Break Of Dawn [Louis Tomlinson y Tu]

Ficha de la serie

Tres malditos meses desde que la conocía, no podía sacármela de la cabeza. Todas las noches estaba en la misma discoteca, tan elegante y con esos ojos verdes que indicaban exactamente lo que querían. Me querían a mí.

-Esto debería parar Invitado –Le rogaba. Cada noche era igual, bailábamos y terminábamos en mi piso.

-Pensaba que te gustaba divertirte. –Sonreía divertida. Maldita sea, esa sonrisa me volvía loco.- Sabes que estaré todas las noches aquí para ti, para siempre.

Pero ahí quedaba toda promesa, solo a las noches, un poco de diversión y luego se largaba al amanecer. Se esfumaba como un fantasma ¿Qué le pasaba? ¿Tanto podía asustar un poco de compromiso a una chica? No le pedía matrimonio, solo que se quedara a la mañana siguiente para que pudiera hacerle el desayuno. Quería compartir más tiempo con ella. Mucho más si podía ser, no separarme de ella nunca más.

Anny tenía razón, estaba jugando con él. Louis no se merecía que le hiciera algo tan terrible, parecía que iba a ser otra de mis víctimas, pero él era diferente, él realmente se preocupaba por mí.

-Sabes perfectamente que no le puedes contar la verdad. –Me explicaba mi mejor amiga mientras mordía el cuello de una de sus víctimas de esa noche.- Ser un maldito vampiro es un asco en ese aspecto, pero admitámoslo: nos encanta demasiado la sangre. –Y luego se echó a reír.- De todos modos, no tienes que actuar como si estuvieras enamorada de ese chico, es uno más.

-Uno más… -Me recordé a mí misma. Lástima que no fuera así, él era especial.- Esta noche todo va a terminar, decidido, o le muerdo o desaparezco, pero las cosas no pueden seguir así. –Dije decidida intentando convencer a mi cerebro y a mi corazón de ello.

Aquella noche iba a acabar todo. Estaba harto de esa situación. No me gustaba enamorarme de una chica que luego se largaba, que me dejaba tirado como una maldita colilla.

Los chicos y yo entramos como siempre a la discoteca aquella noche de verano y ahí estaba ella con un vestido de color rojo que llamaba la atención por su piel pálida, su pelo negro y sus ojazos verdes. Mierda, Louis, deja de pensar de ella de ese modo.

Cuando me dirigí a ella algo había cambiado. Ella no me miraba como acostumbraba a hacer con una sonrisa divertida, miraba hacia abajo como si quisiera evitarme.

-Hola. –Le saludé cortante, ella sonrió de lado, con amabilidad y siguió hablando con su mejor amiga, Anny.- ¿Ocurre algo?

-No, no te preocupes. –Sonreía, si su boca lo hacía, pero sus ojos seguían vacios y evitando mi mirada.

Le cogí de la mano y la arrastré hasta la entrada de la discoteca donde la música no era tan alta y la gente ya no se amontonaba ahí. Era hora de hablar.

No me gustaba lo que iba a decirme, algo le ocurría. Vendría como de costumbre a decirme que no podía seguir con ese juego, y esta vez estábamos en el mismo bando, yo tampoco quería seguir con eso.

-Mira estoy harto de levantarme solo cada mañana, es como si estuviera perdido cuando no estás. Todas las mañanas tengo la esperanza de que estarás a mi lado al amanecer y luego me doy cuenta que no es así. –Empezó a decirme.- Y me he cansado de esto, no pienso dejarte ir, esta vez no. No voy a rendirme hasta que te quedes una maldita mañana conmigo en mi piso ¡No te estoy pidiendo la Luna, precisamente!

-Yo… -No sabía que decir, me había quedado en blanco y eso no me había pasado nunca. Yo siempre sabía que decir, siempre tenía las palabras precisas para dejarlo todo claro, pero ese chico me había cambiado todo.- Lo siento… no puedo seguir con esto.

-¿Qué? ¿Por qué? –Louis estaba confuso, y quien no lo estaría.- Pensaba que nos lo pasábamos bien juntos ¿Qué ha cambiado?

-Nada, no ha cambiado nada, me lo paso bien contigo. –Dije intentando calmarme.- Pero no puedo quedarme a la mañana siguiente, simplemente no puedo. –No podía decirle la verdad, saldría corriendo.- Solo espero que el futuro encuentres a alguien mejor, que te enamores de ella, que sonrías como lo haces cuando estás conmigo.

Cogí mis cosas y me fui a casa. Aquella noche no iba a acabar en su piso como de costumbre. Las lágrimas caían por los lados de mis mejillas, mierda, me había enamorado de un humano. Primera regla de un vampiro: Jamás te enamores de un humano, jamás.

Veía como Invitado se iba corriendo de la discoteca. Esto no iba a quedar ahí. Sin que ella se diera cuenta la seguí, por una calle de Londres, luego por otra. Una hora andando, sola por la ciudad y no le importaba ¿Es que no veía que era peligroso? Después de salir de la ciudad había una sola casa, vieja, medio abandonada ¿Esa era su casa? Tenía que ser un error, eso no podía ser su casa.

Invitado abrió la puerta de la casa y entró no sin  antes quitarse los tacones para no hacer ruido. Iba a tocar la puerta, iba a decirle que ocurría, que le asustaba, quería explicaciones.