mí me molesta.
Nicholas rió con ganas.
—Me molesta esto… me molesta lo otro… —la imitó—. A mí en realidad me
molesta tu cara y no me quejo.
—¡Oh, usted perdone, Rey de la Belleza, olvidaba que eres el hermano
gemelo de Brad Pitt! —replicó irónica y poniendo los ojos en blanco.
—Gracias por el halago —respondió Nicholas con un deje de satisfacción.
_____ se cruzó de brazos consternada.
—¡Era una broma, no iba en serio! —Agitó las manos en alto para dar
énfasis a sus palabras.
Él sacudió la cabeza de un lado a otro, negando.
—Ahora no intentes arreglarlo —le aconsejó—. Has admitido que soy
atractivo y punto. No te sientas culpable por ello —añadió guiñándole un ojo.
_____ se llevó las manos a la cara y se frotó la frente totalmente
desesperada. Gimoteó, pataleando en el suelo.
—¡Dios mío, esto es una pesadilla! —exclamó apenada.
Nicholas sonrió con más ganas que nunca.
—Y eso que solo acaba de empezar… —le recordó, haciendo hincapié en
el asunto.
—¡Cállate! —gritó ella, nerviosa.
Nicholas simuló cerrar la boca con una cremallera invisible y lanzar la
inexistente llave hacia el prado de al lado. Después respiró hondo, cerró los ojos
con placer tras llenar los pulmones de aire y lo soltó todo de golpe.
—¿No te parece que es hora de regresar a casa? —preguntó la chica
pasados diez minutos.
Él la miró feliz, pero no dijo nada.
—¡Contéstame! —exigió furiosa.
Nicholas se señaló los labios sellados, divertido al conseguir que su
compañera estuviese a punto de entrar en un peligroso estado rayano en la
histeria. Ella se cruzó de brazos, medio riendo más de pena que de alegría.
—Tú estás fatal, eres un enfermo —le dijo—, pero tranquilo, yo te ayudaré a
hablar.
Se dibujó una mueca de horror en el rostro de Nicholas cuando _____ le pisó
el pie decidida, dejándose caer sobre el pulcro zapato del joven inglés. Él no
pudo evitar gritar y la empujó lanzándola lejos.
—Pero ¿qué haces, estúpida? —chilló—. ¡Me has ensuciado el zapato!
_____ se mostró satisfecha.
—¡Dame un pañuelo ahora mismo! —exigió con un tono autoritario.
Ella negó lentamente con la cabeza, saboreando el momento.
—No llevo nada encima —le informó. Sus pupilas, brillantes de emoción, se
agrandaban conforme el rostro de Nicholas se ponía más y más rojo.
—Vale, volvamos ahora mismo a la casa embrujada —indicó él,
cambiando de dirección.
—¿Cómo que la casa embrujada?
Nicholas resopló sin dejar de mirar su zapato sucio mientras caminaban.
—Ya me dirás con qué nombre quieres que la bautice, teniendo en
cuenta los elementos que se encuentran dentro de ella.
—¿Podrías hablar como una persona normal?
—Ya…, entiendo que mi vocabulario te deslumbre, acostumbrada a vivir
en la más absoluta vulgaridad —opinó mientras se colocaba con esmero el
cuello de la chaqueta—. Me refería a tu hermano… ¿de dónde lo habéis
sacado? ¿Participa como voluntario en alguna investigación científica? Porque,
de no ser así, me resulta imposible adivinar de dónde sale ese individuo.
_____ abrió mucho la boca, sorprendida y enfadada al mismo tiempo.
Aceleró el paso, controlándose para no pisarle el otro zapato.
—¿Qué tiene de raro Marcus? —preguntó—. ¡Solo es un poco hippie!
Nicholas rió a carcajada limpia.
—Yo pensaba que los hippies eran pacifistas —dijo a modo de reflexión en
voz alta—. Y me extraña que tu hermano lo sea. No sé si te has fijado, pero su
pelo podría sustituir perfectamente a la más potente de todas las bombas
atómicas —musitó rascándose el mentón con parsimonia—. ¿Te has parado
alguna vez a observar sus rastas al detalle? Tengo la seguridad de que albergan
nuevas partículas celulares jamás descubiertas por el hombre…
_____ se llevó una mano a la boca intentando no reír o, al menos,
procurando que él no la viese hacerlo. Porque si se paraba a pensarlo el hecho
de que un extraño insultase a su hermano no tenía la más mínima gracia.
—Tú también podrías participar en algún experimento científico
—contraatacó—. En uno titulado: «Los doctores descubren que los monos
superan la capacidad cerebral de ciertos humanos». Eres el sujeto perfecto.
Nicholas se disponía a contestar el último comentario de _____ cuando oyó
un extraño ruido en la cuneta. Se giró sobresaltado.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó señalando la maleza.
—¿Un oso, un lobo, un tigre…? —_____ sonrió con ganas—. ¿Qué pasa,
tienes miedo?
Nicholas le dirigió una mirada sombría.
—Tranquila, después de haberos conocido a ti y al resto de tu familia ya no
tengo capacidad para temer nada más —dijo—. Con el día de hoy ha sido más
que suficiente.
_____ le ignoró y se acercó hasta los matorrales; Nicholas la siguió con
cautela. Observó cómo ella apartaba algunas hierbas y gritaba eufórica.
—¡Aaah!
—¿Qué, qué pasa? —Él dio un salto hacia atrás con el corazón a mil por
hora.
—¡Es monísimo! —exclamó—. ¡Ven, ven aquí, bonito, ven aquí! ¡Oh, míralo,
es adorable!
Nicholas parpadeó confundido. Se puso al lado de _____ y bajó la mirada
hasta encontrar a un perro pulgoso que se rebozaba en un charco de barro que
se había acumulado detrás de los arbustos.
—¡Has encontrado a tu novio! —exclamó entre risas. Después, cogiendo
del brazo a la muchacha, la obligó a girarse—. ¡Tápate los ojos, está desnudito!
