El Club de las Cinco {One Direction}

Estaba en el medio de la pista bailando al compás de la música y moviendo mis caderas de un modo sensual, nada podía detenerme en aquel momento, no sabía que era lo que me había dado Heather minutos antes pero me estaba pegando bastante rápido.
Sentí unas manos rodeando mi cintura por detrás, estas me apartaban de la pista y me llevaban hacia un pasillo vacío. No sabía quién era, mi vista se había nublado y no veía muy bien. No pude evitar maldecir por haber tomado aquella pastilla.
- Lewis – gruñó una voz conocida cerca de mi oído.
Maldije nuevamente. Nada podía ser peor que estar borracha, drogada y cerca de Louis Tomlinson, la última vez que todo ese combo se había reunido las cosas habían acabado mal.
Di media vuelta y choqué con aquellos ojos azules enceguecedores. De no ser tan estúpido, me dije a mi misma, le daría una oportunidad.
- ¿Qué quieres Tomlinson? – traté de apartarme pero esto solo produjo que me apretara más contra su cuerpo, haciendo que su erección chocara contra mi falda – Deje muy en claro la última vez que no quería volver a verte.
Rió maliciosamente y apretó un poco más su erección contra mí. Si no me apartaba rápido iba a cometer un acto insensato de estupidez, como ya dije anteriormente, no era bueno mezclar drogas y alcohol con Louis Tomlinson.
- No sabes lo mucho que te deseo en mi cama de nuevo – acercó sus labios hacia mi oreja izquierda y comenzó morderme suavemente.
Aire, eso era lo que necesitaba urgentemente. Traté de inspirar y exhalar unas cuantas veces hasta notar que volvía a tener el control de mi mente y mi cuerpo, por un momento pensé que caería en la tentación de nuevo.
- ¿Debo repetir mi pregunta? – se apartó un poco de mí y me miro confundido - ¿Qué es lo que quieres, Tomlinson?
Me sonrió pervertidamente e introdujo una de sus manos por arriba de mi blusa mientras comenzaba a jugar con mi sujetador.
- ¿No es obvio? – preguntó – A ti, en mi cama, sino habrá consecuencias.
La ira comenzó a hacerse cargo de mí ser, en el estado en el que me encontraba era muy fácil que todos mis sentimientos se intensificaran, más cuando se trataba de darle una paliza a alguien.
- ¿Amenazándome de nuevo? No te conviene y te lo digo en serio – traté de poner mi mejor cara seria pero se me hacía casi imposible.
Él comenzó a reír como si todo lo que le hubiera dicho fuera una estúpida broma. Se acercó más hacia mi oído y me susurró:
- Todos los miércoles y jueves después de clases te quiero ver en mi cama o me encargaré de que el pequeño videíto en el que estás gimiendo mi nombre mientras te penetro salga a la luz.
Mi cuerpo se tensó y, por un momento, pensé que iba a vomitar todo lo que había tomado. ¿El muy desgraciado me había grabado? ¿Quién mierda se creía? Lo contemplé con cara de asco y, sin poder contenerme, le escupí en la cara.
- Te odio.
- Lo sé gatita, lo sé – rió escandalosamente – Ahora, si me lo permites, voy a tener que ir a saciar a esta preciosura con alguna bella dama – me informó mientras señalaba su entrepierna – Piénsalo, yo que vos lo haría.
Comenzó a besarme y no lo detuve, simplemente me limité a quedarme estática en el lugar en el que me encontraba, no era capaz de mover un dedo.
Y se fue, dejándome sola con mis dudas. Aquel chico podía parecer un idiota pero era muy inteligente cuando se lo proponía, había logrado asustarme y eso no cualquiera podía lograrlo.
Traté de despejar mi mente de todo el infierno que vendría la próxima semana. Estaba en una fiesta para divertirme, no para preocuparme, buscaría a las chicas y la pasaría genial como siempre lo hacía. Además, era el cumpleaños de Josie y no quería decepcionarla.


Me sentía un poco mareada y fui en busca de las chicas. En el camino me crucé con Alice, quien sostenía una colilla en su mano, y Gemma, con toda su falda torcida y un poco arrugada. Juntas fuimos hacia Heather y Josie.
