Viviendo una pesadilla {Una novela de Los Juegos del Hambre}

Abrí con cuidado uno de los estantes bajos de la cocina y de su interior saque una vieja olla de metal. Con la manga de mi chaleco limpie la fina capa de polvo que cubría su exterior, provocando que diminutas pelusillas quedasen flotando a mí alrededor. Sujete aun más la olla entre mis congeladas manos y me puse de pie. Caminé hasta el fregadero de piedra y me elevé sobre las puntitas de mis pies para poder alcanzarlo completamente. Aun era muy bajita y algunas cosas en esta casa quedan todavía fuera de mi alcance. Siempre pensé que en mi familia no tenían contemplado traer al mundo a un individuo tan diferente al resto de ellos. Mi madre era una mujer hermosa, alta de piel acaramelada tan suave como el terciopelo. Su gentil mirada era del color de la miel y su cabello negro y sedoso caía con delicadeza hasta un poco más debajo de sus hombros. Mi hermano Thylacinus, a quien yo llamaba Ty, era mucho más parecido a mi padre: piel morena, pelo castaño y aproximadamente un metro noventa de alto, todo un gigante. También poseía un pequeño parecido a mi madre, como en la nariz delgada y el color de los ojos, claro que la mirada de Ty era algo más amenazadora y sus rasgos mas duros. En cambio era como el bicho raro de la familia: delgada y pequeña de piel pálida, fino cabello castaño claro que suele rizarse ridículamente en las puntas y grandes ojos de un extraño color celeste, similar al del cielo después de un día de tormenta. Mamá siempre decía que yo era idéntica a la abuela en todo aspecto. Me hubiese gustado conocerla para comprobar que lo que me decían no era mas que una exageración. Coloqué la olla en el fondo del fregadero y gire la llave del grifo para que el agua comenzará a caer. Demoró un par de minutos en hacerlo y cuando ocurrió, no era mas que un fino hilo de agua. Seguramente las cañerías habían comenzado a congelarse, nada raro teniendo en cuenta las bajas temperaturas y la nieve que ha caído durante las últimas horas.Este ha sido el invierno más crudo y difícil que he tenido que soportar en mis cortos diez años de vida. El mal clima durante los últimos dos meses se encargó de hacernos imposible la vida a los habitantes del sector norte del distrito once. Las fuertes tormentas arrasaron con todo lo que estaba a su paso, derribando árboles, tendidos eléctricos e incluso casas, dejando a muchas familias sin un lugar donde vivir, abandonadas a su suerte. También, las contantes nevazones se encargaron de congelar todos los huertos de este sector del distrito, dejándonos sin nada que cosechar, y como pueden imaginar sin trabajo no hay dinero. Algunos habitantes de este sector se las han ingeniado, realizando pequeños trabajos para los Agentes del Capitolio o a personas de más alto estatus dentro del distrito, logrando conseguir algo de dinero o canjes en alimentos. Yo he tenido que hacer esto desde los siete años, la edad que tenía cuando mama falleció. Recuerdo que de un día, mama cayo gravemente enferma. La noticia de que quizás ella no volvería a recuperarse golpeo duramente a nuestra familia. En ese entonces yo no entendía mucho lo que sucedería con ella, pero me esmeraba lo que más podía en cuidarla. Por las mañanas iba ayudar a papa y a mi hermano con la cosecha diaria, recibiendo así un poco de dinero extra con el cual comprábamos las medicinas necesarias para que mamá, quien solo se debilitaba con el paso de los días. Pero yo me aferraba a la posibilidad de que mi anciana madre, pudiese recuperarse. Lamentablemente, a pesar de las medicinas y cuidados que podíamos otorgarle, mama falleció al cabo de un año, cuando yo estaba a punto de cumplir ocho. Quedé destrozada. La vida me había arrebatado lo más preciado que tenia y nunca más podría recuperarlo. Ni siquiera habíamos a reponernos de la perdida de mama, cuando Ty, quien en ese entonces tenía dieciséis años, fue seleccionado como uno de los tributos masculinos de el Segundo Vasallaje de los Veinticinco en la historia de los Juegos del Hambre. Teníamos fe en que podría salir de allí con vida ya que era fuerte e inteligente. Pero no sobrevivió y murió en manos del vencedor de ese año, un tal Haymitch Abernathy, dejando otra dolorosa pérdida en nuestra familia. Con solo papa llevando el sustento al hogar, las cosas comenzaron a complicarse. El poco dinero que recibía como agricultor, no alcanzaba para satisfacer nuestras necesidades básicas. La comida comenzó a escasear y las enfermedades nos debilitaban día a día sobretodo a papa quien a duras penas conseguía levantarse de la cama para asistir al trabajo, así que decidí ayudarlo. Me dedicaba a recolectar hierbas medicinales o fresas y arándanos silvestres que crecían próximas a la cerca electrificada que separaba al distrito once del peligroso y desconocido bosque .Luego vendía lo recolectado en el pequeño mercado autorizado de la ciudad, aportando con un granito de arena a los ingresos del hogar. Pasaron unos meses antes de que todo volviese a empeorar, cuando papa enfermó y no pudo continuar trabajando. La edad, sus problemas respiratorios y el mal clima no hacia más que debilitar su condición, así que desde ese entonces me vi en la necesidad de volver a trabajar en los huertos, ocupando todos los días después de la escuela, el puesto de papá. Fue muy difícil y agotador, pero logre salir adelante.