Esas cosas no se ven hasta la noche de bodas…
Y soltó una brusca carcajada. El perro dejó de moverse, se quedó muy
quieto y clavó sus ojillos marrones en los ojos grises de Nicholas.
—¿Por qué me mira así? —El joven señaló al animal—. _____, dile que deje
de hacerlo, ¡me está intimidando!
_____ bufó, alargó las manos y cogió entre ellas al simpático perro.
Apenas se distinguía de qué color era su pelaje a causa del barro.
—Pero ¿qué haces? —gritó Nicholas alarmado—. ¡Ahora sé con certeza que
estás completamente enferma! ¡Suéltalo, _____, suelta a esa bola de gérmenes!
—El tío Nicholas es un gruñón —le explicó _____ al perro después de que
este le diese un húmedo lametón—. Se hace el duro, pero después de un par de
días contigo ya verás cómo acaba rendido a tus pies…
El perro ladró feliz, como si comprendiese las palabras de _____ mientras
movía frenéticamente el rabo. Nicholas dio varios pasos hacia atrás.
—¿Cómo que un par de días? —preguntó, acalorado por la cantidad de
emociones negativas que se agolpaban en su interior.
_____ le miró confundida.
—¡Hombre, no lleva collar, parece que no tiene dueño! Y está solito…
—Dedicó un puchero al animal mientras le daba mimos. El perro gimoteó
agradecido. Después _____ le dirigió una desagradable mirada a Nicholas—.
Además, si te hemos recogido a ti, ¿cómo no vamos a acoger a este perro, que
es más adorable y simpático que tú?
El animal le lamió de nuevo la mejilla derecha. Nicholas miró asqueado la
feliz escena.
—¿Acabas de compararme con un perro?
_____ sonrió.
—Perdona, pero yo jamás haría algo así, es demasiado cruel. No cabe
comparación alguna entre este perro y tú, ¿verdad que no, gordito precioso?
—lo achuchó entre los brazos balanceándolo como si fuese un bebé.
Nicholas se llevó las manos a la cabeza.
—¡Pero mira tu camiseta! —chilló—. ¡Está llena de mierda!
—Solo es barro…
—El barro es mierda —le aclaró despacio.
—No importa, estaba para lavar, la llevo desde hace dos días. —Sonrió
ante la mueca de repugnancia que él le dirigió.
—Me da igual. No te lo llevarás. Ese perro no vivirá bajo el mismo techo
que yo —sentenció.
_____ negó lentamente con la cabeza. Se sentía feliz al notar la mueca
de amargura y tristeza que se iba apoderando del rostro de Nicholas.
—Lo siento, está decidido. —Miró al perro, sonriente—. ¡Adjudicado! Tú te
vienes conmigo, chiquitín.
Mariel Jonas
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
ahhh jajajj me encanto esta muy ueno el capitulo se que en fondo nicholas la ama pero todavia no se dio cuenta jajaj ay dios malo que es :P nick ajjaj y el perrito ya me dio ternurita jaja seguila ame el capitulo!! <3
SmileJonas
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
Awww que tierno cap jajaja mori con la pizada de pie jaja que loca la rayis!!! Jajajaa
Ese Nichola tonto pero aun asi lo amo tanto espero que la sigas ehh, aqi spero cap:)
Ese Nichola tonto pero aun asi lo amo tanto espero que la sigas ehh, aqi spero cap:)
Pao Jonatica Forever :3
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
Holi*-*
A un día de noche buena y luego navidad, que genial. Espero disfruten el capitulo ¡Felices fiestas!
Pd. El efecto de la nieve en el foto esta tan genial, ¿No lo creen? :)
—¡Mamá!
—¿_____?
—¡Ya estamos en casa! ¡Tengo una sorpresa!
Se oyeron los pasos presurosos de la madre corriendo por el pasillo. Su
acalorado rostro asomó por el marco de la puerta del recibidor.
—¿Le ha pasado algo a nuestro Nicholas? —preguntó con la mano en la
zona del corazón mientras respiraba sofocada.
_____ resopló.
—¿Nuestro Nicholas? No, desgraciadamente no le ha pasado nada. Sigue
aquí, tan idiota como siempre —añadió señalando al rubio, que, demasiado
ocupado con la vista fija en el nuevo miembro de la casa, no tenía oídos para
nada más—. ¡He recogido a un perrito!
—¡Eso es fantástico! ¡Hacía tiempo que no teníamos animales en casa, ya
era hora! —gritó la madre.
Nicholas sonrió ligeramente y, acercándose a _____, le susurró al oído:
—Ah, ¿no? ¿Y tú hermano qué es?
—¡Cállate, tú aquí no tienes ni voz ni voto! —exclamó al tiempo que le
propinaba un codazo.
—_____, no le hables así a nuestro invitado —le reprochó la señora
Graham, que ahora acariciaba las orejas del perro—. Bueno, tendremos que
buscarle un nombre.
Nicholas alzó una mano deseoso de dar su opinión.
—¿Pulga? ¿Apestoso? —preguntó sonriente.
—Oh, no, Nicholas cariño… —Se llevó un dedo al mentón en actitud
pensativa—. Podríamos llamarle…
—¡Hostia, qué es eso! —gritó Marcus, que a causa del alboroto había
acudido al lugar de reunión familiar.
«Estúpido, mira que no saber lo que es un perro…», pensó el inglés, con la
vista fija en las rastas del recién llegado.
—Lo he encontrado en el bosque —explicó _____ orgullosa.
—… revolcándose en un charco de barro —añadió Nicholas.
—¡Joder! Pues para ser de la calle… está bastante limpio, ¿no? —repuso el
hermano mientras achuchaba al animal.
Nicholas se acercó de nuevo a _____, inclinándose ligeramente.
—Dime que eso ha sido una ironía o me muero.
_____ le ignoró. Todos dejaron de lado al estudiante de intercambio para
centrarse en el nuevo miembro de la familia.
—¡Ya sé cómo vamos a llamarle! —Marcus alzó las manos, feliz—. ¡Whisky!
