Rightfully his (Zayn y Clare/tu) TERMINADA

Maraton :) aunque me da penita
que termine :( no quiero que acabe!
ya pase por la otra nove :)

Maratoooooooooooooooooooooooooooooooon! *.* No quiero que acabe ya pero tampoco puedo esperar ya, ansiiia pura de ver que pasa entre Zayn, Clare y no me olvido de la preciosas niñas :3

MARATÓN FINAL

CAPITULO 26

—Rizzo, querido —ronroneó Carme, poniendo el CD otra vez desde el principio—. Me gustaría volver a probar ese paso nuevo. El que me enseñaste la semana pasada.
Asintiendo, Rizzo se colgó el puro sin encender de las comisuras de los labios y caminó hacia Carme.
—Claro, muñeca, lo que tú digas.
Acababan de empezar a moverse al ritmo de la música cuando sonó el teléfono.
—Oh, tengo que contestar —dijo Carme — . Zayn está esperando que le traigan no sé qué.
Quitándose el pendiente de la oreja y tarareando suavemente, Carme se acercó al teléfono a responder.
-¿Diga?
—Hm,... madre, soy Clare.
—Sí, querida, después de treinta años creo que reconozco tu voz —dijo con una sonrisa la madre.
Al instante se dio cuenta de que ocurría algo, y una punzada de miedo la hizo sentarse en una silla, sin fuerzas en las rodillas.
—Clare, ¿qué ocurre? —Preguntó Carme, el corazón latiéndole con fuerza—. ¿Qué ocurre, querida? ¿Les ha ocurrido algo a las niñas?
—Oh, no, mamá, las niñas están bien. Pero necesito tu ayuda.
—Cariño, no te preocupes —dijo Carme, tranquilizándola— . Estoy aquí, querida. Pase lo que pase, estoy aquí y puedes contar conmigo para lo que sea, ya lo sabes. ¿Puedes decirme exactamente qué es lo que pasa?
Rizo estaba de pie delante de ella, con una expresión de preocupación en el rostro. Le tomó una mano entre las suyas y le dio una palmadita para tranquilizarla.
—Verás, madre, Zayn está detenido en la comisaría y necesito que vengas a buscar a las niñas.
Estupefacta, Carme parpadeó, tratando de digerir rápidamente lo que acababa de escuchar.
— Ya veo, querida —dijo, aunque lo cierto era que no entendía nada—. Dime dónde estás, querida, y Rizzo me llevará inmediatamente.
—Estoy en la oficina del sheriff, mamá. Tengo que pagar la fianza para que pongan a Zayn en libertad.
—¿La fianza? —repitió Carme.
Preocupada, miró a Rizo, que no perdía detalle de la conversación. Éste asintió con la cabeza, como diciéndole que haría cualquier cosa que le pidiera o ne¬cesitara de él.
—No temas, querida. Enseguida estaremos ahí. Y no te preocupes, no tardaremos más de quince minutos.
Carme colgó el teléfono y miró a Rizzo.
— ¿Estás bien, muñeca? —preguntó el hombre, sin quitarse el puro sin encender de la boca.
—Sí, querido, pero tengo que ir a la oficina del sheriff a buscar a las niñas.
—¿Han encerrado a tus nietas? ¿A quién se le habrá ocurrido semejante estupidez? Estarán muertas de miedo. Dime quién lo ha hecho —quiso saber Rizzo, considerándolo un auténtico ultraje y dispuesto a hacer lo que fuera necesario para deshacer el entuerto—, y yo me ocuparé de todo.
—Gracias, querido, pero no será necesario. No son las niñas las que están encerradas, si no Zayn.
—¿Han encerrado a Zayn? —repitió Rizo, con el ceño fruncido—. ¿Qué demonios ha hecho?
—No lo sé, querido —dijo Carme, corriendo al armario a buscar su abrigo—. Pero creo que estamos a punto de averiguarlo.