Mientras la olla se llenaba encendí la vieja hornilla a leña, saqué un par de platos y cucharas de uno de los estantes y comencé a buscar algo que poner en la sopa. En mi búsqueda, encontré la mitad de una zanahoria, los últimos guisantes que quedaban y una papa que estaba bajo el fregadero a la cual ya habían comenzado a crecerle brotes. Deje todo sobre la mesa y lo mire con preocupación. Esto era lo único que teníamos para comer y el mes ni siquiera había acabado. Sentí como un nudo comenzaba a formarse en mi garganta .Tenía algo de dinero guardado para las medicinas de papa, las cuales se estaban acabando y quede por si ya eran demasiado costosas. Si mama estuviese aquí, sabría que hacer…. ¡Cuanto la extraño! Todo parecía ser más fácil cuando ella estaba aquí. Suspiré profundo mientras regresaba al fregadero con cuidado extraje la olla de su interior y con precaución la depositaba sobre uno de los quemadores de la hornilla. Volví a la mesa, tomé las verduras y las lavé cuidadosamente para luego cortar todo en pequeños cubitos. Cuando acabé, el agua ya había comenzado a hervir así que deposite lo que había preparado en su interior junto con los guisantes y deje que todo se cocinara. Mientras esperaba,me senté en el suelo, frente a la hornilla, con la espalda apoyada sobre uno de los soportes de la mesa, alrededor de la cual toda la familia solía sentarse a comer, y mis delgados brazos rodeando mis piernas. El calor que irradiaba la hornilla era cálido y reconfortante. Cerré los ojos y trate de pensar en cosas buenas que siempre acababan siendo algún recuerdo del pasado cuando nuestra familia estaba completa y era feliz a pesar de lo poco que tenía. Los fuertes abrazos de papá y los interminable paseos que dábamos casi todas las tardes por los huertos de calabazas, las historias que mi madre me contaba antes de de dormir y las melodías con las cuales me arrullaba. Las bromas de Ty cuando estábamos comiendo y la facilidad con la que me subía sobre sus hombros y se echaba a correr conmigo a cuestas. Recuerdo el sonido que la puerta cuando papa volvía del trabajo ,las palabras dulces de mamá, las cosas que aprendí junto a ella ,las sonoras risas de Ty, sus canciones favoritas y como lucia el hogar cuando todos estaba aquí. En mi mente todo parecía tan real pero al abrir los ojos me sentí terriblemente sola y triste. Sin notarlo había comenzado a llorar con la cabeza oculta entre mis rodillas temblorosas. Desearía que mi familia volviese a ser lo que una vez fue. Desearía devolver el tiempo para estar con ellos nuevamente, pero…no podía hacer eso.
Pasó un largo rato para que mis lágrimas y sollozos cesaran. Permanecí unos minutos encogida contra la mesa hasta que decidí ponerme de pie para servir la comida que ya debía estar lista. Y lo estaba. Llené uno de los cuencos con un poco de sopa y lo deje sobre la mesa mientras servía un poco de té de hierbas en un vaso. Puse todos sobre una tabla de madera que hacía de bandeja y me dirigí a la habitación en donde papa se encontraba. Cuando entré el estaba dormido, dejé la bandeja sobre la mesita de noche junto al frasco de medicinas y me acerqué hasta él. Toqué su frente con mis labios y me di cuenta de que estaba ardiendo en fiebre. Me mordí la mejilla por dentro, tratando de contener las lagrimas. Llevaba así toda la semana y la fiebre no daba señal de querer retirarse. Al parecer las medicinas no estaban causando efecto. Ya no sabía qué hacer
--Papá…Papá, despierta—dije en un susurro moviendo con cuidado su hombro. El abrió lentamente los ojos y al verme una pequeña sonrisa se formo en su rostro—He traído tu cena—dije mientras retiraba el plato y la cuchara de la bandeja--¿Cómo te sientes?