—¿Y por qué no Ballantines, Ponche o JB? —preguntó Nicholas intentando
no reír—. También son muy bonitos —añadió con inocencia.
_____ le dirigió una mirada de reproche, repiqueteando con el pie en el
suelo, de brazos cruzados.
—Me recuerdas a mi abuela —objetó él tras evaluarla—. Aunque, creo
recordar, ella tenía la piel más tersa. A los ochenta —añadió.
—¡Cierra la boca! Tú no tienes derecho a opinar en este asunto.
—_____, cielo, deja que él también participe —la regañó su madre
mientras acariciaba al perro, que estaba en los brazos de Marcus—. Ahora es
parte de la familia.
Nicholas sonrió triunfal.
—Eso, ahora somos familia, _____. —Y le dio un codazo, con una sonrisilla
traviesa surcando sus labios.
Ella le perforó con la mirada, sintiendo un electrizante cosquilleo de terror
ante la idea de compartir parentesco con aquel enfermo. Suspiró resignada.
—Mejor me callo —concluyó.
—Sí, esa ha sido una de las mejores decisiones que has tomado
—corroboró él.
_____ se esforzó por no contestarle. Le agradó que su madre pareciese
encantada con el animal, pues tenía la firme determinación de quedárselo. Lo
habría hecho igualmente, pero que el perro fuese una molestia para Nicholas
reforzó su postura.
—¿Cómo se llamará finalmente? —preguntó _____.
—Ya te lo he dicho —se quejó Marcus, que siempre hablaba arrastrando
las palabras como si estuviese agotado de vivir—. Se llama Whisky.
Nicholas alzó una mano, divertido.
—Déjame decirte que me parece un nombre perfecto —apuntó—. Es
didáctico, original y muy… educativo.
Marcus no pilló ninguna ironía, y tras estrechar al inglés en un fortuito
abrazo, palmeándole la espalda, exclamó:
—¡Este es de los míos!
Nicholas logró liberarse del mendigo poco después, exhausto. Y supo que lo
primero que haría —incluso antes de limpiar su pisoteado zapato— sería darse
una ducha, con gel exfoliante incluido.
—Señora Graham, ¿le importaría disculparme? Quisiera darme una ducha
rápida —pidió educadamente.
Ella le sonrió con ternura.
—¡Claro que sí, cariño! —exclamó—. Las toallas limpias están en el mueble
de abajo —le indicó.
—No se preocupe, traigo mi propio juego de toallas de rizo y algodón
puro, cien por cien natural —sonrió tímidamente—. Es que, ¿sabe?, tengo la piel
muy sensible.
_____ rió a carcajada limpia y apoyó una mano en el hombro de la
señora Graham, balanceándose ligeramente.
—¡Dios, mamá! ¿Dónde encargaste a este engendro?, ¿en eBay?
Y volvió a reír. Marcus miró con curiosidad a Nicholas, que parecía
sumergido en un estado de profunda reflexión.
—¿Cómo se juega a las toallas? —preguntó el indigente, deslizando una
rasta entre sus rudos dedos.
—¿Eh? —Nicholas comenzó a plantearse la posibilidad de recurrir al suicidio
como vía de escape—. No existe ningún juego de toallas, tan solo son un
conjunto de ellas, todas del mismo modelo, ¿entiendes? —le aclaró.
_____ negó con la cabeza ante el comentario de su hermano mayor.
Ciertamente, de seguir así, sus padres comenzarían a sospechar sobre si
realmente estudiaba o se pasaba el día haciendo el golfo. Y, teniendo en
cuenta el pacto acordado, mejor sería no dar demasiados indicios de estupidez
o el analítico Nicholas podría descubrirlo pronto.
Nicholas no tardó demasiado en escabullirse hasta el baño. Se aseguró de
colocar bien el pestillo de la puerta, deseoso de tener un poco de intimidad.
Apenas llevaba un día allí, pero se sentía como si le hubiesen dado una brutal
paliza. Discutir con _____ resultaba agotador, la chica basurera era más
ingeniosa de lo que había pensado en principio. ¡Y ni qué decir del hermano! A
Nicholas le había fascinado aquel nuevo espécimen, jamás había conocido nada
igual. El desastroso estilo de vida de América se le antojaba terriblemente
extraño. Él estaba acostumbrado a su perfecta vida en Inglaterra, viviendo en
una lujosa mansión en la mejor urbanización de Londres, acudiendo cada día a
la escuela más prestigiosa de la ciudad.
Nicholas nunca había tenido necesidad de hacer la colada ni tampoco de
prepararse el desayuno cada mañana. Para esos quehaceres cotidianos sus
padres pagaban a un mayordomo profesional que, sin bien se desenvolvía
extraordinariamente en su trabajo, jamás hablaba ni opinaba; era como una
estatua que se encargaba sigilosamente de que todo estuviese en el más
absoluto orden. Y así se había criado: entre los trabajadores del servicio
doméstico, que estaban a sus órdenes, camisas planchadas minuciosamente y
cabellos engominados hasta la excentricidad. Así pues, pasar aquel mes en el
nuevo continente era el reto más difícil que había tenido que afrontar en toda su
vida.
Sonrió débilmente cuando el agua caliente se deslizó por su rostro,
despejándole un poco tras el agonioso día en la casa del terror. No estaba muy
seguro de cuánto tiempo duraría allí sin volverse loco. Intentó no pensar en ello,
concentrándose en exfoliar al máximo su piel, restregándose con ahínco con
una esponja rasposa. Cuando terminó, sintiéndose satisfecho tras la detallada
limpieza diaria, se cobijó en su albornoz y poco después se vistió con el pijama
de raso gris que su madre le había comprado específicamente para el viaje.
Suspiró cohibido y abrió la puerta del baño despacio, temeroso de lo que
pudiera encontrarse fuera.
_____, apoyada contra la pared de enfrente con gesto aburrido, parecía
esperar su turno para entrar, pero, en cuanto le vio, una mueca divertida se
dibujó en su rostro, al tiempo que le señalaba con descaro.
