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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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"Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
asjdvjffdbfj me encanto, y me he puesto muy triste de saber que quedan pocos capítulos :( síguela cuando puedas estaré esperando mas que ansiosa :3
MissKeynes96
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
nueva lectora
la nove me encanta esta hermosa
siguela
la nove me encanta esta hermosa
siguela
andreita
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
Aaww que caps tan tiernos enserio! Me encantoron! Waaa Nick y la rayis son hermoso! Y sus nombres aaww tiernos! Hjhjdxfcd aaww no qiero que termine! Ni que se valla en 2 dias! Waa llorare si no la siguess! Me encanto esta nove!
Pao Jonatica Forever :3
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
Baile de hielo
A la mañana siguiente, cuando todos despertaron, recogieron las tiendas
y las demás pertenencias y comenzaron a caminar siguiendo la ruta que les
llevaría hacia el conocido destino. Todos estaban más tranquilos, y apenas
surgieron percances entre bostezos y caras de sueño.
Nicholas estaba molesto. Subir y bajar montañas en pleno invierno y a
primera hora de la mañana no era una de sus aficiones. Estaba a punto de
quejarse cuando, tras salir de las inmediaciones del bosque, de pronto descubrió
el nuevo reto al que debería enfrentarse.
Un enorme lago congelado se extendía entre las altas montañas que lo
rodeaban. El aire gélido silbaba con fuerza, escurriéndose después entre los
árboles que dejaban atrás. Los chicos aplaudieron animados y gritaron
manifestando su alegría, a excepción de Nicholas.
—Todos vamos a morir —presagió.
_____ le cogió del brazo para darle fuerzas y lo sacudió, feliz, quitándole
importancia a sus palabras.
—No te preocupes, tonto. Seguro que lo pasamos genial.
—No vuelvas a llamarme tonto. —Nicholas alzó un dedo en alto a modo de
advertencia.
—Vale, intentaré no hacerlo a menos que me sirvas la oportunidad en
bandeja. —_____ rió.
Se habían quedado algo rezagados del resto del grupo, que ahora corría
hacia la inmensa superficie de hielo. Una lámina de plata, a lo lejos. Nicholas
admitió en silencio que al menos era un paisaje bonito; el vacío y la sencillez a
veces eran suficiente. El hielo brillaba bajo la luz del sol casi imperceptible. Al él le
gustaban las cosas que relucían, como el oro o los diamantes; era un símbolo de
fortuna y prestigio.
—¡Venga, vamos con los demás!
—Bien, pero solo porque quiero ver el lago un poco más de cerca
—puntualizó él.
Comenzaron a caminar hacia allí. Parecía que todo se deshacía a su
alrededor, como si los colores se deslizaran al reflejarse en la superficie helada.
Nicholas analizó rápidamente a los presentes: Marcus y Charles saltaban con
todas sus fuerzas sobre el hielo como si se hubieran propuesto romper la
superficie, caer al agua y morir lentamente congelados.
—¿Qué intentan hacer? —le preguntó a _____, temeroso.
—¿Sinceramente? No tengo ni idea, pero prefiero no averiguarlo.
Otros jugaban a deslizarse por el hielo, y los demás se lanzaban bolas de la
nieve blanda que quedaba alrededor. Hacía muchísimo frío, pero Nicholas se
esforzó por encontrar la parte positiva de todo aquello: el frío era bueno para la
piel.
—Vamos, Nicholas.
Él negó con la cabeza.
—No quiero saltar sobre el hielo, ni que me tiren bolas de nieve a la
cabeza… ni nada de eso —añadió, señalando a Esko, que acababa de
tumbarse sobre la superficie helada como si aquello fuese lo más normal. Ni
siquiera llevaban el equipo térmico adecuado.
—Vale, lo entiendo. —_____ le sonrió con dulzura y luego le tendió la
mano a Nicholas con la esperanza de que aceptase su ofrecimiento—. Pero…
¿qué te parece si me concedes un baile sobre el hielo? Siempre he querido
hacerlo.
