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[Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
dasmkdmaldmadas
Lo del dibujo me hizo acuerdo a cuando Kendall dibujo a Logan y le dijo:
Este eres tu, claro, por tu cabello. Y este yo por mi cabello, obviamente xD
Pequeña coliflor? xD
Siguela pronto!
Cuidate, Nadia
Lo del dibujo me hizo acuerdo a cuando Kendall dibujo a Logan y le dijo:
Este eres tu, claro, por tu cabello. Y este yo por mi cabello, obviamente xD
Pequeña coliflor? xD
Siguela pronto!
Cuidate, Nadia
Invitado
Invitado
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
Hola Nadia graxias por los coments
en seguida la sigo
.....................................................
Loca tambien tu!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!jeje tqm
en seguida la sigo
.....................................................
Loca tambien tu!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!jeje tqm
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
16
Listas de amores pasados
—Un poco más de agua, por favor. Creo que acabaré deshidratándome.
—A no ser que la gripe de la gallina te atrape antes —_________ sonrió tímidamente—; creo que le lleva ventaja a la deshidratación.
—¡No pronuncies el nombre prohibido! —le recordó Logan, que apretó los dientes al hablar.
—Oh, perdón.
La noche anterior habían acordado no pronunciar «la gripe de la gallina», ya que a Logan se le antojaba demasiado doloroso escuchar aquel terminó, y sus oídos no parecían estar preparados para soportarlo. _________ abrió el botiquín de primeros auxilios que él había llevado como parte del equipaje y buscó en el abarrotado interior otra toallita húmeda para colocársela en la frente.
—Están a la derecha —le indicó Logan—. ¡Uf, _________, eres una paleta total! Dame el botiquín, ya las busco yo mismo.
Le tendió la maletita.
—Cuidado, no sea que te rompas una uña… —le advirtió ella, medio riendo—. Eso sería… el Apocalipsis.
Logan desenvolvió rápidamente otra toallita húmeda y, desechando la anterior, se la puso sobre la frente con cuidado. Se reclinó sobre el sofá y apoyó la cabeza en un almohadón de color morado.
—¿Sabes?, empiezas a repetirte —dijo Logan—. Vas a tener que contratar a alguien para que piense estupideces nuevas por ti.
—¿No es más propio de ti eso de tener sirvientes que se encarguen de tus responsabilidades?
—Sí. Ojalá estuviese aquí Jack —Suspiró con aire nostálgico—; nadie hace los Jugos de piña con coco rallado como él… —Frunció el entrecejo—. ¡Cómo odio este horrible lugar!
—Te refieres a mi casa, ¿no?
—Sí, y a todos los que la habitan, por supuesto —aclaró felizmente.
—Tranquilo; para mí también es un alivio saber que cada minuto que pasa significa que falta un poco menos para que te marches de aquí.
Logan estiró los brazos, sonriendo y ocupando prácticamente todo el sofá.
________ cambió el canal de la televisión, molesta, apretando con ahínco las teclas del mando a distancia.
—¡Sí! Será un lujo volver a tener algo de espacio —prosiguió el inglés.
—Oye, mi casa tiene dos pisos, no es pequeña.
—¡Si tú lo dices…! Apuesto a que tiene los mismos metros cuadrados que uno de mis cuartos de baño.
________ enarcó las cejas con escepticismo. Cada vez le intrigaba más saber de dónde provenía realmente aquel extraño alumno de intercambio. Quizá todo aquello que decía era mentira, quizá solo se trataba de una persona con verdaderos problemas mentales que no llegaba a aceptar su propia realidad… y terminaba por inventársela. Ahogó un suspiro.
—Sabes que esta noche celebramos el cumpleaños de Kendall, ¿verdad?
Logan ladeó lentamente la cabeza y miró a _________ con los ojos muy abiertos, como si acabase de ver a un fantasma. Después rió tontamente.
—¡Qué chiste más malo! Y encima casi me lo trago.
—No es un chiste, Logan. —________ amplió su sonrisa—. En realidad es dentro de una semana, lo que pasa es que coincide con el día de Navidad, y este año hemos decidido cambiarlo. Ya sé que es un poco precipitado… pero hemos conseguido arreglarlo.
Y era cierto. Kendall había querido celebrar su cumpleaños esa misma noche de cualquier modo. Así pues, sus padres decidieron aprovechar el día para visitar a la tía Marge y pasar la noche con ella, dejándoles la casa libre. Había sido toda una suerte que el señor Graham cediera; terminó sucumbiendo a las amenazas de Kendall de que, si no lo hacía, dejaría de estudiar y se marcharía a recorrer mundo en la maltrecha caravana de su amigo Frank.
—Tendrás que ayudarme a prepararlo todo —prosiguió _________, animada—. A las diez en punto llegarán los amigos de Kendall.
—¿Qué?
Logan negó con la cabeza. Confundido, se quitó la toallita húmeda de la frente y la lanzó sobre ________.
—Pero ¿qué haces, loco?
—¡Me protejo de ti! Pretendes destrozarme la vida, ¿verdad?
—Yo no… —Puso los ojos en blanco—. ¡Oh, vamos, Logan, no será para tanto! Todos son muy simpáticos.
Logan se cruzó de brazos.
—Ya. Mira, si son tan simpáticos como tus amigos, prefiero no conocerlos. Gracias. __________ se recostó en el sofá, cogió en brazos a fox e intentó ignorar el berrinche de Logan. A veces podía llegar a parecer un niño de tres años, a pesar de su aspecto elegante y eternamente formal. No tenía arreglo.
—¿Estás enfadado?
Se inclinó hacia él, sonriendo. Le tocó la punta de la nariz con el dedo, y Logan le apartó la mano con un seco manotazo, como si se tratase de una mosca molesta. ________ recordó aquellos días en que había trabajado de niñera para la vecina y se propuso actuar con Logan tal y como se comportaba con los niños a los que debía cuidar.
—¿Quieres que te ponga El rey león otra vez?
Otra vez… porque la noche anterior, pasado el primer susto tras escuchar la noticia de la gripe de la gallina, habían vuelto a verla. Logan arrugó la nariz, y sus ojos cafés, fríos y penetrantes, se clavaron en _________ como si esta fuese una intrusa. Finalmente, tras pensárselo, desenvolvió otra toallita húmeda y decidió contestar.
—Vale.
Había terminado cayendo en la tela de araña tejida por _________. Ella se levantó animada del sofá, intentando no reír, y rebuscó entre los DVD. Ojeó distraída algunas cubiertas.
—O, mejor aún, probemos con Aladdín, a ver qué te parece…
—¿Aladdín? ¿Y ese quién demonios es?
—Ahora lo verás.
Logan se mantuvo atento a la película y opinó descaradamente en algunos momentos cruciales. Cuando terminó, casi una hora después, __________ apagó el televisor y se recostó en el sofá.
—Bueno, ¿qué te ha parecido la película?
—¿Quieres que te responda punto por punto? —Suspiró—. Uno: los escenarios son pobres y repetitivos. Dos: ¿a esa diminuta mansión blanca la llaman palacio?, ¡por Dios! Tres: ¿las alfombras voladoras existen? Cuatro: si yo hubiese sido Jazmín habría ordenado a mis espías que investigasen a Aladdín.
________ negó con la cabeza, esforzándose por no reír.
—¿Por qué te identificas con la princesa? Tendría que ser al revés: deberías identificarte con Aladdín.
—Pero ¿qué dices? Yo no soy un pobretón, ni robo un mendrugo de pan, ni tampoco llevo un mono pulgoso a la espalda, del que ni siquiera se sabe en qué idioma habla. —Agitó las manos con gesto señorial—. Antes me comparo con el sultán gordo, que, por cierto, un poco de ejercicio no le vendría nada mal.
—No tienes remedio —bufó ________.
—Gracias.
Pasaron unos instantes tumbados en el sofá y sumidos en un profundo silencio. ________ había comenzado a sentir cierta curiosidad por Logan. En realidad, deseaba conocer un poco más sobre su vida en Londres, sobre él en general. Notaba que, con el paso de los días, la confianza entre ellos —a pesar de estar repleta de odio— iba asentando sus bases. Quizá se estaba acostumbrando a eso de tener al lado a un enfermo mental.
—Logan, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Eh… NO.
—¿Alguna vez has tenido novia?
—¿Es que no me has oído? Te prohíbo que me preguntes cosas.
—Eso significa que siempre has estado soltero, ¿verdad?
Logan comenzó a ruborizarse lentamente, y sus mofletes se tornaron de un gracioso tono rojizo. Se incorporó en el sofá, sentándose y mirándola.
—Pues claro que no. Soy el sex symbol del instituto.
—¿De veras? No me lo creo.
—Abre los ojos, mírame fijamente y verás cómo se te despejan las dudas.
_________ rió descaradamente. Su ego no tenía límites.
—¿Y con cuántas chicas has salido?
—¡Sabía adónde querías llegar, vieja picarona! —La apuntó con un dedo acusador—. No pienso decírtelo. Te quedarás con las ganas de saberlo.
_________ se acercó a Logan, rompiendo la normativa de espacio vital individual que ambos habían acordado. Él pareció sentirse intimidado y la miró con una mezcla de miedo y desconcierto.
—¡Va, Logan! ¡No te hagas el malote! —Le dio un pequeño codazo—. ¡Venga, sex symbol, cuéntame a cuántas fashion victims te has llevado a la cama!
Logan tragó saliva despacio. La desvergüenza de ________ le ponía nervioso. Nadie le había preguntado nunca aquello de un modo tan directo. Es más, a decir verdad, jamás se lo habían preguntado de ningún modo. Suspiró y se acercó al oído de ella. No quería darle a entender con sus silencios que no había tenido novia.
—A… dos —susurró.
Invadió la estancia un incómodo silencio que, poco después, se vio interrumpido por las risas de ________. Le señaló con un dedo y negó con la cabeza, incrédula.
—¿SOLO DOS?
Logan pestañeó confundido. ¿Cómo que… «solo»?, ¿acaso no eran suficientes? Tenía dieciocho años. Y, ciertamente, después de lo ocurrido con su última novia, había aprendido la lección, y desde entonces evitaba tropezarse con cualquier otra mujer. Claro que ese episodio de su vida jamás se lo contaría a la idiota de ________.
Un extraño cosquilleo comenzó a ascenderle desde el estómago cuando se preguntó con cuántos chicos habría salido ________. Peor aún: la imaginó en brazos de otro. Cerró los ojos con fuerza, apartando aquellos pensamientos de su mente.
—¿Con cuántos has salido tú? —le preguntó.
—¿Te refieres a los de estar un par de meses, o a los de pasar un buen rato sin compromisos?
—No sé… todos en general… ¿Cuántos?
—¿Te crees que me dedico a contarlos o qué?
Fue como si le tirasen encima un jarro de agua fría. Entonces, el beso que se habían dado en el cuarto de baño aquella noche, con el historial de ________, no debía de haber significado nada para ella. Claro que para él tampoco, ¡faltaría más! Un beso. Un beso… tonto, estúpido e insignificante. Solo eso. Sonrío falsamente e intentó pensar en algo que pudiese dañarla, porque en ese momento, sin saber por qué, él también se sentía extrañamente dolido.
—Vaya, así que ¿los jóvenes salidos de la urbanización te conocen como «_______, la chica a domicilio»?
—¿Qué estás insinuando?
Se levantó del sofá y puso los brazos en jarras. Enarcó las cejas.
—Lo que has oído, exactamente. Ni más, ni menos.
—¡No te atrevas a insultarme! ¡Ni siquiera me conoces, Logan!
—Ya, pero tú has dicho que tu lista de chicos es tan larga que ni siquiera puedes llevar la cuenta. —Se encogió de hombros y, muy en el fondo, advirtió la satisfacción que sentía al ver el rostro enojado de __________. Al fin y al cabo, él también estaba enojado.
—¿Y eso qué tiene que ver?
—En Londres, al tipo de chicas que son como tú, las denominamos «put…».
—¡Cállate!
________ notó que los nervios se apoderaban de ella. Aquello no era justo. Se llevó una mano al pecho, tratando calmarse, y procuró no derramar ni una sola lágrima.
—¡Para tu información, yo nunca me he acostado con nadie! —explotó finalmente.
Logan la miró fijamente y supo que estaba diciendo la verdad. Aturdido, y sintiéndose algo culpable por sus acusaciones, se dio la vuelta en el sofá y evitó toparse con sus ojos. La situación era extraña y se le estaba escapando de las manos.
—Así que ¿eres virgen…? —se atrevió a decir, pasados unos insoportables segundos repletos de tensión.
—Sí. —________ logró relajarse—. ¿Y tú?
Logan alzó la cabeza y sus ojos grises chocaron con los de ella. Entonces ________ adivinó que no le iba a gustar la respuesta y le molestó que un incómodo nudo presionase su garganta.
—No. No lo soy —contestó.
Listas de amores pasados
—Un poco más de agua, por favor. Creo que acabaré deshidratándome.
—A no ser que la gripe de la gallina te atrape antes —_________ sonrió tímidamente—; creo que le lleva ventaja a la deshidratación.
—¡No pronuncies el nombre prohibido! —le recordó Logan, que apretó los dientes al hablar.
—Oh, perdón.
La noche anterior habían acordado no pronunciar «la gripe de la gallina», ya que a Logan se le antojaba demasiado doloroso escuchar aquel terminó, y sus oídos no parecían estar preparados para soportarlo. _________ abrió el botiquín de primeros auxilios que él había llevado como parte del equipaje y buscó en el abarrotado interior otra toallita húmeda para colocársela en la frente.
—Están a la derecha —le indicó Logan—. ¡Uf, _________, eres una paleta total! Dame el botiquín, ya las busco yo mismo.
Le tendió la maletita.
—Cuidado, no sea que te rompas una uña… —le advirtió ella, medio riendo—. Eso sería… el Apocalipsis.
Logan desenvolvió rápidamente otra toallita húmeda y, desechando la anterior, se la puso sobre la frente con cuidado. Se reclinó sobre el sofá y apoyó la cabeza en un almohadón de color morado.
—¿Sabes?, empiezas a repetirte —dijo Logan—. Vas a tener que contratar a alguien para que piense estupideces nuevas por ti.
—¿No es más propio de ti eso de tener sirvientes que se encarguen de tus responsabilidades?
—Sí. Ojalá estuviese aquí Jack —Suspiró con aire nostálgico—; nadie hace los Jugos de piña con coco rallado como él… —Frunció el entrecejo—. ¡Cómo odio este horrible lugar!
—Te refieres a mi casa, ¿no?
—Sí, y a todos los que la habitan, por supuesto —aclaró felizmente.
—Tranquilo; para mí también es un alivio saber que cada minuto que pasa significa que falta un poco menos para que te marches de aquí.
Logan estiró los brazos, sonriendo y ocupando prácticamente todo el sofá.
________ cambió el canal de la televisión, molesta, apretando con ahínco las teclas del mando a distancia.
—¡Sí! Será un lujo volver a tener algo de espacio —prosiguió el inglés.
—Oye, mi casa tiene dos pisos, no es pequeña.
—¡Si tú lo dices…! Apuesto a que tiene los mismos metros cuadrados que uno de mis cuartos de baño.
________ enarcó las cejas con escepticismo. Cada vez le intrigaba más saber de dónde provenía realmente aquel extraño alumno de intercambio. Quizá todo aquello que decía era mentira, quizá solo se trataba de una persona con verdaderos problemas mentales que no llegaba a aceptar su propia realidad… y terminaba por inventársela. Ahogó un suspiro.
—Sabes que esta noche celebramos el cumpleaños de Kendall, ¿verdad?
Logan ladeó lentamente la cabeza y miró a _________ con los ojos muy abiertos, como si acabase de ver a un fantasma. Después rió tontamente.
—¡Qué chiste más malo! Y encima casi me lo trago.
—No es un chiste, Logan. —________ amplió su sonrisa—. En realidad es dentro de una semana, lo que pasa es que coincide con el día de Navidad, y este año hemos decidido cambiarlo. Ya sé que es un poco precipitado… pero hemos conseguido arreglarlo.
Y era cierto. Kendall había querido celebrar su cumpleaños esa misma noche de cualquier modo. Así pues, sus padres decidieron aprovechar el día para visitar a la tía Marge y pasar la noche con ella, dejándoles la casa libre. Había sido toda una suerte que el señor Graham cediera; terminó sucumbiendo a las amenazas de Kendall de que, si no lo hacía, dejaría de estudiar y se marcharía a recorrer mundo en la maltrecha caravana de su amigo Frank.
—Tendrás que ayudarme a prepararlo todo —prosiguió _________, animada—. A las diez en punto llegarán los amigos de Kendall.
—¿Qué?
Logan negó con la cabeza. Confundido, se quitó la toallita húmeda de la frente y la lanzó sobre ________.
—Pero ¿qué haces, loco?
—¡Me protejo de ti! Pretendes destrozarme la vida, ¿verdad?
—Yo no… —Puso los ojos en blanco—. ¡Oh, vamos, Logan, no será para tanto! Todos son muy simpáticos.
Logan se cruzó de brazos.
—Ya. Mira, si son tan simpáticos como tus amigos, prefiero no conocerlos. Gracias. __________ se recostó en el sofá, cogió en brazos a fox e intentó ignorar el berrinche de Logan. A veces podía llegar a parecer un niño de tres años, a pesar de su aspecto elegante y eternamente formal. No tenía arreglo.
—¿Estás enfadado?
Se inclinó hacia él, sonriendo. Le tocó la punta de la nariz con el dedo, y Logan le apartó la mano con un seco manotazo, como si se tratase de una mosca molesta. ________ recordó aquellos días en que había trabajado de niñera para la vecina y se propuso actuar con Logan tal y como se comportaba con los niños a los que debía cuidar.
—¿Quieres que te ponga El rey león otra vez?
Otra vez… porque la noche anterior, pasado el primer susto tras escuchar la noticia de la gripe de la gallina, habían vuelto a verla. Logan arrugó la nariz, y sus ojos cafés, fríos y penetrantes, se clavaron en _________ como si esta fuese una intrusa. Finalmente, tras pensárselo, desenvolvió otra toallita húmeda y decidió contestar.
—Vale.
Había terminado cayendo en la tela de araña tejida por _________. Ella se levantó animada del sofá, intentando no reír, y rebuscó entre los DVD. Ojeó distraída algunas cubiertas.
—O, mejor aún, probemos con Aladdín, a ver qué te parece…
—¿Aladdín? ¿Y ese quién demonios es?
—Ahora lo verás.
Logan se mantuvo atento a la película y opinó descaradamente en algunos momentos cruciales. Cuando terminó, casi una hora después, __________ apagó el televisor y se recostó en el sofá.
—Bueno, ¿qué te ha parecido la película?
—¿Quieres que te responda punto por punto? —Suspiró—. Uno: los escenarios son pobres y repetitivos. Dos: ¿a esa diminuta mansión blanca la llaman palacio?, ¡por Dios! Tres: ¿las alfombras voladoras existen? Cuatro: si yo hubiese sido Jazmín habría ordenado a mis espías que investigasen a Aladdín.
________ negó con la cabeza, esforzándose por no reír.
—¿Por qué te identificas con la princesa? Tendría que ser al revés: deberías identificarte con Aladdín.
—Pero ¿qué dices? Yo no soy un pobretón, ni robo un mendrugo de pan, ni tampoco llevo un mono pulgoso a la espalda, del que ni siquiera se sabe en qué idioma habla. —Agitó las manos con gesto señorial—. Antes me comparo con el sultán gordo, que, por cierto, un poco de ejercicio no le vendría nada mal.
—No tienes remedio —bufó ________.
—Gracias.
Pasaron unos instantes tumbados en el sofá y sumidos en un profundo silencio. ________ había comenzado a sentir cierta curiosidad por Logan. En realidad, deseaba conocer un poco más sobre su vida en Londres, sobre él en general. Notaba que, con el paso de los días, la confianza entre ellos —a pesar de estar repleta de odio— iba asentando sus bases. Quizá se estaba acostumbrando a eso de tener al lado a un enfermo mental.
—Logan, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Eh… NO.
—¿Alguna vez has tenido novia?
—¿Es que no me has oído? Te prohíbo que me preguntes cosas.
—Eso significa que siempre has estado soltero, ¿verdad?
Logan comenzó a ruborizarse lentamente, y sus mofletes se tornaron de un gracioso tono rojizo. Se incorporó en el sofá, sentándose y mirándola.
—Pues claro que no. Soy el sex symbol del instituto.
—¿De veras? No me lo creo.
—Abre los ojos, mírame fijamente y verás cómo se te despejan las dudas.
_________ rió descaradamente. Su ego no tenía límites.
—¿Y con cuántas chicas has salido?
—¡Sabía adónde querías llegar, vieja picarona! —La apuntó con un dedo acusador—. No pienso decírtelo. Te quedarás con las ganas de saberlo.
_________ se acercó a Logan, rompiendo la normativa de espacio vital individual que ambos habían acordado. Él pareció sentirse intimidado y la miró con una mezcla de miedo y desconcierto.
—¡Va, Logan! ¡No te hagas el malote! —Le dio un pequeño codazo—. ¡Venga, sex symbol, cuéntame a cuántas fashion victims te has llevado a la cama!
Logan tragó saliva despacio. La desvergüenza de ________ le ponía nervioso. Nadie le había preguntado nunca aquello de un modo tan directo. Es más, a decir verdad, jamás se lo habían preguntado de ningún modo. Suspiró y se acercó al oído de ella. No quería darle a entender con sus silencios que no había tenido novia.
—A… dos —susurró.
Invadió la estancia un incómodo silencio que, poco después, se vio interrumpido por las risas de ________. Le señaló con un dedo y negó con la cabeza, incrédula.
—¿SOLO DOS?
Logan pestañeó confundido. ¿Cómo que… «solo»?, ¿acaso no eran suficientes? Tenía dieciocho años. Y, ciertamente, después de lo ocurrido con su última novia, había aprendido la lección, y desde entonces evitaba tropezarse con cualquier otra mujer. Claro que ese episodio de su vida jamás se lo contaría a la idiota de ________.
Un extraño cosquilleo comenzó a ascenderle desde el estómago cuando se preguntó con cuántos chicos habría salido ________. Peor aún: la imaginó en brazos de otro. Cerró los ojos con fuerza, apartando aquellos pensamientos de su mente.
—¿Con cuántos has salido tú? —le preguntó.
—¿Te refieres a los de estar un par de meses, o a los de pasar un buen rato sin compromisos?
—No sé… todos en general… ¿Cuántos?
—¿Te crees que me dedico a contarlos o qué?
Fue como si le tirasen encima un jarro de agua fría. Entonces, el beso que se habían dado en el cuarto de baño aquella noche, con el historial de ________, no debía de haber significado nada para ella. Claro que para él tampoco, ¡faltaría más! Un beso. Un beso… tonto, estúpido e insignificante. Solo eso. Sonrío falsamente e intentó pensar en algo que pudiese dañarla, porque en ese momento, sin saber por qué, él también se sentía extrañamente dolido.
—Vaya, así que ¿los jóvenes salidos de la urbanización te conocen como «_______, la chica a domicilio»?
—¿Qué estás insinuando?
Se levantó del sofá y puso los brazos en jarras. Enarcó las cejas.
—Lo que has oído, exactamente. Ni más, ni menos.
—¡No te atrevas a insultarme! ¡Ni siquiera me conoces, Logan!
—Ya, pero tú has dicho que tu lista de chicos es tan larga que ni siquiera puedes llevar la cuenta. —Se encogió de hombros y, muy en el fondo, advirtió la satisfacción que sentía al ver el rostro enojado de __________. Al fin y al cabo, él también estaba enojado.
—¿Y eso qué tiene que ver?
—En Londres, al tipo de chicas que son como tú, las denominamos «put…».
—¡Cállate!
________ notó que los nervios se apoderaban de ella. Aquello no era justo. Se llevó una mano al pecho, tratando calmarse, y procuró no derramar ni una sola lágrima.
—¡Para tu información, yo nunca me he acostado con nadie! —explotó finalmente.
Logan la miró fijamente y supo que estaba diciendo la verdad. Aturdido, y sintiéndose algo culpable por sus acusaciones, se dio la vuelta en el sofá y evitó toparse con sus ojos. La situación era extraña y se le estaba escapando de las manos.
—Así que ¿eres virgen…? —se atrevió a decir, pasados unos insoportables segundos repletos de tensión.
—Sí. —________ logró relajarse—. ¿Y tú?
Logan alzó la cabeza y sus ojos grises chocaron con los de ella. Entonces ________ adivinó que no le iba a gustar la respuesta y le molestó que un incómodo nudo presionase su garganta.
—No. No lo soy —contestó.
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
17
Confusión
—Estoy hasta las narices de hacer mariposas de estas —protestó Lo, ganmientras espolvoreaba con canela algunas de las galletas.
—No son mariposas, son buñuelos. —Logan le miró seria—. No me digas que nunca los has probado…
—Eso es algo obvio. En mi casa no comemos mierda.
—¡Los buñuelos no son mierda!
—Cierto, tienes razón: solo son un cúmulo de grasa bañado en azúcar. Grasa y más grasa, como conclusión —explicó con ademán reflexivo.
—Estás enfermo.
Se encogió de hombros.
—Es complicado mantenerme sano si tengo que verte a todas horas; las pupilas, los tímpanos… todo acaba resintiéndose inevitablemente.
—¡Cállate de una vez! ¡Y deja de echarles canela a los buñuelos!
—Solo intentaba ocultar la aceitosa realidad.
Acababan de comenzar a preparar los primeros detalles del cumpleaños de Kendall, y ________ ya se sentía agotada. Soportar a Logan era peor que moldear y hornear quinientos buñuelos con canela. Desde que el inglés había descubierto que acudirían a la celebración todos los amigos de Kendall, se había propuesto un reto: conseguir decir más de diez estupideces por minuto que sacasen de quicio a _________. Y, al parecer, lo estaba logrando.
—Bien. Ya está. —_______ se apartó el flequillo de la frente y se ensució la cara de harina—. Ahora enchufa el horno.
—¿Cómo se hace eso, señorita… Casper?
—¿Casper?
—Te has manchado de harina, parece que acabas de disfrazarte de fantasma para ir a un carnaval —Enarcó las cejas—, aunque… por otra parte…
—Da igual, mejor no añadas nada más. —________ le dio un empujón al pasar por su lado y encendió el horno.
—Como decía, por otra parte… la suciedad actúa como barrera impidiéndome ver tu cara. Y supongo que eso es bueno.
Ella bufó, esparciendo aún más el desastre desatado en la cocina, y se cruzó de brazos.
—No podías mantener la boca cerrada, ¿verdad?
—Exacto. Es uno de mis dones: siempre tengo algo que decir. Soy un chico listo.
—No sé qué concepto tienes tú de lo que significa realmente ser «un chico listo», cualquiera diría que estás como una regadera, en el caso más optimista.
—¿Como una regadera? Perdona, pero no he entendido la metáfora.
—No importa, ni siquiera quiero que la entiendas —farfulló ________ bruscamente.
Se quitó el delantal y lo dejó sobre la encimera de la cocina. Por una parte, Logan tenía razón. Tras la elaboración de los famosos lacitos, ________ estaba sucia, despeinada, cansada y asqueada, mientras que él parecía recién salido de la ducha. Misteriosamente, ni siquiera llevaba restos de masa o harina entre sus perfectas uñas. Estos fenómenos inexplicables hacían que se sintiera en desventaja.
—Bueno, ahora, si no es mucha molestia, creo que subiré a mi habitación y dormiré un poco… —anunció él, y bostezó con disimulo.
—Pero ¿qué dices? ¡Si todavía no hemos preparado nada!
Logan la miró confundido.
—¿Qué intentas decir, niña? —preguntó, arrugando la nariz; la última palabra sonó áspera y con un deje de hastío.
—Preparar el cumpleaños nos llevará horas, Logan —le informó—. Y no me llames niña, idiota.
—¡Ni lo sueñes! Te dejo a ti el puesto de jornada completa, yo prefiero hacer media jornada y… creo que ya he cumplido con mi trabajo. —Sonrió ampliamente—. Me voy a echar la siesta.
Y salió de allí a grandes zancadas, cerró la puerta de la cocina con brusquedad y dejó a ________ sumida en un tenso silencio. La joven respiró profundamente, procurando mantener la calma. Al final, presa de la desesperación, decidió darse una ducha antes de enfrentarse de nuevo a Logan.
Era invierno y hacía muchísimo frío, pero, de todos modos, ________ se duchó con agua templada y agradeció los escalofríos que recorrían su espalda haciéndole cosquillas, como si un ejército de diminutas hormigas escalase por su piel. Todavía era capaz de sentir algo. Últimamente las horas se le antojaban más largas y densas de lo normal, y por si aquello no fuese suficientemente malo teniendo en cuenta que estaba de vacaciones, temía estar perdiéndose a sí misma.
Quizá estaba cambiando por culpa de Logan. Cerró los ojos con fuerza, disfrutando del contacto del agua sobre su piel. No podía dejar de pensar en la última conversación que había mantenido con el inglés. Su voz martillaba con fuerza en su cabeza una vez tras otra, incansable. Imaginaba a Logan cogido de la mano de una chica y sentía una extraña incomodidad al visualizar la imagen que trazaba en su mente. Aquella joven con la que él había estado debía de haber sido perfecta dada la selectividad de Logan. No como ella… que al parecer tenía cien mil defectos que él odiaba y le recordaba constantemente. Poco a poco, casi sin darse cuenta, comenzó a compararse con la ex novia de Logan, a la que había ido idealizando, dando rienda suelta a su imaginación.
Enfadada consigo misma, cerró con fuerza el grifo de la ducha antes de salir y cubrirse con un albornoz de color pistacho. El espejo le devolvió la mirada: a decir verdad, tampoco se veía tan fea, y supuso que Logan exageraba al respecto solo para hacerle daño. Era una chica corriente. Cierto que no se arreglaba demasiado, que verdaderamente no le gustaba hacerlo. Prefería invertir ese tiempo en cualquier otra actividad más provechosa. Suspiró profundamente, en realidad no sabía por qué tenía que justificar su estilo de vida; nunca antes se había preocupado por ello y le molestaba hacerlo ahora.
Se vistió con desgana y salió del cuarto de baño más molesta que nunca. Caminó a grandes zancadas, haciendo chirriar el suelo de madera a su paso hasta su habitación. Cuando entró, encontró a Logan revolviendo la ropa del armario. Los labios de ________ formaron una línea recta perfecta, y los apretó tanto que se tornaron blanquecinos.
—¿Se puede saber qué demonios haces en mi cuarto?
—Solo… pasaba por aquí… Te estaba buscando —acabó confesando Logan.
—¿Me buscabas dentro del armario, entre la ropa?
Logan, con un gesto de absoluta inocencia, se encogió de hombros.
—Como estás loca, contigo nunca se sabe…
—¡LOGAN! —gritó _________, sumamente enfadada. Acababa de toparse con el límite de su paciencia. Ya había llegado a la frontera de la tolerancia.
—Así me llamo —aseguró él, dando un paso atrás.
—¡Sé qué es lo que estabas haciendo! —________ sonrió maliciosa—. Buscabas los regalos de Navidad. Eres más tonto aún de lo que pensé al principio.
—¿Qué? ¿Regalos? Yo no…
—Te he atrapado.
La actitud de _________ no dejaba margen para la más mínima duda. Logan agachó la cabeza, rindiéndose al fin. Después se abalanzó sobre ella y comenzó a sacudirla por los hombros.
—¡Dime dónde están!
—Lo siento, tendrás que aprender a tener paciencia —le indicó ________, tal como podría haberlo hecho una madre.
—La paciencia es la filosofía de los infelices conformistas —apuntó él—. Yo necesito saber qué me has comprado.
—¡Déjalo ya, Logan, no pienso decírtelo! —concluyó—. Y ahora baja a la cocina y ayúdame a organizar la fiesta.
—¿Es un castigo o algo parecido?
A ________ le entraron ganas de reír, pero logró contenerse a tiempo. Definitivamente, Logan era un niño grande. Hacía años que ella había superado aquella sana impaciencia a la hora de recibir los regalos navideños y le parecía graciosa la expresión angelical que él había adoptado.
—Sí, es un castigo.
Ambos salieron de la habitación —Logan tras suspirar de un modo dramático— y se dirigieron hacia el piso inferior.
—¿Sabes…? —dijo, fijando sus ojos en ella con una sonrisa pícara—, eso de que me castigues… suena un tanto erótico.
A ________ se le aceleró el corazón y se preguntó si Logan sería capaz de advertir la delirante velocidad de sus latidos. Notó el calor arremolinándose en torno a sus mejillas y, como no sabía qué contestar, le dio un manotazo en el hombro.
—¡Deja de decir tonterías! —logró exclamar finalmente.
Él rió con disimulo mientras descendían el último tramo de la escalera. Entraron en la cocina. Logan apoyó la espada en la pared y se cruzó de brazos, observando los movimientos de ________. Ella abrió la nevera preguntándose qué podría preparar para cenar.
—Bueno, al menos es un alivio saber que no piensas castigarme atándome las manos al cabezal de la cama ni nada de eso… —prosiguió—. Así pues, ¿cuál es mi condena?
Logan resopló furiosa. Quedaba poco tiempo para los preparativos y el inepto de Logan le retrasaba la tarea aún más. Una idea pasó por su cabeza.
—Ya sé qué puedes hacer —objetó—. Camina lentamente hasta el garaje, abre la lavadora que encontrarás allí, saca la ropa limpia… ¿lo entiendes todo hasta el momento?
—Creo que sí.
—Vale. Pues después de eso, tiendes la ropa en el jardín trasero, en el tendedero, ¿de acuerdo? Te lo he explicado a prueba de idiotas, así que espero que no tengas ninguna duda al respecto.
Logan chasqueó los dedos y sonrió levemente.
—En realidad tengo una duda.
—¡Uf! —________ alzó la vista al techo de la cocina, presa de la desesperación—. ¿De qué se trata?
—Mi duda es… ¿por qué tengo que tender la ropa de la familia Graham como un vulgar sirviente?
—¡LOGAN, PORQUE TODOS DEBEMOS AYUDAR EN CASA Y YO NECESITO PERDERTE DE VISTA UN RATO!
Él dio la impresión de querer añadir algo más, pero, al ver a _______ tan enfadada, decidió que sería mejor no llevarle la contraria en ese momento.
—Está bien —gruñó por lo bajo, y se dirigió hacia el garaje.
No estaba seguro de haber comprendido todo lo que ________ le había ordenado, porque, sencillamente, jamás había tendido ni una sola prenda de ropa. Localizó la lavadora al fondo del garaje y la abrió, apretando la palanca. Sonrió satisfecho. Después encontró una palangana: sacó la ropa de la lavadora y la depositó allí. Una vez terminó, fue hasta la parte trasera del jardín cargado con la palangana repleta de ropa y la dejó en el suelo. Frente a él había unas cuerdas atadas a las ramas de dos árboles, formando tres líneas rectas. Ojeó las pinzas sueltas que se encontraban colgadas ahí.
«Tú puedes hacerlo, Logan», se dijo. Cogió una camiseta. Era negra, y en la parte delantera resaltaba el dibujo de una hoja verde de marihuana, así que rápidamente dedujo que pertenecía a Kendall. Suspiró, resentido por tener que llevar a cabo un trabajo tan decadente, dado su blanco historial en las tareas domésticas, y finalmente logró colgarla en la cuerda sujetándola con dos coloridas pinzas.