—Estás de broma, ¿no? —preguntó, en medio de una carcajada
entrecortada.
Nicholas se miró de arriba abajo, molesto, preguntándose qué habría hecho
mal ahora. No encontraba nada extraño que provocase aquella reacción en
ella.
—¿Ya te has pasado con las setas alucinógenas, _____?
Ella negó rápidamente con la cabeza.
—¡Pareces a punto de hacer una excursión al circo! —explotó risueña, con
voz chistosa—. Espera, espera… —Se acercó decida hasta él, que retrocedió
enseguida—, ¡pero si te has puesto brillantina en el pelo, Dios mío!
Y se tapó la boca con las manos, como si acabase de cometer un
pecado mortal. Él se cruzó de brazos, irritado.
—¿Qué tiene de raro, piojosa?
—¡Nicholas, la brillantina pasó de moda allá por los años cincuenta!
—¿Y? —Alzó una ceja—. Ir de mendiga por la vida nunca ha estado de
moda. Pero, mira, siempre hay quien disfruta cuando le dan un dólar en la calle
por compasión.
—Oye, animal, yo no parezco una mendiga —se defendió al tiempo que
ojeaba su propio atuendo.
—El animal es tu hermano —le recordó él alzando un dedo con firmeza.
—¡Pero mírate! Solo te faltan las zapatillas pomposas de abuela.
Él pareció recordar algo.
—¡Oh, sí, las había olvidado! —farfulló mirándose los calcetines negros
mientras movía graciosamente los dedos—. Están en mi armario, ¿te importaría
traérmelas?
Ella pensó que se trataba de un chiste.
—¿Primero me llamas mendiga y ahora pretendes que sea tu criada?
—Pues no estaría mal, la verdad. —Se encogió de hombros.
_____ resopló. Le miró fijamente, decidida a poner las cosas en su sitio.
Aquel niño de papá debería aprender a cambiar su estilo de vida.
—Mira, bonito, aquí cada uno se encarga de sus cosas. Así que mueve el
culo hasta tu habitación y búscate tú mismo las pomposas zapatillas —dijo con
una firmeza arrolladora.
Nicholas sonrió tímidamente y comenzó a caminar de puntillas hacia su
cuarto. Se giró antes de entrar.
—Oye, me alegra parecerte bonito. Comprendo que te deslumbre mi
atractivo físico —añadió señalando su pijama de raso—. Pero, por favor, _____,
no hace falta que lo grites a los cuatro vientos; tu familia acabará pensando que
hacemos excursiones de habitación en habitación en mitad de la noche.
_____ abrió desmesuradamente los ojos y se llevó una mano al pecho, sin
poder creerse lo que acababa de oír. Se preparó para gritarle alguna
incoherencia, lo que fuese, pero no tuvo tiempo, pues Nicholas cerró de un
portazo la puerta de la habitación tras dirigirle una pícara sonrisa. Ella respiró
hondo y se dirigió hacia el baño.
—¡Le odio, le odio! —gritó desesperada.
A un día de noche buena y luego navidad, que genial. Espero disfruten el capitulo ¡Felices fiestas!
Pd. El efecto de la nieve en el foto esta tan genial, ¿No lo creen? :)
Nicholas no es normal
—¡Mamá!
—¿_____?
—¡Ya estamos en casa! ¡Tengo una sorpresa!
Se oyeron los pasos presurosos de la madre corriendo por el pasillo. Su
acalorado rostro asomó por el marco de la puerta del recibidor.
—¿Le ha pasado algo a nuestro Nicholas? —preguntó con la mano en la
zona del corazón mientras respiraba sofocada.
_____ resopló.
—¿Nuestro Nicholas? No, desgraciadamente no le ha pasado nada. Sigue
aquí, tan idiota como siempre —añadió señalando al rubio, que, demasiado
ocupado con la vista fija en el nuevo miembro de la casa, no tenía oídos para
nada más—. ¡He recogido a un perrito!
—¡Eso es fantástico! ¡Hacía tiempo que no teníamos animales en casa, ya
era hora! —gritó la madre.
Nicholas sonrió ligeramente y, acercándose a _____, le susurró al oído:
—Ah, ¿no? ¿Y tú hermano qué es?
—¡Cállate, tú aquí no tienes ni voz ni voto! —exclamó al tiempo que le
propinaba un codazo.
—_____, no le hables así a nuestro invitado —le reprochó la señora
Graham, que ahora acariciaba las orejas del perro—. Bueno, tendremos que
buscarle un nombre.
Nicholas alzó una mano deseoso de dar su opinión.
—¿Pulga? ¿Apestoso? —preguntó sonriente.
—Oh, no, Nicholas cariño… —Se llevó un dedo al mentón en actitud
pensativa—. Podríamos llamarle…
—¡Hostia, qué es eso! —gritó Marcus, que a causa del alboroto había
acudido al lugar de reunión familiar.
«Estúpido, mira que no saber lo que es un perro…», pensó el inglés, con la
vista fija en las rastas del recién llegado.
—Lo he encontrado en el bosque —explicó _____ orgullosa.
—… revolcándose en un charco de barro —añadió Nicholas.
—¡Joder! Pues para ser de la calle… está bastante limpio, ¿no? —repuso el
hermano mientras achuchaba al animal.
Nicholas se acercó de nuevo a _____, inclinándose ligeramente.
—Dime que eso ha sido una ironía o me muero.
_____ le ignoró. Todos dejaron de lado al estudiante de intercambio para
centrarse en el nuevo miembro de la familia.
—¡Ya sé cómo vamos a llamarle! —Marcus alzó las manos, feliz—. ¡Whisky!
—¿Y por qué no Ballantines, Ponche o JB? —preguntó Nicholas intentando
no reír—. También son muy bonitos —añadió con inocencia.
_____ le dirigió una mirada de reproche, repiqueteando con el pie en el
suelo, de brazos cruzados.
