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[Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
Hola Luli, Hi nadia Welcome!!!! ajaj eso de ser sexy bien, jejeje te entiendo, ja! ok no jeje espero y les guste el cap!
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
Holaaa :)
Me encanto el perrito :3 Se parece a Fox c:
Logan parece una niña xD
Siguela pronto!
Cuidate, Nadia
Me encanto el perrito :3 Se parece a Fox c:
Logan parece una niña xD
Siguela pronto!
Cuidate, Nadia
Invitado
Invitado
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
Aaaaawwwwwwww , que lindo perrito el de la foto . Me encantó , SIGUELA!!!Besos , Luli
Lucille Rivero
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
HOLA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Aqui tienes una nueva lectora que ssera muy fiel de t nove ya que esta divina y aun diciendole divina es muuy poco.......................me han encantado todos los capitulos de la nove sin esepcion y cada parte es perfecta me encanta la actitiud de los dos porque como dicen los que se pelean entre si se pelean porque no saben quien se ama mas...................todo es perfecto en tu nove y me alegra empezarla a seguir cas desde el comienzo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
SIGUELA, LA ESPERO PRONTO!!!!!!!!!!!!!!!!
CUIDATE, UN GRAN Y ENORME BESO
RoNNiE...!!!
"Si viviera del amor ha hubiera muerto"
Aqui tienes una nueva lectora que ssera muy fiel de t nove ya que esta divina y aun diciendole divina es muuy poco.......................me han encantado todos los capitulos de la nove sin esepcion y cada parte es perfecta me encanta la actitiud de los dos porque como dicen los que se pelean entre si se pelean porque no saben quien se ama mas...................todo es perfecto en tu nove y me alegra empezarla a seguir cas desde el comienzo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
SIGUELA, LA ESPERO PRONTO!!!!!!!!!!!!!!!!
CUIDATE, UN GRAN Y ENORME BESO
RoNNiE...!!!
"Si viviera del amor ha hubiera muerto"
RoNNiE...!!!
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
Hi, chicas, me encantan sus coments jeje cierto Nadia si parece muy aniñado Logan, y Luli si esta hermoso, segun el perrito tenía que ser tierno, pero algo parecido a un poddle, me encanto este perrito que se parece a foxie, bienvenida Ronnie, jeje me encantu tu nombre, o apodo, no lo sé, pero me encanta jeje cuidense besos
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
4
James no es normal
—¡Mamá!
—¿_________?
—¡Ya estamos en casa! ¡Tengo una sorpresa!
Se oyeron los pasos presurosos de la madre corriendo por el pasillo. Su acalorado rostro asomó por el marco de la puerta del recibidor.
—¿Le ha pasado algo a nuestro Logan? —preguntó con la mano en la zona del corazón mientras respiraba sofocada.
________ resopló.
—¿Nuestro Logan? No, desgraciadamente no le ha pasado nada. Sigue aquí, tan idiota como siempre —añadió señalando al chico, que, demasiado ocupado con la vista fija en el nuevo miembro de la casa, no tenía oídos para nada más—. ¡He recogido a un perrito!
—¡Eso es fantástico! ¡Hacía tiempo que no teníamos animales en casa, ya era hora! —gritó la madre.
Logan sonrió ligeramente y, acercándose a ________, le susurró al oído:
—Ah, ¿no? ¿Y tú hermano qué es?
—¡Cállate, tú aquí no tienes ni voz ni voto! —exclamó al tiempo que le propinaba un codazo.
—_________, no le hables así a nuestro invitado —le reprochó la señora Graham, que ahora acariciaba las orejas del perro—. Bueno, tendremos que buscarle un nombre.
Logan alzó una mano deseoso de dar su opinión.
—¿Pulga? ¿Apestoso? —preguntó sonriente.
—Oh, no, Logan cariño… —Se llevó un dedo al mentón en actitud pensativa—. Podríamos llamarle…
—¡Jesús, qué es eso! —gritó Kendall, que a causa del alboroto había acudido al lugar de reunión familiar.
«Estúpido, mira que no saber lo que es un perro…», pensó el inglés, con la vista fija en el flequillo del recién llegado.
—Lo he encontrado en el bosque —explicó _______ orgullosa.
—… revolcándose en un charco de barro —añadió Logan.
—¡Joder! Pues para ser de la calle… está bastante limpio, ¿no? —repuso el hermano mientras acariciaba al animal.
Logan se acercó de nuevo a _______, inclinándose ligeramente.
—Dime que eso ha sido una ironía o me muero.
________ le ignoró. Todos dejaron de lado al estudiante de intercambio para centrarse en el nuevo miembro de la familia.
—¡Ya sé cómo vamos a llamarle! —Kendall alzó las manos, feliz—. ¡Fox!
—¿Y por qué no Warner, Disney o CNN? —preguntó Logan intentando no reír—. También son muy bonitos —añadió con inocencia.
________ le dirigió una mirada de reproche, repiqueteando con el pie en el suelo, de brazos cruzados.
—Me recuerdas a mi abuela —objetó él tras evaluarla—. Aunque, creo recordar, ella tenía la piel más tersa. A los ochenta —añadió.
—¡Cierra la boca! Tú no tienes derecho a opinar en este asunto.
—_________, cielo, deja que él también participe —la regañó su madre mientras acariciaba al perro, que estaba en los brazos de Kendall—. Ahora es parte de la familia.
Logan sonrió triunfal.
—Eso, ahora somos familia, _________. —Y le dio un codazo, con una sonrisilla traviesa surcando sus labios.
Ella le perforó con la mirada, sintiendo un electrizante cosquilleo de terror ante la idea de compartir parentesco con aquel enfermo. Suspiró resignada.
—Mejor me callo —concluyó.
—Sí, esa ha sido una de las mejores decisiones que has tomado —corroboró él.
________ se esforzó por no contestarle. Le agradó que su madre pareciese encantada con el animal, pues tenía la firme determinación de quedárselo. Lo habría hecho igualmente, pero que el perro fuese una molestia para Logan reforzó su postura.
—¿Cómo se llamará finalmente? —preguntó _________.
—Ya te lo he dicho —se quejó Kendall, que siempre hablaba arrastrando las palabras como si estuviese agotado de vivir—. Se llama Fox.
Logan alzó una mano, divertido.
—Déjame decirte que me parece un nombre perfecto —apuntó—. Es didáctico, original y muy… educativo.
Kendall no capto ninguna ironía, y tras estrechar al inglés en un fortuito abrazo, palmeándole la espalda, exclamó:
—¡Este es de los míos!
Logan logró liberarse del mendigo poco después, exhausto. Y supo que lo primero que haría —incluso antes de limpiar su pisoteado zapato— sería darse una ducha, con gel exfoliante incluido.
—Señora Graham, ¿le importaría disculparme? Quisiera darme una ducha rápida —pidió educadamente.
Ella le sonrió con ternura.
—¡Claro que sí, cariño! —exclamó—. Las toallas limpias están en el mueble de abajo —le indicó.
—No se preocupe, traigo mi propio juego de toallas de rizo y algodón puro, cien por cien natural —sonrió tímidamente—. Es que, ¿sabe?, tengo la piel muy sensible.
_________ rió a carcajada limpia y apoyó una mano en el hombro de la señora Graham, balanceándose ligeramente.
—¡Dios, mamá! ¿Dónde encargaste a este engendro?, ¿en eBay?
Y volvió a reír. Kendall miró con curiosidad a Logan, que parecía sumergido en un estado de profunda reflexión.
—¿Cómo se juega a las toallas? —preguntó el indigente, deslizando un poco de su fleco entre sus dedos.
—¿Eh? —Logan comenzó a plantearse la posibilidad de recurrir al suicidio como vía de escape—. No existe ningún juego de toallas, tan solo son un conjunto de ellas, todas del mismo modelo, ¿entiendes? —le aclaró.
________ negó con la cabeza ante el comentario de su hermano mayor. Ciertamente, de seguir así, sus padres comenzarían a sospechar sobre si realmente estudiaba o se pasaba el día haciendo el golfo. Y, teniendo en cuenta el pacto acordado, mejor sería no dar demasiados indicios de estupidez o el analítico de Logan podría descubrirlo pronto. Logan no tardó demasiado en escabullirse hasta el baño. Se aseguró de colocar bien el pestillo de la puerta, deseoso de tener un poco de intimidad. Apenas llevaba un día allí, pero se sentía como si le hubiesen dado una brutal paliza. Discutir con _________ resultaba agotador, la chica basurera era más ingeniosa de lo que había pensado en principio. ¡Y ni qué decir del hermano! A Logan le había fascinado aquel nuevo espécimen, jamás había conocido nada igual. El desastroso estilo de vida de América se le antojaba terriblemente extraño. Él estaba acostumbrado a su perfecta vida en Inglaterra, viviendo en una lujosa mansión en la mejor urbanización de Londres, acudiendo cada día a la escuela más prestigiosa de la ciudad. Logan nunca había tenido necesidad de hacer la colada ni tampoco de prepararse el desayuno cada mañana. Para esos quehaceres cotidianos sus padres pagaban a un mayordomo profesional que, sin bien se desenvolvía extraordinariamente en su trabajo, jamás hablaba ni opinaba; era como una estatua que se encargaba sigilosamente de que todo estuviese en el más absoluto orden. Y así se había criado: entre los trabajadores del servicio doméstico, que estaban a sus órdenes, camisas planchadas minuciosamente y cabellos engominados hasta la excentricidad. Así pues, pasar aquel mes en el nuevo continente era el reto más difícil que había tenido que afrontar en toda su vida.
Sonrió débilmente cuando el agua caliente se deslizó por su rostro, despejándole un poco tras el agonioso día en la casa del terror. No estaba muy seguro de cuánto tiempo duraría allí sin volverse loco. Intentó no pensar en ello, concentrándose en exfoliar al máximo su piel, restregándose con ahínco con una esponja rasposa. Cuando terminó, sintiéndose satisfecho tras la detallada limpieza diaria, se cobijó en su albornoz y poco después se vistió con el pijama de raso gris que su madre le había comprado específicamente para el viaje. Suspiró cohibido y abrió la puerta del baño despacio, temeroso de lo que pudiera encontrarse fuera. __________, apoyada contra la pared de enfrente con gesto aburrido, parecía esperar su turno para entrar, pero, en cuanto le vio, una mueca divertida se dibujó en su rostro, al tiempo que le señalaba con descaro.
—Estás de broma, ¿no? —preguntó, en medio de una carcajada entrecortada.
________ se miró de arriba abajo, molesto, preguntándose qué habría hecho mal ahora. No encontraba nada extraño que provocase aquella reacción en ella.
—¿Ya te has pasado con las setas alucinógenas, _________?
Ella negó rápidamente con la cabeza.
—¡Pareces a punto de hacer una excursión al circo! —explotó risueña, con voz chistosa—. Espera, espera… —Se acercó decida hasta él, que retrocedió enseguida—, ¡pero si te has puesto brillantina en el pelo, Dios mío!
Y se tapó la boca con las manos, como si acabase de cometer un pecado mortal. Él se cruzó de brazos, irritado.
—¿Qué tiene de raro, piojosa?
—¡Logan, la brillantina pasó de moda allá por los años cincuenta!
—¿Y? —Alzó una ceja—. Ir de mendiga por la vida nunca ha estado de moda. Pero, mira, siempre hay quien disfruta cuando le dan un dólar en la calle por compasión.
—Oye, animal, yo no parezco una mendiga —se defendió al tiempo que ojeaba su propio atuendo.
—El animal es tu hermano —le recordó él alzando un dedo con firmeza.
—¡Pero mírate! Solo te faltan las zapatillas pomposas de abuela.
Él pareció recordar algo.
—¡Oh, sí, las había olvidado! —farfulló mirándose los calcetines negros mientras movía graciosamente los dedos—. Están en mi armario, ¿te importaría traérmelas?
Ella pensó que se trataba de un chiste.
—¿Primero me llamas mendiga y ahora pretendes que sea tu criada?
—Pues no estaría mal, la verdad. —Se encogió de hombros.
__________ resopló. Le miró fijamente, decidida a poner las cosas en su sitio. Aquel niño de papá debería aprender a cambiar su estilo de vida.
—Mira, bonito, aquí cada uno se encarga de sus cosas. Así que mueve el trasero hasta tu habitación y búscate tú mismo las pomposas zapatillas —dijo con una firmeza arrolladora.
Logan sonrió tímidamente y comenzó a caminar de puntillas hacia su cuarto. Se giró antes de entrar.
—Oye, me alegra parecerte bonito. Comprendo que te deslumbre mi atractivo físico —añadió señalando su pijama de raso—. Pero, por favor, __________, no hace falta que lo grites a los cuatro vientos; tu familia acabará pensando que hacemos excursiones de habitación en habitación en mitad de la noche.
_________ abrió desmesuradamente los ojos y se llevó una mano al pecho, sin poder creerse lo que acababa de oír. Se preparó para gritarle alguna incoherencia, lo que fuese, pero no tuvo tiempo, pues Logan cerró de un portazo la puerta de la habitación tras dirigirle una pícara sonrisa. Ella respiró hondo y se dirigió hacia el baño.
—¡Lo odio, lo odio! —gritó desesperada.
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
Siguela Pronto!
Me encanto lo de Bonito xD
Cuidate, Nadia
Me encanto lo de Bonito xD
Cuidate, Nadia
Invitado
Invitado
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
GUAU!!!!!!!
ESTUVO MUY BONITO EL CAPITULO ESPERO QUE LA SIGAS PRONTO
SIGUEL QUE ESPERO IMPCIENTE!11
RoNNiE...!!!
ESTUVO MUY BONITO EL CAPITULO ESPERO QUE LA SIGAS PRONTO
SIGUEL QUE ESPERO IMPCIENTE!11
RoNNiE...!!!
RoNNiE...!!!
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
Bn SALUDOS Ronnie & Nadia, les prometo maratón mañana jeje 4 cap.s al menos
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
5
Excursión al supermercado I
Armoniosos rayos de sol se filtraban por la persiana de la habitación, iluminando su rostro. Logan sonrió cuando despertó y se desperezó en la cama, estirando enérgicamente los brazos mientras escuchaba el canto de algunos gorriones.
—¡Príncipe Logan de Camelot! —gritó _________ tras la puerta. Él frunció el ceño, aturdido tras el brusco cambio de aquel despertar—. ¡Arrastra tus posaderas hasta la cocina, es la hora del desayuno! ¡Ah, no olvides los leotardos, que hace frío!
El rostro de Logan se tornó agrio cuando oyó la maliciosa risita de ________, que, a paso apresurado, bajaba las escaleras hacia el piso inferior. Se incorporó en la cama, molesto, recordando dónde se encontraba. Acostumbrado a tomar la primera comida del día en pijama, bajó tal cual a la cocina, donde la familia Graham se encontraba sentada a la mesa. El padre estaba leyendo el periódico, mientras que Abigail regañaba a Kendall porque, al inclinarse, el flequillo se le metía en el tazón de leche.