--¿Marybeth? ¿Eres tú?—respondió el. Seguramente estaba delirando, pues me había llamado igual que mi madre. La fiebre lo ponía así.
--No. Soy yo tu hija, Faith—dije yo—y he traído la cena—repetí, llenando la cuchara con sopa, acercándola a su boca – Esta deliciosa, vamos abre la boca—El me obedeció y entre sorbitos de té frases sin sentido y cucharadas de sopa el plato se fue vaciando. Al terminar tomé el frasco que contenía sus medicinas y se la di junto con lo que quedaba de té en el vaso. Luego acomodé sus almohadas y lo arropé
-- Ahora duerme—le dije tomando la bandeja para retirarme
-- Gracias –Le oí susurrar, antes de que las medicinas se lo llevasen
Volví a la cocina,deposité lo que ya había ocupado en el fregadero y me preparé un cuenco con sopa,que aun seguía caliente dentro de la olla.No era un delicia pero cuando se tiene hambre y no se ha comido bien en días,cualquier cosa es una exquisitez.Cuando terminé de comer,aun sentía el estómago vacio,tuve que hacer un gran esfuerzo para no sacar un segundo cucharon de sopa.Debía guardar lo poco que quedaba para mañana.Sería el desayuno de papá.El,en estos momentos,necesita de la comida mas que yo.Lave y guarde todo lo ocupado y luego volví a la habitación en la cual dormía papá (la misma habitación en donde estaba mi cama),comprobé como iba su fiebre,la cual parecía haber disminuido un poco,cerré las cortinas,apagué la vela que estaba sobre la mesita de noche y me metí en la cama.Tardé un par de horas en conciliar el sueño,pero finalmente conseguí cerrar los ojos y quedarme dormida
Desperté a la mañana siguiente,sobresaltada por el fuerte ruido que hacía el viento al golpear contra las ventanas.Me encogí mas entre las sabanas ,tapándome con ellas hasta la nariz,tratando de conservar el calor.Era una mañana fría y aun no quería levantarme. Me quedé alrededor de una hora quieta en aquella posición,hasta que decidí salir de la cama.Me senté en el borde de ella y lo primero que hice luego de estirarme,fue verificar como iba la fiebre de papá quien aun estaba dormido.Sonreí al darme cuenta de que esta había disminuido bastante. Después abrí las cortinas y fui hasta el baño. Abrí la llave del lavabo y el agua comenzó a caer en mayor cantidad que ayer por la noche,pero estaba demasiado helada como para tomar un baño.En casa no teníamos un sistema de agua caliente y si deseábamos darnos el lujo de tomar una ducha tibia, debíamos calentar el agua nosotros mismos.. Así que llene un recipiente con agua y lavé lo esencial,incluyendo cara y manos con un poco de jabón..Me sequé cuidadosamente,luego cepillé mi cabello y lo ordené con una cinta.Volví a la habitación por mi ropa y me vestí con rapidez.De abajo de la cama saqué las botas de cuero que alguna vez fueron de mamá y me senté en el suelo para poder colocármelas. Eran demasiado grandes aun para unos pies tan pequeños como los míos,pero si me colocaba dos pares de calcetines y uno en la punta del zapato,calzaban perfectamente.Cuando estuve lista, tendí mi cama y me dirigí hasta la cocina.Una vez allí,calenté en la hornilla y serví el poco de sopa que había sobrado de la noche anterior,para dárselo a papá y mientras lo hacía,dejé calentando en una oxidada tetera un poco de agua para poder prepararme un té
Regresé a la habitación y me encontré con papá,quien estaba despierto con la mirada desviada hacia la ventana.En cuanto me oyó entrar,volteó lentamente a mirarme,fue en ese instante que caí en la cuenta de lo pálido que estaba.
--Buenos días--le dije sentándome junto a él,en el borde de la cama
--Buenos dias--respondió el prácticamente en un susurro--Te haz levantado temprano--hizo un pausa--Es un bonito dia para hacerlo,¿no?