—Me recuerdas a mi abuela —objetó él tras evaluarla—. Aunque, creo
recordar, ella tenía la piel más tersa. A los ochenta —añadió.
—¡Cierra la boca! Tú no tienes derecho a opinar en este asunto.
—_____, cielo, deja que él también participe —la regañó su madre
mientras acariciaba al perro, que estaba en los brazos de Marcus—. Ahora es
parte de la familia.
Nicholas sonrió triunfal.
—Eso, ahora somos familia, _____. —Y le dio un codazo, con una sonrisilla
traviesa surcando sus labios.
Ella le perforó con la mirada, sintiendo un electrizante cosquilleo de terror
ante la idea de compartir parentesco con aquel enfermo. Suspiró resignada.
—Mejor me callo —concluyó.
—Sí, esa ha sido una de las mejores decisiones que has tomado
—corroboró él.
_____ se esforzó por no contestarle. Le agradó que su madre pareciese
encantada con el animal, pues tenía la firme determinación de quedárselo. Lo
habría hecho igualmente, pero que el perro fuese una molestia para Nicholas
reforzó su postura.
—¿Cómo se llamará finalmente? —preguntó _____.
—Ya te lo he dicho —se quejó Marcus, que siempre hablaba arrastrando
las palabras como si estuviese agotado de vivir—. Se llama Whisky.
Nicholas alzó una mano, divertido.
—Déjame decirte que me parece un nombre perfecto —apuntó—. Es
didáctico, original y muy… educativo.
Marcus no pilló ninguna ironía, y tras estrechar al inglés en un fortuito
abrazo, palmeándole la espalda, exclamó:
—¡Este es de los míos!
Nicholas logró liberarse del mendigo poco después, exhausto. Y supo que lo
primero que haría —incluso antes de limpiar su pisoteado zapato— sería darse
una ducha, con gel exfoliante incluido.
—Señora Graham, ¿le importaría disculparme? Quisiera darme una ducha
rápida —pidió educadamente.
Ella le sonrió con ternura.
—¡Claro que sí, cariño! —exclamó—. Las toallas limpias están en el mueble
de abajo —le indicó.
—No se preocupe, traigo mi propio juego de toallas de rizo y algodón
puro, cien por cien natural —sonrió tímidamente—. Es que, ¿sabe?, tengo la piel
muy sensible.
_____ rió a carcajada limpia y apoyó una mano en el hombro de la
señora Graham, balanceándose ligeramente.
—¡Dios, mamá! ¿Dónde encargaste a este engendro?, ¿en eBay?
Y volvió a reír. Marcus miró con curiosidad a Nicholas, que parecía
sumergido en un estado de profunda reflexión.
—¿Cómo se juega a las toallas? —preguntó el indigente, deslizando una
rasta entre sus rudos dedos.
—¿Eh? —Nicholas comenzó a plantearse la posibilidad de recurrir al suicidio
como vía de escape—. No existe ningún juego de toallas, tan solo son un
conjunto de ellas, todas del mismo modelo, ¿entiendes? —le aclaró.
_____ negó con la cabeza ante el comentario de su hermano mayor.
Ciertamente, de seguir así, sus padres comenzarían a sospechar sobre si
realmente estudiaba o se pasaba el día haciendo el golfo. Y, teniendo en
cuenta el pacto acordado, mejor sería no dar demasiados indicios de estupidez
o el analítico Nicholas podría descubrirlo pronto.
Nicholas no tardó demasiado en escabullirse hasta el baño. Se aseguró de
colocar bien el pestillo de la puerta, deseoso de tener un poco de intimidad.
Apenas llevaba un día allí, pero se sentía como si le hubiesen dado una brutal
paliza. Discutir con _____ resultaba agotador, la chica basurera era más
ingeniosa de lo que había pensado en principio. ¡Y ni qué decir del hermano! A
Nicholas le había fascinado aquel nuevo espécimen, jamás había conocido nada
igual. El desastroso estilo de vida de América se le antojaba terriblemente
extraño. Él estaba acostumbrado a su perfecta vida en Inglaterra, viviendo en
una lujosa mansión en la mejor urbanización de Londres, acudiendo cada día a
la escuela más prestigiosa de la ciudad.
Nicholas nunca había tenido necesidad de hacer la colada ni tampoco de
prepararse el desayuno cada mañana. Para esos quehaceres cotidianos sus
padres pagaban a un mayordomo profesional que, sin bien se desenvolvía
extraordinariamente en su trabajo, jamás hablaba ni opinaba; era como una
estatua que se encargaba sigilosamente de que todo estuviese en el más
absoluto orden. Y así se había criado: entre los trabajadores del servicio
doméstico, que estaban a sus órdenes, camisas planchadas minuciosamente y
cabellos engominados hasta la excentricidad. Así pues, pasar aquel mes en el
nuevo continente era el reto más difícil que había tenido que afrontar en toda su
vida.
Sonrió débilmente cuando el agua caliente se deslizó por su rostro,
despejándole un poco tras el agonioso día en la casa del terror. No estaba muy
seguro de cuánto tiempo duraría allí sin volverse loco. Intentó no pensar en ello,
concentrándose en exfoliar al máximo su piel, restregándose con ahínco con
una esponja rasposa. Cuando terminó, sintiéndose satisfecho tras la detallada
limpieza diaria, se cobijó en su albornoz y poco después se vistió con el pijama
de raso gris que su madre le había comprado específicamente para el viaje.
Suspiró cohibido y abrió la puerta del baño despacio, temeroso de lo que
pudiera encontrarse fuera.
_____, apoyada contra la pared de enfrente con gesto aburrido, parecía
esperar su turno para entrar, pero, en cuanto le vio, una mueca divertida se
dibujó en su rostro, al tiempo que le señalaba con descaro.
—Estás de broma, ¿no? —preguntó, en medio de una carcajada
entrecortada.
Nicholas se miró de arriba abajo, molesto, preguntándose qué habría hecho
mal ahora. No encontraba nada extraño que provocase aquella reacción en
ella.