—Mamá, pero ¿qué más da? —le reprochó este.
Logan se sentó en su silla y posó las manos cruzadas sobre el colorido mantel, esperando que alguien le sirviese su desayuno. Como nadie dijo nada, finalmente optó por pedirlo.
—A mí me gustaría tomar un jugo de naranja natural, sin pulpa, un tazón de copos de avena, un capuchino con chocolate espolvoreado y… Oh, ¿por qué no? ¡Vamos a saltarnos la dieta! También unas tostadas con mantequilla. —Sonrió.
El señor Graham asomó el rostro por encima del periódico y le miró fijamente. Kendall y _______ dejaron de engullir cereales y prorrumpieron en una sonora carcajada. Abigail, despreocupada, preparaba el café.
—Abre la nevera y mira a ver qué atrapas —le dijo el señor Graham, confundido—. Es que estamos a principio de mes, así que todavía no hemos ido a comprar.
Logan tardó unos segundos en comprender la situación. ¿Significaba aquello que él mismo debería prepararse el desayuno? ¿E incluso abrir la puerta de la nevera? Nunca había hecho una hazaña de tal calibre. Se sentía ligeramente aturdido; aquellas cosas no cuadraban en su mundo perfecto. Se levantó lentamente y se dirigió hacia la nevera, evaluando aquel montón de chatarra como si fuese a atacarle de un momento a otro. Después, valeroso, posó una mano en el mango y tiró con fuerza. La luz le deslumbró. Parpadeó sin entender. Allí dentro no había absolutamente nada; tan solo quedaban dos manzanas, unos restos de jugo tropical, algunos huevos y unos sangrientos filetes de res. Consternado, volvió a cerrar la puerta y se dirigió hacia su silla, con la vista fija en la familia Graham. _________ se giró hacia él.
—Hombre, no son copos de avena, pero puedes comer Choco Krispies, están buenos —dijo, mostrándose amable por primera vez, como si sintiese pena por él.
Logan dirigió la mirada hacia la caja de Choco Krispies, de la cual se había apoderado Kendall. El mendigo, tras rascarse la cabeza, metía ferozmente sus garras dentro del paquete de cereales y los sacaba a puñados para engullirlos casi con violencia.
—No, gracias. —Sonrió forzadamente—. He oído que es bueno ayunar por las mañanas.
—Pero ¿dónde has oído eso? ¡Es mentira! —le reprochó Abigail—. ¡Anda, cielo, tómate un cafecito! Y he traído unos bollos de crema de la panadería… ¡moja uno en el café!
Logan negó con la cabeza, sin saber qué decir.
—Yo… intento no comer nada que tenga demasiado colesterol.
—¡Joder, apa! — exclamó Kendall—. Ni carne, ni bollos, ni cereales… pero ¿tú de qué vives, hombre? Venga, cómete unos Krispies, que están mu’ buenos —le aconsejó, masticando con la boca abierta. Ver los trozos de cereales papeados no aumentó el apetito del inglés.
La señora Graham se giró decidida hacia todos ellos, secándose las manos en un trapo de cocina que dejó colgando a un lado de su delantal.
—Está bien, será mejor que dejemos el tema. —Sonrió amablemente—. ¡Ahora iremos todos a comprar! Así haremos algo en familia.
Kendall se tragó sus Krispies apresuradamente.
—Mamá, tengo que estudiar —se excusó, se levantó rápidamente de la mesa y se escabulló escaleras arriba.
El señor Graham se mordió el labio inferior, pensativo, mientras doblaba el periódico del día con delicadeza.
—Cariño, creo que debería quedarme para revisar las ruedas del coche, que están fatal —explicó.
—Bueno, no importa. —Suspiró resignada, agotada de intentar unir a aquella individualizada familia—. ¡Ahora que lo recuerdo, yo también tengo que pasarme por la tintorería! Lo había olvidado…
La mirada aterrorizada de __________ se alzó lentamente hasta dar con los ojos de su madre. La joven frunció con descaro el ceño.
—Dime que es un chiste, mamá —exigió, y echó un vistazo al inglés—. No pienso ir sola al supermercado con eso.
La señora Graham resopló, poniendo los brazos en jarras. Estaba convencida de que su inquilino era un muchacho normal y atribuía su extraño comportamiento al hecho de que se había criado en una cultura diferente. Eso era lo que pensaba, pensaba que Logan era normal, claro que él actuaba de esa manera en la que la sra. Graham rara vez lo veía. Le llevaría un tiempo acostumbrarse a la vida en América.
—«Eso» tiene nombre —le reprochó a su hija—. Llámale Logan. ________ miró en derredor desesperada, como buscando una salida, cualquier escapatoria válida… pero tan solo se encontró con los grises y señoriales ojos del aludido. Se dejó caer dramáticamente sobre el respaldo de su silla, lo que la hizo chirriar.
—Vale. —Abigail sonrió como buenamente pudo—. Logan, te daré la lista de la compra a ti, que pareces más responsable.
Él pareció emocionado ante el detalle y no tardó demasiado en huir escaleras arriba, dispuesto a arreglarse para salir a comprar.
—Tardo cinco minutos —le dijo a _________.
Ella asintió con desgana, como si fuese un muñeco al que se le han acabado las pilas. ________ tuvo tiempo de sobra para despedirse de toda su familia, que rápidamente se fueron marchando concentrados en sus quehaceres cotidianos. Después, preguntándose qué demonios estaría haciendo el idiota de Logan, terminó viendo un aburrido documental, tumbada en el sofá, con el pequeño Fox dormitando sobre su barriga. Cuando él apareció sonriente en la puerta del salón, se frotó los ojos al tiempo que bostezaba, intentando despejarse.
—¿No habías dicho que solo serían cinco minutos? —le acusó, feroz—. ¡Has tardado más de una hora!
Parpadeó y le observó detenidamente. Logan vestía unos pantalones negros con la raya exquisitamente planchada, conjuntados con los inmaculados zapatos, que brillaban con tal intensidad que casi podía ver el reflejo de su rostro. Llevaba una camisa blanca, y _________ supuso que, en el nefasto intento de dar un toque informal, había dejado que el pico de uno de los lados saliera por el extremo del pantalón. Ella rió.
—¿Qué pasa? —preguntó Logan, cohibido y sin apartar ni un solo segundo la mirada del peligroso Fox, que danzaba a los pies de su ama.
—¿Es que vamos a una boda y no me he enterado?
Logan evaluó su vestimenta, sin comprender. —Si apenas me he arreglado —apuntó—, ni siquiera llevo corbata.
—¡Oh, eso lo explica todo! —exclamó ella risueña—. No quiero ni pensar cómo acudirías a una ceremonia.
—Pues…
Kelsey le interrumpió, levantándose estrepitosamente del sofá.
—Majestad, guárdese los detalles, no me interesan —farfulló, colocándose bien la capucha de la cazadora.
Salieron a la calle y caminaron avenida abajo en busca del supermercado, que quedaba a seis manzanas de distancia.
—Dame la lista —le ordenó Logan alzando una mano con porte elegante.
—¡Que te crees tú eso!
—¡Eh, tu madre ha confiado en mí como portador de la lista! —reprochó consternado, con la expresión de un chiquillo caprichoso.
________ lo miró divertida.
—Pero ¿qué te piensas, que mamá ha escrito en la lista de la compra el secreto del universo o qué?
Él frunció el ceño.
—Me da igual, quiero mi lista —insistió—, soy el responsable —Y después la miró malicioso—, ya que tu madre cree que no eres lo bastante madura como para ocupar tal cargo.
La joven resopló, nerviosa. Lograba sacarle de quicio por cualquier estupidez. Aquello era un infierno de carne y hueso.
—¡Toma tu lista y métetela donde te quepa!
—… en el bolsillo —añadió él y se la guardó delicadamente.
Entraron en el supermercado. ________ se dirigió decidida hacia los carritos de la compra mientras Logan se quedaba pasmado, observando asombrado su alrededor. Era la primera vez que pisaba un lugar así; jamás había ido a hacer la compra, para eso le pagaban a la señorita Charlotte, su criada, que llevaba años viviendo como interna en la mansión londinense.
Reaccionó casi con sorpresa cuando una familia con niños que gritaban pasó por su lado. Suspiró e intentó asimilar lo que veía. Aquello era alucinante; un espectáculo en toda regla. Bolas enormes y pomposas colgaban del techo, junto con numerosos carteles luminosos que exclamaban: «¡Felices fiestas!». Por si aquello fuera poco, un árbol de navidad se alzaba en la entrada del supermercado repleto de espumillones, y por megafonía se emitían villancicos populares que inundaban el recinto. —¿Qué haces ahí parado? —le gritó _________.
Él despertó de aquel profundo letargo y la siguió a paso rápido.
—¿Quieres sacar la lista de la compra de una vez?
—¡Oh… sí, sí!
Extrajo la nota del bolsillo, la desdobló con cuidado y alisó una esquina que se había arrugado ligeramente. Se aclaró la garganta y dijo con firmeza:
—Huevos.
_________ comenzó a caminar más rápido, recorriendo los eternos pasillos segura de sí misma. En el fondo, Logan agradeció su compañía, pues si hubiese estado solo, habría acabado perdiéndose. Cuando llegaron al estante de los huevos, se quedó conmocionado ante la variedad de marcas, tamaños y envases que había. ________ cogió decidida media docena y la dejó en el carro. Logan ladeó la cabeza mientras observaba detenidamente el producto.
—¿Piensas tomar esos? —preguntó, y una mueca de asco surcó su aterciopelado rostro.
—No es que lo piense, es que ya están en el carro.
—Siempre puedes volver a tomarlos y dejarlos en el estante —aclaró Logan.
—Pero es que tenemos que comprar huevos.
—Ya, el problema es que el aspecto de esos no me gusta —apuntó, señalándolos con un dedo acusador, como si los pobres huevos estuviesen malditos. ________ fijó su vista en el estante, después miró al inglés confundida. Nunca lograba comprender su retorcida mente. Aunque tampoco quería llegar a hacerlo.
—¡Qué más da! Son todos iguales, ¡solo son huevos!
—¡Para mí no solo son huevos! Es el alimento y la proteína que voy a ingerir y que se acabará depositando en mi cuerpo. La nutrición influye muchísimo en la suavidad de la piel, ¿lo sabías?
Ella alzó las manos, exasperada.
—¡Oh, Dios mío! ¡Esto no es una clase de biología! Solo es una maldita caja de huevos.
—Coge esos —le indicó Logan, señalando un envase amarillo.
—¡Pero si son carísimos! —se quejó _______—. ¡Valen cuatro dólares más!
Él bufó, restándole importancia.
—¡tómalos! Ya recortaremos gastos en otras cosas._________ terminó cediendo con la esperanza de que se callase de una vez por todas. Continuaron avanzando por los pasillos del supermercado.
—Léeme lo siguiente —le exigió la chica.
—Leche.
La estantería de los lácteos se le antojó infinita. Logan pasó más de veinte minutos leyendo las etiquetas de los envases, como si fuese un inspector de sanidad.
—¿Qué leche ha elegido, Sherlock? —preguntó ________, al borde de la desesperación.
—Esta. —Logan le tendió una caja.
—¿Eh? ¿Leche fresca, sin lactosa, desnatada, ecológica? apa, tú eres raro a morir.
—No soy tu padre —le recordó Logan.
_________ suspiró profundamente, armándose de paciencia, y clavó la vista en el techo del supermercado como si esperase recibir alguna ayuda del cielo.
—Es un decir, una frase hecha —le aclaró.
—Ah, interesante —reconoció Logan, pensativo—. Ahora entiendo por qué el neandertal de tu hermano me lo dice a todas horas.
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
6
Excursión al supermercado II
________ carraspeó, para aclararse la garganta antes de hablar. Después miró al chico que la acompañaba, sosteniendo un bote de mostaza entre las manos mientras leía la etiqueta. Su ridículo traje de chaqueta llamaba tanto la atención dentro del supermercado de una modesta urbanización que todos los clientes se giraban para echarle una detallada ojeada.
—Logan, siento tener que decirte esto, pero deberás darte un poco de prisa con la compra —dijo, cruzándose de brazos a la defensiva—. Sé que te encantaría, pero no podemos acampar y pasar la noche aquí; cierran a las ocho.
—Perfecto. —Sonrió satisfecho—. Entonces aún nos quedan unas horas.
Ella se detuvo y soltó el carrito de la compra en mitad del largo pasillo de salsas.
—¿Te has vuelto loco? —gritó—. Bueno, ¡qué pregunta más estúpida por mi parte!
—Sí, la verdad es que sí —afirmó él, distraído—. ¡Pero cuántos conservantes tiene esto!
—¡Es que siempre has estado loco!
Logan se volvió y la miró con curiosidad.
—Nos conocemos desde hace veinticuatro horas, basurera, así que no entiendo qué quieres decir cuando dices «siempre».
—Esa es la peor parte: recordar que aún nos quedan veintinueve días por delante. Tendré que comprarme pastillas antiestrés o tapones para los oídos.
Logan se encogió de hombros. En realidad le daba igual. Por él como si terminaba metiéndose esas pastillas por vena. Bajo su punto de vista, aquella chica desarreglada cumplía todos los requisitos para terminar muriendo por sobredosis. No le extrañaría en absoluto encontrársela dentro de unos años en cualquier esquina, pidiendo limosna. Limosna que él no le daría, por supuesto.
—Mira, enfermo, tenemos que irnos —se quejó—. No pienso pasar mi primer día de vacaciones en un supermercado. Existen cosas más interesantes en la vida.
—¿Como qué? —Logan alzó una ceja, intrigado.
—Oh, ¿es que jamás haces nada divertido?
—Bueno, da igual, si así fuese tampoco sería asunto tuyo —farfulló con un delirante desinterés—. Y ahora, si no te importa, deja que termine de leer los componentes de la salsa roquefort.
__________ murmuró algo por lo bajo, irritada. Se despidió de Logan indicándole que le esperaría en las cajas y le dejó a solas en mitad del pasillo. Aguardó mientras observaba cómo una muchacha rubia cobraba la compra de los clientes sin demasiada amabilidad. Desesperada, terminó rezando y pidiendo que Logan llegara pronto. Si no lo hacía, pensaba marcharse sin miramientos; poco le importaba lo mucho que su madre la reñiría. En todo caso, lo único que la asustaba levemente era que la señora Graham la castigara sin salir con sus amigos, teniendo en cuenta que acababan de empezar las vacaciones.
Media hora después, el inglés apareció por el pasillo de la derecha, con el carro repleto de comida como si se acabase de declarar la tercera guerra mundial y tuviesen que recolectar suministros para medio continente americano. _________ le miró intrigada.