CAPITULO 27

— ¡Abuela! ¡Abuela! — Mary echo a correr hacia su abuela, que la recogió en sus brazos—. ¿A ver si lo adivinas? El tío Zayn le ha dado un puñetazo en la cara al señor Beardsley.
Con una orgullosa sonrisa, Mary hizo una pantomima, dándose un puñetazo en la nariz y casi tirandose al suelo. Su abuela la sujetó por los hombros para que no perdiera el equilibrio.
—¿En serio, querida?
Carme arqueó una ceja y miró a Rizzo.
—Qué... emocionante. ¿Dónde está tu madre, querida?
—Ahí —señaló Mary—. El señor Beardsley le ha gritado a Carrie y le ha hecho llorar. Otra vez. Y por eso el tío Zayn le ha dado un puñetazo.
El señor Rizzo tomó la mano de Mary.
—Bien hecho —dijo Rizzo, pensando que él habría hecho lo mismo.
Carme lo miró sonriendo, pero con expresión cauta en los ojos.
— Perdona, muñeca —dijo el hombre. Miró a Mary e inmediatamente puntualizó sus palabras — . Pegar a la gente no está nada de bien, cielo. A no ser que se lo tengan bien merecido. Entonces la cosa cambia —añadió con firmeza.
Carme vio a su hija pasear nerviosa en la antesala de la oficina del sheriff y corrió hacia ella.
— Clare —dijo, envolviéndola en un abrazo—. Mary nos ha contado lo que ha sucedido.
—Hola, muñeca —dijo Rizzo, dando a Clare un abrazo y sonriéndole—. No te preocupes, todo saldrá bien.
El hombre metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó un fajo de billetes del tamaño de una pelota de béisbol. Los depositó en la palma de la mano de Clare y le obligó a cerrar los dedos a su alrededor
—Toma. Usa lo que necesites para la fianza. Y si necesitas más, pídemelo. Tengo más.
Clare miró con incredulidad el fajo de dinero que el amigo de su madre había encerrado en su mano. Allí había miles y miles de dólares, y Rizzo se los estaba entregando sin más, sin que ni siquiera ella hubiera tenido que pedírselos.
—Rizzo, gracias, de verdad, pero no lo necesito — le aseguró ella, dándole un beso en la mejilla, y metiendo de nuevo el dinero en su mano.

Un constructor retirado que había construido la mayoría de los colegios de la zona, Riño era un hombre pequeño, de hombros cuadrados, con los brazos y piernas del tamaño de troncos de árbol. También era un hombre dulce y encantador, y su madre lo adoraba. Con razón, pensó Clare, con una sonrisa de agradecimiento.
—Al final van a soltarlo sin fianza.
—¿Estás segura? —Preguntó Rizzo—. Porque, de verdad, no lo necesito.
—De verdad, pero gracias por ofrecerlo.
Riño se sonrojó y sacudió la cabeza.
—No es nada —le aseguró, mirando a su madre con una expresión que hablaba claramente del amor y la adoración que sentía por ella—. Eres la hija de Carme. No hay nada que no esté dispuesto a hacer por ella. O por ti, o por las niñas.
Clare y su madre intercambiaron una mirada, y por primera vez en mucho tiempo, Clare vio el amor reflejado en los ojos de su madre. No había visto aquella expresión en los ojos de su madre desde la muerte de su padre; ni con ninguno de sus muchos novios que había tenido, ni tampoco con ninguno de sus anteriores maridos.
—Gracias, Rizzo —dijo Clare, e impulsiva, volvió a besarle en la mejilla.
—¿Qué podemos hacer? —preguntó Carme, mirando a su alrededor buscando a Carrie.
La niña estaba acurrucada en una silla, con los ojos llorosos y la nariz roja.
—Pobrecita. Mírala.
Clare dejó escapar un largo suspiro.
—No quiero que las niñas estén aquí más tiempo del necesario, madre. Ya han perdido la clase de ballet, y Carrie está muy asustada.
—No te preocupes, querida. Rizzo y yo nos las llevaremos a casa. Podemos pedir una pizza y alquilar una película. Eso les hará olvidar todas las emociones del día de hoy.
Clare tenía la sensación de que haría falta más que pizza y una película para borrar el miedo y los recuerdos de la mente de Carrie. Estaba furiosa con James, pero trató de controlarse y concentrarse en lo más importante en aquel momento. Sus hijas. Y Zayn.