Nicholas se debatió entonces entre seguir su instinto de supervivencia y huir
de allí o lograr que una ilusión de _____ se cumpliese. Lentamente, casi con
miedo, acercó su mano hacia la de ella, rozó sus dedos, notó el tacto frío y
finalmente supo que a esas alturas poco o nada podría negarle a _____. Porque
era lo más diferente a él y al mismo tiempo lo más cercano y bonito que jamás
había tenido.
Dieron unos pasos hasta que sus pies tocaron el hielo. No estaba tan mal,
no era tan horrible; a menos que recordase que bajo aquella superficie había un
montón de agua helada que ansiaba ahogarle. Sacudió la cabeza y se propuso
no pensar más en ello y dejar atrás sus miedos.
Una vez se alejaron de la orilla, _____ apoyó la cabeza en su hombro y le
rodeó el cuello con un brazo.
—¿Bailamos? —le preguntó en un susurro—. Tú imagina que la música de
un piano suena de fondo, una melodía lenta.
Nicholas asintió y comenzó a moverse despacio, balanceándose a un lado y
otro. Recordó una canción de George Winston que le gustaba, «Invierno», y se
dejó llevar por las imaginarias notas del piano. Sus pies se deslizaban por el hielo
cada vez con más valentía, se alegró de estar allí y haberse atrevido a
concederle aquel extraño baile, y como toda respuesta la abrazó con fuerza.
_____ seguía sus movimientos en silencio. En realidad nunca había sabido
bailar ni tenía intención de aprender a hacerlo. Pero tiempo atrás había leído un
libro que relataba una bonita historia de amor imposible y se dijo que algún día
ella también viviría esa experiencia y bailaría sobre un lago congelado como
hacían los protagonistas de aquella novela.
Pero ahora _____ temía que el final de su propia historia no fuera tan feliz
e idílico como solía ser el de los libros de amor. Recordó que les quedaban
apenas unos días que compartir y se contuvo para no llorar. Pensó en el tiempo
que habían malgastado discutiendo y odiándose, y luego admitió que quizá
gracias a todo aquello ahora estaban juntos. Todo había sido muy intenso desde
el día que Nicholas llegó al aeropuerto, tanto los buenos como los malos
momentos.
—Te vas a ir —le dijo.
Nicholas se apartó un poco de ella para poder ver su rostro. No lloraba, pero
tenía los ojos acuosos. A él también le dolía marcharse, aunque no lo demostrara
del mismo modo que _____.
—Ya lo sé, nos queda poco tiempo —contestó—. Pero anoche estuve
pensando… en algo que quizá podríamos hacer.
—¿A qué te refieres?
—Una lista. —Nicholas siguió moviéndose de un lado a otro, despacio,
mientras hablaba—. Cada uno podría escribir en un papel todas las cosas que le
gustaría que hiciésemos juntos y durante los días que nos quedan intentar
cumplir la mayoría de esos deseos, ¿qué te parece?
—Es una idea perfecta, Nicholas.
Se puso de puntillas y le besó.
—¡Pero apenas nos queda tiempo! —se quejó—. Aunque podríamos irnos
ya, nosotros dos solos. —Miró a su alrededor—. Seguramente los demás querrán
pasar aquí el resto del día, como todos los años.
Nicholas la sujetó por los hombros y la miró fijamente.
—Marcharnos ya de aquí sería mi mejor regalo de Navidad y algo que te
agradecería el resto de vida.
_____ se esforzó por no reír, aunque debía de haber supuesto que para
Nicholas la idea de irse sería un regalo caído del cielo. Le cogió de la mano y
fueron a despedirse de los demás.
A la mañana siguiente, cuando todos despertaron, recogieron las tiendas
y las demás pertenencias y comenzaron a caminar siguiendo la ruta que les
llevaría hacia el conocido destino. Todos estaban más tranquilos, y apenas
surgieron percances entre bostezos y caras de sueño.
