Crazy In Love |Niall Horan| [Terminada]

Las paredes blancas, el pasillo con las banquetas duras, los gritos de las diferentes habitaciones y los nervios lo eran todo.
Louis se paseaba de un lado a otro, tratando de mantener la calma pero no podía. Samantha solo lo miraba pasearse y de vez en cuando le decía que se tranquilizara. Pero el castaño no le hacía caso.
—¿te puedes calmar? —preguntó ahora impaciente.
—Eleanor—contestó, otra vez Louis.
—ella estará bien Lou, es solo un parto.
—me preocupa… ¿y si le sucede algo a ella? ¿o a mi hija? ¿Qué hago Sammie?
—calmarte, esa es la solución—Louis la miró y suspiró. Se sentó al lado de su prima y luego puso su cara entra sus manos.
—¿vendrán los chicos?
—Niall me llamó, vienen en camino—contestó con una amplia sonrisa la pelinegra—pasaron a buscar a Constance, la pobre casi se desmaya cuando le dije que Eleanor ya estaba entrando en parto. Tú sabes, se han hecho muy amigas.
—sí, lo sé. Jamás pude pensar que Eleanor y Connie estaba emparentadas.
—primas segundo grado, ¿Quién lo diría? —ambos se miraron y rieron. El mundo era a veces muy loco. Hace dos semanas, se habían enterado que la madre de Eleanor y el padre de Constance eran primos. Realmente fue extraño cuando se enteraron.
—¿Señor Louis Tomlinson? —de la nada, un doctor salió de una de las habitaciones, con el traje listo y acomodándose los guantes. Louis se levantó de inmediato y se acercó a él.
—soy yo—dijo desesperado—¿Cómo salió todo? ¿Cómo está ella?
—la señorita Eleanor está excelente y la pequeña también. Solo quería invitarlo a entrar y verlas.
—¡claro! —chilló de la alegría. Samantha se levantó también y miró como su primo iba a conocer a su pequeña hija. Sonrió automáticamente al saber que la nueva Tommo ya estaba aquí.
—¡Corran cuarteto de idiotas, apúrense! —una chillona voz comenzó a oírse en el pasivo lugar, haciendo que Samantha girara su cabeza en dirección de dónde provenía.  Vio como Constance, tomada de la mano de Liam corría desesperadamente hacia ella y cómo atrás, unos cansados Harry, Zayn y Niall corrían también. Samantha río ante la situación.
—¿ya nació? —preguntó entonces Connie cuando estuvo junto a ella.
—sí, Louis ya entró—respondió Samantha. Dirigió la mirada a su novio y le sonrió—espero que Louis no se desmaye allí adentro, ya saben cómo es—todos rieron—¿dónde estaban?
—terminando de desempacar tus cosas—contestó Niall alegre—no sabía que aun conservabas un oso de peluche llamado Bobo.
—¡Harry! —entonces, el grito de reproche fue al ruloso—deja de contarle a los chicos mi infancia.
—ese peluche es extraño Sammie, era lógico que preguntarían por él—Harry levantó sus manos en señal de “yo no hice nada”. La  ojiazul bufó.
—de acuerdo… ¿Qué tal está quedando el apartamento?
—perfecto—contestó Zayn—será una de las mejores mudanzas en las que he ayudado—sonrió orgulloso. En realidad, todos lo hicieron.
Después del baile escolar, después de aquel reencuentro, después de aquella noche, Samantha había logrado, junto a todos, incluyendo a Louis y a Eleanor, convencer a sus padres para volver a vivir a Doncaster.
En un comienzo, fue complicado. Joshua se negaba rotundamente y mucho más si era Niall quien se lo pedía. Pero fue realmente Louis quién logró convencerle y prometerle que la cuidaría como lo había hecho todos esos años.
Hace tres meses que Sammie vivía en Doncaster junto a Louis, pero como llegaría la bebé, se mudó a un apartamento con Connie, el cual estaba cerca de su universidad y del apartamento de los muchachos.
—¡quiero verla! —gritó Constance.
—Connie, cálmate, nos echarán por tu culpa—le dijo Niall.
—¿es que acaso no puedo ver a mi sobrinita?
—si te calmas la verás—dijo Harry.
Los seis jóvenes se sentaron en las banquetas, esperando a que Louis saliera y pudiera decirles como estaba la pequeña.
—¿Qué tal estaba Louis? —le preguntó Niall a Samantha, mientras entrelazaban sus dedos.
—nervioso. Caminaba de un lado a otro y era desesperante escuchar los gritos de Ele. No quiso entrar con ella al parto porque le tiene fobia a la sangre,  y era obvio que la pequeña nacería cubierta de… eso.
—lo imagino—sonrió
—¿Cuál será el nombre de ella? —preguntó Zayn. Samantha lo miró. Era una excelente pregunta. Louis y Eleanor habían dicho demasiados nombres pero nunca se decidieron por uno.
—no lo sé, jamás eligieron uno fijo.
—olviden eso, ya le tenemos uno—todos voltearon a ver a Louis, quien salía de la habitación con una amplia sonrisa.
—¿sí? —preguntó Sam—¿Cuál?
—Hayley—respondió con orgullo—Hayley Tomlinson.
—me gusta—dijeron los seis al mismo tiempo. Se miraron y rieron. Primera vez que se conectan de esa forma. Louis los miró.
—es lindo Hayley—dijo Sammie.
—opino lo mismo—acotó Niall. Los dos se miraron y luego rieron. Pensaron en lo mismo.
—que sea Elizabeth—dijo ella riendo.
—Amelié mejor—le dijo él.
—¿de qué hablan? —les preguntó Harry.
—de que cuando tengamos una hija se llamará Amelié—contestó Niall. Todos quedaron en silencio, para luego soltar las más grandes carcajadas que pudieron dar.
—¿qué les hace pensar aquello? —dijo Liam.
—no lo sé, el que quizás estemos siempre juntos—le dijo Samantha. Todos se sonrieron y luego se miraron.
Aquella era escena perfecta para retratar. Aquel era un momento perfecto.


“…—Samantha… despierta—le dijo, mientras agitaba su hombro no tan fuerte.
Sammie, inmediatamente al escuchar aquella dulce voz, abrió los ojos y despertó de golpe, asustando un poco a Niall.
—lo… lo siento— dijo avergonzada—demonios, me quedé dormida… quizás mi tutor ya se fue—tomó su bolso y se levantó del banco, pero Niall, la detuvo.
—oh no, tu tutor no se ha ido—sonrió—soy Niall Horan, tu nuevo tutor de química—a Samantha casi le da un infarto ahí mismo. No lo podía creer. Él estaba ahí, y le enseñaría la materia que ella más odia, aparte de matemáticas… pero sin desviarse. Niall James Horan Gallagher, su amor imposible desde hace cuatro años sería su tutor… todos los miércoles, a las 5:00 de la tarde.
—así que… ¿tú eres mi tutor? —sonrió—un gusto, soy Samantha…—pero Niall la interrumpió
—Woods. Samantha Woods…”


Todos pensaban que ella estaba loca de amor.
Lo que no sabían, es que ella no era la única.