Tendió una segunda prenda, una tercera, una cuarta, una quinta… y entonces se quedó muy quieto. No pudo evitar sonreír.
—Vaya, vaya, qué interesante… —murmuró con un deje lascivo. Y estiró la goma de unas braguitas de __________.
Eran de color azul intenso, con el dibujo de Piolín en la parte delantera y un letrero en la zona del trasero donde se leía: «Sexy girl».
Apenas se dio cuenta cuando la imagen de ________ en ropa interior se apoderó de su mente. Sacudió el cabeza, consternado; ¿en qué estaba pensando? Suspiró. En realidad debía admitir que se había sentido aliviado tras saber que ________ nunca se había acostado con ninguno de sus muchos novios. Probablemente, incluso empezaba a cogerle un poco de cariño a causa de la intensa convivencia.
Sintiéndose un tanto estúpido, Logan tendió las braguitas de _________. Y entonces una pregunta curiosa se apoderó de él, parpadeando como un luminoso cartel de propaganda en su cabeza: ¿qué talla de sujetador utilizaría la chica? No estaba seguro de ello, ya que ________ solía vestir sudaderas o chaquetas deportivas que ocultaban aquello que Logan querría descubrir. Rápidamente rebuscó en la palangana hasta encontrar un sujetador azul que completaba el conjunto de las braguitas de Piolín.
—Pues tampoco está tan mal… —comentó Logan en voz alta.
—¿Qué es lo que no está tan mal?
Sorprendido, dejó caer el sujetador al suelo. Era ________, que le observaba con atención a apenas dos metros de distancia. Estaba de brazos cruzados y, a juzgar por la agria expresión de su rostro, seguía enojada.
—Decía que…, nada, que no está tan mal esto de tender la ropa —mintió.
—Me alegra. Espero que te sirva de lección y lo hagas más a menudo.
—No lo dudes —añadió, esforzándose por no reír.
—¿Sabes?, hoy estás un poco raro.
—Así soy yo: raro y exclusivo —aclaró.
—No eres exclusivo en el buen sentido de la palabra, Logan. En todo caso serías… repulsivo.
James frunció el ceño, molesto.
—Oye, ¿por qué tienes que pagar conmigo tu mal humor?
—Pero ¿qué demonios te pasa a ti? Esto es lo que hacemos siempre: atacarnos el uno al otro.
—Ya, claro.
—¿No piensas decir nada? ¿Ni siquiera… un nuevo insulto o algo que reprocharme?
—Estoy falto de inspiración.
El enfado de ________ pareció concentrarse en la afilada mirada que le dirigió.
—¡Vete al cuerno, estúpido inglés! —gritó, antes de dirigirse nuevamente hacia el interior de la casa. Logan se encogió de hombros, ligeramente confuso por la reacción de _________.
Lo cierto era que ella ya no estaba segura de qué la molestaba más: si el hecho de que Logan se comportase tal como lo harían las personas normales y corrientes o que se dedicase a humillarla y dañarla con sus patéticas ironías. Posiblemente le molestaba todo en general, e hiciese lo que hiciese él, ella jamás estaría satisfecha con el resultado final. Se sentía extraña y más irritable de lo normal tras la conversación sobre sexo que habían mantenido.
Confusión
—Estoy hasta las narices de hacer mariposas de estas —protestó Lo, ganmientras espolvoreaba con canela algunas de las galletas.
—No son mariposas, son buñuelos. —Logan le miró seria—. No me digas que nunca los has probado…
—Eso es algo obvio. En mi casa no comemos mierda.
—¡Los buñuelos no son mierda!
—Cierto, tienes razón: solo son un cúmulo de grasa bañado en azúcar. Grasa y más grasa, como conclusión —explicó con ademán reflexivo.
—Estás enfermo.
Se encogió de hombros.
—Es complicado mantenerme sano si tengo que verte a todas horas; las pupilas, los tímpanos… todo acaba resintiéndose inevitablemente.
—¡Cállate de una vez! ¡Y deja de echarles canela a los buñuelos!
—Solo intentaba ocultar la aceitosa realidad.
Acababan de comenzar a preparar los primeros detalles del cumpleaños de Kendall, y ________ ya se sentía agotada. Soportar a Logan era peor que moldear y hornear quinientos buñuelos con canela. Desde que el inglés había descubierto que acudirían a la celebración todos los amigos de Kendall, se había propuesto un reto: conseguir decir más de diez estupideces por minuto que sacasen de quicio a _________. Y, al parecer, lo estaba logrando.
—Bien. Ya está. —_______ se apartó el flequillo de la frente y se ensució la cara de harina—. Ahora enchufa el horno.
—¿Cómo se hace eso, señorita… Casper?
—¿Casper?
—Te has manchado de harina, parece que acabas de disfrazarte de fantasma para ir a un carnaval —Enarcó las cejas—, aunque… por otra parte…
—Da igual, mejor no añadas nada más. —________ le dio un empujón al pasar por su lado y encendió el horno.
—Como decía, por otra parte… la suciedad actúa como barrera impidiéndome ver tu cara. Y supongo que eso es bueno.
Ella bufó, esparciendo aún más el desastre desatado en la cocina, y se cruzó de brazos.
—No podías mantener la boca cerrada, ¿verdad?
—Exacto. Es uno de mis dones: siempre tengo algo que decir. Soy un chico listo.
—No sé qué concepto tienes tú de lo que significa realmente ser «un chico listo», cualquiera diría que estás como una regadera, en el caso más optimista.
—¿Como una regadera? Perdona, pero no he entendido la metáfora.
—No importa, ni siquiera quiero que la entiendas —farfulló ________ bruscamente.
Se quitó el delantal y lo dejó sobre la encimera de la cocina. Por una parte, Logan tenía razón. Tras la elaboración de los famosos lacitos, ________ estaba sucia, despeinada, cansada y asqueada, mientras que él parecía recién salido de la ducha. Misteriosamente, ni siquiera llevaba restos de masa o harina entre sus perfectas uñas. Estos fenómenos inexplicables hacían que se sintiera en desventaja.
—Bueno, ahora, si no es mucha molestia, creo que subiré a mi habitación y dormiré un poco… —anunció él, y bostezó con disimulo.
—Pero ¿qué dices? ¡Si todavía no hemos preparado nada!
Logan la miró confundido.
—¿Qué intentas decir, niña? —preguntó, arrugando la nariz; la última palabra sonó áspera y con un deje de hastío.
—Preparar el cumpleaños nos llevará horas, Logan —le informó—. Y no me llames niña, idiota.
—¡Ni lo sueñes! Te dejo a ti el puesto de jornada completa, yo prefiero hacer media jornada y… creo que ya he cumplido con mi trabajo. —Sonrió ampliamente—. Me voy a echar la siesta.
Y salió de allí a grandes zancadas, cerró la puerta de la cocina con brusquedad y dejó a ________ sumida en un tenso silencio. La joven respiró profundamente, procurando mantener la calma. Al final, presa de la desesperación, decidió darse una ducha antes de enfrentarse de nuevo a Logan.
Era invierno y hacía muchísimo frío, pero, de todos modos, ________ se duchó con agua templada y agradeció los escalofríos que recorrían su espalda haciéndole cosquillas, como si un ejército de diminutas hormigas escalase por su piel. Todavía era capaz de sentir algo. Últimamente las horas se le antojaban más largas y densas de lo normal, y por si aquello no fuese suficientemente malo teniendo en cuenta que estaba de vacaciones, temía estar perdiéndose a sí misma.
Quizá estaba cambiando por culpa de Logan. Cerró los ojos con fuerza, disfrutando del contacto del agua sobre su piel. No podía dejar de pensar en la última conversación que había mantenido con el inglés. Su voz martillaba con fuerza en su cabeza una vez tras otra, incansable. Imaginaba a Logan cogido de la mano de una chica y sentía una extraña incomodidad al visualizar la imagen que trazaba en su mente. Aquella joven con la que él había estado debía de haber sido perfecta dada la selectividad de Logan. No como ella… que al parecer tenía cien mil defectos que él odiaba y le recordaba constantemente. Poco a poco, casi sin darse cuenta, comenzó a compararse con la ex novia de Logan, a la que había ido idealizando, dando rienda suelta a su imaginación.
Enfadada consigo misma, cerró con fuerza el grifo de la ducha antes de salir y cubrirse con un albornoz de color pistacho. El espejo le devolvió la mirada: a decir verdad, tampoco se veía tan fea, y supuso que Logan exageraba al respecto solo para hacerle daño. Era una chica corriente. Cierto que no se arreglaba demasiado, que verdaderamente no le gustaba hacerlo. Prefería invertir ese tiempo en cualquier otra actividad más provechosa. Suspiró profundamente, en realidad no sabía por qué tenía que justificar su estilo de vida; nunca antes se había preocupado por ello y le molestaba hacerlo ahora.
Se vistió con desgana y salió del cuarto de baño más molesta que nunca. Caminó a grandes zancadas, haciendo chirriar el suelo de madera a su paso hasta su habitación. Cuando entró, encontró a Logan revolviendo la ropa del armario. Los labios de ________ formaron una línea recta perfecta, y los apretó tanto que se tornaron blanquecinos.
—¿Se puede saber qué demonios haces en mi cuarto?
—Solo… pasaba por aquí… Te estaba buscando —acabó confesando Logan.
—¿Me buscabas dentro del armario, entre la ropa?
Logan, con un gesto de absoluta inocencia, se encogió de hombros.
—Como estás loca, contigo nunca se sabe…
—¡LOGAN! —gritó _________, sumamente enfadada. Acababa de toparse con el límite de su paciencia. Ya había llegado a la frontera de la tolerancia.
—Así me llamo —aseguró él, dando un paso atrás.
—¡Sé qué es lo que estabas haciendo! —________ sonrió maliciosa—. Buscabas los regalos de Navidad. Eres más tonto aún de lo que pensé al principio.
—¿Qué? ¿Regalos? Yo no…
—Te he atrapado.
La actitud de _________ no dejaba margen para la más mínima duda. Logan agachó la cabeza, rindiéndose al fin. Después se abalanzó sobre ella y comenzó a sacudirla por los hombros.
—¡Dime dónde están!
—Lo siento, tendrás que aprender a tener paciencia —le indicó ________, tal como podría haberlo hecho una madre.
—La paciencia es la filosofía de los infelices conformistas —apuntó él—. Yo necesito saber qué me has comprado.
—¡Déjalo ya, Logan, no pienso decírtelo! —concluyó—. Y ahora baja a la cocina y ayúdame a organizar la fiesta.
—¿Es un castigo o algo parecido?
A ________ le entraron ganas de reír, pero logró contenerse a tiempo. Definitivamente, Logan era un niño grande. Hacía años que ella había superado aquella sana impaciencia a la hora de recibir los regalos navideños y le parecía graciosa la expresión angelical que él había adoptado.
—Sí, es un castigo.
Ambos salieron de la habitación —Logan tras suspirar de un modo dramático— y se dirigieron hacia el piso inferior.
—¿Sabes…? —dijo, fijando sus ojos en ella con una sonrisa pícara—, eso de que me castigues… suena un tanto erótico.
A ________ se le aceleró el corazón y se preguntó si Logan sería capaz de advertir la delirante velocidad de sus latidos. Notó el calor arremolinándose en torno a sus mejillas y, como no sabía qué contestar, le dio un manotazo en el hombro.
—¡Deja de decir tonterías! —logró exclamar finalmente.
Él rió con disimulo mientras descendían el último tramo de la escalera. Entraron en la cocina. Logan apoyó la espada en la pared y se cruzó de brazos, observando los movimientos de ________. Ella abrió la nevera preguntándose qué podría preparar para cenar.
—Bueno, al menos es un alivio saber que no piensas castigarme atándome las manos al cabezal de la cama ni nada de eso… —prosiguió—. Así pues, ¿cuál es mi condena?
Logan resopló furiosa. Quedaba poco tiempo para los preparativos y el inepto de Logan le retrasaba la tarea aún más. Una idea pasó por su cabeza.
—Ya sé qué puedes hacer —objetó—. Camina lentamente hasta el garaje, abre la lavadora que encontrarás allí, saca la ropa limpia… ¿lo entiendes todo hasta el momento?
—Creo que sí.
—Vale. Pues después de eso, tiendes la ropa en el jardín trasero, en el tendedero, ¿de acuerdo? Te lo he explicado a prueba de idiotas, así que espero que no tengas ninguna duda al respecto.
Logan chasqueó los dedos y sonrió levemente.
—En realidad tengo una duda.
—¡Uf! —________ alzó la vista al techo de la cocina, presa de la desesperación—. ¿De qué se trata?
—Mi duda es… ¿por qué tengo que tender la ropa de la familia Graham como un vulgar sirviente?
—¡LOGAN, PORQUE TODOS DEBEMOS AYUDAR EN CASA Y YO NECESITO PERDERTE DE VISTA UN RATO!
Él dio la impresión de querer añadir algo más, pero, al ver a _______ tan enfadada, decidió que sería mejor no llevarle la contraria en ese momento.
—Está bien —gruñó por lo bajo, y se dirigió hacia el garaje.
No estaba seguro de haber comprendido todo lo que ________ le había ordenado, porque, sencillamente, jamás había tendido ni una sola prenda de ropa. Localizó la lavadora al fondo del garaje y la abrió, apretando la palanca. Sonrió satisfecho. Después encontró una palangana: sacó la ropa de la lavadora y la depositó allí. Una vez terminó, fue hasta la parte trasera del jardín cargado con la palangana repleta de ropa y la dejó en el suelo. Frente a él había unas cuerdas atadas a las ramas de dos árboles, formando tres líneas rectas. Ojeó las pinzas sueltas que se encontraban colgadas ahí.
«Tú puedes hacerlo, Logan», se dijo. Cogió una camiseta. Era negra, y en la parte delantera resaltaba el dibujo de una hoja verde de marihuana, así que rápidamente dedujo que pertenecía a Kendall. Suspiró, resentido por tener que llevar a cabo un trabajo tan decadente, dado su blanco historial en las tareas domésticas, y finalmente logró colgarla en la cuerda sujetándola con dos coloridas pinzas.
Tendió una segunda prenda, una tercera, una cuarta, una quinta… y entonces se quedó muy quieto. No pudo evitar sonreír.
—Vaya, vaya, qué interesante… —murmuró con un deje lascivo. Y estiró la goma de unas braguitas de __________.
Eran de color azul intenso, con el dibujo de Piolín en la parte delantera y un letrero en la zona del trasero donde se leía: «Sexy girl».
Apenas se dio cuenta cuando la imagen de ________ en ropa interior se apoderó de su mente. Sacudió el cabeza, consternado; ¿en qué estaba pensando? Suspiró. En realidad debía admitir que se había sentido aliviado tras saber que ________ nunca se había acostado con ninguno de sus muchos novios. Probablemente, incluso empezaba a cogerle un poco de cariño a causa de la intensa convivencia.
Sintiéndose un tanto estúpido, Logan tendió las braguitas de _________. Y entonces una pregunta curiosa se apoderó de él, parpadeando como un luminoso cartel de propaganda en su cabeza: ¿qué talla de sujetador utilizaría la chica? No estaba seguro de ello, ya que ________ solía vestir sudaderas o chaquetas deportivas que ocultaban aquello que Logan querría descubrir. Rápidamente rebuscó en la palangana hasta encontrar un sujetador azul que completaba el conjunto de las braguitas de Piolín.
—Pues tampoco está tan mal… —comentó Logan en voz alta.
—¿Qué es lo que no está tan mal?
Sorprendido, dejó caer el sujetador al suelo. Era ________, que le observaba con atención a apenas dos metros de distancia. Estaba de brazos cruzados y, a juzgar por la agria expresión de su rostro, seguía enojada.
—Decía que…, nada, que no está tan mal esto de tender la ropa —mintió.
—Me alegra. Espero que te sirva de lección y lo hagas más a menudo.
—No lo dudes —añadió, esforzándose por no reír.
—¿Sabes?, hoy estás un poco raro.
—Así soy yo: raro y exclusivo —aclaró.
—No eres exclusivo en el buen sentido de la palabra, Logan. En todo caso serías… repulsivo.
James frunció el ceño, molesto.
—Oye, ¿por qué tienes que pagar conmigo tu mal humor?
—Pero ¿qué demonios te pasa a ti? Esto es lo que hacemos siempre: atacarnos el uno al otro.
—Ya, claro.
—¿No piensas decir nada? ¿Ni siquiera… un nuevo insulto o algo que reprocharme?
—Estoy falto de inspiración.
El enfado de ________ pareció concentrarse en la afilada mirada que le dirigió.
—¡Vete al cuerno, estúpido inglés! —gritó, antes de dirigirse nuevamente hacia el interior de la casa. Logan se encogió de hombros, ligeramente confuso por la reacción de _________.
Lo cierto era que ella ya no estaba segura de qué la molestaba más: si el hecho de que Logan se comportase tal como lo harían las personas normales y corrientes o que se dedicase a humillarla y dañarla con sus patéticas ironías. Posiblemente le molestaba todo en general, e hiciese lo que hiciese él, ella jamás estaría satisfecha con el resultado final. Se sentía extraña y más irritable de lo normal tras la conversación sobre sexo que habían mantenido.
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
Me encantaaaaa! Seguila *.*
DrippyJoBrosBTR
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
Lo sé lo sé soy pesima, no subire cap esta ni la otra semana pero cuando suba serán 16 o que se muera una mosca... ajajaj no es broma son 16 cap.s y son los finales cuidense las veo? leo? si las leo dentro de dos semanas los caps están de impresión besos y abrazos psicologícos
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
18
Instinto salvaje I
—¿Qué más tenemos que hacer? —preguntó Logan.
—No te
ofendas, pero suena un tanto misterioso que te muestres
tan colaborador
—objetó ________ con
desconfianza.
—Tú con tal de protestar…
—Bueno, está bien, ayúdame a hinchar globos.
—¿Globos?
¿Celebraremos la verdadera edad de Kendall o su edad
mental?, porque solo en
el segundo caso entiendo el asunto de los coloridos
globos.
—Sabía que
era demasiado bueno para ser cierto. —Suspiró—.
Venga, ¡haz algo! —concluyó,
tendiéndole un puñado de globos.
Logan los observó con una mueca de
repugnancia y los apartó a un
lado. ________ puso los ojos en blanco.
—¿Y ahora
qué es lo que ocurre, Majestad?
—No esperarás que pose mis delicados labios
sobre un trozo de
plástico, ¡a saber cuántas manos lo habrán tocado antes!
—explotó—. Eres muy
descuidada, ________, especialmente teniendo en cuenta
que nos encontramos en
medio de una catástrofe higiénica desatada por la
gripe de la gallina.
—Tu
estúpido discurso me está durmiendo; cállate ya. Está bien,
prefiero que no
hagas nada —objetó.
—¡Ya
te he atrapado! Lo haces para luego poder quejarte de lo
poco que ayudo.
—¡Pero… si
has dicho que no querías hacerlo!
—Claro, ¡ahora pon excusas! —farfulló con expresión
dolida—.
¡Eres una manipuladora de cuidado!
—Esto ya es insoportable… —susurró _______.
—Desde
luego, desde luego que eres insoportable. Menos mal que
al fin reconoces algo
—opinó él—, mi madre siempre dice que ese es el primer
paso para solucionar
un problema: la aceptación. ¡Bravo, ________!
_______ le dirigió una mueca de profundo
asco. Después,
conteniendo las ganas de
contestarle, cogió un globo de color azul y comenzó a
inflarlo hasta que
adquirió un tamaño considerable. Hizo un pequeño nudo en
el extremo antes de
lanzarlo sobre el rostro de Logan.
—¿Te has
vuelto loca? ¿Por qué me atacas?
Continuó ignorándole e infló otro globo.
También ese fue a parar
a la cabeza del inglés.
—¿Qué te
propones, _______?
Un
tercer globo anaranjado le dio de pleno en la cara.
________ rió. Sin
embargo, Logan pareció
reaccionar. Alzó su señorial mano y la dejó caer sobre
el brazo de ella con un
manotazo que resonó en el silencio de la estancia.
Ella le miró sorprendida.
—¿Acabas de pegarme o me lo he imaginado?
—Te lo
merecías.
—¿Qué…?
________ no pensaba
quedarse de brazos cruzados. Arremetió
contra él pellizcándole el hombro.
Logan, sentado en el suelo del comedor de
la familia Graham, abrió mucho los
ojos.
—¡Eso ha dolido!
—Era mi
intención, idiota.
—¡Serás…!
Y se
abalanzó sobre ella descaradamente, empujándola a un lado y
pellizcándole la
mano derecha al mismo tiempo. ________ logró sobreponerse rodando sobre sí
misma y
le atestó un puñetazo en la pierna que provocó que Logan se
retorciese de dolor.
En ese momento se desató la guerra, y los pellizcos,
manotazos, puñetazos
fueron incontables. Un globo explotó cuando Logan empujó
a ________ y ella cayó
sobre este. Con la mirada repleta de rabia contenida a
lo largo de todo el día,
________ contraatacó tirándose sobre
Logan,
mordiéndole el hombro con ganas. Él gritó e intentó quitársela de encima
a
base de rodillazos; finalmente, al no conseguirlo de ese modo, rodó sobre
sí
mismo y terminó tumbado sobre ella. Presionó las manos de ___________
contra el suelo, por encima de su cabeza, con
lo que la inmovilizaba.
—¡Quítate
de encima, estúpido, me estás aplastando! —se quejó.
Logan la
miró fijamente. La escasa distancia que separaba sus
rostros le permitía
distinguir las graciosas pecas que adornaban el contorno de
la nariz de
_________, otorgándole un aire aniñado. Ambos respiraban
entrecortadamente,
como si acabasen de participar en una maratón de varios
kilómetros. Él se
había despeinado con la pelea, y algunos mechones oscuros se
escurrían
alborotados, rozando la frente de ________ y haciéndole cosquillas. Ella se
removió
bruscamente, intentando desasirse de las manos de Logan, pero él la
sujetó
todavía con más fuerza, presionando su cuerpo contra el de ________.
—Si te
suelto, ¿dejarás de pegarme?
—¡Nunca! —explotó ella, y le dedicó una
mirada de profundo odio.
—Entonces tendremos que celebrar el
cumpleaños de tu hermano
así, tumbados en el suelo del comedor uno encima del
otro. —Sonrió con ironía y
sus ojos oscuros parecieron brillar intensamente—.
Qué interesante va a ser
esto…
Un tenso silencio reinó durante unos segundos que se
hicieron
eternos. _________ comenzó a tranquilizarse, y sus ojos se toparon
con los
rojizos labios entreabiertos de Logan, los cuales, curiosamente, se
hallaban
cada vez más cerca de su rostro. De forma inconsciente, cerró los
ojos,
despacio, como si estuviese esperando algo. Un beso, quizá.
—¡Bingo!,
¡mira qué bien se lo montan algunos!
Logan dio un respingo, sorprendido, y se apartó rápidamente
del
cuerpo de ________ para hacerse a un
lado. Kendall, acompañado por
otros dos jóvenes, les miraba sonriente apoyado
en el marco de la puerta.
—Joder con
tu hermanita… —objetó uno de sus amigos entre risas.
—¡Oye, esto
no es lo que están pensando! —logró gritar ________,
avergonzada. Se puso de
pie y comenzó a sacudirse la ropa.
Logan, todavía confuso, imitó sus movimientos.
—Ah, ¿no?
—Kendall sonrió ampliamente—. ¿Estudiabas anatomía?
—¡Cállate
ya! —se quejó _________. Después se giró resentida
hacia Logan, apretando los
puños—. ¡Todo esto es por tu culpa! ¡Te odio!
—exclamó, antes de desaparecer
escaleras arriba hacia su habitación.
Logan se quedó allí anclado, en medio del comedor, como
una
marioneta sin dueño, mientras los otros tres le observaban con
curiosidad.
Kendall se encendió un cigarrillo y le señaló con el dedo.
—No le
hagas caso bato, así son las mujeres, no intentes
comprenderlas.
—Seguro que
en menos de diez minutos te envía un sms pidiéndote
que la perdones o algo
parecido —opinó otro de los chicos, que llevaba ambos
lados de la cabeza
rapados, dejando que en medio creciese una cresta de pelo
parecida a la de
las gallinas, al estilo punk—. Y si no lo hace, le compras una
rosa fea de
esas y todo solucionado.
Logan parpadeó confundido.
—No… no, nosotros no estamos juntos.
Kendall le
miró de reojo. Después sonrió y el humo de la calada
que acababa de darle al
cigarro se escurrió entre sus labios.
—Pues casi mejor. A mi hermana siempre le han ido las
relaciones
liberales.
—En realidad, lo que quería decir es que no tenemos ningún
tipo
de relación.
—Ya,
claro, y yo voy a la universidad… ¡no te jode! —respondió
Kendall, lo que
provocó que sus amigos prorrumpiesen en sonoras carcajadas.
Los tres
pasaron por delante de él y se dejaron caer sobre el
sofá. El de la cresta
comenzó a liarse un porro mientras el otro buscaba algo
interesante en la
televisión. Logan recordó algo y se sentó en el sillón, cerca
de ellos.
—Kendall…
¿no se suponía que tú estudiabas? —preguntó.
Él le dirigió una mirada divertida. Los
tres volvieron a reír al
unísono.
—Eso creen mis padres —explicó—. En realidad no hago nada.
Pero
si piensan que estudio me pagan mis gastos diarios, así no tengo que
ponerme a
trabajar —detalló—. Y _________ me
encubre a cambio de que yo
la encubra a ella. Ya sabes, les dice a mis padres que
sale conmigo por las
noches, pero luego se va con sus amigos.
Logan le miró alarmado, abriendo mucho los ojos. No podía
creer
que le hiciesen aquello a la pobre Abigail, con lo bien que se había
portado
con él. Suspiró, sintiéndose extraño por el simple hecho de estar
preocupado
por los problemas de otras personas que poco o nada deberían
importarle.
—¿No te sientes culpable?
—¿Culpable de qué…? —Y encendió la PlayStation.
—Nada,
déjalo.
—Bueno, chavalote, ¿cómo te llamas? —preguntó el chico de la
cresta.
Logan le miró de arriba abajo antes de contestar: vestía
unas
mallas agujereadas que se ajustaban al contorno de sus delgadas piernas
y
contrastaban con la chaqueta de cuero repleta de remaches y parches
diversos
cosidos aquí y allá del modo más desordenado posible. El inglés
tragó saliva
despacio.
—Me llamo Logan… —respondió al fin.
—Encantado.
—El punk le tendió una mano, y Logan creyó que se
desmayaría al
estrechársela. Afortunadamente, solo se sintió ligeramente
mareado cuando lo
hizo—. Yo soy Esko.
—¿Esko?
—preguntó, pensando que se trataba de una broma.
—Sí. Es un mote, me lo pusieron porque mi
grupo favorito de
música es Eskorbuto —aclaró felizmente—. Y este es Leo. Es
un poco callado
—añadió.
El tal Leo también le tendió la mano,
mostrándole un amago de
sonrisa. Parecía más normal que el otro, aunque
vestía de un modo raro:
pantalones anchos, sudadera
ancha, todo ancho en general…
—Bueno, ¿ya
habéis preparado la cena? —le preguntó Kendall—.
Ten, anda, fuma un poco —le
tendió el porro.
—No,
gracias. —Suspiró—. Yo… creo que será mejor que suba y
hable con tu hermana.
—¡Así me
gusta! Tú dale, bato. A las chicas les gusta que las
hagan sufrir, son así de
raras.
Logan se dirigió hacia el baño a toda prisa mientras
Kendall
seguía hablando. Lo primero que hizo fue lavarse las manos tres veces
seguidas,
después de los afectuosos saludos de Esko y Leo. Si todos los
amigos de Kendall
eran como aquellos, estaba seguro de que pasaría la peor
noche de su vida. Se
miró al espejo y se propuso ser fuerte. Aquello era la
selva, y debía sacar a
flote su instinto salvaje para lograr sobrevivir en
medio del caos.
Después
se dirigió al cuarto de ________. Entró sin llamar a la
puerta.
—Pero ¿qué
haces? —________ le lanzó un despertador, que chocó
contra la pared, a unos
centímetros de su cabeza—. Avisa antes de entrar,
podría haber estado
cambiándome.
—Tampoco
vería nada del otro mundo. —Se encogió de hombros.
—¡No te
soporto más!
—Oye,
que vengo en son de paz.
—Métete esa paz por donde te quepa.
—La paz es
un concepto abstracto, no puede depositarse en ningún
lugar concreto,
¿entiendes?
—¡Por Dios, lo que una tiene que aguantar! —Alzó la vista
al
cielo, desesperada.
—Mira, quizá deberíamos intentar llevarnos bien durante
las
próximas horas. No quiero morir en pleno cumpleaños de tu hermano
y,
ciertamente, esos tipos parecen estar a punto de atacarme de un momento a
otro.
Temo por mi vida.
—Todo lo haces siempre por interés —se quejó ___________.
—¡Pero es
un interés positivo!
—¿Sabes?,
ya me he cansado; esta vez no pienso ayudarte.
Fijó sus ojos en Logan y esperó encontrar
tristeza y desolación
en su rostro; sin embargo, él sonreía de un modo
misterioso.
—Como quieras, tendremos que ir a malas entonces —dijo—;
por
explicarlo de otro modo: si no me ayudas contaré la verdad sobre la falsa
vida estudiantil de
Kendall
y tus habituales salidas nocturnas.
_________ abrió la boca de par en par,
alucinada. ¿De dónde
había sacado el inglés aquella información? Seguramente
al tonto de su hermano
se le habría escapado. Logan supo que ella se
encontraba entre la espada y la
pared.
—Y ahora, mi querida ________, es hora de hacer la
cena
—anunció, con una enigmática sonrisa en su rostro—. Yo supervisaré que
todo
salga bien; ¡venga, andando!, ya basta de vaguear.
—¡Serás…!
—¿Qué soy,
_________? —preguntó, con un deje amenazador en la
voz.
—Eres
sencillamente… adorable —masculló ella.
—Gracias.
Logan se dirigió hacia la
escalera, y _________ se
levantó
dispuesta a seguirle. No tenía otra opción.
—idiota.
Eres un idiota, eso quería decir —añadió en un susurro
que el inglés no llegó
a oír.
Una
vez en la cocina, _________ abrió la nevera y observó el interior. Miró a
Logan.
—A
ver, ¿cuántas hamburguesas necesitaremos…? —preguntó _________
en voz alta,
pensativa.
Logan la miró asustado.
—¿Hambur… qué?
—Hamburguesas.
—¡Aparta,
niña cutre! —exclamó, le dio un empujón y la hizo a un
lado bruscamente—.
¡Hamburguesas, dice! ¡Ni que estuviéramos en un bareto de
mala muerte, en
mitad de la carretera, en medio de la nada! —farfulló—. ¿Qué
será lo
próximo?, ¿patatas fritas con katchup, ketchup… o como se diga?
—Se llama
Ketchup, y sí, realmente pensaba hacer patatas
fritas.
—¡Oh! —Se llevó una mano al pecho—. Me agotas. Eres una niña,
________,
¡vete a jugar con tus braguitas de Piolín!
_________
frunció el
ceño, confusa.
—¿Qué has dicho?
Él se giró
y la miró fijamente. El oscuro de sus ojos parecía
más claro, como si la
frialdad se hubiese disipado.
—Bragas, calzoncillos… ¡Baja de las nubes,
_________! Todo el
mundo usa ropa interior… menos tu hermano, por descontado.
—¡Eh, no me
cambies de tema!
—¡No!,
¡no me cambies de tema tú! ¿Aquí quién es el jefe?,
pensaba que eso ya había
quedado claro en la habitación —añadió—. Anda, niña,
ve sacando la masa para
hacer los canapés.
_________
se cruzó de
brazos y le miró como si estuviese completamente loco.
—¿He oído
bien?
—No
lo sé, eso tendrás que preguntárselo a tu otorrino
—comentó—. Pero no dudes
de mi pronunciación, mi dicción es perfecta.
Ella se echó a reír.
—¿Eres
consciente de que ni con diez bandejas de tus ridículos
canapés lograrás
saciar el apetito de los amigos de Kendall?
—Ese no es mi problema: eres tú quien tiene
que hacerlos… —le
recordó—. Yo solo te diré de qué los tienes que rellenar
—añadió con un ligero
retintín.
Instinto salvaje I
—¿Qué más tenemos que hacer? —preguntó Logan.
—No te
ofendas, pero suena un tanto misterioso que te muestres
tan colaborador
—objetó ________ con
desconfianza.
—Tú con tal de protestar…
—Bueno, está bien, ayúdame a hinchar globos.
—¿Globos?
¿Celebraremos la verdadera edad de Kendall o su edad
mental?, porque solo en
el segundo caso entiendo el asunto de los coloridos
globos.
—Sabía que
era demasiado bueno para ser cierto. —Suspiró—.
Venga, ¡haz algo! —concluyó,
tendiéndole un puñado de globos.
Logan los observó con una mueca de
repugnancia y los apartó a un
lado. ________ puso los ojos en blanco.
—¿Y ahora
qué es lo que ocurre, Majestad?
—No esperarás que pose mis delicados labios
sobre un trozo de
plástico, ¡a saber cuántas manos lo habrán tocado antes!
—explotó—. Eres muy
descuidada, ________, especialmente teniendo en cuenta
que nos encontramos en
medio de una catástrofe higiénica desatada por la
gripe de la gallina.
—Tu
estúpido discurso me está durmiendo; cállate ya. Está bien,
prefiero que no
hagas nada —objetó.
—¡Ya
te he atrapado! Lo haces para luego poder quejarte de lo
poco que ayudo.
—¡Pero… si
has dicho que no querías hacerlo!
—Claro, ¡ahora pon excusas! —farfulló con expresión
dolida—.
¡Eres una manipuladora de cuidado!
—Esto ya es insoportable… —susurró _______.
—Desde
luego, desde luego que eres insoportable. Menos mal que
al fin reconoces algo
—opinó él—, mi madre siempre dice que ese es el primer
paso para solucionar
un problema: la aceptación. ¡Bravo, ________!
_______ le dirigió una mueca de profundo
asco. Después,
conteniendo las ganas de
contestarle, cogió un globo de color azul y comenzó a
inflarlo hasta que
adquirió un tamaño considerable. Hizo un pequeño nudo en
el extremo antes de
lanzarlo sobre el rostro de Logan.
—¿Te has
vuelto loca? ¿Por qué me atacas?
Continuó ignorándole e infló otro globo.
También ese fue a parar
a la cabeza del inglés.
—¿Qué te
propones, _______?
Un
tercer globo anaranjado le dio de pleno en la cara.
________ rió. Sin
embargo, Logan pareció
reaccionar. Alzó su señorial mano y la dejó caer sobre
el brazo de ella con un
manotazo que resonó en el silencio de la estancia.
Ella le miró sorprendida.
—¿Acabas de pegarme o me lo he imaginado?
—Te lo
merecías.
—¿Qué…?
________ no pensaba
quedarse de brazos cruzados. Arremetió
contra él pellizcándole el hombro.
Logan, sentado en el suelo del comedor de
la familia Graham, abrió mucho los
ojos.
—¡Eso ha dolido!
—Era mi
intención, idiota.
—¡Serás…!
Y se
abalanzó sobre ella descaradamente, empujándola a un lado y
pellizcándole la
mano derecha al mismo tiempo. ________ logró sobreponerse rodando sobre sí
misma y
le atestó un puñetazo en la pierna que provocó que Logan se
retorciese de dolor.