—Eso será perfecto, mamá —dijo Clare, dándole un beso en la mejilla—. ¿No te importa? —preguntó a Rizzo.
—¿Qué si me importa pasar la noche con tres hermosas mujeres? Tendría que estar loco.
El hombre se volvió hacia Carrie y le sonrió. Se arrodilló en el suelo y abrió los brazos.
—¿Dónde está mi pequeña Carrie? —dijo con un vozarrón que retumbó en toda la sala.
—Estoy aquí, señor Rizzo —logró musitar Carrie en un susurro, sonriendo por primera vez desde que salió de la oficina del señor Beardsley.

Saltó de la silla donde estaba sentada y corrió a meterse entre los brazos del amigo de su abuela.

—Bien, muñeca, ¿qué me dices?

El señor Rizzo alzó a Carrie en brazos, la sentó en su cadera, y se frotó el estómago.

—Estoy muerto de hambre, y me comería una pizza. ¿Y tú?

Carrie asintió en silencio, y le rodeó el cuello con los brazos.

—Pizza, con palitos de queso, un par de perritos calientes y patatas fritas. ¿Qué te parece?
—¿Podemos pedir una con doble de queso? —susurró Carrie, sonriendo a su madre y a su abuela.
—Con lo que tú quieras, muñeca —dijo el señor Rizzo, tomando con la otra mano la mano de su her¬mana y echando a andar hacia la puerta—. Pero primero pasaremos por el videoclub a alquilar un par de películas.
—¿Podemos alquilar La sirenita —preguntó Carrie con los ojos muy abiertos—. Es mi favorita.

Los tres salieron por la puerta principal de la oficina del sheriff hacia el aparcamiento donde habían dejado el coche.

—Mamá, gracias —dijo Clare, tocando el brazo de su madre—. No sé lo que habría hecho sin Riño y sin ti.
—Rizzo es un hombre maravilloso, querida. Igual que Zayn.

Carme titubeó un momento antes de continuar.

—Cuando murió tu padre, pensé que nunca volvería a encontrar el amor, pero lo he encontrado —dijo, dando una palmadita en la mejilla de su hija—. Tú también lo has encontrado, querida. Sólo espero que te des cuenta y lo veas antes de que sea demasiado tarde.

CAPITULO 28 Y ULTIMO :'(

Zayn paseaba nervioso en la celda donde lo habían encerrado, frotándose los nudillos doloridos, preguntándose dónde estarían Carrie y Mary. No se arrepentía ni un ápice de haber dado un puñetazo a Beardsley. Lo único que sentía era no haberlo hecho antes.
Pensar que aquel imbécil había asustado tanto a Carrie lo ponía furioso. Se lo había advertido. Pero tenía la sensación de que Clare no iba a verlo de la misma manera que él.
Zayn suspiró, y se sentó en el único banco de madera que había en la celda. Clare. No tenía ni idea de qué hacer con ella. Si antes estaba enfadado con él, ahora no quería ni pensar en su reacción cuando lo viera.

Bueno, pensó, el Día de Acción de Gracias era dentro de una semana. Si las cosas se ponían muy mal, se trasladaría a un hotel. Había prometido a las niñas que pasaría ese día con ellas, y pensaba cumplir su promesa.

—¿Malik? Puede irse.

Un guardia con un uniforme beige perfectamente planchado se detuvo delante de su celda con un llavero en la mano.
Zayn recogió su abrigo.

—Gracias.

El guardia descorrió el cerrojo y abrió la puerta.

— Procure no meterse en líos, amigo —dijo el guardia con expresión aburrida—. Tanto papeleo me aburre enormemente —protestó, dejando salir a Zayn al pasillo.
—Zayn.

Clare corrió hacia él, tan aliviada al verlo que no se lo podía creer. Le rodeó el cuello con los brazos y lo abrazó.

—Estaba muy preocupada, y muy asustada.
—Me extraña verte aquí —dijo Zayn, serio.
—¿Por qué? —preguntó ella, alarmada—. ¿Por qué no iba a estar aquí?

Zayn suspiró.