Nicholas estaba molesto. Subir y bajar montañas en pleno invierno y a
primera hora de la mañana no era una de sus aficiones. Estaba a punto de
quejarse cuando, tras salir de las inmediaciones del bosque, de pronto descubrió
el nuevo reto al que debería enfrentarse.
Un enorme lago congelado se extendía entre las altas montañas que lo
rodeaban. El aire gélido silbaba con fuerza, escurriéndose después entre los
árboles que dejaban atrás. Los chicos aplaudieron animados y gritaron
manifestando su alegría, a excepción de Nicholas.
—Todos vamos a morir —presagió.
_____ le cogió del brazo para darle fuerzas y lo sacudió, feliz, quitándole
importancia a sus palabras.
—No te preocupes, tonto. Seguro que lo pasamos genial.
—No vuelvas a llamarme tonto. —Nicholas alzó un dedo en alto a modo de
advertencia.
—Vale, intentaré no hacerlo a menos que me sirvas la oportunidad en
bandeja. —_____ rió.
Se habían quedado algo rezagados del resto del grupo, que ahora corría
hacia la inmensa superficie de hielo. Una lámina de plata, a lo lejos. Nicholas
admitió en silencio que al menos era un paisaje bonito; el vacío y la sencillez a
veces eran suficiente. El hielo brillaba bajo la luz del sol casi imperceptible. Al él le
gustaban las cosas que relucían, como el oro o los diamantes; era un símbolo de
fortuna y prestigio.
—¡Venga, vamos con los demás!
—Bien, pero solo porque quiero ver el lago un poco más de cerca
—puntualizó él.
Comenzaron a caminar hacia allí. Parecía que todo se deshacía a su
alrededor, como si los colores se deslizaran al reflejarse en la superficie helada.
Nicholas analizó rápidamente a los presentes: Marcus y Charles saltaban con
todas sus fuerzas sobre el hielo como si se hubieran propuesto romper la
superficie, caer al agua y morir lentamente congelados.
—¿Qué intentan hacer? —le preguntó a _____, temeroso.
—¿Sinceramente? No tengo ni idea, pero prefiero no averiguarlo.
Otros jugaban a deslizarse por el hielo, y los demás se lanzaban bolas de la
nieve blanda que quedaba alrededor. Hacía muchísimo frío, pero Nicholas se
esforzó por encontrar la parte positiva de todo aquello: el frío era bueno para la
piel.
—Vamos, Nicholas.
Él negó con la cabeza.
—No quiero saltar sobre el hielo, ni que me tiren bolas de nieve a la
cabeza… ni nada de eso —añadió, señalando a Esko, que acababa de
tumbarse sobre la superficie helada como si aquello fuese lo más normal. Ni
siquiera llevaban el equipo térmico adecuado.
—Vale, lo entiendo. —_____ le sonrió con dulzura y luego le tendió la
mano a Nicholas con la esperanza de que aceptase su ofrecimiento—. Pero…
¿qué te parece si me concedes un baile sobre el hielo? Siempre he querido
hacerlo.
Nicholas se debatió entonces entre seguir su instinto de supervivencia y huir
de allí o lograr que una ilusión de _____ se cumpliese. Lentamente, casi con
miedo, acercó su mano hacia la de ella, rozó sus dedos, notó el tacto frío y
finalmente supo que a esas alturas poco o nada podría negarle a _____. Porque
era lo más diferente a él y al mismo tiempo lo más cercano y bonito que jamás
había tenido.
Dieron unos pasos hasta que sus pies tocaron el hielo. No estaba tan mal,
no era tan horrible; a menos que recordase que bajo aquella superficie había un
montón de agua helada que ansiaba ahogarle. Sacudió la cabeza y se propuso
no pensar más en ello y dejar atrás sus miedos.
Una vez se alejaron de la orilla, _____ apoyó la cabeza en su hombro y le
rodeó el cuello con un brazo.