En ese momento se desató la guerra, y los pellizcos,
manotazos, puñetazos
fueron incontables. Un globo explotó cuando Logan empujó
a ________ y ella cayó
sobre este. Con la mirada repleta de rabia contenida a
lo largo de todo el día,
________ contraatacó tirándose sobre
Logan,
mordiéndole el hombro con ganas. Él gritó e intentó quitársela de encima
a
base de rodillazos; finalmente, al no conseguirlo de ese modo, rodó sobre
sí
mismo y terminó tumbado sobre ella. Presionó las manos de ___________
contra el suelo, por encima de su cabeza, con
lo que la inmovilizaba.
—¡Quítate
de encima, estúpido, me estás aplastando! —se quejó.
Logan la
miró fijamente. La escasa distancia que separaba sus
rostros le permitía
distinguir las graciosas pecas que adornaban el contorno de
la nariz de
_________, otorgándole un aire aniñado. Ambos respiraban
entrecortadamente,
como si acabasen de participar en una maratón de varios
kilómetros. Él se
había despeinado con la pelea, y algunos mechones oscuros se
escurrían
alborotados, rozando la frente de ________ y haciéndole cosquillas. Ella se
removió
bruscamente, intentando desasirse de las manos de Logan, pero él la
sujetó
todavía con más fuerza, presionando su cuerpo contra el de ________.
—Si te
suelto, ¿dejarás de pegarme?
—¡Nunca! —explotó ella, y le dedicó una
mirada de profundo odio.
—Entonces tendremos que celebrar el
cumpleaños de tu hermano
así, tumbados en el suelo del comedor uno encima del
otro. —Sonrió con ironía y
sus ojos oscuros parecieron brillar intensamente—.
Qué interesante va a ser
esto…
Un tenso silencio reinó durante unos segundos que se
hicieron
eternos. _________ comenzó a tranquilizarse, y sus ojos se toparon
con los
rojizos labios entreabiertos de Logan, los cuales, curiosamente, se
hallaban
cada vez más cerca de su rostro. De forma inconsciente, cerró los
ojos,
despacio, como si estuviese esperando algo. Un beso, quizá.
—¡Bingo!,
¡mira qué bien se lo montan algunos!
Logan dio un respingo, sorprendido, y se apartó rápidamente
del
cuerpo de ________ para hacerse a un
lado. Kendall, acompañado por
otros dos jóvenes, les miraba sonriente apoyado
en el marco de la puerta.
—Joder con
tu hermanita… —objetó uno de sus amigos entre risas.
—¡Oye, esto
no es lo que están pensando! —logró gritar ________,
avergonzada. Se puso de
pie y comenzó a sacudirse la ropa.
Logan, todavía confuso, imitó sus movimientos.
—Ah, ¿no?
—Kendall sonrió ampliamente—. ¿Estudiabas anatomía?
—¡Cállate
ya! —se quejó _________. Después se giró resentida
hacia Logan, apretando los
puños—. ¡Todo esto es por tu culpa! ¡Te odio!
—exclamó, antes de desaparecer
escaleras arriba hacia su habitación.
Logan se quedó allí anclado, en medio del comedor, como
una
marioneta sin dueño, mientras los otros tres le observaban con
curiosidad.
Kendall se encendió un cigarrillo y le señaló con el dedo.
—No le
hagas caso bato, así son las mujeres, no intentes
comprenderlas.
—Seguro que
en menos de diez minutos te envía un sms pidiéndote
que la perdones o algo
parecido —opinó otro de los chicos, que llevaba ambos
lados de la cabeza
rapados, dejando que en medio creciese una cresta de pelo
parecida a la de
las gallinas, al estilo punk—. Y si no lo hace, le compras una
rosa fea de
esas y todo solucionado.
Logan parpadeó confundido.
—No… no, nosotros no estamos juntos.
Kendall le
miró de reojo. Después sonrió y el humo de la calada
que acababa de darle al
cigarro se escurrió entre sus labios.
—Pues casi mejor. A mi hermana siempre le han ido las
relaciones
liberales.
—En realidad, lo que quería decir es que no tenemos ningún
tipo
de relación.
—Ya,
claro, y yo voy a la universidad… ¡no te jode! —respondió
Kendall, lo que
provocó que sus amigos prorrumpiesen en sonoras carcajadas.
Los tres
pasaron por delante de él y se dejaron caer sobre el
sofá. El de la cresta
comenzó a liarse un porro mientras el otro buscaba algo
interesante en la
televisión. Logan recordó algo y se sentó en el sillón, cerca
de ellos.
—Kendall…
¿no se suponía que tú estudiabas? —preguntó.
Él le dirigió una mirada divertida. Los
tres volvieron a reír al
unísono.
—Eso creen mis padres —explicó—. En realidad no hago nada.
Pero
si piensan que estudio me pagan mis gastos diarios, así no tengo que
ponerme a
trabajar —detalló—. Y _________ me
encubre a cambio de que yo
la encubra a ella. Ya sabes, les dice a mis padres que
sale conmigo por las
noches, pero luego se va con sus amigos.
Logan le miró alarmado, abriendo mucho los ojos. No podía
creer
que le hiciesen aquello a la pobre Abigail, con lo bien que se había
portado
con él. Suspiró, sintiéndose extraño por el simple hecho de estar
preocupado
por los problemas de otras personas que poco o nada deberían
importarle.
—¿No te sientes culpable?
—¿Culpable de qué…? —Y encendió la PlayStation.
—Nada,
déjalo.
—Bueno, chavalote, ¿cómo te llamas? —preguntó el chico de la
cresta.
Logan le miró de arriba abajo antes de contestar: vestía
unas
mallas agujereadas que se ajustaban al contorno de sus delgadas piernas
y
contrastaban con la chaqueta de cuero repleta de remaches y parches
diversos
cosidos aquí y allá del modo más desordenado posible. El inglés
tragó saliva
despacio.
—Me llamo Logan… —respondió al fin.
—Encantado.
—El punk le tendió una mano, y Logan creyó que se
desmayaría al
estrechársela. Afortunadamente, solo se sintió ligeramente
mareado cuando lo
hizo—. Yo soy Esko.
—¿Esko?
—preguntó, pensando que se trataba de una broma.
—Sí. Es un mote, me lo pusieron porque mi
grupo favorito de
música es Eskorbuto —aclaró felizmente—. Y este es Leo. Es
un poco callado
—añadió.
El tal Leo también le tendió la mano,
mostrándole un amago de
sonrisa. Parecía más normal que el otro, aunque
vestía de un modo raro:
pantalones anchos, sudadera
ancha, todo ancho en general…
—Bueno, ¿ya
habéis preparado la cena? —le preguntó Kendall—.
Ten, anda, fuma un poco —le
tendió el porro.
—No,
gracias. —Suspiró—. Yo… creo que será mejor que suba y
hable con tu hermana.
—¡Así me
gusta! Tú dale, bato. A las chicas les gusta que las
hagan sufrir, son así de
raras.
Logan se dirigió hacia el baño a toda prisa mientras
Kendall
seguía hablando. Lo primero que hizo fue lavarse las manos tres veces
seguidas,
después de los afectuosos saludos de Esko y Leo. Si todos los
amigos de Kendall
eran como aquellos, estaba seguro de que pasaría la peor
noche de su vida. Se
miró al espejo y se propuso ser fuerte. Aquello era la
selva, y debía sacar a
flote su instinto salvaje para lograr sobrevivir en
medio del caos.
Después
se dirigió al cuarto de ________. Entró sin llamar a la
puerta.
—Pero ¿qué
haces? —________ le lanzó un despertador, que chocó
contra la pared, a unos
centímetros de su cabeza—. Avisa antes de entrar,
podría haber estado
cambiándome.
—Tampoco
vería nada del otro mundo. —Se encogió de hombros.
—¡No te
soporto más!
—Oye,
que vengo en son de paz.
—Métete esa paz por donde te quepa.
—La paz es
un concepto abstracto, no puede depositarse en ningún
lugar concreto,
¿entiendes?
—¡Por Dios, lo que una tiene que aguantar! —Alzó la vista
al
cielo, desesperada.
—Mira, quizá deberíamos intentar llevarnos bien durante
las
próximas horas. No quiero morir en pleno cumpleaños de tu hermano
y,
ciertamente, esos tipos parecen estar a punto de atacarme de un momento a
otro.
Temo por mi vida.
—Todo lo haces siempre por interés —se quejó ___________.
—¡Pero es
un interés positivo!
—¿Sabes?,
ya me he cansado; esta vez no pienso ayudarte.
Fijó sus ojos en Logan y esperó encontrar
tristeza y desolación
en su rostro; sin embargo, él sonreía de un modo
misterioso.
—Como quieras, tendremos que ir a malas entonces —dijo—;
por
explicarlo de otro modo: si no me ayudas contaré la verdad sobre la falsa
vida estudiantil de
Kendall
y tus habituales salidas nocturnas.
_________ abrió la boca de par en par,
alucinada. ¿De dónde
había sacado el inglés aquella información? Seguramente
al tonto de su hermano
se le habría escapado. Logan supo que ella se
encontraba entre la espada y la
pared.
—Y ahora, mi querida ________, es hora de hacer la
cena
—anunció, con una enigmática sonrisa en su rostro—. Yo supervisaré que
todo
salga bien; ¡venga, andando!, ya basta de vaguear.
—¡Serás…!
—¿Qué soy,
_________? —preguntó, con un deje amenazador en la
voz.
—Eres
sencillamente… adorable —masculló ella.
—Gracias.
Logan se dirigió hacia la
escalera, y _________ se
levantó
dispuesta a seguirle. No tenía otra opción.
—idiota.
Eres un idiota, eso quería decir —añadió en un susurro
que el inglés no llegó
a oír.
Una
vez en la cocina, _________ abrió la nevera y observó el interior. Miró a
Logan.
—A
ver, ¿cuántas hamburguesas necesitaremos…? —preguntó _________
en voz alta,
pensativa.
Logan la miró asustado.
—¿Hambur… qué?
—Hamburguesas.
—¡Aparta,
niña cutre! —exclamó, le dio un empujón y la hizo a un
lado bruscamente—.
¡Hamburguesas, dice! ¡Ni que estuviéramos en un bareto de
mala muerte, en
mitad de la carretera, en medio de la nada! —farfulló—. ¿Qué
será lo
próximo?, ¿patatas fritas con katchup, ketchup… o como se diga?
—Se llama
Ketchup, y sí, realmente pensaba hacer patatas
fritas.
—¡Oh! —Se llevó una mano al pecho—. Me agotas. Eres una niña,
________,
¡vete a jugar con tus braguitas de Piolín!
_________
frunció el
ceño, confusa.
—¿Qué has dicho?
Él se giró
y la miró fijamente. El oscuro de sus ojos parecía
más claro, como si la
frialdad se hubiese disipado.
—Bragas, calzoncillos… ¡Baja de las nubes,
_________! Todo el
mundo usa ropa interior… menos tu hermano, por descontado.
—¡Eh, no me
cambies de tema!
—¡No!,
¡no me cambies de tema tú! ¿Aquí quién es el jefe?,
pensaba que eso ya había
quedado claro en la habitación —añadió—. Anda, niña,
ve sacando la masa para
hacer los canapés.
_________
se cruzó de
brazos y le miró como si estuviese completamente loco.
—¿He oído
bien?
—No
lo sé, eso tendrás que preguntárselo a tu otorrino
—comentó—. Pero no dudes
de mi pronunciación, mi dicción es perfecta.
Ella se echó a reír.
—¿Eres
consciente de que ni con diez bandejas de tus ridículos
canapés lograrás
saciar el apetito de los amigos de Kendall?
—Ese no es mi problema: eres tú quien tiene
que hacerlos… —le
recordó—. Yo solo te diré de qué los tienes que rellenar
—añadió con un ligero
retintín.
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
19
Instinto salvaje II
—Dame el teléfono del supermercado —le pidió Logan.
—¿Qué…?, ¿qué piensas hacer, pequeño demente?
—Pediré que traigan a casa masa de canapé preparada. __________ se cruzó debrazos y le miró como si acabase de volverse completamente loco. Suspiró largamente.
—Mira, Logan, en el diminuto supermercado de pueblo no hacen pedidos a domicilio.
—Entonces esta vez será la excepción —repuso él, sonriente—.Venga, no me cuentes historias y dame el teléfono. __________ puso los ojos en blanco, antes de desaparecer hacia el comedor en busca dela guía telefónica. Allí se encontró con su hermano, Esko y Leo, que reían sin cesar mientras veían anonadados el programa ¿Quién
quiere ser millonario? __________ no
encontró la gracia del asunto y supuso que ya habrían fumado más de la cuenta.
—¿Estás con tu amiguito? —le preguntó Kendall, dirigiéndole una
sonrisa ligeramente maliciosa.
—No es mi amiguito —repuso _________—. Y, en el remoto caso de
que lo fuera, no sería asunto tuyo.
—Mientras lo sigas montando sobre la alfombra del comedor, será
asunto mío —le indicó su hermano—. ¡En esta casa tienen habitaciones de sobra
para hacer gorrinadas, no hace falta que nos restriegues su feliz vida sexual!
—gritó, y después rió atropelladamente, acompañado por las estridentes
carcajadas de los otros dos.
—Kendall, creo que deberías dejar de fumar.
—¡Pero si la fiesta solo acaba de empezar! Espera a que lleguen
los demás… _________ cogió la guía telefónica y salió de allí dando un fuerte portazo. Estaba molesta con el mundo
en general. Logan tenía la culpa de todo. Antes de que el inglés llegase allí a
pasar las vacaciones todo había ido sobre ruedas, sin problemas. Ahora,
contrariamente, las cosas comenzaban a torcerse más de lo debido.
—¿Ya tienes el maldito teléfono? —preguntó Logan en cuanto ella
entró en la cocina.
—Sí, aquí lo tienes —contestó ________, lanzándole la gruesa
guía telefónica.
Logan logró cogerla al vuelo, pero dio un paso atrás, asustado.
—¿Quieres matarme? —Hojeó las páginas de la enorme guía—. ¿Y
cómo narices pretendes que encuentre aquí el número del supermercado? ¡Búscalo
tú!
Le tiró la guía, que de nuevo voló por los aires como si se
tratase de una pelota de goma. _________ no consiguió alcanzarla y retumbó
estridentemente sobre el suelo de la cocina.
—¡Estúpido! —le gritó al recogerla.
Respiró agitada, mientras buscaba el teléfono del supermercado y
prometió que, una vez lograse preparar adecuadamente el cumpleaños de Kendall,
también se dedicaría a celebrarlo por todo lo alto. Pensaba darse la fiesta de
su vida. Es más: necesitaba urgentemente esa fiesta. Debía despejarse de todos
aquellos insufribles días.
—Aquí lo tienes —le dijo cuando lo encontró y se lo señaló con
la punta del dedo.
Él sonrió satisfecho. Cogió el teléfono, marcó el número y
esperó una respuesta.
—¿Oiga?, ¿hablo con el supermercado? —preguntó—. Ah, perfecto.
Soy el señor Logan, me gustaría hacerles un pedido a domicilio.
________ le observó
mientras él permanecía en silencio, escuchando al parecer las palabras de uno
de los encargados.
—Ya sé que no tienen ese servicio para clientes, pero pienso que
podría hacer una excepción. —Suspiró—. Verá, las excepciones suelen ser bien
recompensadas, usted ya me entiende…
Hubo unos instantes tensos. Y después, sorprendentemente, Logan
comenzó a indicarle la dirección de la casa y qué deseaba comprar. Luego colgó
y le lanzó a _________ una mirada
rebosante de orgullo.
—¿Ves? No era tan difícil —le dijo.
—Le has sobornado —farfulló la joven.
—Lo sé. —Chasqueó los dedos—. Recuerda esto, _________: el
dinero puede con todo.
—Me das asco.
—Apuesto lo que sea a que mi dinero también puede con tu asco
—repuso Logan, con ademán reflexivo.
_________ pasó el resto
de la tarde siguiendo las instrucciones de Logan. Preparó el relleno de los
canapés y aguantó sus continuas quejas.
—No puedo creer que ni siquiera tengas un poco de caviar
—decía—. Sinceramente, teniendo en cuenta los nefastos ingredientes, no sé si
estos canapés serán comestibles.
_________ fingió no
escucharle y continuó mezclando atún con tomate en un pequeño cuenco.
Aproximadamente media hora después, los canapés estaban preparados y listos
para hornear. _________ contempló las
dos bandejas repletas con cierta duda. Vendría mucha gente, incluidos sus
amigos, así que supuso que los ridículos canapés no llenarían siquiera el
estómago de dos personas.
—Vale, mételos en el horno —continuó Logan, disfrutando como
nadie del hecho de poder dar una orden tras otra—. Será mejor que vaya subiendo
a mi habitación para arreglarme —añadió.
_________ se giró tras
cerrar la puerta del horno y le miró fijamente.
—Logan, hazme un favor: no te arregles demasiado —le pidió—.
Solo lo justo, ¿entiendes? Iremos después a una discoteca que está en el pueblo
de al lado. No hace falta que te vistas de etiqueta.
—Eso ya lo sabía… —susurró él con desdén.
________ rió tímidamente
cuando él desapareció de la cocina, advirtiendo que no lo sabía. Ciertamente,
minutos atrás, al subir a la planta de arriba para ir al baño, había divisado
un perfecto esmoquin (o algo parecido) tendido sobre la cama de Logan; bien
preparado de antemano. El inglés era tan… previsible.
Antes de ir ella también a vestirse, sacó dos pizzas de la
nevera y las metió en la parte inferior del horno, omitiendo los consejos de Logan.
Estuvo a punto de ponerse a freír patatas, pero supuso que ya era demasiado
tarde y los invitados aparecerían en breve.
Una vez en su cuarto, se puso unos vaqueros ajustados y para la parte
de arriba eligió una camiseta de tirantes que se cruzaban en la espalda de
color marrón, a conjunto con las botas. Suspiró, dejando atrás su sudadera y
doblándola sobre la cama. Después se dirigió directa hacia el baño y, justo
cuando estaba a punto de abrir la puerta, se cruzó con Logan.
—Aparta —le espetó él, dándole un empujón y entrando en el baño.
—¡Eh, pero te has colado!
—Pues te fastidias.
Iba a cerrarle la puerta en las narices, pero ________ colocó el pie entre esta y el marco justo a tiempo.
Él entrecerró los ojos y un brillo café pareció emanar de ellos.
—Quita el pie de ahí —exigió. Y entonces la miró de arriba
abajo. Lentamente una sonrisilla malévola apareció en sus labios—. Por cierto,
bonito escote.
—¡Cállate, idiota! —se quejó ella, llevándose una mano al pecho.
—Pensaba que eras una tabla de surf. —Volvió a sonreír—. Me has
estado engañando, ¿eh?
________ respiró hondo y
alzó la vista hasta el techo del pasillo, rogándole al Dios que la había
abandonado en aquel aeropuerto, cuando él llegó a Estados Unidos, que regresara
y la salvara de una muerte segura.
—¿Te importa si compartimos el baño? —preguntó ella, intentando
aparentar amabilidad—. Tengo que peinarme. Si no, nos quedaremos aquí en la
puerta hasta la madrugada.
—Está bien. —Logan abrió un poco la puerta—. Pero que conste que
soy como los seguratas de las discotecas: el pase se acepta o se deniega según
el tamaño del escote.
—Eres un cerdo, Logan —atajó ella, apartándole a un lado y
entrando.
Él se colocó detrás de _________, mientras ella se situaba
frente al espejo y comenzaba a cepillarse el cabello con ahínco. Logan bajó la
vista y observó el contorno del trasero de la chica. Era la primera vez que se
vestía con una prenda tan ajustada como para que pudiese hacer sus cálculos
anatómicos. No estaba tan mal. Pero, claro, era ________, y eso sí estaba mal.
—No te preocupes, sabes perfectamente que yo jamás te tocaría
—respondió él—. No estoy tan desesperado como para rebajarme
hasta tu nivel.
_______ le ignoró y continuó peinándose, con Logan a su lado,
apenas a unos centímetros de distancia, evaluando cómo intentaba recogerse el
pelo en una especie de moño desenfadado.
—No te queda bien —le indicó él.
—¿Te importaría dejar de humillarme? —se quejó _________, malhumorada.
Su paciencia se agotaba por momentos.
—No es eso. —Logan frunció los labios, como si le costase
pronunciar las palabras que pensaba decir—. Es que el pelo suelto te favorece
más —concluyó.
________ se giró hacia él
y dejó de colocarse horquillas negras en el contorno del moño.
—¿Lo dices en serio? —Se evaluó frente al espejo, observándose
de perfil e intentando decidir qué hacer—. Hum… puede que tengas razón.
Finalmente se quitó las horquillas y dejó que la melena color
castaño oscuro se deslizase libremente por su espalda. Logan observó las
ondulaciones del cabello en silencio, pensativo.
—¿Me lo plancho? —preguntó ________, ansiosa por recibir más
consejos de belleza por parte de un hombre. Tenía la seguridad de que eran más
sinceros que sus propias amigas.
—¿Y a mí qué me cuentas? —contestó él, volviendo a su antipático
estado natural. Contempló el decepcionado rostro de __________—. Bueno, no, no
te lo planches. Está mejor así.
Ella sonrió tímidamente, y él deseó que la tierra se lo tragase.
No le gustaba estar en aquel baño con _________, pues era una extraña situación
que daba a entender lo bien que se llevaban, la confianza que tenían el uno en
el otro y la intimidad que reinaba en la relación. Todo falso, obviamente.
—¿Te falta mucho? —insistió—. Quiero mear. Y no pienso hacerlo
delante de ti, por mucho que lo desees.
_________ le dedicó una
mueca de asco, y la situación pareció volver a la normalidad.
—Me das asco —masculló—. Ya me marcho, tranquilo.
Se fue poco después, dejándole a solas. Logan corrió el pestillo
de la puerta. Se miró al espejo y con un poco de agua despuntó los mechones oscuros
que danzaban de un lado a otro. Kelsey le había indicado que no debía
arreglarse demasiado, así que intentó dotar su pelo de un toque desenfadado. Se
había vestido concienzudamente con unos vaqueros corrientes (doscientos
cincuenta dólares) y una camisa gris que conjuntaba con el color de sus ojos.
Se
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desabrochó los primeros dos botones de la camisa y respiró
hondo.
Estaba nervioso. Aquella noche debía enfrentarse a muchas cosas,
no solo a la idiota de Kelsey. Tendría que ver de nuevo a sus amigos (sin
contar con la idea de conocer a los amigos de Kendall). Todavía recordaba a
Cloe, la loca que pretendía llevarlo a su habitación para que hiciesen una
película no apta para todos los públicos; Charles, el joven macarra que siempre
parecía estar a punto de cometer un atraco y le trataba como si fuesen hermanos
y se conociesen de toda la vida; Nixie, la loca que afirmaba continuamente lo guapo
que era Kendall (Logan sintió un leve escalofrío al recordarlo). Pero, por
encima de todos ellos, le preocupaba tener que volver a encontrarse con Matt.
Matt era su contrincante. Vestía bien, tenía la piel cuidada y
era elegante y rico. Le odió en cuanto le vio por primera vez. Además, Matt
llevaba enamorado de Kelsey muchos años, y a Logan había dejado de parecerle
gracioso ese asunto. Matt era una mosca que sus pulcros zapatos debían aplastar
sin compasión. Logan sonrió frente al espejo, sintiéndose más seguro tras su
último pensamiento.
—¿Te has ahogado en el retrete? —preguntó _______, gritando tras
la puerta a bocajarro—. Eres tan tonto que no me sorprendería, la verdad.
—No, querida ________. —Logan sonrió, apoyando ambas manos en el
lavabo y pensando en su próximo comentario—. Estoy ocupado… aliviando ciertas
necesidades… sexuales. —Apretó los labios, aguantando una sonora carcajada—. Si
quieres entras y me echas una mano; nunca mejor dicho.
—¡Guarro! ¡Serás…! ¡Arg, te odio! —exclamó, consternada—. Por tu
bien, espero que sea una de tus estúpidas bromas.
Logan abrió la puerta del baño de golpe, disipando las dudas de ________.
Le dedicó una amplia sonrisa y le tocó la punta de la nariz con uno de sus
largos dedos.
—Seguro que ya estabas fantaseando, ¿eh, pillina? —le dijo.
________ frunció el
entrecejo.
—En realidad, prefiero fantasear sobre lo mal que lo vas a pasar
esta noche.
Y acto seguido comenzó a caminar escaleras abajo. A Logan no le
agradó su último comentario. Siguió los pasos de _________ algo enfurruñado e intentando calmarse. Era
complicado controlarse en ciertas situaciones que nunca había tenido que vivir.
La vida americana le parecía el caos más absoluto jamás conocido.
Llamaron al timbre de la puerta. Kendall, junto con sus dos
amigos, se levantó al fin del sofá (al cual podría haberse pegado; Logan trazó
una nota mental al respecto: no volver a sentarse ahí bajo ningún concepto).
Cuando la puerta se abrió y un montón de extraños energúmenos empezaron a
colarse en la casa de la familia Graham, Logan pensó que se trataba de un atraco a mano
armada.
—Bienvenidos —dijo _______.
—¿Les das la bienvenida a ellos? —le preguntó Logan, en
susurros, mientras señalaba al grupo. Necesitaba cerciorase de que aquellos
eran invitados.
—Mantén la boca cerrada.
Los ojos de Logan danzaban de un lado a otro, contemplando el
desastre que se iba desatando a su alrededor. Una chica con el cabello de color
rosa chicle le dio dos besos y se presentó.
—Soy Amy —le dedicó una sonrisa.
—Ah, pues qué bien —contestó Logan, confundido.
—Él es Logan —añadió _______ rápidamente, sacándole del apuro—. Perdona, es
un poco tímido.
—¡Oh, no tiene importancia! —Amy rió.
James no podía apartar la vista de ella, con ese color tan
llamativo de pelo. Era como si le hubiese hipnotizado.
Había mucha gente. Dos jóvenes que también llevaban rastas,
aunque más finas que las de Kendall; dos chicas gemelas, ambas igual de feas,
según catalogó el inglés rápidamente; y un joven que parecía recién salido de
un psiquiátrico de alto riesgo. Iba completamente vestido de negro y calzaba
unas enormes botas militares. Su cazadora (negra, al igual que todo lo demás)
estaba repleta de remaches y cadenas de plata que colgaban por doquier. El
chico en sí era un arma andante. Por si aquello fuese poco, un flequillo
ladeado ocultaba la mitad de su pálido rostro, sobre el cual apenas cabía un
piercing más. Era alto, aunque excesivamente delgado. Así que, cuando _______ cogió al chico de la mano y lo arrastró hacia Logan
con la intención de presentárselo, a este le entraron verdaderas ganas de
convertirse en una versión moderna de Forrest Gump y echar a correr a toda
velocidad.
Sin embargo, el cabello rosa fucsia de Amy seguía ejerciendo
cierto control mental sobre él, por lo cual se contuvo y permaneció muy quieto,
adivinando que se avecinaba una de las noches más extrañas de su vida.
—Mira, él es Logan, el estudiante inglés que ha venido a pasar
las Navidades con nosotros —le decía ________ al chico arma letal—. Logan, te presento a
Gorth.
«Hasta el nombre suena extrañamente… mortífero y peligroso»,
pensó Logan. Estiró la mano, intentando complacerle, pero Gorth le miró serio y
no aceptó su saludo.
—Le cuesta entablar amistad con los desconocidos —le explicó ________,
tratando a Gorth como si fuese su chiquillo protegido.
—Créeme, no importa. —Logan sonrió, satisfecho. Mejor si aquel
psicótico no le dirigía la palabra en toda la noche. Un alivio para él.
Kendall gritó, y su voz se elevó sobre el nivel de los murmullos
en la entrada de la vivienda.
—¿Cenamos ya o qué? ¡Me muero de hambre!
Logan se acercó con sigilo al oído de ________.
—Palabras vulgares, muy propias de tu hermano y su falta de
educación.
________ le apartó de un
codazo, pero, curiosamente, Logan observó que Gorth había oído su comentario y
ahora le sonreía. Clavó la vista en el suelo. El chico arma le intimidaba más
de lo que le gustaba. Por eso, cuando ________ se alejó para explicarle a su
hermano que todavía faltaban invitados por llegar, Logan creyó que el mundo se
le venía encima.
—Un buen comentario —le dijo el psicópata. Apenas movía los
labios para articular las palabras.
Aguantó unos instantes mirándole fijamente. Y mágicamente
agradeció la cercana presencia de la «chica pelo rosa». Quizá ella se dignase
salvarle si Gorth decidía atacarle de improviso. Dio un paso hacia atrás, por
si las moscas.
—Gracias —dijo al fin.
Todos los invitados pasaron al comedor y se acomodaron en los
sofás y las sillas que rodeaban la enorme mesa de madera. Logan advirtió que,
al parecer, _________ había puesto la mesa mientras él se encerraba en el baño
y, como era de esperar, lo había hecho francamente mal. Cubiertos desordenados
y alineaciones desacertadas. Así que, mientras todos se acomodaban, se dedicó a
organizar aquel caos.
—¡Deja de hacer eso, por favor! —le pidió ella—. Acabará
enterándose todo el mundo de lo enfermo que estás. Intenta disimular, al menos.
—El desorden también es una enfermedad, _________ —le acusó él,
señalándola con el dedo índice para que todos los invitados advirtiesen que
aquello no era una conversación normal, sino una disputa.
Ella le ignoró y se dirigió hacia la puerta cuando el timbre
sonó de nuevo. Logan la siguió, alejándose de todos aquellos enigmáticos
elementos. Al lado de los amigos de Kendall, _______ podría haber sido una
delicada princesita la mar de femenina.
Frunció los labios con desagrado en cuanto divisó quiénes se
encontraban en los escalones de la entrada. Todos le saludaron amablemente,
excepto James, que ni siquiera se dignó mirarle; en cambio,
se acercó hacia ________ y le dio un
pomposo beso en la mejilla. «Rata de cloaca, debes morir», pensó Logan,
mientras contemplaba asqueado su rostro. James se había arreglado más que él, y eso
le molestaba. ¡Y todo por culpa de ________, que le había sugerido que no se
vistiese demasiado formal! Sintió ganas de enfundarse el traje de sultán que su
madre le había regalado tras uno de sus viajes a Arabia, solo por hacerle la
competencia.
—¿Qué tal lo has pasado estos días?
Logan ladeó la cabeza, advirtiendo que se dirigían a él. Sintió
un escalofrío cuando descubrió a la emisora de aquella pregunta. Cloe. La misma
Cloe que había intentado violarlo días atrás. Vestía unos vaqueros
excesivamente cortos y un top de lentejuelas que dejaba poco espacio a la
imaginación.
—Genial —respondió él, secamente.
Charles, el macarra con pinta de atracador innato, le dio una
brusca palmada en la espalda y le pellizcó un moflete, lo cual no le agradó
demasiado.
—¡Esta noche lo vamos a pasar en grande, eh! Ja, ja, ya verás
qué marcha nos traemos por aquí —le dijo.
—Oh, sí, me muero de emoción —masculló Logan con un tono
extremadamente monótono.
—Tan estúpido como siempre —farfulló James, arrugando la nariz.
—¡Eh, deja de meterte con mi brother!
—exclamó Charles, que abrazó al inglés como si fuera de su propiedad.
________ arrastró a James
a un lado, cortando por lo sano cualquier discusión, y el resto los siguieron
hasta el salón. Dentro se había desatado una guerra de cojines que sobrevolaban
la estancia como estrellas fugaces y terminaban estampándose contra jarrones,
rostros desprevenidos o cualquiera que se pusiese por delante. Logan contempló
alarmado la escena, y sus ojos negros se dirigieron velozmente hacia la
estantería de madera donde reposaba la colección de dedales de cerámica de la
señora Graham.
—¡Eh, cuidado con los dedales! —les gritó, sin poder contenerse.
Se llevó una mano a los labios, asustado. ¿Qué narices hacía él
defendiendo a la inculta madre de _________? Respiró hondo, intentando buscar
en algún recóndito lugar de sí mismo a ese Logan malévolo y frío que
normalmente se apoderaba de sus sentimientos.
—¡TENGO HAMBRE! —gritaba Kendall, al compás de Esko, como un
poseso depravado—. _______, saca la cena, y los que falten, que se aguanten.
_______ asintió con la cabeza tras confiscar todos los
almohadones y esconderlos en el baño de arriba. Se dirigió a la cocina, seguida
por Nixie y James,
así que Logan también lo hizo. Al contrario que el resto, él no
se dignó cargar con ningún plato, de modo que cuando llamaron por tercera vez
al timbre de la puerta, él era el único que tenía las manos libres.
—¡Logan!, ¿puedes abrir tú la puerta? —le rogó _______.
—¿Tengo cara de mayordomo o qué?
—¡Por favor, no puedo hacerlo todo!
Logan se mostró solidario y se dirigió hacia la puerta de la
entrada. Abrió despacio y temeroso, como si esperase encontrarse frente a él a
Jack el Destripador. Pues bien, en realidad lo que sus ojos vislumbraron no se
iba mucho de la línea de cosas que había imaginado.
Un chico enorme —de casi dos metros, por lo menos—, con una
espalda por la cual Logan habría podido escalar de habérselo propuesto, le
sonreía ampliamente. Le faltaba un diente: la pala derecha.
—Bienvenido al cumpleaños de Kendall —dijo Logan, sintiéndose
estúpido.
Observó cómo dos chicas más salían del coche recién aparcado y
se retocaban el maquillaje contemplando sus rostros en los espejos
retrovisores.
—Tú debes de ser el novio de _______, ¿verdad? —comentó el
grandullón.
Logan rió.
—¡Qué va! De ningún modo.
—Oye, rubito, no me lleves la contraria —bramó el gigante,
apuntándole con un dedo acusador—. Me lo ha dicho Kendall, así que ¿estás
insinuando que mi amigo es un mentiroso?
El inglés tragó saliva despacio. El desorbitado tamaño de los
puños cerrados de La Masa le aterrorizaba.
—¡Ah, je, je! ¡Claro que soy el novio de ________!, ¡lo había
olvidado! Ja, ja, ja. —Rió con nerviosismo, de un modo entrecortado.
—Pues que no se te vuelva a olvidar si no quieres enfrentarte a
Golpes —le dijo señalando su puño derecho— y Sangre —concluyó, alzando el
izquierdo.
—Oh, no, no te preocupes; _________ y yo estamos muy enamorados
(ya pensamos en boda y todo). —Intentó sonreír, pero creía notar que se le
había congelado la piel del rostro y apenas podía gesticular—. Además, será
mejor que Golpes y Sangre descansen esta noche.
—Ya veremos… —Le miró con desconfianza, antes de entrar en la
casa.
Las otras dos chicas también lo hicieron, tras presentarse. Una
de ellas tenía la cabeza rapada al uno o al dos, mientras que la otra llevaba
el cabello largo y liso hasta pasada la altura del trasero. Logan torció el
gesto, antes de cerrar la puerta y adentrarse en una estancia repleta de seres
locos y medio extraterrestres.
Cuando llegó al comedor advirtió que todos se habían acomodado y
la cena estaba servida. Habían empezado a comer sin esperarle. Tampoco le
sorprendió demasiado. Ojeó la estancia y distinguió al idiota de James sentado
al lado de _______. Se dirigió hacia allí, molesta.
—Tu sentido matemático no calcula bien el asiento que te
corresponde —le dijo.