—¿Se puede saber cómo vamos a pagar todo eso? —preguntó, señalando las extrañas hamburguesas sin carne, algo que le pareció totalmente contradictorio.
—¿Es que tu madre no te ha dado dinero? — Logan se encogió de hombros.
—Sí, pero lo que me ha dado no llega para pagar todas estas porquerias —se quejó, consternada—. Vuelve a dejarlas en su sitio —añadió, al tiempo que reparaba en un desagradable trozo de queso sin sal que yacía al lado de un paquete de algas marinas ricas en vitaminas.
Logan la miró retante, sin ninguna intención de devolver nada a su lugar.
—Pues ve al banco a sacar dinero —le ordenó, con aire diplomático.
—Pero ¿qué demonios te has creído? ¡No somos ricos, no podemos permitirnos todos estos caprichos, somos una familia de clase media!
—No hace falta que medio supermercado se entere de vuestra situación económica. A nadie le interesa —objetó, ante los gritos de _________.
La muchacha respiró hondo, intentando calmarse. Era agotador mediar con aquel imbécil. Se armó de paciencia, procurando que entrase en razón.
—El problema es que no tenemos suficiente dinero —dijo, hablando claro, despacio y alto—. Así que algo tendremos que hacer.
Él la miró sin comprender. En la vida de Logan jamás se había presentado ningún contratiempo que tuviese que ver con el dinero. Nunca le habían negado nada, mucho menos si se trataba de comida, algo absolutamente necesario para vivir. Por lo tanto, la familia Graham le estaba negando la vida. Suspiró, frustrado.
—Le pediremos a la chica de la caja que sea solidaria con nosotros —concluyó, sonriente.
—Pero ¿tú en qué mundo vives? —_________ le miró extrañada—. Aquí nadie regala nada. Tienes que pagar todo lo que compras.
Logan, pensativo, observó a la muchacha rubia de la caja. ________ siguió el eje de su mirada, advirtiendo a dos chicas de su edad, de aspecto delicado, que cuchicheaban con la vista clavada en el inglés.
—Te están mirando fijamente —objetó _________, extrañada.
Él sonrió ampliamente, mostrándole su blanca dentadura.
—Claro que me miran, todo el mundo lo hace.
—¿Qué?
—Es por mi cara —dijo señalándose el rostro—. Siempre les resulto atractivo.
—Estás demente.
Logan, con gesto seductor, les guiñó un ojo a ambas jóvenes, que terminaron riendo tontamente mientras se ruborizaban. ________ pestañeó, sorprendida. No comprendía que alguien tan insoportable como él pudiese resultar atractivo. Le miró fijamente, intentando encontrar aquel punto de belleza. Sí, bueno, tenía el cabello oscuro; bien, aquello podía pasar por aceptable. Lo ojos también, obscuros penetrantes. Su forma de mirar anunciaba a leguas de distancia que era un seductor en toda regla. Y, supuso, aquello solía atraer a chicas de cabeza hueca. Resopló, molesta por la repentina atención que había despertado el inglés.
—No es momento para firmar autógrafos —le indicó, señalando el abarrotado carro de la compra—, tenemos problemas más serios de los que ocuparnos.
Él enarcó una ceja, divertido.
—¿Estás celosa?
________ sintió verdaderas ganas de estrangularle, de apretar con fuerza aquel delicado cuello de cisne señorial. Le dirigió una mueca burlona.
—¿Es que existe alguna razón por la cual pueda sentir celos? ¿Celos de qué, exactamente? ¿De tener que convivir bajo el mismo techo que un tarado? No, te aseguro que no —puntualizó—. Si ahora mismo esas chicas me diesen tres dólares por ti, te vendería sin lugar a dudas.
Logan sobreactuó haciéndose el dolido, abriendo desmesuradamente los ojos al tiempo que se llevaba una mano al corazón.
—¿Tres dólares? ¿Eso crees que valgo? —protestó.
Ella sonrió de lado, satisfecha.
—No es lo que vales tú, idiota, cobraría tres dólares porque te vendería con el traje incluido. Y, ciertamente, tiene pinta de ser caro.
Los fulminantes ojos oscuros de Logan se convirtieron en dos pequeñas rendijas brillantes. Aquel punto irónico de _________ no le había gustado en absoluto. Lo consideraba bueno, sí, era una magnífica salida. Y eso, obviamente, desestabilizaba la situación. Suspiró, con una idea divagando en la cabeza.
—Es una pena que no pueda decir lo mismo de ti —musitó, con falso gesto apenado—. No podría venderte, tendría que regalarte. Dudo que nadie fuese a darme nada por tu ropa. Es más, dudo que nadie aceptase mi regalo, por mucho que insistiese. Yo no lo haría si estuviese en su pellejo.
________ cerró con fuerza los ojos, tranquilizándose mentalmente. No soportaba más el simple hecho de oír su suave vocecilla inocente. Se apartó el pelo de la cara, abrumada, antes de volver a señalar por cuarta vez consecutiva el carrito de la compra.
—Tenemos que pagar eso, desgraciado —le recordó.
—¿«Tenemos»? —Simuló mirar a su alrededor—. Querrás decir «tienes que pagar».
—¿Qué? ¡Pero si has sido tú quien ha cogido todo lo que hay ahí dentro!
Las dos muchachas que minutos atrás miraban embelesadas a ________ ahora se habían girado, y prestaba mayor atención a la situación, como si se tratase de una riña.
—Pero ¿a mí qué me estás contando? —Él se encogió de hombros—. Tú madre te ha responsabilizado a ti de comprar la comida, yo solo te acompañaba. Si no has sabido apañártelas no me eches ahora la culpa. —Sonrió malévolo—. Va siendo hora de que empieces a madurar, _________.
Le miró anonadada. Estaba de broma, ¿no? Porque, de no ser así, terminaría por volverse loca. Algo se encogió en su estómago cuando volvió a recordar que todavía le quedaban veintinueve días por delante junto a Logan. Era la peor de las pesadillas.
—¿No llevas nada de dinero encima? —preguntó; comenzaba a sentirse débil y maltrecha. Tenía ganas de llorar, pero logró reponerse alzando con firmeza el rostro, orgullosa.
—No. Absolutamente nada. Cero.
—Genial. —Suspiró pesadamente.
Entonces se acercó decidida hasta el carrito de la compra, se lo arrebató a Logan de las manos y se dirigió hacia los pasillos del supermercado.
—Pero ¿qué haces? —preguntó él, atónito.
—Ya que tú no quieres colaborar, lo haré sola: voy a dejar toda esta porquería light en su lugar —anunció satisfecha.
Él la alcanzó corriendo. Extendió las manos frente a ella para impedirle avanzar.
—¡No lo harás, rata inmunda! —masculló con voz áspera.
—Ya lo creo que sí. — ________ comenzó a silbar animadamente con la finalidad de sacar de quicio al joven.
Cogió un cogollo de lechuga y, tras leer la enorme etiqueta en la que se especificaba que había sido cultivada en un invernadero ecológico, la dejó en el estante con el resto de las lechugas.
—¡No! —gritó él, llevándose las manos a la cabeza.
—Tranquilo, sobrevivirás sin tu lechuga.
Logan lo recogió y la siguió contrariado, sosteniendo el cogollo entre las manos como si fuese un bebé recién nacido que necesitase mimos.
—¡Está bien! Iré al banco —dijo al fin, rindiéndose ante la satisfecha risita de ________ y—. Yo pagaré la compra.
—Así me gusta. —Ella asintió orgullosa—. Veo que vas mejorando.
Excursión al supermercado II
________ carraspeó, para aclararse la garganta antes de hablar. Después miró al chico que la acompañaba, sosteniendo un bote de mostaza entre las manos mientras leía la etiqueta. Su ridículo traje de chaqueta llamaba tanto la atención dentro del supermercado de una modesta urbanización que todos los clientes se giraban para echarle una detallada ojeada.
—Logan, siento tener que decirte esto, pero deberás darte un poco de prisa con la compra —dijo, cruzándose de brazos a la defensiva—. Sé que te encantaría, pero no podemos acampar y pasar la noche aquí; cierran a las ocho.
—Perfecto. —Sonrió satisfecho—. Entonces aún nos quedan unas horas.
Ella se detuvo y soltó el carrito de la compra en mitad del largo pasillo de salsas.
—¿Te has vuelto loco? —gritó—. Bueno, ¡qué pregunta más estúpida por mi parte!
—Sí, la verdad es que sí —afirmó él, distraído—. ¡Pero cuántos conservantes tiene esto!
—¡Es que siempre has estado loco!
Logan se volvió y la miró con curiosidad.
—Nos conocemos desde hace veinticuatro horas, basurera, así que no entiendo qué quieres decir cuando dices «siempre».
—Esa es la peor parte: recordar que aún nos quedan veintinueve días por delante. Tendré que comprarme pastillas antiestrés o tapones para los oídos.
Logan se encogió de hombros. En realidad le daba igual. Por él como si terminaba metiéndose esas pastillas por vena. Bajo su punto de vista, aquella chica desarreglada cumplía todos los requisitos para terminar muriendo por sobredosis. No le extrañaría en absoluto encontrársela dentro de unos años en cualquier esquina, pidiendo limosna. Limosna que él no le daría, por supuesto.
—Mira, enfermo, tenemos que irnos —se quejó—. No pienso pasar mi primer día de vacaciones en un supermercado. Existen cosas más interesantes en la vida.
—¿Como qué? —Logan alzó una ceja, intrigado.
—Oh, ¿es que jamás haces nada divertido?
—Bueno, da igual, si así fuese tampoco sería asunto tuyo —farfulló con un delirante desinterés—. Y ahora, si no te importa, deja que termine de leer los componentes de la salsa roquefort.
__________ murmuró algo por lo bajo, irritada. Se despidió de Logan indicándole que le esperaría en las cajas y le dejó a solas en mitad del pasillo. Aguardó mientras observaba cómo una muchacha rubia cobraba la compra de los clientes sin demasiada amabilidad. Desesperada, terminó rezando y pidiendo que Logan llegara pronto. Si no lo hacía, pensaba marcharse sin miramientos; poco le importaba lo mucho que su madre la reñiría. En todo caso, lo único que la asustaba levemente era que la señora Graham la castigara sin salir con sus amigos, teniendo en cuenta que acababan de empezar las vacaciones.
Media hora después, el inglés apareció por el pasillo de la derecha, con el carro repleto de comida como si se acabase de declarar la tercera guerra mundial y tuviesen que recolectar suministros para medio continente americano. _________ le miró intrigada.
—¿Se puede saber cómo vamos a pagar todo eso? —preguntó, señalando las extrañas hamburguesas sin carne, algo que le pareció totalmente contradictorio.
—¿Es que tu madre no te ha dado dinero? — Logan se encogió de hombros.
—Sí, pero lo que me ha dado no llega para pagar todas estas porquerias —se quejó, consternada—. Vuelve a dejarlas en su sitio —añadió, al tiempo que reparaba en un desagradable trozo de queso sin sal que yacía al lado de un paquete de algas marinas ricas en vitaminas.
Logan la miró retante, sin ninguna intención de devolver nada a su lugar.
—Pues ve al banco a sacar dinero —le ordenó, con aire diplomático.
—Pero ¿qué demonios te has creído? ¡No somos ricos, no podemos permitirnos todos estos caprichos, somos una familia de clase media!
—No hace falta que medio supermercado se entere de vuestra situación económica. A nadie le interesa —objetó, ante los gritos de _________.
La muchacha respiró hondo, intentando calmarse. Era agotador mediar con aquel imbécil. Se armó de paciencia, procurando que entrase en razón.
—El problema es que no tenemos suficiente dinero —dijo, hablando claro, despacio y alto—. Así que algo tendremos que hacer.
Él la miró sin comprender. En la vida de Logan jamás se había presentado ningún contratiempo que tuviese que ver con el dinero. Nunca le habían negado nada, mucho menos si se trataba de comida, algo absolutamente necesario para vivir. Por lo tanto, la familia Graham le estaba negando la vida. Suspiró, frustrado.
—Le pediremos a la chica de la caja que sea solidaria con nosotros —concluyó, sonriente.
—Pero ¿tú en qué mundo vives? —_________ le miró extrañada—. Aquí nadie regala nada. Tienes que pagar todo lo que compras.
Logan, pensativo, observó a la muchacha rubia de la caja. ________ siguió el eje de su mirada, advirtiendo a dos chicas de su edad, de aspecto delicado, que cuchicheaban con la vista clavada en el inglés.
—Te están mirando fijamente —objetó _________, extrañada.
Él sonrió ampliamente, mostrándole su blanca dentadura.
—Claro que me miran, todo el mundo lo hace.
—¿Qué?
—Es por mi cara —dijo señalándose el rostro—. Siempre les resulto atractivo.
—Estás demente.
Logan, con gesto seductor, les guiñó un ojo a ambas jóvenes, que terminaron riendo tontamente mientras se ruborizaban. ________ pestañeó, sorprendida. No comprendía que alguien tan insoportable como él pudiese resultar atractivo. Le miró fijamente, intentando encontrar aquel punto de belleza. Sí, bueno, tenía el cabello oscuro; bien, aquello podía pasar por aceptable. Lo ojos también, obscuros penetrantes. Su forma de mirar anunciaba a leguas de distancia que era un seductor en toda regla. Y, supuso, aquello solía atraer a chicas de cabeza hueca. Resopló, molesta por la repentina atención que había despertado el inglés.
—No es momento para firmar autógrafos —le indicó, señalando el abarrotado carro de la compra—, tenemos problemas más serios de los que ocuparnos.
Él enarcó una ceja, divertido.
—¿Estás celosa?
________ sintió verdaderas ganas de estrangularle, de apretar con fuerza aquel delicado cuello de cisne señorial. Le dirigió una mueca burlona.
—¿Es que existe alguna razón por la cual pueda sentir celos? ¿Celos de qué, exactamente? ¿De tener que convivir bajo el mismo techo que un tarado? No, te aseguro que no —puntualizó—. Si ahora mismo esas chicas me diesen tres dólares por ti, te vendería sin lugar a dudas.
Logan sobreactuó haciéndose el dolido, abriendo desmesuradamente los ojos al tiempo que se llevaba una mano al corazón.
—¿Tres dólares? ¿Eso crees que valgo? —protestó.
Ella sonrió de lado, satisfecha.
—No es lo que vales tú, idiota, cobraría tres dólares porque te vendería con el traje incluido. Y, ciertamente, tiene pinta de ser caro.
Los fulminantes ojos oscuros de Logan se convirtieron en dos pequeñas rendijas brillantes. Aquel punto irónico de _________ no le había gustado en absoluto. Lo consideraba bueno, sí, era una magnífica salida. Y eso, obviamente, desestabilizaba la situación. Suspiró, con una idea divagando en la cabeza.
