"It's cool because we're just friends" (Harry Styles)

Pasada la demora, el vuelo llegó a la hora prevista y una cansada pero feliz Marina apareció por la puerta de “Llegadas internacionales”. Al ver que miraba hacia todos lados en busca de alguien que viniera por ella, Harry tuvo la primer idea brillante de la tarde y se subió a uno de los asientos sujetando el cartel. Por lo menos estaba colaborando en algo; punto a su favor. Mi amiga, al verlo lo saludó con la mano y yo corrí a su encuentro mientras Hazza volvía a pisar tierra firme.
La abracé muy fuerte al tiempo que gritaba su nombre y ella soltaba sus valijas para corresponderme el gesto. -¡Te extrañé tanto! – exclamé tan fuerte como había gritado antes su nombre - ¿Qué tal el vuelo? –
-¡Yo también te extrañé mucho! ¡Pasó un año desde la última vez que vine! Estás más alta- comentó riendo y mirándome como calculando mi altura. – Por lo del vuelo, estuvo normal, bastante agotad…..¡Pero mirá quien está acá! ¡Harry!- gritó y me hice a un lado para que pudiera saludarlo. Luego se apartó y nos miró a ambos con una sonrisita. Mi amigo levantó los hombros en señal de que no tenía idea de lo que pasaba.
-Ya decía yo que ustedes dos iban a terminar juntos- concluyó la recién llegada festejando la supuesta pareja.
-JA-JA-JA. Maru, se nota que fue un viaje largo. ¡Mirá las cosas que te hace decir el cansancio! Nosotros dos- dije mirando a Harry – definitivamente no estamos juntos. Hoy solamente le tocó hacer de mi chofer y seguimos siendo los mejores amigos de siempre – finalicé tratando de sonar lo más convincente posible para ahorrarme todos los detalles de los días pasados. Styles por su parte agregó un “Sí, eso” a mi speech como aportando credibilidad, Aunque nuestra amiga, no muy convencida cambió de tema evitándonos el mal momento.
En el camino al auto fuimos poniéndonos al día los tres, sobre las cosas más recientes. Ya tendríamos una hora y media para hablar de regreso a la casa de Aldi donde seguramente ya habría algunos invitados; y por suerte, la presencia de la recién llegada en el vehículo haría del viaje bastante más confortable que el de ida.
La llegada de su prima le había servido a mi amiga como la excusa perfecta para organizar LA fiesta. Había invitado a todos sus compañeros de curso, a los nuestros, a sus vecinos, a los primos de todos ellos y a toda persona en la ciudad cuya edad rondara entre los 16 y los 20 y estuviera disponible en el día de la fecha. ¿Cómo cabríamos todos en su casa? Ni idea. Sin duda, la noche era prometedora…o al menos para algunos.

Todo iba bien. Cantábamos una canción que pasaban en la radio cuando, misteriosamente, comenzamos a detenernos. Casi sin pensarlo miré a Harry que conducía, culpándolo sin decir palabra alguna.
-A mi no me mires, yo no hice nada – se defendió el aludido levantando los brazos.
-Pero es tu auto – le retruqué. –deberías asegurarte de que funcione.
Ahora era Marina quien se asomaba por el medio de los asientos e intervenía – No peleen. Harry, ¿por qué no te fijas que pasa y si tenemos que empujar, bueno, nos bajamos? – y renglón seguido nuestro amigo, que si de algo no sabía era de motores se bajó y fue a abrir el capot para revisar el motor. “Todo un macho” pensé.
Veíamos a Styles a través del parabrisas con medio cuerpo arriba del motor, todo manchado de grasa y “revisando” como todo un mecánico. Tal vez, la escena con otro protagonista y en otras circunstancias podría considerarse sexy. Ustedes saben, muy a lo Call Me Maybe con el chico lindo arreglando su auto y las chicas muriéndose por él. Pero no. Yo diría que en nuestro caso la situación era graciosa y terrible, porque estábamos estancados en el medio de la nada y nuestro “galán” no tenía ni la más mínima idea de cómo sacarnos de ahí.
Mientras mi mente analizaba todas estas cosas y Maru buscaba la forma de seguir en viaje lo más pronto posible, Harry se secó el sudor de la frente y volvió a su puesto anterior; abrió la puerta y se sentó frente al volante para luego acostarse sobre este. Asumí que era hora de llamar al remolque cuando nuestro piloto de automovilismo de la serie Nascar dijo que no había ningún problema y que el transporte se había detenido mágicamente.
Ya estaba buscando mi teléfono para llamar a alguien que nos socorriera cuando le pedí que le diera contacto a la llave, de modo que pudiera prender la lucecita que estaba en el techo. Y…¡bingo! En el tablero, justo a la izquierda del velocímetro apareció el problema. Combustible agotado.
Bueno, eso no cambiaba mucho las cosas. Seguí buscando entre mis contactos el número del remolque, hasta que Harry me arrebató el teléfono de las manos.
-No llames, yo nos metí en esto y lo voy a solucionar. Un kilómetro atrás vi una estación de servicio. Voy a ir con un bidón, compro nafta, vuelvo y seguimos felices nuestro camino.
Marina, siendo la racional del grupo intentó bajarlo a tierra - ¿Y cómo se supone que vas a recorrer esa distancia? ¿Flotando? Llamemos a la grúa por tu propio bien.-
-No, en serio, voy caminando – insistió, y sinceramente nadie tenía ganas de discutir. Le dimos la razón y se fue. O mejor dicho, hizo tres pasos, porque se detuvo a revisar sus bolsillos. Miró algo en su celular y regresó.
-¿Alguna me presta su celular? No tengo más batería –
Le entregué el mío tras decirle la clave para que pudiera desbloquearlo en caso de que lo necesitara y ahora sí; se fue…