—Se siente, haber llegado antes —farfulló el otro, y prosiguió
engullendo un trozo de pizza. Después alzó la cabeza para mirarle y señaló los
canapés—. Me han comunicado que ha sido idea tuya lo de hacer los canapés. Le
pediré a mi cocinero que te envíe a Londres alguna receta sobre cómo son
realmente los canapés.
—Son así.
—No, claro que no.
—He dicho que sí.
—Logan, deja de comportante como un crío —le reprochó _______—.
Siéntate allí, al lado de Gorth.
Logan sintió cómo un escalofrío ascendía despacio por su
espalda. Gorth, frente a ________, le daba un delicado mordisco a uno de sus
canapés. Intentó disimular el miedo y se acercó hacia la silla libre que estaba
a su lado. El psicópata le miró y le sonrió. Logan deseó morir allí mismo.
—Están buenos los canapés —le dijo, arrastrando las palabras.
Hablaba con un tono extremadamente bajo, casi en susurros, como una serpiente.
—Gracias. Ya lo sabía —contestó Logan, sirviéndose su plato.
Miró alrededor en un vano intento por controlar lo que ocurría.
En el otro extremo de la mesa, Nixie miraba embobada a Kendall, que engullía
pizza como un animal y sacudía sus rastas de un lado a otro golpeando con ellas
la cresta de Esko. Leo parecía perdido en un mundo de nubes rosas, arcoíris
coloridos y estrellitas brillantes (ya había fumado más de la cuenta). A Logan
le sorprendió que las gemelas feas comiesen de un mismo plato (unión nutritiva,
pensó). Cuando siguió recorriendo a los invitados con la mirada y fijó sus ojos
en Cloe, esta pestañeó en exceso y le envió un beso imaginario soplando sobre
la palma abierta de su mano. El estómago de Logan dio un vuelco en respuesta.
Al otro lado, el dueño de Golpes y Sangre masticaba un canapé
tras otro, sentado cerca de la Chica Cabeza Rapada (que se hallaba tan ausente
que parecía estar dialogando con Buda), al contrario que la pelo largo, que
hablaba sin cesar, como James, quien le contaba sus aventuras y desventuras a
una silenciosa ________. Por último, su brother
reía tontamente el chiste de uno de sus amigos.
Logan tragó saliva despacio cuando posó sus ojos sobre el
psicópata, que le miraba fijamente.
—Hola —le dijo, sin saber qué más decir.
El Chico Arma volvió a sonreírle misteriosamente.
—Hola —le respondió.
Logan tembló y, cuando
oyó que ________ se disculpaba ante James
para ir al baño, se apuntó de inmediato a la excursión, levantándose
atropelladamente de la mesa.
—¿Qué haces? —le preguntó ________, malhumorada como de
costumbre.
—Te acompaño.
—Puedo ir sola.
—No me importa, necesito estirar las piernas —contestó él, y
observó gustoso la mirada envidiosa que James le dedicó.
_________ suspiró, pero
no añadió nada más. Juntos salieron del infierno y fueron escaleras arriba. Una
vez llegaron al baño, Logan se coló ágilmente y cerró la puerta.
—Pero ¿qué haces? ¡Sal de aquí! —le gritó ella.
—¡Ni de coña! Sería un suicido —repuso Logan. Abrió el grifo del
lavabo y se lavó la cara con agua fría. Pestañeó, antes de secarse con una de
las toallas.
—¿Qué es lo que te ocurre?
_________ repiqueteó con
el pie sobre el suelo y se cruzó de brazos. Esperó paciente la respuesta del
inglés, el cual se apoyó en la pared de azulejos antes de hablar.
—¿Estás loca o qué? ¡Acabo de conocer a un montón de zombis mentales!
—Pero ¿de qué estás hablando?
—¡De ellos! —Logan señaló la puerta del baño, indicando el
exterior—. ¿Qué me dices del gigante que ha bautizado a sus puños como Golpes y
Sangre?
_______ rió.
—Ah, te refieres a Evan.
—No me importa cómo se llame —replicó Logan entre dientes—. Está
empeñado en que eres mi novia y amenaza con presentarme oficialmente a Golpes y
a Sangre si decido no seguirle el juego.
Las carcajadas de ________ fueron en aumento.
—¿Y el psicópata ese que se sienta a mi lado? Lleva una cruz
invertida colgando del cuello, ¿crees que puedo comer tranquilamente sin pensar
que en cualquier momento invocará al mismísimo Satán?
—Gorth es totalmente inofensivo —le reprochó ________—. Es el
único cuerdo de ahí abajo.
Logan, dramatizando en exceso, se llevó una mano al pecho.
—¡Ah, vale, pues si me dices que el psicópata es el único cuerdo
de ahí abajo ya me quedo más tranquilo! —exclamó irónico.
—No deberías juzgarle por su aspecto físico —le indicó ella—.
Además, Gorth es superdotado.
—¿Ese engendro es superdotado? Entonces, ¿yo soy Dios? —agitó
las pestañas, esperando una buena contestación.
—Deja de decir tonterías y baja a cenar con todos —ordenó ella,
y le empujó hacia la puerta.
—Me prometiste que no te alejarías de mí, _________ —le
recordó—. Si lo haces, ya sabes, mantendré una interesante conversación con tus
padres y se descubrirán todas las macabras mentiras de los hermanos Graham.
_______ suspiró.
—Está bien, te prometo que cuando terminemos de cenar me
convertiré en tu sombra.
—Eso espero… —concluyó él, alzando un dedo amenazador.
Salió del baño tambaleándose. Los demonios que ocupaban el
comedor le habían robado toda su energía. Sintió unas ganas tremendas de llamar
a su madre y pedirle que fuera a recogerlo, pero se contuvo. Esperó en la
puerta del baño hasta que ________ acabó y juntos se dirigieron, de nuevo,
hacia el infierno.
Logan abrió mucho los ojos cuando entró. Habían apartado la mesa
principal, dejándola a un lado del comedor, y todos estaban sentados en el
suelo formando un círculo demoníaco, como si aquello fuese un ritual satánico,
con un montón de bolsas repletas de bebidas alcohólicas en el centro.
—¡ATENTOS TODOS!, ha llegado la hora de preparar… ¡la Bomba
Explosiva! —gritó el chico de la cresta roja.
—¿Piensan preparar un atentado terrorista en tu casa, ________?
—susurró.
—No, idiota, la Bomba Explosiva es un cóctel que inventó Esko.
—Ciertamente, el nombre promete. Veamos cuántos estómagos
revientan esta noche…
—¿Podrías callarte un rato? —le pidió ella.
—No sé, no sé… Todos estos acontecimientos merecen ser
comentados. —Se encogió de hombros y siguió a ________ hasta el círculo. Se hicieron un hueco entre
las gemelas feas y el Chico Arma.
Situado en el centro del círculo, Esko comenzó a mezclar un montón
de bebidas diferentes en una botella vacía. Todos estudiaban con atención sus
movimientos, como si se tratase de un nuevo truco de magia. Pasados unos
minutos, Logan se acercó sigiloso a ________.
—Me aburro, ¿falta mucho para que tu comedor explote de una vez
por todas?
—Logan, te juro que no soportaré mucho más tener que escuchar tu
voz.
Y decía la verdad. A Logan le desesperaba que la voz de Logan
fuese tan delicada e inocente cuando realmente solo la utilizaba para hilvanar
frases humillantes e insultantes.
—No digas memeces, ________; tú adoras mi voz.
—Adoro tus labios cerrados, Logan.
—Mis labios, al fin y al cabo; adoras mis labios —concluyó él,
satisfecho.
Mientras Esko continuaba elaborando aquel cóctel misterioso, Logan
advirtió que James le miraba fijamente desde el otro extremo del círculo; así
que, a propósito, se pegó todo lo que puedo a _________ y le sacó la lengua al otro.
—¡Me estás agobiando! —le dijo ella.
—Lo siento, pero la cara de las gemelas feas me asusta. Hasta tú
eres una belleza en comparación con ellas.
—No son tan feas —le reprochó ________.
—Pero ¿qué demonios les ocurre a tus ojos?
—¡Chissst, calla de una vez! Esko está a punto de terminar…
En efecto. Esko tapó la botella —ahora llena—, en la que había
mezclado cien mil derivados distintos de alcohol, y la agitó con ahínco. Logan
se encogió sobre sí mismo e hizo algunos cálculos científicos sobre si
realmente aquello podría provocar que todos estallasen en mil pedazos.
—¡Ya está listo! —Esko se volvió hacia Kendall y le dedicó una
sonrisa repleta de cariño, tendiéndole la botella—. Es honor del cumpleañero
probarlo el primero.
Logan susurró un largo «Oooh» fingiendo emocionarse.
—Qué bonito. —Miró a ________ agitando las pestañas con afectación—. ¡Qué
buen amigo! Le cede el turno para degustar la Bomba Explosiva. Creo que voy a
llorar —añadió irónico.
Y muy a su pesar, Kelsey se llevó una mano a la boca para no
reír ante el comentario de Logan. Contempló cómo su hermano abría la botella y
después la inclinaba hasta que la boquilla tocaba sus labios. Le dio un trago
largo y acto seguido se limpió con la manga de la chaqueta. Todos aplaudieron,
y Logan, sorprendido, dio un respingo en su sitio.
—¿Qué pasa, aquí probar la Bomba Explosiva es como tomar la
comunión o qué? —Observó su alrededor contrariado, pensando que aquel cóctel
debía de ser una tradición o algo parecido.
Fueron pasándose la bendita botella de uno a otro. Cuando llegó
hasta James, él la miró con asco y se la tendió directamente a ________.
—¿No piensas probarlo siquiera? —le preguntó ella.
—Unas ocho bocas satánicas acaban de salivar esa boquilla, ¿hace
falta que añada algo más? —Enarcó las cejas.
—En realidad no sé ni por qué pregunto —concluyó ella, que bebió
también y se la pasó al Chico Arma.
Aquello a Logan le parecía nauseabundo. Casi sintió alivio
cuando varios comenzaron a levantarse de allí y Kendall puso música. Algunas de
las chicas comenzaron a bailar por el comedor, y ellos hicieron el mono a su
alrededor. Logan supuso que así era como antiguamente se comportaban los
neandertales. En un momento dado, el amo de Golpes y Sangre tropezó con el
cable de la lámpara y terminó derribando el árbol de Navidad, que cayó al suelo
armando bastante revuelo.
Logan apenas se inmutaba ya. Esperaba cualquier cosa que viniera
de esos energúmenos. Carlos, su brother,
se subió a una silla y mientras señalaba el árbol recién caído, gritó:
—¡A la mierda la Navidad!
Logan respiró hondo y sonrió falsamente.
—¡Qué ambiente más cristiano se respira en esta… comuna hippie!
Nadie respondió con un «¡Cállate!» a su comentario. Asustado,
buscó a ________ por la agitada
estancia, pero no la encontró. Advirtió que James tampoco estaba allí, así que
rápidamente abandonó el comedor con el firme propósito de averiguar qué estaba
pasando.
Dio con ellos rápidamente. Estaban en la habitación de ______.
Prefirió que no le viesen y se quedó agazapado a un lado de la puerta
entreabierta con la intención de escuchar lo que hablaban esos dos.
—Será mejor que bajemos con todos —le dijo ________.
—Pero antes tengo que darte una cosa —respondió James con su
característica y desagradable voz melosa.
—Oh, ¿de qué se trata?
—Es mi regalo de Navidad —informó él—. Pensé que el día de
Navidad ambos estaríamos ocupados con nuestras respectivas familias, así que lo
mejor sería dártelo esta misma noche.
—Pe… pero… no es necesario, James, de verdad… yo todavía no he
ido a comprar los regalos… —mintió ella.
—No importa. —Suspiró—. Aquí tienes.
La curiosidad de Logan iba en aumento, así que se inclinó y
observó por la rendija de la puerta cómo _________ abría una pequeña caja negra y terminaba
sacando un colgante brillante. Por alguna extraña razón, Logan sintió ganas de
estrangular al estúpido James. Se contuvo y aguantó la respiración mientras
ella le agradecía el detalle y él se ofrecía a ponérselo. Cuando James apartó
el cabello de la espalda de ________, tirándolo hacia delante y le rozó con sus
desagradables dedos el cuello, logró agotar su paciencia y abrió la puerta de
golpe y entró en la habitación. Sonrió malévolo.
—Vaya, vaya, qué romántico —farfulló sarcástico—; es taaaaaan
romántico que creo que voy a vomitar.
—Logan, por favor, no empieces —atajó ________, al tiempo que James
le abrochaba el colgante.
—¿Por qué no vas al baño a mirártelo y me dices si te gusta la
medida? —le preguntó él.
_______ asintió, con aire
cohibido, antes de obedecer su consejo y dirigirse hacia el baño. Cuando estuvo
seguro de que la joven no podía oírles, Logan avanzó unos pasos hasta situarse
frente a James.
—En serio, eres patético —le dijo este—. Deberías aprender a
respetar la intimidad de las personas. No está bien escuchar conversaciones
ajenas.
—Lo que a ti te parezca bien o mal, créeme, me trae sin cuidado
—respondió Logan.
—¿Tienes idea de lo que significa el concepto de la palabra
«respeto»? —inquirió James, furioso.
—«Miramiento, consideración hacia una persona u cosa,
deferencia. Manifestaciones de acatamiento que se hacen por cortesía.» —Logan
sonrió orgulloso—. Pero no comparto la definición estricta del diccionario. Yo
definiría el respeto como algo así: «Considerar lo que SE DEBE considerar». Y
seamos sinceros, James, a mí no me apetece considerarte. Y mucho menos
escucharte. Eres un muermo.
—Al menos soy un muermo que ha conseguido ganarse la amistad de _______.
Por más que intentes disimularlo, veo que tú no lo has logrado.
—¿Y por qué iba a querer ser su amigo? —Logan le observó con
curiosidad.
—No vale la pena hablar contigo —le dijo—. Solo sabes decir
tonterías, burradas… cosas que hagan daño a la gente. No mereces ni un segundo
de atención.
Tras las palabras de James, _______ apareció en la habitación,
asintiendo con relación a la medida del colgante.
—¿Ya habéis dejado de discutir como dos niños de cinco años?
—les preguntó, sonriente.
—Sí. Le he dicho que no valía la pena hablar con él, solo sabe
hacer el mal. Y no merece ni un solo segundo de atención —musitó Logan,
felizmente, farfullando las palabras que James acababa de decirle a él mismo.
James abrió mucho la boca, con los ojos desorbitados.
—¡Acabas de copiarme! ¡Eso lo he dicho yo!
Logan chasqueó la lengua, como dándose la razón.
—¿Ves? ¡Lo que he dicho!, se comporta como un niño… —Miró a ________,
orgulloso de sí mismo.
—¡Estás loco! —exclamó James.
—¡Deja de meterte conmigo! ¿Por qué me odias? ¡No te he hecho
nada!
—Estás fatal, definitivamente…
—Bueno, no importa, será mejor que nos marchemos con todos. —______
sonrió. Seguía con el propósito de disfrutar de una gran fiesta aquella noche y
no deseaba que ninguno de los dos se la fastidiara—. Nos vamos a ir a la
discoteca de Helthon. Helthon era un pueblo que se encontraba apenas a veinte o treinta minutos de la urbanización donde _______ vivía. Allí había numerosos pubs, y también estaba la discoteca Butterfly, en la que pensaban continuar con la celebración
del cumpleaños de su hermano. Estaba deseando llegar allí y deshacerse durante
unas horas de todos los problemas. El hecho de que James le regalase un colgante con forma de
corazón la había puesto nerviosa y se había sentido tremendamente mal por no
haber comprado un regalo para él. Eso sin contar con la intromisión de Logan,
que, como siempre, había empeorado las cosas todavía más.
Instinto salvaje II
—Dame el teléfono del supermercado —le pidió Logan.
—¿Qué…?, ¿qué piensas hacer, pequeño demente?
—Pediré que traigan a casa masa de canapé preparada. __________ se cruzó debrazos y le miró como si acabase de volverse completamente loco. Suspiró largamente.
—Mira, Logan, en el diminuto supermercado de pueblo no hacen pedidos a domicilio.
—Entonces esta vez será la excepción —repuso él, sonriente—.Venga, no me cuentes historias y dame el teléfono. __________ puso los ojos en blanco, antes de desaparecer hacia el comedor en busca dela guía telefónica. Allí se encontró con su hermano, Esko y Leo, que reían sin cesar mientras veían anonadados el programa ¿Quién
quiere ser millonario? __________ no
encontró la gracia del asunto y supuso que ya habrían fumado más de la cuenta.
—¿Estás con tu amiguito? —le preguntó Kendall, dirigiéndole una
sonrisa ligeramente maliciosa.
—No es mi amiguito —repuso _________—. Y, en el remoto caso de
que lo fuera, no sería asunto tuyo.
—Mientras lo sigas montando sobre la alfombra del comedor, será
asunto mío —le indicó su hermano—. ¡En esta casa tienen habitaciones de sobra
para hacer gorrinadas, no hace falta que nos restriegues su feliz vida sexual!
—gritó, y después rió atropelladamente, acompañado por las estridentes
carcajadas de los otros dos.
—Kendall, creo que deberías dejar de fumar.
—¡Pero si la fiesta solo acaba de empezar! Espera a que lleguen
los demás… _________ cogió la guía telefónica y salió de allí dando un fuerte portazo. Estaba molesta con el mundo
en general. Logan tenía la culpa de todo. Antes de que el inglés llegase allí a
pasar las vacaciones todo había ido sobre ruedas, sin problemas. Ahora,
contrariamente, las cosas comenzaban a torcerse más de lo debido.
—¿Ya tienes el maldito teléfono? —preguntó Logan en cuanto ella
entró en la cocina.
—Sí, aquí lo tienes —contestó ________, lanzándole la gruesa
guía telefónica.
Logan logró cogerla al vuelo, pero dio un paso atrás, asustado.
—¿Quieres matarme? —Hojeó las páginas de la enorme guía—. ¿Y
cómo narices pretendes que encuentre aquí el número del supermercado? ¡Búscalo
tú!
Le tiró la guía, que de nuevo voló por los aires como si se
tratase de una pelota de goma. _________ no consiguió alcanzarla y retumbó
estridentemente sobre el suelo de la cocina.
—¡Estúpido! —le gritó al recogerla.
Respiró agitada, mientras buscaba el teléfono del supermercado y
prometió que, una vez lograse preparar adecuadamente el cumpleaños de Kendall,
también se dedicaría a celebrarlo por todo lo alto. Pensaba darse la fiesta de
su vida. Es más: necesitaba urgentemente esa fiesta. Debía despejarse de todos
aquellos insufribles días.
—Aquí lo tienes —le dijo cuando lo encontró y se lo señaló con
la punta del dedo.
Él sonrió satisfecho. Cogió el teléfono, marcó el número y
esperó una respuesta.
—¿Oiga?, ¿hablo con el supermercado? —preguntó—. Ah, perfecto.
Soy el señor Logan, me gustaría hacerles un pedido a domicilio.
________ le observó
mientras él permanecía en silencio, escuchando al parecer las palabras de uno
de los encargados.
—Ya sé que no tienen ese servicio para clientes, pero pienso que
podría hacer una excepción. —Suspiró—. Verá, las excepciones suelen ser bien
recompensadas, usted ya me entiende…
Hubo unos instantes tensos. Y después, sorprendentemente, Logan
comenzó a indicarle la dirección de la casa y qué deseaba comprar. Luego colgó
y le lanzó a _________ una mirada
rebosante de orgullo.
—¿Ves? No era tan difícil —le dijo.
—Le has sobornado —farfulló la joven.
—Lo sé. —Chasqueó los dedos—. Recuerda esto, _________: el
dinero puede con todo.
—Me das asco.
—Apuesto lo que sea a que mi dinero también puede con tu asco
—repuso Logan, con ademán reflexivo.
_________ pasó el resto
de la tarde siguiendo las instrucciones de Logan. Preparó el relleno de los
canapés y aguantó sus continuas quejas.
—No puedo creer que ni siquiera tengas un poco de caviar
—decía—. Sinceramente, teniendo en cuenta los nefastos ingredientes, no sé si
estos canapés serán comestibles.
_________ fingió no
escucharle y continuó mezclando atún con tomate en un pequeño cuenco.
Aproximadamente media hora después, los canapés estaban preparados y listos
para hornear. _________ contempló las
dos bandejas repletas con cierta duda. Vendría mucha gente, incluidos sus
amigos, así que supuso que los ridículos canapés no llenarían siquiera el
estómago de dos personas.
—Vale, mételos en el horno —continuó Logan, disfrutando como
nadie del hecho de poder dar una orden tras otra—. Será mejor que vaya subiendo
a mi habitación para arreglarme —añadió.
_________ se giró tras
cerrar la puerta del horno y le miró fijamente.
—Logan, hazme un favor: no te arregles demasiado —le pidió—.
Solo lo justo, ¿entiendes? Iremos después a una discoteca que está en el pueblo
de al lado. No hace falta que te vistas de etiqueta.
—Eso ya lo sabía… —susurró él con desdén.
________ rió tímidamente
cuando él desapareció de la cocina, advirtiendo que no lo sabía. Ciertamente,
minutos atrás, al subir a la planta de arriba para ir al baño, había divisado
un perfecto esmoquin (o algo parecido) tendido sobre la cama de Logan; bien
preparado de antemano. El inglés era tan… previsible.
Antes de ir ella también a vestirse, sacó dos pizzas de la
nevera y las metió en la parte inferior del horno, omitiendo los consejos de Logan.
Estuvo a punto de ponerse a freír patatas, pero supuso que ya era demasiado
tarde y los invitados aparecerían en breve.
Una vez en su cuarto, se puso unos vaqueros ajustados y para la parte
de arriba eligió una camiseta de tirantes que se cruzaban en la espalda de
color marrón, a conjunto con las botas. Suspiró, dejando atrás su sudadera y
doblándola sobre la cama. Después se dirigió directa hacia el baño y, justo
cuando estaba a punto de abrir la puerta, se cruzó con Logan.
—Aparta —le espetó él, dándole un empujón y entrando en el baño.
—¡Eh, pero te has colado!
—Pues te fastidias.
Iba a cerrarle la puerta en las narices, pero ________ colocó el pie entre esta y el marco justo a tiempo.
Él entrecerró los ojos y un brillo café pareció emanar de ellos.
—Quita el pie de ahí —exigió. Y entonces la miró de arriba
abajo. Lentamente una sonrisilla malévola apareció en sus labios—. Por cierto,
bonito escote.
—¡Cállate, idiota! —se quejó ella, llevándose una mano al pecho.
—Pensaba que eras una tabla de surf. —Volvió a sonreír—. Me has
estado engañando, ¿eh?
________ respiró hondo y
alzó la vista hasta el techo del pasillo, rogándole al Dios que la había
abandonado en aquel aeropuerto, cuando él llegó a Estados Unidos, que regresara
y la salvara de una muerte segura.
—¿Te importa si compartimos el baño? —preguntó ella, intentando
aparentar amabilidad—. Tengo que peinarme. Si no, nos quedaremos aquí en la
puerta hasta la madrugada.
—Está bien. —Logan abrió un poco la puerta—. Pero que conste que
soy como los seguratas de las discotecas: el pase se acepta o se deniega según
el tamaño del escote.
—Eres un cerdo, Logan —atajó ella, apartándole a un lado y
entrando.
Él se colocó detrás de _________, mientras ella se situaba
frente al espejo y comenzaba a cepillarse el cabello con ahínco. Logan bajó la
vista y observó el contorno del trasero de la chica. Era la primera vez que se
vestía con una prenda tan ajustada como para que pudiese hacer sus cálculos
anatómicos. No estaba tan mal. Pero, claro, era ________, y eso sí estaba mal.
—No te preocupes, sabes perfectamente que yo jamás te tocaría
—respondió él—. No estoy tan desesperado como para rebajarme
hasta tu nivel.
_______ le ignoró y continuó peinándose, con Logan a su lado,
apenas a unos centímetros de distancia, evaluando cómo intentaba recogerse el
pelo en una especie de moño desenfadado.
—No te queda bien —le indicó él.
—¿Te importaría dejar de humillarme? —se quejó _________, malhumorada.
Su paciencia se agotaba por momentos.
—No es eso. —Logan frunció los labios, como si le costase
pronunciar las palabras que pensaba decir—. Es que el pelo suelto te favorece
más —concluyó.
________ se giró hacia él
y dejó de colocarse horquillas negras en el contorno del moño.
—¿Lo dices en serio? —Se evaluó frente al espejo, observándose
de perfil e intentando decidir qué hacer—. Hum… puede que tengas razón.
Finalmente se quitó las horquillas y dejó que la melena color
castaño oscuro se deslizase libremente por su espalda. Logan observó las
ondulaciones del cabello en silencio, pensativo.
—¿Me lo plancho? —preguntó ________, ansiosa por recibir más
consejos de belleza por parte de un hombre. Tenía la seguridad de que eran más
sinceros que sus propias amigas.
—¿Y a mí qué me cuentas? —contestó él, volviendo a su antipático
estado natural. Contempló el decepcionado rostro de __________—. Bueno, no, no
te lo planches. Está mejor así.
Ella sonrió tímidamente, y él deseó que la tierra se lo tragase.
No le gustaba estar en aquel baño con _________, pues era una extraña situación
que daba a entender lo bien que se llevaban, la confianza que tenían el uno en
el otro y la intimidad que reinaba en la relación. Todo falso, obviamente.
—¿Te falta mucho? —insistió—. Quiero mear. Y no pienso hacerlo
delante de ti, por mucho que lo desees.
_________ le dedicó una
mueca de asco, y la situación pareció volver a la normalidad.
—Me das asco —masculló—. Ya me marcho, tranquilo.
Se fue poco después, dejándole a solas. Logan corrió el pestillo
de la puerta. Se miró al espejo y con un poco de agua despuntó los mechones oscuros
que danzaban de un lado a otro. Kelsey le había indicado que no debía
arreglarse demasiado, así que intentó dotar su pelo de un toque desenfadado. Se
había vestido concienzudamente con unos vaqueros corrientes (doscientos
cincuenta dólares) y una camisa gris que conjuntaba con el color de sus ojos.
Se
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desabrochó los primeros dos botones de la camisa y respiró
hondo.
Estaba nervioso. Aquella noche debía enfrentarse a muchas cosas,
no solo a la idiota de Kelsey. Tendría que ver de nuevo a sus amigos (sin
contar con la idea de conocer a los amigos de Kendall). Todavía recordaba a
Cloe, la loca que pretendía llevarlo a su habitación para que hiciesen una
película no apta para todos los públicos; Charles, el joven macarra que siempre
parecía estar a punto de cometer un atraco y le trataba como si fuesen hermanos
y se conociesen de toda la vida; Nixie, la loca que afirmaba continuamente lo guapo
que era Kendall (Logan sintió un leve escalofrío al recordarlo). Pero, por
encima de todos ellos, le preocupaba tener que volver a encontrarse con Matt.
Matt era su contrincante. Vestía bien, tenía la piel cuidada y
era elegante y rico. Le odió en cuanto le vio por primera vez. Además, Matt
llevaba enamorado de Kelsey muchos años, y a Logan había dejado de parecerle
gracioso ese asunto. Matt era una mosca que sus pulcros zapatos debían aplastar
sin compasión. Logan sonrió frente al espejo, sintiéndose más seguro tras su
último pensamiento.
—¿Te has ahogado en el retrete? —preguntó _______, gritando tras
la puerta a bocajarro—. Eres tan tonto que no me sorprendería, la verdad.
—No, querida ________. —Logan sonrió, apoyando ambas manos en el
lavabo y pensando en su próximo comentario—. Estoy ocupado… aliviando ciertas
necesidades… sexuales. —Apretó los labios, aguantando una sonora carcajada—. Si
quieres entras y me echas una mano; nunca mejor dicho.
—¡Guarro! ¡Serás…! ¡Arg, te odio! —exclamó, consternada—. Por tu
bien, espero que sea una de tus estúpidas bromas.
Logan abrió la puerta del baño de golpe, disipando las dudas de ________.
Le dedicó una amplia sonrisa y le tocó la punta de la nariz con uno de sus
largos dedos.
—Seguro que ya estabas fantaseando, ¿eh, pillina? —le dijo.
________ frunció el
entrecejo.
—En realidad, prefiero fantasear sobre lo mal que lo vas a pasar
esta noche.
Y acto seguido comenzó a caminar escaleras abajo. A Logan no le
agradó su último comentario. Siguió los pasos de _________ algo enfurruñado e intentando calmarse. Era
complicado controlarse en ciertas situaciones que nunca había tenido que vivir.
La vida americana le parecía el caos más absoluto jamás conocido.
Llamaron al timbre de la puerta. Kendall, junto con sus dos
amigos, se levantó al fin del sofá (al cual podría haberse pegado; Logan trazó
una nota mental al respecto: no volver a sentarse ahí bajo ningún concepto).
Cuando la puerta se abrió y un montón de extraños energúmenos empezaron a
colarse en la casa de la familia Graham, Logan pensó que se trataba de un atraco a mano
armada.
—Bienvenidos —dijo _______.
—¿Les das la bienvenida a ellos? —le preguntó Logan, en
susurros, mientras señalaba al grupo. Necesitaba cerciorase de que aquellos
eran invitados.
—Mantén la boca cerrada.
Los ojos de Logan danzaban de un lado a otro, contemplando el
desastre que se iba desatando a su alrededor. Una chica con el cabello de color
rosa chicle le dio dos besos y se presentó.
—Soy Amy —le dedicó una sonrisa.
—Ah, pues qué bien —contestó Logan, confundido.
—Él es Logan —añadió _______ rápidamente, sacándole del apuro—. Perdona, es
un poco tímido.
—¡Oh, no tiene importancia! —Amy rió.
James no podía apartar la vista de ella, con ese color tan
llamativo de pelo. Era como si le hubiese hipnotizado.
Había mucha gente. Dos jóvenes que también llevaban rastas,
aunque más finas que las de Kendall; dos chicas gemelas, ambas igual de feas,
según catalogó el inglés rápidamente; y un joven que parecía recién salido de
un psiquiátrico de alto riesgo. Iba completamente vestido de negro y calzaba
unas enormes botas militares. Su cazadora (negra, al igual que todo lo demás)
estaba repleta de remaches y cadenas de plata que colgaban por doquier. El
chico en sí era un arma andante. Por si aquello fuese poco, un flequillo
ladeado ocultaba la mitad de su pálido rostro, sobre el cual apenas cabía un
piercing más. Era alto, aunque excesivamente delgado. Así que, cuando _______ cogió al chico de la mano y lo arrastró hacia Logan
con la intención de presentárselo, a este le entraron verdaderas ganas de
convertirse en una versión moderna de Forrest Gump y echar a correr a toda
velocidad.
Sin embargo, el cabello rosa fucsia de Amy seguía ejerciendo
cierto control mental sobre él, por lo cual se contuvo y permaneció muy quieto,
adivinando que se avecinaba una de las noches más extrañas de su vida.
—Mira, él es Logan, el estudiante inglés que ha venido a pasar
las Navidades con nosotros —le decía ________ al chico arma letal—. Logan, te presento a
Gorth.
«Hasta el nombre suena extrañamente… mortífero y peligroso»,
pensó Logan. Estiró la mano, intentando complacerle, pero Gorth le miró serio y
no aceptó su saludo.
—Le cuesta entablar amistad con los desconocidos —le explicó ________,
tratando a Gorth como si fuese su chiquillo protegido.
—Créeme, no importa. —Logan sonrió, satisfecho. Mejor si aquel
psicótico no le dirigía la palabra en toda la noche. Un alivio para él.
Kendall gritó, y su voz se elevó sobre el nivel de los murmullos
en la entrada de la vivienda.
—¿Cenamos ya o qué? ¡Me muero de hambre!
Logan se acercó con sigilo al oído de ________.
—Palabras vulgares, muy propias de tu hermano y su falta de
educación.
________ le apartó de un
codazo, pero, curiosamente, Logan observó que Gorth había oído su comentario y
ahora le sonreía. Clavó la vista en el suelo. El chico arma le intimidaba más
de lo que le gustaba. Por eso, cuando ________ se alejó para explicarle a su
hermano que todavía faltaban invitados por llegar, Logan creyó que el mundo se
le venía encima.
—Un buen comentario —le dijo el psicópata. Apenas movía los
labios para articular las palabras.
Aguantó unos instantes mirándole fijamente. Y mágicamente
agradeció la cercana presencia de la «chica pelo rosa». Quizá ella se dignase
salvarle si Gorth decidía atacarle de improviso. Dio un paso hacia atrás, por
si las moscas.
—Gracias —dijo al fin.
Todos los invitados pasaron al comedor y se acomodaron en los
sofás y las sillas que rodeaban la enorme mesa de madera. Logan advirtió que,
al parecer, _________ había puesto la mesa mientras él se encerraba en el baño
y, como era de esperar, lo había hecho francamente mal. Cubiertos desordenados
y alineaciones desacertadas. Así que, mientras todos se acomodaban, se dedicó a
organizar aquel caos.
—¡Deja de hacer eso, por favor! —le pidió ella—. Acabará
enterándose todo el mundo de lo enfermo que estás. Intenta disimular, al menos.
—El desorden también es una enfermedad, _________ —le acusó él,
señalándola con el dedo índice para que todos los invitados advirtiesen que
aquello no era una conversación normal, sino una disputa.
Ella le ignoró y se dirigió hacia la puerta cuando el timbre
sonó de nuevo. Logan la siguió, alejándose de todos aquellos enigmáticos
elementos. Al lado de los amigos de Kendall, _______ podría haber sido una
delicada princesita la mar de femenina.
Frunció los labios con desagrado en cuanto divisó quiénes se
encontraban en los escalones de la entrada. Todos le saludaron amablemente,
excepto James, que ni siquiera se dignó mirarle; en cambio,
se acercó hacia ________ y le dio un
pomposo beso en la mejilla. «Rata de cloaca, debes morir», pensó Logan,
mientras contemplaba asqueado su rostro. James se había arreglado más que él, y eso
le molestaba. ¡Y todo por culpa de ________, que le había sugerido que no se
vistiese demasiado formal! Sintió ganas de enfundarse el traje de sultán que su
madre le había regalado tras uno de sus viajes a Arabia, solo por hacerle la
competencia.
—¿Qué tal lo has pasado estos días?
Logan ladeó la cabeza, advirtiendo que se dirigían a él. Sintió
un escalofrío cuando descubrió a la emisora de aquella pregunta. Cloe. La misma
Cloe que había intentado violarlo días atrás. Vestía unos vaqueros
excesivamente cortos y un top de lentejuelas que dejaba poco espacio a la
imaginación.
—Genial —respondió él, secamente.
Charles, el macarra con pinta de atracador innato, le dio una
brusca palmada en la espalda y le pellizcó un moflete, lo cual no le agradó
demasiado.
—¡Esta noche lo vamos a pasar en grande, eh! Ja, ja, ya verás
qué marcha nos traemos por aquí —le dijo.
—Oh, sí, me muero de emoción —masculló Logan con un tono
extremadamente monótono.
—Tan estúpido como siempre —farfulló James, arrugando la nariz.
—¡Eh, deja de meterte con mi brother!
—exclamó Charles, que abrazó al inglés como si fuera de su propiedad.