—¿Bailamos? —le preguntó en un susurro—. Tú imagina que la música de
un piano suena de fondo, una melodía lenta.
Nicholas asintió y comenzó a moverse despacio, balanceándose a un lado y
otro. Recordó una canción de George Winston que le gustaba, «Invierno», y se
dejó llevar por las imaginarias notas del piano. Sus pies se deslizaban por el hielo
cada vez con más valentía, se alegró de estar allí y haberse atrevido a
concederle aquel extraño baile, y como toda respuesta la abrazó con fuerza.
_____ seguía sus movimientos en silencio. En realidad nunca había sabido
bailar ni tenía intención de aprender a hacerlo. Pero tiempo atrás había leído un
libro que relataba una bonita historia de amor imposible y se dijo que algún día
ella también viviría esa experiencia y bailaría sobre un lago congelado como
hacían los protagonistas de aquella novela.
Pero ahora _____ temía que el final de su propia historia no fuera tan feliz
e idílico como solía ser el de los libros de amor. Recordó que les quedaban
apenas unos días que compartir y se contuvo para no llorar. Pensó en el tiempo
que habían malgastado discutiendo y odiándose, y luego admitió que quizá
gracias a todo aquello ahora estaban juntos. Todo había sido muy intenso desde
el día que Nicholas llegó al aeropuerto, tanto los buenos como los malos
momentos.
—Te vas a ir —le dijo.
Nicholas se apartó un poco de ella para poder ver su rostro. No lloraba, pero
tenía los ojos acuosos. A él también le dolía marcharse, aunque no lo demostrara
del mismo modo que _____.
—Ya lo sé, nos queda poco tiempo —contestó—. Pero anoche estuve
pensando… en algo que quizá podríamos hacer.
—¿A qué te refieres?
—Una lista. —Nicholas siguió moviéndose de un lado a otro, despacio,
mientras hablaba—. Cada uno podría escribir en un papel todas las cosas que le
gustaría que hiciésemos juntos y durante los días que nos quedan intentar
cumplir la mayoría de esos deseos, ¿qué te parece?
—Es una idea perfecta, Nicholas.
Se puso de puntillas y le besó.
—¡Pero apenas nos queda tiempo! —se quejó—. Aunque podríamos irnos
ya, nosotros dos solos. —Miró a su alrededor—. Seguramente los demás querrán
pasar aquí el resto del día, como todos los años.
Nicholas la sujetó por los hombros y la miró fijamente.
—Marcharnos ya de aquí sería mi mejor regalo de Navidad y algo que te
agradecería el resto de vida.
_____ se esforzó por no reír, aunque debía de haber supuesto que para
Nicholas la idea de irse sería un regalo caído del cielo. Le cogió de la mano y
fueron a despedirse de los demás.
Mariel Jonas
Re: "Besos de muérdago" (Nick y tu) Adaptación
Lista de deseos
Cuando llegaron a casa, Nicholas estaba a punto de sufrir un infarto. Solo
habían hecho dos descansos durante todo el trayecto, tenía un hambre voraz,
puesto que habían olvidado coger los bocadillos que Marcus llevaba en su
mochila, y el esfuerzo de las horas de caminata había sido mortal para él, que no
estaba acostumbrado a caminar a ese ritmo.
Mientras _____ abría la puerta, Nicholas se llevó una mano al cuello para
tomarse las pulsaciones.
—Francamente, no sé si me quedan fuerzas siquiera para escribir mi lista.
Tras entrar, encontraron a la señora Graham en la cocina preparando la
comida.
—Pensé que llegaríais por la noche o mañana. —Le sacudió el pelo a
Nicholas con cariño—. Qué alegría teneros aquí de vuelta; a propósito, ¿dónde
está Marcus?
—Él se ha quedado con los demás en el lago, nosotros hemos decidido
volver antes.
—Ah, ¿os ha pasado algo?, ¿habéis vuelto a discutir?