—Es una pena que no pueda decir lo mismo de ti —musitó, con falso gesto apenado—. No podría venderte, tendría que regalarte. Dudo que nadie fuese a darme nada por tu ropa. Es más, dudo que nadie aceptase mi regalo, por mucho que insistiese. Yo no lo haría si estuviese en su pellejo.
________ cerró con fuerza los ojos, tranquilizándose mentalmente. No soportaba más el simple hecho de oír su suave vocecilla inocente. Se apartó el pelo de la cara, abrumada, antes de volver a señalar por cuarta vez consecutiva el carrito de la compra.
—Tenemos que pagar eso, desgraciado —le recordó.
—¿«Tenemos»? —Simuló mirar a su alrededor—. Querrás decir «tienes que pagar».
—¿Qué? ¡Pero si has sido tú quien ha cogido todo lo que hay ahí dentro!
Las dos muchachas que minutos atrás miraban embelesadas a ________ ahora se habían girado, y prestaba mayor atención a la situación, como si se tratase de una riña.
—Pero ¿a mí qué me estás contando? —Él se encogió de hombros—. Tú madre te ha responsabilizado a ti de comprar la comida, yo solo te acompañaba. Si no has sabido apañártelas no me eches ahora la culpa. —Sonrió malévolo—. Va siendo hora de que empieces a madurar, _________.
Le miró anonadada. Estaba de broma, ¿no? Porque, de no ser así, terminaría por volverse loca. Algo se encogió en su estómago cuando volvió a recordar que todavía le quedaban veintinueve días por delante junto a Logan. Era la peor de las pesadillas.
—¿No llevas nada de dinero encima? —preguntó; comenzaba a sentirse débil y maltrecha. Tenía ganas de llorar, pero logró reponerse alzando con firmeza el rostro, orgullosa.
—No. Absolutamente nada. Cero.
—Genial. —Suspiró pesadamente.
Entonces se acercó decidida hasta el carrito de la compra, se lo arrebató a Logan de las manos y se dirigió hacia los pasillos del supermercado.
—Pero ¿qué haces? —preguntó él, atónito.
—Ya que tú no quieres colaborar, lo haré sola: voy a dejar toda esta porquería light en su lugar —anunció satisfecha.
Él la alcanzó corriendo. Extendió las manos frente a ella para impedirle avanzar.
—¡No lo harás, rata inmunda! —masculló con voz áspera.
—Ya lo creo que sí. — ________ comenzó a silbar animadamente con la finalidad de sacar de quicio al joven.
Cogió un cogollo de lechuga y, tras leer la enorme etiqueta en la que se especificaba que había sido cultivada en un invernadero ecológico, la dejó en el estante con el resto de las lechugas.
—¡No! —gritó él, llevándose las manos a la cabeza.
—Tranquilo, sobrevivirás sin tu lechuga.
Logan lo recogió y la siguió contrariado, sosteniendo el cogollo entre las manos como si fuese un bebé recién nacido que necesitase mimos.
—¡Está bien! Iré al banco —dijo al fin, rindiéndose ante la satisfecha risita de ________ y—. Yo pagaré la compra.
—Así me gusta. —Ella asintió orgullosa—. Veo que vas mejorando.
Última edición por gisell portilla el Miér 02 Ene 2013, 10:43 pm, editado 1 vez
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
7
Viaje en limusina
[b]Desgraciadamente, de camino a casa, Logan vislumbró el enorme cartel de una pequeña tienda donde anunciaban la fabulosa oferta de cuarenta Tupperware por cien dólares.
—Entremos —ordenó.
—¡Tú estás tarado! —se quejó _________, cargada con gran cantidad de bolsas. Tenía los dedos entumecidos por el peso y le dolían las manos.
—Luego cogemos un taxi —objetó él, al tiempo que sus correspondientes bolsas en mitad de la calle—. Necesito esos envases para administrar mi comida.
—¡No, no hagas eso Logan, por Dios! —gritó _________, pero fue demasiado tarde. Él le había sacado varios metros de distancia y se dirigió a una velocidad descomunal hacia la tienda, como si fuese una droga para él.
Salió poco después, cargado con dos cajas de cartón y una estúpida sonrisilla surcando su rostro.
Gracias a la compra de última hora, llegaron a la conclusión de que no podían continuar su camino con quince bolsas de comida y aquellas enormes cajas de cartón que parecían a punto de reventar.
—Pero ¿qué has hecho, estúpido?
Él la miró con una cara extraña: algo de pena mezclada con un deje de profunda satisfacción.
—He visto la oferta y no he podido resistirme —explicó él, orgulloso—, además, ¿dónde piensas que va a caber toda esta comida? Claro, ¡es verdad! Podríamos utilizar tu cuarto como despensa, yo creo que hasta parecería más ordenado; y como el suelo es tu ropero, el armario queda completamente libre para guardar alimentos —dijo, con gesto reflexivo imitando a uno de aquellos filósofos de la Ilustración.
—¡No puedo creer que estés hablando en serio! —explotó ella—. Eres tú quien ha ocupado mi casa, un inquilino indeseable. Lo más normal sería que utilizases tu habitación, y vaciases tu ridículo armario lleno de cajas de bastoncillos para los oídos, cremitas para la cara y potingues y medicamentos varios —replicó ________.
Logan abrió la boca para protestar, pero ella le interrumpió dirigiéndole una mirada que cortaba la respiración.
—Cogeremos el autobús —anunció _________ dirigiéndose hacia la paradaque tenían a apenas tres metros de distancia.
—¿El autobús? —preguntó Logan intrigado.
—Sí, ese coche grande, con ruedas, que lo maneja un conductor… —explicó ___________.
Logan sonrió orgulloso.
—¡Ah! Yo tengo uno de esos, pero nosotros lo llamamos «limusina» —aclaró contento.
________ le miró consternada. ¿De verdad Logan hablaba en serio? ¿Era cierto que jamás había entrado en un supermercado y ni siquiera tenía claro lo que era un autobús? ________ preguntaba en qué mundo se habría criado aquel excéntrico muchacho; desde luego, en ninguno demasiado realista. Decidió aprovechar aquella oportunidad.
—¡Oh, sí, sí! Es eso, una especie de limusina, pero más popular —le dijo, deseosa de ver su reacción cuando el autobús parase frente a ellos.
—¿A qué te refieres con eso de «más popular»? —Logan frunció el entrecejo, inseguro.
—¡Ya lo verás! —Sonrió ella malévola—. ¡Mira, ahí llega! Logan observó la enorme limusina que se acercaba hacia ellos, abrumado por la emoción. Aquella era más grande que la que él utilizaba para acudir cada día a sus clases en Londres. Soltó un silbido de asombro, sonriente. Entonces el majestuoso carruaje frenó secamente frente a ellos, y comenzó a distinguir algunas cabecillas curiosas que se asomaban por las ventanas. Gente desconocida.
—Pero ¿qué coño…?
—¡Vamos, sube!
Siguió a _________, consternado.
—¡Dios mío, es el Apocalipsis! —gimió en cuanto puso un pie en el autobús. Agarró a _________ de la manga de la chaqueta y tiró de ella insistentemente. Después reaccionó y la soltó asqueado—. Yo prefiero ir andando.
Ella sonrió ampliamente, tras dejar las bolsas de la compra en el suelo mientras comenzaba a abrir su colorido monedero de tela. Dejó caer tres dólares en la repisa del conductor.
—De ningún modo —objetó—, la culpa es tuya por decidir comprar cien Tuperwares.
—Siempre podría devolverlos…
__________ se volvió, dándole la espalda al conductor.
—Mala suerte, ya he pagado los billetes.
—¿Y a mí qué me importa? Eres tú quien ha perdido dinero estúpidamente.
Las puertas del autobús se cerraron con un sonido chirriante y esponjoso. El conductor se puso en marcha dirigiéndole media sonrisa.
—Lo siento muchacho —le dijo al tiempo que se encogía de hombros—, las mujeres mandan.
—Esto no es una mujer —le corrigió Logan, señalando a ________.
—Pero ¿cómo te atreves?
_________ le habría abofeteado gustosamente de no ser porque sus manos estaban ocupadas sosteniendo las enormes bolsas de la compra.
—Solo te mantengo en contacto con la realidad.
—Te diré una cosa, Logan —puntualizó ________, enfadada—. Puede que no sea la chica más guapa del mundo…
—No, no lo eres, desde luego.
—… pero comprendo el significado de la palabra «respeto», algo que tú desconoces.
Logan parpadeó con indiferencia.
—Bien, quédate con tu respeto —farfulló—. Yo prefiero quedarme con las mujeres atractivas.
—Eres un ignorante sin remedio —concluyó ella—. Me das pena.
—¡Oh, no sé si podré soportarlo! —exclamó burlón, y se llevó una mano al pecho dramatizando exageradamente.
—Que te den.
_________ echó a andar hacia el interior del autobús, mientras oía al fondo las carcajadas del conductor. Estaba tremendamente enojada. Y lo estuvo aún más cuando distinguió las coquetas miradas que le dirigían al idiota de Logan un grupo de chicas apoyadas en el cristal derecho del autobús.
—Ciegas… —susurró ella por lo bajo.
Él buscó su mirada antes de contestar.
—¿Ciegas? —Sonrió ampliamente—. Querrás decir afortunadas. Afortunadas por poder gozar de mi exquisito rostro.
________ arrugó la nariz, molesta.
—Tú jamás te has puesto delante de un espejo, ¿verdad?
Él sacudió las manos, despreocupado.
—¿Para qué iba a hacerlo? No lo necesito —aclaró—. Puedo ver mi reflejo en las reacciones satisfechas de todos los que me rodean.
Ella pestañeó más de lo necesario, intentando asimilar sus palabras. Se preguntó si estaría bromeando, pero Logan tenía el rostro serio aunque levemente tenso mientras miraba a su alrededor.
—Oye, aquí hay muchos gérmenes… —murmuró—. No me gusta esta limusina, la mía es mejor.
—Sujétate o te caerás cuando frene —le avisó ella, girándose hacia la ventanilla con la intención de ignorarlo.
El inglés farfulló algo.
—Pero ¿qué dices? Estas barras de metal han sido tocadas por muchas personas. No pienso posar mis delicadas manos sobre ellas —Alzó una mano frente al rostro de ________ —. ¿Ves? Mi madre siempre me ha dicho que tengo dedos de pianista.
—Tu madre miente.
—¿Por qué iba a hacer algo así?
—Para que te callaras y la dejaras en paz, seguramente —le explicó, todavía enfurruñada—. La gente te cubre de halagos sin ton ni son, con la intención de perderte de vista.
—Eso no es cierto. —Sonrió tímidamente—. Yo nunca te he halagado, pero sí deseo que te pierdas de mi vista. Y de la vista del resto del mundo, a ser posible.
________ bufó de forma pesada, cansada de escuchar su voz de algodón, que lograba sacarla de quicio. Entonces el autobús frenó en seco cuando un semáforo se puso en rojo. Logan, que seguía de pie sin sujetarse a nada, se deslizó bruscamente hacia delante, precipitándose sin control sobre el cuerpo de ella, que gimió dolorida cuando se golpeó contra el suelo.
—¡Levanta, imbécil! —ordenó, al tiempo que sacudía el cuerpo del muchacho—. ¿Quieres apartarte?
—¡Por todas las vírgenes, debo estar lleno de microbios! —se quejó él, haciéndose a un lado.
—Espero que te coman vivo.
__________ logró levantarse del suelo a duras penas y se frotó la espalda.
—La próxima vez intenta resistir la tentación de tirarte sobre mí. Gracias —aclaró la joven, dolorida.
Logan consiguió ponerse en pie y, tras sacarse un pañuelo blanco de tela del bolsillo, comenzó a sacudirse las ropas, como ejecutando una especie deritual para invocar al demonio. Ella le observó aterrorizada.
—¿Quieres dejar de hacer eso? Todo el mundo nos está mirando.
—Nunca me ha molestado que la gente me mire, al contrario —explicó él—, resulta satisfactorio ver sus brillantes ojitos de deseo.
La chica tosió, y dio un paso atrás; intentaba fingir que el rubio del pañuelo no era su acompañante ni tenía ningún tipo de relación con ella. Desgraciadamente, le era del todo imposible e inhumano no advertirle.
—¡Quieres cogerte a la barra de una maldita vez!
Él negó con la cabeza.
—Lo que necesito es sentarme —objetó, cual consejero de la Corte. Entonces se giró hacia una anciana enclenque y le dirigió una mirada acusadora y penetrante, como queriéndole decir que aquel era su sitio. Reservado. _________ le dio un suave puntapié.
—Deja de mirarla así, ¿es que no tienes vergüenza?
Logan carraspeó y se acercó al oído de _________, que percibió su aroma cítrico y mentolado.
—Es que no es justo. Yo tengo una vida por delante, y esa mujer es obvio que no. Dile que se levante.
_________ se volvió de nuevo hacia la ventanilla, anhelando salir de allí y sintiendo cómo algunas lágrimas de pura crispación y rabia se agolpaban en sus ojos. Pestañeó inmediatamente, con lo que logró que ninguna de ellas se derramase.
No podía ser real. Necesitaba cerciorarse de que no era cierto.
—Bueno, ¿piensas decírselo algún día?
—No, claro que no —contestó secamente—. ¿Por qué no te sientas en ese otro sitio? —le preguntó, señalando un asiento libre.
Logan sonrió satisfecho y caminó a trompicones hacia el asiento libre. ________ le siguió: quería perderle de vista, pero temía dejarle solo y que montase algún espectáculo. El inglés extendió su pañuelo blanco sobre la silla antes de sentarse, ante la atónita mirada de todos los pasajeros. A su lado iba una mujer de mediana edad con un niño de apenas un año sentado sobre las rodillas. Logan le dirigió una mirada acusadora al chiquillo, como avisándole de que no quería problemas.
Apenas pasaron cinco minutos cuando una imprevisible ráfaga azotó su nariz. El olor era fuerte e insistente, como si se hubiese sentado al lado de un cesto lleno de huevos podridos. ________ no tuvo tiempo de detenerle cuando Logan giró lentamente la cabeza hacia la distraída mujer.
—Perdone… —le dijo—, pero su hijo huele a materia orgánica sucia. Muy sucia.
—¿Qué? —preguntó la mujer, confundida.
—Excremento —aclaró, tapándose la nariz con los dedos—, desecho, caca, mierda. El niño huele a mierda, señora.
La mujer abrió los ojos, alarmada. _________ bajó la mirada y la clavó en el suelo, deseando que aquel autobús fuese como los coches de los Picapiedra, abiertos, para poder escapar de él. Sentía una vergüenza ajena tan profunda que no fue capaz de interrumpir la conversación de los otros dos. Sus mofletes se habían tornado de color ciruela.
—¡Es un niño, es normal que pasen esas cosas! —exclamó la madre, que abrazó con más fuerza a su hijo—. Tú también hiciste ese tipo de cosas cuando tenías un año.