________ arrastró a James
a un lado, cortando por lo sano cualquier discusión, y el resto los siguieron
hasta el salón. Dentro se había desatado una guerra de cojines que sobrevolaban
la estancia como estrellas fugaces y terminaban estampándose contra jarrones,
rostros desprevenidos o cualquiera que se pusiese por delante. Logan contempló
alarmado la escena, y sus ojos negros se dirigieron velozmente hacia la
estantería de madera donde reposaba la colección de dedales de cerámica de la
señora Graham.
—¡Eh, cuidado con los dedales! —les gritó, sin poder contenerse.
Se llevó una mano a los labios, asustado. ¿Qué narices hacía él
defendiendo a la inculta madre de _________? Respiró hondo, intentando buscar
en algún recóndito lugar de sí mismo a ese Logan malévolo y frío que
normalmente se apoderaba de sus sentimientos.
—¡TENGO HAMBRE! —gritaba Kendall, al compás de Esko, como un
poseso depravado—. _______, saca la cena, y los que falten, que se aguanten.
_______ asintió con la cabeza tras confiscar todos los
almohadones y esconderlos en el baño de arriba. Se dirigió a la cocina, seguida
por Nixie y James,
así que Logan también lo hizo. Al contrario que el resto, él no
se dignó cargar con ningún plato, de modo que cuando llamaron por tercera vez
al timbre de la puerta, él era el único que tenía las manos libres.
—¡Logan!, ¿puedes abrir tú la puerta? —le rogó _______.
—¿Tengo cara de mayordomo o qué?
—¡Por favor, no puedo hacerlo todo!
Logan se mostró solidario y se dirigió hacia la puerta de la
entrada. Abrió despacio y temeroso, como si esperase encontrarse frente a él a
Jack el Destripador. Pues bien, en realidad lo que sus ojos vislumbraron no se
iba mucho de la línea de cosas que había imaginado.
Un chico enorme —de casi dos metros, por lo menos—, con una
espalda por la cual Logan habría podido escalar de habérselo propuesto, le
sonreía ampliamente. Le faltaba un diente: la pala derecha.
—Bienvenido al cumpleaños de Kendall —dijo Logan, sintiéndose
estúpido.
Observó cómo dos chicas más salían del coche recién aparcado y
se retocaban el maquillaje contemplando sus rostros en los espejos
retrovisores.
—Tú debes de ser el novio de _______, ¿verdad? —comentó el
grandullón.
Logan rió.
—¡Qué va! De ningún modo.
—Oye, rubito, no me lleves la contraria —bramó el gigante,
apuntándole con un dedo acusador—. Me lo ha dicho Kendall, así que ¿estás
insinuando que mi amigo es un mentiroso?
El inglés tragó saliva despacio. El desorbitado tamaño de los
puños cerrados de La Masa le aterrorizaba.
—¡Ah, je, je! ¡Claro que soy el novio de ________!, ¡lo había
olvidado! Ja, ja, ja. —Rió con nerviosismo, de un modo entrecortado.
—Pues que no se te vuelva a olvidar si no quieres enfrentarte a
Golpes —le dijo señalando su puño derecho— y Sangre —concluyó, alzando el
izquierdo.
—Oh, no, no te preocupes; _________ y yo estamos muy enamorados
(ya pensamos en boda y todo). —Intentó sonreír, pero creía notar que se le
había congelado la piel del rostro y apenas podía gesticular—. Además, será
mejor que Golpes y Sangre descansen esta noche.
—Ya veremos… —Le miró con desconfianza, antes de entrar en la
casa.
Las otras dos chicas también lo hicieron, tras presentarse. Una
de ellas tenía la cabeza rapada al uno o al dos, mientras que la otra llevaba
el cabello largo y liso hasta pasada la altura del trasero. Logan torció el
gesto, antes de cerrar la puerta y adentrarse en una estancia repleta de seres
locos y medio extraterrestres.
Cuando llegó al comedor advirtió que todos se habían acomodado y
la cena estaba servida. Habían empezado a comer sin esperarle. Tampoco le
sorprendió demasiado. Ojeó la estancia y distinguió al idiota de James sentado
al lado de _______. Se dirigió hacia allí, molesta.
—Tu sentido matemático no calcula bien el asiento que te
corresponde —le dijo.
—Se siente, haber llegado antes —farfulló el otro, y prosiguió
engullendo un trozo de pizza. Después alzó la cabeza para mirarle y señaló los
canapés—. Me han comunicado que ha sido idea tuya lo de hacer los canapés. Le
pediré a mi cocinero que te envíe a Londres alguna receta sobre cómo son
realmente los canapés.
—Son así.
—No, claro que no.
—He dicho que sí.
—Logan, deja de comportante como un crío —le reprochó _______—.
Siéntate allí, al lado de Gorth.
Logan sintió cómo un escalofrío ascendía despacio por su
espalda. Gorth, frente a ________, le daba un delicado mordisco a uno de sus
canapés. Intentó disimular el miedo y se acercó hacia la silla libre que estaba
a su lado. El psicópata le miró y le sonrió. Logan deseó morir allí mismo.
—Están buenos los canapés —le dijo, arrastrando las palabras.
Hablaba con un tono extremadamente bajo, casi en susurros, como una serpiente.
—Gracias. Ya lo sabía —contestó Logan, sirviéndose su plato.
Miró alrededor en un vano intento por controlar lo que ocurría.
En el otro extremo de la mesa, Nixie miraba embobada a Kendall, que engullía
pizza como un animal y sacudía sus rastas de un lado a otro golpeando con ellas
la cresta de Esko. Leo parecía perdido en un mundo de nubes rosas, arcoíris
coloridos y estrellitas brillantes (ya había fumado más de la cuenta). A Logan
le sorprendió que las gemelas feas comiesen de un mismo plato (unión nutritiva,
pensó). Cuando siguió recorriendo a los invitados con la mirada y fijó sus ojos
en Cloe, esta pestañeó en exceso y le envió un beso imaginario soplando sobre
la palma abierta de su mano. El estómago de Logan dio un vuelco en respuesta.
Al otro lado, el dueño de Golpes y Sangre masticaba un canapé
tras otro, sentado cerca de la Chica Cabeza Rapada (que se hallaba tan ausente
que parecía estar dialogando con Buda), al contrario que la pelo largo, que
hablaba sin cesar, como James, quien le contaba sus aventuras y desventuras a
una silenciosa ________. Por último, su brother
reía tontamente el chiste de uno de sus amigos.
Logan tragó saliva despacio cuando posó sus ojos sobre el
psicópata, que le miraba fijamente.
—Hola —le dijo, sin saber qué más decir.
El Chico Arma volvió a sonreírle misteriosamente.
—Hola —le respondió.
Logan tembló y, cuando
oyó que ________ se disculpaba ante James
para ir al baño, se apuntó de inmediato a la excursión, levantándose
atropelladamente de la mesa.
—¿Qué haces? —le preguntó ________, malhumorada como de
costumbre.
—Te acompaño.
—Puedo ir sola.
—No me importa, necesito estirar las piernas —contestó él, y
observó gustoso la mirada envidiosa que James le dedicó.
_________ suspiró, pero
no añadió nada más. Juntos salieron del infierno y fueron escaleras arriba. Una
vez llegaron al baño, Logan se coló ágilmente y cerró la puerta.
—Pero ¿qué haces? ¡Sal de aquí! —le gritó ella.
—¡Ni de coña! Sería un suicido —repuso Logan. Abrió el grifo del
lavabo y se lavó la cara con agua fría. Pestañeó, antes de secarse con una de
las toallas.
—¿Qué es lo que te ocurre?
_________ repiqueteó con
el pie sobre el suelo y se cruzó de brazos. Esperó paciente la respuesta del
inglés, el cual se apoyó en la pared de azulejos antes de hablar.
—¿Estás loca o qué? ¡Acabo de conocer a un montón de zombis mentales!
—Pero ¿de qué estás hablando?
—¡De ellos! —Logan señaló la puerta del baño, indicando el
exterior—. ¿Qué me dices del gigante que ha bautizado a sus puños como Golpes y
Sangre?
_______ rió.
—Ah, te refieres a Evan.
—No me importa cómo se llame —replicó Logan entre dientes—. Está
empeñado en que eres mi novia y amenaza con presentarme oficialmente a Golpes y
a Sangre si decido no seguirle el juego.
Las carcajadas de ________ fueron en aumento.
—¿Y el psicópata ese que se sienta a mi lado? Lleva una cruz
invertida colgando del cuello, ¿crees que puedo comer tranquilamente sin pensar
que en cualquier momento invocará al mismísimo Satán?
—Gorth es totalmente inofensivo —le reprochó ________—. Es el
único cuerdo de ahí abajo.
Logan, dramatizando en exceso, se llevó una mano al pecho.
—¡Ah, vale, pues si me dices que el psicópata es el único cuerdo
de ahí abajo ya me quedo más tranquilo! —exclamó irónico.
—No deberías juzgarle por su aspecto físico —le indicó ella—.
Además, Gorth es superdotado.
—¿Ese engendro es superdotado? Entonces, ¿yo soy Dios? —agitó
las pestañas, esperando una buena contestación.
—Deja de decir tonterías y baja a cenar con todos —ordenó ella,
y le empujó hacia la puerta.
—Me prometiste que no te alejarías de mí, _________ —le
recordó—. Si lo haces, ya sabes, mantendré una interesante conversación con tus
padres y se descubrirán todas las macabras mentiras de los hermanos Graham.
_______ suspiró.
—Está bien, te prometo que cuando terminemos de cenar me
convertiré en tu sombra.
—Eso espero… —concluyó él, alzando un dedo amenazador.
Salió del baño tambaleándose. Los demonios que ocupaban el
comedor le habían robado toda su energía. Sintió unas ganas tremendas de llamar
a su madre y pedirle que fuera a recogerlo, pero se contuvo. Esperó en la
puerta del baño hasta que ________ acabó y juntos se dirigieron, de nuevo,
hacia el infierno.
Logan abrió mucho los ojos cuando entró. Habían apartado la mesa
principal, dejándola a un lado del comedor, y todos estaban sentados en el
suelo formando un círculo demoníaco, como si aquello fuese un ritual satánico,
con un montón de bolsas repletas de bebidas alcohólicas en el centro.
—¡ATENTOS TODOS!, ha llegado la hora de preparar… ¡la Bomba
Explosiva! —gritó el chico de la cresta roja.
—¿Piensan preparar un atentado terrorista en tu casa, ________?
—susurró.
—No, idiota, la Bomba Explosiva es un cóctel que inventó Esko.
—Ciertamente, el nombre promete. Veamos cuántos estómagos
revientan esta noche…
—¿Podrías callarte un rato? —le pidió ella.
—No sé, no sé… Todos estos acontecimientos merecen ser
comentados. —Se encogió de hombros y siguió a ________ hasta el círculo. Se hicieron un hueco entre
las gemelas feas y el Chico Arma.
Situado en el centro del círculo, Esko comenzó a mezclar un montón
de bebidas diferentes en una botella vacía. Todos estudiaban con atención sus
movimientos, como si se tratase de un nuevo truco de magia. Pasados unos
minutos, Logan se acercó sigiloso a ________.
—Me aburro, ¿falta mucho para que tu comedor explote de una vez
por todas?
—Logan, te juro que no soportaré mucho más tener que escuchar tu
voz.
Y decía la verdad. A Logan le desesperaba que la voz de Logan
fuese tan delicada e inocente cuando realmente solo la utilizaba para hilvanar
frases humillantes e insultantes.
—No digas memeces, ________; tú adoras mi voz.
—Adoro tus labios cerrados, Logan.
—Mis labios, al fin y al cabo; adoras mis labios —concluyó él,
satisfecho.
Mientras Esko continuaba elaborando aquel cóctel misterioso, Logan
advirtió que James le miraba fijamente desde el otro extremo del círculo; así
que, a propósito, se pegó todo lo que puedo a _________ y le sacó la lengua al otro.
—¡Me estás agobiando! —le dijo ella.
—Lo siento, pero la cara de las gemelas feas me asusta. Hasta tú
eres una belleza en comparación con ellas.
—No son tan feas —le reprochó ________.
—Pero ¿qué demonios les ocurre a tus ojos?
—¡Chissst, calla de una vez! Esko está a punto de terminar…
En efecto. Esko tapó la botella —ahora llena—, en la que había
mezclado cien mil derivados distintos de alcohol, y la agitó con ahínco. Logan
se encogió sobre sí mismo e hizo algunos cálculos científicos sobre si
realmente aquello podría provocar que todos estallasen en mil pedazos.
—¡Ya está listo! —Esko se volvió hacia Kendall y le dedicó una
sonrisa repleta de cariño, tendiéndole la botella—. Es honor del cumpleañero
probarlo el primero.
Logan susurró un largo «Oooh» fingiendo emocionarse.
—Qué bonito. —Miró a ________ agitando las pestañas con afectación—. ¡Qué
buen amigo! Le cede el turno para degustar la Bomba Explosiva. Creo que voy a
llorar —añadió irónico.
Y muy a su pesar, Kelsey se llevó una mano a la boca para no
reír ante el comentario de Logan. Contempló cómo su hermano abría la botella y
después la inclinaba hasta que la boquilla tocaba sus labios. Le dio un trago
largo y acto seguido se limpió con la manga de la chaqueta. Todos aplaudieron,
y Logan, sorprendido, dio un respingo en su sitio.
—¿Qué pasa, aquí probar la Bomba Explosiva es como tomar la
comunión o qué? —Observó su alrededor contrariado, pensando que aquel cóctel
debía de ser una tradición o algo parecido.
Fueron pasándose la bendita botella de uno a otro. Cuando llegó
hasta James, él la miró con asco y se la tendió directamente a ________.
—¿No piensas probarlo siquiera? —le preguntó ella.
—Unas ocho bocas satánicas acaban de salivar esa boquilla, ¿hace
falta que añada algo más? —Enarcó las cejas.
—En realidad no sé ni por qué pregunto —concluyó ella, que bebió
también y se la pasó al Chico Arma.
Aquello a Logan le parecía nauseabundo. Casi sintió alivio
cuando varios comenzaron a levantarse de allí y Kendall puso música. Algunas de
las chicas comenzaron a bailar por el comedor, y ellos hicieron el mono a su
alrededor. Logan supuso que así era como antiguamente se comportaban los
neandertales. En un momento dado, el amo de Golpes y Sangre tropezó con el
cable de la lámpara y terminó derribando el árbol de Navidad, que cayó al suelo
armando bastante revuelo.
Logan apenas se inmutaba ya. Esperaba cualquier cosa que viniera
de esos energúmenos. Carlos, su brother,
se subió a una silla y mientras señalaba el árbol recién caído, gritó:
—¡A la mierda la Navidad!
Logan respiró hondo y sonrió falsamente.
—¡Qué ambiente más cristiano se respira en esta… comuna hippie!
Nadie respondió con un «¡Cállate!» a su comentario. Asustado,
buscó a ________ por la agitada
estancia, pero no la encontró. Advirtió que James tampoco estaba allí, así que
rápidamente abandonó el comedor con el firme propósito de averiguar qué estaba
pasando.
Dio con ellos rápidamente. Estaban en la habitación de ______.
Prefirió que no le viesen y se quedó agazapado a un lado de la puerta
entreabierta con la intención de escuchar lo que hablaban esos dos.
—Será mejor que bajemos con todos —le dijo ________.
—Pero antes tengo que darte una cosa —respondió James con su
característica y desagradable voz melosa.
—Oh, ¿de qué se trata?
—Es mi regalo de Navidad —informó él—. Pensé que el día de
Navidad ambos estaríamos ocupados con nuestras respectivas familias, así que lo
mejor sería dártelo esta misma noche.
—Pe… pero… no es necesario, James, de verdad… yo todavía no he
ido a comprar los regalos… —mintió ella.
—No importa. —Suspiró—. Aquí tienes.
La curiosidad de Logan iba en aumento, así que se inclinó y
observó por la rendija de la puerta cómo _________ abría una pequeña caja negra y terminaba
sacando un colgante brillante. Por alguna extraña razón, Logan sintió ganas de
estrangular al estúpido James. Se contuvo y aguantó la respiración mientras
ella le agradecía el detalle y él se ofrecía a ponérselo. Cuando James apartó
el cabello de la espalda de ________, tirándolo hacia delante y le rozó con sus
desagradables dedos el cuello, logró agotar su paciencia y abrió la puerta de
golpe y entró en la habitación. Sonrió malévolo.
—Vaya, vaya, qué romántico —farfulló sarcástico—; es taaaaaan
romántico que creo que voy a vomitar.
—Logan, por favor, no empieces —atajó ________, al tiempo que James
le abrochaba el colgante.
—¿Por qué no vas al baño a mirártelo y me dices si te gusta la
medida? —le preguntó él.
_______ asintió, con aire
cohibido, antes de obedecer su consejo y dirigirse hacia el baño. Cuando estuvo
seguro de que la joven no podía oírles, Logan avanzó unos pasos hasta situarse
frente a James.
—En serio, eres patético —le dijo este—. Deberías aprender a
respetar la intimidad de las personas. No está bien escuchar conversaciones
ajenas.
—Lo que a ti te parezca bien o mal, créeme, me trae sin cuidado
—respondió Logan.
—¿Tienes idea de lo que significa el concepto de la palabra
«respeto»? —inquirió James, furioso.
—«Miramiento, consideración hacia una persona u cosa,
deferencia. Manifestaciones de acatamiento que se hacen por cortesía.» —Logan
sonrió orgulloso—. Pero no comparto la definición estricta del diccionario. Yo
definiría el respeto como algo así: «Considerar lo que SE DEBE considerar». Y
seamos sinceros, James, a mí no me apetece considerarte. Y mucho menos
escucharte. Eres un muermo.
—Al menos soy un muermo que ha conseguido ganarse la amistad de _______.
Por más que intentes disimularlo, veo que tú no lo has logrado.
—¿Y por qué iba a querer ser su amigo? —Logan le observó con
curiosidad.
—No vale la pena hablar contigo —le dijo—. Solo sabes decir
tonterías, burradas… cosas que hagan daño a la gente. No mereces ni un segundo
de atención.
Tras las palabras de James, _______ apareció en la habitación,
asintiendo con relación a la medida del colgante.
—¿Ya habéis dejado de discutir como dos niños de cinco años?
—les preguntó, sonriente.
—Sí. Le he dicho que no valía la pena hablar con él, solo sabe
hacer el mal. Y no merece ni un solo segundo de atención —musitó Logan,
felizmente, farfullando las palabras que James acababa de decirle a él mismo.
James abrió mucho la boca, con los ojos desorbitados.
—¡Acabas de copiarme! ¡Eso lo he dicho yo!
Logan chasqueó la lengua, como dándose la razón.
—¿Ves? ¡Lo que he dicho!, se comporta como un niño… —Miró a ________,
orgulloso de sí mismo.
—¡Estás loco! —exclamó James.
—¡Deja de meterte conmigo! ¿Por qué me odias? ¡No te he hecho
nada!
—Estás fatal, definitivamente…
—Bueno, no importa, será mejor que nos marchemos con todos. —______
sonrió. Seguía con el propósito de disfrutar de una gran fiesta aquella noche y
no deseaba que ninguno de los dos se la fastidiara—. Nos vamos a ir a la
discoteca de Helthon. Helthon era un pueblo que se encontraba apenas a veinte o treinta minutos de la urbanización donde _______ vivía. Allí había numerosos pubs, y también estaba la discoteca Butterfly, en la que pensaban continuar con la celebración
del cumpleaños de su hermano. Estaba deseando llegar allí y deshacerse durante
unas horas de todos los problemas. El hecho de que James le regalase un colgante con forma de
corazón la había puesto nerviosa y se había sentido tremendamente mal por no
haber comprado un regalo para él. Eso sin contar con la intromisión de Logan,
que, como siempre, había empeorado las cosas todavía más.
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
No sé chicas que e sucede a mi telefono que no quiere subri bien los caps. solo les quería dejar dos de os caps que estoy por subir espero y es gusten :)
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
20
Contando estrellas
Cuando
_______ logró organizar a los
invitados y consiguió que todos abandonaran su casa, Logan miró a su alrededor
en busca de los numerosos coches en los cuales, supuestamente, irían hacia
Helthon. Pero, curiosamente, allí solo había un coche y, teniendo en cuenta que
era el vehículo del dueño de Golpes y Sangre, Logan desechó la opción de ocupar
uno de sus asientos.
—Bien.
—_______ respiró hondo—. Katie e Isabelle me han dicho que irán con Evan en su
coche, así que quedan dos asientos libres. ¿Queréis ir con ellos, Gael, Finth?
—preguntó, señalando a los dos amigos del brother
de Logan.
Ellos
asintieron gustosos y se dirigieron hacia el coche siguiendo al grandullón.
Logan agradeció perder de vista aquellos puños y sintió una calma profunda que
invadía su cuerpo, desde los pies hasta la cabeza. La chica del pelo rosa y las
horripilantes gemelas ya no parecían tan malas opciones en comparación con
«aquello» que acababa de marcharse.
—¿Y
cómo vamos los demás? —le preguntó a _______.
—¡En
mi superfurgoneta!—respondió Kendall, mientras terminaba de liarse el décimo
porro (aproximadamente) de la noche.
—¿Tu
super… qué? —Logan miró de reojo el garaje abierto de la casa de los Graham.
Entonces lo entendió todo, y el mundo pareció derrumbarse bajo sus pies.
Mientras
todos caminaban directos hacia una furgoneta maltrecha y con un aire hippie,
pintarrajeada de grafitis, Logan permaneció quieto en el césped de la entrada,
pálido como la luna que se alzaba sobre ellos.
________
le tiró de la manga de la
chaqueta.
—Venga,
vamos, ¿a qué esperas?
—No
pienso montar en ese estercolero con ruedas.
—Logan,
la superfurgoneta de Kendall no es un estercolero —le reprochó ________.
—¡Pero
seremos como inmigrantes, todos amontonados atrás! —clamó él—. Y, además, ¡ni
siquiera es legal!
—¿Qué
importa que sea legal o no?
—Verás,
he trazado ciertos planes respecto a mi futuro y, como espero puedas comprender,
el hecho de que la policía me encuentre en la parte trasera de una furgoneta
ilegal junto a un montón de personajes estrafalarios, y siendo conducida por un
Mendigo que va fumándose un porro, no es lo más aconsejable para que mis
magníficos planes acaben cumpliéndose.
________
cerró los ojos con fuerza y se armó de paciencia. Después, sabiendo que ya todos
se habían acomodado en los dos banquitos que había colocado Kendall en los
extremos de la superfurgoneta, miró a Logan casi a punto de llorar.
—¿No
puedes olvidar quién eres solo una maldita noche?, ¿no puedes comportarte como
un chico de dieciocho años normal y corriente?
—No
—contestó él, sin un ápice de compasión.
—¡Logan,
por favor, esta noche pretendo divertirme! No me apetece seguir siendo tu
niñera.
—Es
que no lo eres.
—¡Ya
lo creo que sí!—Le miró suplicante—. Te lo ruego, Logan…
El
rostro del inglés se tornó pensativo un instante. Después, sorprendentemente,
asintió en silencio y caminó junto a ________ hacia la furgoneta que, probablemente,
provocaría el fin de su existencia.
Los
ojos de _______ le habían mirado de un modo tan desgarrador que casi había
llegado a sentir cierta compasión hacia ella. Sacudió la cabeza, alejando esos
desagradables pensamientos que provocaban que se sintiera ligeramente culpable.
Al
llegar a la puerta trasera de la superfurgoneta de Kendall, advirtieron que no
quedaban sitios libres. A decir verdad, Amy ya estaba sentada sobre c a Carlos
de espacio.
—Siéntate
tú encima de tu hermana —le pidió ________ a una de las gemelas.
Quedó
un hueco libre. Logan, sin demasiados miramientos, se acomodó en él. James,
situado al fondo de la furgoneta, se giró hacia ________ y
agitó una mano en el aire, llamándola.
—Puedes
sentarte aquí—le indicó, señalando sus piernas.
Logan
sintió que algo extraño comenzaba a bullir en su interior. Posiblemente, se
trataba de una especie de rabia incomprensible. Así que, cuando vio que _______
subía a la furgoneta dispuesta a sentarse sobre el idiota de James, la cogió de
la cintura y tiró de ella hacia atrás, sentándola sobre sus rodillas.
—También
puedes sentarte aquí —dijo, sin saber demasiado bien por qué narices
acababa de hacer aquello—. Seguro que no pesas nada —añadió, intentando reparar
el estropicio.
________
no se movió. Y Logan descubrió que
James apretaba la mandíbula en exceso, molesto tras el resultado final. Carlos,
con la chica del pelo rosa acomodada sobre él, cerró la puerta trasera de la
superfurgoneta, y Kendall se puso en marcha, adentrándose en la carretera
principal de la urbanización directo hacia Helthon.
El
Mendigo les deleitó con una música desconocida, una mezcla de rock y reggae, y
todos los que se encontraban en la parte trasera de la furgoneta comenzaron a
beber, a excepción de James y Logan. Este último se animó un poco cuando Kelsey
le tendió una botella pequeña y sin abrir de cerveza.
Aquello
no estaba bien. Él no bebía. Pero recordaba que ________ le había rogado que
intentase comportarse como un chico normal de dieciocho años y supuso que, si
todos allí se alcoholizaban, eso sería lo habitual y socialmente aceptado.
Casi
podía escuchar el rechinar de los dientes de James a distancia. Le sonrió,
mientras dirigía una mano escurridiza por la cintura de ________, medio
abrazándola.
—Hay
muchas curvas —le dijo. Y acto seguido fijó la vista en James, deseoso de ver
cómo reaccionaba al respecto. Sus ojos destilaban una furia incontrolada.
A
decir verdad, a Logan no le desagradó en exceso el hecho de llevar a ________
sentada en sus piernas. Desde aquella posición (y gracias a los tirantes de la
camiseta que cruzaban su espalda), podía admirar la piel que quedaba al
descubierto. Tenía aspecto de ser bastante suave, y eso a él le agradaba.
Respiró hondo, observando la curvatura de sus hombros y cómo su larga melena se
agitaba frente a él al compás de sus movimientos. Olía a champú de frutas
exóticas… olía bien.
—¿Vas
bien ahí? —le preguntó ________, volviéndose un poco.
—Sí,
tranquila.
________
se sentía nerviosa y cohibida. Si unas horas antes le hubieran dicho que
terminaría sentada sobre el inglés, no lo habría creído de ningún modo. Le
temblaban ligeramente las piernas, pero intentaba disimularlo para que él no
notase lo mucho que todo aquello llegaba a afectarle. Sentía un extraño
cosquilleo en el estómago, exactamente en el lugar donde Logan había decidido
posar una de sus grandes manos. Tomó una gran bocanada de aire y siguió hablando
con Amy, intentando no advertir cómo Logan respiraba cerca —muy cerca— de su
cuello, haciéndole cosquillas y produciéndole pequeños escalofríos.
Cuando
llegaron hasta Helthon y _______ se levantó de sus piernas, Logan
notó
la falta de calor y la siguió rápidamente. Mientras el resto bajaban de la
furgoneta, sus miradas se cruzaron. Él sonrió tras descubrir que _______ tenía los mofletes rojizos y se sentía
avergonzada. Le gustó aquel toque de inocencia.
—¡Arrasemos
en Butterfly!—gritó Kendall, clamando al cielo—. Eh, mirad, ahí llega Evan con
los demás.
«Evan…
el gigante.» Logan observó temeroso cómo se acercaba el coche hacia ellos y
aparcaba al lado. Antes de entrar en la discoteca, decidieron que tomarían unos
cubatas fuera; Kendall les sirvió a todos un vaso. Logan terminó cediendo ante
un poco de Vodka rojo.
—¡Menudo
cuñadito que tengo! —exclamó Kendall, pellizcándole un moflete.
—Yo
no soy tú cuñ… —comenzó a decir Logan, pero se calló inmediatamente en cuanto
advirtió la amenazadora mirada de Evan, que agitó felizmente tanto a Golpes como
a Sangre. Ambos eran igualmente aterradores. Logan intentó sonreírle, pero no lo
consiguió.
Por
el contrario, _______ optó por ignorar los comentarios de su hermano y prefirió
aclararle personalmente a que en
realidad ellos no estaban saliendo. Este respiró tranquilo.
El
Chico Arma se acercó y rellenó el vaso semivacío de Logan. Después le miró
fijamente.
—¿Cómo
va la noche?
—Bien,
bastante bien—mintió Logan.
________
se había alejado de él y ahora
charlaba con su grupo de amigos, a unos metros de distancia. Logan intentó
encontrar una buena excusa para huir de aquel psicópata, pero antes de que se le
ocurriese nada él continuó hablando.
—_______
me ha comentado que eres muy inteligente —le informó.
—Ah,
¿sí? ¿De veras _______ ha dicho eso de mí? —Logan le miró largamente. Abrigaba
ciertas dudas al respecto—. Bueno, a mí me ha comentado que tú eras superdotado…
o algo así.
El
psicópata asintió con la cabeza y le dio un trago a su cubata.
—Yo
entiendo que te sientas extraño en este ambiente —le dijo—, pero al final te
acostumbras. No son mala gente —añadió, mientras ambos contemplaban cómo Kendall
le arrancaba la antena a uno de los coches que había aparcado cerca.
Por
alguna extraña razón, a Logan no le sorprendió que Carlos, el atracador innato,
le echase una mano entre risas.
—Ya,
claro… Intentó apartar la mirada de los ladrones y centrarse en cualquier otra
cosa a su alrededor. Finalmente, volvió a mirar al Chico Arma.
—Oye,
llevas los ojos pintados de negro —advirtió.
—En
efecto.
—¿Y
puedo saber por qué?
El
psicópata se encogió de hombros y después le sonrió.
—No
sé, me gusta.
—A
las chicas también.
—Lo
sé. —Le observó con curiosidad—. Tú tienes demasiados prejuicios.
—No,
tranquilo. —Logan sacudió las manos—. Al principio pensé que Kelsey me lo decía
en broma, pero acabo de deducir que realmente eres el más normal de toda la
tribu.
Él
rió ante su comentario. Cuando Logan vio que el gigante se acercaba hacia ellos
—acompañado por la Chica Cabeza Rapada—, desapareció rápidamente de allí y
regresó al lado de _______, que estaba charlando con Nixie y Cloe.
—Es
que me gusta muchísimo —decía Nixie, mientras fijaba sus ojos en Kendall—. Es
tan… salvaje.
—Desde
luego —afirmó Logan, convencido de ello al cien por cien.
—Y
siempre me hace reír. —Nixie suspiró, enamorada—. ¿Crees que si le insinúo algo
me rechazará?
—Lo
dudo. En realidad puede que le gustes. —_______ se encogió de hombros.
—Normalmente
los chicos suelen caer ante nuestros encantos —la animó Cloe—; excepto algunos
idiotas, claro —añadió, fulminando a Logan con la mirada.
Él
reprimió un escalofrío y casi se alegró cuando Kendall —todavía con la antena
robada del coche en la mano— indicó que era hora de entrar en la discoteca.
Todos se dirigieron hacia allí en tropel.
Las
luces de Buterffly se veían desde lejos. Un cartel enorme se alzaba en lo alto
de la discoteca con su nombre. En la entrada había una cola de gente esperando
que los de seguridad les permitiesen pasar; ellos se colocaron al final.
—Creo
que las únicas que aún no han cumplido los dieciocho son mi hermana y Amy —dijo
Kendall. Parecía increíble que todavía pudiese hacer esos cálculos, teniendo en
cuenta todo el alcohol que había ingerido—. Así que, Logan, coge a _______ de la
mano, y tú, Carlos, encárgate de Amy. Logan accedió a enlazar sus dedos entre
los de _______. Ella tenía la mano cálida. La joven rió tontamente ante la
situación.
—¿Aún
tienes diecisiete?
—Sí,
soy de las últimas del curso en cumplir los dieciocho. —Volvió a reírse.
—¿Ya
estás borracha?—le preguntó Logan, que en realidad empezaba a sentirse contento
aun en medio de la tribu (lo cual resultaba preocupante).
—No,
claro que no… —contestó ella, y se desternilló de risa; por lo cual Logan supuso
que acaba de mentirle.
_______
continuó riendo hasta que el hombre de seguridad les dejó pasar, junto con el
resto (a pesar de protestar previamente por las pintas que llevaban algunos).
Dentro de la discoteca el volumen de la música era ensordecedor. La gente
bailaba como loca de un lado a otro, y había varias congas dispersas aquí y
allá. Las luces intermitentes de colores aturdían a Logan, y le costó distinguir
la barra que se alzaba al fondo del local. Se dirigió hacia ella, siguiendo a
los demás y arrastrando a _______ tras él.
—¡Yo
quiero una cerveza! —gritó ella, cuando llegaron.
—¿Piensas
seguir bebiendo? —le preguntó Logan.
—¿Y
por qué no?—contestó _______—. ¡Llevaba semanas sin salir! Pediré otra para ti.
Logan
iba a negarse, pero no tuvo tiempo para hacerlo. Una atractiva camarera les
sirvió las dos cervezas, mientras el resto del grupo seguía pidiendo cubatas y
cócteles. Logan se alegró de que las gemelas feas acorralasen a James,
haciéndole diversas preguntas sobre su famoso libro, y consiguiendo que él no
tuviese que enfrentarse a su contrincante.
—¿Bailas?
Bajó
la cabeza y encontró a _______. ¿Acababa de preguntarle si quería bailar? No
estaba demasiado seguro, así que le dio un trago largo a su cerveza y negó
después con la cabeza, por si acaso.
—¡Qué
aburrido eres!—exclamó, antes de apartarse unos metros, junto con la chica del
pelo rosa y sus amigas, y comenzar a bailar.
Logan
se sentó en uno de los taburetes de la barra, al lado del psicópata, y contempló
cómo Kelsey danzaba agitando las manos al compás de la melodía. Movía las
caderas lentamente y las ondulaciones del cabello seguían aquellos movimientos
como si se contagiasen por todo su cuerpo. Suspiró y le dio otro trago a su
cerveza.
Instantes
después, comenzó a descubrir que había una gran cantidad de chicos que, poco a
poco, se iban acercando a ellas. Finalmente, uno de los jóvenes colocó las manos
alrededor de la cintura de Kelsey, y ella dejó caer los brazos
sobre el cuello del chico. Los ojos negros de Logan se convirtieron en dos
diminutas rendijas. No entendía qué estaba ocurriendo, tampoco entendía por qué
_______ no apartaba a ese
energúmeno de un brusco empujón.
«Bueno,
si no lo hace ella, tendré que hacerlo yo; está claro que es por su bien. Se
nota a la legua que solo pretende llevársela a la cama», pensó Logan, antes de
bajar del taburete y acercarse a _______.
No
supo demasiado bien de dónde sacó el valor cuando se interpuso entre ellos y
abrazó a _______, pegando su cuerpo al suyo. El chico al cual acababa de apartar
de un empujón le miró con cara de pocos amigos.
—¿Qué
cojones haces, tío? —le preguntó.
—Bailar
con mi novia—respondió Logan.
_______
le miró con los ojos desorbitados
y se echó a reír.
—Pero
¿qué dices, Logan? Tú no eres mi…
Pero
no pudo decir nada más. Los labios de Logan presionaron los suyos. A _______ le
costó descubrir lo que realmente ocurría: Logan la estaba besando.
Sintió
cómo los latidos de su corazón se disparaban y se volvían mucho más rápidos. La
música de la discoteca quedó amortiguada, como si alguien hubiera bajado el
volumen, y la sensación de los labios de Logan junto a los suyos se tornó más
real.