—Porque le metí un buen puñetazo a James, y no pienso disculparme, Clare. Se lo advertí —añadió con voz furiosa—. Le advertí que no gritara a las niñas. Cuando entré en su despacho y vi a Carrie llorando y muerta de miedo, no podía creerlo. Pase lo que pase, Clare, no permitiré que ese hombre asuste, amenace o intimide a mis hijas. Ni ahora, ni nunca.
—Zayn.
—Y otra cosa —continuó él, sentándose en una de las sillas alineadas junto a la pared, y haciéndola sentar a ella también en otra—. Sé que seguramente esto afectará negativamente a tu relación con Beardsley, y lo siento, pero no pienso quedarme de brazos cruzados y dejar que nadie asuste a mis hijas, independientemente de la relación que tengas con él. Alguien tiene que protegerlas, y como su padre, no sólo tengo el derecho, sino la responsabilidad y la obligación de hacerlo, y eso es lo que pienso hacer, te guste o no. Que no quieras casarte conmigo, Clare, no significa que no vaya a ser un padre para mis hijas, un padre de verdad, y una parte importante en sus vidas. Creo que me he ganado ese derecho, Clare, pero no te preocupes, no interferiré en tu vida más de lo que sea estrictamente necesario. Te dije la noche que llegué aquí que estaba pensando en cambiar de vida, y lo tengo prácticamente todo resuelto. En enero, empezaré a dar clases en la universidad laboral, y mi abogado acaba de negociar la venta de dos libros. El primero será un libro ilustrado con una selección de las fotografías que he realizado a lo largo de los años, y el otro sobre las aventuras que he vivido para conseguirlas. Así que de momento voy a vivir aquí, y formar parte de la vida diaria de las niñas. Sé que tú preferirías que me fuera, así que iré a casa a recoger mis cosas y me instalaré en un hotel hasta el día de Acción de Gracias. Prometí a las niñas que estaría aquí, y pienso cumplir esa promesa, no sólo este año, sino todos los años.
-¿Zayn?
—¿Qué? —preguntó él, mirándola.
-Cállate.

Clare le cubrió los labios con los suyos para hacerlo callar.

Sorprendido, Zayn abrió desmesuradamente los ojos, y se echó hacia atrás, negándose a albergar esperanzas de nuevo, negándose a permitirse esperar para ser rechazado una vez más.

Clare respiró hondo.

—Zayn, ¿sabes por qué te dije que no me casaría contigo?

Zayn la miró, preguntándose si aquello no sería una adivinanza.

— Sí —respondió él, sombrío—, por Beardsley, ¿verdad?
—Zayn.

Clare apoyó una mano en el brazo de Zayn, sin querer perder la paciencia. Pero al darse cuenta del verdadero significado de las palabras de Zayn, Clare abrió los ojos alarmada.

—¿Crees que por eso rechacé tu petición de matrimonio, por James? —preguntó, casi sin voz.
—Claro —dijo él, con un encogimiento de hombros—. Aquella noche intenté hablar contigo de eso, pero tú no quisiste.
—Zayn —Clare tenía los ojos llenos de lágrimas—. Aquella noche no quería hablar de James por¬que quería que me besaras —reconoció ella—. Si te rechacé, Zayn, no fue por James, sino porque cuando un hombre pide a una mujer que se case con él, normalmente no lo hace por sus hijas.

Zayn parpadeó. Sus hijas. Clare nunca se había referido a las niñas así.

—¿Nuestras hijas?

Clare asintió.

—Si te rechacé, fue porque no quiero que te cases conmigo por las niñas. Quería que me pidieras que me casara contigo porque me quieres —dijo ella, limpiándose las lágrimas.
—Pero Beardsley dijo que habíais planeado pasar un fin de semana juntos para poder hablar de vuestro futuro...
—Como tú mismo has dicho en varias ocasiones, Zayn, ese hombre es un imbécil —le espetó ella, furiosa de nuevo con James.
—¿Un imbécil? ¿Me estás diciendo que no me rechazaste por Beardsley? —preguntó él, confundido.
—Claro que no. Zayn, te rechacé porque me pediste que me casara contigo por las niñas, para que las niñas pudieran tener un padre.
—Sí, claro, creo que ya es hora de que las niñas tengan un padre, su verdadero padre...
—Pero en ningún momento dijiste lo que sentías por mí — lo interrumpió ella.

Zayn se lo quedó mirando en silencio, estupefacto.

—¿Qué?
—En ningún momento dijiste ni una palabra de tus sentimientos hacia mí, Zayn —dijo ella—. Normalmente, cuando un hombre pide a una mujer que se case con él, lo hace porque está enamorado de ella. Al menos eso es lo normal. Claro que entre nosotros nunca ha habido nada de normal, debido a las circunstancias.