--Sí--respondí sonriendo--Por fin despejó y hay nieve por todos lados
--¿Como aquel invierno en que construimos un trineo?--dijo el débilmente, aferrándose a mi mano
--Exactamente igual--continué,sonriendo algo nostálgica ante el recuerdo--Si mejoras podremos volver a ocuparlo--dije esperanzada--Nos divertiríamos mucho.
--No creo poder hacerlo,hija--respondió con tristeza--Ya estoy muy viejo y cansado
--No digas eso,te pondrás bien,¡ya lo verás!Ahora debes comer algo--dije mientras llenaba la cuchara con sopa y la acercaba a su boca.El solo ladeó la cabeza,rechazando la comida--Papá,por favor,come.Te hará bien.
--No tengo hambre
--Vamos,solo esto--Volví a intentarlo,sin éxito--Solo unas cucharadas,hazlo por mi--Le rogué.El se resignó y acepto comer un poco,pero luego de mas o menos diez cucharadas,se rehusó a seguir comiendo. No quise obligarlo mas, así que deje el plato sobre la mesita de noche y me quedé sentada junto a el en silencio durante unos minutos,acariciando su arrugada y morena mano
--Papá--dije al cabo de un rato--Tus medicinas se han acabado,debo salir a comprar nuevas.
--No es necesario que lo hagas,pequeña--habló él,cansinamente
--¡Si que lo és!--respondí elevando el tono de voz mientras me levantaba de la cama--¡Las necesitas!
--No te preocupes por mi,moriré de todas formas
--No,no,no--grité,sintiendo como las lágrimas de impotencia rodaban por mis mejillas.Me asustaba de sobremanera la idea de perderlo--¡No morirás!¡No lo permitiré!¡Te pondrás bien,lo prometo!--Salí lo mas rápido que pude de la habitación.No quería que el continuara viéndome llorar.Limpié las lágrimas que caían por mi mejillas mientras caminaba hasta el perchero que quedaba a un lado de la puerta,descolgando mi abrigo y envolviéndome en el. Llevé la mano hacia uno de los bolsillos,comprobando que la bolsita con monedas continuaba en donde la había dejado la ultima vez y luego,tomé la pequeña cesta de paja que se encontraba en el suelo.Respiré profundo tratando de normalizar mis sollozos,abrí la puerta,saliendo al exterior y cerré esta de un golpe, tras mi espalda.
Una fuerte ráfaga de viento helado golpeó mi cuerpo sin piedad,sacudiendo mis castaños rizos hacia el lado izquierdo de mi rostro.Me coloqué la capucha del abrigo sobre la cabeza y emprendí la marcha hacia la casa de la Señora Frankl,que quedaba a unos cuatro kilómetros de distancia de mi hogar,en la parte alta del distrito.
Mamá y ella habían sido amigas desde pequeñas.Eran como hermanas y siempre que podíamos,la visitábamos,al igual que ella a nosotros, llevándonos la mayoría de las veces,regalos,como galletas,pan recién horneado u hortalizas frescas para la semana.Es una mujer agradable y cariñosa,dedicada a la compra,venta y elaboración propia de diferentes tipos de medicinas y brebajes. Es la única persona que vende las medicinas que necesito para papa aun precio decente y mas accesible que cualquier otra botica del distrito.
Así que alternado mi marcha entre pasos largos y trotes ligeros entre la nieve,logré llegar al cabo de aproximadamente hora y media,a la puerta de su casa.Golpeé la puerta y luego de unos segundos esta se abrió apareciendo tras ella,la señora Frankl,quien sonrió ampliamente al verme
--Buenos días señora Frankl--le dije sonriendo de la misma forma
--¡Pero si es mi pequeño angelito de ojos azules!--Exclamó ella--Vamos querida,pasa,pasa y ponte cómoda--Yo entré y ella cerró la puerta despacio.--Debes tener frío,te prepararé algo caliente¿Un poco de leche esta bien?¿O prefieres un tacita de té?--preguntó ella muy animada entrando en la cocina,removiendo cosas por aquí y por allá
--Oh,no se moleste--respondí yo ,tomando asiento en el sofá frente a la chimenea
--¡Bah! No es ninguna molestia--dijo ella,regresando a los pocos minutos con una bandeja entre las manos.En ella había dos tazas humeantes de leche y una bandeja repleta de galletas .La depositó con cuidado en la mesa de centro que estaba frente al sofá y tomó asiento junto a mi
--Gracias--le dije mientras ella me alcanzaba una de la tazas
--No hay de que,cariño--respondió ella
No quedamos allí comiendo y conversando durante un largo rato.Intenté con mucho esfuerzo no tomar la leche ni comer las galletas tan aprisa,pero estaba tan hambrienta y aquello tan delicioso que me resultó casi imposible no hacerlo..Cuando acabé con el ultimo sorbo de leche,oí la pregunta que tanto estaba evitando que me preguntara...