Logan
sujetaba con una mano su rostro, mientras la otra presionaba su espalda
acercándola más hacia sí. _______ no supo por qué no lograba apartarse de
su cuerpo y terminar con aquel beso. Quizá porque los labios de ________ eran
cálidos y suaves; quizá porque todo él olía tremendamente bien, a menta; quizá
porque sencillamente había terminado por ser partícipe de ese beso cuando
finalmente entreabrió sus labios y dejó que la lengua de Logan acariciase la
suya…
_______
tenía los ojos cerrados, pero
gracias al ruido advirtió que la gente aplaudía a su alrededor. Fue en ese
instante cuando Logan se separó de ella y desapareció de su vista internándose
entre la multitud que atestaba la discoteca. Miró a su alrededor y descubrió que
eran sus amigos los que aplaudían tras presenciar aquel beso.
Kendall
se acercó a su hermana, limpiándose una lagrimilla.
—Qué
bonito —le dijo—.Me encanta Logan, creo que será el mejor cuñado del mundo.
La
joven tragó saliva despacio. Todos la miraban. Incluso James, cuyo rostro estaba
ahora rojo y repleto de ira. Se giró, buscando a Logan, y entonces recordó que
acababa de desaparecer entre el gentío.
—Yo…
—balbució, confundida—. Ahora vuelvo.
Y
salió disparada de allí en la misma dirección por la que había visto partir a
Logan. Se sentía extraña. Las luces la aturdían y mareaban. En realidad deseaba
meterse en su cama y no pensar en lo que había ocurrido. Logan acababa de
besarla. Y, peor aún, ella había correspondido.
Se
abrió paso a base de codazos, haciéndose un hueco. De pronto le agobiaba ver
tanta gente a su alrededor. Supuso que Logan habría huido de la discoteca, así
que se dirigió hacia la salida y, cuando abandonó el lugar, agradeció el frío de
la noche y el brusco viento que le sacudió el cabello.
No
le vio por ninguna parte. Se abrazó a sí misma y comenzó a caminar hacia el
sitio donde habían aparcado la furgoneta de Kendall, fingiendo no escuchar los
verdes comentarios que le dedicaban un grupo de chavales.
Distinguió
su figura desde lejos. Logan estaba apoyado en la furgoneta, con gesto
pensativo, y tenía la mirada clavada en el cielo estrellado. El despeinado
cabello negro contrastaba con la oscuridad de la noche. ________ se acomodó a su
lado sin decir nada y también fijó sus ojos en el manto oscuro que se extendía
sobre sus cabezas.
«Una,
dos, tres, cuatro, cinco, seis…», comenzó a contar mentalmente las estrellas.
Aquella noche había muchas, así que perdía la cuenta con facilidad y volvía a
empezar.
Habían
pasado cinco minutos cuando finalmente los dedos de Logan acariciaron los suyos,
despacio, casi con miedo. _______ alzó la mirada y encontró sus ojos negros.
Respiró hondo y notó cómo su estómago daba un vuelco inesperado.
Logan
quiso decirle algo, cualquier cosa. Pero no pudo. Se perdió en la inocencia de
su rostro y dejó que el silencio de la noche les envolviese.
En
realidad habría podido decir muchas cosas. Como, por ejemplo, reconocer que
quizá, solo quizá, acababa de darse cuenta de que sentía algo por ella. Notó que
le costaba respirar mientras esa idea divagaba por su mente y prefirió pensar en
otra cosa. Se puso a contar las estrellas, sin saber que _______, a su lado,
hacía exactamente lo mismo.
«…
Cincuenta y tres, cincuenta y cuatro, cincuenta y cinco, cincuenta y seis,
cincuenta y siete…» El tiempo corría rápido al compás de sus cálculos. Logan
casi había dejado de sentirse incómodo allí, junto a _______, cuando el resto de
los amigos aparecieron calle abajo, indicándoles que era hora de volver a casa.
Durante el regreso, _______ se sentó de nuevo sobre las rodillas de Logan, que
ahora temblaban incontroladas. Él echó la cabeza hacia atrás y la apoyó en la
chapa metálica de la furgoneta, evitando así que el aroma del cabello de _______
lograse confundirle todavía más. Ni siquiera se movió conforme cada uno de los
amigos se iba despidiendo de ellos cuando Kendall los dejaba en sus respectivas
casas. Hicieron varias paradas, hasta que llegaron al
hogar de los Graham.
Los
tres entraron en la casa, y antes de perderse en el interior de su habitación,
Kendall les dio las buenas noches tras dirigirles una sonrisa pícara.
Logan
permaneció serio, frente a la puerta del cuarto de ________, mientras se miraban
fijamente.
—Que
descanses —le dijo ________.
Y
cuando caminó hacia su cama se tambaleó ligeramente. Logan intentó no reír, pero
se acercó hasta ella para asegurarse de que no caería al suelo. Fue a destaparle
la cama cuando advirtió que no estaba hecha. Frunció el entrecejo.
—Ni
siquiera has hecho la cama —se quejó.
_______
se giró hacia él.
—Oye,
he estado muy ocupada con el cumpleaños de Kendall.
—Ya,
pero…
—¿No
puedes cerrar la boca un rato y dejar de protestar? —preguntó. Después le miró y
sonrió con ternura—. Ven.
Logan
dio un paso al frente, en silencio, situándose junto a ella. Cerró los ojos
cuando Kelsey le besó y dejó que le tumbase en la cama y le tapase, una vez él
consiguió quitarse los zapatos. Logan permaneció muy quieto cuando los brazos de
_______ le abrazaron, y ella acomodó el rostro sobre el hueco entre su hombro y
su propio rostro.
—Duerme
conmigo —le susurró.
Y
solo cuando ________ cayó rendida en un profundo sueño, Logan alzó una mano y la
pasó por su espalda, abrazándola también. Bostezó. Y se dijo que mañana sería
otro día y que, seguramente, todo volvería a la normalidad.
Contando estrellas
Cuando
_______ logró organizar a los
invitados y consiguió que todos abandonaran su casa, Logan miró a su alrededor
en busca de los numerosos coches en los cuales, supuestamente, irían hacia
Helthon. Pero, curiosamente, allí solo había un coche y, teniendo en cuenta que
era el vehículo del dueño de Golpes y Sangre, Logan desechó la opción de ocupar
uno de sus asientos.
—Bien.
—_______ respiró hondo—. Katie e Isabelle me han dicho que irán con Evan en su
coche, así que quedan dos asientos libres. ¿Queréis ir con ellos, Gael, Finth?
—preguntó, señalando a los dos amigos del brother
de Logan.
Ellos
asintieron gustosos y se dirigieron hacia el coche siguiendo al grandullón.
Logan agradeció perder de vista aquellos puños y sintió una calma profunda que
invadía su cuerpo, desde los pies hasta la cabeza. La chica del pelo rosa y las
horripilantes gemelas ya no parecían tan malas opciones en comparación con
«aquello» que acababa de marcharse.
—¿Y
cómo vamos los demás? —le preguntó a _______.
—¡En
mi superfurgoneta!—respondió Kendall, mientras terminaba de liarse el décimo
porro (aproximadamente) de la noche.
—¿Tu
super… qué? —Logan miró de reojo el garaje abierto de la casa de los Graham.
Entonces lo entendió todo, y el mundo pareció derrumbarse bajo sus pies.
Mientras
todos caminaban directos hacia una furgoneta maltrecha y con un aire hippie,
pintarrajeada de grafitis, Logan permaneció quieto en el césped de la entrada,
pálido como la luna que se alzaba sobre ellos.
________
le tiró de la manga de la
chaqueta.
—Venga,
vamos, ¿a qué esperas?
—No
pienso montar en ese estercolero con ruedas.
—Logan,
la superfurgoneta de Kendall no es un estercolero —le reprochó ________.
—¡Pero
seremos como inmigrantes, todos amontonados atrás! —clamó él—. Y, además, ¡ni
siquiera es legal!
—¿Qué
importa que sea legal o no?
—Verás,
he trazado ciertos planes respecto a mi futuro y, como espero puedas comprender,
el hecho de que la policía me encuentre en la parte trasera de una furgoneta
ilegal junto a un montón de personajes estrafalarios, y siendo conducida por un
Mendigo que va fumándose un porro, no es lo más aconsejable para que mis
magníficos planes acaben cumpliéndose.
________
cerró los ojos con fuerza y se armó de paciencia. Después, sabiendo que ya todos
se habían acomodado en los dos banquitos que había colocado Kendall en los
extremos de la superfurgoneta, miró a Logan casi a punto de llorar.
—¿No
puedes olvidar quién eres solo una maldita noche?, ¿no puedes comportarte como
un chico de dieciocho años normal y corriente?
—No
—contestó él, sin un ápice de compasión.
—¡Logan,
por favor, esta noche pretendo divertirme! No me apetece seguir siendo tu
niñera.
—Es
que no lo eres.
—¡Ya
lo creo que sí!—Le miró suplicante—. Te lo ruego, Logan…
El
rostro del inglés se tornó pensativo un instante. Después, sorprendentemente,
asintió en silencio y caminó junto a ________ hacia la furgoneta que, probablemente,
provocaría el fin de su existencia.
Los
ojos de _______ le habían mirado de un modo tan desgarrador que casi había
llegado a sentir cierta compasión hacia ella. Sacudió la cabeza, alejando esos
desagradables pensamientos que provocaban que se sintiera ligeramente culpable.
Al
llegar a la puerta trasera de la superfurgoneta de Kendall, advirtieron que no
quedaban sitios libres. A decir verdad, Amy ya estaba sentada sobre c a Carlos
de espacio.
—Siéntate
tú encima de tu hermana —le pidió ________ a una de las gemelas.
Quedó
un hueco libre. Logan, sin demasiados miramientos, se acomodó en él. James,
situado al fondo de la furgoneta, se giró hacia ________ y
agitó una mano en el aire, llamándola.
—Puedes
sentarte aquí—le indicó, señalando sus piernas.
Logan
sintió que algo extraño comenzaba a bullir en su interior. Posiblemente, se
trataba de una especie de rabia incomprensible. Así que, cuando vio que _______
subía a la furgoneta dispuesta a sentarse sobre el idiota de James, la cogió de
la cintura y tiró de ella hacia atrás, sentándola sobre sus rodillas.
—También
puedes sentarte aquí —dijo, sin saber demasiado bien por qué narices
acababa de hacer aquello—. Seguro que no pesas nada —añadió, intentando reparar
el estropicio.
________
no se movió. Y Logan descubrió que
James apretaba la mandíbula en exceso, molesto tras el resultado final. Carlos,
con la chica del pelo rosa acomodada sobre él, cerró la puerta trasera de la
superfurgoneta, y Kendall se puso en marcha, adentrándose en la carretera
principal de la urbanización directo hacia Helthon.
El
Mendigo les deleitó con una música desconocida, una mezcla de rock y reggae, y
todos los que se encontraban en la parte trasera de la furgoneta comenzaron a
beber, a excepción de James y Logan. Este último se animó un poco cuando Kelsey
le tendió una botella pequeña y sin abrir de cerveza.
Aquello
no estaba bien. Él no bebía. Pero recordaba que ________ le había rogado que
intentase comportarse como un chico normal de dieciocho años y supuso que, si
todos allí se alcoholizaban, eso sería lo habitual y socialmente aceptado.
Casi
podía escuchar el rechinar de los dientes de James a distancia. Le sonrió,
mientras dirigía una mano escurridiza por la cintura de ________, medio
abrazándola.
—Hay
muchas curvas —le dijo. Y acto seguido fijó la vista en James, deseoso de ver
cómo reaccionaba al respecto. Sus ojos destilaban una furia incontrolada.
A
decir verdad, a Logan no le desagradó en exceso el hecho de llevar a ________
sentada en sus piernas. Desde aquella posición (y gracias a los tirantes de la
camiseta que cruzaban su espalda), podía admirar la piel que quedaba al
descubierto. Tenía aspecto de ser bastante suave, y eso a él le agradaba.
Respiró hondo, observando la curvatura de sus hombros y cómo su larga melena se
agitaba frente a él al compás de sus movimientos. Olía a champú de frutas
exóticas… olía bien.
—¿Vas
bien ahí? —le preguntó ________, volviéndose un poco.
—Sí,
tranquila.
________
se sentía nerviosa y cohibida. Si unas horas antes le hubieran dicho que
terminaría sentada sobre el inglés, no lo habría creído de ningún modo. Le
temblaban ligeramente las piernas, pero intentaba disimularlo para que él no
notase lo mucho que todo aquello llegaba a afectarle. Sentía un extraño
cosquilleo en el estómago, exactamente en el lugar donde Logan había decidido
posar una de sus grandes manos. Tomó una gran bocanada de aire y siguió hablando
con Amy, intentando no advertir cómo Logan respiraba cerca —muy cerca— de su
cuello, haciéndole cosquillas y produciéndole pequeños escalofríos.
Cuando
llegaron hasta Helthon y _______ se levantó de sus piernas, Logan
notó
la falta de calor y la siguió rápidamente. Mientras el resto bajaban de la
furgoneta, sus miradas se cruzaron. Él sonrió tras descubrir que _______ tenía los mofletes rojizos y se sentía
avergonzada. Le gustó aquel toque de inocencia.
—¡Arrasemos
en Butterfly!—gritó Kendall, clamando al cielo—. Eh, mirad, ahí llega Evan con
los demás.
«Evan…
el gigante.» Logan observó temeroso cómo se acercaba el coche hacia ellos y
aparcaba al lado. Antes de entrar en la discoteca, decidieron que tomarían unos
cubatas fuera; Kendall les sirvió a todos un vaso. Logan terminó cediendo ante
un poco de Vodka rojo.
—¡Menudo
cuñadito que tengo! —exclamó Kendall, pellizcándole un moflete.
—Yo
no soy tú cuñ… —comenzó a decir Logan, pero se calló inmediatamente en cuanto
advirtió la amenazadora mirada de Evan, que agitó felizmente tanto a Golpes como
a Sangre. Ambos eran igualmente aterradores. Logan intentó sonreírle, pero no lo
consiguió.
Por
el contrario, _______ optó por ignorar los comentarios de su hermano y prefirió
aclararle personalmente a que en
realidad ellos no estaban saliendo. Este respiró tranquilo.
El
Chico Arma se acercó y rellenó el vaso semivacío de Logan. Después le miró
fijamente.
—¿Cómo
va la noche?
—Bien,
bastante bien—mintió Logan.
________
se había alejado de él y ahora
charlaba con su grupo de amigos, a unos metros de distancia. Logan intentó
encontrar una buena excusa para huir de aquel psicópata, pero antes de que se le
ocurriese nada él continuó hablando.
—_______
me ha comentado que eres muy inteligente —le informó.
—Ah,
¿sí? ¿De veras _______ ha dicho eso de mí? —Logan le miró largamente. Abrigaba
ciertas dudas al respecto—. Bueno, a mí me ha comentado que tú eras superdotado…
o algo así.
El
psicópata asintió con la cabeza y le dio un trago a su cubata.
—Yo
entiendo que te sientas extraño en este ambiente —le dijo—, pero al final te
acostumbras. No son mala gente —añadió, mientras ambos contemplaban cómo Kendall
le arrancaba la antena a uno de los coches que había aparcado cerca.
Por
alguna extraña razón, a Logan no le sorprendió que Carlos, el atracador innato,
le echase una mano entre risas.
—Ya,
claro… Intentó apartar la mirada de los ladrones y centrarse en cualquier otra
cosa a su alrededor. Finalmente, volvió a mirar al Chico Arma.
—Oye,
llevas los ojos pintados de negro —advirtió.
—En
efecto.
—¿Y
puedo saber por qué?
El
psicópata se encogió de hombros y después le sonrió.
—No
sé, me gusta.
—A
las chicas también.
—Lo
sé. —Le observó con curiosidad—. Tú tienes demasiados prejuicios.
—No,
tranquilo. —Logan sacudió las manos—. Al principio pensé que Kelsey me lo decía
en broma, pero acabo de deducir que realmente eres el más normal de toda la
tribu.
Él
rió ante su comentario. Cuando Logan vio que el gigante se acercaba hacia ellos
—acompañado por la Chica Cabeza Rapada—, desapareció rápidamente de allí y
regresó al lado de _______, que estaba charlando con Nixie y Cloe.
—Es
que me gusta muchísimo —decía Nixie, mientras fijaba sus ojos en Kendall—. Es
tan… salvaje.
—Desde
luego —afirmó Logan, convencido de ello al cien por cien.
—Y
siempre me hace reír. —Nixie suspiró, enamorada—. ¿Crees que si le insinúo algo
me rechazará?
—Lo
dudo. En realidad puede que le gustes. —_______ se encogió de hombros.
—Normalmente
los chicos suelen caer ante nuestros encantos —la animó Cloe—; excepto algunos
idiotas, claro —añadió, fulminando a Logan con la mirada.
Él
reprimió un escalofrío y casi se alegró cuando Kendall —todavía con la antena
robada del coche en la mano— indicó que era hora de entrar en la discoteca.
Todos se dirigieron hacia allí en tropel.
Las
luces de Buterffly se veían desde lejos. Un cartel enorme se alzaba en lo alto
de la discoteca con su nombre. En la entrada había una cola de gente esperando
que los de seguridad les permitiesen pasar; ellos se colocaron al final.
—Creo
que las únicas que aún no han cumplido los dieciocho son mi hermana y Amy —dijo
Kendall. Parecía increíble que todavía pudiese hacer esos cálculos, teniendo en
cuenta todo el alcohol que había ingerido—. Así que, Logan, coge a _______ de la
mano, y tú, Carlos, encárgate de Amy. Logan accedió a enlazar sus dedos entre
los de _______. Ella tenía la mano cálida. La joven rió tontamente ante la
situación.
—¿Aún
tienes diecisiete?
—Sí,
soy de las últimas del curso en cumplir los dieciocho. —Volvió a reírse.
—¿Ya
estás borracha?—le preguntó Logan, que en realidad empezaba a sentirse contento
aun en medio de la tribu (lo cual resultaba preocupante).
—No,
claro que no… —contestó ella, y se desternilló de risa; por lo cual Logan supuso
que acaba de mentirle.
_______
continuó riendo hasta que el hombre de seguridad les dejó pasar, junto con el
resto (a pesar de protestar previamente por las pintas que llevaban algunos).
Dentro de la discoteca el volumen de la música era ensordecedor. La gente
bailaba como loca de un lado a otro, y había varias congas dispersas aquí y
allá. Las luces intermitentes de colores aturdían a Logan, y le costó distinguir
la barra que se alzaba al fondo del local. Se dirigió hacia ella, siguiendo a
los demás y arrastrando a _______ tras él.
—¡Yo
quiero una cerveza! —gritó ella, cuando llegaron.
—¿Piensas
seguir bebiendo? —le preguntó Logan.
—¿Y
por qué no?—contestó _______—. ¡Llevaba semanas sin salir! Pediré otra para ti.
Logan
iba a negarse, pero no tuvo tiempo para hacerlo. Una atractiva camarera les
sirvió las dos cervezas, mientras el resto del grupo seguía pidiendo cubatas y
cócteles. Logan se alegró de que las gemelas feas acorralasen a James,
haciéndole diversas preguntas sobre su famoso libro, y consiguiendo que él no
tuviese que enfrentarse a su contrincante.
—¿Bailas?
Bajó
la cabeza y encontró a _______. ¿Acababa de preguntarle si quería bailar? No
estaba demasiado seguro, así que le dio un trago largo a su cerveza y negó
después con la cabeza, por si acaso.
—¡Qué
aburrido eres!—exclamó, antes de apartarse unos metros, junto con la chica del
pelo rosa y sus amigas, y comenzar a bailar.
Logan
se sentó en uno de los taburetes de la barra, al lado del psicópata, y contempló
cómo Kelsey danzaba agitando las manos al compás de la melodía. Movía las
caderas lentamente y las ondulaciones del cabello seguían aquellos movimientos
como si se contagiasen por todo su cuerpo. Suspiró y le dio otro trago a su
cerveza.
Instantes
después, comenzó a descubrir que había una gran cantidad de chicos que, poco a
poco, se iban acercando a ellas. Finalmente, uno de los jóvenes colocó las manos
alrededor de la cintura de Kelsey, y ella dejó caer los brazos
sobre el cuello del chico. Los ojos negros de Logan se convirtieron en dos
diminutas rendijas. No entendía qué estaba ocurriendo, tampoco entendía por qué
_______ no apartaba a ese
energúmeno de un brusco empujón.
«Bueno,
si no lo hace ella, tendré que hacerlo yo; está claro que es por su bien. Se
nota a la legua que solo pretende llevársela a la cama», pensó Logan, antes de
bajar del taburete y acercarse a _______.
No
supo demasiado bien de dónde sacó el valor cuando se interpuso entre ellos y
abrazó a _______, pegando su cuerpo al suyo. El chico al cual acababa de apartar
de un empujón le miró con cara de pocos amigos.
—¿Qué
cojones haces, tío? —le preguntó.
—Bailar
con mi novia—respondió Logan.
_______
le miró con los ojos desorbitados
y se echó a reír.
—Pero
¿qué dices, Logan? Tú no eres mi…
Pero
no pudo decir nada más. Los labios de Logan presionaron los suyos. A _______ le
costó descubrir lo que realmente ocurría: Logan la estaba besando.
Sintió
cómo los latidos de su corazón se disparaban y se volvían mucho más rápidos. La
música de la discoteca quedó amortiguada, como si alguien hubiera bajado el
volumen, y la sensación de los labios de Logan junto a los suyos se tornó más
real.
Logan
sujetaba con una mano su rostro, mientras la otra presionaba su espalda
acercándola más hacia sí. _______ no supo por qué no lograba apartarse de
su cuerpo y terminar con aquel beso. Quizá porque los labios de ________ eran
cálidos y suaves; quizá porque todo él olía tremendamente bien, a menta; quizá
porque sencillamente había terminado por ser partícipe de ese beso cuando
finalmente entreabrió sus labios y dejó que la lengua de Logan acariciase la
suya…
_______
tenía los ojos cerrados, pero
gracias al ruido advirtió que la gente aplaudía a su alrededor. Fue en ese
instante cuando Logan se separó de ella y desapareció de su vista internándose
entre la multitud que atestaba la discoteca. Miró a su alrededor y descubrió que
eran sus amigos los que aplaudían tras presenciar aquel beso.
Kendall
se acercó a su hermana, limpiándose una lagrimilla.
—Qué
bonito —le dijo—.Me encanta Logan, creo que será el mejor cuñado del mundo.
La
joven tragó saliva despacio. Todos la miraban. Incluso James, cuyo rostro estaba
ahora rojo y repleto de ira. Se giró, buscando a Logan, y entonces recordó que
acababa de desaparecer entre el gentío.
—Yo…
—balbució, confundida—. Ahora vuelvo.
Y
salió disparada de allí en la misma dirección por la que había visto partir a
Logan. Se sentía extraña. Las luces la aturdían y mareaban. En realidad deseaba
meterse en su cama y no pensar en lo que había ocurrido. Logan acababa de
besarla. Y, peor aún, ella había correspondido.
Se
abrió paso a base de codazos, haciéndose un hueco. De pronto le agobiaba ver
tanta gente a su alrededor. Supuso que Logan habría huido de la discoteca, así
que se dirigió hacia la salida y, cuando abandonó el lugar, agradeció el frío de
la noche y el brusco viento que le sacudió el cabello.
No
le vio por ninguna parte. Se abrazó a sí misma y comenzó a caminar hacia el
sitio donde habían aparcado la furgoneta de Kendall, fingiendo no escuchar los
verdes comentarios que le dedicaban un grupo de chavales.
Distinguió
su figura desde lejos. Logan estaba apoyado en la furgoneta, con gesto
pensativo, y tenía la mirada clavada en el cielo estrellado. El despeinado
cabello negro contrastaba con la oscuridad de la noche. ________ se acomodó a su
lado sin decir nada y también fijó sus ojos en el manto oscuro que se extendía
sobre sus cabezas.
«Una,
dos, tres, cuatro, cinco, seis…», comenzó a contar mentalmente las estrellas.
Aquella noche había muchas, así que perdía la cuenta con facilidad y volvía a
empezar.
Habían
pasado cinco minutos cuando finalmente los dedos de Logan acariciaron los suyos,
despacio, casi con miedo. _______ alzó la mirada y encontró sus ojos negros.
Respiró hondo y notó cómo su estómago daba un vuelco inesperado.
Logan
quiso decirle algo, cualquier cosa. Pero no pudo. Se perdió en la inocencia de
su rostro y dejó que el silencio de la noche les envolviese.
En
realidad habría podido decir muchas cosas. Como, por ejemplo, reconocer que
quizá, solo quizá, acababa de darse cuenta de que sentía algo por ella. Notó que
le costaba respirar mientras esa idea divagaba por su mente y prefirió pensar en
otra cosa. Se puso a contar las estrellas, sin saber que _______, a su lado,
hacía exactamente lo mismo.
«…
Cincuenta y tres, cincuenta y cuatro, cincuenta y cinco, cincuenta y seis,
cincuenta y siete…» El tiempo corría rápido al compás de sus cálculos. Logan
casi había dejado de sentirse incómodo allí, junto a _______, cuando el resto de
los amigos aparecieron calle abajo, indicándoles que era hora de volver a casa.
Durante el regreso, _______ se sentó de nuevo sobre las rodillas de Logan, que
ahora temblaban incontroladas. Él echó la cabeza hacia atrás y la apoyó en la
chapa metálica de la furgoneta, evitando así que el aroma del cabello de _______
lograse confundirle todavía más. Ni siquiera se movió conforme cada uno de los
amigos se iba despidiendo de ellos cuando Kendall los dejaba en sus respectivas
casas. Hicieron varias paradas, hasta que llegaron al
hogar de los Graham.
Los
tres entraron en la casa, y antes de perderse en el interior de su habitación,
Kendall les dio las buenas noches tras dirigirles una sonrisa pícara.
Logan
permaneció serio, frente a la puerta del cuarto de ________, mientras se miraban
fijamente.
—Que
descanses —le dijo ________.
Y
cuando caminó hacia su cama se tambaleó ligeramente. Logan intentó no reír, pero
se acercó hasta ella para asegurarse de que no caería al suelo. Fue a destaparle
la cama cuando advirtió que no estaba hecha. Frunció el entrecejo.
—Ni
siquiera has hecho la cama —se quejó.
_______
se giró hacia él.
—Oye,
he estado muy ocupada con el cumpleaños de Kendall.
—Ya,
pero…
—¿No
puedes cerrar la boca un rato y dejar de protestar? —preguntó. Después le miró y
sonrió con ternura—. Ven.
Logan
dio un paso al frente, en silencio, situándose junto a ella. Cerró los ojos
cuando Kelsey le besó y dejó que le tumbase en la cama y le tapase, una vez él
consiguió quitarse los zapatos. Logan permaneció muy quieto cuando los brazos de
_______ le abrazaron, y ella acomodó el rostro sobre el hueco entre su hombro y
su propio rostro.
—Duerme
conmigo —le susurró.
Y
solo cuando ________ cayó rendida en un profundo sueño, Logan alzó una mano y la
pasó por su espalda, abrazándola también. Bostezó. Y se dijo que mañana sería
otro día y que, seguramente, todo volvería a la normalidad.
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
21
Las ranas no se convierten en príncipes
Los párpados de Logan
se agitaron nerviosos. Abrió los ojos poco después, preguntándose por qué ________
estaba durmiendo plácidamente entre sus
brazos. Entonces recordó lo ocurrido la noche anterior y no pudo evitar sonreír
tímidamente.
Contempló los rojizos
labios entreabiertos de Kelsey, el cabello desordenado, que se desparramaba por
la almohada, las graciosas pecas que recorrían el contorno de su nariz… Era
realmente adorable.
Alzó una mano,
dispuesto a hundir los dedos entre las ondulaciones de su pelo, pero la dejó
suspendida en el aire cuando advirtió que alguien acababa de abrir la puerta.
Frunció el entrecejo, molesto por la interrupción.
—¡Buenos días,
parejita! —gritó Kendall.
El Mendigo llevaba una
bandeja de plástico, repleta de diferentes alimentos, que dejó sobre la mesita
de noche de Kelsey. Ella, aturdida, se giró hacia su hermano.
—¿Qué haces, Kendall?
—le preguntó.
—Os he traído el
desayuno. —Se encogió de hombros—. Para desearos una vida próspera, feliz y…
Bueno, todo eso.
Logan se sentó sobre la
cama. Solo entonces se dio cuenta de que había dormido con la misma ropa que
llevaba la noche anterior y ahogó un gemido.
—¡Dios mío! —Agitó el
cuerpo de ________—. ¡Levanta de una vez, estas sábanas están llenas de
gérmenes!
Descubrió que ella
también llevaba todavía los vaqueros ajustados y la camiseta marrón. Era
asqueroso; después de haberse juntado con toda la chusma y haber entrado en una
discoteca repleta de humo, sudor y demás porquería. Kendall arrugó la nariz.
—Oye, seguís vestidos
—farfulló—. Así que anoche ni siquiera hubo marcha.
—Kendall, ¡por favor!,
desaparece.
Kendall se marchó
cabizbajo, quizá algo dolido por el recibimiento de los otros dos. Logan se
levantó de la cama y, tras calzarse los zapatos, tiró a _______ del brazo con tanta fuerza que ella acabó en
el suelo.
—¡Au! —se quejó ella,
frotándose el codo—. Pero ¿qué haces, estúpido?
147
—Salvarte de una muerte
segura —respondió él y, acto seguido, comenzó a quitar las sábanas de la cama,
hizo una bola con ellas y las lanzó a un rincón de la habitación. Una vez el
colchón se quedó desnudo, se miró las manos y su rostro se contrajo en una
mueca de asco—. Perdona, pero ahora tengo que ir al baño a lavarme —le dijo, al
tiempo que salía de la habitación.
________ se quedó allí, sentada en el suelo de su
cuarto, con la vista clavada en el colchón de la cama. Se preguntó si aquello
sería un despertar normal para Logan. Probablemente sí. Respiró hondo,
procurando encontrar la calma perdida. A nadie le gusta que rompan sus sueños
tirándole de la cama.
Logan regresó cinco
minutos más tarde.
—¿Todavía sigues ahí,
Kelsey?
Le dirigió una mirada
de reproche antes de sacar del armario un juego limpio de sábanas y hacer de
nuevo la cama —previa inspección del colchón, por si quedaba algún resto bacteriano—.
Cuando terminó, Kelsey había logrado levantarse y situarse a su lado.
—¿No crees que es un
poco exagerado? —le preguntó.
—¿No crees que tú eres
un poco… sucia? —contraatacó él.
Kelsey se quedó con la
boca abierta y le dio un manotazo en el hombro.
—¡Acabas de llamarme
guarra!
—No pretendía ofenderte
—Le sonrió como si ella tuviese tres años—; pero a veces es bueno que otros nos
señalen nuestros defectos para que podamos advertirlos y, seguidamente,
solucionarlos.
Kelsey negó con la
cabeza, molesta, y se dirigió a paso rápido hacia la cocina dispuesta a
desayunar algo antes de enfrentarse nuevamente a Logan.
Pensó que quizá él
podría cambiar, creyó que Logan se convertiría mágicamente en un chico normal y
corriente después de aquel beso —como las ranas que terminan siendo príncipes—,
pero, obviamente, se había equivocado. Logan no dijo nada mientras untaba dos
tostadas con mantequilla y ella removía su café con parsimonia.
—¿Y bien…? —comentó él,
cuando ambos terminaron de desayunar.
—Y bien, ¿qué?
—¿Ni siquiera piensas
hablar sobre lo que pasó ayer? —le preguntó—. Por si no lo recuerdas, me
pediste que durmiese contigo.
________ rió, nerviosa.
—Por si a ti también te
falla la memoria, antes de que eso ocurriera, tú me besaste.
Logan la acuchilló con
la mirada. Iba a decirle cualquier barbaridad que se
le pasara por la cabeza cuando Kendall apareció en la cocina, cargado de nuevo
con la bandeja del desayuno intacta que había dejado sobre la mesita de _______.
—¡Ni siquiera os habéis
dignado probarlo! —se quejó—. Y me ha costado mucho averiguar cómo funcionaba
el exprimidor de naranjas.
—Lo siento, Kendall
—contestó su hermana—. Pero ahora estamos ocupados, ¿hablamos luego?
Kendall frunció los
labios.
—Así que, como sois
parejita, me margináis.
—Oh, no, no es eso…
—Ya, claro. —Les miró
dolido—. Esperaré en el salón, con Fox, mientras encuentras una buena excusa.
Y acto seguido volvió a
desaparecer. Logan intentó contener la risa, y _______ le dirigió una mirada
punzante y amenazadora. Él tosió y consiguió mantenerse serio.
—Entonces… —balbució—,
tú y yo ahora… ¿qué somos?
—Personas —contestó ________.
No se atrevía a dar una respuesta sobre lo que realmente Logan pretendía
averiguar.
—Idiota, me refería a
nuestra situación tras los acontecimientos de la pasada noche.
—Deja de llamarme
idiota —se quejó Kelsey.
—Deja de parecerlo,
entonces.
________ suspiró, dejó
el vaso sobre la pila de la cocina y se apoyó en ella. Logan también se levantó
para llevar su plato, y permaneció cerca de ________, estudiando sus
movimientos. Respiraba agitada, así que supuso que estaba nerviosa. Eso le
gustó.
—¿Te gusto? —le
preguntó ella.
Y Logan tembló ante
aquella complicada cuestión.
—¿Te gusto yo a ti?
—¿Quieres dejar de
contestarme con otra pregunta? ¡Logan, esto no es una competición!
Logan iba a responder
que sí, que sí le gustaba, pero justo en ese instante sonó el teléfono y _______
le apartó a un lado para poder descolgarlo.
—¿Diga?
—¡Cariño, soy mamá!
—exclamó la señora Graham al otro lado de la línea. ________ suspiró—. ¡Ya me
he enterado de la noticia! ¡Y no sabes cuánto me alegro!
________ frunció el entrecejo, y Logan la observó
contrariado, intentando adivinar con quién hablaba.
—¿De qué noticia estás
hablando?
—¡Logan es fantástico,
un buen partido! —prosiguió su madre, omitiendo su pregunta pero dándole a
entender la respuesta—. Hacéis una pareja perfecta. Tú padre y yo llegaremos a
casa esta tarde.
—¡Por favor, mamá! —_______
sintió ganas de llorar, pero logró contenerse—. ¿Se puede saber quién te ha
dicho eso?
—Bueno, cielo, papá me
está esperando fuera del hotel, vamos a visitar el museo de la ciudad —dijo,
hablando atropelladamente—. Nos vemos en apenas unas horas. Cuídate, _______,
¡y usa protección, cariño, úsala!
Acto seguido la señora
Graham abandonó la línea, y ________ se quedó atontada con el teléfono pegado a
la oreja. Logan la sacudió por los hombros.
—¿Qué te pasa?
—Nada —le dedicó una
sonrisa forzada y después cogió mucho aire antes de gritar con todas sus
fuerzas—. ¡KENDALL, VEN AQUÍ AHORA MISMO!
Como era de esperar, Kendall
no apareció.
_______ cerró con
fuerza los ojos y volvió a abrirlos de golpe; después le explicó a Logan, sin
entrar en detalles, la conversación que acababa de mantener con su madre. Él
sonrió con fanfarronería cuando ella repitió la frase «Es un chico fantástico,
un buen partido».
—Qué lista es tu madre
—musitó.
La joven negó con la
cabeza, incrédula.