Clare aspiró hondo, y después cerró los ojos durante un breve momento.

—Zayn, te quiero —dijo por fin, cuando abrió los ojos—. Hace mucho tiempo que estoy enamorada de ti. Y no como un amigo, ni como el hermano de mi marido. Te quiero como una mujer ama a un hombre. Totalmente y con todo mi corazón —dijo ella, con los ojos nublados por las lágrimas.
—Clare.

El corazón de Zayn dio un enorme vuelco. El deslizó los brazos alrededor del cuerpo de Clare y la abrazó.

—No puedo creerlo —susurró Zayn. Después se retiró unos centímetros—. No puedo creer que no te dijera lo que siento por ti. Te quiero, Clare, no sólo porque eres la madre de mis hijas, ni por ninguna otra razón, sino porque tú eres tú.

Zayn vio la alegría reflejada en los ojos de Clare y sintió que le calaba hasta lo más hondo de su alma.

—¿Te casaras conmigo, Clare? Porque estoy locamente enamorado de ti —aseguró él, apoyando la frente contra la de ella—. ¿Y serás mi esposa para siempre, y formarás un hogar y una familia conmigo y con nuestras hijas?
—¿Sólo nuestras hijas? —preguntó ella, con picardía.

Zayn tardó un momento en entender el significado de sus palabras. Después se echó a reír, y la tomó en brazos, haciéndola girar de alegría.

—Nuestras hijas. Nuestros hijos. Todos los niños que quieras.

La idea de tener más niños, más hijos de los dos a quienes amar y cuidar, era la guinda del pastel.

Clare lo miró y sintió que los largos años de esperar, desear y añorar habían por fin terminado.

—Sí, Zayn —lo rodeó con sus brazos—. Claro que sí. Me casaré contigo y tendremos más hijos.

Cerrando los ojos, Zayn la abrazó con fuerza, ignorando a los ayudantes del sheriff que en aquel momento cambiaban de turno y les dirigían miradas cargadas de suspicacia.

—Te quiero, Clare —dijo él, en voz baja—. Más que a nada en el mundo. Y procuraré recordarlo y decírtelo todos los días de mi vida —Zayn sonrió—. Te quiero tanto, Clare, que... bueno, ¿sabes el viejo garaje de carruajes en la parte de atrás del jardín?
—Sí. ¿El que querías alquilar?

Él sonrió.

—En realidad sólo quería mantenerte alejada de allí.
—¿Por qué? —preguntó ella, sin entender nada.

Zayn suspiró.

—Porque, Clare, tú has renunciado a muchos de tus sueños por todo el mundo, por amor a todos los demás, y las niñas y yo queremos darte uno de tus sueños.
—¿Un garaje de carruajes que se cae de viejo? — dijo ella, echándose a reír.
—No exactamente.

Con los ojos brillantes por la emoción, Zayn sacó una fotografía arrugada que llevaba en el bolsillo desde la noche que llegó a su casa y se la entregó.

—¿Qué es esto, Zayn?
—Es una foto de la cocina de tu nueva empresa de catering.

Despacio, Clare alzó los ojos hacia él.

—¿Qué?

Zayn le rodeó el hombro con un brazo.

—Clare, lo he preparado todo con un arquitecto. Estará terminada dentro de una semana o diez días, pero tuvimos que tirar todas las paredes por dentro y levantarlo todo de nuevo. Estará equipada con todo lo necesario para una moderna cocina de catering. Incluso he contratado a una directora de cocina.

—¿Una directora de cocina? —repitió ella.

Clare estaba tratando de asimilar todo lo que le estaba diciendo. Estudió la mirada de Zayn, y de repente lo entendió.

—¿Mi madre? ¿Has contratado a mi madre?
—Me dijiste que fue ella quién te enseñó a cocinar, y que ella es la persona que te animó y te inspiró. Por eso pensé que podía ser un sueño que las dos podéis compartir.

A Clare se le llenaron los ojos de lágrimas. Contempló la hermosa foto durante unos segundos, y después miró a Zayn.