—¿Ya te has pasado con las setas alucinógenas, _____?
Ella negó rápidamente con la cabeza.
—¡Pareces a punto de hacer una excursión al circo! —explotó risueña, con
voz chistosa—. Espera, espera… —Se acercó decida hasta él, que retrocedió
enseguida—, ¡pero si te has puesto brillantina en el pelo, Dios mío!
Y se tapó la boca con las manos, como si acabase de cometer un
pecado mortal. Él se cruzó de brazos, irritado.
—¿Qué tiene de raro, piojosa?
—¡Nicholas, la brillantina pasó de moda allá por los años cincuenta!
—¿Y? —Alzó una ceja—. Ir de mendiga por la vida nunca ha estado de
moda. Pero, mira, siempre hay quien disfruta cuando le dan un dólar en la calle
por compasión.
—Oye, animal, yo no parezco una mendiga —se defendió al tiempo que
ojeaba su propio atuendo.
—El animal es tu hermano —le recordó él alzando un dedo con firmeza.
—¡Pero mírate! Solo te faltan las zapatillas pomposas de abuela.
Él pareció recordar algo.
—¡Oh, sí, las había olvidado! —farfulló mirándose los calcetines negros
mientras movía graciosamente los dedos—. Están en mi armario, ¿te importaría
traérmelas?
Ella pensó que se trataba de un chiste.
—¿Primero me llamas mendiga y ahora pretendes que sea tu criada?
—Pues no estaría mal, la verdad. —Se encogió de hombros.
_____ resopló. Le miró fijamente, decidida a poner las cosas en su sitio.
Aquel niño de papá debería aprender a cambiar su estilo de vida.
—Mira, bonito, aquí cada uno se encarga de sus cosas. Así que mueve el
culo hasta tu habitación y búscate tú mismo las pomposas zapatillas —dijo con
una firmeza arrolladora.
Nicholas sonrió tímidamente y comenzó a caminar de puntillas hacia su
cuarto. Se giró antes de entrar.
—Oye, me alegra parecerte bonito. Comprendo que te deslumbre mi
atractivo físico —añadió señalando su pijama de raso—. Pero, por favor, _____,
no hace falta que lo grites a los cuatro vientos; tu familia acabará pensando que
hacemos excursiones de habitación en habitación en mitad de la noche.
_____ abrió desmesuradamente los ojos y se llevó una mano al pecho, sin
poder creerse lo que acababa de oír. Se preparó para gritarle alguna
incoherencia, lo que fuese, pero no tuvo tiempo, pues Nicholas cerró de un
portazo la puerta de la habitación tras dirigirle una pícara sonrisa. Ella respiró
hondo y se dirigió hacia el baño.
—¡Le odio, le odio! —gritó desesperada.
Mariel Jonas
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
Chicas, estoy haciendo una nove genial
En ella están los 5 chicos y personajes de crepúsculo
Pueden participar solamente tienen que comentar
Pliss leeanla y comenten
Sino tendre que cancelarla
Chicas las espero, son mi salvación
Este es el link
https://onlywn.activoforo.com/t25202p105-forever-together-with-one-direction-liam-y-tu
las espero!!
En ella están los 5 chicos y personajes de crepúsculo
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las espero!!
Deborah micha
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
jajajjajjaj ay dios no me mato xD amo estas peleas jajajaj ay dios me encanto seguilaaaaa quiero mAs caps :-D !!! besos te quiero mary !!
SmileJonas
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
En serio el tiene problemas e.e
Sigueeelaaaaaaaaaa
Feliz navidad!
Sigueeelaaaaaaaaaa
Feliz navidad!
Faby Evans Jonas
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
Faby Evans Jonas escribió:En serio el tiene problemas e.e
Sigueeelaaaaaaaaaa
Feliz navidad!
No te vayas faby, justo iba a subir._. sdgfd Feliz navidad :D
Mariel Jonas
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
Excursión al supermercado I
Armoniosos rayos de sol se filtraban por la persiana de la habitación,
iluminando su rostro. Nicholas sonrió cuando despertó y se desperezó en la cama,
estirando enérgicamente los brazos mientras escuchaba el canto de algunos
gorriones.
—¡Príncipe Nicholas de Camelot! —gritó _____ tras la puerta. Él frunció el
ceño, aturdido tras el brusco cambio de aquel despertar—. ¡Arrastra tus
posaderas hasta la cocina, es la hora del desayuno! ¡Ah, no olvides los leotardos,
que hace frío!
El rostro de Nicholas se tornó agrio cuando oyó la maliciosa risita de _____,
que, a paso apresurado, bajaba las escaleras hacia el piso inferior. Se incorporó
en la cama, molesto, recordando dónde se encontraba. Acostumbrado a tomar
la primera comida del día en pijama, bajó tal cual a la cocina, donde la familia
Graham se encontraba sentada a la mesa. El padre estaba leyendo el
periódico, mientras que Abigail regañaba a Marcus porque, al inclinarse, las
rastas se le metían en el tazón de leche.
—Mamá, pero ¿qué más da? —le reprochó este.
Nicholas se sentó en su silla y posó las manos cruzadas sobre el colorido
mantel, esperando que alguien le sirviese su desayuno. Como nadie dijo nada,
finalmente optó por pedirlo.
—A mí me gustaría tomar un zumo de naranja natural, sin pulpa, un tazón
de copos de avena, un capuchino con chocolate espolvoreado y… Oh, ¿por
qué no? ¡Vamos a saltarnos la dieta! También unas tostadas con mantequilla.
—Sonrió.
El señor Graham asomó el rostro por encima del periódico y le miró
fijamente. Marcus y _____ dejaron de engullir cereales y prorrumpieron en una
sonora carcajada. Abigail, despreocupada, preparaba el café.
—Abre la nevera y mira a ver qué pillas —le dijo el señor Graham,
confundido—. Es que estamos a principio de mes, así que todavía no hemos ido
a comprar.