—Pero ¿es que ni
siquiera te preocupa lo que mis padres puedan pensar? ¡Por Dios, mi madre me ha
pedido que use protección! —________ agitó los brazos. Cuando sus padres
llegaran no se atrevería a mirarles a la cara.
Logan se encogió de
hombros.
—¿Y…? Está claro que
tienes que usar protección —dijo—. No tienes idea de la cantidad de enfermedades
venéreas que hay hoy en día. Te sorprenderías, en serio.
Ella abrió mucho la
boca y se quedó así un buen rato, medio atontada, hasta que terminó
propinándole a Logan el segundo manotazo del día. Se lo merecía de veras. Él
rió como un chiquillo y salió corriendo de la cocina, pero _______ logró alcanzarlo y, cogiéndole por el cuello
de la camisa —cosa que molestó mucho a Logan, le pidió que la acompañase para
hablar seriamente con Kendall. Su hermano se encontraba tumbado en la cama de
su habitación, y una pequeña sonrisita curvaba sus labios, por lo cual _______ supuso que estaba al tanto de la llamada y
que, cuando ella había gritado su nombre, había permanecido callado a
propósito. Logan se quedó rezagado en la entrada de la habitación, mirando con
aire desdeñoso a su alrededor, como si aquello fuese un criadero de cerdos,
mientras que _______ se adentró hasta
situarse al lado de su hermano.
—¿Algún problema,
hermanita? —preguntó Kendall, haciéndose el gracioso.
—¿Por qué has tenido
que decirle algo así a mamá?
—Si no hubieseis
ignorado mi desayuno quizá habría sido más solidario.
—No te lo perdono, Kendall
—contestó ________ y le apuntó con un
dedo acusador. Logan rió a sus espaldas—. ¿Y a ti qué te hace tanta gracia,
tonto?
—Sigo disfrutando cada
vez que te molestas.
_______ salió de la
habitación a paso rápido y entró en la suya. Logan la siguió sin pensárselo
demasiado. Ella se sentó en la cama y se llevó las manos a la cabeza; él
permaneció muy quieto, a su lado, convirtiéndose en una estatua.
—Tampoco es para tanto
—comentó Logan, al cabo de un buen rato—. Además, tu madre me ama. Me ama casi
más de lo que te ama a ti.
_______ suspiró hondo y le dirigió una punzante
mirada.
—Vale, retiro lo último
—rectificó él, alzando las manos en son de paz.
—Logan, es que… no te
lo tomes a mal, pero… —Se esforzó por no apartar la mirada de sus ojos negros
mientras procuraba dar con las palabras correctas—, pero… tú eres raro. Esto es
raro. La situación es rara.
—Tú también eres rara
para mí.
—El problema es que yo…
no sé cómo podría terminar todo esto —explicó, gesticulando en exceso con las
manos; cuando se dio cuenta de ello, las dejó caer sobre su regazo—. Es
probable que dentro de unas horas intentemos matarnos el uno al otro.
Él sonrió y se encogió
de hombros.
—Bueno, tampoco sería
una novedad.
—Ya, pero no es lo
normal.
—¿Tú quieres algo
normal?, ¿es eso? —Encontró atisbos de valor escondidos en algún lugar remoto y
logró mirarle a la cara.
_______ pareció dudar;
entreabrió los labios, pero no logró contestar a las preguntas de Logan. Él se
perdió en el mar de sus ojos y se preguntó si realmente sería posible que
estuviesen juntos. Juntos, como esas parejas que paseaban por el parque mientras degustaban un helado. Negó
con la cabeza, absorto en sus pensamientos. Lo cierto era que a él no le
agradaba la idea de compartir su comida con nadie…
Volvió a mirarla. Se
olvidó del helado, del parque y del resto de las parejas felices. _______ alzó
despacio una mano, trémula, y terminó posándola sobre la mejilla de Logan; él,
sorprendentemente, agradeció el calor de su piel y se le antojó reconfortante.
Sonrió y se acercó hacia su rostro regalándole un tímido beso en la comisura de
los labios.
—Hagamos algo juntos
—le dijo.
_______ correspondió su sonrisa, y Logan se relajó un
poco. Advirtió que llevaba media hora sentado en la cama con todos los músculos
del cuerpo en tensión y la mandíbula ligeramente apretada.
—¿Te apetece ir a la
feria? —preguntó ______, alegre.
Él tragó saliva
despacio antes de asentir, temiéndose lo peor.
Las ranas no se convierten en príncipes
Los párpados de Logan
se agitaron nerviosos. Abrió los ojos poco después, preguntándose por qué ________
estaba durmiendo plácidamente entre sus
brazos. Entonces recordó lo ocurrido la noche anterior y no pudo evitar sonreír
tímidamente.
Contempló los rojizos
labios entreabiertos de Kelsey, el cabello desordenado, que se desparramaba por
la almohada, las graciosas pecas que recorrían el contorno de su nariz… Era
realmente adorable.
Alzó una mano,
dispuesto a hundir los dedos entre las ondulaciones de su pelo, pero la dejó
suspendida en el aire cuando advirtió que alguien acababa de abrir la puerta.
Frunció el entrecejo, molesto por la interrupción.
—¡Buenos días,
parejita! —gritó Kendall.
El Mendigo llevaba una
bandeja de plástico, repleta de diferentes alimentos, que dejó sobre la mesita
de noche de Kelsey. Ella, aturdida, se giró hacia su hermano.
—¿Qué haces, Kendall?
—le preguntó.
—Os he traído el
desayuno. —Se encogió de hombros—. Para desearos una vida próspera, feliz y…
Bueno, todo eso.
Logan se sentó sobre la
cama. Solo entonces se dio cuenta de que había dormido con la misma ropa que
llevaba la noche anterior y ahogó un gemido.
—¡Dios mío! —Agitó el
cuerpo de ________—. ¡Levanta de una vez, estas sábanas están llenas de
gérmenes!
Descubrió que ella
también llevaba todavía los vaqueros ajustados y la camiseta marrón. Era
asqueroso; después de haberse juntado con toda la chusma y haber entrado en una
discoteca repleta de humo, sudor y demás porquería. Kendall arrugó la nariz.
—Oye, seguís vestidos
—farfulló—. Así que anoche ni siquiera hubo marcha.
—Kendall, ¡por favor!,
desaparece.
Kendall se marchó
cabizbajo, quizá algo dolido por el recibimiento de los otros dos. Logan se
levantó de la cama y, tras calzarse los zapatos, tiró a _______ del brazo con tanta fuerza que ella acabó en
el suelo.
—¡Au! —se quejó ella,
frotándose el codo—. Pero ¿qué haces, estúpido?
147
—Salvarte de una muerte
segura —respondió él y, acto seguido, comenzó a quitar las sábanas de la cama,
hizo una bola con ellas y las lanzó a un rincón de la habitación. Una vez el
colchón se quedó desnudo, se miró las manos y su rostro se contrajo en una
mueca de asco—. Perdona, pero ahora tengo que ir al baño a lavarme —le dijo, al
tiempo que salía de la habitación.
________ se quedó allí, sentada en el suelo de su
cuarto, con la vista clavada en el colchón de la cama. Se preguntó si aquello
sería un despertar normal para Logan. Probablemente sí. Respiró hondo,
procurando encontrar la calma perdida. A nadie le gusta que rompan sus sueños
tirándole de la cama.
Logan regresó cinco
minutos más tarde.
—¿Todavía sigues ahí,
Kelsey?
Le dirigió una mirada
de reproche antes de sacar del armario un juego limpio de sábanas y hacer de
nuevo la cama —previa inspección del colchón, por si quedaba algún resto bacteriano—.
Cuando terminó, Kelsey había logrado levantarse y situarse a su lado.
—¿No crees que es un
poco exagerado? —le preguntó.
—¿No crees que tú eres
un poco… sucia? —contraatacó él.
Kelsey se quedó con la
boca abierta y le dio un manotazo en el hombro.
—¡Acabas de llamarme
guarra!
—No pretendía ofenderte
—Le sonrió como si ella tuviese tres años—; pero a veces es bueno que otros nos
señalen nuestros defectos para que podamos advertirlos y, seguidamente,
solucionarlos.
Kelsey negó con la
cabeza, molesta, y se dirigió a paso rápido hacia la cocina dispuesta a
desayunar algo antes de enfrentarse nuevamente a Logan.
Pensó que quizá él
podría cambiar, creyó que Logan se convertiría mágicamente en un chico normal y
corriente después de aquel beso —como las ranas que terminan siendo príncipes—,
pero, obviamente, se había equivocado. Logan no dijo nada mientras untaba dos
tostadas con mantequilla y ella removía su café con parsimonia.
—¿Y bien…? —comentó él,
cuando ambos terminaron de desayunar.
—Y bien, ¿qué?
—¿Ni siquiera piensas
hablar sobre lo que pasó ayer? —le preguntó—. Por si no lo recuerdas, me
pediste que durmiese contigo.
________ rió, nerviosa.
—Por si a ti también te
falla la memoria, antes de que eso ocurriera, tú me besaste.
Logan la acuchilló con
la mirada. Iba a decirle cualquier barbaridad que se
le pasara por la cabeza cuando Kendall apareció en la cocina, cargado de nuevo
con la bandeja del desayuno intacta que había dejado sobre la mesita de _______.
—¡Ni siquiera os habéis
dignado probarlo! —se quejó—. Y me ha costado mucho averiguar cómo funcionaba
el exprimidor de naranjas.
—Lo siento, Kendall
—contestó su hermana—. Pero ahora estamos ocupados, ¿hablamos luego?
Kendall frunció los
labios.
—Así que, como sois
parejita, me margináis.
—Oh, no, no es eso…
—Ya, claro. —Les miró
dolido—. Esperaré en el salón, con Fox, mientras encuentras una buena excusa.
Y acto seguido volvió a
desaparecer. Logan intentó contener la risa, y _______ le dirigió una mirada
punzante y amenazadora. Él tosió y consiguió mantenerse serio.
—Entonces… —balbució—,
tú y yo ahora… ¿qué somos?
—Personas —contestó ________.
No se atrevía a dar una respuesta sobre lo que realmente Logan pretendía
averiguar.
—Idiota, me refería a
nuestra situación tras los acontecimientos de la pasada noche.
—Deja de llamarme
idiota —se quejó Kelsey.
—Deja de parecerlo,
entonces.
________ suspiró, dejó
el vaso sobre la pila de la cocina y se apoyó en ella. Logan también se levantó
para llevar su plato, y permaneció cerca de ________, estudiando sus
movimientos. Respiraba agitada, así que supuso que estaba nerviosa. Eso le
gustó.
—¿Te gusto? —le
preguntó ella.
Y Logan tembló ante
aquella complicada cuestión.
—¿Te gusto yo a ti?
—¿Quieres dejar de
contestarme con otra pregunta? ¡Logan, esto no es una competición!
Logan iba a responder
que sí, que sí le gustaba, pero justo en ese instante sonó el teléfono y _______
le apartó a un lado para poder descolgarlo.
—¿Diga?
—¡Cariño, soy mamá!
—exclamó la señora Graham al otro lado de la línea. ________ suspiró—. ¡Ya me
he enterado de la noticia! ¡Y no sabes cuánto me alegro!
________ frunció el entrecejo, y Logan la observó
contrariado, intentando adivinar con quién hablaba.
—¿De qué noticia estás
hablando?
—¡Logan es fantástico,
un buen partido! —prosiguió su madre, omitiendo su pregunta pero dándole a
entender la respuesta—. Hacéis una pareja perfecta. Tú padre y yo llegaremos a
casa esta tarde.
—¡Por favor, mamá! —_______
sintió ganas de llorar, pero logró contenerse—. ¿Se puede saber quién te ha
dicho eso?
—Bueno, cielo, papá me
está esperando fuera del hotel, vamos a visitar el museo de la ciudad —dijo,
hablando atropelladamente—. Nos vemos en apenas unas horas. Cuídate, _______,
¡y usa protección, cariño, úsala!
Acto seguido la señora
Graham abandonó la línea, y ________ se quedó atontada con el teléfono pegado a
la oreja. Logan la sacudió por los hombros.
—¿Qué te pasa?
—Nada —le dedicó una
sonrisa forzada y después cogió mucho aire antes de gritar con todas sus
fuerzas—. ¡KENDALL, VEN AQUÍ AHORA MISMO!
Como era de esperar, Kendall
no apareció.
_______ cerró con
fuerza los ojos y volvió a abrirlos de golpe; después le explicó a Logan, sin
entrar en detalles, la conversación que acababa de mantener con su madre. Él
sonrió con fanfarronería cuando ella repitió la frase «Es un chico fantástico,
un buen partido».
—Qué lista es tu madre
—musitó.
La joven negó con la
cabeza, incrédula.
—Pero ¿es que ni
siquiera te preocupa lo que mis padres puedan pensar? ¡Por Dios, mi madre me ha
pedido que use protección! —________ agitó los brazos. Cuando sus padres
llegaran no se atrevería a mirarles a la cara.
Logan se encogió de
hombros.
—¿Y…? Está claro que
tienes que usar protección —dijo—. No tienes idea de la cantidad de enfermedades
venéreas que hay hoy en día. Te sorprenderías, en serio.
Ella abrió mucho la
boca y se quedó así un buen rato, medio atontada, hasta que terminó
propinándole a Logan el segundo manotazo del día. Se lo merecía de veras. Él
rió como un chiquillo y salió corriendo de la cocina, pero _______ logró alcanzarlo y, cogiéndole por el cuello
de la camisa —cosa que molestó mucho a Logan, le pidió que la acompañase para
hablar seriamente con Kendall. Su hermano se encontraba tumbado en la cama de
su habitación, y una pequeña sonrisita curvaba sus labios, por lo cual _______ supuso que estaba al tanto de la llamada y
que, cuando ella había gritado su nombre, había permanecido callado a
propósito. Logan se quedó rezagado en la entrada de la habitación, mirando con
aire desdeñoso a su alrededor, como si aquello fuese un criadero de cerdos,
mientras que _______ se adentró hasta
situarse al lado de su hermano.
—¿Algún problema,
hermanita? —preguntó Kendall, haciéndose el gracioso.
—¿Por qué has tenido
que decirle algo así a mamá?
—Si no hubieseis
ignorado mi desayuno quizá habría sido más solidario.
—No te lo perdono, Kendall
—contestó ________ y le apuntó con un
dedo acusador. Logan rió a sus espaldas—. ¿Y a ti qué te hace tanta gracia,
tonto?
—Sigo disfrutando cada
vez que te molestas.
_______ salió de la
habitación a paso rápido y entró en la suya. Logan la siguió sin pensárselo
demasiado. Ella se sentó en la cama y se llevó las manos a la cabeza; él
permaneció muy quieto, a su lado, convirtiéndose en una estatua.
—Tampoco es para tanto
—comentó Logan, al cabo de un buen rato—. Además, tu madre me ama. Me ama casi
más de lo que te ama a ti.
_______ suspiró hondo y le dirigió una punzante
mirada.
—Vale, retiro lo último
—rectificó él, alzando las manos en son de paz.
—Logan, es que… no te
lo tomes a mal, pero… —Se esforzó por no apartar la mirada de sus ojos negros
mientras procuraba dar con las palabras correctas—, pero… tú eres raro. Esto es
raro. La situación es rara.
—Tú también eres rara
para mí.
—El problema es que yo…
no sé cómo podría terminar todo esto —explicó, gesticulando en exceso con las
manos; cuando se dio cuenta de ello, las dejó caer sobre su regazo—. Es
probable que dentro de unas horas intentemos matarnos el uno al otro.
Él sonrió y se encogió
de hombros.
—Bueno, tampoco sería
una novedad.
—Ya, pero no es lo
normal.
—¿Tú quieres algo
normal?, ¿es eso? —Encontró atisbos de valor escondidos en algún lugar remoto y
logró mirarle a la cara.
_______ pareció dudar;
entreabrió los labios, pero no logró contestar a las preguntas de Logan. Él se
perdió en el mar de sus ojos y se preguntó si realmente sería posible que
estuviesen juntos. Juntos, como esas parejas que paseaban por el parque mientras degustaban un helado. Negó
con la cabeza, absorto en sus pensamientos. Lo cierto era que a él no le
agradaba la idea de compartir su comida con nadie…
Volvió a mirarla. Se
olvidó del helado, del parque y del resto de las parejas felices. _______ alzó
despacio una mano, trémula, y terminó posándola sobre la mejilla de Logan; él,
sorprendentemente, agradeció el calor de su piel y se le antojó reconfortante.
Sonrió y se acercó hacia su rostro regalándole un tímido beso en la comisura de
los labios.
—Hagamos algo juntos
—le dijo.
_______ correspondió su sonrisa, y Logan se relajó un
poco. Advirtió que llevaba media hora sentado en la cama con todos los músculos
del cuerpo en tensión y la mandíbula ligeramente apretada.
—¿Te apetece ir a la
feria? —preguntó ______, alegre.
Él tragó saliva
despacio antes de asentir, temiéndose lo peor.
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
21
Logan se supera a sí mismo
A pesar de que apenas
eran las seis de la tarde, ya había caído la noche y las estrellas temblaban en
la oscura bóveda del cielo. Logan respiró hondo y se colocó bien los guantes de
lana. Hacía mucho frío.
—¿Por qué tarda tanto
en llegar nuestro taxi? —preguntó, anclado en la acera frente a la casa de _______.
Ella terminó de atarse
los cordones de las zapatillas antes de mirarle consternada.
—Logan, cielo, no vamos
a ir en taxi —le explicó—. Estamos esperando a… la limusina o, tal como lo
llamamos el resto de los mortales, el autobús.
Logan le dedicó una
mueca de asco y dio un paso atrás hasta apoyar la espalda contra la valla de
los vecinos.
—¡No pienso montar en
otra de esas cosas salidas del infierno! —chilló, mientras negaba con la cabeza
para darle más énfasis a sus palabras—. Y no vuelvas a llamarme «cielo».
—Oh, lo he dicho sin
pensar. ¡Lo siento, Alteza!
—Pues piensa, ______,
piensa —concluyó él, tocándole la cabeza con la punta de uno de sus largos
dedos.
Ella tragó saliva
despacio, nerviosa, y se preguntó por qué demonios le había dicho a Logan
aquella palabra. «Cielo»… Logan podía llegar a ser muchas cosas, pero desde
luego no un pedacito de cielo. La palabra «cielo» connotaba un significado
angelical o adjetivos como bondad, ternura o humildad. Y todos esos adjetivos
eran antónimos de la verdadera personalidad de Logan.
Pasados unos confusos
instantes, _______ empezó a sentirse idiota, ¿qué narices hacía meditando sobre
posibles motes cariñosos que utilizar con Logan? Se dijo que aquello era
demasiado y se prometió mentalmente no pensar en más tonterías del estilo.
—¿Llamamos a ese taxi
hoy o esperamos a que amanezca?
El tono irónico de Logan
la devolvió al cruel mundo real. Se cruzó de brazos a la defensiva mientras el
inglés la miraba atentamente, esperando que ella tomase las riendas de la
situación.
—¿No te he dicho ya que
vamos a coger el autobús?
—Sí. —Sonrió
falsamente—. ¿Y yo no te he dicho ya que no pienso poner un pie en otra de esas
limusinas cutres?
—Logan, en serio, ¿por
qué no te propones cerrar esa maravillosa bocaza que tienes y divertirte un
rato?
—Ya sé que es
maravillosa —contestó—. Y sí, pienso divertirme, pero antes dame el número de
un taxi, yo mismo llamaré si hace falta.
—Oh, increíble,
¡piensas marcar un número de teléfono con tus propios dedos! Felicidades
—comentó ________, malhumorada y buscando su propio móvil para darle el número
del taxi.
Como era de esperar, Logan
llamó y exigió que les recogiesen allí mismo. Fue una suerte que el coche no
tardara demasiado en aparecer, pues empezaban a helarse de frío en medio de la
calle, y el silencio que les acompañaba era un tanto incómodo para los dos.
Una vez se encontraron
dentro del confortable taxi, ______ le indicó al simpático conductor adónde
querían ir y se pusieron en marcha. Ella ladeó la cabeza y observó de reojo el
rostro de Logan. Era adorable, especialmente cuando mantenía la boca bien
cerrada. Tenía los labios bonitos… _______ dio un respingo en su asiento ante
la gélida mirada que Logan le dirigió de pronto, descubriendo que ella le
observaba.
—¿Qué miras?
Kelsey se preguntó si
en una relación normal entre dos personas el novio haría esa misma pregunta
cuando pillase a su enamorada contemplándole bajo el silencio de la noche.
Seguramente no. Lo más probable era que el chico se girase y le dirigiese una
tímida sonrisa avergonzada antes de que sus mejillas comenzasen a tornarse
ligeramente rojizos. Pero no era el caso: Logan parecía más bien enfadado.
—No te estaba mirando
—mintió Kelsey finalmente.
—¿Me tomas por tonto o
qué?
—Bueno, ¿tanto importa
si te miraba o no?
El conductor del taxi
les sonrió al tiempo que observaba la discusión a través del espejo.
—Chico, deja que te
mire —le sugirió a Logan.
—¿Por qué no se dedica
usted a mirar la carretera, ya que para eso le pagamos? —le reprochó el chico.
—¡Logan! —_______ le
regaló el tercer manotazo del día.
El inglés suspiró hondo
antes de girarse y apoyar la frente sobre la ventanilla del taxi. Se sentía
terriblemente nervioso, como nunca lo había estado. Le temblaban las piernas, y
se preguntó si realmente conseguiría caminar cuando
el taxi les dejase en la feria. Salir con ______, a solas, después de haberla
besado y dormir con ella, era todo un reto. No estaba seguro de estar a la
altura. Por primera vez, tenía miedo de no ser el mejor en algo.
Así que, cuando
llegaron al recinto ferial, dejó que _______ bajase en primer lugar y él se
quedó algo rezagado mientras pagaba al taxista. Luego salió, y el coche se
alejó y se perdió en la oscuridad de la noche. Ambos se miraron en silencio
anclados frente a la puerta principal.
—¿Entramos? —sugirió _______,
alzando una ceja.
—Sí. —Logan tragó
saliva despacio—. O no, más bien no.
Ella cerró los ojos con
fuerza. Después, tras tomarse unos segundos para ordenar sus ideas, volvió a
mirarle.
—¿Qué te ocurre ahora?
Logan balbució algo
incomprensible por lo bajo y se acercó hasta ella, torpemente. ________ sonrió
por su nueva faceta patosa y rodeó con los brazos su espalda.
Le estaba abrazando. A Logan
le costó un buen rato asimilarlo. Cuando finalmente lo hizo, descubrió que se
estaba muy bien ahí, con el rostro camuflado entre su alborotada mata de pelo y
el cuerpo pegado al suyo, infundiéndole calor. Se acercó poco a poco hasta su
oído, rozando su piel.
—No sé si estoy
preparado…
—James, por favor, solo
es una feria, ¿nunca has ido a una simple feria?
—No.
________ respiró hondo.
—Pero he visto ferias
en las películas —añadió él rápidamente, como si aquello explicase lo normal
que era su vida.
La chica acunó el
rostro de Logan entre sus manos y le miró fijamente. Los ojos de él, negros y
brillantes, siempre le habían parecido extrañamente fríos, pero en aquel
momento advirtió en ellos atisbos de temor.
—No te pasará nada —le
aseguró—. De verdad, no es un lugar peligroso.
—Pero hay gente
—recalcó él con la vista fija en el interior del recinto—. Mucha gente…
—La finalidad de la
feria es que la gente la visite. Por eso están aquí.
Logan ahogó un quejido.
De haber sabido los planes de ________ con un poco más de antelación,
seguramente habría hecho algún chanchullo para alquilar el recinto ferial
durante un día entero. Y así habrían podido estar solos allí.
—Además, si en algún
momento crees que estás a punto de sufrir un infarto, puedes decírmelo, en
serio —le animó ________.
—Ah, vale. Eso lo
cambia todo —dijo intentando sonreír.
_________ le cogió de
la mano y, sin más preámbulos, le arrastró hacia la puerta y se internaron en
el lugar. Todo estaba repleto de luces de colores que parpadeaban aquí y allá,
confundiendo a Logan, que nunca había visto algo parecido. Mirase donde mirase
encontraba grupos de gente, colas infinitas, puestos de comida… ¡en plena
calle!, y desde luego su apariencia no era nada higiénica. Los chiquillos
chillaban a su antojo y corrían a lo loco, así que él tenía que intentar
esquivarlos como si aquello fuese una dura prueba que superar.
—Te dije que no era
para tanto —le comentó _______.
Logan prefirió no añadir
nada al respecto, pues no estaba seguro de poder decir algo positivo. Alzó la
vista y descubrió la enorme noria que parecía elevarse hasta el cielo al son de
una rítmica melodía navideña.
—¿Te apetece subir? —le
propuso ________, señalando la rueda de la fortuna
—¿Qué?, ¿te has vuelto
loca? —La miró con los ojos desorbitados—. ________, ahí arriba la gente muere.
—Logan, nadie muere en
la rueda de la fortuna. Es totalmente segura.
—Creo que estás un poco
desinformada —le aseguró—. Yo he ojeado numerosas estadísticas al respecto y te
aseguro que en ese cartel donde pone «Ven a la noria y disfruta», debería poner
más bien «Ven a la noria a suicidarte».
_______ se quedó un
poco atontada tras la respuesta de Logan y le costó procesarla. Teniendo en
cuenta que la noria era una de las atracciones más calmadas, se preguntó en
cuál podrían subir. Seguramente en ninguna. Dedujo que pasarían el rato
criticando las atracciones y, como punto extra, más tarde elaborarían en casa
algún informe que tratase sobre la inseguridad de los recintos feriales. Ese
sería el plan perfecto para su acompañante.
—Pero, bueno,
pensándolo bien… —Logan se pasó una mano por la frente y se apartó los mechones
de cabello oscuro hacia atrás—, de algo tenemos que morir, ¿no? Así que, en
fin, supongo que puedo montar en la noria del suicidio.
________ sonrió ampliamente y echó a andar directa
hacia la rueda que giraba en medio de la noche. Logan la siguió satisfecho. En
realidad había oído muchas veces aquella frase salir de los labios de Kendall;
especialmente cuando se liaba las «hierbas medicinales» acostumbraba añadir:
«De algo hay que morir, ¿no?». Logan decidió que plagiaría alguna más de sus
creaciones.
Dejó que ella comprara
dos tickets para la atracción, y mientras esperaban a que el turno anterior
terminase, ojeó con desconfianza al tipo que vendía las entradas dentro de un
pequeño puesto de cristal. Finalmente, decidió acercarse.
—Hola —le saludó.
—¿Cuántos tickets
quieres? —preguntó el otro con tono monótono.
—No, ya hemos comprado.
—Ah, pues no hacemos
devoluciones, lo siento.
—En realidad lo que
quería era saber si usted podría enseñarme el contrato del seguro de la
atracción —dijo al fin. ________, a su lado, deseó que la tierra se la tragase.
—¿El contrato de qué…?
—El contrato del seguro
—repitió Logan.
—Digamos que no lo
tenemos aquí ahora mismo —contestó el hombre rascándose el mentón—. Pero confíe
en mí: la atracción está en orden.
—Me gustaría comprobar
ese orden por escrito.
—Ya le he dicho que no
tenemos los papeles aquí —dijo, y, por el tono de su voz, Logan dedujo que
empezaba a enfadarse.
________ advirtió que
el turno anterior había terminado y, cogiendo a Logan de la chaqueta, lo arrastró
hasta la rueda de la fortuna. Le costó que subiese, ya que sus pies parecían
haberse pegado al suelo.
—Vamos, Logan, ya hemos
pagado los tickets.
Con un brusco empujón
logró meterlo en la especie de carruaje donde debían acomodarse. Antes de que
la noria se pusiera en movimiento, Logan estudió los tornillos y los engranajes
que encontraba a su alrededor, como si fuese un inspector de seguridad; _______,
cansada, le permitió que hiciese lo que le viniera en gana y se dedicó a
contemplar a la gente que iba y venía por el recinto.
—¿Todo en orden,
inspector? —le preguntó, cuando él volvió a sentarse.
—No estoy seguro.
—Suspiró apesadumbrado—. Uno de los tornillos está un poco oxidado.
_______ rió con ganas.
—A mí no me hace
gracia.
—¡Pero de algo hay que
morir, Logan! —exclamó ella, repitiendo sus mismas palabras y riendo todavía
más.
Él frunció el ceño con
desagrado y se cruzó de brazos, ante lo cual ________ contestó inclinándose y
dándole un pequeño beso. El carruaje se balanceó por el movimiento y Logan
tembló.
—Ven aquí —le pidió
ella—, siéntate a mi lado, yo te protegeré —añadió, tras proferir una sonora carcajada.
—¿Crees que soy un
cobarde, verdad? —inquirió él, entrecerrando los ojos y mirándola con odio.
—No, claro que no —le
aseguró—. Lo que ocurre es que es normal que tengas miedo, teniendo en cuenta
que el máximo riesgo que has corrido en tu vida ha sido coger una rosa que
podía pincharte.
—Ni eso. —Sonrió con
aire de suficiencia—. Tenemos varios jardineros.
¡Era tan… repelente! _______
suspiró y se levantó para sentarse a su lado. Le rodeó con un brazo con ademán
protector y lo atrajo hacia sí, pegando su cuerpo al suyo. Cuando sonó una
especie de bocina que indicaba que la atracción iba a empezar, Logan estuvo a
punto de levantarse y marcharse, pero ________ lo retuvo entre los brazos
mientras reía divertida.
Su carruaje comenzó a
ascender lentamente. El viento frío provocaba que su cabina se balancease un
poco, dándole una sensación de inestabilidad. Logan cerró los ojos y agradeció
que _______ le abrazara de lado. Probablemente, aquella era la mayor locura que
había cometido en toda su vida.
—Abre los ojos —le
pidió _______, al cabo de un minuto largo.
—Ni de coña.
—Vamos, Logan, las
vistas son muy bonitas desde aquí.
—Descríbemelas, que yo
te escucho y me lo puedo imaginar.
Ella jugueteó un poco
con su pelo oscuro, enrollando algunos mechones suaves entre sus dedos.
—Mira, si abres los
ojos, te prometo que ordenaré mi armario —le dijo al fin.
Y entonces él los abrió
y sonrió. Clavó la vista en el suelo.
—¿En serio?
—Claro que sí.
—Está bien. —Respiró
hondo antes de alzar la cabeza y perderse en la vista de la enorme ciudad que
se dibujaba a grandes trazos ante sus ojos. Era realmente asombroso y le gustó
la lejanía de las luces del centro, tintineando en el horizonte.
—¿No te parece bonito?
—pregunto ________, emocionada.
—Lo justo y necesario.
Realmente sí, sí le
parecía bonito, pero reconocerlo ante ella podría haberse considerado un delito
contra la ley, así que se contuvo. Echó la cabeza hacia atrás, mientras _______
enrollaba mechones de su pelo en sus pequeños dedos, y sonrió, notando la calma
que se apoderaba nuevamente de él. Todavía se preguntaba de dónde demonios
había sacado el valor suficiente para besarla, en la discoteca Buterffly. Es
más, seguía preguntándose cómo era posible que se encontrase allí con ________,
en la feria, dejando que ella le acariciara el pelo. No tenía intención de
apartarla, y eso, en parte, le asustó.
Cuando la atracción
finalizó y bajaron de la noria, _________ corrió directa hacia los coches de
choque, y a Logan le faltó tiempo para seguirla a toda prisa. La joven señaló
animadamente los coches.
—¡Qué ganas tenía de
montar en esta! —exclamó emocionada.
Logan frunció el ceño.
—¿El juego consiste en
chocar contra los demás?
—Exacto, ¿a que es
divertido?
—Oh, claro, ¿por qué
visitar museos o bibliotecas si podemos chocar los unos contra los otros?
—Logan, no empieces —le
regañó ella.
—En serio, golpearse
voluntariamente es una práctica poco productiva. —Miró alrededor, asustado—.
Retrocedemos en el tiempo y nos convertimos en neandertales; de verdad, ya ni
me sorprendería que los americanos vistiesen con taparrabos de piel y llevasen
palos de madera ardiendo en las manos…
—Como no te calles, el
que acabará ardiendo a causa de los golpes que pienso darte serás tú —le
amenazó—. Y ahora junta esos bonitos labios que tienes y concéntrate en
mantenerlos bien cerrados. Yo iré a comprar las entradas.
Logan se supera a sí mismo
A pesar de que apenas
eran las seis de la tarde, ya había caído la noche y las estrellas temblaban en
la oscura bóveda del cielo. Logan respiró hondo y se colocó bien los guantes de
lana. Hacía mucho frío.
—¿Por qué tarda tanto
en llegar nuestro taxi? —preguntó, anclado en la acera frente a la casa de _______.
Ella terminó de atarse
los cordones de las zapatillas antes de mirarle consternada.
—Logan, cielo, no vamos
a ir en taxi —le explicó—. Estamos esperando a… la limusina o, tal como lo
llamamos el resto de los mortales, el autobús.
Logan le dedicó una
mueca de asco y dio un paso atrás hasta apoyar la espalda contra la valla de
los vecinos.
—¡No pienso montar en
otra de esas cosas salidas del infierno! —chilló, mientras negaba con la cabeza
para darle más énfasis a sus palabras—. Y no vuelvas a llamarme «cielo».
—Oh, lo he dicho sin
pensar. ¡Lo siento, Alteza!
—Pues piensa, ______,
piensa —concluyó él, tocándole la cabeza con la punta de uno de sus largos
dedos.
Ella tragó saliva
despacio, nerviosa, y se preguntó por qué demonios le había dicho a Logan
aquella palabra. «Cielo»… Logan podía llegar a ser muchas cosas, pero desde
luego no un pedacito de cielo. La palabra «cielo» connotaba un significado
angelical o adjetivos como bondad, ternura o humildad. Y todos esos adjetivos
eran antónimos de la verdadera personalidad de Logan.
Pasados unos confusos
instantes, _______ empezó a sentirse idiota, ¿qué narices hacía meditando sobre
posibles motes cariñosos que utilizar con Logan? Se dijo que aquello era
demasiado y se prometió mentalmente no pensar en más tonterías del estilo.
—¿Llamamos a ese taxi
hoy o esperamos a que amanezca?
El tono irónico de Logan
la devolvió al cruel mundo real. Se cruzó de brazos a la defensiva mientras el
inglés la miraba atentamente, esperando que ella tomase las riendas de la
situación.
—¿No te he dicho ya que
vamos a coger el autobús?
—Sí. —Sonrió
falsamente—. ¿Y yo no te he dicho ya que no pienso poner un pie en otra de esas
limusinas cutres?
—Logan, en serio, ¿por
qué no te propones cerrar esa maravillosa bocaza que tienes y divertirte un
rato?
—Ya sé que es
maravillosa —contestó—. Y sí, pienso divertirme, pero antes dame el número de
un taxi, yo mismo llamaré si hace falta.
—Oh, increíble,
¡piensas marcar un número de teléfono con tus propios dedos! Felicidades
—comentó ________, malhumorada y buscando su propio móvil para darle el número
del taxi.
Como era de esperar, Logan
llamó y exigió que les recogiesen allí mismo. Fue una suerte que el coche no
tardara demasiado en aparecer, pues empezaban a helarse de frío en medio de la
calle, y el silencio que les acompañaba era un tanto incómodo para los dos.