—Mamá, será mejor que no hagas más preguntas. —_____ sonrió y le dio
un beso en la mejilla.
—¿Os preparo algo de comer entonces?
—Sí.
—No —le contradijo Nicholas—, tenemos planes, comeremos fuera.
Nicholas cogió a _____ del brazo y la guió hasta el piso de arriba.
—¿Qué pasa?
—Nada. Nos vamos a comer a un buen restaurante, es mi primer deseo de
la lista —dijo—, cámbiate de ropa y coge papel y lápiz. Tienes cinco minutos
—añadió antes de entrar en su habitación y cerrar la puerta.
_____ se sentó sobre la cama y después se dejó caer hacia atrás. Iban a
ser dos días intensos. Había muchísimas cosas que quería hacer con Nicholas, y su
mente comenzaba a divagar pensando en los futuros deseos que escribiría en su
lista.
_____ cerró la puerta de su habitación con cuidado, abrió el armario y
comenzó a pensar en qué ropa ponerse; al fondo, bajo una sudadera, vio el
regalo de Nicholas y recordó que tras la discusión ocurrida durante el día de
Navidad no habían llegado a intercambiar sus regalos.
Comenzó a dar pequeños saltitos por la habitación intentando subirse los
vaqueros, que parecían haber encogido después del último lavado. Cuando
estuvo completamente lista respiró hondo intentando no pensar demasiado en los rápidos acontecimientos de aquellos días, que habían dado un giro
inesperado a su vida rutinaria.
Finalmente salió de la habitación; Nicholas estaba esperándola apoyado en
la barandilla de la escalera con una pose elegante que le caracterizaba a la
perfección.
—¿Dónde quieres ir a comer?
—Ya lo verás. —Sonrió—. He llamado a un taxi, nos está esperando en la
puerta.
Media hora más tarde, cuando bajaron del taxi, _____ reconoció la
fachada del lugar; era un carísimo restaurante japonés, el más famoso de la
zona. Nicholas la cogió de la mano con firmeza y entró en el establecimiento. Tras
el mostrador de recepción había dos mujeres que vestían elegantes túnicas de
seda con dibujos florales de estilo tradicional. Sin pensárselo ni un segundo
Nicholas dejó caer su chaqueta sobre las manos de una de las mujeres, y esta le
sonrió como si estuviera agradecida por el hecho de poder servirles.
—_____, vamos, dale tu abrigo.
—Ah, sí, sí, claro…
Sintiéndose sumamente extraña logró quitarse el abrigo y entregárselo a la
señora sonriente, después esta se inclinó ligeramente a modo de reverencia y se
dirigió hacia el guardarropa. La otra mujer abandonó el mostrador y les condujo
lentamente por el restaurante hasta una de las mesas e incluso apartó ella
misma las sillas donde debían sentarse, por si Nicholas estaba demasiado cansado
para realizar una hazaña de tal calibre.
Sonaba una melodía suave de fondo y se oía agua caer, como si en algún
rincón del restaurante hubiese una fuente. _____ se sentía fuera de lugar,
contrariamente a Nicholas, que se mostraba entusiasmado mientras observaba la
curiosa decoración del establecimiento y poco después hojeaba la carta.
—¿Conocías este lugar? —preguntó ella.
—No, lo busqué por internet con el móvil. —Cruzó las manos sobre la mesa
con elegancia—. ¿Has cogido papel y lápiz?
_____ asintió y buscó en su bolso mientras Nicholas le explicaba lo que
harían a continuación.
—Cada uno hará una lista de cinco cosas —dijo—, pero ninguno mirará la
lista del otro; así, cuando se decida el siguiente plan, será una sorpresa.
—Me parece bien.
La camarera les interrumpió preguntándoles si ya habían decidido qué
querían pedir. Ambos estuvieron de acuerdo en escoger un menú variado para
dos. Cuando la mujer les retiró las cartas y se alejó de la mesa, _____ le dio a
Nicholas uno de los papeles que había llevado y ambos se centraron en redactar
sus respectivas listas.