Nicholas tardó unos segundos en comprender la situación. ¿Significaba
aquello que él mismo debería prepararse el desayuno? ¿E incluso abrir la puerta
de la nevera? Nunca había hecho una hazaña de tal calibre. Se sentía
ligeramente aturdido; aquellas cosas no cuadraban en su mundo perfecto. Se
levantó lentamente y se dirigió hacia la nevera, evaluando aquel montón de
chatarra como si fuese a atacarle de un momento a otro. Después, valeroso,
posó una mano en el mango y tiró con fuerza. La luz le deslumbró. Parpadeó sin
entender. Allí dentro no había absolutamente nada; tan solo quedaban dos
manzanas, unos restos de zumo tropical, algunos huevos y unos sangrientos
filetes de ternera. Consternado, volvió a cerrar la puerta y se dirigió hacia su silla,
con la vista fija en la familia Graham. _____ se giró hacia él.
—Hombre, no son copos de avena, pero puedes comer Choco Krispies,
están buenos —dijo, mostrándose amable por primera vez, como si sintiese pena
por él.
Nicholas dirigió la mirada hacia la caja de Choco Krispies, de la cual se
había apoderado Marcus. El mendigo, tras rascarse la cabeza, metía
ferozmente sus garras dentro del paquete de cereales y los sacaba a puñados
para engullirlos casi con violencia.
—No, gracias. —Sonrió forzadamente—. He oído que es bueno ayunar por
las mañanas.
—Pero ¿dónde has oído eso? ¡Es mentira! —le reprochó Abigail—. ¡Anda,
cielo, tómate un cafetito! Y he traído unos bollos de crema de la panadería…
¡moja uno en el café!
Nicholas negó con la cabeza, sin saber qué decir.
—Yo… intento no comer nada que tenga demasiado colesterol.
—¡Joder, tío! —exclamó Marcus—. Ni carne, ni bollos, ni cereales… pero
¿tú de qué vives, macho? Venga, cómete unos Krispies, que están mu’ buenos
—le aconsejó, masticando con la boca abierta. Ver los trozos de cereales
papeados no aumentó el apetito del inglés.
La señora Graham se giró decidida hacia todos ellos, secándose las
manos en un trapo de cocina que dejó colgando a un lado de su delantal.
—Está bien, será mejor que dejemos el tema. —Sonrió amablemente—.
¡Ahora iremos todos a comprar! Así haremos algo en familia.
Marcus se tragó sus Krispies apresuradamente.
—Mamá, tengo que estudiar —se excusó, se levantó rápidamente de la
mesa y se escabulló escaleras arriba.
El señor Graham se mordió el labio inferior, pensativo, mientras doblaba el
periódico del día con delicadeza.
—Cariño, creo que debería quedarme para revisar las ruedas del coche,
que están fatal —explicó.
—Bueno, no importa. —Suspiró resignada, agotada de intentar unir a
aquella individualizada familia—. ¡Ahora que lo recuerdo, yo también tengo que
pasarme por la tintorería! Lo había olvidado…
La mirada aterrorizada de _____ se alzó lentamente hasta dar con los ojos
de su madre. La joven frunció con descaro el ceño.
—Dime que es un chiste, mamá —exigió, y echó un vistazo al inglés—. No
pienso ir sola al supermercado con eso.
La señora Graham resopló, poniendo los brazos en jarras. Estaba
convencida de que su inquilino era un muchacho normal y atribuía su extraño
comportamiento al hecho de que se había criado en una cultura diferente. Le
llevaría un tiempo acostumbrarse a la vida en América.
—«Eso» tiene nombre —le reprochó a su hija—. Llámale Nicholas.
_____ miró en derredor desesperada, como buscando una salida,
cualquier escapatoria válida… pero tan solo se encontró con los grises y
señoriales ojos del aludido. Se dejó caer dramáticamente sobre el respaldo de su
silla, lo que la hizo chirriar.
—Vale. —Abigail sonrió como buenamente pudo—. Nicholas, te daré la lista
de la compra a ti, que pareces más responsable.
Él pareció emocionado ante el detalle y no tardó demasiado en huir
escaleras arriba, dispuesto a arreglarse para salir a comprar.
—Tardo cinco minutos —le dijo a _____.
Ella asintió con desgana, como si fuese un muñeco al que se le han
acabado las pilas.
_____ tuvo tiempo de sobra para despedirse de toda su familia, que
rápidamente se fueron marchando concentrados en sus quehaceres cotidianos.
Después, preguntándose qué demonios estaría haciendo el idiota de Nicholas,
terminó viendo un aburrido documental, tumbada en el sofá, con el pequeño
Whisky dormitando sobre su barriga. Cuando él apareció sonriente en la puerta
del salón, se frotó los ojos al tiempo que bostezaba, intentando despejarse.
—¿No habías dicho que solo serían cinco minutos? —le acusó, feroz—.
¡Has tardado más de una hora!
Parpadeó y le observó detenidamente. Nicholas vestía unos pantalones
negros con la raya exquisitamente planchada, conjuntados con los inmaculados
zapatos, que brillaban con tal intensidad que casi podía ver el reflejo de su
rostro. Llevaba una camisa blanca, y _____ supuso que, en el nefasto intento de
dar un toque informal, había dejado que el pico de uno de los lados saliera por
el extremo del pantalón. Ella rió.
—¿Qué pasa? —preguntó Nicholas, cohibido y sin apartar ni un solo
segundo la mirada del peligroso Whisky, que danzaba a los pies de su ama.
—¿Es que vamos a una boda y no me he enterado?
Nicholas evaluó su vestimenta, sin comprender.
—Si apenas me he arreglado —apuntó—, ni siquiera llevo corbata.
—¡Oh, eso lo explica todo! —exclamó ella risueña—. No quiero ni pensar
cómo acudirías a una ceremonia.
—Pues…
_____ le interrumpió, levantándose estrepitosamente del sofá.
—Majestad, guárdese los detalles, no me interesan —farfulló, colocándose
bien la capucha de la cazadora.
Salieron a la calle y caminaron avenida abajo en busca del
supermercado, que quedaba a seis manzanas de distancia.