Logan sonrió orgulloso, sin dejar de taparse la nariz en ningún momento, de forma que su voz sonaba radiofónica.
—Lo siento, pero eso jamás me ocurrió a mí. Mi asistenta tenía la orden de cambiarme cada media hora —le informó—. Es que, ¿sabe?, mi piel es increíblemente sensible.
—Este chico está pirado… —susurró la madre del niño.
—¡Y que lo diga! —la apoyó _________ que había encontrado el suficiente valor para hablar, abochornada.
Afortunadamente bajaron en la siguiente parada. Logan se levantó al instante, satisfecho de salir del autobús. La mujer, con el niño todavía sobre las rodillas, le dirigió a ________ una mirada caritativa.
—¡Qué Dios se apiade de ti! —le dijo, en referencia a la infinita paciencia de la chica, después de que esta le contara que Logan era su inquilino de intercambio.
—Eso espero —replicó ella, al tiempo que se bajaba.
Logan bufó exasperado, empujándola del autobús. __________ estuvo a punto de caer sobre un charco del arcén de la carretera, pero él la sujetó del codo.
—Llevas mi comida en tus manos —le dijo—. Así que deja de lanzarte felizmente en busca de microbios.
—¡Me he tropezado!
—Eres pura imperfección.
________ pataleó en el suelo, desesperada. Después le siguió calle abajo; deseando tumbarse en su sofá. Últimamente la idea de dormir se le antojaba el mejor de los planes: era el único momento de calma en su vida. Suspiró[b] agotada, asiendo fuertemente las bolsas con las manos.
Viaje en limusina
[b]Desgraciadamente, de camino a casa, Logan vislumbró el enorme cartel de una pequeña tienda donde anunciaban la fabulosa oferta de cuarenta Tupperware por cien dólares.
—Entremos —ordenó.
—¡Tú estás tarado! —se quejó _________, cargada con gran cantidad de bolsas. Tenía los dedos entumecidos por el peso y le dolían las manos.
—Luego cogemos un taxi —objetó él, al tiempo que sus correspondientes bolsas en mitad de la calle—. Necesito esos envases para administrar mi comida.
—¡No, no hagas eso Logan, por Dios! —gritó _________, pero fue demasiado tarde. Él le había sacado varios metros de distancia y se dirigió a una velocidad descomunal hacia la tienda, como si fuese una droga para él.
Salió poco después, cargado con dos cajas de cartón y una estúpida sonrisilla surcando su rostro.
Gracias a la compra de última hora, llegaron a la conclusión de que no podían continuar su camino con quince bolsas de comida y aquellas enormes cajas de cartón que parecían a punto de reventar.
—Pero ¿qué has hecho, estúpido?
Él la miró con una cara extraña: algo de pena mezclada con un deje de profunda satisfacción.
—He visto la oferta y no he podido resistirme —explicó él, orgulloso—, además, ¿dónde piensas que va a caber toda esta comida? Claro, ¡es verdad! Podríamos utilizar tu cuarto como despensa, yo creo que hasta parecería más ordenado; y como el suelo es tu ropero, el armario queda completamente libre para guardar alimentos —dijo, con gesto reflexivo imitando a uno de aquellos filósofos de la Ilustración.
—¡No puedo creer que estés hablando en serio! —explotó ella—. Eres tú quien ha ocupado mi casa, un inquilino indeseable. Lo más normal sería que utilizases tu habitación, y vaciases tu ridículo armario lleno de cajas de bastoncillos para los oídos, cremitas para la cara y potingues y medicamentos varios —replicó ________.
Logan abrió la boca para protestar, pero ella le interrumpió dirigiéndole una mirada que cortaba la respiración.
—Cogeremos el autobús —anunció _________ dirigiéndose hacia la paradaque tenían a apenas tres metros de distancia.
—¿El autobús? —preguntó Logan intrigado.
—Sí, ese coche grande, con ruedas, que lo maneja un conductor… —explicó ___________.
Logan sonrió orgulloso.
—¡Ah! Yo tengo uno de esos, pero nosotros lo llamamos «limusina» —aclaró contento.
________ le miró consternada. ¿De verdad Logan hablaba en serio? ¿Era cierto que jamás había entrado en un supermercado y ni siquiera tenía claro lo que era un autobús? ________ preguntaba en qué mundo se habría criado aquel excéntrico muchacho; desde luego, en ninguno demasiado realista. Decidió aprovechar aquella oportunidad.
—¡Oh, sí, sí! Es eso, una especie de limusina, pero más popular —le dijo, deseosa de ver su reacción cuando el autobús parase frente a ellos.
—¿A qué te refieres con eso de «más popular»? —Logan frunció el entrecejo, inseguro.
—¡Ya lo verás! —Sonrió ella malévola—. ¡Mira, ahí llega! Logan observó la enorme limusina que se acercaba hacia ellos, abrumado por la emoción. Aquella era más grande que la que él utilizaba para acudir cada día a sus clases en Londres. Soltó un silbido de asombro, sonriente. Entonces el majestuoso carruaje frenó secamente frente a ellos, y comenzó a distinguir algunas cabecillas curiosas que se asomaban por las ventanas. Gente desconocida.
—Pero ¿qué coño…?
—¡Vamos, sube!
Siguió a _________, consternado.
—¡Dios mío, es el Apocalipsis! —gimió en cuanto puso un pie en el autobús. Agarró a _________ de la manga de la chaqueta y tiró de ella insistentemente. Después reaccionó y la soltó asqueado—. Yo prefiero ir andando.
Ella sonrió ampliamente, tras dejar las bolsas de la compra en el suelo mientras comenzaba a abrir su colorido monedero de tela. Dejó caer tres dólares en la repisa del conductor.
—De ningún modo —objetó—, la culpa es tuya por decidir comprar cien Tuperwares.
—Siempre podría devolverlos…
__________ se volvió, dándole la espalda al conductor.
—Mala suerte, ya he pagado los billetes.
—¿Y a mí qué me importa? Eres tú quien ha perdido dinero estúpidamente.
Las puertas del autobús se cerraron con un sonido chirriante y esponjoso. El conductor se puso en marcha dirigiéndole media sonrisa.
—Lo siento muchacho —le dijo al tiempo que se encogía de hombros—, las mujeres mandan.
—Esto no es una mujer —le corrigió Logan, señalando a ________.
—Pero ¿cómo te atreves?
_________ le habría abofeteado gustosamente de no ser porque sus manos estaban ocupadas sosteniendo las enormes bolsas de la compra.
—Solo te mantengo en contacto con la realidad.
—Te diré una cosa, Logan —puntualizó ________, enfadada—. Puede que no sea la chica más guapa del mundo…
—No, no lo eres, desde luego.
—… pero comprendo el significado de la palabra «respeto», algo que tú desconoces.
Logan parpadeó con indiferencia.
—Bien, quédate con tu respeto —farfulló—. Yo prefiero quedarme con las mujeres atractivas.
—Eres un ignorante sin remedio —concluyó ella—. Me das pena.
—¡Oh, no sé si podré soportarlo! —exclamó burlón, y se llevó una mano al pecho dramatizando exageradamente.
—Que te den.
_________ echó a andar hacia el interior del autobús, mientras oía al fondo las carcajadas del conductor. Estaba tremendamente enojada. Y lo estuvo aún más cuando distinguió las coquetas miradas que le dirigían al idiota de Logan un grupo de chicas apoyadas en el cristal derecho del autobús.
—Ciegas… —susurró ella por lo bajo.
Él buscó su mirada antes de contestar.
—¿Ciegas? —Sonrió ampliamente—. Querrás decir afortunadas. Afortunadas por poder gozar de mi exquisito rostro.
________ arrugó la nariz, molesta.
—Tú jamás te has puesto delante de un espejo, ¿verdad?
Él sacudió las manos, despreocupado.
—¿Para qué iba a hacerlo? No lo necesito —aclaró—. Puedo ver mi reflejo en las reacciones satisfechas de todos los que me rodean.
Ella pestañeó más de lo necesario, intentando asimilar sus palabras. Se preguntó si estaría bromeando, pero Logan tenía el rostro serio aunque levemente tenso mientras miraba a su alrededor.
—Oye, aquí hay muchos gérmenes… —murmuró—. No me gusta esta limusina, la mía es mejor.
—Sujétate o te caerás cuando frene —le avisó ella, girándose hacia la ventanilla con la intención de ignorarlo.
El inglés farfulló algo.
—Pero ¿qué dices? Estas barras de metal han sido tocadas por muchas personas. No pienso posar mis delicadas manos sobre ellas —Alzó una mano frente al rostro de ________ —. ¿Ves? Mi madre siempre me ha dicho que tengo dedos de pianista.
—Tu madre miente.
—¿Por qué iba a hacer algo así?
—Para que te callaras y la dejaras en paz, seguramente —le explicó, todavía enfurruñada—. La gente te cubre de halagos sin ton ni son, con la intención de perderte de vista.
—Eso no es cierto. —Sonrió tímidamente—. Yo nunca te he halagado, pero sí deseo que te pierdas de mi vista. Y de la vista del resto del mundo, a ser posible.
________ bufó de forma pesada, cansada de escuchar su voz de algodón, que lograba sacarla de quicio. Entonces el autobús frenó en seco cuando un semáforo se puso en rojo. Logan, que seguía de pie sin sujetarse a nada, se deslizó bruscamente hacia delante, precipitándose sin control sobre el cuerpo de ella, que gimió dolorida cuando se golpeó contra el suelo.
—¡Levanta, imbécil! —ordenó, al tiempo que sacudía el cuerpo del muchacho—. ¿Quieres apartarte?
—¡Por todas las vírgenes, debo estar lleno de microbios! —se quejó él, haciéndose a un lado.
—Espero que te coman vivo.
__________ logró levantarse del suelo a duras penas y se frotó la espalda.
—La próxima vez intenta resistir la tentación de tirarte sobre mí. Gracias —aclaró la joven, dolorida.
Logan consiguió ponerse en pie y, tras sacarse un pañuelo blanco de tela del bolsillo, comenzó a sacudirse las ropas, como ejecutando una especie deritual para invocar al demonio. Ella le observó aterrorizada.
—¿Quieres dejar de hacer eso? Todo el mundo nos está mirando.
—Nunca me ha molestado que la gente me mire, al contrario —explicó él—, resulta satisfactorio ver sus brillantes ojitos de deseo.
La chica tosió, y dio un paso atrás; intentaba fingir que el rubio del pañuelo no era su acompañante ni tenía ningún tipo de relación con ella. Desgraciadamente, le era del todo imposible e inhumano no advertirle.
—¡Quieres cogerte a la barra de una maldita vez!
Él negó con la cabeza.
—Lo que necesito es sentarme —objetó, cual consejero de la Corte. Entonces se giró hacia una anciana enclenque y le dirigió una mirada acusadora y penetrante, como queriéndole decir que aquel era su sitio. Reservado. _________ le dio un suave puntapié.
—Deja de mirarla así, ¿es que no tienes vergüenza?
Logan carraspeó y se acercó al oído de _________, que percibió su aroma cítrico y mentolado.
—Es que no es justo. Yo tengo una vida por delante, y esa mujer es obvio que no. Dile que se levante.
_________ se volvió de nuevo hacia la ventanilla, anhelando salir de allí y sintiendo cómo algunas lágrimas de pura crispación y rabia se agolpaban en sus ojos. Pestañeó inmediatamente, con lo que logró que ninguna de ellas se derramase.
No podía ser real. Necesitaba cerciorarse de que no era cierto.
—Bueno, ¿piensas decírselo algún día?
—No, claro que no —contestó secamente—. ¿Por qué no te sientas en ese otro sitio? —le preguntó, señalando un asiento libre.
Logan sonrió satisfecho y caminó a trompicones hacia el asiento libre. ________ le siguió: quería perderle de vista, pero temía dejarle solo y que montase algún espectáculo. El inglés extendió su pañuelo blanco sobre la silla antes de sentarse, ante la atónita mirada de todos los pasajeros. A su lado iba una mujer de mediana edad con un niño de apenas un año sentado sobre las rodillas. Logan le dirigió una mirada acusadora al chiquillo, como avisándole de que no quería problemas.
Apenas pasaron cinco minutos cuando una imprevisible ráfaga azotó su nariz. El olor era fuerte e insistente, como si se hubiese sentado al lado de un cesto lleno de huevos podridos. ________ no tuvo tiempo de detenerle cuando Logan giró lentamente la cabeza hacia la distraída mujer.
—Perdone… —le dijo—, pero su hijo huele a materia orgánica sucia. Muy sucia.
—¿Qué? —preguntó la mujer, confundida.
—Excremento —aclaró, tapándose la nariz con los dedos—, desecho, caca, mierda. El niño huele a mierda, señora.
La mujer abrió los ojos, alarmada. _________ bajó la mirada y la clavó en el suelo, deseando que aquel autobús fuese como los coches de los Picapiedra, abiertos, para poder escapar de él. Sentía una vergüenza ajena tan profunda que no fue capaz de interrumpir la conversación de los otros dos. Sus mofletes se habían tornado de color ciruela.
—¡Es un niño, es normal que pasen esas cosas! —exclamó la madre, que abrazó con más fuerza a su hijo—. Tú también hiciste ese tipo de cosas cuando tenías un año.
Logan sonrió orgulloso, sin dejar de taparse la nariz en ningún momento, de forma que su voz sonaba radiofónica.
—Lo siento, pero eso jamás me ocurrió a mí. Mi asistenta tenía la orden de cambiarme cada media hora —le informó—. Es que, ¿sabe?, mi piel es increíblemente sensible.
—Este chico está pirado… —susurró la madre del niño.
—¡Y que lo diga! —la apoyó _________ que había encontrado el suficiente valor para hablar, abochornada.
Afortunadamente bajaron en la siguiente parada. Logan se levantó al instante, satisfecho de salir del autobús. La mujer, con el niño todavía sobre las rodillas, le dirigió a ________ una mirada caritativa.
—¡Qué Dios se apiade de ti! —le dijo, en referencia a la infinita paciencia de la chica, después de que esta le contara que Logan era su inquilino de intercambio.
—Eso espero —replicó ella, al tiempo que se bajaba.
Logan bufó exasperado, empujándola del autobús. __________ estuvo a punto de caer sobre un charco del arcén de la carretera, pero él la sujetó del codo.
—Llevas mi comida en tus manos —le dijo—. Así que deja de lanzarte felizmente en busca de microbios.
—¡Me he tropezado!
—Eres pura imperfección.
________ pataleó en el suelo, desesperada. Después le siguió calle abajo; deseando tumbarse en su sofá. Últimamente la idea de dormir se le antojaba el mejor de los planes: era el único momento de calma en su vida. Suspiró[b] agotada, asiendo fuertemente las bolsas con las manos.