_____ quería que Nicholas probase cosas nuevas (y rutinarias para el resto
de los mortales), que abriese su mente ante el mundo real y dejase de cerrarse
puertas. Estaba segura de que disfrutaría todos esos momentos simples que
habitualmente despreciaba sin siquiera molestarse en saber cómo eran. Por el
contrario, Nicholas deseaba que _____ escapase de su monótono mundo y
descubriese detalles del suyo.
Ella fue la primera en terminar la lista, a pesar de que Nicholas tenía menos
que escribir, puesto que ya había gastado uno de sus deseos al llevarla a ese
lujoso restaurante.
—Esto va a ser interesante… —comentó él tras acabar y comenzar a
doblar el papel por la mitad.
—¡Ya lo creo! —_____ le miró traviesa.
Los ojos de Nicholas se convirtieron en dos pequeñas rendijas.
—No eres de fiar —sentenció—, eres consciente de que ya no nos
odiamos, ¿verdad? Espero que hayas tenido en cuenta ese detalle mientras
escribías la lista.
—Lo mismo digo —concluyó ella.
Poco después les sirvieron el menú para dos y ambos comieron en silencio,
retándose con la mirada. Nicholas sabía que _____ no se lo pondría nada fácil.
—¿Y cuál será tu primer deseo?
—Hum… va a ser muy refrescante —contestó _____ esbozando una leve
sonrisa.
Cuando llegaron a casa, Nicholas estaba a punto de sufrir un infarto. Solo
habían hecho dos descansos durante todo el trayecto, tenía un hambre voraz,
puesto que habían olvidado coger los bocadillos que Marcus llevaba en su
mochila, y el esfuerzo de las horas de caminata había sido mortal para él, que no
estaba acostumbrado a caminar a ese ritmo.
Mientras _____ abría la puerta, Nicholas se llevó una mano al cuello para
tomarse las pulsaciones.
—Francamente, no sé si me quedan fuerzas siquiera para escribir mi lista.
Tras entrar, encontraron a la señora Graham en la cocina preparando la
comida.
—Pensé que llegaríais por la noche o mañana. —Le sacudió el pelo a
Nicholas con cariño—. Qué alegría teneros aquí de vuelta; a propósito, ¿dónde
está Marcus?
—Él se ha quedado con los demás en el lago, nosotros hemos decidido
volver antes.
—Ah, ¿os ha pasado algo?, ¿habéis vuelto a discutir?
—Mamá, será mejor que no hagas más preguntas. —_____ sonrió y le dio
un beso en la mejilla.
—¿Os preparo algo de comer entonces?
—Sí.
—No —le contradijo Nicholas—, tenemos planes, comeremos fuera.
Nicholas cogió a _____ del brazo y la guió hasta el piso de arriba.
—¿Qué pasa?
—Nada. Nos vamos a comer a un buen restaurante, es mi primer deseo de
la lista —dijo—, cámbiate de ropa y coge papel y lápiz. Tienes cinco minutos
—añadió antes de entrar en su habitación y cerrar la puerta.
_____ se sentó sobre la cama y después se dejó caer hacia atrás. Iban a
ser dos días intensos. Había muchísimas cosas que quería hacer con Nicholas, y su
mente comenzaba a divagar pensando en los futuros deseos que escribiría en su
lista.
_____ cerró la puerta de su habitación con cuidado, abrió el armario y
comenzó a pensar en qué ropa ponerse; al fondo, bajo una sudadera, vio el
regalo de Nicholas y recordó que tras la discusión ocurrida durante el día de
Navidad no habían llegado a intercambiar sus regalos.
Comenzó a dar pequeños saltitos por la habitación intentando subirse los
vaqueros, que parecían haber encogido después del último lavado. Cuando
estuvo completamente lista respiró hondo intentando no pensar demasiado en los rápidos acontecimientos de aquellos días, que habían dado un giro
inesperado a su vida rutinaria.