—No sé qué decir —balbuceó, con la voz tomada— . Esto es... esto es como un sueño hecho realidad.
—Clare, tú has estado haciendo realidad los sueños de los demás, así que creo que ya es hora de que alguien haga realidad los tuyos.
—Zayn —Clare apoyó la cabeza en su hombro y suspiró—. Te quiero más que a nada en el mundo.
—Y yo a ti, Clare.

Apoyando la cabeza en su hombro, Clare deslizó un brazo por la cintura masculina y se apoyó en su seguridad, su estabilidad, su amor.

—Vamos a casa, Zayn. Con nuestras hijas.

Zayn sonrió. A casa. Siempre había sabido que para él su casa era con Clare y las niñas.

—Sí, Clare, vamos a casa.

Y abrazados por la cintura salieron de la comisaría y caminaron juntos hacia su futuro.

Oh por dios fue un final perfecto me encanto
se casaran y tendrán mas hijitos :aah: ame esta
nove fue hermosa espero el epilogo ansiosa! Kari :)

EPILOGO

Día de Acción de Gracias Un año más tarde

¿Papá? ¿Por qué vamos a casa de la abuela y el abuelo Rizzo a comer el pavo? —Preguntó Carrie, sentándose en el regazo de su padre para que éste le atara las hebillas de los zapatos de charol negro—. ¿Por qué no comemos el pavo aquí, como hacemos siempre?
Zayn pasó un brazo alrededor de su hija para abrocharle los zapatos.
—Verás, cielo, como es el primer Día de Acción de Gracias en la casa nueva de la abuela y el abuelo Rizzo...
—¿Te refieres desde que se casaron? —preguntó Carrie.
Zayn asintió con una sonrisa.
—Así es, cielo. Desde que se casaron. Y recuerda que mamá y yo os explicamos que como mamá va a tener pronto al nuevo hermanito cualquier día...
—Mamá dice que en cualquier segundo —interrumpió Mary, bajando las escaleras de dos en dos, llevando en las manos el enorme pavo naranja y marrón de papel que había hecho en el colegio para llevar a la casa de la abuela.
Zayn se echó a reír, y sujetó a su otra hija, sentándola también en su regazo, para ver si llevaba bien abrochados los zapatos.
—¿Os acordáis de lo que os he dicho, niñas?

Las dos asintieron con la cabeza.

—Que mamá está muy grande e incómoda, y que hasta que nazca el bebé seguramente estará un poco... ¿irritable? —explicó Carrie, frunciendo el ceño como si tratara de recordar exactamente las palabras de su padre—. Y que tenemos que ayudarla todo lo que podamos.

—Exactamente —dijo Zayn con una sonrisa—. Y por eso este año es la abuela quién va a preparar la cena de Acción de Gracias.

—Y el año que viene —continuó Mary—, comeremos aquí el pavo...
— Con nuestro nuevo hermanito o hermanita, ¿verdad, papá? —terminó Carrie.

Zayn asintió, casi tan emocionado como sus hijas. Se había perdido tanto de los primeros años de la vida de las niñas que la idea de estar presente veinticuatro horas al día para su próximo hijo, de tener a todos sus hijos y a toda la familia reunidos alrededor de la mesa, le llenaba de alegría y emoción.

—¿Zayn?
—Aquí está mamá, niñas —dijo Zayn, dejando a las dos niñas en el sofá—. Voy a subir a ayudarla a bajar las escaleras.

Zayn subió las escaleras y tomó la mano de Clare.

—Estás preciosa, Clare —dijo Zayn con una sonrisa.
— Sí, eso díselo a alguien que no necesita una grúa para ir de un sitio a otro —respondió Clare, frotándose el vientre.

Apoyándose en la mano de Zayn, dejó que éste le ayudara a bajar lentamente las escaleras.

Zayn se rió, y se llevó la mano a los labios para darle un beso.

—Las niñas han hecho un centro de mesa precioso para llevar a casa de tu madre —dijo, orgulloso, mientras Mary le enseñaba el pavo de papel, como si estuviera a punto de echar a volar.
— Sí, mucho me temo que tendremos que hacer una parada antes de llegar a casa de mi madre.
—Una parada —dijo Zayn, abriendo la puerta del armario para sacar el abrigo de Clare.

De repente, se detuvo bruscamente al ver la expresión en la cara de Clare y el abrigo se le cayó de entre los dedos al suelo.

—Oh, no —Zayn se puso blanco como el papel—. ¿Ahora?