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
8
Cómo comportarse con desconocidos
Abigail estrechó al joven en un fuerte abrazo que por poco le deja sin respiración. Se limpió una lagrimilla que le rodaba por la mejilla izquierda y volvió a abrazarle.
—¡Oh, Logan, eres un regalo caído del cielo! —gimoteó con afectación—. Pero ¿cómo se te ocurre pagar la compra?
Logró escapar de los brazos de la señora Graham cuando esta se distrajo por el pitido del microondas. Se sacudió la ropa. _________ resopló a su espalda, consternada por el comportamiento nada apropiado de su madre. Se dijo que desde luego no tenía ni idea de con quién estaba hablando: con el demonio. Un demonio despiadado e insufrible.
—He decidido encargarme de la compra durante el mes que pase aquí —informó Logan—. Creo que es lo menos que puedo hacer. Y, como usted sabe que mi alimentación es algo compleja, será mejor que me haga responsable de ella. El supermercado me ha fascinado.
Aquello fue suficiente para Abigail, que parecía a punto de explotar de alegría. Ella prometió darle más presupuesto para la compra semanal y añadió que ___________ le acompañaría cada vez que tuviese que salir, sin siquiera preguntar a la aludida.
—¿Sabes? Serías el hombre perfecto para mi hija. —La señora Graham señaló a la chica, apoyada en el dintel de la puerta de brazos cruzados—. Es tan desorganizada… tú equilibrarías su desorden.
Logan tosió. _________ también. Se dirigieron una mirada afilada que podría haberse traducido por «Ni en tus mejores sueños seríamos pareja». La madre no pareció reparar en la tensión en los hombros de ambos jóvenes.
—Yo guardaré todo esto —se apresuró a ofrecerse él—. He comprado cien Tuperwares para poder organizar adecuadamente la comida.
—Oh, increíble. Logan, eres increíble…
_______ cerró los ojos con fuerza y se largó de la cocina. Si su madre continuaba halagándole de aquel modo, solo conseguiría que su ego aumentase más y más —si es que aquello era humanamente posible—. Tenía que encontrar algún modo de fijar un límite, unas reglas de comportamiento que equilibrasen la situación. Aprovechó el resto de la tarde para darse un baño relajante, ya que supuso que James se encontraría ocupado con la distribución de los nutrientes por orden alfabético.
Sumergió la cabeza en el agua. Después, cuando salió a la superficie, respiró con fuerza. Tenía ganas de ver a sus amigos. Echaba de menos pasar las tardes sentada en un parque cualquiera charlando. Llevarse a James con ella y presentárselo a sus colegas no le hacía ninguna gracia. Temía que acabasen apedreándolo. Aunque James, un chico que llevaba tras ella desde que tenían catorce años y que incluso había escrito un libro autobiográfico, se parecía a Logan en ciertos aspectos. Cabía la posibilidad de que se llevasen bien. Por otro lado, también era probable que, tras conocerse, surgiese entre ambos una especie de competitividad: la lucha por el poder de la estupidez.
Se vistió lentamente antes de dirigirse de nuevo hacia la cocina. La nevera estaba repleta de Tupperwares transparentes, amontonados unos sobre otros como si fuesen una exposición de arte moderno. En casi todos ellos estaba escrito el nombre de Logan seguido de una fecha. _________ supuso que había organizado qué comería cada día de la semana siguiente. Y se preguntó cómo alguien podía tener tanta paciencia para administrar al detalle todo aquello. Cerró la nevera bruscamente.
—¿Te gusta cómo ha quedado? —preguntó Logan, al tiempo que se sentaba en una de las sillas.
—Ha quedado ridículo —espetó _________, sirviéndose un poco de café.
—Pero ¿qué dices? Tu madre me ha felicitado varias veces por ello. —Sonrió abiertamente, orgulloso de su hazaña—. Por cierto, me he tomado la molestia de organizar también tu comida. Esta noche te toca ensalada. Ya va siendo hora de que dejes de comer fritos a todas horas —agregó.
________ se atragantó con el café.
—Espero que no estés hablando en serio. No eres nadie para decidir cómo debo alimentarme.
—¡Encima de que me preocupo por ti! Deberías arrodillarte, besar mis pulcros zapatos y agradecérmelo.
—Pero ¿tú quién te crees que eres? ¿El príncipe de Inglaterra?
—No, pero trátame como si lo fuese. Así marcamos nuestras diferencias sociales.
_________ arrugó la nariz, furiosa.
—Esta tarde he quedado con mis amigos.
—¿Crees que me importa? Guárdate tus culebrones rosas. —Pestañeó con afectación.
—Debería importarte, Logan, porque vendrás conmigo —le informó, entusiasmada al percibir el sufrimiento que ensombrecía su rostro.
—No se te da nada bien eso de contar chistes.
—Tienes dos opciones —le explicó ________—. Puedes venir conmigo o quedarte en casa con Kendall. A solas.
Logan abrió desmesuradamente los ojos.
—Soy joven para morir —dijo—. Ni en broma me quedaría a solas con ese mendigo harapiento. Si llego a saber que conviviría con alguien como Kendall habría pedido a mis guardaespaldas que me acompañasen.
________ le miró fijamente, asombrada. Negó con la cabeza, intentando convencerse de que todo aquello no era cierto.
—¿Tenías guardaespaldas en Londres?
—Pues claro, ¿quién si no iba a protegerme? —Se limpió las uñas distraído, observando la perfección de estas bajo la luz que entraba por la ventana de la cocina—. Ellos siempre iban detrás de mí. Y, en casa, se quedaban quietos como estatuas a la espera de recibir mis órdenes.
—Empiezo a comprender de dónde viene tu estupidez —objetó ella, consternada al escuchar todo aquello—. Creo que tus padres te han malcriado.
—¿Mis padres? —Logan la miró sin comprender—. Casi nunca están en casa; así que no han tenido la oportunidad de malcriarme. Pero no importa, tengo a todo un equipo profesional bajo mi supervisión. Son realmente eficientes, tendrías que verlos algún día.
—No sabes la ilusión que me hace —terció ella irónica, poniendo los ojos en blanco.
—Tranquila, era un decir, por pura cortesía. —Sonrió—. Tú jamás pondrás un pie en mi mansión. Antes de que entrases, soltaría a los perros y terminarías corriendo calle abajo como una punki cualquiera.
_________ resopló, se terminó el café y dejó la taza en la pila con un golpe seco. Logan la señaló.
—¿Es que no piensas fregarla? —preguntó consternado.
—No, lo haré más tarde —respondió ella mientras se abrochaba la chaqueta.
—Pero si la dejas ahí demasiado tiempo se llenará de moho —explicó Logan sin dar su brazo a torcer—. Y los bichos acudirán a ella. - hizo una seña de ataque, -!son una amenaza y son mortales!
—¡Límpiala tú si tanto te importa!
—Lo siento, yo jamás he hecho eso. —Sonrió y se levantó—. Mis manos no están preparadas para enfrentarse a cualquier jabón doméstico. Tengo la piel sensible.
________ se llevó una mano a la frente.
—¡Ya me lo has dicho un millón de veces! —gritó exaltada—. Y no me importa en absoluto cuán sensible llegue a ser tu piel. —Negó con la cabeza en silencio—. ¡Dios mío! Seguro que incluso utilizas toallitas de bebé para limpiarte el trasero. Si es que no se encarga de eso alguna de tus criadas.
Él asintió lentamente.
—Sí, has acertado. Es curioso. Me lo limpio con toallitas de bebé con olor a lavanda —detalló—. Deberías probarlas. He traído unos veinte paquetes, seguro que me sobrará alguna. Ya verás qué bien huelen.
—Pero ¿tú de dónde has salido? ¿Me puedes decir quién es el malvado ser que te ha metido tantas tonterías en la cabeza?
—Nadie. Yo solito.
—Imposible. Esas cosas no nacen de uno mismo —replicó ella, y casi sintió pena por Logan—. La gente no tiene esos instintos hipocondríacos.
—¿Qué tiene de malo?
—¡Todo! No se puede vivir así; estás totalmente limitado.
—________, a ti te limita tu cara frente a la sociedad y, ¿ves?, no es ningún problema. Incluso diría que pareces ligeramente feliz. Obviamente eres un ser demasiado conformista para mi gusto, pero…
—Basta. De verdad. No me interesa seguir escuchando tus tonterías. Es hora de irnos.
Logan la siguió hasta la calle. Se preguntaba si los amigos serían mucho peor que ella. No estaba seguro de cómo debía comportarse. Hasta el momento jamás había conocido a nadie fuera de su acomodado colegio, donde todos seguían su mismo estilo de vida. Temía encontrarse con varios clones de Kendall, rodeándole sin piedad. Se frotó las manos, temeroso de tener que enfrentarse ante lo desconocido. No le gustaba aquello de no llevar las riendas de la situación. Mientras que en su casa había sido todo un rey, allí el nivel había bajado al de patético príncipe.
Cómo comportarse con desconocidos
Abigail estrechó al joven en un fuerte abrazo que por poco le deja sin respiración. Se limpió una lagrimilla que le rodaba por la mejilla izquierda y volvió a abrazarle.
—¡Oh, Logan, eres un regalo caído del cielo! —gimoteó con afectación—. Pero ¿cómo se te ocurre pagar la compra?
Logró escapar de los brazos de la señora Graham cuando esta se distrajo por el pitido del microondas. Se sacudió la ropa. _________ resopló a su espalda, consternada por el comportamiento nada apropiado de su madre. Se dijo que desde luego no tenía ni idea de con quién estaba hablando: con el demonio. Un demonio despiadado e insufrible.
—He decidido encargarme de la compra durante el mes que pase aquí —informó Logan—. Creo que es lo menos que puedo hacer. Y, como usted sabe que mi alimentación es algo compleja, será mejor que me haga responsable de ella. El supermercado me ha fascinado.
Aquello fue suficiente para Abigail, que parecía a punto de explotar de alegría. Ella prometió darle más presupuesto para la compra semanal y añadió que ___________ le acompañaría cada vez que tuviese que salir, sin siquiera preguntar a la aludida.
—¿Sabes? Serías el hombre perfecto para mi hija. —La señora Graham señaló a la chica, apoyada en el dintel de la puerta de brazos cruzados—. Es tan desorganizada… tú equilibrarías su desorden.
Logan tosió. _________ también. Se dirigieron una mirada afilada que podría haberse traducido por «Ni en tus mejores sueños seríamos pareja». La madre no pareció reparar en la tensión en los hombros de ambos jóvenes.
—Yo guardaré todo esto —se apresuró a ofrecerse él—. He comprado cien Tuperwares para poder organizar adecuadamente la comida.
—Oh, increíble. Logan, eres increíble…
_______ cerró los ojos con fuerza y se largó de la cocina. Si su madre continuaba halagándole de aquel modo, solo conseguiría que su ego aumentase más y más —si es que aquello era humanamente posible—. Tenía que encontrar algún modo de fijar un límite, unas reglas de comportamiento que equilibrasen la situación. Aprovechó el resto de la tarde para darse un baño relajante, ya que supuso que James se encontraría ocupado con la distribución de los nutrientes por orden alfabético.
Sumergió la cabeza en el agua. Después, cuando salió a la superficie, respiró con fuerza. Tenía ganas de ver a sus amigos. Echaba de menos pasar las tardes sentada en un parque cualquiera charlando. Llevarse a James con ella y presentárselo a sus colegas no le hacía ninguna gracia. Temía que acabasen apedreándolo. Aunque James, un chico que llevaba tras ella desde que tenían catorce años y que incluso había escrito un libro autobiográfico, se parecía a Logan en ciertos aspectos. Cabía la posibilidad de que se llevasen bien. Por otro lado, también era probable que, tras conocerse, surgiese entre ambos una especie de competitividad: la lucha por el poder de la estupidez.
Se vistió lentamente antes de dirigirse de nuevo hacia la cocina. La nevera estaba repleta de Tupperwares transparentes, amontonados unos sobre otros como si fuesen una exposición de arte moderno. En casi todos ellos estaba escrito el nombre de Logan seguido de una fecha. _________ supuso que había organizado qué comería cada día de la semana siguiente. Y se preguntó cómo alguien podía tener tanta paciencia para administrar al detalle todo aquello. Cerró la nevera bruscamente.
—¿Te gusta cómo ha quedado? —preguntó Logan, al tiempo que se sentaba en una de las sillas.
—Ha quedado ridículo —espetó _________, sirviéndose un poco de café.
—Pero ¿qué dices? Tu madre me ha felicitado varias veces por ello. —Sonrió abiertamente, orgulloso de su hazaña—. Por cierto, me he tomado la molestia de organizar también tu comida. Esta noche te toca ensalada. Ya va siendo hora de que dejes de comer fritos a todas horas —agregó.
________ se atragantó con el café.
—Espero que no estés hablando en serio. No eres nadie para decidir cómo debo alimentarme.
—¡Encima de que me preocupo por ti! Deberías arrodillarte, besar mis pulcros zapatos y agradecérmelo.
—Pero ¿tú quién te crees que eres? ¿El príncipe de Inglaterra?
—No, pero trátame como si lo fuese. Así marcamos nuestras diferencias sociales.
_________ arrugó la nariz, furiosa.
—Esta tarde he quedado con mis amigos.
—¿Crees que me importa? Guárdate tus culebrones rosas. —Pestañeó con afectación.
—Debería importarte, Logan, porque vendrás conmigo —le informó, entusiasmada al percibir el sufrimiento que ensombrecía su rostro.
—No se te da nada bien eso de contar chistes.
—Tienes dos opciones —le explicó ________—. Puedes venir conmigo o quedarte en casa con Kendall. A solas.
Logan abrió desmesuradamente los ojos.
—Soy joven para morir —dijo—. Ni en broma me quedaría a solas con ese mendigo harapiento. Si llego a saber que conviviría con alguien como Kendall habría pedido a mis guardaespaldas que me acompañasen.
________ le miró fijamente, asombrada. Negó con la cabeza, intentando convencerse de que todo aquello no era cierto.
—¿Tenías guardaespaldas en Londres?
—Pues claro, ¿quién si no iba a protegerme? —Se limpió las uñas distraído, observando la perfección de estas bajo la luz que entraba por la ventana de la cocina—. Ellos siempre iban detrás de mí. Y, en casa, se quedaban quietos como estatuas a la espera de recibir mis órdenes.
—Empiezo a comprender de dónde viene tu estupidez —objetó ella, consternada al escuchar todo aquello—. Creo que tus padres te han malcriado.
—¿Mis padres? —Logan la miró sin comprender—. Casi nunca están en casa; así que no han tenido la oportunidad de malcriarme. Pero no importa, tengo a todo un equipo profesional bajo mi supervisión. Son realmente eficientes, tendrías que verlos algún día.
—No sabes la ilusión que me hace —terció ella irónica, poniendo los ojos en blanco.