Heather apoyó su hombro sobre el mío y comenzó a reír sin motivo alguno mientras yo les comentaba que Josie estaba algo distraída.
- Le di de mi cerveza ¡La muy idiota no sabía que tenía acido! – gritó mientras reía a carcajadas. La imité.
- ¿En su refresco? Eres una perra, Heather – dijo Alice un poco molesta. Gemma redondeo los ojos y la abrazo por detrás.
- Que nuestra niña sea libre de todas esas obligaciones que tiene ¿No?
- Gemm tiene razón, Ally – murmuró Heather rascándose el pelo - ¿O me vas a decir que no te agrada la idea de divertirnos como Dios mande?
- Claro que sí, pero a veces…
- Bla, bla, bla. A la mierda y vamos a bailar – interrumí y tomé las manos de Heather para guiarla a la pista de baile.
Comenzamos a bailar todas juntas, era increíble como hacía que me olvidara de todos mis problemas, al menos durante un rato. Estar con ellas y las fiestas eran dos cosas que, juntas, podían resultar grandiosas.
- ¿Dónde está Josie? – pregunto Gemma mirando a su alrededor.
- Dándose una alegría – murmuré con una sonrisa maliciosa en el rostro.
- Espero que se haya encontrado a ese “Boo Bear” o como el idiota se llame. Por cierto ¿Alguien me quiere decir por qué no decimos el nombre de los muchachos? – pregunto Alice mirando un punto fijo para luego reír como idiota. Bien, estaba perdida.
- Se burlaron de mí porque les conté que había besado a Mike Evans – bufé
- ¡Comía pegamentos! ¡Todo el mundo lo sabe! – replico Gemma partiéndose de la risa.
Y de repente, mi canción y la de Heather comenzaron a sonar por todo la casa. Nos miramos sorprendidas para luego colocar nuestras sonrisas cómplices. Le dejé el bolso a Alice, o bueno, se lo arrojé prácticamente, y la francesita me siguió mientras bailábamos con movimientos suaves y sexuales hacia la barra, donde había colocado además un caño.
Comencé a hacer movimientos suaves en el caño para luego intensificarlos. Las chicas se nos unieron, todas menos Josie que había desaparecido, y luego de eso todo se tornó bastante borroso.
Noté que alguien me tiraba hacia abajo y me sujetaba con sus manos. Pensé en pegarle una cachetada para que me dejara seguir pero me contuve en cuanto vi su rostro. Era Niall, mi mejor amigo.
Salté y coloqué mis pies en el piso mientras él me sujetaba para no caerme. De no haber estado allí de seguro que hubiera terminado con alguna fractura o algo por el estilo. Aunque, claro, si él no hubiera aparecido lo más seguro sería que terminara en la cama de alguno.
- ¿Qué pasa Nialler? – pregunté mientras trataba de estabilizarme.
Puso sos claros ojos sobre los míos y sentí un puntazo de dolor en mi pecho. Sabía que le preocupaba como me encontraba, había sido mi amigo desde que éramos apenas unos bebes, habíamos crecido prácticamente juntos todo el tiempo y él era el único capaz de saber que yo no era así.
- No me gusta lo que estás haciendo con tu vida, Cam – me dijo dulcemente mientras me tomaba por la cintura.
Si otra persona me hubiera dicho eso lo más seguro es que lo hubiera mandado a la mierda. Pero no, se trataba del rubio, a él no podía insultarlo ni arañarlo o llevármelo en la cama, era prácticamente intocable, no se merecía ser tratado como los demás chicos.
No, no era un santo, Niall era un borracho profesional. Pero de ahí no pasaba, tenía sexo con muchas chicas pero a todas las trataba como damas, nunca las humillaba y siempre se metía con las que eran solteras.
Era un chico muy dulce, decía que nunca había tenido novia porque esperaba a su princesa, incluso una vez había comentado que ya la había encontrado pero que esta no le correspondía. Me sentía muy mal por él, se merecía lo mejor en la vida.
- Vamos a casa Cam, ¿Si? – preguntó dudoso.
Asentí. Podía ser una perra, puta, borracha e incluso drogadicta, pero cuando se trataba de Niall Horan todos estos caracteres se esfumaban.
Prefería mil veces estar con él jugando a un jueguito de consola que estar con cualquier vago teniendo sexo en la cama de sus padres.