—Dame la lista —le ordenó Nicholas alzando una mano con porte elegante.
—¡Que te crees tú eso!
—¡Eh, tu madre ha confiado en mí como portador de la lista! —reprochó
consternado, con la expresión de un chiquillo caprichoso.
_____ le miró divertida.
—Pero ¿qué te piensas, que mamá ha escrito en la lista de la compra el
secreto del universo o qué?
Él frunció el ceño.
—Me da igual, quiero mi lista —insistió—, soy el responsable —Y después la
miró malicioso—, ya que tu madre cree que no eres lo bastante madura como
para ocupar tal cargo.
La joven resopló, nerviosa. Lograba sacarle de quicio por cualquier
estupidez. Aquello era un infierno de carne y hueso.
—¡Toma tu lista y métetela donde te quepa!
—… en el bolsillo —añadió él y se la guardó delicadamente.
Entraron en el supermercado. _____ se dirigió decidida hacia los carritos
de la compra mientras Nicholas se quedaba pasmado, observando asombrado su
alrededor. Era la primera vez que pisaba un lugar así; jamás había ido a hacer la
compra, para eso le pagaban a la señorita Charlotte, su criada, que llevaba
años viviendo como interna en la mansión londinense.
Reaccionó casi con sorpresa cuando una familia con niños que gritaban
pasó por su lado. Suspiró e intentó asimilar lo que veía. Aquello era alucinante; un
espectáculo en toda regla. Bolas enormes y pomposas colgaban del techo,
junto con numerosos carteles luminosos que exclamaban: «¡Felices fiestas!». Por si
aquello fuera poco, un árbol de navidad se alzaba en la entrada del
supermercado repleto de espumillones, y por megafonía se emitían villancicos
populares que inundaban el recinto.
—¿Qué haces ahí parado? —le gritó _____.
Él despertó de aquel profundo letargo y la siguió a paso rápido.
—¿Quieres sacar la lista de la compra de una vez?
—¡Oh… sí, sí!
Extrajo la nota del bolsillo, la desdobló con cuidado y alisó una esquina
que se había arrugado ligeramente. Se aclaró la garganta y dijo con firmeza:
—Huevos.
_____ comenzó a caminar más rápido, recorriendo los eternos pasillos
segura de sí misma. En el fondo, Nicholas agradeció su compañía, pues si hubiese
estado solo, habría acabado perdiéndose. Cuando llegaron al estante de los
huevos, se quedó conmocionado ante la variedad de marcas, tamaños y
envases que había. _____ cogió decidida media docena y la dejó en el carro.
Nicholas ladeó la cabeza mientras observaba detenidamente el producto.
—¿Piensas coger esos? —preguntó, y una mueca de asco surcó su
aterciopelado rostro.
—No es que lo piense, es que ya están en el carro.
—Siempre puedes volver a cogerlos y dejarlos en el estante —aclaró
Nicholas.
—Pero es que tenemos que comprar huevos.
—Ya, el problema es que el aspecto de esos no me gusta —apuntó,
señalándolos con un dedo acusador, como si los pobres huevos estuviesen
malditos.
_____ fijó su vista en el estante, después miró al inglés confundida. Nunca
lograba comprender su retorcida mente. Aunque tampoco quería llegar a
hacerlo.
—¡Qué más da! Son todos iguales, ¡solo son huevos!
—¡Para mí no solo son huevos! Es el alimento y la proteína que voy a ingerir
y que se acabará depositando en mi cuerpo. La nutrición influye muchísimo en
la suavidad de la piel, ¿lo sabías?
Ella alzó las manos, exasperada.
—¡Oh, Dios mío! ¡Esto no es una clase de biología! Solo es una maldita caja
de huevos.
—Coge esos —le indicó Nicholas, señalando un envase amarillo.
—¡Pero si son carísimos! —se quejó _____—. ¡Valen cuatro dólares más!
Él bufó, restándole importancia.
—¡Cógelos! Ya recortaremos gastos en otras cosas.
_____ terminó cediendo con la esperanza de que se callase de una vez
por todas. Continuaron avanzando por los pasillos del supermercado.
—Léeme lo siguiente —le exigió la chica.
—Leche.
La estantería de los lácteos se le antojó infinita. Nicholas pasó más de veinte
minutos leyendo las etiquetas de los envases, como si fuese un inspector de
sanidad.
—¿Qué leche ha elegido, Sherlock? —preguntó _____, al borde de la
desesperación.
—Esta. —Nicholas le tendió una caja.
—¿Eh? ¿Leche fresca, sin lactosa, desnatada, ecológica? Tío, tú eres raro
de cojones.
—No soy tu tío —le recordó Nicholas.
_____ suspiró profundamente, armándose de paciencia, y clavó la vista
en el techo del supermercado como si esperase recibir alguna ayuda del cielo.
—Es un decir, una frase hecha —le aclaró.
—Ah, interesante —reconoció Nicholas, pensativo—. Ahora entiendo por
qué el neandertal de tu hermano me lo dice a todas horas.
¡FELIZ NAVIDAD! \o/ algo atrasado (? Lo siento hahahaha. Espero santa les haya traido muchos juguetes o cosas xD Pero sobre todo la hayan pasado padre con su familia, amigos, no se.
Pd. Ese Nicholas si tiene un grave problem e.e (?
Mariel Jonas
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
Awww que bonito y raro es mi nick jaja siguela! Quiero mas caps! Felizzz navidaddd
Ok ya aqi spero :)
Ok ya aqi spero :)
Pao Jonatica Forever :3
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
Te lo juro que nick se me hace hasta afeminado hahaha
Sigueee
Sigueee
Faby Evans Jonas
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
aaay me encantaaa, disculpa por no haber comentado en tantos dias pero por las fiestas, la familia y esas cosas. feliz navidad y nos diste un hermoso capitulo de reagalo! ajja asi que gracias. Espero el proximo capitulooooo... aunque este nicholas me cae un poco mal ):
without_you
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