Una vez se encontraron
dentro del confortable taxi, ______ le indicó al simpático conductor adónde
querían ir y se pusieron en marcha. Ella ladeó la cabeza y observó de reojo el
rostro de Logan. Era adorable, especialmente cuando mantenía la boca bien
cerrada. Tenía los labios bonitos… _______ dio un respingo en su asiento ante
la gélida mirada que Logan le dirigió de pronto, descubriendo que ella le
observaba.
—¿Qué miras?
Kelsey se preguntó si
en una relación normal entre dos personas el novio haría esa misma pregunta
cuando pillase a su enamorada contemplándole bajo el silencio de la noche.
Seguramente no. Lo más probable era que el chico se girase y le dirigiese una
tímida sonrisa avergonzada antes de que sus mejillas comenzasen a tornarse
ligeramente rojizos. Pero no era el caso: Logan parecía más bien enfadado.
—No te estaba mirando
—mintió Kelsey finalmente.
—¿Me tomas por tonto o
qué?
—Bueno, ¿tanto importa
si te miraba o no?
El conductor del taxi
les sonrió al tiempo que observaba la discusión a través del espejo.
—Chico, deja que te
mire —le sugirió a Logan.
—¿Por qué no se dedica
usted a mirar la carretera, ya que para eso le pagamos? —le reprochó el chico.
—¡Logan! —_______ le
regaló el tercer manotazo del día.
El inglés suspiró hondo
antes de girarse y apoyar la frente sobre la ventanilla del taxi. Se sentía
terriblemente nervioso, como nunca lo había estado. Le temblaban las piernas, y
se preguntó si realmente conseguiría caminar cuando
el taxi les dejase en la feria. Salir con ______, a solas, después de haberla
besado y dormir con ella, era todo un reto. No estaba seguro de estar a la
altura. Por primera vez, tenía miedo de no ser el mejor en algo.
Así que, cuando
llegaron al recinto ferial, dejó que _______ bajase en primer lugar y él se
quedó algo rezagado mientras pagaba al taxista. Luego salió, y el coche se
alejó y se perdió en la oscuridad de la noche. Ambos se miraron en silencio
anclados frente a la puerta principal.
—¿Entramos? —sugirió _______,
alzando una ceja.
—Sí. —Logan tragó
saliva despacio—. O no, más bien no.
Ella cerró los ojos con
fuerza. Después, tras tomarse unos segundos para ordenar sus ideas, volvió a
mirarle.
—¿Qué te ocurre ahora?
Logan balbució algo
incomprensible por lo bajo y se acercó hasta ella, torpemente. ________ sonrió
por su nueva faceta patosa y rodeó con los brazos su espalda.
Le estaba abrazando. A Logan
le costó un buen rato asimilarlo. Cuando finalmente lo hizo, descubrió que se
estaba muy bien ahí, con el rostro camuflado entre su alborotada mata de pelo y
el cuerpo pegado al suyo, infundiéndole calor. Se acercó poco a poco hasta su
oído, rozando su piel.
—No sé si estoy
preparado…
—James, por favor, solo
es una feria, ¿nunca has ido a una simple feria?
—No.
________ respiró hondo.
—Pero he visto ferias
en las películas —añadió él rápidamente, como si aquello explicase lo normal
que era su vida.
La chica acunó el
rostro de Logan entre sus manos y le miró fijamente. Los ojos de él, negros y
brillantes, siempre le habían parecido extrañamente fríos, pero en aquel
momento advirtió en ellos atisbos de temor.
—No te pasará nada —le
aseguró—. De verdad, no es un lugar peligroso.
—Pero hay gente
—recalcó él con la vista fija en el interior del recinto—. Mucha gente…
—La finalidad de la
feria es que la gente la visite. Por eso están aquí.
Logan ahogó un quejido.
De haber sabido los planes de ________ con un poco más de antelación,
seguramente habría hecho algún chanchullo para alquilar el recinto ferial
durante un día entero. Y así habrían podido estar solos allí.
—Además, si en algún
momento crees que estás a punto de sufrir un infarto, puedes decírmelo, en
serio —le animó ________.
—Ah, vale. Eso lo
cambia todo —dijo intentando sonreír.
_________ le cogió de
la mano y, sin más preámbulos, le arrastró hacia la puerta y se internaron en
el lugar. Todo estaba repleto de luces de colores que parpadeaban aquí y allá,
confundiendo a Logan, que nunca había visto algo parecido. Mirase donde mirase
encontraba grupos de gente, colas infinitas, puestos de comida… ¡en plena
calle!, y desde luego su apariencia no era nada higiénica. Los chiquillos
chillaban a su antojo y corrían a lo loco, así que él tenía que intentar
esquivarlos como si aquello fuese una dura prueba que superar.
—Te dije que no era
para tanto —le comentó _______.
Logan prefirió no añadir
nada al respecto, pues no estaba seguro de poder decir algo positivo. Alzó la
vista y descubrió la enorme noria que parecía elevarse hasta el cielo al son de
una rítmica melodía navideña.
—¿Te apetece subir? —le
propuso ________, señalando la rueda de la fortuna
—¿Qué?, ¿te has vuelto
loca? —La miró con los ojos desorbitados—. ________, ahí arriba la gente muere.
—Logan, nadie muere en
la rueda de la fortuna. Es totalmente segura.
—Creo que estás un poco
desinformada —le aseguró—. Yo he ojeado numerosas estadísticas al respecto y te
aseguro que en ese cartel donde pone «Ven a la noria y disfruta», debería poner
más bien «Ven a la noria a suicidarte».
_______ se quedó un
poco atontada tras la respuesta de Logan y le costó procesarla. Teniendo en
cuenta que la noria era una de las atracciones más calmadas, se preguntó en
cuál podrían subir. Seguramente en ninguna. Dedujo que pasarían el rato
criticando las atracciones y, como punto extra, más tarde elaborarían en casa
algún informe que tratase sobre la inseguridad de los recintos feriales. Ese
sería el plan perfecto para su acompañante.
—Pero, bueno,
pensándolo bien… —Logan se pasó una mano por la frente y se apartó los mechones
de cabello oscuro hacia atrás—, de algo tenemos que morir, ¿no? Así que, en
fin, supongo que puedo montar en la noria del suicidio.
________ sonrió ampliamente y echó a andar directa
hacia la rueda que giraba en medio de la noche. Logan la siguió satisfecho. En
realidad había oído muchas veces aquella frase salir de los labios de Kendall;
especialmente cuando se liaba las «hierbas medicinales» acostumbraba añadir:
«De algo hay que morir, ¿no?». Logan decidió que plagiaría alguna más de sus
creaciones.
Dejó que ella comprara
dos tickets para la atracción, y mientras esperaban a que el turno anterior
terminase, ojeó con desconfianza al tipo que vendía las entradas dentro de un
pequeño puesto de cristal. Finalmente, decidió acercarse.
—Hola —le saludó.
—¿Cuántos tickets
quieres? —preguntó el otro con tono monótono.
—No, ya hemos comprado.
—Ah, pues no hacemos
devoluciones, lo siento.
—En realidad lo que
quería era saber si usted podría enseñarme el contrato del seguro de la
atracción —dijo al fin. ________, a su lado, deseó que la tierra se la tragase.
—¿El contrato de qué…?
—El contrato del seguro
—repitió Logan.
—Digamos que no lo
tenemos aquí ahora mismo —contestó el hombre rascándose el mentón—. Pero confíe
en mí: la atracción está en orden.
—Me gustaría comprobar
ese orden por escrito.
—Ya le he dicho que no
tenemos los papeles aquí —dijo, y, por el tono de su voz, Logan dedujo que
empezaba a enfadarse.
________ advirtió que
el turno anterior había terminado y, cogiendo a Logan de la chaqueta, lo arrastró
hasta la rueda de la fortuna. Le costó que subiese, ya que sus pies parecían
haberse pegado al suelo.
—Vamos, Logan, ya hemos
pagado los tickets.
Con un brusco empujón
logró meterlo en la especie de carruaje donde debían acomodarse. Antes de que
la noria se pusiera en movimiento, Logan estudió los tornillos y los engranajes
que encontraba a su alrededor, como si fuese un inspector de seguridad; _______,
cansada, le permitió que hiciese lo que le viniera en gana y se dedicó a
contemplar a la gente que iba y venía por el recinto.
—¿Todo en orden,
inspector? —le preguntó, cuando él volvió a sentarse.
—No estoy seguro.
—Suspiró apesadumbrado—. Uno de los tornillos está un poco oxidado.
_______ rió con ganas.
—A mí no me hace
gracia.
—¡Pero de algo hay que
morir, Logan! —exclamó ella, repitiendo sus mismas palabras y riendo todavía
más.
Él frunció el ceño con
desagrado y se cruzó de brazos, ante lo cual ________ contestó inclinándose y
dándole un pequeño beso. El carruaje se balanceó por el movimiento y Logan
tembló.
—Ven aquí —le pidió
ella—, siéntate a mi lado, yo te protegeré —añadió, tras proferir una sonora carcajada.
—¿Crees que soy un
cobarde, verdad? —inquirió él, entrecerrando los ojos y mirándola con odio.
—No, claro que no —le
aseguró—. Lo que ocurre es que es normal que tengas miedo, teniendo en cuenta
que el máximo riesgo que has corrido en tu vida ha sido coger una rosa que
podía pincharte.
—Ni eso. —Sonrió con
aire de suficiencia—. Tenemos varios jardineros.
¡Era tan… repelente! _______
suspiró y se levantó para sentarse a su lado. Le rodeó con un brazo con ademán
protector y lo atrajo hacia sí, pegando su cuerpo al suyo. Cuando sonó una
especie de bocina que indicaba que la atracción iba a empezar, Logan estuvo a
punto de levantarse y marcharse, pero ________ lo retuvo entre los brazos
mientras reía divertida.
Su carruaje comenzó a
ascender lentamente. El viento frío provocaba que su cabina se balancease un
poco, dándole una sensación de inestabilidad. Logan cerró los ojos y agradeció
que _______ le abrazara de lado. Probablemente, aquella era la mayor locura que
había cometido en toda su vida.
—Abre los ojos —le
pidió _______, al cabo de un minuto largo.
—Ni de coña.
—Vamos, Logan, las
vistas son muy bonitas desde aquí.
—Descríbemelas, que yo
te escucho y me lo puedo imaginar.
Ella jugueteó un poco
con su pelo oscuro, enrollando algunos mechones suaves entre sus dedos.
—Mira, si abres los
ojos, te prometo que ordenaré mi armario —le dijo al fin.
Y entonces él los abrió
y sonrió. Clavó la vista en el suelo.
—¿En serio?
—Claro que sí.
—Está bien. —Respiró
hondo antes de alzar la cabeza y perderse en la vista de la enorme ciudad que
se dibujaba a grandes trazos ante sus ojos. Era realmente asombroso y le gustó
la lejanía de las luces del centro, tintineando en el horizonte.
—¿No te parece bonito?
—pregunto ________, emocionada.
—Lo justo y necesario.
Realmente sí, sí le
parecía bonito, pero reconocerlo ante ella podría haberse considerado un delito
contra la ley, así que se contuvo. Echó la cabeza hacia atrás, mientras _______
enrollaba mechones de su pelo en sus pequeños dedos, y sonrió, notando la calma
que se apoderaba nuevamente de él. Todavía se preguntaba de dónde demonios
había sacado el valor suficiente para besarla, en la discoteca Buterffly. Es
más, seguía preguntándose cómo era posible que se encontrase allí con ________,
en la feria, dejando que ella le acariciara el pelo. No tenía intención de
apartarla, y eso, en parte, le asustó.
Cuando la atracción
finalizó y bajaron de la noria, _________ corrió directa hacia los coches de
choque, y a Logan le faltó tiempo para seguirla a toda prisa. La joven señaló
animadamente los coches.
—¡Qué ganas tenía de
montar en esta! —exclamó emocionada.
Logan frunció el ceño.
—¿El juego consiste en
chocar contra los demás?
—Exacto, ¿a que es
divertido?
—Oh, claro, ¿por qué
visitar museos o bibliotecas si podemos chocar los unos contra los otros?
—Logan, no empieces —le
regañó ella.
—En serio, golpearse
voluntariamente es una práctica poco productiva. —Miró alrededor, asustado—.
Retrocedemos en el tiempo y nos convertimos en neandertales; de verdad, ya ni
me sorprendería que los americanos vistiesen con taparrabos de piel y llevasen
palos de madera ardiendo en las manos…
—Como no te calles, el
que acabará ardiendo a causa de los golpes que pienso darte serás tú —le
amenazó—. Y ahora junta esos bonitos labios que tienes y concéntrate en
mantenerlos bien cerrados. Yo iré a comprar las entradas.
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
hola...........
Me encantaron los capitulo, de verdad me parecieron muy bonitos....................................me encanto el beso.fue tan....ahhhh....y como durmieron juntos....ahhhhhhhhhhhhh, me encanta la novela y espero que la sigas ya que esta muy bonita en todo el sentido de la palabra............................................
Siguela................
Ronnie...........
Me encantaron los capitulo, de verdad me parecieron muy bonitos....................................me encanto el beso.fue tan....ahhhh....y como durmieron juntos....ahhhhhhhhhhhhh, me encanta la novela y espero que la sigas ya que esta muy bonita en todo el sentido de la palabra............................................
Siguela................
Ronnie...........
RoNNiE...!!!
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
23
Todo el mundo tiene
un pasado
Logan se empeñó en montar en el mismo coche que ________. No
quería estar solo cuando la guerra empezara. Se sentó —como buenamente pudo,
dado el escaso espacio— en el asiento del copiloto mientras ella asía con
fuerza el volante del cochecito. Logan respiró hondo y ojeó a sus
contrincantes, que se encontraban en el perímetro de la pista. En realidad la
mayoría eran críos, aunque algunos iban acompañados por sus fornidos padres.
—No sé si podremos superarlo —dijo.
—Logan, no hay nada que superar —aseguró _______—. Lo único que
pasará es que te darán unos cuantos golpecitos.
Él se cruzó de brazos y la miró molesto.
—¿Te parece poco?, ¿estamos locos o qué? —siguió, alzando el
tono de voz—. ¡He pagado para que me peguen!
—¡Chist!, ya empieza.
Sonó un pitido que se extendió por la pista e inundó sus oídos.
El coche empezó a moverse. Logan se cogió del brazo de ________ y del otro
extremo de la supuesta puerta. Se miró el torso y advirtió un pequeño detalle
que se le había pasado por alto.
—¡Madre mía, pero si no hay cinturones! —exclamó, consternado.
—No son necesarios —concluyó _________, y cuando Logan alzó la
vista descubrió que estaban a punto de chocar contra un coche que llevaba un
niño de unos seis años.
El impacto fue brutal, o al menos eso le pareció a él. Logan
meditó sobre si aquel juego afectaría en exceso a su delicada columna
vertebral. Sin embargo, cuando vio el rostro enfurruñado del niño, se alegró de
haberle dado ese golpe.
—¡Cómete esa! —le gritó y después miró a la chica—. Muy bien, ________,
veo que vas aprendiendo…
—Pero si tú no tienes ni idea, ¿por qué me dices eso? —Dio un
volantazo y Logan arqueó el cuerpo hacia el lado contrario con la intención de
no caer. No es que la velocidad fuese demasiado elevada, pero siempre era mejor
prevenir que curar.
—¡Venga, va, déjate de historias y machaca a la niña de allá!
—le ordenó, señalando un coche azul.
________ entornó los ojos, pero sonrió y se dirigió hacia la
niña. Hasta en los coches de choque Logan necesitaba dar órdenes y sugerencias.
Esta vez, a sabiendas de lo que le esperaba, él se cogió bien antes del impacto
y rió malévolo ante la decepcionada expresión que surcó el rostro de la cría.
Sin embargo, su risa se apagó cuando otro coche les dio a ellos
por detrás. Era el vehículo de un niño pelirrojo acompañado de su padre, un
fortachón entrado en la cuarentena. Logan se giró enojado y alzó un puño
amenazador al que el señor respondió con una suave carcajada. A Logan no le
gustaba perder, ni siquiera en los coches de choque.
—________, vamos, ese viejo es nuestro próximo objetivo. Tenemos
que ganar.
—Cariño, cuando te emocionas así, me recuerdas a Voldemort.
Logan arrugó la nariz, molesto. ¿Por qué le llamaba «cariño»?,
eso sonaba demasiado… formal. ¿Tenían una relación formal? No estaba seguro. Lo
curioso era que por alguna extraña razón las palabras cariñosas que __________
le dedicaba sonaban bien. Quizá porque no las pensaba antes y se le escapaban
solas, naturales, sin formar parte de frases forzadas. De todos modos, Logan
continuó en sus trece.
—Deja de llamarme cariño, cielo o Voldemort. Gracias.
Como toda respuesta _________ estampó el coche contra una
esquina, adrede, lo que le pilló de improviso. Él respiró hondo, mientras ella
daba la vuelta.
—¿Quieres romperme el cuello o qué? —se quejó, frotándose el
hombro derecho.
—No sé, deja que me lo piense —contestó ella, decidida—. Aún
tengo dudas.
Chocaron contra algunos coches más antes de que la bocina sonase
y se acabase su turno. Salieron de la atracción, Logan algo mareado, y ella con
la adrenalina recorriendo todo su cuerpo. Señaló un puesto de maquinitas
repleto de ositos de peluche.
—¡Qué monada! ¡Yo quiero uno de esos!
Logan la siguió hasta la máquina. En el extremo superior había
una especie de pinza que al parecer servía para agarrar los pulgosos osos.
Pagando, claro.
—¿Y para qué quieres más peluches? Tienes toda la cama llena —le
recordó, como si ella no lo supiese perfectamente—. Además, está demostrado que
estos artilugios son dañinos para la salud.
__________ rió.
—¿Los peluches son malos para la salud?
—Claro. El polvo se acumula en ellos.
—Logan, me da igual. —Le hizo a un lado sin miramientos—.
Aparta, quiero conseguir uno de esos.
—Pareces una cría —concluyó él. Era verdad, aunque también era
cierto que todavía no sabía si esa característica suya le gustaba o no. Tenía
serias dudas al respecto—. Bueno, déjame a mí.
Se hizo un hueco, y, tras echar una moneda en la ranura
correspondiente, cogió con fuerza los mandos de la máquina. Parecía fácil, pero
no lo era. La pinza apenas tenía fuerza, y, aunque conseguía coger el maldito
peluche del oso que le miraba sonriente, después este caía inerte y volvía a
mezclarse con el montón que reposaba al fondo.
—¡Es un timo, _______!
—Da igual. Quiero el oso —dijo enfurruñada, y metió otra moneda.
Logan nunca se iba sin terminar de hacer lo que se había
propuesto. Así que, casi veinte minutos después, le tendió a ________ el oso
que había conseguido, y comenzaron a caminar por el recinto de la feria con
dieciocho dólares menos en los bolsillos. Él se planteó que, por ese precio,
habría podido comprarle tres o cuatro peluches en una tienda normal, pero
prefirió no comentárselo.
—Y ahora, ¿qué hacemos? —preguntó, mirándola de reojo con cierta
inseguridad.
_________ abrazó el peluche con una mano y deslizó la otra hacia
él, entrelazando sus dedos con los de Logan. Él tenía la piel fría, pero muy
suave. Siguieron andando en silencio.
A Logan le molestaba un poco caminar al lado de ________, cogidos
de la mano, porque ella se paraba cada dos por tres a ver cosas poco
interesantes y le arrastraba allá donde iba. Sin embargo, la calidez de su mano
le reconfortaba y hacía soportable la situación. Torció el gesto cuando ella le
soltó para acariciar a un perro que pasaba por allí. El animal se restregó
felizmente por sus piernas y le azotó el pantalón con la cola, que se movía
frenética de un lado a otro.
Él bostezó. Afortunadamente, a su derecha, descubrió un puesto
donde hacían algodones de azúcar. Le encantaba el algodón de azúcar. Supuso que
no sería tan delicioso como el que su cocinero solía elaborar, pero aun así
quiso comprar uno. Contempló detalladamente cómo lo hacía, asegurándose de que
la chica del puesto no lo tocase con las manos o echase algo raro en su
preciado algodón. Al parecer todo estaba en orden. Pagó y regresó al lado de ________.
Aquel algodón de azúcar estaba bastante bueno. Lo degustó y dejó
que se deshiciera en su boca lentamente. Algo —o alguien; mejor dicho, alguien—
interrumpió su aperitivo. _______ alzó sin miramientos una mano y le quitó un
trozo de algodón.
—¿Se puede saber qué narices haces? —Logan la miró, sorprendido.
—Coger un poco, ¿acaso es solo para ti? —Ella rió, tras
metérselo en la boca.
¡Qué pregunta más tonta! Lo cierto era que sí. Era solo para él.
—Claro. —Suspiró—. ¿Por qué no te compras tú otro?
—Este es muy grande, podemos compartirlo.
—¿Compartir? —Ladeó la cabeza—. Acabas de acariciar a un sucio
perro.
—Ya, ¿y…?
—No te ofendas, pero no quiero que metas tus manos en mi comida.
________ permaneció callada, observándole fijamente. Al parecer
hablaba en serio. Al principio pensó que se trataba de una de sus tantas
bromas. Pero no era así.
—Ah, vale, lo siento. —Le dedicó una mueca desagradable—. ¡Cómetelo
tú todo! ¡Ojalá te atragantes!
Logan negó con la cabeza y le tendió el algodón de azúcar. _______
lo cogió con la mano, cada vez más confundida.
—¿Lo compartes? —le preguntó.
—No. —Logan apretó los labios con asco—. Lo has tocado, así que
ya no puedo comérmelo. Gracias por estropearme la merienda.
Y comenzó a caminar de nuevo calle abajo, esquivando a los niños
que correteaban descontrolados por el interior del recinto. _______ siguió sus
pasos, tras darle otro bocado al algodón de azúcar, que ahora le pertenecía.
Sonrió tontamente. Qué delicado era Logan.
—¿Quieres que compremos otro? —le preguntó, con ternura.
—No. —Él contempló el enorme algodón rosa—. Yo quería ese
—añadió, señalándolo.
—Todos son iguales.
—Te equivocas, este era más redondeado que el resto. Lo he
notado incluso antes de que la chica terminara de hacerlo.
—¿Importa realmente que sea más o menos redondeado? —_______
rió.
—Por supuesto. —Él se cruzó de brazos—. A mayor redondez, mayor
perfección. No sé cómo no conoces esa regla.
________ arqueó las cejas.
—¿Porque no existe, quizá…?
Logan respiró hondo. Tenía ganas de besarla. No quería seguir
discutiendo ni tampoco deseaba explicarle el funcionamiento de «la regla de la
redondez y la perfección», porque dudaba que fuese a entenderla. Y a él no le
gustaba perder su valioso tiempo en vano. Contempló los labios de ________;
¿tenía permiso permanente para besarla cuando le viniese en gana? Se sentía
inseguro al respecto. Después el algodón volvió a captar su atención, al ver
que ella se lo seguía comiendo.
—Vale, terminemos con este asunto —le dijo—. Tira el algodón a
la basura. Si no lo puedo tener yo, tú tampoco.
—¿Qué? Pero ¿cómo puedes ser tan egoísta? —protestó ella.
—No es egoísmo, es justicia.
—¿Tanto te molesta que me lo coma yo?
—Claro que sí.
Ella bufó y siguió su camino, dándole otro mordisco a la enorme
nube rosa; no estaba dispuesta a tirar la comida por una rabieta de Logan. Él
insistió.
—He dicho que te deshagas de él.
—No.
—Lo haré yo, entonces.
Logan intentó arrebatarle el maldito algodón de azúcar y _________
se preguntó qué pensaría la gente de la
feria que les miraba. Dos jóvenes discutiendo por su merienda. ________ no se iba a quedar atrás. Le mordió la mano, y
él soltó el palo de madera, gritando dolorido, pero luego no tuvo miramientos
cuando le clavó las uñas en el brazo.
—¡SUÉLTALO! —le exigió—. Además, lo he pagado yo, es mío.
—¡Me lo has regalado! Así que ahora me pertenece —contestó ella,
en medio del forcejeo.
Una pareja de ancianos, acompañados por sus nietos, les miraban
entretenidos por el espectáculo gratuito.
Logan logró arrebatarle el algodón rosa, y _________, sin
rendirse y llena de rabia, le hizo cosquillas. Él se retorció como loco. Había
encontrado uno de sus puntos débiles. Desgraciadamente, a causa de las
cosquillas Logan dejó caer el algodón al suelo, marcando su final definitivo.
—¡Para, para, _______, te lo ruego! —Logan giró sobre sí mismo,
intentando deshacerse de ella.
—¡Te lo mereces!
Él logró cogerla del brazo y, con un rápido movimiento, la
estampó contra la parte trasera de una caseta de metal donde hacían perritos
calientes. ________ abrió mucho la boca, sorprendida. Se miraron agitados,
respirando entrecortadamente tras la pelea. Los abuelos, al otro lado, les
seguían mirando sonrientes, como si de algún modo pudiesen entender su extraña
relación, el enigmático modo en que se decían «Me gustas» sin palabras. Logan
sonrió un poco, cuando recuperó el aliento.
—¿Me das un beso?
Alzó la cabeza. La voz de ________ le hizo estremecer. Dio un
paso al frente y ella le rodeó con los brazos, como si intentase abarcar todo
su cuerpo con sus pequeñas manos. Logan se inclinó y la besó despacio. Ella
cerró los ojos y se pegó a él todo lo que pudo, intentando que nada se interpusiera
entre los dos. Él sonrió. Le dio otro beso, y otro más… y se preguntó si era
posible vivir solo a base de besos. A él le hubiese gustado que existiese esa
posibilidad. ________ rió cuando los labios de él ascendieron lentamente por su
rostro y rozaron su nariz delicadamente, luego sus párpados y las mejillas.
Infinitos escalofríos se adueñaron de sus sentidos. Y después un beso fugaz, en
los labios, antes de que él apoyase su frente contra la de ella y se quedase
ahí, quieto, respirando nervioso y mirándola fijamente. La frialdad de sus ojos
plateados se esfumó unos instantes.
—Si quieres te compro otro algodón de azúcar —le propuso él,
hablándole en susurros.
________ se estremeció al sentir su aliento cálido tan cerca de
ella.
—Olvídalo.
Y mientras la observaba casi sin pestañear, Logan reflexionó
sobre cómo habían llegado a esa situación. Apenas dos semanas atrás, ambos se
odiaban. Ahora se besaban. Un cambio algo brusco. Habían pasado demasiadas
horas juntos, quizá. Respiró hondo al tiempo que le retiraba algunos mechones
de cabello que enmarcaban su aniñado rostro.
—¿Sabes una cosa? —Curvó los labios con ternura—. En el fondo, a
veces, incluso pareces una chica dulce. Actúas muy bien.
—Y tú. A ratos llego a pensar que eres humano. —Rió tímidamente—.
¿De qué planeta te caíste, Logan?
Él también rió y le dio un último beso antes de separarse un
poco de ella y rodear su cintura con el brazo. Suspiró y miró alrededor,
perdiéndose en las luces intermitentes que se agitaban por todos lados.
—¿Volvemos a casa? —preguntó _______.
—Mejor aún, si quieres nos acercamos al centro y cenamos
—propuso él. _______ asintió. Anduvieron
en silencio, sin soltarse, hasta la salida del recinto. Cada vez hacía más
frío. Logan decidió llamar a un taxi —para variar—, dado que sus piernas,
contrariamente a las del resto de los mortales, al parecer no habían sido
creadas para caminar. Una vez dejaron atrás los gritos histéricos de la
multitud y los villancicos navideños, se acomodaron en un banco de madera, esperando
el taxi.
Ella tiritó y agradeció que las mangas de la sudadera le fuesen
grandes, así podía cobijar las manos en su interior. Miró a Logan, sentado
rígido, con la espalda recta sobre el banco, y se inclinó un poco, para luego
comenzar a escalar por sus rodillas.
—¿Qué haces? —Él estudió sus movimientos con desconcierto.
Ah, vale, ahora lo entendía. _______ acababa de sentarse sobre sus piernas, de
lado. Luego se dejó caer y apoyó la cabeza sobre su pecho. Bostezó. Logan
sonrió sin siquiera darse cuenta y la abrazó. Le frotó la espalda,
calentándola.
El silencio no era incómodo, era tranquilizador.
—¿Sabes algo de James? —le preguntó Logan, pasado un rato, al
recordar el espectáculo que había montado delante de él en la discoteca durante
el cumpleaños de Kendall.
________ negó con la cabeza, frotándose de lado a lado en su
cuello. Entonces, dejando atrás la calma que se había apoderado de ella, abrió
los ojos de golpe. Recordó la conversación de algunos días atrás respecto a las
experiencias que habían tenido en sus relaciones. Hacía tiempo que deseaba
retomar el tema, pues pensaba demasiado en ello, como una cría. Cogió mucho
aire de golpe, antes de hablar.
—Logan, ¿con quién fue tu primera vez?, ¿estuviste mucho tiempo
saliendo con ella?
Él la miró extrañado y algo molesto. ¿Por qué ________ siempre
tenía que romper todos los buenos momentos que compartían?, ¿por qué las
mujeres tenían que ser tan complicadas y retorcidas?, ¿no le bastaba tenerlo
ahí, para ella, ya sin ningún tipo de duda?
—¿Por qué me preguntas eso?
—Quiero saberlo. —_________ se incorporó levemente hasta que sus
rostros quedaron el uno frente al otro—. Va, dímelo.
Logan resopló antes de contestar.
—No estuvimos saliendo mucho tiempo, porque me dejó. —Evitó su
mirada y se entretuvo observando el movimiento de las hojas de un árbol que se
encontraba a su derecha—. Se llamaba Aline. Era una amiga, íbamos al mismo
instituto.
—¿Y por qué te dejó?
La pregunta maldita. A Logan le costó unos segundos volver a
mirar a ________ y perderse en el mar de sus ojos. Y luego las palabras se
escaparon solas de sus labios, sin que pudiese hacer nada por detenerlas.
—Yo… —balbució, confundido—. _______, la engañé. Me acosté con
otra.
El momento tierno se quebró bruscamente, como una elegante copa
repleta de champán que se derrama por el suelo tras el tintineo que produce el
cristal cuando se rompe. _______ le
miró, cuestionándose si el chico de mirada oscura que se encontraba a escasos
centímetros de ella era Logan, su Logan. Intentó sumergirse en sus palabras y
encontrar entre ellas al joven siempre correcto e inocente al que creía haber
conocido.
Pero allí, en el fondo de su mirada, no había nada. Solo un
vacío infinito que se extendía hasta su propio corazón.
La curiosidad la empujó a hacerse una pregunta: ¿hasta qué punto
conocía ella al verdadero Logan?
Apenas sabía nada de su pasado y todavía no entendía el entorno
en el que había crecido… pero sí sabía una cosa de Logan: era humano. Porque,
al fin y al cabo, solo un humano puede ser tan cabrón como para engañar a su
pareja.
_________ se levantó de
las piernas de Logan y comenzó a caminar calle abajo, dejando atrás el lugar
donde el taxi debía recogerles; con las manos en la boca, soplándoselas en el
vano intento de entrar en calor. Sabía que Logan seguía sus pasos, pero poco le
importaba. Se encontraba absorta en sus pensamientos. Imaginaba a Logan
engañando y traicionando… Ese no era el niño grande que a ella tanto le
gustaba.
Logan la alcanzó y, cogiéndola de la barbilla, la obligó a mirarle.
Las pupilas claras de él parecían temblar en medio de la oscuridad.
—_________…
Ella oyó su voz lejana, perdida en la noche, pero no quiso dejar
de mirarle.
—¿Quién demonios eres, Logan?
Él se acobardó ante su pregunta. ¿Quién era?, ni siquiera sabía
responderse a sí mismo. Quizá era un poco de todo. Acababa de decepcionarla. Logan
había deseado mentirle y asegurarle que aquella primera novia le dejó
injustamente, pero no había sido capaz de engañarla. No a ella, al menos. _______,
siempre tan natural, clara y transparente, siempre tan… ella. Así que optó por
decir la verdad. Y ahora empezaba a dudar de si realmente había hecho lo
correcto.
—Tal vez soy más normal de lo que piensas.
_________ sintió unas ganas terribles de llorar.
—¿Normal?, ¿de verdad crees que por hacer lo que hiciste eres
más normal?
—No, no es eso.
Logan se mordió el labio inferior, indeciso. Se sentía
acorralado, se sentía extraño. Toda su seguridad deslizándose lentamente hasta
terminar en el suelo de una calle cualquiera, todo su orgullo escondido en
algún lugar remoto que no lograba encontrar.
________ ya no estaba
mirándole. Ahora lo hacía una niña; la niña que ________ había sido y que
probablemente muy en el fondo seguía siendo. Un alma limpia a la que acaban de confesarle
que no existe Papá Noel ni el Ratoncito Pérez, una espectadora ilusionada que
contempla cómo su ídolo cae lentamente del pedestal que ella misma había
alzado. Y, por alguna extraña razón, Logan tenía unas ganas increíbles de
decirle: «¿Ahora te das cuenta de que Peter Pan no existe?, ¿ahora descubres
que los príncipes solo viven cobijados en los cuentos? Te sorprende mi pasado,
te asustas de la realidad, de algo que está a la orden del día, ¿y era yo quién
vivía en un mundo aparte?».
Pero no dijo nada, porque la inocencia dibujada en su rostro le
aturdió de golpe y sus ideas se volvieron densas, como hilos enmarañados que se
le enredaban en los labios, impidiéndole hablar.
Un taxi aparcó en el otro extremo de la calle, al lado del banco
donde minutos atrás lo habían estado esperando. Logan permaneció quieto como
una escultura griega mientras contemplaba cómo _______ se marchaba, caminando con paso decidido. La
vio entrar en el taxi y cerrar la puerta con brusquedad. Instantes después las
luces del coche se tornaron más pequeñas y difusas hasta terminar
desapareciendo cuando giró por una esquina.
«Tu primera cita con _________; esta vez te has lucido, idiota»,
se dijo Logan a sí mismo. Regresó al banco de madera y se sentó allí. Echó en
falta el cuerpo de _________ sentado
sobre el suyo. Contempló durante un buen rato el vaho que emanaban sus labios y
pensó que quizá se trataba de su propia alma, que se escapaba de su cuerpo y se
unía con sigilo a la noche.
Logan aún recordaba la tarde que le confesó a Aline lo que había
ocurrido. Ella lloró, tras intentar abofetearle, y él se marchó del parque
donde se encontraban sin siquiera decirle adiós. A día de hoy, todavía seguía
preguntándose por qué la había engañado. Quizá fuese porque le gustaba más la
otra —una chica a la que conoció en la fiesta del cumpleaños de Adam y cuyo
nombre ni siquiera recordaba—, quizá también porque no estaba realmente
enamorado de Aline, o porque cuando la miraba no sentía lo mismo que cuando
miraba a… _________.
Suspiró. Sacó el teléfono del bolsillo de su chaqueta y buscó el
número que le habían dado apenas un día antes, cuando se tomaban una cerveza
sentados en los taburetes de la discoteca y mientras _______ bailaba.
Finalmente, tras pensárselo un momento, hizo algo que jamás habría imaginado:
presionó el botón de color verde.
—¿Diga? —respondió una voz tranquila al otro lado de la línea.
Logan tosió antes de hablar.
—Gorth, soy Logan —dijo—. ¿Estás ocupado?
—¡Ah, hola! No, la verdad es que no —contestó—. ¿Te ocurre
algo…?
gisell portilla
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