Change my world {HS}

3. Lo primero es conocernos.

Se sentía muy extraño el estar en una casa totalmente desconocida. Aun seguían sentados en el sofá. La chica de la puerta seguía llorando, e intentaba con todas sus fuerzas hacerlo en silencio, mientras que Gemma se dedicaba a mirar fijamente la pequeña mesa que se encontraba en el centro del salón. Harry, por su lado, observaba todo detalladamente, como si intentara memorizar cada rincón de la casa. Sus verdes ojos se posaron en la chica que lloraba a su lado. Pensó que seguramente era la novia de Alexander, y que debía ser muy duro para ella esta “separación”. La chica, con una rápido movimiento, levantó su cabeza posando su mirada en el chico de cabello rizado. Este sin saber porque se puso bastante nervioso, y solo atinó a sonreírle.
-Soy Paulette, mejor amiga de Alex y Gemma –dijo la chica rompiendo el silencio que se había creado en el salón.
-Mucho gusto –sonrió Harry. –Sinceramente creí que eras la novia de Alexander –Gemma comenzó a reír desenfrenadamente, obligando a Harry a girarse en su dirección. Cuando vio su sonrisa, el mundo se detuvo para él. Por alguna extraña razón ver sonreír a su hermana biológica lo hizo sentir mucho mejor y tranquilo con la situación.
-Es gracioso que lo digas Hazza –dijo Gemma, cuando paró de reír- ¿puedo llamarte así verdad? Siempre le pongo apodos a las personas, y bueno cuando te vi pensé inmediatamente en Hazza, no sé porque.
-Me agrada –dijo Harry, sintiéndose aun mejor.
-¡Genial! Bueno, como te decía, es gracioso que hayas pensado que Poli y Alex eran novios, pues una vez se besaron, y créeme, les dio tanto asco…
-Que vomitamos, y nos enjuagamos la boca unas, no sé, ¿cien veces quizá? –La interrumpió Paulette. Harry comenzó a reír ante los gestos que había hecho la chica al explicar la situación, Gemma no supo porque, pero si no hubiera sido porque en ese mismo momento entraron Anne, Robín y Des, ella hubiera abrazado a Harry. Su hermano.
-Bien, veo que estas mejor Poli –dijo Des. –Harry… bueno, quizá no lo sepas, pero con Anne… bueno, nos divorciamos hace años. –dijo con la cabeza inclinada –pero eso no impedirá que pasemos tiempo juntos. Quiero conocerte. Más que mal, eres mi hijo.
-No se preocupe –dijo Harry.
-Trátame de Tú, no soy un gran señor o un rey para que me trates con ese nivel de cordialidad. -Sonrió. –Bueno, debo irme… ¿te parece si mañana pasó por ustedes dos en la noche, y vamos a cenar? –dijo dirigiéndose a Gemma y Harry.
-Claro –respondió la chica. –Pasa por nosotros a las 8.- dicho esto, Des se despidió de todos con mucho afecto, y al momento de despedirse de Harry, para sorpresa de este, que solo esperaba con suerte un “buenas noches”, lo abrazó fuertemente, como jamás Frederick lo había hecho. Cosa que confundió mucho al ojiverde.
Luego de ese momento todo se quedo en silencio. Robín salió del salón excusándose con que era tarde y debía trabajar al otro día, dejando así a las tres chicas y Harry sumidos en un extraño silencio. Poli, descaradamente, sacó una taza con chocolate caliente, que a esa altura estaba solo tibio, y comenzó a bebérselo. Harry la observó detenidamente, evitando así mirar a Anne, y pensó que ella debía ser muy cercana a los Styles como para llegar y tomar las cosas. Imitando su acto, Gemma también tomó un chocolate y le pidió a Paulette que la acompañara a su habitación, esta accedió, dejando solo a Harry con su madre biológica.
pensó Harry.
Anne lo observó por unos largos minutos, que se hicieron interminables para Harry. Ella no sabía exactamente qué decir. Quería conocer a su hijo, saber de sus gustos, si tenía alguna novia, o de cuáles eran sus planes para el futuro, pero increíblemente se sentía nerviosa. La situación era bastante similar para Harry, no sabía que decir o hacer. Lo único que se le ocurrió fue tomar un tazón de la bandeja y probar su contenido, que a pesar que estaba frio sabia increíblemente bien, mejor que los de Starbucks, pensó Harry.
-¿Esta frio, verdad? –comentó Anne. –Harry… bueno, esto es un poco extraño, la verdad nunca pensé que una situación así pudiera suceder, pero aquí estamos. Y debemos adaptarnos.
-Lo sé –dijo Harry, dejando el tazón en la mesa. –Enserio es difícil e incomodo. Pero quiero conocerlos, a todos. De alguna manera… serán mi familia en el próximo año. –dijo haciendo una pequeña pausa, buscando cada una de sus palabras. –Quiero conocerte, no sé porque, pero siento que podemos llegar a ser amigos, o algo así.
-Claro que si –dijo Anne sonriéndole ampliamente. Harry pudo notar que se le hacían pequeñas arruguitas en el contorno de los ojos, cosa que pudo notar también en Gemma, y en … él- Se ve que eres un buen chico. Siempre he creído que las cosas suceden por un propósito, y si conocerte ahora, a esta edad, es por obra del destino, debe ser por algún propósito en particular…
-Eres una gran mujer. –Harry dejó escapar esas palabras, que para la conversación, no tenían ningún sentido. Se maldijo a si mismo mientras enfrentaba la mirada de Anne, que estaba llena de ternura, como cuando una madre mira a su hijo dar sus primeros pasos.
Harry intentó buscar en su memoria una mirada como esa de parte de Loreley, o de Frederick. Pero nada. A pesar de que amaba más que a nada a su madre -no biológica- jamás había visto tanta ternura de parte de ella, quizá Loreley, en el fondo de su corazón siempre supo que Harry no era su verdadero hijo. Y tan solo pensar eso, hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas. Anne al notar eso, preocupada, se acerco al chico y le acaricio, casi con miedo de su reacción, la mejilla izquierda.
Él simplemente se quedó en su lugar, observando detenidamente los ojos de Anne, y sin previo aviso, la abrazó, dejándose llevar por el momento. Ella le correspondió el abrazo, y comenzó a llorar en el hombro de Harry, tal y como el muchacho lo hacía en su hombro.
-Nos espera un camino largo –dijo Anne.
-Lo sé, solo quiero que me prometas algo –dijo Harry, separándose levemente para mirar el rostro de su madre.
-Claro.
-No me decepciones como hizo Frederick –dijo en un susurro.
Anne se sorprendió de su petición, pero aun así se lo prometió. No lo había pensado, pero Harry debió sentirse tremendamente mal al notar que su “padre” prefería mantener la pureza de su sangre, y que la primera oportunidad que tuvo de librarse del bastardo, la había tomado. El chico debía sentirse pésimo, decepción era poco para lo que debía sentir por el hombre que lo crió.
En ese momento se propuso cuidar de Harry, y enseñarle que la vida no es como Frederick debió haberle enseñado –dinero, dinero, dinero- y también se propuso amarlo como si jamás los hubiera separado. Pero todo a su tiempo… Recién habían pasado unas horas.