Y bueno, ahora sólo quedábamos Marina y yo, descontando a la vaca que nos miraba desde el campo donde pastaba.
Maru se pasó al asiento del piloto, quedando al lado mío y teniendo una mejor vista del horizonte. Observábamos a Harry alejarse y me pregunté cuánto demoraría. Había pasado ya media hora desde que había dejado nuestra posición y aún no lo perdíamos de vista. Definitivamente no llegaríamos a tiempo a la fiesta, por lo que me guardé esto último. Era preferible que, ya que no iba a llegar, mi compañera de vehículo no se enterara de su bienvenida. ¿Para qué amargarla? Después le organizaríamos alguna otra cosa.
-Así que…¿qué fue de tu vida en todo este tiempo? – rompió el silencio invitándome a hacer que el tiempo se pasara más rápido. Le conté todo lo que recordaba permitiéndole intervenir mi monólogo incorporando sus historias. Reíamos de nuestras ocurrencias y nos amargábamos ante los recuerdos no muy felices. La había extrañado más de lo que creía.
- Y en nuestra primera cita, me llevó a la cancha. Había conseguido las mejores entradas de todo el estadio para que yo pudiera ver a Almagro pelear la final del campeonato. Jay era un gran chico – contaba con nostalgia la rubia recordando a quien parecía haber sido el amor de su vida.
-¿Por qué terminaron? – pregunté demasiado directamente para mi gusto, por lo que enseguida me arrepentí. Ellá soltó un suspiro y continuó.
- Supongo que si no me hubiese mudado aquí aún seguiríamos juntos. Cuando le conté que me venía a vivir con mi prima, ambos decidimos que lo mejor sería terminar por las buenas, en vez de esperar a que la distancia tuviera sus consecuencias. – volvió a suspirar – Pero creo que todo pasa por algo, y a lo mejor acá encuentro a alguien esperando a su media naranja argentina – concluyó entre risas, a las cuales yo me uní.
-Seguro que sí – Afirmé – Y quedate tranquila, que si no encontrás a alguien por cuenta propia, Aldi se va a encargar de hacerte conocerlo. Te lo digo por experiencia. Tu prima lleva años tratando de regalarme un novio para navidad.-
Los siguientes quince minutos los pasamos charlando sobre los intentos fallidos de Aldi de enchufarme un alma gemela, y Marina recordaba que a ella también había intentado engancharla con alguno de sus amigos.
A continuación se hico un silencio en el que pude notar a Maru debatiendo con ella misma.
-¿Puedo hacerte una pregunta? No quiero parecer una chismosa pero ¿qué pasa con Harry? – inquirió mirando la palanca de cambios, evitando mis ojos.
-Ponete cómoda que esto puede durar mucho – le avisé bromeando en un intento de quitarle importancia al asunto, y proseguí.
Empecé por el día en que me besó y seguí sin parar hasta la mañana del día de la fecha, que llegó tarde a buscarme para ir al aeropuerto. Esta vez la interesada no interrumpió. Me dejó acabar antes de hacer algún comentario.
-Entonces, ¿el te gusta o no? – preguntó confundida; emoción que era de esperarse.
-Eso es lo que me gustaría saber a mí. Tengo una mezcla terrible de ideas en la cabeza y no estoy segura de nada – le expliqué mirando por la ventanilla. El sol aún no se ocultaba.
-Pero estás celosa de la tal Stacy, ¿verdad? Eso quiere decir que sentís algo por el – concluyó en un intento por aclararme la mente. Suspiré.
-Si…bueno no. No sé. No estoy celosa de Stacy; de eso estoy segura. Lo que me molesta es no saber qué le ve Harry. Es pobre criatura morocha con mechas rubias; la tintura se le debe haber penetrado y le arruinó el cerebro.-
Marina tenía una sonrisita impresa en el rostro.
-¿Qué?- Le pregunté inocente, sin tener idea del por qué de su gesto.
-Te gusta y estás celosa – se limitó a decir.
Y nuestra conversación se vio interrumpida cuando un camión se detuvo del otro lado de la calle. La puerta trasera se abrió y Harry caminó hasta nosotras con el bidón de combustible en la mano.
Nos pidió la llave, abrió el baúl y sacó un embudo. Cerró la puerta, desenroscó la tapita del taque y vertió el líquito verdoso en él.
Marina volvió a su ubicación anterior en el asiento trasero y nuestro amigo se sentó, introdujo la llave y el motor arrancó. Después de todo, si estaríamos de vuelta para la fiesta.
-¿Se puede saber quién era el que te trajo de vuelta?- preguntó Maru asomándose por el medio de los asientos.
Harry se rió – no tengo idea. Pero asumí que iba a demorar mucho caminando, así que hice dedo y ese amable camionero paró a ayudarme. – finalizó volviendo la vista al camino.
-¡No me despedí de la vaca! –bromeé y Maru que entendió mi chiste se lo explicó a Hazza.
La hora siguiente la ocupamos con nuestro improvisado karaoke acompañado por las canciones de la radio.
Faltaban unos treinta minutos cuando le pedí mi celular a Harry. Tenía varias llamadas perdidas. Aldi, Zayn, Niall, Clari, Liam, Male, Louis. Obviamente preocupados, llamaron desde todos los teléfonos. Tendríamos que haber llegado hacía unas dos horas. Le pregunté a Styles por qué no había respondido, puesto que él tenía mi teléfono, y el muy pavo respondió que no se acordaba mi contraseña.
En fin, llamé a Liam sabiendo que él no gritaría en cuanto escuchara mi voz. Le notifiqué que estábamos vivos y le dije que llegaríamos pronto.