—Tranquila, era un decir, por pura cortesía. —Sonrió—. Tú jamás pondrás un pie en mi mansión. Antes de que entrases, soltaría a los perros y terminarías corriendo calle abajo como una punki cualquiera.
_________ resopló, se terminó el café y dejó la taza en la pila con un golpe seco. Logan la señaló.
—¿Es que no piensas fregarla? —preguntó consternado.
—No, lo haré más tarde —respondió ella mientras se abrochaba la chaqueta.
—Pero si la dejas ahí demasiado tiempo se llenará de moho —explicó Logan sin dar su brazo a torcer—. Y los bichos acudirán a ella. - hizo una seña de ataque, -!son una amenaza y son mortales!
—¡Límpiala tú si tanto te importa!
—Lo siento, yo jamás he hecho eso. —Sonrió y se levantó—. Mis manos no están preparadas para enfrentarse a cualquier jabón doméstico. Tengo la piel sensible.
________ se llevó una mano a la frente.
—¡Ya me lo has dicho un millón de veces! —gritó exaltada—. Y no me importa en absoluto cuán sensible llegue a ser tu piel. —Negó con la cabeza en silencio—. ¡Dios mío! Seguro que incluso utilizas toallitas de bebé para limpiarte el trasero. Si es que no se encarga de eso alguna de tus criadas.
Él asintió lentamente.
—Sí, has acertado. Es curioso. Me lo limpio con toallitas de bebé con olor a lavanda —detalló—. Deberías probarlas. He traído unos veinte paquetes, seguro que me sobrará alguna. Ya verás qué bien huelen.
—Pero ¿tú de dónde has salido? ¿Me puedes decir quién es el malvado ser que te ha metido tantas tonterías en la cabeza?
—Nadie. Yo solito.
—Imposible. Esas cosas no nacen de uno mismo —replicó ella, y casi sintió pena por Logan—. La gente no tiene esos instintos hipocondríacos.
—¿Qué tiene de malo?
—¡Todo! No se puede vivir así; estás totalmente limitado.
—________, a ti te limita tu cara frente a la sociedad y, ¿ves?, no es ningún problema. Incluso diría que pareces ligeramente feliz. Obviamente eres un ser demasiado conformista para mi gusto, pero…
—Basta. De verdad. No me interesa seguir escuchando tus tonterías. Es hora de irnos.
Logan la siguió hasta la calle. Se preguntaba si los amigos serían mucho peor que ella. No estaba seguro de cómo debía comportarse. Hasta el momento jamás había conocido a nadie fuera de su acomodado colegio, donde todos seguían su mismo estilo de vida. Temía encontrarse con varios clones de Kendall, rodeándole sin piedad. Se frotó las manos, temeroso de tener que enfrentarse ante lo desconocido. No le gustaba aquello de no llevar las riendas de la situación. Mientras que en su casa había sido todo un rey, allí el nivel había bajado al de patético príncipe.
gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
9
Colegas
En cuanto los vio a lo lejos, Logan reprimió el vehemente impulso de huir. Quería, realmente deseaba desaparecer de allí. En un parque repleto de insectos, donde las abejas zumbaban a su antojo de un lado a otro y los caracoles babeaban la corteza de los árboles, se amontonaba un grupo de seres extraños. Le miraban de forma rara. Le miraban demasiado, a decir verdad; como si le estuviesen estudiando para describirlo después en un importante examen. Asió del codo a ________ y se inclinó para hablarle al oído.
—Dime que esos no son tus amigos —masculló—, dime que solo son un grupo circense que ha decidido descansar un rato antes de marcharse a otra ciudad.
________ sonrió con aire malicioso. Sí, claro que sí: aquellos eran sus amigos. Todavía no habían llegado todos, algunos siempre se retrasaban y no se dignaban aparecer hasta media tarde. Se giró hacia Logan, cuyo rostro estaba ahora pálido, tornándose de un blanco intenso como si estuviese cubierto de deliciosa nata montada.
—Son simpáticos, tranquilo.
—Solo un ciego podría estar tranquilo en estos momentos —añadió él en voz baja. Y, por un instante, deseó ser ciego para no ver a esos elementos.
Llegaron hasta el banco de madera donde todos estaban sentados. A Logan se le ocurrió la estúpida idea de sonreír al máximo, mostrando tensión en la curvatura de los labios. Uno de los chicos, de aspecto macarra, se abrochó la chaqueta de cuero hasta el cuello mientras le echaba al chico un vistazo rápido, como si estuviera decidiendo si lo mataba allí mismo o esperaba un poco antes del derramamiento de sangre.
—¿Tu amigo nos está enseñando su nuevo blanqueamiento dental o qué?
—Carlos, él es Logan, el chico que va a pasar un mes en mi casa —los presentó _______ , ignorando el comentario del primero.
—Encantado de conocerlos —dijo Logan.
Todos rieron.
—¡Qué chico tan formal! —explotó Cloe, que le dedicó un seductor pestañeo antes de mirar a sus amigos—. No como estos, que solo saben comportarse como animales. Yo también estoy encantada de conocerte, guapo —dijo, y le dio un beso en la mejilla.
Logan torció el rostro dibujando una mueca de asco. ________ se inclinó con disimulo hacia él.
—Como te limpies las mejillas te mato —le advirtió.
Él la miró apenado.
—Por favor, estoy lleno de pintalabios. Haz algo o montaré un espectáculo.
________ aprovechó el hecho de que casi todos sus amigos estaban entretenidos entre ellos para fingir que iba a quitarle una pestaña del ojo con un pañuelo. Hoscamente, le restregó las mejillas y le libró de la pesada carga de gérmenes que tanto le preocupaban. Él sonrió divertido.
—Gracias, sirvienta. Ya puede retirarse —le susurró bromeando.
Ella le fulminó con la mirada, advirtiéndole con antelación de que no estaba dispuesta a soportar sus juegos en ese momento. Logan suspiró y comenzó a aburrirse poco después. Los amigos de _________ eran incluso más raros que ella. El tal Carlos le miraba francamente mal, como si fuese un estorbo. Otros dos se dedicaban a ignorarlo, hablando entre ellos. El resto eran chicas. Todas ellas le observaban expectantes, haciéndole a ________ preguntas sin sentido sobre él, especialmente Cloe.
—¿Y cómo se lleva con tu hermano? —preguntó una de ellas, Nixie.
—Oh, pues… bien —balbució ________, sin estar segura de qué decir al respecto.
—Hum… —Nixie sonrió, mordiéndose el labio inferior—. ¡Kendall es tan sexy!
Logan parpadeó confundido. ¿Aquello era sarcasmo? Estaba a punto de reír tontamente para quedar bien cuando advirtió que el comentario sobre la sensualidad del Mendigo iba en serio.
—Espero que no decida nunca cortarse el fleco, perdería todo su atractivo salvaje —añadió la chica.
—¡ama, que es mi hermano, córtatela! —se quejó ________.
Logan iba a protestar a su vez, diciéndole «¡chica, no estoy sordo! Y tus comentarios duelen», pero se contuvo. Quería estudiar a aquellos individuos. Eran realmente curiosos, algo estrambóticos también. Rápidamente dejó a un lado al grupo de chicos, que no le hacían ningún caso, y se acercó más a ellas, como un felino sigiloso que acaba de descubrir que la carne existe.
—¿Te está gustando América, Logan? —le preguntó Cloe, mientras se retocaba el pintalabios, de un rojo ciruela.
—Sí, mucho. El supermercado es genial —contestó.
Cloe lo miró extrañada. Después se sacudió la larga melena rubia hacia atrás con soltura. Logan dedujo que no le llegaba a él ni a la suela de los zapatos en cuanto a elegancia.
—¿Te gustaría venir esta noche a mi casa? —preguntó la chica, sin ningún tipo de vacilación en la voz. Logan tragó saliva despacio, sintiendo cómo el miedo le revolvía el estómago—. He pensado que podríamos reunirnos todos allí, para ver películas y… lo que surja.
«Y… lo que surja.» Logan miró a _________ desesperado, deseoso de que ella le defendiese, ¡tenía que hacer algo! Era demasiado guapo como para pasar desapercibido, eso lo entendía sin problemas. Y lo aceptaba, vaya que sí. Pero, ciertamente, no estaba preparado para enfrentarse a aquella devoradora de hombres, que parecía realmente hambrienta. Tragó saliva despacio.
—No creo. Me gusta acostarme pronto, siempre lo hago —se excusó. Y era cierto.
Cloe sonrió con malicia, Logan lo notó en el brillo inhumano de sus ojos oscuros, que se encendieron como una linterna en medio de la oscuridad.
—No importa —se acercó más a él—, puedes quedarte a dormir en mi casa si quieres. Mis padres no estarán…
Él palidecía por instantes. ________ le miró divertida, mientras Nixie continuaba halagando al piojoso de Kendall. Intentó pensar en algo que lograse fastidiar a las dos chicas: tanto a la insaciable de Cloe como a la idiota de ________, que no se dignaba sacarlo de aquel apuro. Sonrió con gesto malévolo cuando una idea cruzó su mente como una estrella fugaz.
—Si me quedase a dormir en tu casa, ________ se pondría realmente celosa. Es bastante posesiva —explicó, señalando a la aludida, que le miraba con la boca abierta.
________ apretó los puños con fuerza, furiosa. ¿Cómo podía mentir tan vilmente? ¡Ella hubiese estado encantada de que se quedase a dormir en casa de Cloe! ¡Y no solo un día, sino hasta que tuviese que regresar a Londres, a ser posible! Perderle de vista sería un regalo divino.
—Cloe, no te lo aconsejo —le dijo a su amiga—. Tiene ladillas —añadió.
Logan pensó que iba a desfallecer. ¿Ladillas? Sí, las conocía bien. Había estudiado todas las enfermedades existentes en el mundo por su cuenta con el objeto de evitarlas. Recordó que se trasmitían mediante las relaciones sexuales y le dirigió a ________ una mirada de ternura antes de hablar.
—Me las habrás pegado tú, cariño… —susurró delicadamente.
—¿se han acostado? —preguntó Cloe, visiblemente molesta y decepcionada.
—¡No, claro que no! —se defendió ________, consternada. Aquello estaba yendo demasiado lejos. Los chicos habían dejado de hablar de sus cosas para mirarles, pendientes de la conversación.
—Ahora dice eso —farfulló Logan, mientras negaba con la cabeza con dramatizada indiferencia—. Es curioso. Pero anoche solo decía «Sí, más, sí, sigue».
Los chicos, liderados por Carlos, rieron al unísono. Mientras exclamaban «¡Este es de los nuestros!» y se tronchaban a carcajadas. ________ se cruzó de brazos, arrepintiéndose al instante de haber llevado a James consigo.
—Solo hubiese dicho esas palabras en otro contexto, como «Sí, más, sí, sigue ahorcándote, imbécil» —aclaró furiosa. Sus ojos destellaban rabia.
Logan se molestó. Deseaba con todas sus fuerzas que _______ quedase mal delante de sus amigos. Se aburría. Y no soportaba que ella le tratase con esa superioridad desmesurada, sin aceptar cuál era su lugar en aquel dúo. Su lugar era, desde luego, el de más abajo.
—¡Mujeres! ¿Quién las entiende? —añadió Logan, y no supo qué más decir para salir de aquel embrollo.
Carlos asintió pensativo, al compás de los otros dos, que parecían imitarle en todo momento.
—Tienes razón, apa, son complicadas, ¿eh? —Le dio una palmada en la espalda.
Logan se encogió de hombros.
Entonces oyó a lo lejos un silbido suave, empalagoso… que le molestó de inmediato. Se giró bruscamente cuando Nixie dijo: «Ahí llega James». El susodicho vestía bien. Bastante bien. Llevaba unos vaqueros pulcros, combinados con un suéter marrón, y aun a distancia Logan pudo apreciar la buena calidad del tejido. Frunció el ceño, conforme este se acercaba más, y advertía su cabello castaño, cuidado y repeinado. Se fijó en sus manos, en la perfecta curvatura del corte de sus uñas, en la suave piel de su rostro hidratado, la elegante forma de andar y los danzantes movimientos que le acompañaban descaradamente. James no le gustó. James era pura competencia. El príncipe falso, de plástico, que pretendía robarle el trono. No estaba dispuesto a permitir que aquello sucediese.
—¿Cómo va todo? —preguntó al llegar, dirigiéndole a ________ una mirada repleta de interés. Interés que Logan no entendió, pero que sí le molestó.
—Bien, apa —dijo Carlos—. Oye, mira, este de aquí es Logan, el chico de intercambio que está en casa de ________. Es la noveda’.
Se dieron la mano. Sus miradas chocaron al instante emanando odio. Odio porque ambos pudieron distinguir la suavidad resbaladiza de las manos del contrario. Logan se molesto aún más cuando descubrió que James llevaba la misma colonia que él: una colonia casi exclusiva que debía pedir por encargo para que se la trajesen desde Francia.
—Me llamo James Maslow —saludó el otro, frunciendo el entrecejo—. Quizá me conozcas por mi libro.
—¿Qué libro? —Logan soltó rápidamente su mano. Se limpió en una servilleta.
—¿No te lo ha contado ________? —Se giró hacia ella, que escondió el rostro entre las manos—. He escrito un libro con solo dieciocho años. Tuve una vida difícil, una infancia terriblemente dolorosa —explicó, dramatizando en exceso para el gusto de Logan—. Así que terminé escribiendo mi biografía, que se ha vendido muchísimo y me ha hecho rico.
—Me alegra no ser entonces el único rico de aquí —siseó Logan.
________ resopló. El resto de sus amigos parecían divertidos. Ella había esperado aquello. La competencia por el poder de la estupidez había surgido, desatándose con una ferocidad abrumadora. ________ se pasó una mano por la frente, recordando que lo único por lo que no competirían sería por ella, afortunadamente. James llevaba desde los catorce años persiguiéndola e intentando que saliesen juntos, algo a lo que ella se había negado constantemente. Aunque parecido a Logan, era más respetuoso que él y mas agradable con ella, inmensa e infinitamente. Igual de aristocrático, pero menos espabilado e irónico que el otro.
—No, no lo eres. James sonrió forzado—. Así compartiremos el puesto. Por cierto, ¿cuánto tiempo piensas quedarte en casa de _________?
—Un mes —contestó Logan, incómodo.
—Oh, ¡qué barbaridad! —explotó—. Los intercambios de hoy en día duran demasiado. La educación está fatal. ¿No echarás de menos a tu familia?
—No —respondió el otro, contundente.
—Qué poco sentimental.
—James, déjalo en paz —dijo ________ para calmar los ánimos.
Cloe parecía visiblemente molesta por no poder seguir hablando con Logan sobre el asunto de dormir en su casa.
—Entonces, ¿vendrás esta noche? —insistió poniendo pucheros.
—¿Adónde tiene que ir? —preguntó el recién llegado con curiosidad.
—A mi casa, para ver unas películas —aclaró Cloe, deseosa de que no volviesen a interrumpir su conversación.