Clare se frotó el estómago una vez más y suspiro.

—Me temo que sí, Zayn —dijo ella, logrando esbozar una sonrisa, a pesar de que estaba empezando a tener contracciones—. Creo que será mejor que pasemos primero por el hospital.

Por un momento, Zayn se quedó paralizado. Después, entró en acción.

—Niñas, ¿os acordáis de lo que hemos ensayado? Ahora ha llegado el momento —dijo, dando órdenes como un sargento—. Mary, tú ve a buscar la maleta de mamá y la del bebé de la cocina. Carrie , tú llama a la abuela. El número de teléfono está junto al teléfono, como hemos ensayado.
-'¿Papá? —Carrie se detuvo delante de él, mirándolo con los ojos muy abiertos—. ¿Qué vas a hacer tú?
Clare se echó a reír.
—Papá se va a sentar un momento —dijo, tiran¬do ligeramente de él para que se sentara en el último escalón de las escaleras—. Pon la cabeza entre las piernas un minuto, Zayn. Y respira, cariño. Sólo respira.
—Pero el bebé...
—El bebé no va a ningún sitio —sonrió ella, en un intento por tranquilizarlo—. Siéntate.
Zayn se sentó un momento, y respiró profundamente varias veces para tranquilizarse.
—Tengo la maleta, mamá —dijo Mary saliendo de la cocina corriendo, con la maleta en la mano.
—Y yo he llamado a la abuela —dijo Carrie.
Clare se agachó para mirar a Zayn a la cara.
—¿Estás bien, papá? —preguntó, tratando de no reírse.
Le puso una mano en la mejilla, sintiendo que el amor por él le llenaba el corazón. Aquel hombre que había esquivado balas y muchas más cosas en el ejercicio de su profesión estaba totalmente asustado ante la idea del parto de su próximo hijo. Era adorable.
—Sí —dijo Zayn, aclarándose la garganta. Se levantó y deseó que sus piernas no le temblarán—. Sí, estoy bien.
Posó un brazo sobre el hombro de Clare.
—He esperado mucho tiempo a que llegará este día, Clare. Mucho tiempo para ser padre y marido, y tener una familia. Mi familia. Y tú me lo has dado, Clare. Tú me lo has dado todo —la besó en la frente—. Te quiero.
—Yo también te quiero, cielo, pero a menos que quieras añadir a tu curriculum «experiencia en asistencia en partos» más vale que nos pongamos en mar¬cha y vayamos al hospital.
Zayn sonrió, y después miró a sus dos hijas.
—Niñas, vamos a tener a ese niño.
Ese niño que en realidad resultó ser no un niño, sino dos. Dos gemelos idénticos.
A pesar de la decepción que se llevaron al ver que los dos bebés eran calvos como pelotas, las niñas estaban encantadas, convencidas de que su madre había preparado el doble nacimiento para que cada una tuviera un hermanito con quien jugar y a quien mimar sin tener que pelearse con la otra.
Al atardecer de aquel Día de Acción de Gracias, Zayn se relajó satisfecho en un sillón junto a la cama del hospital donde Clare descansaba, mientras las niñas jugaban sin hacer ruido sentadas en el suelo, y los dos nuevos miembros de la familia dormían en sus cunas.
— Papá, no hemos podido utilizar el centro de mesa que hemos hecho en el colé —dijo Mary, frotándose los ojos.
—No importa, cielo —dijo Zayn, sentándola en su regazo—. Podemos ponerlo en la mesa de la cocina cuando volvamos todos a casa.
—Pero entonces ya no será Acción de Gracias — protestó Carrie.
Zayn se limitó a sonreír, y a atraerla hacia sí.
—La verdad, cielo, en lo que a mí respecta, cada día que estamos juntos es un día para dar gracias.
Y Zayn supo, al recostarse de nuevo en el sillón, feliz con su esposa a su lado, sus nuevos bebés en sus cunitas, y sus dos hijas mayores en los brazos, que un hogar no era sólo un lugar físico, sino un sitio para siempre en el corazón.

Aww gemelos que tiernos! me encanto el
epilogo estuvo hermoso! sabes que me seguiras
viendo en tus novelas y yo en las mias Kari asique mas decirte
que ame la novela como dije en el comentario anterior! :) besos!