Finalmente salió de la habitación; Nicholas estaba esperándola apoyado en
la barandilla de la escalera con una pose elegante que le caracterizaba a la
perfección.
—¿Dónde quieres ir a comer?
—Ya lo verás. —Sonrió—. He llamado a un taxi, nos está esperando en la
puerta.
Media hora más tarde, cuando bajaron del taxi, _____ reconoció la
fachada del lugar; era un carísimo restaurante japonés, el más famoso de la
zona. Nicholas la cogió de la mano con firmeza y entró en el establecimiento. Tras
el mostrador de recepción había dos mujeres que vestían elegantes túnicas de
seda con dibujos florales de estilo tradicional. Sin pensárselo ni un segundo
Nicholas dejó caer su chaqueta sobre las manos de una de las mujeres, y esta le
sonrió como si estuviera agradecida por el hecho de poder servirles.
—_____, vamos, dale tu abrigo.
—Ah, sí, sí, claro…
Sintiéndose sumamente extraña logró quitarse el abrigo y entregárselo a la
señora sonriente, después esta se inclinó ligeramente a modo de reverencia y se
dirigió hacia el guardarropa. La otra mujer abandonó el mostrador y les condujo
lentamente por el restaurante hasta una de las mesas e incluso apartó ella
misma las sillas donde debían sentarse, por si Nicholas estaba demasiado cansado
para realizar una hazaña de tal calibre.
Sonaba una melodía suave de fondo y se oía agua caer, como si en algún
rincón del restaurante hubiese una fuente. _____ se sentía fuera de lugar,
contrariamente a Nicholas, que se mostraba entusiasmado mientras observaba la
curiosa decoración del establecimiento y poco después hojeaba la carta.
—¿Conocías este lugar? —preguntó ella.
—No, lo busqué por internet con el móvil. —Cruzó las manos sobre la mesa
con elegancia—. ¿Has cogido papel y lápiz?
_____ asintió y buscó en su bolso mientras Nicholas le explicaba lo que
harían a continuación.
—Cada uno hará una lista de cinco cosas —dijo—, pero ninguno mirará la
lista del otro; así, cuando se decida el siguiente plan, será una sorpresa.
—Me parece bien.
La camarera les interrumpió preguntándoles si ya habían decidido qué
querían pedir. Ambos estuvieron de acuerdo en escoger un menú variado para
dos. Cuando la mujer les retiró las cartas y se alejó de la mesa, _____ le dio a
Nicholas uno de los papeles que había llevado y ambos se centraron en redactar
sus respectivas listas.
_____ quería que Nicholas probase cosas nuevas (y rutinarias para el resto
de los mortales), que abriese su mente ante el mundo real y dejase de cerrarse
puertas. Estaba segura de que disfrutaría todos esos momentos simples que
habitualmente despreciaba sin siquiera molestarse en saber cómo eran. Por el
contrario, Nicholas deseaba que _____ escapase de su monótono mundo y
descubriese detalles del suyo.
Ella fue la primera en terminar la lista, a pesar de que Nicholas tenía menos
que escribir, puesto que ya había gastado uno de sus deseos al llevarla a ese
lujoso restaurante.
—Esto va a ser interesante… —comentó él tras acabar y comenzar a
doblar el papel por la mitad.
—¡Ya lo creo! —_____ le miró traviesa.
Los ojos de Nicholas se convirtieron en dos pequeñas rendijas.
—No eres de fiar —sentenció—, eres consciente de que ya no nos
odiamos, ¿verdad? Espero que hayas tenido en cuenta ese detalle mientras
escribías la lista.
—Lo mismo digo —concluyó ella.
Poco después les sirvieron el menú para dos y ambos comieron en silencio,
retándose con la mirada. Nicholas sabía que _____ no se lo pondría nada fácil.
—¿Y cuál será tu primer deseo?
—Hum… va a ser muy refrescante —contestó _____ esbozando una leve
sonrisa.
Mariel Jonas
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