—Yo me apunto —contestó James, sonriente.
Logan se disponía a responder que no, pero la seguridad de su contrincante le hizo dudar. Miró a _______, quien se encogió de hombros deseando huir de allí.
—Yo también iré —contestó entonces, alzando la cabeza con orgullo—. Con _________ —añadió. Y sonrió tímidamente al notar el malestar en el rostro de James.
—Gracias por preguntarme si me apetece ir —se quejó ella.
—Oh, vamos, lo pasaremos bien —intervino Carlos—. Tiene razón tu amigo, las mujeres son incomprensibles.
Los otros dos asintieron mecánicamente. Cloe se levantó irritada, sacudiendo su melena. Había pensado en una velada íntima con aquel apuesto ingles, no en una reunión de amigotes. Ya se las apañaría para lograr estar a solas con él.
—Podrías invitar a Kendall —añadió Nixie.
—Ni lo sueñes —atajó __________ molesta—. Seguro que habrá quedado con sus amigos. La semana que viene es su cumpleaños y lo celebraremos en casa; los invitaré a todos. No desesperes, Nixie.
Logan sonrió de nuevo y comenzó a trazar un plan mentalmente para vencer al enemigo. Había descubierto el punto débil de James: la indeseable Kelsey.
[/b]
Colegas
En cuanto los vio a lo lejos, Logan reprimió el vehemente impulso de huir. Quería, realmente deseaba desaparecer de allí. En un parque repleto de insectos, donde las abejas zumbaban a su antojo de un lado a otro y los caracoles babeaban la corteza de los árboles, se amontonaba un grupo de seres extraños. Le miraban de forma rara. Le miraban demasiado, a decir verdad; como si le estuviesen estudiando para describirlo después en un importante examen. Asió del codo a ________ y se inclinó para hablarle al oído.
—Dime que esos no son tus amigos —masculló—, dime que solo son un grupo circense que ha decidido descansar un rato antes de marcharse a otra ciudad.
________ sonrió con aire malicioso. Sí, claro que sí: aquellos eran sus amigos. Todavía no habían llegado todos, algunos siempre se retrasaban y no se dignaban aparecer hasta media tarde. Se giró hacia Logan, cuyo rostro estaba ahora pálido, tornándose de un blanco intenso como si estuviese cubierto de deliciosa nata montada.
—Son simpáticos, tranquilo.
—Solo un ciego podría estar tranquilo en estos momentos —añadió él en voz baja. Y, por un instante, deseó ser ciego para no ver a esos elementos.
Llegaron hasta el banco de madera donde todos estaban sentados. A Logan se le ocurrió la estúpida idea de sonreír al máximo, mostrando tensión en la curvatura de los labios. Uno de los chicos, de aspecto macarra, se abrochó la chaqueta de cuero hasta el cuello mientras le echaba al chico un vistazo rápido, como si estuviera decidiendo si lo mataba allí mismo o esperaba un poco antes del derramamiento de sangre.
—¿Tu amigo nos está enseñando su nuevo blanqueamiento dental o qué?
—Carlos, él es Logan, el chico que va a pasar un mes en mi casa —los presentó _______ , ignorando el comentario del primero.
—Encantado de conocerlos —dijo Logan.
Todos rieron.
—¡Qué chico tan formal! —explotó Cloe, que le dedicó un seductor pestañeo antes de mirar a sus amigos—. No como estos, que solo saben comportarse como animales. Yo también estoy encantada de conocerte, guapo —dijo, y le dio un beso en la mejilla.
Logan torció el rostro dibujando una mueca de asco. ________ se inclinó con disimulo hacia él.
—Como te limpies las mejillas te mato —le advirtió.
Él la miró apenado.
—Por favor, estoy lleno de pintalabios. Haz algo o montaré un espectáculo.
________ aprovechó el hecho de que casi todos sus amigos estaban entretenidos entre ellos para fingir que iba a quitarle una pestaña del ojo con un pañuelo. Hoscamente, le restregó las mejillas y le libró de la pesada carga de gérmenes que tanto le preocupaban. Él sonrió divertido.
—Gracias, sirvienta. Ya puede retirarse —le susurró bromeando.
Ella le fulminó con la mirada, advirtiéndole con antelación de que no estaba dispuesta a soportar sus juegos en ese momento. Logan suspiró y comenzó a aburrirse poco después. Los amigos de _________ eran incluso más raros que ella. El tal Carlos le miraba francamente mal, como si fuese un estorbo. Otros dos se dedicaban a ignorarlo, hablando entre ellos. El resto eran chicas. Todas ellas le observaban expectantes, haciéndole a ________ preguntas sin sentido sobre él, especialmente Cloe.
—¿Y cómo se lleva con tu hermano? —preguntó una de ellas, Nixie.
—Oh, pues… bien —balbució ________, sin estar segura de qué decir al respecto.
—Hum… —Nixie sonrió, mordiéndose el labio inferior—. ¡Kendall es tan sexy!
Logan parpadeó confundido. ¿Aquello era sarcasmo? Estaba a punto de reír tontamente para quedar bien cuando advirtió que el comentario sobre la sensualidad del Mendigo iba en serio.
—Espero que no decida nunca cortarse el fleco, perdería todo su atractivo salvaje —añadió la chica.
—¡ama, que es mi hermano, córtatela! —se quejó ________.
Logan iba a protestar a su vez, diciéndole «¡chica, no estoy sordo! Y tus comentarios duelen», pero se contuvo. Quería estudiar a aquellos individuos. Eran realmente curiosos, algo estrambóticos también. Rápidamente dejó a un lado al grupo de chicos, que no le hacían ningún caso, y se acercó más a ellas, como un felino sigiloso que acaba de descubrir que la carne existe.
—¿Te está gustando América, Logan? —le preguntó Cloe, mientras se retocaba el pintalabios, de un rojo ciruela.
—Sí, mucho. El supermercado es genial —contestó.
Cloe lo miró extrañada. Después se sacudió la larga melena rubia hacia atrás con soltura. Logan dedujo que no le llegaba a él ni a la suela de los zapatos en cuanto a elegancia.
—¿Te gustaría venir esta noche a mi casa? —preguntó la chica, sin ningún tipo de vacilación en la voz. Logan tragó saliva despacio, sintiendo cómo el miedo le revolvía el estómago—. He pensado que podríamos reunirnos todos allí, para ver películas y… lo que surja.
«Y… lo que surja.» Logan miró a _________ desesperado, deseoso de que ella le defendiese, ¡tenía que hacer algo! Era demasiado guapo como para pasar desapercibido, eso lo entendía sin problemas. Y lo aceptaba, vaya que sí. Pero, ciertamente, no estaba preparado para enfrentarse a aquella devoradora de hombres, que parecía realmente hambrienta. Tragó saliva despacio.
—No creo. Me gusta acostarme pronto, siempre lo hago —se excusó. Y era cierto.
Cloe sonrió con malicia, Logan lo notó en el brillo inhumano de sus ojos oscuros, que se encendieron como una linterna en medio de la oscuridad.
—No importa —se acercó más a él—, puedes quedarte a dormir en mi casa si quieres. Mis padres no estarán…
Él palidecía por instantes. ________ le miró divertida, mientras Nixie continuaba halagando al piojoso de Kendall. Intentó pensar en algo que lograse fastidiar a las dos chicas: tanto a la insaciable de Cloe como a la idiota de ________, que no se dignaba sacarlo de aquel apuro. Sonrió con gesto malévolo cuando una idea cruzó su mente como una estrella fugaz.
—Si me quedase a dormir en tu casa, ________ se pondría realmente celosa. Es bastante posesiva —explicó, señalando a la aludida, que le miraba con la boca abierta.
________ apretó los puños con fuerza, furiosa. ¿Cómo podía mentir tan vilmente? ¡Ella hubiese estado encantada de que se quedase a dormir en casa de Cloe! ¡Y no solo un día, sino hasta que tuviese que regresar a Londres, a ser posible! Perderle de vista sería un regalo divino.
—Cloe, no te lo aconsejo —le dijo a su amiga—. Tiene ladillas —añadió.
Logan pensó que iba a desfallecer. ¿Ladillas? Sí, las conocía bien. Había estudiado todas las enfermedades existentes en el mundo por su cuenta con el objeto de evitarlas. Recordó que se trasmitían mediante las relaciones sexuales y le dirigió a ________ una mirada de ternura antes de hablar.
—Me las habrás pegado tú, cariño… —susurró delicadamente.
—¿se han acostado? —preguntó Cloe, visiblemente molesta y decepcionada.
—¡No, claro que no! —se defendió ________, consternada. Aquello estaba yendo demasiado lejos. Los chicos habían dejado de hablar de sus cosas para mirarles, pendientes de la conversación.
—Ahora dice eso —farfulló Logan, mientras negaba con la cabeza con dramatizada indiferencia—. Es curioso. Pero anoche solo decía «Sí, más, sí, sigue».
Los chicos, liderados por Carlos, rieron al unísono. Mientras exclamaban «¡Este es de los nuestros!» y se tronchaban a carcajadas. ________ se cruzó de brazos, arrepintiéndose al instante de haber llevado a James consigo.
—Solo hubiese dicho esas palabras en otro contexto, como «Sí, más, sí, sigue ahorcándote, imbécil» —aclaró furiosa. Sus ojos destellaban rabia.
Logan se molestó. Deseaba con todas sus fuerzas que _______ quedase mal delante de sus amigos. Se aburría. Y no soportaba que ella le tratase con esa superioridad desmesurada, sin aceptar cuál era su lugar en aquel dúo. Su lugar era, desde luego, el de más abajo.
—¡Mujeres! ¿Quién las entiende? —añadió Logan, y no supo qué más decir para salir de aquel embrollo.
Carlos asintió pensativo, al compás de los otros dos, que parecían imitarle en todo momento.
—Tienes razón, apa, son complicadas, ¿eh? —Le dio una palmada en la espalda.
Logan se encogió de hombros.
Entonces oyó a lo lejos un silbido suave, empalagoso… que le molestó de inmediato. Se giró bruscamente cuando Nixie dijo: «Ahí llega James». El susodicho vestía bien. Bastante bien. Llevaba unos vaqueros pulcros, combinados con un suéter marrón, y aun a distancia Logan pudo apreciar la buena calidad del tejido. Frunció el ceño, conforme este se acercaba más, y advertía su cabello castaño, cuidado y repeinado. Se fijó en sus manos, en la perfecta curvatura del corte de sus uñas, en la suave piel de su rostro hidratado, la elegante forma de andar y los danzantes movimientos que le acompañaban descaradamente. James no le gustó. James era pura competencia. El príncipe falso, de plástico, que pretendía robarle el trono. No estaba dispuesto a permitir que aquello sucediese.
—¿Cómo va todo? —preguntó al llegar, dirigiéndole a ________ una mirada repleta de interés. Interés que Logan no entendió, pero que sí le molestó.
—Bien, apa —dijo Carlos—. Oye, mira, este de aquí es Logan, el chico de intercambio que está en casa de ________. Es la noveda’.
Se dieron la mano. Sus miradas chocaron al instante emanando odio. Odio porque ambos pudieron distinguir la suavidad resbaladiza de las manos del contrario. Logan se molesto aún más cuando descubrió que James llevaba la misma colonia que él: una colonia casi exclusiva que debía pedir por encargo para que se la trajesen desde Francia.
—Me llamo James Maslow —saludó el otro, frunciendo el entrecejo—. Quizá me conozcas por mi libro.
—¿Qué libro? —Logan soltó rápidamente su mano. Se limpió en una servilleta.
—¿No te lo ha contado ________? —Se giró hacia ella, que escondió el rostro entre las manos—. He escrito un libro con solo dieciocho años. Tuve una vida difícil, una infancia terriblemente dolorosa —explicó, dramatizando en exceso para el gusto de Logan—. Así que terminé escribiendo mi biografía, que se ha vendido muchísimo y me ha hecho rico.
—Me alegra no ser entonces el único rico de aquí —siseó Logan.
________ resopló. El resto de sus amigos parecían divertidos. Ella había esperado aquello. La competencia por el poder de la estupidez había surgido, desatándose con una ferocidad abrumadora. ________ se pasó una mano por la frente, recordando que lo único por lo que no competirían sería por ella, afortunadamente. James llevaba desde los catorce años persiguiéndola e intentando que saliesen juntos, algo a lo que ella se había negado constantemente. Aunque parecido a Logan, era más respetuoso que él y mas agradable con ella, inmensa e infinitamente. Igual de aristocrático, pero menos espabilado e irónico que el otro.
—No, no lo eres. James sonrió forzado—. Así compartiremos el puesto. Por cierto, ¿cuánto tiempo piensas quedarte en casa de _________?
—Un mes —contestó Logan, incómodo.
—Oh, ¡qué barbaridad! —explotó—. Los intercambios de hoy en día duran demasiado. La educación está fatal. ¿No echarás de menos a tu familia?
—No —respondió el otro, contundente.
—Qué poco sentimental.
—James, déjalo en paz —dijo ________ para calmar los ánimos.
Cloe parecía visiblemente molesta por no poder seguir hablando con Logan sobre el asunto de dormir en su casa.
—Entonces, ¿vendrás esta noche? —insistió poniendo pucheros.
—¿Adónde tiene que ir? —preguntó el recién llegado con curiosidad.
—A mi casa, para ver unas películas —aclaró Cloe, deseosa de que no volviesen a interrumpir su conversación.
—Yo me apunto —contestó James, sonriente.
Logan se disponía a responder que no, pero la seguridad de su contrincante le hizo dudar. Miró a _______, quien se encogió de hombros deseando huir de allí.
—Yo también iré —contestó entonces, alzando la cabeza con orgullo—. Con _________ —añadió. Y sonrió tímidamente al notar el malestar en el rostro de James.
—Gracias por preguntarme si me apetece ir —se quejó ella.
—Oh, vamos, lo pasaremos bien —intervino Carlos—. Tiene razón tu amigo, las mujeres son incomprensibles.
Los otros dos asintieron mecánicamente. Cloe se levantó irritada, sacudiendo su melena. Había pensado en una velada íntima con aquel apuesto ingles, no en una reunión de amigotes. Ya se las apañaría para lograr estar a solas con él.
—Podrías invitar a Kendall —añadió Nixie.
—Ni lo sueñes —atajó __________ molesta—. Seguro que habrá quedado con sus amigos. La semana que viene es su cumpleaños y lo celebraremos en casa; los invitaré a todos. No desesperes, Nixie.
Logan sonrió de nuevo y comenzó a trazar un plan mentalmente para vencer al enemigo. Había descubierto el punto débil de James: la indeseable Kelsey.
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gisell portilla
Re: [Resuelto]Besos de Murcielago Logan H & tu -termianda-
Hola espero y les gusten los caps. ustedes piden y la sigo con gusto!!! besos
gisell portilla
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