--¿Como está tu padre?
--Bien-respondí,tomando otra galleta del plato.Tenía un glaseado color rosa pálido en la parte superior--Está mejorando--mentí,no quería preocuparla,porque conociéndola bien,ella era capaz de caminar los cuatro kilómetros para ir a ver a papá. Y ella no estaba en edad ni en condición de caminar todo ese largo trayecto,mucho menos con toda esa nieve acumulada fuera y con aquel bastón de madera que cada vez que apoyaba sobre el suelo,daba la impresión de que fuese a quebrarse.
--¡Que bien!--Exclamó ella alegre--¿Necesitas mas medicinas?
--Si--contesté,con algo de timidez
--Espérame aquí,vuelvo de inmediato--dijo ella desapareciendo de mi vista tras un pasillo unos minutos.Al volver,traía entre sus manos un frasco y una caja de madera con un lazo azul alrededor de ella--Toma--dijo haciéndome entrega de ambas cosas--Esas son galletas,un pequeño regalito--finalizó ella guiñándome un ojo
--Muchas gracias--respondí llevándome la mano al bolsillo,extrayendo de el,la bolsita con monedas--Tenga--acerqué la bolsita a sus manos.Ella me miró algo conmovida durante unos segundos y luego apretó sus dos manos alrededor de mi mano cerrándola
--No--respondió,sonriendo amablemente--Esta vez no es necesario que me pagues
Yo insistí en que debía quedarse con el dinero,pero ella se negó rotundamente a recibirlo.La abracé y le dí las gracias por todo.Coloqué el frasco y la caja y el frasco dentro de la cesta y después de unos minutos mas de agradable charla,le dije a la Señora Frankl que debía volver a casa,pues no podía dejar a papá solo por demasiado tiempo. Nos despedimos en la puerta,volví a darle las gracias y antes de retirarme le prometí volver a visitarla durante la semana.
Como aun tenía el dinero de las medicinas decidí pasar por el mercado para comprar unas cuantas cosas de comer para la semana. No tardé mucho en llegar hasta él,pues quedaba a unos quince minutos de la casa de la Señora Frankl.Una vez allí me encargué de comprar lo esencial: unas cuantas papas,un par de zanahorias y una pequeña bolsita de legumbres.Seguramente estas hortalizas era traídas desde el sur del distrito y por el estado en que estaban ,se podía decir que que eran de "tercera selección" ya que las frutas y verduras mas grandes y sanas son exportadas al Capitolio,mientras que en el distrito nos quedamos con las peores o mas pequeñas sobras.Así son las cosas en Panem.
Logré hacer rendir bastante el dinero de mis compras,del cual había conservado gran parte,a pesar de haber comprado media hogaza de pan y una pequeña manzana
Salí de lo más feliz del mercado con la canasta entre mis manos y emprendí el camino devuelta a casa.Al pasar por por un sector en el que suelo no era mas que hielo,mis pasos comenzaron a dificultarse.Traté de dar media vuelta para buscar otro camino menos resbaloso,pero en el intento,me torcí un tobillo y caí de bruces al suelo,provocando que la cesta con mis compras volase unos metros mas allá.Gemí,dolorida tendida boca arriba sobre el duro y frió suelo.De pronto el sonido de unos pasos corriendo hacia donde me encontraba entraron en mi campo auditivo
--¿Estas bien?--dijo un chico arrodillándose junto a mi. Tenía la piel color oliva,el cabello castaño oscuro al igual que sus ojos.No debía tener mas de doce años.
--Sí--respondí yo,tratando de incorporarme
--Déjame ayudarte--dijo el tendiéndome su mano,haciendo que el levantarme fuese mucho mas facil. Por poco caigo nuevamente al apoyar en el suelo el pie me había torcido,pero el me sostuvo entre sus brazos
--Gracias--dije con timidez
--No hay de que--respondió el con amabilidad--Soy Keegan Montgomery
--Faith Tregarthen--contesté yo,estrechando su mano